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REDACCIÓN Editor: Finbar Flynn Colaboradores: Pedro Arzillier Imelda Aguilera Taylor Petite Fruit Rafael Mejía J. Amaro Bautista Silvia Ruvalcaba Siniestro Sexual Montag Diseño Editorial: Finbar Flynn Fotografías: Diversas fuentes de internet y proporcionadas por algunas distribuidoras. Celuloide Digital es una publicación mensual editada por amantes del séptimo arte sin ninguna finalidad de lucro. El contenido de los artículos es responsabilidad de sus autores. Las personas mencionadas, así como las marcas e imágenes utilizadas en la revista son utilizadas únicamente para fines editoriales, para ilustrar los artículos o noticias de los filmes, de los cuales sus derechos de autor pertenecen a las casas productoras de las cintas aquí mostradas y no se pretende infringir nungún derecho.
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usto a la mitad de la década de los 80s, el mexicano Guillermo del Toro (Guadalajara, Jalisco; 9 de octubre de 1964) realizó su primer cortometraje, Doña Lupe (1985), un bizarro thriller policiaco inspirado por la obra literaria de Paco Ignacio Taibo II. Dos años más tarde, con su brevísimo cortometraje Geometría (1987), el director exploró por primera vez en una de sus producciones el género del terror y se sirvió de éste trabajo para demostrar su talento en el área de maquillaje al lado de su amigo Rigo Mora. La incursión de del Toro en el mundo del cine se dio gracias a la creación de su compañía ‘Necropia’, especializada en la creación de maquillaje de efectos especiales que formó con Mora tras haber participado en un curso de esa especialidad impartido, ni más ni menos, que por la leyenda del maquillaje en el séptimo arte Dick Smith (fallecido apenas el 30 de julio pasado en Los Ángeles, California), reconocido por su trabajo en una infinidad de películas entre las que podemos citar El Padrino (partes I y II) de Francis Ford Coppola, Taxi Driver de Martin Scorsese, Scanners de David Cronenberg y El Exorcista de William Friedkin. ‘Necropia’ les permitió en un principio entrar al mundo de la televisión, donde se encargaron de realizar los trabajos de maquillaje para La Hora Marcada, el serial mexicano de culto con historias de terror y suspenso en el que el director de Titanes del Pacífico participó como director de cinco capítulos (entre 1986 y 1989) y trabajó como guionista y responsable de maquillaje de efectos especiales en otros tantos. Pero fue con Cabeza de Vaca (1990) de Nicolás Eche-
varría que surgió la gran oportunidad para entrar al mundo del celuloide, Mora y del Toro se encargaron del maquillaje en esta cinta icónica para la industria fílmica mexicana de la década de los 90s. A sus 28 años y con su primer largometraje como director, La Invención de Cronos (1992), Guillermo del Toro irrumpió en la escena cinematografica nacional, estableciendo precedentes dentro del cine fantástico de nuestro país y reinterpretando elementos del subgénero vampírico a nivel mundial con una propuesta visual llena de simbolismos y referencias al mundo del cristianismo y a la producción fílmica internacional. Su ópera prima obtuvo el Premio del Jurado de la Semana de la Crítica en el marco del Festival de Cine de Cannes y le permitió al mexicano emigrar al extranjero en una especie de exilio autoimpuesto ante una realidad cinematográfica nacional muy poco esperanzadora para continuar con la creación de su obra. Ya en Hollywood, de donde ha salido ocasionalmente para filmar en su idioma y para compartirnos una de sus obras más personales (El Espinazo del Diablo; 2001) y su obra maestra (El Laberinto del Fauno; 2006), el director tuvo que permitirse ciertas concesiones y cumplir con encargos caprichosos de los productores (entiéndase la realización de Mimic; 1997 y Blade II; 2002) para hacerse de renombre como realizador en la meca del cine y ganarse la confianza necesaria para realizar proyectos más personales y anhelados desde años atrás, como la adaptación del cómic Hellboy de Mike Mignola. 05
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como seres aptos de concebir la mayor de las bellezas, pero a la vez, como entes capaces de perpetrar los más terroríficos y violentos actos en contra de sus semejantes. Creador y cronista de lo fantástico, de las fábulas y los cuentos de hadas en su más clásico estilo (ayudado casi siempre por su recurrente director de fotografía, el también mexicano Guillermo Navarro); amante de los insectos, de los cómics y fanático hard core de los monstruos de los estudios Universal Pictures y de los filmes de la casa productora inglesa Hammer Films, de esas escalofriantes piezas clásicas de terror que se convirtieron en referente obligado en la creación de su cine, ese que comenzó a fabricar desde temprana edad con su cámara Super 8 y acompañado por los monstruos que habitaban debajo de su cama. Como alumno de un colegio jesuita, asimiló fervientemente conceptos religiosos como el miedo, la culpa y la redención, preceptos todos presentes en su versátil filmografía, sin importar si se trata de fantasmagóricas anécdotas en los tiempos de la Guerra Civil Española o apocalipsis interdimensionales en un futuro cercano. En el cine de Guillermo del Toro comulgan por igual, y sin problema alguno, la creación artística y la manufacturación industrial cinematográfica de la maquinaria hollywoodense, son documentos fílmicos de un realizador que nos ha transportado a lugares inimaginables y que nos ha demostrado una y otra vez que aún podemos creer en la fantasía, que es real, que existe y es casi palpable a través de la pantalla.
Actualmente del Toro tiene infinidad de proyectos en puerta y en los que se encuentra completamente inmerso, éstos van desde la realización de su próxima película, Crimson Peak (a estrenarse en 2015 con Charlie Hunnam, Tom Hiddlestone y Jessica Chastain), hasta la pre producción de sus próximos filmes como director: una versión animada y oscura de la historia de Pinocho con fecha tentativa para 2016, así como la secuela de Titanes del Pacífico para 2017. También participa ahora como productor de la serie televisiva The Strain, una adaptación de su vampírica trilogía literaria (Nocturna, Eterna y Oscura) escrita en conjunto con Chuck Hogan que ya ha sido estrenada el mes pasado en Estados Unidos por la cadena FX; ésto además de participar como productor ejecutivo en proyectos como la Trilogía de El Hobbit (a finalizar con la próxima entrega en diciembre de este año), El Libro de la Vida (estreno en octubre próximo), Kung Fu Panda 3 (2015) y The Ring 3D (20016), una continuación a la saga ahora en el muy socorrido formato de las tres dimensiones. Director, productor, guionista y novelista, Guillermo del Toro ha logrado, como muy pocos, conjugar arte con industria; es autor, artesano y artista cinematográfico. Su obra está conformada mayoritariamente por relatos protagonizados por monstruosas criaturas, son bizarros cuentos de hadas con los que ha creado microcosmos personales de lúgubres atmósferas que no son otra cosa que metáforas y parábolas sobre nuestra compleja y contradictoria naturaleza como hombres/bestias, 07
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ace poco más de 20 años, un tapatío sorprendió con su ópera prima: La Invención de Cronos ¿Su nombre? Guillermo del Toro, uno de los realizadores mexicanos que ahora cuenta con una de las filmografías más personales y sobresalientes a pesar del aún breve número de títulos que la conforman (ocho con la reciente y espectacular Pacific Rim). La historia de su primer largometraje (con un guión que él mismo escribió) sigue a un alquimista que, en el México colonial de 1535, ha logrado construir una pequeña maquinaria con el poder de otorgar la vida eterna a cambió de alimentarse de sangre humana; el alquimista es perseguido por la Santa Inquisición pero antes de morir logra ocultar el objeto en una reliquia que, varios siglos después, termina en la tienda de un anticuario (interpretado por Federico Luppi con quien trabajaría nuevamente años más tarde en su tercera producción: El Espinazo del Diablo), quien al descubrir el objeto, activa accidentalmente su mecanismo proveedor de la inmortalidad, viéndose obligado a someterse al ansia que le provoca la sangre humana con la que debe alimentarse si no quiere 'morir' ahora que se ha convertido, sin proponérselo, en un vampiro. Con La Invención de Cronos, del Toro moderniza y reinterpreta el mito vampírico con una producción modesta en la que, si bien aún no se muestra completamente su particular estilo visual (sólo se ven atisbos de ello precisamente por lo limitado del presupuesto para crear un diseño de arte en extremo detallado y de gran calidad) sí evidencia sus toques personales en el terreno argumental, como su aproximación a los terrenos de lo sobrenatural, a la búsqueda de la inmortalidad, al vampirismo (ya incluso escribió, junto con Chuck Hogan, una trilogía vampírica -muy recomendable, por cierto-) y su gusto confeso por los insectos (el mítico artefacto creado por el alquimista es un letal bicho dorado). Con su primera cinta, del Toro deja huella en el cine, y no sólo en el nacional, al erigir una pieza fílmica clave dentro de la cinematografía vampírica postmoderna, un filme de culto que en su innegable originalidad e imaginación lleva la mayor de sus virtudes.
