Bitácoras de trabajo dedicada a José Watanabe

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MATERIAL PEDAGÓGICO DE AUTORÍA COLECTIVA CASA DE LITERATURALAPERUANA COLECCIÓN ITINERARIOS DE LECTURA Serie Bitácora ElWatanabeojoysusrazones

COLECCIÓN ITINERARIOS DE LECTURA, 2 Serie Watanabe.BitácoraEl ojo y sus razones. Material Pedagógico de Autoría Colectiva ©Programa Educación Básica Para Todos para su sello Casa de la Literatura Peruana Jirón Áncash 207, Centro Histórico de Lima Lima 1, Perú +511 www.casadelaliteratura.gob.pe4230347 | publicaciones.casaliteratura@gmail.com Edición: Verónica Zela y Lorena Best Gestión: Rony Diagramación:Diseño:NataliaPuchuriRevillaJennyLa Fuente Primera edición digital Abril de 2020 EsteISBNmaterial está destinado a docentes y estudiantes. Podrá descargarse libremente y ser utilizado como referencia para trabajos posteriores siempre y cuando se mencione como fuente a la Casa de la Literatura Peruana.

PARA COMENZAR .................................. 7 METODOLOGÍA ..................................... 11 Espacios de lectura ................................ 12 Seleccionar autores y textos .................... 13 Presentar a los autores .......................... 14 Leer los textos ...................................... 15 La conversación .................................... 16 Apropiarse de lo leído ........................... 17 JOSÉ WATANABE: EL OJO Y SUS RAZONES ................................... 19 VER Y ESCRIBIR ...................................... 22 La familia, la raíz, lo orgánico ................ 23 Los haikus............................................. 25 MEMORIAS PERSONALES ..................... 29 Sin ira y con nostalgia ........................... 34 Lo Biográfico y la lucha social .............. 48 El trapiche ............................................ 50 Trocha entre cañaverales ........................ 70 060504030201

01 COMENZARPARA

Leemos en diversos soportes: en un libro, en un mensaje de whatsapp, en el muro de una calle, en una imagen, en una canción, en un periódico, etc. En el LIC tomamos 8

Consideramos la lectura como una práctica individual y social que nos relaciona tanto con nuestro interior como con nuestro entorno. La comprensión de un texto puede mejorar sustancialmente cuando nuestra lec tura se enriquece a partir de ele mentos como el punto de vista del autor y el contexto en el que escribió; además, cuando ponemos en relación lo leído con nuestra propia vida. El LIC ofrece herramientas para este tipo de lectura. En él buscamos que los escolares y docentes se enriquezcan con diversos modos de relacionarse con la lectura y la escritura, también con el arte y la cultura en general. ¿Cómo entorno?leerliteraturacontribuirpuedelaanuestro

El Laboratorio de Investigación Creativa (LIC) de la Casa de la Literatura Peruana es un espacio de aprendizaje interdisciplinario. En él se proponen una serie de actividades para desarrollar prácticas significativas de lectura a partir de la literatura peruana. Implementa mos este programa en un colegio vecino a nuestra institución; de esta manera, buscamos articularnos, de distintas formas, con la escuela y la comunidad. La IE de Educación Primaria María Parado de Bellido de Barrios Altos participa, desde el 2016, de esta experiencia.

La Colección Bitácora reúne los re corridos lectores que hemos com partido durante las sesiones del LIC desde el 2016. Con una voz que observa y reflexiona, esta publica ción es un recuento de lo que fue ron nuestros encuentros y recorridos lectores.Verónica Zela y Lorena Best

las exposiciones de la Casa de la Literatura Peruana como recurso pedagógico. Los sentidos literarios, sociales y subjetivos que en ellas se proponen nos permiten acercarnos a la lectura con mayor profundidad. En el LIC buscamos que los escolares despierten su curiosidad por la lectura, que la reconozcan como una actividad agradable que los conecta con ellos mismos y con su entorno, que descubran palabras nuevas que incorporen a su vocabu lario, que desarrollen habilidades de escritura y que frecuenten espacios dedicados a la lectura. Queremos que en cada experiencia, leer se vuelva un acto más cercano, capaz de responder a las necesidades de cada lector y cada lectora.

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A continuación, explicamos algunas consideraciones y pautas que sirven para implementar espacios de lectura y creación basados en la experiencia del LIC 2019.

METODOLOGÍA

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deEspacioslectura

La lectura requiere de un tiempo y un espacio particulares: una variedad de libros a libre disposición, un es pacio tranquilo para concentrarse y luz apropiada. De otro lado, leer es un acto en el que hay que superar barreras, no es un proceso inme diato; se trata de un ejercicio y un hábito que surge de una inquietud. Disponer y organizar el espacio de lectura de acuerdo con el contexto y el material con el que se cuenta es primordial. Un primer paso es reconocer los espacios de lectura de la comunidad: ¿Dónde podemos leer en nuestra comunidad? ¿Dónde leemos en casa? ¿Dónde leemos en la escuela? ¿Dónde más podemos leer? En el LIC decidimos reconocer cuatro lugares de lectura tradicio nales para experimentar, con los escolares, los accesos a la lectura. Visitamos la biblioteca escolar de la IE María Parado de Bellido, la Biblioteca Pública de Lima y en la Casa de la Literatura Peruana, la Biblioteca Mario Vargas Llosa y la sala de lectura Cota Carvallo.

