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Editor: Finbar Flynn Colaboradores: Pedro Arzillier Imelda Aguilera Taylor Petite Fruit Rafael Mejía Jessica Villarreal Silvia Ruvalcaba Siniestro Sexual Montag Diseño Editorial: Finbar Flynn Fotografías: Diversas fuentes de internet y proporcionadas por algunas distribuidoras. Celuloide Digital es una publicación mensual editada por amantes del séptimo arte sin ninguna finalidad de lucro. El contenido de los artículos es responsabilidad de sus autores. Las personas mencionadas, así como las marcas e imágenes utilizadas en la revista son utilizadas únicamente para fines editoriales, para ilustrar los artículos o noticias de los filmes, de los cuales sus derechos de autor pertenecen a las casas productoras de las cintas aquí mostradas y no se pretende infringir nungún derecho.
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n la cada vez más extensa lista de películas basadas en clásicos cuentos de hadas, el maestro francés Jean Cocteau se coloca como el genio creador de una de las mejores adaptaciones del papel al celuloide. En su versión de La Bella y la Bestia (La belle et la bête, 1946), la historia original sufre algunas modificaciones y presenta a un viudo mercader que, tras perder sus navíos en altamar, se encuentra al borde de la ruina junto con su familia: su hijo Ludovic -bebedor y apostador que tiene una cuantiosa deuda con su usurero-, y sus tres hijas, Felicie, Adelaide y Bella, siendo esta última explotada por sus hermanas, arrogantes y egoístas. Durante una noche, el mercader se pierde en el bosque y llega a un mágico lugar donde se encuentra un castillo cuyo jardín se encuentra repleto de hermosas rosas, por lo que decide cortar una para su hija Bella; pero al momento de desprender la flor, el Señor del castillo se hace presente para imponer un duro castigo: la muerte. Ante la imploración de piedad por la osadía, la Bestia le permite regresar a casa bajo la condición de proponer a una de sus hijas el pago de la condena en su lugar, dándole tres días de plazo para enviar a una de ellas o que regresar a asumir el castigo. Bella, sintiéndose culpable porque su padre corto la rosa para cumplirle su deseo de poseer una de esas flores, escapa hacia el castillo, pero al verla, el amo del mágico reino se enamora de ella. 07
Esta versión de La Bella y la Bestia es considerada como una obra maestra que, a casi seis décadas de haber visto la luz, no ha podido ser superada por otras reinterpretaciones del cuento de la escritora francesa Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. La importancia de la versión de Cocteau ha sido tal, que las adaptaciones cinematográficas y televisivas más importantes que se han hecho desde ese entonces han tomado como referencia a la Bestia de esta cinta y no a la original representada en el material impreso -donde se describe con cabeza de jabalí y pezuñas-. En la película del cineasta francés se opta por una especie de león antropomórfico que se estableció involuntariamente como la representación estándar del personaje desde mediados de los años 40 hasta hoy en día; como prueba de ello, sólo hace falta recordar las estilizadas felinas representaciones que se han presentado en la animada versión de Disney de 1991, en la muy reciente adaptación por parte de Christophe Ganz y protagonizada por Vincent Cassel y Léa Seydoux, así como en la serie de televisión ochentera protagonizada por Ron Perlman y Linda Hammilton. 08 96
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Además de establecer un referente en la apariencia de la Bestia, y a pesar de la inocencia e ingenuidad que caracterizaba a la época en la que se realizó la cinta, la propuesta de Cocteau se mantiene inamovible como la mejor y más compleja representación en pantalla de esta inimaginable relación que se apoya en el seductor trabajo actoral de los protagonistas Josette Day (Bella) y Jean Marais (Bestia). En un ocasión en la que a Bella le es permitido salir del castillo para visitar a su agonizante padre, ésta es engañada por sus hermanas y decide no regresar junto a Bestia, traición que la pondrá en un gran dilema y la hará cuestionarse la elección entre dos mundos cuyos destinos le son desconocidos; mientras tanto, Bestia sufre la agonía en la soledad de su castillo y enfrenta los instintos de su animalidad contra los sentimientos y emociones de su humanidad, todo ello con un estilo visual en el que se entrelazan con elegancia y sutilidad el surrealismo y el expresionismo. La Bella y la Bestia es un cuento de hadas trasladado a la pantalla con gran cuidado tanto en su forma -exquisita puesta en escena en la que destaca la fastuosidad de sus escenografías, los estupendos efectos visuales, la mágica partitura de George Auric y el magistral uso de la cámara lenta en la secuencia donde Bella entra al castillo por primera vez- como en su fondo -sensible al rescatar la esencia del cuento tradicional original sobre el triunfo del amor sobre lo material. Más que una extraordinaria adaptación de un clásico infantil, se trata de una poética e imprescindible obra maestra de la cinematografía mundial que nos regresa la creencia en la magia de la infancia.
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uatro de los cinco largometrajes que el director quebequense Xavier Dolan ha realizado hasta la fecha han sido estrenados en Cannes, y por el último de ellos -la que hoy nos ocupa: Mommy (2014)- se llevó el Premio del Jurado en un peculiar empate con la leyenda viva Jean-Luc Godard y su más reciente trabajo, Adiós al Lenguaje (Adieu au langage, 2014). Con tan sólo veinticinco años y más de treinta premios internacionales, este enfant terrible se ha convertido en una de los directores más auténticos de la escena cinematográfica mundial y en el director canadiense más reconocido del momento. Como lo señala una leyenda al principio del filme, éste tiene lugar en una Canadá ficticia donde el nuevo gobierno ha propuesto un cambio a la Ley de Salud en cuyas reformas se estipula que aquellos padres de menores de edad con severos trastornos de comportamiento que puedan poner en riesgo la integridad propia o de otras personas, puedan ahora dejarlos al completo cuidado de hospitales psiquiátricos del gobierno sin mayores trámites burocráticos que el de su firma un papel; en este entorno social conocemos a una madre cuyo caso está directamente ligado con estas nuevas reformas. Así nos presentan a Diane 'Die' Després (Anne Dorval) y su conflictivo hijo adolescente Steve (Antoine-Olivier Pilon), quien tras provocar un incendio que dejó como víctima con quemaduras severas a otro jovencito, acaba de ser expulsado del último instituto psiquiátrico en el que se encontraba internado. Ahora, Diane, una mujer madura que se niega a aceptar el paso del tiempo y se empeña en vestirse y hablar como si aún estuviera en sus veintes, tiene que buscar un nuevo trabajo y hacerse cargo de la educación y cuidado de su hijo que ha sido diagnosticado con hiperactividad, déficit de atención y problemas extremos de temperamento. A esta complicada dinámica familiar se une la nueva vecina Kyla (Suzanne Clément), una profesora que se encuentra en un año sabático tras haber enfrentado una fuerte pérdida que le provocó una crisis y problemas de tartamudez. 15
Mommy es una pieza fílmica con una gran carga emotiva en la que Dolan retoma como tema central las conflictivas relaciones materno-filiales, convirtiéndose así en una suerte de extensión discursiva de su ópera prima Yo maté a mi Madre (J'ai, tué ma mère, 2009), filme con el que guarda varios paralelismos: la ausencia y anhelo de una figura paterna, Anne Dorval interpretando a las madres de ambas cintas, Suzanne Clement apareciendo también en ambos trabajos como maestra/tutora que interviene en la dinámica y que sirve como red de seguridad para el difícil trato entre la madre y el irascible hijo adolescente, etc.. La cinta tiene como protagonistas a este trío de personajes profundamente dañados emocionalmente y el quebequense expone su desconcierto y agobio a través de la fotografía de André Turpin y del perpetuamente sofocante formato 1:1 -una pantalla cuadrada-. La fotografía y su cuidada paleta de colores logran crear momentos de gran intimidad, de cercanía, de complicidad y de cariño entre los personajes, como esa inmejorable secuencia en la que el trío canta/baila On ne change pas, de Céline Dion, o la escena donde 'Die' y Kyla beben, comen, bromean y ríen -"la vida es como el póquer: si no tienes un buen par, ¡ya valiste!"- en un ambiente de calidez al interior del hogar mientras se avecina una tormenta que ya ha puesto al mundo exterior en penumbras; contrastes como estos abundan en este filme de irreprochable factura. Y si en Tom en el granero (Tom à la ferme, 2013), ya había experimentado con la pantalla que oprimía momentáneamente al protagonista dominado por su ex cuñado en el filoso campo de maíz, aquí Dolan mantiene encerrados a sus protagonistas durante el 95% del total del metraje, tan sólo para darles -y darnos- un respiro en dos momentos clave de la trama: 1) A la mitad de la cinta, cuando las cosas comienzan a pintar mejor para todos los miembros de este triángulo emocional que se convierte en una suerte de nueva familia sui generis en la que cada uno sirve de apoyo para el otro; en ese momento, el entrañable Steve, montado sobre su patineta, abre con sus manos la toma de un claustrofóbico 1:1 a un glorioso 1.85:1 y con Wonderwall de Oasis como vibrante banda sonora de fondo. 2) Previo a un evento devastador en la trama, existe una conmovedora fantasía musicalizada por Experience de Ludovico Einaudi, en ella Diane es testigo de la vida que jamás conocerá. Ahondando en la banda sonora, en esta ocasión nos encontramos con una curaduría bastante peculiar, puesto que es la selección de temas pop menos 'selecta' y la más 'ordinaria'; sin embargo, es también la conjunción musical más nostálgica y cuyos tracks mejor han funcionado como reflejos emocionales de sus protagonistas, como White Flag de Dido, Colorblind de Counting Crows, Vivo per lei de Andrea Boccelli o Born to Die de Lana del Rey; todas parecen haber sido creadas para sus respectivas secuencias dentro del filme. Mommy es un trabajo que transpira madurez en cada fotograma, es la cinta de Dolan más depurada tanto en su estilo como en su discurso, ya que a pesar de mantener los tintes autobiográficos que han estado presentes desde el primero de sus trabajos, aquí éstos son manejados de una manera más sobria y elegante, dejando de lado los excesos visuales para centrarse en la trama que parte de una manera casi anecdótica para transformarse en un complejo retrato universal sobre el apego emocional, la figura materna y la familia. Estamos frente a otra muestra del amplio conocimiento del lenguaje cinematográfico del director con el que demuestra el porqué es considerado el cineasta canadiense más valioso del momento. Imprescindible.
