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La verdad en tiempo de crisis

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En tiempo de lucha

En tiempo de lucha

MIÉRCOLES, 7 DE DICIEMBRE, 2022

Por Radu Ionita

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“¿Qué es la verdad?” (Juan 18:38). El pretor romano dedujo que el prisionero que tenía delante sabía la respuesta. Sin embargo, y lamentablemente, no se molestó en esperar esa respuesta. ¡Qué pérdida, una pérdida terrible,… el no saberlo! Podría haberlo sabido. La Verdad personificada estaba allí delante de él, pero Poncio Pilato no se esforzó en obtenerla. ¿Y nosotros? “Y no sabes…” (Apocalipsis 3:17), lo que el Testigo Verdadero nos dice hoy a cada uno de nosotros.

Lo peor para Pilato fue que no sabía que estaba en la crisis de su vida. Pensó que Jesús estaba en peligro, no él. Creyó que él era el juez, ¡que estaba bien! ¡Qué enorme engaño! Esa actitud, probablemente, le costó la vida eterna. En esas pocas horas decidió su destino eterno.

Allí mismo, de pie en su presencia, cubierto con la humilde apariencia de un prisionero estaba “el Camino, y la Verdad, y la Vida” (Juan 14:6). Parecía un cautivo, pero era el Libertador. “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4). Pero Pilato lo perdió por completo. No lo sabía…

¿Qué habrías hecho tú en esa situación? ¿Habrías buscado y seguido la verdad a toda costa?

Por cierto, ¿estás en crisis ahora mismo? ¿Lo estoy yo? ¿Y si sin saberlo, como Pilato, asumimos que otra persona es la que puede estar en peligro? A todos nosotros, el Señor puede estar diciéndonos: “¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos” (Lucas 19:42).

¡Hoy debemos saberlo, mis queridos hermanos! ¡Mañana podría ser demasiado tarde! Necesitamos conocer la verdad que nos hará libres. (Juan 8:32.)

LA MAYOR CRISIS—DELANTE NUESTRO

“Los gobernantes y estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y autoridad, los hombres y mujeres que piensan, de toda clase social… reconocen que está por ocurrir algo grande y decisivo, que el mundo está al borde de una crisis estupenda.” 1

“El conflicto que está por sobrecogernos será el más terrible que se haya presenciado jamás.” 2

“El ‘tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente’ se iniciará pronto; y para entonces necesitaremos tener una experiencia que hoy por hoy no poseemos y que muchos no pueden lograr debido a su indolencia. Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan grandes como uno se los había imaginado; pero este no es el caso respecto de la crisis que nos espera. La imaginación más fecunda no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba. En aquel tiempo de tribulación, cada alma deberá sostenerse por sí sola ante Dios.” 3

La buena noticia es que Dios prometió y pagó nuestra salvación: “¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado” (Jeremías 30:7). Así como Jacob prevaleció frente a esa terrible angustia, ¡también nosotros debemos prevalecer!

“Jacob prevaleció porque fue perseverante y resuelto. Su victoria es prueba evidente del poder de la oración importuna. Todos los que se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él, y que sean tan sinceros como él lo fue, tendrán tan buen éxito como él.” 4

Aunque Dios hizo una amplia provisión para nuestra salvación y pagó un precio infinito por ella, no todos sus hijos serán salvados. ¿Qué hay de ti? ¿Y de mí?

“Los que no están dispuestos a negarse a sí mismos, a luchar desesperadamente ante Dios y a orar mucho y con empeño para obtener su bendición, no lo conseguirán. ¡Cuán pocos cristianos saben lo que es luchar con Dios! ¡Cuán pocos son los que jamás suspiraron por Dios con ardor hasta tener como en tensión todas las facultades del alma! Cuando olas de indecible desesperación envuelven al suplicante, ¡cuán raro es verle atenerse con fe inquebrantable a las promesas de Dios!” 5

¡Una terrible advertencia! ¡Que el Señor nos ayude hoy a despertar y a prepararnos!