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autoresSeleccionarytextos Es recomendable tomarse el tiempo para revisar una variedad de autores y textos en función de los temas que se decidan trabajar. Por ejemplo, dentro del LIC dedicado a José Watanabe nos interesó abordar lo biográfico, la capacidad contemplativa y la reflexión social. Así seleccionamos relatos y poemas que tratan estos temas. 13

aPresentarlosautores Recomendamos que esta presentación permita dar a conocer a los autores con los que se trabaje, de tal manera que se los perciba como personas que sienten, dudan y que han sido niños. La exposición “Watanabe. El ojo y sus razones” nos brinda elementos literarios e históricos para elaborar una semblanza de José Watanabe inscrita en contextos 14determinados.

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Sugerimos poner en práctica, a lo largo de las sesiones de trabajo, diversos modos de lectura: colectiva, en silencio, en voz alta y a varias voces. Es importante tener especial sensibilidad para escuchar con atención los matices y el carácter de la voz de cada escolar. Esto permite que cada uno imprima la intensidad que desea al texto leído. Para crear una atmósfera más próxima, los escolares pueden distribuirse de distintos modos en el espacio: en semicírculo, en ronda o alrededor de una sola mesa. Cada modo de ocupar el espacio responde a las características de los textos estudiados, pero también a las necesidades de los escolares y educadores.

losLeertextos

• Finalmente, hay preguntas que ayudan a redondear una conversación o a sacar conclusiones: Ej.: ¿Qué le contarías a un amigo sobre esta lectura?

Proponemos las siguientes preguntas como pauta: • Preguntas para implicar a los alumnos y darles voz: Ej.: ¿Qué te gustó, disgustó o desconcertó? ¿A qué te recuerda?

La conversación Luego de la lectura, es importante darse un tiempo para conversar sobre lo leído. Esto resulta muy productivo para construir sentidos colectivos sobre lo leído y lo escrito.

• Otras preguntas ayudan a descubrir que cualquier texto es de múltiples significados: Ej.: ¿Cuántas situaciones diferentes encuentras en esta lectura?

• Unas preguntas se refieren al contenido, a la forma o al lenguaje: Ej.: ¿Qué personaje te interesó más? ¿Por qué? ¿Dónde ocurrió la historia? ¿Y en cuánto tiempo creen que transcurre?

• Algunas preguntas ayudan a traer a la conversación ideas, informaciones y opiniones que apoyan la comprensión: Ej.: ¿Has leído un texto parecido?

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deApropiarseloleído

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Ser capaz de escribir un pequeño texto descriptivo, de opinión o de ficción, de compartir pareceres con otros compañeros y de encontrar (citar) partes relevantes de un texto son algunas formas de apropiarse de lo leído. En el LIC, cada escolar tenía cuadernos de trabajo con los textos leídos especialmente prepara dos. Sin una consigna con respecto a la idea y personajes principales, en ellas podían subrayar lo que no entendían, lo que les pareció hermoso, aquello que desconocían, aquello que les generó un recuerdo. También regresamos, varias veces, a un mismo texto, compartimos opiniones, rescatamos lo que nos gusta y lo que no, para luego plasmar estas opiniones en una serie de ejercicios de escritura y artísticos que compartiremos a continuación.

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Si bien hemos presentado ciertas pautas para propiciar un ambiente de lectura, el azar juega un rol im portante. El caos siempre es parte de todo proceso de aprendizaje y de creación. Ciertamente, el caos puede ser perturbador, sobre todo cuando es disruptivo, es decir, cuan do no conduce a nada productivo o cuando desvía la atención del grupo de lo que se está trabajan do. Los gritos de uno o de todos a la vez e incluso el silencio extremo pueden agotar la paciencia. Sin embargo, hay ocasiones en que a través del caos el escolar está pro cesando emociones y preguntas de lo que ingresa en su repertorio de saberes y experiencias. En el LIC, muchas sesiones fueron intensas, otras desordenadas, varias, clara mente motivadoras. Como educa doras estuvimos atentas a aquello que los escolares daban en todo momento. En ocasiones parecía que nada sucedía, sin embargo, nos habituamos a tomar nota de comentarios, actitudes, gestos que hacían visible cómo vivían la experiencia del LIC y lo que movilizaba en ellos. En esos momentos, sin forzar la ejecución de algunas actividades, surgían también pro puestas, intereses y curiosidades.

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03 INTRODUCCIÓN

La literatura de José Watanabe nos invita a detenernos para observar el instante en toda su complejidad y belleza. Esa capacidad de ver a través de las palabras es el punto de partida para conocerlo y entrar en contacto con su versatilidad. En esta bitácora compartimos las rutas que nos llevaron a explorar la narrativa y la poesía de José 20Watanabe.

