2 minute read

Editorial Por J. A

150 DOSSIER DE GUAYAQUIL VENTANALES • UNIVERSIDAD CASA GRANDE • AÑO X No 17

EDITORIAL

Advertisement

Debate argumentado

Por J. A.

En esta edición del Dossier de Guayaquil, rendimos homenaje a la ciudad por su Bicentenario con una serie de contribuciones que aportan a un debate histórico, político y ético, lo cual la Universidad Casa Grande (UCG) busca promover.

El Arq. Melvin Hoyos nos relata sus investigaciones sobre la insurrección del 9 de octubre de 1820, con hallazgos novedosos que permiten comprender mejor lo sucedido, analizando los costos económicos y en vidas que implicó el acontecimiento. El Eco. Guillermo Arosemena nos esclarece el rol económico de Guayaquil en la época virreinal, el desarrollo de las habilidades comerciales de sus habitantes y su contribución económica a los procesos de la Independencia. El Mgtr. Víctor Arellano nos muestra sus investigaciones sobre el peso importante y decisivo de la población afrodescendiente en la historia de Guayaquil hasta la mitad del siglo XIX, tema antes oculto.

El Dr. Jorge Pino Vernaza aporta con su análisis jurídico-histórico sobre la necesidad de que Ecuador se transforme en un Estado federal. El Dr. Francisco Huerta, vicepresidente del Consejo de Regentes de la UCG, comparte su intervención en el Congreso Internacional de Ética, Universidad y Sociedad, de la Universidad del Azuay (noviembre, 2020), en la cual plantea los dilemas y apuestas éticas en el campo de la política pública contra la decadencia y tiranía. No podíamos dejar de lado la reseña del libro 1888-2008. 120 años de servicio de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, en tanto que es uno de los principales sellos institucionales propios de la Perla del Pacífico. Al final, la docente de Periodismo Deportivo de UCG, Martha Murga, cuenta cómo Guayaquil fue cuna del deporte nacional. Cabe resaltar que los autores de estos textos provienen de campos ajenos a la historiografía, y que sus investigaciones no forman parte de ningún proyecto universitario de investigación. Ninguna universidad de Ecuador oferta la carrera de Historia, mostrando que se prefiere no saber las causas de las dificultades presentes, porque, si se lo hace, la lógica retroactiva del lenguaje remitiría siempre a analizar sus orígenes en el “pasado”. Insistimos en lo que transmite el título de uno de los libros del escritor francés Henri Troyat, Le mort saisit le vif (El muerto atrapa al vivo). Solo la arqueología mantiene una presencia valiosa en las universidades, pero esta disciplina es insuficiente.

Varios de estos investigadores de la historia se agrupan en la Academia Nacional de Historia, y en Guayaquil, en la Confraternidad Camilo Destruge (con más de 40 miembros), quienes mueven su deseo de saber en este campo.

La historiografía implica una crítica asidua a las fuentes y las interpretaciones. Las verdades son relativas, los hechos, cuestionables —hay que contrastarlos—; los conocimientos, precarios; la causalidad es a medias. La cultura de la época, la ideología y los preconceptos del historiador inciden en la selección de fuentes y su opinión argumentada. Cualquier actividad y dicho humano en el tiempo es objeto de la historia, lo cual abre un campo muy variado de investigaciones. Lo mínimo que se puede esperar es cierta rigurosidad lógica, siempre condicional.

En todo caso, abrir el debate serio sobre estos temas sería uno de los mejores homenajes al Bicentenario de Guayaquil.

This article is from: