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Preparad el camino

DOMINGO, 11 DE DICIEMBRE, 2022

Por Davi Paes Silva

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En la antigüedad, cada vez que un rey o una persona de alta autoridad similar realizaba un viaje importante a otro país, solía enviarse con antelación un equipo de personas de confianza a la región que se iba a visitar, para comprobar las condiciones de los caminos y la seguridad del entorno al que iría su rey, con el fin de concederle seguridad y éxito a él y a sus consejeros.

Hoy las autoridades siguen el mismo método, aunque con recursos más sofisticados. Antes de que los reyes o el presidente celebren sus reuniones, ya tienen toda la información necesaria sobre el país al que van a ir.

Antes que el Rey del Universo, Jesús, estuviera a punto de encarnarse como nuestro Rey de la gracia, una compañía celestial de ángeles se adelantó para ver qué preparativos se estaban haciendo para recibir a su amado Rey. Pero sufrieron una tremenda decepción. En Jerusalén, la capital de Israel, no había ninguna señal visible de que el pueblo y sus dirigentes se alegraran por el esperado nacimiento de su verdadero Rey. Aunque los sacerdotes y los líderes religiosos tenían en sus manos todos los rollos de las profecías, ignoraban por completo aquel maravilloso acontecimiento.

Los ángeles estaban casi listos para regresar al Cielo con la triste noticia, cuando encontraron a un pequeño grupo de pastores en un campo de Belén, debatiendo las profecías sobre la venida del Mesías. A ellos, los ángeles les dieron la buena nueva de que el Rey había nacido en un lugar muy humilde.

Inmediatamente, los sinceros pastores visitaron el lugar donde encontraron a Jesús en un pesebre y comenzaron a difundir las buenas nuevas a la gente.

Otro grupo de fieles estudiosos de las estrellas y las profecías, procedentes de una lejana tierra pagana, concluyó que el rey celestial ya había nacido. Tenían acceso a las profecías de Balaam sobre la llegada del Mesías: “Lo veré, mas no ahora; Lo miraré, mas no de cerca; Saldrá ESTRELLA de Jacob, y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab, y destruirá a todos los hijos de Set” (Números 24:17).

No era una estrella común. Estaba formada por un grupo lejano de ángeles resplandecientes, los mismos que aparecieron a los pastores en Belén.

Los nobles viajeros de Oriente hicieron una larga travesía para ver al Rey recién nacido. Finalmente, llegaron a Jerusalén. Estos también esperaban encontrarse con un ambiente de alegría por la llegada del Rey divino; y también se llevaron una tremenda decepción. Al llegar a Jerusalén, fueron invitados por el rey Herodes, que fingió recibirlos amistosamente, pidiéndoles que le dieran información precisa sobre los detalles tan pronto como encontraran a Jesús.

Herodes exigió a los sacerdotes judíos que encontraran la profecía en cuestión. Como resultado de su investigación, informaron al rey de que Cristo nacería en Belén, según la profecía de Miqueas: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2).

Con muy pocas excepciones, la nación entera no se hallaba preparada para recibir a Jesús. Sólo encontramos a los pastores, a los sabios de oriente, a Isabel, a Zacarías, a Simeón, y a muy pocos más. Los líderes interpretaban las profecías mesiánicas según su orgullo nacional. Y cuando Cristo vino a su pueblo, lo rechazaron.

EL PRECURSOR

Una profecía de Isaías había dejado claro que un precursor vendría para advertir al pueblo sobre la llegada de su Libertador y a prepararle el camino. “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios” (Isaías 40:3).

Otra profecía se encuentra en Malaquías sobre el agente divino que vendría a preparar al pueblo para la venida del Señor: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Malaquías 4:5, 6).

El cumplimiento de esta profecía fue claramente revelado en el Nuevo Testamento.

