Calbuco en letras negras 2015

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Calbuco

EN LETRAS NEGRAS

DANIEL SERRANO PINO Art铆culos y Cr贸nicas de Prensa


CrĂŠditos

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Calbuco en Letras Negras Artículos y Crónicas de Prensa

Las fotografías y textos de este libro incluida la portada, no pueden ser reproducidos, transmitidos o almacenados, sea por procedimientos ópticos, mecánicos, químicos, electrónicos o computacionales, incluidas las fotocopias, sin previa autorización escrita de la editorial o del autor. Textos Digitalización y Retoque Fotográfico: Diseño y Diagramación: Producción:

Daniel Serrano Pino Alberto Cárdenas Sánchez Alberto Cárdenas Sánchez IMAGINAdesign Ediciones

Fotografías:

Daniel Serrano P. Alberto Cárdenas S.

Registro de Propiedad Intelectual N° 243.058 con fecha 07.07.2014 Primera Edición 2015 Derechos de Edición reservados para IMAGINAdesign Ediciones Chacabuco 741, 2° piso, Ancud, Chiloé Fono: 99961691

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Dedicatoria

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Para la Madre, Hijas e Hijos que integraron la familia Serrano Soto y a los nietos luceros, Ayleen, Gaspar y Martín. A la comunidad calbucana que me ha prodigado amistad, fraternidad y continuar pregonando: Isla de Calbuco, aguas azules. Soy tu hijo entre todos, y te entrego este saludo cuando llega el amanecer danzando en embarcaciones de maderos perennes y frescos. Vienen de las Islas Hermanas y en su vientre de humedad traen pan del océano y mensajes de olas y fuegos. Diario El Llanquihue, 1975

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Indice Presentación

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Introducción

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Capítulo 1:

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“El Rosario” y Doña Laurencia. San Lorenzo de “El Rosario”. Pelantaru y Calbuco. Calbuco en 1900. “El Sol” de Calbuco. El ¡Callfun - Co! industrial. Registro alemán de Calbuco. Himno de Calbuco y su Escudo. Calbuco y el combate de Abtao. Osorninos y calbucanos.

Capítulo 2:

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El árbol que dio el nombre a Putenio. Mañio Macho: Q.E.P.D. El avellano de navidad. San Francisco y mi árbol. Buscando a la Cynthia Carye. Turba en la ‘brecha quince’ de Calbuco. Mundo Vegetal Árboles fósiles. Las Luminarias de Calbuco: crepitar de una tradición religiosa. Una avenida arcangelizada. Debajo de una iglesia.

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Capítulo 3:

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- Una efeméride invisible.

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¿Pedraplén o piedraplén?. Primer Museo de Calbuco. Las piedras horadadas y su fascinante incógnita. Cerámica ancestral calbucana. Una calle y un Héroe. Eulogio Goycolea Garay Un latón: ‘A. Sanchez 31’. Feria ‘La Vega’ de Calbuco. Avenida Latorre. San Juan de Calbuco.

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Capítulo 4:

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Arturo Prat en Abtao y Huito. El contralmirante de ‘La Vega’. La abuela ceramista. La luz de los pobres tiuques. Crónica roja con tinta negra. El incendio de Calbuco en la prensa de la época. Don Llemo y “La Botica”. Terremoto y Bomberos Calbucanos. Prensa y publicaciones en la isla de Calbuco. Edesio Alvarado y sus grandes cuentos. El buzo “Mañuco” Rivera. Heriberto y ‘Todo Deporte’. José Mansilla historiador. El Poeta Huirimilla de Calbuco. San Miguel Arcángel en madera y cemento. A Calbuco con cariño.

Colofón

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Presentación

Conocimos a Daniel Serrano Pino por los años 1970 cuando ingresó desde las tierras huasas de San Fernando su tierra natal a la nación cultural chilota, específicamente al territorio del archipiélago de Calbuco o Marimeli cautivado por la belleza de las 14 islas que conforman este espacio geográfico donde se nace la Patagonia chilena. Para entonces, Serrano Pino todavía venía con olor a fruta fresca y en la retina las trillas, las viñas, el paisaje de los cerros colchagüinos donde crían cabros y ovejos los volantines, carreras de caballos, huasos bien aperados y el canturreo de tonadas de los campesinos. Por ello, por los años 70 siendo muy joven ya marca una buena pluma como colaborador de la Revista “Antorcha” del Liceo de San Fernando, en los periódicos “La Región”, “La Voz de Colchagua” y “El Condor” de Santa Cruz, registrando las costumbres de su gente, recogiendo parte del folklore. Sin duda, la impronta del escritor Enrique Neiman marca a fuego el posterior trabajo literario, histórico y periodístico de Serrano que se caracteriza por la limpieza del lenguaje y utilización de los diversos recursos lingüísticos. Una vez que se estableció en las tierras de la Isla de Caicaén donde se encuentra la ciudad de Calbuco, la Departamental de Educación en 1971 le entrega la misión de enseñarles a los niños de la localidad de El Rosario ejerciendo como docente. Eran esos los años de la utopía, los años floridos del gran sueño de cambiar la vida de los chilenos, de la Reforma Agraria que transformo en un vergel a Chile, la Nacionalización del cobre que inserta en la guerra fría y que le costó la vida al Presidente Salvador Allende dos años después. Permaneció 17 años en dicha escuela sin antes reconocer y realizar algunos hallazgos en algunos conchales porque además de la geología y la arqueología es una de sus diletantes pasiones. Sin pecar de falsa modestia, podemos señalar categóricamente que el primero que hizo un mapa y catastro arqueológico de los conchales chonos en el archipiélago de Calbuco fue Daniel Serrano, trabajo ejecutado de manera solitaria, después vendrían otros hablando del tema. 10


