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PRENSA DEL CENTRO DE ESTUDIANTES DE ARQUITECTURA UNI / N° 4 ABRIL 2015

IDENTIDAD Y ARQUITECTURA PERUANA: UNA VISIÓN COMPARTIDA LA MODERNIDAD EN EL PERÚ UNA EVOLUCIÓN DE ESTILOS

CONTEXTO DE VANGUARDIAS

BÚSQUEDA DE REFERENTES ARQUITECTÓNICOS


Editorial El Perú ostenta gran variedad de suelos, mares y climas; así también gran variedad de flora y fauna, toda esta diversidad de cualidades hacen que las personas en el Perú tengan distintos gustos, creencias y costumbres; y todo esto decanta en la gran diversidad cultural que ostenta nuestro país. La persona de la costa, más ligada al mar, tiene una concepción del lugar, mucho más abierta y fluida, debido tal vez a la gran franja costera que representa nuestro litoral, así como su clima caluroso y sin lluvias, busca su confort utilizando los vientos y las aguas de nuestro mar. El hombre de la sierra, serio y recio, tal vez curtido por la inclemencia del clima de las alturas, persona que trabaja, pero que también se sabe divertir, con sus fiestas costumbristas, celebrando tradiciones Españolas pero con rituales netamente Prehispánicos, una mescolanza variopinta y muy rica culturalmente. El hombre de la selva, de actitud sosegada y tranquila, el calor abrumador limita su actividad a solo unas cuantas, ligado a los ríos a animales fantásticos y leyendas sin par, el hombre de la selva se divierte como ninguno y su hablar es característico en ellos, grandes lluvias que duran días refrescan ese calor que ellos poseen y los devuelven a la tierra para trabajarla y asegurar su subsistencia. Pero no solo podemos catalogar al peruano según las regiones naturales del país, sino también en una orientación Norte-Sur, el hombre del norte es distinta al del centro, así como al del sur, su manera de hablar, de comer y de celebrar sus costumbres varían radicalmente, esto hace que las personas de un pueblo posean un identidad distinta a la del pueblo vecino y la relación entre ellos sea tanto de rivalidad con de amistad, según se dé el caso. Teniendo como premisa todo lo anterior, el quehacer arquitectónico está inmerso en esa cualidad del peruano, la arquitectura y el urbanismo, deben tener en cuenta estas variables y no tratar de unificar, con un solo planteamiento, las muchas identidades del peruano, el arquitecto debe estar en la capacidad de responder a todas estas variables y no solo guiarse por lo climático o geográfico sino también por lo cultural. Es en este sentido que el presente N° de la revista pretende plantear la interrogante sobre la Identidad y la Arquitectura Peruana, contando con la participación de los distintos actores de nuestra facultad, FAUA. Los alumnos de diferentes ciclos, participaron con una apreciación respecto al tema, así como los docentes, que nos muestran una visión más completa de lo que la arquitectura y el urbanismo significa para ellos y como debería contribuir en el fortalecimiento de nuestra identidad o identidades. ¡El debate está abierto!

Índice Lo idéntico, lo obvio y lo bueno p. 03 Homenaje a Miguel Rodrigo Mazuré p. 05 Identidad y arquitectura peruana p. 07 El Perú en el contexto de las vanguardias en la arquitectura latinoamericana contemporánea p. 09 Interrogaciones. Arquitectos y arquitectura. Entre realidad y evasión social p. 12 Migración, surgimiento de las barriadas y cambio en la identidad cultural p. 16 Identidad y espacio público en el trabajo de REP - BARRIO MÍO p. 18

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Medio de Prensa del Centro de Estudiantes de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería Año 1, N° 3 Octubre de 2014 Av. Túpac Amaru 210 Rímac, Lima 25, Perú CONSEJO EDITORIAL Jeysson Camacho Anthony Toscano Kiara Vásquez EDICIÓN Eduardo Alcántara FOTOGRAFÍA Erika Blanco Joao Negreiros Jhoel Rodriguez www.facebook.com/kancha.cea www.ceauni.org

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Hecho el Depósito Legal N° 2014 - 14572


Lo idéntico, lo obvio y lo bueno

www.dossierdearquitectura.com

habitar-arq.blogspot.com

www.panoramio.com

por José Luis Beingolea del Carpio

Evolución de los estilos arquitectónicos en Lima: Casona Graña, Casa D’onofrio, Casa Pachacamac.