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na vez obtenido un gran reconocimiento con su ópera prima (La Invención de Cronos; 1993), el mexicano dio el salto hacia Hollywood, terreno donde debutó con una historia a la que el cineasta logró revestir con su inconfundible estilo tanto en forma como en fondo, a pesar de las presiones por hacer un producto meramente comercial. La trama de Mimic sigue a una pareja de jóvenes científicos entomólogos, la Dra. Susan Tyler y el Dr. Peter Mann (es decir, Mira Sorvino y Jeremy Northam), que se esfuerzan por combatir una epidemia que se encuentra diezmando a la población infantil de Nueva York ¿La solución? Una nueva raza de cucarachas genéticamente alteradas que pueden exterminar a las cucarachas comunes (principales transmisoras de la desoladora plaga). La plaga es finalmente controlada, pero los nuevos insectos predadores no han cumplido con el ciclo de vida señalado por su modificación genética y, años más tarde, éstos han evolucionado en diversas especies que incluso son capaces de mimetizarse (¡Ah, de ahí el nombre del filme!) con el género humano al cual comienzan a devorar. El filme funciona y cumple a la perfección como vehículo de entretenimiento con un buen guión (sobre todo los dos primeros actos) y a través de una claustrofóbica puesta en escena en la que destaca su cuidado diseño de producción, tanto en las atmósferas que logra crear, como en las detalladas criaturas que llevan impresa la marca 'del Toro' (¡Insectos tenían que ser!); además cabe señalar las agradables, aunque breves, participaciones de Giancarlo Giannini y el entonces jovensísimo Josh Brolin. Mimic es un homenaje al Cine de Serie B sobre monstruos devora hombres, una historia en la que si bien cambia un poco de tono en el último acto (de eficaz cine de horror pasa a ser de acción -manteniendo su eficacia, cabe aclarar-), es un filme que conserva aún así toda la esencia de su realizador; de hecho, si ponen atención, podrán ver muchos elementos que después usó en su Trilogía de la Oscuridad (Nocturna, Oscura y Eterna).
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ras su incursión en Hollywood con Mimic (1997), Guillermo del Toro decide regresar al cine hablado en su idioma y acepta la oferta de Pedro Almodóvar (hecha años atrás con el estreno de Cronos) para financiarle su siguiente proyecto a través de su compañía productora El Deseo. El resultado de esta magnífica colaboración fue una fantástica historia fantasmal contextualizada en medio de la Guerra Civil Española. La trama de El Espinazo del Diablo (2001) tiene lugar en el orfanato Santa Lucía, ubicado en medio de la desolada campiña española a finales de los años 30, lugar en donde la llegada de Carlos (Fernando Tielve), un nuevo alumno que ha sido abandonado por su tutor tras la muerte de sus padres republicanos, propicia las condiciones adecuadas para que un Santi (Junio Valverde) fantasmagórico infante pueda, finalmente, cobrar su venganza en ese microuniverso lúgubre y hostil. Con esta su cuarta película, el mexicano se consagró como un gran cuentacuentos, un narrador con una madurez tal, que por primera vez pudo ostentar con derecho el título de cineasta. En El Espinazo del Diablo, del Toro conjuga con maestría la cruda realidad española durante la guerra civil con los elementos sobrenaturales que salpican una historia llena de desolación y desesperanza en un entorno visual poéticamente melancólico cargado con secuencias terroríficamente hermosas: una bomba cayendo en el patio del orfanato durante un ataque aéreo en una noche de tormenta; una fantasmagórica y acuática figura infantil que deambula por los corredores del orfanato; una violenta muerte acompañada por un hermoso verso poético; una venganza añorada finalmente alcanzada y una de las más hermosas respuestas a la eterna pregunta '¿Qué es un fantasma?'. Y es que más allá de esto, la cinta juega con diversos géneros como el horror, la fantasía y algunos destellos de western, y disecciona a través de la mirada de los niños la pérdida de la inocencia, los horrores de la guerra y la fractura social que acarrean los conflictos civiles, una pequeña gran joya de la cinematografía hispana colmada de un gran elenco entre los que podemos mencionar a Federico Lupi, Marisa Paredes y Eduardo Noriega.
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l segundo acercamiento del mexicano al cine hollywoodense (y también al cine vampírico) se trató de esta cinta 'por encargo', una secuela del personaje comiquero interpretado por Wesley Snipes, una suerte de vampiro cazador de vampiros. Blade II (2002) continúa con las aventuras del protagonista que diera el salto del papel de Marvel Comics al celuloide con Blade (1997) de Stephen Norrington, cuando las películas de superhéroes aún no se hacían de manera tan industrializada en la meca del cine. En esta ocasión, el personaje central debe aliarse con el concejo vampírico para enfrentar a una nueva raza de chupasangres mutados que, a causa de una sed de sangre tan inmensa, se alimentan tanto de humanos como de sus congéneres comunes. Se trata de una cinta bastante inconsistente en cuanto a su guión y no ofrece más que acción espectacular y excelentes efectos especiales; pero aunque es verdad que no podemos considerarla como un logro artístico del director, es innegable también que del Toro supo cómo insertar elementos propios de su estilo, como por ejemplo, la manera de llevar la narrativa (auxiliado por su recurrente cinefotógrafo, el también mexicano Guillermo Navarro), el manejo del terror, la inclusión de actores recurrentes como el español Santiago Segura o Ron Pearlman y la apariencia física de algunos vampiros con rasgos fisiológicos que después retomaría para la creación de las criaturas de su trilogía literaria: Nocturna, Oscura y Eterna, de la cual ya se ha estrenado la primera temporada (de un total de cinco que se tienen planeadas, aunque todo dependerá de su éxito) de la serie The Strain inspirada en esta serie de novelas escritas en conjunto con Chuck Hogan. Blade II es sólo para fans acérrimos del director o seguidores fervientes del héroe afroamericano de las historietas.
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racias a que aceptó hacerse cargo de Blade II (2002), el cineasta tapatío pudo alcanzar su sueño (perseguido por más de cinco años) de trasladar a la pantalla de plata a otro personaje de las viñetas: Hellboy. La adaptación del personaje creado por Mike Mignola sigue a un niño/demonio traído a nuestro universo a través de un portal por parte de un grupo de nazis liderados por el legendario Grigori Rasputín (Karel Roden) al final de la Segunda Guerra Mundial; su plan es estropeado por la intervención de las fuerzas estadounidenses quienes crían y entrenan al pequeño para convertirlo en un miembro de la Agencia para la Investigación y Defensa Paranormal, un anónimo protector del mundo que combate contra las fuerzas paranormales que habitan en la oscuridad junto con su padre adoptivo, el profesor Trevor "Broom" Bruttenholm (John Hurt), la guapa Liz Sherman (Selma Blair), el agente y hombre pez Abe Sapien (Doug Jones) y el novato John Myers (Rupert Evans). El contar nuevamente con un elevado presupuesto le permitió consolidar su técnica cinematográfica en el cine estadounidense y también le otorgó la posibilidad de desarrollar sus propias criaturas inspirándose indudablemente por el clásico estilo de H.P. Lovecraft (¿recuerdan al monstruo Sammael?). Ayudado por unos personajes con un carisma arrollador (especialmente por el demoniaco protagonista encarnado por Ron Pearlman con una gran capacidad de matizar al personaje), del Toro construyó una pieza de fantasía, romance y acción que entretiene de manera eficaz e inteligente en un mundo donde las producciones basadas en cómics comenzaban acercarse a su gran auge. Hellboy (2004) es el cine de entretenimiento de alta calidad que se conjuga con el cine de autor con detalles muy personales.
