Eso que nos hace nosotros | Boletín Salesiano - Noviembre de 2024

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SUMARIO

03

CARTA DEL DIRECTOR

Cultura y carisma, un intercambio fecundo

08

UN SUEÑO NOS INSPIRA

María del Mar Vila y Matías Vidal Castro

16

04 ¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO

EL SOL!

Grupo Texas: 25 años sobre las tablas

10 DE PUÑO Y LETRA

El fiel compañero

CON NOMBRE Y APELLIDO

El medio de comunicación te tiene que entretener, pero algo te tiene que dejar

24

SINTONIZANDO CON DON BOSCO

07SINTONIZANDO CON DON BOSCO Con la esperanza en el horizonte

12

VALE LA PENA VIVIR ASÍ

Club Don Bosco:Un lugar de encuentro y aprendizaje donde el fútbol es la excusa

20 AQUÍ Y AHORA

Tres escenarios, una identidad

25 SABOR A BUENAS NOCHES

Las dos torres Los retos de nuestra cultura

28

UNA MANO AMIGA

La frontera y una obra salesiana donde la mezcla cultural es una gran oportunidad

31 GALERÍA DE INSTAGRAM

26 DEL ÁRBOL SALESIANO

La cocina en la sangre: Mauro Bairo, exalumno salesiano y participante de Masterchef

Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa

Director: P. Sebastián Ferreyra sdb

Editor Jefe: Lic. Gonzalo Martínez

Columnistas: Juan Manuel Fernández sdb, Hna. Chiara Cazzuola y María Paz González.

Equipo de redacción de este mes: Fabián Caffa, Elisa Juambletz y Nicolás Opazo.

Fotografía: Sofía Cayota, Camila Espasandín, Club Don Bosco, Pixabay, Ana Rodríguez, Shutterstock y archivo del BS.

Corrección: Graciela Rodríguez

Diseño: gustavo@tanganika.com.uy

Impresión: Mosca

Departamento Comercial: Luis Gómez

E­mail: boletinsalesiano@salesianos.uy Celular: 092 432 286

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Boletín Salesiano

Cuando Don Bosco soñó su misión entre los jóvenes, soñó con intuición profética cómo su carisma viajaría más allá de las fronteras de su Italia natal, encontrando un hogar en las más diversas culturas. Esto es la esencia misma de un carisma que vive en diálogo con los pueblos, haciendo de la cultura el lugar donde anida, florece y se transforma en signo del amor de Dios y de esperanza para los jóvenes.

El carisma salesiano, lejos de ser una fórmula estática, se convierte en un dinamismo que encuentra en cada cultura no solo un espacio para encarnarse, sino una fuente de enriquecimiento mutuo. Así como la cultura aporta al carisma nuevas expresiones, lenguajes y desafíos, este a su vez enriquece la vida de los pueblos con su propuesta de fe sencilla, educación y promoción humana, y alegría y optimismo al servicio de los jóvenes.

En Uruguay, tierra de horizontes amplios y raíces profundas, el carisma salesiano ha hallado un terreno fértil en valores que resuenan profundamente con nuestra misión. La cercanía, el trato cálido y la búsqueda constante de salir al encuentro del otro que más necesita, tan característicos de la identidad uruguaya, han permitido que el estilo educativo de Don Bosco encuentre una expresión única en estas tierras. En este país, donde la tradición del mate simboliza el compartir,

la espiritualidad salesiana ha aprendido a dialogar desde la cercanía y la sencillez, haciendo de la amistad y la familiaridad una herramienta educativa.

La rica historia cultural uruguaya, marcada por la defensa de la dignidad humana y la apuesta por la educación como herramienta de transformación, encuentra en el carisma salesiano un compañero de camino. Por su parte, nuestro carisma, al beber de estos valores, se renueva y adquiere una voz capaz de hablar al corazón de los jóvenes uruguayos. Este intercambio fecundo no solo nos enriquece como familia salesiana, sino que nos recuerda que ser fieles a Don Bosco significa permitir que su espíritu crezca en diálogo con las culturas que habitamos.

Hoy, más que nunca, estamos llamados a reconocer que el carisma no es un paquete cerrado que se entrega, sino una semilla que necesita del terreno cultural para dar fruto en el Uruguay Salesiano que soñamos y que construimos día a día. Que María nuestra madre, quien supo asumir el rostro y hablar el lenguaje de cada pueblo, nos inspire a ser signos vivos del amor de Dios, haciendo del carisma salesiano una presencia relevante y fecunda en nuestra querida tierra uruguaya.

El Grupo Texas celebra 25 años de trayectoria artística, combinando valores educativos y escénicos. Nacido en los patios del Instituto María Auxiliadora, este colectivo de artistas uruguayos ha recorrido un camino que los llevó de los oratorios al Carnaval. En su aniversario, presentaron Sketch, una obra que reúne a actores, músicos y directores en un homenaje al compromiso, la amistad y el arte que los define.

En los patios del Instituto María Auxiliadora, 12 exalumnos del colegio que seguían en la vuelta, eran animadores o formaban parte de algún otro grupo activo, llegaron a la conclusión de que llevar el teatro a los oratorios podía ser una buena idea. Así se creó lo que por entonces llamaban Carnaval de Invierno. Así nació, incipiente, Grupo Texas.

A los dos o tres años, según recuerda su director Federico Pereyra, la cosa ya había tomado forma y habían resuelto hacer una obra de teatro infantil. No pasó mucho tiempo hasta que ganaron su primer premio Flo-

rencio Sánchez en la categoría Revelación y más tarde firmaron un contrato con Fundación Telefónica que les permitió llevar a cabo un proyecto artístico para la erradicación del trabajo infantil.

Los hitos siguieron. En 2005 participaron del Carnaval de las Promesas y, en 2011, finalmente, llegó la creación de Parodistas Aristophanes. Giras por Argentina, España y Paraguay, premios y muchas nominaciones. Hoy, Grupo Texas forma parte de la Federación Uruguaya de Teatros Independientes y es reconocido en el ambiente teatral y en toda la familia salesiana.

25 AÑOS, UNA FIESTA

Pasaron 25 años desde el comienzo de esta historia y no había mejor forma de celebrarlo, por supuesto, que con una obra artística. Así surgió la idea de Sketch. Según cuenta Federico Pereyra, se convocó a todas las personas que habían pasado por el Grupo Texas o que, actualmente, estuvieran en instancias avanzadas de los talleres que se brindan.

¿Todos ellos para qué? Para formar parte de un espectáculo sin prece-

dentes, con cinco directores reconocidos del ambiente teatral y del carnaval uruguayo, que nunca antes habían trabajado en Texas, a excepción de Lucía García. Cada uno de ellos tendría la misión de dirigir uno de los cinco sketches que conformaron la obra. Además de García, Fernando Toja, Freddy González, Nacho Cardozo y Emilia Díaz fueron los elegidos.

La forma de prepararnos fue todo una ingeniería, reconoce Federico. Las distintas historias que crearon para la obra tuvieron que ver con cinco palabras relevantes y fundantes de la historia de Grupo Texas: escuela, amistad, compromiso social, familia y teatro.

Cada grupo de actores tuvo aproximadamente diez encuentros con su director, durante un mes, para montar el sketch que debía durar entre 15 y 22 minutos. La última semana, una vez que los trabajos grupales estuvieron terminados, Federico Pereyra se encargó de realizar el montaje general del espectáculo y hubo encuentros de todos los actores y músicos participantes.

