CELULOIDE DIGITAL - ENERO-FEBRERO 2016

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FLASHFORWARD Deadpool: el más c@b$%& de los superhéroes REBOBINANDO A 24 CUADROS POR SEGUNDO: ???? RECOMENDACIONES CINE CLÁSICO OUT: CINE FUERA DEL CLÓSET CINE ALTERNATIVO Magical Girl EL TAMAÑO NO IMPORTA: CORTOMETRAJES Muchacho en la barra se masturba rabia y osadía REALIDAD MATA FICCIÓN Listen to me Marlon CINE EN CASA Lost River


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n octubre de 2014, Alejandro González Iñárritu estuvo en el Festival Internacional de Cine de Morelia para presentar Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia (Birdman or the unexpected virtue of ignorance). Durante esta visita, habló brevemente sobre "El Renacido" (The Revenant, 2015), el proyecto que se encontraba en plena etapa de filmación en ese momento y del que se tomó un par de días libres para estrenar en México la película que unos meses después se llevaría el premio de la Academia como Mejor Película y que le daría su primer Oscar como Mejor Director. Ahora, El Renacido es toda una realidad y está a punto de llegar a las pantallas de cine mexicanas. El Renacido está inspirado en el caso verídico de Hugh Glass, un experimentado trampero que en 1823 fue atacado por una osa grizzly dejándolo con una pierna rota y mortales heridas en todo el cuerpo, y que después fue abandonado por sus compañeros al pensar que no sobreviviría. Sorprendentemente, Glass logró recorrer más de 300 kilómetros, casi desde el lugar del ataque hasta el Fuerte Kiowa, para después planear su venganza contra aquellos que lo dejaron

a su suerte. Esta extraordinaria historia de supervivencia fue tomada como inspiración para Michael Punke, quien escribió The Revenant: A Novel of Revenge -editada en 2002-, libro que el guionista Mark L. Smith y Alejandro González Iñárritu llevan ahora a la pantalla grande con importantes licencias narrativas y artísticas para crear la más ambiciosa cinta del mexicano en su carrera, una obra visualmente impactante y emocionalmente demoledora. El sexto largometraje de Iñárritu está más allá de la abrumadora anécdota de supervivencia de Glass, pues ésta es sólo la punta del iceberg que trasciende la ambición formal del director al tomar derroteros alternos a los comúnmente usados en este tipo de cine cada vez más raro. El director reviste la historia con elementos místicos para construir un filme existencialista que, en lo particular, habla sobre este hombre que se atrevió a hacer la afrenta a la muerte, mientras que en lo general, deconstruye la historia básica del hombre contra la naturaleza, juega con las piezas y la reconstruye de una manera completamente auténtica.



Pero tratemos de no caer en la tentación de hablar de lo brillantemente realizado que está cada plano de la película, de los asombrosos escenarios naturales retratados con el habitual preciosismo de la prodigiosa lente de Emmanuel Lubezki utilizando sólo luz natural durante las filmaciones que se extendieron por once meses durante únicamente una hora al día justo antes del atardecer con un manejo de cámara que no sólo nos permite atestiguar la odisea como polizones en un viaje, sino que nos coloca justo en medio de la acción por la que atraviesa Glass –el primer ataque de los indios, el bestial ataque del oso, el excitante escape en el río, su angustiante encuentro con los forajidos, su anhelada venganza, etc.–. Pongamos también distancia entre el soberbio trabajo sonoro –duro, preciso y brutal– creado por Bryce Dessner, Carsten Nicolai y Ryûichi Sakamoto; y también deberíamos intentar alejarnos del sobresaliente desempeño de Leonardo DiCaprio (Glass) y Tom Hardy (John Fitzgerald, el 'villano' de la película) secundados por un sólido grupo de actores –Domhnall Gleeson, Will Poulter, Lukas Haas–. Así podríamos hablar de la médula del filme, de cómo la historia de supervivencia del protagonista que lo pierde todo y cuyo único impulso para continuar es la búsqueda de venganza/justicia, funciona como la coartada perfecta para que Iñárritu eche luz sobre temas como el mestizaje –el hijo de Glass es producto del amor con una nativa–, la pérdida de una conciencia natural –los nativos y su comunión con la naturaleza, aquí expuesta como una fuerte presencia con el que cohabitan en armonía; en ocasiones devastadora, pero en otras tantas magnánima, acogedora, sanadora y proveedora de todo lo necesario para la supervivencia– y el naciente capitalismo que germina en el apego a lo material –el negocio de las pieles de oso emprendido por los colonos. El Renacido no es sólo una cinta que se desmarca de lo realizado hasta la fecha por el director mexicano, es mucho más que un ejercicio de estilo, es una pieza de arte que se desmarca de la producción fílmica mundial; estamos ante un cine mayúsculo, una bella y brutal odisea que hace uso de los artificios para embellecer las metáforas visuales con las que logra trascender más allá del cine actual –la secuencia de Glass renaciendo de la cuenca que albergó alguna vez las entrañas de un equino muerto que le ha servido como protección contra el frío es imborrable de la retina y la memoria–, convirtiéndose en una cautivadora e incomparable experiencia cinematográfica y un clásico del cine mundial contemporáneo.





El director surcoreano Park Chan-wook ha incursionado en el thriller, la ciencia ficción y hasta el cine vampírico; sin embargo, su nombre se encuentra estrechamente relacionado con el concepto de venganza debido a la trilogía que construyó entre 2002 y 2005 con Sympathy for Mr. Vengeance, Oldboy y Sympathy for Lady Vengeance. En la primera, Ryu es un sordomudo que emprende desesperadamente la búsqueda de 10 millones para comprar en el mercado negro un riñón y salvar así a su hermana enferma. Desesperado, decide secuestrar a la hija de su antiguo jefe y utilizar el dinero del rescate para la compra del órgano; las cosas, por supuesto, se salen de control. La venganza hace acto de presencia. En la cinta intermedia de su tríptico adapta el cómic de Nobuaki Minegishi y nos pone frente a la historia de Oh Dae-su, un hombre de negocios que es encerrado en un cuarto de hotel por varios años con una televisión como única acompañante, gracias a la cual se entera de la muerte de su esposa e hija, siendo él el principal sospechoso del crimen. Tras quince años atrapado entre cuatro paredes, es liberado para que encuentre en menos de cinco días a los responsables de su encierro y asesinato de su familia. En el capítulo final de su trilogía, la bella Kum-ja es liberada de prisión donde ha pasado trece años purgando su culpa por el secuestro y asesinato de un niño de 6 años, un hecho que conmocionó a la sociedad pues la asesina tenía tan solo 20 años al momento del crimen. Ahora en libertad, sólo la mueve la venganza contra su cómplice en el crimen que la obligó a cumplir su condena sola bajo la amenaza de matar a su hija. Con esta sanguinaria trilogía, el director grabó su nombre en el Olimpo del cine mundial. Y es que sus venganzas no son las típicas vendettas que se nos muestran comúnmente en el cine gringo; aquí se graban en nuestras retinas a través de una estilizada violencia explícita con cuidados encuadres que encierran un gran contenido metafórico. Sus películas no son para estómagos sensibles, son hiperviolentos ejercicios de estilo que crean imágenes bellamente perturbadoras que anidan en nuestra psique para no abandonarla jamás, cuestionando frecuente y mordazmente los juicios de moral occidentales. En su cine no hay espacio para las venganzas pacíficos, pues como toda expresión artística, forma parte de un fenómeno ideológico, de una cultura con milenaria filosofía sobre la naturaleza del hombre. Aquí jamás podrá encontrarse una venganza de dulce sabor cuando finalmente se saboree, ésta será invariablemente amarga y con el sufrimiento inherente que viene en comunión con ella. Y es que más que en la venganza, el cine de Park Chan-wook se centra en el vacío que queda cuando ésta ha sido alcanzada; en ese final, casi siempre reinará la desesperanza bajo un aura de fatalidad, aunque en contadas ocasiones encontraremos un breve espacio para la redención y la paz espiritual... aunque la vida se vaya en ello.