‌ n siglo de realizada la u primera obra peruanista (Casa Fari, Rafael Marquina 1911), el tema de la identidad en nuestra arquitectura continúa latente y parece no haber encontrado trascendencia efectiva ni respuestas satisfactorias.

siglo XX. En literatura, las primeras manifestaciones del romanticismo nacionalista se expresan antes, en el costumbrismo de Ricardo Palma y en los inicios del indigenismo decimonónico: El padre Horán (Narciso Aréstegui, 1848), Aves sin

Si Identidad es el conjunto de los rasgos propios de un individuo o comunidad….rasgos que caracterizan al sujeto o a la colectividad frente a los demás, puede decirse que desde inicios del siglo XX, la arquitectura limeña dio muestras de un interés por la búsqueda de identidad. Esa actitud fue precedida décadas antes, en el inmediato posguerra, por el predominio de otra actitud, la de abandono y ruptura con la tradición la misma que había pasado en el periodo de anteguerra por un sugerente y fértil proceso de actualización. Es decir, luego de dos décadas de amplia y diversificada aplicación de la arquitectura europea historicista y ecléctica viene una reacción localista.

Eso guardaba correspondencia con los planteamientos ideológicos pro hispanistas desarrollados por José de la Riva Agüero y Víctor Andrés Belaúnde, de un lado, y de otro, por el indigenismo promovido por Valcárcel, Haya de las Torre y Mariátegui ”

Identidad cultural son todos aquellos rasgos culturales que hacen que las personas pertenecientes a un grupo humano y a un nivel cultural se sientan culturalmente iguales…… La inquietud por la identidad de la arquitectura peruana recorre todo el

nido (Clorinda Matto de Turner, 1889). Esas acciones se inscriben en los intentos por cristalizar el Estado Nación, componente clave del proyecto moderno. En la 2da.década del siglo XX, surge la arquitectura peruanista

y se desarrolla partiendo del Historicismo y sus dos Neos: Neo Colonial (Casa Fari Rafael Marquina 1911, Palacio Arzobispal, Malachowski, 1924) y Neo prehispánico (Museo de la Cultura peruana, Malachowski, 1924). Eso guardaba correspondencia con los planteamientos ideológicos pro hispanistas desarrollados por José de la Riva Agüero y Víctor Andrés Belaúnde, de un lado, y de otro, por el indigenismo promovido por Valcárcel, Haya de las Torre y Mariátegui. Entre los arquitectos, la adhesión a uno u otro historicismo no tenía relación con su filiación ideológica, respondía a criterios de orden práctico, programático, contextual, o simplemente expresivo. Casi paralelamente en 1920, el escultor español Manuel Piqueras Cotolí al definir y promover el Neo peruano (fusión de lo colonial y lo prehispánico en la misma obra), introduce el eclecticismo, plasmándolo en la fachada de la Escuela de Bellas Artes (1921) y en El Pabellón peruano en la Expo Sevilla de 1928. Ese mismo año Emilio Harth Terré publica sus 6 modelos de arquitectura peruana (Modelos Lima, Cañete, Puno, Cusco, Trujillo y Huancayo) Al eclecticismo se sumará luego el estilo andino un survival, muy emparentado al Californiano, y que


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Homenaje a Miguel Rodrigo Mazuré por Raúl Porras Chinchay

Periodos del Arq. Mazuré

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a muerte suele llevarse todo y dejarlo en el olvido, pero esto no suele suceder con personas que enraízan su alma y que dejan un legado para próximas generaciones, tal vez son pocos los arquitectos como Miguel Rodrigo Mazuré, que han llegado a inmortalizar su obra y ser considerado entre los más grandes arquitectos del país.

muy interesado por la profesión, llevándolo también a incursionar en otras actividades como el diseño de muebles, industrial, interiores y gráfico. Egresa en 1949, trabaja de forma profesional en 1950 y colabora también con la revista el Arquitecto Peruano, realizando las portadas. Cuando se funda en 1955 la nueva sede de la facultad de Arquitectura