LA EMOCIÓN DE UN ESPECTÁCULO

Durante el tiempo que estuvo la obra en cartel, en el Teatro del Anglo, cientos de personas pasaron por las butacas para disfrutar de un espectáculo que, si bien tiene al humor como eje, también invita a la reflexión y se vuelve conmovedor en distintos momentos. Una obra de teatro que interpela a los espectadores y, en más de una ocasión, les permite sentirse identificados.

No fue un espectáculo más: fue, nada menos, que el de los 25 años. Cuando Federico recuerda todo lo que se vivió semana a semana en el Teatro Anglo, asegura que es el signo de lo que significa Grupo Texas: Este grupo es una gran familia artística, que ha ido creciendo y desarrollando cada vez un mejor teatro, intentando siempre mantener la familiaridad salesiana, asegura.

La carga emocional estuvo siempre muy presente. Su director cuenta que se vivió cierta melancolía y nostalgia porque en estos años, naturalmente, se han ido algunos padres, abuelos y

amigos que compartían escenario con nosotros, como es el caso de Titi Melano o de Fernando Juanicó, que nos dejaron hace poquito, dice.

Con todos los componentes que tienen los encuentros de este estilo

que atraviesan tantas vidas, recorridos personales y grupales, Federico está seguro de que llevar a cabo la obra Sketch fue la mejor forma de celebrar estos 25 años de vida y de arte. Fue una gran alegría festejar así y sentirnos en familia, resume.

Celebrar los 25 años con una obra de teatro tan especial, es una manera de mirar hacia atrás, pero también es un impulso para seguir adelante.

Actualmente, Grupo Texas funciona en un sótano ubicado en la Parroquia de la Aguada. Allí se brindan talleres de lunes a jueves y se llevan a cabo distintos ensayos. Los fines de semana, siempre hay gente.

Grupo Texas es un movimiento constante, casi todas las semanas tenemos algo para actuar, cuenta Federico. En este momento, anualmente, unas 100 personas están vinculadas a su arte. Si a eso se suman las familias y las que participan de actividades extra que van surgiendo, el número crece a 400.

Durante el 2024, Grupo Texas desarrolló tres obras de carácter profesional: Deconstruyendo a Lisístrata, Limbo y Sketch fueron las tres propuestas teatrales que se llevaron a las tablas en diferentes momentos del año.

CON LA ESPERANZA

EN EL HORIZONTE

Queridos lectores, amigos de la familia salesiana y bienhechores que apoyan la obra de Don Bosco en todas las situaciones y contextos:

Al enviarles esta reflexión he decidido continuar un poco más con el tema de la esperanza, como ya hice el mes pasado. No solo por continuidad, sino, sobre todo, porque es un tema del que tenemos que hablar, porque todos lo necesitamos mucho. También porque es una manifestación de la delicadeza de Dios en nuestras vidas.

Pero cuando hablamos de esperanza, primero debemos recordar que es un elemento profundamente humano, y un criterio claro para interpretar la vida en todas las religiones. Tiene mucho que ver con la trascendencia, la fe, el amor y la vida eterna, como subraya el filósofo coreano ByungChul Han. Trabajamos, producimos y consumimos, señala en sus escritos, pero en este modo de vivir no hay ninguna forma de apertura a lo trascendente.

Vivimos en una época despojada de la dimensión de la fiesta, aunque estemos rodeados de cosas que nos aturden. La sociedad del consumo y del rendimiento en la que vivimos corre el riesgo de hacernos incapaces de ser felices y de disfrutar los

momentos en los que nos encontramos. Incluso la situación más difícil siempre tiene migajas de luz.

El escritor y político checo Václav Havel, presidente de Checoslovaquia durante la Revolución de Terciopelo, a quien muchos de nosotros recordamos, define la esperanza como un estado de ánimo, una dimensión del alma. Es, en definitiva, una orientación del corazón que trasciende el mundo inmediato de la experiencia; un anclaje en algún lugar más allá del horizonte. Sus raíces se encuentran en alguna parte dentro de lo trascendente, por eso no es lo mismo tener esperanza que estar satisfecho porque las cosas van bien.

Cuando hablamos del futuro es respecto a lo que sucederá mañana, el próximo mes, dentro de dos años. Se trata de lo que podemos planificar, prever, gestionar y optimizar. La esperanza es la construcción de un futuro que nos une a algo que no tiene fin, a lo trascendente, a lo divino. Cultivarla beneficia a nuestro corazón, porque pone energía en la construcción de nuestro camino hacia el paraíso.

Don Alberto Caviglia escribió: «Al repasar las páginas que recogen las palabras y discursos de Don Bosco,

se ve que la del paraíso fue la palabra que repetía en toda circunstancia, como el argumento supremo para animar cada actividad en el bien y soportar todas las adversidades».

«¡Un pedazo de paraíso lo arregla todo!», repetía Don Bosco en medio de las dificultades. Cuando, ya anciano y debilitado, cruzaba el patio dando pequeños pasos, quienes lo cruzaban le dirigían el saludo habitual: «¿A dónde vamos, Don Bosco?». Sonriendo, respondía: «Al paraíso». Él hacía crecer a sus jóvenes con esa visión y nos sigue enseñando a unir nuestro aquí con el más allá, con la virtud de la esperanza. Llevemos esto en nuestro corazón y abrámonos a la caridad, a nuestra humanidad que encarna aquello en lo que creemos profundamente.

Como Don Bosco, vivamos como si viéramos al Invisible, alimentados por la esperanza, que es la presencia providente de Dios.

El mensaje del Vicario Del Rector Mayor - P. Stefano Martoglio sdb

Tiene 27 años Es profesora de Danza egresada del IPA, aunque también ha pasado por diversas academias de baile del país y del exterior Está estudiando una maestría y terminando el profesorado de Física Vive en Punta Carretas

Una persona importante en tu vida Es difícil elegir una, pero diría mi madre. Si tuvieras que elegir un acontecimiento que te marcó, ¿cuál sería?

Tomarme un avión e irme sola a otro continente, con más incertidumbres que certezas, fue una experiencia que me cambió la vida. Llegar sola a París un día de huelga general y hablando muy poco francés, sintiendo fuerte todo lo que dejaba atrás, fue la hoja en blanco más en blanco de toda mi vida.

Tu lugar en el mundo

La playa. Ninguna en particular, pero en todos los viajes y en los lugares en los que he estado, el mar me ha hecho sentir en casa.

¿Qué significa la cultura y el arte para vos?

La cultura es una parte esencial de nuestro desarrollo como seres humanos y el arte, la rama que más me representa y me identifica, en especial todo lo que tiene que ver con la danza y lo corporal. Creo que es la esencia de mi persona y de la de todos, es una forma de reconocernos. A su vez, pienso que es un medio para expresar y canalizar todo lo que vamos viviendo, que es inabarcable de otra manera. En mi vida es una parte central. Lo elijo como hobby, como profesión, como objeto de estudio y de investigación. Es algo que quiero expresar porque es parte de mi identidad y de mi desarrollo personal.

¿Qué es lo que más disfrutás de bailar?

Que me hace sentir viva. Disfruto y conecto con otras personas a través de la danza, al igual que conmigo misma, y siento que es algo tan honesto, profundo y sincero que vale mucho la pena.

¿Qué has aprendido del arte?