La mayor parte de la filmografía de Tarantino está sustentada en la búsqueda de venganza por parte de algunos de sus personajes, pero en este díptico el director de culto lo llevó al límite. Durante el ensayo de su boda, una novia embarazada es brutalmente asaltada por sus antiguos compañeros del grupo de asesinos al que pertenecía (el Deadly Viper Assassination Squad -o DIVAS-) y del cual pretendía huir para alejar a su bebé de ese violento entorno. La masacre de todos los invitados al ensayo del evento cuasi formal termina con la ensangrentada novia fulminada por un disparo en la cabeza. Bill, el jefe de la banda de asesinos,

es quien jala el gatillo y deja por muerta a la rubia asesina que cuatro años después despierta del coma con una insaciable sed de sangre y venganza contra aquellos que destrozaron su vida. Este extenso tratado sobre la venganza de la asesina redimida por el amor filial -que tuvo su estreno en Cannes con un corte de alrededor de cuatro horas pero luego, para su exhibición mundial, fue dividida en dos capítulos- es a la vez un homenaje al género japonés y hongkonés (principalmente al cine de Kinji Fukasaku y los hermanos Shaw), a Bruce Lee, a toda la cultura pop urbana y al spaghetti western.


La joven acomplejada y tímida Carrie vive junto con su madre, una mujer conservadora y fanática religiosa. Ella le ha creado infinidad de prejuicios, miedos e inseguridades que hacen que sea difícil para ella el adaptarse a convivir con gente de su edad. La adolescente descubre tener la habilidad de la telequinesis, sobre la cual estudia en la biblioteca y practica en solitario. Desafortunadamente la crueldad juvenil lastima a Carrie y hace que despierte en ella una imbatible furia y sed de venganza. Pese a que este clásico del cine de terror no se centra propiamente en el tema que en esta ocasión nos ocupa, el clímax del relato inspirado en la novela homónima de

Stephen King es la venganza de la protagonista víctima de un descarnado bullying que termina con un baño de sangre de cerdo en plena coronación del baile de graduación. Una fenomenal Sissy Spacek encarna a la adolescente con telequinesis que asesina a decenas de estudiantes en el evento escolar donde fue humillada. Carrie, junto con Regan de El Exorcista son de los personajes femeninos más destacados del cine de terror, imposible olvidar el rostro perturbado de Sissy Spacek bañado en sangre, por su parte el director Brian De Palma obtuvo con este filme su mayor gran éxito y la película se convirtió en todo un referente del cine de género de los 70s.


Paul Kersey es un neoyorquino común, pero cuando su esposa e hija sufren un brutal ataque, decide convertirse en un vigilante que persigue a todos los delincuentes de la ciudad protegido por el manto nocturno y con un revolver como arma justiciera. Charles Bronson protagoniza la cinta y da vida a uno de los papeles más representativos de su carrera. El Vengador Anónimo parte del modelo arquetípico creado tres años antes por Harry el Sucio (1971), con Clint Eastwood; esta variante dio pie a tres secuelas y otros símiles como 10 a la medianoche (10 to midnight; 1983). En un experimento más reciente, se presentó la variable femenina con Jodie Foster como protagónica de Valiente (The Brave One; 2007).


Eric Draven es un músico de rock que está a punto de casarse con su novia Shelley Webster, pero justo la noche anterior a la boda, ambos son brutalmente asesinados. Durante el primer aniversario luctuoso, Eric regresa de la muerte para encontrar a los culpables del crimen. Se trata de la última película de Brandon Lee, la cual quedó inconclusa por su repentina muerte durante la filmación causada por un arma de fuego que resultó tener municiones reales y no de salva. La película fue terminada utilizando a un doble para las escenas en penumbras y retocando la cara con efectos por computadora. El filme es considerado todo un clásico de culto y se prepara ya un remake con el que se pretende revivir la franquicia.


Este milenio comenzó con una de las mejores cintas cerebrales: Amnesia, de Christopher Nolan, quien escribió el guión del filme basado en la historia escrita por su hermano Jonathan, que gira en torno a Leonard, un investigador de una agencia de seguros cuya memoria queda dañada irreversiblemente tras un golpe en la cabeza recibido al intentar detener al asesino de su mujer. A partir del trauma, tiene pérdida de memoria a corto plazo, es decir, los recuerdos de sus actividades se desvanecen algunos minutos después de haberlas realizado, por lo que deberá ingeniárselas con el uso de tatuajes y polaroids para dar con el asesino de su esposa y cobrar venganza. Amnesia es un excepcional ejercicio de estilo que colocó a Christopher Nolan como uno de los directores más visionarios de Hollywood.


El remake de la cinta Temple de Acero (True Grit, 1969), de Henry Hathaway -protagonizada, por cierto, por la leyenda John Wayne-, y segunda adaptación de la novela de Charles Portis, recibió el tratamiento coeniano del director bicéfalo dotando al relato original de una complejidad poco usual dentro del género, convirtiéndola en una fabulosa parábola sobre la lucha del bien contra el mal. En la cinta, Mattie Ross (Hailee Steinfield como una sorprendente revelación), una chica de catorce años, decide hacer justicia tras el asesinato de su padre, para lo que contrata los servicios de Rooster Cogburn (Jeff Bridges) un agente veterano con el que se ponen en marcha para dar caza al asesino Tom Chaney (Josh Brolin), quien es buscado también por un ranger de Texas (Matt Damon) por el asesinato de un senador.


