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en la economía del noreste mexicano

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GASTOS HORMIGA

GASTOS HORMIGA

Por Claudia Piña del Bosque Directiva en RED Intergas

Una vez concluida la primera etapa de construcción de la “gigafábrica” de Tesla en territorio mexicano, estaremos hablando de la primera planta de la compañía que producirá fuera de China, Alemania o Estados Unidos. El tema no es menor. Esto generará una serie de impactos en cadena en la economía regional de Nuevo León y formará parte de un fenómeno a escala global, estudiado e identificado actualmente por los economistas como nearshoring -y friendshoring- y terminará por posicionar a la nación como uno de los países líderes en la fabricación de vehículos eléctricos a nivel Latinoamérica.

El fenómeno no ocurre en un contexto aislado: ya durante décadas México ha trabajado para posicionarse como uno de los núcleos principales de fabricación automotriz a nivel mundial, por lo que su ingreso y participación en cuanto a los reposicionamientos y reajustes sobre las políticas económicas exteriores de la actualidad es importante y estaba prácticamente garantizada, más aún considerando la ola de electromovilidad impulsada, por un lado, por una de las empresas insignia de las actividades de Elon Musk, y por otro lado, por las políticas de preferencia de las green energies.

En otra coordenada, en el ángulo del tablero de los movimientos gubernamentales mexicanos, la estrategia se encuentra claramente naturalizada: tenemos décadas de desarrollo y participación en la industria automotriz que fueron perfilando al país, lo dotaron de una infraestructura especializada que incluye naves, personal capacitado y empresas asociadas tanto a ese suministro como el de autopartes y equipo y una red logística que se extiende desde nuestro territorio y hasta los diferentes puntos neurálgicos de distribución de vehículos, entre los que por supuesto se incluye y destaca el de Estados Unidos.

Asimismo, tanto la infraestructura como la red logística que ya se tiene son consecuencia del Tratado de Libre Comercio (T-MEC) entre México, Estados Unidos y Canadá; lo que potencialmente nos localiza como una pieza fundamental en las estrategias de moderación económica de los vecinos del norte y sus políticas internacionales. Para obtener contrastes, la llegada de Tesla al país se trata más bien de la expansión o la continuidad de las decisiones de otros gigantes del sector respecto a México, tales como la de BMW, que invertirá cerca de 860 millones de dólares para su proyecto de fabricación de vehículos eléctricos (VEs). Tesla se suma a la presencia de ocho fábricas ya presentes en el territorio, entre los que figuran industrias de la talla de General Motors y Ford.

No es una coincidencia que una ciudad a las faldas de la Sierra Madre Oriental, en el noreste del país, que cuenta con cerca de un millón de habitantes, se convierta en la sede de la primera planta de VEs de –y para– América Latina. La decisión por parte de la compañía es enteramente estratégica y se apoya en los fundamentos que ya hemos mencionado, más otras ventajas proyectadas en el futuro inmediato, tanto para la empresa como para el bloque de países que se conforman en una estrategia de escala macroeconómica y formará parte de los acontecimientos futuros dentro de la próxima década.

Impacto en la economía global

Retrocedamos un poco: ya desde el 2016 (Caldera) el arribo proyectado de Tesla a Nuevo León se observaba desde el punto de vista teórico por economistas y analistas interdisciplinarios como un punto de inflexión para la teoría que sustenta las actividades económicas referidas al comercio, el trabajo y la industria. En ese sentido, el hito termina por sepultar los fundamentos de Vernon, vigentes y relevantes durante más de cinco décadas. Las concomitancias adquiridas por la interacción de los corredores de producción e infraestructura responden a la demanda de producción e impactan directamente, empujándonos a una realidad donde la especulación no puede anclarse a algunos supuestos que igualmente habían sido notados por otros analistas.