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uando un actor decide aventurarse detrás de la cámara, este es juzgado con mayor ferocidad que quien desde sus inicios se presenta meramente como cineasta, y en muchos casos se califica a sus trabajos como pretenciosos, poco originales o propuestas bastante cuestionables (por decir lo menos). Uno de los casos más sonados el año pasado fue el del célebre actor Ryan Gosling (Only God Forgives, Blue Valentine, The place beyond the pines, y un largo etc.), quien presentó en el Festival de Cannes -como parte de la sección Una Cierta Mirada (Un Certain Regard)- su ópera prima, Lost River, la cual levantó expectativas tan elevadas que la decepción estaba casi asegurada; finalmente se desató una ola de comentarios negativos e incluso ofensivos sobre su incursión como director. Y es que, siendo completamente sinceros, la película de Gosling abusa de las referencias/homenajes hacia el cine de directores que ha admirado (David Lynch, Mario Bava, Gaspar Noé) y de con quienes ha trabajado (Nicolas Winding Refn, Derek Cianfrance), pero esto no logra ocultar que la película tiene una historia escrita por el mismo Gosling- con autenticidad y personalidad propia que logra sostener por sí sola al filme y que da muestras de tener como responsable a un director en ciernes con gran ingenio y dispuesto a arriesgarse. Lost River transcurre en un pueblo fantasmal donde la crisis económica y los fallidos planes gubernamentales para el desarrollo de la localidad han hecho casi imposible la supervivencia; un poblado que, según cuenta una leyenda, está bajo un hechizo desde que el río devoró parte de la ciudad que ahora se encuentra bajo el agua y donde habita un dragón; la única forma de romper el hechizo es adentrarse en ese mundo subacuático y traer una pieza del fondo a la superficie. En este espectral escenario se desarrolla la trama conformada por dos historias paralelas que convergen esporádicamente a lo largo del filme y que finalmente se fusionan en el desenlace. Billy (Christina Hendricks) es una madre que debe sacar adelante a sus dos hijos, el adolescente Bones (Iain De Caestecker) y el pequeño Franky (Landyn Stwart); ante la imposibilidad de pagar la hipoteca y el inminente desalojo y de-
molición de su hogar, Billy se ve obligada a adentrarse en el oscuro mundo de un misterioso club de fetichismo gore manejado por el lascivo Dave (Ben Mendelsohn). Bones, el personaje central de la otra trama principal, un joven enamorado de su vecina Rat (Saoirse Ronan) y que busca ayudar económicamente a su madre robando cobre de los inmuebles abandonados para después venderlos al chatarrero de la comunidad, pero que se ve amenazado por un violento vándalo que se hace llamar Bully (Matt Smith)y que se proclamado amo del pueblo. Esta sencilla trama -bifurcada durante gran parte del metraje- se presenta como un enrarecido y violento relato de príncipes pobres y huérfanas princesas, de sádicos dragones y sátiros gigantes, de magia negra y luminosa hechicería. Un relato enmarcado por la excelsa composición fotográfica de Benoît Debie con la que Gosling ha decidido apoyarse para la creación de surrealistas atmósferas lynchianas y sórdidas postales neon con el alma de Winding Refn. Es por ello que posiblemente se le pueda reprochar a Gosling la poca originalidad estética de su debut cinematográfico (aunque ¿quién es original realmente?), pero que es imposible recriminarle alguna falta de valentía en su propuesta, pues Lost River es una cinta completamente arriesgada y fuera de los cánones del cine comercial. Sí, Gosling comete el error de recubrir su ópera prima con sofisticadas referencias de grandes realizadores, pero bajo ellas está presente una historia muy personal y auténtica; el resultado final es una propuesta visual y sonoramente sugerente que en ningún momento pierde el hilo conductor y desarrolla con precisión un bizarro cuento de 95 minutos con una voz propia, una voz que quizá en esta ocasión se presente muy débil y se pierda entre su indiscutible poderío visual, pero que al igual que ha pasado con el también canadiense Xavier Dolan, en sus futuros proyectos irá dejando de lado el influjo de sus grandes mentores del cine para encontrar una voz propia. Lost River es un certero debut que deja ver un futuro prometedor para su artífice al que la prensa ha menospreciado de una manera injusta. 18 96
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esde que tengo memoria, siempre he tenido hemorroides". Con estas palabras se presenta ante nosotros Helen Memel, la interesante protagonista de Zonas Húmedas (Feuchtgebiete, 2013), de David Wnendt, adaptación del best-seller homónimo de Charlotte Roche, y con esa simple frase nos permite darnos una idea del tono que tendrá esta comedia alemana que causó controversia en Sundance el año pasado por su contenido demasiado explícito. Pero seamos sinceros: es verdad que la película sí contiene imágenes que pueden incomodar a cierto sector del público (a ese que se mueve bajo la bandera del conservadurismo más arraigado y que en la gran mayoría de los casos actúan guiados por una doble moral), pero también es verdad que no son escenas extremas gratuitas que trasgredan la frontera del mal gusto. Zonas Húmedas es la historia de Helen, una extrovertida chica que, como todo hijo de pareja separada, tiene una sola misión en la vida: volver a unir a sus padres divorciados. Pero en medio de esta odisea, la adolescente llega al hospital por haberse reventado una hemorroide mientras se depilaba, por lo que tendrán que someterla a una operación; en el transcurso de su estadía previa a la operación la vamos conociendo más a fondo a través de distintas y originales anécdotas a manera de flashbacks en las que atestiguamos cómo el carácter siempre temeroso y frágil de su madre (obsesionada con la limpieza de su zona vaginal y siempre desconfiada de las 21
personas) dejó huella en su personalidad y la transformó en una chica en total rebeldía anti-higiénica. Carla Juri, encargada de dar vida a Helen, lleva el completo peso de la película sobre sus hombros y lo soporta de una manera extraordinaria al aparecer en prácticamente cada escena de la película; la actriz suiza borda un personaje complejo y, aunque en un principio se puede ver como una protagonista desagradable por sus costumbres higiénicas y sexuales, conforme la trama avanza la vamos conociendo más a fondo, y ya en la recta final podemos realmente considerarla entrañable. Helen busca provocar reacciones, le encanta ser el centro de atención y decir cosas que nadie más se atreve o que a nadie más se le habrían ocurrido, es una chica obsesionada con los fluidos vaginales y anales, que no teme probar ninguna experiencia sexual que involucre su zona vaginal y rectal (como masturbarse con diversos vegetales) o fantasear con recibir una pizza sobre la que varios hombres hayan eyaculado previamente. Zonas Húmedas es para un público con un (muy) amplio criterio, es una película temáticamente arriesgada, visualmente poderosa y argumentalmente encantadora, tras cuya bandera de película provocadora se encuentra una historia interesante y entrañable sobre las heridas que dejan las relaciones matrimoniales malogradas tanto en la pareja que finaliza la relación como en los hijos, es una cinta que habla sobre la búsqueda de la felicidad y del amor de una manera muy poco convencional.
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élanie Laurent fue catapultada a la fama internacional por su papel de Shosanna en la extraordinaria Inglorious Basterds (2009), de Quentin Tarantino, aunque para ese entonces ya había participado en varias películas europeas y había llamando la atención de los críticos, recibiendo varios reconocimientos por su trabajo. Dos años después descubriríamos también su talento musical con su primer disco, En t'attendant, en el que participó con el cantante Damien Rice; ese mismo año nos enteramos que como directora era también bastante competente y presentó su ópera prima, Les Adoptés, la cual también protagonizó al lado de Marie Denarnaud y Denis Ménochet. Con Respira (Respire, 2014), su segundo largometraje, confirma que tras la cámara tiene una prometedora carrera. La película es una adaptación libre de la novela homónima de Anne-Sophie Brasme, y explora la intensa y peligrosa relación de amistad entre dos jóvenes adolescentes -y el despertar sexual de una de ellas- en Francia. Charlie (Joséphine Japy) es una chica de 17 años que padece asma y que, a pesar de ser una buena estudiante y tener a su grupo cercano de amigos en el colegio, vive desilusionada por su situación familiar y los problemas maritales que enfrentan sus padres, quienes se separan y se reconcilian constantemente, una situación que parece estar transformándose en una malsana costumbre. Sarah (Lou de Laâge) es la chica nueva en el colegio, una adolescente guapa, sensual y atrevida, todas las cualidades que Charlie siempre ha querido tener. Entre ambas se establece una amistad que irá creciendo y fortaleciéndose hasta convertirse en algo más, una relación que los secretos y las mentiras irán transfiguran-
do en algo trágico, algo que nos permiten intuir desde una de las primeras clases en el colegio donde hablan de los vicios y las virtudes de la pasión según Nietzsche, de su carácter liberador pero también (y sobre todo) esclavizante. El segundo trabajo de Laurent tras la cámara resulta verdaderamente remarcable, es con maestría narrativa (apoyada por la lente prodigiosa de Arnaud Potier y el score de Marc Chouarain) que crea atmósferas frías y sofocantes para colocarnos al frente de esta profunda relación de amistad que se transforma, poco a poco, en algo más íntimo pero también más peligroso. El ritmo pausado nos permite acompañar íntimamente a estas nuevas amigas en su gradual acercamiento emocional, sobrellevando sus respectivos problemas familiares: Charlie no soporta que su madre siempre perdone a su padre abusivo y violento -"¿por qué siempre lo perdonas?", pregunta finalmente la retraída adolescente, "porque no sé hacer otra cosa", responde resignada su madre-. Por su parte, Sarah dice sentirse agobiada por el distanciamiento físico y emocional de su madre, aunque su realidad sea mucho más grave que un simple desapego materno-filial. A las chicas las vemos ayudarse mutuamente de cierta manera, y entonces, Laurent también nos permite una mirada cercana al paulatino resquebrajamiento de la relación cuando atestiguamos la codependencia de Charlie hacia Sarah, y cuando los abusos psicológicos de Sarah hacia Charlie también se dejan ver. Esta tóxica relación se logra gracias al formidable trabajo de las dos chicas protagonistas, cada una haciendo propio su rol de una manera sorprendente, tanto Joséphine Japy en su papel de la introspectiva y frágil Charlie, como Lou de Laâge en22
carnando a Sarah, entregan una trabajo potente, con bríos, pero también con una ternura desbordante que nos recuerda inevitablemente a esa otra gran pareja fílmica de la cinematografía francesa contemporánea que supuso la dupla de Adèle Exarchopoulos y Lèa Seydoux de 'La Vie d'Adele' (2013). Cada secuencia de la película es testimonio de que la polifacética Laurent es poseedora de una gran sensibilidad y una envidiable destreza narrativa; para corroborar esto no hace falta más que revisar el plano secuencia que sigue a Sarah a casa, el cual es transformado poco a poco en un travelling, para luego permanecer finalmente como una toma fija que descubre la opresiva realidad del entorno familiar en el que vive la adolescente y que propicia el giro que se presenta en la trama en su tercer acto. Respira es una cinta que se va cocinando a fuego lento, que comienza de una manera pausada, que se toma su tiempo para diseccionar el tema de la amistad adolescente y la inmadurez emocional para, entonces, transmutar en un demoledor tratado sobre las relaciones codependientes a través de estos personajes de carne y hueso que se complementan pero que también, en esencia, no sólo se repelen, sino también se destruyen. Un trabajo sobresaliente que va más allá de explorar la amistad en esta particular etapa de la vida, sino que estudia la pasión y la violencia reprimida que invariablemente terminará por estallar. El resultado es una propuesta de alta sensibilidad artística, una película íntima, inteligente, desequilibrada, arriesgada y emocionalmente rebosante que aunque se deja evidenciar su desenlace, éste no deja indiferente a nadie.