LA PRECIOSA VERDAD

La verdad es preciosa si la entendemos y la aceptamos. Nos trae vida, la vida de Dios, que nos ha sido dada gratuitamente a través del plan de salvación, “porque la vida fue manifestada… y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó” (1 Juan 1:2). Conocer la verdad nos sitúa en una posición privilegiada; nos permite ver el panorama completo, comprender las causas, proyectar los resultados, tomar las decisiones correctas y, al final, disfrutar de resultados agradables y deseables.

“¿Qué es la verdad?” Pilato lo preguntó hace 2.000 años, y hoy la pregunta es más pertinente que nunca. ¿Y si se hubiera tomado el tiempo de escuchar? Tal vez habría escuchado, como Nicodemo, una respuesta directa, impactante, pero que cambiaría su vida, ¡revelándole la salvación de su alma! Pero no lo hizo… ¡Ahora es nuestro momento! Preguntémonos: ¿Quiero realmente conocer la verdad sobre mí mismo, sobre mi alma? Si realmente tenemos hambre de la verdad, seremos satisfechos; significará más para nosotros que el conocimiento correcto sobre las cosas o los principios involucrados. La verdad es la preciosa Persona de Jesús, el Hijo de Dios e Hijo del hombre. Él no sólo tiene la verdad sobre todo, sino que él ES la Verdad. Y aún más, si lo aceptamos, él es el Evangelio, él es la solución para cualquier crisis, él es la Salvación, ofreciéndose a nosotros: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6).

LA MENTIRA

Desde la época del árbol de la ciencia del bien y del mal, el engaño se ha entrelazado con la verdad. Lo que ayer se tildaba de “noticias falsas” mañana puede aparecer como “ciencia probada” y viceversa; “la verdad tropezó en la plaza” (Isaías 59:14).

Desde el principio de su rebelión, Satanás trajo la falsedad mezclada con algo de verdad. “Porque es mentiroso, y padre de mentira.” Miente descaradamente diciendo que Dios no castiga el pecado (Génesis 3:4) y dice “a gran voz” que el Señor no puede salvar. (2 Reyes 18.) Al aceptar sus engaños, la naturaleza humana se ha corrompido y se ha vuelto incompatible con la verdad.

Tenemos “ojos para ver y no ven” (Ezequiel 12:2). En tiempos de crisis, esta ceguera es aún mayor. En una crisis, estamos estresados y tendemos a reaccionar en lugar de actuar sabia y reflexivamente. Somos propensos a dejarnos engañar por nuestros temores y sentimientos que distorsionan la realidad. Sólo vemos “gigantes” y somos “nosotros, a nuestro parecer, como langostas” (Números 13:33). El estrés de la crisis acorta el tiempo necesario para la tranquila reflexión. Nos vemos empujados a resolver los asuntos rápidamente, a hacer las cosas ¡para escapar! Y en el proceso, la verdad puede perderse… Sólo al final, cuando nos calmamos y la crisis ha pasado, podemos discernir los errores y engaños, y ver la verdad con más claridad. A veces este escrutinio es doloroso y triste. Descubrimos que la verdad era diferente de lo que pensábamos y que hemos actuado de forma insensata. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9.)

Por lo tanto, no tenemos que buscar en nosotros mismos las soluciones a las crisis. ¡Debemos ir a la fuente de la verdad! Empezando por el principio, la primera verdad —la más importante— es:

¿QUIÉN ES DIOS?

Al principio, “el Dios de sus padres” llamado “YO SOY EL QUE SOY” (Éxodo 3:14) no era conocido por los israelitas. Pero en el Mar Rojo comenzaron a conocerlo. Ahora vieron el resultado del orgullo y la gloria de Egipto: los cadáveres de sus opresores, arrastrados por las olas a lo largo de la orilla. Vieron la Mano de Dios extinguiendo la tierra de Egipto debido a su obstinada oposición; habían visto la Columna de nube y de fuego, habían visto los enormes muros de agua obedeciendo a la voz del Creador. ¡Habían visto su poderosa Mano trabajando milagrosamente para ellos! ¡Esa era la Verdad revelada para ellos: el Gran “YO SOY” estaba en medio de ellos, un Padre amoroso, deseoso de ayudar, omnipotente! Mediante la fe habían llegado a conocer al Señor. “Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca” (Hebreos 11:29).