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delPresentaciónautor

Watanabe:exposiciónVeradecuratorialRodrigoparala“Joséelojoysusrazones”. estos campos, como en su poesía, encontramos reflexiones políticas y miradas acerca de los espacios oprimidos de la sociedad. Esta exposición se propone ofrecer una imagen múltiple de una trayectoria singular y compleja como la de Watanabe, y a través de ella, conmemorar a un autor cuya pa labra (y silencio) todavía hoy nos interpela y acompaña.

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José Watanabe es uno de los au tores más prolíficos y versátiles de la literatura y las artes del siglo XX en el Perú. La poesía es el espacio en donde mejor cristalizó su visión sobre el mundo. Allí confluyen moti vos como la familia y la infancia, el mestizaje oriental-andino, el mundo natural y el paisaje, la fragilidad del cuerpo, el temor a la muerte y el erotismo. Alrededor de su poesía cultivó otras prácticas artísticas en las que se evidencia la característica principal de su escritura: un ojo siempre atento detalles y anécdotas, en apariencia insustanciales, que revelan lo profundo del ser humano. La artes plásticas, la narrativa, la his torieta, la literatura infantil, el guion de cine y televisión, la escenografía, el periodismo, el diseño gráfico, son algunos de los múltiples campos en los que Watanabe incursionó. En *Adaptación de texto

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José Watanabe (Laredo 1946 – Lima 2007) se nutre del imaginario de Laredo, su ciudad natal y escena rio en el que transcurre gran parte de su infancia, entre sembríos de caña y el humo de la zafra. Esta atmósfera se recrea en su escritura e

CAPÍTULO 1 VER Y ESCRIBIR

impregna sus reflexiones acerca de la familia, el paisaje, el cuerpo y la enfermedad. Más que un espacio geográfico, Laredo aparece como un espacio mítico desde donde Wa tanabe decide pararse y mirar la 22realidad.

La familia, la raíz, lo orgánico De pequeño, José vivió y creció entre dos mundos, el oriental y el peruano. Su padre, Harumi Wa tanabe, era uno de los tantos migrantes japoneses que llegaron a trabajar en las haciendas azucare ras del norte entre 1899 y 1923. El poeta lo recordaría como un hombre contemplativo, conocedor de idiomas y aficionado a la pintura y la artesanía. Cuenta José que «en medio del pleito de pollos y patos del corral», su padre acostumbraba leerle y traducirle haikus, lo que despertaría en él una sensibilidad acorde a la palabra breve y mesu rada. Su madre, Paula Varas Soto, era oriunda de Sausal e hija de trabajadores de caña provenien tes de Otuzco, sierra de La Liber tad. Muchos de los mitos andinos o refranes populares que el poeta plasma en sus escritos, además del tono sentencioso de algunos de sus versos, son herencias de la madre. 23

En esta sección compartimos una manera inicial de adentrarnos al universo de José Watanabe: partir de lo que se ve para escribir. De esta manera, ensayamos la con Un *haiku es un tipo de poesía breve japonesa que consta de 3 versos. Se basa en la observación y descripción concisa de la realidad que nos rodea.En el haiku cada palabra es precisa y nos permite evocar una escena o una templaciónsensación.delpaisaje para crear poemas, a modo de haikus*, que muestran en palabras la intensidad de un momento visto. 24

Haikus creados por los escolares participantes en el LIC el viento del paisaje de las cañas dulces se mantiene verde y puro Sale el cerro y arrastra la caña en paz 25

El resplandor acaricia el paisaje las líneas deshidratadas de las montañas Las tinieblas tapan las montañas más altas. El eco rebota en ellas. La delsombracerroes apacible y lastapanLasdeshidratada.pausaApacibledesacaElseca.cerroelecolacaña.tinieblassombraspausadas. Haikus creados por escolares que han realizado visitas mediadas a la exposición José Watanabe: el ojo y sus razones 26

El fecundaeco la línea de la voz. Un trazo de velo, el Endelresplandorcielo.losgrandes cerros se fecunda el eco. Al caminar en el cañaveral se va cerrando la línea de tu corazón. Al trazo de las tinieblas hay un velo oculto en el

inquieta.veladuraLíneasoscuridadmientrasPasmadointerior.sequedamáslasombra.ondulantes,

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El paisaje observado estaba registrado en una serie de videos de Laredo que la artista Luz María Bedoya elaboró para la exposición:28

CAPÍTULO MEMORIAS2 PERSONALES 29

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Alforja, 2005).

Periodismo cultural, 2006 31

He llegado a pensar que si no hubiera nacido en Laredo, no escribiría como escribo. Tal vez sí sería poeta pero no escribiría como lo hago; el Laredo que yo viví no pasaba de cinco, seis calles y con dos campamentos obreros, uno en el norte y otro en el sur, yo tenía que caminar kilómetro y medio para llegar a mi colegio con los zapatos al hombro para no enterrarlos, era un lugar polvoroso, seco (…) Mi infancia en Laredo es como una especie de gran depósito ahora, de donde yo saco las imágenes, se me pueden ocurrir cosas en Lima, pero cuando hay que ambientar, y un poema requiere una ambientación (…), las ambiento en LaredoRevista(…).

