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ALUMNI

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La manifestación de la belleza en el deporte

Rodrigo Lau Escuela de Educación Física

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Es muy probable que un alto número de los contratos de servicios de televisión por cable se hayan suscrito a raíz de la amplia oferta de canales deportivos que por allí se dispone. En variedad y cantidad no son pocas las señales a las que se puede acceder abonando a un servicio de este tipo. En el ámbito deportivo, es interesante el valor que otorgamos a la “re-creación” durante la observación.

Solo algunos años atrás la gran mayoría de los partidos de fútbol se escuchaban por radio, dado que no existía otra alternativa. No es extraño que la televisión en Chile comenzara a expandirse en el contexto de un mundial de fútbol en 1962. No obstante, antes había cierta experiencia de lo oído y de igual manera se construía un ejercicio sobre la imagen que permitía una experiencia agradable similar a la que quizás podría ofrecer el aspecto visual.

Otro ámbito que nos podría orientar es que hay elementos del deporte que se pueden presentar ante las personas de manera puntual, en relación a un deporte que no seguimos o desconocemos. Esta experiencia es diferente pensando en un plano según criterios u objetivos. Por ejemplo, frente a una ejecución perfecta en gimnasia, sin conocer la intrincada calificación y las dificultades de la rutina, de igual manera participamos de la experiencia mientras se observa.

En efecto, podríamos mostrar a personas que nunca han tenido acercamiento con la gimnasia un video de la rutina que realizó Nadia Comaneci en las Olimpiadas de Montreal en 1976, donde obtuvo un 10 perfecto. No dudamos que podrán apreciar, fuera del tecnicismo y las calificaciones que siempre es posible afectarnos positivamente: lo bello no deja a nadie indiferente.

La experiencia de la belleza posibilita una cierta “divinización” de las cosas más cotidianas. Sean estas físicas o inmateriales en donde la capacidad superior de la persona humana -su inteligencia- está permitiendo que ellas sean ennoblecidas mientras el deportista transmite su poder “co-creador” a los elementos sencillos.

El Papa Francisco durante 2018, a propósito de su carta “Dar lo mejor de uno mismo” usa por lo menos 10 veces la palabra belleza y una vez la palabra bello. Anecdóticamente, aparecen juntas en el siguiente párrafo en dónde el Papa se pregunta:

“¿Cómo podría la Iglesia no estar interesada (en el deporte)? La Iglesia ha motivado y promovido siempre la belleza en el arte, la música y otras áreas de la actividad humana a lo largo de su historia. La razón última es que la belleza es algo que proviene de Dios, y la percepción de la misma es algo inherente a todo ser humano en cuanto criatura amada. El deporte nos ofrece la oportunidad de participar en momentos bellos, o de presenciarlos. En este sentido, el deporte tiene el potencial de recordarnos que la belleza es una de las muchas maneras de encontrar a Dios”.

No es al azar lo planteado por el Papá, pues la revelación de la bondad divina tiene como manifestación la belleza en las cosas y en lo que la persona humana haga. Es una cierta participación de co-creación. Una criatura creada a imagen y semejanza del mismo Dios, es tan afín a Él toda vez que es capaz de modificar la naturaleza con su inteligencia y libertad.

No cabe duda de que haciendo uso de su inteligencia, hombres y mujeres elevan la creación de la cual participan. Al buscar la belleza deportiva, en su práctica o en su simple observación, el hombre se acerca a la belleza absoluta. En el resto de las actividades humanas también hemos de buscarla y mostrarla a los demás: en el trabajo profesional, en la vida familiar, incluso en la enfermedad o la vejez. Hay hermosura escondida en cada rincón de la creación.

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