La fuerza de la comunión | Boletín Salesiano - Setiembre 2024

Page 1


03

CARTA DEL DIRECTOR

La revolución de la comunión

08

12

VALE LA PENA VIVIR ASÍ

Dos culturas, una misma fe

24 SINTONIZANDO CON DON BOSCO

04 ¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO EL SOL! Somos muchos en esta alegría

10 CON MIRADA SALESIANA

Sobre las alas de la esperanza

25 SABOR A BUENAS NOCHES El cinturón negro Nos necesitamos UN SUEÑO NOS INSPIRA

28 UNA MANO AMIGA

Sumar fuerzas es una riqueza

16 CON NOMBRE Y APELLIDO

El Gordo Verde: Nuestro desafío como cristianos es ser puentes

07SINTONIZANDO CON DON BOSCO Sobre las alas de la esperanza

11 DE PUÑO Y LETRA A veces, me incomoda

20 AQUÍ Y AHORA

Cuando la realidad tira abajo los esquemas

26 DEL ÁRBOL SALESIANO

“El amor y la devoción a María Auxiliadora tiene características universales”

Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa

Director: P. Sebastián Ferreyra sdb

Editor Jefe: Lic. Gonzalo Martínez

Columnistas: Juan Manuel Fernández sdb, Malena Muñoz y Federico Torres.

Equipo de redacción de este mes: Nahuel Durand, Elisa Juambletz y Delfina Sosa.

Fotografía: ANS, Sofía Cayota, Nahuel Durand, Shutterstock, archivo de la Pastoral Juvenil de Canelones y del BS.

Corrección: Graciela Rodríguez

Diseño: gustavo@tanganika.com.uy

Impresión: Mosca

Departamento Comercial: Luis Gómez

E­mail: boletinsalesiano@salesianos.uy Celular: 092 432 286

Dirección, redacción y administración: Av. Agraciada 3181

CP 11800, Montevideo; tel. 2209 4521

Sitio web: www.issuu.com/bsuru

Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com

Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro.

Depósito Legal: 366.191

31 GALERÍA DE INSTAGRAM

salesianosuy

Julieta Villa y Valeria Di María
Boletín Salesiano

Las noches en las que me tocaba hacer guardia en la nursery del hospital siempre tenían algo en común: bastaba que uno de los doce bebés comenzara a llorar, para que en menos de cinco minutos, toda la sala se uniera en un concierto de llantos. Los que no lo hacían, era porque su salud no se lo permitía. Inmediatamente, los enfermeros de las salas contiguas acudían en mi ayuda, ya que el eco pronto se extendía por todo el sector, generando una especie de caos compartido.

Este fenómeno, conocido como llanto reactivo, revela una conexión invisible, pero poderosa entre los recién nacidos. Aunque no lo sepan, cada bebé se une al llanto del otro. Este es solo un ejemplo de cómo los seres humanos estamos diseñados para conectarnos profundamente entre nosotros, incluso desde nuestros primeros momentos de vida. La ciencia, con el descubrimiento de las neuronas espejo, y los estudios sobre el desarrollo empático conrman esta conexión innata. Lo que comienza como una respuesta inconsciente en los recién nacidos, es en realidad una expresión inicial de nuestra vocación a la comunión.

Estamos llamados a la comunión durante toda nuestra vida. A medida que crecemos y nos desarrollamos, las diferencias con los otros se acen-

túan pero esa conexión primitiva se transforma en una comunión más rica y consciente, en la que las diferencias no son barreras, sino oportunidades para complementarnos y enriquecernos mutuamente. Solo en la diferencia puede haber verdadera comunión, porque cuando no hay diversidad, lo que queda es la mera repetición, no el encuentro.

Este misterio profundo nos recuerda que cada persona es única, irrepetible, pero que solo alcanza su plenitud al abrirse a los demás, a la creación y, en última instancia, a Dios, quien lo creó en comunión y para la comunión. Nuestro Dios nos invita a una auténtica revolución: la revolución de la comunión. Un llamado a descubrirnos profundamente unidos, formando parte de los demás y ellos, de nosotros, en un círculo de amor y entrega que transforma nuestras vidas y la sociedad entera.

El otro ya no es un extraño, no es un desconocido ni una amenaza. Este es el engaño del pecado original, que nos hizo creer todo eso. En realidad, nadie nos es ajeno: todos somos prójimos, llamados a tejer una red de comunión que reeje la belleza del plan de Dios.

Somos muchos en esta alegría

Más de 2000 jóvenes católicos fueron protagonistas de la Jornada Nacional de la Juventud, la primera de concentración única después de nueve años. La diócesis de Canelones fue sede de una fiesta que tuvo representantes de congregaciones y comunidades de todo el país.

Una locura hermosa. Así define Fabiana González la experiencia que se vivió el fin de semana del 7 y 8 de setiembre en la Jornada Nacional de la Juventud (JNJ). Después de nueve años de pausa, Uruguay volvió a realizar una jornada de concentración única, es decir, con participación de todas las diócesis del país. El encuentro tuvo lugar en Pando (Canelones) y encontró a más de 2000 jóvenes católicos de diferentes carismas, inclusive varias casas salesianas del Uruguay

La primera JNJ se había realizado en 1979. Luego, se habían hecho otros seis encuentros de forma anual, hasta que se estableció un espacio de tres o cuatro años entre una Jornada y otra. Eso ocurrió hasta la pandemia, cuando todo se frenó, si bien la última había sido en Montevideo un buen tiempo antes, en 2015.

CAMINO HACIA LA JNJ

La JNJ es una iniciativa que surge con inspiración en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y, de hecho, debe coordinarse con el equipo de trabajo encargado de la JMJ Tiene el objetivo de unir, en un mismo tiempo y espacio, a jóvenes cristianos de todo el país para celebrar la fe que los une más allá de las diferencias.

Fabiana fue una de las que formó parte de la organización de la actividad de este año. Tiene 21 años, es exalumna salesiana e integra la comunidad de Sauce (Canelones), por lo que está en el equipo de Pastoral Juvenil del departamento, al igual que su hermana y su cuñado. Si bien ella lo hace a medio tiempo porque ya tiene una responsabilidad como animadora en el oratorio salesiano de Aires Puros, sabiéndose locataria y con semejante evento enfrente, Fabiana decidió ponerse las pilas

La preparación fue un tiempo exigente, pero su recuerdo es que vivió la previa sin demasiada conciencia sobre las dimensiones que tendría la JNJ. Tenía el cronograma, pero no me había dado cuenta de lo que iba a pasar. Sabía cuántos inscriptos había, pero no lo dimensioné hasta que el viernes de tarde nos pusimos a armar los kits para cada uno y pensé 'qué

locura esto', asegura. Ese sentimiento se mantuvo con ella durante todo el fin de semana, donde tuvo un rol con partida doble, por un lado, como animadora del escenario algo que, al principio, le dio un poco de vergüenza, porque no le gusta agarrar el micrófono y menos ante 2000 personas y, por el otro, disponible a lo que iba sucediendo por si había que asistir algo puntual.

PASO A PASO, UNA FIESTA JOVEN

La JNJ comenzó el sábado a la mañana con la llegada de las comunidades al campus deportivo del Colegio Nuestra Señora del Huerto, pero el puntapié oficial se dio un rato más

tarde en un gran escenario montado en el predio, con la coreografía de la canción oficial del encuentro que había sido publicada en redes sociales durante las semanas previas.

Las distintas diócesis se fueron sumando al ruido y al agite mientras, a un costado, unas 40 comunidades mostraban la riqueza de carismas de la iglesia uruguaya en la feria vocacional mediante juegos, ruletas, magia, concursos de jenga y hasta intercambio de pulseras.

Luego del almuerzo compartido, los jóvenes fueron enviados a distintos puntos de la ciudad para hacer orato-

rio, realizar talleres, visitar hogares de ancianos y anunciar la Palabra de Dios puerta a puerta. También se pintaron murales en centros educativos y uno, en el campus deportivo que los alojaba, que fue una forma de dejar huella de un momento histórico, cuenta Fabiana.