Mi padre es japonés y mi madre peruana, peruana chola, entonces yo he vivido en estos dos mundos. Claro y uno dice “soy peruano”, pero en realidad yo tuve que conseguir ser(Revistaperuano”

El texto que abordamos fue la cróni ca “Sin ira y con nostalgia”, publi cada en 1969. En este texto breve, Watanabe rememora las rutinas, gestos y detalles de sus mañanas antes de ir a su escuela. En esta crónica, el autor también nos invita a recorrer los espacios y la carga simbólica de su escuela en una hacienda de Laredo.

Las imágenes nos ayudan a hacer visible y a contextualizar ciertos contenidos que son ajenos a los escolares, como es el caso de las ha ciendas y sus escuelas. Si bien el sistema de las haciendas es reciente en nuestra historia republicana, es un tema ajeno al repertorio escolar. De esta manera, buscamos y mostramos fotografías que muestran las haciendas costeñas, sus campos de cultivo, el trabajo en las haciendas y sus escuelas. Esto nos permitió abrir una conversación para situar el texto y que los escolares se familiaricen con el universo que Watanabe en este texto. Así, el momento de lectura se vio enriquecido con esta conversación a partir de imágenes.32

Lectura y conversación

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Dicen que cuando don José Ignacio, que había muerto en Lima, regresaba a Laredo en tren y con bandera de luto, el demonio lo esperaba impaciente en esa casa vacía. A través de las ventanas los sirvientes vieron su silueta fosforescente sentada en un sillón. Hasta él llegó don José Ignacio cuando el pueblo estaba recibiendo su cadáver lejos de allí, en la Alameda de la Contrata. Llegó pálido y resignado a pagar con su alma los favores del demonio, a cumplir el pacto que lo había convertido en el mayor hacendado del valle.

A Gredna 34

La casa de campo del dueño de Laredo, don José Ignacio Chopitea, estaba a kilómetro y medio del pueblo, al final de una polvorienta avenida que se abría entre cañaverales. A caballo se iba bien por la avenida, a pie era para hundirse hasta los tobillos en esa tierra muerta. Era mejor ir por el filo de la tapia que corría hasta la casa. La casa tenía dos plantas y dos torres puntiagudas. Era de adobe, aunque en su revestimiento simulaba ser de ladrillos rojos; las torres eran de madera. Cerca había una pequeña ranchería de peones y sirvientes, un molino de viento y una huerta de cerezas que el guardián vendía a escondidas, tomando como medida un cuenco de calabaza.

Algunos años después, las tierras de Laredo fueron compradas por los Gildemeister. La escenografía de cortinajes y sillas de Viena de la antigua burguesía agraria fue desmontada por estos alema Sin ira y con nostalgia (mi colegio, etcétera)

Nosotros éramos nueve hermanos, cinco íbamos al colegio. El día comenzaba con la competencia por ganar la palangana donde nos lavábamos la cara. Mi madre, regresando del mercado, venía a decirnos la cantaleta: Éramos igualitos a nuestro padre, dormilo nes. Mencionaba a mi padre por el gusto de mencionarlo, le hacía cariños al revés. Y si encontraba a alguno de nosotros mirando las gusarapas, esos bichitos que bailaban en el agua del barril, que éramos remolones, claro, también como nuestro padre. Antes de irnos al colegio teníamos que darles de comer a los animales. En el gallinero había unos pobres gallos que tenían una gran cicatriz en el lugar de la cresta. Mi madre se las cortaba para curarnos el mal susto. Hasta hoy me sobrecoge un poco esa cere monia nocturna, en que ella, solemne hasta donde se le permitía el pataleo del gallo, les rebanaba la cresta, la mojaba en agua florida y nos la colgaba en el pecho.

nes que habían venido a modernizar. La casa de campo de don José Ignacio Chopitea pasó a ser colegio. Ese fue mi colegio.

Nos íbamos al colegio por la calle Real. Por allí pasaba la carretera que bajaba de la sierra. A veces caminábamos entropados con chivos o reses que iban a los camales de Trujillo. Todos los animales tenían la cabeza pintada de rojo. Los guardias que controlaban el paso del ganado, para no equivocarse o volverlos a contar, les señalaban la cabeza con un manchón de pintura. La calle Real terminaba en el pozo que surtía a las carretas repartidoras de agua. Allí empezaba la avenida del colegio. A veces subíamos a los camiones que traían alumnos de los fundos vecinos, pero casi siempre llegábamos tarde y ya habían pasado. Solo quedaba subirse a la tapia y juntarse a la hilera que ya iba caminando por el filo, saltando las grietas y las enredaderas espinosas. 35