Para 1973, Helleiner ya dejaba el apunte de una tendencia, en ese entonces apenas en nacimiento: la de organismos multinacionales moviendo fases de producción que ofrecían un trabajo más barato y una política de decisiones que diferenciaba entre costos y factores de producción. El fenómeno habría comenzado con la finalidad de abaratar costes de producción en las fases de armado en la industria del vestido y la de semiconductores, y comenzaría en la década previa y concluiría en la de 1970.

Ya iniciado el nuevo siglo, las multinacionales comenzaban a coronar complejas rutas de producción, trasladando departamentos enteros de operación en el campo de la investigación y desarrollo hacia el extranjero, fijando parte de los comienzos del outsourcing. A las críticas ofrecidas en tanto a las políticas de contratación en el extranjero y los impactos para las economías locales, la defensa general puede resumirse en que lo que se trasladaban se trataba siempre de fases periféricas, elementos de complementación, mientras que el proceso central seguía rigiéndose en las sedes nativas.

Este es uno de los hechos que separa al fenómeno de Tesla respecto a las actividades anteriores: Tesla está trasladando la producción de un producto aún en fase de introducción respecto a su ciclo de vida en el mercado a territorio extranjero, lo que modifica por completo los criterios de especulación financiera e inversión y en resumen da lugar a una nueva era.

Con esta implementación y la relación de los VEs con las tecnologías en desarrollo actualmente, tales como el machine learning y el desarrollo asociado en materia de Inteligencia Artificial (IA), el impacto adquiere por obligación una dimensión política, un fenómeno que va a tener que ser observado por las oficinas y autoridades en el ramo de los diferentes países involucrados y principalmente de Estados Unidos. Hay que decirlo como es: la desterritorialización del desarrollo tecnológico de la IA es un riesgo de nivel macroeconómico que va a terminar por mover el tablero, abandonando primariamente la idea de que las inversiones en cuanto a creación de empleos relacionados con los nuevos paradigmas de tecnología darían el liderazgo a los países sede.

Esta revolucionaria tendencia cuenta con claros antecedentes que se encuentran documentados en decisiones que, por ejemplo, corresponden a Ford durante la fase de producción del Mustang Mach-E, migrado hacia Cuautitlán y hacia el Global Technology & Bussiness Centre (Centro Global de Tecnología y Negocios) presente en Naucalpan y que resulta ser el más grande en ingeniería en todo Latinoamérica, contando con más de cuatro mil empleados con diferentes grados de especialización. Más aún: durante los años anteriores, se habían ya invertido cerca de mil millones de dólares tanto por las casas General Motors y BMW para sus propios proyectos de VEs, presentes en sus naves de Ramos Arizpe y San Luís Potosí.

Tesla visto desde diversas perspectivas

En cuanto a la recepción de los diferentes actores involucrados en la región, la tendencia es significativamente positiva con respecto a la opinión de que su presencia causará efectos de derrama y desarrollo económico a largo plazo en el país y a corto y mediano plazo en la ciudad y región. En ese sentido, tanto los líderes de opinión, como las voces de autoridad al respecto comparten una postura unánime.

En un sondeo informativo (Barria, 2023) que reúne diferentes voces con estas características, José Zozaya, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), entrevistado por BBC Mundo, considera que el hito reafirma una posición de liderazgo nacional en cuanto a manufactura y exportación de vehículos. Por su parte, Fracisco González, presidente de la Industria Nacional de Autopartes en México (INA) considera que el mayor desarrollo económico de la región descansa en un efecto de multiplicación de activos que parte de los siete y llega hasta los once dólares la raíz conversiva de las interacciones de la empresa con la economía local y los distintos circuitos de actividad alrededor de la planta de manufactura, las empresas proveedoras de bienes y servicios y las empresas dedicadas a las autopartes.

