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La importancia de las instituciones educativas en la detonación de la corrupción en México
Enrique Eduardo Moscoso Cruz Daniella Costanzo Farrera
La importancia de las instituciones educativas en la detonación de la corrupción en México
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Introducción
La corrupción, entendida como el abuso de poder para el beneficio propio (de la misma manera en que se encuentra plasmada en la página del gobierno mexicano) es uno de los principales problemas que ha estancado a México a través de la historia. Actualmente ocupa uno de los primeros puestos como uno de los países más corruptos a nivel mundial, lo cual supone un estancamiento interdimensional para el país en general, esto es debido a que ha permeado varios segmentos de la sociedad que van desde un punto de vista político, económico y social; y ha afectado en gran medida la legitimidad, la transparencia, la rendición de cuentas y la eficacia del país para afrontar distintas situaciones. Muchas de estas dimensiones han evolucionado como producto del legado de la élite de México, la consolidación oligárquica del poder y el gobierno autoritario. Sin embargo, para analizar el marco que engloba la corrupción en México, es necesario cuestionarnos cuáles son las primeras escenas en las que surgen comportamientos de deshonestidad. Es por esto, que en este ensayo se busca analizar el impacto que tienen las instituciones de educación superior en la formación de profesionales, ya que se piensa que la educación a lo largo de la formación de las personas, sobre todo la de nivel superior, o las universidades, por ser la preparación y la primer aproximación de los estudiantes al mundo laboral, contribuyen en gran medida a formar el criterio que puede propiciar, o por el contrario evitar conductas deshonestas, como las que han prevalecido en todos los niveles del ejercicio profesional, haciendo énfasis en la corrupción. De igual forma se piensa que existe una brecha educativa entre instituciones públicas y privadas que tiene un impacto, tanto en la preparación profesional como en la formación íntegra
de los alumnos, que se ve reflejada en el ejercicio profesional ético de sus egresados. Esto, de ser cierto, representaría una barrera invisible que despoja a las personas que no tengan acceso a una educación con altos costos económicos de su derecho constitucional para acceder a una preparación académica de calidad, lo que influye de manera negativa en el progreso de los mexicanos. Dada la importancia antes establecida, se considera pertinente evaluar si de hecho existe alguna diferencia entre estas instituciones, y en caso de existir, de qué manera impacta en los ciudadanos que completaron toda la trayectoria educativa tradicional.
El papel que funge la relación existente de las escuelas con la corrupción
La estrecha relación entre la corrupción y las escuelas puede a veces pasar desapercibida. Las escuelas son sin embargo, una parte sumamente importante en cuanto al desarrollo y acondicionamiento de las personas en sociedad. Díez Martínez (2015) señala que “... las instituciones educativas proporcionan los primeros elementos institucionalizados sobre la forma en la que se llevan las relaciones y los comportamientos entre los miembros de una sociedad…”, y por este motivo, deberían ser espacios formadores de ciudadanos conscientes, involucrados en la dirección del país y en la búsqueda del bien social, cultural y académico del mismo. La educación, entonces, desempeña un papel crucial en nuestra sociedad, ya que es en gran parte la encargada de transmitir a las nuevas generaciones, además de conocimientos, valores éticos, así como de promover el comportamiento ciudadano. Por otro lado, si la educación no está bien enfocada, también puede transmitir conductas negativas. Como bien lo ejemplifica la filósofa Nussbaum (2010) “Sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando ... ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva la democracia. Si esta tendencia se prolonga, las naciones de todo el mundo … producirán generaciones enteras de máquinas utilitarias”. Esto quiere decir que la estrecha relación que existe entre el gobierno con el sistema educativo puede dictar ciertas conductas en los futuros profesionistas y el cómo se van a desempeñar en un futuro en los distintos campos laborales. Debido a esta misma relación existente podemos afirmar que, si las conductas impartidas son negativas, estas se repetirán en el ámbito profesional, donde muchos de los futuros egresados desempeñarán
cargos en el mismo gobierno que les enseñó estas conductas, y repetirán estos esquemas con las futuras generaciones; creando así, un círculo vicioso que evita que las naciones avancen hacia una visión progresista de primer mundo.
