Domingo 10º t o ciclo c

Page 1


La misericordia en acción AMBIENTACIÓN Después del milagro por el que Jesús curó al criado del centurión romano, hoy hace otro más admirable aún, resucitando al hijo de la viuda de Naím. El tema está ya figurado en el episodio del profeta Elías, que resucita a otro niño, hijo también de una viuda. Este puede ser el hilo conductor de la celebración: el poder de Cristo sobre la muerte.

1. PREPARÉMONOS: INVOQUEMOS AL ESPÍRITU SANTO Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren... Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros


que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Amén. 2. LEÁMOS la Palabra: ¿QUÉ DICE el texto? 1Re. 17,17-24: «Tu hijo está vivo» De parte de Elías, se trata de decir a los cananeos que la vida viene de Dios, que no la regalan los ídolos, los baales. En el nombre de Dios, Elías, devuelve la vida al hijo de su anfitriona. Así es totalmente reconocido como hombre de Dios y sus palabras y predicación se hacen plenamente creíbles. Nadie realiza buenas obras extraordinarias a no ser que Dios esté con él. La reanimación del hijo de la hospitalaria viuda de Sarepta es un hecho del ciclo de Elías que contiene toda una variedad de mensajes: manifiesta que «eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad»; en este sentido, el milagro de Elías prepara directamente la revelación de Jesús como «gran Profeta» y como que «Dios ha visitado a su pueblo» (cfr. evangelio). Manifiesta también la gratuidad de Dios: la mujer había recibido a Elías, con un acto de generosidad, y Elías intercede por ella para que no se vea privada de algo más importante que la comida: la presencia de su único hijo. Pero la palabra de Elías no tiene la fuerza de la Palabra de Jesús. Invoca y muestra la obra de Dios, pero no manda imperiosamente al muerto que vuelva a la vida.

Sal. 30(29): «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado» Son muchísimas y frecuentes las manifestaciones de la bondad y misericordia de Dios que, diariamente, sale a nuestro encuentro para darnos vida. Esta certeza de al permanente bondad de Dios nos hace reaccionar y expresar nuestra alabanza en acción de gracias. Es lo que expresamos con el salmo: «te ensalzaré, Señor... sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa... cambiaste mi luto en danzas». Tenemos razón también nosotros, sobre todo sabiendo que Cristo hace milagros aún mayores, de ir repitiendo con la antífona del salmo: «te ensalzaré, Señor, porque me has librado». Las palabras del enfermo librado «del abismo» nos hablan espontáneamente de Jesucristo, el Señor de la vida y de la muerte, el primer resucitado de entre los muertos con vida para siempre. En comunión con él, todos los cristianos nos apropiamos estas palabras de acción de gracias.


Gál. 1,11-19: «Se dignó revelar en mí a su Hijo, para que yo lo anunciara a los gentiles» Un versículo de la Carta de San Pablo a los Gálatas es particularmente importante. Comunica una buena descripción de lo que es el apostolado: «El que me escogió antes de mi nacimiento y me llamó por su gracia». El apostolado, por consiguiente, es una llamada personal de Dios. «Decidió revelarme a su Hijo»: el apostolado surge de un encuentro con Cristo. «Para que comunicara entre los gentiles la buena nueva concerniente a El»: el apóstol es un enviado de Dios. Pablo se yergue como los profetas del Antiguo Testamento. Y lanza sus maldiciones contra esos perturbadores disfrazados, los judaizantes. Estos no soportaban que se admitiera a los gentiles en la Iglesia sin exigirles la pesada praxis del judaísmo. Acusaban a Pablo de adulador, de aprovechado, de acomodaticio, pues intentaba hacer rápidamente adeptos entre los paganos, (1 Ts 2,4), (2 Co 3,1). En su Carta a los Gálatas Pablo desarrolla la tesis -fundamental en su teología- de que para la salvación basta la fe en Cristo y no hay que exigir además las «obras de la ley» de Moisés. Para fundamentar su tesis afirma claramente que el evangelio anunciado por él «no es de origen humano, sino revelación de Jesucristo». La experiencia, misteriosa y maravillosa, de su encuentro con Cristo Resucitado fue decisiva para que el Apóstol conociera el misterio «escondido durante siglos y ahora revelado»: que también los paganos están llamados a la salvación. Ante las acusaciones falsas de los «judaizantes» (eran cristianos de origen judío que querían obligar a los paganos convertidos a primero «hacerse judíos» si querían ser admitidos a la fe cristiana), Pablo defiende que su vocación apostólica es auténtica porque lo llamó Jesucristo, «por su gracia, desde el seno de mi madre» y le dio la misión de ser su Apóstol ante los gentiles, es decir, los paganos. Se cuida también de recordar que confrontó su postura con la de Pedro y Santiago, en su visita a Jerusalén.

