CELULOIDE DIGITAL #137 - CRIMES OF THE FUTURE

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CELULOIDE DIGITAL Año 12 No. 137 Julio-Agosto 2022



Action! noticias y curiosidades del mundo del celuloide


Flashback Estrellas en el tiempo

La sensacional Anjelica Huston en 1991


Desde el set

Visitando a las estrellas

Margot Robbie y Ryan Gosling durante el rodaje de “Barbie” (2023) de Greta Gerwig


Detrás de cámaras Así se hicieron las obras maestras del cine


Martin Scorsese y Rober DeNiro durante el rodaje de “Taxi Driver” (1976)


Flashforward Los estrenos del futuro... hoy

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(O DOS BALLENAS SE ENCUENTRAN EN LA PLAYA) Finbar | @FinbarFlynnXY


E

l infame reto de la ‘Ballena Azul’, que presuntamente inició en Rusia y que luego se extendió a todo el mundo con decenas de casos de muertes de jóvenes que cumplían con los desafíos diarios y cuya última tarea era quitarse la vida, es tomado como pretexto por el director Jorge Cuchí para hablar de la depresión no tratada en la adolescencia en su opera prima: “50 o dos ballenas se encuentran en la playa”. Aunque este juego es considerado más una leyenda urbana, cuando el realizador escuchó por primera vez sobre él le llamó poderosamente la atención que algunos afirmaban que uno de los retos diarios señalaba que se tenía que cumplir con una cita con otra ‘ballena azul’, como se les conoce a quienes supuestamente aceptaban entrar en la dinámica de los retos diarios. Esto detonó la idea de qué ocurriría si, en caso de que el juego fuera real, uno de los administradores —es decir, quien envía de forma anónima las tareas que se deben cumplir— se aprovechara de la situación para conocer en persona a una ballena azul. Con esta premisa en mente Jorge Cuchí plantea la historia de un chico y una chica de 16 años que se encuentran inmersos en el reto de la ‘Ballena Azul’, y cuando llega el reto número 45, el administrador les ordena que tengan una cita con otro de los jugadores. Es así como Félix (José Antonio Toledano) y Elisa (Karla Coronado) se conocen. Pese a la timidez de

ambos, la química entre los adolescentes va funcionando de maravilla y toman la decisión de contactarse para compartirse cómo van con sus retos y posiblemente llevarlos a cabo juntos. Así comienza una amistad que inevitablemente evoluciona se transforma en relación amorosa, pero pronto se nos es revelado que el administrador del juego no existe, sino que es Elisa quien ha estado enviando los retos a Félix y el encuentro de ambos tiene un motivo oculto. “50 o dos ballenas se encuentran en la playa” se alzó con el Premio Ojo a la mejor película en la Sección de Largometraje Mexicano del Festival Internacional de Cine de Morelia en medio de una polémica suscitada por la decisión del jurado de nombrarla como la ganadora del evento fílmico anual de la capital michoacana. Y es que la polémica no es para menos, pues no obstante la audacia del director para abordar un tema delicado como lo son los trastornos psicológicos no tratados o atendidos a tiempo —como la depresión en el caso particular del filme—, el resultado final pone en evidencia el poco oficio que aún posee el realizador para narrar historias. No estamos ante una propuesta desastrosa en todo sentido, pues hay aspectos que resultan sobresalientes en este debut, como es el caso del score compuesto por el talentoso Giorgio Giampà —quien creó la música también para la estupenda

cinta “Tiempo Compartido” de Sebastián Hofmann—, la fotografía de José Casillas, e incluso las notables actuaciones de la pareja protagónica, que por cierto también merecieron reconocimientos en la categoría de actuaciones del festival. Sin embargo, la película presenta algunas decisiones tanto en su forma como en su fondo que resultan excesivas y cuestionables, como la constante división de la pantalla para narrarnos la vida de Felix y Elisa en paralelo; él viviendo con su madre divorciada y viendo esporádicamente a su padre, mientras que ella vive con su madre y su padrastro. Este recurso al que tanto acuden los estudiantes de cine cuando desarrollan sus primeros ejercicios, se une a la falta sensibilidad de la película al momento de abordar temas tan delicados como la depresión en adolescentes, llegando incluso a presentar una peligrosa romantización del auto flagelo y el suicidio, además de mostrar algunos otros actos de violencia explícita no justificados y completamente gratuitos. “50 o dos ballenas se encuentran en la playa” sigue la tradición alarmista y exagerada de programas como “La Rosa de Guadalupe” y confunde la descripción gráfica de situaciones con el desarrollo de una historia humana, lanzando irresponsablemente en su secuencia final el mensaje de que estos adolescentes que se autodefinían como «tristes», están en un lugar mejor una vez que han muerto.


Rebobinando a 24 cuadros x segundo Cine de ayer y hoy

La fórmula del

INFINIT Por Ulises Flores Hernández


TO

La aventura

de ir al cine nunca termina. Como espectadores acudimos gustosos a la gran pantalla para encontrar novedosas historias en su interior. La variedad en cartelera es un factor importante para que lo anterior ocurra. De no existir una oferta miscelánea, corremos el riesgo de caer en el letargo de la repetición. Un letargo que ni siquiera las palomitas con mantequilla extra pueden evitar. La nula variedad de títulos es un fenómeno que todos hemos experimentado, y más aún, cuando acudimos a la taquilla sin una elección definida. Alejándonos un poco del polémico tema de la dispar distribución nacional, es infalible ver el desfile casi interminable de secuelas, remakes, spin-offs, reboots, y por último, pero no menos importante, de recuelas. Cada uno de estos derivados corresponde a la imperiosa necesidad de hacer dinero, arriesgar el mínimo y ofrecer una oferta segura, de parte de los estudios, a los espectadores. Pareciera que las grandes corporaciones han encontrado el sistema financiero ideal para seguir haciéndonos ir al cine, sin importar la justificación argumental, técnica o artística. Pero no todo es malo en este sistema. No podemos olvidar que todo derivado nació de una película. Una primera parte. Un éxito curioso y fresco que atrapó al espectador por sus ingredientes novedosos. Cuando se proyectan estas curiosas sorpresas, es casi imposible no preguntarse si existe un sistema de pasos, la receta ganadora que asegure el próximo éxito de verano. Un éxito que deje felices a los estudios y a los asistentes. Nada es seguro en la producción de una película, pero, si incluso lo anterior existiera, carecería de relevancia. Tener una película exitosa es bueno. Pero lo anterior queda relegado ante la tentación que supone hallar la fórmula mágica que permita conseguir más exitosas secuelas, y derivados a partir de un primer filme. Metro-Goldwyn-Mayer, ahora propiedad de Amazon, presume en sus filas la saga del agente “007” James Bond, con veintisiete películas iniciadas en 1962 y contando. Warner Bros., por su parte, tiene una serie de franquicias que van desde el terror con El Conjuro, la magia de Harry Potter y la fantasía con El Señor de los Anillos, sin olvidar a su hijo pródigo: el potencial de la marca DC. Y no podemos olvidar a Paramount Pictures con su inmaculada trilogía de El Padrino, o las sagas de Misión: Imposible, Transformers y Scream. Aunque los anteriores títulos han conservado el éxito y la confianza del público a través de los años, ninguna ha logrado masificar de manera industrial sus producciones como lo hizo Marvel Studios. La casa de las ideas, que al incursionar en el séptimo arte en el 2007 lo hizo bajo la sombra de problemas financieros, pareciera que con una azarosa planificación encontró la fórmula de las producciones infinitas. Iron Man (2008), fue la piedra angular del estudio. Un estudio que no sabía que esperar cuando el mundo recibió con expectación y curiosidad su propuesta de superhéroes.


En un panorama donde las producciones comiqueras se realizaban a pasos desiguales, siendo pocos los títulos que marcaban una diferencia, con Iron Man Kevin Feige encontró la fórmula ideal: presentar al héroe y como obtiene sus poderes, colocar personajes secundarios que resultan ser oportunos aliados, crear un villano cuyo único propósito sea la destrucción de los involucrados, insertar sutiles referencias a su contraparte impresa, al tiempo que todo se condimenta con humor, ingrediente que da tono al espectro general de la cinta. Con aquella primer piedra construyeron un universo en constante expansión. Aunque los elementos empleados en su edificación no eran únicos, pues otras cintas de superhéroes ya los habían utilizado, de alguna manera consolidaron un tono especial. Un toque que las diferenció del resto y creó una firma que ha conservado a través de los años. Gracias a una primer notable recaudación (585 millones de dólares), logró ser sostenible su inversión económica (140 millones de dólares). Si bien, Iron Man al momento de su estreno carecía de la popularidad que posee ahora, siendo los lectores de cómics su principal nicho de fans, aquellos ingredientes ofrecieron una cinta fresca que sorprendió a los involucrados y espectadores por igual. El siempre confiable Hombre de Hierro fue la banderita verde para iniciar un proyecto cinematográfico como nunca antes se había visto. Un nuevo universo lleno de personajes singulares, pero familiar para los lectores de comics, y oculto a la vista de todos, para los nuevos espectadores. La punta de lanza que apoyó la idea anterior, fue, sin duda, la sensación de conectividad de la misma creación. Una película o dos por año fue la propuesta que Marvel puso sobre la mesa. Iron Man presentaba personajes que lidiaban con problemas que existían en su propio mundo. Eso ya lo habíamos visto antes y no teníamos problema de seguir disfrutando de ello. Pero el juego cambió cuando comenzaron a coexistir diferentes personajes, enmarcados en su propio mundo, ubicados todos en un mismo universo, al mismo tiempo que sus apariciones no eran al azar, sino agrupadas por fases. De pronto el espectador aficionado y nuevo, tenía la sensación de que todo estaba ocurriendo al mismo tiempo. Algo especial estaba sucediendo cuando conocimos por primera vez las famosas y ahora clásicas escenas post-créditos. Primero vimos a Nick Fury en Iron Man, y luego nos asombramos de encontrar a Tony Stark en El Increíble Hulk (2008). El espectador estaba conociendo personajes nuevos, pero al mismo tiempo se daba cuenta de que convivían entre bambalinas. Una simple mención de Stark Industries en la tecnología militar del agente Thunderbolt Ross, sin duda, emocionó a más de uno. El escenario comenzó a tomar forma con Iron Man 2 (2010), pues personajes como Nick Fury y el agente Phil Coulson empezaron a tener roles más notorios, mientras se continuaban introduciendo nuevos personajes como Natasha Romanoff, alias la Viuda Negra. Todos ellos fungían como agentes (literalmente) de unión entre películas, pues mantenían una relación con los siguientes personajes. Thor (2011) implicaba una apuesta arriesgada pero necesaria. Si introducir a Iron Man había sido un riesgo por la poca popularidad del héroe, con el hijo de Odín lo era aún más. Sin embargo, la historia de tono shakesperiano conectó con el público precisamente por hacer uso de la fórmula ganadora. Todo lo anterior, además, tuvo un impulso especial debido a la presencia de viejos y nuevos personajes. El público sabía que estaba viendo una película de dioses y humildad, pero al mismo tiempo conservaba la sensación de estar viendo la secuela de una historia más grande. Una historia de la que nadie sabía que esperar cuándo salió el Marvel One-Shot: Algo divertido ocurrió durante el viaje al martillo de Thor. Aquella miniaventura del agente Coulson, sumada a la enigmática escena post-créditos de Iron Man 2 que protagonizaba, solo había hecho más que incentivar nuestra curiosidad. Al final, la prueba se superó con creces.




A estas alturas la idea había cobrado vida. La maquinaria de historias interconectadas nada la podía detener. La fórmula que funcionaba a la perfección no dio un tropezón con Capitán América: El Primer Vengador (2011). Estrenada tan solo unos meses después que la cinta del dios del trueno, el riesgo seguía en el aire: ¿cómo crear una historia digna del capitán para nuestros tiempos? La cinta apostó por replicar (una vez más) la fórmula, mientras conocíamos al máximo personaje del estudio: Steve Rogers, cuya popularidad era más notoria. Además la cinta ofreció una mirada al futuro. Permitió que conociéramos la vía argumental que ha estado presente a lo largo de las producciones: Hydra, el enemigo infiltrado dentro de S.H.I.E.L.D. Al ser la primer cinta de época, la duda de si el espectador aceptaría positivamente desligarse décadas de lo que había visto hasta el momento, era la incógnita del estreno. Con todas estas dudas, la fórmula se repitió con éxito. No perdía ni demeritaba su propuesta, en parte por la sensación de continuidad. No teníamos a Tony Stark, pero si a su padre, Howard Stark. Las sutiles referencias en Iron Man y Iron Man 2 adquirían un mayor significado, al tiempo que el coronel Fury aparecía al final con Steve Rogers para hacernos entender que estábamos de vuelta en la actualidad. Quedamos boquiabiertos al saber que el hijo de América había alcanzado a nuestros héroes en su tiempo. Y si eso no era suficiente, todos nos sorprendimos con su escena de créditos final: un mini adelanto de la cinta soñada por muchos y esperada por otros: el megaproyecto de la iniciativa vengadores se posicionaba como la máxima promesa del año entrante, ya anunciada y pactada en la Comic-Con San Diego del 2011. De alguna manera, personajes tan dispares, únicos y extravagantes compartirían pantalla en una sola película. Las expectativas eran altas y la curiosidad del producto final enormes. Aunque era facil tomar un comic de Los Vengadores y conocer sus aventuras, de alguna manera no era lo mismo. Todos queríamos ver al Tony Stark de Robert Downey Jr. interactuar con el Thor de Chris Hemsworth, o ver más de la Viuda Negra de Scarlett Johansson en compañía del Capitán American de Chris Evans. El espléndido reparto coral colocó los ojos del mundo en las salas de cine el 30 de abril. The Avengers: Los Vengadores (2012) unió los personajes favoritos y queridos de millones de fans alrededor del mundo en una sola aventura. Si Thor te agradaba más que Hawkeye, no importaba. Los teníamos a todos en una sola película conviviendo y aprendiendo a jugar en equipo. Héroes, villanos y personajes secundarios por igual, estaban juntos. Esta apuesta no solo elevó la fórmula Marvel a su máxima potencia, sino que también cambió el cine de superhéroes. A partir de entonces todos hemos estado expectantes por conocer el nuevo proyecto de Marvel Studios. Pero lo más importante: los aficionados ya conocen la fórmula y se volvieron parte de ella. Asistían con gusto al cine dos, o tres veces al año por el nuevo estreno. La ganancia estaba asegurada. Ya existían historias posicionadas por explorar que los fans querían conocer, al tiempo que personajes nuevos aclamaban por debutar con su película individual. Con esto pareciera que el riesgo de un fracaso económico había desaparecido. La fiebre por Marvel estaba en su cúspide. Con este fenómeno por los cielos, es necesario preguntarse cuanto tiempo más puede funcionar esta fórmula. Ya no solo es replicarla, sino mejorarla con la precisión quirúrgica de Doctor Strange (antes de su accidente, claro). Lamentablemente, esto no ha ocurrido. La presión económica y la necesidad de producir más contenido en menos tiempo, ha propiciado un desfile desigual en sus producciones y la división en la opinión del público.


Lo anterior podría no ser un problema. Toda franquicia puede enfrentar altibajos, pero después de veintisiete películas y siete series, sumado al hecho de que la maquinaria no puede detenerse, y debe seguir generando más contenido (Disney +), nos hundimos sin remedio en el mar de la cantidad a costa de la calidad. Es aquí cuando nos preguntamos si debemos seguir apoyando producciones que no son de nuestro agrado, solo para esperar que “a la siguiente” estos problemas se resuelvan. Es válido que el público pida historias novedosas, arriesgadas, que se salgan de la fórmula y entreguen algo más. Marvel Studios ante esta situación ha dado fuerza a la voz del público a través del casting (John Krasinski como Reed Richards), ha apostado por historias que se salen de lo común (What If...? [2021] / WandaVision [2021] ) y añaden a sus filas personajes ahora con un desarrollo serial (Loki [2021] / Moon Knight [2022]), ofreciendo de esta manera una ligera variación a lo que hemos visto. A pesar de estos cambios, pareciera que la novedad sigue siendo un tabú dentro de la empresa. Una empresa que debe apostar a reinventar su fórmula. Ante esta crisis de atención, en lugar de arriesgarse, Marvel ha apostado por complacer a sus fans, para no perderlos, con una nube de humo (Spiderman: Sin Camino a Casa [2021] / Doctor Strange en el multiverso de la locura [2022]) que no termina por cubrir el ancho que la promoción de la película promete tener. Si bien, esta modificación no parece que ocurra en el corto plazo, es vital que sigamos compartiendo nuestra opinión como consumidores para que nuestro voto cuente sobre lo que esperamos ver. Tras el reciente estreno de Thor: Amor y Trueno (2022), solo el tiempo dirá si la locura por Marvel Studios ha entrado en un bucle repetitivo o está en su mejor momento. Con más de diez estrenos consecutivos al año, entre series y películas, no hay que olvidar que todo género tuvo su época y el wéstern lo ejemplifica mejor que nadie: o escuchas a la audiencia y te adaptas a los nuevos tiempos, o sigues presentado la misma fórmula hasta que el público se aburra de ella. Puede que haya buenas intenciones en el aparato creativo, pero la comodidad es un peligro que se debe evitar a toda costa. Después de todo, si cada lanzamiento que realiza Marvel Studios lo anuncia como el más especial hasta el momento, si vemos su trabajo en conjunto, corre el riesgo de que ninguno lo sea en realidad.



Clásicos MX

Revisamos uno de los imprescindibles títulos de la historia del cine patrio

MARÍA CANDELARIA

Finbar | @FinbarFlynnXY


Estamos ante la segunda colaboración del director Emilio Fernández con la legendaria actriz Dolores del Río; se trata de una obra maestra del cine patrio en la que los constantes enfrentamientos temperamentales entre director y actriz fueron el principal obstáculo para la producción del filme.

U

na joven periodista (Beatriz Ramos) busca escribir un libro biográfico sobre un viejo pintor (Alberto Galán), pero cuando ésta intenta escudriñar la verdad sobre un sonado cuadro de una hermosa indígena mexicana, el artista se indispone y vacilante decide compartir con ella la trágica anécdota que dio origen a su obra más preciada. Así da inicio la historia de María Candelaria (Dolores del Río), una hermosa joven indígena que, en los inicios del siglo XIX vive en su chinampa en un rincón alejado de Xochimilco, viéndose rechazada y hostigada por la comunidad debido a la mala reputación heredada de su madre – asesinada por su propia gente por traer la vergüenza al pueblo–, subsistiendo exclusivamente de la venta de flores y con la esperanza de que su pequeña marranita le ayude económicamente cuanto tenga sus crías para poder venderlas. Los únicos que no rechazan a María Magdalena son el noble indio Lorenzo Rafael (Pedro Armendáriz) que desea casarse con ella, el sacerdote del pueblo (Rafael Icardo) que siempre la defiende y protege, y don Damián (Miguel Inclán) el patrón y dueño de la tienda de raya de la comunidad y que secretamente la desea. La historia de “María Candelaria”, marcada por la tragedia que germina de la ignorancia y los prejuicios, fue escrita por Emilio Fernández en unas servilletas de papel en un centro nocturno durante una sola noche y fue un obsequio para Dolores del Río por su cumpleaños. El guion fue trabajado por el propio Fernández junto a Mauricio Magdaleno y su filmación se desarrolló de manera íntegra en Xochimilco con las magníficos paisajes del entorno rural y el apoyo de los sorprenden-

tes sets creados por Manolo Fontanals; todo ello bajo la lente del maestro Gabriel Figueroa y acompañada por las notas de los compositores Francisco Domínguez y Rodolfo Halffter, dando como resultado uno de los filmes más representativos de la Época de Oro. Estamos ante la segunda colaboración del director Emilio Fernández con la legendaria actriz Dolores del Río; se trata de una obra maestra del cine patrio en la que los constantes enfrentamientos temperamentales entre director y actriz fueron el principal obstáculo para la producción del filme que, aunque es poseedor de un discurso manido que acude a la reivindicación de la figura del indígena como símbolo de pureza, la cinta es hoy considerada como la obra cumbre de la mancuerna Fernandez-Del Río y la que les daría fama y reconocimiento mundial como emblemas del cine mexicano alrededor del mundo. Y aunque la película fue ignorada para ser considerada en la entrega de los premios Ariel –comenzaron a entregarse justo en el año de su estreno pero no obtuvo ninguna nominación–, fue comprada por la célebre Metro Goldwyn Mayer para ser distribuida internacionalmente bajo el título “The Portrait of Maria” –“El retrato de María”–, obteniendo un estupendo recibimiento más allá de nuestras fronteras. En Alemania particularmente recibió grandes elogios por parte de cineastas y críticos especializados haciendo énfasis en su capacidad para ser comprendida a cabalidad aún sin subtítulos o doblaje; por otra parte, en 1946, participó en el Festival de Cannes donde obtuvo el reconocimiento a la mejor fotografía y el Gran Prix.