En ocasión, desde hace algunos Miguel Rodrigo, Nació el 6 de julio 1926, en Lima una época conocida como el oncenio de Leguía, cursó sus estudios escolares en el colegio Marista y en 1944 ingresa a la Escuela de Ingenieros a la Sección de Arquitectos Constructores, en un periodo de grandes cambios y reformas dentro de la enseñanza de la arquitectura; se forma la Agrupación Espacio y esto da paso a la arquitectura moderna en el Perú; es tal vez hay donde nace en él su espíritu de vanguardia e innovación, que lo acompaño toda su vida. Fue un alumno destacado de gran capacidad técnica y artística

El arquitecto Belaúnde le propone diseñar el mobiliario, labor que hace de forma esplendía y que en la actualidad se encuentra descuidado y en mal estado; en la biblioteca de la FAUA se puede observar gran cantidad de este mobiliario”

(hoy FAUA), el arquitecto Belaunde le propone diseñar el mobiliario, labor que hace de forma esplendía y que en la actualidad se encuentra descuidado y en mal estado; en la biblioteca de la FAUA se puede observar gran cantidad de este mobiliario; la peculiaridad de su diseño era la unión de las piezas mediante presión y tarugos de madera. Sus diseños de muebles fueron reconocidos en el ámbito internacional, obteniendo el segundo lugar en un concurso promovido por una institución italiana. También su trabajo como proyectista se ve recompensado, cuando se le otorga el premio Chavín por la casa en la Rinconada en 1957, en ese tiempo él había viajado a New York para trabajar en la prestigiosa firma internacional Skidmore, Owins E Merril. Y es allí donde el adquiere más apego por la arquitectura de Mies Van der Rohe, Neutra y Kahn este último influenciaría de forma principal para su segunda etapa de diseño, en 1963 obtiene el premio


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Identidad y arquitectura peruana por Manuel Ferreyra Luque uien habla de identidad, en cierta forma, la define. El latín identitas proviene a su vez del conocido vocablo ídem que significa “lo mismo”. En ello existe una dualidad subyacente. Es “lo mismo” en cuanto a la integridad de las características que hacen reconocible a la persona en su individualidad. También es “lo mismo” en cuanto a la diversidad de personas en las que se percibe características particulares que los asemejan. Esta dualidad se basa en la existencia de características compartidas que nos permiten afirmar la personalidad en lo individual y en lo social. Cada quien es único… como todos los demás. Lo es porque existe una especie de claves que llamamos idioma, territorio, etnia o símbolos, que se integran para formar imaginarios coherentes en una memoria individual y confluyentes en una memoria social. Nos identificamos porque nos sentimos “lo mismo” y por ello tenemos el mismo apellido de nuestros padres y atesoramos como nuestros los recuerdos de nuestra infancia, los olores de nuestro entorno o la música de nuestra comunidad. Asociamos nuestros recuerdos a los de nuestras familias y los de nuestra sociedad y nos sentimos “lo mismo”. Entonces reconocemos una identidad. En ello hay otra dualidad pues, así establecida, la identidad tiene un sentido intrínseco en tanto nos define y un sentido extrínseco en tanto parte de las circunstancias que nos rodean. Podemos concluir de ello que hablamos de una identidad contingente. Hablar de la identidad peruana es hablar de una contingencia específica en la que todas las claves se alinean con el Perú. Según Enrique Obando Arbulú la propia identidad peruana ha sido objeto

de evoluciones e interpretaciones diversas. Existió inicialmente una identidad dinástica relacionada con la lealtad a la dinastía gobernante, sea esta del inca o del rey de España, que prevaleció hasta la configuración del concepto de nación propio de la modernidad. Entonces aparece la identidad territorial asociada al lugar donde nacemos, creando por vez primera una idea de lo peruano como algo diferente de lo español, de modo de propiciar una acción emancipadora que da sentido a la idea nueva de patria. Una vez asentada la república se afianza una identidad cultural y étnica relacionada en un caso con lo andino y en otro con lo hispánico configurándose visiones antagónicas en cuanto a lo que representa el verdadero Perú. Este antagonismo se resuelve con la definición de una nación mestiza con identidad unitaria, avizorada por Víctor Andrés Belaúnde, que ha servido de base para que pensadores contemporáneos asocien este concepto con una aculturización definida como un proceso de “cholificación” como vía para la unidad nacional entendida en la actualidad como la “cultura chicha”. Frente a ello existen posturas que proclaman la carencia de una identidad nacional como producto de una discontinuidad del territorio en términos efectivos y una disociación de las comunidades que lo habitan, así como la variedad de razas, tradiciones y fuerzas históricas de quienes las integran. En contraposición, perspectivas extremas como las de un movimiento indio o de identidad clasista atribuyeron la identidad a un pan-indigenismo americano por una parte o a la lucha de clases para la construcción de una patria nueva por otra, estando ambas superadas. Finalmente existe la noción de identidad volitiva en función de la cual es peruano quien quiere serlo y es esa voluntad la que identifica a un

