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Diana Pacheco Lagutienko; Santiago Toral Reyes

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MICROTEATRO GYE: CAMBIO DE ESPACIO, ¿CAMBIO DE PÚBLICO?

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MICROTEATRO GYE: CHANGE OF SPACE, CHANGE OF PUBLIC?

Santiago Toral Reyes Universidad Casa Grande Guayaquil, Ecuador Ciudadela Miraflores, Avenida Las Palmas #304 y Calle Cuarta +593 4 2202180 storal@casagrande.edu.ec

Diana Pacheco Lagutienko Universidad Casa Grande Guayaquil, Ecuador Ciudadela Miraflores, Avenida Las Palmas #304 y Calle Cuarta +593 4 2202180 dpacheco@casagrande.edu.ec

Resumen.

El Microteatro GYE, conocido espacio cultural alternativo de Guayaquil, se inauguró en el 2014 en una casa del barrio Miraflores que se adaptó a un ambiente de bar, para ofrecer obras de quince minutos de duración por una módica entrada. Un público diverso asistía al espacio para socializar con amigos y ver obras en las habitaciones del lugar. En el 2017, Microteatro GYE se traslada a La Bota, un lugar de mayor tamaño y visibilidad dentro de la ciudad. Esto supuso un cambio en el modelo de gestión: contratación de mayor personal, ampliación del área de bar, selección de obras orientadas a atraer un mayor público. Esta investigación se propuso analizar a los públicos del antiguo Microteatro GYE y del actual, partiendo de la hipótesis de que el cambio de espacio y de gestión podía haber incidido en un cambio de perfiles de audiencia. A través de encuestas y entrevistas realizadas en ambos espacios entre 2016 y 2017, los resultados arrojaron que el ambiente es la principal motivación de asistencia en los dos lugares. Por otro lado se evidencia un público de mayor rango etario (25-29 años) en el Microteatro de La Bota frente al Microteatro Miraflores (16-24 años).

Palabras clave: microteatro, consumo cultural, teatro, lugar, públicos.

Abstract

The GYE Microteatro, a well-known alternative cultural space in Guayaquil, opened in 2014 in a house in the Miraflores neighborhood that adapted to a bar atmosphere, to offer fifteenminute works for a modest entry. A diverse audience attended the space to socialize with friends and see works in the rooms of the place. In 2017, Microteatro GYE moved to La Bota, a place of greater size and visibility within the city. This meant a change in the management model: hiring more staff, expanding the bar area, selecting works aimed at attracting a larger audience. This research aimed to analyze the audiences of the former GYE Microteatro and the current one, based on the hypothesis that the change in space and management could have influenced a change in audience profiles. Through surveys and interviews conducted in both spaces between 2016 and 2017, the results showed that the environment is the main motivation for assistance in both places. On the other hand, there is an audience of greater age range (25-29 years) in the La Bota Microteatro in front of the Miraflores Microteatro (16-24 years).

Keywords: microteatro, cultural consumption, theater, place, public.

Introducción

En la cultura de consumo contemporánea, los individuos buscan nuevas experiencias que satisfagan de forma inmediata, su sed de aventura en todos los estadios de su vida. Atravesamos un capitalismo transestético, en palabras de Lipovetsky y Serroy (2015), en el que el consumo de productos está ligado al consumo de estilo. Y por ello son cada vez más los esfuerzos que se hacen desde el marketing, el diseño, el turismo, las artes para atraer a públicos cambiantes. En este contexto, los espacios culturales, lugares de creación y exhibición, han debido entrar también en las lógicas del mercado buscando generar ambientes seductores, en constante renovación, cuyos espacios se vuelven multifuncionales. Al mismo tiempo que presentan obras de teatro, películas, exposiciones; se realizan talleres y se propone una oferta de bar con platos que promueven un estilo de vida saludable, libres de gluten, cero azúcar.

Dentro de esta nueva lógica de mercado, la experiencia es lo que cuenta y entre más personal y novedosa, genera más interés. De ahí que el proyecto del Microteatro por Dinero que surgió en Madrid en el 2009, haya impactado en la escena teatral de esa ciudad. Cerca de 50 directores, actores y autores de teatro se tomaron un antiguo prostíbulo de Madrid. En cada una de las trece habitaciones del lugar se alojó un grupo de teatro que debía montar una obra de 15 minutos de duración para un público de 15 personas aproximadamente, cuya temática debía ser la prostitución. Dado el costo bajo que se fijó a las entradas, se instaló una suerte de bar de donde se obtuvieron los principales ingresos para el mantenimiento del proyecto. Gracias a su éxito, este modelo se ha ido replicando en varias ciudades españolas y latinoamericanas.