Clásicos del Celuloide

OESTELANDIA

Westworld | 1973 | Dir. Michael Crichton

Michael Crichton adapta y dirige la versión cinematográfica de su novela homónima ubicada en un futuro cercano y donde dos amigos -Peter Martin (Richard Benjamin) y John Blane (James Brolin)visitan un parque temático dividido en enormes zonas que replican a detalle tres épocas distintas de la historia de la humanidad -Roma Imperial, Europa Medieval y el Salvaje Oeste. Inesperadamente, el sistema de los robots que encarnan a los personajes de la época comienza a fallar, haciendo que comiencen a perseguir incansablemente a los asistentes al tecnológico parque, especialmente un diestro pistolero encarnado por Yul Brynner. Sobresale por ser una de las primeras en unir dos grandes géneros como la ciencia ficción y el western (para los que creían que “Cowboys & Aliens” era novedosa) y abordar el tema de la rebelión de las máquinas contra sus creadores. Como dato curioso, tres años después, y de manera oportunista ante la buena recepción de la película, se presentó la secuela a la que en México llamaron “Atrapados en el espacio” (Futureworld), aunque ya sin Chricton al frente pero con Yul Brynner repitiendo su papel de robótico pistolero.


El otro cine

Una alternativa al cine que acapara la cartelera

EL OTRO

ELVIS El otro

Finbar | @FinbarFlynnXY


“El Ultimo Elvis” es un retrato de las obsesiones humanas que resulta emotivo pero sin sentimentalismos; una gran aproximación al alma del ser humano con todas sus contradicciones y sus lados oscuros, un retrato social impactante desde su primera hasta su última secuencia.

E

lvis Presley maneja su Ford Galaxie y vive felizmente junto a su esposa Priscilla y su hija Lisa Marie en un barrio olvidado de Buenos Aires, Argentina, donde regularmente ameniza musicalmente una gran variedad de eventos privados (bodas, bautizos, primeras comuniones, aniversarios de asilos, etc.) o en un bar junto a otros íconos musicales como la agrupación Kiss, o el rockero Bon Jovi, o incluso el mismísimo Mick Jagger. Aunque la verdad, Elivis no se llama Elvis, su verdadero nombre es Carlos Gutiérrez, y además de imitar al Rey del Rock and Roll por las noches, trabaja en una fábrica ensamblando refrigeradores para poder subsistir él, su esposa de la que se está separando y que en realidad se llama Alejandra Olemberg, y su hija, la única que sí comparte nombre verdadero con la de la leyenda de Tupelo, pero a la que no ve muy seguido. La historia de este hombre, que toda su vida ha vivido como si fuera la propia reencarnación de Elvis Presley, es la sencillisima premisa que nos comparte la ópera prima de Armando Bó, joven cineasta argentino descendiente de una familia inmersa completamente en el mundo del cine: Su abuelo, también llamado Armando Bó, fue un reconocido actor, productor y director durante la segunda mitad del siglo pasado, y su padre, Victor Bó, también fue un célebre productor y actor. Con estas credenciales familiares, no resulta extraño entonces la gran calidad de su primer trabajo como

realizador. “El Ultimo Elvis” (2012) es una gran exploración a los terrenos de la identidad y de la negación de la realidad a través de la construcción de un mundo paralelo/alterno, la edificación de una vida completamente ajena al mundo ‘verdadero’ debido a una condición mental que resulta, al mismo tiempo, una maldición y una única manera de salvación. Elvis/Carlos Guitiérrez (John Mclnerny, imitador profesional de ‘El Rey’ en la vida real, además de profesor universitario y arquitecto), es el personaje central que deambula entre la ternura y el patetismo, para que el director nos comparta un retrato oscuro del ser humano ante la oportunidad de ser “alguien más”. Aunque aquí, más que una oportunidad, sea una consecuencia de un trastorno de identidad disociativo, y que a pesar de la honradez y genuina sensibilidad artística de Elvis/Carlos, éste terminará por obsesionarse con convertirse completamente en su ídolo, encontrándose también en el camino con la ocasión de conciliarse con su paternidad, un aspecto de su vida que tenía muy descuidado y casi en el olvido. “El Ultimo Elvis” es una cinta que encuentra en su sencillez, intimismo y elegancia sus mayores virtudes, un retrato de las obsesiones humanas que resulta, por demás, emotivo pero sin sentimentalismos; una gran aproximación al alma del ser humano con todas sus contradicciones y sus lados oscuros, un retrato social impactante desde su primera hasta su última secuencia.


Cierta ficción Relatos inspirados por el séptimo arte

RIIING!

Una historia inspirada en “El Teléfono Negro” Por Imelda Aguilera Taylor

El teléfono sonó.

El teléfono sonó. Todos se sorprendieron porque es un teléfono análogo, viejo, el primero que tuvimos en casa allá en los 70’s. Yo sabía que sonaba de cuando en cuando, de hecho, muy pocas personas tenían ese número, así que no me interesaba mucho contestar, sobre todo cuando sabía que no podían ser mis conocidos quienes hicieran la llamada. Rafa, incrédulo todavía, se acercó al aparato y descolgó el auricular. -¡Diga!- dijo autoritariamente, esperando retroalimentación. -¿Hola?- insistió, sin respuesta. Volteó hacia nosotros e hizo ademanes de que no sabía lo que pasaba. Luego alejó el auricular, lo volteó a ver con extrañeza y colgó. -Está raro. Solo se escucha ruido, ¿quién te llama para solo dejarte ruido?me preguntó. -No sé quién sea, me ha pasado varias veces. Suena casi a la misma hora y a veces no hay ni ruidos, pero otras, se escuchan sonidos que no podría explicar de dónde provienen. Igual ha sonado y solo levanto el auricular para volver a colgar.

-O sea que pude haberte llamado y tal vez me colgaste- me acusó Danaé. Todos reímos, aunque se volvió una protesta general, en la que me señalaban con gestos exagerados y cómicos. -Creo que es mejor colgar-dijo Rafa. -La última vez que contesté el teléfono me fue fatal: no volví a casa- Asentí con pesar en el rostro. Muchas veces quisieron que la policía rastreara esa llamada, pero no era parte de su línea de investigación. Pasarían meses hasta dar con él. -La última vez que hablé por teléfono, todo iba muy bien. El problema fue una hora después, cuando apareció el vehículo sin luces…-comentó pensativo Raúl. Yo recordaba que incluso platicamos unas horas antes; de hecho, con varios primos y amigos hubo llamadas. Fueron de despedida, realmente. -Yo ni siquiera tenía un teléfono cerca cuando la ola me golpeara con la rocarecordó Pepe Toño. En aquel año no era común todavía traer celular y en la población solo había uno fijo, así que una llamada de mi hermana, fue el inicio de mucha tristeza. -Yo le hablé a Mada para avisarle que iba de regreso a casa y luego me quedé dormida, o algo así- nos dijo Chimi. Y

gracias a su teléfono supimos que no había llegado, sino que se había salido del camino. -Pues yo usaba el teléfono para todo, hasta que cargarlo en la mano fue muy pesado…y la verdad que ya no quería verlo pues la luz me lastimaba los ojos. Era un celular, claro, ¿se imaginan uno como ese? Hubo risas y murmullos sarcásticos respecto al comentario, pero seguimos la pequeña reunión en casa. Era un gusto enorme que estuvieran ahí, después de tanto tiempo. Resonó como un eco en mi mente esa frase: después de tanto tiempo…después de tanto tiempo… Desperté. Lo sentí tan real que escuché sus voces, vi sus gestos y ademanes tal como eran en vida. No podía creer que los había reunido en un sueño. Me senté en la cama, con una sonrisa y dije en voz alta: ojalá siguieran aquí conmigo. Y el teléfono sonó.


Realidad mata ficción Cine documental

WITKIN Y WITKIN 2017 / Dir. Trisha Ziff Finbar | @FinbarFlynnXY

na exposición de 2016 realizada en el Foto Museo Cuatro Caminos en la Ciudad de México bajo la curaduría de Trisha Ziff, reunió la obra de dos artistas visuales y le permitió a la cineasta británica afincada en México no únicamente dar forma a su ejercicio cinematográfico ejecutado con la mayor sofisticación hasta la fecha sino también proponer con él un estudio de la relación que guardan los dos expositores: Jerome Witkin (pintor) y Joel-Peter Witkin (fotógrafo), hermanos gemelos cuya fraternidad ha sido restringida sólo a los documentos que registraron sus nacimientos, pues su relación se ha mantenido distante durante décadas. “Witkin & Witkin” es un documento fílmico que toma como hilo conductor al acto de mirar, ese ejercicio que se presenta como el principal punto de encuentro entre los distanciados artistas.

La directora explora de manera paralela las carreras de los hermanos desde su infancia y la bifurcación de sus caminos hasta sus éxitos profesionales e íntimos; aquí es donde uno de los mensajes de la cinta queda más que claro y resuena aún más cuando uno de los gemelos dicta «aunque nos digan que somos gemelos idénticos, somos entidades distintas»: el compartir casa y padres no garantiza una conexión fraterna. Pero el objetivo del documental está más allá de esta reunión a propósito de la exposición o de los conflictos familiares y las rivalidades artísticas que traspasan las fronteras hacia su relación personal; el filme busca examinar esa separación desde otro enfoque, por ello la directora expone los inicios profesionales de Jerome y Joel-Peter y subraya no sólo la curiosa presencia de marcadas diferencias en sus estilos pero la aún más

extraña presencia de semejanzas, tanto en figuras de inspiración e influencias artísticas como en los ejes temáticos de sus obras. La muerte, por ejemplo, es uno de sus más recurrentes paralelismos que surgen entre sus creaciones. Acompañada del mismo equipo técnico con el que dio forma a su multigalardonado trabajo anterior, “El hombre que vio demasiado” (2015) –el compositor Jacobo Liberman y el cinefotógrafo Felipe Pérez Burchard–, Trisha Ziff logra con “Witkin & Witkin” uno de los trabajos documentales del año más sobresalientes; un dedicado y fascinante estudio de dos personalidades tan distintas como parecidas, y de la conexión que se guarda en la creación artística a pesar de la distancia y emocional y las rivalidades profesionales.


Out

Cine fuera del clóset

MONEYBO Nostálgica opera prima que desafía la censura Finbar | @FinbarFlynnXY

ei (Kai Ko) es un chico tímido que comienza a incursionar en la prostitución y en la primera secuencia del filme conoce a Xiaolai (J.C. Lin) cuando es contactado para hacer un trío con un cliente. Xiaolai se convierte en su mentor y también en su amante, pero cuando un cliente de Fei lo violenta, Xiaolai busca venganza, aunque las cosas no salen como él lo esperaba y un acto atroz termina la relación de manera abrupta obligando a Fei a migrar hacia otra ciudad. Cinco años después, Fei tiene una gran reputación con los clientes y vive con su amante y mentor, pero un día es arrestado en un operativo por la policía y al salir de prisión regresa a su pueblo natal para visitar a su familia. A su llegada se reencuentra con Long Liang (Yufan Bai), un amigo de la infancia que le revela que también buscó suerte en las grandes ciudades pero sólo encontró trabajos precarios en algunas fábricas y decidió volver al pueblo. Ya en casa de su familia, y más allá de un cariñoso reencuentro con su hermana, Fei sólo encuentra recriminaciones y rechazo por parte de su familia sobre su orientación sexual y la forma en la que gana el dinero, acusándolo de manchar el honor de la familia, aunque hipócritamente nunca dudaron en gastarse todo el dinero que él les enviaba. Decepcionado

y sólo con la bendición de su hermana –la única persona que realmente lo apoya y lo anima a buscar el amor y cuidarse a sí mismo en lugar de cuidar a los demás— Fei regresa a la ciudad rompiendo definitivamente todo lazo con su familia e intentado un nuevo inicio para su vida, pero un día Long se presenta fuera de su departamento y le pide que lo ayude a entrar en el negocio de la prostitición, y aunque al principio se muestra reticente, pronto accede y se vuelve su mentor y también su pareja sentimental. Sin embargo, la repentina aparición de una figura de su pasado hace que su futuro con Long peligre por el insoportable peso de pa culpa. Con esta premisa, el director C.B. Yi de origen chino pero radicado en Austria desde los 13 años donde estudió en la Academia de Cine de Viena y fue alumno de Michael Haneke y Christian Berger –recurrente cinefotógrafo del maestro austriaco–, presentó su opera prima en la sección ‘Un Certain Regard’ en el Festival de Cine de Cannes en 2021. Apoyado por la fotografía de Jean-Louis Vialard, que crea contrastes interesantes tanto en su paleta de colores como en sus composiciones para retratar tanto los entornos urbanos con luces neón como

los ambientes rurales apenas iluminados, el director nos sumerge bajo un aura melancólica que, apoyado también por las partituras de Yun Xie-Loussignan y algunos temas como “Beijing Beijing” de Wang Feng o “Hello, Anxiety” de Phum Viphurit, evoca a los primeros trabajos del maestro Wong Kar-Wai y sobre todo a “Happy Together” (1997), pero para acompañar a Fei en tomas largas con cámara fija o en planos secuencia con movimientos sutiles y elegantes que consiguen una gran tensión o momentos de genuina incomodidad. Aunque la historia de “Moneyboys” es muy específica sobre un chico provinciano de la China continental que se aventura a las grandes ciudades y que debe vivir no sólo con el rechazo de su familia por su orientación sexual y su forma de ganar dinero sino también a la persecución sistémica por parte del estado, el director no pretende un filme de denuncia social, aunque sí propone reflexiones tanto sobre la hipocresía y doble moral de la sociedad donde los hombres contraen matrimonio con mujeres a las que no aman con el único fin de guardar las apariencias y fingir frente a la familia y la sociedad ser un ciudadano ejemplar, como también sobre el estigma


COMIC-SOON

OYS que existe sobre aquellos que deciden trabajar vendiendo su cuerpo mientras que socialmente se cree que son más dignos aquellos que entregan sus vidas trabajando como obreros ganando una miseria toda su vida y muriendo de cáncer en penosas situaciones económicas por las condiciones laborales precarias y un sistema de salud incompetente. Sin embargo, el principal propósito del director es conectar con el espectador a través de un relato universal que, principalmente gira en torno al deseo, la culpa, el perdón y a las relaciones humanas en general, a los encuentros y desencuentros que pueden ocurrir en muchas partes del planeta. Y es que pese a estar ambientada en China, la película fue filmada en Taiwan debido a su temática y a la fuerte censura por parte del gobierno chino; pero gracias a la coproducción entre Taiwan, Francia, Bélgica y Austria, el director consigue un opera prima que, además de ser un sobresaliente y estilizado ejercicio debut que demuestra su talento narrativo y su destreza a niveles técnicos, se anuncia como la primera entrega de una trilogía que estará enfocada en el tema de la migración.

BATMAN AZTECA: CHOQUE DE IMPERIOS B

EN 2023 TENDREMOS CINTA ANIMADA DEL HOMBRE MURCIÉLAGO CON TALENTO MEXICANO

atman no sólo será latino… ¡será mexicano! En el marco de la celebración del pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara, se anunció que con el apoyo de HBOmax Latam, Warner Bros. Animation y DC Comics, la compañía Ánima Studios producirá “Batman Azteca: Choque de Imperios”, una serie animada para la plataforma que estará ambientada en la época del Imperio Azteca, donde un joven llamado Yohualli Coatl vive la tragedia de perder a Toltecatzin, su padre y líder de la aldea, a manos de los conquistadores españoles. Logrando escapar del mismo fatal destino, el joven se refugia en Tenochtitlan para advertir al emperador Moctezuma y a su sacerdote Yoka, del peligro inminente que llegará pronto a sus puertas. Utilizando como guarida el Templo de Tzinacan, el Dios Murciélago, Yohualli comienza a entrenar con Acatzin, su mentor y ayudante, con quien desarrolla una serie de armamento y equipo táctico para enfrentar a los invasores y vengar la muerte de su padre. El mexicano Juan José Meza-León, quien se ha encargado de algunos episodios de la serie animada “Harley Quinn” y como artista de storyboard para DC y para “Rick and Morty”, será el director se “Batman Azteca: Choque de Imperios”, en cuya producción estará involucrado el experto en estudios mesoamericanos y en historia de México, Alejandro Díaz Barriga, para supervisar que la apropiada representación de la cultura de las culturas originarias.



Horror’s Place El lugar del terror y el misterio

ZONA MUERTA

E

l joven profesor Johnny Smith (Christopher Walken) mantiene una relación con su colega Sarah Bracknell (Brooke Adams); pero sufre un accidente automovislístico que lo deja en un coma. Cuando despierta, cinco años después, se encuentra bajo el cuidado del neurólogo Weizak (Lom), y además de no tener daños visibles en su cuerpo y enterarse de que Sarah se ha casado con otro hombre, se descubre poseedor de habilidades psíquicas que le permiten conocer todos los secretos de las personas. Al tener contacto físico con ellas, Johnny tiene acceso al pasado, presente y futuro de las personas, por lo que la policía pide su ayuda para resolver una serie de asesinatos. Johnny ahora se enfrenta a situaciones que con profundos dilemas morales y éticos; sin embargo, nada lo prepara para enfrentarse a una posible situación cataclísmica: cuando Johnny busca tener

Finbar | @FinbarFlynnXY

contacto nuevamente con Sarah, quien ahora es activista política, éste conoce al candidato presidencial Greg Stillson (Martin Sheen), y al saludarlo de mano, tiene una aterradora premonición de un futuro apocalíptico por una catástrofe nuclear causada por el mismo Stillson; es entonces que Johnny debe decidir si permite que el destino siga su curso o asesina al candidato para evitar la muerte de millones de personas. Con esta premisa, basada en una de las novelas menos conocidas del prolífico Stephen King –y adaptada por el guionista Jeffrey Boam– y con la producción del legendario Dino de Laurentis, el maestro Cronenberg incursiona en los terrenos mainstream del industrializado cine hollywoodense y realiza su segunda película ‘por encargo’ luego de la intrascendente “Fast Company” (1979). Si bien es cierto que estamos frente a la película más impersonal de Cronenberg, también es

verdad que representó un proyecto que lo obligó a salirse de su zona de confort al trabajar con un argumento que no era suyo; pese a ello, hizo de la película un ejercicio decoroso, teniendo en cuenta que película posee un aburrido convencionalismo formal. “The Dead Zone” es una película con una modesta cantidad de seguidores, pero lo suficiente para considerarla como una cinta de culto entre los fans del cine ochentero como de los adeptos a las versiones fílmicas de las novelas de King. Se trata, como ya se dijo, de un proyecto impersonal para el director, pero que destaca por abordar de manera acertada los dilemas a los que se enfrenta su protagonista y por la capacidad de su artífice de conseguir la actuación contenida de un Christopher Walken despojado casi por completo de sus característicos tics.