Otro caso en el que la premisa no versa precisamente sobre la venganza pero ésta es medular en la historia de Don Vito Corleone, el respetado y temido jefe de una de las familias más poderosas de la mafia italiana en Nueva York y en la guerra entre familias a la que se enfrenta, junto con sus cuatro hijos -Connie, Sonny, Fredo y Michael-, al negarse a participar en el negocio de la droga. Esta obra maestra de Francis Ford Coppola, basada en la novela homónima de Mario Puzo, representó una bocanada de aire fresco para la rancia industria hollywodense, y reinventó la figura del gánster en el mundo del cine.


En esta obra maestra del cineasta sueco, poseedora de una fuerte carga religiosa y espiritual, el guionista Ulla Isaksson adapta una balada sueca del siglo XII y nos cuenta la historia medieval de Ingrid, la hija del rey Töre que debe cruzar el bosque hacer una ofrenda en el altar de la Virgen; el rey ordena que su hija sea acompañada por Karin, una muchacha a la que han acogido en su casa pero que odia en secreto a la doncella, por lo que cuando se encuentran a

mitad del bosque, ésta abandona a Ingrid, quien decide continuar su camino hacia el altar, encontrándose poco después con unos pastores que la invitan afablemente a compartir su comida. Ingenua y confiada, la doncella acepta pero inesperadamente es salvajemente abusada y asesinada. Al enterarse de lo sucedido, el rey comienza su venganza contra los pastores.


Un doctor vive obsesionado con la creación de una piel sintética indestructible con la que pudo salvar a su mujer quien quedó desfigurada a causa del fuego tras un brutal accidente automovilístico; pero cuando su hija es abusada sexualmente, enfoca toda su energía en elaborar la peor de las venganzas contra el agresor. Revelar en qué consiste la venganza sería echar por tierra el "twist" de la cinta con la que el director manchego incursiona en el terreno del thriller, y aunque es verdad que no estamos ante lo mejor del cineasta español, éste supo cómo tomar la historia original de la novela Migala/Tarántula de Thierry Jonquet y crear una cinta completamente almodovariana.


En la era más decadente para el género del Viejo Oeste, Clint Eastwood realizó el último gran western del siglo XX, un relato poseído por la amargura y la melancolía. En Los Imperdonables (1992), William Munny (Eastwood) es un pistolero viudo que se ha retirado para hacerse cargo del cuidado de su familia, teniendo fuertes dificultades económicas para sacar a sus hijos adelante, por lo que se ve obligado a participar en un último trabajo acompañando a un viejo compañero de andanzas, Ned Logan (Morgan Freeman). La misión final de Munny es matar a dos hombres que desfiguraron el rostro de la prostituta Delilah Fitzgerald (Anna Levine), si lo logran, ganarán la cuantiosa recompensa que han ofrecido las compañeras de Delilah. Se trata de un fascinante y sombrío filme que desmitifica por completo la figura del héroe.


Bajo la dirección del realizador austriaco, el actor Glenn Ford da vida a Dave Bannion, un sargento de policía que investiga el supuesto asesino de su colega, pero se topa con un mundo de corrupción que incluso termina cobrando la vida de su mujer. Agobiado por el dolor y la ira, el oficial llegará hasta las últimas consecuencias para vengarse de los responsables de la muerte de su esposa. Una obra maestra del cine noir en la que, como es característico en el género, reina la ambigüedad moral sobre la corrupción, la venganza y la violencia.


Jeff, un fotógrafo treintañero, conoce por internet a Hayley, una adolescente de catorce años a la que invita a tomar un café y después a su casa con el fin de hacerle una sesión de fotos, pero al llegar a casa, las cosas toman un rumbo completamente distinto. En este fascinante thriller psicológico, el guión de Brian Nelson explota de una manera formidable los juegos de poder entre cazador y presa para invertir los papeles de una forma extraordinaria. Patrick Wilson y Ellen Page nos ofrecen un 'tour de force' avasallador donde la venganza será encontrada donde menos se lo imaginan.


El director responsable de la primera trilogía del Hombre Araña comenzó la década de los noventa con un homenaje al cine de superhéroes combinándolo con el cine de serie B, dando como resultado al atípico héroe "Darkman", la historia de un científico -encarnado por Liam Neeson-, que tras haber encontrado la fórmula para fabricar piel humana sintética, es víctima en un atentado que lo deja con el rostro deforme. Pero gracias a su descubrimiento, puede adquirir las facciones de la persona que él desee, y aunque los efectos de su invención sólo duran cien minutos, la utilizará como parte de su venganza contra los que destrozaron su vida. Dos secuelas surgieron de esta cinta, pero sin Sam Raimi tras la cámara ni Liam Neeson como protagonista -fue reemplazado por Arnold Vosloo-. Por supuesto fueron cutres pero siguen manteniendo su valor como objeto de culto por pertenecer a la trilogía iniciada por Raimi y por su valía nostálgica.


En este gran clásico noventero del cine criminal, Besson pone en el centro de la acción a Mathilda (una prometedora Natalie Portman que luego casi echó a perder su carrera con las precuelas de Star Wars), una pequeña de doce años que odia a toda su familia a excepción de su pequeño hermanito; su padre es traficante de drogas y hace negocios con un corrupto agente de la DEA llamado Stan. Una tarde, mientras Mathilda hace las compras en el supermercado, el agente mata a su familia, por lo que la pequeña se ve obligada a refugiarse en el departamento de su enigmático vecino llamado Léon (Jean Reno cuando tenía carisma), quien resulta ser un asesino a sueldo con el que debe llegar a un acuerdo: ella le enseñará a leer y se hará cargo de las tareas del hogar, mientras que Léon le enseñará todos los secretos para convertirse en asesina y vengarse de quienes mataron a su pequeño hermano.


La dupla de cineastas israelíes nos presentaron hace tres años una brutal historia que sigue a dos hombres sedientos de venganza y justicia: Miki, un ex policía que trabaja ahora fuera de los límites de la ley, y Gidi, el padre de la última víctima de un asesino serial y pederasta, capturan a Dror, el principal sospechoso de las violaciones y asesinatos de pequeñas niñas y que ha sido puesto en libertad por falta de pruebas, para interrogarlo y saber el paradero de los restos de las jovencitas. Estamos ante un ejercicio cinematográfico de altos vuelos, pues más allá de su eficaz y cuidadísimo estilo visual, así como de las impecables interpretaciones de todo el elenco, lo que verdaderamente sobresale de Big Bad Wolves es su guión, pues es un thriller en el cual se entremezclan acertadamente ciertos elementos del cine de horror con grandes dosis de comedia negra (muy negra, casi macabra) y con una audaz estructura narrativa llena de giros y vueltas de tuerca que hacen imposible predecir exactamente el final de la película.


Frank, estudiante de arquitectura e hijo único de Matt Fowler y su esposa Ruth -médico y profesora de música coral respectivamente-, es asesinado por el ex esposo de Natalie, una joven madre de dos hijos con la que había comenzado un amorío durante las vacaciones de verano. En esta ópera prima de Todd Fields inspirada en el relato Killings de Andre Dubus, el realizador propone una intimista tesis sobre el enfrentamiento de los padres ante la tragedia y los deseos de venganza del padre de Frank a través de un emotivo drama sostenido por las inmejorables actuaciones de Tom Wilkinson y Sissy Spacek. Un debut de Field sin artificios, cine en estado puro.