En Guayaquil, la productora teatral Daemon decidió realizar una versión propia del Microteatro por Dinero, en agosto del 2014. Se mantuvo la dinámica de obras de máximo quince minutos en un espacio alternativo (en este caso, la casa oficina de Daemon) pero la temática de las piezas teatrales era libre. Fue así como Microteatro GYE abrió sus puertas en una casa residencial ubicada en la ciudadela Miraflores, al norte de Guayaquil. En el primer piso de la casa se instaló una pequeña recepción para la venta de entradas. La sala-comedor y el balcón se adaptaron para ser usados como bar-cafetería y sala de espera. En la planta baja, las habitaciones y demás espacios disponibles se dividieron en pequeñas salas con capacidad aproximada de 15 asistentes. La cartelera mensual tenía cuatro obras y la entrada para cada obra era de $5.

A partir de la aparición del Microteatro GYE, se generó un cambio en la producción cultural de la ciudad, específicamente en las artes escénicas. La novedad de obras en formato breve en un espacio no convencional permitió la producción de proyectos comerciales y experimentales en un mismo lugar. El éxito obtenido por el Microteatro GYE motivó la aparición de nuevos espacios autogestionados (PopUp, El Altillo, Shapó, entre otros). Algunos tomaron un modelo similar, con obras de quince minutos de duración y una oferta de bar.

En el año 2017, ante el auge de los centros artísticos en la ciudad, el Municipio de Guayaquil empezó a ceder, en comodato, varios espacios a ciertos gestores culturales de la urbe con el objetivo de reactivar el centro de la ciudad. Es así como el Microteatro GYE se traslada del barrio de Miraflores al complejo cultural La Bota, ubicado en el

Malecón del Salado. La Bota fue creada a partir de la remodelación de un área donde anteriormente funcionaban discotecas y que estuvo en desuso por varios meses. Además del Microteatro GYE, en este complejo se instalaron el café concert “Las Tablas” y la sala teatral “La Bota’. Los tres espacios comparten una boletería central, un área de baños y estacionamiento.

Con esta nueva ubicación, ahora en una avenida central de la ciudad, se esperaba una mayor afluencia de público. A partir de ello, esta investigación se propuso analizar si el cambio físico del Microteatro GYE del barrio de Miraflores al complejo cultural La Bota en el Malecón del Salado, provocó la aparición de nuevos perfiles de asistentes o si se trata de los mismos del primer espacio. A través de un enfoque mixto, con encuestas y entrevistas en ambos espacios (entre el 2016 y 2017), se realizó un estudio comparativo entre los dos espacios, considerando el rango etario, las actividades realizadas dentro del Microteatro GYE Miraflores y del Malecón del Salado y cómo cambiaron los imaginarios del público asistente a ambos lugares.

Revisión de la literatura

El espacio como generador de emociones y prácticas

En los años 70, con el advenimiento de la geografía humana, los investigadores comenzaron a prestar atención a la experiencia subjetiva de las personas con relación a los espacios donde vivían (Creswell, 2008). Agnew (1987) realiza una categorización del espacio que ayuda a comprender las diferentes nociones que surgen a partir este concepto. En primer lugar, destaca que un espacio tiene, ante todo, una localización, es decir una serie de coordenadas físicas que permiten determinar su ubicación exacta, así como la distancia frente a otros espacios. En segundo lugar, indica que el espacio tiene un local, con lo que se refiere a la forma material (estilo arquitectónico, disposición de los espacios interiores, exteriores, etc.). Por último, Agnew señala que el espacio también genera, o debería hacerlo, un sentido de lugar, que tiene que ver con los sentimientos y las emociones que despierta ese espacio. En algunos casos, la sensación de lugar puede ser compartida por un grupo de personas, como también puede generar significados muy personales, basados en la biografía personal de cada individuo.

Tuan (2001) sostiene que un espacio en sí mismo, es algo abstracto, vacío, que sólo podría convertirse en lugar, cuando los individuos habitan o transitan ese espacio. Como señala Creswell (2009), las actividades que las personas realizan en un espacio tendrán impacto sobre los significados que ese lugar pueda tener. Asimismo, lo que hagan los individuos también puede verse condicionado por la forma material que tenga ese espacio. Normalmente se asocian determinadas prácticas con ciertos lugares como ir a un concierto, a un estadio, asistir a una función de teatro al aire libre o a una sala de teatro tradicional, etc.