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ras el mancillar despiadado que ha sufrido el cine vampírico con las infames 'modernizaciones' y 'reinterpretaciones' edulcoradas de esa mítica y oscura figura del no muerto -entiéndase Crepúsculo y todos sus derivados-, es siempre gratificante y estimulante toparse con propuestas frescas que, si bien también trasladan la mítica creatura a un contexto contemporáneo, lo hacen sin olvidar su inherente espíritu melancólico, así como su perfil sombrío y sanguinario. Ya en 2012, el director irlandés Neil Jordan (Entrevista con el Vampiro, Juego de Lágrimas) nos ofreció Byzantium, un drama de fantasía y horror protagonizado por Saoirse Ronan, Gemma Arterton, Caleb Landry Jones y Sam Riley, que jugaba hábilmente con los elementos del vampirismo y construía una totalmente nueva cosmogonía respecto al mito vampírico. Ahora, el no menos importante realizador estadounidense Jim Jarmusch (Ghost Dog, Broken Flowers) escribe y dirige su muy particular visión del vampirismo a través de los dos personajes centrales que son tan disímiles como complementarios: Adam y Eve. La pareja protagonista de Only Lovers Left Alive, interpretada de manera extraordinaria por Tom Hiddleston y Tilda Swinton, son dos milenarias criaturas vampíricas que se reencuentran tras un largo periodo de separación, y descubrimos con ello cómo a lo largo de tantos siglos nunca se han dejado de amar y conforman una pareja que se complementa a la perfección -lo que a uno le sobra, al otro le falta y viceversa-. El reencuentro se suscita cuando Adam, músico que se desenvuelve sigilosamente en la escena underground de Detroit, se
ve sumido en una gran depresión, asqueado por 'vivir' en un mundo plagado de zombies -como les llaman a los seres humanos- que han guiado a la humanidad por un camino de vacío existencial, llegando incluso a la conclusión de que lo mejor sería terminar con su existencia vía una bala de madera finamente detallada que le ha conseguido Ian (Anton Yelchin), su único '¿amigo?' y contacto con la decadente sociedad humana. Ante el sufrimiento de Adam, Eve, quien vive en Tánger -al norte de Marruecos-, decide ir en su ayuda; pero lo que ninguno de los dos espera, es que su encuentro sea interrumpido por Ava (Mia Wasikowska), la indeseable e insoportable hermana menor de Eve. Gracias a la sencillísima premisa, que se ve apoyada por la soberbia fotografía de Yorick Le Saux que logra crear -con gran elegancia- atmósferas llenas de una pesimista melancolía y por el versátil conjunto de música que conforma su banda sonora -háganse un favor y descárguense el soundtrack ya-, Jim Jarmusch ofrece una de las mejores películas de las que se tenga memoria en este tan sobajado subgénero. Destaca el cadencioso ritmo de la cinta, la narrativa trepidante de otras películas de vampiros que apuestan más por la acción, da paso aquí a una historia lánguida, pausada, más preocupada por adentrarse en el oscuro y abrumado mundo de la mente vampírica que en su distintiva afición por la hemoglobina, una afición que por cierto, han tenido que manejar con moderación por dos razones: principalmente porque entregarse completamente a sus instintos para satisfacer su sed de sangre humana supondría una actitud retrograda en su ya muy avanzada 25
naturaleza vampírica, y también, porque al igual que la humanidad, la sangre es una sustancia que se ha ido degradando y corrompiendo a la par que la sociedad. Only Lovers Left Alive es una de las experiencias sensoriales más estimulantes que nos ha ofrecido el cine -y no sólo el de vampiros- en los últimos años, un filme que dinamita lo antes establecido en el subgénero vampírico y construye un nuevo universo en torno al tándem protagónico: Él, sombrío y depresivo. Ella, luminosa y optimista. Ambos se buscan, se encuentran, escuchan música, dialogan, beben sangre pura -en pequeñas copas, como debe ser, porque tampoco son bestias- y hacen el amor como semidioses, porque tampoco son cualquier efímero y mortal ser humano-. Es una cinta rica en metáforas que, con un humor muy negro, juega, se burla y se divierte con los tópicos que comúnmente se asocian al vampirismo, como la bendición/maldición de la inmortalidad, tema esencial que funciona como detonante de la profunda depresión de Adam ¿Qué tanto habrá vivido el vampiro en esos miles de años que lleva sobre la Tierra? Imaginar la respuesta deprimiría a cualquiera. La propuesta de Jarmusch no es la típica cinta de vampiros, ésta se aventura a rescatar el honor del subgénero y devolverle su dignidad, lo cual logra y con creces, pues no sólo logra fabricar una de las mejores cintas vampíricas de la historia, sino una de las mejores de los últimos años. Romántica, hipnótica, estimulante, extraña y poética. Así es la visión vampírica de Jarmusch.
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na extraña alegoría canina sobre la intolerancia y la discriminación racial fue la inesperada ganadora del premio Un Certain Regard (Una cierta mirada) este año en el Festival Internacional de Cine de Cannes y es la elegida por Hungaria como su candidata para los premios Oscar como Mejor Película Extranjera. Hagen y Yo (White God/Fehér Isten; 2014), dirigida por Kornél Mundruczó y escrita en conjunción al lado de Viktória Petrányi y Kata Wéber, sigue a Lili (Zsófia Psotta), una adolescente que intenta sobrellevar la separación de sus padres con la ayuda de su mascota y mejor amigo Hagen (los hermanos Body y Luke). Lili, que toca la trompeta en una academia de música y está próxima a participar en un anticipado concierto, se tiene que mudar al departamento de su padre Dániel (Sándor Zsótèr), pero hay una ley recién aprobada que ha establecido un nuevo impuesto para poder mantener en casa a perros de razas no puras y algunos vecinos del edificio han comenzado a esparcir falsos rumores de ataques del perro para que lo saquen del inmueble. En un arranque de ira y desesperación, el padre de Lili abandona a Hagen en la carretera y el filme da un giro radical en cuanto a la trama y su tono, combinando varios géneros y no logrando resultados favorables en todo momento. Desde que Hagen queda a su suerte en la calle, la trama se enfoca principalmente en su odisea, en su búsqueda de supervivencia, y finalmente, en una muy numerosa rebelión canina. Hagen se une a una jauría de perros callejeros y debe escapar constantemente de los trabajadores de la perrera municipal en vertiginosas secuencias emparentadas con Corre Lola Corre (Lola Rennt; 1998) de Tom Tykwer; el perro logra escapar pero es capturado por un hombre que lo vende a unos hombres que lo entrenan como perro de pelea, cambiando con ello su comportamiento natural y convirtiéndolo en un animal violento y sanguinario. Hagen escapa del lugar de peleas clandestinas tan sólo para ser capturado y llevado a la perrera municipal, la cual se ha llenado rápidamente en los últimos días por el 27
creciente número de perros cruzados que han sido abandonados por sus dueños incapaces de cubrir el nuevo impuesto a los perros de razas impuras. En el lugar, Hagen descubre que sacrificarán a la mayoría de perros para evitar el sobrecupo en la perrera y decide escapar, iniciando con ello una revuelta que se convierte pronto en una revolución perruna de toda la ciudad, liderada por este extraño antihéroe canino, emprendiendo una venganza despiadada contra la raza humana que los traicionó y golpeó. Hagen y Yo / White God es un excéntrico ejercicio alegóricamente interesante que remite a Al Azar, Baltazar (Au hasard Balthazar; 1966) de Bresson en sus dos primeras partes, mientras que en el tercer acto nos evoca a Los Pájaros (The Birds; 1963) de Hitchcock y a El Planeta de los Simios (R)evolución (Rise of the Planet of the Apes; 2011) de Rupert Wyatt. En una extraña mezcla en pantalla entre el cine emotivo de Steven Spielberg, como la lacrimógena Caballo de Guerra (War Horse; 2011), con los thrillers de horror animal escritos por Stephen King, como Cujo (1983) de Lewis Teague, algunas de las metáforas no salen del todo bien libradas y son plasmadas de una manera un tanto obvia y burda, hay secuencias de suspenso y horror que no están del todo conseguidas, resultan tan exageradas que en verdad no pueden ser tomadas en serio (y el trabajo de edición tan poco riguroso no ayuda en nada). A pesar de contar con secuencias visualmente asombrosas (sobre todo esa escena con la que abre la cinta en donde cientos de perros persiguen a una jovencita en bicicleta por las calles desiertas), la mayoría terminan por ser inverosímiles y fuera de tono, o tal vez sea que no hay en realidad un tono definido en el filme, sino que resultan desdibujadas las líneas que marcan los límites entre el drama, el misterio, el terror y, ocasionalmente, la comedia e incluso la sátira, dando como resultado un filme que enrarecidamente combina varios géneros y por momentos llega a ser desconcertante, aunque no en el buen sentido.
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ino, un ambicioso agente inmobiliario, conoce a Giovanni Bernaschi, el millonario padre de Massimiliano, el novio de su hija Serena, y al instante en que se entera que éste está creando un fondo de inversión con un presumible 40% de interés anual, no duda en querer entrar como socio en el negocio; no obstante, la crisis europea impedirá que los planes tengan buenos resultados. Carla es la esposa de Giovanni, e intenta salir de su rutinaria existencia como la simple esposa del millonario a través de la restauración de un viejo teatro, con lo que también busca revivir la emoción de sentirse útil, activa, como cuando era actriz durante su juventud; el director artístico de la sociedad con la que busca levantar de nuevo el teatro, le ofrece esa tan anhelada oportunidad. Serena pone fin a su noviazgo con Massimiliano, aunque no quieren contárselo a sus padres y fingen seguir juntos; mientras tanto, un misterioso chico llamado Luca, entra inesperadamente en la vida de Serena, pero su turbio pasado e inestabilidad jugarán en su contra. Esta triada de sencillas anécdotas se entretejen para conformar un complejo retrato social en la nueva película del italiano Paolo Virzì, El Capital Humano (Il Capitale Umano, 2014), pues gracias un cuidado trabajo de guión, construye personajes multidimensionales de moral y ética cuestionables, a la vez que la estructura narrativa permite guardar varios giros imprevisibles en la historia que detona y gira entorno a un accidente de tránsito ocurrido en una solitaria carre-
tera durante la víspera de Navidad. Esta libre adaptación de la novela Human Capital de Stephen Amidon -publicada en 2004- se presenta con una narrativa fragmentada no lineal a través de cuatro capítulos. Dino, Carla y Serena son los tres protagonistas que dan nombre a los respectivos episodios en los que la historia se nos cuenta desde el punto de vista de cada uno de estos personajes, mientras que el cuarto apartado da nombre al filme y sirve como una suerte de epílogo que termina por atar los cabos de esta historia en forma de bizarro thriller tragicómico. El Capital Humano es un rompecabezas que se conforma por piezas críticas hacia la civilización occidental -la sociedad italiana y su crisis económica sólo sirven como microuniverso para hablar de un caso universal- a través de personajes de diferentes niveles socioeconómicos que vagan entre el patetismo, la ambición y la mezquindad. Una galería de talentosos actores -sobresaliendo Valeria Bruni Tedeschi como Carla, y Fabrizio Bentivoglio como Dino- dan vida a los variopintos personajes de este filme coral de suntuosa e inmaculada puesta en escena sobre las codiciosas sociedades cimentadas en las apariencias que ven en la vida humana un valor de cambio más, sobre los logros financieros en el capitalismo como única forma válida de éxito, y sobre la volatilidad de la ética y la moral; El Capital Humano posee una premisa muy adecuada para nuestros tiempos que es importante revisar a la brevedad. 28
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l afamado cineasta de origen armenio, Atom Egoyan, ha venido ofreciendo decepción tras decepción con sus últimos trabajos; el último filme decente que le conocimos fue la estupenda Adoración (Adoration, 2008) y de eso ya han pasado siete años. Cautiva (The Captive; 2014), su más reciente propuesta, no es la excepción en esta estela de mediocridades que ha resultado esta última etapa de su carrera. La trama de este melodramático thriller se mueve en torno a la misteriosa desaparición de una pequeña niña llamada Cassandra (Peyton Kennedy), abducida de la camioneta de su padre Matthew (Ryan Reynolds) en donde esperaba a que éste regresara de comprar comida para llevar en un restaurante a la orilla de una solitaria carretera de Ontario. Echando mano de su recurrente fragmentación narrativa, el guión de la película da constantes saltos en el tiempo para dar muestra de lo sucedido con la ya casi adulta Cassandra (interpretada ahora por Alexia Fast): su cautiverio de ocho años bajo la estricta vigilancia de un hombre llamado Mika (Kevin Durand) que la obliga a hacerse amiga de niñas a través de videochats para concertar citas en las que éstas serán abducidas como ella lo fue en su momento. Además, se aborda la búsqueda personal de su padre Matthew y la investigación oficial de la policía por parte de dos detectives: Nicole (Rosario Dawson) y Jeffrey (Scott Speedman). 31
En esta ocasión, el rompecabezas narrativo de Egoyan resulta completamente ineficaz y hasta tedioso, pues prematuramente revela datos que impiden que se construya la tensión requerida en un thriller de una manera adecuada para mantener al público expectante de lo que deparará la trama; muy pronto en la historia se revela la identidad del captor de Cassandra, así como el papel de ella en esta organización de pedofilia cibernética; la investigación criminal, por su parte, se aborda de manera torpe y burda, además que los personajes están completamente desdibujados y sus acciones resultan incomprensibles, absurdas o ridículas (a veces todo al mismo tiempo), un craso error que se ve magnificado por las endebles interpretaciones de todo el reparto. Ni siquiera la impecable elegancia de su factura técnica con la sobresaliente fotografía de Paul Sarossy pueden mantener a flote una película cuyo guión hace agua por todos lados (la inverosimilitud permea en cada minuto y posee el final más anticlimático en años recientes); la impronta del responsable de grandes obras fílmicas como Dulce Porvenir (The Here Sweetafter, 1997) o Exótica (Exotica, 1994) brilla por su ausencia. Cautiva es un desastre fílmico condenado a caer en el olvido.