poblador de clase media limeño con un campesino andino o con un hijo de inmigrantes europeos, configurando ese país de “todas las sangres” que alude a un cosmopolitismo interior. En conclusión, parece que una aleación de la identidad mestiza con la identidad volitiva daría forma a esa asociación con la diversidad que tiene hoy mayor preponderancia en la peruanidad formal. Todas las formas de interpretar la identidad reseñadas confirman hasta qué punto ésta es contingente y cómo en la escenificación de esa contingencia lo hispano y lo andino juegan roles preponderantes. No dejan de ser conflictivos esos roles en tanto reconocemos allí eventos no resueltos de nuestro pasado en un plano social psicoanalítico. Se configuran en una historia triste que contamos a los niños peruanos desde que ingresan a la escuela: hubo en los Andes un reino feliz gobernado por un inca ambicioso e ingenuo al que un pequeño grupo de españoles a caballo conquistó de manera cruenta y, de ese evento terrible, provenimos todos los peruanos. Es como contar a esos niños que su madre fue víctima de estupro y que quien abusó de ella fue su propio padre, para después inquirir si están orgullosos de su identidad. La construcción de la nacionalidad debe superar traumas para madurar efectivamente en la sociedad. Cuán distinto seria enseñar que en los andes existió el reino más desarrollado de américa meridional gobernado por Huayna Cápac, en forma simultánea a la existencia en España del reino más adelantado de occidente gobernado por Carlos V, y que de la confluencia de ambos surge la nación peruana. Entonces sí tendrían nuestros niños motivos para sentirse orgullosos de su identidad. Al no ser así, el antagonismo y la contradicción se mantienen como elementos perturbadores. Una magnífica escena de “La teta


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El Perú en el contexto de las vanguardias en la arquitectura latinoamericana contemporánea

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por Fabio Rodríguez Bernuy

a relación entre identidad y arquitectura surge de una visión relativamente reciente, expresada en la teoría del regionalismo crítico planteada por Kenneth Frampton en la década de 1980. Esta postura se centra en la importancia de integrar en los proyectos arquitectónicos elementos característicos del contexto físico (como el clima y la topografía) y sociocultural (incluyendo rasgos culturales de la región dentro del diseño). Frampton (1983) considera que este enfoque de diseño “defendería el significado regional contra una cultura mundial que amenaza reemplazar las distinciones regionales con una uniformidad globalizada en forma y exceso tecnológico”. El caso latino no escapa de esta problemática relacionada al fenómeno de globalización, por lo que distintos proyectistas han considerado plantear el enfoque regionalista en lo que se ha denominado como vanguardias en la arquitectura latinoamericana contemporánea. La arquitectura contemporánea en Latinoamérica tiene sus orígenes en la introducción de la modernidad a partir de la década de 1940. La influencia extranjera de figuras como Le Corbusier, Walter Gropius y Josep Luis Sert se reflejaba en la nueva arquitectura de países como Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia y Perú, trasladando sin modificaciones los postulados de la modernidad europea. El surgimiento de movimientos locales permitió la adecuación de estas ideas al territorio latinoamericano, convirtiéndose en poco tiempo en una arquitectura de referencia a nivel internacional. A partir de este momento, el proceso de cambios que define la arquitectura de nuestros días mantiene muchas similitudes en cada uno de los cuatro países mencionados, a pesar

de encontrarse en contextos muy distintos. El arquitecto Humberto Viccina (2010) considera tres periodos comunes en el marco histórico de las vanguardias de la arquitectura latinoamericana: un periodo de aceptación del estilo moderno (décadas de 1940 a 1960), un periodo de ruptura relacionado a la búsqueda de un estilo local (década de 1970 a 1990) y un periodo que consolida el camino encontrado en esta ruptura (década del 2000 hasta la actualidad). A continuación se dará una aproximación a los procesos históricos de Brasil y México, para luego establecer una comparación con el caso peruano y algunas conclusiones respecto a este análisis.

