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“La oftalmología fue mi profesión y mi hobby”
El próximo 5 de agosto, Enrique Segundo Malbran cumplirá 95 años. Tiene ocho hijos, más de 20 nietos y siete bisnietos. Comenzó su carrera en la oftalmología en 1952, junto a su padre y maestro, el doctor Jorge Malbran, pionero de la oftalmología argentina. En 2021, casi 70 años después, realizó su última cirugía. Su trayectoria es imposible de resumir en estas páginas, como los innumerables reconocimientos locales e internacionales que recibió por sus revolucionarios aportes en cirugía ocular. Sin embargo, al comenzar la charla, el reconocido y querido oftalmólogo argentino afirma sonriente: “Lo que no me gusta de los repasos personales es que suenan a autobombo”.
Y así lo confirmará durante la conversación con Revista MO, enalteciendo la figura de su padre, evitando la autorreferencia o el detalle sobre sus innovaciones e invitando a los colegas a elegir el trabajo en equipo por sobre las individualidades.
MO- ¿Cuáles fueron los cambios más importantes que vio durante su carrera?
ESM- Se puede decir que en los años en que ejercí, la oftalmología cambió revolucionariamente. De ser una especialidad, digamos, tranquila, pasó a ser una especialidad llena de posibilidades y de subespecialidades. Se enriqueció muchísimo. Aumentó su prestigio enormemente por la cantidad de cosas que surgieron tanto inherentes a la oftalmología como a las ciencias afines.
Tuve la suerte de vivir esa época del gran cambio junto a mi padre, que era un buscador de cosas nuevas, estudioso, innovador. Él cambió la oftalmología en nuestro país. A mí me tocó vivir todo eso. Llegué a trabajar 20 años junto a él.
MO- ¿Qué destaca de esos 20 años de trabajo junto a su padre?
ESM- Todo lo que aprendí de una manera absolutamente libre, dejándome la libertad de las decisiones, no imponiéndome nada. Yo usaba, por supuesto, a mi padre como consulta. Pero no me acuerdo que me haya dicho, tenés que hacer esto o tenés que hacer aquello Dejaba a mi criterio las decisiones, y sé que en el fondo me iba controlando o evaluando de costado, sin que me diera cuenta. Así se fueron desarrollando en un ambiente de absoluta cordialidad, no solamente filial de padre a hijo, sino de amigo y de colega. Su aporte fue muy enriquecedor tanto para mí como para la oftalmología nacional y mundial.

MO- ¿Recuerda alguna experiencia en particular de esos años de trabajo compartido?
ESM- Es una pregunta muy difícil. Las experiencias surgían todos los días. Siempre había cosas nuevas. Vivimos muchas cosas nuevas: la evolución de la cirugía, de la neurología, el trasplante corneal, la cirugía del glaucoma, del desprendimiento de retina, sería muy largo enumerar cada una de ellas. Vivíamos en las novedades. Yo me reunía con mi padre a título familiar, los domingos iba a su casa, en la mañana con mis hijos y nos quedábamos charlando horas sobre la oftalmología.
MO- ¿Qué significó la oftalmología en su vida?
Mi profesión y mi hobby. Así fue siempre, pasó a ser algo que me atrajo siempre, además de ser mi profesión. Luego de mi religión y de mi familia, lo más importante es -sin dudas- mi profesión. Volvería a elegirla más convencido aún, por saber apreciarla mejor.
MO - ¿Cuál cree que fue su mayor aporte a la oftalmología?
ESM- Mi dedicación completa y, particularmente, en lo exquisito y apasionante de su cirugía.