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Como no recordar en los años 80 cuando se refería a sus teorías todavía no resuelta sobre el uso de la piedra horadada por los pueblos originarios, colección que logro acopiar en años de trabajo investigativo de campo. En ese tiempo invite a Serrano a colaborar y ser redactor de “Araña Gris”, ya que aún se encontraba viva la sigla del grupo político de ultra derecha Patria y Libertad que tenía la forma de una araña, explicándole que el nombre surgió como una volada de mis lecturas cotidianas sobre el poeta español Federico García Lorca, especialmente de su escrito “El poeta en Nueva York”, agregando que la revista tejía sus creaciones en las sombras y no tenía otra connotación que la creación literaria, idea que también explique a los noveles poetas que escribirían en la “Araña”, de no haber sido así, no estaríamos relatando los hechos. En consecuencia, las garras de la dictadura nos habrían de alcanzar irremediablemente. Por tanto, a decir verdad no había otra explicación, aunque después surgieron en una entrevista unos esclarecimientos alejados del contexto histórico. Un día domingo en pleno verano de 1976, llega a la isla el diario El Mercurio y la sorpresa de los calbucanos fue encontrar publicado en el Suplemento Cultural un artículo titulado “Calbuco: Aguas Azules” firmado por Daniel Serrano Pino. Fue toda una novedad por la cobertura que tiene este medio de prensa nacional. Han pasado los años y todos nos extrañábamos de una especie de ostracismo en que se encontraba sumido el escritor serrano, al menos los que conocemos su bagaje cultural y su capacidad de escribir; sin hablar de su elocuencia intelectual toda vez que le ha tocado exponer o presentar un tema, una oratoria envidiable que muy pocos gozan de tener. No debemos de olvidar que Daniel Serrano colaboro con distintos artículos en el diario El Llanquihue entre los años 1975-2009. Por lo mismo, nos encontramos frente a una pluma seria y responsable de sus escritos. Por otra parte, la amplia labor cultural desplegada por Serrano en Calbuco también lo ha llevado a realizar sendos programas radiales de difusión de la historia, tradiciones y costumbres de la Zona de Calbuco, para eso creo el espacio “Aguas Azules Culturales” que todos los domingos los calbucanos escuchaban, particularmente en invierno cuando llovía torrencialmente 11


Introducción Era un día pleno de sol, anclaba en su quietud sobre el mar, encontraba la brisa adormecida sobre el archipiélago en torno a las glaucas mejillas continentales que lapidan los derroteros hacia el centenario Melipulli; cuando después de traspasar el pedraplén o piedraplén, se produjo el éxtasis y despertar dándome cuenta que nacía de nuevo, había arribado a Calbuco: la isla de las aguas azules. Nacimiento que se inicia - vaya la coincidencia - cuando los meses de la década del setenta, también emprendían sus primeros pasos. El pináculo definitivo fue el bucólico y tenue rinconcito, en aquellos días, denominado distrito ‘El Rosario’, en donde abrí mi mochila de sueños y optimismo, posteriormente gestar mi labor docente, la que perduró por más de ‘cuarenta y un años y un día’. Espero que el egocentrismo no me traicione, puesto que la palabra CALBUCO venía en mi mente y musitable en la boca, producto de las lecturas en la infancia, en las crónicas, las fotos en blanco y negro de la añorada revista ‘En Viaje’ que editaba la Empresa de Ferrocarriles del Estado y los reportajes de la revista ‘Vea’, especialmente cuando sus amplias páginas dieron cobertura sobre el ‘gran incendio’ del 31 de enero de 1943, ya que mi padre campesino junto a las hojotas y arado tenía desde su juventud la otra herramienta: la lectura. Estas páginas poseen otro reflejo de infancia relacionado con la letra impresa. Durante varios años, el hogar de mis Padres recibió a los operarios y maestros agrupados en el ‘Gremio Gráfico y Obreros de Imprenta’ de mi ciudad natal, para celebrar su día oficial, donde la tinta y los tipos de cajas, eran reemplazados un par de horas por el tinto, el asado y pastel de choclos. Hogar, alero y convite laboral me hicieron descubrir la curiosidad pasional por los hombres que trabajaban con la palabra sobre esos trozos de cielo que después movemos con las manos y pupilas: el papel impreso. Desde aquella visión festiva, la palabra impresa extendió su raigambre dándole sentido sui géneris a mi infancia. Seguidamente, la volición 12


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coge las palabras de Calbuco y trascienden internalizándose en cuartillas, libretas de apuntes o un simple cuaderno escolar, testimoniando las maravillas luminosas y grises de esta tierra. Desde ‘El Rosario’ e imitando un leve surazo, voló el contenido de los presentes textos hacia la anuencia del Director y Redacción del “decano de la prensa regional”; el diario ‘El Llanquihue’ en Puerto Montt. Emergió la lúdica oracional y contextualizada dando a conocer lo que Calbuco me regalaba y cruzando el lecho de piedras y tierra construido en 1966 transitó por las calles, la vorágine de palabras, datos históricos, tradicionales, vivencias y conceptos que fluyeron desde las aulas, mientras los niños inocentes y armiñados jugaban en el patio frente al mar y ante una patria que prolongaba el himno nacional. El diario aparecía temprano conjugando el nexo de la prensa y el hombre vitalizando las comunidades y por ende a la sociedad. Una persona muy sencilla llamado José del Carmen Nahuelhuaique se desplazó por mas de dos décadas por las calles de Calbuco, llevando bajo el brazo y junto al pecho, un manojo de diarios ofreciéndoselos a los transeúntes citadinos y vecinos insulares. Cuando le conocí se encontraba en el umbral de los ochenta años. Su obstinación no desmayaba y muchas veces sus ojos contemplaban con dificultad los nubarrones que se paseaban por Caicaén, su tierra natal. Su estampa la he retenido cual fotografía. Verlo caminar, era recordar que su tenacidad y músculos se templaron en los desaparecidos chalupones, como ayudante de buzos con escafandras. Después bajar y subir millares de veces el madero-puente descargando lanchas en frente a la industria conservera o en otras embarcaciones. A don José del Carmen le llamaban por ‘carmelo’, pero sus compañeros de jornadas le apodaron de “niebla”, nombre que lo aceptó como el viento y la lluvia de su tierra calbucana. Un atardecer fuimos en sus búsquedas para fraguar la amistad, sus oídos escucharon dificultosamente nuestro saludo y acercamiento, solo atinó a ofrecernos…-“las letras negras”nominación que siempre empleó refiriéndose al diario ‘El Llanquihue’ frente a los lectores de las aguas azules. ¿Dónde vivía “el hombre de las letras negras”?, título que le concedió la vecindad y comunidad. Vivió en una casa rodeada de 13


“La Patria Chica! se palpa, se respira. Es la tierra que se le mete a uno por la nariz, por los ojos, por todos los sentidos. Es la tierra en la que el individuo ama, ríe, llora y trabaja. En donde suele quedarse. En donde es olvidado”.