¡Esto es aún más precioso! El Señor es la “Verdad”, es la “Vida” (Juan 14:6). Él es la Fuente de la vida misma, de toda la creación. Él es la solución para cualquier problema imaginable, él es el “Camino” de escape así como el camino de la justicia. Él declara: “Nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Él tiene el control perfecto y no puede ser sorprendido. Al conocerlo, al recibirlo, sus hijos reciben la vida y la salvación, porque conocerlo es la vida eterna (Juan 17:3). “El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:12). ¡Esta es la verdad!

“El conocer a Dios es amarle.” 6 En los momentos de dificultad lo vemos más claro; su amor y su poder salvador se demuestran reales. El Señor dice: “E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás” (Salmos 50:15).

¿QUIÉN SOY YO?

La segunda verdad importante en una crisis es acerca de quiénes somos.

“Es en la crisis cuando se revela el carácter.” 7 Pedro creía conocerse a sí mismo, pero en la crisis de la detención de Cristo, se descubrió a sí mismo. Mientras las palabras de negación estaban todavía frescas en sus labios, miró a Jesús. Allí vio a Jesús como nunca antes: lleno de perdón y sin sombra de reproche. “Una oleada de recuerdos le abrumó. La tierna misericordia del Salvador, su bondad y longanimidad, su amabilidad y paciencia para con sus discípulos tan llenos de yerros: lo recordó todo… [Pedro] reflexionó con horror en su propia ingratitud, su falsedad, su perjurio.” 8 Al igual que Pedro, al reflejar a Jesús podemos comprender nuestra total impotencia y la cruel malicia de nuestros corazones. Una experiencia dolorosa, pero salvadora. Es este descubrimiento el que nos lleva, como a Pedro, al arrepentimiento y a la conversión. A semejanza de él, nos convertimos en una nueva criatura, pero únicamente cuando comprendemos plenamente nuestra desesperada condición y nos aborrecemos a nosotros mismos.

Daniel confesó: “Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro” “porque contra ti pecamos”. “De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado” (Daniel 9:7–9). El apóstol Pablo reconoció: “Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien” (Romanos 7:18). ¡Preciosa y salvadora comprensión!

A la luz del carácter de Dios, admitimos nuestra verdadera condición: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24.)

“Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí” (Isaías 58:9).

EL SEÑOR ESTÁ AQUÍ PARA SALVAR

“¿Dónde está Jehová?” (2 Reyes 2:14.) Cada vez que un alma en su impotencia y desesperación busca al Señor, él responde: “¡Heme aquí!” Él quiere estar con nosotros en cualquier momento y más aún en tiempos de crisis. Él está ahí para traer “en sus alas… salvación”. Esta es la esencia misma de la vida de Dios. “YO SOY” significa que él está en todas partes (Salmo 139); en la necesidad, él está con cada hijo suyo. “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía” (Génesis 28:16), es la verdad para nosotros. Seis siglos antes de Cristo, en Babilonia, frente al horno de fuego, los tres jóvenes judíos dijeron con confianza: “Nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará” (Daniel 3:17). Esa era la verdad. No la ira del rey, ni las llamas ardientes, sino la amada Persona de Jesús, que estaba allí, caminando libremente con ellos en ese fuego. El apóstol Pablo lo confirma: “Puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios” (Hebreos 7:25). ¿Necesitamos algo más?

¡SOMOS LA MAYORÍA!