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e dice que todos somos ciudadanos del mundo, pero desafortunadamente las barreras las ponemos nosotros como países y sociedad en general. La inmigración no es un asunto exclusivo de nuestros vecinos del Norte, Europa cuenta igualmente con ese problema, Grecia en este caso específico. Millones de personas no son consideradas como ciudadanos legítimos, ni 'merecedores' de vivir en ese país sólo porque sus raíces son diferentes, a pesar haber nacido, crecido, hablar el mismo idioma, y prácticamente llevar la mismas costumbres; a éstos se les obliga a vivir como extraños en su propia tierra. Cinco años después de su aclamada Strella (2009), Panos H. Koutras, uno de los principales representantes de cine griego en la actualidad, regresa para presentarnos su proyecto más ambicioso y difícil de realizar: Xenia (2014), filme que pudo ser estrenado con éxito en el pasado Festival de Cannes en la sección Un Certain Regard (Una Cierta Mirada). Esto supuso una gran satisfacción para el director ya que la producción sufrió de varios contratiempos que estuvieron a punto dejar inconcluso el proyecto por falta de apoyo económico por parte de la compañía que la producía, la cual tuvo que cerrar sus puertas dejando al proyecto suspendido en el limbo. Afortunadamente encontró apoyo de productoras francesas y belgas que ayudaron a concluir el proyecto. Koutras eligió como protagonistas a Kostas Nikouli y Nikos Gelia, dos jóvenes actores no profesionales que brindan frescura y naturalidad a la cinta. Ellos interpretan respectivamente a Danny y Odysseas, dos hermanos que se
reúnen a raíz de fallecimiento de su madre, una cantante de sangre albanesa. Solos y con escasos recursos para sobrevivir, se ven en la necesidad de buscar a la vez su propia identidad; para ello emprenden un viaje en busca de su padre biológico, que si bien nunca los procuró ni se interesó por ellos, ahora les podría servir de gran ayuda para que por fin haga algo por su progenie: darles su reconocimiento como hijos legítimos y así facilitarles el derecho a obtener de su nacionalidad. Al mismo tiempo, los hermanos tratan de conseguir un mejor futuro, decidiendo inscribir a Odysseas, que heredo el talento de su madre para cantar y a la que le prometió buscar la fama, a uno de esos conocidos programas que buscan a la nueva estrella de la música griega. El camino se complica en gran parte por lo infantil e impulsivo que es Danny, quien con sus acciones y el simple hecho de ser homosexual hacen toda una odisea esta búsqueda en una Atenas violenta e intolerante hacia lo que ellos consideran diferente. Por tocar el tema de la homosexualidad, Xenia ha sido etiquetada como cine gay, pero creo sería injusto encasillarlo sólo bajo esa etiqueta, pues el trabajo de Koutras va mucho más allá de pertenecer a esta categoría. Xenia es un ensamble de diferentes géneros cinematográficos que van desde el cine de denuncia hasta la comedia musical, el exceso de temas que quiere abordar en la trama termina por dejar muchos cabos sueltos, pero al final, y a pesar de esto, el resultado es satisfactorio. Xenia es una peculiar road movie llena de denuncia social, historias de familia, búsqueda de identidad y amor por la música (italiana, sobre todo). 32
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a infravalorada directora Kelly Reichardt tiene tan sólo cinco largometrajes en su carrera cinematográfica iniciada hace ya dos décadas con River of Grass allá por el cada vez más lejano 1994. Con Radicales (Night Moves, 2013), la cineasta estadounidense vuelve a demostrar su conocimiento de la narrativa cinematográfica y su talento que, en esta ocasión, explota dentro de los terrenos del suspenso a través de un intimista thriller sobre el terrorismo ecológico y la culpa, el miedo y el desconcierto que se apodera de los protagonistas cuando sus acciones devienen en inesperados y trágicos sucesos. La trama gira en torno a Josh (Jesse Eisenberg), Dena (Dakota Fanning) y Harmon (Peter Sarsgaard), un trío de radicales ambientalistas que planean dinamitar una planta hidroeléctrica como extremo reclamo ante el implacable daño ecológico que el imperio capitalista pretende disfrazar como progreso social en una apartada comunidad. Radicales está dividida en dos partes bien definidas: la primera se centra en las estrategias del trío protagónico para planear el atentado con el más cuidadoso proceso de preparación de explosivos y calculando hasta el más mínimo detalle. Esta primera parte termina con la exitosa ejecución del plan y la planta hidroeléctrica convertida en escombros, un hecho que nunca es materializado en pantalla pero que sí escuchamos a distancia. Los detalles los tenemos hasta la mañana siguiente, cuando las noticias por radio, televisión e internet dan cuenta de la tragedia ocurrida, y cuando el trío ya se ha separado con la promesa de no volver a ponerse en contacto jamás para
no dar indicios de su participación, y buscando a la vez continuar con sus vidas lo más normal posible. Esto da pie a la segunda parte del filme, cuando la atención se centra en los resultados imprevistos de la osadía. El miedo siempre latente de ser vinculados con los hechos, la desconfianza en los otros y la paranoia crean una vorágine que arrastra invariablemente a esta triada de tan disímiles personajes -que teóricamente perseguían un objetivo en común, pero que finalmente no son capaces de anteponer los ideales ambientalistas sobre los intereses personaleshacia el conflicto final que, aunque se torna predecible, la resolución no está exenta del impacto necesario para resultar efectivo. La propuesta de Reichardt cuyo guión escribió junto con su recurrente colaborador Jonathan Raymond- recorre con gran audacia los terrenos del drama y el thriller, un aspecto que se ve reforzado por el trío principal de actores quienes se muestran correctos en sus papeles, solventes en todo momento sin abandonar jamás el tono del relato. Radicales cuenta con un estupendo manejo del suspenso -las secuencias en el lago junto a la presa son magistrales, están marcadas por una destreza envidiable-, tensiones emocionales e íntimas y una gran carga psicológica en las acciones de los personajes con la que propone reflexiones sobre los dilemas éticos y morales en situaciones límite. La película también se arriesga al evitar presentar un desenlace con un clímax desbordado, y por el contrario, construye un final que se evidencia dirigido con una tensa serenidad y una contenida fuerza. 34
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os Antiguos decían que Jauja era una tierra mitológica de abundancia y felicidad. Muchas expediciones buscaron el lugar para corroborarlo. Con el tiempo, la leyenda creció de manera desproporcionada. Sin duda la gente exageraba, como siempre. Lo único que se sabe con certeza es que todos los que intentaron encontrar ese paraíso terrenal se perdieron en el camino." Con esta leyenda en pantalla abre Jauja (2014), la más reciente cinta del director de culto argentino Lisandro Alonso (La Libertad, Los Muertos, Liverpool), una película que llega bajo la forma de una suerte de western intimista sobrenatural en el que se manifiesta un tratado sobre la modernidad contra la naturaleza. Presentada bajo el formato de proyección más antiguo (1:33) con la particularidad de redondear las esquinas de la pantalla, y con el pausado estilo narrativo característico de su artífice (que muchas veces roza las convenciones del cine documental, que puede prescindir sin culpas de los diálogos, trabajar con actores no profesionales, y para quien los paisajes y las atmósferas están por encima del argumento -una cualidad por la que podemos emparentar su cine con el de nuestro compatriota Nicolás Pereda), la quinta película de Alonso versa sobre el capitán Gunnar Dinesen(Viggo Mortensen), un ingeniero militar danés que, junto con su hija Ingeborg (Viilbjørk Malling Agger), llega a la Patagonia para trabajar con el ejército argentino en un remoto puesto militar durante la 'Campaña del Desierto' (el salvaje genocidio perpetrado contra los nativos de la región en pos de la modernidad y la supremacía racial), y para buscar la felici37
dad que promete la legendaria tierra de la abundancia. En medio de la campaña, Ingeborg se enamora de un joven soldado y una noche huyen juntos del campamento; el capitán emprende, entonces, una búsqueda incansable para encontrar a su hija, lo cual se convierte en una suerte de viaje iniciático en medio de un desierto que devora todo y a todos, y donde las barreras espacio-temporales no existen más. Jauja, como todo el cine de Alonso, es una propuesta audiovisual que se debe experimentar más que sólo apreciar, que se separa radicalmente del cine de fórmula; el filme ostenta altas dosis de visiones conceptuales (con la formidable labor fotográfica de Timo Salminem) y el pausado ritmo pone a prueba la paciencia del espectador, por lo que podemos asegurar que éste no es cine para todos, especialmente, por 'ese' final por el cual se decanta el director, ya que además de ser desconcertante, seguramente enfurecerá a muchos, pues se podría apreciar de una manera en la que pareciera que el discurso que Lisandro venía esgrimiendo a lo largo de todo el filme, es echado por la borda con esos radicales minutos finales, aunque si se analiza con detenimiento, vemos que ese extremo giro de tuerca no necesariamente va en detrimento de la cinta. Pese a esto, a Jauja podemos considerarla como una ambiciosa propuesta en la que vale la pena aventurarse por su discurso, por compartir postales de gran belleza onírica con una elegancia visual de colores saturados, y por tratarse de un cine diferente, complejo y arriesgado que no teme salirse de los cánones del leguaje cinematográfico convencional.
