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Para amar a Cancún hay que entenderlo: Tiziana Roma
Para amar a Cancún hay que entenderlo
Por Mariel Turrent
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Se ha escrito mucho sobre Cancún, pero nada tan inteligente y amoroso como Para entender y amar Cancún, obra de Tiziana Roma, narrada con la maestría que le otorgan sus años como activista e investigadora. En ella, la autora nos entrega el regalo más valioso que pueden darnos a los cancunenses: el reconocimiento de nuestra identidad. Es un increíble portal hacia el pasado que nos permite entrar en el alma inocente de una niña que vio nacer este sueño y entender su esencia, nuestra esencia. Cada frase lleva el alma de Tiziana. Una mujer apasionada y apasionante. Una Minerva caribeña que defiende, con su erudición, el legado de todos esos pioneros que empiezan a abandonarnos.
“ C ancún nació con los brazos abiertos”, dice Tiziana Roma. La frase me estremece, porque trae consigo la verdad de una ciudad que se ha entregado incondicionalmente a sus pobladores, quedando desprotegida, vulnerable. The Times They Are A-changin, canta la autora parafraseando a Bob Dylan. Y es que Para entender y amar Cancún está escrito con la pluma musical, humorística, alegre y a veces nostálgica de esta cancunense excelsa. Este libro es un interesante recorrido, debidamente documentado, que comparte no solo datos y hechos de manera amena, sino que intercala anécdotas de sus días en la escuela, y de sus noches discotequeras, llevándonos de la mano por los parques de Cancún, sus monumentos y andadores, sus glorietas y retornos.
Leer a Tiziana es una experiencia sensorial. Un viaje a través del tiempo, en el que podemos oler la humedad y sentir la incertidumbre y la euforia de los fundadores que,
Fotografía: Claudia Rodríguez
sin saberlo, hicieron historia. Una aventura de transformación: la creación de una ciudad modelo que cobró vida y, como un caballo brioso, se fue desbocando. Pero, sobre todo, es un llamado desesperado al rescate y la conservación, a crear conciencia de la intención original, a valorar y amar este lugar tan especial que es nuestro hogar.
—Tiziana, este es un libro obligado para todos los cancunenses. Háblame del proceso que viviste para llegar a él. En tu obra hablas de cómo somos los cancunenses, ¿tú te reconoces como una digna representante de ese “estereotipo”? —Trato de describir a los cancunenses porque creo que somos una cosa rara; gente que ha venido de todas partes all walks of life y coincidimos en un punto común que es Cancún. Hay de todo tipo, no hay un estereotipo, aunque sí nos caracteriza nuestro carácter, esa manera de ser abiertos e incluyentes, sobre todo los que llegamos hace tiempo o los que nacimos aquí. Yo me considero una digna cancunense porque soy muy adaptable y camaleónica; me puedo incrustar en diferentes grupos y manifestarme de diferentes maneras. Esa capacidad de adaptación y de aceptar los desafíos y emprender nuevos retos es lo que me define y define al cancunense. —A partir de esta publicación habrá muchas personas que hablen y escriban de ti. ¿Quién es Tiziana Roma? —Tiziana Roma es una especie de acertijo, incluso para mí, pues me voy preguntando cosas a lo largo del camino. Físicamente soy una mujer robusta y grande, camino con paso firme y fuerte, pero estoy llena de incertidumbre. Soy amiguera y a la vez solitaria, disfruto mi independencia
enormemente y mi soledad. Soy impredecible y muy improvisada. Me muevo bien en el ámbito de la improvisación. Tengo 54 años, estoy en una etapa fascinante de mi propia vida, vivo una madurez jovial, me gusta mucho la gente y platicar con desconocidos. Soy preguntona, curiosa, y me gusta que me pregunten a mí también. Me gusta escuchar y conversar, profundizar, indagar. —Cuando surge una ciudad nueva como Cancún, ¿debería haber un organismo que se encargue de ir documentando su historia?, o ¿cómo se va escribiendo la historia de los lugares? ¿Quién cuenta la historia oficial de las ciudades? —En el caso de México, por tradición se nombraba a un cronista, pero Guillermo Tovar y de Teresa (el último único cronista de la Ciudad de México) creó el consejo de cronistas, modelo que se ha duplicado en varias ciudades de la república, como Puerto Vallarta que cada tres años hace la convocatoria. Yo estoy a favor de crear en Cancún un consejo para