Déjà vu

Reelaboraciones fílmicas

SUSPIRIA Finbar | @FinbarFlynnXY

E

n 1977, inspirado por “Suspiria de Profundis” de Thomas de Quincey, el director Dario Argento dio inicio a su «Trilogía de las Madres» con el que se convertiría en el filme más reconocido de su carrera y la máxima exponente del subgénero giallo. Pero la obra maestra del cineasta romano nunca sobresalió por su sorpresivo argumento, sino por su potente discurso audiovisual. La vibrante colorimetría y el uso de los estridentes acordes compuestos por la banda Goblin convirtieron a su obra cumbre en un título de culto inigualable y cuyas influencias estilísticas pueden ser rastreadas hasta el día de hoy en la obra fílmica de directores como Nicolas Winding Refn –“Drive”, “Only God Forgives” y “Neon Demon”–. Y como ocurre con los grandes clásicos, la sola idea de perpetrar un remake suena a crimen imperdonable; pero el italiano Luca Guadagnino –uno de los cineastas más sobresalientes de la actualidad que cobró relevancia con su muy comentada “Call me by your name” (2017)– lleva a cabo esta reelaboración fílmica como deberían hacerse todas las nuevas versiones de los clásicos: ofreciendo una visión propia y personal del relato sin tratar de emular a la cinta original. Y es que las “Suspiria” de Argento y Guadagnino no podrían ser más distintas entre sí tanto en forma como en fondo; cada una recorre un sendero distinto y consiguen llegar también a destinos radicalmente diferentes. En la película setentera, la joven estadounidense Suzy Bannion (encarnada por Jessica Harper) llega a la prestigiada academia de danza Tanz en Friburgo, Alemania durante una tormentosa noche

en la que ha sido asesinada una de las alumnas expulsadas de dicha institución; poco a poco un ambiente pesadillesco va consumiendo la escuela hasta dejar al descubierto que ésta no es más que una fachada para la operación de una hermandad de brujas regida por la perversa Helena Markos. En la visión de Guadagnino es la violenta, oscura y dividida Berlín de la posguerra en 1977 –un guiño al año en que se estrenó la película original de Argento– la que funciona como el escenario al que llega Susie (ahora encarnada por Dakota Johnson), una chica proveniente de una comunidad menonita en Ohio, Estados Unidos, que busca incorporarse a la reconocida academia de danza al mando de Madame Blanc (Tilda Swinton), quien se encuentra en una disputa contra la enigmática rectora Helena Markos por el poder del instituto. La nueva “Suspiria” también posee un potente discurso audiovisual pero deja la estética expresionista de lado y se concentra en ambientes opacos donde dominan los grises, verdes y cafés; el relato es sustraído casi de forma absoluta del género giallo y es trasladado a un sobrio drama sobrenatural de la posguerra sonorizado por las melancólicas composiciones de Thom Yorke que se alejan drásticamente de la estridencia del filme original. El guion mantiene la anecdótica premisa pero hace del contexto histórico uno de los pilares para el tratado feminista que propone Guadagnino, pues además de las varias alegorías al nazismo, la cinta aprovecha la radicalización del feminismo de la época para presentar a la danza no sólo como un medio de expresión artística de contracultura, sino también como un acto/ritual místico-eró-

tico que permite la reconceptualización de la feminidad como una forma de lucha contra la represión. La denuncia de la violencia de género, y sobre todo, la oposición al dominio del patriarcado adopta muchas formas en pantalla pero llama la atención la escena de las brujas ‘jugando’ con los genitales de los oficiales de policía que investigan la desaparición de la chica Patricia que sucede en los primeros minutos de la cinta y que después será investigada por su psiquiatra el Dr. Jozef Klemperer, el único rol masculino relevante dentro de la historia y que resulta de la fusión de los personajes del Dr. Frank Mandel y el Profesor Milius que aparecen en la película de Argento. Al ser el único hombre con peso sustancial en la cinta con una sólida subtrama que indaga en su pasado y al ser encarnado por la misma Tilda Swinton, su presencia se convierte en la máxima de una serie de estrategias que el filme utiliza para ir en contra de la misoginia. Y es que Guadagnino no busca que su obra se compare con la original, sino dotarla de un significado distinto y logra que en su relato las brujas funcionen como símbolo de la búsqueda de la libertad femenina. La cinta de Argento se presentaba como un éxtasis pesadillesco y surrealista casi morboso, pero la película de Guadagnino es cerebral y lúcida, aunque en su delirante acto final –completamente distinto al de la cinta de Argento– dejará complacidos a los más acérrimos seguidores del cine gore. Esta nueva “Suspiria” se gana a pulso un lugar de culto entre lo más destacado del cine de horror de los últimos años.


EL CLÁSICO ORIGINAL

SUSPIRIA

1977 | Dir. Dario Argento

Suzy Bannion (Jessica Harper) es una estudiante de ballet estadounidense que ingresa a una prestigiosa academia de danza. Curiosamente, cuando ella llega a la escuela, es encontrado el cuerpo sin vida de otra estudiante, Pat. Antes de morir, la joven comentó que había descubierto un terrible secreto con respecto a la escuela, y a raíz de eso comienzan a suscitarse eventos extraños y más muertes, Suzy entonces debe resolver cual es la causa de esos sucesos. El particular estilo visual para el terror de Dario Argento llamó la atención del mundo por lo moderno, estilizado y colorido de sus escenas sangrientas; una obra de culto imprescindible de un director legendario.


Cine-FILOSO Destazando a los clásicos del cine

TOP-GUN PASIÓN Y GLORIA El producto propagandístico más exitoso de los ‘80 Finbar | @FinbarFlynnXY

P

eter ‘Maverick’ Mitchell (Tom Cruise) es un prometedor piloto, por lo que es reclutado por la armada de los Estados Unidos para que forme parte de una elite de expertos pilotos llamada Top Gun; por esta razón comienza un minucioso entrenamiento para estar a la altura del proyecto que necesita a lo mejor de lo mejor en técnicas de combate. Durante su entrenamiento en la academia, en la que se les enseña a ser fríos e intrépidos al mismo tiempo y en la que deben romper la barrera del sonido con sus aviones F-14 sin perder los nervios, comienza una rivalidad con Tom ‘Iceman’ Kasansky (Val Kilmer) otro joven y talentoso piloto, y de paso, comienza un romance prohibido con su atractiva instructora y superior Charlotte ‘Charlie’ Blackwood (Kelly McGillis). Hombres y mujeres por igual corrieron a las salas para verla, pues la cinta complacía a ambos géneros, con dosis de acción y romance por igual, y consagró a Tom Cruise en una mega estrella internacional. Ellas lo tomaron como su nuevo amor platónico mientras que ellos como un modelo a seguir, provocando un considerable aumento en las solicitudes para unirse a las fuerzas aéreas estadounidenses, y el famoso tema “Take my breath away” del grupo Berlin fue el toque final que mandó a la cinta a volar muy alto en los 80. Luego de su opera prima —el filme lesbo-vampírico de culto “El Ansia” (1983) con Catherine Deneuve, Susan Sarandon y David Bowie—, “Top Gun” representó para el director británico Tony Scott su entrada triunfal a las grandes ligas de Hollywood en donde cambió para siempre la velocidad del discurso cinematográfico gracias a su sólida formación pictórica y su trabajo en la industria publicitaria en Inglaterra; dicha experiencia le permitió conjugar en la Meca del Cine varios códigos de la narrativa audiovisual y conseguir una de las primeras cintas en trasladar el estilo videoclipero de las producciones para MTV —canal fundado cinco años antes del estreno de la cinta— a los productos masivos que llenaban las

salas de cine y que continúa utilizándose hasta nuestros días en el cine industrializado. En pocas palabras, los códigos narrativos y estéticos del cine de acción que dominan las propuestas hollywoodenses de hoy en día, se le deben al trabajo de Tony Scott en este clásico ochentero. Pero hay que hacer honor a la verdad y debemos aceptar que más allá de su éxito taquilla y de la labor del cineasta como artesano cinematográfico, a “Top Gun” no hay otro mérito que concederle, no es más que un producto oportunista gringo de la peor calaña cuyo daño cultural traspasó las fronteras del séptimo arte, alcanzando incluso a la industria musical mexicana, pues tres años después de su estreno, “Luis Miguel” lanzó su sencillo “La incondicional” cuyo video —el quinto más visto en la videografía del intérprete en la plataforma de YouTube— está inspirado en la temática y la estética de la cinta estadounidense con ‘El Sol de México’ intentando emular la estampa de Tom Cruise como un cadete militar. El éxito del videoclip, tal como sucedió con el fenómeno cinematográfico con nuestros vecinos del norte, aumentó el interés de los jóvenes mexicanos de la época para enlistarse en escuelas militares, aumentando la demanda de las instituciones de la Secretaría de Defensa Nacional. A partir de un guion ultrabásico aunque muy eficaz escrito por Jim Cash y Jack Epps Jr., se presenta en “Top Gun” un argumento tramposo y melodramático que incluye la muerte accidental del mejor amigo del protagonista y que lo transforma en una buena persona y muy responsable, este anuncio propagandístico militar gringo de gran presupuesto enarbola un patriotismo racista descarado en el que ‘los chicos buenos’ salvan al mundo de los desleales enemigos soviéticos que quieren arrebatarle a los pobrecitos estadounidenses la libertad por la que tanto han luchado por conseguir y proteger. En resumen: “Top Gun”, una de las películas más exitosas de su década, es la suma de los vicios más peligrosos tanto de la narrativa fílmica hollywoodense como de los discursos políticos estaounidenses.



reks.dark

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Spotlight Lo más destacado del cine actual


La protagonista La película del mes


CRIMES FUTURE OF THE

Finbar | @FinbarFlynnXY


Un niño, que no parece mayor de ocho años, juega en una playa donde un enorme barco descansa medio hundido como el cadáver de una ballena encallada. Su madre lo llama desde el interior de su casa no sin antes advertirle que no coma absolutamente nada de lo que encuentre entre las piedras junto al mar. El pequeño, ya en el baño de su casa, comienza a comerse el cesto de plástico mientras secreta una sustancia blanquecina por la boca. Al acostarse para dormir, su madre lo asfixia con una almohada hasta matarlo. Momentos después, ésta recibe una llamada y pide a su interlocutor que avise al padre de la «criatura» —como ella le llama— que encontrará su cuerpo sin vida en la cama. Con estas secuencias abre “Crimes of the Future”, la nueva cinta del provocador maestro David Cronenberg. Ambientada en un futuro que, aunque incierto, se percibe muy cercano, la película presenta a una raza humana que «padece» del Síndrome de Evolución Acelerada y que, entre otras cosas, ha dejado atrás las infecciones y en su gran mayoría ha perdido la sensibilidad hacia el dolor; el hombre, como especie, se ha adaptado al entorno sintético y algunos de los cuerpos son capaces de desarrollar en su interior distintas mutaciones en los órganos ya existentes o generar otros completamente nuevos de los que aún se desconoce su función exacta en el organismo. Saul Tenser (Viggo Mortensen) es un reconocido artista performático que, con la ayuda de su compañera Caprice (Léa Seydoux), escenifica espectáculos de arte conceptual vanguardista tanto en eventos públicos como en eventos privados, los cuales consisten cirugías en vivo en las que se le extraen los nuevos órganos que crecen en su interior con periodicidad. La oficina del Registro Nacional de Órganos, manejada por un hombre llamado Wippet (Don McKellar) y su asistente Timlin (Kristen Stewart), sigue de cerca sus prácticas y están interesados en llevar un control de los órganos que producen y las prácticas artísticas con las que son extraídos. Aunado a esto, hay un grupo misterioso de personas consideradas como una suerte de terroristas tecnobiológicos que buscan a Saul para aprovechar su fama y revelar ante el mundo entero una nueva etapa de la evolución humana, pues aseguran que han conseguido que los humanos físicamente modificados de manera artificial, puedan engendrar niños cuya configuración genética les otorgue cualidades que ya no se consideran como «humanas».




Resultaría erróneo e inútil, además de impreciso e injusto, tratar de clasificar al cineasta canadiense como un creador de cine de horror y ciencia ficción. Y es que David Cronenberg es, en sí mismo, un género cinematográfico, pues su cine trasciende las fronteras que representan las etiquetas con las que pretendemos entender al cine tanto en forma como en fondo. “Crimes of the Future” es la cinta que reafirma la naturaleza inclasificable de Cronenberg y de su obra. El director retoma el título de su segundo largometraje estrenado en 1970, pero propone una premisa completamente distinta, aunque por supuesto que, como con el resto de su filmografía, guarda puntos en común. Por ser en cierto sentido un ejercicio similar al de Michael Haneke con “Happy End” (2017), muchos consideran a “Crimes of the Future” como una suerte de «Grandes Éxitos» de Cronenberg; sin embargo, aunque el cineasta canadiense propone aquí una condensación y resignificación de los conceptos tecnológicos, filosóficos y existenciales presentados a lo largo de su corpus fílmico, este no sólo es un regreso triunfal al body horror con el que re evalúa su obra, sino un paso certero y firme con el que lleva más allá a su discurso, acepta completamente el transhumanismo y da la bienvenida a la posthumanidad con comentarios que son consistentes con su pasado como cineasta y pertinentes, relevantes y significativos para nuestros tiempos. Entre crustáceos tecnológicos que operan a artistas performáticos vía control remoto y personas capaces de procesar materiales sintéticos como si fueran cualquier alimento, “Crimes of the Future” es por momentos una comedia negra que desliza comentarios burlones tanto de los concursos de belleza como de las premiaciones de la industria musical, televisiva y cinematográfica a través de la propuesta de un concurso de la «belleza interior» en donde hay categorías ridículas como «mejor órgano nuevo con función desconocida». Pero más allá del humor ácido y punzante con el que critica a la industria del reconocimiento —y que la vincula con “Mapa a las Estrellas” (2014), la punzante y ácida cinta que protagonizó Robert Pattinson, Julianne Moore y Mia Wasikowska— la película es, en esencia, una metáfora sobre nuestros tiempos donde están recuperando el poder los grupos reaccionarios que se oponen a los cambios sociales como el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo o el derecho humano de la transición sexo-genérica. La vigésimo segunda película del canadiense es una alegoría sobre las sociedades que se niegan a evolucionar, que se estancan en concepciones retrógradas y que consideran antinaturales a todos aquellos que le resulten extraños desde su limitada, arcaica y preconcebida forma de ver el mundo. Y pese a que el cineasta recupera aquí su espíritu apocalíptico y pesimista, su desenlace presenta un halo que casi podría considerarse como esperanzador. Luego de 20 años de haber cambiado de registro con la magnífica “Spider” (2002), David Cronenberg se reafirma como el Rey de la Nueva Carne y demuestra a sus 79 años de edad estar completamente en forma y seguir siendo el director canadiense más impactante, visionario y transgresor de la actualidad.



La protagonista

La película del mes

7 películas para entender a

DAVID CRONENBERG

Finbar | @FinbarFlynnXY

J

unto a los realizadores John Carpenter y Wes Craven, al cineasta David Cronenberg se le considera como parte del grupo llamado «las tres C» como uno de los maestros del cine de terror contemporáneo; sin embargo, sería erróneo e injusto hablar del director canadiense como un director de cine de terror o de ciencia ficción, puesto que su filmografía trasciende las etiquetas con las que clasificamos a las películas. Cronenberg es un género en sí mismo. Originario de Toronto, Canadá, creció en una familia inmigrante judía proveniente de Lituania y tuvo contacto con el arte desde su infancia al tener como padre a un escritor y periodista y a una madre pianista, quizá por ello declinó estudiar ciencia, aunque siempre le llamó la atención y ésto ha quedado manifiesto en su obra como cineasta donde conjuga, ciencia, tecnología, carne, sexo y psicoanálisis. Con el elemento social y humanista siempre presente, el trabajo de Cronenberg acude a la belleza interior, pero no de aquella a la que hace referencia la frase manida usada tan comunmente, sino que literalmente refiere al atractivo de los órganos, y donde las mutaciones y la degradación corporal es un reflejo de la psique de los personajes, los psicológico entonces repercute en lo físico. La filmografía de David Cronenberg ha atravesado varias etapas, y a propósito del inminente estreno en cines mexicanos de su más reciente cinta, hemos seleccionado siete películas que recomendamos para entender al cineasta canadiense más impactante, visionario y transgresor de la actualidad.


1. EPIDEMIA Shivers | 1975

En el complejo residencial Starliner Towers de una paradisiaca isla, un científico asesina a una chica y utiliza ácido para destruir sus órganos internos. Luego, el hombre se suicida. Durante la investigación del crimen, un doctor descubre que el científico estaba realizando experimentos con parásitos modificados genéticamente con la idea de transplantarlos en pacientes para regenerar sus órganos. Sin embargo, el experimento sale terriblemente mal y pronto otros inquilinos del edificio comienzan a mostrar señales de una extraña infección y se transforman a en una suerte de demonios descerebrados con insaciables deseos sexuales y asesinos que están dispuestos a infectar a otros humanos con el más mínimo contacto sexual. En su tercer largometraje, Cronenberg propone un hábil ejercicio en el que transforma las pulsiones sexuales en un erotismo putrefacto irrefrenable; y aunque no obtuvo en su momento buenos comentarios de la crítica, el tiempo la ha consolidado como un filme de culto entre los seguidores del cineasta y del cine underground.

2. CUERPOS INVADIDOS Videodrome | 1983

La que Andy Warhol llamó alguna vez como «la “Naranja Mecánica” de los 80», sigue los pasos de Max Renn (James Woods), el responsable de un pequeño canal de televisión por cable especializado en la transmisión de entretenimiento para adultos. Mientras Max se encuentra buscando nuevo y transgresor material para transmitirlo en su canal, descubre ‘Videodrome’, una suerte de señal de televisión clandestina que destaca por sus contenidos de alto nivel de violencia, sexualidad y realismo; pero además, esta extraña señal de televisión tiene la capacidad de provocar alteraciones físicas y mentales en los espectadores. “Videodrome” es una palpitante pesadilla que introdujo el concepto de la «nueva carne» en la filmografía del canadiense, una suerte de reconfiguración psicosomática provocada por la transmutación tecnológica.


3. LA MOSCA The Fly | 1986

El filme clásico de culto protagonizado por Vincent Price sobre un científico que se ve fusionado con el insecto del título —y que esfá basado en un relato corto de George Langelaan— tuvo su reelaboración por parte del genio canadiense, quien puso su rúbrica visual y psicológica en el relato. Jeff Goldblum encarna a Seth Brundle, un brillante y excéntrico científico obsesionado con lograr la teletransportación molecular. Cuando decide probar el experimento él mismo, consigue un éxito inusitado, pero sin darse cuenta que una mosca se había introducido en uno de los módulos del experimento, dando como resultado la fusión de ambas entidades biológicas y la degradación física y mental del científico que poco a poco comienza a transformarse en un gigantesco híbrido. Este es, junto con su papel en la saga de “Jurassic Park”, uno de los más recordados papeles en la gran pantalla de Jeff Goldblum, mientras que la cinta es quizá la más accesible de la filmografía Cronenberg para el gran público, marcando el final de su etapa sustentada en el análisis de las alteraciones físicas de los organismos, pues después de “La Mosca”, así como las criaturas de sus filmes, su carrera como director evolucionó y comenzó a enfocarse más en temas como la degradación psicológica bajo los preceptos filosóficos e incluso metafísicos.

4. UNA VEZ EN LA VIDA Dead Ringers | 1988

David Cronenberg y Norman Snider escriben la adaptación del libro “Twins” de Bari Wood y Jack Geadland, inspirado en el caso verídico de los doctores Stewart y Cyril Marcus. En “Dead Ringers”, la versión fílmica de Cronenberg, Beverly y Elliot (ambos Jeremy Irons), dos respetados ginecólogos y hermanos gemelos con personalidades opuestas de manera diametral. Cuando uno de ellos se enamora de una hermosa paciente llamada Claire Niveau (Geneviève Bujold), los hermanos se ven profesional y mentalmente dañados, al grado de la desintegración psicológica. A pesar de que no estamos ante uno de los mejores filmes del canadiense, se trata del filme inaugural de su etapa en la que deja un tanto de lado la exploración de las mutaciones físicas, y se dedica, en cambio a escarbar en la psique humana para proyectar sus discursos filosóficos sobre la transmutación última de nuestra esencia. Con un tono cerebral que a partir de este punto sería cada vez más común en el cine del realizador, así como con la inolvidable y perturbadora actuación dual de Jeremy Irons, “Dead Ringers” se gana además un lugar entre lo más sobresaliente del cine de dobles y doppelgängers.

5. EL ALMUERZO DESNUDO Naked Lunch | 1991

Luego de asesinar accidentalmente a su mujer, el exterminador Bill Lee se ve arrastrado por una adicción al polvo amarillo que utiliza para fumigar y exterminar plagas, descendiendo psicológicamente a un alucinante mundo kafkiano llamado «Interzone» —ficiticiamente ubicado al norte de África— donde vive como un agente secreto que resuelve crímenes y realiza reportes con bizarras criaturas mientras intenta desengancharse de su adicción. Inspirado por la novela homónima de William S. Burroughs, uno de los escritores clave de la generación beat, el director propone no una adaptación fiel del texto, sino una mezcla de la premisa principal del libro con las experiencias biográficas del escritor en una interpretación de su proceso de escritura bajo el influjo de las drogas y combinándolo con los elementos visuales más marcados del trabajo del canadiense. Realidad y ficción se funden en una sola experiencia en este alucinante experimento cinematográfico tan genial como pretencioso.


6. CRASH: EXTRAÑOS PLACERES Crash | 1996

La vida sexual del matrimonio conformado por James y Catherine Ballard se sustenta en los encuentros sexuales que cada uno sostiene con terceros y que después se comparten como detalladas anécdotas en la intimidad de su hogar para mantener vivo el interés en su relación. Una noche, James provoca un accidente automovilístico en el que una doctora llamada Helen Remington resulta gravemente herida y el marido de ésta fallece. De manera inesperada, ambos comienzan a sentir una atracción mutua, la cual se ve acentuada por el despertar de un interés muy particular por el peligro de los accidentes de auto. La nueva pareja de amantes se ve arrastrada por una vorágine psicosexual que los guía hacia un grupo de fetichistas del metal y la carne que se excitan viendo fotografía y videos de autos colisionando, y que participan en recreaciones de históricos accidentes como el que le quitó la vida al legendario James Dean. La obsesión del protagonista se precipita entonces hacia un mundo oscuro y peligroso donde comulgan sexo y muerte. Tomando como punto de partida la novela de ciencia ficción homónima de James Graham Ballard —en la que propone un distópico relato erótico-tecnológico como una advertencia de un posible perturbador futuro donde el sexo y la tecnología consuman un pesadillesco destino para la humanidad—, Cronenberg se apropia de los postulados del autor y los transforma en la síntesis de sus obsesiones temáticas y discursivas con la metafórica unión del hombre con la máquina como la cúspide de la «nueva carne». Aunque el éxito de “Crash: Extraños Placeres” fue casi exclusivo dentro de los festivales de cine, los circuitos culturales y los cinéfilos underground, su estreno en el Festival de Cannes —donde compitió por la codiciada Palma de Oro y donde obtuvo el Premio Especial de la Crítica— derribó ciertos tabúes sobre este tipo de historias, y su trascendencia e influencia puede ser rastreada hasta nuestros días en jóvenes autores como la francesa Julia Ducournau con su celebrada cinta “Titane” (2021).