Entre las corrientes que rescatan la replicación de referencias históricas o “anacronismos” tenemos el estilo maya y el estilo neocolonial” Brasil y la consolidación de un estilo moderno local El país que destacó tempranamente como acogedor de la modernidad en la arquitectura latinoamericana es Brasil. Entre los pioneros de este movimiento hay extranjeros como el ruso Gregori Warchavchik quien, con una casa diseñada en Sao Paulo en el año 1928, plantea una arquitectura que rompe totalmente con todo tipo de referencia a la tradición. De acuerdo a Lauro Cavalcanti (2004) la arquitectura moderna brasilera presenta, además de la influencia de maestros europeos como Le Corbusier, una importante contribución norteamericana que

impulsó a los arquitectos locales a desligarse de postulados foráneos gracias al reconocimiento de su trabajo en eventos de índole mundial. El periodo de aceptación de este tipo de arquitectura se centra en la década de 1940, cuando el gobierno de Getulio Vargas propone establecer mediante reformas estatales la modernización de Rio de Janeiro, destacando este estilo por sobre tendencias neocolonialistas o académicas. En este contexto, Cavalcanti considera dos sucesos como determinantes en la consolidación de la arquitectura moderna brasileña: El diseño y construcción del pabellón de Brasil para la Exposición Universal de Nueva York (1939-40) y la exposición itinerante Brasil construye del Museo de Arte Moderno (1943-46). El reconocimiento mundial que tendría la arquitectura brasileña luego de estos eventos la posicionaría como un referente latinoamericano. En palabras del arquitecto Henry-Russell Hitchcock, Brasil era “el centro de actividad del talento más original en arquitectura, Oscar Niemeyer”. Sin duda, el lenguaje de Niemeyer marcó un antes y un después en la obra de sus congéneres y generó la creación de un lenguaje nacional liberado por completo del funcionalismo racional europeo: una arquitectura nueva caracterizada por la flexibilidad de sus volúmenes y el uso de brises-soleil, que tuvo su telón de fondo en la construcción de Brasilia (1957-1960). A finales de la década de 1950 y en evidente contraste a la propuesta de Niemeyer surge la Escuela Paulista, término que se utiliza para describir la producción de un grupo de arquitectos liderados por Vilanova Artigas y Paulo Mendes da Rocha. El arquitecto Ghillerme Wisnik describe como las principales características de esta arquitectura el amplio uso del concreto armado o pretensado,


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INTERROGACIONES Arquitectos y arquitectura. entre realidad y evasión social por Arq. Wiley Ludeña Urquizo Bitácora inevitable

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on ocasión de una invitación recibida en abril de este año para colaborar con un artículo para un libro dedicado a las relaciones entre “arquitectura y sociedad” en el Perú, no pude evitar evocar inmediatamente la década de los setenta del siglo pasado y todo el debate generado entonces en torno a las relaciones entre arquitectura y sociedad, así como en referencia a la responsabilidad social y política del arquitecto peruano. Este debate constituye sin duda uno de los períodos de seguro más fecundos, intensos y crispados de la arquitectura peruana del siglo XX, luego del que se produjo en los años cincuenta entre los arquitectos “tradicionales” y “modernos”. ¿Por qué es que en las actuales circunstancias de un país y una sociedad que ha registrado cambios dramáticos en los últimos 30 años y que en la actualidad experimenta una fase de expansión económica y “prosperidad” con pocos antecedentes en su vida republicana, vuelve a plantearse el problema de las relaciones entre arquitectura y sociedad y las demandas de responsabilidad social del arquitecto? ¿Se trata acaso de una iniciativa nostálgica por traer al presente el debate y las acciones que produjeron los arquitectos en la década de los setenta? ¿O se trata más bien de poner en cuestión una situación que parece evidente a todos en las actuales circunstancias: que en medio del actual boom inmobiliario y la euforia por ganar más clientes u obras, así como estar “al día” con la escena fashion y el mundo del espectáculo profesional global y local, los arquitectos peruanos han perdido –sin mucho esfuerzo y con apreciables cuotas de cinismo- el sentido de la realidad y la conciencia sobre los problemas urgentes de la sociedad peruana? Y esta actitud de evasión social no es un asunto exclusivo de la mayoría de los jóvenes arquitectos aturdidos con un éxito precoz, una sed insaciable de egolatría y figuración tan artificiales como patéticas. No. También puede encontrarse en muchos de aquellos que en medio de los calientes años setenta apostaron –en la teoría y la prácticapor una crítica radical al sistema y hoy