En la crisis de Dotán, rodeados por los ejércitos sirios, Eliseo, el hombre de Dios, explicó a su siervo: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos” (2 Reyes 6:16). ¿Cuál era la verdad en aquella crisis? Estaban asediados por los sirios sin aparente posibilidad de escapar. Pero en realidad estaban rodeados por los poderosos ejércitos protectores de los ángeles celestiales. No ellos, sino los sirios, estaban en peligro.

DIOS NO PUEDE SALVAR A LOS ADVERSARIOS

Otra verdad solemne es que “la nube que fue una muralla de tinieblas para los egipcios, fue para los hebreos un gran torrente de luz… derramando claridad sobre su sendero”. 9 “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). Él quiere ayudar a todos; pagó la salvación de todos; ¡pero sólo puede salvar a los que lo aceptan a él y a su gracia!

Sería un terrible engaño continuar voluntariamente en oposición contra Dios, burlarse de su gracia y en el momento de la crisis suponer que él está con nosotros. Recuerda la última crisis en la vida del rey Saúl (1 Samuel 15:22, 23), y en la vida de Judas Iscariote (Mateo 27:3–5). Es cierto que el Señor, en su longanimidad, a menudo retrasa la ejecución de la justicia determinada por nuestras elecciones, pero ese camino de oposición, de rebeldía, de indolencia espiritual, si se sigue insistentemente, nos llevará seguramente a la destrucción. “Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis, también yo me reiré en vuestra calamidad… Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán” (Proverbios 1:24–28).

SÓLO UNOS POCOS PREVALECERÁN

“Tan sólo una pequeña porción de los que ahora profesan la verdad se dejarán santificar,” 10 “porque muchos son llamados, mas pocos escogidos” (Mateo 20:16). “Sólo dos de los adultos que componían el vasto ejército que salió de Egipto entraron en la tierra de Canaán. Los cuerpos muertos de los demás quedaron regados por el desierto, debido a sus transgresiones.” 11

“Los que tardan en prepararse para el día del Señor, no podrán hacerlo en el tiempo de angustia ni en ningún momento subsiguiente. El caso de los tales es sin esperanza.” 12 ¡Esta debe ser la verdad más dolorosa para el corazón de nuestro amado Salvador! Para muchos, ¡su sacrificio infinito habrá sido en vano!

NUESTRA PARTE: ¡CREER! (“Viendo al Invisible”)

El apóstol Pablo, cuya vida fue una crisis sin fin (véase 2 Corintios 11:23–29) nos ha dado la clave: “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18).

“Por la fe [Moisés] dejó a Egipto… porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Hebreos 11:27). En otras palabras, “verlo” significa creer en él, en todo lo que es y hace. “El justo vivirá por fe” (Hebreos 10:38). La fe es “la certeza [la realidad concreta, la seguridad] de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Por la fe lo recibimos (Juan 1:12), por la fe obtenemos su justicia (Filipenses 3:9), por la fe somos transformados (2 Corintios 3:18), y por la fe somos salvos (Efesios 2:8).

Apartemos nuestra mirada de todo lo que el enemigo nos pone delante. Que la gente diga lo que quiera. Tenemos una visión mucho más brillante que contemplar: veamos al amado Jesús, LA VERDAD, el Poderoso Comandante invisible del Universo, con toda la creación a sus pies, listo para sanar y salvar. “Una vez que la mirada se fija en él, la vida halla su centro… El deber llega a ser un deleite y el sacrificio un placer. Honrar a Cristo, asemejarse a él, es la ambición superior de la vida, y su mayor gozo.” 13

Al igual que en la crisis del Mar Rojo, “a menudo la vida cristiana está acosada de peligros, y se hace difícil cumplir el deber. La imaginación concibe la ruina inminente delante, y la esclavitud o la muerte detrás. No obstante, la voz de Dios dice claramente: ‘Avanza.’ Debemos obedecer este mandato aunque nuestros ojos no puedan penetrar las tinieblas, y aunque sintamos las olas frías a nuestros pies.” 14

Por la fe en él somos capacitados para obedecer. “La fe actúa por amor y purifica el ser entero, y con la fe habrá la correspondiente obediencia, una ejecución fiel de las palabras de Cristo.” 15

Entonces, contémplalo a él, ¡el “señalado entre diez mil”!

