Editor: Finbar Flynn Colaboradores: Pedro Arzillier, Imelda Aguilera Taylor, Rafael Mejía, Siniestro Sexual, Montag. Diseño Editorial: Finbar Flynn Fotografías: Diversas fuentes de internet y proporcionadas por algunas distribuidoras. Celuloide Digital es una publicación mensual editada por amantes del séptimo arte sin ninguna finalidad de lucro. El contenido de los artículos es responsabilidad de sus autores. Las personas mencionadas, así como las marcas e imágenes utilizadas en la revista son utilizadas únicamente para fines editoriales, para ilustrar los artículos o noticias de los filmes, de los cuales sus derechos de autor pertenecen a las casas productoras de las cintas aquí mostradas y no se pretende infringir nungún derecho.
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i de temas recurrentes en la ciencia ficción hablamos, nos encontramos con: invasiones alienígenas, inteligencias artificiales, viajes intergalácticos, futuros utópicos/distópicos -aunque últimamente hayan desgraciado este tópico con tanto best seller juvenil como Divergente- y viajes en el tiempo. A este último tópico estuvo dedicado el ejemplar de febrero pasado de esta publicación y en el Top 10 de películas sobre los saltos en la línea del tiempo fue coronada la trilogía dirigida por el competente cineasta Robert Zemeckis y protagonizada por Michael J. Fox y Christopher Lloyd. La primera parte de la trilogía tenía como característica una estricta sencillez argumental: Marty McFly (Fox), a través del auto DeLorean transformado en máquina del tiempo por Doc Brown (Lloyd), viaja a 1955 en donde -accidentalmente- su madre se enamora de él; y al tiempo que debe buscar a su padre y persuadir a la pareja para que se enamoren -o de lo contrario jamás nacerá-, tiene que buscar a la versión joven del científico para que le ayude a volver al futuro. El éxito en taquilla permitió -¿obligó?- una secuela, y como lo hacen casi todas las secuelas, Volver al Futuro 2 (Back to the Future 2) retomó los elementos que funcionaron en la primera y los aumentó exponencialmente casi al punto del exceso, por lo que no sólo hubo viajes múltiples al pasado -1955-, sino tam-
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bién al futuro -2015-, luego al presente, de regreso, y finalmente a un pasado un poco más lejano -1955-. En esta secuela McFly viaja al año 2015 para resolver un problema que uno de sus hijos ha tenido con la ley. Pero el impacto de los viajeros en el futuro es muy diferente al que imaginaban, y una situación causa-efecto se hace presente para poner en riesgo el pasado y el futuro como lo conocían. La tercera entrega -filmada en 1989 pero estrenada hasta el verano de 1990- evidenció una falta de imaginación: Marty debe ir al rescate de Doc, quien ha retrocedido en el tiempo hasta la época del Salvaje Oeste -1885- y donde a pesar de esto se encuentra bastante feliz trabajando como herrero. Y aunque es una secuela innecesaria y no aporta absolutamente nada ni a la historia en general ni a la franquicia, la película se mantiene entretenida y resulta un final decente para la saga. El producto final se convirtió en la saga más emblemática de la década en lo que se refiere a cine hollywoodense. Con ideas frescas desarrolladas con agudeza, Robert Zemeckis supo cómo armar un auténtico blockbuster a manera de tríptico: acción, aventura, emoción, romance, comedia y suspenso se combinaron a la perfección bajo el sello autoral del director enfocado al cine comercial de impecable factura. Además, demostró que los viajes en el tiempo sí son rentables para la taquilla.
Los protagonistas del título se conocen en la universidad cuando, casualmente, ella se ofrece a llevarlo a él en su coche; durante el trayecto surgen tópicos comunes como la posibilidad de una amistad sincera entre un hombre una mujer. Harry dice que es completamente posible que exista este tipo de relaciones; pero Sally está completamente convencida que, en algún momento dado, uno de los dos involucrados comenzará a sentir algo más que una amistad. Con la dirección de Rob Reiner, un guión de la estupenda Nora Ephron, y justo un año antes de que la década ochentera llegara a su fin, apareció esta obra maestra de las relaciones contemporáneas llamada Cuando Harry conoció a Sally (1989). Esta atípica guerra de los sexos destacó por la maestría de su guión plagado de punzante comedia y la gran química y complicidad entre sus protagonistas: Meg Ryan y Billy Crystal. Para la posteridad: la escena del orgasmo fingido.
Con la trilogía de este mítico arqueólogo, el eficaz Steven Spielberg reinventó el cine de aventuras, y de paso, Harrison Ford, quien ya era conocido por la saga Star Wars, dio el gran salto al estrellato internacional. Las historias de Indiana Jones y los Cazadores del Arca perdida (Indiana Jones: Raiders of the Lost Ark, 1981), Indiana Jones y el Templo de la Perdición (Indiana Jones and the Temple of Doom, 1984) e Indiana Jones y la Última Cruzada (Indiana Jones and the Last Crusade, 1989) mantienen su fuerza y no se ven opacadas por la acción y la aventura, resultando un trabajo que entretiene, emociona y divierte a chicos y grandes.
Castigados por distintas razones que se irรกn revelando a lo largo del filme, cinco preparatorianos -la popular, el atleta, el rebelde, la freak y el nerd- se ven confinados a la biblioteca de la escuela durante todo un sรกbado. En El Club de los Cinco (1985), de John Hughes, la angustia adolescente se convierte en el punto de convergencia para identificarse con el otro u superar sus diferencias.
En Cuenta conmigo (1986), de Rob Reiner, cuatro inseparables amigos adolescentes emprenden un viaje para dar con el paradero de un presunto cadáver en las afueras del pequeño pueblo donde viven. La aventura se transforma en un coming of age en el que por supuesto no puede faltar las confesiones a la luz de la fogata y la pérdida de la inocencia. Will Weathon, River Phoenix, Corey Feldman y Jerry O'Connell conformaron uno de los grupos de amigos más entrañables de la década y posiblemente de la historia del cine.
En La Guerra de las Galaxias: El Imperio Contraataca (1980), Luke busca la sabiduría del legendario maestro Yoda, mientras Han Solo y la Princesa Leia buscan refugio con el antiguo dueño del Halcón Milenario. La secuela de la exitosa película setentera expande aquí el universo creado por George Lucas con un equilibrio perfecto entre forma y fondo; drama, humor y reflexiones filosóficas -cortesía del gran Yoda- se presentan bajo una espectacular producción.
Un extraterrestre es abandonado accidentalmente en nuestro planeta y encontrado por unos niños con los que entabla la más entrañable y conmovedora de las amistades. E.T. El Extraterrestre (1982, Steven Spielberg) revolucionó el entretenimiento familiar con un encantador Henry Thomas y una adorable Drew Barrymore como principales imanes para el público que se rindió ante la magia del cine de este clásico imprescindible.
Un hacker es abducido y llevado al interior de una computadora en donde un malĂŠvolo software pretende controlar sus comportamientos a voluntad. Su Ăşnica oportunidad de sobrevivir es participar en unos juegos de gladiadores con la ayuda de un programa de seguridad. Tron (1982), a pesar de su sencillez argumental, significĂł un parte aguas en el terreno de los efectos especiales; filme sci-fi de culto para todos los geeks.
Un joven llamado Billy recibe, como obsequio de su padre, una tierna aunque extraña criatura denominada Mogwai que, en apariencia, no es más que un inocente y exótico regalo, pero cuando son rotas las tres reglas básicas para su cuidado -no alimentarlo después de medianoche, no mojarlo, y no exponerlo a la luz solar-, desata en el poblado una infesta de monstruos que deberán detener antes que la oleada de desolación llegue a todo el poblado. Chris Columbus confirma con Gremlins (1984) ser un efectivo cuentacuentos y convierte a este fenómeno comercial en todo un clásico de culto.
Tan sólo por el tema principal -interpretado por Ray Parker Jr.-, esta cinta merece estar en este conteo como una de las películas emblemáticas de la década. Los Cazafantasmas (1984, Ivan Reitman) contó con un reparto de lujo: Dan Aykroyd, Bill Murray, Harold Ramis, Rick Moranis, Ernie Hudson y Sigourney Weaver; además de regalarnos secuencias legendarias como el gigante hombre malvavisco.
En un futuro distรณpico, un anodino burรณcrata (Jonathan Pryce) se ve envuelto en una conspiraciรณn contra el sistema totalitario por parte de un terrorista llamado Harry Tuttle. Con una premisa indudablemente inspirada en la novela 1984, de George Orwell, el genio Terry Gilliam creรณ con Brasil (1985) un oscuro y deprimente cuento futurista sobre la lucha contra el sistema. A pesar de existir un final feliz alternativo editado por el estudio; el final fatalista de la versiรณn del director es de lo mejor.
Mad Max (1979), el clásico de culto de George Miller, continuó con las desventuras de Max Rockatansky y su lucha por la supervivencia en la Australia postapocalíptica donde tendría lugar una de las persecuciones mejor filmadas en la historia del cine y que supuso el clímax de la cinta que, como su antecesora, se convirtió en todo un filme de culto.
Ripley, la única superviviente del Nostromo regresa forzosamente al planeta de Alien que ha sido colinizado, pero las cosas, como era de esperarse, se salen de control. Con Alien: El Regreso (1986), James Cameron dio continuidad a la saga del xenomorfo originada por Ridley Scott en los 70s con una cinta ahora de carácter bélico y con grandes secuencias acción pura, llevando a la franquicia a niveles insospechados. Imprescindible.
El filme clásico de culto protagonizado por Vincent Price sobre un científico que se ve fusionado con el insecto del título, tuvo su reelaboración por parte del genio canadiense David Cronenberg, quien puso su rúbrica visual y psicológica en el relato. Jeff Goldblum protagonizó La Mosca (1986) y se convirtió en uno de sus mejores y más recordados papeles en la gran pantalla.
Alex J. Murphy (Peter Weller), un incorruptible policía de la OCP, es brutalmente masacrado por una pandilla del crimen organizado; su cuerpo es sometido a una intervención experimental que lo transforma en un implacable cyborg que busca terminar con la violencia en la caótica Detroit. Paul Verhoeven consigue con Robocop (1987), un violento clásico de culto.
Un cometa anuncia el final de nuestros días; al tiempo del paso del brillante astro, se genera una transformación de la humanidad en zombies mutantes, exceptuando a dos chicas californianas, únicas sobrevivientes del sui generis apocalipsis en La Noche del Cometa (1984), de Thom Eberhardt. Se trata de una cinta de la cual es recomendable su visionado a la mayor brevedad pues su discurso girl-power y antimachista sigue resultando una delicia en estos tiempos donde todavía se lucha por la igualdad de género.
La familia Atreides debe explotar el desértico planeta Arrakis -o Dune-, pues es el único planeta en el que se puede encontrar la especia, droga/combustible indispensable para los vuelos espaciales. Pero los Harkonen, otrora gobernadores del planeta, deciden atacar para recuperar el poder. Ahora toca turno a Paul, heredero del duque de Atreides, derrocar al nuevo imperio. La mente maestra de David Lynch fue capaz de crear una obra de culto con Dunas (1984) a pesar de que en su momentos de estreno fue un estrepitoso fracaso taquillero y duramente tratado por la crítica especializada.
Un comando yanqui viaja a una selva sudamericana en una peligrosa misión para acabar con una guerrilla, pero en la maleza del lugar los acecha un implacable depredador interestelar. Filmada en México y con la presencia de la actriz mexicana Elpidia Carrillo, Depredador (1987, de el filme refrescó el género mezclándolo con acción de alto calibre. Schwarzenegger se confirmó como uno de los más grandes héroes de acción.
Un grupo de investigadores de una empresa petrolera se sumergen a lo más profundo del océano con la misión de rescatar un submarino que ha quedado atrapado por extañas circunstancias, pero los descubrimientos que tienen lugar en las profundidades son mucho mayores y relevantes de lo que jamás hubieran imaginado. El secreto del abismo (1989), es otra sobresaliente obra sci-fi de James Cameron, un filme comercial de altísima calidad tanto en su impecable forma como en su fondo... a pesar de su final un tanto sensiblero.
Desde el futuro postapocalíptico, un cyborg (Arnold Schwarzenegger) es enviado al pasado para asesinar a Sarah Connor (Linda Hamilton), la madre del futuro líder de la resistencia humana; éstos a su vez envían a un soldado (Michael Biehn) para protegerla y continuar su lucha contra la rebelión de las máquinas. Humilde filme sci-fi cuyo estatus de filme de culto le dio la oportunidad a James Cameron de una secuela que resultó en todo un parte aguas en el mundo del cine en la década siguiente.
El agente Rick Deckard es contratado para atrapar y eliminar a unos fugitivos replicantes -creaciones robóticas con avanzada inteligencia que se han rebelado contra la corporación Tyrell que los ha creado-. Con un espíritu de ciencia ficción clásica, trasfondo inquietante sobre la búsqueda de la inmortalidad -entre otros tópicos- y una puesta en escena impecable, Ridley Scott hizo de Blade Runner (1982) una obra maestra de la cinematografía universal.
En La última tentación de Cristo (1988), Martin Scorsese y su recurrente guionista Paul Schrader, reimaginan la vida del Mesías con un retrato brutalmente humano sobre este personaje (encarnado aquí por Willem Dafoe), causando con ello un gran revuelo social que incluso provocó boicots en el estreno y la prohibición de su proyección en varios países, México incluido.
Toro Salvaje (1980) está basada en la autobiografía de Jake LaMotta, gira en torno a un gran boxeador cuya personalidad temperamental y violenta lo han llevado a la cúspide de su carrera arriba del ring, pero han destruido su vida fuera de éste. Apoyado por una sorprendente fotografía en blanco y negro y la soberbia actuación de De Niro, Scorsese retrata sin condescendencias las auto destructivas costumbres humanas, haciendo de esta exploración a nuestra naturaleza, un filme clásico y de culto de manera instantánea.
Jack lleva a su mujer y su pequeño hijo para que lo acompañen en el majestuoso Hotel Overlook, lugar donde se encargará del mantenimiento de las instalaciones durante el invierno, época en la que el lugar quedará cerrado y aislado del mundo debido a la nieve. Pero con el paso de los días, Jack comienza a perder el control de su personalidad mientras extraños sucesos paranormales suceden en el hotel. El Resplandor (1980) es la adaptación fílmica la novela homónima de Stephen King por parte de Stanley Kubrick. El resultado fílmico no sólo es un título imprescindible del terror ochentero que escarba en lo más profundo de la mente humana, sino toda una obra maestra de la cinematografía mundial, una lección de cómo hacer cine.
