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Los afrodescendientes en la Independencia de Guayaquil Por Víctor Hugo Arellano Paredes
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La Columna de los Próceres de la Independencia, ubicada en la Plaza del Centenario de Guayaquil, muestra, fundidos en bronce, los nombres de varios de los afrodescendientes que tuvieron una destacada actuación el 9 de octubre de 1820 y los meses subsiguientes, entre ellos, José María Peña, Vicente Ramón Roca, Francisco María Claudio Roca, Gerónimo Zerda, Manuel I. Murillo, Juan M. Murillo y Damián Nájar, quien aparece como Nájera.
Desde los inicios de la conquista y colonización española, ya figuraban los africanos y afrodescendientes como esclavos; y algunos libres como Francisco de Trigueros, conquistador y después tesorero real de Guayaquil por 30 años, desde 1537.
Durante todo el periodo colonial español, los afrodescendientes tuvieron una amplia participación en el desarrollo laboral de la sociedad guayaquileña. Esto, sin contar el creciente mestizaje entre estos hijos de África con los descendientes de españoles, tal como lo indica la descripción de Guayaquil de 1605, la cual registra un número creciente de negros y mulatos con una población casi a la par con la de los blancos.
Casi desde los inicios del siglo XVII, los documentos muestran la presencia de afrodescendientes libres y con holgura económica. En los testamentos y censos realizados en Guayaquil, se observa no solamente a miembros de la Compañía Socorrida de Pardos a fines del siglo XVII, sino también a oficiales y tropa perteneciente al Regimiento de Pardos de Guayaquil, en el siglo XVIII, quienes tuvieron una importante presencia en la sociedad y en el proceso emancipador del 9 de octubre de 1820.
A estos negros libres se los llamaba “pardos”. Algunos fueron altos oficiales con una destacada participación durante el ataque del almirante Brown a Guayaquil, en 1816, y cuatro años más tarde, en la gesta del 9 de octubre. También hay una buena cantidad de documentos en los que constan como hacendados, unos con mayor o menor cantidad de tierras cultivables, algunos eran productores de cacao, y otros con ganado, pero lo más sorprendente es que algunos de ellos eran propietarios de esclavos afrodescendientes. Para la segunda mitad del siglo XVIII, según María Luisa Laviana (1987), Guayaquil tenía una proporción de tres afrodescendientes por un blanco. Así mismo, Jorge Rodríguez Ordóñez (2015), citando a Michael Conniff, señala que, entre 1780 y 1790, la mitad de la población de la entonces provincia de Guayaquil estaba conformada por negros y mulatos, muchos de los cuales ya habían alcanzado una posición prominente ahí. Guayaquil, era considerado una ciudad abierta, un puerto de gran comercio y producción para la época, particularmente debido a la producción y exportación de cacao, la existencia del astillero, y la exportación de madera, lo que facilitó enormemente el desarrollo de los afrodescendientes,
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En el astillero dominaban la construcción de navíos, siendo unos hacheros, calafates, carpinteros de blanco y otros, carpinteros de ribera. Estos últimos son quienes, entre el siglo XVIII, XIX y XX, construyeron las casas de Guayaquil.
Además de los que trabajaban en el gremio la maestranza, del astillero de Guayaquil, estaban los plateros, herreros, barberos, zapateros, tintoreros, pintores, hojalateros, peineros, carniceros, sastres, cigarreros y pedreros. La mano de obra artesanal era prácticamente cubierta por los afrodescendientes; claro que, en mínima cantidad, también por pobladores étnicos. Además, las afrodescendientes asumían varias labores: ser “madres de pecho”, dando de lactar a los hijos de sus amas, además de cocineras, niñeras, pasteleras y otras.
Por otro lado, el Cuerpo de Cívicos, como se denominó al Regimiento de Pardos de Guayaquil, fue un grupo de militares afrodescendientes que tuvo una destacada actuación en el ataque de Guillermo Brown1 a Guayaquil en 1816, así como en la revolución del 9 de octubre de 1820, después de lo cual el batallón del Cuerpo de Cívicos se denominó “Vengadores”.
El cuartel de este cuerpo estuvo ubicado en el antiguo edificio del Colegio de la Compañía de Jesús, que estaba ubicado en la calle del Comercio o calle Real (Pichincha) al este, frente a la plaza del mercado, que estaba en el lado oeste de la Casa del Cabildo. Por el norte el edificio tenía la calle la calle del Colegio (Clemente Ballén) y al sur, la calle de la Cárcel (10 de agosto). Atrás de dicho cuartel, en la misma manzana, por la llamada calle de San Agustín, estaba el Cuartel de Artillería.
Entre los pardos2 oficiales destacados que pertenecieron a este cuerpo figuran el teniente José María Peña, el capitán Gerónimo de Zerda y Chávez y el capitán Santiago Zepeda. Además, Ramón Martínez de Campos (Muñoz Larrea, 2010) refiere que, para 1820, en Guayaquil se encontraba el Batallón de Granaderos de Reserva, que recién había llegado a aquella plaza, procedente del ejército del Alto Perú. La mayor parte de esas milicias se componían de pardos y de dos compañías de caballería.