“Todos tenemos la enfermedad, la enfermedad de ser finitos. La Muerte es la base de todo el terror” David Cronenberg

7. SPIDER 2002

El filme clásico de culto protagonizado por Vincent Price sobre un científico que se ve fusionado con el insecto del título —y que esfá basado en un relato corto de George Langelaan— tuvo su reelaboración por parte del genio canadiense, quien puso su rúbrica visual y psicológica en el relato. Jeff Goldblum encarna a Seth Brundle, un brillante y excéntrico científico obsesionado con lograr la teletransportación molecular. Cuando decide probar el experimento él mismo, consigue un éxito inusitado, pero sin darse cuenta que una mosca se había introducido en uno de los módulos del experimento, dando como resultado la fusión de ambas entidades biológicas y la degradación física y mental del científico que poco a poco comienza a transformarse en un gigantesco híbrido. Este es, junto con su papel en la saga de “Jurassic Park”, uno de los más recordados papeles en la gran pantalla de Jeff Goldblum, mientras que la cinta es quizá la más accesible de la filmografía Cronenberg para el gran público, marcando el final de su etapa sustentada en el análisis de las alteraciones físicas de los organismos, pues después de “La Mosca”, así como las criaturas de sus filmes, su carrera como director evolucionó y comenzó a enfocarse más en temas como la degradación psicológica bajo los preceptos filosóficos e incluso metafísicos.


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CRÍTICAS

La gran libertad

Große Freiheit | 2021 | Dir. Sebastian Meise Finbar | @FinbarFlynnXY

E

n el documental “Paragraph 175” (2000) de Rob Epstein y Jeffrey Friedman, se nos muestra cómo la ciudad de Berlín, antes de la llegada de los nazis al poder, representaba para los miembros de la comunidad LGBT un espacio relativamente seguro para aquellos que se desenvolvían en en los círculos de intelectuales y artistas donde podían vivir abiertamente su sexualidad. Pero este idilio se convirtió en una pesadilla cuando comenzaron las persecuciones y detenciones que superaron los más de cien mil arrestos entre 1933 hasta 1945. El artículo 175, que penaba con prisión a los hombres que tenían prácticas sexuales con personas de su mismo sexo, ya se encontraba en el Código Penal alemán desde 1872 y permitió al partido en el poder privar de la libertad y muchas veces de la vida a otros tantos miles de hombres gays. Sin embargo, tras la caída del nazismo y la liberación del país por parte de los aliados, la tan vitoreada libertad no llegó para todos, pues los homosexuales que se encontraban en campos de concentración fueron trasladados por la ahora Alemania democrática a distintas prisiones a cumplir su condena por tener una orientación sexual distinta a la común.

El director austriaco Sebastian Maise acude a este oscuro y desgarrador capítulo en la historia de la Alemania de la posguerra en “La Gran Libertad”, un drama penitenciario que sigue los pasos de Hans Hoffmann, a quien conocemos en 1968 cuando está teniendo sexo en unos baños públicos de Hamburgo de los que la comunidad gay se ha apropiado como un espacio para hacer cruising. Durante un operativo policial, es detenido junto con varios hombres más por tener relaciones sexuales con personas de su mismo sexo. Al interior de la prisión en la que purgará una condena de dos años y en la que se desenvuelve con una inusual soltura y resignación que revela que no es su primera vez como convicto, Hans conoce a Leo (Anton von Lucke), un joven profesor detenido en el mismo operativo en el que él fue aprehendido, y se reencuentra con Viktor (Georgr Friedrich), un convicto con una conexión particular con Hans que poco a poco se nos irá revelando. Cuando una mañana Hans defiende a Leo de unos acosadores en el patio de la prisión, se ve envuelto en una pelea que lo envía directo a la zona de aislamiento es una escena que la película utiliza para transportarnos hasta 1945 para narrarnos la primera vez en prisión de


nuestro protagonista, es decir, su llegada a la penitenciaría luego de haber estado catorce meses en uno de los campos de concentración. La cinta propone además una tercera línea narrativa, una intermedia ubicada en 1957 y en ella se narra el segundo ingreso de Hans a prisión pero ahora junto con su novio Oskar (Thomas Prenn), un dulce, ingenuo y sensible chico que no está hecho para soportar la vida en prisión. Con ecos estilísticos de la clásica “Un Canto de Amor” (1950) del maestro Jean Genet y temáticos de “El beso de la Mujer Araña” (1985) de Héctor Babenco y “Sueños de Fuga” (1994) de Frank Darabont, la película ganadora del Premio del Jurado en la sección Un Certain Regard en el Festival de Cine de Cannes, se distancia de éstas —particularmente de la que está basada en una novela de Stephen King—, al proponer un meticuloso estudio de un personaje que apenas dejó atrás los campos de concentración nazis para ahora ser internado por un sistema aparentemente liberador pero que continuó como su opresor y lo condenó por ejercer su sexualidad. Pero ni Sebastian Meise ni Franz Rogowski se regodean en la tragedia o la miseria del personaje, creado a partir de varios testimonios de víctimas

sobrevivientes que fueron recopilados a lo largo de la etapa de investigación para la cinta; por el contrario, construyen un personaje complejo que además de nunca cuestionarse su sexualidad ni avergonzarse de ella, consiguió con su actitud siempre desafiante y sus pequeños actos de rebeldía hacerse cargo de su propio destino incluso con todas las leyes restrictivas en su contra y con varios dolorosos sacrificios a cuestas. Filmada en una prisión real abandonada y narrada de forma fragmentada entretejiendo las líneas temporales de 1945, 1957 y 1968, el director propone un drama que aunque inspirado en hechos reales, no busca una recreación histórica precisa, sino que con la fotografía de Crystel Fournier con muchos planos cerrados, las notas musicales de Peter Brötzmann y Nils Petter Molvaer, pero sobre todo con un montaje a cargo de Joana Scrinzi, crea un ambiente hostil que se percibe casi como un bucle temporal del que el protagonista no pueda escapar, pues es perseguido todo el tiempo por la absurda criminalización de su orientación sexual y su vida parece transcurrir siempre en prisión. Pero incluso en este ambiente represor y denigrante, la película propone un replan-

teamiento existencialista del concepto «libertad», aunque no como aquella que otorga condescendientemente el sistema sociopolítico, sino aquella que mientras se lucha por conservar la dignidad en la medida de lo posible, se obtiene cuando se es fiel a los propios principios y se establecen conexiones emocionales con otro ser humano. Y es que los iniciales gestos y actitudes de violento rechazo y repulsión de Viktor hacia Hans, con el paso de los años, la convivencia diaria y el descubrimiento de vivencias en común —como su supervivencia al régimen nazi en los campos de concentración— fueron creando entre ambos un vínculo inquebrantable de camaradería y cariño. Así, “La Gran Libertad”, además de ser un intimista drama penitenciario que habla desde la resistencia del espíritu humano, también envía señales desde la resiliencia que es capaz de transformar un deplorable centro penitenciario en un refugio que ofrece confianza, amistad e incluso amor, y que puede convertir a la vez las relaciones sexo-afectivas en el mayor acto de desafío contra el sistema.


Todo en todas partes al mismo tiempo Everything everywhere all at once | 2021 | Dir. Daniels Finbar | @FinbarFlynnXY

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an Kwan y Daniel Scheinert, la dupla de realizadores que cuando dirigen juntos firman como Daniels, irrumpieron en la industria fílmica con “Un cadáver para sobrevivir” (2016), una sobresaliente opera prima de la que nadie podía intuir que entre flatulencias, erecciones, momentos homoeróticos y una serie interminable de gags escatológicos, se asomarían diálogos con niveles poético-existencialistas que harían que la película terminara por ser una road movie a pie que ofreciera un eficaz estudio sobre la vida, la muerte, el amor, la amistad y la familia. Siete años después, y luego de presentar proyectos en solitario que no llamaron tanto la atención, esta suerte de director bicéfalo está de regreso con “Todo en todas partes al mismo tiempo”, una cinta de ciencia ficción que, al igual que la película protagonizada por Paul Dano y Daniel Radcliffe, esconde entre su particularísimo estilo y sentido del humor, una historia entrañable sobre la familia y el amor. Evelyn Wang (Michelle Yeoh) es una mujer china que radica en Estados Unidos y que pasa su vida entre las paredes de su pequeño departamento y las de su destartalada lavandería que más que darle ganancias, le genera problemas económicos. Además, el departamento de recolección de impuestos está

mirando detalladamente todos sus pasos y poco a poco se va quedando en un callejón sin salida. Por si fuera poco, su matrimonio con Waymond Wang (Ke Huy Quan) está atravesando por una crisis y la relación con su hija Joy (Stephanie Hsu) tampoco se encuentra en su mejor momento, pues no aprueba completamente su noviazgo con Becky (una chica caucásica encarnada por Tallie Medel). Su vida da un radical giro mientras se encuentra en el edificio del departamento de Hacienda intentando resolver su situación tributaria con la implacable funcionaria Deirdre Beubeirdre (Jamie Lee Curtis), pues a causa de una ruptura interdimensional inesperadamente se ve arrastrada hacia una increíble y salvaje aventura en infinitos mundos alternos donde ella es la única que puede salvar no sólo su mundo, sino el multiverso entero. Producida por los hermanos Russo, quienes también estuvieron involucrados en la serie “Community” (2009–2020) en la que en algunos de sus episodios —quizá los más delirantes de toda la serie— se habla de universos alternos con versiones oscuras de los personajes, “Todo en todas partes al mismo tiempo” parte de una idea que las directores comenzaron a desarrollar desde 2016, lo que significa que no sólo no están haciendo una copia de Marvel

o DC, sino que están poniendo particular cuidado en que su propuesta argumental esté bien cimentada en el guion y no deje cabos sueltos o situaciones que suceden por la mera conveniencia de la historia como en “Spider-Man: Sin Camino a Casa” (2021) de Jon Watts o “Doctor Strange en el Multiverso de la Locura” (2022) de Sam Raimi. Resulta por supuesto divertido e interesante intentar adivinar todas las referencias y homenajes a los emblemas cinematográficos mundiales, como ver de nueva cuenta en acción a la gran Michelle Yeoh demostrando por qué es una leyenda viva del cine de Kung-Fu; o descubrir que Waymond Wang (Ke Huy Quan) es ni más ni menos que el pequeño Short Round de “Indiana Jones y el Templo de la Perdición” (1984) de Steven Spielberg y el genio Data en el clásico de aventuras infantiles “Los Goonies” (1984) de Richard Donner; o recordar a Jamie Lee Curtis protagonizar el clásico de terror “Halloween” (1978) de John Carpenter y el thriller de acción “Mentiras Verdaderas” (1994) bajo las órdenes de James Cameron, para encontrarla ahora como una suerte de Agente Smith que busca acabar con una Evelyn convertida en una suerte de elegida casi mesiánica como si se tratase de versión alterna de


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Neo (Keanu Reeves) en “Matrix” (1999) de las hermanas Wachowski; o enterarse que el padre de Evelyn es encarnado por el veterano James Hong, a quien el cinéfilo avezado recordará como Lo Pan, ese villano hechicero de “Rescate en el Barrio Chino” (1986). Sin embargo, más allá de las referencias y homenajes —que por cierto, tiene uno fantástico al cine del maestro Wong Kar-wai, particularmente a “In the mood for Love” (2000) con Michelle Yeoh y Ke Huy Quan tomando los papeles y conflictos de Maggie Cheung y Tony Leung—, lo realmente fantástico de esta propuesta multiversal es cómo la locura, el caos, la anarquía y el aparente sinsentido se presentan al servicio de la representación en pantalla de nuestros conflictos y dilemas existenciales. Aprovechando una enorme cantidad de herramientas provistas por la narrativa cinematográfica, los cineastas proponen una mixtura de géneros, tonos dramáticos y referencias a la cultura pop para enmarcar una historia muy humana que, entre otras cosas, habla sobre la nula relevancia que realmente tenemos como especie en el universo y nuestro insignificante papel en él. Daniels proponen encrucijadas existenciales que van desde el qué hubiera sido de nuestras vidas si hubiéramos tomado decisiones distintas,

hasta temas vitales como la maternidad, las crisis maritales, el sexismo, las expectativas de la familia y su peso en nuestro desarrollo personal, pasando además por los rencores familiares, los prejuicios y las lecciones de vida que aprendemos de quienes menos lo imaginábamos. Y los directores presentan todo esto mientras la protagonista va teniendo acceso a sus distintas versiones que habitan los infinitos universos alternos, con impresionantes peleas con genitales pixelados y plugs anales incluidos, con versiones alternas y muy bizarras de animaciones como “Ratatouille” (2007), con una pareja lésbica con dedos de salchicha y con una áspera relación materno-filial entre dos rocas de montaña, Y así, “Todo en todas partes el mismo tiempo”, al igual que su opera prima, es una cinta atípica dentro de la oferta fílmica y de la que nadie sospecharía que nos pudiera ofrecer un eficaz estudio sobre la vida, la muerte, el amor, y la familia; esta urgente y necesaria bocanada de aire fresco en la cartelera comercial es un brillante ejercicio que representa un sólido avance en la incipiente carrera de dos prometedores directores en la industria estadounidense que ojalá sigan ofreciendo propuestas arriesgadas, frescas y salvajes como ésta.


El teléfono negro The Black Phone | 2022 | Dir. Scott Derrickson Finbar | @FinbarFlynnXY

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a historia de “El Teléfono Negro” está ambientada en la pequeña ciudad de Denver, Colorado en 1978 —tan sólo unos cuantos años después del estreno de “La Masacre de Texas y con una inusitada fiebre por los asesinos seriales como un fenómeno psicosocial digno de estudio— y es protagonizada por un tímido pero muy inteligente preadolescente de trece años llamado Finney (Mason Thames), quien es hijo de un hombre viudo, alcohólico y violento, y debe soportar los golpes y agresiones en casa junto con su hermana Gwen (Madeleine McGraw); mientras que si su amigo de ascendencia mexicana Robin (Miguel Cázares Mora) no está cerca para que lo defienda, debe también aguantar las palizas que le dan los tres acosadores del colegio. En las últimas semanas, la ciudad se ha visto sorprendida por las desapariciones de tres niños y adolescentes quienes han sido secuestrados por hombre desconocido al que la prensa ha llamado ‘El Raptor’ (Ethan Hawke). Un día, Gwen le cuenta a una amiga suya —y hermana del más reciente chico desaparecido— que ella soñó con él, con una camionera negra y con un hombre con globos del mismo color. La hermana del niño desaparecido llama a la policía y éstos acuden a buscar a Gwen pues piensan que ella podría es-

tar involucrada directamente con el caso de las desapariciones; pero lo único que consiguen es que el padre de la niña tenga un nuevo ataque de violencia contra Gwen, golpeándola y recordándole que debe reprimir esos sueños, pues al parecer estas visiones premonitorias fueron heredadas de su madre y posiblemente fueron las causantes de su descenso a la locura y su posterior muerte. Mientras tanto, el número de desaparecidos sigue en aumento y Finney termina por ser la sexta víctima del hombre misterioso, quien lo secuestra mientras se dirigía a casa después de la escuela y lo ha encerrado en un sótano especialmente insonorizado para que nadie escuche sus gritos pidiendo ayuda. El gran espacio esta provisto sólo con un sucio colchón, un baño, unas viejas alfombras arrumbadas y un viejo teléfono negro con el cable de la línea cortado, haciendo imposible que pueda hacer llamada alguna… pero el artefacto empotrado en la pared aparentemente sí puede recibir llamadas, aunque son muy particulares. Y es que Finney, al responder al llamado del teléfono cuando éste inesperada e inexplicablemente suena, descubre que aquellos interlocutores que se comunican desde «el otro lado», son las víctimas previas de su captor y quieren ayudarlo

a mantenerse con vida el mayor tiempo posible y a escapar del lugar para evitar el mismo fatal destino. De esta manera, lo que inicialmente se presentó como una cinta de terror, de pronto juega con otros códigos narrativos que la vuelven además un claustrofóbico thriller psicológico con tintes sobrenaturales. Luego de debutar en el UCM con “Doctor Strange: Hechicero Supremo” (2016), el director Scott Derrickson regresa al cine terror en el que se había ganado un distinguidísimo lugar con sus propuestas de horror casi artesanales como “El Exorcismo de Emily Rose” (2005) y “Siniestro” (2012), en la que dirigió por primera vez al actor Ethan Hawke y con quien vuelve a colaborar ahora en “El Teléfono Negro”, cuyo guion fue adaptado por el mismo director junto con su habitual colaborador C. Robert Cargill a partir del relato homónimo firmado por Joe Hill, hijo del célebre escritor Stephen King cuya herencia literaria inevitablemente se cuela en la prosa de su vástago pero éste consigue revestir su obra con una impronta personal muy marcada. Y es que la historia de “El Teléfono Negro” dialoga con la protagonizada por el Club de los Perdedores al presentar en ambos casos a pequeñas ciudades que son acechadas por seres malvados con


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puntos en común: en “Eso” se trata de una antiquísima entidad extradimensional que tiene la capacidad de adoptar cualquier forma, una de ellas es la del payaso Pennywise que atrae a sus víctimas con globos rojos para después asesinarlas y arrastrarlas a un lugar donde «todos flotan»; mientras que en el caso de “El Teléfono Negro” se trata de un psicópata que adopta la identidad de un mago con la cara pintada de blanco y que atrae a sus víctimas con trucos que incluyen globos —aunque negros en esta ocasión— para secuestrarlos y después asesinarlos, enviándolos así a un lugar extraño y desconocido en el que, de acuerdo con las propias palabras de los fallecidos, lo primero que olvidan son sus nombres. Pero la herencia de King en la obra de su hijo también puede ser rastreada en los entornos de violencia intrafamiliar que padecen principalmente Gwen en el caso de “El Teléfono Negro” y que tiene ecos de Beverly en la novela “Eso”. Esta visión compartida por padre e hijo en sus obras literarias sobre la etapa de la infancia marcada por la crueldad y la oscuridad de la naturaleza humana se contrapone radicalmente a la de productos edulcorados como “Stranger Things” (2016–), haciéndola un tanto más compleja y más realista en su retrato social de las ciu-

dades de la zona central de los Estados Unidos. Derrickson, distinguido por su creación de atmósferas malsanas y ominosas, repite la hazaña apoyado por la fotografía de Brett Jutkiewicz y la música de Mark Korven, en esta historia que resulta efectiva y novedosa en el uso del teléfono como recurso narrativo esperanzador. Porque aunque el cine de terror ha echado mano de este dispositivo de comunicación para algunas memorables escenas —recuerden el lengüetazo de Freddy a Nancy Thompson en “Pesadilla en la Calle del Infierno” (1984), de Wes Craven—, éste (casi) siempre resulta el vehículo de amenazas, agresiones y premoniciones de tragedia —inolvidable la llamada premonitoria en “El Aro” (“Ringu”; 1998), de Hideo Nakata—, pero aquí resulta un vínculo con lugar que, aunque de naturaleza sobrenatural, no envía señales de muerte sino consejos para la supervivencia. Las notables interpretaciones de casi todo su elenco también ayudan a elevar la cinta y distinguirla por encima de la media de las numerosas producciones de cine de terror que se estrenan cada año. Sobresale aquí principalmente la de un fantástico Ethan Hawke que, aunque casi todo el metraje lleva una máscara en su rostro, consigue con su voz y sus adema-

nes dar vida a un ser humano complejo y atormentado. Por su parte, el joven Mason Thames resulta una verdadera promesa del cine con su interpretación del apocado protagonista que se verá obligado a enfrentar sus miedos para intentar sobrevivir; pero quien realmente se roba las escenas en las que aparece y resulta una verdadera revelación es la estupenda Madeleine McGraw como Gwen, la altisonante pero muy devota hermana de Finney. Lo que Derrickson ha conseguido con “El Teléfono Negro” es un retrato de las infancias y adolescencias abusadas en distintos ambientes —ya sea por adultos o por otros niños y adolescentes— bajo una atmósfera pesadillesca y con los códigos del terror y el thriller psicológico sobrenatural; aunque no es una película perfecta, pues no está exenta de momentos inverosímiles o incongruentes, es una sobresaliente comin of age donde el rito de paso sucede con una crueldad inusual, y consigue en menos de dos horas un buen balance entre lo terrorífico, lo perturbador, lo emotivo y lo entrañable. “El Teléfono Negro” se une a la lista como una de las mejores exponentes del cine de terror estrenado en cines durante este año.