Nadie iba desayunado. La hacienda nos daba el desayuno en el colegio. La caballeriza de la antigua casa de campo había sido con vertida en refectorio. Cientos de pocillos pendían de un tablero que había sido colgador de fuetes y bridas. Y donde antes posiblemente se almacenó alfalfa, había ahora una cocina con dos ventanillas, una para el pan, la otra para el cucharón de chocolate. El desayuno lo hacíamos y lo servíamos nosotros mismos. Cuan do nos tocaba en turno había que levantarse casi al amanecer. Al gunos se adelantaban al colegio a prender el fogón y hervir el agua en el medio cilindro que hacía de olla. Otros íbamos al bazar de la hacienda a pedir las bolsas de chocolate y los costalillos de pan. El chocolate venía en pequeñas bolas azucaradas. Todos guardábamos un puñado en el bolsillo, por el servicio. Esas eran las únicas veces que yo veía como empezaba la vida en el pueblo. La gente se lavaba la boca en plena calle, los trenes salían al campo llevando a los bra ceros, las placeras arreaban burros, en la esquina de la fábrica las carretillas vendían caldo de gallina y emoliente. Yo juraba una vez más levantarme más temprano. Después del desayuno, antes de entrar a las clases, formábamos en el patio dando frente a una pizarra que un profesor llenaba con la noticia más importante del día. Cientos de veces habré formado allí, pero solo recuerdo una noticia: Había muerto un sabio que se llamaba Alberto Einstein y que había dicho que todo era relativo porque todo dependía de donde uno se paraba a mirar las cosas. No entendí nada. Yo tenía nueve años.

Pero tenía razón el sabio. La infancia, vista desde aquí, parado aquí, parece un solo día, idealizado y entrañable, que se repite como un modelo. En ese día, como en esas composiciones donde el tamaño de los personajes es según su importancia, hay enanos y gigantes. El director del colegio es, por ejemplo, un gigante, aunque mi madre me dice ahora que más bien era petiso. Pero entonces yo tenía la 36

Lima: octubre de 1983 - enero de 1984, 42-43. 37

Publicado originalmente en Autoeducación 8.

A cada palmetazo yo juraba venganza. Esa misma noche iba a regresar al colegio y no me iban a asustar los muertos, la campana que se mecía sola y tocaba, la fosforescencia en la torre, los caballos conducidos por perros negros. Regresaría para regar sal al pie de todas las paredes del colegio. Había oído que la sal destruye lenta mente y en secreto el adobe. Esa misma noche yo iba a empezar la corrosión indetenible hasta que la antigua casa de campo de don José Ignacio Chopitea se desplomara. No lo hice. Creo que me quedé dormido.

mano extendida y él se acercaba cada vez más alto y calvo, alzando la palmeta que cuando caía parecía precipitarse desde el cielo.

• Luz nos dijo que luego de rezar con una vela, esta se derrite y la cera líquida se arroja en el agua. Al solidificarse aparece la imagen de aquello que te asustó.nuevas

Lo que más impresionó de “Sin ira y con nostalgia” fue el ritual que la madre de Watanabe practicaba para curar a sus hijos del mal susto debido a que despertó sus propias vivencia personales de haber sido curado en rituales similares del mal susto. Este relato evidencia lo viva que están estas prácticas curativas dentro de las familias, más allá de la época, las clases y los contextos.

palabras encuentras en él? Describe las partes que más te han llamado la atención, cuéntalas con tus palabras, encuéntralas en el texto y vuélvelas a leer.

¿Qué nos cuenta este relato? ¿Qué

• Daniel compartió que en el periódico quemado y en el huevo sale la forma de lo que te asustó.

Comenzamos preguntando qué gus tó y qué no gustó del texto y luego profundizamos con algunas de la siguientes preguntas:

Conversamos

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• Madelein contó que un gallo la asustó y le cortaron la cresta y se la colgaron.

Otro aspecto del relato que llamó la atención a los escolares fueron las rutinas familiares antes de ir a la escuela. A partir de este interés colectivo es que proponemos la siguiente actividad de apropiación: Releemos un fragmento elegido por cada uno y nos enfocamos en que identifiquen las sutilezas que muestra Watanabe al describir su rutina: los objetos mencionados, las tareas que se realizan, los rituales, la ob servación del entorno, el orden

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el que se desarrollan las acciones. Conducimos la conversación para que los escolares se dieran cuenta de que estos detalles de la cotidia nidad construyen un universo único y particular. De esta manera, ellos, a través de un ejercicio de escritura detallada de su rutina antes de ir a la escuela, pueden también construir y compartir universos únicos. Pedimos que transcribieran en sus cuadernos aquella parte que más les ha gustado del relato.

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¿Por qué transcribir el fragmento de un texto? El acto de transcribir no es lo mismo que copiar, pues transcribir exige tener una relación de interés con el texto que se escribe. Este ejercicio ayuda a reco nocer la forma y el sentido de las palabras y a entrar en contacto con el estilo de escritura de un autor. Además, transcribir a mano implica el tiempo necesario para reconocer palabras y frases y concentrarse en ellas. Eventualmente, esto puede despertar un in terés por coleccionar citas literarias que dicen algo de cada quien. 41

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Luego, les pedimos que escriban su propio relato sobre su rutina antes de ir a la escuela. El siguiente mo En nuestra experiencia, tuvimos la oportunidad de que algunos padres y madres acompañaron algunas sesiones del laboratorio y relataran sus mañanas y trayecto a la escuela. Estos testimonios universalizan la experiencia y fomentan el diálogo intergeneracional e intercultural. mento de esta actividad es compartir con profesoras y/o PPFF sus propias memorias escolares.