La independencia ‘absoluta’ de Guayaquil duró 21 meses. Durante este periodo, Simón Bolívar y José de San Martín enviaron sus tropas para mantener la autonomía de la Provincia Libre de Guayaquil3, conformada por una gran cantidad de afrodescendientes.
Poco se ha escrito sobre el interés de los líderes de la independencia de Guayaquil en la liberación de los afrodescendientes. La Junta de Gobierno, tratando de liberar al resto del territorio de la Audiencia de Quito, se embarcó en la guerra. Sucedieron rebeliones importantes,
por otro lado, se buscó proteger el comercio para sostener el naciente estado. El Reglamento Provisorio de Guayaquil fue la primera constitución de un territorio autónomo que hoy es conocido como República del Ecuador; documento que se fue engrosando con nuevas leyes y decretos.
En la calle Villamil, actual sector de la Bahía, se encontraban puestos de comercios. Foto: Del Guayaquil Romántico (Roura Oxandaberro)
1 Guillermo Brown, corsario irlandés que, en 1816, fue enviado por los patriotas argentinos, con cuatro barcos, para hostilizar a los barcos y puertos de la costa del Pacífico, en manos de los españoles. 2 Término que se refería a los ‘negros libres’. 3 Nombre que adquirió la provincia de Guayaquil, entre 1820 y 1822, luego de su independencia.
El gobierno de Guayaquil, conformado inicialmente por Olmedo, Ximena y Roca, tuvo que enfrentar grandes problemas y situaciones que lo apremiaban. Desde noviembre de 1820, cuando quedó democráticamente elegida la Junta de Gobierno, pasaron cerca de ocho meses hasta que se discutió sobre los esclavos; y comenzaron a hacerlo progresivamente. Cabe mencionar que uno de los triunviros tenía una abuela afrodescendiente.
A continuación, se aprecian biografías de algunos afrodescendientes que fueron fundamentales durante la independencia de Guayaquil, tomando en cuenta que esta ciudad es la cuna de la nacionalidad ecuatoriana, porque aquí se dieron las más importantes revoluciones y gestas que permitieron que el Ecuador llegue a ser el país que es, en completa libertad, sin haber tenido que unirse a ninguna otra de las nacientes repúblicas.
Santiago Zepeda. Esclavo que, entre mediados del siglo XVIII y primeras décadas del siglo XIX, escaló posiciones y se convirtió, primero, en maestro mayor de sastres; luego obtuvo el grado de capitán de las milicias de pardos. Por último, fue nombrado alcalde pedáneo (similar a un alcalde parroquial) del gobierno republicano. En 1823, su hijo también ejerció el oficio de sastre.
Francisco María Claudio Roca y Rodríguez. Nacido en Guayaquil en 1786, murió en Lima en 1846. Se casó con Juana Tama y Rodríguez Plaza. Figuró notablemente en la revolución del 9 de octubre de 1820 y fue vocal de la segunda Junta de Gobierno de Guayaquil. Fue miembro del Colegio Electoral en noviembre de 1820. Gestionó personalmente la compra de una pequeña imprenta (la primera del periodo de la independencia) al comerciante argentino José de Sarratea, siendo también uno de los impulsores del periódico y prensa libre del nuevo Estado. Promovió el comercio marítimo libre (con respecto al sistema anterior al 9 de octubre), pero con una posición proteccionista y nacionalista en defensa de los intereses mercantes del puerto de Guayaquil.
Vicente Ramón Roca y Rodríguez. Hermano del anterior, una de las figuras de mayor relieve en nuestra independencia. Nació en Guayaquil en 1792 y murió en 1858; sepultado en la antigua iglesia de San Agustín. Sufrió persecuciones desde 1818 y su familia estuvo vigilada. Era muy joven cuando, como parte del Regimiento de Pardos de Guayaquil, en 1816 defendió a la ciudad del ataque de Brown. Allí se produjo un acontecimiento extraordinario que hubiera podido adelantar la independencia de Guayaquil; cuando el comodoro Guillermo Brown, al servicio de la Junta de Buenos Aires, deseaba extender la insurrección por toda América se
Vicente Ramón Roca
Francisco Roca
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presentó frente a Guayaquil al mando de una escuadrilla compuesta de dos corbetas, un bergantín y una goleta armadas en guerra. Entre los muchos cargos desempeñados por Roca, fue tesorero de la Sociedad Económica de Amigos del País en 1828 y también presidente de la República del Ecuador.
Pedro José Roca y Rodríguez. Nacido en Guayaquil en 1780, falleció en la misma ciudad en 1862. Patriota como todos sus hermanos. Llegó a coronel del ejército.