cubrir todos los ámbitos, ya que no se están cubriendo, o los están cubriendo personas que no tienen ni los medios ni el apoyo gubernamental para difundir su trabajo. Como en mi caso, que al no querer comprometerme ni comprometer con alguien mi trabajo, he tenido que financiarlo yo misma. Si hubiera un consejo de cronistas, podría haber una persona encargada del registro de la actividad cultural, otra del registro de la actividad deportiva, de la turística y otros rubros que no se han cubierto. Históricamente hablando, aquí tenemos a Francisco Verdayes, historiador, periodista, historiográfico, que ha dedicado su vida a la crónica y al registro histórico y de personajes. Yo misma también he hecho ese trabajo de manera empírica. También Víctor Sumuano, que ha hecho el registro del nombre de Cancún, y así te puedo decir de varias personas que han llevado registro de cosas importantes de nuestra ciudad. —¿Perteneces a alguna organización o existe alguna organización que se aboque al rescate y la formación de las tradiciones de nuestra ciudad? —El 2 de febrero de 2010, con muchos participantes, creé una asociación que se llama Identidad histórica y cultural de Cancún. En un principio nuestro propósito era fortalecer el sentido de pertenencia y arraigo; hablábamos del rescate del patrimonio histórico y cultural y su difusión. Hasta hicimos un plan estratégico. Pero bueno, más allá de si funcionó o no, yo nunca más abriría una asociación civil porque aquí en México es una monserga, está lleno de trampas y además hay que estar persiguiendo a los participantes para que paguen su cuota, mientras que debería funcionar de forma voluntaria. En fin, esa asociación se fue haciendo cada vez más pequeña y no hubo
manera de impulsarla porque, cada uno de los que estábamos ahí, teníamos proyectos personales y cada quien jala agua para su molino. Yo preferí irme por la libre, hay mucha gente que está haciendo cosas por la libre y hay asociaciones civiles, como Pioneros y Fundadores, que se dedican a congregar a su gente… Insisto, no volvería yo a formar parte de una, es mucha responsabilidad y pocos, incluida yo, estamos dispuestos a pagar el precio. —En tu libro hay un prólogo de Francisco Verdayes. ¿Por qué elegiste a Verdayes? —Lo elegí de manera muy natural porque él ha demostrado su interés por contar la historia de Cancún y por su sencillez y su presencia en el registro de la historia de este lugar. Es un comunicador bastante efectivo que nos ha aportado muchísimo. Me gusta cómo escribe y ha entrevistado a grandes personajes. Hemos caminado juntos desde que lo conocí en una presentación de un libro de Gloria Palma y luego en la defensa del Palacio Municipal. Estar cerca de él me ha ayudado a entender, pues conoce el hilo de la historia muy muy bien.
En el 2009, al defender un edificio como el Palacio Municipal de forma romántica, sin tener bases históricas ni información alguna, le pedí a Francisco Verdayes que me diera veinte razones para hacerlo; días después me dio un documento con todo lo que necesitaba. Pero me topé con la burla y con esa mentalidad que subyace en muchos cancunenses de que Cancún no tiene identidad ni historia y que no hay nada que defender. También me enfrenté al desprecio de las autoridades, la administración de Julián Ricalde fue la que peor respondió, y la de Paul Carrillo le dio en la torre a la avenida Tulum; Remberto Estrada tampoco tuvo interés, en fin… —También elegiste a Indra Rojo, Luis Alberto Velazco y Víctor Peralta. ¿Qué papel juega cada uno de ellos en el rescate de nuestro patrimonio? —Indra Rojo y yo tenemos una linda amistad, hemos caminado juntas y nos hemos tirado al piso para defender la Av. Tulum. Ella estaba en la defensa del ombligo verde cuando yo estaba en la defensa del Palacio Municipal; luego, juntas defendimos el puente del Calinda cuando quisieron construir un muro de tres metros. Luis está haciendo el registro de quién está contando la historia de Cancún. Es un antropólogo social, y me contactó hace tiempo. Me gustó cuando me llamó “estimada colega”, siendo él tan joven y preparado. De Víctor Peralta me gusta su visión fresca y que sea filósofo. Siento que las mesas de trabajo para la construcción de nuestra ciudad deberían estar llenas de filósofos, de antropólogos sociales y urbanistas, sobre todo profesionales que aportan y entienden cómo se comporta la gente en las ciudades.