Más de dos horas de salvajismo magistral fue lo que nos ofreció el director Kim Jee-woon, quien con elementos del cine de Lynch y el gore de la saga Saw, fabricó esta historia donde un agente secreto busca venganza de Kyung-chul, el peligroso psicópata que asesinó a su novia. Una clásica historia de venganza se sale de lo convencional al ser narrada de una manera audaz y visualmente sin concesiones, un sanguinolento espiral de violencia como sólo los orientales sabes hacerlo.


Burton se puso tenebroso con "Sweeney Todd: El barbero demoníaco de la calle Fleet, un sangriento musical sobre un barbero llamado Benjamin Barker -también conocido como Sweeney Todd y encarnado por Johnny Depp ¿quién más?- que busca vengarse de quienes le arrebataron al amor de su vida. Burton es certero al entrelazar el horror, los musicales y la comedia negra, además de demostrar sus dotes en la puesta en escena con este oscuro proyecto cinematográfico de espíritu teatral en el que también participa su actriz fetiche Helena Bonham Carter como la aliada del protagonista en su búsqueda de venganza. Depp, por cierto, recibió una nominación al Oscar por su desempeño histriónico en esta maravilla sangrienta.


Después de haber cumplido 14 años de sentencia, el psicótico violador Max Cady (otro legendario personaje encarnado por Robert De Niro), es liberado de prisión y comienza a acosar a la familia del abogado Sam Bowden (Nick Nolte), al que considera responsable de su encierro. En este thriller psicológico, remake del filme original de 1962 dirigido por J. Lee Thompson, Scorsese desdibuja las líneas de la moral y la ética bajo las que se rigen los protagonistas, de tal manera que el criminal se convierte en un personaje por demás carismático por el que es fácil sentir empatía sin titubear, y por el contrario, el personaje del abogado resulta desagradable por su comportamiento antiético. Aunque no supera al filme original, la versión de Scorsese tiene un suspenso extraordinariamente manejado y el clímax del filme es uno de los mejores realizados por el genio neoyorquino junto a su entonces actor fetiche.


Sencilla como toda trama de western: una mujer ve morir a su marido a manos de un cruel cazarrecompensas, por lo que ésta contrata a un famoso mercenario al que llaman 'Silencio' para que termine con la vida del asesino de su amado, y poder de esta manera cobrar su anhelada y justa venganza. El director italiano que en 1966 nos regaló Django, nos ofreció dos años después este gran clásico del spaghetti western protagonizado por el imponente Jean-Louis Trintignant y sonorizado por el score del siempre excelso Ennio Morricone.


Basado en el cómic de Hideo Yamamoto y adaptado al celuloide por Sakichi Satô, el filme se centra en la búsqueda de un jefe Yakuza que ha desaparecido con un cuantioso botín; su mano derecha, un masoquista llamado Kakihara, comanda la búsqueda de su jefe y descubre que ha sido asesinado por un esquizofrénico llamado Ichi. La venganza se pone en marcha, pero Kikihara no se imagina que Ichi es un psicótico asesino que quizá sea el único capaz de inflingir un dolor con el que únicamente había podido soñar. Delirante, grosera y enfermiza cinta del director de culto Takashi Miike en la que pone bajo la lupa las figuras de héroes y villanos para destruirlas y ensamblarlas a su desquiciado antojo. Por supuesto que no es para todos los gustos y es recomendable sólo para fans del director o la cultura fílmica oriental de clase B.


Dos espeleólogos, Esteban y Pedro, estudian una cueva recién descubierta para determinar si es poseedora de algún interés científico. Gabi, la novia de Esteban, los acompaña pero les espera en las faldas de la montaña. A su regreso, encuentran a la chica en estado de shock después de haber sido violada por un desconocido. Consumido por la ira, Esteban hará todo por encontrar al violador. Una estupenda opera prima escrita y dirigida por Jorge SánchezCabezudo quien maneja la trama con gran pulso durante todo el metraje y juega espléndidamente con el suspenso y los giros en la trama. Sobresaliente cine español.


La premisa de la novela gráfica de culto (conformada por diez volúmenes) escrita por Alan Moore e ilustrada por David Lloyd, reimagina la historia de la humanidad y nos plantea un mundo donde los alemanes no fueron derrotados en la Segunda Guerra Mundial. En V de Venganza vemos un Londres dominado por el totalitarismo, y donde un hombre, V, planea cuidadosamente su venganza en un 5 de noviembre que el mundo no olvidará. Los artífices de la trilogía de Matrix apadrinaron al entonces primerizo James McTeigue en la muy decente adaptación fílmica de la novela gráfica que contó con el formidable Hugo Weaving (aunque nunca le vemos la cara) como V, gran personaje cuya máscara se volvió icónica en movimientos contraculturales en todo el mundo; la guapísima Natalie Portman se encargó de dar vida a Evey, para cuya representación se rapó completamente la cabeza en una de las mejores secuencias del filme. John Hurt (quien protagonizó la versión fílmica de la novela "1984" realizada en ese año), Stephen Rea y Stephen Fry complementaron el reparto de esta cinta de subversivos alcances.


Marcus busca vengarse del hombre que violó a su novia Alex. Así de sencilla es la premisa de Irreversible, la película protagonizada por Monica Bellucci y Vincent Cassell bajo la dirección del cineasta argentino afincado en Francia Gaspar Noé. Pero el plot del filme es lo de menos, pues lo que la eleva a obra de culto es su estructura narrativa y el uso de la violencia, ya que al igual que Amnesia de Christopher Nolan es relatada en un orden cronológico inverso, es decir, comenzando con los créditos finales corriendo hacia abajo de la pantalla, para luego dar paso al capítulo final con la consumación de la venganza de Marcus en un bar underground. La extendida escena de la violación y la secuencia hiperviolenta de la ansiada venganza son de las que se quedan en la retina por siempre.