Un hombre encuentra una oreja humana entre unos arbustos; la guarda en una bolsa de papel para llevarla a la comisaría y desde ahí inicia una insospechada intriga que pondrá al descubierto los secretos más retorcidos de una enigmática cantante de un club nocturno y una banda de criminales psicópatas en un pequeño pueblo estadounidense. Como a toda la obra del maestro David Lynch, a Terciopelo Azul (1986) es inútil es intentar descifrarla racionalmente; el misterio, el surrealismo y la perversidad vuelven a ser los principales ingredientes de esta obra tan extraña como fascinante. Un thriller pesadillesco de obligado visionado.
Con un guión de Oliver Stone y la dirección de Brian De Palma, Caracortada (1983) retrata el asenso y caída de Tony Montana, un inmigrante cubano que se convierte en un adinerado gánster y traficante, pero en las cúpulas de la organización criminal se necesita mucho más que millones de billetes verdes. Con Al Pacino a la cabeza del reparto, está modernización del filme homónimo de Howard Hawks y Richard Rosson de 1932, es una extraordinaria humanización del personaje ambicioso al que comúnmente se retrata de una manera caricaturesca o unidimensional; dejando a un lado el tono de cine negro de la original, la obra de De Palma se centra en la quimérica busca del American Way of Life y el amargo resultado.
Platon (1986), de Oliver Stone, representa la primera parte de la trilogía del director referente a la Guerra de Vietnam. Aquí, un joven soldado a un pelotón ubicado en la frontera entre Camboya y Vietnam, donde el infierno de la guerra se ve acompañado de la espinosa relación con sus camaradas. Oliver Stone plantea así su muy personal denuncia fílmica sobre esta particularmente absurda guerra.
Un hombre amnésico se encuentra perdido en el desierto texano, y tras días de caminata, desfallece. Alguien lo encuentra para prestarle ayuda, y poco después su hermano acude a él para ayudarle a recordar su identidad y su pasado: Travis, un hombre que abandonó a su mujer y su hijo cuatro años atrás. La oportunidad de rehacer su vida se presenta. Con París, Texas (1984), Wim Wenders consiguió una road-movie -un género netamente estadounidense- con elegancia, emotividad y sensibilidad europea.
En Estados Alterados (1980), el director Ken Russell presenta la historia de Eddie Jessup, un científico que está convencido de la existencia de otros estados de conciencia, los cuales son tan reales como la vida cotidiana; para demostrar esta teoría, realiza experimentos para la privación sensorial con alucinógenos y cámaras de suspensión especiales para la inducción a estos estados alterados de la conciencia, aunque las cosas, como era de esperarse, se salen de control. La película sobresale por sus psicodélicos efectos especiales, aunque también es una alucinante búsqueda del yo que nos invita a explorar, descubrir y enfrentar los secretos más recónditos de nuestra psique
El Ansia (1983), de Tony Scott es un título vampírico imprescindible no sólo de esta década que estamos revisando sino de toda la filmografía perteneciente a este menospreciado subgénero. Con Catherine Deneuve, Susan Sarandon y David Bowie en los papeles principales, y basada en la novela homónima de Whitley Strieber, la película sigue a Miriam Blaylock, quien gusta coleccionar principalmente arte renacentista y almas de sus amantes; esta mujer vampiro proveniente del Antiguo Egipto, actualmente reside en Manhattan, lugar en el que conoce a la Dra. Sarah Roberts, una científica experta en estudios sobre el envejecimiento que podría ayudarle a salvar a John, su actual amante, quien extrañamente sólo ha permanecido joven por doscientos años.
Con una puesta en escena que se aleja totalmente de un contexto histórico específico, la leyenda del Rey Arturo y su mítica espada es reimaginada anacrónicamente por el director John Boorman. Aquí, Arturo es el fruto de la unión de Uther Pendragon y la esposa del Duque de Cornwall, su nuevo aliado. Cuando ha llegado su edad de gobernar, Arturo se mueve siempre bajo la sombra de su protector y consejero Merlín, pero el reino peligra al tiempo que todos parecen actuar en su contra. Infidelidades, traiciones, intrigas, guerras... Excalibur (1981) es una oscura y parsimoniosa reinterpretación del legendario personaje que sobresale por no apegarse a la leyenda y retratarla con crudeza pero sin dejar nuca de lado una sofisticada estilización de la historia.
Westley regresa a su tierra para casarse con el amor de su vida: Buttercup, pero a su regreso se entera que ella ha sido prometida al Príncipe Humperdinck; Westley tendrá que enfrentarse al príncipe y sus esbirros para recuperar a su enamorada. La Princesa Prometida (1987), de Rob Reiner, es un clásico ochentero en el que aventura, fantasía, romance y comedia se reúnen como pocas veces. Una gran historia acompañada por grandes actores y una puesta en escena sobresaliente la convierten en uno de los títulos más memorables del género, y por supuesto, de obligado visionado.
Un caballero (Rutger Hauer) y su amada (Michelle Pfeiffer) se ven separados por un hechizo (él se convierte en lobo por las noches; ella en halcón durante el día) impuesto por un celoso obispo. Con la ayuda de un ladrón (Matthew Broderick) intentarán romper el hechizo durante un inminente eclipse total de Sol. El Hechizo de Aquila (1975), de Richard Donner, es un filme de aventuras medievales con música de sintetizadores ochenteros nos hizo creer en la magia... del amor.
El Diablo en persona busca extender la oscuridad por toda la tierra, y para ello ha preparado un ritual para el que requiere poseer a una bella princesa y la sangre de un unicornio. Es misión del valiente joven Jack -un jovensísimo Tom Cruiseimpedir que esto suceda. Leyenda (1985), de Ridley Scott es una fastuosa producción que sobresale por el magnífico diseño de arte y el sofisticado trabajo de maquillaje: el Diablo jamás se ha visto tan imponente y macabro, aunque mucho de ello también se debe a la extraordinaria interpretación de Tim Curry.
Una adolescente inocentemente desea que el Rey de los Duendes se lleve a su medio hermano bebé; inesperadamente el deseo se cumple y ella se ve obligada a resolver un laberinto en trece horas para que el Rey le devuelva al pequeño raptado. La participación de David Bowie como el Rey de los Duendes -sin olvidar el numerito musical a media película- ya es suficiente para que Laberinto (1986), de Jim Henson, sea un clásico de culto, pero su mágica fantasía inocente la hacen también en uno de los títulos más entrañables de la década.
Una prisionera de la hechicera y reina Bavmorda da a luz a una niña que una antigua profecía señala como la pequeña que terminará con el reinado de oscuridad. La comadrona se ve obligada a arrojar la cuna de la pequeña al río para intentar salvarla; la corriente lleva a la pequeña a una aldea donde es adoptada por Willow, un valiente enano que deberá proteger a la pequeña. Partiendo de un argumento escrito por George Lucas, Willow (1988), de Ron Howard, es un fascinante cuento medieval lleno de magia y aventura.
En este título imprescindible de Tim Burton, Michael Keaton -con quien más adelante haría un par de cintas del Hombre Murciélago- y Winona Ryder con quien también trabajaría en un futuro en la cinta más emblemática de su carrera: El joven manos de tijera (Edward Scissorhands, 1990)- protagonizan este caótico filme que gira en torno a un matrimonio recién fallecido que contratan a un superfantasma (obviamente el Beetlejuice del título) para que los ayude a espantar a los nuevos inquilinos de su antigua casa que quieren remodelar por completo. El caos de la cinta se ve enmarcado por una extraordinaria dirección de arte y los artesanales trucos para los efectos especiales son dignos de ser señalados como uno de los puntos fuertes del filme.
Un grupo de mejores amigos emprenden la búsqueda de un tesoro pirata perdido en unas cavernas para evitar que su familia tenga que vender su casa. La pandilla de niños se ve acompañada por el hermano mayor de uno de ellos, su interés amoroso y la mejor amiga de ésta; además son perseguidos por una banda de criminales. Los Goonies (1985), de Richard Donner, es una formidable aventura ochentera con un reparto que incluye a Sean Astin, Corey Feldman y un jovensísimo Josh Brolin.
Coescrita y dirigida por Terry Gilliam, Bandidos del Tiempo (1981) se centra en un chico con una imaginación inagotable que una noche es despertado por unos enanos que salen de su clóset; éstos le cuentan que están cansados de servir a su amo (ni más ni menos que el 'Ser Supremo'), por lo que decidieron robarle un mapa y emprender el viaje a través de los siglos para saquear los más increíbles tesoros y, de paso, tener la oportunidad de conocer a icónicas figuras de la Historia como Napoleón, el Rey Micenas, al héroe Agamenón, al mismísimo Robin Hood. Kevin, el imaginativo chico de nuestros días, se une a ellos en esta aventura ochentera de proporciones épicas en la que también se incluye el hundimiento del Titanic. Es de Fantasía, es de Terry Gilliam... ¿hace falta decir más?
Bastian es un pequeño que no para de leer un enigmático libro llamado La Historia sin Fin, en el que se relata cómo ha ido sucediendo la destrucción del Reino de Fantasía; pero mientras el pequeño sigue con la lectura, se da cuenta de que él podría ser la única salvación de Fantasía, pero para ello deberá entrar al mundo descrito en las páginas del libro. Bajo la dirección del alemán Wolfgang Petersen, se trasladó el best seller de Michael Ende a la pantalla grande, y La Historia sin Fin (1984) se convirtió en un clásico del género lleno de magia y aventura.
Dos jóvenes estadounidenses viajan de mochilazo con la idea de recorrer Europa por tres meses, pero en una zona rural de Inglaterra son atacados por una legendaria bestia, asesinando a uno de ellos y dejando al otro muy mal herido y con una extraña maldición: convertirse en lobo cuando la luna llena se eleve en el cielo. Hombre Lobo americano en Londres (1981), de John Landis, es un clásico de culto del género, principalmente recordada por el extraordinario proceso de transformación del licántropo, el magistral uso de la comedia adolescente y el terror, y la música de Creedence. Imprescindible.
Unos jóvenes comienzan a tener pesadillas recurrentes en las son perseguidos que un misterioso personaje con el rostro quemado y con un guante con afiladas navajas. Uno a uno comienzan a ser asesinados mientras duermen y los que aún sobreviven encuentran un secreto en el pueblo que podría dar respuestas sobre la identidad del asesino de sus sueños. Pesadilla en la Calle del Infierno (1984), de Wes Craven, fue la primera de una larga saga de terror que fue perdiendo calidad con cada entrega; hace cinco años de hizo un desastroso remake y ya se ha anunciado un reboot para los próximos años.
Unos investigadores de una estación experimental en la Antártida descubren un extraño ente que parece haber venido del espacio exterior pero que, al parecer, había permanecido bajo el hielo durante miles de años. Por supuesto, al ser descongelada, la criatura espacial despierta y comienza a perseguir a los investigadores uno a uno. Aunque con reminiscencias de Alien: El octavo pasajero (Alien, 1979), de Ridley Scott, La cosa de otro mundo (1982), de John Carpenter, es una de las mejores cintas del género que combina inteligentemente el suspenso y el terror.
Un asesino serial agonizante traslada su alma a uno de los muñecos sensación de la temporada: "Chucky". El juguete llega a las manos de una abogada que lo obsequia a su hijo, Andy, y los decesos inexplicables dan inicio con la misteriosa muerte de la niñera. Chucky: El Muñeco Diabólico (1988), de Tom Holland, se trata de otro clásico del género que dio pie a una saga fílmica que, como usualmente sucede, fueron decayendo en calidad con cada nueva cinta; la última, por cierto, estrenada directo en formato casero sin pena ni gloria.
Frank Cotton adquiere una misteriosa caja en un bazar oriental que en realidad es una suerte de portal a otra dimensión de donde surgen extrañas criaturas infernales que buscan atormentar a Frank. Dos décadas más tarde, el hermano de Frank y su esposa habitan la casa, pero comienzan a ser acechados por el fantasma de Frank que precisa de sangre humana para poder retomar su forma corporal. Hellraiser: Puerta al Infierno (1987) representó el debut como director de Clive Barker -escritor de terror-, y se convirtió en un filme de culto que originó una de las más numerosas sagas dentro del género.
En un campamento veraniego a la orilla de un lago, reabierto recientemente, varios jóvenes comienzan a ser asesinados. Pronto sale a la luz una historia sobre un joven "especial" que murió ahogado en el lago algunos años atrás. Viernes 13 (1980), de Sean S. Cunningham, es un título imperdible que sembró en la cultura popular al ahora célebre multihomicida Jason Voorhees, un personaje emblemático de la década junto con Freddy Krueger y Michael Myers.
En la última parte de la trilogía original zombie de George A. Romero, los come sesos ya se han apoderado del planeta entero; en este postapocalíptico mundo, un grupo dd científicos y militares buscan una posible cura e intentar contactar a otros sobrevivientes. Con El día de los Muertos Vivientes (1985), y tras las previas Noche de los Muertos Vivientes (Night of the Living Dead; 1968) y Dawn of the Dead (1978), Romero pone punto final a su saga original manteniendo su pesimismo y crítica hacia la cultura del consumismo. Imperdible.
En una misteriosa cabaña perdida en el bosque, un grupo de jóvenes encuentran el legendario libro Necronomicón, y al leerlo desatan toda clase de demonios. El despertar del Diablo (1989) se convirtió en un clásico de culto del género y puso a su director Sam Raimi en el mapa de los realizadores independiente más prometedores. Su trilogía Darkman no tiene desperdicio alguno.
La historia de una familia que comienza a ser acechados en su nueva casa construida sobre un antiguo cementeriose convirtió en una imprescindible del terror ochentero gracias a la dirección de Tobe Hooper y la producción de Steven Spielberg. Poltergeist: Juegos Diabólicos (1982) fue el inicio de una trilogía maldita en la que varios de sus protagonistas sufrieron muertes prematuras. Hace un par de meses se estrenó el remake... muy mediocre, por cierto.
Dos hermanos y su madre se mudan a la tranquila Santa Carla, en California; pero pronto descubren que no es tan tranquila como creían, pues hay rumores de vampiros que acechan en las noches. Además Michael, el hermano mayor, comienza a cambiar cuando conoce a una enigmática chica que podría ser el vínculo con los chupasangre. Joel Schumacher mezcla ingeniosamente terror y humor y el buen resultado es la principal característica de Los muchachos perdidos (1987), otro título imperdible del cine vampírico.
Aprovechando la ausencia de sus padres, Ferris se hace pasar por enfermo para así poder faltar a clases y disfrutar el día junto a su novia y su mejor amigo haciendo cosas normalmente no podrían durante un día de escuela. Matthew Broderick y su famosa escena cantando Twist and Shout de The Beatles es de las más representativas de los 80s. Experto en diversiones (1986), de John Hughes es un título emblemático de la época que nos recuerda que nunca está de más dejar las responsabilidades y problemas a un lado y disfrutar la vida... porque si no te detienes y miras de vez en cuando, te la puedes perder.