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2020 | Dir. Nicolás Pereda Mike Mejía | @Monsenhior

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uando se nos dice que la belleza del cine está en su capacidad para contar historias, se nos vende una forma artística como un mero medio recreativo. La noción de una película como una historia vuelve al cine no solo un satisfactor, lo somete a una lógica racional, a algo que tiene un propósito. Después de todo, una historia no es tal sin una secuencia y un fin. Cualquier forma que transgreda estos valores es contraria a la recreación, y peor (o mejor) aún: un despropósito. Es en este margen del espectro donde Nicolás Pereda construye los enigmas de su cine, hecho para jugarse más que para consumirse. La filmografía de Pereda es un delicado conjunto de retazos de anécdotas humanas que hacen de su tono naturalista-melancólico un fin estético. Fuera de ello las historias son difusas; el inicio y el fin deliberadamente se esconden eludiendo lo formal. Pero más interesante que este apego a la noción de la forma como fondo, es cómo a lo largo de sus obras ha construido lo que parece una performance colaborativa entre director y elenco, una compañía formada por actores recurrentes que interpretan a sus homónimos. Son notorios los momentos en que se ejercitan intercambios de miradas, gestos y actitudes, permitiendo que el espacio entre ellos se llene con sugerencias y

posibilidades, un estilo que recuerda la ansiedad de la adultez temprana del movimiento mumblecore. Los contextos de pobreza y austeridad además otorgan un realismo que no busca un discurso, sino amalgamarse con una ficción que juega a parecerse a lo real, pero con más intensidad. Fauna, su cinta más reciente, parece una obra que ha madurado para hacerse consciente de la fórmula de su creador, divertirse consigo misma, asumir su naturaleza como constructo y hacer de las actuaciones metaficciones juguetonas. Paco y Luisa, una pareja de novios -actores ambos-, visitan a la familia de ella en un pequeño pueblo del norte de México. Gabino, hermano de Luisa, se incorpora a la visita generando tensas situaciones para Paco quien intenta adaptarse a una familia que le resulta incómoda y ajena. Esta historia rica en humor fino y sátira familiar sin desperdicio, se ve truncada cuando un personaje se sienta a leer un libro que plantea una nueva historia, compuesta por el mismo elenco y que parece contenida dentro de la trama principal: un misterioso relato noir donde los personajes se elevan de su realidad simplona, pero a la vez se alejan de su realismo, como si el salto a otro nivel de ficción evidenciara lo ilusorio y a la vez lo esperanzador del cine.

No es quizá en vano que, en un momento, Luisa pide a su madre ayuda para ensayar una escena para una obra de teatro, resultando ser el intercambio dramático más intenso de Sonata de Otoño, de Ingmar Bergman. Un plano imita de forma casi idéntica la escena del filme de 1978. Al actuar dentro de su propia actuación, los personajes nos recuerdan que interpretar es seguir un ideal mientras se renuncia a la –quizá– anodina autenticidad. El trabajo de Nicolás Pereda no es, sin embargo, acorde a esta lectura más bien amarga. Su manipulación de la estructura narrativa, si bien un poco frustrante, no deja de ser intrigante, su satisfacción para el espectador se concentra en la sustancia dramática de los momentos más que en su conclusión, y en la representación burlona de la labor de actuar. Es por ello que la cinta de Pereda triunfa pese a su irracionalidad y su inconsecuencia. Como en un juego, el desarrollo es más atractivo que su terminación. Si el juego es algo que se hace sin un sentido más que el del juego mismo, Fauna logra hacer al espectador partícipe de sus ensayos con las formas, y, con suerte, hacerlo olvidar aquella estrecha noción del cine como solo una historia.


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C’mon C’mon: Siempre adelante 2021 | Dir. Mike Mills

Finbar | @FinbarFlynnXY

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a filmografía del realizador californiano Mike Mills está construida sobre el subgénero conocido como «comingof-age», películas en las cuales colocan a sus protagonistas —que casi siempre son niños o adolescentes— en un camino de exploración que culminará con su crecimiento y maduración emocional. En “Thumbsucker” (2005), su primer largometraje de ficción, un chico de 16 años busca con ayuda de la hipnosis dejar atrás su obsesivo y vergonzoso hábito de chuparse el dedo pulgar. En “Beginners: así se siente el amor” (2010, el cineasta se inspira en la propia historia real de su padre, quien luego del fallecimiento de su esposa y tras 45 años de matrimonio, reveló ser gay a los 75 años de edad. De acuerdo con el propio cineasta, el apetito del septuagenario por cambiar el resto de su vida fue al mismo tiempo confuso, doloroso, gracioso pero sobre todo muy inspirador. La cinta protagonizada por Ewan McGregor como el alter ego del director y el gran Christopher Plummer como su padre, le dio al veterano actor un premio Oscar por su trabajo este papel. Inspirado por la vida de su madre, el director filmó y estrenó “Mujeres del siglo XX” (2005), un drama ambientado en 1979 que sigue los pasos de Dorothea Fields (Anette Benning), una madre soltera que busca guiar a su hijo adolescente Jamie (Lucas Jade Zumann) hacia la madurez, la libertad y el respeto con la ayuda de otras dos mujeres: una fotógrafa llamada Abbie Porter (Grega Gerwig) y Julie Hamlin (Elle Fanning), la mejor amiga del chico. Marcada además por sus experiencias familiares, las brechas generacionales y la incertidumbre ante el futuro, la filmografía de Mike Mills da su siguiente paso lógico con “C’mon C’mon”, en la que el reconocido Joaquin Phoenix encarna a Johnny, un periodista radiofónico que se encuentra trabajando en un proyecto recorriendo los Estados Unidos para

entrevistar a niños y adolescentes con el fin de descubrir lo que piensan las nuevas generaciones sobre el mundo y sus ideas sobre cómo creen que será el futuro. Johnny se encuentra en una etapa por demás complicada: un año atrás perdió a su madre, quien en sus últimos meses padeció de demencia y desde entonces la relación con su hermana Viv (Gaby Hoffmann) se ha fracturado al punto en que casi se han convertido en dos extraños. Sin embargo, cuando Viv se ve obligada a viajar a Oakland para ayudar a su ex esposo Paul (Scoott McNeary) quien ha recaído en un fuerte episodio maníacodepresivo, no tiene otra opción que llamar a su hermano para pedirle que cuide a Jesse (Woody Norman), su pequeño hijo de nueve años. Y aunque hace tiempo que no se ven y su relación es frágil, Johnny acepta encantado y se traslada a Los Ángeles para pasar unos días con su sobrino, un chico muy inteligente para su edad y con unas costumbres bastante raras, como ‘jugar’ a que es un niño huérfano que pide asilo y comida en la casa de Viv mientras su hijo se encuentra ausente. La interacción entre ambos va forjando los lazos de familiaridad y camaradería en un inicio pero pronto el comportamiento de Jesse comienza a desafiar la paciencia de Johhny, sobre todo porque la situación de Paul es más grave de lo que Viv pensaba y tiene que quedarse más tiempo con él hasta que se asegure que el tratamiento al que lo someterán le permitirá volver a casa para llevar una vida lo más normal posible y lejos de una institución mental. Debido al atraso de su hermana, Johnny debe embarcarse nuevamente en su viaje por los Estados Unidos y decide llevarse al pequeño Jesse con él, visitando Nueva York y Nueva Orleans. Joaquin Phoenix, como de costumbre, nos entrega un trabajo excepcional, pero al desenvolverse de una forma emocionalmente contenida, se sale de su zona

de confort donde ha explorado personajes entregados al desenfreno como el mismo Arthur Fleck/Joker en la cinta de 2019 que le valió el premio Oscar como mejor actor. Además, se debe destacar aquí la gran interpretación de Jesse por parte del prometedor Woody Norman, quien consigue dar una buena réplica actoral al experimentado histrión, sobre todo si consideramos que el planteamiento y el discurso de la película tienen una densidad psicológica y emocional muy por encima del promedio del cine en el que se abordan temas relacionados a las infancias. “C’mon C’mon”, con su melancólica propuesta monocromática a cargo del cinefotógrafo Robbie Ryan, más allá de contarnos una historia sobre una relación de tío-sobrino en la que salen a flote temas como la maternidad/paternidad, el desamor y la soledad, es una propuesta inteligente, sensible y honesta sobre ese miedo inherente del ser humano frente a la incertidumbre que representa el futuro y la fragilidad de la memoria, y la película lo aborda de una forma estupenda con dos narraciones paralelas que se van intercalando: en primer lugar encontramos los testimonios de los niños y adolescentes de distintas edades, razas y estratos sociales que son entrevistados sobre sus ideas del mundo actual y el futuro nos dan pistas clave de cómo lidian emocionalmente con sus problemas día con día; y en segundo lugar está la relación de Johnny y Jesse como un encuentro de soledades, de dos seres que poco a poco vamos descubriendo que se sienten emocionalmente desamparados, pero en cuya compañía encuentran o redescubren una forma de sobrellevar la vida a pesar de todo, y aunque la incertidumbre nunca desaparecerá y ambos saben que muchas respuestas jamás las conocerán y sus experiencias se evaporarán para siempre de sus memorias mientras el tiempo avance implacable, hay que aprovechar y vivir cada instante.


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2022 | Dir. Ti West Finbar | @FinbarFlynnXY

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l terror y el sexo han estado vinculados mucho más de lo que como sociedad nos gusta aceptar. Y es que las pulsiones mortales y las sexuales son mucho muy similares; la excitación sexual y el miedo han comulgado desde los albores de la humanidad con la danza de Eros y Tánatos, y el séptimo arte no ha dudado en explorarlo desde los clásicos del género como “La última casa a la izquierda” (“The Last House on the Left; 1972) de Wes Craven, “La Masacre de Texas” (“The Texas Chain Saw Massacre” (1974) de Tobe Hooper y “Halloween” (1978) de John Carpenter, en donde el ejemplo del binomio sexo-muerte no podía ser mejor representado: si tienes sexo, te mueres. Y no es casualidad que estos títulos hayan visto la luz en los años 70, una prodigiosa década en la que un puñado de autores cinematográficos cambiaron el rostro de la industria con propuestas revolucionarias y vanguardistas como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o Brian De Palma. Pero este cambio de paradigma no sólo trastocó Hollywood, la incipiente industria del entretenimiento para adultos se consolidó con proyectos como la mítica “Garganta Profunda” (1972) de Gerard Damiano con Linda Lovelace como absoluta protagonista convertida en leyenda, y “Detrás de

la puerta verde” (1972) de los hermanos Jim Mitchell y Artie Mitchell. Protagonizada por la actriz Marilyn Chambers, “Detrás de la puerta verde” cuenta la historia de una chica que es raptada en un bar de carretera en lo profundo de los Estados Unidos para ser llevada a un burdel donde, tras la puerta verde del título, es hipnotizada y sometida a orgiásticas vejaciones con los anónimos clientes del local, quienes ocultan sus rostros bajo antifaces. Muchos historiadores de la pornografía –sí, esa profesión existe– consideran a esta ópera prima de los hermanos Mitchell como «la mejor película pornográfica de la historia», pues más allá de presentar una historia sexual y ostentar el título de la primera cinta porno en mostrar una escena de sexo interracial, posee una estructura narrativa abstracta, anárquica y experimental que toma muchos elementos de la psicodelia y la convierten en un ensayo audiovisual y no sólo en «una simple película pornográfica». Con un presupuesto de $60 mil dólares, recaudó en total $50mdd alrededor del mundo y, junto a la ya mencionada “Garganta Profunda” (1972), fue una de las pioneras en la industrialización del cine lascivo. Pero con el paso del tiempo, el cine de terror se fue domesticando, perdiendo

audacia en sus premisas, vanguardia en su estética y filo en sus discursos. Y aunque por supuesto que existían realizadores propositivos, desde el inicio de este milenio, pero sobre todo desde la década pasada, el terror ha tenido un repunte con cineastas que han devuelto al género la sensualidad, la sexualidad y mordacidad en sus discursos que tanto necesita. Con “X” estamos frente al gran regreso al género de terror del director estadounidense Ti West. Participando en proyectos antológicos como V/H/S (2012) y “The ABCs of Death” (2012) y propuestas televisivas como la series “Tales from the Loop” (2020–) y “Them” (2021–), ambas para Prime Video, la carrera de este realizador ha sido construida con base en el horror con títulos como “La Casa del Diablo” (2009) y “The Inkeepers” (2011), aunque también ha incursionado exitosamente en otros géneros como el western con “In a Valley of Violence” (2016). Pero quizá ahora, bajo el cobijo de la cada vez más reconocida firma de producción y distribución A24, estemos frente a su trabajo mejor logrado. “X”, cuyo guion está ambientado en 1979 y fue firmado por el propio cineasta, comienza con el sheriff y varios patrulleros de una localidad remota que llegan a una granja para toparse con una escena criminal macabra con litros


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de sangre y cuerpos regados. Es así como el director nos promete una carnicería y nos regresa 24 horas en tiempo para contarnos cómo llegamos a la funesta escena que nos dio la bienvenida. Así nos presenta una premisa inicialmente trillada pero con mucha autenticidad: un grupo de seis jóvenes se trasladan desde Houston hasta una zona rural de Texas enmarcada por el fanatismo religioso con el fin de rodar “Las hijas del granjero” una película pornográfica… pero con miras artísticas según su camarógrafo RJ (Owen Campbell), devoto de la Nouvelle Vague que está convencido que se puede hacer una buena película sucia. El grupo lo conforman también Wayne (Martin Henderson), el productor del filme, su novia Maxine (Mia Goth) con aspiraciones a convertirse en una gran estrella dentro de la industria, el semental y engreído protagonista Jackson (encarnado por el rapero Kid Cudi), su chica Bobby-Lynne (Brittany Snow) y Lorraine (Jenna Ortega), la tímida novia del ya mencionado RJ a quien ha decidido acompañar para ayudarlo como asistente de sonido. Los anfitriones de la granja, con quienes Wayne había llegado a un acuerdo por teléfono para la renta de una cabaña y un granero dentro de la propiedad, resultan ser un par de ancianos solitarios. Sin

embargo, ésta pareja oculta un secreto que convertirá el sueño de éxito de los jóvenes en la industria del entretenimiento para adultos en una pesadillesca lucha por su supervivencia. El director Ti West decide voltear la mirada hacia las raíces de la industrialización del porno y del cine slasher para recuperar hasta cierto punto la audacia y el filo del cine setentero. Resulta, sin embargo, bastante difícil mencionar algunas de las mayores virtudes de la cinta sin revelar spoilers, pero vale la pena señalar que, además de construir puentes con otras propuestas recientes del género como “Relic” (2020) —la opera prima de la realizadora Natalie Erika James— y “La Abuela” (2021) —lo más reciente del director Paco Plaza con un guion firmado por Carlos Vermut—, la cinta también apunta a la manera en que represión de los deseos y las pulsiones más elementales puede tener resultados devastadores cuando éstas rompen las contenciones. “X” presenta sus discursos dentro del género tomándose su tiempo para desarrollar a los personajes y mostrar sus motivaciones, deslizando con ellos comentarios sobre la liberación femenina tanto en los terrenos sexuales como en los religiosos y sociales. Formalmente, el director propone un lúdico juego con

colores, texturas, formatos e incluso con tonos dramáticos: hay humor, pero nunca alcanza los límites de la farsa o la parodia, por ejemplo. De esta manera, hilvana los homenajes y referencias tanto al cine clásico de terror como la ya mencionada “La Masacre de Texas” de Tobe Hooper, “Psicosis” (“Psycho”; 1960) del maestro Alfred Hitchcock, “La Colina del Terror” (“The Hills Have Eyes”; 1977), de Wes Craven y “El Resplandor” (“The Shining”; 1980) del mítico Stanley Kubrick, como a emblemas del cine de entretenimiento para adultos como “Debbie Does Dallas” (1978), de Jim Clark, “Emmanuelle” (1974) o “El Amante de Lady Chatterley” (“Lady Chatterley’s Lover”; 1981), ambas de Just Jaeckin. El director saca todo el provecho de la estética setentera y de la atmósfera vintage creadas por un sobresaliente diseño de arte y de vestuario y capturada por el lente de Eliot Rockett, ofreciéndonos una cinta salvaje y divertida, un brillante ejercicio de estilo que, aunque abreva de muchísimas propuestas clásicas del género, consigue invocar un espíritu propio completamente auténtico y con ello una de las experiencias más sádicas y disfrutables del año.



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LA CIVIL 2021 | Dir. Teodora Mihai Finbar | @FinbarFlynnXY

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ielo (encarnada por Arcelia Ramírez) es una madre divorciada que se enfrenta a la corrupción e ineptitud de las autoridades cuando su hija adolescente Laura es secuestrada por miembros del crimen organizado, y a pesar de pagar el rescate solicitado, la chica nunca es devuelta. Ante la nula respuesta del sistema de justicia, Cielo emprende una cruzada para encontrar por ella misma a los responsables. Esta es la premisa de “La Civil”, la opera prima de la realizadora rumana Teodora Ana Mihai que recibió ocho minutos de ovación de pie tras su estreno en el Festival de Cannes en la sección Una Cierta Mirada. Coproducida por el mexicano Michel Franco, el rumano Cristian Mungiu y los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, la cinta está inspirada por la historia real de Miriam Rodríguez, madre de Karen Alejandra, una adolescente de 16 años que en 2012 fue secuestrada en San Fernando, Tamaulipas y asesinada por miembros del cartel de Los Zetas. Como respuesta de las autoridades solo obtuvo indiferencia y dos años después decidió iniciar una investigación privada para encontrar a los responsables. Miriam creó una falsa identidad, se cortó el cabello, lo tiñó y fingió ejercer varios oficios y profesiones —desde encuestadora y trabajadora de la salud hasta funcionaria electoral— para poder conseguir nombres y referencias de los criminales. Con su «actuación», y armada sólo con un cuaderno y una computadora personal, logró incluso conocer a familiares cercanos de los secuestradores y asesinos quienes le revelaron detalles

importantes que la guiaron en la dirección correcta. De esta manera pudo identificar y señalar a varios de los responsables y fueron procesados; además también fue así como pudo dar con el paradero del cuerpo de su hija. Sin embargo, cuatro años después, algunos de los criminales procesados escaparon del penal de Ciudad Victoria y atacaron a Miriam en su domicilio el día 10 de mayo de 2017. Falleció camino al hospital. La historia de Miriam Rodríguez fue adaptada para la pantalla grande por Habacuc Antonio De Rosario junto con la propia cineasta proponiendo un drama social con un primer acto verdaderamente cautivador por su cadencia narrativa lograda gracias a su experiencia como documentalista y la gran labor del cinefotógrafo rumano Marius Panduru con planos secuencia de gran complejidad. Sin embargo, aunque la dirección es hábil y sólida y no pierde el pulso en momento alguno, a partir del segundo acto el guion propone direcciones en la trama que hacen que pierda verosimilitud, pues al tomarse tantas libertades al ficcionalizar la historia real de Miriam —como por ejemplo la pequeña célula armada que prácticamente se pone a las órdenes de Cielo gracias a un acuerdo con un militar con cierto rango dentro de la institución—, hace que la película se desvíe peligrosamente hacia un thriller genérico que la vuelve más cercana a cualquier episodio de “La Ley y el Orden: UVE” (1999–) o a alguno de los innumerables títulos protagonizados por Liam Neeson —de hecho, actualmente hay uno en cartelera. No obstante esta exage-

ración de sus códigos que la vuelve más cercana al cine hollywoodense, la desafortunada vigencia de su premisa y la sobresaliente actuación de Arcelia Ramírez con sus silencios y miradas con las que sostiene su «tour de force» en este viaje emocional de una madre que transita senderos de asombro, terror y rebeldía, consiguen rescatar a “La Civil” del naufragio. Originalmente, el proyecto de “La Civil” comenzó como un documental enfocado en la violencia ejercida por el crimen organizado y narrado desde el punto de vista de niños y adolescentes, pero en su investigación, la directora conoció a Miriam Rodríguez y su experiencia la inspiró para dar forma a su primer largometraje de ficción con una madre como protagonista, evocando así a otras historias trágicas pero a la vez inspiradoras como las expuestas en los documentales “Las Tres Muertes de Marisela Escobedo” (2020), de Carlos Perez Osorio, “Volverte a ver” (2019) de Carolina Corral y “Te Nombré en el Silencio” (2021), de José María Espinosa de los Monteros, así como en ficciones como “Sin señas particulares” (2020) de Fernanda Valadez y “Noche de Fuego” (2021) de Tatiana Huezo. Así como en estas cintas, en este amargo y doloroso retrato de una madre víctima del secuestro y asesinato de su hija, el colocar a la madre en el centro del relato es desde ya un discurso político, es rendir un necesario homenaje a todas las mujeres que con su coraje, valentía y audacia han impedido que el nombre y el recuerdo de sus hijas sea borrado de la memoria histórica de nuestro país feminicida.



