Fernando Klein
APOCALIPSIS ap贸crifos
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Este libro estĂĄ dedicado a dos mujeres: mi esposa y mi niĂąa.
© 2012 by EQUIPèCO Carmine Mario Muliere Editore Reservados todos los derechos - Tutti i diritti riservati Via Donnicciola 25 - 00030 San Cesareo - RM Telefono: 06 9570723 - Fax: 06 97244453 E-mail: redazione@equipeco.it Web: www.equipeco.it Español - Italiano Traducción italiano - Traduzione italiano: Marcela Cadimar Disposición - Impaginazione: mcm art&copy
En la portada - In copertina 1ª, Narciso Tomè, Transparente de la Catedral de Toledo Trasparente della Cattedrale di Toledo, 1732 2ª, Giotto. 1267-1337. Juicio Final. Giudizio Universale. Cappella degli Scrovegni, Padova ISBN - 978 - 88 - 904667 - 8 - 6
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APOCALIPSIS apócrifos
Índice Introducción...................................................................................................................... 7 Apocalipsis Apócrifos.............................................................................. 8 Las Etapas de la Apocalíptica................................................................. 9 Característica de la Apocalíptica.......................................................... 10 El Libro-Testamento................................................................................ 11 El Rapto al Cielo....................................................................................... 12 Algunos Textos Apocalípticos........................................................................................ 12 Libro de los Secretos de Enoc................................................................ 15 Tercer libro de Esdras.............................................................................. 37 Cuarto libro de Esdras............................................................................. 53 Apéndice - Versión Latina...................................................................... 78 Apocalipsis de Esdras (V libro de Esdras)........................................... 81 Apocalipsis de Esdras (VI libro de Esdras)......................................... 84 Apocalipsis siríaco de Baruc.................................................................. 88 Apocalipsis de Moisés y Vida de Adán y Eva...................................... 114 Apocalipsis de Pablo................................................................................ 122 Apocalipsis de Pedro................................................................................ 142 Apocalipsis de Tomas.............................................................................. 162 Apocalipsis de Juan.................................................................................. 164 Apócrifos del Antiguo Testamento............................................................................... 169 Apocalipsis apócrifos Testamentos apócrifos Otros apócrifos del Antiguo Testamento Apócrifos del Nuevo Testamento.................................................................................. 170 Evangelios apócrifos Evangelios apócrifos perdidos u omitidos Hechos apócrifos Epístolas apócrifas del Nuevo Testamento Apocalipsis apócrifas del Nuevo Testamento Otros textos apócrifos del Nuevo Testamento Bibliografía........................................................................................................................ 172 Versión Italiana.................................................................................................................. 173
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Introducción.
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l término apócrifos es una transliteración del griego απ όκρυφος (ἀπ ό = κρύπ τω ocultar), que significa “lo que está oculto”, “lo que se mantiene fuera (uso)”. Originalmente, el término “apócrifo” fue acuñado por las comunidades que utilizaban los textos y libros que fueron excluidos de la lectura litúrgica del público, a diferencia de público común, y espacios, según se considere incorrecta a las tradiciones y contrastar los correcta, luego aceptados para uso litúrgico. Hoy en día, en el uso actual, la palabra se refiere comúnmente a la tradición judeo-cristiana, en la que se acuñó. En ella “apócrifos” adquiere el significado del texto que no está incluido en la lista de los libros sagrados de la Biblia inspirada y por lo tanto no se considera para ser utilizado en el ámbito de la doctrina y la liturgia. Desde las diferentes denominaciones religiosas se han adoptado diferentes cánones de los libros de la Biblia, el estado apócrifo varía de acuerdo con la confesión de referencia. Dentro de los protestantes “apócrifos” también indica los libros del canon del Antiguo Testamento cristiano, pero no en el hebreo, conocidos en la tradición cristiana como deuterocanónicos. El canon bíblico es, en lo judeo-cristiano, la lista de textos en la Biblia, reconocidos como inspirados por Dios y por lo tanto sagrados, normativa para una comunidad en particular de los creyentes en cuestiones de fe y moral. Canon: la palabra es una transliteración del griego κανὡν (kanon), literalmente “caña”, “palo recto”. El término utilizado para indicar que el instrumento de medida de longitud (por lo general sólo un palo recto), por lo tanto, es un sentido figurado la norma, prescripción, forma o patrón. Entre las diversas confesiones existen diferencias significativas en el camino de la comprensión y la inspiración de la Biblia es la lista actual de los libros considerados canónicos. Por lo tanto, puede variar entre: Canon judío; Samaritano; Ortodoxo; Católico; Protestante; Copto; Canon Sirio.
En términos generales, existe una diferencia significativa entre los diversos cánones cristianos por un lado, y el judío, que no acepta los libros del Nuevo Testamento sobre Jesús; entre las varias distinciones cánones cristianos se limitan a los libros de ‘ Antiguo Testamento, ya que existe un acuerdo mutuo sobre todos los libros canónicos del Nuevo Testamento. Acerca de los Evangelios en particular, la tradición cristiana nunca ha tenido dudas al considerar sólo los canónicos como Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
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Apocalipsis apócrifos
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ntre el siglo II a.C. y el I d.C. el judaísmo produjo una vasta literatura, ahora conocido como apocalíptica. Para entender las razones de la génesis de esta producción literaria inmensa hay que tener en cuenta que, en ese momento, el judaísmo fue derrotado políticamente, considerando los reinos helenísticos y del imperio romano, además la profecía había cesado (Malaquías es uno de los últimos profetas que nos han dejado su texto de las predicciones), y nació el mito negativo de los “cielos cerrados”: el Espíritu Santo, es decir, no había ningún líder o profeta en Israel después de la última vuelta del exilio. Y, de acuerdo a la creencia común, sin el Espíritu Santo de Israel ya no existía la posibilidad de una historia, en teoría, Israel ni siquiera podía existir. Es en este contexto de pensamiento que el autor de 1 Macabeos, frente a los males nacionales que siguieron a la muerte de Judas Macabeo, escribe (9, 27): “Así que hizo estragos en la opresión de Israel de tal manera que no había un día ya que hubieran visto los profetas” Se esperaba, por supuesto, que los cielos se abrieran a la llegada del Mesías, porque