Daniel Larusso se acaba de mudar a Los Ángeles. Es un chico algo tímido pero amigable, a pesar de esto conoce a una linda chica llamada Ali y comienza a salir con ella. Por este motivo se convierte en víctima de "las Cobras", grupo de estudiantes de kárate, ya que Ali es el ex novio del líder de la banda. Es así que Daniel busca la ayuda del Sr. Miyagi, un maestro de artes marciales, para que le enseñe artes marciales. Bajo las enseñanzas de Miyagi, Daniel comienza a desarrollar ciertas habilidades que no sólo le ayudarán a defenderse, sino que le ayudarán en su vida cotidiana. Karate Kid (1984), de John G. Avildsen, es la historia del clásico underdog que supera las expectativas hacia él, un héroe juvenil de los 80s.
En Footloose: Todos a bailar (1984), de Herbert Ross, Ren McCormack es un chico que siempre ha sido algo rebelde y llega con una mentalidad totalmente diferente a la de la gente del pequeño pueblo al que se ha mudado. Ama la diversión, sobre todo la que le provoca escuchar música y bailar. Pero en este pueblo existe una absurda regla impuesta por el reverendo de la localidad que prohíbe a los jóvenes escuchar música rock y los bailes, ya que considera son peligrosos para la juventud. Esto debido a que tiempo atrás unos jóvenes murieron en un accidente saliendo de una fiesta de ese tipo. Difícil olvidar a un muy joven y carismático Kevin Bacon y la canción de Kenny Loggins que puso a bailar a toda una generación.
Son los típicos nerds, menospreciados por todos en la escuelas e ignorados por las chicas. Un dia en uno de sus tantos ratos de ocio al no tener una vida social en la escuela , se ponen diseñar desde su computadora lo que ellos definirían como su mujer perfecta,pero el experimento sale de control y dicha mujer cobra vida. Quien se vuelve mayor consejera y amiga. Con Ciencia loca (1985), de John Hughes y La chica de rojo (1984), de Gene Wilder, Kelly LeBrock se convirtió en un sex symbol de los 80s.
Josh tiene 13 años y no está conforme con su vida: no tiene suerte con las chicas y sus padres lo tratan como a un niño. Pero está convencido que todo eso cambiará cuando sea un adulto. Una noche, durante su visita a una feria, se encuentra con una misteriosa maquina de un mago que concede deseos. El adolescente le pide ser mayor, sin imaginar que a la siguiente mañana despertara teniendo 30 años de edad. De niños queremos crecer rápido, pero sin saber que cada etapa es importante para el desarrollo como persona, y es que después de ver Quisiera ser grande (1988), de Penny Marshall, terminas deseando volver a ser niño.
Samantha está por cumplir dieciséis años, una edad y festejo muy especial para todas las chicas. Pero su celebración queda opacada por el anuncio de la boda de su hermana mayor. Si no fuera suficiente para una chica de quince años, a eso le aumentamos que está pasando por la etapa de su primer amor, está flechada por Jack, el chico más popular de la escuela. Pero a la vez que ella lo está de Jack, otro chico menos "cool" está tras el corazón de Samantha, el cual aunque ella no lo acepte, no le es para nada indiferente; así se desarrolla un encantador triángulo amoroso. Y aunque Se busca novio (1984), de John Hughes, es una película romántica para adolescentes, la cinta nos muestra la transición e inquietudes que pasa Samantha en su proceso de niña a mujer.
Joel es un adolescente modelo: estudiante destacado, hijo ejemplar, el orgullo para sus padres. Pero Joel está cansado de ser "perfecto" y quiere sacar su "lado oscuro". Así que aprovecha la ausencia de sus padres para dar rienda suelta a su rebeldía robando el auto de su padre ¿y por qué no? contratar una prostituta. Pero él no está consciente de las magnitudes que pueden alcanzar sus actos. En Negocios Riesgosos (1983), de Paul Brickman, la escena de Tom Cruise cantando y bailando en ropa interior es un mítico grito de rebeldía, y la cinta, el despegue de la carrera del actor que llegaría más adelante a la cúspide con Top Gun.
El clásico Picardías Estudiantiles (1982), de Amy Heckerling, gira en torno los estudiantes de Ridgemont High y sus peculiares aventuras que experimentan al estar en pleno despertar sexual. La cinta está basada en experiencias del director y guionista Cameron Crowe, y en su momento desató algo de polémica por la forma en la que eran abordados temas tabúes en la época, siendo considerada una de las primeras películas "eróticas" para jóvenes. Es curioso ver aquí a actores ahora consolidados -como Sean Penn- en roles distintos a los que hacen en la actualidad. Y cómo olvidar la escena de Phoebe Cates en la piscina, catalogada como unos de los momentos más sexys del cine.
La Academia de Artes de Nueva York es el escenario en el que un grupo de jóvenes cantantes, músicos bailarines y actores se preparen y luchen por lograr sus sueños al mismo tiempo que se enfrentan a las adversidades que su misma carrera les trae... pero todo sea por el amor al arte. Independiente a que tu vocación sean las artes o no, Fama (1980 ), de Alan Parker fue inspiradora para toda la juventud de los 80s, y su famoso tema musical fue himno de superación. Sin el impacto y éxito de la película y su serie posterior, los fenómenos del cine y televisión teen musicales tan populares en nuestra época como High School Musical y Glee no podrían haber existido.
Un grupo de jóvenes se encuentran desesperados por perder la virginidad por lo que se van a un bar de mala muerte donde podrán conseguir prostitutas. Los chavos son engañados por el dueño del bar y por lo que los chicos deciden vengarse. Porky's (1982), de Bob Clark, está plagada de escenas con contenido erótico, como por ejemplo una en la que hacen un hoyo para espiar en la regadera de las mujeres que termina en un doloroso accidente. El éxito continuó con un par de secuelas más y podría considerarse como la pionera de muchas cintas "eróticas" para adolescentes que vinieron después como Spring Break, Zapped! y The Last American Virgin.
Durante unas vacaciones en un centro turístico junto a su familia, "Baby" Houseman se encuentra con clases de baile y decide entrar. Las clases son impartidas por el atractivo y famoso profesor Jhonny Castle. Entre ellos se da una gran atracción, comienzan a tener una relación en la que la joven "Baby" aprenderá sobre la confianza, la sexualidad, y por supuesto, del amor, el cual tendrán que defender por pertenecer a clases sociales distintas. En Baile Caliente (1987), de Emile Ardolino, Patrick Swayze y Jennifer Grey derrochan química y suben la temperatura con sus sensuales escenas y pasos de baile. Su baile final sigue siendo recordado y homenajeado hasta la fecha en cintas como Crazy, Stupid, Love, donde Ryan Gosling intenta conquistar a Emma Stone imitando dicha secuencia con Time of your live de fondo. Pero seguramente Gosling no ha sido el único que intento imitar a Johnny Castle para conquistar a una chica...
El apuesto Zack Mayo ingresa a la fuerza naval. Desde un comienzo le cuesta trabajo adaptarse al ritmo y disciplina que implica el prepararse ahí, y el encargado de que su desempeño sea el más apto será el estricto sargento Foley, quien se encargara de mantenerlo en línea. Durante uno de sus escapes al pueblo cercano junto a otros compañeros en el que buscan dejar a un lado el extremo entrenamiento, conoce a Paula, una humilde mujer que trabaja en una fábrica y con la cual comienza una relación. En Reto al Destino (1982), de Taylor Hackford, Louis Gosset Jr. brilla en el personaje del duro pero de buen corazón sargento Foley, dándole entre otros premios el Oscar a Mejor Actor de Reparto. El final en el que Richard Gere va en busca del personaje de Debra Winger a la fábrica en la que trabaja y la saca en sus brazos es de los más representativos del cine romántico.
La vida familiar de Andie Walsh no es muy favorable: su madre los abandonó y su situación económica es difícil porque el padre está sin trabajo, por lo que Andie le ayuda trabajando medio tiempo en una tienda de discos. Al ser una chica muy linda está rodeada de pretendientes: su mejor amigo Duckie que está secretamente enamorado de ella; Blane, un joven rico por el cual Andie también suspira pero no cree que sea posible por la diferencia de clases sociales; y Steff, amigo de Blaine obsesionado con Andie que no permitirá que ella salga con alguien que no sea él. La reina adolescente de los 80s, Molly Ringwald encabeza el reparto de La Chica de Rosa (1986), de Howard Deutch, una comedia romántica con el respaldo como guionista del gran director de cintas para adolescentes de culto John Hughes.
Collier es un escritor que se queda prendado de la imagen de una mujer en un viejo retrato, después de una función teatral recibe de regalo un antiguo reloj por parta de una extraña anciana. Collier se obsesiona con esta mujer y está convencido de que la conoce, por lo que utiliza la hipnosis para viajar al pasado y buscar algún indicio de ella. Y efectivamente, encuentra a dicha mujer de nombre Elise y comienzan un romance que desafía todas las leyes del tiempo. Pide al tiempo que vuelva (1980), de Jeanott Szwarc, continúa siendo hasta la fecha un referente del cine romántico, y aunque en estos tiempos podría resultar un poco anticuada y cursi, no se puede negar su influencia en cintas del genero por ejemplo The Time Traveler's Wife y About Time.
Loretta es una viuda ítaloamericana de carácter dominante e independiente, no obstante está comprometida con Johnny, amigo de su difunto marido. La familia de Loretta no está muy de acuerdo con la relación ya que creen que ella es muy desafortunada en las relaciones amorosas. Johnny tiene que viajar a Sicilia a visitar a su madre enferma, así que le encomienda a Loretta que se encargue de buscar al hermano de éste, Ronny, un joven resentido con la vida con el cual no ha tenido contacto en años. Durante una hermosa noche de luna llena se conocen, y a pesar de lo accidentado del encuentro y de sus diferencias personales de edad, comienzan un apasionado e inesperado romance. Hechizo de Luna (1987), de Norman Jewison, es una cinta romántica para un público más adulto con una exquisita Cher en el rol con el que sorprendió a propios y extraños.
Lloyd está profundamente enamorado de una de las chicas más populares del colegio, Diane, que además de ser bonita es una destacada estudiante. A pesar que todos le dicen que Diane es una chica que esta fuera de su alcance, y de que él mismo está consciente de eso, no desiste en sus intentos por conquistarla. Para su gran sorpresa -y de todos- Diane siente lo mismo por él. Pero ahora el impedimento será el padre de Diane, quien se opone totalmente a la relación y hará lo posible para que no continúen juntos. Digan lo que quieran (1989), de Cameron Crowe, es la historia que hemos visto hasta el cansancio, pero el ingenioso guión del entonces novato Crowe, y la ya famosa escena de John Cusack bajo la ventana de su amada con una grabadora en una especie de serenata moderna inmortalizaron la película como una de las favoritas del género.
De niños, Emmeline y Richard sobrevivieron a un terrible naufragio cuando el velero en el que viajaban se incendió. Ellos son rescatados por Paddy, el cocinero de la embarcación, y logran llegar a salvo a una isla donde el hombre se encarga de la crianza de los pequeños hasta que fallece, por lo que los niños se quedan solos y se tienen que cuidar entre ellos. Los años pasan y los niños se transforman un unos hermosos jóvenes, y con la adolescencia llegan los descubrimientos sobre su crecimiento, la sexualidad y el amor. Basada en la novela de Henry de Vere Stacpool, La Laguna Azul (1980) de Randal Kleiser, causó revuelo debido a la decisión del director que, al querer adaptar de la manera más fiel la novela, eligió a los protagonistas de la edad que lo indica el libro, mostrándolos semidesnudos y en escenas muy sugerentes.
Peter Mitchell -mejor conocido como "Maverick"es un prometedor piloto, por lo que es reclutado por la armada de los Estados Unidos para que forme parte de una elite de expertos pilotos llamada Top Gun; por esta razón comienza un minucioso entrenamiento para estar a la altura del proyecto. Durante su reclutamiento comienza una rivalidad con otro joven piloto, y de paso, encuentra el amor en su atractiva instructora Charlie. Con Top Gun: Pasión y Gloria (1986), de Tony Scott, hombres y mujeres por igual corrieron a las salas para verla; la cinta complacía a ambos géneros, con dosis de acción y romance por igual, y convirtieron a Tom Cruise en una estrella internacional. Ellos lo tomaron como un modelo a seguir y ellas como su nuevo amor platónico. El famoso tema Take my breathe away fue el toque final que mandó a la cinta volar alto en los 80s.
Cuando Allen era solo un niño, fue rescatado de morir ahogado por una pequeña sirena. Años después Allen vuelve a caer justo en el mismo lugar y la misma sirena le vuelve a salvar la vida. La sirena queda prendada a Allen y se dispone en ir en su búsqueda, pero lo peculiar de esta sirena es que al tocar tierra firme se transforma y puede andar sobre dos piernas pero al tocar el agua vuelve a su forma original de sirena. Es así como bajo el nombre de Madison se dispone a buscarlo, saca la dirección del chico de su billetera que ella conservó y se dirige a Nueva York, pero para su mala fortuna, un hombre fue testigo y va tras su captura por fines científicos. Splash (1984), de Ron Howard, con Tom Hanks y una bella Daryl Hannah en su primer gran proyecto.
Michael Dorsey es un talentoso aunque algo conflictivo actor neoyorkino que no puede alcanzar el éxito. Desesperado, encuentra una gran oportunidad en un programa de televisión porque se presenta en el casting caracterizado como una mujer madura. Así es como Michael se convierte en Dorothy Michaels, una distinguida y elegante actriz inglesa que se convierte en la estrella del show. El éxito profesional por fin le llega a Michael, pero junto a él se le vienen un sinfín de complicaciones derivadas de su doble identidad, incluidos un lío amoroso entre su "amiga" Sandy y su compañera de reparto, Julie de la cual se enamora y usa a Dorothy para acercarse a ella. Tootsie (1982), de Sidney Pollack, es considerada por muchos la mejor comedia americana de todos los tiempos y la cinta le otorgó su primer Oscar como actriz secundaria a Jessica Lange.
Dama Muerta
pelicula vista en el
#FICG30
L
a ópera prima de Fernando Urdapilleta, Estrellas Solitarias, nos relata la historia de un par de amigas travestis luchando por conseguir sus sueños: Valentina (Danna Karvelas), está obsesionada por alcanzar su éxito profesional siendo la diva del cabaret, mientras que Joana (Jorge Arriaga) tiene el anhelo de festejar su típica fiesta de quince años aunque ya se le hayan pasado varios más. Las problemáticas caen en lo cómico, pues se exageran las aspiraciones de cada una. Por su parte, Valentina delira un poco escuchando a su conciencia reflejada en las apariciones de “una famosa cantante”, el querer ser como ella y lograr su éxito es lo único que le interesa; es muy agresiva pues le ha costado mucho llegar a ser de las mejores y no está dispuesta a que la discriminen o la traten mal. Joana es muy dulce y noble, viene de una familia machista que no la aceptó, razón por la que quiere demostrarles que puede ser una chica normal con su típica fiesta de 15 años (vestido, vals, chambelanes...); y debido a la poca malicia que tiene, se mete en muchos problemas. El malo de la historia es la parte cómica de la película, "El muñeco", ya que en todas sus apariciones intenta decir palabras en francés, es un hombre que niega su homosexualidad y abusa de su poder sometiendo y maltratando a los travestis, que trabajan en su cabaret; por su parte el tiene otra historia de abusos en la infancia.