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CAPÍTULO 3 LO BIOGRÁFICO Y LA LUCHA SOCIAL 48

En esta sección trabajamos con un relato y un poema en el que José Watanabe muestra su posición crí tica y de denuncia frente a la ex plotación de la clase trabajadora. Tanto el poema como el relato están situados en Laredo. Laredo era un enclave azucarero alrededor de cuya hacienda se or ganizaba el trabajo y los hábitos del pueblo. La pobreza y margi nación social en la que vivían los campesinos y los obreros de la fá brica, fue una realidad que José viviría de muy cerca. Su cuento, «El Trapiche», está ambientado en ese contexto. El miedo al trapiche, transforma esta máquina en un ser fantástico y amenazador a los ojos de un niño. Como telón de fondo, en el cuento un obrero anuncia una huelga en demanda de condiciones de trabajo humanas a los dueños de la empresa. El trapiche del mercado que pro duce jugo de caña y la localidad limeña denominada Trapiche eran conocidos por todos. Usamos estos elementos familiares para ampliar el contexto hacia el uso industrial del trapiche en las haciendas azu careras. Para graficar la dimensión de cómo era la vida alrededor del trapiche en las haciendas azucare ras utilizamos imágenes del archivo visual usado en la exposición El ojo y sus razones. 49

Cuando el trapiche se agita y se juntan los engranajes para triturar la caña, es la molienda. Cuando, al final de la molienda las ruedas ya sin aceite del tra piche ásperamente friccionan, es el chirrido y el miedo. Y cuando el trapiche chirria, salen hombres a robar niños para aceitar los engranajes. (Sólo el aceite de los niños calla el ruido). Entonces en las calles es el silencio. No hay ronda. No hay Molienda.canción.Odiada

molienda. Se agitan las entrañas del dragón de acero. Gimen ruedas y engranajes. A dentelladas la caña se hace azúcar. Un rumor sordo sale a veces del ingenio y termina en un pito largo y agudo. Y chirria. (¿Dónde nace la noche? ¿En la cueva de qué cerro despierta su sombra? No lo sé. Pero ya está aquí, oscura y triste). Dos niños, sentados junto a una puerta vieja, miran el humo del trapiche que se levanta retorciéndose por sobre las casa. Humo blanco. Resuello blanco. Y chirria. (Y esta calle polvorienta y larga dentro de esta hora, cuando es inevitable la confusión de las cosas como los sueños. Todo es tenue como el polvo que estuvo jugando hacia la tarde y que, al aparecer El Trapiche 50

la noche, se tendió mansamente a lo largo de la calle).

—¿Crees que Javier está durmiendo?

—¿Miedo de qué? —Del trapiche, pues. —Sí. Suena. Desde anoche está sonando, pero hoy es más fuerte. ¿Crees que saldrán a buscar más niños?

—No. No viene porque tiene miedo. (Tampoco sé dónde nace el viento, pero también ya está aquí, camina la calle oscura y regresa temblando en su propio frío).

La calle, tiesa. Una puerta se ha abierto y un rectángulo de luz amarilla se tiende en el polvo. Es un hombre. Desde su mameluco gris mira los pequeños charcos con un reflejo de luz que no existe. Piensa en los charcos y en el verano. Y no sabe por qué lo piensa. Tampoco sabe por qué se siente vencido y largamente triste. Luego, el rectángulo de luz desaparece. Dentro, el hombre se despereza estirando los brazos bajo una lám para de kerosene que cuelga del techo. Sus manos tocan la lámpara que queda oscilando. Se agitan y crecen y se acortan las sombras de las cosas. Después, nuevamente todo adquiere su proyección legítima, hasta la silueta del hombre, que también estuvo jugando en las —Mira,paredes.Juana, qué curioso, mi compadre Pedro hizo esta lámpara, él ya está muerto y sin embargo nos mueve. —Sólo mueve las sombras –contestaron desde el cuarto contiguo y desde la oscuridad. —No. También nos puede mover a nosotros. Y nos mueve. El viento, afuera, corre con un olor fuerte de melaza. Corre in51

—Yo—Sí.miedo?también.

Oye, ¿por qué no matamos al trapiche? Yo le estaría golpeando los fierros hasta que muera. —Somos pequeños y el trapiche es grande. Quizás cuando seamos mayores.—Sí,cuando crezcamos y ya no tengamos miedo. El hombre descuelga la lámpara y va hacia el cuarto contiguo y oscuro. La lámpara queda sobre una mesa junto a varias estampas de santos. Tendida en la cama, la mujer cierra los ojos ante la brusca luz, luego recuesta su cabeza en el respaldo y bosteza largamente. El hombre, en silencio, se sienta junto a la mesa. Mira sonriendo a las estampas amarillas. Quiere rezar por los nuestros, pero no sabe hacerlo. Su compadre Pedro no era malo y debía estar bien; ahora muerto, no necesitaba de oraciones. Se dijo que él las necesitaba más, pero tampoco sabía hacerlo. Del bolsillo de su overol saca una libreta y anota unos números lentos.

