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Una mirada al departamento de Yoro y a su municipio de El Progreso

Yoro surgió en el primer diseño territorial y administrativo del Estado hondureño, el 28 de junio de 1825. Tiene una superficie de 7, 781 km2 y una población estimada de 572, 090 habitantes. Está ubicado en la zona centro-norte de Honduras, por lo que tiene límites con 7 departamentos: al norte con Atlántida, al sur con Francisco Morazán, Comayagua y Olancho, al este con Olancho y Colón y al oeste con Cortés.

Este departamento alberga a la mayor parte de los pueblos y asentamientos indígenas Xicaques o Tolupanes. Sus 28 tribus se distribuyen en seis de sus municipios, y dos en Francisco Morazán. Estas comunidades sufren una discriminación económica y marginalidad extrema. Su cabecera departamental es Yoro y está formado por 11 municipios: Yoro, Arenal, El Negrito, El Progreso, Jocón, Morazán, Olanchito, Santa Rita, Sulaco, Victoria y Yorito. Su municipio más importante es El Progreso, lo cual es un elemento clave para entender parte de las causas de la violencia que afectan a esta ciudad.

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El Progreso fue fundado el 19 de octubre de 1892. Tiene una extensión territorial de 536.7 km², está conformado por 50 aldeas y 234 caseríos. Cuenta con una población de 196, 884 personas, compuesta en un 53 % por mujeres. Es un municipio esencialmente urbano; de cada tres personas, dos viven en la ciudad (INE, 2018). Según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas (INE, 2018), en El Progreso el 54 % de la población posee educación básica (9 años), el 4 % educación universitaria y apenas el 0.1 % tiene acceso a un posgrado.

Entre las principales actividades económicas de la región destacan: la agricultura, la ganadería, la silvicultura y pesca, el comercio al por mayor y menor, la reparación de vehículos, las industrias manufactureras, la construcción, el transporte y el almacenamiento.

Pero su actividad económica también la condiciona su ubicación geográfica estratégica. Está situada a 27 kilómetros de San Pedro Sula, la capital industrial de Honduras; a 12 kilómetros de La Lima, zona agrícola e industrial; a 29 kilómetros de Villanueva, zona maquiladora.

Se estima que una tercera parte de los progreseños se desplaza a diario a todas esas zonas por razones laborales, por lo que El Progreso constituye una especie de “ciudad dormitorio”, donde residen, pero no generan ingresos directos.

Además, El Progreso es un paso que acorta distancias y conecta con otros municipios de su departamento y de otros departamentos; como, Santa Rita, La Barca, El Negrito, Morazán, Yoro y Olanchito. Y más lejos: Tela, La Ceiba, Tocoa, Trujillo, Olancho. Por otro extremo, a San Manuel, Santa Cruz de Yojoa, Comayagua y Tegucigalpa.

También su cercanía al Aeropuerto Internacional Ramón Villeda Morales y sus conexiones con la montaña de Mico Quemado y los campos bananeros progreseños hacen de El Progreso una ciudad en tránsito permanente, de entradas y salidas.

Pero su ubicación envidiable con relación a otras ciudades del país constituye, a su vez, parte de las condiciones que facilitan la violencia, aunque esta, como veremos, responde a patrones culturales que la REMUPRO busca arrancar de raíz.

Pero su ubicación envidiable con relación a otras ciudades del país constituye, a su vez, parte de las condiciones que facilitan la violencia, aunque esta, como veremos, responde a patrones culturales que la REMUPRO busca arrancar de raíz.

Reflexionemos...

1. Dibujemos en el mapa de Yoro las cosas bonitas que tiene y que vale la pena que rescatemos o demos a conocer.

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