el profeta nuevo y definitivo de Israel, a su vez, podía recibir el Espíritu Santo. Este profeta fue identificado de varias maneras. Algunos lo vieron como un Moisés vuelto a la vida, haciéndose eco de las palabras atribuidas a él (Deut. 18, 15): “El Señor tu Dios te levantará, en medio de ti, de tus hermanos un profeta como tu de él oiréis” Otros lo representaban con los rasgos de Elías o Enoc, pues fueron llevados al cielo antes de la muerte. Sin embargo, los judíos piadosos buscaban nuevas formas y criterios para interpretar una historia que, a partir de una expresión de la divina Providencia, se volvió de pronto - al menos en apariencia - en un tanteo a ciegas entre las tragedias y tristezas de este mundo. Esto explica el abandono definitivo de los géneros literarios existentes (la historia del Deuteronomio, y las crónicas de la narración edificante, como los tratados sapienciales) y el nacimiento de una nueva literatura: la apocalíptica, de hecho. Cada Apocalipsis está estructurado en dos revelaciones clave: la evocación de los orígenes del mundo y la humanidad; el descubrimiento de los secretos sobre el fin del mundo. Según algunos autores, entonces, toda la Biblia cristiana no es más que el mayor de todos los Apocalipsis: el mundo se inicia con el Génesis y termina con el Apocalipsis de Juan. Aun así, el Evangelio de Mateo puede reclamar el título de Apocalipsis, pues comienza con las palabras “Biblos geneseos” (“Libro del origen” de Jesucristo), es decir, con la genealogía de Jesús dentro de Israel, y termina con las palabras: ”He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” De hecho, según estos autores, desde el siglo II a.C. algunos movimientos judíos, a pesar del
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aparente “cierre de los cielos” y la situación de fracaso nacional que significaba, trató de conservar al menos algunas señales que permitieran mantener viva la historia del país de Israel, y entre ellos había señales del libro del Génesis y la doctrina de inspiración divina de su Autor. La apocalíptica es el hijo de la profecía, sin embargo, es diferente a ella: los libros de los profetas mayores ya cumplen algunos textos apocalípticos real: 24-28 y 34-35 de Isaías (el llamado Gran y Pequeño Apocalipsis de Isaías), Ezequiel 38 -39, Zacarías 9.14, Daniel 7.12. Acerca de este último, aquí está lo que escribió el historiador judío Flavio Josefo (Antigüedades judías X, 266 - 267): “Todos los libros que él ha hecho y que se retire todavía son leídos por nosotros, y se basan en la creencia de que la conversación de Daniel con Dios no se limita a anunciar los acontecimientos futuros, al igual que los otros profetas, sino que determina también “momento en el que se habría producido”. Daniel es considerado por Josefo más que un profeta, porque dejó en la Escritura aquello que en las siguientes generaciones seguía vivo. Con la apocalíptica se opera aun el pasaje del profeta que habla al del profeta escribe, era oráculo de la época del libro (de haber nacido aquí, en el judaísmo, el concepto de la inspiración de la Escritura que el cristianismo se reanudará más adelante ampliamente). El escritor es en verdad un profeta del fin del mundo, pero no por el hecho de pronunciar profecías sino a causa de uno o más libros que expresan sus visiones y los secretos que revela acerca de los orígenes del mundo y su fin. El Apocalipsis de Juan, la obra que cierra la Biblia cristiana, tiene como objetivo precisamente transmitir al “lector estas palabras proféticas” (1, 3). Las etapas de la apocalíptica
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ado que la apocalíptica nació y se desarrolló en paralelo a la experiencia de Israel como una pérdida irreversible de su vocación nacional, para los judíos de Palestina fueron los criterios de la esperanza durante siglos combinados con reivindicaciones políticas, se deduce que este tipo de obra floreció más durante los períodos en que las demandas políticas de los judíos se ahogaron por el poder del momento (los famosos “cuatro bestias” del libro de Daniel). Y así, en la historia de la apocalíptica se pueden distinguir al menos tres fases: La primera comienza con la revuelta de los macabeos contra la helenización forzada de Palestina por el rey sirio Antíoco IV Epífanes (167 a.C.). En ese momento vería la luz el primer gran Apocalipsis, comenzando, por supuesto, el libro de Daniel. un segundo período de esta literatura es el comienzo de la dominación romana, desde la captura de Jerusalén por Pompeyo en el 63 a.C. y la profanación del Templo consiguiente lo cual dejó una profundo impacto en la conciencia del pueblo judío. El tercer período es contemporáneo con las rebeliones violentas innecesarias de los judíos en contra de la ocupación romana. La destrucción del Templo en el año 70 d.C. y el final de la nación judía después de la derrota de Bar Kojba en el año 135 d.C. influenció en gran medida la producción apocalíptica.
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Sin embargo, esta producción es solo una paliación religiosa, el “azúcar” para consolar a los lectores de una situación social y política ya para siempre en peligro, y de hecho es un género literario en el verdadero sentido de la palabra, al igual que el judío como tal, y no de la nación o el Estado de Israel, que intentó sin armas, la única manera de un intelectual, demostrar que su existencia histórica real no ha fallado: a pesar de la realidad de los “cielos cerrados”, en pocas palabras , la historia todavía era posible. Por ejemplo, en el humo de la apocalíptica judía, nació el concepto de la resurrección, que luego se conoció mayormente por medio del cristianismo. Carácter de la apocalíptica
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n la medida en que la producción es una Biblia original (en el sentido de que se puede ver toda la Biblia como un Armagedón), el propio apocalíptico es una ciencia de la historia. La historia concebida por el pueblo judío no es sólo una serie de acontecimientos: es un todo, un proceso unitario que comienza con Adán y el nacimiento del mundo del caos primordial, y encuentra su fin en un acto decisivo que lleva el mundo en sus comienzos. En este nos encontramos con un concepto mítico del tiempo: el principio y el fin es llegar a fusionarse en un hipotético instante, precisamente mítico. Por lo tanto, una de las características más famosas de la apocalíptica, tanto judía como cristiana es la oposición entre “este mundo” (aion outos I) y “el mundo que es” (I aion mellon), y por supuesto la muerte de este mundo representa la condición de la emergencia de un mundo que está a la espera, lo que asegura la evolución dinámica del cosmos y de la historia. Todo esto constituye lo que llamamos la escatología (del griego eschata, “las últimas cosas”), que es todo lo que se refiere a “los acontecimientos recientes” de la humanidad y el universo entero, ya de los profetas de los escritores de Israel, tales como hemos visto, que coincide con el establecimiento definitivo del Reino de Dios Para llegar a esta teoría de la historia, los autores han integrado en lo apocalíptico todo un bagaje cultural procedente de Grecia y sobre todo de Oriente. En el Apocalipsis, nos encontramos con muchas características babilónicas, persas y griegos: el papel y la importancia de la demonología y de la angelología son, por ejemplo, de origen claramente oriental. La ósmosis cultural entre Oriente y Occidente después de la conquista de Alejandro Magno, en efecto, fue una relación significativa con Palestina, una tierra de paso entre Egipto y el Mediterráneo por un lado, y Siria, y las tierras de Oriente por otro. Algunos han sugerido incluso modificar una especie de “mito re inmersión” en la escatología judía que se derivarían de la apocalíptica, lo que expresa, por ejemplo, S. B. Frost (“Antiguo Testamento apocalíptica sus orígenes y crecimiento.”): “Lo que llamamos apocalíptico es el producto de la fusión del mito y la escatología: podemos definir la escatología apocalíptica como la mitología” Ya que una de las características del mito es estar totalmente “en el lugar “, se puede decir que el mensaje de que Israel era “en lo mítico.” Sin embargo, vuelto a introducirse en la profecía, el mito tenía una función eminentemente “histórica” por participar en el desarrollo de una teoría siempre reconsiderada por los autores bíblicos. Poniendo en juego la palabra “mito”,