U
n indigente llamado Dwight es contactado por Eddy, una oficial de policía, para notificarle que el hombre que asesinó a sus padres será liberado de prisión. Este es el detonante que da inicio a esta muy particular anécdota sobre la venganza bajo la dirección de Jeremy Saulnier y protagonizada con gran solvencia por Macon Blair. Jeremy Saulnier, quien también se ha desempeñado en la industria fílmica como cinefotógrafo en más de una decena de cintas entre las que se encuentra I Used to be Darker (2013) de Matthew Porterfield, firma también este guión en el que logra momentos brillantes sobre un tema tan trillado como lo es la venganza, y sobre todo, porque el personaje central es un individuo tan común, que resulta inevitable no conectar con él al instante. Dwight (un estupendo Macon Blair) no es ningún Julian (Ryan Gosling) de Sólo Dios perdona (Only God Forgives; 2013), ni tampoco un Oh Daesu de Oldboy: Cinco Días para Vengarse (Oldboy; 2003); no es ni guapo, ni talentoso, ni experto en combate de ningún tipo, incluso podríamos apostar a que en la escuela era víctima de bullying todos los días cuando era niño. Pero aún así, consciente de sus limitaciones y sabién-
dose algo menos que un asesino amateur, el misterioso y reservado indigente se apresura con los preparativos de su venganza, y de manera involuntaria, arrastra también a su hermana y su familia. Cenizas del Pasado (Blue Ruin ; 2013) es un ejercicio cinematográfico importante, de gran calidad a pesar de no estar exenta de baches en el guión que hacen que el ritmo se pierda por algunos instantes; no obstante, ésta clásica historia de venganza se convierte en un brillante thriller de lenta cocción y escasos diálogos sobre el eterno juego del ojo por ojo, un relato que apela a la lógica y plantea de una manera más realista cómo sería una historia de venganza, una vendetta buscada por un hombre común cegado por la ira, impulsivo e ingenuo en ocasiones, y no por un asesino experimentado y gran conocedor de técnicas de combate; todo esto, recubierto siempre de azules tonalidades -tanto en atmósferas como en accesorios- por el sobresaliente trabajo de Kaet McAnneny (diseño de producción) y Brian Rzepka (dirección de arte) y manteniendo la tensión (y las sorpresas) de principio a fin. Una alternativa 100% recomendable.
H
ace tres años conocimos una pequeña cinta cómica musical, Notas Perfectas (Pitch Perfect, 2012), una cinta que apareció sin hacer mucho ruido y cuyo éxito nos sorprendió a todos. Con un modesto presupuesto y proyectándose en pocas salas logro números que igualaban e incluso superaban a grandes blockbusters. Este año, con el estreno de la secuela en Estados Unidos, sucedió la misma historia, superando en taquilla a uno de los más esperados estrenos del año, Mad Max: Furia en el Camino (Mad Max: Fury Road), en el fin de semana del estreno de ambas. A estas alturas ya todos conocemos a las "bellas" y las recordamos en sus inicios: el grupo más anticuado del circuito de a capella colegial por el que nadie apostaba ni tomaba en serio, hasta que en un acto de desesperación permitieron entrar a chicas que, según sus miembros, no encajaban en la imagen del grupo, hecho que se convirtió en la clave para el ascenso de la agrupación. Años después la historia ha cambiado, siendo ahora la campeonas y el grupo más prestigioso de acapella del país. Podría decirse que tienen seguro otro año de reinado; sus voces juntas suenan en perfecta armonía, sus presentaciones son muy originales, además es un grupo donde hay una gran hermandad entre sus miembros.
Pero este año es diferente. Es el último de escuela para la mayoría de los miembros y es por eso que empieza a haber ciertas inquietudes que les preocupan más, sobre todo a Becca, la líder que sacó de las sombras al grupo y las llevo a la cima. Becca se siente en cierto sentido estancada, que ya ha dado suficiente a las "bellas" y con la necesidad de ver por su futuro, deseando convertirse en una exitosa productora musical. Tal pareciera que las "bellas" se durmieron en sus laureles, y esto queda demostrado con su accidentada presentación en las rondas preliminares del concurso anual de a capella, presentación de la cual no pueden recuperarse. Sin embargo las chicas encuentran una oportunidad de reivindicarse, pero el reto que se les viene es aún mayor: su próximo objetivo es entrar a la competencia internacional de a capella, en la cual ningún grupo norteamericano ha podido coronarse como ganador. No será fácil para las chicas, deben de volver a aprender a trabajar juntas, y el recibir nuevos miembros les dará esa frescura perdida. ¿Qué nos trae de novedad esta segunda parte? Uno que otro personaje, pero fuera de eso, nada que no hayamos visto ya en la primera parte. La actriz Elizabeth Banks, quien siempre fue una apasionada impulsora del proyecto, se quedó con la silla de directora para esta secuela, y se nota lo bien que conoce la
cinta y a los personajes (recordemos que ella también es parte del elenco), pues hace un trabajo aceptable con un guión poco afortunado. Bien sabemos que Más Notas Perfectas (Pitch Perfect 2, 2015) es una chick flick, una cinta que su público directo son los adolescentes amantes de la música pop y fanáticos de Glee. Los números musicales son igual buenos que en la primera cinta, y en ellos encuentras los mejores momentos de la película. El problema es que el guión quiere darle un innecesario tono coming of age que no termina de funcionar y a la vez interfiere con el encanto natural de la historia. En cuanto al elenco, liderado por Anna Kendrick, Rebel Wilson, y la mayoría del elenco original (ahora siendo acompañadas por la joven promesa Hailee Steinfeld), vuelve a conquistarnos con su increíble talento, divertidas actuaciones y dotes vocales. Es grato el ver interactuar a sus personajes y sobre todo cantar juntas en el escenario. Más Notas Perfectas puede disfrutarse si dejas a un lado las expectativas generadas por su antecesora y evitar las comparaciones, porque si no lo haces probablemente salgas decepcionado al no ver algo igual de bueno que la anterior entrega.
C
ontinúa la saga fílmica inspirada en la serie homónima sesentera. Misión: Imposible - Nación Secreta (Mission: Impossible - Rogue Nation, 2015) representa la quinta entrega de la exitosa franquicia, ahora bajo la dirección de Christopher McQuarrie, eficiente cineasta de acción que reemplazó a Brad Bird (Los Increíbles, 2007) cuando éste declinó la oferta para dedicarse, en cambio, a la filmación de Tomorrowland (2015). Ethan Hunt vuelve como el agente protagónico, y por supuesto, es encarnado por Tom Cruise, quien desde hace unos años ha mantenido una buena racha con interesantes proyectos en los que ha podido explotar todo su potencial como héroe de acción -Misión: Imposible - Protocolo Fantasma (Mission: Impossible Ghost Protocol; 2011); Jack Reacher: Bajo la Mira (Jack Reacher; 2012), Al filo del Mañana (Edge of Tomorrow; 2014)-. La película inicia justamente donde termina la entrega anterior: Hunt lanzándose a la cacería de una organización te-
rrorista denominada el Sindicato, un grupo de agentes que presuntamente habían muerto pero que en realidad se han unido para derribar el sistema se seguridad para el que trabaja Hunt, es decir, un grupo anti IMF (Impossible Mission Force) liderado por un misterioso e implacable hombre llamado Solomon Lane (Sean Harris). Para esta misión -imposible, por supuesto-, Hunt vuelve a contar con la ayuda de Benji Dunn (Simon Pegg, el comic relief desde la tercera entrega), William Brandt (Jeremy Renner) y Luther Stickel (Ving Rather). Claro está que no podía faltar el elemento femenino -e interés amoroso del protagonista-, y aquí es la actriz Rebecca Ferguson la encargada de interpretar a este personaje, Ilsa Faust, una espía con una dudosa fidelidad al Sindicato pero que pondrá al límite a Hunt. Con Misión: Imposible - Nación Secreta, McQuarrie confirma su talento como guionista y artífice de cintas de acción al dotar a la saga de una solidez argumental y una agilidad narrativa con las
que saca provecho de todos los elementos que conforman este tipo de cintas vertiginosas persecuciones, emocionantes peleas, conspiraciones, balazos, agentes atractivos, etc.-. Y es que pesar de tratarse de una historia elemental -ya saben: espía debe detener a megalómano que quiere apoderarse del mundo- y de no poseer una identidad artística o sello personal como las anteriores entregas -recordemos que todos los directores que se han hecho cargo de las cintas de Misión: Imposible (Brian De Palma, John Woo, J.J. Abrams y Brad Bird en ese estricto orden) han dejado su impronta en ellas y su estilos son más que reconocibles-, McQuarrie logra ensamblar una cinta con dinamismo y agilidad narrativa en la que nunca se pierde el ritmo, manteniendo con ello cautivo al espectador de principio a fin, con lo cual éste finalmente se siente complacido por recibir precisamente por lo pagó: una historia interesante llena de suspenso y emoción.
E
n una noche nevada en Dublín, Irlanda, Bono (Pavel Sfera), el mismísimo vocalista de la banda U2, descubre en una tienda de discos un vinil de Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero, una banda mexicana de rock ochentero; escuchando el disco, queda fascinado por uno de los sencillos, "Cheve en la Fiesta", por lo que decide comprar los derechos de la canción para hacer una versión en inglés. Esta simpática y muy inspirada introducción, dispara la trama y marca el tono que seguirá Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero (2014), el segundo trabajo de Gustavo Moheno tras la -muy- desastrosa reinterpretación de Hasta el Viento tiene Miedo (2007). La trama, entonces, se traslada a México, donde los ahora cincuentones ex miembros de la banda -Eddie (Damián Alcazar), el vocalista, que ameniza bautizos, bodas, quince años o cualquier otro evento que requiera musicalización en vivo; Fernando (Jorge Zárate), que sigue como bajista en eventuales conciertos de figuras reconocidas como "la Trevi"; y Ulises (Álvaro Guerrero), dueño de una modesta farmacia- son contactados por Tony Rivas (Sebastián Zurita), el director de una importante disquera que quiere proponerles un trato por la venta de los derechos de la 'rola'
que Bono quiere versionar; sin embargo, para poder vender los derechos de la canción, se necesita la autorización del coautor, Santos (Arturo Ríos), otro integrante de la banda que se exilió resentido y culpando a Eddie de la separación de la banda. Y es así como comienza esta aventura de reencuentros en donde ya no sólo importa que Bono haga un cover de "Cheve en la Fiesta", sino que se busca resucitar a la banda para poder vivir nuevamente los años de gloria del Rock & Roll y dejar atrás sus desencantadas existencias, todo esto con la ayuda de Lucía (Vico Escorcia), la hija de Ulises, quien les ayuda a refrescar su imagen para el gran regreso de la banda de culto. Con Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero, Gustavo Moheno da un salto cuántico respecto a su anterior trabajo, pero a pesar de ello, su nuevo filme aún tiene ciertas fallas graves, como los varios huecos en el guión y el descuido de la puesta en escena -sobre todo en las secuencias musicales. Sin embargo, y esto es lo que se debe rescatar, es que no obstante los constantes tropiezos en el guión -amén de algunos chistes repetitivos que llegan a cansar y que siempre tocan la misma canción-, el filme jamás pierde el ritmo ni deja ir la atención del
público. La cinta es una comedia ligera en la que se agradece su falta de pretensión -aunque no le vendría nada mal un poco de ambición-, buscando única y exclusivamente el agrado y entretenimiento del público, y visto desde esta perspectiva, la película cumple con creces, y para lograr esto, Moheno echó mano de una historia ingeniosa y de grandes actores que no le tienen miedo al ridículo de interpretar a estos extravagantes personajes, perdidos en una industria musical que ya no conocen. Las múltiples referencias a grandes íconos musicales, tanto nacionales e internacionales -desde Alex Lora hasta The Beattles, pasando por Carlos Santana y hasta Jim Morrison-, siempre a manera de parodia y farsa, dan un toque de frescura e inspiración a la película que nunca cae en el error de tomarse en serio a sí misma, como pasa en otras muchas comedias; por el contrario, aquí se es consciente de sus limitaciones y si bien es verdad que la cinta tenía material para dar más -mucho más- de lo que finalmente ofreció, el resultado último de Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero es más que aceptable y su éxito en taquilla está garantizado.
E
n alguna ocasión, Gilles Deleuze catalogó a las películas de Alain Resnais como representaciones en movimiento de los laberintos de la memoria, y si revisamos la última de sus películas bajo esta idea, no podemos más que coincidir plenamente con el renombrado filósofo francés. Amar, beber y cantar (Aimer, boire et chanter, 2014), la nueva y última película del cineasta perteneciente a la Nouvelle Vague/Nueva Ola -aunque en realidad podríamos considerarlo (como él mismo lo hacía) más cercano a la corriente Rive Gauche, la cual daba gran importancia al papel del guionista dentro del proceso de la creación cinematográfica, de ahí que muchas de sus cintas posean guiones de grandes novelistas como Marguerite Duras, Jean Cayrol, Alain Robbe-Grillet y Jorge Semprún- que falleció el 1 de marzo del año pasado, es un ejercicio que utiliza el tiempo y el espacio como herramientas para acercarse al tema de la memoria y el olvido, experimentando al tiempo con la narrativa tanto cinematográfica como la teatral, obteniendo como resultado una suerte de metalenguaje con una amalgama de géneros en una obra de teatro dentro del teatro filmado. Amar, beber y cantar, basada en la obra Life of Riley, de Alan Ayckbourn es la historia de tres parejas de actores
amateurs ingleses (pero hablando en francés) que buscan montar una obra teatral, pero la repentina noticia de la enfermedad terminal y los pocos meses de vida que le restan a George Riley, un amigo en común que jamás aparece en escena -y que podría tratarse del alter ego del cineasta-, trastocan la dinámica profesional e íntima de las parejas al revelarse secretos, mentiras y deseos reprimidos por parte de las mujeres del grupo, quienes parecen haber sido invitadas por George a un último viaje que pretende realizar antes de su muerte, aunque ninguna de las mujeres sospecha que a sus amigas se les ha hecho la misma propuesta por parte del hombre que tiene fama de legendario seductor. George, que aunque nunca aparece en escena está siempre presente no sólo como pivote de la historia sino como una especie de figura invisible y ominosa, impacta y manipula el destino del sexteto que lo mantienen perpetuamente vigente como tema de conversación en medio de los ensayos de la puesta en escena, ya sea recordando sus hazañas, relatando anécdotas grupales o hablando de sus deseos a cumplir previo a su fallecimiento. Esta es la tercera ocasión que Resnais hace una adaptación fílmica de una obra del dramaturgo Ayckbourn -pues
ya llevó a la pantalla grande Smoking/No Smoking (1993) y Pasiones privadas en lugares públicos (Coeurs, 2006)-, y movido por ese característico impulso incansable por mantener en movimiento e innovación a su cine y sus personajes, el cineasta experimenta en este su último largometraje con una propuesta visual arriesgada, con una cámara parsimoniosa y una puesta en escena teatral de lo más austera. Ganadora del premio FIPRESCI y el Alfred Baue en la Berlinale del año pasado, la última cinta de Resnais contrasta la puesta en escena de estética naif con los pulidos diálogos plagados de un agudo humor negrísimo con el que se critica a las relaciones personales contemporáneas a través de las de este grupo de incautos que se ven sorprendidos por la inminente muerte de un miembro cercano del grupo. La película no descubre el hilo negro en ningún aspecto y no se coloca como una de las obras cumbres de Resnais -jamás llega a ser inquietante como Hiroshima mi amor (Hiroshima mon amour, 1959) o tan lacerante como Mi tío de América (Mon oncle d'Amérique, 1980), pero la maestría de su trabajo siempre será motivo suficiente para la revisión de cualquiera de sus propuestas, y evidentemente ésta no es la excepción.
