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CARTA EDITORIAL Abril,
Viento de origen, fuego de alma. Luz abrasiva que riega las flores, las azucenas y las jacarandas brillan y no mueren. El mes más vivo, dicen algunos, el mes más dulce, dicen otros. Pero a veces, anhela su juventud, aquella desaparecida por el reinado de Pompilio.
Así, con la añoranza del laurel enraizado, acepta que el amor, que antes fue suyo, se ha transformado, y ahora recoge los frutos y el mantel del jardín, para dejarlos sobre la mesa. Ahí, escribe, y cuenta sobre todo lo que ha visto. ¡Qué lejana la juventud!… ¡y qué eterna!
Victor Rivera
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