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se podría estar tentado a hacer de la literatura apocalíptica del judaísmo algo marginal, algo como lo que hoy se considera como fantasía de Tolkien o Lewis, una mera manifestación de la imaginación y que la creatividad no es compatible con ninguna referencia histórica fiable. Los libros apocalípticos son, en realidad, profundamente judíos, son en gran medida la producción literaria del judaísmo entre el siglo II a.C. y I d.C., y algunos libros de este género, como el de Daniel, desde temprano dejó una carga neta en las Sagradas Escrituras. Por otra parte, el carácter de la obra apocalíptica judía es muy afín a la literatura de la sabiduría de la época (lo que hoy es conocido como el Libro de la Sabiduría es probablemente el texto más reciente del Antiguo Testamento) e incluso con el estudio de la misma Torá, de acuerdo con una exégesis detallada. El Libro - Testamento
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uchas veces los Apocalipsis judíos tomaron la forma de un “Antiguo Testamento” como “discurso de despedida” de un patriarca o un profeta. Después de todo, ya el Génesis (47, 29 - 50, 14), contiene del famoso patriarca Jacob su despedida a los hijos, incluso la salida de Moisés y da a conocer a nosotros lo que se refiere en el libro del Deuteronomio. Especialmente en la literatura del judaísmo tardío, se hizo habitual representar las grandes figuras de Israel, antes de la muerte en su ascensión al cielo, más que a su familia y nación. Esta práctica se juntó en el Nuevo Testamento, en el famoso capítulo 13 del Evangelio de Marcos, un texto claramente apocalíptico en forma y contenido, está destinado a representar una especie de “testamento de Jesús”: “Mientras estaba sentado en el Monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron en privado:” Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y cuál será la señal de que todas estas cosas por hacer? “ Jesús comenzó a decirles: “Mirad que nadie os engañe porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy, y engañarán a muchos; Y cuando oigáis de guerras, no se alarmen; estos hechos aun no sucederán (...) Al final, en aquellos días, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo y los poderes que están en los cielos serán conmovidas. Y entonces verán al Hijo del Hombre que viene de entre nubes con gran poder y gloria... “ “(Mc 13, 3-7 y 24-26)
Varios de los textos conocidos de la recopilación de los Apocalipsis judíos se han recibido bajo el título “Testamento de ... “. Este es el caso de los doce patriarcas del Antiguo Testamento; pero incluso entre los apócrifos del Nuevo Testamento tenemos la voluntad de Dios, inspirado por Juan, cuyo estilo es muy apocalíptico con elementos esenios y gnósticos. El candidato natural para salir de estos testamentos fueron los grandes personajes del Antiguo Testamento: patriarcas como Adán, Eva, Enoc, Noé, Abraham, Jacob y sus doce hijos, los grandes profetas como Moisés, Elías, Jeremías, Baruc, los reformadores de la adoración como Esdras. Una cosa es cierta: estos personajes eran los más antiguos que otros y a través de las brumas de la leyenda le dieron mediante la atribución pseudo epigráfica mayor credibilidad. Y esta es una razón más para que acontecimientos extraordinarios, y subversivos del ciclo natural se les atribuyera, como la asunción a los cielos.
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El Rapto al Cielo
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omo se ha dicho, la apocalíptica floreció sobre todo en momentos en que los cielos fueron “cerrados” y la situación política parecían converger en el fracaso total de la historia política de Israel como nación: era necesario afirmar la inspiración divina de estos libros dando testimonio de la constante atención de Yahvé para su pueblo, fuerte incluso en tiempos de crisis. Y así, en muchos Apocalipsis se ha adoptado la estratagema de la literatura “rapto” de los presuntos autores. En la práctica, los cielos están cerrados, el Espíritu Santo no descendió más, pero el autor tuvo que ir a con él para leer, escribir y narrar (o repensar) la historia y el futuro. Este artificio se extrae de las culturas paganas, especialmente de los griegos orientales, donde se encontraron por lo menos tres conceptos fundamentales en los Apocalipsis judíos: a) El dios de los escribas. De hecho, el dios babilónico Nabu, hijo de Marduk, para la fiesta de Año Nuevo se establecía en el “podium del destino”, con el que se decidía la suerte de que comenzó el año. Los escribas de los dioses egipcios fueron también Tot y Hermes griego. b) Los ritos dionisíacos, donde la sacerdotisa sólo podía hablar después de beber vino, lo que implicaba la presencia del mismo Dios, y la intoxicación para ser capaz de profetizar, así como en estado de trance inducido artificialmente en los videntes de otras religiones, especialmente chamánicas. c) El mito de la Edad del mundo, que se observa por primera vez en Hesíodo: el mundo ha pasado por distintas edades, a partir de un estado de cerca de la comunión con Dios (como en el Edén bíblico) a la corrupción más completa de este mundo ahora cerca del momento de su disolución completa. Este desglose no significaba la muerte del cosmos, pero si la condición dolorosa y necesaria para el establecimiento de un nuevo mundo sin dolor o daño, o la muerte. Estos personajes parecen particularmente evidentes en el cuarto libro de Esdras, que se expondrá más adelante. Muchos de los escritos encontrados entre los esenios de Qumrán, sin embargo, también pueden ser incluidos en el catálogo de este género literario fascinante y complejo. Algunos Textos Apocalípticos Libro de los Secretos de Enoc
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l Segundo Libro de Enoc (usualmente abreviado como 2 Enoc, y conocido también como Enoc eslavo o Los secretos de Enoc) y “El Libro de Los Secretos de Enoc II” es un texto apocalíptico seudoepigráfico de fecha incierta y autoría desconocida. No está relacionado con el más antiguo 1 Enoc ni con otros dos libros de Enoc (3 y 4); la numeración fue puesta por los estudiosos para distinguir los dos textos. Sólo se ha conservado en eslavo eclesiástico, pero se sabe con certeza que es una traducción de un original en griego. Se piensa que la versión griega (desconocida) podría proceder a su vez de un original hebreo o arameo. Se han propuesto fechas de elaboración que van desde el siglo I hasta el siglo X de nuestra era, aunque la más aceptada es la primera.
