Cuento
Epifanía Llega una familia a Lima y entre la euforia de los viajeros no lograban encontrar alojamiento en ningún lugar. Se habían cansado de tocar puertas hasta que llegaron a un hospedaje donde solo había una pieza en remodelaciones, como afirmó la recepcionista que tenía ojos muy celestes, como si pudieras ver su alma a través de ellos; la pieza consta de cama de plaza 1/2, una de dos plazas y un baño. Era una familia de 4 personas: el padre Belisario siempre protegiendo a su familia, la madre Gloria de temple tranquilo pero ella mandó siempre, Ágata la hermana mayor que tenía algunos problemas en su mente que trataba y su hermano Camilo de 4 años con una intuición muy grande. La primera noche en el hostal escucharon muchos llantos, gritos, lamentos, como si estuvieran en la misma pieza. Ágata dormía con Camilo y Belisario con Gloria, quienes escucharon esto y por miedo unieron las camas. En el día buscaron algún otro lugar donde alojar los 15 días de vacaciones que aún tenían, mientras conocían la ciudad y su cultura. La segunda noche ya estaban las camas juntas y los cuatro se despertaron asustados por brazos que tiraban la cama, brazos negros como el alquitrán. No los atacaban pero la familia estaba además de atemorizada, alterada llorando y rezando a Dios (que es lo único que podían hacer para tener alguna protección). De un momento a otro todos despertaron y notaron que era un sueño. Al tercer día volvió la familia a buscar algún otro lugar donde pasar sus vacaciones, que hasta el momento eran un martirio en vida. No sólo por lo vivido en el hostal sino también por el calor insoportable, el mareo por la altura en donde se encontraban, la sed de caminar con pies cansados; notaron que ya se estaba haciendo de noche y no habían comido aún por la angustia de no encontrar un lugar tranquilo.