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Martha Nussbaum y la educación humanista

Diana Victoria Lomelí Nava Luis Arturo Dan Fong El nuevo disfraz de un mundo en ira

Durante la última década el aumento del narcotráfico, extorsiones, secuestros y una inseguridad generalizada en algunos países latinoamericanos, ha golpeado en lo más profundo de la sociedad mundial. Esto ha representado la búsqueda de una solución inmediata por parte del pueblo, ya que los casos de autoridades coludidas con los causantes de dichos males se han vuelto una constante. Es así que durante los últimos años han surgido una gran variedad de grupos de autodefensa en varios países latinoamericanos, sumándose a una larga lista de comunidades que buscan una solución inmediata, segura y real a un mal que los acecha desde hace mucho tiempo. Entre los casos más destacables se encuentran México y Colombia. Por un lado, en el caso mexicano se tienen especulaciones de que los grupos de autodefensa han estado presentes en México desde su formación. El país presentó debilidades y desorganización sobre todo en áreas rurales desde sus inicios hasta la década de los 40, lo cual generó la formación de policías comunitarias y grupos de autodefensa para cubrir las brechas de inseguridad existentes que no eran cubiertas por el grupo de seguridad del gobierno. Por otra parte, en el caso colombiano existe una estructura similar del problema, lo cual trajo consigo el surgimiento de estos grupos de autodefensa; sin embargo, algunos de estos grupos formaron parte de guerrillas paramilitares, por lo que su propósito original fue distorsionado. Los actores principales de este problema son la población que sufre de una falta de protección del estado, las autoridades encargadas de la región y las organizaciones criminales que operan en estos estados. En México existen al menos 50 grupos de autodefensa visibles en seis estados: Guerrero, Michoacán, Veracruz, Morelos, Tamaulipas y Tabasco (Arturo de Dios, 2019). De estos, únicamente 10 que operan en Morelos, Tabasco y Tamaulipas se han institucionalizado y argumentan que su objetivo es brindar seguridad a su comunidad, pero también ejercer justicia.

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Por otro lado, estos grupos armados o grupos paramilitares en Colombia surgieron a finales de la década de los 70 con ayuda del Ejército Nacional que los patrocinó con el objetivo de ayudarlos a defenderse de los excesos suscitados por la guerrilla, como secuestros campesinos y la lucha por tierras. Estas fueron las Autodefensas Campesinas de Magdalena Medio en el Puerto del Departamento de Boyacá. Estas autodefensas surgieron no sólo en zonas rurales, sino también en las ciudades de Colombia, como Medellín y el grupo llamado La Defensa Civil (Quijano, Luis F., Pdte. de la Corporación de Paz y Desarrollo Urbano). Sin embargo, en este caso los grupos de autodefensa se convirtieron en un arma de doble filo. En los años 80 los hermanos Castaño (miembros del cártel de Medellín) apoyaron a la captura del narcotraficante Pablo Escobar y después absorbieron las autodefensas, lo cual los convirtió en jefes de grupos armados de paramilitares y les dio suficiente poder en la contención de la guerrilla como para ser una amenaza para la misma clase política por la cual habían sido creados. Fue por ello que esta misma clase política negoció la disolución de la autodefensa. Retomando lo expuesto en la introducción de este ensayo se dice que el origen principal del surgimiento de grupos de autodefensa tanto en México como Colombia, proviene directamente de la falta de seguridad brindada por parte de las autoridades de ambos países, así como los casos de corrupción que han salido a la luz. Sin embargo, existen causas particulares para cada caso. Por una parte, en México existen varios casos de grupos de autodefensa que pueden expresar el contexto en el cual nace este fenómeno social. En Chiapas; el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Comenzó alrededor del año 1950 durante el gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero en 1994 tuvo un estallido conflicto con el gobierno, que había ido evolucionando con el tiempo. El contexto del nacimiento de este grupo tiene que ver, por ejemplo, con que Chiapas es la concentración más grande de población indígena y, a su vez, es uno de los estados más pobres del país. Históricamente se encuentra por debajo del resto del país en estándares básicos de vivienda y educación, y por arriba en mortalidad infantil. (Collier y Quaratiello, 2005, 15). En Michoacán, en 2013 de mano del productor de aguacate, el señor Hipólito Mora surgieron los primeros grupos de autodefensa. Según los investigadores geopolíticos Raúl Ornelas y Sandy Ramírez, la irrupción de estos grupos surgió como respuesta directa al dominio de la vida cotidiana que tenían los carteles de drogas sobre las personas, así como la pobre respuesta por parte de las autoridades (Ornelas, 2017).