Que no tiene límites, que no hay ni arte bueno ni malo, porque es absolutamente infinito y porque tiene que ver con quiénes somos. Al haber tanta diversidad de seres humanos en el mundo, creo que el arte tiene también esa infinita posibilidad de crecimiento e identificación.

¿Quién es María del Mar Vila?

Una mujer joven, apasionada con la vida y por todo lo que hace, convencida de que un mundo mejor es posible, que ha elegido el camino de la educación y de la danza como medios para colaborar consigo con la construcción de un mundo más justo. Católica, con reparos con la institución, pero convencida de que hay un Cristo que nos acompaña en nuestro vivir y que también me da mucha fe y confianza en mí, en lo que puedo lograr, en que estoy acompañada. También alguien con una familia muy presente, arriesgada, que se la juega por lo que considera justo, bueno y necesario. No sé si conozco la palabra vergüenza, y creo que tampoco la palabra límite, en el mejor de los sentidos. Creo que todo es posible con mayor o menor esfuerzo y en eso estoy intentando desarrollar la mejor de mis versiones cada día.

Si tus amigos te definieran en tres palabras, ¿qué crees que dirían de vos?

Es una pregunta muy difícil. Supongo que dirían que me gusta hacer reír a las demás personas. En tres palabras sería: reír, alasdemás, personas Una persona importante en tu vida George Lucas.

Un acontecimiento que te marcó Diría cuando nos casamos con Lita, pero como aún no sucedió, elijo una actuación muy importante para mí, que fue cuando fuimos de gira por Argentina y Paraguay con Aristophanes en el año 2019. En Córdoba, luego de la primera actuación, tuvimos un encuentro con animadores y animadoras muy cargado de emociones. En la noche, actuamos para la gurisada del oratorio que hay en ese

Tiene 30 años y casi todos lo conocen por su apodo, “Dragón” Es técnico en Gestión cultural por la universidad CLAEH, aunque ha pasado por diversas formaciones vinculadas a la educación y el arte Vive en Punta del Diablo con Lita y sus mascotas, Ramón y Choriza

colegio. Ese momento me enseñó un montón de cosas de la vida, además de que estaba rodeado de mis amigos y amigas.

Tu lugar en el mundo

No sigo muy bien las consignas, así que voy a elegir dos. El primero es Punta del Diablo, mi nuevo hogar, y el segundo es el Teatro de Verano, por todo lo que viví ahí.

¿Qué significa la cultura y el arte para vos?

Un montón de cosas, pero, sobre todo, encuentro. La cultura no se lleva ni se impone, eso es un error enorme. Se construye desde el encuentro, la experiencia y el momento.

¿Qué es lo que más disfrutás de tus distintas labores artísticas?

El proceso de creación. Ese instante en donde aparece una idea que uno cree que va a revolucionar el mundo. El segundo en el que un chiste te hace reír hasta a vos mismo. Esa imagen que te hace emocionar. Esos momentos, que no duran más que un ratito, donde uno siente que nace el arte. Eso es lo que más me apasiona.

¿Qué has aprendido del arte?

Muchísimo. A veces pensamos que es subirse a un escenario y actuar, pero eso es solo un ratito.

El arte necesita mucha constancia y dedicación, mucho esfuerzo y tiempo. Eso es lo más valioso que he aprendido. Igual, más que del arte he aprendido de artistas, esos que son o fueron compañeros y tengo el placer de llamar amigos. En Grupo Texas aprendí y crecí un montón. Entendí que el arte es un medio y un fin. Que es sincero y confronta. Aprendí que, si un espectáculo no te atraviesa o al bajar de un escenario no nos damos un abrazo, entonces, no valió la pena.

¿Quién es Matías Vidal Castro?

Por suerte todavía lo sigo conociendo. Mati, Matito o Dragón son muchos nombres, pero creo que tengo algunas certezas. Sé que me gusta transmitir alegría, que soy muy apasionado y fanático del dulce de leche. El resto no es relevante.

Qué orgullo poder experimentar la identidad que nos genera en cualquier parte del mundo. Algo tan simple que se vuelve un símbolo cultural, capaz de convocarnos y acercarnos a la familia, los amigos y hasta los desconocidos. Suficiente para generar discusiones en el Río de la Plata y hacernos sentir en casa, aunque estemos a miles de kilómetros. Sí, estoy hablando del mate, ese fiel compañero de la mayoría de los uruguayos, que acompaña noches de estudio, ayuda a romper el hielo y a abrir el corazón a otros, compartiendo risas, anécdotas y también momentos difíciles.

El mate es un tiempo de pausa. Prepararlo implica un ritmo distinto, uno al que no solemos ir en el día, pero que ya es una actividad en sí misma. Es también un signo que nos invita a compartir lo lindo de la vida porque, en esencia, qué seríamos nosotros sin ir al encuentro con el otro y, de igual manera, qué seríamos nosotros sin el matecito de la mañana.

Hace poco, con el Oratorio Campito Alegre, nos fuimos de campamento. Uno de los gurises llevó su propio mate y lo compartió con quienes estaban allí. Como se imaginarán se armóuna ronda en torno a él, pero no necesariamente todos tomaban.

No puedo definir de una mejor manera la importancia que tiene este símbolo para mí. El mate reúne y hace que abramos nuestros corazones, aunque seamos distintos, y es ahí donde Dios se hace presente. Ahí está el Dios de las cosas simples, el del encuentro, el de ir a medias con quien te rodea. Ese ir a medias que todos hemos escuchado alguna vez, me habla del apoyo incondicional, aquel que le regaló Don Bosco a Miguel Rúa, y que hoy estamos invitados a brindar y recibir, sin dudas, en un acompañamiento mutuo.

Todo aquel que pasó por una casa salesiana es testigo de ese caminar juntos que estoy mencionando y es esta semillita la que debemos cuidar. Ser salesiano va más allá de organizar juegos o de agitar en las misas; es dejarse interpelar por el otro, es amar hasta que se den cuenta que se ama, es escuchar, acompañar, confiar en cada uno de los jóvenes. A veces se vuelve difícil, pero es ahí donde tenemos que dejar la vida e ir al encuentro. Y es allí, también, donde descubrimos la magia de los caminos de Dios.

Caminos que se cruzan de mil maneras, sin saber cómo, donde se intercambian las formas de vivir, las historias, la música favorita, la danza predilecta o hasta el idioma, y por qué no, la cultura y las costumbres.

Nosotros somos los responsables de llevar ese mate o esa charlita a tantos que lo necesitan. En esos encuentros debemos ser capaces de maravillarnos con lo que los demás son, identificar lo valioso de aprender de ellos y de lo cotidiano para construir un mundo mejor.

El ser misión empieza acá, en el día a día, llenándonos de humildad y amor, transmitiendo con alegría al Dios en el que creemos. Vivir la fe sin fronteras ni privaciones, sin discriminar y aplicando lo que rezamos a nuestra cotidianidad. La fe nos hace libres, nos sostiene y empuja; ojalá podamos ser capaces de usar ese impulso para contagiar una forma de vivir donde todos estamos invitados a formar parte de esta familia, trascendiendo y cargando de sentido estas rondas de mate

Exalumna del Colegio Salesiano de la Costa. Animadora de Campito Alegre.

vale
Club Don Bosco: Un lugar de “encuentro y aprendizaje” donde “el fútbol es la excusa”
Gonzalo Martínez

Nacido hace 50 años en vínculo con Talleres Don Bosco, en la escuelita de baby fútbol del barrio Palermo entienden que, más que ganar y perder, lo importante es que los gurises formen parte de algo.