Massey (2004; 2005), por su parte considera al espacio como un producto de interrelaciones, en constante proceso de formación y siempre abierto a cuestionamientos y a transformaciones. Es por ello que existen lugares “de moda” (discotecas, bares, ciertos restaurantes), que por un tiempo limitado tienen un significado especial para los asistentes, pero que luego pueden pasar al olvido. La idea del cambio se da también en los actuales espacios alternativos que pueblan las ciudades. Muchos empezaron siendo lugares de estacionamiento, casas patrimoniales o prisiones que luego pueden albergar

actividades culturales, modificando en ocasiones las percepciones que se tenían anteriormente de esos espacios. El fenómeno del Microteatro GYE parte de ahí: una casa común del barrio de Miraflores que con el esfuerzo de sus gestores se fue transformando en un espacio cultural, con el que muchos asistentes se sintieron identificados, como se verá en los resultados.

El espacio en su sentido de lugar, también propicia construcciones sociales. Harvey (1994) considera que el concepto de espacio está estrechamente vinculado con las estructuras de poder y los modos de producción de una sociedad. Por ello los lugares, ideológicamente permiten la construcción de normas donde, en palabras de Sibley (1995) se puede estar In (acorde al lugar) o Out (fuera de lugar). En este último caso se encontrarían aquellos individuos que transgreden las fronteras difusas de lo que sería apropiado o no, en determinado lugar. Asimismo, los lugares suelen generar una noción de identidad, por lo que según condicionantes de etnia, clase social, orientación sexual, género, etc., las personas podrían sentirse incluidas o excluidas en un lugar.

Dentro del capitalismo transestético (Lipovetsky y Serroy, 2015), la idea del espacio artístico sacralizado del siglo XX se ha desvanecido para dar paso a un espacio hibridizado donde conviven proyectos artísticos de diferentes contenidos, alimentos, bebidas, música. La arquitectura de los espacios muchas veces responde más a una lógica de generar espectacularidad que a una verdadera funcionalidad. Los hombres y mujeres que concurren a estos espacios siempre cambiantes buscan una nueva experiencia estética para consumir productos artísticos. De ahí que Baudrillard (2010) sostenga que en realidad no se consumen productos como tal sino la idea de relación que genera ese acto.

En la cultura de consumo actual, como menciona Featherstone (2000), los individuos no buscan un estilo de vida por tradición o hábitos, sino que hacen del estilo de vida un proyecto de vida, lo que los lleva a buscar incesamente, sin importar la edad, nuevas relaciones y nuevos lugares de socialización.

Materiales y métodos

Para llevar a cabo esta investigación se utilizó un enfoque mixto (cuantitativo y cualitativo), con encuestas y entrevistas a profundidad.

Población: Público asistente al Microteatro GYE Miraflores durante la temporada del 29 de junio al 23 de julio de 2016 y el público asistente al Microteatro GYE Malecón del Salado durante la temporada del 8 de junio al 15 de julio de 2017.

Muestra de las encuestas: 225 personas (2016) y 184 personas (2017)

Muestra de las entrevistas: 10 entrevistas en el 2016 y 10 en el 2017. La elección de las unidades de análisis se realizó de manera no probabilística en función del sexo, la edad y el nivel de escolaridad, para garantizar así una variedad de perfiles que pudieran arrojarnos percepciones desde diferentes puntos de vista.

Tabla 1: Instrumentos de recolección de datos y muestra

Instrumento Muestra

Entrevista 1 H1. Adulto, sexo masculino, 18 años. (2016)

Entrevista 2 H2. Adulto, sexo masculino, 41 años (2016)

Entrevista 3 H3. Adulto, sexo masculino, 31 años. (2016)

Entrevista 4 H4. Adulto, sexo masculino, 49 años. (2016)

Entrevista 5 H5. Adulto, sexo masculino, 21 años. (2016)

Entrevista 6 M1. Adulto, sexo femenino, 22 años. (2016)

Entrevista 7 M2. Adulto, sexo femenino, 23 años. (2016)

Entrevista 8 M3. Adulto, sexo femenino, 30 años. (2016)

Entrevista 9 M4. Adulto, sexo femenino, 40 años. (2016)

Entrevista 10 M5. Adulto, sexo femenino, 62 años. (2016)

Entrevista 11 H6. Adulto, sexo masculino, 25 años. (2017)

Entrevista 12 H7. Adulto, sexo masculino, 34 años. (2017)

Entrevista 13 H8. Adulto, sexo masculino, 66 años. (2017)

Entrevista 14 H9. Adulto, sexo masculino, 41 años. (2017)

Entrevista 15 H10. Adulto, sexo masculino, 20 años. (2017)

Entrevista 16 M6. Adulto, sexo femenino, 35 años. (2017)

Entrevista 17 M7. Adulto, sexo femenino, 57 años. (2017)

Entrevista 18 M8. Adulto, sexo femenino, 22 años. (2017)

Entrevista 19 M9. Adulto, sexo femenino, 44 años. (2017)

Entrevista 20 M10. Adulto, sexo femenino, 31 años. (2017)

Fuente: Elaboración propia

Resultados y discusión

Perfil sociodemográfico

En los resultados de ambos años se puede evidenciar que las mujeres suelen asistir más al Microteatro GYE que los hombres, con aproximadamente 60% de asistentes de sexo femenino.