Otro caso conocido de los grupos paramilitares en México se sitúa en el estado de Guerrero. La Policía Comunitaria de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (PCCRAC) surgió en 1995 con la participación de al menos 28 comunidades del municipio de San Luis Acatlán en su mayoría, después de varios hechos de violencia ocurridos en la comunidad de Cuanacaxtitlán, principalmente violaciones, robo de ganado y asesinatos. (Ocampo, 2018). Por otro parte, en Colombia surgieron las llamadas AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) como respuesta a la inseguridad causada por los cárteles de droga y las FARCS (Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia); sin embargo, lo que comenzó como una solución a la falta de seguridad que se vivía, se convirtió en un pseudo grupo paramilitar que entraría al conflicto por control de territorio, drogas y dominio general. En un inicio, estas organizaciones fueron conformadas por civiles en busca de un lugar más seguro, para después ser apoyados y sostenidos por narcotraficantes y las elites regionales de Colombia con el objetivo de generar un mayor control y dominio sobre una zona específica y de ese modo poder comercializar, fabricar y distribuir drogas (García, 2016). Uno de los principales lugares que alberga a estos grupos en gran parte de su territorio en Colombia es Antioquia, “la trinchera del paramilitarismo” (Redacción nacional, 2017). Un informe elaborado por la Asociación de Víctimas y Sobrevivientes del Nordeste Antioqueño, la Corporación Jurídica Libertad (CJL), la Fundación Sumapaz y la Coordinación Colombia Europa Estados Unidos (CCEEU) citado por el periódico El Espectador asegura que el 96% de los municipios de Antioquia (121) tienen presencia paramilitar. El Clan del Golfo o las Autodefensas Gaitanista de Colombia (AGC) abarca 97 municipios y es el grupo armado ilegal con mayor poder en Antioquia, seguido de la Oficina del Valle de Aburrá (OVA) en 27 municipios; el Clan Isaza en 14; el Nueva Generación en cuatro; La Mano que Limpia en tres; los Rastrojos y las Águilas Negras, cada grupo en dos municipios. Asimismo, existen 35 grupos llamados Convivir en Medellín que disputan el territorio junto con los Grupos Armados Organizados (GAO) por las características estratégicas de índole política, geográfica y económica que tiene la región para actividades ilegales surgidas del mismo paramilitarismo. Este mismo estudio reflejó su informe basado en las dinámicas sociales, territoriales, económicas (ilegales mayormente) que muestran control sobre la población, y las agresiones

que principalmente son homicidios y amenazas contra los defensores de los derechos humanos. Dicho informe mostró que la naturaleza descentralizada de estos grupos aumenta su efectividad en actividades delincuenciales, que principalmente son la extorsión, el tráfico de armas, el narcotráfico, el contrabando y la minería ilegal. Estos grupos también cuentan con el apoyo de supuestas alianzas con instituciones públicas, agentes estatales y empresarios. En ambos países se presentan diferentes circunstancias que propiciaron el desarrollo de estos grupos. Por un lado, en ambos países vemos problemas de carácter estructural que impiden el cumplimiento de necesidades básicas como lo es la seguridad, que orillan a los habitantes a tomar acciones desesperadas con tal de detener la violencia directa que sufren. Este primer problema es la negligencia de las autoridades ante las actividades de grupos delincuentes que atormentan a la población. A este primer problema se suma el apoyo que en un momento recibe este grupo de personas motivadas por la desesperación de proteger a su pueblo. Este apoyo consiste en armas proveídas por actores políticos, la cual es una acción que se encubre con el marco legitimador que crea la violencia cultural aceptada en estas regiones. Ya habiendo definido el origen, causas y problemas de los grupos de autodefensa en Latinoamérica tomando como referentes a México y Colombia, a continuación se retomarán las ideas dadas por la filósofa Martha Nussbaum para explicar su relación con el tema. Uno de los ideales que Martha Nussbaum predicó no sólo en su obra Enojo y perdón. Resentimiento, generosidad y justicia, sino en toda su trayectoria intelectual, establece que las emociones están estrechamente relacionadas con los fenómenos éticos, sociales, de género y políticos. Nussbaum plantea en el segundo capítulo de la obra mencionada anteriormente una explicación psicológica y filosófica respecto a la ira y la enlaza con otras emociones como pueden ser la gratitud o la desilusión, considerándola como un instrumento de carácter social, como una respuesta que se desencadena por parte del individuo o de un grupo ante un daño o frente a un mal (Petit, G., 2018). La autora establece que la ira consta de dos componentes: la idea de que se ha cometido un grave error y el deseo de que sufra el responsable (pp. 5,15). El problema con la ira proviene del segundo componente: el deseo de daño al malhechor. Este deseo es injustificable, según Nussbaum, y se basa en la creencia irracional de que vengarse del agresor puede