Lc. 7,11-17: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN AN LUCAS R/ Gloria a Ti, Señor. 11

A continuación se fue a una ciudad llamada Naín. Iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. 12 Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; la acompañaba mucha gente de la ciudad. 13 Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le


dijo: «No llores.» 14 Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: «Joven, a ti te digo: Levántate». 15 El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre.16 El temor se apoderó de todos y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». 17 Y lo que se decía de él se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina. Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor Jesús. RE-LEAMOS EL TEXTO PARA NTERIORIZARLO a) Contexto: Lc. 6 - 7 El evangelio de hoy presenta el episodio de la resurrección del hijo de la viuda de Naín. El contexto literario del VII capítulo de Lucas nos ayuda a comprender este episodio. Elegidos los apóstoles, Jesús proclama en el sermón de la llanura las bienaventuranzas según la tradición de Lucas (Lc. 6, 12-26). Allí Jesús ha proclamado: «Dichosos ustedes, los que ahora lloran, porque reirán» (Lc. 6, 21). El evangelista quiere demostrar que Jesús abre el camino, revelando la novedad de Dios que nos viene presentada en el anuncio de la Buena Noticia. Sucede así la transformación y la apertura: Jesús crea una «comunidad» con una ley y unas actitudes propias: el amor incluso al enemigo, la sinceridad, los buenos frutos que el discípulo y la comunidad deben producir. Comunidad edificada en la roca que es el Señor. ¿Quiénes la integran? Todos. Los paganos: Jesús acoge la petición de un extranjero no judío y sana al siervo ede ese oficial romano (Lc. 7, 1-10) y luego Israel: Jesús y resucita al hijo de una viuda; ese joven judío es figura del pueblo elegido (Lc. 7, 11-17). El modo en que Jesús revela el Reino sorprende a los hermanos judíos que no estaban habituados a tanta apertura. Incluso Juan Bautista se muestra sorprendido y ordena que le pregunten: «¿Eres tú aquel que debe venir o debemos esperar a otro?» (Lc 7,18-30). Jesús denuncia la incoherencia de sus contemporáneos: «Es semejante a los niños que, sentados en la plaza, gritan unos a otros así: Les hemos tocado la flauta y no han bailado, les hemos cantado un lamento y no han llorado!» (Lc. 7,31-35). Y, por último, la apertura de Jesús hacia las mujeres (Lc 7, 36-50).

b) Orgnización del texto: vv 11-12: v. 13: vv. 14-15: vv. 16-17:

Dos cortejos que se encuentran Entra en acción la misericordia «Joven, yo te lo ordeno: ¡levántate!» Las repercusiones


c) Comentario: vv 11-12: Dos cortejos que se encuentran «Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba». Jesús:«se fue» (v. 11) al pueblo. No lo han llamado. El viene al encuentro de la muerte. Ha anunciado que las lágrimas del pobre se enjugarán. Hace visible su palabra. En un lugar desconocido, solamente citado aquí, vivían una mujer viuda y su hijo único. Esta viuda representa en primer plano una mujer desprotegida. En una cultura donde la mujer depende del varón en su subsistencia, esta mujer no sólo ha perdido a su esposo sino incluso a su hijo varón. Es la desprotegida. A todo lo largo de la Biblia las viudas, los huérfanos y los forasteros son los miembros de la sociedad más vulnerables. Dios se vuelve garante de ellos: defiende sus derechos, los derechos de los pobres (Dt. 24, 17; 27, 19; Prov. 15, 25; Jr. 5, 28; Lc. 18, 1-8...). En AT se leen dos pasajes parecidos: 1 R 17, 17-24: Elías y la viuda de Sarepta; 2 R 4, 8-37: Eliseo y la sunamita. Observar que allí la vivificación de los niños es laboriosa. Aquí el milagro es obrado por la sola palabra de Jesús. Pero además la imagen de la viuda sirvió para designar al Pueblo elegido en momentos de desolación. Cuando la destrucción del templo, de Jerusalén y la deportación, en el siglo VI a. C., el autor de la Lamentaciones canta esta amargura (Lm. 1, 1-22, s.t. vv 1. 20. 21). Pero esta viuda es consolada y defendida por Dios: Jr. 51, 2-5. 10... La imagen de la viuda cae muy bien cuando viene Jesús, el Mesías esperado, a salvar y consolar. El hijo de la viuda de Nain simboliza ese pueblo dolorido, oprimido, muerto que necesita vida y salvación y la encuentra en Jesús. El realiza la salvación anunciada en Jr. 51, 10. Lucas es como un pintor. Con pocas palabras es capaz de pintar un hermoso cuadro sobre el encuentro de dos multitudes o procesiones: la procesión de la muerte que sale de la ciudad y acompaña a la viuda que lleva su hijo único hacia el cementerio; la procesión de la vida que entra en la ciudad y acompaña a Jesús. Las dos se encuentran en la pequeña plaza junto a la puerta de la ciudad de Naín.