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Libros de Esdras La historia literaria de los libros de Esdras es complicada. Depende de las tradiciones religiosas y de los respectivos cánones, se pueden indicar al menos cuatro libros (el asterisco indica en que tradición es considerado el texto como apócrifo, y por lo tanto en la misma Biblia): Canone Hebreo
Canon ortodoxo
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Έσδρας A' (1 Ésdras)
Canon católico
Έσδρας B' (2 Ésdras) (en la versión de los setenta incorpora Nehemías) '( ארזעEsdras) incluye הימחנ (Nehemías)
Νεεμίας (Nehemías) o Έσδρας Γ' (3 Ésdras) (incorporado en el anexo B de los setenta, Έσδρας B')
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Έσδρας Δ' *
Canon protestante
Esdras griego * o 3 Esdras* (en época pre-Trento conoci- 1 Esdras* do como 2 Esdras*) Esdras (en época pre-Trento Esdras o 1 Esdras comprendiendo Ezra Nehemías) Nehemías (actualmente raramente 2 Esdras. En época pre-Trento incorporado con Nehemias Esdras in 1 Esdras) 4 Esdras* o Apocalipsis de 2 Esdra* Esdras* (en epoca pre-Trento (raramente 4 incluido como 3 Esdras*) Esdra*)
Esdras griego El texto es de autoría anónima, escrito en griego en un período de varias de fecha por los estudiosos del siglo I a.C. y el siglo I d.C. Los hechos históricos narrados, con varios errores históricos, son paralelos a los libros de Esdras, Nehemías, Crónicas 2. Después de un paréntesis de resumen sobre la historia de Jerusalén entre el 609-538 a.C. describe el regreso a Jerusalén de los judíos deportados a Babilonia (538 a.C.) y la reconstrucción del templo llamado segundo (alrededor de 515 a.C.). Apocalipsis de Esdras El Apocalipsis de Esdras es un libro pseudo epigráfico, escrito en el siglo I, que figura como apéndice en algunas ediciones de la Biblia. En la Vulgata aparece como 4 Esdras, en las versiones eslavas y rusas, como 3 Esdras y en las traducciones inglesas como 2 Esdras. La fecha de composición es particularmente controversial, principalmente asumió el siglo II d.C. pero con propuestas para el siglo IX A. D. Fuente cristiana o judía con reelaboración cristiana. Se tiene referencias al libro de Nehemías y similitudes con el Apocalipsis de Sedrach. Pertenece al género apocalíptico. En el trabajo se describen siete visiones que Esdras recibe durante el exilio babilónico: cuatro visiones son interpretadas por el ángel Uriel, y tres por el mismo Dios.
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Apocalipsis Siríaco de Baruc El llamado Apocalipsis Siríaco de Baruc, también conocida como Libro II de Baruc, o 2 Baruc, es un escrito apócrifo israelita del Viejo Testamento, escrito a finales del Siglo I, después de la caída de Jerusalén (año 70), o a comienzos del Siglo II. Aunque es considerado apócrifo, para el judaísmo y el cristianismo forma parte del canon bíblico, pero se encuentra en la Peshitta, la versión siríaca de la Biblia. Tiene 87 capítulos. Aunque el Libro de Jeremías canónico, presenta a Baruc como secretario de Jeremías, el Apocalipsis de Baruc lo trata, no sólo como profeta sino que además le otorga un papel aun más importante que el de Jeremías. Este libro apocalíptico tiene un estilo similar a las escrituras atribuidas a Jeremías —una mezcla de oraciones, lamentaciones y visiones—. Los eruditos lo consideran como una la reacción a la caída de Jerusalén, y particularmente del Templo de Jerusalén. Según el texto, los objetos sagrados del templo fueron rescatados de la destrucción por ángeles y están reservados para cuando el Templo sea reconstruido. La vida de Adán y Eva La vida de Adán y Eva es un apócrifo del Antiguo Testamento que ha sobrevivido en las versiones griegas y otras, tal vez en un prototexto de origen judío. Data de finales del siglo I d. C. En el pasado también fue llamado Apocalipsis de Moisés (o Apocalipsis de Moisés), tradicionalmente se refiere a él como Moisés, la Génesis. Apocalipsis de Pablo (en griego) El Apocalipsis de Pablo es un testamento apócrifo escrito originalmente en griego en la segunda mitad del siglo tercero, trabajado en varias versiones. En algunos manuscritos se titula Visión de la ascensión de Pablo o Pablo. No se debe confundir con otro Apocalipsis de Pablo, también apócrifo, producidos en un por un gnóstico copto y se ha reducido. Apocalipsis de Pedro (copto) El Apocalipsis copto de Pedro, también conocido como el Apocalipsis gnóstico de Pedro, es un testamento apócrifo copto (probablemente una traducción de la versión original en griego) que se encontró entre los códices de Nag Hammadi, de pseudoepigrafa atribuido al apóstol Pedro. No se debe confundir con otro Apocalipsis de Pedro, en griego, también apócrifo. Apocalipsis de Tomás El Apocalipsis de Tomas es una visión apócrifa del Nuevo Testamento, escrita en latín en los siglos cuarto y quinto. Se conocen dos versiones latinas, las llamadas larga (siglo IX) y corta (siglo XI-XII). Describe el fin del mundo en gran medida recuperando el Apocalipsis canónico de Juan.
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APOCALISSI apocrife
Indice Introduzione....................................................................................................................... 175 Apocalissi Apocrife................................................................................................ 176 Le fasi dell'apocalittica......................................................................................... 177 Caratteri dell'apocalittica.................................................................................... 178 Il Libro-Testamento............................................................................................... 179 Il rapimento in cielo.............................................................................................. 180 Alcuni Testi Apocalittici.................................................................................................. 181 Libro dei segreti di Enoc...................................................................................... 183 Il terzo libro di Ezra............................................................................................. 201 Quarto libro di Ezdra........................................................................................... 216 Apocalisse di Esdra (V libro di Esdra).............................................................. 242 Apocalisse di Esdra (VI libro di Esdra)............................................................. 245 Apocalisse siriaca di Baruc.................................................................................. 249 Apocalisse di Mosè e Vita di Adamo ed Eva.................................................... 274 Apocalisse di Paolo................................................................................................ 281 Apocalisse di Pietro............................................................................................... 300 Apocalisse di Tomaso e Giovanni...................................................................... 320 Apocrifi dell'Antico Testamento.................................................................................... 329 Apocalissi apocrife Testamenti apocrifi Altri apocrifi dell'Antico Testamento Apocrifi del Nuovo Testamento..................................................................................... 330 Vangeli apocrifi Vangeli apocrifi perduti o omonimi Atti apocrifi Lettere apocrife del Nuovo Testamento Apocalissi apocrife del Nuovo Testamento Altri testi apocrifi del Nuovo Testamento Bibliografia.......................................................................................................................... 332 Notizia dell’Autore............................................................................................................ 333
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Introduzione
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l termine apocrifo è una traslitterazione del greco απ όκρυφος (ἀπ ό = da + κρύπ τω = nascondere), indicante «ciò che è tenuto nascosto», «ciò che è tenuto lontano (dall’uso)». In origine il termine apocrifo è stato coniato dalle comunità che si servivano di tali testi, poiché erano libri che venivano esclusi dalla pubblica lettura liturgica, in opposizione a quelli comuni, pubblici e manifesti, in quanto ritenuti portatori di tradizioni errate e contrastanti quelle corrette e quindi accettate poi nell’uso liturgico. Oggi, nell’uso corrente, la parola è riferita comunemente alla tradizione giudeo-cristiana, all’interno della quale è stata coniata. In essa il termine apocrifo assume il significato di testo non incluso nell’elenco dei libri sacri della Bibbia ritenuti ispirati e pertanto non usato a livello dottrinale e liturgico. Visto che le differenti confessioni religiose hanno adottato diversi canoni dei libri della Bibbia, la qualifica di apocrifo varia a seconda della confessione di riferimento.