Los shows musicales fueron otro de los momentos destacados, donde canciones de misa como Alma Misionera y Vida en abundancia fueron hits que se saltaron en el pogo. Todo eso duró como una hora y fue hermoso ver cómo nos abrazábamos y cantábamos con quienes teníamos alrededor, que tal vez ni los conocíamos, dice Fabiana.

Después de la cena, los jóvenes tuvieron un tiempo de Vigilia y la oportunidad de celebrar el sacramento de la Reconciliación, animados por el testimonio de tres chicos que contaron de qué manera se encontraron con Dios y cómo eso transformó su camino. Sus historias fueron una manera de hacer eco del lema de la JNJ, Jesús, esperanza que nos transforma. Tuvimos un cronograma lleno de actividades y hubo momentos para todo: desde bailes, trencito y cotillón, hasta tiempos de reflexión, escucha y oración, cuenta Fabiana, que dice que lo más lindo fue el respeto de las distintas experiencias. Cada comunidad o congregación es diferente. Algunas son más tranquilas que otras, o disfrutan más de hacer unas, u otras cosas. Lo importante es

que estábamos ahí juntos, compartiendo la fe y viviendo esta instancia con alegría, agrega.

La noche fue fría y el encuentro continuó el domingo. Con espacios de animación y oración, al promediar la mañana todos caminaron y cantaron por un kilómetro y medio rumbo a la plaza del centro de Pando, donde se llevó a cabo la Misa de clausura a la que se acercaron personas de la zona que vieron movimiento en el lugar.

Fabiana se sentó detrás del coro y quedó enfrentada a la mayor parte de la gente, que miraba hacia el altar. Fue durante esta celebración que pudo abstraerse, de alguna manera, para tomar dimensión de la cantidad de personas que estaban allí reunidas. Recuerdo que me invadió una gran emoción y se me llenaron los ojos de lágrimas porque me sentí afortunada de vivir lo que estaba viviendo y de ver cómo tantas personas estábamos allí, celebrando la fe en un espacio público, cuenta.

Cuando el evento todavía no había terminado, y en el escenario se volvió a cantar la canción de la JNJ que había escuchado desde su lanzamiento y varias veces ese fin de semana, se dio cuenta de algo. Una parte de la canción resumía, en poquitas palabras, lo que sentía en ese momento: ahora sé que somos muchos en esta alegría. Según ella, ese número de jóvenes saltando, cantando, encontrándose y rezando fue la comprobación de que no está sola, algo que no siempre ha sido tan claro. Durante muchos momentos de mi vida sentí que era la única de mi entorno metida en esto y ver que éramos muchos fue muy emocionante, asegura.

Sobre las alas de la esperanza

Queridos lectores del Boletín Salesiano:

Escribo estas líneas con inquietud porque, habiendo sido lector del Boletín Salesiano desde la infancia en el seno de mi familia, me encuentro ahora en una situación distinta al tener que escribir en el apartado reservado al Rector Mayor. Lo hago con gusto, porque este honor me permite dar gracias a Dios por nuestro don Ángel, ahora Cardenal de la Iglesia, que acaba de cumplir una década de valioso servicio a la Congregación y a la familia salesiana, tras su elección en el Capítulo General 27 en 2014.

Diez años después de aquel día, ahora está enteramente al servicio del Santo Padre, para lo que él le encomiende. Lo llevamos en el corazón y lo acompañamos con la oración agradecida, por el bien que nos ha hecho, porque el tiempo no disminuye sino que fortalece la gratitud. Su historia personal es un acontecimiento histórico para él, pero también para todos nosotros. Su marcha, en sentido canónico para un servicio aún mayor a la Iglesia, es un permanecer siempre con nosotros y en nosotros.

Ahora, como congregación, y por extensión como familia salesiana: ¿cómo seguimos adelante? Muy sencillo, con serenidad y en total continuidad. El Vicario del Rector Mayor, según las Constituciones Salesianas, tiene la tarea de sustituir al Rector Mayor en caso de necesidad. Así será, hasta el próximo Capítulo General. Las Constituciones Salesianas lo dicen de manera más orgánica y articulada, pero el concepto fundamental es este: permaneciendo en mi servicio de Vicario, en los próximos meses sustituiré al Rector Mayor llevando a la Congregación al CG29, que comenzará el

próximo 29 de febrero de 2025.

Es una tarea exigente para la que pido, ya desde ahora, vuestras oraciones e invocación al Espíritu Santo para ser fiel al Señor Jesucristo, con el corazón de Don Bosco.

Queridos amigos, el Capítulo General es el momento cumbre y más importante de la vida de la congregación, cuando los representantes de todas las provincias salesianas del mundo se reúnen (hablamos de más de 250 hermanos) esencialmente para tres cosas: conocerse, orar y reflexionar para pensar en el presente y en el futuro de la Congregación y elegir al próximo Rector Mayor y a todo su Consejo.

Un momento muy importante, por tanto, que nuestro don Ángel abordó en su reflexión sobre el tema Apa-

pañamiento de nuestra congregación.

Tenemos una gran necesidad de este Capítulo General, que llega después de tantos acontecimientos que nos han conmovido a todos. Pensemos que el último CG se celebró al inicio de la pandemia del coronavirus.

Celebrar un Capítulo General es celebrar la esperanza, construirla a través de las decisiones institucionales y personales que nos permiten continuar el sueño de Don Bosco, darle un presente y un futuro. Cada persona está llamada a ser un sueño; en el corazón de Dios, un sueño realizado.

En la tradición salesiana existe aquella hermosa frase que Don Bosco dijo a Don Rúa, cuando lo hizo volver a Valdocco para ocupar, precisamente,

sionados por Jesucristo y dedicados a los jóvenes. Este tema que el Rector Mayor ha elegido se articulará en tres aspectos diferentes y complementarios: la centralidad de Cristo en nuestra vida personal, la consagración religiosa; la dimensión de nuestra vocación comunitaria, en la fraternidad y corresponsabilidad laical a la que se confía la misión; los aspectos institucionales, la revisión de la animación y el gobierno en el acom-

el lugar de Don Bosco: Has hecho de Don Bosco en Mirabello. Ahora lo harás aquí, en el Oratorio.

Esto es lo que realmente cuenta: ser Don Bosco hoy y es el mayor regalo que podemos hacer a este mundo.

Saludo del Vicario Del Rector Mayor - P. Stefano Martoglio sdb

Tiene 18 años. Es animadora del Colegio San José y del oratorio Santa Teresita, que pertenece a la Parroquia de Colón. Vive con sus padres y su hermana.

Si tus amigos te definieran en tres palabras, ¿qué crees que dirían de vos?

Creo que dirián que soy alegre, muy activa y que siempre estoy ocupada.

Una persona importante en tu vida Es muy difícil decidirme por una, ya que he tenido la suerte de cruzarme con muchas personas que me acompañán en mi camino y están presentes siempre, pero si tengo que elegir, sin duda mis padres son dos personas muy importantes para mí. Tengo mucho para agradecerles. Si tuvieras que elegir un acontecimiento que te marcó, ¿cuál sería?

La misa de Don Bosco el 31 de enero del año 2020. Participé de varias, pero esta me marcó en especial. Me acuerdo como si hubiera sido ayer, estaba llena de jóvenes compartiendo la alegría del carisma salesiano. Tu lugar en el mundo

El patio, sea cual sea. Me encanta estar allí y compartir, además de que es un lugar en donde me encuentro con Jesús y me conecto con la fe a través del encuentro con otros, jugando, compartiendo y charlando con los demás.

Una certeza que te acompañe Que siempre estoy acompañada por María Auxiliadora. Y que Jesús está presente cuando hay encuentro de corazones abiertos dispuestos a compartir y a amar sencillamente.