Enrique Neiman Berlawosky Escritor San Fernando 1975

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capítulo 1 -“Cada personaje que hemos investido como investigadores, tiene su sector preferido y una personalísima manera de explayarse, dándonos a conocer sobre el acaecer histórico de nuestra tierra natal”Jerjes Olavarría Gallardo Columnista Diario ‘El Llanquihue’ 2003 Puerto Montt

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“El Rosario” y “Doña Laurencia” Uno de los máximos objetivos en que se sustentó la Comisión Regional Quinto Centenario y prolongada hacia las Comisiones Provinciales, para conmemorar en 1992 la llegada de los españoles a América, es “rescatar y destacar la historia, valores, costumbres y tradiciones del pueblo indígena en la región, así como sus actuales aspiraciones y necesidades y de su futuro como comunidad y cultura”. Fue una invitación en la cual estuvieron comprometidos todos los agentes, que de una u otra manera dieron forma a la dinámica cívica y cultural vibrantes en aquellos días. Ello nos llevó, a dar una síntesis de lo que tenemos en nuestra región, especialmente en Calbuco, hermano cronológicamente con el acontecimiento americano gestado hace más de quinientos años. La comunidad de “El Rosario está ubicada en un sector costero continental a cuatro kilómetros de Calbuco, frente a la localidad de San Rafael e intervenido por el histórico Canal de Huito. Los orígenes básicos de dicha comunidad se inician justamente en la cuna de nuestro sur aborigen. Pocos investigadores y estudiosos registran el efecto transcultural y poblacional, que tuvieron los llamados ‘huilliches’u ‘hombres del sur’, en lo que respecta al escenario de Llanquihue y sus alrededores. Sin embargo y desechando especulaciones, testifican la presencia de este importante grupo en la región, como una prolongación del indomable pueblo mapuche. En “El Rosario” hay vestigios de muchos conchales, encontrándose algunos de ellos a más de un metro de profundidad bajo la capa vegetal. En estos conchales se han encontrado restos de cerámicas, pequeños trozos que revelan un tipo de cerámica semi pulimentada y tales fragmentos poseen los colores anaranjados y otros de color gris o negro. En otros puntos del mismo terreno, se encuentran especies de vetas, con la arcilla o tierra semejante a la empleada en tales cerámicas. Lo más interesante, ha sido descubrir las puntas de flechas, que por la acción del tiempo y la humedad varían entre el color 16


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plomo y color de la piedra obsidiana. Dentro de este conjunto de testimonios del pasado ancestral calbucano, hemos obtenido las conocidas ‘hachas de piedra’, que fluctúan entre doce y los veinte centímetros de longitud, encontrándose diseminadas en diferentes puntos de la localidad. En 1979 unos obreros que construían un camino, desenterraron unas osamentas humanas, junto a huesos de peces, restos calcáreos de moluscos, en medio de la masa de arena, humus y piedras desintegradas por la abrasión marina. Tiempo después, se descubre un verdadero cementerio indígena en esta localidad, el cual presentaba cerca de decenas de cuerpos desmembrados, pero en posición sepulcral. Todo lo anteriormente expuesto, nos dice que estamos frente al pasado fascinante de una comunidad, ratificando en las conversaciones interesantes que hemos sostenido con antiguos habitantes del lugar, quienes nos han dicho en su lenguaje propio, que “antiguamente los indios vivieron aquí” y le llamaron ‘aullar’ por el ruido que producía la crecida de un caudal en uno de sus riachuelos que llegan hasta el mar. Nos resta decir, que desde el vocablo “aullar” hasta el nombre actual de la mencionada comunidad, esta unido a la historia y tradición de Calbuco. Topográficamente este lugar esta conformada por prominentes quebradas, pequeñas planicies y morrenas, siendo muy accidentada la parte costera, ya que por el lado sur esta el Canal Huito, que es una hermosa entrada de mar hacia el continente obedeciendo al nombre del Canal. Presenta todo su territorio las áreas de cultivo, con terrenos cenagosos, predominando al monte nativo, además de gran cantidad de vertientes y pequeños ríos que originan la lluvia, destacándose en la parte central del sector, una atrayente laguna conocida con los nombres de “laguna de Lo Velásquez”, “laguna de los brujos” o “laguna de Aureliano”, surgiendo de ella un río que a través de su curso, ha formado una impresionante caída o cascada, constituyéndose en un punto de atracción de parte de los habitantes y quienes visitan el lugar. En la fauna sobresalen el pintoresco chucao, liebres, gaviotas, 17