E
l cuarto largometraje de la directora francesa Mia Hansen-Løve, Eden (2014), es un recorrido por la vibrante escena musical electrónica en París durante la última década del siglo pasado y la primera de este nuevo milenio. Pero es también, y sobre todo, un melancólico retrato generacional de una juventud desencantada. Tomando como punto de partida las experiencias de su hermano Sven Hansen-Løve -moderadamente exitoso DJ de la escena parisina de principios de los 90s y coautor del guión-, la directora nos coloca ante la lente a Paul (Félix De Givry en su primer protagónico y una verdadera revelación), y a través de su vida como DJ hacemos paradas en años emblemáticos y decisivos tanto para la música electrónica como para la vida personal de Paul -1992, 1995, 1997, 199, 2001, etc.-, recorriendo de esta manera dos décadas de historia musical que, como todo género, fue evolucionado para dar paso a nuevos ritmos y fusiones, como el particular caso del French-Touch, subgénero nacido a partir del House. En este ambiente, nos presentan los inicios musicales de Daft Punk, ese dueto ahora reconocido internacionalmente, pero que en la cinta nos muestran a sus integrantes, Thomas Bangalter y GuyMan, a través de divertidas anécdotas como cuando les niegan la entrada a un lugar en el que se supondría tocarían esa noche o la primera vez que interpretaron en vivo "Da Funk" en una fiesta
casera intrascendente. A los amantes de este género musical, las referencias y apariciones de personajes cruciales en la historia de la electrónica los mantendrán deleitados de principio a fin. Pero como ya se mencionaba en el párrafo inicial, Eden no de queda en las anécdotas de Sven y va más allá del recorrido musical en la vida nocturna de París. "Paradise Garage" y "Lost in Music" son los dos capítulos en los que se divide el filme y en los que con gran sensibilidad se plasma el desenfreno y la angustia adolescente, además de esa lucha por el éxito internacional y por poder sostenerse económicamente a través de hacer eso que se ama. El filme, además de abordar también el proceso creativo, así como los turbios tejes y manejes de la industria musical, se centra en hablar de los ciclos de la vida, de esos años en los que vives al día hasta que el tiempo se te cae de golpe para hacerte notar amargamente que ya no estás en tus 20 y que el éxito como lo imaginaste aún no parece estar por llegar... o lo hizo pero se esfumó tan rápido como apareció por no mantenerte en el gusto del público, por no poder adaptarte a los nuevos ritmos que las masas demandan, o simplemente porque las circunstancias no te permitieron mantenerte en la cumbre. Eden habla de esa época en la que vives con un vacío existencial, de los vicios, de las traiciones a uno mismo, a tus amigos y a tus amores; de la lucha por los sueños, por esos que alcanzaste pe-
ro cuya fragilidad hizo que tus manos torpes, inexpertas, caprichosas- no te permitieran mantenerlos por mucho tiempo, y de aquellos otros que ni siquiera fuiste capaz de rozar con la punta de tus dedos. La propuesta de HansenLøve recuerda mucho a La Nueva Orden (24 Hours Party People, 2002), de Michael Winterbottom, pero no opta, como ésta, por ofrecer un relato enmarcado en un detallado entorno social, político y cultural -más allá de algunas escenas como el visionado y debate de Showgirls (1995), de Paul Verhoeven-, por lo que entonces tenemos una apuesta que está indudablemente más emparentada emocionalmente con la reciente Balada de un hombre común (Inside Llewyn Davis, 2013), de los hermanos Coen; un filme de corte más intimista y melancólico sobre la pasión musical y cómo ésta puede encumbrar o acabar con la vida de los músicos. Estamos también ante una historia sobre la negación a crecer a pesar del inexorable paso del tiempo y de sus implacables consecuencias que nos ponen frente al futuro con una perspectiva distinta, amarga, maximizando exponencialmente con ello el desencanto ante la realidad y la frustración por los sueños no alcanzados a pesar de haberlo intentado todo, por vernos obligados a obligados a abandonar ese paraíso personal, nuestro edén.
L
uego de la exitosa codirección de la maravillosa Persépolis (Persepolis, 2007), y de un par de filmes más modestos tanto en su propuesta como en su respuesta con público y audiencia -Poulet aux prunes (2011) y La bande des Jotas (2012)-, la cineasta Marjane Satrapi regresa tras las cámaras con Las Voces (The Voices, 2014), filme que representa su debut en el cine estadounidense a través de un extraño pero eficaz híbrido de comedia romántica con thriller psicológico que resulta más complejo y profundo de lo que se puede inferir con un superficial visionado. Jerry Hickfang (Ryan Reynolds) es un chico tímido que trabaja en una fábrica de artículos para baño en donde conoce a Fiona (Gemma Arterton), una guapa chica de la que se enamora a primera vista. Al llegar a casa, cuenta esta agradable experiencia a sus mascotas -un perro llamado Bosco y un felino de nombre Mr. Whiskers-, las cuales, como era de esperarse -por lo menos para él- le responden y le aconsejan -contradictoriamente- sobre lo que debe hacer para dar el siguiente paso. Pero lo que podría comenzar como un agradable romance, se transforma en una pesadilla al momento en que, accidentalmente, Jerry mata a Fiona en un paraje solitario del bosque. Este hecho despierta en Jerry una personalidad que había permane-
cido aletargada por la terapia psicológica y tratamiento psiquiátrico a los que había estado sometido desde un largo tiempo atrás. Es inevitable sentir extrañeza ante un cambio de temática y tono tan radical en la filmografía de la cineasta iraní, pero esta sátira del cine de los asesinos seriales de apariencia encantadora -como Norman Bates (Anthony Perkins) en Psicosis (Psycho, 1960), de Alfred Hitchcock- que supone Las Voces, no está exenta de un subtexto cargado de denuncia, ya que de la misma manera que aquella galardonada adaptación de la novela gráfica que tomaba su nombre de la antigua capital del Imperio hacía fuertes cuestionamientos sociales al régimen imperial del Sha y al posterior régimen islámico, en esta ocasión también se exponen afiladas denuncias al sistema, aunque ahora se apunta a una sociedad estadounidense que orilla a las personas con padecimientos mentales a autoexcluirse socialmente -a retraerse bajo su caparazón como una medida de protección ante una sociedad que los señala ante la incomprensión- o a medicarlos para mantenerlos en un estado emocionalmente controlado. Es aquí donde cabe señalar el estupendo trabajo del guionista Michael R. Perry al crear un personaje complejo con muchas facetas psicológicas, y al igualmente sobresaliente Ryan Reynolds quien se encarga
de tomar la materia prima en papel para transformarla en una interpretación asombrosa de este multidimensional hombre lleno de matices a través del uso de registros que pocas veces ha mostrado poseer y que utiliza para ir de la comedia romántica más rosa al drama de trastornos mentales y finalizar con su llegada al thriller psicológico con una naturalidad sorprendente. Las Voces echa mano de un humor macabro -el cual es brindado, por lo regular, por la pareja de mascotas parlantes y en particular por el maquiavélico felino que desborda una deliciosa mala leche- y un gore absurdo para formular una denuncia social sobre las fallas en los tratamientos para los padecimientos psicológicos, ofreciendo a la vez una perspectiva diferente de estas enfermedades mentales al ahondar en la insanidad psicológica de este particular asesino serial siempre desde su punto de vista como "enfermo", y no desde el punto de vista de las víctimas -como normalmente suelen relatarse este tipo de historias-, ni tampoco centrándose en sus crímenes. Divertida, bizarra, ágil y auténtica, la nueva película de Satrapi es un exitoso experimento de géneros cuya inesperada y sorpresiva eficacia hace que valga mucho la pena disfrutar en cines. Y no se pierdan los créditos finales... ¡son un muy gozoso delirio audiovisual!
A
ceptémoslo, la simple idea de El Hombre Hormiga es un tanto ¿bastante?- ridícula para un héroe que comparte universo con un dios asgardiano, un hombre de hierro, un supersoldado, una mole verde, entre otros tantos personajes con increíbles poderes y/o habilidades con las que han salvado al mundo en más de una ocasión. Y es que si tomamos en cuenta que su principal habilidad es la de "encogerse" al tamaño de un insecto, la verdad es que no resulta nada atractivo para colocarse en el gusto de las masas. No obstante este obstáculo para la popularidad del personaje, éste fue uno de los miembros fundadores del superequipo original de Marvel en los cómics, pues además de reducir su tamaño drásticamente, El Hombre Hormiga cuenta con la ayuda de un traje especial que le brinda fuerza sobrehumana, convirtiéndolo en un peligroso adversario que puede infiltrarse en instalaciones de máxima seguridad y neutralizar al enemigo con un ataque sorpresa. Es con este modesto personaje que Marvel cierra la Fase 2 de su Universo Cinematográfico con Ant-Man: El Hombre Hormiga (Ant-Man, 2015), una igualmente modesta cinta protagonizada por
Paul Rudd como Scott Lang, un habilidoso ladrón recién salido de prisión que se convierte en el heredero del traje de Hank Pym (Michael Douglas), el héroe original de los cómics que, en la cinta, ha encontrado en Lang a un sucesor digno de usar la tecnología que él mismo desarrolló en 1989 al margen de las investigaciones con su entonces socio Howard Stark y que en la actualidad ha sido replicada por Darren Cross (Corey Stoll), su otrora pupilo que lo destituyó del frente de su propia empresa para enfilarla al desarrollo de su tecnología reductora y comercializarla como arma que venderá a HYDRA. Consciente del espíritu naif del personaje, y de lo ridículo que puede ser la idea de este personaje, Peyton Reed acierta en colocar como pilares un guión sencillo que solo pretende contar una historia atractiva sobre el origen de un improbable héroe y un elenco repleto de estrellas carismáticas que con su frescura y encanto sostienen la trama de principio a fin. Y es que además de los protagonistas ya mencionados, también encontramos en el reparto a Evangeline Lilly y Michael Peña; la primera como Hope van Dyne, interés amoroso del protagonista e hija de Hank Pym y Janet
van Dyne, heroína conocida en el mundo de las viñetas como La Avispa (o The Wasp), un rol que también resultó indispensable en la gestación de Los Vengadores en la serie original impresa, y que heredará Lilly para las próximas entregas de la franquicia. Mientras tanto, Michael Peña da vida a Luis, el despistado mejor amigo de Lang que lo ayuda en varias de las misiones. Ant-Man: El Hombre Hormiga, es una entretenida, divertida y emocionante propuesta, que por no tomarse para nada en serio y burlarse de sí misma -prueba de ello es esa climática pelea final con el trenecito de juguete que ya pudimos ver en el trailer-, se emparenta más con Guardianes de la Galaxia -aunque por supuesto no alcanza ese nivel que logró James Gunn con el marginal equipo de antihéroes- que con otros títulos de corte más serio como Thor o Capitán América: El Soldado del Invierno; y a pesar que el resultado llega a ser un tanto impersonal -si hay un sello característico del director en la película, está muy bien escondido-, es la honestidad de su guión y el gran ángel que posee el reparto, lo que la convierten en un trabajo más que digno para clausurar la Fase 2 del Universo Cinematográfico de Marvel.
L
a más reciente película del director Jaime Rosales se instala en medio de la vida una joven pareja española que, en medio de la crisis económica que se vive actualmente en toda Europa, se ven sacudidos por un embarazo inesperado y las consecuencias que esto acarrea tanto en lo económico como en lo íntimo. Carlos y Natalia son dos jóvenes de 23 años que, al comienzo del filme, se sienten los futuros dueños del mundo, llenos de sueños y grandes planes para el porvenir que vaticinan llegará forrado de dinero. Como parte de su experimentación, llegan a un acuerdo para adentrarse al mundo de la pornografía online para sacar un algo de dinero. Y la verdad es que no les va nada mal en su incursión a este universo del entretenimiento para adultos; pero la situación, que hasta cierto punto se mantenía casi idílica, se ve trastocada con el inesperado embarazo de la pareja y por los planes estropeados de Carlos y su mejor amigo sobre un negocio que presuntamente les permitiría
vivir holgadamente. En esta nueva situación económica, la casa se torna una suerte de prisión en la que los sinsabores de una paternidad inesperada se transforman en el pan de cada día, y donde el futuro se avista con un mortecino fracaso asegurado, despojando a la pareja de toda esperanza de una economía familiar estable, a tal grado que ya ni siquiera parece valer la pena intentar luchar por ello. Colocando casi todo el peso del filme en las magníficas, naturales y frescas interpretaciones de Carlos Rodríguez e Ingrid García Jonsson como la pareja veinteañera protagónica, así como echando mano de un tono casi documental pero con algunos breves momentos de experimentación narrativa -la secuencia que muestra el paso del tiempo a través de las charlas en whatsapp, las fotografías y los juegos en el smartphone-, Rosales construye con Hermosa Juventud un relato profundamente humano sobre la desencantada juventud española, ésa para la que un churro,
una chela y una escapada al parque con los amigos, suponen una de las pocas alternativas de evasión que aún se pueden permitir con la penosa economía y la realidad desoladora. Evitando a toda costa caer en un discurso aleccionador, el quinto largometraje del director barcelonés -estrenado en la edición 67 de la sección Un Certain Regard/Una Cierta Mirada en Cannes 2014 y que se ve emparentado con aquella gema del cine español Los Lunes al Sol (2002), de Fernando León de Aranoa- es un fiel y descarnado retrato de un país en decadencia, un drama social irónico y melancólico -con el nombre lo dice todo- que se centra en la supervivencia de aquellos a quienes les ha tocado vivir en los vestigios que ha dejado la crisis, poniendo particular atención en una juventud clasemediera carente de ambiciones e iniciativas en un angustioso entorno madrileño no menos falto de oportunidades.