Lo que más disfrutás de animar

Disfruto todo en realidad, ya que, además, es muy lindo conocer tantas personas y gurises que te enseñan algo nuevo siempre. Pero creo que lo que más disfruto es verlos crecer y cómo empiezan a confiar en ellos mismos. Me encanta transmitir el carisma y que tengan la certeza de que Jesús está con ellos, que crezcan con un corazon abierto al servicio y con amor de ese Dios amigo y cercano.

¿Cómo te llevás con aquello que es diferente a vos?

Siempre es dificil encontrar la manera de aceptar aquello que es distinto a vos, pero es importante tener la voluntad de tomarte el tiempo de conocer y animarte a ir a lo diferente, porque al final es lo que termina enriqueciendo a tu persona.

¿Qué valor encontrás en lo diverso?

Enriquecimiento y aprendizaje. Cada cosa distinta a vos tiene algo nuevo que aportar y esto te hace crecer. La JNJ, por ejemplo, fue un fin de semana lleno de diversidad de personas, carismas y maneras distintas de encontrar a Dios que me ayudó mucho a entender y acercarme a lo distinto.

Tiene 35 años. Estudió Comunicación, Gastronomía y Actuación. Es educadora, catequista y tallerista del Colegio Domingo Savio. Vive con su novio y su perra Cala.

Si tus amigos te definieran en tres palabras, ¿qué crees que dirían de vos?

Podrían decir: cocinera (soy la designada de cada juntada), compromiso y escucha o confianza. Una persona importante en tu vida Mi mamá. Ella es el ejemplo de entrega, amor y resiliencia más grande que tengo en mi vida. Y no puede dejar afuera a mi novio Jhonny: amigo, compañero y soporte desde los 15 años, con quien hemos compartido toda una vida y tenemos todo un camino proyectado por delante. Si tuvieras que elegir un acontecimiento que te marcó, ¿cuál sería?

Hay muchos, pero mi primer campamento para mí fue increíble. Ahí fue cuando dije: quiero vivir así toda mi vida. Estaba descubriendo eso de que la alegría es nuestra forma de vivir y de la mano vino mi primera misión, que me ayudó a decidir que quería trabajar en algo relacionado con la educación y el trabajo con las familias.

Tu lugar en el mundo

Mi casa y Domingo Savio.

Una certeza que te acompaña siempre

Que el camino del amor es el correcto, pero no el romantizado, ese que queda lindo en las redes El amor de

verdad, que implica entrega, renuncias, esfuerzo y sacrificio, y que, a veces, está más allá de nosotros mismos. Lo que más disfrutás de trabajar en Domingo Savio Ser familia, vivir y trabajar en una comunidad de pocos, pero con un corazón grande, que vive conectada con el barrio, con su gente, con el sentir de ellos, con sus alegrías, tristezas y necesidades.

¿Cómo te llevás con aquello que es diferente a vos?

Depende, a veces lo celebro porque creo que en la diversidad está la riqueza de ser humanos. Y a veces simplemente lo acepto, siempre y cuando esa diferencia no tenga que ver con invadir o coartar los derechos de otro.

¿Cuál es la riqueza de una iglesia diversa carismáticamente?

Que haya lugar para todos, donde cada uno pueda vivir el amor de Dios como más cómodo se sienta. Ahí donde se siente llamado a amar al prójimo, poniendo sus dones al servicio de su comunidad.

Lo difícil es hacer ver fácil algo que no lo es. Y eso lo hiciste, ahora y en toda tu carrera. Nadie dijo que iba ser sencillo convertirse en el máximo goleador de la selección mayor, además de que seguramente cuando debutaste no estaba ni en tus más cercanas pretensiones. Pero todo llega, hasta de manera inesperada cuando hay compromiso, constancia y disciplina.

Es difícil imaginar una despedida para alguien que no solo se destacó por sus goles, sino también por la forma en que nos hizo sentir parte de cada uno de ellos. Porque más allá de las estadísticas y los récords, lo que realmente importa es el legado que dejas. No es solo sobre los títulos, los campeonatos o las victorias, es sobre la identidad que construiste en cada paso, la humildad con la que enfrentaste cada reto, y el orgullo que nos hiciste sentir como país. Dejas una huella imborrable en el fútbol mundial, y en cada uno de los corazones que te vio vestir la camiseta celeste con la pasión de quien sabe que el esfuerzo, la disciplina y el amor por lo que uno hace, siempre encuentran recompensa.

Un claro ejemplo de que nunca exteriorizaste la redención cómo una de tus características es el Mundial 2014: tu mejor momento y tu peor lesión. Te sometiste a una cirugía 21 días antes de la revancha de Sudáfrica. No querías moverte, no querías que nadie te tocara: solo dejabas a actuar a mano santa, el señor Walter Ferreira. Aquel hombre había empezado a desmejorar por culpa de un cáncer en el cuello, había dejado de ir a trabajar y tenía prohibido salir de su propia casa. Entonces, tomaste las riendas del asunto y cada día ibas hasta la casa de tu amigo para realizar la recuperación. Si Walter no viaja a Brasil, yo tampoco, fueron tus palabras.

Mágicamente apareció el permiso de los médicos para Walter y allí partieron en viaje a un nuevo destino, Brasil.

El pistolero no iba solo con el objetivo de poder jugar sin molestias, sino de llevarse algo más en la tarde del Arena Corinthians. Abriste el marcador y cuando el reloj casi daba por completo la vuelta, te tocó desenrollar el hilo de tiempo. Gerrard, en un acto de compañerismo, decidió peinar el pelotazo de Muslera y como pistolero en zona de disparo cruzaste el gol soñado, que tantas

lagrimas de alegrías te generó.

Fuiste ídolo de grandes y chicos. El más joven piensa que sos el mejor de la historia en nuestra selección, el más grande, quizás, lo discute, pero nadie niega que sos grande. Nadie niega su aparición cómo ícono mundial. Resituaste a un país pequeño en un panorama gigante, compitiendo contra los mejores del mundo en las ligas más prestigiosas sin despeinarte.

Federico Torres Estudiante de periodismo

Si hablo de la Iglesia tengo que empezar por decir mayor fortaleza puede convertirse en su mayor debilidad. La Iglesia está viva, no son muros o templos, sino corazones en c latir.

La Iglesia es humana y eso, en ocasiones, nos conduc alejarnos del camino que Dios desea para nosotr menos que nuestra felicidad. Aunque pertenezco a ella, me incomoda en algunos momentos formar parte de esa Iglesia que lastima y excluye al distinto, que no lleva como bandera el amarnos los unos a los otros sin importar a quién.

Me incomoda la Iglesia que olvida que debe proteger con su manto, y en su lugar abusa de su poder o posición para satisfacer algunos intereses egoístas. También aquella que no recuerda que la fe sin obras está muerta. Lo mismo c Iglesia que, en ocasiones, prefiere aferrarse de manera a viejas costumbres que no hacen más que alejar necesitan y la aman.

Creo que todos los cristianos, en algún momento, hemos vivido situaciones donde fuimos tentados a renegar nuestra fe; ante algún comentario, ante algún cuestionamiento propio frente a estas actitudes que no logramos comprender y que no nos parece que reflejan el mensaje que Jesús vino a compartir

Jesús siempre vivió del lado de aquellos olvidados cuyas voces eran ignoradas. Pienso que es simplemente justo que nosotros, en esta misión hermosa de compartirlo vivir con los valores de su Evangelio, hagamos lo mismo y no nos quedemos callados ante la indiferencia o la violencia que visualizamos también en nuestras estructuras eclesiales.

Cada uno de nosotros fue creado de una manera única e irrepetible, no hay dos corazones que sean iguales no hay dos corazones que Dios ame de la misma forma. Cada uno es abrazado de manera personal. Debemos promover, entonces, el amor y el respeto a quien se cruce en nuestras vidas, haciéndoles sentir la calidez que viene del mismo Dios.

