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Seis años de arquitectura en Uruguay
Arq. Humberto Eliash
Humberto Eliash es arquitecto chileno graduado en la Universidad de Chile. Estudió y trabajó en Londres, Madrid y Barcelona. Fundó su propio estudio en 1994. Ha realizado proyectos de arquitectura en Chile, Ecuador, Perú, Uruguay, Panamá y Brasil. Es profesor de Taller en la Universidad de Chile y ha sido profesor invitado en Universidad de La República, Uruguay, Universidad de Sevilla, Universidad Nacional de Buenos Aires y Universidad Andina del Cusco. Fue vicedecano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de 2010 a 2014. Fue presidente del Colegio de arquitectos de Chile entre 2018 y 2020. Ha publicado más de una docena de libros de arquitectura moderna en Chile y el extranjero. Ha recibido innumerables premios, entre ellos, la medalla presidencial de la RIBA en Londres 2019.
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“La posición del arquitecto se ha puesto en entredicho, donde antes era reconocido como figura central en los equipos interdisciplinares que hoy desarrollan los trabajos de la arquitectura y la ciudad. Ese papel del arquitecto como el que acompaña la obra desde el inicio hasta el final está siendo muy contestado. Así, aparece ese estereotipo del arquitecto como creador de imágenes bonitas, bellas, excitantes... pero que después concretan otros especialistas. Este hecho se refleja rápidamente en la pérdida de calidad de la arquitectura(...)”
Álvaro Siza, 2021
Cuando el presidente de la SAU de entonces, Fernando Pereira, en setiembre de 2020 me llamó para pedirme que me integrara al jurado del concurso COR 2021, acepté inmediatamente pero siempre pensé que sería una participación virtual por estar en pandemia. Vivo en Santiago de Chile y estuve dos años haciendo clases y reuniones por Zoom por lo que parecía natural analizar proyectos e intercambiar ideas detrás de una pantalla.
Sin embargo la apertura gradual de las medidas para manejar la pandemia del Covid-19 en nuestros países hizo posible que me instalara dos meses en Montevideo por motivos familiares y terminara de jurar el concurso en esa ciudad. Tuve así la oportunidad de mantener reuniones presenciales con el Jurado y de conocer en vivo y en directo algunas de las obras seleccionadas. Pasaron seis años desde la anterior convocatoria al COR (Concurso de obra realizada) que organiza la SAU. Seis es un arco temporal suficiente pues reúne un período de tres bienales para los países que tienen bienales. En este caso el número seis me sirve también para ordenar algunas las ideas que surgieron de lo que pude percibir de las obras que conocí en este concurso.
Estas reflexiones surgen de diversas charlas que compartí con otros miembros del jurado como Nivaldo Andrade (Brasil), María Samaniego (Ecuador) y Alma Varela, Alejandro Baptista y Héctor Berio (Uruguay). Además de Ángela Perdomo, Salvador Schelotto, Juan Articardi y la presidenta Natalia Brener quienes siempre estuvieron disponibles para el intercambio de ideas.
Este sexenio no es cualquier sexenio de la historia reciente de Uruguay. El siglo XXI arranca en este país con un nuevo escenario político y una bien aspectada economía. Este conjunto de obras, de algún modo, representa lo que se ha venido pensando y construyendo en estos últimos años como consecuencia de la aplicación de políticas públicas e inversiones privadas direccionadas por el Estado o las intendencias.
La cita de Álvaro Siza con que inicio este texto no es tan aplicable a Uruguay como a otros países de la región donde la arquitectura está más desvalorizada ya sea por la mercantilización de la profesión o por del desarrollo de la industria. Las obras presentadas a este concurso dan un aire de optimismo al ejercicio de la arquitectura tanto en su desarrollo disciplinar como en relación con las demandas ciudadanas.
Uruguay no tiene bienales que permiten, a países como Ecuador, Chile, Colombia, Argentina, medir la evolución de su producción arquitectónica a través de los proyectos presentados a ellas. Este Concurso es una buena forma de hacerlo y es de esperar que con el tiempo se incorporen investigaciones, publicaciones, trabajos de estudiantes, etc. además de las obras construidas. Me parece que si América Latina sigue en un proceso de ralentización de sus economías, habrá que concluir que dos años (bienales) es muy poco tiempo para medir la evolución de las obras y quizás habrá que distanciarlas más.
¿Por qué seis? Seis es el número de años que cubren las obras del concurso pero hay algo más, quizás una mera coincidencia. Al invocar el seis es inevitable pensar en las “6 propuestas para el próximo milenio” de Italo Calvino (levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad y consistencia) y en las 6 negaciones de “Sin_tesis” de Federico Soriano (sin escala, sin forma, sin peso, sin planta, sin detalle, sin gesto). En este caso se trata de seis ideas sueltas que me permiten ordenar la narración relativa a lo que percibí de las obras que pude conocer en este concurso. Ellas son: Multiescalaridad, (In)Materialidad, Centralidad, Atemporalidad, “Countryside” y Ausencias:
Multiescalaridad
Los uruguayos son muy locales y al mismo tiempo muy universales. Los arquitectos uruguayos se han acostumbrado a manejar diferentes escalas al mismo tiempo a pesar de ser un país pequeño pero con una gran capacidad de apertura al mundo exterior. La mayoría de quienes conozco está proyectando o ampliando una cabaña en la playa o el interior y al mismo tiempo está haciendo un gran concurso o pensando en un proyecto internacional. El viaje de estudios de la Facultad de Arquitectura de la Udelar, sin duda, les abre un ancho mundo que se vive de modo muy diferente en nuestro medio.