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a materialización del segundo western de Quentin Tarantino resultó más larga y tortuosa que la venganza de la Mamba Negra (Uma Thurman) en su díptico Kill Bill (2003, 2004). El primer borrador del guión que el director envió a sus actores fue filtrado en la red muy cuando recién iniciaba el 2014, provocando la ira y decepción del 'enfant terrible' de Hollywood por tal "traición" que lo hizo cancelar el proyecto y declarar que sería lanzado exclusivamente como una novela. No obstante, el originario de Knoxville, Tennessee meditó la situación tras una lectura del guión en abril de ese mismo año y decidió levantar nuevamente el proyecto reuniendo a su envidiable elenco –Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jenniffer Jason Leigh, Walton Gogginns, Tim Roth, Bruce Dern, Demián Bichir y Michael Madsen, además de una participación especial de Channing Tatum– para la filmación en Colorado a partir del mes de diciembre. Pero otro trago amargo se presentó ante el inminente estreno: poco antes de la llegada de Los Ocho

Más Odiados (The Hateful Eight, 2015) a las salas de cine estadounidenses, el director no reparó en hablar sobre cómo las cadenas exhibidoras habían dado prioridad de proyecciones a la nueva cinta de la saga Star Wars –estrenada una semana antes que su película–, reduciendo aún más el ya limitado estreno de la cinta el 25 de diciembre pasado. Este regreso de Tarantino al western –uno de sus géneros favoritos– llega con un tono más lúgubre que el de su incursión en estos agrestes terrenos tres años atrás –Django sin cadenas (Django Unchained, 2012)–, aunque conservando los excesos que han marcado su cine para bien y para mal. "Los Ocho más odiados", situada algunos años después de la Guerra Civil en Estados Unidos, es la historia de una colección de variopintos personajes que, durante su trayecto al poblado de Red Rock tiene que resguardarse de una tormenta en la cabaña Minnie's Haberdashery, un rustico abrevadero a la orilla del camino donde los viajeros pueden alimentar a sus caballos, comer y

tomar un largo descanso para continuar el viaje, y en donde inesperadamente comienza un juego de máscaras en el que parece nadie es quien dice ser. En esta inesperada escala se han coincidido un cazarrecompensas llamado John Ruth (Russell) al que apodan 'The Hangman'; su prisionera Daisy Domergue (Jason Leight) a la que piensa colgar en la plaza del pueblo; un ex soldado afroamericano llamado Marquis Warren (L. Jackson) transformado ahora también en un cazarrecompensas; el verdugo errante Oswaldo Mobray (Roth); un renegado sureño llamado Chris Mannix (Goggins) que dice ser el recién nombrado Sheriff de la localidad a la que todos se dirigen; un general veterano de la guerra civil llamado Sandy Smithers (Dern); Joe Gage (Madsen) un vaquero que va a visitar a su madre en un pueblo cercano a Red Rock, y finalmente y Bob (Bichir), el mexicano provisionalmente encargado del negocio mientras Minnie se ha ausentado para cuidar a su madre.




Tarantino está de regreso y viene con artillería pesada. Vuelve sin concesiones de ningún tipo –un aspecto que le criticaron con su Django sin cadenas fue precisamente que otorgaba numerosas concesiones al público con un guión demasiado comercial que resultó galardonado con el Oscar– y nos ofrece una experiencia visceral con un tratamiento muy similar al de una obra de teatro –aunque con un fenomenal manejo de cámaras– que transcurre casi en su totalidad entre las cuatro paredes del abrevadero de Minnie, donde se extiende una atmósfera claustrofóbica y angustiante en medio de una violenta tormenta; aquí los ocho personajes principales interactúan en un interesante juego de identidades ocultas que Tarantino logra construir a través de en un guión inteligente –que recuerda mucho a su opera prima Perros de Reserva (Reservoir Dogs, 1992)– con el que el suspenso se comporta como una pequeña bola de nieve que gira imparable hasta convertirse en toda una avalancha. La película abre de manera parsimoniosa con un close up de un Cristo crucificado mientras la cámara se mueve casi de manera imperceptible para presentarnos el gélido paraje donde iniciará la historia; luego da paso a un escrupuloso desarrollo que desenmaraña el misterio de las reales intenciones tras cada uno de los personajes con giros inesperados en un turbio ambiente

psicológico, y finalmente cierra con un antológico desenlace bañado en color escarlata. Los ocho más odiados es un western puro y duro que además de funcionar como un magnífico vehículo de entretenimiento y una fenomenal película de suspenso que va de menos a más –mucho más–, se sirve de los personajes y sus característicos filosos diálogos y extensos 'speeches' para transformarla por momentos en una cinta de análisis político en la misma línea que sus anteriores trabajos –Bastardos sin Gloria (2010) y Django sin Cadenas (2012)– echaban luz sobre los dolorosos episodios históricos del nazismo y el exterminio judío, y la esclavitud en los Estados Unidos. La octava película del director ganador de la Palma de Oro en Cannes es una revisión a un importante episodio histórico, político y social dentro de los Estados Unidos. Tarantino nos permite asomarnos de una manera mordaz a la vida de una sociedad aún dividida, desconfiada y rencorosa tras la Guerra de Secesión finalizada 'oficialmente' años atrás, pero que aún mantiene vigente un velado conflicto entre los ciudadanos del Norte y del Sur, y donde evidentemente se percibe una gran tensión racial. Y sí, este último trabajo de Tarantino también es de esos que se aman o se odian y ante el cual nadie puede quedar indiferente. Y es que si bien podría

resultar larga y tediosa para el público promedio –dura casi tres horas y seguramente no muchos soportarán que durante la primera hora y media no haya un solo disparo o escena de acción–, quienes sean feligreses del director de culto encontrarán –y celebrarán– todos los artificios que han hecho de su cine un objeto de culto: una excelente trama más compleja de lo que aparenta, unos personajes que al instante se vuelven legendarios, un ensamble actoral extraordinario –en el que sobresale Jenniffer Jason Leigh en estado de gracia que se roba cada escena–, extensos diálogos agudos y certeros, un humor negro delicioso –cada vez que mencionan "la carta del Presidente" se crea un momento memorable–, una orquestación sonora encomiable –y no podía ser de otra manera si tenemos a Ennio Morricone como el encargado del 'score'– y una violencia brutal y hermosa a la vez –por supuesto gracias a la genial mancuerna que el director ha hecho con su cinefotógrafo recurrente Robert Richardson. Los ocho más odiados es otro audaz trabajo de Tarantino que sus seguidores aplaudirán por ser precisamente la obra de un autor auténtico; mientras que sus detractores la odiarán, irónicamente, por esa misma razón.