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ntre la primera película del carismático demonio creado por Mike Mignola y su secuela pasaron cuatro años debido a los problemas financieros que llevaron a la productora Revolution a la quiebra, aunque no vale la pena ahondar en este momento en ellos; en ese lapso intermedio, el director mexicano regresó a la producción cinematográfica hablada en su lengua materna y retomando uno de sus tópicos favoritos: La Guerra Civil Española, y al igual que lo hiciera con El Espinazo del Diablo (2001), agrega elementos de otros géneros (en este caso la fantasía principalmente, aunque también utiliza ingredientes del cine de terror e incluso el gore) para explotar su discurso sobre la supervivencia en el oscuro episodio de la España franquista. El Laberinto del Fauno (2006) se ubica en 1994 y es la historia de Ofelia (Ivana Baquero), una pre adolescente con ferviente devoción por la lectura fantástica que se ve obligada a mudarse a una casa/cuartel en la campiña española para estar al lado de Carmen (su madre embarazada encarnada por Ariadna Gil) y el Capitán Vidal (su nuevo padrastro interpretado por Sergi López), un militar franquista que busca retomar el control de una zona ocupada por un grupo de resistencia en contra de la dictadura de Francisco Franco. El entorno violento obliga a Ofelia a refugiarse en un mundo de fantasía (si es real o no, eso depende ya del espectador) donde conoce a un Fauno (el maestro de la caracterización Doug Jones) que le revela que ella es la reencarnación de una princesa que escapó de su verdadero hogar hace varios siglos, también se entera que su padre, añorando el regreso de su princesa, abrió portales alrededor del mundo para que pudiera volver, pero el tiempo se agota y sólo uno se mantiene abierto.... aunque no por mucho tiempo. Guillermo del Toro, a través del exquisito nivel cinematográfico alcanzado aquí (un gran logro en cuanto a su calidad artística y narrativa), demuestra que es un cineasta mucho más profundo de lo que muchos se empeñan en señalar. Más allá de su poderoso estilo visual logrado con las fantásticas locaciones y el extraordinario trabajo artesanal para la creación de los sets, El Laberinto del Fauno es una oscura fábula sobre la imaginación y su poder protector ante la violenta realidad de los ideales fascistas, es un viaje onírico entre lumino-sos sueños y perturbadoras pesadillas, una historia local que se transforma (cómo sólo las piezas artísticas permiten hacerlo) en una metáfora universal; el mexicano consigue armar una pieza melancólica desprovista de un final feliz, pero con algunos rastros de esperanza para el renacer del mundo de la fantasía donde habitan hadas y faunos.
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uego de consagrarse internacionalmente con su obra maestra, El Laberinto del Fauno (2006), del Toro regresa a Hollywood para darle continuidad a la historia de nuestro demonio favorito con Hellboy II: El Ejército Dorado (Hellboy II: The Golden Army; 2008), en la que tras la fractura de una tregua milenaria entre los humanos y los primeros hijos de la Tierra, podría desatarse la mayor de las catástrofes que acabarían con nuestra especie. El príncipe Nuada (Luke Goss) es quien ha traicionado a su propia raza y pretende despertar a un legendario ejército de máquinas para que acaben con los humanos y retomar el control de lo que alguna vez perteneció a las fuerzas del mundo subterráneo, pero su hermana gemela, la princesa Nuala (Anna Walton) no comparte su sed de venganza y su carácter compasivo hace que busque la ayuda en el mundo de la superficie, encontrándose con Hellboy y compañía, quienes serán los únicos capaces de impedir que el infierno se desate en la Tierra. Con esta secuela, del Toro encamina sus esfuerzos hacia la exploración más profunda de sus personajes y sus relaciones, retoma los dilemas del protagonista y su lucha interna al no tener un lugar al cual pertenecer y encajar completamente, aunque particularmente hace hincapié en las complicadas relaciones entre Hellboy (Ron Pearlman) y Liz Sherman (Selma Blair) y en el platónico romance entre Abe Sapien (Doug Jones) y la princesa Nuala, en ambos casos, la amorosa melancolía los lleva a protagonizar una de las escenas más divertidas y personales de la película: una peda con cerveza Tecate ante la desilusión amorosa. Todo esto en una cinta que supera y mejora en todos los aspectos a su antecesora, hay más monstruosas y hermosas criaturas, más fantasía bizarra, más acción, más sets monumentales con un exquisito diseño de producción, y por supuesto, mucha más imaginación por parte de su artífice. Hellboy II: El Ejército Dorado fue en su momento la cinta más fastuosa de del Toro, una película que dejó de lado los conflictos sobrenaturales entre los nazis y los norteamericanos, para dar paso a una fábula sombría que logra llegar a un público más amplio y que vuelve a ofrecernos ese entretenimiento de calidad que conjuga los elementos de los blockbusters con los del cine de autor, algo que pocos directores logran manejar a la perfección.
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a demostrado su talento tanto en el cines industrial hollywoodense (la dupla de Hellboy) y en el autoral (Cronos, El Espinazo del Diablo o El Laberinto del Fauno), el mexicano entra de lleno a los terrenos de la ciencia ficción con un homenaje a las cintas niponas sobre descomunales robots (jaegers) enfrentados a mastodónticas criaturas (kaijus). Titanes del Pacífico (Pacific Rim; 2013) comienza con el surgimiento, desde un portal en las profundidades del mar, de enormes bestias interdimensionales que comienzan a arrasar con la población de nuestro planeta, por lo que los gobiernos de los países más poderosos comienzan un contraataque con la creación de gigantescas máquinas de guerra que buscan cancelar el Apocalipsis al que nos han condenado los monstruos. Y así, con esta premisa como telón de fondo, Guillermo del Toro construyó uno de los mejores blockbusters de la temporada veraniega en 2013. Con un prólogo que explica todo el origen de los feroces 'kaiju' y el plan de defensa global a través de los 'jaegers', el cineasta planta las bases de una historia que habla completamente de la condición humana (sí, la monstruosidad no es exclusiva de los 'kaiju' y así lo demuestran los políticos y traficantes de los restos de los 'kaiju' derrotados). Concede el mayor protagonismo no a las máquinas de guerra, sino a sus tripulantes y sus conflictos (tanto internos como externos) y a un par de científicos (de personalidades opuestas pero complementarias) que estudian a los seres interdimensionales, cada quien a su manera claro está, para encontrar sus puntos débiles y encontrar una manera de acabar con ellos de una vez por todas. Y aunque del Toro dio mayor protagonismo a las cuestiones humanas de la historia (como es costumbre en su filmografía), éste no deja del lado las secuencias de acción, porque las hay, hay muchas y de muy buena manufactura. Los mastodónticos enfrentamientos son francamente espectaculares (el 3D ayuda en ocasiones pues es muy bueno no como ocurrió con World War Z) y destacan los extraordinarios diseños de arte, desde los sets, el diseño de los 'jaegers' (cada uno con su identificable estructura física y con su marcado estilo de pelea -ambas características correspondientes al país que representan-), y obviamente, de los 'kaiju' (temibles, tenebrosos, verdaderamente amenazantes y aterradores); en todos ellos se nota la influencia innegable del director. Con Titanes del Pacífico, del Toro entregó una película esperanzadoramente apocalíptica en la que 132 minutos le son suficientes tanto para evidenciar algunas anomalías de la naturaleza humana, como para hablar también de las virtudes de la misma; pero a la vez, entrega un blockbuster en toda regla que emociona y recuerda la esencia de que el cine, como parte de la industria del entretenimiento (porque para eso surgió originalmente), puede muchas veces transportarnos a universos inimaginables, que es un espectáculo que, cuando está bien hecho, vale la pena verlo en cine, y mucho más si tiene también el sello autoral y de calidad de uno de los mejores directores de la industria cinematográfica actual que ha logrado, por lo menos en esta cinta, cancelar el apocalipsis. 23
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ucho antes de que existiera toda la línea de películas Scary Movie, también hubo quien apostó por hacer homenaje al cine de terror. Ese fue Mel Brooks, quien junto con Gene Wilder, armaron una película que hoy día es todo un clásico del género, hablo de Young Frankesntein. Inspirada en la original Frankenstein de 1931, Brooks y Wilder logran adaptar una historia llena de drama y remordimiento, a otra historia totalmente diferente llena de comedia y momentos disparatados. Encabezada por el mismo Wilder, quien encarna a un descendiente del mismisimo Dr. Frankenstein, y cuyos genes traicioneros lo llevan a pasar una temporada en el laboratorio de su pariente. Con una banda sonora entrañable y hoy clásica, una ambientación estupenda (reconociendo la labor del diseño de producción), un guión eficaz (que incluso hace alusión a una de las frases más famosas del cine: 'It's Alive!'), y lleno de chifladuras, además tiene un reparto que termina de colocar esta película en un género distinto, una comedia coral. Hay que aplaudir la fidelidad que tuvieron al adaptarla y respetar los momentos clave, como la niña, el ciego y el fuego como partícipes de la historia. Una de las primeras parodias del terror, muy bien hecha y que logra sacarle una sonrisa hasta al más difícil; su director después nos traería otras parodias, por ejemplo, donde hace referencia a las películas de suspenso de Hitchcock. Mientras tanto gocen de este clásico, que sé les divertirá... para mi es una de mis favoritas indispensables.