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NUDO MIXTECO 2021 | Dir. Ángeles Cruz Finbar | @FinbarFlynnXY

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a inequidad de género, la migración y las tradiciones son algunos de los elementos que han dado forma la filmografía de la actriz y directora oaxaqueña Ángeles Cruz. Desde su primer cortometraje “La Tirisia o de cómo curar la tristeza” (2012), cuyo guion fue firmado por la reconocida María Renée Prudencio, están presentes sus inquietudes como mujer y como cineasta. Con “La Carta” (2016) y “Arcángel” (2018), la cineasta continuó sentando las bases de su universo temático humanista abordando temas como la discriminación y rechazo de las personas de la comunidad LGBT y la imposibilidad de una vejez digna para las personas indígenas en las comunidades apartadas. “Nudo mixteco” (2021) representa su primer largometraje y con él reafirma su compromiso con una visión crítica y nada complaciente en la representación de las mujeres indígenas y en la importancia de compartir sus historias, pero enfocándose particularmente en esta ocasión en un tema por demás olvidado en nuestro cine: la sexualidad de las mujeres indígenas en México. La película está protagonizada por tres mujeres: María (Sonia Couoh) es una empleada doméstica que trabaja en la Ciudad de México y cuando regresa a su pueblo natal San Mateo para asistir al funeral de su madre, es rechazada por su familia por su orientación sexual y tiene un reencuentro con Piedad (Eileen Yañez), una chica con la que tuvo una historia amorosa que no ha cerrado. Chabela (Aída López), es una mujer que debe sacar adelante a su familia ella sola luego de que su esposo Esteban (Noé Hernández) se fuera tiempo atrás comp migrante a los Estados Unidos buscando oportunidades que le prometan un futuro mejor; pero el regreso de Esteban detonará un conflicto cuando éste se entere que su esposa ha comenzado una nueva vida con otro hombre. Toña (Myriam Bravo), es una mujer que también abandonó su pueblo nata el busca de una vida mejor, pero regresa a San Mateo ante el temor de que su hija se encuentre en peligro y pueda ser víctima de un suceso terrible como a

ella le sucedió cuando era niña. Narrada de manera fragmentada y dando breves saltos temporales, la cinta transcurre durante los días de la fiesta patronal de San Mateo y las historias, más que entrecruzarse, se van complementando en una estructura que nos remite a un entramado firme y potente. La localidad de San Mateo funge en la historia como un personaje más al tratarse de un pueblo ficticio que sirve como una suerte de reimaginación del pueblo natal de la directora, la comunidad mixteca Villa Guadalupe Victoria, en el municipio de San Miguel el Grande en Tlaxiaco, Oaxaca, donde se llevó a cabo la filmación. Aquí, además del tema de la sexualidad de las mujeres en las comunidades apartadas, el punto de encuentro de las historias es la migración, tanto dentro de nuestro propio país como más allá de las fronteras mexicanas; “Nudo Mixteco” es un relato sobre quienes se fueron lejos y han regresado, pero también sobre aquellos que resistieron y se quedaron en la comunidad. La opera prima de Ángeles Cruz, establece de esta manera un diálogo con la sobresaliente cinta “Año Bisiesto” (2010), de Michael Rowe, protagonizada por los grandes Mónica del Carmen y Gustavo Sánchez Parra. En el filme, Laura, una mujer oaxaqueña cuya vida personal consiste en trabajar monótonamente como colaboradora para una editorial y tener romances de una sola noche que le sirven como bálsamo contra la soledad, conoce a Arturo, con quien comienza una intensa relación cimentada en múltiples y violentos actos sexuales que poco a poco comienzan a obsesionarla al punto de decidir revelarle a su esporádico amante los secretos sobre su pasado. Michael Rowe, quien a pesar de su origen australiano tiene su ojo formado en México, retrata la situación de los indígenas que emigran a la capital y retoma el tema de la soledad en una gran urbe como lo es la Ciudad de México. La idea para “Nudo Mixteco” surgió cuando la directora escuchó la terrible anécdota de una mujer que había sido

abusada sexualmente cuando era niña; fue entonces que la realización de una película que abordara este tema se volvió una necesidad, así como también lo fue el exponer la forma de gobierno de las comunidades que se rigen por los usos y costumbres, y que ha causado gran polémica en varios estados como Guerrero, en donde se ha revelado que es común que se realicen ventas de niñas para matrimonios arreglados con el pretexto de estar actuando bajo el amparo de su sistema de autogobierno. Buscando nunca embellecer visualmente su propuesta, la directora se apoya de la directora de arte Basia Pineda, también originaria de Oaxaca, de la fotografía de Carlos Correa y de las composiciones sonoras de Rubén Luengas, para consigue el ambiente evocador que nos transporta no sólo física sino emocional y psicológicamente a los ambientes comunitarios del país donde todo tipo de decisiones se someten a votación, tal como lo vemos en la escena en la que, con el fin de resolver el problema de Chabela y Esteban, se convoca a una reunión en la plaza pública del pueblo donde la solución al conflicto marital se somete a votación de los asistentes de la comunidad. “Nudo Mixteco”, que tuvo su premier internacional en el Festival Internacional de Cine de Miami y su presentación nacional en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia donde compitió en la Sección Largometraje Mexicano obteniendo el premio del público y el de mejor guion, echa mano de las historia de tres mujeres y de los tres eventos más importantes para la comunidad —la fiesta de su santo patrono, el ritual del velorio y el entierro y la asamblea comunitaria— para detallar un retablo que captura el entramado social y la cultura local en donde las mujeres se enfrentan día con día al machismo y en donde encuentran en el ejercicio libre de su sexualidad una pulsión vital para liberarse y seguir adelante.



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EL HOYO EN LA CERCA 2021 | Dir. Joaquín del Paso Finbar | @FinbarFlynnXY

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n su opera prima, “Maquinaria Panamericana” (2016), el director Joaquín del Paso acudía a algunas experiencias semi biográficas de su abuelo para adentrarnos en los mundos interiores de las empresas donde entre sus trabajadores se formaba una suerte de familia, y su trabajo y entorno cotidiano durante una buena parte del día se volvían parte de su identidad. En la cinta, la gran familia que se había formado dentro de la empresa MAPSA descubre que el jefe y dueño de la compañía ha muerto en una bodega de refacciones dentro de las instalaciones de la fábrica, dejando a la empresa en la ruina económica y con la inminente desaparición de los empleos de todos ellos, quienes frente a la incertidumbre por el futuro, deciden atrincherarse dentro de la compañía. Esta exploración de mundos encerrados, de sus dinámicas y de su relación con el exterior, es retomada por el cineasta en su segundo largometraje “El hoyo en la cerca”, un drama social adolescente que transcurre al interior de ‘Los Pinos’, un campamento para niños y adolescentes de una escuela católica privada exclusiva para varones. Al lugar, ubicado en una zona rural rodeada de comunidades indígenas, cada año son enviados los alumnos para pasar unos días de retiro espiritual bajo la mirada atenta de profesores y sacerdotes, quienes guían a los chicos en el camino de su desarrollo físico, espiritual y moral. Pero la repentina y misteriosa aparición de un hoyo en la cerca causa miedo y paranoia entre los jóvenes, pues al parecer hay un misterioso hombre que ronda el campamento y podría resultar muy peligroso, provocando una serie de eventos cada vez más violentos entre los mismos estudiantes. Desde la mirada de los adolescentes de clase alta, la cinta muestra la manera

en que la formación académica de los que se autodenominan como la élite del país les otorga privilegios y afecta el futuro de toda la sociedad perpetuando las carencias del sistema educativo y la falta de oportunidades para una gran parte de la población. De nuevo acudiendo a experiencias biográficas, el director coescribe el guion junto a Lucy Pawlak e inserta sus vivencias con el Opus Dei en campamentos donde se daba el adoctrinamiento religioso, político y social bajo la excusa de enseñanzas éticas y morales con el fin de reforzar sus convicciones espirituales, crear líderes y forjar relaciones que les ayudarán en su futuro. A través de la historia de los adolescentes —particularmente la de Eduardo (Yubáh Ortega), un niño becado de origen indígena que se enfrenta al brutal acoso por parte de sus compañeros en el colegio— el cineasta da cuenta de cómo se propiciaba la división de clases al normalizar prácticas egoístas con base en su privilegio blanco, de cómo se utiliza a la figura de Dios, su palabra y la posición de poder de sacerdotes y profesores, para manipular a los niños, moldear sus mentes y perpetrar actos atroces bajo el amparo del poder del dinero. Desde los aparentemente inofensivos apodos —a Eduardo le llaman «el chocorrol»—, la forma de referirse a las comunidades que rodean el campamento —les llaman «jodidos»— o cuestionar la hombría de los niños por el largo de su cabello —o «pelo de marica» según un sacerdote—, este tipo de adoctrinamiento en plena etapa de formación de la identidad humana provoca que continúen perpetuando el clasismo, racismo, misoginia y homofobia. Con la fotografía de Alfonso Herrera Salcedo y la música de Kyle Dixon y Michael Stain, la apuesta de Joaquin del Paso que

compitió en la sección Orizzonti del Festival Internacional de Cine de Venecia, es mucho más ambiciosa y provocadora que en su opera prima, y aquí trae elementos considerados del género del terror psicológico —no son erradas las evocaciones a “La Aldea” (2004) de M. Night Shyamalan, “La Bruja” (2016) de Robert Eggers o incluso “Midsommar” de Ari Aster— para bordar su feroz crítica social hacia las élites religiosas, políticas y económicas mexicanas. Pero a diferencia de la visión de otros directores como Michel Franco, que en sus producciones sobre la desigualdad social sólo busca el golpe de efecto para shockear al espectador, la propuesta de Joaquín del Paso busca escapar del sensacionalismo y realmente quiere abrir la conversación sobre las prácticas que se siguen llevando a cabo en estos centros educativos religiosos. Quizá a la película se le pueda acusar de ser poco sutil, excesiva y reiterativa en su discurso, pero si es verdad que la realidad supera a la ficción —y con los movimientos de ultraderecha obteniendo cada vez más poder en todo el mundo y sus innegables vínculos con los poderes religiosos, políticos y económicos—, entonces quizá no deberíamos reparar en estos presuntos fallos de la cinta sino en los de las instituciones que al día de hoy siguen sembrando el germen de una ideología que elige por defecto al «otro», al «extraño», al «diferente», como su enemigo natural, lo estigmatiza, lo oprime, y finalmente lo extermina.


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JURASSIC WORLD: DOMINIO 2022 | Dir. Colin Trevorrow Finbar | @FinbarFlynnXY

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urassic World: Dominio” está ambientada cuatro años después de que los dinosaurios quedaran libres al final de la decepcionante “Jurassic World: El Reino Caído” (2018; Juan Antonio Bayona), y las criaturas ahora buscan un lugar en el mundo que no sabe cómo adaptarse a la convivencia con una variedad de nuevas y muchas veces peligrosas especies que fueron traídas de regreso 65 millones de años después de su extinción. Chris Pratt y Bryce Dallas Howard, las más recientes caras de la franquicia, se reúnen con los tres protagonistas de la trilogía original, Sam Neil, Laura Dern y Jeff Goldblum, y juntos se embarcan en una nueva —y muy ridícula— aventura que detona con el rapto de una cría de velocirráptor para venderla en el mercado negro y con la conspiración de una compañía que pretende dominar el mercado alimenticio global con semillas transgénicas y especies de plagas especialmente diseñadas para comerse los cultivos de la competencia. ¡Y nosotros que pensába-

mos que el plan de Lex Luthor en “Superman Regresa” (2006; Bryan Singer) era irrisorio!. Que la saga de Jurassic Park ahora se ha convertido en una burda copia del cine de acción con todos los cutres clichés del cine hollywoodense con secuencias que ni James Bond o Ethan Hunt podrían realizar, pero no porque a estos emblemas del cine de espionaje les falte audacia o valentía, sino porque nunca se han visto envueltos en tramas incoherentes y ridículas como las que proponen las aventuras que viven aquí un ridiculizado Dr. Grant infiltrándose en una compañía de genética y un Owen Grady (Pratt) fusilándose la escena del salto del balcón en “The Bourne Identity” (2022) pero cambiando a los agentes que lo persiguen por feroces dinosaurios programados para matar a una presa en específico. Ya nada queda de aquella magia de Steven Spielberg creada por la comunión de lo más sofisticado en avances de efectos digitales con el cine práctico más artesanal. Este crimen perpetrado por Colin

Trevorrow —quien se había hecho cargo de la apenas rescatable primera entrega de esta trilogía pero que aquí demuestra no tener convicción alguna más allá de su afición por los billetes verdes— se lleva entre las patas a la talentosas Bryce Dallas Howard y Laura Dern, reducidas a vergonzosos arquetipos femeninos que traicionan los trazos que definieron a sus personajes en sus primeras apariciones en la franquicia, y que compiten ahora por ver quién tiene los diálogos y las situaciones más ridículas. *Alerta de spoiler*: hay un empate. Se dice que este es el gran cierre de la saga pero sabemos que no es verdad, que el dinero mueve los hilos de Hollywood y más pronto que tarde los productores y guionistas encontrarán cualquier estúpida excusa para que los dinosaurios de Jurassic Park estén de vuelta en las pantallas, ya sea con secuelas o un reboot. Qué Dios nos agarre confesados.


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LA LIBERTAD DEL

DIABLO Finbar | @FinbarFlynnXY

«¿

Quiénes son los que jalan los gatillos?» es una de las preguntas que el cineasta Everardo González busca responder en su nuevo esfuerzo documental: “La Libertad del Diablo”, un trabajo cinematográfico que busca alejarse del retrato manido de la víctima de la violencia en nuestro país. Lo que el director pretende –y logra– es no sólo escuchar la voz de aquellos que han sufrido en carne propia las consecuencias de la infame «guerra contra el narco» iniciada en la administración de Felipe Calderón, sino también la de aquellos quienes violentan al país, quienes crean el terror pero que también son una forma de víctimas del sistema, de la impunidad y la corrupción. Premiado en la Berlinale, “La Libertad del Diablo” es un documento fílmico que crea su entramado a base de testimoniales directos a la cámara tanto de víctimas como de victimarios. Sin embargo, nunca somos capaces de verles el rostro, pues todos usan máscaras color carne que se asemejan a las que usan quienes han sufrido de quemaduras en el rostro. La máscara, más allá de ser un audaz ejercicio estético, es también un símbolo de dolor y vergüenza, pero también de libertad. «Si se ve los ojos de la víctima no se jala el gatillo», se revela en el documental; por eso aquí los ojos –cristalinos, esquivos, vacíos…– son las ventanas que nos permiten asomarnos al interior de quienes han perdido a familiares y de quienes se los arrebataron, de quienes confiesan

en ocasiones haber matado a personas «por sólo $200 pesos». Y aunque nos es negado el rostro de quienes presentan sus testimonios, la empatía es generada mediante los constantes close ups que escudriñan la mirada y las aterradoras vivencias, anécdotas y confesiones que nos comparten a detalle y con absoluta sinceridad gracias a la protección que brinda el anonimato. «¿Se merece el perdón una persona que ha quitado tantas vidas y ha causado tanto dolor a sus seres queridos y familiares». Esta pregunta planteada en el último tramo del documental abre la puerta a un diálogo con el espectador, lo obliga a enfrentarse con su realidad y lo somete a una catarsis. Son las voces sin rostro las protagonistas de este nuevo ejercicio en el que se percibe la madurez de un cineasta que, ahora con el pulso más firme que nunca, nos ha entregado un material de urgente necesidad y gran relevancia social. “La Libertad del Diablo” confronta a la indiferencia que se ha convertido en la nueva arma letal en la atroz situación social actual; nos habla de cómo el contacto cotidiano con la violencia nos ha transformado en meros espectadores acostumbrados o indiferentes, pero también deja claro el rol de la sociedad como factor determinante para el cambio, como pieza clave para comenzar a construir un país diferente, una sociedad exigente que abandone toda indiferencia ante el sufrimiento del otro.


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SIN

SEÑAS

PARTICULARES

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a crítica situación del país con respecto al crimen organizado sigue siendo el tema central en una buena parte de las producciones cinematográficas, entre las cuales han sobresalido en años recientes los documentos cinematográficos “La Libertad del Diablo”, de Everardo González, “Hasta los dientes”, de Alberto Saúl Arnaud Estrada, “El Guardian de la Memoria” de Marcela Arteaga, y “Tempestad” de Tatiana Huezo, por mencionar sólo unos cuantos ejemplos. “Sin señas particulares”, la opera prima de Fernanda Valadez, se une a esta lista pero se acerca a la problemática desde la ficción; y a diferencia de otras producciones tremendistas que presuntamente están preocupadas por la descarnada realidad de México –como la muy reciente cinta “Nuevo Orden” (2020) de Michel Franco que sólo explota los golpes de impacto para causar controversia–, aquí estamos frente a una propuesta realmente urgente y necesaria que pone sobre la mesa el tema de la migración ilegal a los Estados Unidos, así como el de la violencia del crimen organizado. La protagonista de “Sin señas particulares” es la gran actriz Mercedes Hernandez dando vida a Magdalena, una mujer de 48 años que en la primera secuencia del filme se despide de su hijo Jesús, quien

Finbar | @FinbarFlynnXY

junto con su amigo Rigo, deja su pueblo natal para buscar suerte en los Estados Unidos. Meses después de su partida y sin tener noticias de los chicos, Magdalena y la madre de Rigo acuden a pedir ayuda a la Fiscalía, donde descubrirán, a través de mórbidas fotografías, la muerte de Rigo a manos del crimen organizado mientras intentaban llegar a la frontera. De Jesús, sin embargo, sólo aparece la maleta que la misma Magdalena le ayudó a empacar; y aunque las autoridades le piden que firme una acta de defunción para cerrar con la búsqueda, ella se niega a hacerlo y emprende una odisea para cerciorarse del destino de su hijo. La mujer se enfrenta así no sólo a los peligros que le supone viajar sola a territorios desconocidos de su país, sino también a los que surgen cuando intenta buscar respuestas sobre el paradero de su hijo, descubriendo que la ominosa sombra de la violencia recubre varios sectores sociales que nos podrían parecer insospechados. Entre personajes de quienes sus rostros y nombres nos son negados –como la trabajadora de la línea de autobuses o la mujer apodada Regis en el albergue para migrantes–, Magdalena continúa incansable con su dolorosa empresa, encontrándose con la implacable burocracia de las autoridades y las nada disimuladas

amenazas para no seguir investigando; pero también se encuentra con que son, en su mayoría mujeres, quienes le brindan algunas pistas y el apoyo necesario pese al peligro que esto conlleva. Haciendo un recorrido inverso al que pretendía Jesús, nos es presentado Miguel, un joven migrante que ha sido recientemente deportado de los Estados Unidos luego de una estadía ilegal de cinco años, y que ahora busca llegar hasta su pueblo natal para reunirse con su madre; a través de su mirada y de su encuentro con Magdalena, descubrimos un país completamente cambiado, un territorio sumido en el más profundo horror de la violencia donde se forma una inesperada relación de empatía y solidaridad. Inspirándose por los miles de casos de migrantes ilegales que buscan llegar a Estados Unidos y las desapariciones forzadas por el crimen organizado, la realizadora egresada del CCC y originaria de Guanajuato, donde hay un alto índice de migraciones y desapariciones forzadas por parte del crimen organizado, comenzó a coescribir el guion en 2010 con la también cineasta Astrid Rondero, directora de “Los días más oscuros de nosotras”. Ambas dotan al guion con una potencia imbatible que se ve reforzada por la naturalista fotografía de Claudia Becerril, quien da la fuerza a los detalles del rostro


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MÁS ALLÁ DE LOS DOS MINUTOS INFINITOS

Droste no hate de bokura | 2020 | Dir. Junta Yamaguchi

K de Magdalena cuando les son revelados los detalles de las historias que se viven en la frontera entre México y Estados Unidos, mientras que las composiciones sonoras de Clarice Jensen nos conectan emocionalmente con el estado de la protagonista. Con una cantidad de diálogos que son los absolutamente necesarios, y que llevan una gran carga de honestidad y emotividad pero que en ningún momento cae en los vicios del melodrama a los que otras historias similares han sucumbido, la directora toma a los dos personajes centrales para hablar, desde su intimidad, de la realidad social mexicana, transformando así al desgarrador relato en un grito de desesperación de miles de madres, padres e hijos que están atrapados en la durísima situación del país donde, en muchas ocasiones, la línea entre víctima y victimario no es nada clara, dando origen a un

fenómeno social muy complejo que es muy difícil de juzgar. “Sin señas particulares, su debut en los largometrajes que fue reconocido Festival Internacional de Cine de Sundance con el Premio del Público y el de Mejor Guion en la sección World Dramatic Cinema, coloca a Fernanda Valadez como una de las voces que debemos seguir de cerca, pues pronto reafirmará su compromiso social con su siguiente proyecto coescrito también con Astrid Rondero, quien ahora se encargará de la dirección del filme, y tendrá como tema central la relación paterno-filial de un sicario y su hijo, para hablarnos sobre cómo es para un menor vivir en un entorno de violencia del que le es imposible escapar. De esta manera, la realizadora mexicana pretende seguir rompiendo fronteras con su cine en pos de una sociedad más justa.

ato es un joven japonés propietario del Café Phalam, ubicado en la planta baja del mismo edificio en el que vive. Una noche, cuando regresa a su departamento luego de terminar el día de trabajo, se ve a sí mismo en el monitor de su computadora que está enlazado a una pantalla ubicada en la recepción de la cafetería. «Soy tu yo del futuro», le anuncia el personaje que le habla desde el monitor. Kato baja rápidamente al establecimiento para averiguar lo que está pasando pero se encuentra en la pantalla del lugar a su versión del pasado que está entrando a su departamento y con el que repetirá la misma conversación que tuvo un par de minutos atrás. Así es como da inicio la odisea de Kato, quien junto con sus mejores amigos y algunos clientes regulares comenzarán a explorar el fenómeno aunque se toparán con consecuencias inesperadas. “Más allá de los dos minutos infinitos” es uno de los trabajos más originales y ambiciosos argumentalmente hablando en años recientes. Con ecos de “Primer” (2004) de Shane Carrut y “Los Cronocrímenes” (2007), de Nacho Vigalondo, la opera prima de Junta Yamaguchi es una pieza brillante de ciencia ficción y comedia cuyo guion firmado por Makoto Ueda demuestra que el entretenimiento puro no está peleado con el intelecto.