San Lorenzo de El Rosario La localidad de El Rosario está ubicada en un sector costero continental a cuatro kilómetros de Calbuco, frente a la Villa San Rafael, e intervenida por el histórico canal de Huito. En 1870 se radicó en dicho lugar un matrimonio proveniente de Francia, ellos fueron doña LaurenciaCologne y don Juan de Solminihac, quienes al ver la belleza del lugar conocido con el nombre de “aullar” construyen una mansión a su manera. Fue un matrimonio profundamente católico, pues tenían una imagen de la Virgen Nuestra Señora del Rosario y al crearse la capilla en 1872, donan la virgen para el altar mayor, y años después para perpetuar su memoria los fieles y habitantes del lugar bautizan su tierra con el nombre de El Rosario. La capilla o iglesia El Rosarioha tenido muchas transformaciones en su estructura a través del tiempo, de igual manera la decoración de su interior y un día perdido en el pasado llegó la imagen de San Lorenzo con su parilla convirtiéndose en el santo y patrono de esta atrayente comunidad, venerada hoy en la misa y Fiesta de San Lorenzo cada 10 de agosto. El novenario previo a la fiesta es dirigido por los Fiscales Arturo Molina y Emilio Oyarzo, devotos hijos de El Rosario, quienes saben que San Lorenzo vivió en el siglo III y nació posiblemente en Huesca, ciudad de Aragón, y que el Papa Sixto II lo nombró diácono de la Iglesia Romana y su nombre significa “laureado”. El emperador Valeriano persiguió a los cristianos con mucha crueldad, apresando al propio Papa Sixto y se cuenta que cuando era conducido a la cárcel lo encontró San Lorenzo, quien recibió el mandato de ir a repartir los tesoros de la iglesia a los pobres. Cuando a San Sixto lo iban a degollar, San Lorenzo se acercó comunicándole que ya había cumplido su mandato; al oírlo los “funcionarios judiciales” apresaron a Lorenzo y lo llevaron ante el Prefecto de Roma, quien le preguntó por los tesoros de la Iglesia. San Lorenzo, ante el interés del Prefecto, le pidió tres días para recoger y traerlos a su presencia; se le dejó sin guardia y el 18


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diácono salió juntando a los ciegos, cojos, mancos y pobres, a quienes había ayudado y presentándose con ellos exclamó: “Estos son los tesoros de la Iglesia”, respuesta que causó la furia del funcionario. Acto seguido mandó que los azotaran hasta desgarrar sus carnes. Al ver que el joven Lorenzo no se quejaba, ordenó torturarlo sin pausa; finalmente, decidieron ponerlo en una parrilla, y cuando ya estaba asada una parte de su cuerpo, sin dolor, le dijo al tiránico juez: “Ya esta asada la mitad de mi cuerpo; manda que me vuelvan de la otra parte y come” y así se mantuvo hasta los últimos momentos del día de su muerte el 10 de agosto de 258. Es la vida ejemplar de un mártir con su fe, que la actual generación de El Rosario desconoce, que su martirio es considerado un “símbolo de la lucha contra las pasiones”, y posiblemente sus reliquias estén en Roma, sin olvidar que el Real Monasterio del Escorial construido en forma de parrilla cerca de Madrid en España por orden de Felipe II, es la máxima glorificación. San Lorenzo de El Rosario, con su menuda cara de joven bueno, se traslada en una embarcación cada mes de mayo para formar parte de la santería invitada, que culmina con la Fiesta de los Indios por las calles de la ciudad.

Agosto 2005.

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capítulo 2 “Son admirables las circunstancias que estimulan y favorecen una expresión genuina y sin cortapisa. Y aún es más admirable que calbuco, pueblo sencillo pero inmesamente rico en su identidad, sea tan movediso y generoso en defender y manifestar su cultura”

Nelson Navarro Cendoya Poeta y Escritor 1992 Puerto Montt

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El árbol que dio el nombre a “Putenío” Nacía Calbuco e iniciaba un derrotero que tuvo como escenario, los parajes de Huito, El Rosario y Caicaén y que en la actualidad ostenta un acelerado progreso en medio del aletear de gaviotas y las insistentes balsas de cultivos marinos entre muecas de ironía y añoranza. De la mano y con un cielo de esperanzas se presentan otras comunidades y rincones de Calbuco, que también merecen una invitación al festejo del Viejo Melipulli. Ahí encontraremos el valle y comunidad de Putenío, ubicada a una distancia de 20 kilómetros de Calbuco, con una población cercana a los 350 habitantes, herederos y descendientes de los primeros vecinos que arribaron al lugar desde El Rosario y Huito hace más de un siglo y medio. Pobladores que llegaron a un lugar sin nombre e iniciaron el caserío con techumbres de junquillo, barro y tejuelas de alerce, cuyas herramientas fueron el hacha, el gualato y la “murrera”, y la incontaminada intuición les avisó que éste era un lugar ideal para asentarse y vivir en esta tierra de río y floresta intocada. Como en un relato en torno al fogón con leños crepitantes y ardientes, podemos contar que alguien dijo un día “voy para allá”, pero ese “allá” no tenía un nombre conocido. Una de las abuelas con el mate en las manos y mirando por la ventana sin vidrios ante la llovizna tejiendo el paso de las horas, observó que en el monte, había muchos canelos, avellanos, mañíos, alerces, ciruelillos y ulmos; más sobresalían los altivos árboles de “teniu” que se encontraban “pu” que significaba “entre” en mapudungun. La respuesta tiempo después fue “voy para el lugar de los tenius”, es decir “lugar escondido entre los teníos o lugar que está entre árboles de teníos”, en el presente conocido como Putenío. Con un grupo de niños, hijos de esta comunidad nos fuimos un día a saludar uno de los escasos ejemplares que aún existen. Era un día de octubre y se encontraba florido, haciendo exclamar a un niño ¡tiene olor a miel!; pequeño 22


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vagido poético con aroma melífero de natura. Encontrarnos con el sonido tenío, fue redescubrir que se nomina tineo, palo santo, tinel, maden y teniu, clasificándole la botánica clásica como WeinmanniaTrichosperma, de la familia de las cunoniáceas. Su hábitat corresponde al bosque valdiviano, ello es entre Maule y Taitao. El crecimiento es muy lento, especie perenne llegando hasta los 30 metros de altura y el tronco más 1,5 metros de diámetro, recto y de follaje tenue y muy atrayente especialmente cuando está florido. La floración ocurre entre los meses de octubre y noviembre, siendo sus frutos pequeñas cápsulas terminadas en dos cerditas de un encendido color rojo, conteniendo las semillas muy diminutas y con pelos esparcidos, destacándose el hecho que sus flores son hermafroditas y la coloración pasa por el color blanco, rosado y rojo. Se cuenta en la misma comunidad de Putenío, que su madera fue empleada en la fabricación de ruedas y durmientes, además de su corteza al usarla machacada para cicatrizar heridas de personas y animales y en agua hervida es medicinal para afecciones estomacales. Su desaparición se incrementó al usarlo como leña y en cercos, aunque en estos escasos ejemplares que hoy podemos apreciar y cuidar, hemos sentido el musitar del nombre de una comunidad calbucana, que junto a la ciudad de las “aguas azules”, también estuvo recién de cumpleaños.

