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Una mirada intimista y honesta sobre el proceso de adopción
Daniella Blejer. Gracias a Dios no tienen mis genes de Froylana Sarabia Franck es un libro que ofrece una mirada intimista y honesta sobre el proceso de adopción. A partir de su propia experiencia, la autora nos lleva de la mano por el largo camino de la adopción que inicia con las primeras inquietudes de una pareja que no puede concebir, desde la deseada llegada de un ser a sus vidas, pasando por todos los miedos, prejuicios y tabús a los que se enfrentan, hasta los momentos más vitales de crecimiento, iluminación y de amor.
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Sarabia escribe desde saberes heterogéneos conformados por una formación académica en Psicología y Ciencias de la Familia, y también en procesos terapéuticos alternativos como las Constelaciones Familiares, Core Energetics y Gestalt. Aunado a estos conocimientos, la autora imparte cursos para padres adoptivos y es colaboradora en la asociación civil Vifac. Esta preparación la convierte en una especialista dotada para debatir temas importantes como lo innato versus lo adquirido; inquietud expresada en el título del libro, y que la autora aborda desde diversas perspectivas. Al dialogar con pensadores que la han inspirado como María Montessori, la escritora se acerca al tema desde el punto de vista de la crianza y la educación. Y al tensar sus ideas con las de Erich Fromm, se inscribe en la esfera espiritual.
Otro atributo de este volumen es que confronta de manera crítica la realidad social en México, un país aún escindido por la noción de las castas que tiene muchos retos y problemas por resolver en materia de adopción. Sarabia aborda el tabú que hay en México ante la adopción. Incluye, por ejemplo, una lista de personajes famosos que han sido criados y acogidos por padres diferentes a sus progenitores, entre ellos: John Lennon, Bill Clinton, Jack Nicholson, Babe Ruth, Steve Jobs, Sara Mclachlan, Nelson Mandelsa y un largo etcétera. Sin embargo, menciona, es notorio que ningún mexicano figura en esta lista. Y es que en este país, comenta la autora, la palabra adoptado te etiqueta.
Desde este contexto, la autora habla abiertamente sobre los prejuicios a los que se tuvieron que enfrentar ella y su marido durante y después del proceso de adopción. Es así como desmitifica, entre otras nociones, la supuesta generosidad atribuida a los padres adoptivos para iniciar una conversación sobre el egoísmo implícito en querer formar una familia. Es por ello y muchas razones más que Gracias a Dios no tienen mis genes no teme acercarse a lo complejo de forma crítica, pero siempre desde la espiritualidad y la ética personal de la escritora. Tropo
cuando comenzó a creer que no existían las casualidades ni los accidentes, pudo enfrentar los incontables tropiezos y disipar las ominosas nubes. Comprendió que puede quererse entrañablemente a alguien que no sea de la propia sangre, que el amor es una decisión que se toma todos los días y que nace de la convivencia diaria. Aprendió que los hijos que llegan por adopción y crecen en un ambiente adecuado, a quienes se les habla con honestidad, son personas con un potencial inimaginable, porque han tenido que enfrentarse tempranamente a ciertos retos y preguntas fundamentales de la vida: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, y ¿a dónde voy? Entendió que aceptar, reconocer y aplaudir el origen de sus hijos les daría una alta posibilidad de tener un destino exitoso. Por fin salió el sol. Aferrada a los hilos rojos irrompibles que la unían a las lindas manitas que le estaban destinadas, encontró dos hermosos regalos de la vida. A sus grandes maestros en el arte de amar. A sus hijos. Tropo