restaurar lo que dañó en un principio, o bien en la creencia de que el delito realizado resultó en un daño que sólo puede cubrirse realizando el mismo daño al delincuente (Degerman, 2017). Esta última creencia puede ser razonable en la medida en que uno puede elevar su estado en relación con otra persona al disminuir el estado del prójimo (pp. 5-6). Este deseo demuestra una preocupación excesiva por el estado relativo entre mi ser y otros (Nussbaum llama a este deseo un “error narcisista”). Esta última explicación puede ser de gran ayuda si queremos comprender de dónde viene la “solución” actual del problema, la cual se convierte en parte del problema y lo engrandece. En estos conceptos consiste la primera solución que consideramos que la autora brinda para empezar a disolver este conflicto: la comprensión de la ira como un concepto peligroso de incluir en la solución ante agresiones de grupos delincuentes. Por consiguiente, la primera solución sería quitarle el apoyo de armas a aquellos que han sido agredidos por estos grupos, ya que la ira fomenta en ellos más violencia y termina engrandeciendo el problema. Otro de los conceptos que la autora plantea y consideramos sumamente útil para la resolución de este fenómeno es la “transición-ira”. Este concepto consiste en liberarse de la emoción y los efectos irracionales que la acompañan y dejar únicamente la respuesta racional de la persona cuando siente ira. Esto implica dejar el pasado al reconocer los problemas normativos del malhechor y por el contrario, adoptar un enfoque que busque el bienestar de ambas partes (pp. 31, 93). Nussbaum usa este término para referirse tanto al proceso de transición de la ira a una mentalidad progresista de bienestar, como a la mentalidad misma (p. 33). Consideramos que este enfoque de “transición-ira” puede ser una de las soluciones al problema, primeramente, de los grupos delincuentes que atacan a las poblaciones indefensas y, consecuentemente a los grupos de paramilitares que se forman en respuesta como aparente solución a la primera problemática. La razón principal por la cual consideramos a este enfoque como solución es porque su naturaleza es contraria a las soluciones que se han planteado y han generado los grupos de autodefensa, los cuales demuestran no solamente su poca eficiencia en la resolución del problema, sino también que son propensos a convertirse en la misma calamidad que en su principio, ellos combatían.

