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RIESGOS QUE ENFRENTAN LAS OSC EN EL CONTEXTO ACTUAL

Los acontecimientos ocurridos en 2014 y 2015, y los que se presentan en el escenario nacional para el 2016 y 2017, plantean para las OSC desafíos de diseño institucional, de modificación de procedimientos, y de cambios culturales que involucran no sólo al Estado como sujeto de incidencia sino a la sociedad en su conjunto.

Efectivamente, en ese contexto existe el riesgo de que la agenda nacional supere con amplitud la capacidad de incidencia ciudadana, así como riesgos vinculados con “quedar fuera” por autoprotección, autoexclusión o sencillamente por esa mano invisible del partidarismo político que veta a unos y a otros por tener ideas diferentes. También está el riesgo de formar parte de iniciativas colectivas con reglas del juego no muy claras en un ambiente de incertidumbre (nueva CSJ, llegada de la MACCIH, competición por los recursos en el sector, entre otros).

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El asunto es que para las OSC quedar fuera en la presente coyuntura, es casi como quedar fuera a futuro. Son dos años decisivos en la vida del país, determinantes para reiniciar una transición a la democracia que ya era cuestionada y que se terminó de agotar en 2009. Posiblemente la lucha contra la corrupción no ha encontrado una coyuntura mejor para la incidencia que la que está gestándose en la actualidad.

Como se analizó previamente, se abre una coyuntura internacional y nacional excepcional, pero eso no garantiza per sé resultados positivos para la sociedad hondureña. La corrupción está en la base del poder tradicional en Honduras; y lo que la hace tambalear es, por una parte, la pérdida o el debilitamiento de sus aliados tradicionales, y, por otra, la incompatibilidad entre la corrupción y una buena gobernanza. Un aspecto que se vuelve prioritario es propiciar espacios conjuntos, ciudadanía-institucionalidad pública, de lucha contra la corrupción y la necesidad de cambiar la mirada muchas veces negativa (e inmovilista) que se tiene del rol del Estado desde las organizaciones de la sociedad civil. El Estado, confirmado muchas veces como corrupto, es considerado como un enemigo. Sin embargo, de la misma forma que el Estado se encuentra involucrado en actos de corrupción, es también el primer responsable de garantizar que ello no ocurra. El asunto es que para las OSC quedar fuera en la presente coyuntura, es casi como quedar fuera a futuro. Son dos años decisivos en la vida del país, determinantes para reiniciar una transición a la democracia que ya era cuestionada y que se terminó de agotar en 2009. Posiblemente la lucha contra la corrupción no ha encontrado una coyuntura mejor para la incidencia que la que está gestándose en la actualidad.

El Estado, que tiene una institucionalidad con diversos grados de receptividad, debe ser, por lo tanto, sujeto y objeto de la reforma, lo que implica no sólo fortalecer sus órganos de control y transparencia, sino también su eficiencia en la ejecución del gasto público. En ese esfuerzo es absolutamente predecible encontrar resistencias en su interior, de parte de grupos patrimoniales que operan dentro de la ley y fuera de la misma.

Las contradicciones también se presentarán dentro de la sociedad civil, que tampoco es un conjunto armónico de organizaciones luchando por los mismos objetivos. Por el contrario, lo que caracteriza a la sociedad civil es la diversidad de su composición, y las visiones diversas que sustentan los diferentes grupos. Por ello, de la misma forma que no debe demonizarse al Estado, tampoco debe idealizarse a la sociedad civil: en su interior, también hay grupos que participan de actos de corrupción.

En ese marco, cuáles son los aspectos que se recomienda tomar en cuenta en términos de acompañamiento y asistencia técnica para contribuir al fortalecimiento de las OSC y del Estado de Derecho

El fortalecimiento de las OSC y del Estado de Derecho se lograrán en la misma medida que la participación ciudadana hondureña y el acompañamiento internacional consoliden reformas a fondo en la administración pública y el país a lo interno logre un acuerdo básico sobre dónde quiere llegar, cómo hacerlo y con quiénes.

En lo inmediato es fundamental considerar la continuidad de intervenciones que han demostrado éxito en canalizar recursos y asistencia técnica a las OSC como es el caso

del programa Impactos. En el escenario actual la competencia por los recursos y la dependencia de financiera de las OSC es una realidad que merece ser atendida en la búsqueda de alternativas para su auto sustentabilidad con el seguimiento debido. En esa perspectiva es valioso y recomendable intercambiar experiencias, metodologías, resultados y bancos de datos, con mecanismos ligados a las redes sociales, mediante los cuales se coordinen y realicen dichos intercambios a costos razonables. Lo que caracteriza a la sociedad civil es la diversidad de su composición, y las visiones diversas que sustentan los diferentes grupos. Por ello, de la misma forma que no debe demonizarse al Estado, tampoco debe idealizarse a la sociedad civil: en su interior, también hay grupos que participan de actos de corrupción.

Propiciar el Fortalecimiento institucional de las organizaciones de la sociedad civil, fomentando programas de capacitación y mejora continua, incluyendo la apertura a nuevos liderazgos de relevo en el Intercambio para compartir experiencias organizativas.

Avanzar en proyectos concretos para la articulación de acciones que promuevan la gestión y canalización de más recursos de la cooperación internacional para los temas centrales identificados.

Asumir la capacitación y comprensión del fenómeno de la corrupción como eje central para la ejecución de proyectos específicos.

Enfatizar en la asistencia técnica-financiera y acompañamiento a las OSC la necesidad de adoptar una visión integral del impacto de la corrupción en el país y de los proyectos prioritarios para enfrentarla.

A manera de conclusiones

No existen soluciones simples para enfrentar la corrupción sistémica en Honduras.

El acompañamiento de la cooperación internacional es fundamental para las organizaciones ciudadanas, pero no puede sustituirlas, ni crear dependencias que afecten la continuidad del trabajo.

Las organizaciones ciudadanas disponen cada vez más de herramientas legales (nacionales internacionales) para fortalecer su incidencia. El tema no es tanto crear nuevas leyes, sino lograr la aplicación de las existentes.

La asistencia de las organizaciones cooperantes requiere vincularse a actores sociales más diversos y activos, sin exclusiones como las que marginan a la juventud y mujeres.

Las acciones de respaldo de la cooperación deben incluir el tema de la cultura, como generadora de simbolismos y nuevas narrativas anticorrupción. Música, danza, pintura, teatro, recursos audiovisuales (radio, televisión, cine) deben ser respaldadas.

La investigación y la acción judicial anticorrupción deben fortalecerse para obtener resultados concretos.

Debe fortalecerse la capacidad ciudadana de monitorear, investigar y comprender los temas financiero y fiscal, claves en la estrategia anticorrupción. El fenómeno de la corrupción es una cuestión técnicamente muy compleja de abordar y que requiere capacitaciones y debates constantes.

Es importante lograr respuestas efectivas anticorrupción para la incidencia ciudadana. La crisis de legitimidad afecta no sólo al Estado sino a las OSC. En ese sentido, un área de trabajo prioritaria es incentivar la denuncia de actos de corrupción y, a la vez, fortalecer la protección de los denunciantes.

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