Mayo 1998.

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Las Luminarias de Calbuco: Crepitar de una Tradición Religiosa Introducción Al emplear una terminología incidental podemos expresar que el pueblo, las masas y sectores determinados de la humanidad, han tenido siempre los ojos puestos en el cielo. Es decir en las alturas etéreas e insondables, cuya vitaminización la han aportado los mitos y las religiones. Problemática que nos conduce a recorrer la cantera del espíritu con una proyección hacia el destino. El llamado destino humano, estudiado y cantado a través de la filosofía y la poética donde subyacen las tangentes de la esperanza, anidado en el binomio: existencia y felicidad. Parámetros intrínsecos en los casi cuatro siglos de vida que posee Calbuco, “El Kallfu-ko”, El “Aguas Azules”, la isla nidal y su corro de islas hermanas. Un desmembramiento geológico y unitario dentro del concierto del hábitat chiloensis. Mirar la noche genésica de Chiloé, es mirar la elíptica terrenal de Calbuco, especialmente cuando en su principal templo parroquial yace la imagen del santo y patrono, San Miguel Arcángel. Obra de madera policromada que llego en los nebulosos años del 1602 o 1603. Es que la madera de Chiloé llamaba a la madera de otras latitudes. Fueron los invitados – no invitados – a quedarse con los fetiches y deidades ancestrales en la vorágine de aventura y evangelización, gestando la inigualable imaginería chilota o lo que hoy se ha denominado ‘La Santería’. Emergía también el poblamiento de las imágenes religiosas, porque el artista cristiano, sin escuela alguna y autóctono, daba curso a un establecimiento de frontalismo en las figuras mas importantes, con un esquematismo en las esculturas toscas, aunque se quedaron con ciertos pormenores secundarios, porque así realizada y definida esta artesanía, podemos entender ese culto de la belleza del alma, pero jamás del cuerpo, aunque este sea de madera. 24


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En medio de este parque maderero, esculpido con manos y lluvias anónimas esta “El San Miguel de Calbuco”, que inicio su estadía y derrotero en el “Fuerte Empalizado” de ‘la Picuta’ y que cada 28 de septiembre siente el crepitar de las luminarias, aunque el crepúsculo trate de rebelarse mas allá de los volcanes y relojes de floresta. Actividad con la vestimenta de tradición: es una comunicación festivo religiosa. Festiva porque los hombres al igual que los niños, les gusta ver y jugar con las llamas de un objeto ardiendo, es un placer fugaz, contemplativo y patente en las pupilas. La prehistoria e historia del hombre mismo, nos ilustran sobre el acto evolutivo del fuego y la ceremonia, quizás para la mente calbucana la zarza ardiendo en el monte Sinaí, era o fue un fuego que portaba un lenguaje sui generis para la especie universal de aquellos días. El ibero nos trajo espadas, palabras y religión. Arribo el concepto de fe entre los maderos de una cruz, para trabajar la tierra sin levantar la cabeza, puesto que las deidades adoradas con el canelo eran muy diferentes a la corona, las corazas y era mejor el dios de los capitanes y maestre de campo general. Curiosamente junto a la aventura, la noche reinaba con luminarias. Era la luz que se colocaba en los ventanales de la vieja España, en los balcones, torres y calles en señal de fiesta y regocijo publico, mientras en los templos arde continuamente delante del santísimo sacramento. ¿Eran las luminarias de una España Fénix que se esparcía por ‘las nuevas españas’?. España nos aporto un estilo de tradición, pero reiteramos, ella es portadora de fiesta y regocijo. ¿Otro día nuevo de fiesta para España?, ya que al compas del tiempo se transforma en un “tradicionalismo” y que en medio de los siglos se desplaza como “un hecho antiguo” de generación en generación, con su cota de doctrinas, musitar el origen de algunas ideas en la revelación y enseñazas vigentes, especialmente para los creyentes de la iglesia Católica del Austro. Tal enseñanza nos dice que San Miguel Arcángel es la personificación de una idea. Simboliza la lucha del bien y el mal, defiende el honor de Dios, llevando la espada para combatir el mal y la balanza, que pesa ambos efectos y que según los fundamentos teológicos, el Arcángel tiene su ‘grito 25


de guerra’: “¿quién como dios?” y es considerado el jefe de todos los que luchan contra el mal. El santo y patrono de Calbuco y sus islas es un personaje de la literatura bíblica, que se encuentra mencionado en tres oportunidades, es decir en el antiguo testamento en el Libro de Daniel – cap. 10-12-; en el nuevo testamento en la carta de Judas Tadeo – cap. versículo 9- ; y en el libro del Apocalipsis – cap. 12 – versículo. 7 - . En esta cita existe un relicario tradicional sobre las luminarias de San Miguel de Calbuco, tópicos que se mezclan entre la tradición y los datos históricos esparcidos, depositarios de gran valor para las generaciones pasajeras del siglo que fenece. La tradición se ha enriquecido con algunos datos, aunque en ellos haya una cuota mínima de especulación o a la inversa una poda circunstancial. Por lógica la tradición emplea el relato oral, el elemento primario y arcaico de la comunicación simple, lindando en oraciones, en la reflexión y el asombro que producen los fenómenos portadores de misterios y reverencia. De ahí que muchos abuelos han muerto contando que, con el correr del tiempo, en el año 1710, la fortaleza de Calbuco fue atacada por los indígenas de la comarca, ya que se rebelaron por el mal trato recibido por los españoles; los trabajos forzados, en especial el corte de madera en la cordillera, mantenían a los indios con el animo soliviantado. La llamada revuelta se produjo en forma sorpresiva y sangrienta, aprovechando un motín del capitán Alonso Garzón de Garricochea. El 10 de febrero de 1710 la indiada cayo sobre el indefenso fuerte, dieron muerte a 15 personas españolas, a una mujer y luego incendiaron y saquearon la plaza. Al saberse en Chiloé este levantamiento, el gobernador Marín de Velasco mandó refuerzos a la isla y castigó en forma enérgica la sublevación; persiguió a los naturales hasta sus propias viviendas ayudado por algunos indígenas leales o fieles. Si, alrededor de 80 nativos pagaron con sus vidas esta rebelión. (Archivos parroquiales de Calbuco). Se agrega que los nativos creían que el poder de los españoles radicaba en el culto a la imagen de San Miguel Arcángel y por tal motivo querían robarla con el fin de que perdiera poderío. Ante tales intenciones entonces los españoles enciendan fogatas 26