E
l suicidio de Laura Burns fue un caso muy sonado debido a lo que lo ocasionó: la chica era el blanco de burlas y un constante acoso a raíz de que alguien subió a internet un video muy comprometedor en el que se le mostraba en estado de ebriedad y en situaciones muy vergonzosas. Ya ha pasado un año desde la lamentable muerte, y en esa noche de aniversario varios de sus amigos se reúnen en una conversación vía Skype.... aunque más bien tendríamos que decir alguien -o algo- los reunió. Laura ha vuelto para ajustar cuentas con los que se decían ser sus amigos y hacerlos confesar de una vez por todas quien fue el responsable de subir el video a las redes. Los chicos no tienen escapatoria, están acorralados, porque Laura tiene un juego que los obligará a hacerlo y el que pierda... muere. Es así co-
mo todos empiezan a sacar sus trapos sucios y se van revelando secretos y traiciones de parte de cada uno de ellos, porque aquí nadie está exento. El algo gastado subgénero "found fottage" da aquí un giro interesante y actual al usar ahora la famosas redes sociales que se han convertido en algo indispensable para nuestra generación. Es así que la película es vista desde todo momento a través de las ventanas de Skype, Facebook, YouTube, etc., con lo cual adquiere una manera muy dinámica y novedosa en su narrativa. La corta duración de la película, dirigida por Levan Gabriadze, ayuda también a que la cinta no se caiga en ningún momento, y también se agradece que haya evitado el susto fácil tan usado en el cine de terror, dedicándole más tiempo a la confrontación entre todos los personajes. Y es que aunque de antemano sabes que
muy pocos -o ninguno- saldrán con vida de la situación, el suspenso generado será del agrado de muchos y del odio de otros tantos que están acostumbrados a un terror más clásico. Puede ser que el verla en el cine no genere el mismo impacto si la vez en el monitor de tu computadora, celular o cualquier dispositivo móvil, al verlo en cualquiera de estos se crea la atmósfera perfecta y la hará más disfrutable. Eliminar Amigo (Unfriended, 2014), entonces, es más una crítica a la juventud actual que se ha vuelto tan superficial, cínica y hasta cruel, donde todo es mentira tras mentira con el afán de quedar bien con tu círculo de amigos. Probablemente terminando de verla dirás "ni da tanto miedo" o "es la peor película de terror que he visto", pero ten por seguro de que lo pensarás dos veces antes de practicar el cyberbulling.
C
on sólo dos largometrajes estrenados en cines, No sé si cortarme las venas o dejármelas largas (2013) y Amor de mis amores (2014) -ambas adaptaciones de su propias obras de teatro-, el director mexicano Manolo Caro se ha hecho ya de una fama considerable dentro de la industria fílmica de nuestro país gracias al desfachatado y refrescante humor que poseen sus propuestas con marcado estilo propio, aunque con claras remi-nisencias al melodrama pop kitsch del director manchego Pedro Almodóvar a quien hizo un par de homenajes referenciales en su primera película. La clásica anécdota del hombre que va a comprar cigarros y no regresa nunca, sirve como inspiración para Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando (2014), pues cuando Gustavo (Carlos Bardem) sale de su casa durante una madrugada cualquiera a conseguir una cajetilla en la farmacia y no regresa más, se desata la angustia y desesperación de Elvira (Cecilia Suárez), su esposa y madre de sus dos hijos, que emprende la incansable búsqueda por el amor de su vida, encontrando pistas sobre el posible paradero de su marido y del amorío que éste ha mantenido con otro hombre mucho menor que él (Luis Gerardo Méndez)
desde hace ya un tiempo. Pero este desafortunado descubrimiento no la detiene en su determinante búsqueda y los enredos en la historia no se hacen esperar, además que las confusiones no sólo se vuelven situacionales sino también psicológicas. Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando es la primera película de Manolo Caro que no pasó primero por los escenarios, se trata de una historia pensada desde su origen para la pantalla grande y ésto es más que notorio desde el manejo de la cámara, el aprovechamiento de locaciones y el desempeño actoral. Cecilia Suárez está espléndida en este papel que resulta tan entrañable como exasperante y Luis Gerardo Méndez hace una buena mancuerna con su coprotagonista y ofrece un trabajo un tanto distinto a los de sus ya conocidos personajes como el de Javi Noble de Nosotros los Nobles (2012) o Lucas en la ópera prima de Caro, No sé si cortarme las venas o dejármelas largas (2013). Y además de estas ya reconicidas estrellas nacionales, debemos señalar el resto del elenco que también incluye a Carlos Bardem en el rol que, aunque pequeño en tiempo en pantalla, es el detonante de la historia; Vanessa Bauche como Luisa la vecina, Angie Cepeda como la me-
jor amiga de Elvira y la siempre agradable Mariana Treviño como la secretaria de la empresa donde trabajan Gustavo y su amante, cierran el círculo de actores de soporte para la historia, aunque también hay cameos de Angélica Aragón (mamá de Elvira), Silverio Palacios, Alfonso Dosal, Amorita Rasgado, María Elena Saldaña y Marimar Vega. Con esta nueva propuesta, Manolo Caro deja un poco de lado la comedia salpicada de momentos dramáticos que imperaba en sus filmes previos, y aquí da un mayor protagonismo al melodrama con algunos toques de humor para aligerar la trama. Elvira te daría mi vida pero la estoy usando no es una joya del cine mexicano y sus pretensiones no van más allá de una estética interesante -con el característico diseño de arte kitsch siempre detallado- y de entretener al gran público -que quedó más que complacido en la función de gala en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia donde se estrenó al margen de la competencia- contando una buena historia con los suficientes giros en la vertiginosa trama como para hacerla interesante e impredecible, es un cine que sigue refrescando a la industria nacional y que buena falta le hace.
U
na extraña alegoría canina sobre la intolerancia y la discriminación racial fue la inesperada ganadora del premio Un Certain Regard (Una cierta mirada) este año en el Festival Internacional de Cine de Cannes y es la elegida por Hungaria como su candidata para los premios Oscar como Mejor Película Extranjera. Hagen y Yo (White God/Fehér Isten; 2014), dirigida por Kornél Mundruczó y escrita en conjunción al lado de Viktória Petrányi y Kata Wéber, sigue a Lili (Zsófia Psotta), una adolescente que intenta sobrellevar la separación de sus padres con la ayuda de su mascota y mejor amigo Hagen (los hermanos Body y Luke). Lili, que toca la trompeta en una academia de música y está próxima a participar en un anticipado concierto, se tiene que mudar al departamento de su padre Dániel (Sándor Zsótèr), pero hay una ley recién aprobada que ha establecido un nuevo impuesto para poder mantener en casa a perros de razas no puras y algunos vecinos del edificio han comenzado a esparcir falsos rumores de ataques del perro para que lo saquen del inmueble. En un arranque de ira y desesperación, el padre de Lili abandona a Hagen en la carretera y el filme da un giro radical en cuanto a la trama y su tono, combinando varios géneros y no logrando resultados favorables en todo momento. Desde que Hagen queda a su suerte en la calle, la trama se enfoca
queda de supervivencia, y finalmente, en una muy numerosa rebelión canina. Hagen se une a una jauría de perros callejeros y debe escapar constantemente de los trabajadores de la perrera municipal en vertiginosas secuencias emparentadas con Corre Lola Corre (Lola Rennt; 1998) de Tom Tykwer; el perro logra escapar pero es capturado por un hombre que lo vende a unos hombres que lo entrenan como perro de pelea, cambiando con ello su comportamiento natural y convirtiéndolo en un animal violento y sanguinario. Hagen escapa del lugar de peleas clandestinas tan sólo para ser capturado y llevado a la perrera municipal, la cual se ha llenado rápidamente en los últimos días por el creciente número de perros cruzados que han sido abandonados por sus dueños incapaces de cubrir el nuevo impuesto a los perros de razas impuras. En el lugar, Hagen descubre que sacrificarán a la mayoría de perros para evitar el sobrecupo en la perrera y decide escapar, iniciando con ello una revuelta que se convierte pronto en una revolución perruna de toda la ciudad, liderada por este extraño antihéroe canino, emprendiendo una venganza despiadada contra la raza humana que los traicionó y golpeó. Hagen y Yo / White God es un excéntrico ejercicio alegóricamente interesante que remite a Al Azar, Baltazar (Au hasard Balthazar; 1966) de Bresson en
sus dos primeras partes, mientras que en el tercer acto nos evoca a Los Pájaros (The Birds; 1963) de Hitchcock y a El Planeta de los Simios (R)evolución (Rise of the Planet of the Apes; 2011) de Rupert Wyatt. En una extraña mezcla en pantalla entre el cine emotivo de Steven Spielberg, como la lacrimógena Caballo de Guerra (War Horse; 2011), con los thrillers de horror animal escritos por Stephen King, como Cujo (1983) de Lewis Teague, algunas de las metáforas no salen del todo bien libradas y son plasmadas de una manera un tanto obvia y burda, hay secuencias de suspenso y horror que no están del todo conseguidas, resultan tan exageradas que en verdad no pueden ser tomadas en serio (y el trabajo de edición tan poco riguroso no ayuda en nada). A pesar de contar con secuencias visualmente asombrosas (sobre todo esa escena con la que abre la cinta en donde cientos de perros persiguen a una jovencita en bicicleta por las calles desiertas), la mayoría terminan por ser inverosímiles y fuera de tono, o tal vez sea que no hay en realidad un tono definido en el filme, sino que resultan desdibujadas las líneas que marcan los límites entre el drama, el misterio, el terror y, ocasionalmente, la comedia e incluso la sátira, dando como resultado un filme que enrarecidamente combina varios géneros y por momentos llega a ser desconcertante, aunque no en el buen sentido.
P
arecería que me están consintiendo con las películas que han salido en estos últimos meses y más si se me permite hablar un poco de ellas en esta gran re-
vista. Hace unos números se habló sobre nuestras series favoritas, y pues como ya soy un poco viejo, mi catálogo de series de televisión es muy amplio, siempre con preferencia a las series de aventuras, y si hay agentes secretos, espías y muchos efectos especiales, me siento como pez en el agua. En esta ocasión me toca hablar de El Agente de C.I.P.O.L. Bueno, en aquellos tiempos -en los sesentas- había una serie que así se llamó aquí en México, en la que dos súper espías secretos, uno norteamericano y uno ruso, se unían para luchar contra el mal, que casi siempre era un agente malo que pertenecía a una organización secreta llamada T.R.U.S.H. Equipos de espías, máscaras de latex, estilo misión imposible, armas, autos con artilugios para poder escapar... digamos que sería una versión de James Bond pero con el toque de humor americano y la seriedad en ocasiones del ruso, claro, y manteniendo lo ecuánime de su jefe, un británico que era el director de C.I.P.O.L. Napoleon Solo, el espía norteamericano perteneciente a la CIA, e Illya Kuryakin, el ruso perteneciente a la KGB, siempre lograban detener al malo. Es una serie que empezó a transmitirse a mediados de los sesentas en Estados Unidos, y en México se transmitió también pero ya por la década de los setentas. La primera temporada era en blanco y negro, y las siguientes ya a color. Debo aclarar que fue hasta mediados de los 70s cuando en México llego una compañía que rentaba televisiones a color, y fue hasta esta época en la que pudimos ver estas grandes series llenas de color (si se le puede llamar llena de color a lo que actualmente vemos). Perdón, me salí de tema. Volviendo a esta gran serie que duró más de cien capítulos, surgieron series como La Chica de C.I.P.O.L. y películas en las que se les vería. En aquel
entonces, para entrar a las instalaciones secretas de C.I.P.O.L., entraban por una sastrería (cualquier parecido con Kingsman no creo que sea coincidencia), aunque también tenían otra entrada por un club... perdón, son detalles que quizá no importen pero de recordarlo se me enchina la piel de la emoción y cada vez quiero que el tiempo pase más rápido para ir a ver esta película próxima a estrenarse. Ahora sí, ya de lleno y sin tanto recuerdo -ya me parezco a mis abuelitos contando sus aventuras cuando se sentaban alrededor del radio toda la familia y vecinos para escuchar la radionovela-, enfoquémonos en la película que nos ocupa. En esta ocasión sí se respeta la época de los años sesenta en la que se desarrolla la serie de televisión y en la que vemos a dos grandes y galanes actores interpretando a Solo y a Kuryakin, me refiero a Henry Cavill y a Armie Hammer respectivamente. Acompañados por Hugh Grant y un reparto no tan conocido, caras sí pero no de papeles importantes en otras cintas. Seguramente dirán: “ah sí, ya he visto a este actor pero no sé cómo se llama”... perdón nuevamente me perdí. Volviendo a la película, para los que no han visto todavía el tráiler, la veremos llena de acción, un toque de humor, y algo de romanticismo que no debe de faltar. Una excelente adaptación y esperemos que podamos ver en un futuro más secuelas de esta. Guy Ritchie (Sherlock Holmes, RocknRolla, Cerdos y Diamantes, entre otras) es el director a cargo de esta superpelícula. ¿Qué podemos esperar de esta producción? Pues casi dos horas de mucha acción, excelentes actuaciones y buena cantidad de efectos especiales. Para los amantes de la acción y películas de espías, saldremos con un muy buen sabor de boca. No queda más que esperar, y como siempre yo comiéndome las uñas por ya verla lo más pronto posible.