La voracidad económica y la desidentificación cultural, social y política han creado una criatura profesional desaprensiva con su contexto” desde la otra orilla (el del pensamiento neoliberal y conservador) encarnan el típico fanatismo del converso. ¿Son esos meteoritos –a decir de Mario Benedettique surcaron raudamente el cielo desde la izquierda a la derecha sin que nadie se de cuenta? Lo cierto es que hoy voracidad económica y desidentificación cultural, social y política han creado una criatura profesional desaprensiva con su contexto y con esa típica amoralidad de la ética neoliberal que reduce la condición humana y sus aspiraciones a los límites del puro interés individual. ¿Cómo entender que en circunstancias en las que la arquitectura se ha puesto de “moda”, en momento en los que – como nunca había sucedido- circulen tantas revistas de dedicadas a difundir las “nuevas” ideas de los arquitectos peruanos, nos encontremos con tan pocas ideas e iniciativas para paliar los problemas urgentes del hábitat de los que menos tienen en el Perú? ¿Cómo entender que mientras los arquitectos buscan desesperados en publicar su “ultima casa de playa” o el “último loft” o el “restaurant lounge…”, la “creatividad” y “originalidad” de la que hacen gala no haya producido siquiera una idea o alguna forma de solución para la reconversión térmica de las frías cabañas de los campesinos que habitan el Perú de más de 3500 m.s.n.m. y que en cada friaje mueren decenas de niños a lo largo y ancho del ande peruano, cosa que si ha sido objeto de numerosas propuestas por parte de ingenieros, sociólogos y diversos activistas sociales. ¿Indolencia pura y dura?

Si en los setenta la discusión giraba en torno a algo que no estaba en cuestión debido a que la gran mayoría de arquitectos y estudiantes se encontraban insertos en alguna forma de praxis social y política de la arquitectura: se discutía más bien los métodos y mejores alternativas para que la responsabilidad social del arquitecto sea mejor canalizada. Hoy, en cambio, la discusión tiene un referente al revés: no existe casi nadie que esté involucrado en una interpretación o práxis social y política de la arquitectura. No solo no es tema, sino que los arquitectos piensan que tampoco debería serlo. Cinismo total. Enajenación intolerable en un país como el nuestro con un hábitat urbano y rural en graves problemas y gente necesitada. Deja Vu Al recibir la invitación para colaborar con el libro antes mencionado se apareció una especie de Deja Vu. Tuve la sensación de encontrarme con temas y debates ya recorridos. Pero en verdad, lo vivido en los setenta no tiene nada que ver con las razones por las cuales hoy se hace más que nunca necesario un arquitecto social y éticamente comprometido con nuestra realidad. Es un imperativo que nadie puede eludir. Sin embargo, aun siendo las circunstancias de hoy radicalmente distintas a las precedentes, existen una serie de aspectos y temas del problema que resultan vigentes o necesarios retomar para su discusión contemporánea. Por ello pensé que sería interesante compartir en esta línea de reflexión algunos párrafos de dos artículos que publiqué en el diario La República durante enero y febrero de 1988 sobre los grados de legitimidad social y cultural de la arquitectura y el arquitecto como profesional. Ambos textos pueden explicar mejor el porqué de las razones históricas no solo del ethos profesional del arquitecto peruano, sino de su predisposición a la elitización de su trabajo y la consiguiente autoexclusión social. Lo interesante es que si bien los dos textos tenían como referente un gremio de pocos arquitectos (aproximadamente tres mil a fines de los ochenta), los rasgos descritos sobre el comportamiento social e ideológico del arquitecto


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Identidad y espacio público en el trabajo de REp - Barrio Mío por Javier Vera Cubas

Jornadas de trabajo comunitario.