MO- ¿Cómo le gustaría que lo recuerden sus colegas?
ESM- Como lo que fui: una persona dedicada con pasión a lo que hacía, que trató de hacer las cosas lo mejor que podía, aunque a veces se equivocara, como todo el mundo. Siempre dispuesto a reparar ese pensamiento equivocado. Nada complicado, tratando de hacer la vida simple, y muy contento de haberla hecho así. Si tuviera que empezar de nuevo, que es una manera de analizar las cosas, haría más o menos lo mismo.
MO- ¿Qué les diría hoy a sus pacientes?
ESM- Bueno… que sepan que siempre actué con honestidad, con la verdad. Nunca traté de entusiasmarlos falsamente o de velar los problemas que pudieran presentarse y, en esos casos, intenté hacer lo amargo lo más dulce posible, pero siempre respetando, guiados por la verdad, aunque costara.
MO- ¿Qué le aconsejaría a un joven que inicia hoy su carrera en la oftalmología?
ESM- Que le ponga amor a lo que está haciendo. Creo que eso vale para la oftalmología y para cualquier profesión. Si uno le pone amor y le gusta lo que hace, le va a ir bien. Eso es lo que humanamente alcanza. Ningún atajo, ninguna técnica, ninguna táctica. Creo que lo natural es actuar como uno es. Tratar de transmitir eso también al paciente. Sin necesidad de andar pensando hasta dónde se dice, porque eso puede hacer falsear la relación médico-paciente, falsear los resultados. Creo que lo mejor es la verdad, lisa y claramente.
MO- ¿Cómo le gustaría cerrar esta entrevista?
ESM- Con un reconocimiento especial para mi mujer Nani, estuvimos 61 años casados y sin ella no hubiese podido lograr nada. Agradeciendo a toda mi familia, a todos los que han sido compañeros míos, que se han formado al mismo tiempo y a quienes pude llegar a formar. Pidiéndoles que traten de empujar todos juntos al mismo tiempo. Trabajo en equipo. No tanta individualidad; ese es uno de los errores grandes en medicina y en la mayor parte de la vida. Cuando uno siente que es el único que hace algo, que nadie tiene acceso, seguro que está equivocado. La primera condición para saber que uno hace las cosas bien es compartirlas, mostrarlas, y que otros la hagan para poder ratificar o cambiar lo que uno ha desarrollado.

“El reconocimiento de mis pares es la gratificación más genuina. De alguna manera, implica todas las demás”, celebró en 2020 el doctor Enrique. S Malbran al recibir la medalla a la trayectoria CAO instaurada a partir de ese año por el Consejo para homenajear a las figuras más destacadas de la especialidad.
El Dr. Enrique S. Malbran es reconocido y aplaudido de pie por toda la comunidad oftalmológica regional durante el XXXV Congreso Panamericano de Oftalmología, organizado por el CAO y la PAAO del 17 al 20 de marzo de 2023, en Buenos Aires.
Enrique Segundo Malbran ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires en marzo de 1947, con tan solo 16 años y se graduó como médico en diciembre de 1952, rindiendo en forma libre los dos últimos años.
Comenzó a ejercer junto a su padre Jorge Malbran en el Instituto Oftalmológico Pedro Lagleyze y luego en el Hospital Italiano de Buenos Aires desde 1955 a 1969, cuando comienza a atender en el Centro Oftalmológico Malbran, hoy Clínica Oftalmológica Malbran.
En 1964, motivado por su inquietud por la investigación y la docencia de postgrado crea la Fundación Oftalmológica Argentina Jorge Malbran, de la que fue presidente y director.
Publicó más de 250 trabajos en libros y revistas científicas, con contribuciones originales sobre Implantes de lentes intraoculares, Cirugía de la córnea, Cirugía de retina y Cirugía de tumores endoculares, entre otros.
En 1971 fue distinguido con el 28th Edward Jackson Memorial Lecture , la mayor distinción en oftalmología conferida en EE.UU. —solo dos veces concedida a profesionales extranjeros—. Es miembro titular de la Academia Nacional de Medicina desde 1981. Presidente de la Asociación Panamericana de Oftalmología (1989-1990). En 1193 recibió la Medalla de Oro del Instituto Barraquer, Barcelona. España y, dos años más tarde, el Premio Internacional Paul Kayser de la Retina Research Foundation por sus contribuciones a la clínica y cirugía de enfermedades vitreoretinales; en 2013 la Exceptional Service Award Gold Medal in Ophthalmology , otorgada por el Comité Ejecutivo del International Academy for Advances in Ophthalmology en Mumbai, India. Es miembro de honor de la Sociedad Española de Oftalmología y del Consejo Argentino de Oftalmología y acreedor de innumerables premios nacionales y extranjeros por trabajos científicos y videos de cirugía ocular.