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a casa Disney continúa adaptando cuentos clásicos para las nuevas generaciones y mantiene la tendencia de reinterpretar personajes icónicos de la cultura infantil. Ya hizo lo propio con Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010), de Tim Burton, y con Maléfica (Maleficent, 2014), de Robert Stromberg, dejando un sabor agridulce con estas reinterpretaciones al cambiar la esencia de los personajes centrales —especialmente con Maléfica, que pasó de ser la despreciable villana del cuento a la heroína sufrida—. Afortunadamente esto no sucede en La Cenicienta (Cinderella, 2015), la versión live-action de Disney de la que se hace cargo el británico Kenneth Branagh, quien aunque no logra una película son el sello propio de su artífice, sí tiene éxito al capturar el mágico espíritu del relato tradicional y moderniza su mensaje/moraleja para el gran público contemporáneo. Y no es que Branagh haya descubierto el hilo negro de las adaptaciones cinematográficas de cuentos de hadas, sino que toma en cuenta los aspectos característicos de éstos y juega con ellos para construir una historia entretenida y eficaz sobre la bondad en tiempos difíciles. La historia de Cenicienta (Ella/Cinderella, interpretada por la relativamente desconocida Lily James para el público masivo) es ya por todos conocida, pero en esta nueva versión se han añadido elementos y situaciones que humanizan a los personajes y los alejan de la unidimensionalidad con la que se les presenta en la cinta clásica animada de Disney de 1950. En La Cenicienta, de Kenneth Branagh, conocemos un poco más a fondo a los personajes y las circunstancias por las que atraviesan y que definen su carácter: la estrecha relación de Ella con su madre (Hayley Atwell), quien le inculcó los valores que la guiarían en su vida, así como su fe en la bondad y la magia; la estrecha relación que forjó con su padre (Ben Chaplin) tras la prematura muerte de su madre, así como el nuevo matrimonio de éste con Lady Tremaine (Cate Blanchett), y por supuesto la complicada convivencia con sus ridículas hermanastras Anastasia (Holliday
Grainger) y Drisella (Sophie McShera). El Príncipe Encantador (que ahora sí tiene nombre -Kit- y es interpretado por Richard Madden), deja aquí de ser el personaje acartonado que tiene como misión rescatar a la damisela en apuros y se convierte en un joven que está en búsqueda de saber cómo ser un digno monarca una vez que su padre enfermo (Derek Jacobi) le herede el trono. Celos, envidias, traiciones, intrigas palaciegas, amor y magia, son los principales motores de este filme fastuosamente producido en el que el por demás remarcable diseño de arte de Dante Ferretti logra crear el fantástico y extravagante mundo que se necesita para esta mágica historia, la cual se complementa con los elegantes diseños de vestuario de Sandy Powell. Con esta extravagancia visual, Branagh plasma la historia de la chica de la zapatilla de cristal de la forma más majestuosa jamás vista en cine, ofreciendo grandes secuencias en las que destacan la transformación de la calabaza en carruaje y luego viceversa (y en la que Helena Bonham Carter hace una pequeña pero sustanciosa y divertida intervención como el Hada Madrina), y el vistoso baile en el castillo del rey donde el despliegue técnico resulta sobresaliente. No obstante su apabullante puesta en escena, ésta nunca opaca al relato, pues los elementos técnicos siempre están al servicio de la historia que Branagh narra con maestría y que los actores interpretan con solvencia, sobresaliendo la protagonista Lily James cuya Cenicienta tiene el carisma, la generosidad y la inocencia que requiere el personaje; y evidentemente Cate Blanchett, quien devora cada escena en la que aparece y se convierte en una villana para la posteridad. La Cenicienta es un clásico cuento de hadas que resulta más que eficaz gracias a que ha sido realizado al pie de la letra, y a que el director británico lo ha sabido dotar de ese esencial y necesario halo de magia; pese a ser una reinterpretación de una historia ya mil veces contada, es su eficacia como relato cinematográfico lo que la convierte en material digno de verse en pantalla grande. 38
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El clásico texto infantil de Hans Christian Andersen fue transformado en obra maestra fílmica por la dupla conformada por el inglés Michael Powell y el húngaro Emeric Pressburger, quienes adaptaron la historia original al enfermizo entorno del ballet donde se deben ofrecer sacrificios personales para llegar a la cima del éxito profesional. Un tenso triángulo se gesta entre el trío protagónico del filme: Boris Lermontov -empresario de una compañía de ballet clásico-, una joven bailarina llamada Victoria “Vicky” Page, y Julian Craster, un joven compositor y director de orquesta. Las Zapatillas Rojas es un fenomenal musical sobre el éxtasis final alcanzado a través de la creación artística y el sacrificio último.
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La más realista de sus obras, es también la más imaginativa y mordaz crítica social que el miembro de los Monthy Python haya realizado jamás; en esta libérrima y enrarecida versión de Alicia en el País de las Maravillas, una pequeña niña vive en un violento entorno y, para sobrevivir, se ve obligada a refugiarse en un mundo ficticio configurado por su fértil imaginación. Terry Gilliam entrega una delirante, radical y sugerente película que fue destrozada por la crítica en diversos festivales pero que el tiempo se ha encargado de colocarla en su debido lugar: un clásico instantáneo.
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Hace ya casi una década, el mexicano Guillermo del Toro nos regaló la mejor y más personal de sus obras. En medio del horror de la posguerra civil española, del Toro entretejió un mágico relato sobre la reencarnación de una princesa que debe regresar al mundo mágico subterráneo donde sus padres son monarcas. El Laberinto del Fauno (2006) es una lección de cine, se trata de una película poseedora de una maravillosa historia que es plasmada en pantalla con una imaginería visual sobresaliente y que resulta fantástica e inquietante a la vez; una premisa sobre la ambigüedad de la naturaleza humana contada a modo de tétrica fábula. Imprescindible.
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El cineasta Pablo Berger toma la historia de la princesa en desgracia y la traslada al universo de la tauromaquia de principios del siglo pasado. Una Blancanieves torera, una madrastra sadomasoquista y siete enanos (¿que no son sólo seis?), se dan cita en esta valiente propuesta española que apuesta por el lenguaje silente y el blanco y negro en su puesta en escena para demostrar que la originalidad existe aún en las nuevas versiones de los grandes clásicos.
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La célebre historia de Lewis Carroll sobre la pequeña Alice y su onírico viaje a Wonderland, es trasladada a la pantalla de la manera más bizarra por el maestro de la animación stop-motion Jan Švankmajer; su sobrecargado estilo artesanal y tétrica atmósfera ayudaron a convertir a Alice (Neco z Alenky) en toda una rarísima, inquietante y pesadillesca pieza de culto.
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El segundo largometraje de Marcell Jankovics adapta libremente el texto del escritor húngaro Arany László quien por años recopiló cuentos tradicionales; la leyenda popular huna se presenta aquí a través de una psicodélica mitología que narra la historia de un hombre nacido de una yegua blanca que está destinado a luchar contra tres mitológicos dragones para restaurar la bondad en la tierra. Se trata de una deconstrucción del clásico viaje del héroe, pero a través de una psicodélica aventura surrealista lograda gracias a una estimulante animación.
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La ópera prima de la megaestrella hollywoodense Ryan Gosling, es una clásica historia de príncipes y damiselas trasladada a la época actual en un sórdido y surrealista universo lynchiano de luces neon pastel. En un pueblo fantasma, un joven príncipe pobre deberá romper con un hechizo que se cierne sobre la comunidad que ha permanecido semidevorada por un río perdido desde hace unas décadas; a la vez, la madre del príncipe, debe trabajar para un sátiro gigante para conservar su hogar (su viejo castillo). El denostado debut de la otrora estrella Disney es en realidad un estimulante y efectivo relato que coloca a su artífice como un prometedor talento. 51
Casi a finales de la década de los 90, Sigourney Weaver protagonizó esta libre versión modernizada del clásico relato de los hermanos Grimm. En la cinta, situada en la época de las Cruzadas, Weaver da vida a la malvada madrastra de la historia en la que se dan cita los elementos característicos del cuento original -los celos y envidia de la madrastra, el espejo mágico, el príncipe, los enanos, la manzana envenenada, etc.- pero con un velo de oscuridad que la convirtieron en un modesto filme de horror de culto.
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El director Neil Jordan escribe, junto con Angela Carter, el guión de esta libre adaptación del célebre cuento de Caperucita Roja; en la versión de Jordan, una joven llamada Rosaleen presencia la muerte de su hermana a manos -¿garras?- de un lobo y debe regresar a casa de su abuela, quien acostumbra a narrar historias sobre legendarios hombres lobo y los peligros que representan los hombres cejijuntos. Jordan entreteje una siniestra historia de terror clásico licántropo cargada de simbologías sobre la confusión adolescente, el despertar sexual y la inocencia violentada.
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Reese Witherspoon y Kiefer Sutherland protagonizaron este filme escrito y dirigido por Matthew Bright, quien da un retorcido y radical giro a la historia de Caperucita Roja. Aquí, la protagonista es una adolescente delincuente que se topa con el lobo feroz, un sádico y pedófilo asesino serial. Violencia callejera, drogas y prostitución se presentan sin pudor en esta historia de la marginal Caperucita entallada en roja minifalda que busca llegar a casa de su abuelita. **Nota: tres años después de su estreno, se presentó Freeway 2: Trickbaby, la cual trasladó el relato de Hansel y Gretel a la sordidez contemporánea y presentaba a dos hermanas prófugas que no sólo tienen tiempo de burlar la ley, sino que también se dejan envolver por lésbicos romances, la bulimia y la prostitución. 54
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reo que en todo el mundo -y galaxias cercanas- estamos ansiosos de que ya sea el estreno de Avengers: La Era de Ultron (Avengers: Age of Ultron).Los trailers que han salido desde hace ya bastante tiempo, han creado más ansia en los fanáticos -o sea yo entre ellos-. El buscar información por todos lados para saber la trama de esta historia, desde las Comic Con, hasta artículos de dudosa procedencia en la red, y ver cómo vamos armando este rompecabezas, comentando entre los fans de hueso colorado y los no tanto, con los hijos, con los vecinos, hasta con el señor de la basura. Pero parece que la espera está a punto de terminar y tenemos que estar muy agradecidos que en nuestro país, México, se estrenará antes que en los Estados Unidos (muéranse de envidia). Aunque pertenezco a la generación de Los Vengadores de inicios de los 80s, en la que los sábados muy temprano me sentaba a ver las caricaturas de estos grandes superhéroes y cantaba al unísono el tema de apertura de la caricatura en las que describían características de estos grandes superhéroes desde el color de los trajes hasta características de sus poderes, hoy la escucho y vuelvo a emocionarme y mi esposa con la mirada al cielo implora nuevamente que no la vuelva a poner mientras yo la canto... Creo que ya me salí del tema bastante, pero eso es lo que ocasiona el ya inminente estreno de una de mis películas más esperadas del año. Los cambios que se han realizado a la historia original del universo Marvel podría decirse que son justificados, ya que se han adaptado a las películas anteriores, por ejemplo, Ultron
es creado por Tony Stark , cuando en realidad es el Doctor Henry Jonathan "Hank" Pym , Ant Man, su creador. Pero vivimos en tiempos en los que todavía la mayoría de los simples mortales no saben de este gran- pequeño superhéroe. Aquí lo importante es que nos espera una gran película de superhéroes, llena de muchísima acción, muchos y excelentes efectos especiales y una trama muy interesante que dará pie a las siguientes etapas de Marvel para ver el futuro de nuestro héroes ya conocidos y los próximos a aparecer en las siguientes entregas del universo Marvel. Para los que no han visto los trailers, les recomiendo ampliamente que los vean todos y que se queden mordiéndose las uñas ansiosos por ya ver la película. ¿Qué podemos esperar de esta nueva entrega? Pues como ya lo mencione antes, mucha, pero mucha acción, excelentes efectos especiales, nuevos superhéroes y nuevos supervillanos. Creo que muchos fanáticos y otros que no lo son tanto quedaremos muy satisfechos y hasta los 142 minutos de duración de la nueva película serán pocos pero muy entretenidos. ¿Seré de los primeros en verla? Quizá sí. No prometo el no ponerme a cantar la canción de las caricaturas que veía cuando era pequeño y tampoco puedo prometerles que mi esposa no volverá a mirarme implorando a los dioses que mantenga mi boca cerrada. No queda más que esperar, aunque su director Joss Whedon mencionó que no habrá imágenes post créditos yo no me levantaré de mi butaca hasta que los chicos de limpieza me digan que tengo que salir. 59
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uando no perteneces a un sitio en particular siempre resulta difícil el adaptarte, el convivir con nueva gente y posteriormente a formar parte de este nuevo lugar. Estoy seguro que todos hemos pasado por esta sensación alguna vez, y es así como nuestro protagonista empieza su odisea, que va desde saber a dónde pertenece y después saber quién es él en realidad. Un puerco elegido al azar para un concurso conoce de manera inusual a quien será su dueño, Arthur Hoggett un reconocido granjero que ganaría por suerte o por destino a dichoso puerco. Al llegar a su nueva casa, el puerco está desconcertado del lugar y de quienes lo rodean, hasta que una amable perra ovejera lo adopta como un hijo más, y a partir de aquí el puerco se llamará Babe. Babe vivirá varías aventuras divertidas y otras experiencias que lo llevarán a descubrir cuál es el propósito de su vida.