Uruguay, por su tamaño y por su posición en el mapa, permite ser un especie de laboratorio de arquitectura donde muchas ideas se ensayan a pequeña escala para luego pasar a mayor escala. Las trayectorias de Dieste, Viñoly y Ott así lo demuestran.
Este concurso permitió comprobar una vez más esa condición multiescalar de los arquitectos uruguayos al permitirnos visualizar de una sola vez obras de pequeña escala como la ampliación de una casa (de 40 m2) hasta la Unidad Alimentaria Metropolitana (con 95 hectáreas urbanizadas, y decenas de miles de m2 cubiertos) o el Antel Arena (de 9 hectáreas con 40.500 m2 techados). Un sutil pero potente hilo de calidad y coherencia recorre las obras más pequeñas hasta las más grandes.
(In)Materialidad
Hoy en día nos toca vivir una realidad que desafía las fronteras de lo real y lo irreal. Byun Chul Han nos dice que “el mundo actual se vacía de cosas y se llena de información inquietante como voces sin cuerpo. La digitalización desmaterializa y descorporiza el mundo. En lugar de guardar recuerdos, almacenamos inmensas cantidades de datos”. Por otra parte, Toshiko Mori ha señalado que “en una época en que las experiencias virtuales e imaginarias se vuelven cada vez más prominentes es más necesario volver a la materia”. Sin ir tan lejos como a Nueva York, Eladio Dieste -desde el otro extremo de la inmaterialidad- nos señala que “una arquitectura sana no puede producirse sin un uso racional y económico de los materiales de construcción. Es preciso un empleo racional del esfuerzo humano y evitar el despilfarro de material, detrás del que, en definitiva, hay también esfuerzo humano. Lo contrario es simplemente una falta de adecuación de lo que se proyecta a la realidad total de un país. Una falta de modestia y de seriedad frente a sus problemas”.
La mayoría de los proyectos presentados aborda el tema de la materialidad con seriedad, creatividad y a menudo recogiendo la experiencia de sus propias tradiciones constructivas. Entre los proyectos que me llamaron la atención desde el punto de vista de uso de la materialidad están: el liceo (Danza y Sprechman), la cafetería de cristal del Museo de Arte moderno, las escuelas de ladrillo de las arquitectas… la capilla de madera laminada de NN… El invernadero de policarbonato en Punta del Este…etc
Centralidad
Uruguay es un país donde la capital concentra el 60% de la población. Es un estado unitario a diferencia de Brasil y Argentina que son federales. Sin embargo -a pesar de ser un pais muy centralizado- no parece más centralista que sus vecinos. Quizás es porque es más pequeño en población y territorio, quizás es porque el federalismo de Brasil y Argentina no es tan efectivo a la hora de descentralizar y brindar oportunidad a todos sus habitantes independientemente de lo cerca o lejos que estén de los centros de poder.
En las obras presentadas a este concurso pude ver con satisfacción que hay un genuino avance en la descentralización de país. Durante muchos años de visitar Uruguay las obras de arquitectura contemporánea que más me interesaban estaban en el eje Montevideo-Punta del Este. Hoy no es así.
- Escuelas rurales en Rivera, Artigas, etc.
- Centro universitarios regionales
- Equipamientos de salud
- Infraestructura para turismo
- Casas en piedra
Atemporalidad
Algo que llama la atención de la arquitectura reciente de Uruguay es su apego a una modernidad que se ha mantenido vigente durante muchas décadas. No hay casos de postmodernismo, ni un aumento explosivo de la informalidad, que aún pueden verse en México, Chile, Brasil y Colombia. Quizás se deba a que la mayor parte de la formación de los arquitectos uruguayos se forma en una misma universidad. La vivienda urbana en densidad está muy presente en esta muestra gracias a una politica pública que incentiva a los privados a hacer desarrollos en sectores donde el mercado no estaba operando. El resultado es una arquitectura de calidad media que transmite una atemporalidad muy notable. Es una condición que ha estado presente en muchos momentos de la arquitectura uruguaya moderna y que contribuye mejor a la creación de tejidos urbanos compactos.
“Countryside”
El término “Countryside” ha sido acuñado por Rem Koolhass para fijar la atención en la evolución de está ocurriendo, ya no en las ciudades ni en los grandes y “delirantes” rascacielos, sino en el campo.
Detonado por los avances en las telecomunicaciones, el cambio climático, las migraciones, etc, la nueva ruralidad está cambiando radicalmente nuestras formas de vida.
El interés en la transformación rural Koolhas lo notó primero en un pueblo suizo en el valle de Engadin, y luego en su natal Holanda. Sin embargo en Uruguay eso viene ocurriendo hace muchos años. En parte eso se explica por la gravitancia que tiene la agricultura, la ganadería, la actividad forestal, y la industria química para la economía del país.
La gran proporción de proyectos localizados en áreas rurales y en la periferia de las ciudades da cuenta de ello.
Quizás los cambios más interesantes que están ocurriendo ahora en la arquitectura uruguaya estén ocurriendo fuera de las grandes ciudades y está visibilizando nuevos territorios.
Ausencias
La convocatoria fue muy amplia y permitió que se presentaran obras de todos los rincones del Uruguay estuvieran o no sus autores afiliados a la SAU.
Esto permitió visibilizar obras de autores menos conocidos. Sin embargo es inevitable pensar en los arquitectos uruguayos que estuvieron ausentes de esta fiesta de la arquitectura y que se encuentran plenamente activos.
Sería interesante ver obras de arquitectos uruguayos realizadas en otros países como así también ver y analizar las obras que arquitectos extranjeros están realizando en Uruguay.
Este concurso merece ser conocido, publicado, difundido y replicado en nuestra región ya que contiene un sinnúmero de atributos y de posibilidades de desarrollo que constituyen un gran aprendizaje para el ejercicio profesional de nuestra disciplina.