Ojalá juntos empecemos a destruir estas Torre de Babel, aquellas construcciones hacia arriba en la esperanza de tocarlo a Él, sin darse cuenta de que Dios camina verdaderamente entre nosotros. Al final, quizás el secreto reside en cambiar esos rascacielos por puentes, no enojarse y dar la espalda ante lo que nos incomoda, sino involucrarnos desde dentro para tejer, entre todos, la Iglesia que verdaderamente queremos ser.

vale la pena

Dos culturas, una misma fe

La Hna. Caterina Jun llegó a Uruguay hace poco más de tres meses. Vino desde Corea del Sur como misionera y dice que solo Dios tiene la respuesta de por qué Uruguay es el destino para ella.

Elisa

Ser misionero es llevar el Reino de Dios en nuestra vida cotidiana, hacer que los demás vean a Jesús a través de nosotros, independientemente del lugar en el que estemos. Por eso, de alguna manera, todos estamos llamados a serlo. Sin embargo, hay quienes viven esta invitación de una forma más intensa y una de ellas es la Hna. Caterina Jun, que llegó a Uruguay desde Wonju-shi, Corea del Sur, el pasado 11 de junio.

Tiene 41 años y hace más de diez, se cruzó en su vida el libro Un cuore di madre, de María Troncatti. Hasta entonces, solo había tenido contacto con las FMA llamadas a la misión ad gentes durante su aspirantado. La percepción que le había quedado era la de una vida difícil. Por eso, había decidido rezar por ellas todos los martes, sin excepciones. Sin embargo, nunca pensó que ella también terminaría siéndolo.

Aquel libro marcó un antes y un después en su vida porque fue a través de sus páginas que Caterina empezó a sentir que algo surgía en su corazón: un llamado a misionar. Sin embargo, durante un tiempo reprimió ese sentimiento, que, por entonces, asociaba con un ideal imposible. Yo sentía que era débil y que no era apta para una misión, recuerda.

Es mucho más lo que nos une y lo que tenemos en común, que lo que nos diferencia

Su pensamiento fue insistente. Después de la profesión perpetua, esta idea volvió a su cabeza con fuerza, por lo que empezó a discernir en esa posibilidad y, de la mano de la oración, dijo entonces que sí. Allí comenzó un camino de seis años en el que se abocó a su formación y preparación para la experiencia que está viviendo actualmente. Según cuenta, desde un primer momento se sintió convocada a llegar a América Latina.

DE COREA DEL SUR A URUGUAY

Fue en febrero que la comunidad de Villa Colón recibió la buena nueva de la llegada de esta salesiana misionera, conscientes de que quienes son enviados a este servicio llegan con toda la fuerza de Dios en su entrega y en su entusiasmo, pero también con incertidumbre, desprendimientos y miedos, cuenta la Hna. Estella Alfaro, secretaria provincial e integrante de esa comunidad. Las semanas previas fue muy lindo preparar su espacio, pensar en que pudiera tener todo lo necesario, contemplando los cambios de temperatura, el cuidado de la comida y demás, cuenta Estella.

Del otro lado del mundo, en Caterina todo era mitad emoción y mitad miedo. Estaba entusiasmada con lo que Dios había preparado para mí, aunque tenía dudas sobre si podría hacer su voluntad de la mejor manera, recuerda, aunque al llegar su experiencia se clarificó. Me sentí muy feliz de recibir una acogida tan calurosa por parte de mis hermanas, se las he dicho muchas veces. Gracias a Dios me sentí cómoda, feliz y segura de que esta era mi casa, cuenta Caterina. En tanto, dice que, si bien solo Dios sabe por qué le tocó venir a Uruguay y que ella no tiene respuestas para esa pregunta, sí está convencida de que es un honor estar en el país

Si se le consulta qué extraña de su país, Caterina dice que todavía no ha tenido tiempo para eso, aunque cuenta que, los primeros días, recorrió todos los supermercados y comercios que pudo en busca de salsa picante coreana, sin suerte. Sus hermanas la acompañaron en este recorrido y, aunque no lograron el objetivo, sí le presentaron una comida que ya disfruta mucho: el asado.

LA FE COMO PUNTO DE ENCUENTRO

Pensar en las diferencias que existen entre Uruguay y Corea del Sur es sencillo. Son muchas. Encontrar puntos en común, sin embargo, puede parecer más desafiante, pero para Caterina, Estella y las demás hermanas de Villa Colón, no lo fue.

Es mucho más lo que nos une y lo que tenemos en común, que lo que nos diferencia, asegura Estella, quien está sorprendida gratamente por la facilidad con la que su hermana coreana viene aprendiendo el idioma. Si bien el hecho de ser profesora de inglés la ayuda mucho, se esfuerza en el estudio y está atenta en cada diálogo cotidiano, dice.

Con respecto a la impresión que Uruguay generó en ella, Caterina dice

Dios me está llenando de amor por Uruguay.
Esta es una experiencia milagrosa para mí.

que se encontró con gente muy amable y pacífica. Lo sentí por primera vez con mis hermanas, dice. Esta percepción se fue confirmando con el correr de los días. En estos tres meses, Caterina tuvo la oportunidad de participar de la Jornada Nacional de la Juventud (JNJ), una experiencia que le permitió acercarse a más jóvenes uruguayos y donde experimentó que en el corazón de cada uno de ellos hay un deseo por la verdad y la bondad de Dios. Creo que la esperanza y la confianza que ellos tienen es el deseo de Dios y eso es lo que nos une, cuenta.

Antes de llegar al país, Caterina había escuchado que Uruguay tiene una

comunidad eclesial pequeña, con laicos activos. Eso fue algo que ya confirmó en sus primeros tres meses en el país. Realmente es cierto, dice. Creo que es muy bueno que los laicos, el clero y los religiosos trabajen juntos, agrega.

Aunque esa característica del país fue algo que notó rápidamente, Caterina todavía no se siente segura para hablar en profundidad sobre la cultura uruguaya y las diferencias que encuentra con respecto a su país de origen. No sé exactamente qué es diferente y qué es igual, supongo que tendré que vivir un poco más acá y preguntarle a Dios la respuesta a esa pregunta, indica.

Sin embargo, hay algo sobre lo que está convencida y es de que logra sentir el amor de Dios en la amabilidad del pueblo uruguayo. Desde el momento en el que llegué, me sentí en casa y amé a los uruguayos. Dios me está llenando de amor por Uruguay. Esta es una experiencia milagrosa para mí. Soy muy cautelosa y me lleva mucho tiempo abrir mi corazón, pero Dios me envió aquí y abrió mi corazón enseguida. Estoy agradecida a ustedes y a Dios por todo esto, concluye.

con nombre y apellido
“El Gordo” Verde:
“Nuestro

desafío como cristianos

es ser puentes”

El día a día de Juan Andrés El Gordo Verde es un mosaico de rostros, horarios y actividades. También lo es su historia y su vocación sacerdotal. Su madre es del neocatecumenado; estudió en el Colegio Monte VI y luego en el Colegio Pío y en el Juan XXIII. Su santo de cabecera es Don Bosco y descubrió que quería ser cura en el Paiva; sin embargo, no es salesiano, sino del clero secular. Le reza a Jesús a través de San José María, San Benito, Madre Teresa de Calcuta y Santo cura de Ars. Jugó muchos años al rugby e incluso integró la selección juvenil de Los Teros, antes de cambiar los botines por la estola.

Hace dos años que vive en el barrio Santa Eugenia, un asentamiento donde se encontró con la extrema precariedad y al que llegó gracias al trabajo de la parroquia Stella Maris, ubicada en el corazón de uno de los barrios más pudientes de Montevideo.

En todos estos, sus matices, elige buscar los puntos de comunión porque cuando somos capaces de ponernos en una actitud de aprendizaje y de escucha se logran cosas increíbles.