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ENAMORADA Finbar | @FinbarFlynnXY

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namorada’ es quizás uno de los más renombrados y reconocidos trabajos del cineasta. A nivel mundial fue todo un éxito, consolidando aún más la carrera del director y su equipo de trabajo, que para ese momento, era considerado un sello de calidad garantizado. La película obtuvo 5 premios Ariel, entre estos el Ariel de Oro a la Mejor Película en la segunda entrega de los premios. Mejor escenario no pudo escoger, la ciudad de Puebla es testigo de los estragos que la ‘Revolución Mexicana’ ocasionaba a su paso. Los protagonistas son dos polos opuestos, cada uno con costumbres e ideales muy distintos; ambos sufrirán un inoportuno encuentro que los obligará a confrontar sus pensamientos, dejándolos a un lado para encontrar lo inesperado: el amor. Tal vez con esta descripción la historia resulte muy familiar, algo como ‘La Guerra

y la Paz’ o ‘Lo que el Viento se Llevó’, donde los tiempos de guerra resultan muy útiles para unir dos almas -quizá incompatibles-; Emilio emplea la misma fórmula, con la salvedad de que él logró suministrarle el toque artístico mexicano, mostrando un film con tal belleza que resulta imposible no amarlo y disfrutarlo desde las primeras escenas hasta su emotivo desenlace. Años atrás la diva María Félix se había consolidado con su papel de ‘Doña Bárbara’, naciendo así uno de los personajes más icónicos de la historia contemporánea mexicana. En diversas ocasiones la misma María parecía fusionarse con aquel personaje, rompiendo la barrera entre ficción y realidad convirtiéndola así en ‘La Doña’. Aquí, el ‘Indio’ dibuja un personaje caricaturizado de la misma Félix, añadiendo toques de comicidad que le dotan de un toque de humor ácido, que

le viene como anillo al dedo. Su personaje de Beatriz le otorgó a María el primero de sus tres Arieles como Mejor Actriz. El guión es excepcional (un homenaje libre a la obra ‘La Fierecilla Dominada’ del escritor Shakespeare –si lo vemos así-), Iñigo de Martino hace un trabajo glorioso; el reparto brilla en cada escena, frase y momento, desde el maestro de escuela (Manuel Dondé), el sacerdote (Fernando Fernández) hasta el mismo Pedro Armendáriz en el papel del General José Juan, un verdadero enigma dentro de esta historia. Gloriosa de principio a fin, con una cinematografía suprema regalándonos unas imágenes pocas veces vistas en nuestro cine. ‘Enamorada’ es un clásico obligado de nuestro cine. Es imposible no recordarlas por aquella escena donde se interpreta la canción ‘La Malagueña’, ¿o no?


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UN AMOR MEMORABLE Finbar | @FinbarFlynnXY

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eis años después de presentar su opera prima –el drama romántico “Hinterland” (2014)–, el director Harry Macqueen presentó en el Festival de San Sebastián y en el Festival de Toronto su segundo largometraje: “Supernova”, un doloroso drama en el que una pareja se enfrenta a su propia mortalidad cuando una enfermedad degenerativa ataca a uno de ellos. La película, que en México será distribuida bajo el nombre “Un Amor Memorable”, es protagonizada por Colin Firth y Stanley Tucci, quienes interpretan respectivamente a Sam y Tusker, un concertista de piano y un reconocido escritor que han sostenido una relación de pareja durante 20 años y que han decidido tomarse unas vacaciones en su vieja furgoneta para recorrer las caminos rurales de la campiña británica, visitando en el trayecto los lugares especiales de su pasado, a sus familiares y amigos más cercanos. La decisión de hacer este viaje responde a que Tusker ha comenzado a presentar episodios graves de su diagnosticado Alzheimer en fase temprana, así que el tiempo que puedan aprovechar para pasar juntos en pareja y con sus

seres queridos es lo más importante que tienen ahora. El guion de la película fue firmado por el propio cineasta y mostrado a Stanley Tucci para ofrecerle uno de los roles estelares; el actor quedó fascinado por la historia y aceptó el papel, y mientras se barajaban las posibilidades para el rol de su pareja en la ficción, para el cual el director quería a un histrión con con el que Stanley Tucci tuviera una gran química en pantalla, éste en secreto le envió el guion a su mejor amigo: el actor Colin Firth, quien también quedó encantado con el trabajo de Macqueen e inmediatamente aceptó participar en la cinta. Y con esta anécdota en mente cobra más sentido la formidable química que transmite la pareja protagonista, traspasando la pantalla con una complicidad inigualable. Aunque en Inglaterra no hay una tradición fílmica de road movies, el director Harry Macqueen se ha manejado en este subgénero en sus dos primeros ejercicios de largo metraje, y en esta ocasión, el cineasta recurre al experimentado director de fotografía Dick Pope, en cuya larga trayectoria ha colaborando con realizado-

res como Mike Leigh –con quien ha forjado una sólida mancuerna–, Neil Burger y Richard Linklater, para capturar los bellos paisajes británicos con sensibilidad europea pero emulando a los grandes paisajes estadounidenses que han sido emblemas de este género americano. Y como en toda buena road movie, a la par que los protagonistas recorren cierto trayecto geográfico, transitan también por un terreno introspectivo que les resulta revelador y catártico. “Supernova”, al igual que la opera prima de Macqueen, posee una premisa que echa mano de un reencuentro de los protagonistas con su pasado que los obligará a tomar decisiones sobre su futuro. ¿Qué hacer cuando la pérdida del control sobre nuestra propia vida es inminente? Es la pregunta última a la que nos confronta el realizador en este drama de pareja en el que, aunque las metáforas a las que recurre resultan bastante obvias, funcionan de forma eficaz en una propuesta sobria y elegante que huye del estilo emocionalmente chantajista que es el sello distintivo en el cine hollywoodense.


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LOS ADIOSES L

uego de haber conquistado el premio Ojo a la mejor película en la sección de largometraje mexicano con “No quiero dormir sola” (2012), la directora Natalia Beristain regresa con una nueva exploración del universo femenino con “Los Adioses”, una atípica biopic sobre la escritora mexicana Rosario Castellanos, cuya figura sirve a la directora para presentar un discurso contra el machismo en la sociedad mexicana. Protagonizada por la siempre extraordinaria Karina Gidi y el sensacional Daniel Giménez Cacho, la película parte del reencuentro entre la escritora (Gidi) y su esposo Ricardo Guerra Tejada (Giménez Cacho) durante la presentación de su libro “Balún Canán”, y se basa en la colección “Cartas a Ricardo” de Castellanos, para tomar los ideales de la escritora y con ellos armar un discurso que expone el machismo, la misoginia y la doble moral de la sociedad mexicana que sigue imperando hasta hoy en día. “Los Adioses”, una propuesta formal visualmente elegante, con iluminación suave y tonos neutros, recurre a la voz en off de la protagonista y a flashbacks para establecer el origen de la historia de amor entre Rosario Castellanos y Ricardo Guerra (interpretados en su juventud por Tessa Ia y Pedro De Tavira), quienes

se conocieron mientras estudiaban en la facultad de Filosofía de la UNAM a principios de los años 50 en la Ciudad de México; la película da saltos en el tiempo para retratar los intempestivos picos y valles que sufrió la relación a lo largo de las décadas. De acuerdo con la cineasta, ella quería hacer una película sobre la vida en pareja, y la figura de Castellanos como una incansable luchadora social contra la represión emocional llena de matices y contradicciones –además de defensora de autodefinirse en sus roles sociales como mujer, profesora, esposa y madre–, le permitió dar forma a un tratado feminista que pone en evidencia el retraso social sobre la igualdad entre géneros, a la vez que representa una petición para las mujeres de no tener miedo de brillar, pues el brillo personal no debería significar una herida para el otro miembro de la pareja. “Los Adioses” deconstruye a un personaje femenino de gran importancia para la historia cultural mexicana que, sin embargo, es muy poco conocida por las nuevas generaciones. Beristáin, con su propia visión sobre la escritora, le rinde un personal homenaje a su persona y a su obra con un documento fílmico de impecable factura y un discurso feminista por demás necesario.


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Cómprame un

REVÓLVER Finbar | @FinbarFlynnXY

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a guerra contra el narco ya no existe más, pues los cárteles han ganado; ellos lo controlan y lo dominan todo. Las alarmantes cifras de feminicidios y de trata de blancas han provocado el dramático descenso en la tasa de natalidad de en un México atemporal. En este entorno hostil, una niña llamada Huck debe ocultar su género bajo una máscara, un casco de béisbol y ropa holgada, para intentar sobrevivir día tras día con su drogadicto padre, atormentado por la muerte de su mujer, y temeroso por el peligro constante de que se descubra el género de su hija menor y le sea arrebatada para siempre como sucedió con Sawyer, su hija mayor a la que ya raptaron los miembros del narco. Padre e hija se encargan de cuidar un campo de béisbol abandonado que es ocupado esporádicamente por un grupo de traficantes de drogas, para quienes él también toca la trompeta en un improvisado conjunto musical que entretiene a los miembros del cártel que domina el territorio.

Así es la premisa de “Cómprame un revólver”, el séptimo largometraje del cineasta Julio Hernández Cordón, autor también del guion que nació de su terrible miedo ante las oportunidades de vida que les ofrece a sus hijas, Matilda y Fabiana, un país feminicida y misógino como México. Y aunque se trata de un relato ubicado en un incierto futuro distópico, en realidad no está para nada alejado de la cotidianidad que se vive en no pocas comunidades de nuestro país en donde absolutamente todo está controlado por el crimen organizado, como ya lo han explorado también otros sobresalientes ejercicios fílmicos nacionales como “La Libertad del Diablo” de Everardo González y “El Guardián de la Memoria” de Marcela Arteaga. Sin apologías de la violencia ni pretendiendo convertir a los criminales en antihéroes, como lo hacen el común de las producciones televisivas que hablan del tema, el director habla del narco pero desde una perspectiva distinta, como ya lo había

hecho en las también excelentes cintas “Las marimbas del infierno” (2010) y “Te Prometo Anarquía” (2015). En esta ocasión, sin dejar de lado la crudeza, el relato pasa por el filtro de la imaginación de la pequeña Huck en su diaria lucha por la supervivencia, y es así como se gesta un filme que coquetea por momentos con el género de la fantasía oscura, explorado también en la cinematografía nacional por la cineasta Issa López en la estupenda cinta “Vuelven”, donde también se expone cómo la violencia golpea a la población más vulnerable del país. Julio Hernández Cordón se ha convertido en uno de los cineastas más auténticos del cine nacional, reconocido por reinventarse como director al explorar temáticas y arriesgarse con el lenguaje cinematográfico en cada una de sus producciones. Y en este su séptimo largometraje, el director no teme a los ecos temáticos de su historia que nos remiten a “Niños del Hombre” de Alfonso Cuarón o a la propuesta televisiva “The


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Handmaid’s Tale” creada por Bruce Miller a partir de la novela de Margarett Ateood. En ambos títulos se hace referencia a una tasa de natalidad que ha descendido dramáticamente, pero el cineasta toma esta premisa similar y la hace propia al adaptarla al entorno del México violento. Con su propuesta visual y con el formidable uso de recursos sonoros, no sumerge en este ambiente de perpetua hostilidad y peligro con reminiscencias visuales la saga “Mad Max”, particularmente de su más reciente entrega, “Furia en el Camino”, donde mujeres y esclavos se sublevan contra el tiránico Immortan Joe. Y hablando de villanos, destaca aquí la figura antagónica de la historia. Se trata de una representación radicalmente opuesta a la que se tiene en el imaginario colectivo de lo que es y cómo luce un jefe de la mafia. La concepción que llevó a cabo el director para este capo y para el ambiente en el que se desenvuelve, se aleja de las fórmulas probadas en el cine de

narcotráfico, y se toma un gran riesgo al presentar a un personaje andrógino, tan violento como sensible a la vez, como el responsable de la violencia que trastoca la vida de la pequeña Huck. Comprendiendo la importancia y necesidad de hablar de la realidad social y hacerlo desde distintos enfoques, Julio Hernández Cordón nos entrega una nueva pieza cinematográfica sobresaliente, que escapa de las fórmulas para hablarnos de la infancia fracturada, la pérdida de la inocencia, la misoginia y la violencia que tiene secuestrado al país. Sin embargo, en el filme también está siempre presente un halo de esperanza en el personaje de Huck, cuyas acciones y características identitarias nos remiten a las aventuras que viven los personajes Huckleberry Finn y Tom Sawyer en las obras de Mark Twain. “Cómprame un revolver” es tanto un grito desesperado de alerta, como un canto de posible esperanza ante el incierto futuro.

MORIRSE EN DOMINGO

2006 | Dir. Daniel Gruener

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l tío Julio se le ocurre morirse este día y les complica la existencia a toda la familia, quienes por falta de dinero recurren a una funeraria de dudosa reputación para realizar los trámites finales; sin embargo, Joaquín, el agente y dueño de la funeraria, tiene un negocio alterno de tráfico de cuerpos y órganos que pondrá en peligro el descanso eterno del tío Julio. Esta es la premisa de la que parte esta oscura película de Daniel Gruener (“Sobrenatural”; 1996) en la que hace uso del sentido del humor más ácido y mala leche, olvidándose por completo de la solemnidad ante la muerte.


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Por: Silvia Ruvalcaba

DISTANCIAS CORTAS

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a ópera prima de Alejandro Guzmán nos relata las vicisitudes que atraviesa una persona con obesidad mórbida, para quien hasta el bañarse puede ser bastante complejo. La cinta aborda tanto la problemática personal, como la social con la discriminación que sufren al simplemente solicitar algún servicio, incluso el simple hecho de ir por la calle y que se intensifiquen las murmuraciones y comentarios ofensivos hacia su persona. Así es el debut de Alejandro Guzmán con un guion de Itzel Lara, acompañados de un talentoso reparto: Luis “Luca” Ortega (Fede) -en su primer aparición en pantalla-, el ya conocido Mauricio Isaac (Ramón), Joel Isaac Figueroa (Paulo), y la camaleónica Martha Claudia Moreno (Rosaura). Fede es un hombre con sobrepeso, para ser exactos pesa 200 kilos, por ende es lento y le cuesta desplazarse dentro de su propia casa, y no se diga el salir a la calle, esto es toda una odisea. Y justo eso ocurrió cuando decidió salir a revelar un rollo fotográfico, pues así fue como conoció a Paulo, un chico al que le apasionan los comics; es perspicaz y se aprovecha un poco de la ingenuidad de Fede pues lo envuelve rápidamente para adquirir una cámara fotográfica usada, a

partir de ahí se crea una empatía, pues Paulo se da cuenta que Fede es una persona solitaria pero con la necesidad de descubrir las cosas, pero que su obesidad y su historia familiar le han limitado conocer. En cuanto a su familia, Fede tiene una hermana algo castrante, Rosaura, quien lo cuida al grado de la sobreprotección como si fuera un niño. Rosaura tiene un carácter muy fuerte, es muy mandona; está acostumbrada a que siempre se haga lo que ella dice y hasta su marido Ramon tiene miedo contradecirla. Por su parte, Ramón es un esposo sin voz cuando está presente Rosaura, pero cuando está en lo individual incita a Fede a realizar cosas nuevas, a salir del mismo ritmo con el que ha vivido tanto tiempo. Así se crea una suerte de “Club de Toby” donde crece una amistad entrañable que sirve de embudo para escapar de sus solitarias y cotidianas vidas. “Distancias cortas” es una historia para toda la familia; discreta en su propuesta pero con una magia particular que la convierte en una efectiva reflexión que nos mueve a dejar de ver lo diferente como algo necesariamente malo, y que hace un llamado a ser más empático con la sociedad y nuestro entorno.


TE LLEVO CONMIGO Finbar | @FinbarFlynnXY

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I

ván, interpretado por Armando Espitia, es un joven de la provincia mexicana que, a mediados de la década de los 90, aspira a convertirse en chef; pero mientras intenta alcanzar su sueño, debe trabajar como ayudante de cocina en un restaurante para darle manutención a su hijo y su ex pareja. Una noche en un antro, Iván conoce a Gerardo, un guapo profesor universitario al que da vida Christian Vázquez y que, a diferencia suya, ya no se acompleja por su homosexualidad ni intenta ocultarla. La inmediata e irrefrenable química que surge entre ellos los lleva a iniciar un romance, pero éste provocará que su ex pareja ya no le permita ver a su hijo. Desesperado por la falta de oportunidades y el distanciamiento de su desestructurada familia, Iván se enfrenta a la más difícil decisión de su vida hasta ese momento: aventurarse e intentar cruzar la frontera para buscar una carrera culinaria en Estados Unidos. Acompañado de Sandra, su mejor amiga desde la infancia interpretada por la fantástica Michelle Rodríguez, Iván llega a Nueva York para reiniciar su vida desde cero, pero con la promesa de regresar pronto con su hijo y con el amor de su vida. La premisa de la cinta está basada en la vida real de Iván García y Gerardo Se-

púlveda, un par de amigos de la directora Heidi Ewing a los que conoció hace más de una década, y quien conmovida por la perseverancia y sacrificio de los amantes, decidió debutar en los terrenos de la ficción para llevar su historia a la pantalla grande con un guion firmado por ella misma junto a Alan Page Arriaga. Inscrita en la lista de las cintas mexicanas sobre la migración, resulta inevitable no pensar en títulos como “Bajo la misma Luna” (2007), o “Guten Tag Ramón” (2013), pero la cinta de Ewing –coproducida por México y Estados Unidos– destaca por escapar casi completamente de los vicios del melodrama gracias a los años de experiencia como documentalista de la cineasta nominada al Oscar por “Jesus Camp”, logrando aquí una mezcla eficaz de ficción con documental en un ejercicio entrañable sobre la resiliencia con la que consigue la inmediata conexión con el espectador, para la cual resulta vital el ensamble actoral en donde, además de los protagónicos, también encontramos los nombres de Luis Alberti, Raúl Briones, Ángeles Cruz y Arcelia Ramírez. Su propuesta visual echa mano del espíritu documental en los momentos donde Iván se entrega por completo a su pasión por la cocina y luego lo cambia de forma orgánica por un estilo en su puesta en

cámara que nos remite al cine íntimo de Barry Jenkins. “Te llevo conmingo”, que fue una de las producciones nacionales que fueron seleccionadas para participar en el Festival Internacional de Cine de Sundance en 2020 y luego fue presentada en el Festival de Cine de Nueva York, no sólo se aproxima al tema de la migración, también al de la discriminación hacia una minoría, como las disidencias sexuales. Y es que además de exponer los prejuicios de la familia de su ex pareja al prohibirle la oportunidad de ver a su hijo, la cinta recurre a una serie de flashbacks que van de la ternura a la crueldad que vivieron los protagonistas en su infancia cuando descubrían sus gustos y orientaciones sexuales. Sin embargo, Por su estructura narrativa, la película tropieza e interfiere con el ritmo, y por momentos se tiene la sensación de que el estudio de los personajes pudo ser más profundo. Aún así, pese a las irregularidades en su narrativa, se trata de una propuesta que resulta muy superior a los genéricos dramas LGBT; sin duda alguna, este relato sobre el sacrificio y la resiliencia de los migrantes es una de las películas nacionales imprescindibles del año.