Capitán Damián Nájar Murillo. Nació en Guayaquil en 1793. Hijo de José Patricio de Nájar y Cevallos Tolosano, funcionario de Almacén de Aduanas; y de Manuela Murillo y Miranda. También conocido como “capitán Nájera”, “mulato” o “mulatillo”. Formó parte de la brigada de artillería como oficial. Fue uno de los conspiradores más entusiastas para la transformación política del 9 de octubre de 1820. En su casa secuestró, con pretexto de juego, al tenientecoronel Manuel Torres Valdivia, comandante de la Brigada de Artillería realista; y pidió a la familia de este las llaves del parque de municiones, de las que dependía el resultado de la revolución. De esta manera, contribuyó eficazmente a su éxito. Fue uno de los diez patriotas de la independencia de Guayaquil que recibió la “Medalla de los Libertadores de Guayaquil”.
Damián Nájar Murillo Manuel Ignacio Murillo
Manuel Ignacio Murillo. Primo segundo del capitán Damián Nájar. Bautizado en Guayaquil el 27 de junio de 1803, falleció en la misma ciudad a los 81 años, el 17 de enero de 1884. Se lo considera el “padre de la prensa guayaquileña”; fue el primer tipógrafo y regente de la primera imprenta que tuvo Guayaquil, adquirida en 1821 mediante donativos de la ciudadanía y con el auspicio de Francisco María Claudio Roca y Rodríguez. Esta imprenta editó el primer periódico de Guayaquil independiente, El Patriota de Guayaquil, que circuló entre desde el 21 de mayo de 1821 hasta 1827. Además, editó El Colombiano del Guayas. También en 1827, estableció su propia imprenta con su nombre: Imprenta de Manuel I. Murillo, donde se editaron pequeños libros y los periódicos El 9 de Octubre (1832), El Registro Municipal (1835-1843), La Balanza (1839), El Correo Semanal de Guayaquil (1841), El Semanario Mercantil (1844), La Minerva (1847), El Convencional (1850), La Nueva Era (1851), La Verdad (1857), La Regeneración (1859), La Paz (1860) y
otros. Su hijo, Juan Emilio Murillo, fundó el diario El Telégrafo. Gerónimo Zerda y Chávez. Nacido en Panamá, murió en Guayaquil en 1844. Firmó el acta de la independencia el 9 de octubre de 1820, como regidor. Fue capitán del Batallón de Cívicos. Miembro de la Junta Conservadora de la Libertad de Imprenta, el 23 de marzo de 1821; y ejerció otros cargos de importancia. Era cuñado de los próceres Merino.
José María Peña. Nacido en Popayán, comandaba el Regimiento de Pardos. Falleció en Guayaquil el 20 de junio de 1833. Ascendió a teniente el 9 de octubre de 1820; después, coronel y comandante del Resguardo en 1823. Fue miembro del Colegio Electoral en noviembre de 1820.
Juan María Martínez Coello. Nació por 1795. Fue maestro mayor de carpinteros de ribera; reconocido por el cabildo guayaquileño, habiéndose iniciado como aprendiz. Fue vecino de Ciudad Vieja en 1849, y luego compró una casa en el centro (Ciudad Nueva), en la calle del Teatro (hoy Aguirre). Luego del incendio de 1838, edificó casi todas las casas de la calle Real (actual Panamá). Desde 1849
Juan Martínez a 1851, construyó el edificio del Colegio Vicente Rocafuerte, cuyo costo fue de 32 500 pesos. Debido a que no pudieron pagarle los últimos 10 000 pesos, Martínez solicitó, a cambio, becas para sus familiares. En 1849, fue presidente fundador de la Sociedad Filantrópica del Guayas, con fines de socorro mutuo. No se tiene registros de su actuación como patriota en la independencia de Guayaquil, sin embargo, ya era una persona reconocida y respetada. Su hijo fue el educador Tomás Martínez, y su nieto el presidente Juan de Dios Martínez Mera.
Referencias
Laviana Cuetos, M. L. (1987). Guayaquil en el siglo XVIII: recursos naturales y desarrollo económico. Escuela de Estudios Hispanoamericanos.
Muñoz Larrea, E. (2010). Relación que hace D. Ramón Martínez de Campos sobre la Revolución del 9 de octubre de 1820, cuando estaba de teniente de la tercera compañía del Batallón de Granaderos de Reserva de guarnición en esta plaza y puerto. Academia Nacional de Historia del Ecuador.
Rodríguez Ordoñez, J. E. (2015). De la fidelidad a la revolución: el proceso de la independencia de la antigua provincia de Guayaquil. M. I. Municipalidad de Guayaquil.
Por Víctor Hugo Arellano Paredes
Magíster en Comunicación y Desarrollo de la Universidad de Guayaquil. Director del Museo Municipal de Guayaquil. Editor y escritor del “Boletín del Museo”. Miembro correspondiente de la Academia Nacional de Historia. Miembro de número de la Academia de Historia Marítima y Fluvial del Ecuador y de la Confraternidad de Historiadores Camilo Destruge.