In ambito protestante apocrifi indica anche i libri presenti nel canone dell’Antico Testamento cristiano ma non in quello ebraico, che nella tradizione cattolica sono indicati come deuterocanonici. Il canone biblico è, in ambito ebraico-cristiano, l’elenco dei testi contenuti nella Bibbia, riconosciuti come ispirati da Dio e dunque sacri, normativi per una determinata comunità di credenti in materia di fede e morale. La parola canone è una traslitterazione del greco κανὡν (kanon), letteralmente canna, bastone diritto. Il termine indicava lo strumento di misura per la lunghezza (solitamente appunto un bastone diritto), donde il significato traslato di regola, prescrizione, forma, modello. Tra le diverse confessioni si trovano notevoli diversità sia sul modo d’intendere l’ispirazione della Bibbia sia sulle effettive liste dei libri considerati canonici. Si possono avere pertanto diversi canoni: -canone ebraico; -canone samaritano; -canone ortodosso; -canone cattolico; -canone protestante; -canone copto; -canone siriaco. A grandi linee, c’è una rilevante distinzione tra i vari canoni cristiani da un lato e quello ebraico dall’altro, che non accoglie i libri del Nuovo Testamento relativi a Gesù. Tra i vari canoni cristiani le distinzioni sono limitate ai libri dell’Antico Testamento, essendovi comune accordo sulla canonicità di tutti i libri del Nuovo Testamento. Circa i vangeli in particolare, la tradizione cristiana non ha mai avuto dubbi nel considerare canonici i soli Matteo, Marco, Luca, Giovanni.
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ra il II secolo a.C. e il I d.C. il Giudaismo produsse una letteratura immensa, oggi conosciuta come apocalittica. Per comprendere i motivi del Genesi di quest’immensa produzione letteraria bisogna tenere presente che, in quel periodo, il Giudaismo era politicamente sconfitto, soggetto prima ai regni ellenistici e poi all’impero romano; inoltre, il profetismo era cessato (Malachia è uno degli ultimi profeti che ci ha lasciato il suo testo di predizioni) ed era nato il mito negativo dei Cieli chiusi: lo Spirito Santo, cioè, non era più disceso su nessun capo o profeta in Israele dopo il ritorno definitivo dall’esilio. E, secondo la credenza comune, senza Spirito santo per Israele non esisteva più la possibilità di una storia; teoricamente, Israele non esisteva nemmeno più. È in questo contesto di pensiero che l’autore di 1 Maccabei, di fronte ai mali nazionali che seguirono la morte di Giuda Maccabeo, scrive (9, 27): «Infierì allora in Israele una tale oppressione che non se ne era verificata una simile dal giorno in cui non si erano più visti profeti». Si sperava naturalmente che i cieli si sarebbero aperti alla venuta del Messia, perché il nuovo e definitivo Profeta d’Israele potesse ricevere a sua volta lo Spirito Santo. Questo Profeta era variamente identificato. Alcuni vedevano in lui un Mosè redivivo, rifacendosi a queste parole a lui attribuite (Dt 18, 15): «Il Signore tuo Dio susciterà per te, in mezzo a te, fra i tuoi fratelli, un profeta pari a me; a lui darete ascolto». Altri invece lo rappresentavano con i tratti di Elia o di Enoc, essendo essi stati rapiti in Cielo prima della morte. Ad ogni modo, i pii giudei erano alla ricerca di nuovi modi e criteri per interpretare una storia che, da espressione della Provvidenza divina, si era improvvisamente trasformata - almeno in apparenza - in un cieco brancolare tra le tragedie ed i dolori di questo mondo. Ciò spiega l’abbandono definitivo dei generi letterari preesistenti (la storiografia deuteronomistica e cronachistica, la narrativa edificante, i trattati sapienziali) e la nascita di uno nuovo: quello apocalittico, appunto. Ogni Apocalisse si struttura su due rivelazioni fondamentali: -l’evocazione delle origini del mondo e dell’umanità; -la scoperta dei segreti riguardanti la fine del mondo. Secondo alcuni autori, allora, l’intera Bibbia cristiana altro non sarebbe che la maggiore di tutte le apocalissi: cominciando con il Genesi del mondo e terminando con l’Apocalisse di Giovanni, essa rientra infatti nello schema sopra mostrato. Ma allora anche il Vangelo di Matteo può aspirare al titolo di apocalisse, cominciando con le parole «Biblos genéseos» («Libro dell’origine» di Gesù Cristo), cioè con la genealogia di Gesù in seno ad Israele, e terminando con le parole:
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«Ecco, io sono con voi tutti i giorni, fino alla fine del mondo». Infatti, secondo questi esegeti, a partire dal II secolo a.C. alcuni movimenti giudaici, malgrado l’apparente «chiusura dei cieli» e la situazione di fallimento nazionale che essa comportava, tentarono di salvaguardare almeno certi segni che permettessero di mantenere viva la storia patria di Israele; e tra questi segni vi erano il Libro sacro e la dottrina dell’ispirazione divina del suo Autore. L’apocalittica è figlia del profetismo, eppure è diversa da essa: nei libri dei Profeti Maggiori si incontrano già dei veri e propri testi apocalittici: Isaia 24-28 e 34-35 (la cosiddetta Grande e Piccola Apocalisse di Isaia), Ezechiele 38-39, Zaccaria 9-14, Daniele 7-12. A proposito di quest’ultimo, ecco cosa scrive lo storico ebraico Giuseppe Flavio (Antichità Giudaiche X, 266-267): «Tutti i libri che egli ha infatti composto e lasciato sono ancor oggi letti da noi, ed in essi attingiamo la convinzione che Daniele conversasse con Dio. Egli non si limitava ad annunciare gli avvenimenti futuri, come facevano gli altri profeti, ma determinò anche l’epoca in cui si sarebbero verificati». Daniele è considerato da Giuseppe Flavio più che un profeta, perché lasciò nella Scrittura quella che le generazioni seguenti leggendo trasformeranno in posterità vivente. Con l’apocalittica si operò dunque il passaggio dal profeta che parla al profeta che scrive, dall’era dell’oracolo all’era del libro (nasce da qui, nel giudaismo, il concetto dell’ispirazione della scrittura che in seguito il cristianesimo riprenderà ampiamente). Lo scrittore apocalittico è sì un profeta, ma non più per il fatto di pronunciare delle profezie, ma per il fatto di esprimere in uno o più libri le sue visioni e i segreti che esse rivelano sulle origini del mondo e sulla sua fine. L’Apocalisse di Giovanni, l’opera che chiude la Bibbia cristiana, si rivolge precisamente al «lettore di queste parole profetiche» (1, 3). Le fasi dell’apocalittica