S
e encuentran entre nosotros desde hace más de una década, son personas desequilibradas, con un oscuro pasado y un futuro que no pidieron tener, se mantienen detrás de la humanidad, ya sea para salvarla o para ocultarse de ella. Pero nosotros, querido lector, siempre nos mantenemos delante de ellos sin que lo noten al observarlos en la gran pantalla. Estamos hablando del cine de superhéroes. Nos encontramos ante una nueva tendencia que al parecer ya se ha consolidado como un nuevo género dentro de los anales del cine, pero ¿por cuánto tiempo? Antes de responder a esta pregunta rebobinemos un poco sólo para toparnos ante otra incógnita: ¿El cine de adaptaciones de comic es rentable? Aunque en nuestros días la segunda pregunta está fuera de foco y todo el mundo (léase inversionista, productores, estudios de cine) saben que sí es factible desembolsar $250 millones de dólares para contar la historia de un tipo raro (o de varios tipos raros) para que al término de dos semanas se recupere lo invertido siete veces más, y a pesar de que la formula puede sonar muy fácil, Hollywood tardó algo de tiempo en encontrarla. El pasado 20 de julio llegó a la gran pantalla la singular historia de uno de
los personajes más peculiares de Marvel, El Hombre Hormiga, y a pesar de que no suena tan intimidante para sus enemigos, él ya se encuentra entre los favoritos del público al presentar una historia diferente, eficaz, pero sobre todo divertida para nuestros tiempos (como diría Ultron), sin embargo la taquilla le quedó grande a nuestro futuro Vengador, ya que se encuentra muy por debajo de las grandes ligas establecidas por los demás personajes de la casa de las ideas al sólo obtener hasta el momento $300 millones de dólares con un presupuesto de $130 millones. Aunque si dejamos de ser tan severos por un momento, son números nada despreciables al ser una historia de origen que se mantuvo en fuego lento mucho antes de que cualquier otra cinta de Marvel diera luz verde. Se comenzó un guión en 2006 y en 2008 se contrató al cineasta de culto Edgar Wright para dirigirla y obtener un posible estreno en el verano de 2011 y así introducirlo en la cinta coral Los Vengadores para su estreno en 2012, pero como sabemos aquello no sucedió, el proyecto se mantuvo silencioso con varios guiones en el aire y en el 2012, en la ComicCon, al mostrar su plan de trabajo para la 'Fase dos', el pequeño gran personaje también quedó fuera de la segunda parte vengadora.
Los conocedores de historietas estaban pasmados, el buen Hombre Hormiga miembro fundador de los Vengadores y co-creador del programa Ultron junto con Tony Stark seguía sin aparecer en las historias fílmicas donde él es un personaje clave. El silencio alrededor del proyecto comenzó a crecer y no fue hasta mayo de 2014 cuando hubo noticias nuevas pero no necesariamente buenas, ya que tras casi 8 años de pre-producción, el director Edgar Wright abandonó el proyecto de manera definitiva por diferencias creativas. El golpe fue duro pero la fecha de estreno no cambió y el proyecto recayó en Peyton Reed cuando Marvel lo volvió oficial el 7 de junio de 2014 para comenzar a filmar ese mismo año a principios de Agosto. El trabajo final y destino del segundo Ant Man estaba pactado y ahora tras una larga espera logramos disfrutar de una buena cinta en la que Marvel logra cerrar su Segunda Fase para comenzar una Tercera en algunos meses más, sólo para seguir cosechando más éxitos el año que viene. Pero como te comenté hace poco, mi buen Cinéfilo, no siempre fue así…
Después de una leve bancarrota, en 2005 se informó que Marvel Studios se encontraba en planes para comenzar a financiar sus propias cintas en lugar de ceder a más personajes a los estudios; las películas a su vez serian distribuidas por Paramount Pictures y tras un apoyo de $525 millones de dólares bajo crédito de Merrill Lynch, Kevin Feige, presidente de Marvel Studios comenzó lo que sería el Universo Cinematográfico Marvel (MCU por sus siglas en inglés). Iron Man, estrenada en el año 2008 comenzó su camino fílmico desde la década de los 90s cuando varios estudios, directores y actores cabalgaron el tortuoso camino de llevar al viejo cara de concha a la gran pantalla. Entre algunos de los nombres sobresale la Universal Pictures, para pasar por la 20th Century Fox y finalizar con la casa que Freddy Krueger construyó, que fue New Line Cinema. Ningún estudio logró concretar una idea, guiones se hicieron por doquier, pasaron meses sin avances y fue así como en el 2006 Marvel lo tuvo de vuelta. Entre los posibles actores que podrían ser el millonario Tony Stark sonaron los nombres de Nicolás Cage y el de Tom Cruise cuando en 1998 expresó su interés de obtener el papel y antes de que todo comenzara a tomar forma se llegó a platicar con Quentin Tarantino para que comenzara un guión bajo su posterior dirección pero no fue hasta noviembre de 2005 cuando se hizo oficial, Marvel tendría la misión de llevar al vengador dorado a la gran pantalla por primera vez, siendo la primera película que haría de manera independiente para que un poco después, en abril de 2006, Jon Favreau se quedara con la silla del director.
A pesar de verse rodeada de una larga cadena de dificultades técnicas, la sombra del fracaso estaba siempre tocando a la puerta, hasta el momento las únicas dos sagas que Marvel había vendido años atrás estaban dado frutos (Spider-Man y X-Men) y se atribuía su éxito al considerarse personajes conocidos que mermaban la mente de varias generaciones años atrás, pero ese no era el caso de Iron Man. Marvel apostó todo a un personaje desconocido para las masas y con ello demostró una formula irrefutable hasta el momento. Una historia bien contada, es una película exitosa. Y fue de este modo que en tan sólo su primer fin de semana logró recaudar 35 millones de dólares, siendo el mejor estreno de apertura de fin de semana sólo viéndose superado en ese verano por Indina Jones y el Reino de la Calavera de Cristal y El Caballero de la Noche al llegar a un total de 4105 salas de cine tan sólo en los Estados Unidos y al ser aclamada por la taquilla, la crítica especializada no tardó en hacerse sonar, ya que sitios como Rotten Tomatoes la calificaron como la mejor película de lo que va del año y hasta agosto del 2012 obtuvo un 94% de frescura al ser comparada con cintas más recientes, mientras que el American Film Institute la catalogó como una de las mejores 10 cintas del año 2008 para luego ser nominada a los premios Oscar bajo Mejores Efectos Visuales y Mejor Edición de Sonido, pero perdió ante El Curioso Caso de Benjamin Button y El Caballero de la Noche respectivamente. Pero aquello no importó, siendo catalogada después como la mejor película de Ciencia Ficción del mismo año bajo los Premios Saturn, y como si ya no fuera suficiente, la revista Empire la es-
cogió dentro de la lista de las mejores 500 películas de todos los tiempos y Tony Stark gracias al trabajo de Robert Downey Jr. logró entrar también en la lista de los 100 mejores personajes de cine de todos los tiempos. Nada mal para una cinta que tardó más de una década en filmarse y mostrar que en efecto, uno puede sentir empatía y envidia por un millonario que hace justicia enfundado un traje de más de $100 millones de billetes verdes, precio que cotizo la revista Forbes hace poco (y estamos hablando sólo del traje). Unos meses después llegó un personaje más conocido sin que aún se vislumbrara la compleja historia que ahora todos conocemos, eso sin mencionar la enigmática escena post-créditos de Iron Man donde bien sabes, mi buen cinéfilo, aparece un intimidante Samuel L. Jackson hablando acerca de una tal Iniciativa Avengers a Tony Stark ya que aquello fue tan solo una broma para los fans. Pero Hulk: El Hombre Increíble tomó a todos por sorpresa al reiniciar de nuevo al héroe esmeralda ahora bajo una cinta que incluí un mundo más abierto al dar a entender a las audiencias que los eventos de Iron Man y ahora de Hulk ocurrían en el mismo universo. Aquello emocionó al público dando como resultado un hermoso total de $263 millones de dólares globalmente, y aunque la crítica aceptó que era mucho mejor que la cinta anterior estrenada en el 2003, la salida de Edward Norton dejó la secuela en el aire y dio esto un respiro a Marvel para que con un descanso de 2 años volvieran a dibujar su futuro en las grandes ligas.
Iron Man 2 significó el regreso (al parecer definitivo e ininterrumpido) de Marvel. El verano cinematográfico del año 2010 estuvo lleno de grandes contrincantes (Alicia en el País de las Maravillas, Sherk Para Siempre, Pesadilla en la Calle Elm, el reestreno de Volver al Futuro, Furia de Titanes) pero al final el corazón de hierro demostró ser el amo de la taquilla aunque ya no tanto de la crítica al calificarla más baja que su predecesora pero no menos valorada con un total de $632 millones de dólares mundialmente, pero poco importaba aquello, la piedra angular de Marvel estaba en camino. Thor, estrenada en 2011, resultó nuevamente una duda antes de su estreno. ¿Un dios nórdico tendría el poder de ser amado bajo lo peligroso que puede ser la crítica y la taquilla? Con el poder de su martillo logró defenderse y responder sí a tal pregunta, y aunque para el público pudo ser un personaje nuevo, dentro de los estudios no lo era, ya que Sam Raimi había comenzado algunas ideas en el lejano 2001 para abandonar el proyecto meses después al citar textualmente "Un infierno de producción". Pero aquello poco importó, ya que al estrenarse obtuvo la aceptación general y de la crítica especializada para terminar con un total de $449 millones de dólares. Capitán América: El Primer Vengador fue lo que necesitó Marvel Studios unos meses desde del estreno de Thor para consolidar el complejo plan que hace un par de años era tan sólo un sueño. Bajo la frase ¡Hail Hydra! el héroe de las barras y las estrellas lidió una dura batalla contra su principal enemigo no sin antes terminar la Segunda Guerra Mundial con un total de $640 millones de dólares al tan sólo exponer $140 millones en su realización. Fue de esta forma que Marvel demostró que disponía de un gran trabajo actoral y creativo detrás de cada uno de sus proyectos, pero sobre todo ahora con base en ello había logrado ser rentable. El Primer Vengador logró recaudar más en comparación a otras cintas de superhéroes estrenadas ese mismo año (X-Men: Primera Generación, Linterna Verde e incluso Thor). Marvel tenía al mundo comiendo de la palma de su mano cuando apenas algunos años atrás se encontraba detenido en el limbo de la producción sin
obtener ningún proyecto para filmar o financiar al estar en varias ocasiones al límite de la bancarrota, pero aquello era cosa del pasado, ya que en años recientes nos ha deleitado con una larga lista de talento encabezada por Robert Downey Jr., Chris Evans, Mark Ruffalo, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Jeremy Renner, Tom Hiddleston, Clark Gregg, Cobie Smulders, Stellan Skarsgard y Samuel L. Jackson y ahora todos ellos tenían la misión de terminar la cinta más importante hasta ahora. The Avengers: Los Vengadores de Marvel fue un éxito sin medida, el mundo sólo hablaba de ellos, el equipo creativo liderado por Joss Whedon se enfrentó a una serie de peculiares obstáculos al tener que rescribir el guión en su totalidad, y antes que nada, el justificar ahora el universo que todos estos personajes habitaban. Era fácil especular que todos existían, pero unirlos en una cinta, ahí estaba el verdadero trabajo. Aquello no fue fácil pero tampoco fue imposible, ya que como todos sabemos la cinta terminó recaudando $1, 511, 757, 910 dólares en todo el mundo al saber justificar y balancear la magia de Thor con la tecnología de Iron Man, el liderazgo de un hombre congelado, la furia atormentada de un doctor y las habilidades extraordinarias de un par de espías altamente calificados, y todo para detener a un villano con la necedad de ser rey sin poder serlo. Al parecer volvía a resonar la alta calidad artística de este equipo de héroes en momentos donde las cintas de cómics se estrenaban cada año saturando el mercado, pero sin importar aquello terminó su misión de salvar al mundo con un billón de dólares y una nominación al Oscar 2012 bajo Mejores Efectos Visuales y a los premios BAFTA, y a pesar de que no terminó ganando ningún premio, el camino ya estaba trazado. La trama de la Guerra Infinita comenzó a tomar forma en la segunda fase, ahora nos llevó a Tony Stark a enfrentar a su más grande enemigo, el mismo y de paso a sus demonios del pasado que se ocultaban bajo un falso mandarín, Thor fue enviado a proteger a todo el mundo de una gema del Infinito mientras que el Capitán América aprendió que a veces el mal se transforma para sobrevivir, y que algunas
veces está más cerca de lo que creemos, para finalmente expandir al 200% su universo fílmico y llevarnos a lo más recóndito del espacio presentando al nuevo equipo dirigido por el cineasta de cine independiente James Gunn, ya que sus Guardianes de la Galaxia fue necesariamente el respiro de aire fresco que el público necesitaba. Luego del estreno de los Vengadores: Era de Ultron, que dejó a varios con un sabor de boca agridulce al tener a un villano menor que el anterior, muchos se preguntaron ¿ahora qué sigue? Aquella pregunta tiene una larga lista de respuestas y el comienzo de esta puede ser Daredevil, la serie que se encuentra en Netflix mostrando otro lado del mundo iniciado por los Vengadores, eso sin contar que en meses siguientes llegaró por el mismo medio Jessica Jones, Iron Fist y Luke Cage, continuaremos con Marvel Agentes de S.H.I.E.L.D sólo para cerrar su ciclo televisivo con Agente Carter, sin contar las cintas de Marvel que ya se han oficializado: Doctor Strange, Guardians of the Galaxy Vol. 2, una nueva cinta de Spider-Man, Thor: Ragnarok, Avengers: Infinity War - Part 1 y Part 2, Black Panther, Captain Marvel y los Inhumans y ante el inminente estreno de Capitán América: Civil War el próximo 6 de mayo de 2016. El mundo de Marvel está muy lejos de terminar. Aunque muchos consideran, dentro de la crítica especializa, que al igual que uno de los géneros más fuertes que tuvo el cine como el western, el también llamado cine de vaqueros, llegará un momento en que el cine de superhéroes llegue a su fin. ¿Llegará el día en el que estos personajes con ideales profundos, que protegen a los inocentes, nos inspiran a ser mejores personas se acabe y un nuevo género aparezca? Esta pregunta puede que por el momento no tenga una respuesta inmediata, pero si algo hemos aprendido de ellos no puede ser mejor dicho que en las palabras del buen tío Ben: "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad", o lo que es lo mismo pero dicho en palabras de la industria cinematográfica, "Una gran película conlleva una gran responsabilidad de recaudación en taquilla".
