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La importancia del entorno para las empresas

José Carrasco, fundador de FERSAY GROUP

Algunas veces parece que los astros se ponen en posición y vienen una serie de consecuencias todas seguidas como las fichas del dominó en fila: cuando cae la primera, caen todas. Y nadie se da cuenta del impacto real que esto tiene en las empresas y de la dificultad para su supervivencia.

Que suban los costes salariales a la misma vez que la inflación supone un aumento considerable de las compras de todo tipo. Encima, acabamos de pasar una pandemia y, además, suben los impuestos, tenemos guerra y todo esto sin previo aviso y de golpe. Los consumidores también se encuentran con subidas de todo y tratan de consumir con algo más de prudencia. Esto hace que compren menos productos, lo que acabará afectando a todas las empresas.

Pero que encima se las critique mientras trabajan duramente resulta todavía más injusto y contribuye a crear un ambiente que hace más difícil aún su labor. Porque parece que trabajar para cualquier empresa es malo, algo negativo. Si no hubiera empresas o si cerrase una mayoría de ellas, el país entraría en quie- bra técnica y se podrían poner en peligro las pensiones, la sanidad, la educación e incluso el saldo del banco o parte del saldo. Esto nunca se ha explicado en un colegio.

Se habla poco de lo que hacen las empresas

Si los jóvenes supieran que una parte importante del presupuesto de España proviene de los impuestos que pagan las empresas, en su mayoría pequeñas, medianas y, sobre todo, microempresas (entre 1 y 10 trabajadores) que son mayoría del total de empresas dadas de alta, podrían entender mejor lo importantes que son.

Una cosa es que pocos jóvenes quieran montar una empresa o emprender, como se le llama ahora, porque, si sus padres han sido autónomos, son los primeros que le aconsejan así y, si han sido funcionarios, porque no hay una vida mejor. Todo lo público está de moda, pero nadie piensa que los que cobran del Estado lo hacen con los impuestos de las empresas y los particulares.

Existen lagunas en el sistema educativo enormes que distorsionan la imagen en contra de las empresas, que bastante tienen con sobre- vivir, que no es poco. Las noticias y los medios de comunicación tampoco ayudan, porque solo cuentan cuestiones negativas, despidos en algunas empresas, alguna injusticia aislada, y nunca cuentan lo importante que es tener un empleo estable para cualquier persona.

Nadie puede hacer nada ni planificar su vida sin empleo estable, desde comprar una vivienda, un coche, una vida digna incluyendo el ocio… Sin embargo, esto nunca se dice ni es motivo de conversación.

Y, para colmo, en España, como le vaya bien a alguien con su empresa, empiezan las críticas, las envidias y las faltas de respeto hacia el creador. Nadie habla de las horas trabajadas sin fines de semana, sin vacaciones ni tiempo personal en los inicios de la empresa. Pero, si en unos años crece, se empiezan a buscar excusas para justificar que por eso le va bien. Ni por su enorme esfuerzo, ni por su dedicación plena, ni por su inteligencia y su formación. De repente, el líder debe ser la diana de todos los males.

Contar la realidad

Si cada político tuviera que estar un tiempo como autónomo o pequeño empresario, se acabarían todas las acusaciones falsas, mal explicadas y, sobre todo, injustas. Así no se genera un ambiente adecuado para el mundo de los negocios, sino todo lo contrario. Se elimina cualquier idea de emprender o comenzar un negocio.

Hay jóvenes con buenas ideas, pero no están en el ambiente oportuno, sino en otro hostil donde va a estar mal visto, haga lo que haga. Así resulta imposible progresar. Si queremos una sociedad próspera, que evolucione positivamente, hemos de empezar por contar la auténtica realidad a los niños desde sus primeros años de colegio. Y luego ir enseñándoles la importancia de que haya empresas cuanto más sanas, mejor. Solo así la gente que trabaje en esas empresas tendrá mejores condiciones.

Pretender recoger sin sembrar nunca fue un buen mensaje. Actualmente, las empresas libran una batalla con multitud de frentes abiertos que las ponen en peligro, si no son capaces de adaptarse a los bruscos cambios del entorno. También existen terremotos económicos y guerras económicas. Pero la diferencia estriba en que no hay armamento ni un invasor y un invadido, sino muchas muertes empresariales. Ello significa muertes económicas de personas, que son pérdidas de calidad de vida digna para la población. Se trata de muertes más silenciosas, pero no por ello menos dramáticas.

Gente formada y dispuesta al esfuerzo y al riesgo

Cada vez que cierra una empresa y no se abre otra, esa zona se vuelve más pobre y la sociedad, más miserable, no solo en el plano económico, sino en el plano cultural, que es donde en realidad se juega esta partida.

Se habla de calidad de vida, de empleos dignos… Pero eso viene después de gente formada y dispuesta al esfuerzo, al riesgo y al progreso para ganarse, él y sus empleados, la vida de forma honesta. Normalmente, los que quieren robar o aprovecharse de los demás no montan empresas, entre otras cosas porque no merece la pena. Nadie puede tener una buena empresa, si trata mal a su gente.

◗ Más barato estaría el pan, si no hubiese tanto holgazán.

◗ Nadie cuida al cuidador que es el líder o creador de una empresa

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