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Capítulo 27: Familia.................................................................................................................Pp

Capítulo 27 %

Familia

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Mientras aprendía cómo actuar como un noble, ayudaba a mi suegro con el rancho o me relajaba con Sieg, el primer invierno en el país extranjero transcurrió rápidamente.

Ya han pasado cinco meses desde que vine aquí. El vientre de Sieg también albergaba un bebé. De acuerdo al doctor, Sieg tenía cerca de siete meses de embarazo. A principios del verano, una nueva vida nacería.

Sieg quería regresar ami país porque se encontraba ahora en su periodo estable, sin embargo, como las personas a nuestro alrededor se opusieron fuertemente, decidimos permanecer aquí hasta que naciera el bebé.

Estoy feliz de que ame las tierras remotas. Pero no hay doctores en la aldea. En cambio, aquí está mi suegra que tiene experiencia en dar a luz y los sirvientes, así que es tranquilizante. Por eso, opté por quedarnos aquí hasta el verano.

❄❄❄

El día de hoy dimos un paseo por el frondoso bosque de primavera con las dos princesitas y Sieg. Edelgard y Adeltraud caminaron con canastas en sus brazos para poner flores en ellas.

Sin demora, la enérgica princesita me miró para hacerme una pregunta.

—Querido tío Ritzhard, esa flor violeta, ¿cómo se llama?

—Esa es una malva azul. Se utiliza para hacer té.

—¡¿De verdad?!

—El té es azul como la flor, pero si le añades limón, cambia de color a un lindo rosa pastel.

—Eeeh, sorprendente, quiero verlo.

—¿Qué tal si lo intentamos cuando regresemos a casa? Aunque será dentro de unos días, primero tenemos que secarlas.

La malva azul es buena para el dolor de garganta. Además, protege las membranas mucosas, por eso también es buena para el dolor de estómago.

Mientras les explicaba, las hermanas recogieron únicamente las flores y las pusieron en las canastas.

—Aunque es un poco difícil de beber.

La malva azul no posee un sabor u olor en particular, así que no es muy rico. Cuando era niño, recuerdo que lo tomaba con miel cuando me enfermaba. El té de las flores no sabe bien. Me contuve de decir esas cosas realistas a las dos niñas que estaban felizmente recogiendo flores. Bueno, quizá puedan disfrutarlo al ver cómo cambia de color, o eso pensé y renuncié a la idea de contarles sobre el sabor.

Sieg las siguió con pasos lentos. El sirviente que sujetaba una sombrilla detrás de ella estaba sudando a mares, así que le entregué un pañuelo.

—¿Te encuentras bien, Sieg?

—Sí, estoy bien.

Me quité la chaqueta y la coloqué sobre el piso para ofrecerle un asiento.

—Lo siento.

—No te preocupes.

Los dos nos sentamos sobre el césped y entrecerramos los ojos debido a los rayos del sol.

Había muchas aves cantando en el bosque, al punto que parecían estar susurrando. Desde las copas de los árboles, las ardillas se asomaban de vez en cuando. La brisa que pasaba entre las hojas transportaba un aire fresco hasta aquí.

Mientras disfrutaba de este bosque grandioso, escuché una voz enérgica acercarse.

—¿Son suficientes con estas, querido tío?

—Recolectaron bastantes.

Tenían sus canastas repletas con flores violetas.

—¿Ya regresamos?

—Sí.

En este país las ramas de los árboles se entrelazan bastante, por eso el color del follaje se torna oscuro mientras más te adentras en los bosques. No hay muchos lugares donde uno pueda caminar con buena luz. Además, no es bueno que Sieg camine durante mucho tiempo, así que decidí regresar a casa.

Luego de secar la malva azul, que recogieron del bosque, por un par de días, se convirtió en un té hermosamente colorido al extraer las esencias de la flor con agua caliente.

—¡¡Qué bonito~!!