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on Mil Nubes de Paz cercan el Cielo, Amor, jamás acabarás de ser Amor, el cineasta mexicano Julián Hernández recibió en la edición de 2003 del Festival Internacional de Cine de Berlín -conocido también como la Berlinale-, el premio Teddy Bear, supremo galardón otorgado a la mejor película con temática gay que se entrega en el marco del renombrado festival europeo; dicho reconocimiento permitió que la película pudiera obtener un estreno comercial -aunque limitado- en nuestro país durante 2004. La ópera prima de Hernández se centra en Gerardo (Juan Carlos Ortuño), un joven homosexual de diecisiete años que se encuentra deambulando durante siete días por las calles de la Ciudad de México, mientras se tortura buscando respuestas ocultas entre las líneas de una carta escrita por Bruno, su amante con el que ha mantenido un efímera pero poderosa relación y del que se ha enamorado a tan sólo un par de días de haberlo conocido. Presentada en blanco y negro, la película escrita por el mismo Hernández se coloca ante el recorrido de Gerardo y ante los personajes que por el camino va encontrando; amigos y amantes en los que quiere encontrar un poco de ternura para continuar viviendo y que busca también le puedan ayudar a descifrar los secretos que esconden las palabras en la carta de Bruno, aunque ninguna de las opiniones o consejos de otros logran abrirle los ojos a la verdad. Con una narrativa pausada y poco convencional en nuestro cine, Hernández explora la carestía de amor, ese necesidad de amar y ser amados, acompañando las secuencias bicromáticas con la música de, entre otros, José José y Sara Montiel. De esta última vale la pena subrayar la presencia del tema 'Nena' -recurrente en la trama de la cinta- pues es el tema principal de la película 'El Último Cuplé', de la que se muestran escenas en la película y que cobra importancia en la relación entre Gerardo y Bruno. 28
Más allá de ser una pieza dentro del mal catalogado como 'cine gay', el filme de Hernández es una potente y visceral historia con una propuesta experimental mediante el uso de diversos elementos estético-narrativos con los que traduce las emociones de los personajes en evocadoras imágenes, fotografías de gran belleza que se alojan en la mente del espectador por un largo tiempo tras haber experimentado su visionado. Este interesante debut es una obra que habla sobre el deseo y el amor repentinamente disipado, ese amor súbitamente desaparecido que todos hemos experimentado en algún punto de nuestras vidas, de esa eterna búsqueda del amor que bajo su máscara oculta su verdadera naturaleza: la imposibilidad de amar, un tema recurrente en la subsecuente breve -aunque contundente- filmografía de Hernández. Con Mil Nubes de Paz cercan el Cielo, Amor, jamás acabarás de ser Amor, el director mexicano volvió a poner el tema de la homosexualidad en nuestro cine nacional sobre la mesa a principios de este siglo, y con valentía y arrojo lo hizo otorgándole la dignidad que se merece este particular tipo de cine. El reconocimiento alcanzado le otorgó, en consecuencia, el poder de materialización de sus dos siguientes trabajos: El Cielo Dividido (2006) y Rabioso Sol, Rabioso Cielo (2009), éste último logró llevarse nuevamente el Teddy Award con una votación unánime del jurado frente a una competencia de 24 filmes que competían en la sección del festival en 2009. Actualmente, Julián Hernández tiene pendiente el estreno en nuestro país de su más reciente cinta, Yo soy la felicidad de este mundo, aunque durante este mes de agosto se proyectará en Nueva York y Los Ángeles para después tener un lanzamiento en DVD y OnDemand exclusivo en Estados Unidos.
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onfesándose adicto a la televisión basura, el director Alejandro Fernández Almendras reveló en una entrevista concedida al Festival de Cine de Sundance, donde ganó el Premio del Jurado World Cinema a principios de este año, que la idea para su más reciente película, Matar a un hombre (2013), surgió cuando vio un programa chileno donde entrevistaban a un hombre que había decidido matar a otro hombre porque su vida y la de su familia estaban en peligro. En la entrevista realizada ya desde la cárcel, al hombre se le preguntó que si pudiera volver en el tiempo y las circunstancias en las que se había encontrado fueran las mismas, decidiría nuevamente matar a aquel hombre por el cual la vida de su familia corría peligro; a la pregunta, el hombre respondió categóricamente: "No. Porque no tienes idea de lo que es matar a un hombre." Inspirado en este caso verídico, el realizador chileno comenzó a trabajar en el guión de esta tesis sobre la venganza llevada hasta las últimas consecuencias. Al protagonista de Matar a un hombre, Jorge (Daniel Candia), a pesar de padecer diabetes, podríamos considerarlo un hombre común, un latino como cualquier otro, es un tranquilo padre de familia y trabaja arduamente para mantenerla lo mejor que puede. Una noche, mientras regresaba de su trabajo, 'Kalule' (Daniel Antivilo), uno de los delincuentes más conocidos de su barrio, lo asalta y le roba, entre otras cosas, su insulina; esa misma madrugada, su hijo adolescente Jorgito (Ariel Mateluna) decide encarar al criminal para recuperar la insulina de su padre, pero en un violento arranque, el joven queda gravemente herido de bala. Jorgito sobrevive al disparo y el delincuente va a prisión pero con una condena exageradamente corta (casi irrisoria: dos años); al regresar a las calles, comienza el violento hostigamiento hacia Jorge y su familia, acoso que incluye el intento de violación a la hija de Jorge. Pese a las denuncias a la policía, la respuesta de las autoridades es insuficiente, o mejor dicho, inexistente. Jorge decide actuar de una vez por todas para proteger a su familia. 31
Historias de venganza existen una infinidad, y con la poética de la sangre como principal protagonista hemos sido testigos de grandes filmes que giran en torno a ella, pero no son tantas las oportunidades que hemos tenido de explorar lo que sucede después de que se cobra venganza; aquí, Alejandro Fernández Almendras nos da esa oportunidad. Matar a un hombre es una brutal visión de la venganza, y no por su contenido violento y explícito (puesto que son escasas este tipo de escenas) sino porque la fascinante disección que hace del ser humano tras experimentar un trauma como el que representa quitarle la vida a otra persona, incluso bajo las circunstancias y los predicamentos que movieron al hombre para cometer el asesinato, es feroz. Estamos aquí frente a un thriller poderoso, aunque de ritmo pausado, en el que el director utiliza elegantemente varios planos secuencia para construir formidables escenas de tensión bajo la más realista de las atmósferas a la vez que plantea varios cuestionamientos sobre la ética, la moral, sobre lo que estaríamos dispuestos a hacer para proteger a los nuestros, etc.; es un exhaustivo análisis de ese largo y tortuoso camino que recorre el protagonista con ese complejo de culpa que devora lentamente su conciencia tras haber cometido el homicidio. Matar a un hombre incluso se podría abordar también como una crítica social latinoamericana, pues la ineficacia e ineptidud de los sistemas judicial y legislativo que expone, no son exclusivas del contexto sociocultural chileno (¡y vaya que en México sabemos de eso!). Matar a un hombre se estrenó en nuestro país dentro del pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara (su 29a. edición), y aunque aún no se tienen noticias de un estreno comercial, recomendamos mantenerla en la mira para que no vaya a pasar desapercibida. Además también habrá que echarle un ojo a los trabajos previos de su artífice: Huacho (2009) y Sentados frente el Fuego (2011). ¡A buscarlas ya!
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unque parezca mentira -y contradictorio-, Hollywood sigue siendo un lugar hostil para los proyectos que involucran temas sobre la diversidad sexual. Muestra de ello lo fue Behind the Candelabra, ese sobresaliente proyecto de Steven Soderbergh protagonizado por el fantástico Michael Douglas y -el nuevamente guapo- Matt Damon que ningún estudio quiso financiar y terminó siendo producido por la cadena HBO, llevándose numerosos reconocimientos, entre ellos el Golden Globe a Mejor Actor para Michael Douglas. Este año, la historia se repite, y tras la negativa de producción por parte de los estudios de la Meca de Cine, el director Ryan Murphy (creador de series como Nip/Tuck, Glee y American Horror Story) decidió realizar su anhelado proyecto, The Normal Heart, como una película para la televisión producida nuevamente por HBO. La película es una adaptación de la obra de teatro homónima y autobiográfica escrita por el Larry Kramer en la que, a través del personaje llamado Ned Weeks -alter ego del autor- narra su experiencia ante la aparición del SIDA a principios de la década de los 80. The Normal Heart nos presenta a Ned Weeks (Mark Ruffalo) en 1981, cuando comienzan a aparecer varios casos de una extraña enfermedad que parece estar atacando únicamente a hombres homosexuales y se está propagando rápidamente en la comunidad gay de Nueva York. La película es una poderosa pieza testimonial sobre la nula ayuda gubernamental por parte del presidente Ronald Reagan para apoyar a los enfermos del 'cáncer gay' -como se le conoció en un principio al extraño padecimiento del que poco o nada se sabía- y para la investigación que podría dar con una posible cura ante la plaga banalizada por el gobierno que la etiquetaba como 'un problema gay'. El encubrimiento de la información y la censura por parte de los grandes medios de comunicación hacia el tema de la pandemia que se había extendido de manera global, es otro de los puntos a destacar en el filme. Esta censura me33
diática es abordada en parte desde el personaje de Felix (Matt Bomer), un periodista del New York Times al que recurre Ned Weeks para saber por qué no se ha hecho público el mortal alcance de la pandemia y con el cual entablará una relación amorosa. Y así como Felix, hay otros personajes que aparecen en torno a Ned Weeks, pues este es tan sólo el hilo conductor de la trama en la que diversos personajes funcionan a manera de abanico que permite conocer varias aristas del problema médico que representó la súbita aparición del SIDA y las distintas posturas que se asumieron dentro de la comunidad para combatir la plaga. A través de esta galería de personajes, Kramer nos comparte sus personales experiencias dolorosas a través de los poderosos y catárticos episodios por lo que atraviesan los protagonistas: el enfrentamiento de Ned con su hermano (Alfred Molina), el de la doctora Emma (Julia Roberts) con los representantes del gobierno, o esa demoledora escena en la que atestiguamos cómo, ante la presencia de una madre, sacan el cadáver de un joven hijo enfermo de SIDA del hospital en una bolsa negra como si de basura cualquiera se tratase. The Normal Heart no es una película sobre homosexuales, no es una película de gays, en una película de Hombres comenzando una guerra para salvar sus propias vidas y las de una comunidad condenada a la marginación, al rechazo y a la muerte; es la historia de un pausado genocidio ocurrido apenas hace tres décadas y perpetrado por la falta de acción de un gobierno inepto, temeroso, ignorante e incapaz de asumir como natural la diversidad sexual humana. Junto con los documentales We Were Here (Dir. David Weissman y Bill Weber; 2011) y How to Survive a Plague (Dir. David France; 2012), The Normal Heart se coloca como uno de los testimonios audiovisuales más sobresalientes que, en años recientes, ofrece una mirada profunda, reflexiva y sin tapujos sobre lo terrible de lo sucedido en los inicios de esta devastadora enfermedad... Es una de las imperdibles este año.