Es domingo, y una centena de niños están esparcidos en sus respectivos picaditos jugando a la pelota, en la fiesta de fin de año del Club Don Bosco. Un puñado, acaso el más numeroso, está sobre la cancha de tierra que los ha visto jugar de locales todo este tiempo, a pocos pasos de la Rambla Sur de Montevideo. La mayoría corre en masa pidiendo un pase y soñando con el gol, mientras algunos alientan con saltitos detrás del arco, en un alambrado improvisado.

Los espacios verdes aledaños están llenos de gente y casi todos son familias. Hay pases, pelotazos, varios mates y diversas rondas de charlas. También hay muchos, muchísimos trofeos. ¿Por qué nos dieron una copa?, le pregunta un niño al coordinador deportivo del club, luego de que cada jugador, de cada categoría, recibiera un galardón. ¿Cómo por qué? Por jugar con tus amigos, le responde un sonriente Carlos Gareca. El Tigre, como lo conocen casi todos en el ambiente del baby fútbol, explica que ahí está la esencia de lo que pretenden vivir en el Don Bosco. Nosotros combinamos las dos cosas: queremos ser competitivos, pero a la vez, participativos, lo que implica que en la mayoría de los partidos todos los niños tienen que jugar, cuenta al BS.

A Bruno Bulloni eso le hace sentido. Eso es, de alguna manera, un reflejo de su historia. Creció en Palermo y se vinculó con el club cuando tenía apenas cinco años. Luego de terminar la etapa del baby fútbol, pasó a formativas en Central Español y más tarde, a Villa Teresa. Hoy tiene 23 años y hace dos volvió a vincularse con el Don Bosco para dirigir. En diálogo con el BS, asegura que su mayor motivación es enseñar y transmitir los valores que a él le enseñaron de chico. Yo me quedo 10.000 veces más contento si un jugador es buena persona, antes que si llega a primera división, cuenta.

Si bien a todos les gusta ganar, en el club entienden que lo que importa es otra cosa. En un viejo blog dedicado al equipo del barrio Palermo, el dirigente ya fallecido, Carlos Santa Lucía, había explicado que el objetivo es que los niños crezcan y se desarrollen como buenos deportistas y mejores personas. Gareca lo sintetiza en que los gurises ganen y pierdan, pero que formen parte de algo y Bulloni, en el equilibrio entre lo competitivo y el hacer sentir a todos parte. Por ahí va lo que intentan inculcar a los más de 100 chiquilines que juegan en las ocho categorías oficiales.

UNA HISTORIA VINCULADA A TALLERES DON BOSCO

El 12 de octubre, el Club Don Bosco cumplió sus primeros 50 años. La historia de su fundación es una curiosa mezcla de necesidad deportiva y cercanía barrial.

La Liga Palermo, donde los naranjas

juegan hasta el día de hoy, atravesaba un momento de esplendor a mediados de la década del 70, con muchos equipos en competencia. El club Tacuarí, ubicado en la callecita Ansina, tenía entonces algunas dificultades para completar sus categorías deportivas y, si bien en un principio la alternativa parecía ser incorporar a niños de otros barrios, la solución fue por otro lado.

Un niño de aquel equipo era alumno de Talleres Don Bosco y a quienes conducían el club les pareció una buena idea generar un nexo entre el Tacuarí y la institución salesiana. El razonamiento era simple: ellos ya tenían la cancha y Talleres, como centro educativo de varones, podía aportar los jugadores que les faltaban. Cuando se hizo la conexión, como en Talleres no participaban de ninguna liga, les vino al pelo, recuerda el pelado Acuña, uno de los niños que fue parte de aquella fusión donde nació el Don Bosco. Fue una transac-

ción hermosa, asegura en perspectiva y cuenta que incluso se llegaron a jugar algunos partidos en el patio de la obra salesiana. El maestro Oscar Bernardi, a quien le encantaba el fútbol, fue el artífice de la gestión en Talleres junto a uno de los técnicos del Tacuarí, Julio Pintos.

A pesar de su fundación, estas instituciones no están vinculadas de forma directa actualmente y el nexo con la familia salesiana es por algunos niños que juegan en el club y estudian en alguna casa de Don Bosco. Sin embargo, la pertenencia al barrio y a su historia, cargada de idiosincrasia, ha sido una constante en las cinco décadas de existencia del equipo, aunque en los últimos años eso también se ha transformado. Para el coordinador deportivo, el sentido de adhesión es ahora mucho más fuerte que la pertenencia a un barrio porque, de hecho, no todos viven allí: lo que importa es el equipo. El grupo, en fin.

LUGAR DE ENCUENTRO Y APRENDIZAJE

Se estima que más de 60 mil niños

No es solo ir a jugar a la pelota, sino compartir con niños de distintas realidades

Carlos Gareca

juegan al baby fútbol en 64 ligas nacionales, pero apenas un 1% llega a ser futbolista profesional. El éxito, no hay dudas, está en otro lado. Este es un lugar de encuentro y aprendizaje, explica Gareca, y si bien en más de una ocasión aclara que le gusta competir, también detalla que en el Don Bosco, en realidad, el fútbol es la excusa

No es solo ir a jugar a la pelota, sino compartir con niños de distintas realidades, explica Gareca sobre el sentido y la esencia que tiene todo esto para él. En definitiva, esto está en el gen del propio club. En aquella reseña histórica publicada en un blog, Santa Lucía contaba que, en los

inicios, Pintos y el maestro Bernardi habían logrado amalgamar algo muy difícil: niños de diferentes clases sociales, de costumbres y enseñanzas distintas, reunidas alrededor del baby fútbol

Aquella intuición sigue vigente y es, según Gareca, una identidad que no se puede perder: el encuentro donde los distintos se juntan y todos son iguales. Acá tenés el que viene del Pinar y la madre se toma el ómnibus y vos los tenés que ir a buscar, el que no puede venir y hacés una cadena para que lo pasen a buscar, y el que viene en su propia camioneta, explica. Para Bulloni, además, lo que no se negocia es el ser buenos compañeros

Por eso hay otros indicadores más allá de los goles y los triunfos deportivos: los vínculos, los nuevos amigos, los festejos de cumpleaños y las pijamadas compartidas. En un mundo donde todo es tan efímero, nosotros apuntamos a que esto sea una etapa de la vida que siempre puedan recordar, asegura Gareca.

con nombre y apellido
“El medio de comunicación te tiene que entretener, pero algo te tiene que dejar”

La luminosa barbacoa, al fondo de la casa de Juan Carlos López, es un lugar de encuentro. Lo es para su familia, que domingo a domingo se reúne en una mesa rodeada de pinturas de campo, y también para quienes lo visitan y se sientan en los amplios sillones cerca del parrillero, cada día. Pero, sobre todo, lo es porque cada rincón de aquel espacio rústico y delicado evoca decenas, o quizás cientos, de otros encuentros intangibles con personas de todas partes.

Están en las paredes, en las repisas, en la biblioteca, en el escritorio, o hasta en algún costado, más cerca del piso. Hay libros, fotos, caricaturas. Recuerdos de cualquier tipo. Reconocimientos, íconos religiosos y hasta símbolos patrios.

Es la síntesis perfecta, acaso, de un hombre como Lopecito, el conductor de Americando. Un comunicador de 78 años enamorado de la cultura de nuestro país, que lleva varias décadas recorriendo el interior y dando a conocer los rincones de la patria. Este es el resumen de una larga y emocionante charla con el BS.