Al ver el té recién preparado, los ojos de Edelgard y Adeltraud brillaron. Luego, cuando dejaron caer un poco de jugo de limón con una cuchara de té, el líquido azul se tornó rosa.

—¡¡Waa!!

—¡¡Sorprendente!!

Hasta Edelgard exclamó con asombro.

—La malva azul también es conocida como la planta del amanecer… —¡Esto es magia, ¿verdad, querido tío?!

—¿Disculpa?

A pesar de que vivimos juntos por varios meses, tal parece que mi imagen de hada no ha cambiado. No pude evitar sonreír incómodamente. Como no quería decepcionar a las dos princesas, presumí mi conocimiento trivial sobre plantas. Luego, Adeltraud dijo:

—¡¡Justo lo que esperarías de un hada!! ¡Sabes todo sobre el bosque!

Esta vieja hada está tan conmovida que está a punto de llorar.

❄❄❄ La temporada rápidamente cambió y ahora era verano.

Cuando el sol salió por debajo del horizonte, una nueva vida nació.

El recién nacido con el rostro enrojecido declaró su nacimiento.

Cuando le dije palabras de ánimo a Sieg, quien estaba totalmente trasnochada, ella respondió con energía que no era nada.

El bebé fue bañado por las mujeres y envuelto en una manta suave antes de que lo recibiera mi suegra.

El color de su cabello era blanco. Sus párpados estaban gorditos como si estuvieran hinchados, por lo visto, tomaría algo de tiempo para que abriera los ojos. Incluso cuando había matrimonios con extranjeros, los bebés que nacían de la aldea poseían cabello blanco. Era un misterio de la aldea.

—Todavía no sabemos a quién se parece más.

—Aun así, esmuy lindo —dijo mi suegra mientras miraba el rostro del bebé.

—Hey, ¿te sientes bien, Ritzhard-san?

—Sí.

Aún me encontraba un poco agitado y el hecho de que había nacido el bebé, me seguía pareciendo irreal. A pesar de que lo tenía abrazado entre mis brazos, sentía que era un sueño.

Llevé al bebé con Sieg, que apenas se había recuperado.

—Mira, Sieg, es nuestro bebé.

—Sí, qué alivio.

Tras ver al bebé, Sieg parecía muy aliviada.

—Gracias, Sieg. Me alegro que ambos estén saludables.

No había suficientes palabras de agradecimiento.

—Cuida a la familia, papá.

Entré en sí, gracias a las palabras de ánimo de mi suegra.

En ese instante, lo sentí realmente. Sentí que finalmente había conseguido esa nueva familia que tanto anhelaba.

❄❄❄

El bebé fue un niño y su nombre sería Arno. El abuelo eligió ese nombre con la intención de «Ser tan fuerte como un águila» en mente.

El abuelo estaba encantado con su bisnieto.

—Es un hijo digno del nombre de un ave de rapiña. Solo ve esa mirada penetrante.

Arno tenía cabello blanco y ojos azules como yo, pero sus facciones eran más similares a las de Sieg. Aunque poseía todos los rasgos de una persona viviendo en la aldea de las hadas en las tierras remotas, era más parecido a un valiente polluelo águila que al bebé de un hada. El abuelo debe haber pensado lo mismo, ya que cuando nos volteamos a ver, nos reímos.

—Si se trata de este niño, también vivirá bien en esas tierras remotas.

—Espero que así sea.

—Claro que sí.

—Gracias, abuelo.

Arno, a quien el abuelo estaba cargando, de repente comenzó a llorar. Como acababa de tomar leche, debe ser el pañal.

—Por cierto, ¿puedes cambiarle los pañales en el barco?

—Sí puedo.

El sirviente nos trajo un nuevo pañal, así que proseguí charlando mientras lo cambiaba con gran velocidad.

El día de mañana finalmente regresaríamos a mi pueblo natal luego de nueve meses.