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para detectar los posibles ataques por parte de los indígenas. Dichas fogatas se estiman que sería una de las causas u origen de las luminarias. Es importante subrayar que con respecto a esta sublevación, que la historia también cuenta que este hecho efectivamente sucedió, la fecha habría sido en uno de los meses veraniegos de 1712 y se habría extendido hasta Chiloé, habiéndose sofocado la mencionada rebelión en pocos días costando alrededor de “800 vidas entre indios y españoles”. (Carlos Olguín B.”Instituciones políticas y administrativas de Chiloé en el siglo XVIII”). Otra versión que permanece como mito tradicional nos habla

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capítulo 3 “Es lo que sucede con el segundo puerto reloncaviano, que fue una esmeralda junto a la orilla continental, y donde sus aguas eran bellamente azules. con el tiempo fue unida por un pedraplén, y el mar se ve aún de color más intenso que el celeste, cuando el viento sur asoma cabalgando de isla en isla; calbuco, hermoso villorio de paisajes dulce, puro, de postal”

Hector Cuevas Miranda Columnista Diario ‘El Llanquihue 1998 Puerto Montt

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Primer Museo de Calbuco Los hombres pasan. Las instituciones y las obras se quedan como testimonio de una misión cumplida. A veces surge también la mano depredadora del oscurantismo y destruye dichas obras, bajo el signo del modernismo o fácilmente apoyándose en la dinámica del progreso. Calbuco está inmerso en esta variable. Para seguidamente decir que un día surgió su museo. Su primer museo. Inquietud que existía desde antaño. Así fue como un día se inició este sueño, por iniciativa de la recordada Dirección Departamental de Educación. Profesores artistas trabajaron durante largas horas, en un edificio que se encontraba frente a la Plaza de Armas; edificio que en su conjunto era precisamente una pieza de museo arquitectónico. Pues allí en sus viejos cuartos, de maciza madera funcionó el lejano primer Liceo de Calbuco. Las actividades comenzaron en marzo de 1976, y mientras afuera la lluvia y las gaviotas tejían el paso de las horas, el trabajo no se detuvo, hasta que llegó el día 30 de abril y en una breve y sencilla ceremonia se inauguraba el “Museo de Calbuco”. En el Acta de Constitución y Creación, quedó estampado el máximo de sus objetivos, que en su parte medular decía: “Sus objetivos son la investigación, clasificación y conservación y custodia del acervo cultural y natural de objetos y especies a nivel local, regional, nacional y mundial de acuerdo a sus necesidades para el conocimiento y difusión de todo aquello que ha conformado la Historia del Hombre y otras especies a través de su existencia, para crear amor al estudio y para interesar y lograr a todos los habitantes en torno a actividades comunes como un medio de fomentar la Paz y Armonía”. Quienes ingresaban a esas salas dialogaban en silencio con los pequeños tesoros allí reunidos, muchos de ellos donados gentilmente por vecinos, hijos y profesionales de Calbuco. Había un gran cuadro pintado por el artista Raúl Barreaux, que interpretaba la fundación de Calbuco. Antiguas armas y piedras de molinos, junto a una maqueta, 30


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copia fiel de un molino que funcionó en la localidad de El Rosario. Balas de cañones del Combate de Abato y una barra de bronce del barco “Lientur” hundido en el mencionado combate. Además clavos de bronce de otros barcos españoles. Una campanilla del antiguo Hospital de Calbuco, un cacharro de greda perteneciente a los primeros pobladores de Putenío, y lámparas de bronce niquelado usadas en la Isla Guar o “Huar”. Se exponía una sección de objetos minerales y arqueológicos, como hachas de piedra, puntas de flechas y lanzas. Un toquicura y dos piedras boleadoras. Un muestrario de herramientas que se emplean en telares y labores agrícolas. La maqueta de una antigua máquina de moler manzanas con su prensa, instrumento que aún se emplea en la región. Atendiendo a lo que estipulaba el Acta de Constitución, se materializó este aspecto mostrando una colección de pirograbados en madera, donde se apreciaba la imagen del Santo Patrono de Calbuco: San Miguel Arcángel, sostenida por los indígenas cuando en un comienzo sostuvieron un conflicto con los colonizadores y misioneros de la ciudad. La mitología chilota estaba representada plásticamente con sus personajes clásicos y de gran influencia en la zona. Se podría observar junto a los textos explicativos a personajes como: la Pincoya, el Caleuche, la Voladora, el Caballo Marino, el Trauco y una aproximación de los Brujos. Como especies fuera de las fronteras locales y regionales, se exhibía una muestra de objetos de carácter paleontológico, traídos de la provincia de Colchagua, las cuales eran sedimentos cordilleranos con fósiles marinos. La decoración general de este primer museo, presentaba motivos marinos y rudimentarios, en que se descollaban cuatro tótems tallados en sólidos mañíos, copias de las imágenes mágico-religiosas de nuestros antepasados indígenas. Así nació el Primer Museo de Calbuco y poseía todo lo anteriormente expuesto, en un edificio de dos pisos, ubicados en la esquina que integran las actuales calles Galvarino Riveros y Edesio Alvarado. Edificio que se lo llevó el tiempo en aras del progreso. Escenario de una obra que ha ido creciendo. 31


Actualmente Calbuco tiene un museo, ubicado en otro local… Es decir, en otro edificio, pero que posee la misma trascendencia y proyección de aquel que nació un 30 de abril de 1976.