Con relación a las posturas de las asociaciones empresariales más importantes de la nación, nos referimos a la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), cuyos presidentes de los organismos se prestaron para brindar su opinión con respecto del movimiento. En el caso del presidente de la Coparmex, José Medina Mora, postró su perspectiva en la libertad de mercados, en "dejar la libertad a cada empresa de decidir en dónde invertir", en coincidencia con las políticas de libre mercado en términos de expansión internacional y profundizó sobre la problemática reciente entre México y Estados Unidos, el cierre a privados en el sector energético, hablando de la inversión inicial de 35.000 millones de dólares potenciales en consecuencia de la solicitud de consulta del gobierno norteaméricano; lo que desde su postura se agregaría a al menos una suma equivalente provenientes de Canadá y otros países que serían atraídos por la inversión inicial. La necesidad de cumplimiento del tratado a cabalidad aseguraría, desde su punto de vista la en- trada de muchas otras empresas que se encuentran a la espera de la resolución intergubernamental.

Para el presidente del CCE, Francisco Cervantes, la parte más importante del movimiento de inversión no descansa solamente en la presencia de Tesla en Monterrey, sino en el ecosistema que Tesla atraerá al mismo territorio, conformado por una constelación más o menos de empresas autónomas e independientes que vendrían a sumar a la infraestructura y abrirán la puerta a que la empresa tenga una presencia más uniforme, en otras partes del país.

En cuanto a la postura gubernamental, esta puede resumirse en una declaración puntual de Marcelo Ebrard, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México y encargado de coordinar luego una llamada entre Elon Musk y el presidente Andrés Manuel López Obrador, donde se enfocó en agradecer a los funcionarios del gobierno federal por su trabajo que “fructificó una paciente labor de 14 meses”. Lo que por un lado, ilustra con claridad los claroscuros ocultos en el silencio del gobierno federal, contrastantes contra el enorme optimismo que la región expresa hasta su propia gubernatura.

Promesas pendientes

Lo sucedido con Tesla, como ya se argumentó, no es un fenómeno aislado. El sector automotriz, tampoco. Gigantes provenientes de diversos sectores empresariales han expresado interés en mover sus operaciones de manufactura parcial y totalmente al país y, sin embargo, las promesas pendientes continúan. El primer obstáculo descansa sin duda alguna en la crisis energética de México, que se ha mantenido sobre la mesa durante el sexenio presente y el pasado y que hasta ahora no termina de resolverse. Este es un punto de inflexión. El gobierno mexicano ha manifestado interés en incentivar energías renovables, pero aún así los hechos tienen más peso que las declaraciones y aún faltan por materializarse políticas públicas que vayan en ese sentido.

Por otro lado y mucho más urgente, el país -y en específico la región- pasa por una crisis hídrica de proporciones casi bíblicas, misma que se ha agudizado con las sequías a lo largo del territorio y que especialmente han impactado a Nuevo León. A mediados del 2022 las manifestaciones se volvieron públicas y multitudinarias porque la crisis alcanzó el abasto doméstico en diversas regiones del estado. De acuerdo con cálculos del investigador José Antonio Ordóñez, si no se toman medidas decisivas para resolver dicha crisis hídrica en el estado el agua va a alcanzar para apenas tres años más. De realizarse las inversiones necesarias, la situación podría ser reversible. Para el académico del Tecnológico de Monterrey y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la llegada de Tesla podría ser la inversión que detone estos cambios.

Con todo, existen más claroscuros: si bien la mirada pública y la federal se encuentran puestas sobre el consumo hídrico industrial presente en la región, el mismo representa apenas un 4% del consumo total, pues la mayor parte se encuentra asegurada por los sectores ganadero y agrícola. En ese mismo contexto, años atrás, la llegada de la marca Kia al municipio de Pesquería, al norte de la capital, implicó un crecimiento desordenado con un grave impacto sobre el medio ambiente y en la calidad de vida de la población que no fue ni ha sido resuelta por las autoridades locales o estatales.