Dos procesiones: El texto, bien construido, nos muestra dos procesiones que se encuentran: - v. 11: Una procesión llega al pueblo: Jesús acompañado por sus discípulos y por mucha gente: es el nuevo Israel congregado en torno a Jesús. Es la procesión de la vida y del gozo. Sin Jesús sería tan desvalida como la otra. Con Jesús lleva vida y felicidad.


- v. 12: Del pueblo sale una procesión de muerte que acompaña a la viuda para consumar lo definitivo de la muerte: la sepultura. Es el llanto y la desesperanza. El difunto sale del pueblo, abandona la comunidad. La gente, impotente, lo lleva al sepulcro.

v.13: Entra en acción la misericordia «Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores». Entra en escena la acción salvadora: es el punto de quiebre de la narración, cuando las situaciones se invierten. El llanto se torna gozo, la muerte se cambia en vida. Lo obra Jesús. El toma la iniciativa, trae la salvación:

- Primero, ve la viuda con amor entrañable . Esa mirada compasiva de Jesús que descubre la miseria y la necesidad de salvación y lo lleva a actuar. «Compadecido»: no traduce la fuerza del griego: «esplagjnisthe» (ἐσπλαγχνίσθη, del verbo σπλαγχνίζομαι): más que «compadecido», es conmovido hasta la entrañas: revela el amor tierno de Dios, maternal (cfr. Is. 49, 15; 63, 7. 15; Am. 1, 11; Sal. 40, 12; Sal. 103, 13; Lc. 1, 78; Flm. 7. 12. 20). Es la misericordia que mueve a Jesús a hablar y a actuar. Compasión significa literalmente «sufrir con», asumir el dolor de la otra persona, identificarse con ella, sentir con ella el dolor. Es la misericordia que pone en acción en Jesús el poder, el poder de la vida sobre la muerte, el poder creador. «No llores» más: antes del milagro, Jes'us pide confianza en él. Primero cambia el corazón. Cuando llega Jesús ya no debe haber lágrimas. El es el gozo

vv. 14-15: «¡Joven, a tí te digo: levántate!» Desafiando las prescripciones legales que declaraban impuro al que tocara un cadáver (cfr. Nm 19, 11-16) Jesús, que trae el mundo nuevo, el de la salvación no por la ley sino por él, toca el féretro. El es la vida que no puede ser impedida por la muerte (cfr. Mc. 3, 4). La procesión de muerte se detiene, es decir, se detiene la muerte. A veces, en situaciones de gran dolor causado por la muerte de un ser querido, la gente dice: «En el tiempo de Jesús, cuando Jesús vivía en esta tierra, había esperanza de no perder a una persona querida porque Jesús podía resucitarla». Estas personas consideran el episodio de la resurrección del hijo de la viuda de Naín como un suceso del pasado que suscita nostalgia y también cierta envidia. La intención del evangelio no es, sin embargo, la de suscitar nostalgia o envidia, sino que nos ayude a experimentar mejor la presencia viva de Jesús en medio de nosotros. Es el mismo Jesús, capaz de vencer la muerte y el dolor de la muerte, que continúa estando vivo en medio de nosotros. Él sigue estando con


nosotros hoy y , ante los problemas del dolor que nos matan, nos dice: «A tí te digo: levántate» (ἐγέρθητι = eguertheti, del verbo ἐγείρω, que significa «levantarse, resucitar»): lenguaje de resurrección. Anuncia la resurrección de Jesús de la cual toda resurrección depende como de su fuente. «Eguertheti», en la gramática griega, es imperativo aoristo pasivo: indica que el joven no se levanta por sí mismo. Es hecho levantar por el poder de Jesús...