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ssodato che l’apocalittica è nata e si è sviluppata parallelamente all’esperienza che Israele fece della perdita irreversibile della sua vocazione nazionale, siccome per gli Ebrei di Palestina i criteri della speranza erano da secoli uniti alle rivendicazioni politiche, ne consegue che questo genere fiorì maggiormente nei periodi in cui gli Ebrei percepirono che le loro rivendicazioni politiche erano soffocate dalla grande potenza di turno (le famose quattro bestie del libro di Daniele). E così, nella storia dell’apocalittica si possono distinguere almeno tre fasi: La prima inizia con la rivolta dei Maccabei contro l’ellenizzazione forzata della Palestina da parte del re di Siria Antioco IV Epifane (167 a.C.). Proprio in questo periodo vedono la luce le prime grandi apocalissi, a partire ovviamente dal libro di Daniele. Un secondo periodo di grande fioritura per questa letteratura corrisponde all’inizio della dominazione romana, visto che la presa di Gerusalemme da parte di Pompeo Magno nel 63 a.C. e la conseguente profanazione del Tempio segnarono profondamente la coscienza del popolo giudaico.
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Il terzo periodo è contemporaneo alle violente quanto inutili ribellioni dei Giudei contro l’occupazione romana. La distruzione del Tempio del 70 d.C. e 1’annientamento definitivo della nazione giudaica dopo la sconfitta di Bar Kochbà nel 135 d.C. influenzarono in larga misura la produzione apocalittica. Tuttavia questa produzione non rappresenta certo il palliativo religioso, quasi lo zuccherino per consolare i lettori di una situazione sociale e politica ormai compromessa per sempre; anzi, si tratta di un genere letterario nel vero senso della parola, in quanto era la società ebraica in quanto tale, e non più la nazione o lo Stato d’Israele, che tentava senza armi, per sola via intellettuale, di manifestare che la sua reale esistenza storica non era affatto venuta meno: malgrado la realtà dei cieli chiusi, insomma, la storia era comunque possibile. Ad esempio, proprio nell’humus apocalittico giudaico è nato il concetto di risurrezione, che nel cristianesimo conoscerà la fortuna letteraria e dogmatica che sappiamo. Caratteri dell’apocalittica
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ella misura in cui rappresenta una produzione biblica originale (nel senso che anche all’intera Bibbia si può guardare come ad un’Apocalisse), l’apocalittica si impone come scienza della storia. La storia concepita dal popolo ebraico infatti non è solo una serie di avvenimenti: è un tutto unico, un processo unitario che comincia con Adamo e con la nascita del mondo dal caos primordiale, e trova la sua fine in un atto decisivo che riconduce il mondo al suo inizio. In questo troviamo una concezione mitica del tempo: l’inizio e la fine si raggiungono per confondersi in un luogo ipotetico, mitico per l’appunto.
Da qui nasce una delle più famose caratteristiche dell’Apocalittica, sia giudaica che cristiana: l’opposizione tra questo mondo presente (ho aion outos) e il mondo che viene (ho aion mellon); naturalmente la morte del mondo presente rappresenta la condizione dell’apparire di un sospirato mondo che viene, e questa dinamica assicura l’evoluzione del cosmo e della storia. Tutto questo costituisce ciò che noi chiamiamo l’escatologia (dal greco eschata, «cose ultime»), cioè tutto quanto si riferisce agli «avvenimenti ultimi» dell’umanità e dell’intero universo; già per i Profeti scrittori d’Israele, come si è visto, essi coincideranno con l’instaurazione finale del Regno di Dio. Per giungere a questa teorizzazione della storia, gli autori apocalittici hanno integrato nella loro opera tutto un bagaglio culturale venuto dalla Grecia e soprattutto dall’Oriente. Nelle apocalissi si incontrano molte caratteristiche babilonesi, persiane e greche: il ruolo e l’importanza dell’angelologia e della demonologia sono, ad esempio, di chiara provenienza orientale. L’osmosi culturale tra l’Oriente e l’Occidente dopo la conquista di Alessandro Magno ha infatti riguardato in modo sensibile la Palestina, terra di passaggio tra l’Egitto e il Mediterraneo da un lato, e la Siria e le terre d’Oriente dall’altro. Alcuni hanno adirittura ipotizzato una specie di riimmersione nel mito dell’escatologia a israelitica dalla quale sarebbe sorta l’apocalittica; così per esempio si esprime S. B. Frost (Old Testament Apocalyptic. Its Origins and Growth): «Ciò che noi chiamiamo apocalittica è il prodotto della fusione del mito e dell’escatologia: possiamo infatti definire l’apocalittica come la mitologia dell’escatologia». Poiché una delle caratteristiche del mito è quella di essere del tutto a-storico, si può dire che il messaggio di Israele era a-mitico. Tuttavia, reintrodotto nella profezia, il mito ha una fun-
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zione eminentemente storica, partecipando all’elaborazione di una teoria della storia sempre ripensata dagli autori biblici. Tirando in ballo la parola mito, si potrebbe cadere nella tentazione di fare dell’apocalittica una letteratura marginale nell’ambito del giudaismo, un pò come è considerata oggigiorno la Fantasy di Tolkien o di Lewis: un mero sfoggio di fantasia e di creatività non supportata da alcun riferimento storico attendibile. I libri apocalittici sono in realtà profondamente giudaici, rappresentano in larga misura la produzione letteraria propriamente detta del giudaismo tra il II secolo a.C. e il I d.C., ed alcuni libri appartenenti a questo genere, come quello di Daniele, sono entrati assai presto nel canone delle Sacre Scritture. Del resto, il carattere giudaico delle opere apocalittiche è accentuato dall’esame delle loro affinità con la letteratura sapienziale di quel tempo (quello che oggi ci è noto come Libro della Sapienza è probabilmente il più tardo tra tutti i testi veterotestamentari) e con lo stesso studio della Torah, come rivela una sua esegesi approfondita. Il Libro-Testamento