Te has definido como un lector empedernido. ¿Cómo es eso? Junto con la familia, el libro fue todo para mí. En mi juventud se me dio por leer y eso me despertó una curiosidad infinita. Pertenezco a una generación de gente que se juntaba sin el celular, así que todos leíamos para charlar e intercambiar. Además, íbamos al teatro o al cine dos o tres veces por semana. Nos interesaba mucho la cultura. Quizás no teníamos una gran formación, pero todos sabíamos que París era la capital de Francia. Había un bagaje de conocimiento medio muy extendido y desparramado. Yo, de alguna forma, soy eso y si algo me ayudó fue la lectura. De hecho, sigue siendo así, porque siempre tengo cuatro o cinco libros empezados

Solemos pensar el modelo cultural para llevarlo de las ciudades al interior y eso es un error.

¿Y hoy? ¿Cómo es Lopecito como consumidor cultural? El mundo ha cambiado mucho Primero, hablo mucho con la gente. Cada vez que converso con alguien hago un curso intensivo de sociología y de psicología y eso porque estoy dispuesto a seguir aprendiendo.

Tengo la suerte de andar por el país entero y hablar con un montón de personas. Desde el que está regenerando el suelo, al que está producien-

do determinado alimento, al que planta tal cosa y al camionero que la traslada. También sigo siendo muy de la radio, en particular, de la AM.

Americando empezó como un programa que pasaba música en radio. Hoy está en televisión y recorre el país contando historias de personas de a pie. ¿Cambió la identidad del programa o sigue siendo la misma?

Hay una cosa en la raíz que no cambia para nada. Empezamos en Radio Rural, a fines de la década del 60, y teníamos alcance en todo el país, entonces nosotros éramos una forma de comunicación entre la gente. Me acuerdo de que, un día, alguien escribió una carta que decía: "Don López, me puede pasar 'Las dos querencias' de Los Olimareños, dedíquesela a mi hermano Raúl, que está trabajando en la estancia y hace

mucho que no lo veo". Esa cartita debió haber pasado, primero por las manos de aquel hombre, que la llevó a un pueblo cercano y ahí, al correo, y de ahí, hasta que llegó a la radio. Quizás esa persona había pasado seis o siete días esperando que la leyéramos. La radio fue fundamental para la cultura y la comunicación de esa gente. Cuando me empezaron a criticar porque leía mucho y pasaba poca música, le pregunté al maestro Rubén Lena qué le parecía y me dijo: mire, López, lo de la música lo hace cualquiera. Usted salude, con nombre y apellido si es posible, porque están esperando que lo haga y, cuando usted los nombre, de repente, se darán cuenta de que están vivos (se emociona y se hace un silencio).

¿Qué es, entonces, Americando? Es un tema de compañía, de estar al lado del otro, y, sobre todo, de una

brutal responsabilidad, porque el medio de comunicación te tiene que entretener, pero algo te tiene que dejar

¿El vínculo con la gente es el secreto del programa?

Yo no sé si hay una explicación; en tal caso, puede ser que sea un producto que tomó la gente. Creo que si hay una cosa que se repite en Americando es el amor de verdad. Yo siento el amor de la gente, y es raro, porque yo no soy una figura de la televisión ni soy parte de la farándula. Nosotros tenemos un lenguaje, intentamos hablar lo más correcto y simple posible, y el mensaje que queremos dejar es esperanzador Yo también veo las pálidas, pero si siembro una semilla mala no viene nada y si planto algo bueno, crece un precioso árbol. Yo me siento con la responsabilidad de la siembra.

Has dicho que, aunque no sos del campo ni trabajás en el campo, siempre le recordás a la gente el mundo rural. ¿Hay una búsqueda por mostrar esa identidad? Absolutamente. Y me enojo cuando no se tiene en cuenta esa zona de la cultura. Una vez estaba en Mercedes, con un hombre que tenía un museo de teatro en la casa que era una cosa impresionante, y cometí el error de decirle "¿cómo podemos hacer para llevar esto a Montevideo?". Me miró y me contestó: "¿y por qué no trae a los montevideanos para acá?". Solemos pensar el modelo cultural para llevar-

lo de las ciudades al interior y eso es un error.

¿Tenemos una identidad los uruguayos? ¿Quiénes somos, en verdad? (Piensa, mientras toma mate). Es complicado, porque somos una enorme cantidad de cosas. Si tomamos un chico de 20 años de Juan Lacaze, otro de Mercedes, y otro de Fray Bentos, o Paysandú, vas a descubrir cuatro o cinco modos diferentes de ser uruguayo. Tal vez haya algo en la raíz, pero somos muy diversos. Como producto medio, creo que somos una muy buena cosa, aunque a veces no nos queremos mucho.

En una entrevista de hace algunos años con el BS, en un momento muy especial de tu vida, dijiste que el P. José María Acuña quedó adosado a tu vida para siempre. ¿Qué aprendiste de él?

(Se recuesta y piensa). Fue de las personas que me dijo que uno tiene que saber disfrutar de lo que tiene y agradecer. Cuando murió mi hijo Pablo me dijo: vos tuviste 24 años a alguien como él y yo conozco gente que no ha podido tener un hijo ni un día y ha peleado con eso toda la vida" En ese momento, yo estaba en otra, pero luego me quedé masticando Y tenía razón. Josema me aclaró, en buena medida, mi propio camino. Es de esas personas que se te pasan por adelante y después te das cuenta de que lo que sos, en parte, es gracias a las charlas y los encuentros

con él. Dejó una huella profunda en mí y en mi familia.

¿Y Dios en tu vida?

Yo no sabía pero fue el centro (se emociona y hace otro largo silencio). La macana es que lo vas descubriendo y, no es que llegó tarde, porque siempre estuvo ahí, pero en otras circunstancias y siendo más joven lo podría haber disfrutado más. Aprendí a verlo, a sentirlo y a saber que está ahí, de a poco. Cuando llega es brutal, porque es todo A veces hablo con amigos que no creen y les digo: "es gratis y te hace mucho bien". La fe está al alcance de la mano de cualquiera, pero tenés que estar abierto. Todos los días pasan cosas complicadas y conmovedoras y si seguís adelante es porque crees que va a mejorar. Esa es una de las formas de la fe

La esperanza

Y no creer que todo empieza y termina en vos. El ejemplo más grande para tener fe y seguir adelante es la muerte de tu hijo, que no es natural. A partir de ahí todo lo demás es menor. Yo, lamentablemente, tengo el ejemplo del mayor dolor, así que, mientras yo viva, tengo que hacerle honor, vivir plenamente y, en lo posible, para los demás. ¿Cuál será la recompensa, qué es lo que yo espero? El reencuentro el reencuentro (hace otro silencio). Tengo fe, no tengo miedo. ¿Cómo voy a tener miedo? Sí sé que me voy a volver a encontrar con él

El fútbol, la literatura y el teatro son partes fundamentales de la cultura uruguaya, cada una en mayor o menor medida. Miguel Blasco, Silvana Tanzi y Darío Sellanes dan sus perspectivas sobre cómo estos ámbitos contribuyen a la construcción de la memoria colectiva en la sociedad.

