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I Un robot para ampliar la farmacia
Un robot para ampliar la farmacia
Rapidez, mejor atención al público, más espacio de exposición y mayores ventas, estas son las ventajas que han conseguido con la robotización los propietarios de la farmacia Farmalife Santa Ana de Madrid.
Hace ya diez años “cuando reformamos la farmacia, nos decidimos a instalar el robot para aumentar el espacio, teníamos poco y con este sistema lo aprovechamos mejor. Para el almacenaje contábamos con cajoneras al uso y las teníamos cerca del punto de venta, lo que nos restaba bastante espacio. Ahora podemos tener mucha más zona de exposición y ya se sabe que, si expones más, vendes más: ves una crema o un producto que recuerdas que necesitabas y lo adquieres”, explican los hermanos Olga, Juan José y Alberto Pernía Valdés que regentan la farmacia en la Plaza del Ángel 14, a escasos metros de la madrileña y turística Puerta del Sol.
Consideran que la inversión ha merecido la pena porque disponen de más espacio de exposición y pueden dedicar más tiempo con el cliente: “no es lo mismo que al dispensar una receta tengas que salir a una habitación a por el medicamento, a estar con el cliente hablando mientras el medicamento llega. De la otra forma, pierdes el contacto. Atendemos más rápido y somos más eficientes”, subrayan.
Robot para cargar los medicamentos. En el mostrador, el farmacéutico solo tiene que solicitar el fármaco en la pantalla.
Instalado en tres días
La instalación del robot les permitió continuar trabajando durante el periodo de los trabajos, que tan solo se prolongó durante unos dos o tres días. Posteriormente, los farmacéuticos llevaron a cabo la tarea de cargar el sistema con los productos. “Como permanecemos abiertos 24 horas, durante las noches aprovechamos tiempos muertos para ir cargando el sistema y en una semana estaba listo todo sin problemas”, asegura Juan José Pernía.
El robot, aunque en realidad son dos, uno para cargar los productos y otro para organizar y distribuir los productos, es una instalación bastante compleja porque tiene cuatro ascensores y varias cintas, y lo habitual es que los robots estén en planta de calle y no en un sótano como aquí. “Los que están en planta de calle son más sencillos y no precisan de ascensores, cintas ni nada, son más sencillos. Por este motivo, cuando la empresa que lo instaló planifica un proyecto, ya sea en Madrid o en cualquier punto de España, y es complejo, este sirve de modelo para que quienes están pensando adquirir uno”, dicen.
A la hora de elegir un robot, tuvo gran peso el servicio de mantenimiento. “Nos convenció especialmente por los servicios de mantenimiento que nos ofrecieron, porque si se para el sistema, algo que raramente ha sucedido en los diez años que lleva en funcionamiento, disponen de un equipo técnico que responde en el momento”.
Pero, ¿pueden pedir tres farmacéuticos simultáneamente un fármaco al robot? La respuesta es sí. Todos pueden pedir a la vez, pero el sistema lo va repartiendo, de manera que, si uno pide cinco productos, otro dos y el tercero uno, la máquina va repartiendo pedidos para que ningún farmacéutico se quede parado. En hora punta un medicamento puede llegar cada seis o siete segundos. “Entre que cortas el cupón y demás… en realidad el tapón eres tú, no el robot”, bromea Juan José Pernía.
¿Es sencillo de manejar? “Es más sencillo que Windows. Y en caso de duda o problema, con una llamada se soluciona. Se conectan a las cámaras y lo ven todo”, aclara Pernía.
Dos robots
Los dos robots están ubicados en diferentes salas del sótano de la farmacia. El más pequeño carga automáticamente los medicamentos. Así, si llega un pedido de Cofares, su distribuidor principal, el farmacéutico vuelca las cubetas con las cajas en una tolva y el robot, tras leer sus códigos QR o Bidi, efectúa unas 20 fotos de cada pro-
Canal de recogida de los medicamentos en el mostrador.
ducto. En media hora coloca todo por lote y fecha de caducidad, situando en la salida más cercana lo más antiguo, y controlando así las caducidades, algo que puede escapar al ojo humano. Toda la información se almacena en la nube y tan solo se debe incluir el número de albarán.
A través de una cinta transportadora los fármacos y productos pasan al almacén cerrado y robotizado con un brazo que ordena todo de forma caótica, en filas y con los medicamentos mezclados, aunque el robot es capaz de identificar dónde está todo. Este robot tiene capacidad para almacenar y organizar unas 13.000 cajas entre medicamentos y productos de parafarmacia, mientras el farmacéutico atiende a los clientes.
Los medicamentos están en cajetines, el brazo del robot los coloca en las cintas y por los ascensores suben hasta los mostradores de la farmacia. Al mismo tiempo que sirve está colocando. Si no se le pide nada, comienza a recolocar todo. Lleva un láser y si le falta algo o le desubican una caja, se da cuenta y marca error. “En el mostrador, cuando pasas una tarjeta de la Seguridad Social por el ordenador, seleccionas ese medicamento que aparece en pantalla y con solo teclear validar, el robot lo sube mientras tu realizas varias tareas al mismo tiempo. Y también calcula los precios”, explica Olga Pernía.
Logística inversa
En el caso de que haya que devolver medicamentos al robot por realizar un pedido erróneo o que el cliente se arrepienta en el momento de la compra, se hace un retorno de stock, se deja en la cubeta y lo vuelve a colocar.
Más empleados
Que el robot trabaje demasiado bien y sirva para destruir empleo es una de las grandes preocupaciones entre los trabajadores. “Cuando lo íbamos a implantar, muchos pensaban que prescindiríamos de personal, pero no, sucede al contrario, contraté a más empleados. Ahora somos nueve y abrimos 24 horas, porque al tener más zona para el público y atender mejor, necesito más gente. Ya no cortamos el contacto con el cliente, no tenemos que dejarle solo en el mostrador para ir a buscar el medicamento o volverte a ir porque tal vez no has cogido lo que debías”, destacan