Tabla 2 - Sexo

Fuente: Elaboración propia

En el 2016, el rango de edad de mayor asistencia se compone por jóvenes entre 20-24 años, destacando a los jóvenes de 21 años de edad por ser quienes más asisten. Estos resultados variaron ligeramente en el 2017, año en que el público se ubica principalmente en el franja de 25-29 (26,1%) años.

Tabla 3 – Edad

Fuente: Elaboración propia

Tanto en el año 2016 como en el 2017, la mayoría de asistentes poseen un nivel de escolaridad de tercer nivel. Sin embargo, en el año 2017 se puede evidenciar una mayor presencia de asistentes con títulos de cuarto nivel (20,1%) y bachilleres (16%).

Tabla 4 – Nivel de escolaridad

Fuente: Elaboración propia

En cuanto a la principal ocupación, en ambos años la mayoría de los asistentes trabajan (62,22% en el 2016 y 72,83% en el 2017). En el 2016 hay una mayor cantidad de asistentes que se dedican exclusivamente al estudio (18,67%).

Tabla 5 - Principal ocupación

Fuente: Elaboración propia.

Entre las motivaciones para asistir a Microteatro GYE, sobresale el ambiente, seleccionado por un 35,1% de visitantes en el 2016 y un 45% en el 2017. Con 33,7% en el 2016 y 34% en el 2017, la segunda motivación de asistencia son las obras en cartelera. Esto demuestra que las obras, a pesar de ser la principal oferta del local, no resultan ser la razón principal para asistir.

Tabla 6 – Razones para asistir al Microteatro GYE

Fuente: Elaboración propia.

Tanto en el 2016 (46,67%) como en el 2017 (50%), la mayoría de los asistentes afirma consumir dos obras por noche. Al analizar el resto de los resultados podemos evidenciar que en el 2017 aumentó el consumo de obras, con un 26,5% asistentes que consumen tres obras.

Tabla 8 – Cantidad de obras consumidas por noche

Fuente: Elaboración propia.

La sensación de lugar en el Microteatro GYE

Para las unidades de análisis del año 2016, llegar al Microteatro GYE y esperar por la obra se hace mucho más ameno tomando algo del bar. En este primer espacio, ubicado en el barrio Miraflores, el bar, en consonancia con el estilo de la casa, se trataba en realidad de una mesa larga donde se colocaban algunos de los platos ofrecidos que en su mayoría eran tartas, sánduches y algunas entradas con quesos. En cuanto a bebidas, tenían agua, jugos, cervezas y vino. M1, de 22 años, expresa “…disfruto esperando con quesitos y vinos”. Para H5, de 21 años, es un lugar en el que “puedes con tranquilidad disfrutar de una cerveza”. En el 2016, el bar era una de las principales motivaciones de asistencia, a pesar de que no contara con espacio adecuado. H4, de 49 años, indicó que siempre que asistía, tomaba alguna bebida mientras conversaba con sus amigos. M3, de 30 años, por su parte dijo que, a pesar de la oferta del bar, nunca ha percibido un ambiente propicio para comer o beber. “Me parece que es un lugar más relajado. Para comer de verdad, prefiero ir a otro lado después del Micro”.

En el año 2017, con el cambio de espacio hacia el Malecón del Salado, la oferta de menú se amplió considerablemente. Aparecieron más variedades de jugos, de cervezas, los piqueos se ampliaron. También hubo un cambio significativo en cuanto al espacio. De tener una mesa larga en el 2016, pasó a una barra donde los usuarios pueden adquirir bebidas y tomarlas ahí mismo, además de un amplio sector de mesas que ocupa alrededor de la cuarta parte del espacio. El área contigua donde hay muebles bajos y un ambiente más distendido, también se utiliza para tomar bebidas y comer piqueos.