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ñecas vulneradas. El director da un giro audaz a las historias de los chupasangre y presenta un mito vampírico lleno de ambigüedades, el vampirismo se muestra en esta ocasión como una enfermedad mental más que como una verdadera naturaleza monstruosa, aunque ciertos pasajes a manera de flashbacks en blanco y negro, muestran al protagonista en una época anterior a ya varias décadas de distancia, dejando dudas sin resolver sobre si la verdadera edad del vampiro viviente en realidad ronda ya las ocho décadas que él clama. Martin representó la primera colaboración del director con su después recurrente especialista en maquillaje y efectos especiales -que también ha resultado ser actor y director- Tom Savini, ésta colaboración fue la primera de tantas en una de las mancuernas más sólidas en el cine independiente de horror. El filme no fue un suceso en la taquilla, pero el paso del tiempo la ha colocado en un su debido lugar como filme de culto dentro del cine de terror y como una de las propuestas vampíricas más originales que se hayan realizado. Al igual que las cintas de zombies de Romero realizan una crítica metafórica de la sociedad consumista, la doble moral y la naturaleza humana enfrentada al desastre masivo, Martin es una crítica a la imagen del vampiro seductor que Hollywood se había encargado de preservar vía el celuloide de esa época. Una historia original y atrevida que se recomienda para todos aquellos que están cansados de las versiones edulcoradas de los vampiros contemporáneos.
l ya legendario director George Andrew Romero es principalmente reconocido por su cine de zombies, olvidando muchas veces que el resto de su producción cinematográfica también vale mucho la pena revisar, pues a pesar de que sus principales proyectos giran en torno a los come sesos que en los últimos años se han vuelto a poner de moda gracias a cintas como Exterminio (28 Days Later; Dir. Danny Boyle) y series como The Walking Dead, el realizador neoyorquino también ha explorado otros mundos y subgéneros del terror, como el del cine vampírico, un subgénero también muy popular y mancillado en los últimos años. Martin (1976), fue la primera película que realizó bajo su sello Laurel Entertainment, fundado en 1973 junto a Richard P. Rubinstein. Con un presupuesto de aproximadamente $80mil dólares y una historia escrita por el mismo Romero, la película gira en torno al personaje del que toma su nombre: un joven retraído (encarnado por John Amplas) que asegura ser un vampiro de 84 años y que se muda a Pensilvania para vivir con su primo mayor -muy mayor-, quien le ha prometido salvar su alma y destruirlo de una vez y para siempre cuando así lo haya hecho. El Martin de Romero se coloca en un lugar diametralmente opuesto al de la figura clásica del vampiro, pues este gris personaje utiliza una jeringa hipodérmica para drogar mujeres y poseerlas sexualmente, después corta sus venas con una navaja de afeitar y bebe su sangre succionándola directamente de sus mu-
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ace muy poco tiempo tuvimos en la cartelera nacional el estreno de Berberian Sound Studio: El Sonido de la Inquisición (Berberian Sound Studio; 2012), un estupendo homenaje del director inglés Peter Strickland al cine giallo, ese subgénero italiano resultado de una derivación del cine de horror y el thriller que se caracterizó por ser meramente estético y sin preocupaciones por la coherencia de sus tramas (cuando las tenían). En esta misma línea se muestra ahora L'étrange couleur des larmes de ton corps (2013), el segundo largometraje escrito y dirigido por el dúo Hélène Cattet y Bruno Forzani que debutó en con su ópera prima Amer en 2009 y que participó en la antología ABCs of Death (2012) con el segmento 'O is for Orgasm'. Su nuevo filme presenta a Dan Kristensen (Klaus Tange), un hombre que ha regresado a su departamento en Bruselas tras un viaje de negocios de varios días para encontrarse tan sólo con la misteriosa desaparición de su mujer. El departamento estaba cerrado desde dentro y en el interior no hay rastro alguno de su esposa, los vecinos tampoco son de gran ayuda pues al parecer todos evitan totalmente el tema. Todos, a excepción de la inquilina del departamento número siete, quien le revela al protagonista que también su esposo ha desaparecido, una noticia que detona la trama de este thriller psicosurrealista dentro de laberínticas arquitecturas habitadas por una mis37
teriosa entidad obsesionada con el sexo y la muerte. L'étrange couleur des larmes de ton corps no es cine fácil, es un filme denso que no es para cualquier tipo de público, incluso para aquellos que están acostumbrados a alejarse del cine comercial y buscar cine alternativo les será un tanto complicado terminar la película si no son verdaderos fans del giallo, pues su lenguaje narrativo de carácter radical abusa un tanto en su contenido abstracto y críptico, por lo que se pondrá a prueba la paciencia del respetable que no acostumbre a este tipo de experiencias fílmicas. Este pesadillesco y estilizado ejercicio de estilo sobresale por su extraordinario diseño sonoro, que junto a una edición cuidadísima que deriva en un montaje vertiginoso, ofrece toda una experiencia multisensorial, es un viaje al interior de un laberinto de atmósferas claustrofóbicas y oníricas secuencias conformadas en gran parte por tomas cerradas y no pocos close ups, es simple y sencillamente un delirio visual, cine experimental puro y duro. Hipnótica, poderosa, misteriosa, sensual, sangrienta, bizarra, surrealista y sin la menor intención de ofrecer respuestas claras al final de la trama (porque sí la tiene pero no le da mayor importancia -como debe ser en el buen cine 'giallo'-), así es la nueva propuesta de Cattet y Forzani, un experimento que, seguramente, dividirá opiniones.
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l director Matt Reeves (Cloverfield y el remake Let Me In) toma la batuta en la continuación a la precuela/reboot El Planeta de los Simios: [R]evolución (Rise of the Planet of the Apes; 2011), la cual significó la reinterpretación de los orígenes de la afamada franquicia iniciada en la década de los 60s. El Planeta de los Simios: Confrontación (Dawn of the Planet of the Apes; 2014) comienza con una secuencia de créditos que sirve como prólogo y contextualiza la historia que está por relatarse, tras esos breves momentos en los que se nos cuenta lo que ha pasado con el mortal virus que comenzó a amenazar a la población mundial una década atrás, se da paso a una primera secuencia de acción donde los simios, comandados por Caesar (Andy Serkis), cazan en grupo y se defienden del ataque de un oso, además de presentar diversas escenas que introducen a los personajes, sus relaciones, sus rasgos personales y el modo de vida que han adoptado en conjunto los simios tras la revolución y el establecimiento de su colonia en el bosque, donde unas inscripciones en piedra dan cuenta de sus principales códigos éticos: 'Simio no mata simio', 'Juntos somos fuertes', etc., a través de los cuales han logrado la edificación de una sociedad casi utópica en medio del bosque. Pero el encuentro fortuito con un grupo de humanos cuya última oportunidad de sobrevivir es poner nuevamente en marcha una presa hidroeléctrica que les
brinde la energía necesaria para subsistir entre las ruinas de San Francisco, es el detonante de la confrontación entre ambas especies. El filme opta por mantener primordialmente el punto de vista de Caesar y la sociedad de simios cognitivamente súper desarrollados, teniendo éstos el 70% del tiempo total en pantalla, y es sólo de manera esporádica que también se comparte con la audiencia la perspectiva desde el lado de los humanos para establecer las diferencias que llevarán al enfrentamiento que dará inicio a la guerra entre especies. Matt Reeves logra un trabajo fenomenal con esta propuesta que se destaca entre otras opciones veraniegas por poseer un contenido inteligente con varias capas de lectura, por conferir mayor protagonismo a la historia que a la acción, cuyas secuencias están hábilmente dosificadas a lo largo del filme y perfectamente montadas con algunos planos secuencia que, aunque muy breves, resultan verdaderamente sorprendentes, como claro ejemplo podemos citar el del simio villano Koba (Toby Kebbell) atacando un tanque, o el correspondiente a la huída de Malcolm (Jason Clarke) -el protagonista humanohasta su encuentro con el hijo de Caesar dentro de una casa en medio de la cacería humana por parte de los simios. Al igual que la entrega anterior nos sorprendió al final del verano hace tres años, El Planeta de los Simios: Confrontación supera las expectativas que ha-
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bíamos generado sobre esta nueva entrega y se coloca como una de las mejores propuestas veraniegas que podremos presenciar este año y también como una de las mejores secuelas que se hayan realizado, mejorando todos y cada uno de los aspectos de su predecesora, tanto en los apartados conceptuales como en los correspondientes a los elementos técnicos, pues así como la entrega anterior la perspectiva estaba enfilada al abuso de los humanos sobre las especies de animales, su maltrato, experimentación y su inevitable respuesta revolucionaria, ésta opta por colocarse en medio del conflicto que nace ante la imposibilidad de vivir en paz y armonía entre especies, conservando así una historia interesante y entretenida en donde los personajes simios resultan complejos y multidimensionales, no obstante que los personajes humanos resultan un tanto planos y poco trabajados, aunque sin llegar en ningún momento a obstaculizar el desarrollo de la trama. El Planeta de los Simios: Confrontación, es un estimulante relato de ciencia ficción y acción poderosamente humano, profundo, visceral y con algunos toques de brutalidad que logra ampliar el universo cinematográfico de la franquicia y refuerza los pilares para que se sigan produciendo más -y esperemos que mejores- películas sobre esta fantástica saga que, como se demuestra aquí, aún tiene mucho camino por explorar.