Cuando predicaba en el desierto de Judea, Juan el Bautista declaró sobre su propia misión: “Vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado; Los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados; y verá toda carne la salvación de Dios” (Lucas 3:2–6).

EL MENSAJE DE ELÍAS

Dios envió un mensajero especial para preparar el camino de la primera venida de Jesús, en la persona de Juan el Bautista. Él representaba a Elías y cumplió fielmente su misión. De la misma manera hoy, el Señor está enviando otra advertencia a través de sus mensajeros que representan a Elías, a fin de preparar a un pueblo no para la primera venida, sino ahora para la segunda venida de Jesús.

“Juan fue llamado a hacer una obra especial. Había de preparar el camino del Señor y enderezar sus veredas. El Señor no lo envió a la escuela de los profetas y rabinos. Lo apartó de las asambleas de los hombres y lo llevó al desierto para que pudiera aprender de la naturaleza y del Dios de la naturaleza. Dios no quería que él tuviera el molde de los sacerdotes y magistrados. Fue llamado a hacer una obra especial. El Señor le dio su mensaje. ¿Fue a los sacerdotes y magistrados y les preguntó si podía proclamar su mensaje? No. Dios lo apartó de ellos para que no fuera influido por su espíritu y enseñanza. Era la voz que clamaba en el desierto: ‘Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado’. Isaías 40:3–5. Este es precisamente el mensaje que debe ser dado a nuestros. Estamos cerca del fin del tiempo, y el mensaje es: Preparad el camino del Rey; quitad las piedras; alzad pendón a los pueblos. El pueblo debe ser despertado. No es tiempo ahora de pregonar paz y seguridad. Se nos exhorta: ‘Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado’. Isaías 58:1.” 1

¿CUÁL ES EXACTAMENTE NUESTRA MISIÓN?

“En esta época, justo antes de la segunda venida de Cristo en las nubes del cielo, Dios llama a hombres que preparen a un pueblo para estar en pie en el gran día del Señor. Ha de llevarse a cabo en estos últimos días una obra semejante a la que hizo Juan. El Señor está dando mensajes a su pueblo, por medio de los instrumentos que ha elegido, y quiere que todos presten atención a las amonestaciones y advertencias que envía. El mensaje que precedió al ministerio público de Cristo fue: Arrepentíos, publicanos y pecadores, arrepentíos, fariseos y saduceos, ‘porque el reino de los cielos se ha acercado’. Nuestro mensaje no debe ser de paz y seguridad. Como pueblo que cree en la inminente aparición de Cristo, tenemos que llevar un mensaje definitivo: ‘Prepárate para encontrarte con tu Dios’.

“Nuestro mensaje debe ser tan directo como el de Juan. Él reprendía a los reyes por su iniquidad. A pesar del peligro que corría su vida, nunca permitió que la verdad languideciera en sus labios. Nuestra labor en esta época debe ser igual de fiel…

“En esta época de apostasía casi universal, Dios llama a sus mensajeros para que proclamen su ley con el espíritu y el poder de Elías. Así como Juan el Bautista, al preparar a un pueblo para el primer advenimiento de Cristo, llamó su atención sobre los Diez Mandamientos, así nosotros debemos dar, con un sonido inequívoco, el mensaje: ‘Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio’. Con la seriedad que caracterizó al profeta Elías y a Juan el Bautista, debemos esforzarnos por preparar el camino para el segundo advenimiento de Cristo.” 2

“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz… Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:10– 14, 18).

“El deseo del Señor es que sus seguidores crezcan en gracia, que su amor abunde cada vez más, que sean llenos de los frutos de la justicia, que son mediante Jesucristo, para alabanza y gloria de Dios.” 3

¿CÓMO SERÁ REALIZADA ESTA LABOR?