Sin embargo, Nussbaum menciona que la “transición-ira” pura es muy rara y debe manejarse con cuidado, ya que la mayoría de las veces, contiene al menos un residuo del deseo destructivo de la ira de venganza. Incluso, comenta Martha, a menudo queremos que el infractor en particular sufra (pp. 36-37). Es por esto que, aunque la ira puede ser potencialmente constructiva, la autora nos exhorta a evitarla siempre que sea posible. La siguiente opción que Nussbaum plantea en su trabajo es el perdón, el cual es comúnmente visto como la alternativa moralmente superior a la ira y, según ella, es igualmente problemático en la mayoría de los casos. El perdón más típico es el transaccional, que implica un intercambio de disculpas por el perdón. De esta forma, el perdón tiene la misma falla que la ira: el deseo de que sufra el malhechor, pero en este caso a través de un acto que le muestre su culpa (p. 74). Para contrarrestar esto, Nussbaum propone dos alternativas que debemos alcanzar cuando estemos enojados: el perdón incondicional y el amor y generosidad incondicionales. De estos, nosotros consideramos a la última alternativa como posible solución al problema que abordamos La primera opción evita la demanda (al menos en la práctica) de disculpas y actos penitenciarios de la persona que agravia y consiste en que la persona agraviada concede el perdón desde su libre elección (pp. 11-12). Sin embargo, Nussbaum aún desconfía de él ya que “retiene una bocanada de superioridad moral” y está centrado en el pasado, por lo que nos impide mirar hacia el futuro progresivo para ambas partes (pp. 77,124,141). Es por ello que la respuesta ideal a la ira, según Nussbaum, es el amor incondicional. Esto es cuando el “amor simplemente ahoga” la ira, y por lo tanto nunca se plantea la cuestión de si se debe perdonar (p. 84). En conclusión, las ideas y pensamientos filosófico dados por Nussbaum significan una serie de respuestas a un problema tan contemporáneo como lo es el tema tratado en este ensayo. Tomando como base fundamental tanto las ideas planteadas en el desarrollo de la problemática, como la relación existente con la filosofía de Nussbaum; se puede hacer énfasis en una idea fundamental para la explicación de los problemas derivados de el surgimiento de los grupos de autodefensa en Latinoamérica y su solución de acuerdo a lo planteado por Nussbaum en su libro Enojo y perdón. Resentimiento, generosidad y justicia. De acuerdo a las ideas planteadas en el libro de Nussbaum, existe una relación directa entre el surgimiento de grupos de autodefensa, violencia y la ira como una emoción que entra

en control de toda la situación. De forma que, la solución más directa y efectiva para terminar de raíz con una problemática que ha agraviado a miles de pobladores de las distintas comunidades de Latinoamérica, es lo que Nussbaum define como “transición - ira” en la que se eliminan los rasgos emocionales y efectos irracionales que trae consigo la “ira” y se analiza el origen de esta de forma objetiva, lo cual permite buscar una solución que se enfoque en el bienestar de ambas partes. Es así, que gracias al concepto de “transición - ira” se podría intentar eliminar la parte emocional de las problemáticas, lo cual permitiría un análisis más objetivo de los problemas y por ende soluciones más objetivas y que permitan interacciones sociales más equitativas, ya que se buscarán respuestas a los problemas tomando en cuenta todos los factores del mismo.

Referencias

Antioquia, la trinchera del paramilitarismo. (2017, Diciembre 14). Recuperado de https://www. elespectador.com/noticias/nacional/antioquia-la-trinchera-del-paramilitaris mo-articulo-728377.

Degerman, D. (2017). Anger and Forgiveness: Resentment, generosity and Justice.

Contemporary Political Theory, 17, pp. 9-12.

En México hay 50 autodefensas en seis estados. (2019, Agosto 27). Recuperado de https:// www.eluniversal.com.mx/estados/en-mexico-hay-50-autodefensas-en-seis-estado

García, P. (2016). La privatización de la violencia en Colombia y las AUC: de las autodefensas al paramilitarismo contrainsurgente y criminal. The violence’s privatization in Colombia and the AUC ( Self-defenses United of Colombia ): From the self-defenses to the counter, 230–255.

Maus, A. C. (2016). INSTITUTO TECNOLOGICO AUTÓNOMO DE MÉXICO GRUPOS DE AUTODEFENSA: SIN SALIDA ANTE LA VIOLENCIA.

Ornelas, R. (2017). Self-Defense Groups in Michoacán (Vol. 4).

Pettit, G. (2018). “Martha Nussbaum: Anger and Forgiveness: Resentment, Generosity, Justice”, International Journal for Philosophy of Religion (2019) 85: 259-263.

Ramírez, A. M. G., & Martínez, P. M. (2014). SEGURIDAD PÚBLICA Y GRUPOS DE AUTODEFENSA EN MÉXICO.

Toledo, R. (2016). Ratio y Societas.

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