Mi suegro deseaba que permaneciera aquí, pero estaba preocupado sobre el estado de la aldea, Sieg también anhelaba la vida en la aldea, así que lo rechacé respetuosamente aun cuando me sentía mal por ello. Además, me preocupaba la actuación de papá como el Lord. Recibí cartas unas cuantas veces al mes. «Todo está de maravilla~», enviaban esa clase de reportes relajados, lo más preocupante es que los aldeanos no mandaban cartas. Me sentí ansioso de que algo malo le hubiera pasado a la aldea.

—Sobre eso, ¿de verdad te parece bien eso?

—Pues, por el momento.

Casi como si estuviéramos cambiando de lugar, se decidió que papá y mamá vendrían a vivir a este país. Había una petición para que papá presentara su investigación o algo así. Si solo fueran ellos dos estaría preocupado, pero también estará el abuelo, así que no habrá problemas.

Al día siguiente.

Llegó la hora de regresar a casa. Antes de marcharnos, nos despedimos del abuelo.

—Llévate un regalo de despedida, Ritzhard.

El abuelo señaló una bolsa negra cuadrada sobre la mesa. El mayordomo del Marqués me entregó un documento para que firmara.

—¿Eh? ¿Qué es esto?

—Chocolate.

—¿Disculpa?

—Es un chocolate especial, así que es necesario hacer un procedimiento especial. ¡Deja de perder el tiempo y solo fírmalo!

—S-sí.

No sabía exactamente de qué se trataba, pero escribí mi nombre donde me indicó el mayordomo. Luego un sirviente cargó la bolsa hasta el carruaje.

—¿Por qué chocolate?

—Es el estilo de los nuevos ricos que está de moda recientemente.

—Ah~, eso.

Recordé que mi cuñado me habló al respecto hace unos días. Por lo visto, la nueva moda de los nobles es apilar chocolates con forma de lingotes de oro sobre las mesas como si fueran nuevos ricos y disfrutar de sus bebidas.

—Ya los probé, así que no los necesito, llévatelos contigo sin quejarte.

—E-entendido.

El mayordomo abrió un poco la bolsa y me mostró el chocolate en su interior. Las brillantes envolturas lograban que parecieran de verdad.

—¿Eh? Estas parecen reales.

Me sobresalté cuando el abuelo se aclaró la garganta y me recordó que ya era hora de partir.

—Muchas gracias por todo lo que has hecho, abuelo. Regresaré de nuevo.

—Sí, ya vete de una vez.

Incliné la cabeza y corrí hacia mi familia, que ya me estaba esperando en el carruaje. Mientras miraba el escenario pasar en el carruaje, me despedí de la tierra natal de Sieg.

❄❄❄

Durante el viaje en barco de dos días, cuando sujeté la bolsa con chocolates que el abuelo me dio, estaba sospechosamente pesada. Era casi tan pesada como un niño a principios de su adolescencia. Como un sirviente del marquesado lo cargó hasta el camarote, era la primera vez que lo tocaba.

—Eh, qué, esto, es un poco pesado.

Como estaba sin moverme frente a la bolsa, Sieg se acercó mientras cargaba a nuestro hijo.

—¿Qué hay en la bolsa?

—¿Chocolate… del… abuelo? El peso no era algo normal para un dulce, de eso estaba seguro.

Cuando abrí con cuidado la bolsa, ciertamente había lingotes de oro adentro.

—¡¿E-estos son?!

—Sin duda, es oro de verdad.

— …

Aunque parezca difícil de creer, el regalo de despedida del abuelo no eran chocolates, sino treinta lingotes de oro. Además de los lingotes de oro, había varios documentos y una carta del abuelo, la cual se podría resumir como: «No se aceptan devoluciones».

—Me engañó… —¿Acaso no te diste cuenta cuando te pidió firmar el documento?

—¡No, porque me estaba apresurando!

— … Un hijo y lingotes de oro, regresé a casa con enormes ganancias.

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