En el 2017, el consumo del bar se mantiene como una constante y, en términos generales, los asistentes se muestran satisfechos con la oferta. Varios entrevistados afirman que gustan de consumir algo en el bar, mirar algunas de las obras en cartelera y en algunas ocasiones permanecen en el espacio comentando lo que vieron. M6, de 35 años dice estar muy satisfecha con el menú actual ya que ahora puede comer algo antes o después de la obra teniendo más opciones a la carta. Sin embargo, algunos encuestados también sugieren algunos cambios como mejorar la preparación de cócteles, aumentar la oferta de bebidas preparadas con café o mejorar la relación entre plato y precio. “Si van a cobrar un precio alto por la comida debería servirse en mayor cantidad, acorde a lo que se paga” (H10, 20 años).

En cuanto al consumo de obras, el espacio del 2016 presenta ciertas diferencias con relación al del 2017. En el primer espacio, no todos los entrevistados sentían la necesidad de ver las obras. Algunos manifestaron que iban a encontrarse con amigos y que luego de consumir algo en el bar, se entusiasmaban y entraban a ver alguna obra. M3, de 30 años, por ejemplo, menciona no tener ningún plan establecido al asistir al Microteatro GYE 2016. M2, de 23 años afirma que: “A ver obras no voy muy seguido, voy allá para esperar amigas y salir a otro lugar, tiene un muy buen ambiente el lugar”.

En el espacio del 2017, los entrevistados en cambio sienten que la experiencia se completa si se consume algo en el bar y si ven al menos una de las obras exhibidas durante esa temporada. Para M6, de 35 años, asistir al Microteatro GYE es adecuado para salir en pareja y poder consumir algo del bar mientras espera la obra. “Me parece que lo lógico es hacer las dos cosas. Venir solo por la obra o solo por el bar sería perderme la experiencia completa. Para mí venir acá, es el plan”.

El Microteatro GYE del 2016 por ubicarse al norte de la ciudad en Miraflores, para muchos entrevistados resultaba como un lugar de paso o de punto de encuentro para otras actividades. Como el espacio además se encontraba frente a la Universidad Casa Grande, recibía muchos estudiantes y profesores que usaban el espacio más como lugar de socialización y no siempre para asistir a obras. Al estar en un barrio residencial, el público se concentraba específicamente en el lugar sin recorrer los alrededores.

El Microteatro GYE del 2017 ubicado en el centro de la ciudad, resulta un poco complicado para las unidades de análisis por el tema del acceso. Muchos de los entrevistados viven en el norte de la ciudad o en la periferia en la Vía a Samborondón, por lo que consideran que, si van a ir al Microteatro GYE, la experiencia no puede ser únicamente el consumo del bar. Sobre este tema, H7 de 34 años, comenta: “Pegarme el viaje (desde la vía a Samborondón) por una sola obra no vale la pena, aunque tampoco veo todas las de la cartelera”. Además, su ubicación propicia que los visitantes también recorran las instalaciones del Malecón. H8 dice: “Es un bonito lugar para pasear, ver la gente y la naturaleza de la ciudad, luego vuelvo al bar del Micro a pedir algo”.

Entre las actividades que realizan después de ir al Microteatro GYE, hay algunas diferencias entre el 2016 y el 2017. En el primer espacio, la mayoría de los entrevistados afirmó tener planes posteriores al Microteatro GYE. H4 dijo: “Al Micro voy a tomar unas cervezas, me encuentro con algunos amigos, si puedo veo una obra y luego sigo la noche en casa de algún amigo o voy a comer algo cerca de mi casa”. En el Microteatro GYE del 2017, por su parte, los entrevistados afirman que luego de la asistencia, prefieren volver a sus casas. “Para mí venir al Micro es el plan, las veces que he venido vengo tipo 9 y me quedo hasta las once, doce, depende de la función y de las ganas que tenga. Después me voy a la casa”, dice M6.

Percepciones sobre el ambiente del Microteatro GYE

Con respecto al ambiente y a la propuesta del Microteatro GYE, había más curiosidad y sorpresa en los entrevistados del 2016, ya que la mayoría de ellos no conocían la dinámica del formato del Microteatro y les parecía novedoso el hecho de que existiera un espacio en el que se pudiera ver teatro y, al mismo tiempo, socializar con amigos mientras se consume algo. M1, de 22 años, expresó que el Microteatro GYE “es un espacio que además de ser cultural es súper social, no solamente vas para ver obras, sino que también vas para estar con tus amigos y conversar, parece que ni estoy en Guayaquil”. También describió de manera positiva los aspectos que conforman el ambiente destacando los detalles de la iluminación y decoración del lugar.