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JAPÓ L

a polémica siempre ha rodeado a la figura del director mexicano Carlos Reygadas, y su por supuesto su ópera prima no podía ser la excepción. Luego la realización de tres cortometrajes, Reygadas presentó su primer largometraje en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes donde obtuvo una mención especial. En la cinta acompañamos a un hombre que busca escapar de la vida urbana en la gran ciudad para refugiarse en un pequeñísimo pueblo hidalguense llamado Ayacatzintla, donde buscará paz, serenidad y el momento adecuado para quitarse la vida. En el remoto lugar, el hombre conoce a Ascen, una viuda indígena en cuya aún más remota casa en lo alto de una colina encuentra refugio por algunos días. A medida que el tiempo transcurre, la omnipotencia de la naturaleza y la ingenuidad/ sabiduría de la anciana desafían sus impulsos suicidas al grado de guiarlo hacia el renacer de su sexualidad y hacerlo replantearse su existencia. La estabilidad, sin embargo, se ve amenazada tras el regreso del sobrino de Ascen, quien reclama que las piedras

que conforman la choza donde ella vive le pertenecen por derecho. Con un guión escrito por él mismo, Reygadas se ve influenciado indudablemente por el espíritu de directores como Werner Herzog y Abbas Kiarostami, así como por el estilo visual del célebre cineasta Andrei Tarkovsky. Y comprendiendo, al igual que el maestro soviético, que el cine es uno de los mayores vehículos de expresión artística para el espíritu humano, nos lleva como acompañantes en este viaje físico y espiritual del forastero protagonista, donde la inmensidad natural del México profundo y la amistad con la anciana Ascen, despiertan en él una serie de emociones y una imperiosa necesidad de volver a percibir la vida a través de los sentidos, un proceso orgánico catártico experimentado por un hombre que esperaba ‘el momento’ para matarse. Paisajes naturales imponentes, aletargados silencios que nos permiten escuchar el ambiente natural, largas secuencias contemplativas donde -aparentemente- no pasa nada, impactantes situaciones que confrontan al espectador, y otras tantas características que después reconoceríamos como la


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ÓN Finbar | @FinbarFlynnXY

impronta del cine de Reygadas, ya están presentes aquí en “Japón”, una experiencia audiovisual sustentada por sus dos protagonistas no profesionales: Alejandro Ferretis (el forastero) y Magdalena Flores (Ascen), quienes se desenvuelven en las atmósferas que consigue el director de fotografía Diego Martínez Vignatti trabajando con luz natural y que es acompañado de la música de Johann Sebastian Bach, Dmitri Shostakovich y Arvo Pärt, cuya pieza Cantus in Memory of Benjamin Britten acompaña el extraordinario plano secuencia final de la película: una escena ferroviaria de las más hermosas que se tenga memoria en la historia de nuestro cine. El título de la cinta parece no hacer referencia a algo en específico de la trama y puede parecer incluso desconcertante, aunque bien podría evocar a la experiencia del forastero protagonista, quien al refugiarse en el México profundo se siente como si estuviera en otro país; y quizá —y sólo quizá— también podría hacer alusión al país en el que algunas personas se internan en una zona natural para quitarse la vida y a la que se le ha

denominado como «el bosque de los suicidios». En definitiva “Japón” no es un cine fácil, no es un cine para todos; su propuesta alejada de la narrativa convencional para priorizar la labor estética y acercarse a lo metafísico, así como su controversial temática, son difíciles de asimilar si uno está acostumbrado sólo a consumir el cine industrializado, por lo que seguramente muchos no lograrán terminar ni siquiera los primeros 20 de los 135 minutos que dura la cinta al percibirla como densa y lenta; pero para quienes busquen propuestas diferentes, Japón es una buena opción, pues a pesar de ser una cinta que escapa de la tradición del cine comercial —lo cual la emparenta con otra estupenda propuesta nacional llamada “Bajo California: El Límite del Tiempo” (1998), de Carlos Bolado—, es la cinta más accesible y con menos pretensiones del director, lo cual la hace la opción ideal si se ha decidido sumergirse en el legado fílmico de este ya consagrado iconoclasta realizador mexicano.

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EL SUEÑO DEL CAIMÁN 2001 | Dir. Beto Gomez

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on una interesante estética kitsch monocromática y con un aire al cine de serie B -además de poder presumir de contar con dos grandes de la actuación como Roberto Cobo y Paco Rabal entre el reparto-, el director mexicano nos cuenta en esta coproducción México-España la historia de Iñaki (Daniel Guzmán) un ladrón de poca monta que tiene que huir de España por un delito que se le ha ido de las manos, y que en su refugio en México conoce a su padre, descubriendo una vida de mentiras en la surrealista realidad mexicana que le tiene deparadas un par de aventuras.


Series

Recomendaciones para maratonear

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DEAD END EL PARQUE DEL TERROR Homenajes inspiradores Finbar | @FinbarFlynnXY

“D

ead End: El Parque del Terror” es una serie animada basada en las novelas gráficas “DeadEndia” creadas, escritas, e ilustradas por Hamish Steele y en el cortometraje animado “Dead End” (2014) creado por el canal Cartoon Hangover. Ahora como una coproducción entre Estados Unidos e Inglaterra, la serie presenta diez episodios que combinan humor, terror y fantasía para contarnos la historia de dos empleados de una casa encantada dentro de las instalaciones de un parque temático llamado Phoenix Park, el cual fue construido y diseñado en torno a la personalidad y los papeles interpretados por la diva Pauline Phoenix, una gran estrella de cintas de terror de serie B. Barney, tímido aunque con buenas habilidades sociales, es un chico trans que luego de un episodio familiar donde se sintió poco apoyado por sus padres, decide buscar un trabajo para poder independizarse de su familia y la vacante en Phoenix Park podría ser la oportunidad perfecta; sin embargo, Norma, una chica que sufre de ansiedad severa pero que es muy competitiva y que sabe absolutamente todo sobre el parque y sobre la vida de Pauline Phoenix, será su rival a vencer por quedarse con el puesto. Pero esta gran atracción del parque guarda muchos secretos y resulta ser un portal a distintos mundos —algunos de ellos infernales— que colocará a los protagonistas en situaciones inesperadas. Así, Barney y Norma —acompañados por Puguito, la adorable mascota de Barney que luego de una posesión adquiere la habilidad del habla, y por Courtney, una demonio que por alguna razón se encuentra atrapada en nuestro mundo— deberán lidiar tanto con brujas, demonios y botargas zombies con deseo muy particular, así como con un diabólico anfitrión de un programa de concursos y retos mortales. Más allá del estupendo trabajo de

animación y la notable sensibilidad e inteligencia al momento de aproximarse a temas como la identidad de género, el rechazo, la necesidad de pertenencia y la ansiedad de los cuatro protagonistas (Barny, Norma, Courtney y Puguito), “Dead End: El Parque del Terror” evidencia que quienes están detrás de esta adaptación de las novelas gráficas creadas por Hamish Steele son verdaderos conocedores del cine de género y la literatura fantástica/de horror. Realmente quedé sorprendido por la cantidad y calidad de los homenajes y referencias tanto a clásicos del cine de terror y el suspenso como a productos emblemáticos de la cultura pop e incluso a títulos imprescindibles de la literatura gótica y de horror cósmico. Las referencias a películas que marcaron la historia del cine como “Jurassic Park” de Steven Spielberg, “Psicosis” de Alfred Hitchcock, “El pueblo de los malditos” de John Carpenter y “La noche de los muertos vivientes” de George A. Romero, son combinados magistralmente con referencias a historias de terror psicológico en el tono de Poe y del horror indescriptible de Lovecraft. “Dead End: El Parque del Terror” es una muestra más de lo que el talento puede conseguir cuando tiene completa libertad creativa. Como directora del proyecto tenemos a Liz Whitaker —quien ha trabajado en animaciones infantiles como “Bob el constructor” (1997-2018) y “Timmy y sus amigos” (2009-2019)— y aquí hace un trabajo estupendo tomando los guiones de un enriquecido grupo de escritores para equilibrar un show que, a la vez que se compromete con la inclusión y representación de minorías —en este caso Barney como chico trans y Norma como una chica con neurodivergencia— con historias de gran calidad que además de entretenidas, son muy divertidas, inteligentes, entrañables e inspiradoras.



Cine para llevar De colección

DRIVE MY CAR HISTORIAS QUE CURAN Finbar | @FinbarFlynnXY

A LA VENTA EN DVD Y BLU-RAY

19 de julio


E

n el extenso prólogo de “Drive my car”, se nos presenta a Yûsuke Kafuku (Hidetoshi Nishijima), un actor y director teatral que, además de estar viviendo ya un duelo por una tragedia familiar, repentinamente queda viudo. La inesperada muerte de su esposa Oto a causa de un derrame cerebral, sucede muy poco tiempo después de encontrarla en la sala de su propia casa teniendo sexo con otro hombre, y la charla sobre esta traición sentimental jamás pudo concretarse. En una elipsis y tras los créditos iniciales, nos encontramos ahora dos años después con Yûsuke todavía incapacitado emocionalmente para recuperarse de la tragedia y atormentado por el enigma en el que se convirtió su mujer y que ahora nunca podrá descifrar. En este contexto, acompañamos al protagonista en su traslado hasta Hiroshima para hacerse cargo del montaje teatral de “Tío Vania”, la célebre obra de Anton Chéjov que gracias a una beca de creación representarán en un festival. El proyecto se antoja por demás ambicioso, pues se trata de una propuesta que utilizará a actores que hablan distintos idiomas para hacer un montaje experimental multilingüe, incluyendo a una persona que se comunica con lengua de señas. En la ciudad aún marcada por el recuerdo de un ataque nuclear, además de realizar las rigurosas audiciones para encontrar a los histriones que encarnarán a los personajes de la obra, Yusuke se reencuentra con una figura de su pasado: Kôshi Takatsuki (Masaki Okada), un joven actor a quien su esposa le presentó poco antes de fallecer. El actor y director teatral también conoce a Misaki Watari (Tôko Miura), la eficiente chofer que ha sido contratada por la compañía para que lo traslade todas las mañanas desde su apartada residencia temporal hasta las instalaciones donde se realizan los ensayos y también en su trayecto de regreso durante las noches. Estos dos personajes se vuelven clave para que Yûsuke se enfrente a sí mismo y a su duelo no resuelto. “Drive my car” se presenta como una cinta coral que encuentra en su maestría narrativa, en su mesura interpretativa y en sus numerosas sutilezas, sus principales cualidades para dar forma a un retrato intimista y aletargado sobre los problemas de comunicación y sobre el duelo, pero no sólo el del protagonista sino también el de una ciudad que literalmente ha resurgido de sus cenizas, que ha curado sus heridas, se ha repuesto completamente frente a la tragedia e incluso ha albergado a personas en busca de redención y nuevos comienzos. La ciudad de Hiroshima es la viva representación del mensaje «seguir viviendo» a pesar de todo que tanto se recalca en la obra de Chejov, y en ese lugar, a pesar de las diferencias lingüísticas y generacionales entre los personajes, consiguen encontrar puntos en común. La elegante y sobria fotografía de Hidetoshi Shinomiya recalca la incapacidad del protagonista para acercarse tanto física como emocionalmente, pero también acentúa el fuerte deseo de proximidad que, en cierto momento de la

“Drive my car” es una obra maestra del cine contemporáneo sobre la importancia de contar historias y de sus propiedades sanadoras del espíritu, del poder curativo de un simple abrazo, de ese contacto humano que puede evitar que caigamos en el abismo.

película, se revela cuando Yûsuke, luego de una reveladora y catártica charla con el joven actor que interpretará al protagonista de la obra teatral, toma la decisión de no seguir viajando como un pasajero en su propio auto sino como un copiloto, pasando de su acostumbrado asiento trasero al asiento junto al de la chofer para compartir anécdotas de vida y muerte y un par de cigarrillos. “Drive my car” es la nueva cinta del director Ryusuke Hamaguchi y tiene como base el cuento homónimo del escritor Haruki Murakami, el cual es adaptado libremente por el propio cineasta junto a Takamasa Oe y el cual fue reconocido en el pasado Festival De Cannes, donde también obtuvo el premio FIPRESCI otorgado por la prensa internacional. Como en “Burning” de Lee Chang-dong, también basada en un texto de Murakami, la historia va de menos a más en una lenta combustión, pero a diferencia de ésta, aquí no se acude a una gran catarsis como clímax del relato. Con su ritmo pausado y aletargado, la cinta no ofrece desplantes dramáticos, sus golpes a nuestros sentidos los hace a través de los diálogos y las revelaciones alejadas de efectismos y aspavientos. Si bien el cine Hamaguchi posee a la disección del amor como su común denominador, aquí aunque se mantiene ese aspecto lo hace desde la perspectiva de la pérdida de dicho amor y de cómo intentamos curar las heridas cuando la persona amada ya no se encuentra con nosotros y no podemos más que idealizar o estigmatizar su imagen frente a la incertidumbre de no haberla conocido verdadera y completamente. Nominada a cuatro premios Oscar —mejor película, mejor dirección, mejor guion adaptado y mejor película internacional— “Drive my car” es una obra maestra del cine contemporáneo sobre la importancia de contar historias y de sus propiedades sanadoras del espíritu, del poder curativo de un simple abrazo, de ese contacto humano que puede evitar que caigamos en el abismo; es un retrato íntimo de las necesidades humanas de conexión para sanar las heridas de un pasado trágico y encontrar la redención frente al insoportable peso de la culpa.

OTROS LANZAMIENTOS

PINK FLAMINGOS 1972 | Dir. John Waters

La reconocida drag queen Divine vive bajo el nombre de Babs Johnson junto con su hijo y su obesa madre en una caravana, y recientemente ha sido nombrada como “la persona más inmunda del planeta” por una publicación local. Esto despierta la envidia y los celos del matrimonio Marble, quienes están dispuestos a hacer todo con tal de superar a Divine. Esta oda al mal gusto, la suciedad y la depravación en la que podemos “apreciar” escenas de canibalismo y hasta zoofilia, convirtió a Divine en todo un icono de la cultura trans en el mundo entero.


Viñetas

Revisamos grandes títulos del noveno arte

ALL-STAR SUPERMAN El Hombre de Acero en la cumbre Finbar | @FinbarFlynnXY

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s casi una suerte de tradición que DC Comics proponga esporádicamente reinterpretaciones de sus personajes para actualizarlos en sus filosofías, adaptarlos a nuevas realidades y presentarlos así a las nuevas generaciones que viven en sociedades muy distintas a aquellas en las que los personajes fueron concebidos, ya sea para incorporarlos a la continuidad regular de sus publicaciones o como historias autoconclusivas fuera del canon. Entre 2005 y 200&, DC Comics lanzó la iniciativa “All-Star” con el propósito de reinterpretar sus títulos más populares pero vistos a través de los ojos de los mejores y más reconocidos artistas y escritores del llamado noveno arte. Y aunque el proyecto no prosperó y dejó proyectos en el tintero como “All-Star Wonder Woman” y “All-Star Batgirl”, sí vieron la luz dos títulos imprescindibles en la historia de las viñetas: “All-Star Batman and Robin The Boy Wonder” de Frank Miller y Jim Lee, y “All-Star Superman” de Grant Morrison y Frank Quitely, éste último considerado como una obra maestra no sólo entre las historias del Hombre de Acero sino del mundo de los cómics en general. La narración abre con una misión experimental tripulada por el Dr. Leo Quintum

y su equipo de P.R.O.J.E.C.T que se dirige hacia el Sol pero es atacada por un monstruo creado por Lex Luthor; Superman llega y salva el día justo a tiempo con una nueva habilidad adquirida gracias a su cercanía con el Sol: proyectar y expandir su aura bio-eléctrica y con ella rescatar a la nave de la expedición. De regreso en la Tierra, el Dr. Quintum realiza varias pruebas a Superman para cerciorarse de su estado luego de su intensa exposición a la radiación solar, pero además de descubrir que los poderes del kryptoniano han aumentado radicalmente, también determina que las células que guardan su energía han colapsado por la sobreexposición radiactiva, haciéndolas incapaces de procesar tal cantidad de energía y provocando en él una suerte de enfermedad terminal con una esperanza de vida no mayor a un año. Descubriendo que éste fue un plan diseñado por la mente maestra de Lex Luthor —quien fue arrestado luego de la publicación de un revelador artículo del Diario El Planet—, Superman decide mantener en secreto su inminente muerte y pone en marcha un plan con doce labores superheroicas para proteger a la humanidad. La premisa de Superman enfrentando su propia mortalidad está inspirada en


Página 7 Recomendaciones literarias

ESTOS SON LOS DÍAS de Alberto Chimal una historia personal e íntima de la vida de Grant Morrison, pues poco tiempo antes había perdido a su padre a causa de un agresivo cáncer; una experiencia traumática que sublimó en el argumento del kryptoniano con las células afectadas y con poco tiempo de vida. Pero Morrison, además, rescata aspectos de Superman y de su universo que los cómics actuales del personaje muchas veces dejan de lado como si se avergonzaran de ellos y prefirieran olvidarlos por considéralos conceptos caducos; tal es el caso de la personalidad en extremo apocada y torpe de Clark Kent pero que resulta parte fundamental de la esencia del héroe, pues es esa otra cara que oculta la verdadera identidad del héroe y que permite la identificación con el público que puede sentir que todos en el interior poseemos un gran poder, un potencial inmenso que palpita aunque casi nadie lo note. La faceta del héroe como científico también es retomada en “All-Star Superman” bajo las claves de la ciencia ficción que dominaron sus historias de antaño, mostrando al kryptoniano como la eminencia científica que es y que se encuentra experimentando con tecnología y ciencia kryptoniana para proteger a la humanidad cuando él ya no esté.

Como en la legendaria “¿Qué pasó con El Hombre del Mañana” (1986) firmada por Alan Moore y dibujada por Curt Swan, los 12 números bimestrales que dieron forma a “All-Star Superman” tienen una base nostálgica y épica en su gran homenaje a las grandes historias del Último Hijo de Krypton y en su compromiso por indagar en terrenos poco explorados del personaje. De esta forma, con los inconfundibles trazos de Frank Quitely que retrataron al Hombre de Acero como nunca lo habíamos viso antes, y a través de personajes clave en la historia de Superman como Lois Lane, Jimmy Olsen, Bizarro, algunos sobrevivientes de Krypton, y por supuesto su némesis Lex Luthor, la historia de “All-Star Superman” es la cúspide de un héroe que, además de encarar su propia muerte de manera lenta y privada con el equivalente de un cáncer mortal, se entrega completamente a una misión para lograr sus últimos doce milagros en pos del bienestar de la raza humana, de la misma manera que el mismo Grant Morrison se refirió alguna vez a este proyecto como “la cúspide de su carrera como artista”.

Alberto Chimal (Toluca, Estado de México; 1970) es quizá la pluma más sobresaliente de la literatura fantástica y de ciencia ficción en el México contemporáneo, y ésta colección de cuentos dispuestos en siete grupos —un número que se repetirá en algunas de las breves narraciones— es una clara muestra de por qué el escritor y crítico literario español Jorge Carrión lo coloca como uno de los máximos representantes de estos géneros literarios en toda Iberoamérica. Una niña de inocente apariencia que oculta en su interior una maldad inenarrable, un autor que se ve acechado por centenares de sus personajes incompletos que le reprochan su responsabilidad por su desdichado destino y el cuerpo sin vida de una infante que atrapa la mirada morbosa de quienes la rodean tras su funesto destino, son los principales personajes de una breve obra que destaca su creatividad y autenticidad y que destilan una fuerte influencia de Jorge Luis Borges con un tono en el que prima la ironía y el absurdo de no querer ver que lo insólito es parte de nuestra cotidianidad, pero también con momentos de humor fino.


En el próximo número...

Nosferatu A 100 años del nacimiento del cine vampírico.


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