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ESPIRITUALIDAD DE LUIS AMIGÓ
Le espiritualidad se puede definir como el conjunto de principios y actitudes que configuran la vida espiritual de una persona o de un colectivo. Y así podemos hablar de la espiritualidad benedictina, dominicana, de Francisco de Asís o de Luis Amigó. Dicha espiritualidad generalmente viene recogida en las respectivas reglas y constituciones.
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La espiritualidad se va modificando como se modifica el carácter al paso de padres a hijos. La espiritualidad franciscana se fue cambiando con la reforma capuchina, que es un intento por volver a los orígenes acentuando una vivencia más estricta y fiel de la regla, testamento y forma de vida originales. La reforma capuchina acentúa una vida más eremítica y retirada, dando prioridad a una vida de más oración, contemplación y de un mayor sentido penitencial. Sus conventos, pobres y humildes, se hallaban fuera de los núcleos poblados y constituyen verdaderos eremitorios.
No cabe duda de que Luis Amigó fue siempre un amante de la orden franciscana y un fiel cumplidor de cuanto la regla y la tradición imponían. Pero, partiendo de una espiritualidad profundamente franciscana, la va enriqueciendo con tintes y características penitenciales y de oración y contemplación propias de los capuchinos. De ahí esa su espiritualidad profundamente capuchina. Tratando de apreciar esa espiritualidad propia capuchina yo entresacaría las siguientes notas características de su espiritualidad:
Teocéntrica: Parte de un pensamiento de Francisco de Asís: Un gran franciscano y conocedor de la vida y pensamiento del pobrecillo Francisco de Asís afirma que Francisco “en toda su vida fue un adorador lírico de la Trinidad por Cristo y en Cristo”.
Cristocéntrica: Bastaría explicar el cristocentrismo de Francisco de Asís con tan sólo decir que, desde tiempo inmemorial, se le ha venido considerando un alter Christus, es decir, un icono vivo de Cristo, un gigante de la santidad y un verdadero signo o icono del amor. Por lo demás Francisco fue un enamorado de Cristo especialmente en sus misterios de Belén y del Calvario.
Espiritualidad Mariana: Tomás de Celano afirma que Francisco “pasaba noches enteras en oración alabando a Dios y a la gloriosa Virgen, madre suya” (Cel. I, 21). Y poco más adelante escribe: “que a la Virgen personalmente le cantaba alabanzas especiales, le dirigías preces, le ofrecía afectos, en tal cantidad y calidad que no se puede expresar en lengua humana” (Cel. I, 24).
Espiritualidad Evangélica: Otra de las notas características de la espiritualidad de Francisco fue su espiritualidad evangélica. Tanto es así que él mismo dice: “El Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio” (Tes. 14). Y en la liturgia de su día se canta: “Franciscus vir catholicus et totus apostolicus (Francisco varón católico y todo apostólico).
Espiritualidad Eclesial: “Verdaderamente Francisco es aquel que con el ejemplo y la doctrina de Cristo sostendrá a la Iglesia (CEL II,17). Y prescribió en su regla que, “tanto la santa misa como el oficio divino se celebrasen y recitasen siempre según las normas de la santa Iglesia católica” (R. II, c. 3). Y en su testamento asegura que el Señor le concedió una gran fe en la Iglesia y en los sacerdotes.
Vida activa y contemplativa: A pesar de que el espíritu de Francisco era propenso hacia la vida contemplativa de oración y contemplación, no obstante, prescribía en las constituciones la predicación y las misiones. Incluso, a pesar de su gran amor a la santa pobreza “en la que quiso que nadie le aventajase”, dejó también prescrito que el trabajo sea el modo de sustento de los hermanos y legisló “sobre el trabajo y la manera de trabajar”. Y en su testamento escribe: “Y cuando no nos den la paga del trabajo, recurramos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta” (Test. 22). Y, en caso de que ello, no cubriese en ordinario sustenta, se acudirá a la mesa del Señor, es decir, a la limosna (Reg. II, c. 6).
Virtudes características: La espiritualidad franciscana, y por ende capuchina, viene completada con otra serie de virtudes características de la familia franciscana, como son: el amor, la ternura, la pobreza, la misericordia, la humildad, la, obediencia, la simplicidad. Virtudes a las que la familia capuchina completa acentuando: la mortificación, el retiro, el silencio, la alegría y jovialidad, característica de la vida minorítica capuchina.
Luis Amigó recibe del espíritu capuchino su amor al retiro, a la oración y contemplación, y el amor a Cristo y Cristo crucificado y su amor a María Madre del Salvador. Es proverbial que Luis Amigó, luego de la santa misa, diariamente hacía el ejercicio del vía crucis. Y es que su sentido penitencial le llevaba a ser el cireneo de los hermanos, en especial de los más necesitados. Así mismo su amor a la Santísima Virgen le llevaba a obsequiar frecuentemente a María con el rezo de la Piísima.
El trasvase de esta espiritualidad de Luis Amigó a sus hijos no resulta cosa fácil, pues era el trasvase de una espiritualidad de una orden de estricta observancia, altamente contemplativa, a una congregación de menores exigencias y de vida activa. De hecho, el hábito recibido en la fundación, monacal coral, pasa al actual hábito sencillo seglar.
De todas las maneras es preciso ir concretando aún más la propia espiritualidad amigoniana con las virtudes propias y características de la vida religiosa de vida activa hoy.
“Pero esto sí, que para haceros dignos de tan alta misión habéis de procurar, amados hijos e hijas, formar muy bien vuestro espíritu y conformar vuestra vida a la del modelo que el Señor nos presenta en el Seráfico Padre San Francisco. Imitándole en su humildad profunda… En su amor a la santa pobreza…, En el celo por la salvación de las almas… en su vehemente amor a Dios, que le hacía llorar inconsolable… Con estos caracteres seréis conocidos de todos como hijos del Serafín de Asís” (L. Amigó, OC 1832).
A estas raíces de la espiritualidad franciscana, y por añadidura capuchina, sería preciso completar la espiritualidad amigoniana con otras virtudes propias del carácter de vida activa, de la misión específica en el mundo actual. como pudieran ser: sentimientos de misericordia, de comprensión, hospitalidad de inteligencia, acogida, tolerancia, comprensión, sinodalidad, laboriosidad, constancia…
Fr. Agripino G.