—No, no es igual. El trapiche da miedo y no deja jugar. ¿Tú no tienes

—¿Cuántos hijos ha dejado Pedro? 52

—Veinticinco diarios— murmura. ¿Vas a trabajar por el domi nical?—Sí, necesitamos plata. Con veinticinco diarios no alcanza ni para comer. Y sólo un hijo. Peor los que tienen más.

—Mi mamá dice que el trapiche es como un hombre.

—Los hombres no comen niños.

diferente al chirrido y al miedo. Se va por los cerros negros y los cañaverales. No tiene miedo.

—¿Tú nunca has soñado que te llevaban al trapiche?

—Fue accidente con don Pancho, dicen. —Sí, dicen que fue accidente. Y Pedro tuberculoso. Mentiras. Fue ron quince años en la fábrica, en el trapiche. Los venció la madrugada y el trabajo duro. Todavía me acuerdo cuando entramos a trabajar. Creímos que era suerte porque en ese tiempo no había trabajo. Pero 53

—¡Cómo se va la gente!, ¿no? Hace un mes don Pancho y anteayer, mi compadre Pedro. Pobres.

—Cinco. Él se casó cuando recién empezamos a trabajar. Me acuerdo, ganábamos diez soles diarios. Ahora son veinticinco, pero tampoco alcanza. Creo que vamos a ir a la huelga. Mañana se reúne el Sindicato. Ya es tiempo de que nos aumenten. Vamos a joder al gringo con la huelga, es la única manera, pues. Y el hombre pensó en la huelga. Pensó en sus líderes y en los gringos. Y se sintió fuerte porque todos los obreros estaban juntos. Supo que era fuerte porque habían decidido pararse ante la bestia, que era un modo de desafiar y pelear. Por la calle venía un hombre borracho. Sumergido en la oscuridad y el frío, pasó junto a los niños. Chirrido alucinante. Humo alucinante. Miedo.

—Sí, sí soñé. Soñé que me atrapaban unos hombres vestidos de negro. Yo gritaba, pero ellos me arrojaron junto con la caña. Y me fui haciendo azúcar. Mi sangre se quedaba en los engranajes y los engranajes ya no sonaban. Se iban callando con mi sangre. Y fui un niño de azúcar. El hombre se sacó el mameluco y se puso sólo una camisa vieja. Fue hacia la cama y se sentó en el borde. Pensaba en su compadre y en él mismo. No, nada es justo, concluyó para sí mismo. Luego recostó su cabeza en el vientre suave de su mujer.

—No hables así. Podemos ahorrar un poco y largarnos a otro sitio.

—Ya no, lo único que he ganado es sentirme como que yo también estoy muerto. Pero puede ser. Quizás algún día nos podremos ir. En fin, yo estoy aquí para aguantar o por lo menos para tener cólera.

—Papá ¿escuchas el trapiche? —Sí, —¿Cuándosuena.termina la molienda? —La otra semana quizás. ¿Tienes miedo? —Sí, papá. El trapiche está sonando y no deja jugar. Nos pueden robar para Y—Zonzo.aceitarlo.lostresseacostaron.

ya ves. Ahora suerte es morirse.

—Mañana tienes que madrugar. Anda, llama a Miguel para acos tarnos ya. Allá está en la esquina con un amigo. El hombre se puso de pie. Nuevamente sobre el polvo de la calle se vio el rectángulo de la luz. Silbó a su hijo y los dos niños se pararon. Su hijo llegó hasta él y entraron. La calle, quieta. El humo más denso y más alto.

Y los tres se durmieron. El hombre soñó que el trapiche lo devoraba. No con un golpe seco, sino lentamente. Lentamente su sangre fortalecía y aceitaba las muelas del dragón. No con un golpe seco y rotundo, sino día a día,Afuera,lentamente.chirrido y humo. Afuera, por sobre las casas, devorante, la bestia. “El Trapiche”, en la revista Narración 1 (1966) 54

Este cuento mereció más de una lectura. La primera fue una lectura en voz alta del cuento completo. Luego de esa primera lectura les preguntamos por lo que sintieron y la mayoría respondió: miedo. Se quedaron con el ser fantástico amenazador que los personajes niños crean para expresar su miedo al trapiche. A partir de esta primera respuesta fuimos identificando en el texto palabras y escenas que grafican ese miedo: Lectura y conversación humotriste-eloscuralaellaschirrido-enchirria-callesessilencio-nocheydel devorante.ladejamiedotrapichesuena-eleltrapiche-miedotrapiche-deltrapichedaynojugar-bestia 55

En el cuento, el miedo de los niños se concentra en el mito de que para que el trapiche no deje de trabajar, hay que aceitarlo con la grasa de los niños y que por eso hay hombres que salen en las noches a robarlos. Este mito penetra hasta los sueños de uno de los personajes niño: “Sí, sí soñé. Soñé que caña.juntoarrojaronellosgritaba,negro.vestidoshombresunosatrapabanmedeYoperomeconlaYme fui defuimicallandoSesonaban.yaengranajesyengranajesenquedabasangreazúcar.haciendoMiseloslosnoibanconsangre.Yunniñoazúcar.” 56