Todos son para mí gente importante y plumas que pueden trascender, compartir y divulgar el trabajo que estoy haciendo. —¿De dónde sale el título de tu libro? ¿Crees que el amor viene después del entendimiento, o que los que no lo aman es porque no lo entienden? ¿Nos falta conocimiento, educación? —Mi título original era Guía para entender Cancún y hallarle gusto en el intento. Yo veo que mucha gente no entiende Cancún y por lo tanto no lo ama. Para amar algo hay que entenderlo, aunque sea de manera intuitiva y estar en esta disposición de darle un espacio para que se explique a sí mismo. Mi mamá me decía que yo era muy contreras, porque siempre me ponía del otro lado de ella. Pero eso es porque yo siento que hay que darles a las personas, y a los lugares en este caso, la oportunidad de que expliquen sus razones, entonces, se abrirá un espacio para que lo quieras y, por supuesto, lo protejas. Esto me lo dijo Augusto Pastachini hace mucho tiempo: “Tiziana, te vas a desgastar defendiendo espacios que la gente no entiende por qué son importantes”. Me dijo que tenía que explicar por qué era importante la traza urbana. El título salió más tarde en el taller literario de Malix donde se puso en la mesa mi título original y al final de una lluvia de ideas me decidí por este. —La portada es muy interesante. Los iconos me parecen muy bien elegidos y los colores también. ¿Me podrías decir cómo surge, quién la diseñó, qué significado tiene para ti? —La portada es un regalo de mi sobrino David 'El Dee' Espinosa Álvarez que es un ilustrador cancunense que ha ganado algunos premios y que publicó un libro llamado Nido de serpientes. Me hizo anteriormente unas ilustraciones para unas playeras que tengo con mi marca Costa Urbana. Le gustan los iconos y, conforme fue leyendo, fue desarrollando estos, pues conoce además la historia. Los colores salieron de una paleta hecha por el arquitecto Francisco Romero y la empresa Comex, como propuesta para las fachadas de la zona fundacional. Posteriormente, Ruta Nader retomó esta idea y la ha implementado. Son nueve colores que yo tomé para la portada y me encantan; ahí está resumido todo el contenido. La gente que conoce Cancún se identifica y los que no lo conocen también lo verán como una referencia para saber de lo que estoy hablando. —¿Hace cuánto tiempo que escribes y cuáles son los temas que te provocan para escribir? —Empecé a escribir haciendo entrevistas a pioneros de Cancún cuando inició la revista Cancunísimo que es de mi exmarido, y en la cual he seguido colaborando. Luego es
Monumento a Leona Vicario. 2013. Salvador Elzaurdia D’Argain. Se ubica en las avenidas Cobá y Palenque. Donada por el Consejo Estatal Mujeres de Quintana Roo.