En el texto de Isaías que presenta la preparación del camino del Señor, la Escritura continúa describiendo la exaltación de los humildes y la humillación de los exaltados:

“‘Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane’ (Isaías 40:4.) Todo obstáculo a la redención del pueblo de Dios ha de ser removido examinando su Palabra y presentando un claro: ‘Así dice Jehová’. La luz verdadera ha de brillar porque las tinieblas cubren la tierra y oscuridad los pueblos. La verdad del Dios viviente deberá aparecer en contraste con el error. Proclamad las buenas nuevas. Tenemos un Salvador que ha dado su vida para que aquellos que creen en él no perezcan, sino que tengan vida eterna.

“Surgirán obstáculos en el avance de la obra de Dios, pero no temáis. A la omnipotencia del Rey de reyes, nuestro Dios, que cumple su pacto, une la delicadeza y el cuidado de un tierno pastor. Nada puede impedirle el camino. Su poder es absoluto y es la prenda para el seguro cumplimiento de sus promesas a su pueblo. Él puede remover todos los obstáculos al avance de su obra. Él posee los recursos para eliminar toda dificultad a fin de que aquellos que le sirven, y tienen respeto por los medios que él utiliza, puedan ser libertados. Su bondad y su amor son infinitos y su pacto es inalterable.

“Los planes de los enemigos de su obra al parecer son firmes y bien trazados, pero él puede echar abajo los planes más sólidos, y lo logrará a su debido tiempo, cuando vea que nuestra fe ha sido lo suficientemente probada y que estamos acercándonos a él y haciendo de él nuestro consejero.

“En los días más oscuros, cuando las apariencias sean de lo más lúgubres, no temáis. Tened fe en Dios. Él está obrando su voluntad, haciendo bien todas las cosas en favor de su pueblo. La fuerza de aquellos que le aman y le sirven será renovada de día en día. Su sabiduría será puesta al servicio de ellos para que no tropiecen al llevar a cabo sus propósitos.

“No debiera haber desaliento en el servicio de Dios. Nuestra fe deberá resistir toda la presión que se ponga sobre ella. Dios puede y quiere otorgar a sus siervos toda la fuerza que necesiten. Él cumplirá de una manera sobreabundante las esperanzas más elevadas de los que confían en él.

“Dijo el experimentado apóstol Pablo: ‘Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte’. 2 Corintios 12:9, 10.

Preparad el camino del Rey; quitad las piedras; alzad pendón a los pueblos. El pueblo debe ser despertado. No es tiempo ahora de pregonar paz y seguridad. Se nos exhorta: ‘Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado’.

“Oh, mis hermanos, retened firme hasta el fin vuestra confianza del principio. La luz de la verdad de Dios no debe apagarse. Ha de brillar en medio de las tinieblas del error que envuelven el mundo. La Palabra de Dios ha de abrirse ante aquellos que están en los lugares más encumbrados de la tierra, como también ante los más humildes.

“La iglesia de Cristo es la agencia de Dios para la proclamación de la verdad y recibe el poder de él para llevar a cabo una obra especial; y si ella es fiel al Señor y obediente a sus mandamientos, morará en ella la excelencia del poder divino. Si ella honra al Señor Dios de Israel, no hay poder que pueda ponerse en su contra. Si ella es fiel a su cometido, las fuerzas del enemigo serán incapaces de vencerla, así como el tamo no puede resistir al torbellino. “La iglesia tiene por delante el amanecer de un día esplendoroso y glorioso, siempre y cuando se vista con la cota de la justicia de Cristo, apartándose de toda alianza con el mundo.

“Es menester que los miembros de iglesia confiesen sus rebeldías y que se unan. Mis hermanos, no permitáis que nada se introduzca que os separe unos de otros o de Dios. No habléis de diferencias de opinión, sino más bien uníos en el amor de la verdad tal como es en Jesús. Presentaos ante el Señor y reclamad la sangre del Salvador como razón para recibir auxilio en el conflicto contra el mal. No rogaréis en vano. Al acercaros a Dios, contritos de corazón y llenos de la seguridad que da la fe, venceréis al enemigo que procura destruiros.