Fabián Caffa

El 4 de diciembre, una periodista uruguaya, residente desde hace varios años en España, fue invitada al programa Algo Contigo de Canal 4. Al referirse a Uruguay, no dudó en señalar algo que se repite con frecuencia en conversaciones que tiene en el país ibérico: El español de a pie, si le hablás de Uruguay, te va a hablar de fútbol. Con el tiempo, los futbolistas abrieron el camino

Y es que el fútbol se ha convertido en uno de los mayores símbolos de nuestro país a nivel mundial y deja una huella más allá de las fronteras a través de figuras destacadas. Para Miguel Blasco, director de la Tecnicatura en Gestión del Deporte de la Universidad CLAEH, los futbolistas uruguayos que han desarrollado su carrera en el exterior se han convertido en embajadores del país.

No es un panorama nuevo. El fútbol ha jugado un rol central en la construcción de la identidad uruguaya a lo largo de la historia. Fue introducido por los inmigrantes ingleses a finales del siglo XIX y en 1915 ya se había consolidado como el deporte más popular en todo el territorio.

Para el experto, este deporte constituye un componente central en el día a día de los uruguayos, que influye incluso en la manera de hablar: Las imágenes y expresiones que utilizamos para hacer referencia a otros aspectos de la vida están fuertemente influenciadas por el fútbol y crean un sentido de pertenencia que no solo es un fenómeno pasional, sino también social y cultural

Esto se debe a diversos factores y uno de ellos comienza en la infancia. La pasión por este deporte se inculca desde la cuna. Hay bebés, incluso, que tienen carné de socio de un club antes de nacer. Todo está marcado por los relatos, y, sobre todo, por las historias y tradiciones que se transmiten de generación en generación, de los abuelos a los nietos, explica Blasco.

Sin embargo, hay una identidad que une a los uruguayos, independientemente del club del que sean hinchas:

la selección. Según Blasco, la camiseta celeste tiene un poder simbólico único, que conecta a todos los uruguayos y fortalece el tejido social y cultural del país.

UN PANORAMA RICO Y FRUCTÍFERO

Los libros sobre fútbol abundan en Uruguay: sobre el origen y el desarrollo del deporte en el país, sobre los mundiales en los que clasificó la selección, sobre la historia de los clubes, biografías sobre jugadores destacados. La lista de recomendaciones podría seguir. Pero el mundo de la literatura es mucho más amplio.

Silvana Tanzi, docente, periodista y editora de la sección Cultura del semanario Búsqueda, considera que el panorama editorial en Uruguay es muy rico y fructífero en cuanto a producción. Las editoriales independientes han crecido considerablemente en número y hacen un excelente trabajo con nuevos narradores y escritores. Según el Sistema de Información Cultural (SIC), dependiente del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), en Uruguay hay cerca de 72 editoriales comerciales.

Las editoriales independientes, que son pequeñas y no cuentan con grandes capitales, se enfrentan a un

esfuerzo considerable para producir libros con una buena calidad: un diseño atractivo, una corrección adecuada, una impresión de calidad Todo eso sigue siendo muy caro en Uruguay. Esto marca una diferencia con las grandes editoriales multinacionales, que tienen otro tipo de apoyo y financiación. Pero aún así, incluso para las editoriales grandes, el mercado uruguayo sigue siendo pequeño, lo que representa un desafío, dice Tanzi.

El rol de las pequeñas editoriales en Uruguay es fundamental, ya que ofrecen un espacio a los escritores emergentes. La pregunta es: ¿cómo llegar al público? Tanzi responde: Los escritores se enfrentan a la sobreinformación, lo que dificulta que sus obras sean vistas y leídas. Hay muchos libros, muchos autores, pero la visibilidad es cada vez más limitada.

SENSIBILIZAR

El fútbol se puede jugar en cualquier lugar: en un estadio, en una cancha reducida, en el patio de un colegio, en la calle. Para Darío Sellanes, actor y docente, lo mismo ocurre con el teatro. Una obra se puede hacer en una plaza, en un teatro rimbombante, o en cualquier otro lado. Siempre que haya un actor y un espectador, existe teatro.

Sensibilizar es la palabra con la que Sellanes define el rol que cumple el teatro en la vida cultural del Uruguay Una obra motiva desde la empatía y nos permite ver, desde el escenario, cosas que a menudo no percibimos en la vida diaria. El objetivo es abrir mentes y corazones. En ese sentido, el teatro tiene un alcance poderoso

Pero ¿el teatro uruguayo refleja lo que sucede en la sociedad? Esto depende de la obra, ya que es el guionista quien decide qué desea comunicar. En dictadura, por ejemplo, el teatro se convirtió en una vía de expresión para lo que no se podía decir en la calle. En democracia, la crítica se presenta de manera más sutil, explica Sellanes.

En el ámbito de la literatura uruguaya, Tanzi opina que existe una tendencia a narrar historias ambientadas en el interior del país y a expresarse de manera autorreferencial. No creo que los escritores tengan la intención de hablar directamente sobre lo que pasa en la sociedad, pero al ser parte de su tiempo, inevitablemente reflejan algo de la realidad que viven.

ALGUNAS CIFRAS

Según estudio realizado por la con-

sultora Cifra en 2021, el 43% de los adultos en Uruguay lee libros. El 18% dice que no lo hace porque no tiene tiempo y otro 38% porque no tiene costumbre de leer o no le gusta leer.

En cuanto al teatro, según el último Anuario Estadístico Nacional, publicado en 2023 por el Instituto Nacional de Estadística (INE), aproximadamente 24.400 personas asistieron a

funciones en vivo el último año. El número de espectadores es pequeño, pero es un público fiel, dice Sellanes.

El actor reconoce que una de las dificultades es lograr que los jóvenes se acerquen a las salas. Esto se debe, en gran parte, a que las nuevas generaciones consumen otros contenidos como las plataformas de streaming y las redes sociales. El teatro podría llegar mucho más lejos porque en los últimos años ha mejorado mucho en términos estéticos, visuales, sonoros porque hay más herramientas, más recursos, y eso ha elevado el nivel de las propuestas.

Sin embargo, las ventas de entradas para partidos de fútbol superan con creces las de otros espectáculos. Solo para el Campeonato Uruguayo 2022, se vendieron cerca de 860.000 tickets, según datos del INE. El fútbol es una forma de expresión nacionalista que no se manifiesta en otras fiestas o símbolos, dice Blasco.

En estos tres escenarios se encuentran relatos, historias y valores que se entrelazan con la identidad del Uruguay. La cultura nacional se alimenta de expresiones que no solo dan cuenta de lo que hemos sido, sino también de lo que somos y de lo que podemos llegar a ser y dejar a las próximas generaciones.

Los retos de nuestra cultura

Amigos y amigas del Boletín Salesiano de Uruguay:

Educar sobre la importancia de la cultura, reconocerla como un valor esencial de todo contexto social y facilitar la aspiración de los jóvenes a convertirse en "personas cultas", dotadas de curiosidad e intereses, debe ser uno de los principales objetivos de cualquier país y de cada institución educativa. Claudio Abbado, gran director de orquesta italiano, sostenía que la cultura es un bien común primario como el agua; los teatros, las bibliotecas, los cines son como muchos acueductos.

Además, la cultura tiene una tarea fundamental dentro de la sociedad y de la Iglesia, especialmente hoy en un mundo cada vez más globalizado: salvaguardar historias e identidades y contar tradiciones lejanas para promover nuevas formas de encuentro y convivencia para un mundo cada vez más amplio y diversificado.