¿Cómo se dio esa combinación de jugador de rugby y luego, sacerdote? Lo que sucede es que el rugby me regaló una filosofía de vida y en la fe encontré una teología. Hablando en criollo, en el deporte descubrí un sistema de valores y de formas de encarar el mundo que luego, cuando descubrí a Jesús, dije estas dos cosas no se anulan, sino que se potencian. Sí tuve que dejar de jugar al rugby porque tuve una lesión y después me requería mucho tiempo poder volver a una cancha, pero es una pasión.

Sos exalumno salesiano con chapa doble. ¿Qué te dejó el carisma de Don Bosco?

Hice segundo y tercero de liceo en el Colegio Pío, y cuarto, quinto y sexto en el Juan XXIII. Fue un antes y después. Yo nací el 24 de mayo y para mí la Auxiliadora me ha acompañado desde chico. En el Pío la descubrí de una manera totalmente diferente y en el Juan ni que hablar. En los dos lugares me hicieron descubrir y admirar a Don Bosco, que hoy es mi santo de cabecera y es mi inspiración para vivir el sacerdocio ministerial.

Incluso tenés una imagen de Don Bosco a tamaño real en tu casa. Sin embargo, sos del clero secular. ¿Cómo es ese mix en tu espiritualidad y en tu manera de ser cura? Yo lo vivo con mucha naturalidad. Don Bosco era un contemplativo en la acción y yo me siento muy atrapado por ese carisma. También por su manera de llegar a los jóvenes. De

hecho, aprendí a hacer magia viéndolo a él y a algún cura salesiano como el P. Félix Bruno. No terminé siendo salesiano de casualidad, pero en el Paiva fue que descubrí que quería ser sacerdote. Después pasaron cosas en mi búsqueda que me fueron llevando por otros caminos, pero Don Bosco nunca dejó de ser una referencia. Creo que el ser cura del clero me permite poder estar en contacto con diferentes espirituali-

Don Bosco era un contemplativo en la acción y yo me siento muy atrapado por ese carisma. También por su manera de llegar a los jóvenes.

dades y vivir diferentes realidades, que capaz que como religioso no sé si me sería posible. La iglesia es muy rica carismáticamente y en su santidad, y también cada uno se siente más llamado e identificado en algunos aspectos con unos y otros. Yo me inspiro mucho en San José María, San Benito, Madre Teresa de Calcuta, Santo cura de Ars, además de Don Bosco. Son los santos a los que más les rezo.

Recién mencionaste tu paso por el Paiva como un lugar importante en tu camino de fe ¡Pah', sí! Sin ofender a nadie, creo que es la experiencia salesiana más genuina que hay acá en el Uruguay. Cada vez que vuelvo es, para mí, volver a un lugar teológico, a un lugar

donde descubrí la fe. ¡Yo me confirmé en el Paiva! Lo hice siendo misionero y para mí fue una experiencia imposible de olvidar.

Desde 2022 estás viviendo en el barrio Santa Eugenia. ¿Qué te movió a mudarte a esa realidad?

Yo conocí el barrio trabajando en la parroquia Stella Maris y cuando lo conocí sentí el llamado en el corazón de decir: no lo sueltes. Me acuerdo de algunas veces, cuando llegábamos al barrio, muchos niños se acercaban a los autos y se quedaban en el capó porque estaban calentitos. Empezamos a ver que estaban pasando por situaciones de frío y de extrema precariedad y con los misioneros quisimos comenzar a transformar esta realidad. Luego surgió lo de la capilla barrial, que la construimos también con los vecinos, y después, frente a la realidad judicial de desalojo que les tocaba enfrentar, con el cardenal Daniel Sturla dijimos: la iglesia tiene que estar acá presente.

La brecha existe, existencial, ideológica, material. Sería de ignorantes o de idealistas no reconocerlo, pero frente a eso el gran reto es buscar unir.

¿Con qué te has encontrado ahí? Con una familia. Y con una escuela. Para mí Santa Eugenia es una escuela de vida. Un lugar para aprender, volver para atrás y a mis raíces. Un lugar para llevarme a mis límites y sacarme de mis zonas de confort. Si bien las realidades no cambian de un día para el otro, sí se cambian con amor. Esta semana me caía un pibe que me decía algo fuerte que, la

verdad, me tocó el corazón a otro nivel Gordo, necesito una oportunidad. Estoy en el atraso. Tengo 21 años, no sé lo que es un cine, no sé lo que es un shopping, no sé lo que es ir a tomar mate a la rambla, pero quiero salir adelante. Quiero ser como los misioneros, quiero ganarme la vida, no estoy dispuesto a seguir viviendo así

Son situaciones que te sacan de tu todo. Y a la vez que, en lo personal, me llevan a aferrarme más a la vocación.

Estuviste siete años en la parroquia Stella Maris, en el corazón de Carrasco. ¿Cómo fue pasar de acompañar esa realidad a vivir en Santa Eugenia?

(Piensa). Fue un cambio accidental, pero no sustancial. Creo que tanto en un lugar como en el otro hay necesidades y hay búsquedas sedientas de Dios. Es cierto que en Santa Eugenia hay más necesidades materiales, pero en mi esencia estoy procurando vivir con la misma entrega y el mismo amor. Otros son los desafíos, pero sigo muy rodeado, muy sostenido y muy acompañado por los vecinos y por gente que está realmente todos los días, todo el tiempo.

A priori, uno pensaría en las diferencias entre uno y otro lugar. ¿Qué cosas encontraste parecidas? En las dos realidades veo un anhelo de salir adelante, de ser alguien, de descubrir el sentido de la vida. De las cosas más lindas que he visto es que siempre, en todo lugar, hay aprendizajes para todos: tanto para los misioneros que llegan de una realidad X como para los jóvenes y familias del barrio que ven una realidad Y Cuando somos capaces de ponernos en una actitud de aprendizaje y de escucha se logran cosas increíbles. Creo que nuestro desafío como cristianos es ser puentes. La brecha existe: existencial, ideológica, material. Sería de ignorantes o de idealistas no reconocerlo, pero frente a eso el gran reto es buscar unir, como en la dinámica de la cruz: esa realidad vertical del cielo hacia la tierra y horizontal de izquierda a derecha y derecha a izquierda. Qué lindo como cristiano poder vivir esta realidad.

La historia del Padre Cacho contada por quienes lo conocieron

Cuando la realidad tira abajo los esquemas

El 4 de setiembre se cumplieron 32 años del fallecimiento del Padre Cacho, pero sigue vivo. Escribir sobre una persona que ya no está, implica conocer anécdotas y acercarse a quienes compartieron camino con él. Buscar sus historias, en lo poco o en lo mucho, es parecido a abrir la canilla de una fuente inagotable de recuerdos valiosos, de huellas imborrables y aprendizajes que perduran.

Recorrer la vida de Cacho es caminar, de alguna forma, por los caminos de los barrios. De sus barrios. Elegir qué anécdotas contar, una tarea compleja, porque hay muchas, y todas invitan a la reflexión y dejan ver alguna de sus características más sobresalientes.

El P José Tejero sdb conoció a Rubén Cacho Alonso en la década de 1950, cuando ingresó al aspirantado salesiano en Manga. Por ese tiempo, tenía alrededor de 20 años y estaba haciendo la práctica de la carrera de Magisterio. Más o menos 30 años pasaron hasta que volvió a compartir el día a día con él y un grupo de jóvenes en el barrio Plácido Ellauri. Sentí admiración por cómo los vecinos de los barrios iban descubriendo el valor y la fuerza que existía en el juntos podemos, que repetía Cacho y que dejaba ver a través de sus acciones. Vi la sencillez en su presencia humilde, serena, de escucha, que generaba confianza entre los vecinos, resume el sacerdote.