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pesso e volentieri le apocalissi giudaiche hanno assunto la forma di un Testamento inteso come discorso d’addio di un patriarca o di un profeta. Dopotutto già la Genesi (47, 29 - 50, 14) contiene il celebre addio del patriarca Giacobbe al suoi figli; addirittura l’addio di Mosè ci è noto occupa un libro intero, il Deuteronomio. Soprattutto nella letteratura del tardo giudaismo, divenne abituale rappresentare le grandi figure di Israele che, prima della morte e della loro ascesa al cielo, si rivolgono ai familiari e al loro popolo. Questa abitudine confluì anche nel Nuovo Testamento; il famoso capitolo 13 del Vangelo di Marco, un testo chiaramente apocalittico nella forma e nei contenuti, vuole rappresentare una sorta di Testamento di Gesù: «Mentre era seduto sul monte degli Ulivi, di fronte al tempio, Pietro, Giacomo, Giovanni e Andrea lo interrogavano in disparte: Dicci: quando accadrà questo, e quale sarà il segno che tutte queste cose staranno per compiersi?. Gesù si mise a dire loro: Guardate che nessuno v’inganni! Molti verranno in mio nome, dicendo: Sono io, e inganneranno molti. E quando sentirete parlare di guerre, non allarmatevi; bisogna infatti che ciò avvenga, ma non sarà ancora la fine [...] In quei giorni, il sole si oscurerà e la luna non darà più il suo splendore; gli astri si metteranno a cadere dal cielo e le potenze che sono nei cieli saranno sconvolte. Allora vedranno il Figlio dell’uomo venire sulle nubi con grande potenza e gloria...» (Mc 13, 3-7 e 24-26). Numerosi tra i testi conosciuti del corpus delle apocalissi giudaiche ci sono pervenuti sotto il titolo Testamento di...,. È il caso del Testamento del dodici Patriarchi, di cui riparleremo. Ma anche tra gli apocrifi del Nuovo Testamento abbiamo il Testamento del Signore, di ispirazione giovannea, il cui stile è fortemente apocalittico con elementi esseni e gnostici. I naturali candidati a lasciare questi Testamenti erano i grandi personaggi dell’Antica Alleanza: patriarchi come Adamo, Eva, Enoc, Noè, Abramo, Giacobbe ed i suoi dodici figli; grandi profeti come Mosè, Elia, Geremia, Baruc; riformatori del culto come Esdra. Una cosa è certa: più questi personaggi erano antichi e ersi tra le nebbie della leggenda, più credibile era l’attribuzione pseudoepigrafica a loro di questi testi. E questo vale a maggior ragione per eventi straordinari e sovvertitori del ciclo naturale a loro attribuiti, come l’assunzione in Cielo.
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Il rapimento in cielo
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iccome si è detto che l’apocalittica è fiorita particolarmente in epoche in cui i cieli erano chiusi e le vicende politiche parevano convergere nel totale fallimento della storia politica di Israele come nazione, era necessario affermare l’ispirazione divina di questi libri, onde testimoniare la costante attenzione di JHWH per il suo popolo anche in momenti di così forte crisi. E così, in numerose apocalissi si è adottato lo stratagemma letterario del «rapimento in cielo» dei presunti autori. In pratica, essendo i cieli chiusi, lo Spirito santo non scendeva più, ma era l’autore a salire verso di lui per leggere, scrivere e narrare (o meglio ripensare) la storia presente e futura. Questo artificio è attinto da culture pagane, sia da quelle orientali che da quella greca; dove si ritrovano almeno tre concetti fondamentali presenti anche nelle apocalissi giudaiche: Il dio scriba. Infatti il dio babilonese Nabu, figlio di Marduk, per la festa dell’Anno Nuovo si insediava sul «podio del destino» dove era decisa la sorte dell’anno che iniziava. Scribi degli dèi erano anche l’egiziano Tot e il greco Ermes. I riti dionisiaci, dove la sacerdotessa poteva parlare solo dopo aver bevuto del vino che implicava la presenza stessa del dio, e nell’ebbrezza era in grado di profetare, così come nello stato di trance indotto artificialmente nei veggenti presso altre religioni, soprattutto sciamaniche. Il mito delle età successive del mondo, che si trova per la prima volta in Esiodo: il mondo ha attraversato varie età, passando da uno stato di quasi comunione con Dio (come nel biblico Eden) sino alla più completa corruzione del mondo presente, ormai vicino al tempo della sua completa dissoluzione. Questo disfacimento non significa però la morte cosmica, bensì la dolorosa ma necessaria condizione per l’instaurazione di un mondo nuovo senza dolore, né male, né morte. Questi caratteri appariranno particolarmente evidenti nel Quarto Libro di Esdra, del quale parleremo più avanti. Anche molti degli scritti degli Esseni ritrovati a Qumran possono però ben figurare nel catalogo di questo affascinante e complesso genere letterario.
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Alcuni testi apocalittici Libro di Enoch È un testo apocrifo di origine giudaica la cui redazione definitiva risale al I secolo a.C. Ci è pervenuto integralmente in una versione in lingua ge’ez (antica lingua dell’Etiopia), donde il nome Enoch etiope. Al patriarca antidiluviano Enoch, secondo il Genesi bisnonno di Noè, la tradizione ebraico-cristiana ha riferito tre distinti testi, nessuno dei quali accolti negli attuali canoni biblici ebraico o cristiano (fa eccezione 1 Enoch, accolto nella Bibbia della Chiesa Copta). Libri di Esdra La storia letteraria dei libri di Esdra è assai complicata. A seconda delle tradizioni religiose e dei rispettivi canoni può indicare 4 libri (l’asterisco indica che in quella tradizione il testo è considerato apocrifo, cioè non incluso nella Bibbia): Canone ebraico -
'( ארזעEsdras) incluye הימחנ (Nehemías)
-
Canone ortodosso
Canone cattolico
Canone protestante
Esdras greco * o 3 Esdras* 1 Esdras* (in epoca pre-Trento noto come 2 Esdras*) Esdras (in epoca pre-Trento 1 Έσδρας B' (2 Ésdras) (nelle attuali versioni della Esdras comprendente Esdra o Ezra Settanta incorpora Neemia) Neemia) Νεεμίας (Nehemías) Nehemías (attualmente o Έσδρας Γ' (3 Ésdras) raramente 2 Esdras. In epoca (nelle attuali versioni della pre-Trento incorporato con Neemia Settanta Neemia è Esdras in 1 Esdras) incorporato con Esdra nella dicitura Έσδρας B') 4 Esdras* o Apocalisse di 2 Esdra* Έσδρας Δ' * Esdras* (in epoca pre-Trento (raramente 4 noto come 3 Esdras*) Esdra*) Έσδρας A' (1 Ésdras)
Esdra greco Con la dicitura Esdra greco si intende un apocrifo dell’Antico Testamento. È conosciuto con altre diciture a seconda del periodo storico e delle confessioni religiose: 1 Esdra nella Settanta e nella tradizione protestante; 2 Esdra nella tradizione cattolica pre-Trento; 3 Esdra nella attuale tradizione cattolica post-Trento. Lo scritto è di paternità anonima. È stato redatto in greco in un periodo variamente datato tra gli studiosi tra il I secolo a.C. e il I secolo d.C. Gli eventi storici narrati, con diversi errori storici, sono paralleli ai libri di Esdra, Neemia, 2 Cronache. Dopo una riassuntiva parentesi circa la storia di Gerusalemme tra 609-538 a.C. descrive il ritorno a Gerusalemme dei Giudei deportati a Babilonia (538 a.C.) e la ricostruzione del cosiddetto secondo tempio (attorno al 515 a.C.).