Afortunadamente tuve la oportunidad y enorme alegría de ver esta película en el cine y tenerla desde que era un niño de 5 años, desde entonces la película me ha gustado y fascinado a lo largo de mi corta vida, sé que puede resultar muy simple o ñoña para el gusto de algunos, pero eso me tiene sin cuidado, al darme cuenta de que estoy viendo una encantadora y memorable cinta. Un clásico sin duda alguna, imperdible, lleno de momentos hermosos, aparte de tener muy buenas secuencias, una inolvidable banda sonora, un montaje perfecto, el uso de efectos especiales es estupendo y digno de reconocerse, muy buena adaptación, fotografía y actuaciones secundarias, y obvio, de los animales. No pueden dejar de verla, para mi representa una de mis favoritas de todos los tiempos.
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usia, Ucrania, Rumania, Chechenia. Son algunos de los países de los que proceden los "chicos del Este", jóvenes que van aproximadamente de los 16 hasta los 25 años, y que se dedican al crimen y, en ocasiones, a la prostitución en la Estación del Norte de París y sus alrededores. La película Eastern Boys (2014), escrita y dirigida por Robin Campillo, quien hace una década presentó su ópera prima que se convirtió en un modesto filme de culto, Les Revenants (2004), se centra en uno de estos jóvenes y su estrecha relación con uno de sus clientes devenido en amante ocasional. Daniel (Olivier Rabourdin) es un hombre de edad madura, discreto, pero se ha fijado en el ucraniano Marek (Kirill Emelyanov), uno de los "chicos del Este", y no ha podido resistirse más; reúne el valor para seguirlo, hablar con él, y así acordar una visita a su departamento. Al día siguiente, Marek asiste a la cita acordada, pero no se presenta solo, toda la pandilla llega con él, y bajo el mando del carismático ruso al que llaman "Boss" (Danil Vorobyev), vacían el departamento sin que Daniel pueda hacer algo para impedirlo, pues de llamar a la policía quedarían al descubierto sus planes sexuales con el menor de edad. En la mañana posterior al episodio de la invasión al hogar, Marek regresa solo al departamento de Daniel, y así comienza una tierna y tumultuosa historia de amor en la que sobresale la eficaz mezcla de drama, crítica social y emocionante thriller.
Campillo logra un gran acierto con su selección actoral (en su gran mayoría actores desconocidos) que ofrece trabajos naturales y honestos, y con un guión que brilla por la creación de personajes complejos y multidimensionales a los que coloca en situaciones no menos complejas; la trama está llena de elementos con los que no solamente se permite crear una interesante y emotiva historia de amor, sino que también hace una revisión social a través de la situación migratoria en Europa y en la parte de la sociedad donde la delincuencia y la extorsión son pan de cada día. Eastern Boys presenta un romance secreto entre Daniel y Marek, pero el romance pronto entra en una situación inesperada, pues mientras la intimidad crece, la confianza se fortalece y las verdades ocultas salen a la luz, la relación se va transformando, comienzan a evolucionar como los personajes, y el deseo carnal va cediendo, dando paso a sentires más profundos que crean una relación de carácter paterno-filial en la que se toma como prioridad la situación migratoria y el bienestar de Marek, antes que la satisfacción sexual. Campillo construye un sofisticado drama amoroso que se presenta bien hilvanado con la mirada a la situación migratoria en Francia, a la prostitución homosexual y a la discriminación por razas o preferencias sexuales; un trabajo con pulso firme que, aunado a su impecable puesta en escena, da como resultado un fascinante, sugerente y estimulante thriller homoerótico. 62 96
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l cine vampírico está más vivo que nunca y continúa ofreciendo propuestas frescas y auténticas de este muy mancillado subgénero en el que se cree que ya todo está dicho. Apenas el año pasado atestiguamos en las salas mexicanas una de las más fascinantes cintas de vampiros: Sólo los Amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive, 2013), de Jim Jarmusch, con Tom Hiddleston y Tilda Swinton como la milenaria y melancólica pareja vampírica protagonista. Ahora, el ejemplo más reciente, A Girl Walks Home Alone at Night (2014), llega desde latitudes improbables: Medio Oriente. La realizadora iraní Ana Lily Amirpour firma el guión de su primer largometraje, un western vampírico presentado en blanco y negro que se ubica en el ficticio pueblo fantasma de Irán llamado Bad City, donde en un entorno de sordidez, muerte y soledad, germina un peculiar romance entre Arash (Arash Marandi), un soñador narcomenudista, y La Chica (Sheila Vand), una vampiro que vaga por las calles en busca de sangre. A través de un estilo videoclipero bajo la propuesta monocromática de Lyle Vincent, conocemos a los dos personajes centrales: Arash, un joven que, vía narcomenudeo, intenta subsistir y a duras penas logra mantenerse a él y a su padre Hossein (Marshall Manesh); y La Chica, una vampiro que por las noches sale a cazar por las fantasmales calles de la ciudad. La pareja se conoce una noche que él se cree un verdadero vampiro mientras se encuentra bajo los efectos de alguna droga que él mismo mercadea e hipnotizado por la luz de una lámpara en alguna calle por la que merodea la verdadera vampiro sobre una patineta que acaba de robarle a un pequeño incauto (Milad Eghbali) al que ha "persuadido" de ser un buen chico so pena de regresar una noche a devorarlo si no lo hace. En esta historia también se hacen presentes Saeed (Dominic Rains), un exitoso criminal que se ha cobrado con el flamante automóvil clásico de Arash la deuda que su padre tiene con él; y Atti (Mozhan Marnò), una benévola prostituta cuya presencia estará íntimamente ligada con la pareja central.
En A Girl Walks Home Alone at Night, Amirpour se decanta por utilizar los silencios más que los diálogos para contarnos esta historia de amor improbable entre un humano y una vampiro; dos seres solitarios y perdidos que súbitamente se encuentran el uno frente al otro. Pero la ópera prima de Amirpour está lejos de ser una historia de amor vampírico convencional, pues el relato se aleja diametralmente de las comunes historias románticas que tanto la literatura barata juvenil, así como la industria hollywoodense y televisiva se han encargado de maquilar en los últimos años. La película, por el contrario, es una oda al terror lynchiano y a los duelos de los spaguetti-westerns, sólo que ahora es la damisela quien rescatará al que en esta ocasión es el vaquero en desgracia. La película es una sofisticada mixtura de géneros y estilos con una sorprendentemente versátil banda sonora que funciona como el elemento determinante con que se termina por refrescar una vez más a este subgénero y, de paso, se empodera también al género femenino que tan desdeñado ha sido dentro de este tipo de cine. Con este su primer largometraje, Ana Lily Amirpour ha conseguido un clásico de culto instantáneo, un sólido ejercicio de estilo que deviene en una fascinante pieza vampírica donde la estética y atmósferas logran momentos verdaderamente escalofriantes; la sencillez de su premisa y la apabullante puesta en escena son sus principales puntos a destacar, sin olvidar por supuesto el formidable trabajo actoral con el que se sostiene este enrarecido cuento de personajes marginales y amores vampíricos. A Girl Walks Home Alone at Night es una de las imprescindibles del año.
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na chica canadiense de veintidós años -la que duerme en el título y que es encarnada por Julianne Côté- que se acaba de graduar de la Universidad, pretende pasar el descanso veraniego sin complicaciones en casa de sus padres mientras éstos se van de vacaciones. Acompañada de su mejor amiga, Verónique (Catherine St-Laurent), comienza a sobrellevar el calor y el lento pasar del tiempo con el sentimiento de no querer que termine jamás, pero su hermano Rémi (un casi irreconocible Marc-André Grondin) llega sorpresivamente con su banda de rock para aprovechar la ausencia de la autoridad de sus progenitores y grabar en el despejado lugar su nuevo disco. Las implacables altas temperaturas, el extremo aburrimiento, la aparición del insomnio, la incómoda y ruidosa presencia de su hermano, la atracción que siente por el nuevo amigo de éste -el baterista en turno de la banda-, las discusiones con su amiga, los problemas en el trabajo de verano y el cortejo de un precoz chico de diez años -con voz de un hombre adulto- al que no le importa la diferencia de edad, dinamitan toda posibilidad de alcanzar el verano que se anhelaba sin incidentes mayores. Tu dors Nicole (2014) es el nuevo largometraje del realizador canadiense Stéphane Lafleur, el que le sigue a su ópera prima, la comedia dramática Continental, un film sans fusil (2007), y a la galardonada en el Festival de Berlín, En terrains connus (2011). En esta ocasión, el quebequense apuesta por una historia que transita entre lo surrealista y lo lúcidamente onírico. Con esta película, que se presentó en la Quinzaine des Réalisateurs (Quincena de Realizadores) en el Festival de Cannes el año pasado, estamos frente a un trabajo magnético que no permite separarnos de la pantalla por momento alguno; es un viaje por los eternos días de Nicole -estupenda revelación de Julianne Côté- y sus sueños diurnos durante este particular verano en el que, dentro de la angustiante monotonía, la contrastante y enrarecida cotidianidad -plasmada a través de la rica escala de grises de Sara Mishara- le deparan una serie de experiencias de aprendizaje y enfrentamiento con una realidad que desconocía. La amistad puesta a prueba, los planes de viajes frustrados, los (des)encuentros amorosos -una fuerte tensión sexual mientras cose los dobladillos de los jeans del baterista como toda una profesional y una decepción amorosa al amanecer-, el infame trabajo veraniego, entre otras experiencias -entre trágicas y divertidas- que se suscitan a lo largo de los 93 minutos de este surrealista relato coming-of-age sobre el melancólico hastío juvenil, se van compactando hasta que catárticamente explotan ante Nicole con la potencia de un geiser. 67
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ucho se habla de ese lazo tan fuerte que tienen los hermanos gemelos que hace que tengan más empatía que en otras parejas de hermanos; son mas unidos, inseparables en algunos casos. Entonces ¿qué hace que los gemelos Milo y Maggie se distancien por casi 10 años y qué los viene a reunir después de tanto tiempo? Maggie tiene un matrimonio aparentemente feliz, pero algo le falta y lo busca teniendo relaciones casuales con hombres de su alrededor. Milo es un aspirante a actor, homosexual, fracasado en lo profesional y con un amor de juventud que le hace imposible relacionarse afectivamente con otra persona. La insatisfacción y la autodestrucción los sumerge en una profunda depresión que los hace atentar contra su vida. Maggie casi lo logra, pero Milo, que irónicamente se le adelantó sin éxito alguno, lo impide. Es ese enorme lazo el que los salva, y los reunirá para ayudarlos a poner algo de orden a sus vidas. La mayor parte del tiempo uno sabe qué es lo que está haciendo mal y qué debe de cambiar, pero nunca está de más que otra persona venga a decírnoslo, nos gusta dar consejos que nosotros mismos deberíamos poner en práctica. En el caso de Milo y Maggie, esto implicará escarbar en cosas oscuras y dolorosas de su pasado, enfrentarlas, aprender de ellas y superarlas juntos como hermanos. Estrenada en Sundance el año pasado, Irremediablemente Juntos (The skeleton twins, 2014) es dirigida por Craig 69
Johnson, con un guión (por cierto, ganador en Sundance) escrito por él mismo en colaboración con Mark Heyman, también guionista de la cinta Cisne Negro (Black Swan, 2010), de Darren Aronofsky. Algo primordial para que dicho guión funcionara, era encontrar a los actores indicados para los roles centrales, y es que el elemento clave de Irremediablemente Juntos es, sin lugar a dudas, la maravillosa pareja protagónica. Kristen Wigg y Bill Hader, ambos salidos de las filas de Saturday Night Live, son extremadamente talentosos en la comedia y sorprenden con sus personajes, la química entre ellos es maravillosa y se siente de verdad esa conexión entre hermanos que se conocen perfectamente; uno colabora en el lucimiento del otro y viceversa. Probablemente el resultado de esta película hubiera sido diferente con otros protagonistas. Tenemos aquí grandes actuaciones por parte de ambos, demostrando que el que es buen actor te puede hacer reír y llorar en dosis similares. Y es el cine indie que tan bien les sale a los norteamericanos es el encargado de sacar lo mejor de sus actores, y en el caso de Wigg y Hader, esta más que comprobado. Irremediablemente Juntos podría resultar por momentos tediosa por lo extremadamente depresivo de ambos personajes, pero cuenta con destellos de comedia que le regresan vitalidad a la cinta, momentos que deslumbran y nos hacen ver, que los hermanos que maduran gracias el uno al otro.