cribí sobre Cancún en la sección cultural del periódico Por Esto, hablé de su traza urbana, de nuestra multiculturalidad y otros temas. Me gusta escribir de personas y lugares. No se me da imaginar historias. Me gusta cómo escribe Cristina Pacheco y Jorge Pedro Uribe, cronista de la Ciudad de México. Me gusta la crónica, los ensayos, escribir “papers”, como les llaman ahora a los trabajos de investigación. —Estudiaste artes dramáticas en Europa, crees que en tu libro se ve reflejada tu parte artística o gana tu parte de mujer activista. ¿Desde dónde escribes? —No suelo dividirme; hago las cosas de manera muy improvisada. Hace poco me diagnosticaron con TDA (Trastorno por Déficit de Atención) y no lo veo como una carencia sino como una característica. En realidad, no estoy consciente de si escribo como actriz o como activista. He estado rodeada de arte, de libros, de música, de pintura; mi papá fue amigo personal de Siqueiros, y viví en un ambiente donde se respiraba arte y cultura. Yo soy así y no me quito una gorra para ponerme otra. —Dicen que los escritores nunca estamos conformes con lo que escribimos. ¿Ahora que ves impreso tu libro, le cambiarías algo? —No me considero escritora; la otra vez me dijo Francisco Verdayes que yo era periodista. Tampoco. Yo recopilé una serie de datos y no queriendo bombardear a la gente con información traté de plasmarla como yo la entiendo. Y claro que le cambiaría muchas cosas al libro, incluso pienso por qué lo saqué en el momento en que lo saqué. —¿Qué sigue después de esto para Tiziana Roma? ¿Es este libro la conclusión o el inicio de algo? —Quiero hacer muchísimas cosas… quiero viajar… con dinero, por supuesto. Todo tiene un inicio y una conclusión. Me gustaría escribir mis historias personales. Estoy muy cerca de los niños y niñas que habitamos el Cancún de los setenta. Somos personas de entre cuarenta y sesenta años que nos reunimos en fiestas que hacemos una vez al año con música de la época, pues nuestra vida fue muy discotequera, como lo cuento en el libro. Hace poco se organizó una fiesta donde se invitó a los DJs de ese entonces: los del Cracatoa, de la Boom, del Aquarius… y se les dio un reconocimiento por ser parte de la vida de Cancún; y bailamos lo mejor de la música que nos marcó. Nosotros estamos empezando a ocupar ese escalón que ocuparon nuestros padres, pues esos pioneros han empezado a irse, mi madre ya se fue, igual que las mamás y papás de mis amigos se están yendo también. Así que, quiero hacer algo con mis amigos que no han sido tomados mucho en cuenta. Ellos son la segunda generación de pioneros. —¿Quién te gustaría que te leyera? —Todo aquel que vive aquí en Cancún, los que llegaron hace muchos años, los que llegaron hace dos, los que acaban de llegar, los inversionistas, los que dicen que no tiene identidad, personajes importantes. Cancún es una marca mundial con una trascendencia importantísima. Es una ciudad creada a finales del siglo XX catapultada hacia el siglo XXI, un ejemplo de lo que puede hacer un grupo de hombres y mujeres soñadores, aventureros, temerarios. Me gustaría que lo leyeran en las universidades, en las escuelas, en los centros de trabajo, los concierges. Me gustaría que lo leyeran, que se lo apropiaran y le pusieran de su cosecha; que agreguen sus propias experiencias, porque esta no es solo mi voz: yo he recogido muchas voces y pienso que eso es lo trascendente de mi trabajo. —¿Cuál es el mensaje que quieres dar, es decir con qué te gustaría que se quedara quien lea tu libro? — Me gustaría llamar la atención sobre que hay que rescatar los parques, la ciclopista y estos lugares emblemáticos que vamos a heredar a nuestros hijos. Por darte un ejemplo, la primera escuela de Cancún, la Alfredo V. Bonfil, que está entre el parque de las Palapas y la avenida Yaxchilán; han intentado desaparecerla y convertirla en un estacionamiento. Me gustaría que entiendan que Cancún es un milagro económico, pero sobre todo humano; un corazón palpitante, vivo. Es una ciudad alimentada por muchas ideas a donde ha llegado lo bueno y lo malo del mundo entero: el resumen de la globalización que estamos viviendo. Me gustaría que se llevaran una mejor impresión de Cancún, y que mantengan y multipliquen su belleza. Tropo
Mariel Turrent Eggleton (México, D. F., 1967). Ha publicado los libros “Desde adentro” (aforismos) y “Cajón de muertes y amores” (cuentos), y “La jornada del viento” y “Desnudeces de agua” (poe mas). Obtuvo el primer lugar en el segundo Concurso de Cuento Juan Domingo Argüelles (1999). Es autora de la novela Hasta el último vuelo (Malix editores, 2018). Correo-e marielturrent@gmail.com