Si en ese paisaje integramos el enorme entusiasmo presente en las declaraciones vía Twitter realizadas por el gobernador de Nuevo León, Samuel García, al respecto de la llegada de Tesla, en oposición a la respuesta histórica que dio a las manifestaciones por las crisis hídricas realizadas en Cerro Prieto, San Isidro y El Coconal, en Linares que se basó en una política de represión, escaso diálogo y uso de la fuerza pública y militar, la tendencia a servir al capital y los intereses de la empresa por encima de las necesidades de la población queda claramente dibujada. Así pues, es ahí donde se debe buscar un punto de equilibrio entre el interés político, el social y el capital.

Referencias

+ https://www.bbc.com/mundo/noticias-americalatina-64819256

+ https://tecnocientifica.com.mx/ educateconciencia/index.php/revistaeducate/ article/download/239/382

+ https://elpais.com/mexico/2023-02-28/lapatronal-celebra-la-llegada-tesla-a-nuevo-leoncomo-una-victoria-del-libre-mercado.html

+ https://www.eleconomista.com.mx/opinion/ Tesla-en-Monterrey-del-adios-a-las-viejas-teoriasa-sus-impactos-en-el-T-MEC-20230309-0145.html

+ https://ultimadecada.uchile.cl/index.php/ LAJTP/article/download/57168/62121/199239

+ https://tesis.ipn.mx/handle/123456789/28982

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Recientemente, al revisar la literatura especializada dedicada al tema de la mujer empresaria, Kuschell (2021) se preguntó, desde un punto de vista de investigación, pero también desde el de mujer, sobre lo que funciona y lo que se puede aplicar, en el contexto de los países de América Latina y el Caribe (ALC), para que las mujeres alcancemos un cargo directivo en alguna organización empresarial. Para la analista, ya hay una diferencia entre los juegos de entrar, mantenerse y avanzar de puestos y cada uno de ellos cuenta con reglas distintas, factores distintos y actores distintos.

A grosso modo, la persistencia de una actividad empresarial bien remunerada y sana implica balancearse constantemente entre el trabajo y la familia; lo que necesariamente incluye un trabajo hacia el interior de las organizaciones y los individuos, un cuestionamiento efectivo de los esquemas de género, la decisión firme de hacer carrera, la posibilidad de delegar responsabilidades, la búsqueda de apoyos y la permanente negociación para encontrar flexibilidad en tiempos, mientras se cuenta con el apoyo de la pareja y de la familia. Es una labor compleja de comienzo, desafiante en el largo plazo y a veces envuelta en silencios que siguen siendo sorprendentes.

Para una enorme cantidad de mujeres en el sector, su entrada al mundo empresarial significó enfrentar la exclusión social y al mismo tiempo, su proyecto de emprendimiento juega una función terapéutica personal, al mantenerlas actualizadas, activas y facilitar la interconexión a otras mujeres con objetivos comunes. Ahora bien, de acuerdo con datos del Global Entrepreneurship Monitor (Ávila, 2022), si bien existen cerca de 130 millones de mujeres liderando empresas a nivel mundial, la participación del género sigue siendo baja en cuanto a startups. Según el mapa de Emprendimiento 2022, apenas un 18% de las empresas del sector fueron fundadas por mujeres, aunque tienen una posibilidad más baja de fracasar que las formadas por hombres en el mismo periodo.

Respecto a la inversión, la situación devela un escenario sombrío que debe ser entendido desde la crisis pospandémica: apenas el 2% del venture capital se destina a emprendimientos femeninos. De acuerdo con el informe European Women in Venture Capital, la recaudación de startups representó solamente un 1.8% de la inversión en el continente, cuando el sector alcanzó un crecimiento de cerca del 140%. La conclusión del Global Gender Gap Report, del Foro Económico Mundial no es menos preocupante: para alcanzar la paridad con estos números, harían falta 132 años. ¿qué causas se ocultan dentro de este fenómeno? Y aún más importante, ¿Qué estrategias pueden incorporarse para confrontar estas cifras?

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