El modelo capitalista y su intervención en la generación de futuros egresados
Una de las tendencias que suele favorecer el capitalismo es precisamente la búsqueda desesperada de la rentabilidad sobre otros aspectos esenciales. El dinero se vuelve de alguna manera la manifestación de la libertad, en cuanto a que le brinda a los que lo poseen acceso a ciertos bienes, que los que se ven limitados en él no pueden acceder, por más que lo deseen. Es bajo este sistema que, tal como lo menciona Eduardo Gurría (2019) “los padres de sus alumnos, son considerados clientes a los que se les ofrece un producto llamado educación, cuya diversidad, calidad, disponibilidad y precio son relativos, generando en el cliente el concepto erróneo de que entre más cara sea una escuela, mejor será la educación que proporcione”; es así cómo, bajo el esquema capitalista, los padres buscan escuelas que les brinden mejores oportunidades a sus hijos en cuanto a remuneraciones a la hora de ejercer laboralmente, lo que obliga a las instituciones a generar programas educativos prácticos, donde dejan a un lado la enseñanza de materias que sensibilizan al ser humano, como lo son las artes y los valores. Cabe aclarar que éste no es un estudio para criticar el capitalismo, sin embargo es necesario incluir algunas de sus implicaciones en la distorsión de la educación, por medio de la reducción de las materias humanísticas en los planes de estudio para enfocarse en aquellas cuya aplicación inmediata pueda conllevar a una remuneración económica. Retomamos entonces el discurso de Nussbaum (2010) “Dado que todas las naciones buscan con tanto afán el crecimiento económico, principalmente en este momento de crisis, estamos haciendo muy pocas preguntas sobre el rumbo de la educación y, por ende, el de las sociedades democráticas”, con el que cuestiona los cambios en la educación que orientan la atención hacia las materias más directamente “rentables”, dejando de lado los aspectos humanos. Esto podría evocar la pérdida de los valores y la conciencia ética en futuros profesionistas, donde sólo ven la búsqueda de bienes externos (como lo son el dinero y el poder) como fin último, en vez de generar sociedades que busquen los bienes internos para el beneficio colectivo donde los futuros egresados
buscan ser excelentes ciudadanos y excelentes profesionistas. La misma Nussbaum (2010) lo menciona diciendo que “Vamos detrás de las posesiones que nos protegen, nos satisfacen y nos consuelan: aquello que Tagore describe como el “disfraz exterior” de lo material. Sin embargo, parecemos olvidarnos del alma y lo que significa acercarnos al otro como a un alma, más que como un instrumento utilitario o un obstáculo para nuestros propios planes”.
Diferenciadores propios de cada individuo para aceptar o no las prácticas de corrupción
En un estudio de Shand, Sohail, Instituto del Banco Mundial y el Instituto Internacional de Administración Pública (2000), se menciona que “investigaciones sugieren que la disposición del empleado hacia la corrupción no depende solamente del salario; más bien, a las actitudes éticas, el miedo a ser capturado y la presencia o ausencia de la llamada”. El estudio incluso establece un rango de situaciones de personas mal pagadas y bien pagadas, donde el disgusto ético hacia la corrupción y el miedo a ser atrapado son los diferenciadores entre los que sucumben a aceptar sobornos u otro tipo de prácticas de corrupción. Aunado a ello, al tener en cuenta que la ética se va inculcando en las personas tanto desde el ámbito familiar como en las instituciones educativas, se puede pensar, entonces, que la educación y formación ética de las personas sí influye, haciendo que los empleados sean menos propensos a adentrarse en actividades corruptas. El desarrollo de una actitud de disgusto hacia la corrupción se tiene que fomentar con cada posibilidad que pueda presentarse, esto incluye a las que suceden dentro de las mismas universidades u otras instituciones educativas.
Paralelismos del sector educativo con otros sectores públicos
Si nos ponemos a buscar las relaciones causa-efecto de la corrupción en las escuelas con el ejercicio profesional podríamos encontrar un sin fin de escenarios paralelos. Algunos ejemplos claros podrían ser la desviación de fondos para fines privados, la cual es una práctica de corrupción que uno encuentra tanto en la educación como en otros sectores públicos como el del agua o las carreteras. El pago de sobornos para ser admitido en la escuela o para obtener una buena
calificación también lo podemos encontrar en el sector de la salud, donde se recurre al pago de sobornos para tener acceso a un buen médico o cirujano en el hospital, o en el sector empresarial, para tener acceso a un mercado económico. Finalmente, otros escenarios que presentan una problemática similar son los problemas de corrupción en la contratación pública, como en la construcción de nuevas escuelas, y los que uno encuentra en otros mercados importantes de contratación pública (Poisson, 2018). Esto nos indica que estas prácticas no son inherentes al sector educativo, y más bien poseen un carácter replicable en los distintos sectores públicos, lo que hace que se vuelva una especie de virus que infecta a las sociedades y les impide ver por el bien general. Es por ello que es importante tomar conciencia en lo delicado que puede ser la impartición de la educación en un país, ya que, tal como lo menciona Poisson en 2018, “las entidades educativas se vuelven focos de distribución tanto de conductas negativas, como positivas, por lo que el ser conscientes de la magnitud de la importancia que estas instituciones tienen en el desarrollo de los países es clave para poder crear estrategias de acción focalizadas para que no se detonen en repercusiones negativas”.