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Las Piedras Horadadas y su Fascinante Incongnita Como una llovizna hace tiempo cayeron sobre Calbuco unos versos que expresan: “si todos los hombres miraran las piedras/ comprenderían el transitar del planeta,/ en su dialogo silencioso ellas dicen:/ continuaremos existiendo después de ustedes/ bajo el manto del sol y los vientos”, preludio para nuestro frágil planeta cubierto por las tres cuartas partes de agua y simiente de vida. Bajo el agua yace la fantástica e inquieta mole geológica que aun asombra a los hombres de ciencia. Y desde este valle pétreo y complejo el “homo habilis” cogió rocas y cristales para hacer sus herramientas allá en los albores del génesis-hábitat en la irreversible evolución social y material de la tierra. Generosidad trascendente de los elementos que cimentaron asentamientos, aldeas, ciudades e instrumentos, hasta encontrarnos en los recónditos parajes de la América o “tierra australis”. Conclusión patente para reiterar que la cuna del hombre americano esta asentada sobre las piedras convertidas en artefactos como fueron las hachas, puntas de flechas, punzones, puntas de lanzas, raspadores, buriles, moledoras de gramíneas, bastones de mando, insignias míticas y rituales y las misteriosas piedras horadadas, prevaleciendo su presencia como armas ante la guerra y la paz. El presente nos muestra una extensa raigambre teórica sobre la presencia el pueblo mapuche “gente de la tierra” que anteriormente fueron los reluches “gente de guerra” venidos desde las pampas argentinas, guaraníes o amazónicas…entre los siglos XIII y XIV caracterizándose como nómadas y cazadores e instalándose entre los ríos BíoBío y el Toltén. También se plantea que nuestros mapuches pueden ser ramificaciones de un tronco étnico mongólico llegando a América miles de años antes de Cristo. Mas, el sabio inglés considerado padre de la arqueología chilena Ricardo Latcham escribió que a la llegada de los españoles, mapuches existían en el centro del país, es decir entre el río Choapa y hasta Puerto 33


Montt. Pueblos con una cultura similar incluyendo un mismo idioma. En síntesis, cuando llegan los conquistadores, existían mas de 600 mil mapuches con su voz el mapudungun, que la hablaban varios grupos asentados en regiones diferentes, siendo ellos los picunches “gente del norte” o de la zona central y los huilliches “gente del sur” que habitaban hasta la costa norte de Chiloé, siendo el centro de referencia el pueblo mapuche, habitante de la llamada “araucanía”, con el marco etno geográfico desde los valles de Santiago y el denominado “más al sur” de Puerto Montt. Uno de los grandes testimonios que nos legó el pueblo mapuche o araucano, junto al interrogante de su origen, son las populares piedras horadadas, las cuales todavía se encuentran en esta vasta y complicada geografía. Muchas de tales piedras están en los principales museos del país y otras son adornos decorativos en casas y mansiones, destacándose la fabulosa colección de piedras horadadas existentes en el Museo ‘El Vergel’ de Angol, sobrepasando los tres mil ejemplares, muchas de las cuales tienen las formas clásicas circulares, ovaladas, estrelladas octogonales y las tipo circular que oscilan entre 5 centímetros y 25 centímetros de diámetro, grabadas o decoradas con líneas geométricas rectas y onduladas en dirección concéntricas al orificio. Otras no poseen dicha decoración y solo presentan la tosquedad y color original. Recordemos que tal colección la inicio en vida Dillman S. Bullock, personaje norteamericano, que gracias a su inquietud científica se creara el citado Museo ‘El Vergel’ de Angol, patrimonio considerado como la mejor y mas completa colección de piedras horadadas o catancuras, además la mas numerosa y clasificada del mundo. Ubicándonos en nuestra provincia o entorno, podemos manifestar que tenemos muestras de catancuras o piedras horadadas en el Museo Regional de Puerto Montt - dos ejemplares - , la valiosa colección que exhibe el ‘Museo de Piedras Monte Verde’ enclavado en la cima del hermoso Mirador en la Población Manuel Montt de la capital regional; en cuanto a la ‘ciudad de las aguas azules’ Calbuco sabemos de un ejemplar existente en su actual Museo Municipal y la curiosa colección que posee don Jorge de la Maza, un respetable vecino 34


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del Sector de Huito, cercana a la veintena de ejemplares que están entre los 5 centímetros y 16 centímetros de diámetros y la colección de mi propiedad entre los 7,5 centímetros y 14 centímetros de diámetros y adjunto a estos silenciosos tesoros tenemos la serie de piedras semi horadadas que van desde los 5,5 centímetros hasta los 9,6 centímetros de diámetros. Estas piedras las podemos determinar como verdaderamente semi horadadas y las hemos obtenido en las localidades de El Rosario, San Rafael y Huito. Particularmente, es que solamente dos ejemplares son circulares, el resto tienen forma y volumen ovoidal; más todos los ejemplares muestran un orificio incompleto en ambas caras, cuya profundidad esta entre los

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capítulo 4 “A partir del gran hito que fue la electrificación de Calbuco por el sistema Pilmaiquén se han logrado notorios progresos: creación de liceos, la construcción del piedraplén, la llegada de la industria salmonera y cultivo de mitílidos. El antiguo fuerte creado por Francisco Hernández es una pujante comunidad que progresa cada día gracias al esfuerzo de sus autoridades y sus habitantes”.