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Apocalisse di Esdra L’Apocalisse di Esdra o 3 Esdra (dicitura cattolica pre-tridentina) o 4 Esdra (dicitura cattolica post-tridentina) o 2 Esdra (dicitura protestante) è un apocrifo dell’Antico Testamento, pseudoepigrafo di Esdra (V secolo a.C.) scritto in greco. La data di composizione è particolarmente controversa, ipotizzata prevalentemente al II secolo d.C. ma con proposte al IX secolo d.C. Di origine cristiana o giudaica con rielaborazione cristiana. Presenta richiami al Libro di Neemia e somiglianze con l’Apocalisse di Sedrach. Appartiene al genere apocalittico. All’interno dell’opera vengono descritte sette visioni che Esdra riceve durante l’esilio babilonese: quattro visioni vengono interpretate dall’angelo Uriele, e tre da Dio stesso. Inoltre, l’opera suddivide il tempo storico in tre momenti: l’eschaton, eone futuro ed eone eterno ed atemporale. Apocalisse di Baruc L’Apocalisse di Baruc o 2 Baruc o Apocalisse siriaca di Baruc è un apocrifo dell’Antico Testamento, pseudoepigrafo di Baruc segretario di Geremia durante l’esilio di Babilonia (VI secolo a.C.), databile alla fine del I secolo d.C. Scritto su un prototesto semitico perduto, ci è pervenuto in siriaco, greco e paleoslavo. È di origine giudaica. Presente nella Peshitta, è accolto nel canone della Bibbia siriaca. Appartiene al genere apocalittico. Vita di Adamo ed Eva La Vita di Adamo ed Eva è un apocrifo dell’Antico Testamento pervenutoci in greco e in altre versioni, forse su prototesto ebraico di origine giudaica. Risale alla fine del I secolo d.C. In passato era chiamato anche Rivelazione di Mosè (o Apocalisse di Mosè), essendo tradizionalmente riferita a Mosè il Genesi. Apocalisse di Paolo (greca) L’Apocalisse di Paolo è un apocrifo del Nuovo Testamento scritto originariamente in greco verso la metà del III secolo e pervenutaci in numerose versioni. L’attribuzione pseudoepigrafa è all’apostolo Paolo. In alcuni manoscritti è titolata Visione di Paolo o Ascensione di Paolo. Non va confusa con un’altra Apocalisse di Paolo, anch’essa apocrifa, prodotta in ambiente gnostico e pervenutaci in copto. Apocalisse di Pietro (copta) L’Apocalisse copta di Pietro, anche nota come Apocalisse gnostica di Pietro, è un apocrifo del Nuovo Testamento di cui una versione in lingua copta (probabilmente traduzione di una versione originale in lingua greca) è stata ritrovata tra i codici di Nag Hammâdi, di attribuzione pseudoepigrafa all’apostolo Pietro. Non va confusa con un’altra Apocalisse di Pietro, in lingua greca, anch’essa apocrifa. Apocalisse di Tommaso L’Apocalisse di Tommaso o Visione di Tommaso è un apocrifo del Nuovo Testamento scritto in latino nel IV-V secolo in ambiente manicheo. L’attribuzione pseudoepigrafa è all’apostolo Tommaso. Ci è pervenuta in due versioni latine, chiamate lunga (IX secolo) e corta (XI-XII secolo). Descrive la fine del mondo riprendendo ampiamente la canonica Apocalisse di Giovanni.
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Fernando Klein, Ph.D.
NOTIZIA dell’Autore
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RELATED PROFESSIONAL EXPERIENCE - Esperienze professionali Director of the Religion Studies for the Religion Studies Society in Río de la Plata (2002 – Present). Director of Social and Cultural Area of the Non Governmental Organization, Centre of Social Researching (2000 – Present). PROFESSIONAL ASSOCIATIONS - Associazioni professionali American Anthropological Association (AAA) European Association of Social Anthropologists (EASA) International Sociological Association (ISA) REFERENCES - Referenze Renzo Pi Ugarte. Profesor, Former Director of Anthropology Department. University of the Republic. College of Humanities. Tel. 598-2 - 481-29-65. Montevideo. Uruguay. Prof. Daniel Vidart. Profesor, Former Director of Anthropology Department. University of the Republic. College of Humanities. Tel. 598-2 - 481-29-65. Montevideo. Uruguay. Tel. 7099170. Dr. Jordi Juan i Tresserras Coordinador dels Cursos de Postgrau en Gestió Cultural (Coordinator of the postgraduate courses in Cultural Projects). University of Barcelona. Spain. Tel: (+34) 93.403.44.27. E-mail: juan@trivium.gh.ub.es Dr. Lluís Bonet i Agustí. Departament of Political Economy, Economics Sciences College. University of Barcelona. Spain. Tel. +34.93.4021817; fax. +34.93.4021813 E-Mail: lbonet@eco.ub.es
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Fernando Klein
E-book Collection Collana E-book 1- Elio Mercuri, Muliere, La forma che deve venire. 2011 2- Claudio Mazzenga, Muliere, In-finito attuale. 2011 3- Carmine Mario Muliere, 1. Progetto d’arte per la tua casa. 2011 4- Walter Mauro – Elena Clementelli, La trappola e la nudità - Intellettuale e potere. 2011 5- Pirofilo, Utilizzatore A-B-C, ovvero, La lampada di Aladino. 2011 6- Claudio Mazzenga, Arte & Scienza. 2011 7- Collegamentiatemporali - Scritti 1971–1996. Carmine Mario Muliere, 2011 8- Fernando Klein, Apocalipsis apócrifos - Apocalissi apocrife. Spagnolo-Italiano, traduzione Marcela Cadimar. 2012
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EQUIPèCO
Carmine Mario Muliere Editore