Aunque el Microteatro GYE del 2016 era una casa pequeña de dos pisos, los gestores del espacio se encargaron de generar un ambiente acogedor. Se buscó que hubiera diferentes tipos de iluminación en ciertas áreas del lugar. La terraza, que era un espacio muy concurrido estabailuminado a la luz de las velas de cada de mesa. La música, normalmente rock progresivo en inglés de los 70, 80, junto a músicos latinos considerados de culto como Silvio Rodríguez, Aute, Fito Páez, Charly García, Omara Portuondo, Tom Jobim, Caetano Veloso, eran parte del repertorio. Al ser un espacio pequeño, era inevitable encontrarse con los actores, los directores que presentaban las obras y los gestores del Microteatro. Por todas estas razones los entrevistados de los diferentes rangos etarios coinciden en que el Microteatro GYE del 2016 propiciaba un ambiente cálido. H3, de 31 años destaca que: “al ser un espacio pequeño se crea una sensación amigable con 225

el lugar y eso hace que las personas se sientan muy cómodas”. Por otro lado, M5 de 62 años, afirmó que la familiaridad que se genera en el Microteatro GYE, sobre todo en la sala de espera o en la terraza permite entablar conversaciones con personas de diferentes edades. “A la hora de esperar en la terraza, te sientas a conocer gente, me gusta ver gente joven. Siento que aprendo de ellos”.

Como menciona Creswell (2009), se pudo observar cómo la forma material del espacio puede condicionar el comportamiento de los asistentes. Muchos de ellos enfatizan que la experiencia de estar en un lugar pequeño como la casa de Miraflores, permitía la cercanía con los actores, lo que brindaba una nueva forma de contacto y de cómo vivir el acto escénico. M4 de 40 años, M3, de 30 años y H1, de 18 años destacaron que las salas reducidas donde se presentan las obras permiten una intimidad que no se puede lograr en una sala de teatro grande. “Son sensaciones muy diferentes a la de los teatros grandes, pocas personas en las salas. Lo que te quiere transmitir la obra es mucho más íntimo. Es mucho más conmovedor ver a los actores casi sudando en frente de nosotros.”, expresó M2, de 23 años.

Sin embargo, para algunos entrevistados, el ambiente casero del Microteatro GYE 2016, también jugaba en contra. H2, de 41 años destacó que, al ser una casa adaptada, la disposición de los espacios está mal distribuida y ello no permitiría que el Microteatro GYE se posicione como un negocio. “Tiene unas escaleras que son súper incómodas, que cualquier persona se puede caer, independientemente de la edad. No presenta facilidades para las personas discapacitadas, para las personas mayores (...)”. M3, de 30 años, destacó que se podrían hacer mejoras ya que, según ella, a pesar de la buena calidad de las obras, la experiencia fue incómoda “por la disposición de las sillas para el público y el área común donde la gente fuma”. H5, de 21 años, resaltó sentirse muy molesto con la impuntualidad. En una ocasión debió esperar hasta 20 minutos para que empiece la obra por la que ya había comprado entradas. Por su lado, M2, de 23 años, mencionó que no haría grandes cambios al espacio para no perder su esencia, aunque sí dijo que sería bueno contar con un área de parqueo.

En el Microteatro GYE 2017, muchas de estas críticas se tomaron en cuenta. Al estar en el Malecón del Salado, existe un área de parqueo, la disposición de las salas se mejoró notablemente, se amplió el menú del bar, las obras empiezan puntualmente. Estos cambios son percibidos por aquellos que ya visitaban el Microteatro GYE 2016. Aunque algunos sienten que, pese a los problemas del local del 2016, el ambiente era algo muy propio que no ha podido emularse en el 2017. Si bien los gestores han logrado mantener la esencia y la marca del Microteatro GYE, los entrevistados que tuvieron la oportunidad de conocer el espacio de Miraflores, sienten falta de ese ambiente casero. “El actual lugar es increíble, acogedor y moderno, tiene un ambiente climatizado y la iluminación es de primera, pero el de Miraflores tenía un ambiente de casa que era muy chévere”, dijo H6, quien se considera un asiduo espectador del Microteatro desde hace algunos años.

El cambio de la forma material del Microteatro GYE en el Malecón del Salado, de alguna manera también cambió la percepción de algunos asistentes. Al ser un espacio más grande y localizado en un sector más concurrido de la ciudad, el número de asistentes creció, algo que no ha pasado desapercibido. M9, de 44 años, dice que aún extraña al Microteatro GYE del 2016. “Es verdad que era más incómodo, pero lo prefiero, era más familiar, más informal y te encontrabas con amigos. Ahora viene todo el mundo. Si tengo que escoger me quedo con el de Miraflores”. Su comentario muestra nostalgia clara del

Microteatro GYE de Miraflores, considera que el actual está posicionado como un negocio y ha perdido esa mística de intimidad que ofrecía el primer espacio.

