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Capítulo 21: Diario de Observación ~Los sobrinos~.................................................Pp
from Hokuou Kizoku 2
Capítulo 21 %
Diario de Observación ~Los sobrinos~
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Esta historia es sobre el pequeño incidente que sucedió con Claus y las hermanitas durante la estadía de Ritz en la casa de Sieg.
—¡Estú~pido! ¡Eso no es cierto!
—¡No es estúpido! ¡Y es cierto!
Los dos que estaban luchando con ferocidad; eran Claus, el hijo del hijo mayor de la Casa Wattin, y Adeltraud, la hija del tercer hijo de la Casa Wattin. Edelgard había entrado en pánico un poco más alejada de ellos.
—¡Como si el tío Ritzhard pudiera ser un hada, estúpida!
—¡Es cierto! ¡Es un hada!
Esto sucedió mientras las hermanas estaban dibujando hadas, Claus las vio y se percató de que el modelo era su tío. Adeltraud había dibujado a una persona en un escenario nevado, mientras que Edelgard capturó una fantástica Hada de la Nieve en medio de un campo nevado. Cabello blanco trenzado y ojos azules, a partir de estos rasgos era evidente que se trataba de Ritzhard.
Al ver eso, Claus había pensado molestarlas un poco «El tío Ritzhard no es un hada», pero esa declaración encendió la ira de Adeltraud, quien creía firmemente que Ritzhard era un hada.
—¡Qué parte de él es un hada, solo es un guerrero viejo!
—¡Mi tío no es un guerrero!
—¡No me refiero a eso!
—¡Mi tío come flores!
—¡Uuh, ¿qué mierda?!
Adeltraud de repente salió corriendo de la habitación. Edelgard fue tras ella poco después.
Cinco minutos después, Adeltraud regresó con una flor.
—Le daré esto a mi tío.
—No, hacer que coma eso el tío, ¿no te sientes mal por él? —¡¿Por qué?! ¡Él dijo que ama las flores!
—Si le das eso esperando algo, no tendrá más opción que comerla.
—¡¡En ese caso, le pediré a una sirvienta que se la entregue a él!!
Adeltraud comentó que podían espiar por la ventana para averiguar lo que hacía Ritzhard con la flor. Luego de eso; le pidieron a una sirvienta, que se encontraba cerca, que le entregara la flor que habían recogido de un jardín a Ritzhard.
Luego, los niños comenzaron a correr, su destino era la ventana desde donde podían espiar la habitación de Ritzhard. Como la ventana estaba algo alta y Adeltraud no podía alcanzar, le pidieron al jardinero una caja para que pudiera subirse a ella y poder ver.
En el interior, la pareja estaba sentada lado a lado en un ambiente grandioso. Al percatarse que no habían llegado tarde para ver a la sirvienta entregar la flor, Claus se sintió aliviado.
—¡Wa, ahí viene-mugu!
Claus se apresuró a tapar la boca de Adeltraud, pues había comenzado a gritar emocionada. Estaban asomándose a la habitación aprovechando un espacio entre la cortina, por fortuna no los habían descubierto, así que soltó un suspiro.
Conforme recibía la flor de la sirvienta, sonrió un poco tras escuchar que se trataba de un regalo de su sobrina. Disfrutó el aroma y mostró una sonrisa más amplia. La sirvienta hizo una reverencia y salió de la habitación.
A partir de ese momento, los tres niños contuvieron la respiración y observaron cada movimiento de su tío.
Después de girar momentáneamente la flor con sus dedos, Ritzhard comenzó a charlar con su esposa. Sieglinde desvió la mirada y parecía aturdida.
—¿Qué podría estar diciendo mi tío? Es la primera vez que veo a la tía avergonzarse de esa forma.
— …
Claus revisó una vez más si su tía realmente estaba actuando tímida. Sin duda alguna, su mejilla estaba teñida de rojo debido a la vergüenza.
Podría ser que algo que las jóvenes hermanas no deberían ver, ¿estaba a punto de comenzar? Claus se preocupó, pero era incapaz de moverse por culpa de su curiosidad, pues quería saber lo que pasaría después.
Ritzhard abrazó a Sieglinde por el hombro y se inclinó. Tomó su mano y susurró algo en su oído, antes de adornar su cabello rojo con la flor que tenía en su mano.
Después volvió a susurrar algo en el oído de su esposa y los niños presenciaron a su tía ruborizarse por completo de un rojo brillante.
—¡Y-ya vámonos! —declaró Claus y se llevó a las hermanas lejos de ahí.
—Aah, eso fue lindo~.
Adeltraud dijo maravillada. Por lo visto, Edelgard compartía la misma opinión de su hermanita.
—Podemos darle otra flor después. Cuando mi tía no esté con él.
—No, está bien.
—¿Eh?
—He confirmado que el tío Ritzhard no es humano.
—¡¿Hablas en serio?!
—Sí.
Lograr que esa tía feroz se ruborice de esa forma, es una hazaña imposible para un ser humano. Pensó Claus.
—Puede que mi tío realmente sea un hada.
—¡Te lo dije, ¿verdad?!
Al recordar a su tía actuando tímida, un escalofrío recorrió la espalda de Claus.
Tras ser testigo de semejante escena, no pudo evitar más que aceptar la opinión de sus primas.