Los modelos educativos como esquemas de generadores de corrupción
Debido a los constantes cambios que suceden en la era moderna, la educación también se ha transformado, y se puede apreciar un patrón que dirige a los estudiantes hacia una mayor exigencia, académica, de productividad y de competitividad que puede propiciar comportamientos deshonestos y de corrupción. “Resulta necesario oponer a estos efectos perversos de las nuevas exigencias del campo educativo, una enseñanza y promoción constante de ética y valores que debe ser tenida en cuenta como algo central en la lógica de la administración” (González, 2017). Así como llevar un trabajo conjunto entre familia y escuela, González (2017) propone prácticas centradas en la colaboración y no en la competencia, como parte de una propuesta para disminuir los índices de corrupción, debido a que la competencia suele relacionarse con propiciar prácticas corruptas. En otros ensayos, se ha criticado que “el liberalismo de las universidades, ha hecho que se crea su única tarea la de transmitir conocimientos, y que existía anteriormente la concepción de que “la liberación por conocimiento contribuía, por sí misma, a la mejora del individuo y
de la sociedad” (Bolívar, 2005). Esto es probado constantemente en la actualidad que no es el caso, y es precisamente por ello que se menciona en el mismo artículo, la necesidad darle la importancia debida a la dimensión moral de la docencia universitaria. En algunos casos se ha remitido absoluta responsabilidad de la profesionalidad en todas las dimensiones de la palabra, a los centros de formación: “Si al mundo profesional se le acusa de ineficacia y deshonestidad, a los centros de formación de profesionales se les acusa de no saber enseñar las nociones elementales de una práctica eficaz y ética” (Schön, 1992). De esta forma es ampliamente incitada la participación universitaria en la formación de una identidad profesional, que permita a los futuros profesionistas navegar el mar de incertidumbre que pueda ponerlos en una situación donde los límites del ejercicio de su práctica no estén bien delimitados, y exista entonces un conflicto de valores. Se busca pues, que a través de mecanismos de preparación ética (ejercicios prácticos de reflexión, casos éticos, etc.) que tanto en estos momentos de incertidumbre como en los que la decisión ética sea clara, los profesionistas sean capaces de ver las dimensiones y niveles en las que influye su decisión, y actúen para el bien común.
Diferencias entre las instituciones públicas de las privadas. La contaminación del sistema público en las instituciones educativas
Ahora, en cuanto a las diferencias significativas que pueden existir entre la educación pública y la privada, si bien hay quienes consideran que el tener educación privada es más considerado como un lujo y privilegio, podemos decir que no se equivocan, pero estas afirmaciones corresponden únicamente a países de primer mundo donde la educación pública estandarizada cumple, por lo mismo, con las expectativas de inclusión, acceso, nivel y gratuidad. En cambio si hablamos de países subdesarrollados, como es en el caso de México, la educación privada también es considerada un privilegio debido a que es cara, pero también representa una necesidad, ya que como menciona Eduardo Gurría (2019) “la educación pública siempre está en medio del debate político-sindical, del debate social y, peor, de las componendas y decisiones del poder político en turno; polemizada y politizada, además de ser ineficiente, ya que no llega a todos
los que debería ni en tiempo, ni en lugar ni en nivel”. Esto significa que si nos ponemos a comparar la corrupción existente en las instituciones públicas y las privadas, podemos afirmar que aunque existan casos de corrupción en las instituciones privadas, al ser precisamente sistemas con carácter privado se les excluye de estar expuestos a ciertos escenarios que podrían propiciar conductas de corrupción, como lo son las plazas de “maestros ficticios”, donde los mandos más elevados registran el sueldo de maestros inexistentes con el fin de quedarse con ese ingreso extra; de la misma forma sucede con la cantidad de libros de texto registrados y la corrupción envuelta alrededor de ellos. Además de lo mencionado previamente una gran diferencia entre las universidades públicas y las privadas es que las instituciones privadas no admiten sindicatos ni otorgan plazas, esto podría parecer una desventaja en comparación con los maestros de escuelas públicas, sin embargo, a nivel sociedad representa todo lo contrario, ya que al no tenerse acceso