L
uego de una gran cantidad de cortometrajes -El Joven Telarañas (2006), Jet Lag (2011), entre otros, y de su ópera prima -Aurora Boreal (2007)-, el director mexicano Sergio Tovar Velarde presentó su segundo largometraje en la pasada edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), en donde estuvo como filme en competencia por el premio Premio Maguey, el cual se entrega a las destacadas películas con la diversidad sexual como temática central. Además, el filme también llegó al pasado Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) con una proyección especial como parte de la programación con la que se celebraron los primeros diez años de Morelia Lab, proyecto gracias al cual se pudo concretar la producción de este filme que retrata cuatro historias de personajes homosexuales en distintas etapas y edades, realizando un paralelismo entre ellas y las fases lunares, de ahí su nombre: Cuatro Lunas (2014). “Luna nueva", "Cuarto creciente", "Luna llena" y "Cuarto menguante" son los cuatro capítulos que Velarde intercala dinámicamente para compartirnos el mismo número de relatos: "Luna nueva" es la historia de Mauricio (Gabriel Santoyo), un preadolescente de once años que comienza una lucha interna por mantener en secreto la fuerte atracción que ha comenzado a sentir por su primo Oliver (Sebastián Rivera); "Cuarto creciente" es la historia de Leo (Gustavo Egelhaaf) y Fito (César Ramos), dos mejores amigos de la infancia que se han reencontrado después de una larga y forzada separación, descubriendo entre ellos una fuerte atracción que va más allá de la amistad, pero poniendo en riesgo la relación ente el miedo de uno de ellos a que sus familias y amistades no
los acepten; "Luna llena" es la historia de Andrés (Alejandro de la Madrid) y Hugo (Antonio Velázquez), una pareja que ya lleva un largo tiempo viviendo juntos y en aparente estabilidad, aunque Hugo ha comenzado a salir con un hombre más joven (Hugo Catalán) que parece ofrecerle "algo" que la rutinaria vida en pareja no le permite; y finalmente, "Cuarto menguante" es la historia de Joaquín (Alonso Echánove), un hombre de edad madura con esposa e hijas, que intenta reunir dinero para pagarle a Gilberto (Alejandro Belmonte), un joven prostituto con el que se ha obsesionado. Cuatro Lunas se presenta a manera de mosaico de anécdotas homoeróticas que retratan de una manera sensible y desde distintas perspectivas el historial psicológico-emocional por el que todos los homosexuales hemos pasado en algún momento de nuestras vidas, es por ello que no resulta nada sorprendente la excepcional manera en la que la película conecta con la audiencia, y principalmente con la comunidad gay, la cual se verá retratada de una manera auténtica en este honesto ejercicio fílmico -la positiva reacción de los asistentes a la función en el FICM fue muestra de ello. Y es que resulta imposible no conectarse con la historia del pequeño Mauricio, su despertar sexual y la ineludible atracción que, a esa edad, despierta en nosotros esa persona especial con la que compartimos gran parte de nuestro tiempo -en este caso, su primo Oliver-, además que la historia hace un pertinente acercamiento al acoso escolar, un tema crítico en nuestros días al que se debería prestar una mayor atención. Es así como tampoco podemos dejar de identificarnos con Leo o Fito y su primer amor, aún con todas las vicisitudes que
esta clase de relaciones traen consigo como el miedo a autoaceptarse, la ansiedad por el qué dirán la familia y los amigos, etcétera. Por su parte, la relación entre Andrés y Alejandro -con la sacudida emocional que representa siempre la posible llegada de un tercero que pone a prueba la resistencia del amor en la relación-, tampoco nos es ajena, y tal vez ya hayamos estado en el lugar de alguno de los dos -o del tercero, ¿por qué no?. Finalmente, quizá no hayamos estado en la misma situación de Joaquín, pero aunque no nos dediquemos a la prostitución como Gilberto, conocemos a hombres casados -e inclusive con hijos- que nunca se aceptaron a ellos mismos y que esporádicamente buscan vivir la tan necesaria experiencia homosexual que sus miedos y/o ataduras morales/religiosas no les permiten. En la filmografía queer mexicana contamos con algunos verdaderos clásicos del subgénero, y este ejercicio episódico de Sergio Tovar Velarde seguramente se convertirá en otro de ellos gracias a su excelente manufactura, la honestidad del guión y el gran desempeño de todo su reparto en el que también encontramos a Monica Dionne, Karina Gidi, Juan Manuel Bernal, Laura Ley, Marta Aura, Jorge Luis Moreno y Astrid Hadad, así como los ya fallecidos Héctor Arredondo y Joaquín Rodríguez. Cuatro Lunas -ganadora del premio a Mejor Largometraje en el Festival de Cine LGBT "El Lugar sin Límites" de Quito, Ecuador, entregado a la película con mayor votación por parte del público, así como el Cabrito de Plata en el Festival de Monterrey como Mejor Largometraje de Ficción en agosto pasado- es una muestra del cine de calidad que se produce en México y que seguramente encontrará eco en la audiencia mexicana.
N
o es tarea sencilla establecer la relación directa que tienen El Gigante Egoísta (The Selfish Giant; 2013), la primera película de ficción de Clio Barnard, y el cuento homónimo del escritor irlandés Oscar Wilde que, según la propia directora, sirvió como inspiración para la creación de este relato de corte social que se centra en la amistad entre dos adolescentes, quienes a pesar de tener personalidades diametralmente opuestas, utilizan el lazo fraterno que han creado para enfrentar la dura realidad que les ha tocado vivir en Huddersfield (al oeste de Yorkshire), Inglaterra. Arbor (bajito, delgado e hiperactivo) y Swifty (un poco más alto que su compañero, regordete y bonachón), son dos mejores amigos que se ayudan mutuamente en todas circunstancias, desde en las travesuras más inocentes, las peleas a puño limpio a la hora del recreo en la escuela, hasta sus aventuradas acciones delictivas como robar todo tipo metales que puedan ser vendidos al egoísta chatarrero Kitten y ayudar económicamente con ello a sus familias, aunque la relación que entablen los pequeños con la versión reinterpretada del gigante de Wilde, cambiará sus destinos para siempre. La mayor virtud de la cinta es, sin duda alguna, la gran presencia que tienen sus protagonistas, ya que tanto Conner Chapman (Arbor) como Shaun Thomas (Swifty) debutan actoralmente ofre-
ciendo un trabajo estupendo, pues ambos se entregan a la cámara con una honestidad y naturalidad sorprendentes, tanto así, que realmente se siente como si fueran mejores amigos en la vida real desde hace mucho, mucho tiempo atrás; una amistad que, aunque llena de ternura y mucha ingenua diversión, les ha servido a ambos para mantenerse a flote en los barrios populares de Inglaterra, en ese paisaje desolador de permanente frío, de familias desestructuradas donde también se vive la violencia intrafamiliar y es permanente la carencia de respuestas por parte de las instituciones gubernamentales tanto educativas como médicas. Es aquí, en este replanteamiento del gélido y moribundo jardín del gigante del cuento original, donde Barnard coloca a sus personajes del drama directo y eficaz que supone El Gigante Egoísta, un logro alcanzado gracias a sus previos trabajos como documentalista, y cuya experiencia le ha permitido saber con precisión qué es lo que nos quiere contar y cómo nos lo debe mostrar. El filme, que contiene enormes cantidades de poesía cinematográfica gracias al estupendo trabajo de fotografía y edición (los encuadres son sobresalientes y los planos duran lo que tienen que durar), es un agridulce relato sobre la amistad, la culpa, la redención y el perdón; y es entonces cuando es más evidente la relación entre la obra de Wilde y la de Barnard.
M
iguel vive en Cabo Blanco, un pequeño pueblo pesquero en la costa norte de Perú; es querido y respetado por toda la comunidad en la que imperan tradiciones religiosas profundamente arraigadas sobre la muerte y los ritos para poder tener el descanso eterno. Miguel vive con Mariela, su esposa que está embarazada y a tan sólo un par de meses de dar a luz a su primer hijo. A pesar de la precaria situación económica, Miguel logra salir adelante y parece tener una vida normal, pero secretamente mantiene una relación con otro hombre, Santiago, un joven pintor y fotógrafo que, un año atrás, se mudó a la pequeña localidad peruana en donde es rechazado por ser ateo y completamente abierto respecto a su sexualidad. Además de enfrentar el dilema de aceptar su homosexualidad, Miguel se ve obligado a confrontarse con la realidad cuando Santiago se ahoga accidentalmente y su etérea presencia regresa para pedirle que le ayude a encontrar su cuerpo perdido en el mar y a encontrar el descanso de su alma a través de los rituales que se realizan en el pueblo. Ayudarle a Santiago para que descanse en paz significaría revelar su relación con el joven pintor y arruinar su reputación y matrimonio; por otra parte, no ayudarle sería condenar a su amado a vagar por toda la eternidad. En un momento dado, Miguel se atreve a pasear tomado de la mano del alma de Santiago por las calles de Cabo Blanco, aprovechando la condición de su invisible acompañante; la pareja comienza a realizar actividades que cuando Santiago estaba con vida les sería imposible realizar, como por ejemplo, ver la tele tomados de la mano a pesar de que Mariela está junto a ellos. A partir de ese momento, Miguel comienza a sentirse finalmente él
mismo, realizando todo lo que, por miedo, jamás se atrevió a hacer con Santiago y es, entonces, cuando sus dudas sobre si encontrar el cuerpo perdido de Santiago sería lo mejor. Contracorriente es un extraordinario trabajo cinematográfico por parte del director Javier Fuentes-León, logrando retratar exitosamente los dilemas morales y éticos de Miguel al momento de decidir si ayuda a su finado amante a encontrar la paz eterna o seguir manteniendo el secreto de su relación que lo salvará del señalamiento y rechazo de la sociedad a cambio de confinar a Santiago a vagar perpetuamente entre el mundo de los vivos y de los muertos. Además del estupendo trabajo de dirección, cabe resaltar el trabajo de los protagonistas, especialmente el de Manolo Cardona (Santiago), pero no porque sea el mejor sino porque, en lo personal, jamás me hubiera imaginado que este actor colombiano que se ha inclinado más por trabajos telenoveleros, pudiera llegar a mostrar una interpretación como la que entrega en esta cinta en la que logra una estupenda actuación, al igual que la de Cristian Mercado (Miguel), Tatiana Astengo (Mariela) y los demás actores secundarios. Contracorriente es un conmovedor relato de 102 minutos que ha obtenido múltiples reconocimientos en distintos festivales como el de San Sebastián y Sundance. Es un proyecto muy personal por parte del director, una historia sobre la aceptación de nosotros mismos y las consecuencias de nuestras decisiones, sobre cómo nuestros propios prejuicios internos son más poderosos que los de la comunidad en la que vivimos.
E
l novelista y guionista inglés Alex Garland -autor de la novela La Playa (llevada al cine por su compatriota Danny Boyle en el año 2000 con Leonardo DiCaprio al frente del elenco) y guionista de filmes como Exterminio (28 days later, 2002) y Alerta Solar (Sunshine, 2007), ambas del ya mencionado cineasta inglés, y otras propuestas distópicas como Nunca me abandones (Never let me go, 2010, Mark Romanek) y Dredd (2012, Pete Travis)- debuta en la dirección con un estimulante largometraje enmarcado en los terrenos de la ciencia ficción especulativa a través de una sencilla historia que escarba en los recovecos de la naturaleza humana al enfrentarla a la aparición de una inteligencia artificial. El argumento de su ópera prima, Ex Machina (2015), se centra en Caleb, un diestro programador que resulta ganador de un sorteo en la empresa de desarrollo tecnológico para la que trabaja, recibiendo como premio la oportunidad de pasar una semana completa con su absurdamente acaudalado jefe Nathan en su finca privada -una edificación tecnológica minimalista enclaustrada en medio de las montañas- donde su superior le revela la verdadera razón de su visita: evaluar a Ava, una inteligencia artificial en la que ha estado trabajando por años y que podría estar lista para ser presentada ante la humanidad, a través de un proceso de valoración similar a la conocida prueba de Turing, un test con la que un sujeto aislado debe descubrir si el personaje con el que está interactuando de manera remota es una máquina o un humano. Queda claro que la premisa no es para nada original, pues desde hace casi un siglo el celuloide nos ha puesto frente a maravillosas propuestas sobre el potencial desarrollo de una inteligencia artificial, como en el clásico silente Metropolis (1927) de Fritz Lang o la sofisticada y casi perfecta Ella (Her, 2013), de Spike Jonze, pasando por supuesto por la obra maestra de Stanley Kubrick, 2001: Odisea del espacio (2001: A Space Oddissey, 1968), la elegante Inteligencia artificial (A.I. Artificial Intelligence, 2001), de Steven Spielberg o la palomera Yo, Robot (I, Robot, 2007), de Alex Proyas; pero pese a que el primer largometraje del británico aporta poco al cine scifi especulativo, su grandeza radica en que es una obra de gran sencillez, y dentro de ella sus planteamientos inducen a reflexiones interesantes, además de ser poseedora de una sofisticación formal realmente notable. Garland se procura un guión muy cuidado, muestra su peripericia narrativa y sin tiempos muertos va directo al punto; no tiene tiempo para andar por las ramas a la hora de contarnos esta trágica anécdota sobre el posible encuentro -y sus consecuencias- entre un humano y una súper-máquina. Ex Machina va registrando las sesiones diarias de Caleb y Ava, y la ma-
nera en la que la relación va escalando niveles de complejidad, poniendo a prueba la fragilidad de la naturaleza humana ante tal estimulo artificial y la (in)estabilidad de la naturaleza del androide presuntamente autónomo. Además se presenta la relación entre Caleb y Nathan en los debates/discusiones sobre lo que supone la creación/desarrollo de una inteligencia artificial, presentando de esta manera las primeras fricciones que guiarán hacia uno de los conflictos centrales de la cinta. En este elegante laberinto hipertecnológico que aprisiona en más de un sentido- a Caleb y del que Nathan es único agente carcelario, surgirán las fricciones entre el apocado programador, el millonario con delirio de creador omnipotente y la autómata rebelde. En este estira y afloja, las interpretaciones de Domnhaal Gleeson, Oscar Isaac y Alicia Vikander resultan vitales: Gleeson vuelve a interpretar a un personaje despistado pero en esta ocasión no cae en el exceso gesticular como en sus roles de Cuestión de Tiempo (About Time, 2014, Richard Curtis) o Frank (2014, Leonard Abrahamson), por el contrario, su mesura permite la completa credibilidad del estafado programador que resulta ser un sujeto de estudio más en el laboratorio del desquiciado villano al que Oscar Isaac logra dotar de una poderosa e intimidante aura sin caer necesidad de aspavientos interpretativos; finalmente, Alicia Vikander se roba las escenas como Ava, pues su trabajo completo se basa en gran medida en la gesticulación, y logra un resultado realmente sorprendente al utilizar su mirada y leves movimientos faciales para transmitir desde miedo, sensualidad, asombro, empatía, odio, etc.; toda una gama de emociones pasan por el rostro de esta atractiva actriz con una soltura envidiable. Con apenas estos tres personajes centrales, Garland puede mantener el suspenso en la historia -una suerte de Frankenstein del nuevo milenio- en un sólo ambiente con espíritu teatral, haciendo uso de una cámara estática o con movimientos tan suaves que pareciera flotar en torno a ellos -sólo hay algunas breves secuencias en exteriores, el resto sucede al interior de la hipertecnológica mansión-, creando así una tensa y enfermiza atmósfera en la relación jefe-empleado-creación, cuyos conflictos y resquemores van generando la presión que se va acumulando para estallar en un climático, mesurado y elegante desenlace. Ex Machina es una cinta pequeña -costó apenas $12MDD- que prefiere tomar el camino de las interrogantes reflexivas antes que el de la acción desmedida, es una ciencia ficción intimista que va hilvanando con grandes dosis de detalles el relato de una manera lenta y precisa, añadiendo alguno planteamientos existencialistas sobre la inteligencia artificial y la respuesta humana ante ella.