E

l cineasta neoyorquino David O. Russell está de regreso, y tras Los Juegos del Destino (Silver Linings Playbook, 2011) y Escándalo Americano (American Hustle, 2013), hace mancuerna nuevamente con Jennifer Lawrence para llevar a la pantalla grande la vida de la reconocida vendedora televisiva Joy Mangano en la cinta Joy: El nombre del éxito (Joy, 2015). Inspirándose vagamente en las vivencias de la divorciada madre de tres hijos que inventó el popular "Miracle Mop" y construyó todo un emporio de las ventas por televisión, O. Russell propone una historia de tenacidad y superación cuando se tiene todo en contra -incluso la propia incredulidad de la familia- y se vive en una sociedad machista. Joy (Lawrence) es una mujer divorciada que vive en Long Island con su abuela Mimi (Diane Ladd) -responsable en gran medida de ser una mujer tenaz que busca alcanzar sus metas-, su madre (Virginia Madsen) -también divorciada del padre de Joy (Rudy encarnado por Robert De Niro, otro recurrente del director) y que vive enajenada entre las cuatro paredes de su habitación donde consume televisión basura durante todo el día-, y su pequeña hija fruto de su matrimonio con Tony (Edgar Ramírez). En medio de una crisis nerviosa provocada por un alto nivel de estrés, Joy cae exhausta y tiene una revelación, una epifanía onírica que la impulsa a dejar su estancado estilo de vida y a luchar por algo más. Así comienza su aventura para crear el primer trapeador que se seca por sí so-

lo, buscando la ayuda financiera para crear el prototipo y la primera edición de trapeadores con las que revolucionó el mundo de los artículos de limpieza casera, convirtiéndose en un reconocible y confiable rostro de las televentas, y estableciendo más tarde todo un emporio con este negocio. La película se enfoca en la incansable travesía que Joy tuvo que emprender para triunfar en medio de una sociedad que solo espera de ella que sólo sea una ama de casa como cualquier otra. Para crear esta atípica biopic, O. Russell retoma el guión que había sido escrito originalmente por Annie Mumolo -Damas en Guerra (Bridesmaids, 2011)- y lo somete a algunos cambios para revestirlo con su personal estilo y enfoque, eliminando algunas situaciones y agregando otras tantas que fueron ajenas a las experiencias de la verdadera Joy. Y tal vez sea en este punto donde encontremos el principal fallo de la película, ya que al alejarse demasiado de la esencia de la verdadera Joy, la película pierde gran parte del encanto que poseían sus trabajos previos, convirtiéndose en una cinta impersonal en donde la trama avanza con dinamismo y alcanza algunos puntos álgidos de gran inspiración, pero son sólo breves instantes, el resto es un trabajo desangelado. Y es que a pesar de contar con otra sorprendente interpretación de Jennifer Lawrence logrando sacar adelante a un personaje que no está trazado con el mismo rigor que sus papeles previos bajo las órdenes de O. Russell, el resto del elenco está desperdi-

ciado con personajes irrelevantes -especialmente Edgar Ramírez completamente desaprovechado con un personaje gris y sin carisma al que no le crees ni por un segundo que sea cantante y mucho menos sus aspiraciones a ser el próximo Tom Jones- que ponen a prueba la paciencia del espectador al resultar vergonzosos -por ejemplo, el personaje de Isabella Rossellini- muy alejados de aquellos entrañables roles de soporte que el director había creado en cintas como El Peleador con la estupenda Melisa Leo o en la ya mencionada Los Juegos del Destino con De Niro. Joy: El nombre del éxito, la película más arriesgada según su propio artífice, es un producto bastante irregular. Está medianamente bien interpretado y correctamente manufacturado; es eficazmente entretenido y con él se puede mantener la atención de la audiencia que la disfrutará por poco más de un par de horas, pero se quedarán con un vacío al estar muy lejos de ser ese filme apasionante e inspirador cómo debería ser una historia que habla sobre el éxito del emporio que Joy construyó con base en la perseverancia y el trabajo duro. Por el contrario, al final la película se siente desarticulada y sin corazón, con una ambición artística tan poco inspirada y tan endeble que no puede ocultar que, a final de cuentas, nos está contando una historia profundamente intrascendente y no es más que el ensalzamiento del sueño americano.



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a censura en los medios de comunicación, así como la apatía y la doble moral de la sociedad no han permitido que los numerosos materiales audiovisuales que han surgido respecto a la pederastia en el clero repercutan en la colectividad como deberían. En los últimos años podemos citar importantes trabajos cinematográficos sobre este tema: el documental Mea Maxima Culpa: Silence in the House of God (2011), de Alex Gibney, así como el documental mexicano Agnus Dei: Cordero de Dios (2011), de Alejandra Sánchez, y la ficción Obediencia Perfecta (2014), de Luis Urquiza –inspirado en el infame caso de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo–. Ahora se suma En Primera Plana (Spotlight, 2015), el nuevo filme del director Thomas McCarthy (The Station Agent y Win Win) que toma como base la historia verdadera de un cuarteto de periodistas del diario Boston Globe que a principios de la década pasada destapó uno de los casos de abuso sexual infantil más sonados en los Estados Unidos, descubriendo finalmente una larga serie de crímenes sexuales en contra de menores cometidos por decenas de sacerdotes en Massachussets que eran solapados desde varios años atrás por la Iglesia Católica. Con un sólido guión, escrito a cuatro manos por el mismo McCarthy y el guionista Josh Singer, el cineasta lleva el relato bajo un control narrativo envidiable con la intriga y los detalles necesarios para hacer de la cinta un trabajo absorbente; y a pesar de tener

un poco de dificultades para arrancar, una vez que el filme ha emprendido el vuelo, no hay manera de detenerle hasta su emocionante final. La película de McCarthy desarrolla a detalle la investigación del equipo periodístico denominado Spotlight sobre los abusos a menores, sacando a la luz más y más casos por parte de casi noventa sacerdotes que fueron encubiertos por la misma arquidiócesis de la Iglesia Católica, interponiendo obstáculos legales con el fin de entorpecer y bloquear las investigaciones. El realizador nos entrega de esta manera un trabajo que va de menos a más a través de un ejercicio de sencillez, sobriedad y eficacia narrativa sostenida por un grupo actoral que se convierte en el apoyo perfecto para la trama. Michael Keaton, Rachel McAdams, Mark Ruffalo, Stanley Tucci, Liev Schreiber y John Slattery, son sólo algunos de los encargados de sostener la película de una manera bastante diestra, pues las actuaciones funcionan como complemento unas de otras, nadie sale de tono y nadie está por encima del resto de sus compañeros; estamos ante un ensamble coral impecable al que, no obstante su desempeño, se le puede reprochar el que los personajes que caracterizan sean un tanto unidimensionales y grises, sin matices que los hagan realmente interesantes más allá de su pasión y compromiso con el periodismo. En primera plana es un filme cinematográficamente correcto que sobresale por la sobriedad que impera en todo momento; decide alejarse de lo esca-

broso del tema y lo aborda con elegancia y objetividad, alejado de un enfoque amarillista y de un drama lacrimógeno –concesión con la que habría podido enganchar a un público más amplio–. Sin embargo, esta sobriedad en la propuesta en ocasiones juega en contra de la película misma, ya que por momentos se siente fría y emocionalmente alejada de las víctimas de abuso. Pero estos son fallos menores y En primera plana se mantiene como una propuesta temáticamente arriesgada, que más allá de ser una efectiva película de intriga, es un sobresaliente filme sobre el poder social del periodismo de investigación, la censura, la corrupción y el verdadero alcance del poder de las instituciones religiosas. Se trata de un trabajo verdaderamente revelador de la magnitud del problema de abuso a menores en el seno de la Iglesia Católica y que tiene un mérito mayor al poner sobre la mesa este delicado tema que merece una mayor y mejor atención por parte de las autoridades, los medios y de la sociedad en general. Y aunque seguramente pasará por la taquilla de manera modesta y no llamará la atención de las masas –a pesar de haber tenido una estupenda racha en las muy diversas asociaciones de críticos de Estados Unidos en las que se llevó el reconocimiento a la Mejor Película del año pasado en la gran mayoría de ellas–, la nueva cinta de McCarthy se coloca en el resumen del 2015 no como una de las películas imprescindibles, sino de las necesarias.