Una tarde de lluvia, por ejemplo, el P. José y Cacho caminaban atravesando las pequeñas callecitas del barrio, cuando empezaron a cruzarse a vecinos de todas las edades que regresaban a sus casas con los carritos cargados, mojados y cansados. Se escuchaban gritos y llantos, por el frío, por la lluvia y por el miedo. Cacho se detuvo y miró a José para

comentarle: ¿Ve, José? El barrio es como un hospital. Casi siempre vivís en emergencia y te sentís como el enfermero sosteniendo el suero cuando llevan al enfermo a la sala de operaciones. Para mí, Cacho fue eso en los barrios: un enfermero incansable, que nunca se acostumbró a la pobreza, que siempre quiso transformar realidades y que fue llevando su suero, el suero de la amistad, la escucha, la paciencia, la ayuda y la cercanía a todos aquellos que se cruzaron en su camino, asegura.

El encuentro entre Mercedes Clara y Cacho fue diferente. No solo al de José, sino a la mayoría de los

después de su muerte, cuando empezó a trabajar en Casa de Todos, un club de niños de la Organización San Vicente (Obra Padre Cacho) y a través de los vecinos fue entendiendo quién era. Constaté que seguía vivo en esas personas que lo traían con una fuerza impresionante. Cuando hablaban de él, les brillaban los ojos. Recordaban esa amistad que los había cambiado y, sobre todo, contaban cómo Cacho los había impulsado a luchar por sus derechos y por su dignidad, asegura. El P. José agrega: Él estaba convencido de que el testimonio de Jesús era el norte, pero no el de un Jesús vaporoso o espiritualizado, sino el de un Jesús histórico de Nazareth, que ayudó a los más

pecadores, pobres y marginados a transformar su realidad

CUANDO EL OTRO QUEMA ADENTRO

Antes que nada, optar por los pobres es abrir los ojos para ver su condición de inhumanidad a causa del aplastamiento que sufren en su dignidad, cosa nada fácil para quien vive en otras condiciones. Es importante descubrir las causas que provocan la inhumanidad del pobre. En segundo lugar, significa hacer propia la causa de liberación de los más pobres, lo que en concreto quiere decir ponerse de parte de ellos y hacer propios sus legítimos intereses, búsquedas y luchas (...) Pero la vida me fue enseñando que significa también adoptar un estilo de vida que sea coherente con esa opción, respondió Cacho en una entrevista ante la pregunta sobre su opción de vida.

El sacerdote no se acostumbró al dolor de los demás. Nunca se le endureció el cuero, dice uno de los testigos que trabajó con él en los barrios. Tampoco se acostumbró a ver gurises con carritos o gente viviendo en ranchos de lata en medio de la basura. Siempre mantuvo un rechazo visceral a que las personas tuvieran que vivir en esas condiciones.

Uno de los libros que recoge su experiencia lo escribió, justamente, Mercedes Clara y se titula Cuando el otro quema adentro. La razón, aunque elocuente, tiene que ver con lo que el sacerdote sentía ante la pobreza. Sus entrañas se movían y no se resignaban a aceptar la exclusión, aquello que tanto lastima el corazón humano. Mercedes cuenta que, en el tiempo que Cacho vivió en Paysandú, les decía a los jóvenes que fueran a los barrios con el termo vacío porque de esa forma tenían una excusa para pedir agua caliente, acercarse a la gente y empezar a charlar. Siempre me pareció una anécdota expresiva de la forma de relacionarse de Cacho, desde la humildad, desde lo que el otro puede dar, cuenta Clara. Sin juicios y buscando los lazos de unión en lugar de reparar en las diferencias, así se relacionaba.

Él estaba convencido de que el testimonio de Jesús era el norte, pero no el de un Jesús vaporoso o espiritualizado, sino el de un Jesús histórico de Nazareth, que ayudó a los más pecadores, pobres y marginados a transformar su realidad.

P. José Tejero sobre el Padre Cacho

Dar testimonio sobre lo que aprendimos de él es difícil, porque fue mucho, asegura Humberto Tomasino. Edgardo Vitale, que formaba parte junto con Humberto de un grupo de jóvenes estudiantes de Veterinaria, recuerda lo compartido con Cacho como un tiempo de aprendizaje.

En una tarde de tertulias en las que ambos participaban, una charla había devenido en una discusión ideológica sobre qué había del marxismo en el cristianismo. Con opiniones cruzadas, acuerdos, desacuerdos, la respuesta de Cacho fue contundente cuando se acercó al grupo: ustedes están discutiendo esas cosas porque cuando llegan a sus casas pueden abrir la ducha después de trabajar.

Edgardo rememora que, enseguida, los bajó del escalón y les mostró que estaban discutiendo desde un lugar privilegiado, pero que en realidad, esos no eran los verdaderos problemas de la gente

SE PUEDE VIVIR A LA MANERA DE JESÚS

Su fallecimiento fue una idea difícil de acomodar en el cuerpo. El 5 de setiembre de 1992, al otro día de su muerte, se congregó una multitud en la misa que celebró su pascua.

En un clima de tristeza y dolor, el sacerdote dijo durante la homilía que todos encontramos en Cacho a una persona que vivía el Evangelio, que realizó en su vida las Bienaventuranzas. En él logramos estar seguros de que se puede vivir a la manera de Jesús. Sobre el final de esa celebración, un grupo de integrantes de la

comunidad entregó un breve escrito que ponía de relieve su entrega a la luz de la Escritura: Tuvimos hambre y compartiste tu comida. Tuvimos sed y compartiste tu agua. Estuvimos enfermos y nos visitaste. Nos pusieron presos y te arriesgaste por nosotros. Creíamos que no éramos nadie, que no podíamos nada y tuviste confianza en nosotros. Somos la tierra en que cayó tu semilla. Tu partida nos compromete a dar fruto, el máximo de vida y de esperanza

Para Mercedes, encontrarse con la vida de Cacho a través de quienes lo conocieron es una experiencia única. Su opción es tan clara que cuando lo conocés, te cuestionás todo. Cacho viene a tocarnos el corazón, a sacudirnos. Nos habla con su vida, no nos deja perdernos en discursos. Nos interroga en primera persona. Yo fui descubriendo en él a un amigo que me acompaña día a día en esta difícil tarea de volverme más humana, dice. Sus opciones fueron una fuente inagotable de inspiración y aprendizaje de la que, según Mercedes, necesitamos seguir bebiendo. Para ella, y para tantos otros, tiene mucho que decirnos en el mundo de hoy.

Su presencia se siente en el barrio. Casi que podemos tocarlo, dice Mercedes, pero también sabe que lo trasciende. Incluso desde antes de que la Iglesia iniciara la causa para su canonización, en el barrio se lo recordaba como a un santo. Como dice una vecina: El santito del perdón, sin aureola y sin manto. Quienes estuvieron cerca de él sienten el privilegio de haber compartido la vida con alguien especial, alguien que les enseñó que otro mundo es posible.

Nos necesitamos

En el proceso de sinodalidad que estamos viviendo nos damos cuenta de que el camino de la Iglesia se realiza plenamente si valoramos la diversidad de carismas. En la perspectiva cristiana, esto es una gracia, un don concedido por Dios Padre mediante la acción del Espíritu Santo.

El Papa Francisco nos recomienda abrir el corazón a la alegría ante la multiplicidad de carismas en la Iglesia y en el mundo. Hay diferentes dones, pero todos somos hijos de Dios y somos amados de una manera única. Cada uno es importante a Sus ojos y, al mismo tiempo, ninguno es insustituible. Esto significa que en la comunidad cristiana nos necesitamos unos a otros y cada don recibido se realiza cuando se comparte con los demás hermanos y hermanas.

En nuestra sociedad se está extendiendo una mentalidad inspirada por el laicismo que lleva, progresivamente, de forma más o menos consciente, al desprecio o a la cancelación de la religión. Las nuevas generaciones crecen influenciadas por la indiferencia religiosa, por el desconocimiento de la tradición cristiana con su rica herencia espiritual y están continuamente expuestos a la tentación de que "todo está permitido" y todo es posible, sin una mirada objetiva y libre sobre los valores cristianos que han marcado profundamente la civilización, la cultura y el estilo de vida de muchas zonas de los continentes.