Para aquellos que son espectadores nuevos del Microteatro GYE 2017, les parece que es un lugar novedoso, como pocos en la ciudad. M10, de 31 años señaló: “Las propuestas teatrales son distintas, creativas. El local y el ambiente son maravillosos, se respira arte. Seguro que voy a venir en más ocasiones”. M7, de 57 años, destaca como algo positivo colocar un espacio como ese en el Malecón del Salado. “Había escuchado del Microteatro GYE en Miraflores, pero sinceramente nunca fui. Ahora que vine acá (Microteatro GYE 2017) estoy encantada, me gusta la música, los muebles, la decoración con antigüedades, se puede circular incluso cuando hay mucha gente como ahora”.

A pesar del cambio significativo del Microteatro GYE 2017 en cuanto a su espacio, algunos entrevistados señalan aspectos que deben ser tomados en cuenta. M10, de 31 años dice que es necesario mejorar la señalética, pues no se sabe bien dónde comprar las entradas o dónde se ubican los baños. Otras recomendaciones de los usuarios fueron agilizar la atención y mejor la forma de pago en el bar.

En cuanto al imaginario que tienen los asistentes sobre el espacio del Microteatro GYE, los entrevistados siguen considerando que se trata de un espacio de ‘artistas’ pero la percepción sobre ellos ha cambiado. “En Miraflores había muchos estudiantes de teatro haciendo obras, o actores de teatro consagrados, con una carrera intelectual. Ahora en el espacio actual haymuchos artistas de televisión”, expresó H8, de 66 años. M8, de 22 años dice que el actual Microteatro GYE “a momentos parece discoteca. Hay mucha música y la gente viene más arreglada que cuando el Micro estaba en Miraflores”. M6, de 35 años coincide con M8 y agrega: “Siento que ahora me tengo ‘producir’ un poco más para venir que cuando iba al Micro de antes”.

Imaginarios presentes sobre las obras del Microteatro GYE

Para las unidades de análisis del 2016, lo más interesante de las obras del Microteatro GYE era la brevedad de las obras, la posibilidad de escoger qué ver entre varias opciones y la cercanía de ellos como espectadores con los actores. M5, de 62 años indicó: “Me parece que la proximidad resulta más intimidante para el actor que para el público. Es curioso que las obras sean tan breves y que sean muy diversas en cuanto a contenidos”. Lo que más le agradó a H2, de 41 años, fue “lo corto de las obras, que siempre tienen al menos 5 de donde puedes elegir” y agregó “un plan interesante porque no requiere toda una noche”.

Otro aspecto que destacaron las unidades de análisis era el precio módico de entrada. M2, de 23 años, comentó: “Me gusta que sea una opción de ir al teatro sin ser realmente caro, o que debes hacer la compra con anticipación porque luego no alcanzas. Es súper accesible.”

En cuanto a los contenidos de las obras, la mayoría de las unidades de análisis manifestaron estar conformes con las propuestas teatrales. Sin embargo, H1, de 18 años, indicó que “si bien la propuesta de las obras cortas es chévere, debería cuidarse el nivel entre todas las obras. Hay unas con actores profesionales y otras con principiantes y se siente el desnivel”.

En el Microteatro GYE 2017, para los nuevos espectadores, la novedad de la propuesta sigue siendo uno de los principales comentarios a favor del espacio. M10, de 31 años, dice que es una experiencia que te saca del contexto de la ciudad por quince minutos, mientras que M7, de 57 años, destaca que el hecho de asistir a ver estas obras convoca a personas como ella, que no son muy asiduas al teatro ya que “las obras clásicas tradicionales de otros lugares son poco llamativas y no me atraen”.

A diferencia de los espectadores del Microteatro GYE 2016, las unidades de análisis del 2017, sí se muestran más críticas con respecto a la calidad de las obras presentadas. Algunos aseguran que se ha perdido parcialmente la creatividad de antes. H1 afirma que “aunque el espacio es más cómodo ahora la gente se queja de que no es lo mismo de antes, que ahora las obras son más comerciales”. H3, de 31 años, añade que ahora las obras, a su parecer, “son puras adaptaciones de cine”. Esto en alusión de que una de las propuestas del Microteatro GYE en el Malecón del Salado es mantener por lo menos una obra adaptada del cine dentro de su cartelera mensual, como sucedió en el período de campo de esta investigación con Harry y Sally, basada en la película norteamericana Cuando Harry conoció a Sally.