Generalmente se piensa que a los jóvenes de nuestro tiempo no les interesa la cultura, que la descuidan, que leen y estudian poco, que no tienen pasión por saber más y mejor. En realidad, se trata de una cuestión más compleja en la que ellos mismos son los protagonistas y representan el gran grupo de consumidores y productores de la cultura del futuro.

Como educadores salesianos nos preguntamos si hoy existe realmente una cultura juvenil, independiente y diferenciada, tanto en contenidos como en formas de la sociedad adulta. Nos sentimos interpelados por los desafíos que plantea el uso a menudo desordenado de la tecnología. Un paso importante a tener en cuenta en este sentido es desarrollar conciencia de la complejidad del cambio que

suponen los medios digitales en los que estamos inmersos, reconociendo sus avances y sus riesgos.

Quienes llevan a cabo la misión de formar en cultura digital deben necesariamente educar en el uso responsable de estos medios, pasando de ser consumidores pasivos a usuarios críticos y productores creativos, responsables de nuevos conteni-

célebre informático estadounidense Nicholas Negroponte, "programar lenguajes informáticos permite reflexionar sobre la capacidad de pensar"

Toda realidad, incluida la realidad salesiana en todas sus expresiones, está llamada a dar su contribución específica a la formación de las nuevas generaciones inmersas en la era digital. Este es un aspecto cuidadosa-

dos y nuevas perspectivas. Un mundo en constante conexión a internet es un territorio rico en oportunidades culturales, pero también está lleno de trampas. Por eso, es necesario educar y ayudar a niños y jóvenes a orientarse en el mundo digital, a elegir el rumbo correcto o, al menos, a gestionarse más conscientemente. Porque, como decía el

mente considerado en el XXIV Capítulo General de las Hijas de María Auxiliadora y así debe serlo para quienes comparten los valores y el espíritu del Sistema Preventivo de Don Bosco: "maestros" en el uso de los medios de comunicación, encaminada a formar en cada joven el buen cristiano y honrado ciudadano

El 1 de noviembre de 1876 tuvo lugar el envío de la segunda expedición misionera salesiana, con destino a Uruguay. Un grupo de salesianos italianos, todos alumnos del oratorio de Don Bosco en Valdocco, se aventuraban a fundar en Villa Colón, el Colegio Pío IX. Entre ellos, destaca el P. Luis Lasagna, jefe de la expedición, que con 26 años sería, al poco tiempo, el primer director del Colegio.

Estos salesianos apenas sabían que existía un país llamado Uruguay América era, para ellos, la mejor de las historias de ciencia ficción, una tierra desconocida de la cual no conocían ni costumbres ni tradiciones. No hablaban el idioma y ni se imaginaban cómo podían ser las personas que allí vivían.

¿Cómo educar y evangelizar a los jóvenes uruguayos, cuando existían tantas barreras culturales? Sin dudas, no fue fácil su tarea para hacer resonar el mensaje del Evangelio en estas tierras de modo adecuado y significativo.

Fue a ensayo y error, seguramente. Pero Lasagna tuvo una intuición que para la época fue un gran acierto. Comprendió que, en ese momento, el país transitaba por tiempos de grandes debates religiosos y filosóficos, donde las ideas de la laicidad, lo científico, la educación y la tradición católica permeaban las discusiones a todo nivel. Para Lasagna, el inicio de la presencia salesiana en el Uruguay tenía que contemplar ese clima de debate social, y amalgamar en su propuesta educativa lo religioso y lo científico, para dejar en claro que no eran ámbitos contrarios, sino complementarios. sabor

Ya construido el Santuario de María Auxiliadora, la torre religiosa, Lasagna mandó a edificar una segunda torre que sería la pata científica de su proyecto: el Observatorio Meteorológico, el primero en Uruguay Además, lo complementó con el Museo de Ciencias Naturales. Esa decisión fue un gran acierto, no solo por lo beneficioso para la educación de los jóvenes, sino porque significó entrar con el pie derecho en la sociedad uruguaya.

Eran religiosos que llegaban a una sociedad que comenzaba a cimentar su laicidad; eran jóvenes, que a los ojos de los demás, podían pasar por inexperientes; eran italianos, ajenos y desconocidos para la realidad cultural del país. Pero el Observatorio y el Museo fueron las cartas de presentación que los acercaron rápidamente al pueblo uruguayo.

Ciertamente, con el paso del tiempo y el Colegio en marcha, aprendieron el español y las costumbres criollas y se hermanaron cada vez más con la identidad uruguaya, de manera de amar más esta tierra y compartir el mensaje de Jesús con los jóvenes a los que habían sido enviados.

Juan Manuel Fernández SDB

LA COCINA EN LA SANGRE: MAURO BAIRO, EXALUMNO SALESIANO Y PARTICIPANTE DE MASTERCHEF

De aprender a cocinar con su abuela, en España, a quedar en el top 10 del reality gastronómico.

La última edición de la competencia culinaria Masterchef Uruguay tuvo a Mauro Bairo como el participante más joven. Se trata de un uruguayo nacido en Madrid, exalumno salesiano, que estudia Ingeniería en Alimentos y aprendió a cocinar en las visitas que su abuela Julia hacía en el viejo continente. Quedó eliminado en el puesto número diez de 24 participantes, aunque, entre risas, dice que fue de 26 ya que dos competidores entraron nuevamente en el repechaje.

Con el pasar de las semanas y en reflexión con el BS, cuenta que se enojó mucho consigo mismo, pero destaca que de todo se saca algo bueno porque no necesariamente tenés que ganar para que te vaya bien

Mauro conoce mucho del programa. Es su admirador desde que era chico, tanto que miró las ediciones anteriores de Masterchef Uruguay, Argentina, Estados Unidos y España. El reality y la dinámica del concurso siempre me parecieron muy copados. Como tenía que ser mayor de edad para participar, cuando cumplí 18 años me anoté, detalla al BS.

La llamada para confirmarle su participación en el primer programa, donde los concursantes tienen que cocinar un plato que los represente para clasificar al programa, demoró más de un año. Fue en enero de 2024. Tenía preferencia por lo dulce, así que se presentó con una receta de manzanas merengadas, un plato típico de su abuela Julia. Lo practiqué bastante. Fuí a lo de mi abuela y lo hicimos un par de veces y después en mi casa, como cuatro veces más, porque es un postre que tiene varias elaboraciones, contó.

Su amor por el mundo culinario fue fruto de una herencia familiar. Es que la abuela, que para Mauro en vez de Julia es Bubi, trabajaba como docente de cocina en el Instituto Crandon, por lo que, desde chico, fue su referente en la gastronomía. Ella me metía en la cocina y me ponía siempre a hacer alguna cosita, indicó. También fue quien le confirmó su

participación en Masterchef, porque cuando los jueces del concurso probaron y aceptaron su postre de manzanas, quien le entregó el delantal blanco fue ella.

Aunque cocina desde que era un niño, cuenta que con el transcurso de los años se ha ido perfeccionando, aunque el plato típico de la gastronomía local prefiero no prepararlo. Nunca hice los asados en mi grupo de amigos. Nunca metí la mano en la parrilla y en los asados familiares tampoco. Dejo que lo haga mi tío o mi padre, porque tiene su ciencia. La parrilla me da respeto y si hay otras

bien en algún momento del próximo año tendrá que encararlas

El reality le dio aprendizajes culinarios, lo ayudó a conocerse y a saber qué es lo que quiere para su futuro. En un momento dije 'cocinar me encanta', pero estudiar gastronomía acá, conlleva mucha plata y no es fácil, y obviamente después trabajar es muy sacrificado, aseguró. Sin embargo, cree que su formación en ingeniería tiene también un costado culinario, ya que destaca que es una carrera donde puede relacionar sus preferencias por las ciencias duras y ponerlas en juego con la cocina.

personas que lo hacen muy bien, ¿para qué me voy a meter ahí?, confiesa al BS. Si bien no descarta aprender más de ese plato en un futuro, destaca que de la típica comida uruguaya prefiere cocinar chivitos y milanesa al horno.