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xcanul es un filme profundamente íntimo que retrata de una forma estremecedora la fuerza del amor filial en una familia de una comunidad Maya de Guatemala, especialmente la relación entre la madre y su hija. La película, hablada en lengua Maya, es un tren de emociones en el que cada minuto crees que ya es suficiente, pero la historia te envuelve en un sinfín de situaciones por demás inquietantes, que lamentablemente son actuales y comunes en varias culturas como los “matrimonios arreglados”, el descubrir sexual carente de información, y de forma social el abuso y marginación sobre la gente que tiene otra lengua y por ello no alcanza a entender la trascendencia de una firma o huella en un simple documento que puede tener el poder de cambiarles la vida. Ixcanul es una coproducción entre Guatemala y Francia que está basada en una historia real, por ello resulta tan íntima. Jayro Bustamante, su director guatemalteco, nos relata las desventuras de María, una adolescente indígena que vive en una finca cafetalera en las faldas del volcán Ixcanul, de ahí el nombre del filme. María y su familia llevan una vida sin comodidades por lo que los padres arreglan un matrimonio que, a sus ideas, les beneficiará a todos. El futuro esposo es mayor que María pero no importa, ya que es el capataz de la hacienda y les asegurará su estancia y trabajo; por otro lado, a María no le faltará nada, hablando económicamente. Pero a María no le agrada el destino que le está trazando la vida y decide arriesgarse tomando un camino equivocado, uno del que su mama será parte medular para enfrentar las penosas situaciones que tendrá que afrontar. La mamá nos adentra al sentimiento de protección de madre, de hacer y decidir cualquier cosa sin importar las consecuencia siempre cuando sea por el bien de su hija, nos presentan unas escenas típicas profundamente íntimas de la comunidad, como son los baños donde madre e hija se comunican y deciden como solucionar los problemas. Además, en Ixcanul vemos el matriarcado y poder que tiene las mujeres no importando cultura y condición social, ella es la cabeza de la familia aunque aparentemente lo sea el papá y lo vemos claramente cuando el padre le reclama a la mamá y le pregunta que harán con la problemática de la hija, a lo que ella contesta: “le buscaré una solución, siempre lo hago” Podría contar muchos detalles de esta cinta, pues es un retrato de muchas familias, pero realmente recomiendo que si tienen la oportunidad no duden en verla, saldrán con muy buen sabor de boca. Ixcanul es conmovedoramente íntima con un lenguaje universal que es el amor que nace de padres a hijos. 73
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na divertida comedia mexicana es lo que presenta Anwar Safa como su ópera prima con el guión de Ana Sofía Clerici, la producción de Tita Lombardo y Mónica Lozano, y la actuación estelar del pequeño Martín Castro. Se trata de una historia divertida sobre un niño que no encaja en su entorno, que se siente diferente pero no sabe porqué, así que sus días pasan sin pena ni gloria. Hasta que una ocasión se entera de que su coeficiente intelectual está por encima del promedio, es decir, es un niño genio. A partir de aquí, en Jeremías despierta una necesidad por saber más y descubrir qué quiere ser de grande, pues aunque es un niño genio, no tiene respuestas para todo; bueno, lo único que tiene claro es que no quiere ser como su familia: sin metas, sin estudios, sin superarse. El entorno familiar es común y cordial pues pese a las limitaciones de entendimiento, él tiene mucho cariño y amor por parte de sus padres quienes no logran entender los alcances del pequeño Jeremías, encontrando frases típicas de cualquier mamá como “mi Jeremías no es diferente”, “quién lo conocerá mejor que yo, si soy su madre” Con actuaciones muy relajadas tanto el papá como de la mamá, nos sacan las risas por la forma tan simple de ver la vida; esto nos recuerda nuestro humor, el cómo reírnos de todo así sea malo o bueno. Con una ironía muy atinada es desarrollado el tema de “la ignorancia”, una cuestión importante en el país, que por medio de bromas y chistes, vemos realidades que nos aquejan como sociedad, como es la baja escolaridad o deserción de la educación en nuestro país. Así, El Jeremías es una buena comedia apta para cualquier edad y se disfrutara mejor con la familia, ya que muchos se pueden ver reflejados en las ironías de las situaciones. 74 96
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stamos ante la opera prima del peruano Carlos Ciurlizza, quien además de ser el director, también protagoniza esta obra que refleja los temas que competen en su vida, ya que como actor constantemente le ofrecen papeles en los que no se ve reflejado. Pero en esta ocasión, él decide tocar un tema que le afecta, el tema de la homofobia, del rechazo, del miedo a lo que no se conoce o que culturalmente es malo, y la aceptación. Sebastián regresa a su pueblo natal después de nueve años de estar lejos de su gente, al llegar se encuentra con un sinfín de emociones, desde encontrase con una madre débil y enferma, un amor del pasado que le remueve las ideas, los amigos machistas que sólo piensan en alcohol y en mujeres. La madre es un punto crucial para él, ya que fue el motivo de su partida y ahora de su regreso, ella sabe que su hijo es homosexual, pero le cuesta y le duele aceptarlo así que decide vivir en negación. Su amor de juventud lo sigue esperando, con la idea de que algún día “cambie” y la ame como en el pasado, además ella tiene un secreto que guardad desde su partida. Por si esto fuera poco, la pareja de Sebastián llega de sorpresa al pueblo para darle apoyo moral, confundiendo aún más su actuar, su identidad, el deseo de ser aceptado y la sensación de sentirse libre con su gente. Así se teje la historia que tiene una lectura interesante como es la homofobia y la negación de la familia, de donde se originan todos los problemas y las acertadas o no decisiones que tiene que tomar; maneja como base la aprobación familiar, ya que si no se cuenta con ella, difícilmente se logra superar el estigma de la aceptación personal. Es una historia que se espera ayude a concienciar a la sociedad sobre lo que realmente es la homosexualidad y ayude en pensar en la igualdad. 77
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ste documental, dirigido por Bruno Zaffora y Rafael Ortega Valderrain, nos brinda la oportunidad de ver el reencuentro, después de 20 años, de una hija y su padre distanciados por el tiempo y la geografía. Paola Shih, de origen venezolano-taiwanés, decide hacer un viaje a Taiwán donde vive su padre con el cual dejo de tener comunicación cuando era niña, pero ahora con la edad y madurez necesaria para enfrentar el reencuentro y curar las heridas de la separación, decide afrontarlo y vivir la experiencia de volver a tener un padre. La mamá de Paola concluye dejar a su pareja y poner distancia a su relación cuando todavía era una niña, pero cuando Paola cumple 18 años su madre le comparte la información de su papá para que se pueda comunicar con él, después de mucho planearlo, decide ir al encuentro de su padre, de sus raíces, de la otra parte de su historia. Paola se confronta con un Padre que la extraña, que enfrentó una gran deshonra por no haber podido cuidar a su mujer y a su hija, y se da cuenta que también a él se le partió la vida con la pérdida de su familia, pero que está dispuesto a empezar de nuevo, tratando de enseñar las costumbres del tradicional Taiwán. Se da una conexión bastante emotiva y sincera que se refleja en la forma de comunicarse. Ella se ve feliz reconectando con su padre y tratando de entender el porqué la separación de sus padres, y tratando al máximo de aprovechar los momentos y aventuras que se están dando entre padre e hija. Es un documental honesto donde los involucrados se expresan y nos sumergen en las emociones del reconocimiento de la otra persona como parte de nuestra historia personal; como cualquier hijo, venimos con una carga histórica del padre y la madre que nos complementa y nos define. 78 96
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ace dos años comenzaba a materializarse en pantalla el (entonces) díptico precuela de la trilogía de El Señor de los Anillos con El Hobbit: Un viaje inesperado (The Hobbit: An Unexpected Journey; 2012). Luego vino la gran noticia: no sería un díptico sino una nueva trilogía lo que su artífice, Peter Jackson, nos ofrecería para ampliar el universo cinematográfico de Tolkien. Así, el año pasado acompañamos nuevamente a los trece enanos -liderados por el heredero al trono: Thorin (Richard Armitage)-, el Mediano Bilbo (Martin Freeman) y el mago Gandalf (Ian McKellen), en la odisea por recuperar el Antiguo Reino de Erebor en las entrañas de la Montaña Solitaria, ahora bajo el dominio del dragón Smaug 'El Terrible' en El Hobbit: La Desolación de Smaug (The Hobbit: The Desolation of Smaug; 2013). Finalmente, El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos (The Hobbit: The Battle of the Five Armies; 2014), el capítulo desenlace de la trilogía, llega a las pantallas y es, casi en su totalidad, una cinta de repleta de aventuras que termina con una épica batalla a las faldas de la Montaña Solitaria en busca del trono y el tesoro que se oculta en su interior el reino de los enanos. El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos nos da muy pocos momentos de descanso, pues desde su rabioso inicio con Smaug destrozando Esgaroth (la ciudad del Lago), la historia se mantiene siempre vertiginosa, la acción desbordada nos lleva a las entrañas de la batalla entre los hombres, los enanos, los elfos y los orcos, quienes por distintas razones (poder, riqueza, estrategia, etc.) quieren tomar el control de la Montaña Solitaria. No obstante, entre la espectacularidad de las batallas, los muy equilibrados momentos de respiro permiten una exploración más profunda y compleja de los personajes centrales. Nos adentramos de esta manera, por ejemplo, a la psique de Thorin, trastornado por el poder y la avaricia, perdiendo la razón dentro del Reino de Erebor, sospechando de sus propios amigos 81
sobre la legitimidad de su lealtad: "...No me hables como si fuera tan sólo Thorin Escudo de Roble... ¡Yo soy tu Rey!", grita al borde de la locura cuando uno de los enanos de la compañía le cuestiona sobre su falta de acción en la batalla que se gesta a las afueras de su reino. Legolas (Orlando Bloom), Tauriel (Evangeline Lilly) y Kili (Aiden Turner), el triángulo amoroso creado exprofeso para ésta trilogía fílmica y que es inexistente en la obra original de Tolkien, también se desarrolla más a fondo, y su conclusión logra hacer eco y permite una inmediata conexión emocional con cierta reminiscencia a otro par de personajes con romántica historia de la trilogía original de la década pasada, como también sucede con las breves apariciones de los personajes secundarios Galadriel (Cate Blanchett), Saruman (Christopher Lee) y Elrond (Hugo Weaving) y su enfrentamiento con el Nigromante en Dol Guldur, con lo que marcan la pauta para la historia de la guerra por el anillo único en contra de Saurón, narrada en El Señor de los Anillos. El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos, es una épica cinematográfica que presenta, a diferencia de sus predecesoras, un desarrollo narrativo bastante más acertado (y breve, pues tan sólo posee 144 minutos de metraje), así como una conclusión de sus arcos narrativos que resulta por demás satisfactoria, logrando con ello una cinta completamente redonda que ata todos los cabos sueltos y que se hilvana perfectamente con el inicio de El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo (The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring; 2001) y el reencuentro del cumpleañero Bilbo (ahora Ian Holm) con su gran amigo Gandalf. Un gran final que entretiene, emociona y conmueve a partes iguales, un broche de oro para una trilogía que, a pesar de sus irregularidades, logró salir avante y entregar una serie cinematográfica más que bien lograda y digna de la trilogía original, inscrita ya en los anales del séptimo arte.