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o es tarea sencilla establecer la relación directa que tienen El Gigante Egoísta (The Selfish Giant; 2013), la primera película de ficción de Clio Barnard, y el cuento homónimo del escritor irlandés Oscar Wilde que, según la propia directora, sirvió como inspiración para la creación de este relato de corte social que se centra en la amistad entre dos adolescentes, quienes a pesar de tener personalidades diametralmente opuestas, utilizan el lazo fraterno que han creado para enfrentar la dura realidad que les ha tocado vivir en Huddersfield (al oeste de Yorkshire), Inglaterra. Arbor (bajito, delgado e hiperactivo) y Swifty (un poco más alto que su compañero, regordete y bonachón), son dos mejores amigos que se ayudan mutuamente en todas circunstancias, desde en las travesuras más inocentes, las peleas a puño limpio a la hora del recreo en la escuela, hasta sus aventuradas acciones delictivas como robar todo tipo metales que puedan ser vendidos al egoísta chatarrero Kitten y ayudar económicamente con ello a sus familias, aunque la relación que entablen los pequeños con la versión reinterpretada del gigante de Wilde, cambiará sus destinos para siempre. La mayor virtud de la cinta es, sin duda alguna, la gran presencia que tienen sus protagonistas, ya que tanto Conner Chapman (Arbor) como Shaun Thomas (Swifty) debutan actoralmente ofre-
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ciendo un trabajo estupendo, pues ambos se entregan a la cámara con una honestidad y naturalidad sorprendentes, tanto así, que realmente se siente como si fueran mejores amigos en la vida real desde hace mucho, mucho tiempo atrás; una amistad que, aunque llena de ternura y mucha ingenua diversión, les ha servido a ambos para mantenerse a flote en los barrios populares de Inglaterra, en ese paisaje desolador de permanente frío, de familias desestructuradas donde también se vive la violencia intrafamiliar y es permanente la carencia de respuestas por parte de las instituciones gubernamentales tanto educativas como médicas. Es aquí, en este replanteamiento del gélido y moribundo jardín del gigante del cuento original, donde Barnard coloca a sus personajes del drama directo y eficaz que supone El Gigante Egoísta, un logro alcanzado gracias a sus previos trabajos como documentalista, y cuya experiencia le ha permitido saber con precisión qué es lo que nos quiere contar y cómo nos lo debe mostrar. El filme, que contiene enormes cantidades de poesía cinematográfica gracias al estupendo trabajo de fotografía y edición (los encuadres son sobresalientes y los planos duran lo que tienen que durar), es un agridulce relato sobre la amistad, la culpa, la redención y el perdón; y es entonces cuando es más evidente la relación entre la obra de Wilde y la de Barnard.
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on su quinto largometraje, Una Separación (Jodaeiye Nader az Simin; 2011), el cineasta iraní Asghar Farhadi logró el reconocimiento internacional e incluso se llevó la codiciada estatuilla que anualmente otorga la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos en la categoría a Mejor Película Extranjera en 2012; el éxito obtenido con el drama social que sigue a una pareja que decide ponerle fin a su relación conyugal le brindó a Farhadi la oportunidad de rodar su primer trabajo en francés: El Pasado (Le Passé; 2013), un relato escrito por él mismo en el que, al igual que en su trabajo previo, las mentiras y los secretos son piezas clave dentro su tratado sobre el perdón y la redención. El director abre el filme con un conmovedor reencuentro e introduce a los personajes centrales de su historia sin utilizar palabra alguna. Ellos son Marie-Anne (Bérénice Bejo) y Ahmad (Ali Mosaffa), quien ha llegado a París -proveniente de Teherán- para acudir a la audiencia de divorcio que finalmente terminará, después de cuatro años de separación, de manera definitiva con su relación marital con Marie-Anne, pues ella pretende ya casarse con su prometido Samir (Tahar Rahim), aunque viven en una relación un tanto complicada, pues la hija de Marie-Anne, Lucie (Pauline Burlet), parece no llevarse del todo bien con Samir, aunque jamás ha dado explicación alguna de su incomodidad cuando se encuentran juntos. Y así, lo que teóricamente iba a ser un simple viaje para cumplir con los trámites finales del divorcio, se convierte en realidad en una odisea familiar donde oscuros secretos saldrán a la luz y podrán a prueba la estabilidad emocional de todos y cada uno de ellos.
Las mentiras y los secretos son los dos elementos principales sobre los cuales Farhadi erige este drama familiar exquisitamente estructurado por un guión que va revelando con sorprendente precisión los secretos familiares más oscuros y dejando al descubierto más y más misterios, sobre todo en los últimos veinte minutos de la cinta, cuando varios personajes revelan lo que tanto tiempo habían callado y con ello generan aún más incógnitas de las que responden. Los diálogos son impecables, se perciben naturales, sinceros, y sobre todo, certeros; son líneas que van desde lo sobrecogedor hasta lo desgarrador en unos cuantos instantes, trascendiendo más allá de lo que podría haber sido una vulgar telenovela, puesto que tiene todos los elementos del melodrama clásico que, con gran maestría, el director logra manipularlos para entregarnos un retrato universal que versa sobre la complejidad y ambigüedad humana. La última obra de Farhadi, hasta el día de hoy, es una cautivadora película que encontrará ecos emocionales en la audiencia debido a la dramática premisa sobre las relaciones humanas y al sofisticado trabajo actoral de todos los miembros del reparto; el realizador nos pone frente a un fresco de intimista atmósfera con elegante puesta en escena sobre la culpa, el perdón y la redención que desafía al espectador a hacerle frente a los mismos dilemas éticos y morales que los protagonistas, y termina por regalarnos, en un particularmente luminoso último plano, uno de los mejores desenlaces dramáticos de los últimos años.
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on la escena post-créditos de Thor: Un Mundo Oscuro (Thor: The Dark World; 2013), Marvel colocó la primera pieza para la expansión de su universo cinematográfico con Los Guardianes de la Galaxia (Guardians of the Galaxy; 2014), la adaptación del cómic homónimo publicado en 2008 (una modernización del original publicado en 1969 con otros personajes) bajo la batuta de James Gunn, director responsable de esa violenta mirada al mundo de los superhéroes sin superpoderes en la incomprendida pequeña joya llamada Super (2010), protagonizada por Rainn Wilson, Ellen Page y Liv Tyler, y que fue estrenada directo en DVD en nuestro país. Ahora que finalmente se ha estrenado la nueva película de Marvel, hemos de decir que nos encontramos con un refrescante blockbuster hecho al pie de la letra y que se mantiene con una personalidad propia aún a pesar de pertenecer al universo Marvel. Los Guardianes de la Galaxia presenta la historia de un grupo de marginados que se ven obligados a participar en conjunto para salvar su vida y las de los planetas de la galaxia entera. Ellos son Peter Quill -a.k.a. Star-Lord- (Chris Pratt), un temerario y aventurero piloto estadounidense por el que se ofrece una gran recompensa tras haber robado una misteriosa esfera en cuyo interior reside una poderosa arma buscada por Ronan (Lee Pace), vasallo del poderoso Thanos (Josh Brolin); Gamora (Zoe Saldana), una enigmática -y verde- asesina; el dúo de cazarrecompensas conformado por el mapache Rocket (voz de Bradley Cooper) y el árbol antropomorfo Groot (voz de Vin Diesel); y finalmente, Drax 'El Destuctor' (Dave Bautista), un maniático y vengativo asesino.