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A continuación mostramos una pizarra realizada en una de las sesiones de laboratorio que grafica la ruta para construir junto con los escolares lo que significó el trapiche dentro de las haciendas. Esta conversación consolidó la aproximación al universo que evoca el cuento. 59

En esa conversación, la profesora Amparo compartió parte de su niñez, cuando vivía en la hacienda Zorritos de Cerro de Pasco: Hacían trabajar a la gente como esclavos. Todos los pobladores eran trabajadores de los hacendados. Ellos solamente ordenaban y al que no hacía le mandaba castigar. Esos hacendados ya no existen en el país, ya no hay… porque entra un gobierno, Velasco, y les dicen que esos terrenos pasan al Estado. Por eso ya no hay hacendados, una de las haciendas era la hacienda Zorritos. Eran españoles, italianos, de diferentes lugares y ellos llegaban con toda su familia y el resto era su hacienda. Cuando se retiraron, lo dejaron todo ahí, cuando se regresaron a sus países. Por eso que Pasco queda digamos casi muerto cuando ellos se retiran porque ellos son los que han traído el hospital… además como esos pueblos eran de Estados Unidos ellos venían con su gente… mi mami me cuenta que había de todo, enlatados, avenas enlatadas, ese del Quaker, que solo echabas una tacita y crecía y alcanzaba para todos. Así hemos comido muchas cosas ricas porque ellos traían de su país y lo vendían en Pasco. Lo llaman ciudad cosmopolita porque había chinos, de todas partes, había telas finas, abarrotes, artefactos, digamos muerto cuando ellos se retiran, En Cerro de Pasco había de todo.

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• ¿En qué espacios sucede el relato y cómo son?

Después de este primer momento, profundizamos más en el texto. Junto con los escolares identificamos los personajes, los espacios y la hora del día en que ocurren los sucesos. En este proceso fuimos reconociendo la estructura del relato. Durante esta conversación plantea mos las siguientes preguntas: • ¿Quiénes son los personajes del relato y cuál es la relación entre ellos?

• ¿En qué momento del día suce de el relato? ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo describe el narrador ese momento?

• ¿Cómo transcurre el tiempo en el relato? ¿Qué elementos usa el narrador para mostrar ese trans curso? ¿Qué sonidos se repiten cons 63

tantemente y qué sensaciones te transmiten? • ¿Qué ideas y sentimientos des pierta en ti el cuento? • ¿Cómo experimenta la presencia del trapiche el padre y cómo la experimenta el hijo? Vuelve a leer el sueño del padre y describe sobre cómo el trapiche destruye a cada uno y reflexiona sobre cómo la amenaza del trapiche actúa en la vida del padre (en su condición de obrero) y en la vida del hijo (en su condición de hijo de un obrero). 64

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Finalmente, la actividad de apro piación consistió en que cada uno dibuja con el mayor detalle posi ble una escena del cuento, de tal manera que entre todos se pueda reconstruir el relato.

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https://www.cineaparte.com/p/342/ojos-de-perro

A modo de conclusión de esta sección trabajamos el poema “Trocha entre cañaverales” en el que también se evoca la dureza y las condiciones de explotación en el trabajo de las haciendas azucareras. Para hacer el enlace entre el cuento “El Trapiche” y el poema “Trocha entre cañaverales” vimos la película Ojos de perro (1983). Esta es una película por Alberto «Chicho» Durant cuyo guion y arte son de José Watanabe. Fue ambientada en el Laredo de la década de 1920, en la época en que funcionaba la hacienda azucarera y los obreros y jornaleros organizaban la lucha contra la explotación del hacenda do. La película sirvió para darle imágenes concretas a las sensaciones y situaciones que el cuento propone y que el poema lleva a su extremo.

Pero hay una piedra gris que se resiste, que rechaza el verde universal. En esa piedra los braceros afilan sus machetes, a las 5 de la tarde, exhaustos, hambrientos y con el rostro tiznado por la ceniza de la caña.

Dale entonces la razón al juicioso chotacabras que emerge volando de los cañaverales y te “Aquíamonesta:no,tudulce

Caminas la trocha de los cañaverales, reverbera unánime el color verde. El mundo es solar y verde. La vaca que pasa tocando su cencerro y el muchacho que la sigue con una pértiga pierden su color y se pliegan al verde.

égloga aquíDeno”.El huso de la palabra Trocha entre los cañaverales 70

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Leímos más de una vez el poema antes de conversar. La conversación inició en torno a las palabras des•conocidas.Algunas de las preguntas que planteamos al trabajarlo son: • ¿Qué imágenes vienen a sus mentes al leer el poema? • ¿Cómo es el mundo que describe el poema? • ¿Cuál es el color predominante y con qué se relaciona? Lectura y conversación

• ¿Cuál es el color que rompe y con qué se relaciona? De acuerdo con el poema y lo que hemos visto y leído, ¿qué puede significar esta Proponemosruptura? terminar con un ejerci cio de collage. A cada verso transcrito del poema se le pega fotogra mas impresos de la película Ojos de perro

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