ESCRITO ESTÁ

Es en la Palabra de Dios escrita donde “vemos” y “conocemos” a nuestro Salvador, y también la realidad de nuestra propia fragilidad. Cristo venció con el “escrito está” (Mateo 4:4, 7, 10). No debatió con el enemigo; “No quiso parlamentar con la tentación.” 16 Que el Señor nos ayude a hacer lo mismo. “Cuando nos veamos asaltados por las tentaciones, no miremos las circunstancias o nuestra debilidad, sino el poder de la Palabra. Toda su fuerza es nuestra.” 17

“‘No con sólo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios.’ Muchas veces el que sigue a Cristo se ve colocado en donde no puede servir a Dios y llevar adelante sus empresas mundanales. Tal vez le parezca que la obediencia a algún claro requerimiento de Dios le privará de sus medios de sostén… Pero lo único en que podemos confiar en este mundo es la Palabra de Dios… Cuando aprendamos a conocer el poder de su palabra no seguiremos las sugestiones de Satanás para obtener alimento o salvarnos la vida. Lo único que preguntaremos será: ¿Cuál es la orden de Dios, y cuál es su promesa? Conociéndolas, obedeceremos la primera y confiaremos en la segunda.” 18

PERMANECED TRANQUILOS

Rodeados de montañas, bloqueados delante por el mar y presionados por detrás por los ejércitos egipcios, los israelitas, sin armas, no veían más que una muerte inminente. Por fe, Moisés viendo al Señor en medio de ellos, dijo: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Éxodo 14:14). “Mas Jehová es el que da la victoria” (Proverbios 21:31). “Estaréis tranquilos”. Para ellos y para nosotros, éste es uno de los ejercicios de fe más difíciles. Honremos al Señor confiando plenamente en él, como el verdadero pueblo del descanso (shabbath en hebreo) y ¡preparémonos!

NO HAY LUGAR PARA EL DESÁNIMO

Jesús dice: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Todos los que se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él [Jacob], y que sean tan sinceros como él lo fue, tendrán tan buen éxito como él.

Cristo no fracasó, ni se desanimó. Así como él prevaleció, nosotros también podemos prevalecer. Su gracia nos basta y su poder se perfecciona en la debilidad. Digamos con Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Confiando en él, “somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).

¡AFÉRRATE A ÉL Y TRIUNFA!

¡La victoria está asegurada por el Poderoso Conquistador! Sólo debemos someternos a su voluntad, y “si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).

En la noche de la última crisis intensa, el Sol de Justicia saldrá, y su pueblo será elevado con él a la gloria, purificado, resplandeciente, reflejando la belleza de su Redentor. La gran verdad de que “Dios es amor” resonará en toda la creación de Dios. Que el Señor nos ayude a cooperar con él, a permitirle que nos salve plenamente, a caminar con él diariamente hasta que la fe se desvanezca en la gloria, cuando nos reciba en los atrios celestiales. Amén.

Referencias:

1 La Educación, p. 179. [Énfasis añadido.]

2 Testimonios para la Iglesia, tomo 6, p. 407.

3 El Conflicto de los Siglos, p. 607. [Énfasis añadido.]

4 Ibíd., p. 606.

5 Ibíd.

6 El Deseado de Todas las Gentes, p. 13.

7 Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 339.

8 El Deseado de Todas las Gentes, p. 659.

9 Patriarcas y Profetas, p. 295.

10 Testimonios para la Iglesia, tomo 1, p. 527.

11 Ibíd., p. 527.

12 El Conflicto de los Siglos, p. 605.

13 La Educación, p. 296.

14 Patriarcas y Profetas, p. 295.

15 Mensajes para los Jóvenes, p. 140.

16 El Deseado de Todas las Gentes, p. 94.

17 Ibíd., p. 99.

18 Ibíd., p. 96.

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