v. 15: «El muerto se in corporó...» La Palabra de Jesús, palabra de vida, eficaz. Hace lo que impera. Semejante al poder creador del primer día. No una palabra vaga, imprecisa. Jesús apostrofa al difunto, conocido, identificable: «Joven, a ti te digo...». La acción salvadora es siempre personal. «Y se puso a hablar»: Hablar, signo de salud física y espiritual. Rehecho, renovadoInica que empezó a vivir. Jesús «se lo dió a su madre»: 1 R 17, 23, recuerda el gesto de Elías (cfr. 1Re.17,23). Con esa acción Jesús devuelve la vida al joven y también a la madre. Jesús la consuela: cambia su suerte, sus lágrimas, su desvalimiento.

vv. 16-17: Las repercusiones «El temor se apoderó de todos y y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo» (v. 16). Quiere decir que se sienten en presencia de lo sagrado, viven la experiencia cercana y personal de Dios. Y «glorificaban» a Dios: es el reconocimiento de la gloria de Dios que se hace presente en esta acción salvadora. «Dios ha visitado a su pueblo»: Recuerda las visitas salvadoras de Dios (cfr. Ex 4, 31; Lc 1, 39-45. 68). Observemos bien cómo la salvación desborda el caso de la viuda: es el Pueblo («todos») el que se siente visitado,.salvado. La viuda es figura del Pueblo necesitado de salvación (cfr. Mc 6, 34) y de vida. «Y lo que se decía de él se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina» (v. 17). Es la tercera reacción ante el hecho: propagarlo... «Evangelizar»: el hecho es buena nueva, que se debe anunciar. Ha llegado el salvador. Evangelizar es transformar, cambiar una situación desesperada por una llena de esperanza. Cambiar muerte por vida. El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea (Jesús está en Galilea) y en toda la región vecina. Es el profeta anunciado por Moisés (Dt. 18,15). El Dios que viene a visitarnos es el «Padre de los huérfanos y protector de las viudas» (Sal. 68,6; cfr. Jdt. 9,11)


3. MEDITEMOS: ¿QUÉ NOS DICE la Palabra? Jesús, fuente de vida Jesús no realizó el milagro de resucitar a la gente muy a menudo. El Evangelio de hoy es una de esas raras ocasiones. ¿Qué podemos aprender de este relato, además del hecho que por esta clase de milagros Jesús confirmaba su divina misión y daba la felicidad a una pobre viuda? Al devolver la vida a un muchacho muerto, Jesús está mostrando que él es fuente de vida, que vino para traer a la gente toda forma de vida: «vine para traer vida en abundancia». Dios es vida. El destino del hombre es vivir, crecer en la vida verdadera, aun más allá de la muerte. Por eso «la gloria de Dios es la vida del hombre», y el pecado es siempre una forma de muerte.

Signo de la resurrección de Jesús A la presentación de Jesús como profeta (domingos 3º,4º, y 5º) siguió la lectura del mensaje profético de Jesús (domingos 6º, 7º, y 8º), y ahora le sigue la presentación de tres gestos proféticos de Jesús: la curación del criado del centurión, signo de la universalidad de la salvación y de la fe (domingo 9º), la resurrección del hijo de la viuda de Naín, signo de la resurrección de Jesús (Domingo 10º), y el perdón de la pecadora, signo de la misericordia de Dios, revelada en Jesucristo (domingo 11º). En el interior de estos signos de Jesús se destacan también unas actitudes humanas: la fe en Cristo, el reconocimiento de su divinidad, el amor desbordante. Centrándonos en la perícopa de este domingo 10, hay que tener en cuenta que se trata -como ya lo anotamos- de una narración exclusiva de Lucas y vinculada muy íntimamente al tema fundamental de Cristo como nuevo Elias (como queda reflejado en el leccionario con la elección de la primera lectura).

Cristo nos levanta El Dios encarnado, Jesús, ha querido dar sentido a todas las realidades humanas, a la muerte misma, la inexplicable en ocasiones, como la muerte del hijo joven, único afecto y sostén de una viuda. Sólo en Jesús podemos encontrar explicación. El se constituye en consuelo y en resurrección. El que viene a decirnos que el fin del hombre no es la muerte, ni el sepulcro, sino la vida en él, «levantados», resucitados como él, unidos al cortejo de la vida, al cual se une la madre y todos los que lloran. Es la única procesión a la que está llamada a participar el fiel. El interrogante principal no es si efectivamente Jesús resucitó a este difunto. Lo que nos debe


interrogar es nuestra esperanza en la vida que trae Jesús. Recibida en el bautismo, está llamada a tornarse eterna. Nacer y morir son actos individuales pero se viven en comunidad. A partir de Jesús la vida recibida en el bautismo se abre a un horizonte ilímite.

