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WEBINAR: Programa “Apoyo y contención socioemocional

WEBINAR

Desde abril de 2020, a causa de la pandemia del Coronavirus, las docentes de la Universidad Casa Grande (UCG), Marcela Frugone, Ph. D.; y Bernardita Justiniano, Ph. D., crearon el programa online “Apoyo y contención sociemocional: conversaciones familiares en tiempos de COVID-19”, en coordinación con el Campus Capacitas de la Universidad Católica de Valencia, España. En formato de webinars a través del Instagram de la UCG, se busca generar sesiones recurrentes para compartir ideas y estrategias, sumado al punto de vista y la experiencia de las expositoras. A continuación, el resumen de dos charlas.

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EL DOLOR en cuarentena? del duelo ¿Cómo vivir

Junto a Justiniano y Frugone, la Ph. D. Claudia Escorcia Mora (España) también actuó de moderadora, quien es catedrática de la Universidad Católica de Valencia, España. Como invitadas estuvieron las psicólogas chilenas Neva Milicic M., Ph. D.; y Soledad López de Lérida, Ph. D., expertas en cuidado y bienestar socioemocional. La charla tuvo como fin discutir sobre la contención socioemocional que muchas veces se requiere durante el aislamiento.

Justiniano mencionó que durante el confinamiento es importante cuidar el aspecto emocional y físico, tanto el propio como el de los seres que lo rodean. Para esto, es esencial conversar con alguien, tratar de expresar lo que uno siente y aceptar estos sentimientos, sean positivos o no.

Muchas personas han perdido seres queridos o cercanos debido a la pandemia, y es una situación que está más latente que nunca hoy en día. “Las estadísticas (de fallecidos por el COVID-19) empiezan a tener caras”, dijo Frugone.

Escorcia comentó que muchos de los infectados mueren solos, generalmente en el hospital, lo que crea impotencia tanto en esta

persona como en su familia, que está en casa, confinada sin control sobre la situación. Por ello, recomendó que, al transmitir la noticia y sus novedades a alguien, se debe, primero, saber si su receptor es un niño, un adolescente, un adulto o un adulto mayor, porque la capacidad de entendimiento y la manera de comunicar a cada uno debe ser diferente, además de que la forma de reaccionar ante ello, indispensablemente de la edad, será distinta.

A esto, Milicic complementó: “Los niños hacen preguntas, y las respuestas van a tener que ser acordes a las edades”, pero “hay que

contarles de la manera más honesta posible”, agregó. Entre los 4 y 7 años, los niños tienen un pensamiento mágico 1 , donde pueden existir ideas peligrosas, tal como la creencia de que la persona ha fallecido por su culpa; hay que hacerles entender que no es así. Desde los 9, los niños viven la muerte casi parecido a cómo lo hace un adulto, entendiendo que esto es un proceso biológico. La especialista chilena sugirió que es importante contarles cuentos, porque estos brindan a los niños un lenguaje emocional.

Por otro lado, Milicic explicó que, en una persona adulta, lo primero es darse “tiempo para sentir” y, segundo, “permiso para hacer y no exigirse realizar cosas que uno no puede hacer”, dijo. En momentos como este, cuando los individuos deben evitar el contacto físico, las redes sociales pueden ser un apoyo para conectarse con los seres queridos. Incluso, se puede leer, escribir, hacer ejercicios, pintar, ver películas, entre muchas otras en la casa, para despejar la mente.

López resaltó que la compañía es un factor muy importante al momento del duelo, pero, primero, hay que autoexaminarse: “No solo hay que buscar consolar o ayudar a encontrar soluciones, sino también darse espacio para ver qué es lo que lo pone triste, o qué es lo que lo que uno tiene (…), antes de tratar sacar a otra persona de un estado emocional”.

“Lloremos cuanto sea necesario. Démonos el lujo de estar con quien queremos estar, porque hay gente que tiene buena voluntad, pero es muy invasiva. Darse permiso y tiempo, porque el duelo puede ser largo y puede haber días en los que uno está mejor o uno esté triste”, continuó Milicic. Además, recomendó, por ejemplo, revisar fotos que se tenía con esta persona o pensar en todos los recuerdos que vivieron, para ayudar a enfrentar esta situación. Es importante saber escuchar a los demás y tratar de comprender lo que el otro está sintiendo, o por lo que está pasando, alegó.