Sacrificar el estudio por un sueño

Actualmente, Mauro tiene 20 años y está culminando el segundo año de Ingeniería en Alimentos en la Facultad de Ingeniería y en la Facultad de Química de la Universidad de la República (Udelar), una carrera que tuvo que desacelerar en el primer semestre de este año para dedicarse casi exclusivamente al reality

Las prácticas día y noche para presentar un plato que le diera chances de seguir en la competición lo llevó a dejar algunas materias y a rendir otras con exámenes. Sus materias favoritas son matemática y química. Dice que las físicas son las más jodidas y que las va pateando, si

Su presente laboral y su vínculo con Dios

Mauro se considera creyente y siempre tiene presente a Dios. Sin embargo, dice que cuando egresó del Juan XXIII en 2022 participaba de la Eucaristía con mayor frecuencia que ahora. Antes estaba más a mi alcance, indicó, aunque agregó que cuando puede ir lo disfruta y lo conecta.

Luego de su participación en Masterchef, las posibilidades de trabajo aumentaron. Estoy a full dedicado a la Facultad y a mis redes sociales, ahora me lo tomo como una responsabilidad, una obligación y lo estoy disfrutando, expresó.

Mauro asegura que el día que no disfrute, se terminó y, mientras tanto, disfruta creando contenido para sus redes sociales, desde recetas hasta presentaciones de eventos y canjes, siempre enfocado en ofrecer algo valioso a sus más de 20 mil seguidores.

La frontera y una obra salesiana donde la mezcla cultural es una “gran oportunidad”

A pocos pasos de la frontera con Brasil, en el norte del país, una obra salesiana es referencia para más de 150 niños, jóvenes y hasta adultos que participan en una amplia variedad de propuestas. Algunos son uruguayos y otros brasileños. Se trata del Proyecto Social Caqueiro, en Rivera, donde el acompañamiento pedagógico, los talleres y el deporte son una oportunidad para impactar positivamente en la vida de quienes semana a semana forman parte de la obra.

El psicólogo Gregory Da Silva integra el equipo desde hace dos años y es testigo de su alcance y de los desafíos que tienen por delante. También, de la enorme riqueza que se da en la mezcla cultural donde apenas un mojón convierte, en un paso, al Uruguay en territorio brasileño. Este es un resumen de una entrevista que mantuvo con el BS.

¿Cómo funciona el Proyecto Social Caqueiro?

El proyecto se divide, hoy en día, en un centro juvenil por la mañana que atiende sobre todo a adolescentes y es conveniado con INAU, con diversos talleres como peluquería, belleza, huerta. También hay un equipo psicosocial que acompaña con maestros y educadores. Después, por la tarde, que es donde estoy yo, atendemos más que nada a niños, aunque tam-

bién van adolescentes, incluso adultos, y se practica fútbol, básquetbol y Muay Thai, que es un arte marcial, además de hip hop y capoeira. También tenemos un oratorio donde se trabaja la parte espiritual y recreativa con los niños.

¿Qué características tiene la población con la que trabajan?

Caqueiro es un barrio que queda ubicado en una zona fronteriza y la

población es de un contexto socioeconómico en situación de vulnerabilidad. La mayoría son de la zona y de otro barrio que se llama Cinco Bocas. Entre todos los proyectos, participan aproximadamente 150 personas entre gurises y adultos.

¿Cómo es la inserción de la obra en la comunidad?

Al no tener otras propuestas educativas gratuitas en la zona, nuestra obra

es un centro de referencia, y lo es no solo para los niños, sino también para las familias. El proyecto lleva muchos años en el barrio, entonces, en algunos casos sucede que han pasado diversas generaciones de una misma familia. Hay un buen vínculo, de mucha cercanía y donde tenemos un ida y vuelta. Hace poco tuvimos un encuentro barrial y fuimos nosotros los que salimos al encuentro; otras veces, ellos son los que se acercan al centro.

¿Se da alguna particularidad, teniendo en cuenta que la obra está muy cerca de la frontera con Brasil?

Tenemos niños que viven en Rivera y van a la escuela uruguaya, y otros que están del lado uruguayo, pero estudian en Brasil. En la obra hay gurises que participan y su casa está pasando la frontera. Si vamos un poquito más a fondo, en Caqueiro tenemos capoeira que es una manifestación cultural típica de Brasil, pero los gurises de acá se re copan. Para nosotros, esa mezcla es algo que se da muy naturalmente Acá no se mira ni se discrimina si sos brasileño o uruguayo, porque nos identificamos sobre todo como fronterizos Apenas nos damos cuenta de esto por la moneda, o porque allá se habla un poco más el portugués y acá, el español, pero son cosas muy puntuales.

¿Cómo es esa experiencia de diálogo y mezcla cultural?

Creo que tiene una enorme riqueza. En el proyecto, por ejemplo, hay algo de los gurises y la espontaneidad, la confianza y el sentirse bien allí que tiene que ver con el idioma. Si bien nosotros los corregimos y les tratamos de explicar el dialecto, es un

espacio donde se permiten ser ellos mismos y hablan en portuñol, que, para ellos, es casi una expresión identitaria. Quizás en la escuela la exigencia de la utilización del idioma es mayor, pero esto que se da en Caqueiro yo lo veo como una manifestación de algo que es suyo, de un código de barrio y de amigos. Creo que es una gran oportunidad.

De hecho, tú mismo, por ejemplo, sos uruguayo y trabajás de este lado de la frontera, pero vivís en Sant'Ana do Livramento, en Brasil. Sí, pero la verdad es que es casi lo mismo. Quizás si fuera otra región donde en la frontera hay un puente o algo simbólico que divide, sería distinto. Acá la frontera es algo más legal que social.

¿Cómo te involucraste con esta obra social?

Lo conocí trabajando en Uruguay Trabaja, que es un programa socioeducativo laboral del Mides, una vez que hicimos una intervención de pintura en el centro. Un tiempo después, hubo un llamado para

psicólogo y me presenté. En ese entonces, yo estaba en el equipo de un club de niños y un CAIF y me gustaba mucho el trabajo con ellos, así que me interesó sumarme, y ahora hace dos años que estoy en Caqueiro. Además, la familia de mis abuelos se crio en el barrio donde está el proyecto, entonces tenía un valor afectivo también la posibilidad de trabajar allí porque era conectar con mi historia familiar, la de ellos y la de mi padre.

¿Qué desafíos tiene el proyecto de aquí en más?

El gran desafío que tenemos es intentar impactar positivamente en la vida de los gurises y sus familias, y poder ayudarlos a transitar esa etapa dejándoles algo para el futuro. Queremos alentar sus sueños y que cada uno, después, elija el camino donde se sienta más cómodo, estudiando o trabajando. Si pienso en algo más general, aunque como decía, tenemos una muy buena relación con las familias, pienso que tenemos un desafío en hacernos aún más presente para toda la comunidad.

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