Creer en Jesucristo es lo que cuenta Fue una cuestión controvertida la necesidad o no de pasar por el judaísmo para poder ser considerado cristiano. La decisión del Espíritu y de los Apóstoles fue clara: ¡no es necesario! La carta a los Gálatas es la explicación personal que da el Apóstol de este drama que El vivió con tanta intensidad, como centro de la contradicción de los judíos. El texto que leemos hoy es una vigorosa síntesis de su autobiografía, en la que destaca el protagonismo de Jesucristo y de su iniciativa para con Pablo. ¡Nada, pues, de una invención particular en el ministerio de San Pablo! Incluso el contacto con Pedro -Kefas- fue asegurado, muy pronto, como muestra de que no se puede pertenecer a la Iglesia de Jesucristo si se prescinde de los Apóstoles escogidos por Cristo.

4. OREMOS: ¿QUÉ LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS? Es verdaderamente maravilloso, Señor, que podamos estar reunidos, a pesar de nuestras penas y miserias. Tú nos haces dignos de servirte y nos haces capaces de glorificarte convirtiéndonos en una comunidad esperanzada, que, como la madre del joven difunto de Naín, sufre y espera en medio de sus lágrimas. Enviaste a tu Hijo para que los «ciegos vean, los cojos anden, los leprosos queden limpios, los muertos resuciten y la Buena Nueva sea anunciada a los pobres». Como Elías le dio de comer a la viuda de Sarepta y le revivió a su hijo, así Jesús, el verdadero profeta, comparte el sufrimiento de la humanidad doliente y le da un Espíritu nuevo para que todos los «nacidos de mujer» tengan el camino abierto a la resurrección. Amén.


5. CONTEMPLEMOS la Palabra y COMPROMETÁMONOS: ¿QUÉ NOS PIDE HACER la Palabra? Alabamos y bendecimos a Jesús que llega hoy donde nosotros. Naim está en todas partes donde el hombre, nosotros, necesitamos la vida. Lo adoramos por venir a nuestro encuentro aun antes de que lo llamemos. Que nuestra propia necesidad sea la voz de nuestra oración. Oigamos la voz poderosa de Jesús que nos llama a la vida. Somos el pueblo angustiado que necesita ser liberado. Alabemos a Dios, su gloria, por sus acciones salvadoras con nosotros y en el mundo. En silencio disfrutemos de la acción de Jesús que hoy y tantas veces nos ha llamado a vivir en su amor. Unámonos a la Iglesia que llora y suplica vida para sus hijos. Que se nos dé acompañar a todos los que sufren, marchar en procesión con ellos, pero llenos de esperanza. Que podamos prolongar la acción de Jesús con alguien que llora y espera. Que proclamemos la acciones maravillosas de Jesús.

Relación con la Eucaristía El evangelio de hoy nos hace caer en la cuenta de una realidad más profunda en el concepto de fiesta aplicado a la misa: en ella y por ella -por la Eucaristía- el Señor que resucitó al hijo de la viuda de Naín vuelve a darnos continuamente la seguridad de su palabra decisivamente consoladora: la muerte ha sido vencida y nosotros, participando de su cuerpo y de su sangre, recibimos la prenda de la vida eterna. «¡A ustedes les lo digo, levántense!». La Eucaristía es fiesta porque en ella celebramos que, en Jesús, se ha inaugurado la seguridad de que «se enjugarán todas las lágrimas de nuestros ojos» (Plegaria Eucarística III), porque este mundo presente, que nos conduce al sepulcro, ha sido detenido, y no puede dejar de obedecer a la poderosa palabra de la Vida

Algunas preguntas para meditar durante a semana: 1. Fue la misericordia lo que llevó a Jesús a resucitar el hijo de la viuda. El sufrimiento de los demás. ¿Produce en nosotros la misma compasión? 2. ¿Qué hago para ayudar al otro a vencer el dolor y crear vida nueva? 3. Dios visitó a su pueblo. ¿Percibo las muchas visitas de Dios en mi vida y en la vida de la gente? 4. ¿Concibo el cristianismo primeramente como vida? 5. Piensa en los actuales peligros de la vida en nuestra sociedad en el sentido material y espiritual. 6. ¿Percibo las numerosas visitas de Dios en mi vida y en la vida de la gente?

Carlos Pabón Cárdenaas, CJM. Libro virtual: O:



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.