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ima, ciudad de 9 millones de habitantes, es 70% informal. “Una barriada global con fragmentos de ciudad consolidada”, en palabras del profesor Wiley Ludeña. Primero es habitada (invasiones) y luego construida (barriadas). Se vive antes en el imaginario y después se hace tangible, gracias a la autogestión de las comunidades organizadas. En esta ciudad fragmentada urge tender puentes entre el estado, el sector privado y la sociedad civil, para reconstruir la cosa pública y el bien común. El Servicio de Recuperación de Espacios Públicos (REP) del Programa Barrio Mío (Municipalidad Metropolitana de Lima), brinda acompañamiento técnico a los vecinos organizados en zonas de laderas de Lima, en proyectos de recuperación y mejora de espacios públicos dentro de un sistema urbano integral. Se constituye como

una plataforma de participación ciudadana enfocada en la acción desde la autogestión, que promueve espacios de reflexión y transformación de los barrios entendidos como núcleos orgánicos de la ciudad y esencia innegable de nuestra identidad urbana. REP no pretende hacer obras que representen formalmente LA IDENTIDAD de los usuarios, sino insertarse en los modos locales de producción de la ciudad para organizar espacios que sean soportes abiertos en los que las personas puedan expresarse y construir SU IDENTIDAD mediante el uso, disfrute, transformación y resignificación de lo público. Esta búsqueda parte de una concepción del ESPACIO como EVENTO: Un espacio arquitectónico que no es ya el de una materia geométrica que conduce al usuario, y es mas que un contenedor vacío

que al ocuparse se va cargando de significado a la manera de marcos de la experiencia; es una provocación para que pasen cosas, “un espacio de efectos mas que de propiedades”, un espacio donde lo importante es “no condicionar el diseño, sino diseñar las CONDICIONES” (B. Tschumi). “El EVENTO es el sitio del momento de erosión, de ruptura, de crítica, de problematización” (Foucault). El ARQUITECTO sería entonces un provocador de relaciones, un generador de conflictos. Hacer que los vecinos de un barrio sean parte del conflicto urbano (analizar, tomar decisiones, actuar) es darles la posibilidad de re-escribirlo y asi reforzar su identidad como ciudadanos que son partícipes de la creación y re-creación del palimpsesto que es el libro de “nuestra historia” (con minúsculas, esa que se hace cotidianamente), por encima de la exclusión social a la


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Migración, surgimiento de las barriadas y cambio en la identidad cultural por Diego Javier Celis Estrada

Surgimiento de las barriadas

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ntre el 68% y 70% de los nueve millones de habitantes de Lima viven en barriadas, constituyen el mayor fenómeno de la aglomeración, desde mediados de los años 40. Hoy en día, las barriadas son una parte indesligable de la imagen de Lima; se ha convertido en un elemento constitutivo de la estructura misma de la aglomeración. Ha introducido en Lima modos de vida y comportamientos, una cultura popular producto de la aculturación de una población esencialmente andina, resultado de la migración del campo a la ciudad. El nombre de barriada para llamar al fenómeno de ocupación ilegal de un terreno ya sea público o privado donde primero se habita, luego se urbaniza y se edifica; es uno de los tantos nombres dados a través del tiempo dependiendo de las formas legales, así como con las intenciones políticas de los gobernantes. Las principales expresiones han sido: -Barriada: desde sus orígenes, en especial desde los años cuarenta. -Barrio marginal: denominación política desde 1969.

-Asentamiento urbano municipal: desde 1983. Creado por la Municipalidad de Lima Metropolitana para reconocer a los pueblos jóvenes con base en la Ley de Municipalidades de 1981. La expresión “regularización” es utilizada en el Perú y se origina en la

La Lima aristocrática y opulenta se transforma y se convierte en el reflejo del país. Lima se desordena porque el ‘desborde popular’ resultaba incomprensible y sorprendente para los arquitectos, para los políticos y hasta para los urbanistas”

ley 13517, que reglamenta el proceso de “saneamiento físico y legal” del asentamiento humano reconocido como barrio marginal o barriada o pueblo joven. Las barriadas empezaron a aparecer como un fenómeno visible con el crecimiento de la ciudad originados por los cambios económicos de América Latina por la segunda guerra mundial. Se inició la “explosión urbana” de Lima. La ciudad creció a tasas superiores a la tasa histórica desde los años cuarenta. Este crecimiento se originó por la migración del campo a la ciudad. La migración del campo a la ciudad fue motivada por una serie de factores: a) Existió un incremento notable de población debido a una mayor atención a la salud en todo el país. Numerosas campañas internacionales y nacionales de erradicación de enfermedades endémicas y epidémicas fueron llevadas a cabo con resultados positivos. Esto significa que hubo menos mortalidad y un aumento de la población. Esta presión demográfica se dejó sentir en forma aguda en las zonas rurales, lo cual


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