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Esta aventura del quinteto de inadaptados representa, si bien no una reinvención completa, sí una bocanada de aire fresco (y hasta cierto punto original) para el subgénero de superhéroes en la pantalla grande, convirtiéndose en un filme con personalidad propia y distinguiéndose de otras adaptaciones del montón debido a la digna construcción de su propio microuniverso con características muy personales, conservándolas y siendo fiel a ellas durante las dos horas de metraje. Los Guardianes de la Galaxia es una película con fortaleza propia que no depende de las otras películas de Marvel (aunque no faltan las referencias a ellas); es un espectáculo colorido y saturado con una extraordinaria selección musical de grandes éxitos de los años 70s y 80s (sobresaliendo "Hooked by a feeling" de Blue Swede -que ya pudimos escuchar desde aquel primer teaser presentado hace ya unos meses-, "Cherry Bomb" de The Runaways y "Ain't No Mountain High Enough" de Marvin Gaye y Tammi Terrell) que conforman su muy peculiar soundtrack, el cual también es complementado por el consistente score con las partituras compuestas por Tyler Bates, las cuales logran crear las atmósferas cósmicas adecuadas para el relato de esta odisea espacial de ciencia ficción protagonizada exclusivamente por antihéroes. Los Guardianes de la Galaxia es un fantástico suceso cinematográfico cargado de acción, es insolente, entrañable, divertida y emocionante, un espectacular evento pirotécnico con fabulosas secuencias de acción, es ideal para quien busca ir cerrando apropiadamente este verano cinematográfico con cine industrial de alta calidad.
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ras la caída del tercer Reich y el desmembramiento del nazismo en Alemania, muchos de sus agentes huyeron y se refugiaron en distintas latitudes del globo, intentando mantenerse alejados de la justicia. La historia de Wakolda, escrita y dirigida por la directora argentina Lucía Puenzo (XXY y El Niño Pez) que es también una adaptación de su propia novela homónima inspirada en un hecho real, es la de uno de ellos, la de Josef Mengele para mayor precisión, un hombre que fue médico de cabecera en Birkenau, uno de los campos de concentración que, en su conjunto, se les conoce como Auschwitz, aunque éste en realidad es un complejo de tres campos de concentración con distintas actividades específicas: administrativas (Auschwitz I), de encierro y exterminio (Auschwitz II o Birkenau) y de trabajos forzados (Auschwitz III o Buna-Monowitz). Josef Mengele (Alex Brendemühl), también conocido como ‘El Ángel de la Muerte’, huye de Alemania y se refugia en la Patagonia en el verano de 1960, donde conoce y entabla una peculiar relación amistosa con los miembros de una familia argentina que se dirige hacia Bariloche, su nuevo lugar de residencia donde restaurarán un abandonado chalet para convertirlo en un gran hotel, y quienes desconocen por completo encontrarse frente a uno de los mayores criminales de la historia. La hija adolescente de la familia, Lilith (Florencia Bado), posee un cuerpo poco desarrollado para una niña de su edad, esto es notado de inmediato por el doctor y su obsesión por alcanzar la pureza y la perfección del cuerpo se va despertando poco a poco, al punto de proponerle a la madre, Eva (interpretada por Natalia Oreiro), someter a Lilith a un tratamiento 'correctivo' para que se desarrolle de la manera en que su cuerpo debió haberlo hecho ya. Pero la fascinación que siente el doctor por la pequeña es recíproca, pues Lilith, en plena etapa de su despertar sexual, ha comenzado a sentir una extraña e inquietante fascinación por el doctor alemán.
Con esta atractiva premisa se presenta Wakolda, una historia que, como thriller psicológico, resulta un filme bastante eficaz, puesto que la construcción del misterio se lleva a cabo de una manera muy sutil y elegante. El suspenso, los secretos y las mentiras van apareciendo y acomodándose de tal manera que no hay manera en que el filme no pueda terminar de otra manera que no sea con un emocionante final. Resulta también digno de subrayar la manera en la que el médico/asesino alemán se va ganando la confianza de cada uno de los miembros de la familia a pesar de su inicial desconfianza, especialmente la manera en la que consigue la confianza del padre, Enzo (Diego Peretti). Así, mientras a Eva logra convencerla generando en ella un sentimiento de culpa por no aprovechar las oportunidades para brindarle a su hija un desarrollo físico completo a través del tratamiento que se le ofrece, a Enzo consigue acercarse convenciéndolo de emprender un negocio con la fabricación en masa de las muñecas que éste realiza de manera artesanal; estas muñecas son utilizadas a lo largo del filme como objeto simbólico de la incompleta figura femenina, la fabricación de las muñecas se empalma con la 'alteración' del cuerpo de Lilith a lo largo del tratamiento al que se somete. Pero no obstante su eficacia como thriller psicológico, el único punto fallido de Wakolda viene de la mano con su mayor acierto, es decir, su villano protagonista. Y es que aunque Brendemühl ofrece un trabajo excepcional con su interpretación del prófugo nazi, las motivaciones del personaje se van desdibujando a medida que el metraje avanza y se va dando un mayor peso a la intriga y al drama familiar, olvidando un tanto la (re)construcción y disección del famoso personaje que debería ser multidimensional, pero que aquí, cuando no está aparentando ser algo que no es, sólo muestra un único y exclusivo rostro: el de la maldad por la maldad, resultando un tanto arquetípico.
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inúsculo (Minuscule) es una formidable serie de animación francesa que nos lleva a conocer la vida de unos peculiares insectos en su día a día a través de brevísimos episodios de aproximadamente cinco minutos cada uno. La serie de televisión, transmitida en México a través de Canal Once en su barra denominada Once Niños, aunque también se encuentra disponible en el famoso servicio de 'streaming' conocido como Netflix, utiliza insectos estilizados, aunque nunca exageradamente antropomorfos, creados por computadora y los hace interactuar en escenarios reales filmados en los ambientes de la campiña francesa y con escasa interacción con humanos en su primera temporada. Desprendiéndose de esta fascinante y divertida serie, llega finalmente a nuestro país el primer largometraje con la primera gran aventura de estos atípicos insectos: Minúsculos (Minuscule: La vallée des fourmis perdues; 2013), escrita y dirigida por los mismos creadores de la serie, Thomas Szabo y Hélène Giraud, quienes nos comparten una sencillísima anécdota que comienza con la llegada de una pareja a la campiña francesa con la idea de hacer un picnic, pero cuando la mujer comienza con las contracciones y las labores de parto, la pareja apenas tiene tiempo de recoger algunas de las cosas para subir velozmente a su coche y llegar al hospital más cercano. De manera simultánea, muy cerca de donde quedaron los restos del día de campo de los muy próximos padres, una catarina se encuentra en sus primeras lecciones de vuelo, y al separarse de su familia, ésta se encuentra con una banda de moscas que comienzan a perseguirla, pero
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la inexperiencia de la catarina hace que se estrelle y las moscas la den por muerta; al despertar, se da cuenta que ha perdido el ala derecha. Desalentada y lejos de su familia, comienza a vagar por el bosque hasta que encuentra refugio en una de las cajas olvidadas por la pareja del picnic, una caja metálica que contiene un botín que será reclamado por dos clanes de hormigas (negras y rojas) que comenzarán una batalla campal para hacerse del contenido: terrones de azúcar. Minúsculos es una cinta que no necesita de los millonarios presupuestos de grandes estudios como Pixar o DreamWorks para ofrecer una gran película con historia redonda que resulte atractiva y muy divertida para los pequeños. Es una propuesta que, más que compartirnos una historia, opta por presentar una anécdota sencilla que, al igual que lo hace la serie, se basa completamente en el lenguaje puro cinematográfico y puede prescindir de los diálogos, pues en la cinta, los insectos se comunican solamente a través de sus muy característicos lenguajes, creados a través de un maravilloso trabajo en los efectos de sonido distintivos para cada especie. Y por si fuera poco, la película también nos habla de la importancia del trabajo en equipo, del compañerismo, de ser socialmente inclusivos y de la aceptación de la diversidad en medio de la adversidad. Una propuesta totalmente recomendable para los más pequeños que, seguramente, y si no conocen ya la presentación como serie de televisión, querrán inmediatamente acercarse a ella; de verdad no se la pierdan, vale muchísimo la pena esta modesta gran película.