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la delicia de una corrompida, enfermiza e insaciable audiencia. Es el retrato de la perpetua explotación de la miseria humana y del morboso deleite del público ante la desgracia ajena. Pero detrás de toda esta maquinaria de telebasura (que también vimos muy recientemente en la excelente Gone Girl (2014) de David Fincher) está el reportero que lo filma todo. Lou es un personaje obsesionado con el éxito y el reconocimiento, una característica patológica que exhibe la enfermedad en la que se está hundiendo la sociedad occidental: la cultura del éxito, ésa de la que ya nos hablaban Jonathan Dayton y Valerie Faris de una manera ácida pero divertida en Pequeña Miss Sunshine (Little Miss Sunshine; 2006) a través de Richard Hoover (Greg Kinnear), el patético padre de familia que estaba dispuesto a todo (incluso a pasar sobre su familia) para saborear las mieles del éxito. Sin embargo el discurso de Gilroy utiliza un humor mucho más oscuro y este impecable ejercicio se enfoca en explorar esa patológica perversidad del ser humano a través a través del perturbador Lou, quien al igual que el padre de la pequeña Olive, está dispuesto a pasar sobre todo y todos para lograr esa toma que lo consolidará como un gran reportero y que lo colocará en un lugar más alto de la pirámide profesional de la televisora para la que ahora trabaja casi de forma exclusiva en mancuerna con Nina (Rene Russo), una de las productoras de la cadena de televisión. Primicia Mortal es un filme que resulta inquietante y perturbador por su poderoso discurso y no por lo gráfico de sus secuencias; coherente con sus críticas sociales, Gilroy opta por contenerse en cuanto a la cantidad y calidad de violencia mostrada en el filme, y se decanta, al contrario, por incomodar al público retratando descarada y cínicamente a una sociedad doble moralina y mojigata. Apoyado por las extraordinarias postales logradas por el cinefotógrafo recurrente de Paul Thomas Anderson, Robert Elswit (ganador del Oscar por There Will Be Blood en 2008 que aquí retrata de manera sublime el lado oscuro de Los Ángeles como nadie lo había hecho) y la atinada partitura compuesta por James Newton Howard, Gilroy consigue con esta obra un fascinante thriller atmosféricamente oscuro y difuso que por momentos se desborda para darle breves espacios a la parodia y la sátira colmada de grandes dosis de humor negro, rayando peligrosamente en la inverosimilitud, pero que alcanza a salvarse por la sorpresiva audacia narrativa del novato Gilroy, cuya ópera prima se vuelve no sólo recomendable, sino imprescindible.
a ópera prima de Dan Gilroy ha resultado una de las mayores sorpresas del año, pues se trata de un incisivo discurso crítico sobre la actual obsesión por la violencia y las imágenes 'informativas' extremadamente gráficas explotadas descaradamente por los programas noticiosos, así como un análisis de los hipócritas dobles estándares morales y éticos de la sociedad contemporánea. Tenemos en Primicia Mortal (Nightcrawler; 2014) la historia de Lou Bloom (Jake Gyllenhaal), un joven apasionado, decidido y arriesgado que se gana la vida a través de pequeños hurtos, obteniendo mercancía de cualquier índole para luego revenderla como materia prima a pequeñas empresas a las que no duda en pedirles trabajo; pero tras comprarle la mercancía robada, le niegan la oportunidad laboral con el pretexto de contar con una ética que les impide contratar a ladrones. Una noche, Lou es testigo de un accidente de tráfico y así descubre el mundo periodístico de nota roja gracias a los llamados 'Nightcrawlers', reporteros 'freelance' que se dedican a 'merodear' la ciudad durante la noche para cazar las más funestas imágenes de accidentes, crímenes o cualquier otro suceso que pueda vender a los canales de noticias para sus secciones de nota roja. La decisión de Lou de convertirse en un 'merodeador' detona la trama de esta mordaz crítica a la putrefacción ética y moral de la sociedad cimentada en un sobresaliente trabajo de guión (autoría del mismo Gilroy) que, a la vez que desmenuza cuidadosamente los tejes y manejes de las televisoras en pos de altos niveles de audiencia (y altos puestos de trabajo para los directivos del programa), también ofrece una exploración profunda a la retorcida psique de Lou, la cual se logra en gran medida al soberbio trabajo de Gyllenhaal. En él encontramos a esta especie de antihéroe amoral con reminiscencias de los icónicos Travis Bickle (Robert De Niro) de Taxi Driver (Martin Scorsese; 1976) y del conductor anónimo (Ryan Gosling) en Drive (Nicolas Winding Refn; 2011), combinando las habilidades al volante de éste último con los trastornos psicológicos del 'hombre solitario de Dios' -como se autoproclama el personaje de la obra maestra de Scorsese. La muy afortunada propuesta del director debutante da muestras de unos medios de comunicación carentes de la menor ética y moral, de manera cínica transmiten imágenes 'informativas' (que son rematadas con comentarios amarillistas del más bajo nivel para causar un mayor impacto) que resultan 83
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homas es director teatral y está de mal humor, lleva todo el día haciendo audiciones a actrices para encontrar a la candidata ideal para encarnar a la protagonista de su próxima obra: La Venus de las pieles, una adaptación de la novela homónima de Leopold von Sacher-Masoch que retrata la relación sadomasoquista entre los personajes Severin von Kusiemski y Wanda von Dunajew. Cuando Thomas se está a punto de abandonar el teatro y se lamenta la increíble mediocridad de las actrices que desfilaron ante sus ojos durante todo el día, aparece Vanda, una mujer que es todo lo que el director detesta, es vulgar, despistada y muy testaruda, con lo que logra que el desesperado Thomas le dé una oportunidad de subir al escenario y probar su suerte. El director queda completamente cautivado al atestiguar una extraña metamorfosis en la mujer, ahora es culta, elegante, refinada, con una capacidad inexplicable de comprender las motivaciones del personaje y, por si fuera poco, se sabe el guión completo de memoria. Con La vénus a la fourrure (basada en la obra de teatro de David Ives, quien junto con el mismo Polanski escribió el guión para la cinta) el director de origen polaco se adentra nuevamente en los terrenos de los juegos psicosexuales dentro de claustrofóbicos espacios (un pequeño teatro en esta ocasión) y con tan sólo dos actores (insuperables Emmanuelle Seigner y Mathieu Amalric) y echando mano de un erotismo meramente sugerente, el director de la tam85
bién psicosexual Luna Amarga (Bitter Moon) logra, en tan sólo 96 minutos, una disección de la naturaleza sexual humana mucho más contundente y de un alcance más profundo que la que logró Lars von Trier con sus pseudo psicosexuales 240 minutos de su rebuscado mamotreto plagado de obvias metáforas y un excesivo uso de sexo explícito que sólo buscaba incomodar. La propuesta de Polanski, por el contrario, es hábil, muy inteligente, elegante, narrativamente ágil e hilarante; es una despiadada exploración de los temas carnales, dueña de una enorme carga de sugerente erotismo que nos hace sentir como si estuviéramos en medio de un estimulante acto de dominio sexual musicalizado por el no menos provocativo score de Alexandre Desplat. Con una lucidez impresionante, el director plantea una encarnizada y post moderna guerra de los sexos sobre el cavernoso escenario teatral y la excitante fotografía a media luz de Pawal Edelman, una guerra que no es otra cosa que esa eterna lucha por el poder, por ese el dominio y el sometimiento, por esas dos veredas por las que transitan alternadamente los protagonistas a lo largo del metraje de este estimulante filme francés en el que, seguramente, el respetable se verá reflejado en la pantalla en más de una ocasión, aún si no se es afín a las prácticas sexuales se seducción y tortura de Severin o Wanda. No hay manera de no rendirse ante este excepcional, refrescante y personalísimo trabajo del maestro Polanski.
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a vida de todo ser humano posee infinidad de momentos imaginarios: cosas, sensaciones y situaciones que vive pero que sólo suceden en su mente; son aquellos momentos en los que la mirada se pierde en algún horizonte llamado infinito y la mente crea situaciones maravillosas, perversas... utópicas en el último de los casos, las cuales alimentan aquellos vacíos o sueños que los seres humanos no han logrado consumar y en muchos casos no podrán realizar, debido a lo irreales que pueden llegar a ser. Pero imaginar no tiene nada de malo, al contrario, es una actividad que hace feliz al hombre, hace que se plantee metas y sueños; el problema inicia cuando la imaginación hace ver situaciones y sentimientos que no están sucediendo en la realidad, confundiendo y haciendo actuar de manera a veces absurda a aquella persona que lo vive. Eso es lo que le sucede a Marie y Francis cuando Nicolás, estudiante de literatura, llega a Montreal y hace despertar, en ese par de amigos, sentimientos y sensaciones confusos, provocando que emerja en ellos el delirio, la envidia y la locura. En un principio ambos amigos fingen un desinterés hacia Nicolás, pero todo cambia cuando el les invita a salir en diversas ocasiones, es ahí cuando Marie y Francis inician una especie de competencia por llamar su atención; lo que los confunde es que Nicolás tiene suficiente atención para ambos amigos, eso provoca que la rivalidad entre Marie y Francis exceda los límites que una amistad puede llegar a permitir. Lo que sucede después es algo que el lector debe descubrir al ver el filme. Así como se lee puede parecer una historia simple y hasta podría sonar a cliché, pero lo que hace que la historia se vuelva realmente genuina, novedosa y fresca, son toda una serie de elementos cinematográficos que el director, Xavier Dolan, y su equipo utilizan. Narrativamente la historia está dividida en una especie de tres actos, los cuales son ocupados por monólogos de tres o cuatro personajes que narran el tipo de relación amorosa que tuvieron con su última pareja; a veces es un amor enfer87
mizo, obsesivo, superficial, de costumbre, de distancia… pero todos convergen en una sensación: el delirio, un claro y perturbador delirio hacia esos viejos amores. Estos actos van ligados parcialmente con los sucesos que Marie, Francis y Nicolás viven al transcurrir la historia. El ritmo adecuado de la historia se debe a la correcta y atinada edición de los encuadres y secuencias, sobre todo porque se resaltan los detalles de las acciones de los protagonistas, close ups e inserts, que ayudan a perfeccionar las sobresalientes actuaciones de Monica Chokri (Marie) y Xavier Dolan (Francis), lo que habla de buenos actores, buen casting, y una excelente dirección de cámara y fotografía. Stéphanie Anne Weber Biron, quien se encarga de la cinematografía de Los amores imaginarios (Les amours imaginaires), hace un buen uso de la luz natural, aprovechando y resaltando los diferentes paisajes que captura. Cabe destacar el contraste de colores que imprimen dinamismo y espontaneidad al filme. Un último elemento que hace de esta cinta algo realmente novedoso y fresco es la selección musical que va desde The Knife e Indochine hasta Bach y Richard Wagner, destaca el leitmotiv musical y cinematográfico: secuencias en cámara lenta donde Marie y Francis hacen notar sus talentos físicos para, de alguna forma, lograr seducir a Nicolás con un oportuno e irónico Bang Bang interpretado por la francesa Dalida. Los amores imaginarios, cinta que participó en la categoría Un Certain Regard en la 63 edición del Festival de Cannes en 2010, es parte de ese cine que podría considerarse de diversidad sexual, pero en este caso el filme no aborda ese tema necesariamente, simplemente uno de los personajes es gay, pero los protagonistas de esta historia son los sentimientos que pueden llevar al delirio y la locura, no la preferencia sexual de los personajes. Finalizo invitándole a explorar la filmografía de Xavier Dolan, que si bien es corta y nueva, está llena de sorpresas y mucho talento.