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EN FOCO: “La clínica es la madre del diagnóstico”
En 1994, el Dr. Alejandro Rodríguez García regresó a México con el título de especialista en Inmunología ocular, uveítis y córnea otorgado por la Universidad de Harvard, Massachusetts Indian Infirmary, dispuesto a compartir todo el conocimiento adquirido con sus compatriotas y contribuir al crecimiento de la oftalmología latinoamericana.
Desde entonces, es profesor titular de la Cátedra de Oftalmología de la Escuela de Medicina y Ciencias de Salud, Tecnológico de Monterrey y, además, se desempeña como profesor investigador distinguido y director académico de la especialidad en la misma institución. Reconocido por sus investigaciones y aportes en el estudio de la superficie ocular, es actualmente un referente de gran prestigio para toda la comunidad oftalmológica regional. Previo a su visita a la Argentina para participar del CNO2025 organizado por el CAO, el Dr. Rodríguez García compartió con Revista MO su preocupación por la manera en que se abordan las enfermedades externas del ojo y la necesidad de volver a poner el foco en la clínica para dar diagnósticos correctos.
“En la última década me enfoqué mucho en enfermedades de la superficie ocular, patologías un poco olvidadas en la oftalmología a nivel mundial lo cual, desafortunadamente, ha generado diagnósticos tardíos o equivocados, en detrimento de la salud visual y calidad de vida de los pacientes. A estas enfermedades no se les presta la atención necesaria y entonces, desde la nomenclatura, los criterios de clasificación, de diagnóstico, no están bien cimentados. Eso genera confusión clínica y, automáticamente, muchos pacientes son etiquetados con otras patologías como alergia, por ejemplo. Hay patologías como la blefaroqueratoconjuntivitis (BKC) pediátrica o querotopatía por exposición (EK), que es muy poco detectada por los oftalmólogos porque no la piensan, no la tienen en la cabeza, no se habla mucho de ella”, introduce Rodríguez García.
MO. Sin embargo, son patologías que existen desde hace mucho tiempo.
ARG. Correcto. Son patologías ancestrales, por eso es fundamental que nosotros como educadores e investigadores estemos refrescando estos temas y no nos concentremos solo en temas más novedosos, más recientes o más populares.
MO. ¿Cómo debería abordar el oftalmólogo general una consulta para diferenciarlas y llegar al diagnóstico correcto?
ARG. Es una pregunta difícil de contestar. Voy a tratar de ser lo más conciso posible. Lo primero que se requiere es tener la mente abierta. Tener presentes todas estas patologías de superficie ocular y ser muy observadores para discernir entre un paciente que tiene puramente un ojo seco evaporativo, acuodeficiente o mixto de un paciente que el ojo seco es parte de otra entidad como una alergia, una blefaroqueratitis pediátrica, una enfermedad límbica superior, etcétera, etcétera.
“La clínica es la base, la madre del diagnóstico. Por eso, los oftalmólogos tenemos que seguir siendo la piedra angular del manejo de un paciente y de su diagnóstico. Entre más analíticos seamos, más podremos discernir perfectamente qué es lo que le está pasando al paciente y encontrar las diversas razones por las que están sufriendo”.
Las enfermedades de superficie ocular causan síntomas y signos similares, comunes, pero no necesariamente iguales, incluso pueden convivir, ser concomitantes. Basta nada más con haber visto suficientes fotografías y guardarlas en la memoria para, al estar observando en el microscopio, poder también sospechar de ellas. Entonces es más una cuestión de sistematización en la manera de cómo ponemos nuestra mente cuando estamos frente al paciente, el interrogatorio que hacemos, que una cuestión de pasarlo por un montón de estudios y máquinas en principio.
“La mayoría de los pacientes que veo con queratopatía por exposición vienen con un diagnóstico de ojo seco, cuando en realidad el ojo seco es una parte nada más, es una especie de incitador del problema”
MO. ¿Qué rol juega la prevención en las enfermedades de superficie ocular?
ARG. Como todo en la medicina, la prevención siempre será, pues, la madre de las funciones que nosotros deberíamos estar cumpliendo. En el caso de ojo seco y superficie ocular, esto también es aplicable definitivamente, pero creo que es el campo en el que menos estamos trabajando y el que podemos explotar ampliamente. El ser humano se ha vuelto una persona muy digital, todo sucede con una pantalla en mano y, desafortunadamente, el ojo es el órgano que más sufre. Siempre le digo a los pacientes que para lo que las piernas es caminar, para los ojos es ver de cerca. Por eso es cuestión de pensar más individualmente en cuál es la función de la persona, cuáles son sus hábitos, cuáles son sus formas de vida y a qué se dedican —sus ocupaciones, principalmente— para poder plantearle estrategias de prevención.
MO. ¿Qué otros factores favorecen la prevalencia de estas enfermedades?
ARG. La contaminación ambiental es terrible para la superficie ocular, la inflama y atrae más exacerbaciones, es detonante de enfermedades alérgicas, oculares, conjuntivitis, ojos secos.
El impacto del ojo seco es multifactorial, cada vez encontramos más factores. Hoy en día, por ejemplo, la población toma más medicamentos que antes —para dormir, para estar más relajados, para enfermedades crónico degenerativas, metabólicas—, y muchos de ellos tienen efectos en la producción y composición de la lágrima, o en el movimiento de los párpados para distribuir esa lágrima.
Todo esto nos representa el reto de ir mejorando cada vez más tanto en la detección temprana como en el diagnóstico asertivo o acertado y, finalmente, en plantear un tratamiento que realmente sea eficaz.
Porque si bien hay muchas cosas en que la humanidad debería ser más consciente y un poco más sensible, creo que nosotros como especialistas en oftalmología deberíamos de generar también ese impacto. Tenemos que ser líderes, la carrera de medicina es muy larga para que nosotros nos encerremos en un futuro a ganar dinero viendo pacientes y no hagamos algo más por la sociedad y por la comunidad. Se nos olvida nuestra misión original y perdemos el piso. Vemos esos oftalmólogos empresarios que ganan mucho dinero, pero al final de cuentas es una profesión muy noble y no hay dinero que pague el que uno logre que un paciente esté en mejores condiciones, que vea. Eso no lo paga ningún dinero del mundo. Entonces, al final de cuentas y como decía mi abuelo, el dinero no te lo llevas al cajón. Lo puedes acumular y acumular, y nunca sabes quién se lo va a acabar gastando.
MO. ¿Qué lo motiva a seguir enseñando luego de tantos años como profesor?
ARG. La docencia es la condición más noble que hay en la humanidad. Sería muy egoísta para la población y para la humanidad si, habiendo tenido la oportunidad de entrenarme en un centro de muy alta especialización y de un nivel de conocimiento de excelencia, dijera: esto me lo guardo para mí; yo voy a ser el rey aquí de todo lo que es la atención de estos pacientes. Porque veo más allá del muchacho que entrenamos, veo el producto que nosotros generamos a través de la docencia aplicado directamente en el enfermo. Esa es, básicamente, mi motivación. Lo que más orgullo me da es ver como un exalumno trabajando hace diferencias en su comunidad, donde quiera que sea su trinchera.