“Volveos al Señor, oh prisioneros de esperanza. Buscad la fuerza en Dios, el Dios viviente. Manifestad una fe constante y humilde en su poder y en su deseo de salvar. De Cristo fluye el manantial vivo de salvación. Él es la Fuente de vida y de todo poder. Cuando por la fe nos aferremos de su poder, él cambiará de la manera más maravillosa la perspectiva más desanimadora. Hará esto para la gloria de su nombre.

“Dios invita a sus seguidores fieles, que creen en él, que les inspiren ánimo a los que son incrédulos y que no tienen esperanza. Que el Señor nos ayude a auxiliarnos unos a otros y a probarlo por medio de una fe viviente.” 4

EL LLAMADO DEL MOMENTO

“El Señor quiere que se repita la proclamación del testimonio directo dado en los años pasados. Desea una renovación espiritual. Las energías espirituales de su pueblo han permanecido adormecidas por mucho tiempo; pero deben resucitar de esa muerte aparente.

“Por la oración y la confesión de nuestros pecados, debemos preparar el camino del Rey. Mientras lo hagamos, vendrá a nosotros el poder del Espíritu. Necesitamos la energía del Pentecostés, y ella vendrá porque el Señor prometió enviar su Espíritu [que todo lo vence].

“Nos esperan tiempos peligrosos. Todo aquel que tiene conocimiento de la verdad deberá despertarse y colocarse en cuerpo, alma y mente bajo la disciplina de Dios. El enemigo nos persigue; debemos estar bien despiertos y prevenidos contra él; debemos revestir la armadura completa de Dios; debemos seguir las directivas que nos han sido dadas por el espíritu de profecía. Debemos amar la verdad presente y obedecerla. Esto nos preservará de aceptar graves errores. Dios nos ha hablado por su Palabra, por los testimonios enviados a la iglesia y por los libros que han contribuido a explicar nuestro deber presente y la posición que debiéramos ocupar actualmente. Debemos prestar atención a las advertencias que nos han sido dadas línea tras línea, precepto tras precepto; si las descuidamos, ¿de qué excusa nos valdremos?” 5

“Despejad el camino del Rey; quitad los escollos; quitad la basura; quitad las piedras, para que el Espíritu de Dios pase por entre nosotros, y podamos ver la salvación de Dios como una lámpara encendida. Eso es lo que necesitamos. No podemos permitirnos encubrir ni un solo pecado. Necesitamos las más ricas bendiciones; porque la prueba viene directamente sobre nosotros. Sólo un poco de tiempo, sólo un corto tiempo, y cada uno será severamente probado. Necesitamos una renovación diaria de la gracia de Dios en nuestros corazones, para que podamos subir la escalera de la perfección peldaño a peldaño, elevándonos cada vez más en el camino que conduce al cielo, a la santidad y a Dios.

“Que el Espíritu de Dios entre en nuestras reuniones. Que podamos ver su salvación, y que su gloria se revele aquí. Que cada voz se levante para glorificar a Dios, no para buscar defectos en los demás.” 6

“Que el Señor bendiga a su pueblo durante esta semana de oración. Que todos los males sean corregidos, todos los pecados confesados, y el perdón sea escrito frente a sus nombres en los libros del cielo. Que los miembros de cada iglesia, de cada hogar, busquen al Señor y humillen sus almas ante él. Limpiemos, en la medida de lo posible, el camino del Rey de toda la escoria con la que lo hemos obstruido.” 7

Referencias:

1 Mensajes Selectos, tomo 1, p. 479.

2 The Southern Watchman, 21 de marzo, 1905.

3 The Signs of the Times, 12 de junio, 1901.

4 Testimonios para la Iglesia, tomo 8, pp. 17–19.

5 Ibíd., pp. 312.

6 The Review and Herald, 18 de mayo, 1905.

7 Ibíd., 9 de diciembre, 1890.

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