Por Ricardo Dahik (R. D.)

Estudiante de cuarto año de la carrera de Periodismo con mención en Periodismo Deportivo de la Facultad de Comunicación de la Universidad Casa Grande (UCG).

EN EQUIPO Esta crisis la superamos Familia y escuela a favor de nuestros hijos

Andrea Bejarano, Ph. D., y Andrea Sotomayor, Ph. D., ambas de la Facultad de Posgrado de UCG se unieron a Frugone y Justiniano en la conducción. Participó como invitada la Ph. D. Isidora Mena (Chile), quien es experta en convivencia escolar y bienestar socioemocional, y actualmente es directora del programa Valoras UC de Chile.

Según Justiniano, ni se inician las clases y ya existe una preocupación sobre cómo se las va a manejar, desde los padres hasta la escuela. En ese terreno, Mena abordó la relación familia-escuela, desde lo que ha pasado en su país, y empezó destacando la importancia de la conectividad para este contexto virtual: “En Chile, todos los niños —desde tercer o cuarto año de básica— ya tienen celular”, comentó. Sin embargo, destacó que cerca del 50% de esos infantes tienen mala conectividad o no están conectados a internet, por ende, realizar “cualquier clase online era imposible”.

Según la experta, parte del sistema educativo chileno ha creado un sentido de comunidad y vínculo como familia-escuela. Explicó que esto sucedió luego de intentar realizar clases en línea en marzo de 2020, pero que —por motivos ya mencionados— se volvieron a decretar vacaciones. Mena reflexionó que la escuela, más allá de que esté online o no, ya estaba en una crisis feroz por el deterioro de la comunidad escolar.

Por otro lado, la invitada comentó que a los niños les afecta la preocupación de los adultos por el virus, el confinamiento y el miedo a perder su trabajo. Además, habló sobre el aumento de la violencia

intrafamiliar en Chile. En ese sentido, compartió resultados de un estudio español que investigó cómo las personas mantienen su salud mental en crisis graves y prolongadas.

El estudio, según la experta, recomienda acciones que pueden servir para este nuevo reto. Entre ellas, los ejercicios de respiración y relajación, así como las rutinas de yoga. También mencionó la importancia de moverse, por ejemplo, con clases de baile. Mena hizo hincapié en generar hábitos que favorezcan la actividad de los niños, pero complementó que esas rutinas deben ser flexibles, cortas y administradas por los padres.

Por último, otro resultado del estudio fue que la gente con vínculos sociales en redes sobrevive mucho mejor a la situación durante la crisis. En el caso de la escuela, esta conexión significa que los profesores conozcan a sus alumnos y sepan cómo se encuentran, comentó la experta. No obstante, insistió que la recepción debe ser real y creativa, por ejemplo, compartir canciones, poesía o cartas con los niños.

En cuanto el manejo de la ‘escuela online’, reconoció estar en desacuerdo con las evaluaciones en este contexto de confinamiento, más bien, se debe reforzar lo ya aprendido. “La sonrisa se contagia”, continuó, y explicó que de nada sirve “meterle materias, si su cerebro se está deteriorando”. Insistió que la escuela debe abandonar la idea de que el gran problema es pasar las materias, “como si estuviéramos en tiempos normales”. La experta contó que, en su país, las familias fueron valorando el rol de la escuela y los profesores una vez que, dentro de casa, intentaron enseñar a sus hijos, “se dieron cuenta lo difícil que es”. Destacó que la comunidad escolar —en especial la escuela— debe ser vista como una compañera y no una empresa de servicio.

Terminó añadiendo características de la comunidad escolar, como la importancia de la conectividad, la adaptación de las guías de clase a la realidad del confinamiento y el apoyo mutuo entre familia-centro educativo. Mena comentó que, de empezar a generar o retomar esa comunidad, el retorno a clases presenciales también sería diferente y mejor.

1 Concepto usado en psicología y antropología para describir atribuciones ilógicas de causalidad que se hacen sin pruebas empíricas, sobre todo cuando la persona cree que sus pensamientos pueden tener consecuencias en el mundo externo, bien por su propia acción o por la intermediación de fuerzas sobrenaturales.

Por Richard Jiménez (R. J.)

Estudiante de cuarto año de la carrera de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad Casa Grande (UCG).

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