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Parásitos, nosotros los pobres y ustedes los ricos

Nosotros los pobres y ustedes los ricos

Por Svetlana Larrocha

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De las producciones cinematográficas de Asia, el cine japonés y el chino han sido más conocidos —y reconocidos— por el público del continente americano. Sin embargo, gracias a Parásitos (Gisaengchung), del director surcoreano Bong Joon Ho, ganadora de la Palma de Oro 2019, Premio César a la Mejor Película Extranjera 2020, Premio Globo de Oro al Mejor Guion 2020, entre otros, además de ganador indiscutible en la entrega número 92 de los Óscares —con los premios a la Mejor Película Internacional, Mejor Director, Mejor Película y Mejor Guion Original—, más gente sabe ahora que el cine coreano es de una calidad excepcional.

Algunos denominan a la nueva ola del cine coreano como “Hallyuwood”, y la sitúan entre mediados de los años noventa del siglo pasado y principios del 2000, poco después de la llegada de la democracia a Corea del Sur, en 1987, cuando el país renace cultural y artísticamente. Estas nuevas propuestas son representadas principalmente por cineastas como Kim Ki Duk, Chan Wook Park y el propio Bong Joon Ho, quienes comenzaron a experimentar en diversos géneros, como el drama y la comedia negra, e incluso el terror.

Entre otras películas coreanas que vale la pena mencionar se encuentran Las estaciones de la vida (de Kim Ki Duk Kim, 2003), Memorias de un asesino (de Bong Joon Ho, 2013) y la “Trilogía de la venganza”, de Chan Wook Park: Simpatía por el señor Venganza (2002), Oldboy (2003) y Señora Venganza (2005), que no tienen relación alguna, narrativamente hablando, pero debido a la temática, pues las tres hablan de venganza, violencia y salvación, los críticos internacionales le dieron este nombre. Además, Poema (de Lee Chang Dong, 2010), La doncella (de Park Chan Wook, 2016), Tren a Busan (de Yeon Sang Ho, 2016) y Burning (Lee Chang Dong, 2108), por mencionar algunas.

La historia de Parásitos empieza así: una familia pobre de Seúl, la familia Kim, por recomendación inicial de un amigo del hijo de los Kim (o quizá por la suerte que trae un amuleto, una piedra regalada por el amigo) empieza a trabajar como tutor de inglés de la hija de la pudiente familia Park. Poco a poco, los demás integrantes van posicionándose como trabajadores en esa familia.

La mayoría de los filmes en donde se presenta la lucha o desigualdad de clases apuntan a la relación maniquea entre la opresión y/o el sobajamiento: los pobres buenos y los ricos malos. Pero Parásitos se enfoca en otras características que también pueden estar presentes: los Kim son mentirosos y tramposos en sus tácticas para entrar a la vida de los Park —incluso no tienen escrúpulos para despojar del trabajo con trucos a la antigua ama de llaves—, mientras que la imagen de esta familia de clase alta surcoreana es ingenua, pretenciosa, superficial. Este giro le da una frescura y otra visión al filme.

Sin embargo, el padre de la familia Kim, primero, es víctima de comentarios clasistas por la forma en la que huele: “a rábano viejo”; y luego los otros, “que huelen igual”, según el niño Park, pensamiento que comparte con su padre. Quizá no pretendan ser crueles: hablan de algo natural pero ofensivo, no solamente para los sirvientes, sino también para el espectador… el olor de la pobreza, más bien, en la sociedad surcoreana. O quizá en otras sociedades, también.

La identificación del espectador con los protagonistas es un punto fundamental con estos personajes excelentemente bien delineados, los que podríamos ver cualquier día en cualquier parte del mundo. Parásitos contiene una profunda crítica social: lo que viven los Kim lo sufren a diario millones de familias en todo el orbe, que tienen que sobrevivir diariamente sin la posibilidad de pensar en un futuro más que el del día siguiente.

Las diferencias sociales y culturales entre ambas familias parecen no importar cuando la familia Kim entra al hogar de los Park. Se hacen necesarios, y creyendo que ese “paraíso” puede ser eterno, los Kim descubren otra vida más allá de vivir en la penuria; “abajo”, literalmente. La felicidad será fugaz, por supuesto.

El semisótano donde vive la familia Kim es un tipo de vivienda conocido en Corea del Sur como banjiha, que fue pensado como un búnker para emergencias. En los años 80 del siglo pasado, el gobierno legalizó su alquiler. Por su parte, la familia Park vive en un barrio exclusivo de Seúl: dos historias unidas primero por la casualidad y luego por el ingenio de la familia Kim. Diferentes y, sin embargo, con similitudes increíbles.

En este largometraje, el mejor de Bong Joon Ho, donde se combina casi imperceptiblemente drama, suspenso y comedia negra, la música y la puesta en escena son exactas y soberbias. Sorpresas, giros imposibles y protagonistas redondos que hacen único el cine coreano.

Pero, ¿qué refleja Parásitos? Lo que en muchos países es la característica económica de la sociedad: la diferencia profunda e insoslayable entre las clases altas y bajas.

La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) clasifica a Corea del Sur como uno de sus miembros con mayor desigualdad de ingresos, donde los más ricos ganan cuatro o cinco veces más que los más pobres. Respecto a la educación, los coreanos tienen la mentalidad —como en muchos otros países— de que se es un triunfador o un fracasado dependiendo de a qué universidad se logra ingresar, no importando el nivel de inteligencia que se tenga. Se trata de cuánta educación extra se pueda tener. Bong Joon Ho explicó que por estas razones resultó convincente la situación para que el primer personaje, el joven Kim, entrara a trabajar a la casa de la familia adinerada como profesor, una situación que podría ser aceptada en la actual Corea del Sur sin perder verosimilitud.

Una película extranjera, no en inglés y no hecha para ser un producto comercial: Parásitos es una obra maestra y ejemplo de lo que se está produciendo en la cinematografía de oriente. Tropo

Svetlana Larrocha (Mérida, Yucatán). Periodista, escritora, editora y maestra de Taller Literario. Becaria de Jóvenes Creadores en la modalidad de Cuento FONCA / CONACULTA, 1998-1999). Premio de Cuento Erótico 1999 convocado por la revista Mensajero. Su obra se encuentra incluida en las antologías El vuelo de la rosa. Mujeres en la Poesía de Yucatán, Instituto de Cultura de Yucatán/Universidad Tecnológica Metropolitana, 2005; y Cuentos pequeños, grandes lectores (La minificción explicada a los niños), Instituto Mexiquense de Cultura, 2014; entre otras. Asimismo, fue subdirectora de la gaceta nacional de Arte y Cultura Columba, y directora de Redacción de la revista electrónica El navegante. Actualmente se desempeña como profesora de Español como Lengua Extranjera, y de Cultura Mexicana.

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