1 minute read
I Paralelismos alarmantes
Paralelismos alarmantes
Reflexionando y divagando sobre cómo será el mundo en los próximos años y cómo será la industria cárnica del futuro, me vienen mil preguntas a la cabeza: ¿Segovia seguirá vendiendo el cochinillo como uno de sus platos estrella o estará mal visto y tendrá que buscar otro elemento gastronómico para captar al turista? ¿Existirá esa competición imperante actualmente por hacer la mejor hamburguesa de la ciudad o tendremos algún producto que se le intente parecer y que esté elaborado de forma eco sostenible?
Lo cierto es que la situación que vive la industria en estos momentos, me resulta familiar a lo que sucedía en el sector automotriz hace más o menos quince años. Aunque se vendían coches a ‘cascoporro’, ya existían ciertas voces que iban cobrando cada vez mayor relevancia en contra del vehículo de combustión. Y más aún en contra del Diesel, que era lo que más se vendía en nuestro país en aquellos años. Muchos decían en aquel momento que esas notas discordantes nunca tendrían nada que hacer frente a la poderosa industria del automóvil. Sin embargo, con el paso de los años, el coche de combustión ya está claro que tiene los días contados y los motores Diesel son unos apestados a todos los niveles.
La actividad automovilística ya es plenamente consciente de que su futuro está en los coches eléctricos, que no son, ni mucho menos, los más ecológicos de cuantas alternativas podrían haber intentado desarrollar pero, por resumir, se puede decir que fue la que más les convenció como alternativa a su, hasta ese momento, modelo de negocio.
La industria cárnica creo que vive momentos de cierta similitud y, seguramente antes o después, habrá que terminar por adaptarse a una serie de cambios que parecen irremediablemente acuciantes.
Lo que espero es que, dentro de unos años, sigamos teniendo la posibilidad de disfrutar de los productos cárnicos actuales, a pesar de que tengamos en la mesa multitud de alternativas proteínicas para el día a día más baratas y sostenibles porque, así como un magnífico eléctrico como pueda ser un Tesla Model S jamás podrá transmitir las sensaciones que aporta la conducción de un gran gasolina, con un buen producto cárnico me temo que sucederá exactamente igual
Jorge Cocero
Director editorial