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s víspera de Navidad y Sin-Dee está de vuelta. Ella es una prostituta transexual que estuvo un mes en prisión, pero su condena terminó y regresa a las calles de Los Ángeles donde se reúne con su amiga y compañera de profesión Alexandra, quien además de dedicarse a la prostitución también está probando suerte en el mundo del espectáculo. Al estar conversando sobre lo que ha sucedido en ausencia de Sin-Dee, Alexandra le informa, por error, que Chester, su proxeneta y novio, le ha sido infiel con una "mujer biológica" y blanca. Esta accidental confesión desata la furia de SinDee, quien enardecida emprende una búsqueda por los barrios bajos de Los Ángeles, para dar con la mujer con la que la han engañado, darle su merecido y confrontarla con su novio infiel. Paralelo a esta frenética búsqueda, acompañamos también a Alexandra quien esa noche se presentará por primera vez en vivo en un bar de la ciudad, y en su camino se cruza con una serie de curiosas personalidades, entre ellos un cliente y amigo taxista que está pasando unas complicados momentos por la visita de su entrometida suegra.

Con Tangerine: Chicas Fabulosas (Tangerine, 2015), su quinto largometraje, el director Sean Baker, se encarga de mostrarnos la otra cara de Los Ángeles, un mundo cruel lleno de carencias donde la gente se las ve difícil pero de alguna manera logran sobrellevarlo. El hecho de que los personajes principales sean transexuales, situación que para mucha gente aún le es difícil digerir en pantalla, aquí pasa a segundo plano, en gran parte por lo estrepitoso del la trama, el delirante ritmo (sobre todo de la primera hora) y por el excelente trabajo de las actrices principales. Y es que Kitana "Kiki" Rodriguez y Mya Taylor, quien son transexuales en la vida real y ahora están en la mira de Hollywood, nos entregan dos fascinantes interpretaciones muy humanas; de lo más realistas, divertidas y conmovedoras. Sus personajes están tan bien escritos, desarrollados y actuados que terminas por aceptar que, más allá de su condición transgénero son sólo seres humanos solitarios, con una vida difícil, sueños pero no se amedrentan aprecian el significado del amor y la amistad y con gran valor no dejar que el mundo acabe con ellas.

La cinta causó sensación en el pasado festival de Sundance y creo aún más expectativa después que el director confesó la manera en la que fue filmada. Todos los que alguna vez han intentado hacer cine se han encontrado con mucha dificultades por los costos que conlleva filmar, para el director de Tangerine: Chicas Fabulosas esto no fue un impedimento, ya que filmó esta cinta con sólo 3 iPhones 5s y una app llamada "Film pro", logrando un resultado mucho más que aceptable en cuanto a la calidad de imagen y que se coloca al nivel de cualquier cinta filmada de forma tradicional. Pero Tangerine: Chicas Fabulosas no sólo es destacable por la peculiar forma en la que está filmada, la cinta es verdaderamente original e hilarante, inesperadamente divertida y una gran muestra de que para hacer algo de calidad no se necesita un numeroso presupuesto ni el más costoso equipo de filmación, sólo se necesita el talento y el esfuerzo, un ingenioso guión y la pasión a la hora de querer compartirnos una historia.



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ara su quinto largometraje, el cineasta irlandés Lenny Abrahamson -responsable de esa maravilla llamada Frank con Michael Fassbender- toma como materia prima el bestseller Room de Emma Donoghue, quien adapta su propia novela para la pantalla grande, y obtiene como resultado una de las experiencias fílmicas más estimulantes de este año. La Habitación (Room, 2015) versa sobre Jack, un pequeño que recién ha cumplido cinco años, y para el cual la habitación en la que vive -un espacio inferior a los nueve metros cuadradoses su mundo entero. En ese lugar nació y nunca ha salido de ahí; en ese lugar come, juega con su madre y ve televisión -su única ventana a un mundo imaginario-. Su madre lo duerme dentro del armario por las noches por si se aparece el hombre al que llaman "viejo Nick", un personaje al que Jack cree un cuidador que ocasionalmente les provee comida que consigue de manera mágica a través del televisor; pero Jack no sabe que ese hombre es en realidad quien secuestró a su madre cuando esta tenía apenas 19 años, es decir, apenas un par de años antes que él naciera, y la encerró en el cobertizo donde han permanecido desde entonces. La primera parte del filme se centra en la relación materno-filial que se desarrolla en el interior del cobertizo blindado y en ese particular mundo que la madre ha tenido que construir con gran tenacidad e ingenio para brindarle una vida lo más plena posible a su hijo en un espacio tan reducido. Ahí, dentro de la infame caja que llaman "habitación", el amor filial es lo único que ha hecho posible que la mujer soporte la situación y no pierda la cordura; pero Jack

es cada vez más curioso, y la desesperación de su madre es algo que, por supuesto, no decae, por el contrario, la situación es ya insostenible, por lo que debe hacerse algo al respecto. Madre e hijo finalmente logran escapar del captor mediante un arriesgado plan en el que metafóricamente Jack recibido por un esplendoroso azul celeste- renace en el mundo exterior, y es a partir de este punto que la película adquiere otro tono, y por supuesto, otro discurso. De esta manera tenemos que si la primera mitad se presentaba como una oda a la supervivencia en cautiverio y una lucha por mantener la cordura con el fin de salvaguardar la integridad de su hijo a cualquier precio, a partir del escape y la posterior "adaptación" y "re-adaptación" de madre e hijo en el mundo exterior se torna en una crítica hacia la familia como estructura social. En más de una ocasión, Jack pide a su madre regresar a la habitación. Y es que para él ese lugar no fue la prisión en la que ella vivió por siete años, fue el mundo en el que creció, aprendió y vivió; para él el encierro entre aquellas cuatro paredes le resulta menos agresivo que este nuevo mundo donde desfilan interminables desconocidos abuelos, doctores, periodistas, etc.que hasta entonces sólo existían en su televisión, pero que ahora incluso le regalan juguetes por alguna extraña razón que está más allá de su lógica. El regreso a la habitación, más allá de ser una despedida metafórica de la primera infancia, se antoja como un rito elemental necesario en la construcción de la personalidad infantil determinante en cualquier ser humano. Abrahamson logra construir una historia emocionalmente desgarradora que encuentra en la excelente interpre-