Creo que no solo los jóvenes, sino en gran medida también los adultos, sentimos el miedo a la verdad tal como la reveló Jesús: el camino hacia la auténtica y plena libertad de cada persona.

Nunca antes ha sido más urgente para los cristianos, y para todos

aquellos que buscan el verdadero bien de la persona humana, hacer viva y dinámica la sociedad con acciones valientes para construir un futuro que promueva la familia, el voluntariado y toda forma de intervención, para contribuir a una nueva concepción de la sociedad fecundada por la semilla del Evangelio.

Los diversos carismas están, en este contexto, llamados a un especial servicio a la comunidad asumiendo directamente roles institucionales, pero no exclusivamente, orientados a la búsqueda del bien común, el respeto y la defensa de los derechos de todos, particularmente de aquellos que viven en situación de pobreza, miseria, discriminación y duda, desarrollando procesos de crecimiento y progreso y abiertos a horizontes de esperanza.

Para dar un rostro concreto a la esperanza, los carismas de la Iglesia, según su identidad, están fuertemente interpelados a escuchar atenta y prioritariamente hoy el desafío de las "tres T": tierra, techo y trabajo, como derechos sagrados para toda la familia humana. No es solo una cuestión de justicia social, sino también un llamado a emprender con decisión procesos educativos para

formar conciencias sensibles al bien común, capaces de ir a contracorriente para construir la civilización del amor deseada por San Pablo VI.

Por gracia del Espíritu Santo, como educadores salesianos, somos portadores y responsables de un carisma muy actual, que nos sitúa ante este desafío educativo y anuncio del Evangelio con conciencia renovada; un desafío que afecta la vida cotidiana de muchas familias, jóvenes, niños y que no queremos afrontarlo solos, sino actuando en sinergia junto a otros dones en el espíritu de caminar juntos.

Respondemos juntos a esta propuesta, conscientes de que es urgente una conversión a la sinodalidad, que no siempre es fácil, pero es necesaria para alcanzar el objetivo de responder a la propia vocación y realizar el Reino de Dios en la vida de quienes nos han sido confiados, como San Pablo nos recuerda:

No abundan entre ustedes los que el mundo considera sabios, poderosos o aristócratas. Al contrario, Dios ha escogido lo que el mundo tiene por necio, para poner en ridículo a los que se creen sabios; ha escogido lo que el mundo tiene por débil, para poner en ridículo a los que se creen fuertes; ha escogido lo sin importancia según el mundo, lo despreciable, lo que nada cuenta, para anular a quienes piensan que son algo. De este modo, ningún mortal podrá alardear de algo ante Dios que a ustedes los ha injertado en Cristo Jesús, convertido para nosotros en sabiduría divina, en poder salvador, santificador y liberador. Así que, como dice la Escritura, si de algo hay que presumir, que sea de lo que ha hecho el Señor

Somos muy camiseteros. Seamos sinceros: los salesianos seguimos a Don Bosco, respiramos a Don Bosco, amamos a Don Bosco. Somos fanáticos de Don Bosco, lo llevamos en la camiseta, en el termo, en el celular, en la mente y el corazón. ¿Será un gen heredado del propio Don Bosco? Él también era tremendo camisetero. Camisetero de los jóvenes: no le cabía otra cosa que no fueran los jóvenes. Capaz que nuestro fanatismo por él nos viene heredado de él mismo, aunque suene enredado. Se puso la camiseta de los jóvenes y la defendió hasta su muerte, pero en su contexto no fue el único que tuvo una causa para defender

En la Turín del siglo XIX había lo que los historiadores han llamado el cinturón negro: era la zona periférica que rodeaba Turín y abarcaba los barrios de Valdocco, Il Moschino, Vanchiglia, Borgo Dora y San Donato. Era una zona olvidada por todos, lejos de los servicios básicos, donde ni siquiera la policía se atrevía a ingresar. Pobreza, prostitución, condiciones insalubres de vivienda, mal olor por el desagüe de la ciudad, bandas de jóvenes delincuentes, mucha gente abandonada. Eso era el cinturón negro.

Juan Bosco lo conoció de primera mano y se puso la camiseta de los jóvenes de allí. Pero contemporáneo a él, estaba un tal José Benito Cottolengo, que se puso la camiseta de los enfermos que estaban abandonados a su suerte. Enfermos mentales, físicos, discapacitados que nadie quería cuidar. Allí estuvo Cottolengo creando una obra grandiosa para estas personas, a pocos metros del Oratorio de Valdocco.

Estaba la Marquesa de Barolo, gran amiga de Don Bosco, que se puso la camiseta de aquellas muchachas que, salidas de la cárcel, frecuentaban las calles del cinturón negro, ejerciendo la prostitución sin ninguna perspectiva de futuro. La obra de la Marquesa les brindaba protección, un hogar, educación. En definitiva, una oportunidad. Quizás la única oportunidad.

Los sacerdotes Juan Cocchi y Leonardo Murialdo llevaron adelante juntos la obra de los artesanitos, para jóvenes huérfanos que querían aprender un oficio y tener así, una herramienta bien concreta para ganarse la vida. Dejaban de deambular las calles de los barrios del cinturón negro y con Cocchi y Murialdo vislumbraban esperanzas de futuro. También Francisco Faà di Bruno, un militar que se puso la camiseta de muchísimas trabajadoras despreciadas, explotadas, frecuentemente mal retribuidas, que por estas razones estaban expuestas a miles de peligros.

Este cinturón negro de Turín tuvo la gracia de una Iglesia que, en su diversidad, con personas muy distintas y carismas muy particulares, se puso la camiseta de un montón de realidades complejas y olvidadas por muchos.

Juan Manuel Fernández SDB

El amor y la devoción a María Auxiliadora tiene características universales

La Hna. Adriana Silva, directora general del Instituto María Auxiliadora (IMA) y María Virginia Techera, exalumna salesiana y trabajadora de la misma institución, formaron parte del IX Congreso Internacional de María Auxiliadora en representación de Uruguay. El encuentro se desarrolló desde el 29 de agosto hasta el 1 de setiembre, en la ciudad portuguesa de Fátima, bajo la temática Yo te daré la maestra. Fue una experiencia intercultural donde participaron 1400 personas de 44 países.

Aunque cada una tuvo diferentes roles, Adriana y Virginia hablaron con el BS sobre una actividad única, que las enriqueció espiritualmente, las nutrió de otras culturas y les dejó aprendizajes significativos.

Tras el Congreso Internacional de María Auxiliadora

¿Cómo vivieron la experiencia de ser parte del Congreso Internacional de María Auxiliadora?

Adriana: Fue una instancia muy enriquecedora, de encuentro y fe, una fuerte experiencia de familia salesiana. Todos estuvimos predispuestos a escuchar, conocer, intercambiar en torno al carisma y a la devoción mariana en cada región. Las jornadas transcurrieron entre conferencias temáticas de reflexión, exposición de testimonios marianos y muestras artísticas. Todo hilado por la acción litúrgica y celebraciones en torno a Fátima. La organización estuvo a cargo de la familia salesiana de Portugal, con el soporte de la Asociación de María Auxiliadora (ADMA) a nivel mundial. Virginia: De Uruguay fuimos una delegación de tres personas. Yo como exalumna y dos salesianas cooperadoras, Belky Rodríguez y María del Rosario Mercado. Cada uno tenía su grupo, nos dividieron por colores e idiomas, vivimos momentos de compartir con otras culturas y conocimos otras realidades. Si bien éramos muchas personas, de diversos orígenes, edades e idiomas, nos unió la devoción a María y el amor hacia ella.

Si bien éramos muchas personas con diversas culturas, edades e idiomas, nos unió la devoción a María y el amor hacia ella
Virginia Techera

¿Qué roles específicos cumplieron en el encuentro internacional?