José Dolorindo Mansilla Almonacid Historiador Calbuco 2002

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Prensa y publicaciones en la Isla de Calbuco Antes de 1602 el austro y la Isla de Calbuco se asentaban quizás para siempre - entre parajes y valles cubierto de aves y palabras destinando una parte de la humanidad sin fronteras para la comunicación, floreciendo de oral a escrita y portando el hálito sonoro de las voces ancestrales. En un lugar muy lejos del archipiélago, un hijo predilecto de Valdivia, estampó su palabra escrita con entusiasmo y alabanza en un prospecto que circulo entre los ciudadanos diciendo: “está ya en nuestro poder, el grande, el precioso instrumento de la ilustración universal, la imprenta”, era la voz profética de Fray Camilo Henríquez anunciando al periódico la “Aurora de Chile”, fue en un verano de 1812. Hoy las viejas imprentas, de hierros pesados y fríos forman parte de los museos de la prensa que recorrió cientos y cientos de pueblos de nuestro país, una jornada que ha traspasado el tiempo en vigencia que perdura entre el silencioso y volátil mundo de la tecnología actual. No se puede hablar de que el pueblo ha creado la prensa. Es creación de las infaltables clases sociales que sustentan capital, poder y una cuota de talento. Aunque suene pueril la pregunta de muchos ¿Quiénes mantienen la prensa de un país?, ¿Quiénes son los dueños de diarios y periódicos?. La virtud es que tenemos prensa, es una necesidad y un imperativo, en el cual Calbuco integra parte del historial del periodismo regional. Un 21 de julio de 1900 surge el primer periódico de Calbuco con el nombre de “El Sol”, una fecha que debería incorporarse al calendario de efemérides locales al alero del día 4 de mayo de cada año: Día Oficial de Calbuco. Su director y propietario fue don Emilo Schmidt, quien a la vez era dueño de una fábrica de conservas, la acompañó como administrador y redactor con Belisario Goycolea, hermano del héroe Eulogio Goycolea Garay, cuya pluma produjo creaciones en prosa y poesía. 38


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Pórtico del espíritu de la época decantando en el ímpetu de aquellos vecinos, era un manojo de hojas conteniendo la palabra impresa, donde el propio don Emilio le escribe a la comunidad “Se empeñará ‘El Sol’ tomar ejemplo de las excelsas calidades de su brillante tocayo: iluminar, calentar, fecundar, pero tratara de no escarchar ni destruir”. No es necesarios recurrir al diccionario para entender dichas

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Poeta Huirimilla de Calbuco Muchos valores calbucanos yacen en un lugar del país y del mundo por razones profesionales, de estudio y también familiares: hijos de Calbuco que un día partieron de su tierra llevándose en sus corazones las visiones y vivencias de la “isla del pedraplén”. Uno de ellos es Juan Paulo Huirimilla, que reside actualmente en Osorno e intengra la nueva generacion de poetas con estirpe huilliche que ha producido la Décima Región de Los Lagos, junto a Bernardo Colipán, Jaime Huenún, César Millahueque, Graciela Huinao, Leonel Lienlaf, Febe Manquepillán y Viviana Lemus, cuyas voces son “un diálogo amoroso con la tierramapu”, sus hermanos, el paisaje y el universo. El poeta Huirimilla de Calbuco desde la distancia nos dice que la “ciudad nada puede decir a pesar de sus rincones / por eso en ellas vagamos cóndor blanco / como las bandurrias aleteando antes de dormir”, palabras desde otra ciudad muy grande por supuesto. Es quizás para recordar que nació en Calbuco en agosto de 1973 y que sus primeros poemas los escribió en 1987 siendo un adolescente, cuyos estudios los realizó en la escuela “Eulogio Goycolea Garay”, continuando en el Liceo Politécnico y mientras su padre trabajaba en Argentina, junto a los estudios trabajaba en diferentes oficios. Pionero en un camión leñero, vendedor de helados y queques para una vecina del barrio que hoy es “dueña de una población”, obrero en una industria conservera, pescador en la “fiebre de la merluza” que vivió un tiempo en Calbuco y ayudador de los abuelos huilliches en la Isla de Puluqui. Todas vivencias que templaron su estilo poético y la penetración espiritual que hoy caracteriza su creación literaria. En el liceo calbucano junto a otros jóvenes organizó la “Primera semana liceana de la cultura” y sus versos llegan a las páginas de la revista “Araña Gris” y es invitando a uno de “Arco Iris de la Poesía” de Puerto Montt y su fama local o calbucana, más su talento, es reconocida en 1994 cuando obtiene el primer premio de poesía en los Juegos Florales en la ciudad capital de nuestra región. Seguidamente obtiene otros premios, pero gracias a su 40


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San Miguel Arcángel en Madera y Cemento Un viernes 23 de mayo del presente y bajo una tenue llovizna el Colegio San Miguel y la Iglesia Parroquial de Calbuco, con la presencia del Arzobispado de Puerto Montt Monseñor Cristian Caro, el Alcalde Rubén Cárdenas, el Padre Víctor Guerrero, fiscales, estudiantes y público se inauguró una estatua de San Miguel Arcángel, santo y patrono de la ciudad de las aguas azules en la pintoresca Avenida Los Héroes. La nueva imagen es coronación del cincuentenario que cumplió el Colegio San Miguel y como forma de testimoniar los “Cuatrocientos años de Calbuco”, cuyo significado se lapidó en palabras del sacerdote Víctor Guerrero: “Queremos que esté en la entrada de nuestra ciudad para que nos siga protegiendo”, a la vez preludio del nuevo novenario al santo que culminó en la tradicional Fiesta de los Indios el domingo 1 de junio. Ese día, matizado de nuevo con lluvia y antecediendo a la procesión por las calles de la ciudad, portando a su santo y patrono en compañía de todas las imágenes congregadas participantes en la fiesta, conversamos con Alejandro Gajardo Vega, restaurador y escultor en santería, oriundo de Santiago, quien con sus 32 años de edad y padre de dos hijos, nos reveló mediante un platicar pausado y armónico su trabajo e inolvidable estadía en Calbuco. ¿Qué aspectos sobresalientes están en su oficio como restaurador y escultor? Experiencias importantes dentro del trabajo mismo, están justamente el trabajo de San Miguel y la Virgen de la Candelaria de Carelmapu, dos trabajos muy importantes por la antigüedad y además conocer la historia de Calbuco. Ahora, mi especialidad es muy distinta, pero muy relacionada. Soy Técnico Industrial en matricería y moldaje. La inquietud la tuve desde niño en el dibujo y la pintura. Hace años un sacerdote amigo de la familia, Jorge Jiménez, de Talcahuano, me pide que le traslade una imagen desde Santiago a Talcahuano. Entonces al trasladarla 41


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