a esta clase de “privilegios” se evita que se propaguen casos de corrupción donde existan otra clase de intereses que se interpongan en el correcto desempeño de los maestros como formadores de futuros profesionistas. Los sindicatos y las plazas de los maestros en instituciones públicas, en primera instancia deberían de funcionar como incentivadores para propiciar conductas positivas en la educación que imparten los maestros a sus estudiantes, sin embargo sucede todo lo contrario; ya que las personas involucradas se ven envueltas en un conflicto de intereses donde los líderes sindicales en vez de ver por las necesidades de sus afiliados en general, emplean los sindicatos como método de chantaje para extorsionar a otros sectores, involucrando por igual a maestros y estudiantes pertenecientes a estas instituciones públicas con el fin de obtener ventajas personales. En otras palabras las instituciones públicas se ven envueltos en revueltas en donde la impartición de educación de calidad queda en un segundo plano. Un ejemplo claro son los paros que se realizan en las universidades públicas, sean hechos por estudiantes o maestros, donde las actividades principales que deberían realizar los estudiantes pasan a un segundo plano y la permisividad de las instituciones públicas a estos actos logra que los pasen de grados académicos con conocimientos limitados, creando futuros profesionistas ignorantes con incapacidad de juicio y que imparten la misma permisividad en sus espacios de trabajo.
Conclusión
Como conclusión, se puede confirmar que las conductas antiéticas como la corrupción sí tienen un origen desde las primeras vivencias de las personas como entes sociales en la familia y en la escuela. De igual forma, la identidad profesional es fuertemente influenciada por la educación superior, y por lo tanto sí se podría llegar a ligar los altos índices de corrupción con deficiencias en las etapas de formación, por una parte de la familia, pero por otra parte de las instituciones educativas. Es por ello que es imprescindible retomar la impartición de materias relacionadas con humanidades en las universidades para todas las carreras, así como implementar mecanismos de reflexión en la acción y aplicación de los conocimientos, así como otras medidas que fomenten el desarrollo de dimensiones valorativas y actitudinales en los futuros profesionistas. De igual forma, es imperativo resaltar la importancia del papel que desempeñan las instituciones encargadas en impartir la educación en México, ya que estas son las encargadas de detonar acciones en los estudiantes, ya sean tanto positivas como negativas. Estas instituciones son las encargadas de formar el criterio de los estudiantes, y que, si viene siendo cierto, también la naturaleza propia de las personas y el ambiente familiar influyen en las conductas éticas de las personas, son estas instituciones las que forman el pensamiento para el desarrollo de su vida profesional. Aunque en gran parte de los países de primer mundo, que son los más desarrollados y los más capitalistas, la educación privada no representa mucha diferencia en contraste con la educación pública y más bien es vista como un privilegio que demuestra cierto estatus económico, en los países subdesarrollados la educación privada se vuelve una necesidad. Esto debido a los conflictos de intereses que se suscitan en los altos mandos de las instituciones públicas, propiciado por las grandes cantidades de corrupción existentes bajo el uso de mal manejo de sindicatos y plazas. Lo que al final da como consecuencia una impartición de la educación de baja calidad donde los criterios de los estudiantes se ven puestos en tela de juicio gracias a que los mismos profesores no están interesados o motivados en propiciar un ambiente de generación de nuevos egresados que busquen la excelencia profesional y la excelencia en la ciudadanía. Esto mismo está suscitando la propagación de profesionistas poco competentes en el mundo laboral que repiten los patrones de conducta en lo que a esquemas de corrupción respecta. Esto
no significa que en el sector privado no exista la corrupción en la educación, donde los modelos educativos solicitan una mayor exigencia, académica, de productividad y de competitividad, lo que puede propiciar comportamientos deshonestos y de corrupción. Sin embargo, la dimensión de los efectos que eso ocasiona en los juicios de valor de los estudiantes no son tan prejuiciosos como lo son el sacrificar la calidad de la educación que ofrecen las instituciones públicas.
Bibliografía
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