Letras del Ecuador N 202

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ISSN 1390-9452

LETRAS

DEL ECUADOR

Elogio a la irreverencia

El oficio del escritor

N

S

En los caminos del arte, ellos fueron siempre combatidos por quienes, apegados al canon, no concebían la posibilidad de los cambios. El ojo avizor, que comprendía las cosas de modo distinto, que sabía existían otros modos y otras maneras, acaso más lúcidas, para entender la belleza y expresar un mensaje estético, eran los irreverentes de siempre, aquellos a quienes había que marginar y combatir, los sublevados.

A mí al menos me sucede que muchos cuentos, muchos pasajes de novela han salido de mis manos justamente como en sueños, para encontrarme al otro día con esa flor (el texto) cuyos pétalos me impresionan por eso, porque era una flor percibida en sueños y que luego la encontraba tangible, viva, palpitante.

o son siempre bien vistos quienes, de improviso, arremeten contra los valores vigentes en una sociedad. En cierta época fueron calificados de herejes, en otra de iconoclastas; fueron también los que recibieron el estigma de revoltosos, radicales y rebeldes.

Mas aquello siempre fue transitorio, pues a la postre se impuso el papel histórico de estos precursores, adelantados al tiempo, que, como verdaderos zapadores del arte, permitieron que avance al ritmo de las inquietudes del espíritu humano, siempre uno y no siempre el mismo. Todo esto, recordado en pocas palabras, para reconocer la obra y el legado de Miguel Varea, como el irreverente magnífico que es, y a quien, con orgullo alojamos hoy en nuestra «casa». Dejemos que él nos replique y nos rete.

Dibujo de Miguel Varea

Raúl Pérez Torres i un hombre atravesara el paraíso en un sueño y se le diera una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor… ¿Entonces qué? Esta frase citada por Borges en boca de Coleridge, ¿no es quizá lo que más nos acerca a ese misterioso, tortuoso y desesperante oficio de escribir?

desprende del contexto social e histórico en el que se desarrolla. Creo que empecé a escribir por temor. Por el miedo que sentía al quedarme solo en mi dormitorio frente a una noche larga, eterna, poblada de fantasmas y de sombras. Allí comencé a planificar otros mundos, a leer e inmiscuirme en otras aventuras, a sentirme un gran titiritero que manejaba los hilos del mundo, de un mundo creado por mí y para mí, un mundo que quizá me alejaba dulcemente de lo prosaico, lo vulgar, lo agresivo, del mundo que encontraba al salir de mi cuarto, y que además me daba un pequeño poder porque me permitía manejar la vida (la vida literaria) a mi antojo.

Particularmente nunca he podido organizar esquemas, teorías y todas esas cosas terriblemente serias y especializadas alrededor de la literatura, Más aún si se considera que había de por medio inclusive la crítica estructuralista la he sentido un carácter completamente introvertido, tímien ciertos momentos, como una autopsia sobre do, neurótico y hasta cobarde. un muerto. Empecé a escribir entonces, a forjar historias en El escritor, como todo ser humano, es una las cuales yo era siempre el héroe o el mártir, un contradicción viva, permanente, y son quizá juego que a falta de amigos, me proporcionaesas contradicciones las que me obligan ba el placer de tenerlos y hacer de ellos lo que a escribir, a dar patadas de ciego con las me viniera en gana. Luego, sin darme cuenta, palabras, a buscarme y buscar mi conexión, mi (como sucede con cualquier otro vicio), esa comunicación con el mundo, que en la vida droga, la literatura, se fue metiendo en mí de real se da cada vez más tenue y desorientada, tal tal manera que ahora, cuando de alguna forma vez por efectos de un sistema que nos aliena e he derrotado al miedo y a la soledad rellenánindividualiza hasta el punto de hacernos olvidar dola de jeroglíficos, cuando me he dado cuenta el ser social que llevamos dentro, aunque esta que la escritura es también un acto de solidaalienación también alimente de alguna manera, ridad humana, un acto que nos lleva por labeconsciente o inconscientemente el trabajo del rintos oscuros al centro del hombre, que es un escritor, más aún si sabemos que todo arte se juego donde se potencializa la sensibilidad y el Continúa en la página 3

No 202 julio de 2015 Contenido El

Miguel Varea, Yo como John Lennon (detalle), tinta china sobre papel, 60 x 45 cm., 1989

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