Ante la cartelera propuesta, H6, de 25 años, sugiere que el Microteatro debería rescatar su esencia original e “intentar producir obras con más profundidad, con temas quizás polémicos para crear un espacio de conversación sobre temas que muchas veces son ignorados o vetados por la sociedad”. M6, de 35 años, por su parte sugiere “no den preferencias a celebridades de la televisión para presentarse, otras personas pueden ofrecer un mejor trabajo, como ya pasaba en el Microteatro anterior”.

Conclusión

Tanto en el Microteatro GYE Miraflores como el del Malecón del Salado, el número de asistentes mujeres es mayor que el de los hombres. En cuanto al rango etario se observó un ligero cambio, pues en el Microteatro GYE Miraflores se observa una tendencia hacia un público más joven (de 20 a 24 años) que en el Malecón del Salado (25 a 29 años). Una de las razones posibles por las que los asistentes del Microteatro GYE Miraflores fueran más jóvenes, podría ser el hecho de que el espacio se encontraba frente a la Universidad Casa Grande, donde hay un gran porcentaje de estudiantes del área de Comunicación y Ciencias Sociales.

En el Microteatro GYE 2017, la gente tiende a consumir más obras que en el del 2016, en el que la gente iba a socializar por un tiempo determinado. El Microteatro GYE del 2016 era visto más como una opción para empezar la noche mientras que en el espacio del Malecón del Salado, al propiciar un mayor consumo en el bar y en el número de obras, los asistentes permanecen más tiempo y se ha convertido para muchos de ellos, en “el plan de la noche”.

El público del Microteatro GYE 2016 estaba más encantado por la propuesta experimental de las obras que por los contenidos. El público del Microteatro GYE 2017, es más crítico con la calidad de las obras y manifiesta que se han vuelto más comerciales, al tener contenidos similares a los que se ven en televisión y con actores más mediáticos que los que se presentaban en el 2016.

Los asistentes resaltan el ambiente del Microteatro, que se construye a partir de elementos reciclados y objetos de antaño cuyo valor era utilitario y ahora se usan como accesorios artísticos. Se utilizan también elementos únicos que hacen que los asistentes puedan recordar el espacio y caracterizarlo como un lugar diferente, como los elementos escenográficos tomados de obras teatrales distintivas de la productora que gestiona el Microteatro. En concordancia con las ideas de Lipovetsky, estamos ante un capitalismo transestético, en donde no solo se vende un producto sino también estilo de vida.

Aunque el cambio de espacio no implicó un cambio drástico de público, el público sí se ha diversificado. Aún con el cambio de coordenadas (de Miraflores a La Bota en el Malecón del Salado), hay un público que acompaña al Microteatro. Como dice Massey, el espacio no responde tanto a las coordenadas físicas de localización donde se asienta, sino al imaginario, a las percepciones y prácticas que realizan los asistentes. Para los asistentes, el Microteatro GYE sigue conservando el espíritu artístico, bohemio del espacio en Miraflores, aunque por las nuevas lógicas de mercado que tiene el espacio del Malecón del Salado (una boletería estandarizada, una superficie mucho más amplia, mayor mobiliario), echan de menos la calidez y la informalidad que propiciaba la casa de Miraflores. Para los nuevos asistentes, el Microteatro GYE es un lugar al que pueden acudir para ver las obras, comer y beber, donde encuentran una fusión interesante entre lo artístico y lo comercial.

El cambio de espacio sí ha reconfigurado ciertos imaginarios. La nueva espacialidad en El Malecón del Salado, ubicada en el centro-norte de la ciudad, en un área regenerada por el Municipio de la ciudad, ha atraído a más público y de alguna forma, los asistentes del Microteatro GYE de Miraflores sienten que las personas en el nuevo espacio tienen otros códigos de vestimenta. Pareciera que el hecho que ya destacamos de que el Microteatro GYE se ha convertido en “el plan de la noche”, ha modificado la forma de vestir de los asistentes. Esto se relaciona a lo que dice Sibley (1995), con respecto a que los imaginarios sobre un determinado lugar, pueden generar una sensación de estar In (acorde al lugar) o Out (fuera de lugar) y aquellos que se encuentran en esta última instancia, pueden o no generar estrategias para “integrarse”.

Sería necesario para futuras investigaciones en campo de los consumos culturales, indagar qué sucede con los públicos que asisten a otros espacios nuevos en Guayaquil. La oferta artística en la ciudad ha crecido en los últimos años y sería una buena oportunidad para conocer de qué manera se han diversificado los consumos locales para pensar en nuevas políticas culturales más acordes con las expectativas de este escenario emergente en Guayaquil.

Referencias bibliográficas

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Tuan, Y. (2001). Space and Place: The Perspective of Experience. Univ Of Minnesota Press, Estados Unidos.

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