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ace un par de años, Sony lanzó el reboot de la franquicia arácnida con irregulares resultados entre la crítica, pese a lo cual, su gran éxito en la taquilla le permitió continuar con el 'refresh' de la saga. Un carismático -y entonces semi desconocido- Andrew Garfield (Never Let Me Go, Boy A) se encargó de encarnar a un Peter Parker mucho más joven (o por lo menos más creíble) que el interpretado por Tobey Maguire, mientras que una simpatiquísima Emma Stone (Easy A, Zombieland) personificó a Gwen Stacy, el verdadero primer gran amor de Peter en las historietas que fue obviado en las dos primeras entregas de la saga de Sam Raimi y muy desaprovechado en su muy desastrosa tercera parte. Esta pareja protagónica está de regreso en El Sorprendente Hombre Araña 2 (The Amazing Spider-Man 2; 2014), nuevamente bajo la dirección de Marc Webb (500 Days of Summer), un director que supo tomar lo mejor de la cinta anterior y mejorarlo para esta emocionante secuela. Un par de días atrás, recurrí al revisionado de El Sorprendente Hombre Araña (The Amazing Spider-Man; 2012), y junto con unos amigos, notábamos que la película ha envejecido bastante rápido y no para bien. Algunos de los efectos especiales no sólo se han vuelto más evidentes con el paso del tiempo -y eso que apenas han pasado dos años-, sino que ya se antojan anticuados y obsoletos; los diálogos del villano, especialmente cuando está convertido en la gigantesca, rastrera y parlante creatura, son demasiado trillados -en su momento, hace dos años, no lo noté tanto-, a veces incluso provocando algo de risa nerviosa involuntaria. Pero en El Sorprendente Hombre Araña 2 se hace evidente el trabajo de cuidado que se ha puesto en este tipo de detalles para ma-
nejarlos de una manera más adecuada, acertada, y por supuesto que el presupuesto y el cuidado en el guión fueron factores determinantes para lograr este cometido. Aquí, los efectos digitales resultan muy convincentes al ser mezclados con los elementos reales en las locaciones, y los villanos, a pesar de sus maléficas líneas ya trilladas que son como de cualquier villano de caricatura, son tratadas de una manera muy convincente, aunque sin olvidar nunca su origen comiquero. Ésto es algo que resulta muy particular en la franquicia del arácnido, pues desde sus orígenes en la trilogía de Raimi, y siendo más evidente ahora bajo la batuta de Webb, la saga del trepamuros siempre ha tomado los elementos inherentes al lenguaje de las viñetas para trasladarlos con gran eficacia al lenguaje de la pantalla grande y ofrecer grandes y emocionantes aventuras, a diferencia de otras sagas -entiéndase The Dark Knight o Man of Steelque han buscado llevar a sus héroes a un universo más adulto y maduro. Pero, y a todo esto... ¿de qué va El Sorprendente Hombre Araña 2? Mientras Peter sigue buscando pistas que lo lleven a descubrir la verdadera identidad de sus padres, y resiente el no poder estar cumpliendo con la promesa hecha al Capitán Stacy sobre mantener alejada a su hija Gwen, dos amenazas surgen en Nueva York: La primera, el reencuentro con su mejor amigo de la infancia, Harry Osborn (Dane DeHaan), cuyo regreso al emporio de su padre le guiará a su verdadero destino marcado por una rara enfermedad hereditaria a la que intentará sobrevivir a cualquier costo; y la segunda, cobra vida tras un accidente en los laboratorios de Oscorp que transforma a Max Dillon (Jamie Foxx), un apocado hombre fanático del Hombre Araña, en Electro, un etéreo personaje eléctrico 65
que guarda un gran rencor contra su otrora héroe al sentirse traicionado por éste. “El Sorprendente Hombre Araña 2" se suma a la lista de secuelas que han demostrado que son mejores que sus antecesoras. Es una aventura de casi dos horas y media donde la gran química de la pareja central y las frescas interpretaciones de los villanos (destacando la de Dane DeHaan, que está excelente como el multimillonario Harry Osborn, y uno muy diferente al de James Franco en la anterior trilogía), logran atraer y enganchar al público en los momentos 'dramáticos' de la trama, mientras que las escenas de acción resultan emocionantes y asombrosas, sobre todo por la forma en la que se lleva a cabo el cuidadísimo manejo de cámaras a la hora de seguir en acción al héroe y el tremendo score de Hans Zimmer y los denominados The Magnificent Six (ni más ni menos que Pharrell Williams, Johnny Marr, Michael Einziger, Junkie XL, Andrew Kawczynski y Steve Mazzaroritte), el cual provee un electrizante sonido a las secuencias de acción, de las que hay que recalcar el impactante primer encuentro entre Electro y el Hombre Araña en Times Square y la impactante secuencia final del Duende Verde atacando a Spidey y Gwen. La película es todo lo que un filme de superhéroes debe ser y lo que debe contener: una trama cumplidora -que continúa con el desarrollo de la historia establecida en la primera entrega y pone las bases para las secuelas y los otros proyectos del universo arácnido como el filme de los Seis Siniestros que ya desarrolla Sony para los próximos años-, una pareja central con una relación entrañable y escenas de acción sorprendentes, y sobre todo, emocionantes.
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anny Boyle ha abordado casi todos los géneros y se ha apegado a sus reglas pero siempre dejando su sello inconfundible, tal es el caso de esta atípica comedia romántica en la que, si bien es cierto que cumple con cada uno de los elementos que dicta la fórmula (chico conoce chica, dos personalidades opuestas terminan juntas, etc.), sobresale el uso del humor negro a través de dos ángeles que deben enamorar a como dé lugar a la pareja protagónica: un rencoroso joven afanador recién despedido -encarnado por Ewan McGregor en su tercera colaboración con Boyle tras Tumba al ras de la Tierra (Shallow Grave; 1994) y La Vida en el Abismo (Trainspotting; 1996)- y la hija de su antiguo jefe -interpretada por Cameron Díaz cuando aún tenía gracia- a la que ha secuestrado para pedir un rescate. Para lograr tal misión, implementan tácticas muy poco comunes, como secuestrarlos o ponerlos en peligro de muerte (o por lo menos hacerles creer que sus vidas peligran) para que, de esa manera, afloren sus sentimientos de apego del uno por el otro y se den cuenta que están enamorados. Obviamente, como en todas las comedias románticas, las cosas no salen según lo planean los personajes y se presentan una serie de avatares que llevarán a los protagonistas por distintos caminos que en ocasiones los separan, pero que finalmente los vuelven a unir. Vidas sin reglas (A Life Less Ordinary; 1997) no es de lo mejor de Danny Boyle pero la efectiva mezcla de la comedia romántica con guiños al thriller policiaco, sin duda da como resultado una cinta por demás interesante y rara, por lo que su visionado es más que recomendable.
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asada en la trilogía literaria de Guillermo del Toro y Chuck Hogan (Nocturna, Oscura y Eterna), la cadena estadounidense FX produce la serie The Strain (título original en inglés de la primera novela), cuya primera temporada se transmite ya en Estados Unidos desde el pasado 13 de junio con los actores Corey Stoll, David Bradley, Sean Austin, Doug Jones, Natalie Brown, Kevin Durand y la actriz argentina Mia Maestro. La trama de las novelas da inicio cuando un avión proveniente de Alemania aterriza en el Aeropuerto Internacional JFK de Nueva York con todos los pasajeros y tripulación aparentemente muertos, sin ninguna señal de violencia y con sus cuerpos completamente drenados. El protagonista es el doctor Ephraim Goodweather (Stoll), jefe del CDC (el Centro de Control de Enfermedades, por sus siglas en inglés); él y su equipo son los responsables de investigar el brote viral que se desata cuando cuatro de los pasajeros que parecían haber muerto, resultan ser milagrosos sobrevivientes al misterioso suceso, aunque en realidad sólo han comenzado con su proceso de transformación en una extraña raza de vampiros que sembrarán la virulenta semilla de una pandemia que forma parte del plan apocalíptico de una legendaria criatura vampírica conocida como Sardu. Al grupo de médicos que intentan lidiar con la contingencia, se une Abraham Setrakian (Bradley), un anciano coleccionista y sobreviviente de los campos de concentración en la Alemania nazi, teniendo también una historia personal con la mítica criatura a la que conoció a finales de la Segunda Guerra Mundial. Con algunos cambios respecto al original literario, la adaptación a la pantalla chica resulta ser bastante fiel a la primera novela y se nota la mano del director mexicano detrás del proyecto (dirigiendo el capítulo piloto): criaturas reptantes y viscosas, atmósferas siniestras sobrenaturales, sanguinolentos vampiros y una historia humana paralela a la catástrofe vampírica que se avecina. Un total de trece capítulos conformarán esta primera temporada (que abarcará los hechos del primer libro) en la que se irá construyendo el misterio del origen de la pandemia que podría desolar al mundo entero sumergiéndola en una noche eterna. Hasta el momento se desconoce la fecha exacta de estreno en Latinoamérica por el Canal FX por lo que se recomienda estar al tanto de su programación. 69
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