Cine, Ciudad y Arquitectura

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Cine,

y

Ciudad

Arquitectura.

Por Carlos Bardales Ordu単a http://facebook.com/carlos.bardalesorduna


El feliz estreno por fin en nuestro país de “El Arca Rusa “(Rusia-Alemania 2002) de Alexander Sokurov es sin duda uno de los acontecimientos fílmicos del año por la visión nostálgica, melancólica y elegiaca que del espíritu y la identidad de su nación nos presenta con notable acierto este director ruso. A través de los ojos de un misterioso personaje que nunca vemos y solo escuchamos, somos invitados a realizar un sorprendente viaje por los lujosos salones de un edificio que resulta ser el Museo Hermitage de San Petersburgo, alguna vez sede del Palacio Imperial de los Zares, hoy uno de los más grandes museos del mundo y que guarda cual valioso tesoro los últimos 250 años de la historia de un país en donde se gestaron además de importantes acontecimientos, muchas corrientes artísticas, como las experiencias constructivistas y suprematistas que desde El Lissitzky hasta Malevich alimentaron en su formación a artistas y creadores de todo el mundo. Lo especial de “ El Arca Rusa” es que aquí todos los tiempos confluyen en uno solo, la cámara que se desliza oníricamente con la ingravidez propia de un sueño, nos introduce en un tiempo irreal donde pasado y presente conviven y convergen en una nueva y reveladora dimensión; Nos convertimos así en observadores de los más importantes acontecimientos de la historia rusa, podemos observar cuál intrusos a los que nadie puede ver, hechos bochornosos de algunos personajes históricos pero también a los ciudadanos de hoy haciendo su recorrido habitual por los salones del Museo. Lo interesante es que aquí el Museo es visto no-solo como el espacio ideal para el arte, sino en la imaginación popular como una entidad viva, un lugar que respira cultura e historia, que tiene alma y sentimiento. Y es aquí donde quisiera detenerme, para establecer un paralelo entre dos de las expresiones artísticas más sorprendentes El Cine y la Arquitectura. Ambas al igual que todas las demás artes, poseen un infinito de posibilidades creativas, técnicas, temáticas y estilísticas. En una buena película de cine, el director no solo busca una buena historia, sino más bien algo que decir sobre el Hombre, su mundo y su condición. En la buena arquitectura, el arquitecto no solo busca el diseño de un edificio estético y funcional, sino y


sobre todo, un espacio con Identidad, que además de responder a los requerimientos físicos, responda también a los requerimientos emocionales y sensoriales de los usuarios y de cuya satisfacción dependerá el buen resultado y la trascendencia de lo proyectado. En el cine una buena película será aquella que tenga dominio del lenguaje audiovisual al servicio de la historia, una impecable puesta en escena, un limpio y económico planteamiento visual y una creativa síntesis en el montaje. En la Arquitectura, se entiende que esta será buena, sí además de un claro dominio del lenguaje formal, se tiene una espacialidad correctamente plasmada en su forma y tamaño, un adecuado planteamiento funcional y sin duda, una creativa síntesis en la conjunción de las variables función, forma y espacio, puestas todas al servicio del hombre y su entorno. Como todas las artes, El Cine y la Arquitectura, se alimentan mutuamente y las referencias inspiradoras en uno y otro sentido son muchas. Así pues, si en la brillante “ El Arca Rusa “ de A. Sokurov vemos a un edificio con sus diferentes espacios interiores convertidos gracias al imaginario colectivo en entidades vivas; El cine también nos permite ver a los grandes espacios públicos, a las ciudades con sus calles y plazas convertidas en escenarios que en determinadas circunstancias cobran vida, nos hablan, nos transmiten sensaciones y emociones diversas; y si bien los ejemplos aquí son muchos quisiera mencionar solo para ilustrar el caso “ Ciudad entre Tinieblas ” (Dark City - EEUU 1998) notable película del talentoso director Alex Proyas (lamentablemente estrenada en Perú solo a través del vídeo) quien nos presenta una ciudad sombría, oscura, llena de vericuetos y calles que se convierten para el protagonista en una pesadilla, en un laberinto que lo agobian y atormentan. La ciudad adquiere vida propia y se convierte en un personaje más, sumamente peligroso y amenazante, La ciudad es pues aquí, la verdadera villana de la historia. La reflexión que nos asalta al visionar esta película es clara; una ciudad desordenada, caótica e insegura nos resultará siempre extraña y afecta, daña, trastorna la emoción interna de las personas, nos hace seres infelices, coléricos, temerosos; El binomio


Hombre-Ciudad esta íntimamente relacionado y si la insatisfacción se instala en uno de ellos, provocará sin duda el malestar en el otro. Y si bien la Arquitectura, una de las artes más bellas y trascendentes, tiene sus particulares formas de expresión y propio lenguaje, no podemos dejar de mencionar cuando es otra expresión artística, igualmente válida y creativa, el cine en este caso; la que nos hacer recordar valiéndose a veces del sorprendente recurso de la fantasía, como en los ejemplos mencionados; que es la Arquitectura, en sus diversas variantes desde Edificio a Ciudad, un asombroso termómetro que mide con increíble precisión la cultura, la cosmovisión, la emoción, el ánimo de un pueblo y sus habitantes; y que su trascendencia y perdurabilidad radica en la capacidad que tenga, para insertarse en el corazón y en el sentimiento individual y colectivo de quienes alberga y a quienes sirve.

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