A: Fui como conferencista. Se desarrollaron cuatro charlas con diferentes temáticas: sobre Fátima, el sueño de Don Bosco, María en la Biblia, y María y la educación de los jóvenes en la actualidad, que fue la que me tocó llevar adelante.

V: En mi caso estuve como delegada representando a Uruguay. Tuvimos un encuentro con el Vicario del Rector Mayor, el P. Stefano Martoglio, y jóvenes, en donde se nos preguntó qué

fue lo que más nos había gustado, si teníamos propuestas para el próximo congreso y también sobre la actualidad de nuestras casas. Todo lo expresado fue volcado en un grupo de los que hablábamos en español. Fue una instancia muy linda, salieron cosas muy buenas.

¿Con qué sensaciones se quedaron de las cuatro jornadas?

A: Observamos cómo el amor y la devoción a María Auxiliadora tiene características universales. Había 1400 personas de 44 países, una diversidad enorme de naciones, culturas y generaciones. En el intercambio con los demás visualicé la variedad de la familia salesiana y su grandeza. Además, en Fátima se respira la fe sencilla de las personas, había una belleza simple. Desde el santuario hasta la gente, en los rezos, cada gesto en la noche

V: Fátima es un lugar mágico. El aire que se respira de fe es increíble. Creo que lo más significativo del congreso fueron las conferencias, los testimonios y el intercambio. Disfrutamos de los espectáculos, de cómo representaban la historia de María y cómo le sigue diciendo que sí a Dios en la actualidad. Estaban todos los continentes presentes, fue algo muy especial.

¿De qué forma, a partir de la diversidad de culturas, lograron la comunión con lo distinto?

A: Fue sencillo, espontáneo y natural. Se dio fácilmente la comunión porque nos unió el carisma, la Auxiliadora,

Jesús, los jóvenes y la pasión por la misión salesiana. Entonces todo lo otro no fue obstáculo, sino que buscamos las formas de encontrarnos. Compartimos más allá de los idiomas. V: Encontrarse con culturas diferentes fue muy lindo. Compartimos momentos mágicos, con personas muy alegres y reflexionando con los demás.

¿Cuáles fueron los principales aprendizajes de la experiencia?

A: Me quedé con el aprendizaje de que se pueden generar cosas nuevas con la familia y con los jóvenes, a través de María. Ella es capaz de convocar la diversidad cultural, social y generacional, y unir a toda la familia. En todos los espacios, María entra con facilidad, porque es un símbolo de Dios y de la humanidad. Es modelo del carisma, es educadora, madre y maestra. De hecho, en el colegio, me habían pedido hacer algo para María, entonces llegué y les propuse a los padres un espacio de una vez al mes llamado Conociendo y amando a María. Tenemos que trabajar la devoción mariana con los jóvenes. En la actualidad, queremos fortalecer el espacio de ADMA, que se abra a los jóvenes y que sea atractivo para ellos.

V: Me quedó la idea de que hay mucho por explorar de María. Podemos profundizar en su figura. Ella estuvo siempre y todavía nos queda para aprender de ella. En otros países la tienen más presente en su fe. Tenemos que seguir compartiendo la devoción mariana, confiando que si le rezamos vamos a estar protegidos y nos vamos a sentir seguros.

Nahuel Durand

Encuentro Continental de Obras y Servicios Salesianos

SUMAR FUERZAS ES UNA RIQUEZA

Del 9 al 13 de setiembre se llevó a cabo el Encuentro Continental de Obras y Servicios Salesianos, en Aparecida, dentro de la ciudad brasileña de San Pablo. Bajo el lema Soñando en red, participaron delegados de 21 países de América, buscando fortalecer la red de apoyo a jóvenes en situación de vulnerabilidad y exclusión social.

Por Uruguay participó el P. Jorge Pérez, en su calidad de delegado de la Pastoral Juvenil, junto a otras uruguayas vinculadas a las obras sociales salesianas: Cristina Pascual (encargada), Sabrina Miranda (Centro Bosco) y Ana Rosano (Picapiedras). Impactado por la diversidad de iniciativas que se realizan en la región, el P. Jorge comparte los aprendizajes del encuentro y reflexiona en cómo unir al continente y al país para enriquecernos mutuamente.

¿Por qué se realizan estos encuentros a nivel continental?

Suman mucho para poder conocer y enriquecerse a nivel local con las experiencias y las vivencias de otros. La Red América Social Salesiana tiene 25 años y abarca a casi toda América hispanohablante, Estados Unidos y Brasil. Su idea es sumar fuerzas y conocimientos para buscar juntos estrategias e iniciativas, y tener conocimiento de qué se hace en otros lados, cómo se trabaja o se atiende las distintas realidades. El trabajo fue desde la perspectiva de derechos humanos. Todavía hay obras sociales que en algunos lugares están ligadas en el sentido negativo a obras de caridad, cuando en realidad estamos trabajando para que se reconozca, cuide y respete el derecho que estas personas tienen como seres humanos e hijos de Dios. Entonces, este trabajo busca la advocacy, un término en inglés que se usa para decir que hay que influir siendo una red grande, generando datos y midiendo el impacto de las obras sociales, para buscar influir en los países, organismos internacionales y políticas que tienen que ver con el cuidado y respeto de los derechos humanos de la gente que está en situación de mayor vulnerabilidad.

¿Qué problemáticas reconocieron que enfrentan los jóvenes en situación de vulnerabilidad en los diferentes países?

Se trabajó sobre la movilidad humana, los derechos de acogida y el cuidado de los menores en situación de inmigración. Otros temas eran la empleabilidad juvenil en los grupos más empobrecidos, el consumo problemático de sustancias, el trabajo infantil, los niños en situación de calle y la violencia juvenil. También fue bastante insistente el tema de poder profesionalizar el trabajo que hacemos desde las obras sociales, porque la vulnerabilidad no es solo evidentemente económica, es también psicosocial. Son problemas que tienen que ver con cómo funcionan las sociedades, cómo funciona la política y la justicia.

¿Cómo se propusieron abordar estas situaciones siendo un continente tan diverso?

Lo primero fue seguir fortaleciendo el sentido de red en el continente: trabajar juntos, expresarnos y comunicarnos como parte de una única realidad ahí. Yo creo que en Uruguay es un desafío importante. Si bien hay una coordinación de las obras sociales, a veces no necesariamente tenemos conciencia de estar formando parte de un todo. En cada casa hay muchos problemas y realidades que atender y nos quedamos cinchando solos cuando, en realidad, sumar fuerzas es una riqueza importante. En el encuentro estuvieron presentes personas de una red que coordina toda la actividad social de Italia, una de España y otra de India, y dieron algunas pistas de cómo estaban trabajando en red allí. Surgió la necesidad de hacerse visible. No por un sentido de autobombo sino para después poder incidir realmente en la sociedad. A veces, con el concepto de trabajar con humildad, dejamos de mostrar lo que hacemos y hacerlo presente

en la sociedad. Se vio necesario poder decir: miren cuánta gente hay que necesita que generemos una sociedad distinta.

¿Por qué se sigue reflexionando en conjunto la salesianidad en las obras sociales con jóvenes?

A mí me parece importante por dos motivos. Por un lado, para cuidar nuestro estilo educativo pastoral, sobre todo en lugares como Uruguay que se trabaja en convenios con el gobierno, pero también para no perder de vista la perspectiva espiritual y religiosa de nuestra actividad. A veces, nos parece que la dimensión espiritual es para aquellos que tienen solucionada la vida, cuando en realidad el Evangelio va en una línea contraria: el anuncio de la Buena Noticia es, primero, para los pobres. Trabajar en el desarrollo espiritual de las personas de manera integral es energía para la vida. Nosotros, que estamos en América Latina y hay mucha población católica donde se puede normalmente hablar y promocionar, tenemos que cuidar esa dimensión espiritual.

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.