tación de Brie Larson -nominación al Oscar segura, o por lo menos merecida- y la gran revelación de Jacob Tremblay los pilares principales del filme que además cuenta con excelentes diálogos, que pese a que podrían parecer banales e intrascendentes en una primera lectura o un visionado superficial, albergan en realidad una alta dosis psicológica y una serie de detalles necesarios para comprender la manera de interpretar y sobrellevar ese reducido mundo al que estuvieron sometidos los protagonistas y que es registrado a través de una interesante dirección de cámaras que juega con desenfoques, así como con los elementos y personajes dispuestos fuera de cuadro, para crear una atmósfera envolvente que remarca el encierro y la creciente desesperación de la madre por salir del claustro para finalmente despertar de la pesadillesca experiencia. La Habitación -una de las mejores películas de 2015 según el American Film Institute (AFI) y ganadora del Premio del Público a la Mejor Película en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF)- es un monumental ejercicio cinematográfico-emocional en el que nos encontramos con un reflejo de nosotros mismos como sociedad y como seres humanos individuales en situaciones límite con lo que se busca encontrar respuestas a los dilemas de cómo superar una experiencia desde la perspectiva de los ex captivos y de la familia-sociedad que los debe recibir de vuelta. Al terminar el filme, más allá de haber presenciado una estupenda película sobre el amor incondicional puesto a prueba y la desilusión ante el mundo, nos hemos encontrado con toda una experiencia catártica.



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omo su sobredescriptivo título original lo indica, este filme animado es una adaptación de El Profeta del libanés Gibran Jalil Gibran, publicado en 1923; este poético compendio de parábolas filosóficas es trasladado a la gran pantalla tomándose significativas licencias bajo las cuales los veintiséis capítulos que componen el texto original se ven condensados en diez episodios animados por el mismo número de directores y de técnicas de representación gráfica poco convencionales en el mundo de la animación fílmica moderna. En El Profeta, adaptada al cine por Roger Allers (famoso por sus célebres guiones de clásicos de Disney como Aladino y La Bella y la Bestia, así como director de El Rey León), la historia situada en la ficticia isla de Orfales comienza cuando la pequeña de ocho años Almitra conoce al escritor y artista Mustafá, un preso político que ha estado siete años bajo arresto domiciliario, acusado de escribir textos de contenido subversivo; instantáneamente se crea entre ambos una inusual amistad, pero el gobierno anuncia al escritor que será puesto en libertad y que los soldados lo conducirán hasta un barco que lo llevará de regreso a su país. Camino al puerto, Mustafá (siendo seguido en

secreto por Almitra) se va encontrando con las personas del pueblo quienes piden su ayuda y consejo sobre diversos tópicos como el amor, el matrimonio, los hijos, el trabajo, la amistad, la felicidad y la muerte, temas que son abordados por Mustafá (con voz de Liam Neeson) a través de sus parábolas y visualmente plasmados por los directores Paul y Gaëtan Brizzi, Joan C. Gratz, Mohammed Saeed Harib, Tomm Moore, Nina Paley, Bill Plympton, Joann Sfar y Michal Socha, cada uno encargándose de un segmento animado de la película a través de distintos recursos de animación tradicional con estilos e influencias directas de artistas como Gustav Klimt y William Kentridge, o como la inconfundible impronta que deja Bill Plympton en su correspondiente segmento. El filme es una colección de obras artísticas en movimiento acompañadas por las partituras de Gabriel Yared y la colaboración del violonchelista Yo-Yo Ma, así como de los cantantes irlandeses Glen Hansard (integrante de The Frames y mitad del binomio musical The Swell Season) y Damien Rice, quien interpreta el tema principal de la cinta. Sin embargo, el principal obstáculo de esta producción animada se encuentra al buscar satisfacer tanto a los

adultos con la carga filosófica de los soliloquios de Mustafá, como a los niños con una narrativa en ocasiones demasiado simple y una propuesta visual con un muy marcado estilo americanizado (al que llamaremos 'Disney artesanal') con el que se retrata el arco narrativo central que sigue la historia del escritor su amistad con Amitra (personaje-enlace entre la historia y la audiencia infantil). En este sentido, la película resulta un tanto fallida, ya que esta ambición de satisfacer ambos frentes de la audiencia juega en detrimento de la obra completa al no prosperar completamente en ninguno de estos apartados. El filme termina por ser demasiado infantil para el público adulto y demasiado filosófica para que los niños puedan captar íntegramente todo el conocimiento vertido en la cinta. El Profeta no es una película completamente fallida, es un experimento bastante interesante, un ensamble antológico con resultados más que rescatables, principalmente en el apartado visual en donde nos regalan postales de gran poderío que se quedarán en nuestra memoria para siempre, pero seguiremos esperando la llegada de una obra cinematográfica que le haga verdadera justicia al extraordinario texto del autor libanés.



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l célebre director que hace poco más de una década generó gran polémica por su provocativa declaración “el cine ha muerto”, retrata en su más reciente filme los míticos diez días que el cineasta de culto soviético Serguéi Eisenstein estuvo en México en la década de los 30s filmando su inconclusa obra maestra ¡Qué viva México!. Como era de esperarse, la trama es sólo una excusa para que Greenaway -manteniéndose fiel a su peculiar estilo- presente una serie de viñetas de gran poderío visual en las que el director soviético pasea, escribe, filma, dialoga, experimenta y “vive la vida” en Guanajuato durante esta breve pero muy formativa estancia en nuestro país, un periodo durante el cual se debate entre regresar a la Rusia estalinista o permanecer en México -o en algún otro país que lo acoja-, a la vez que los inversionistas privados que financiaron la muy extendida filmación de su película -entre ellos el novelista Upton Sinclair- lo presionan para que entregue el material que ya ha registrado en celuloide -más de 60,000 metros de película-. Eisenstein en Guanajuato (Eisenstein in Guanajuato, 2015) es una carta de amor al cine como medio de expresión y a la figura del cineasta como creador. La cinta también funciona como un espejo en el que Greenaway se refleja como artista multidisciplinario y dilucida enigmas sobre la creación artística a partir de la fenomenal representación que el actor finlandés Elmer Bäck hace del director soviético: un genio extrovertido, indiscreto, cínico, bromista, pero a la vez profundamente acomplejado con su cuerpo y su sexualidad. Éstos dos elementos recurrentes dentro de la mayúscula filmografía del galés son explorados aquí con su habitual destreza a través de Palomino Cañedo -interpretado por un fenomenal Luis

Alberti (Carmín Tropical) que se roba cada secuencia en la que está presente-, el guía de Eisenstein que eventualmente se convierte en su confidente y cómplice de aventuras y parrandas por túneles y callejones de Guanajuato, así como en su pragmático y experimentado amante con el que puede finalmente reclamar la autoridad sobre su cuerpo y (homo)sexualidad, y como extensión, conseguir la libertad personal de ser quien realmente es. En este sentido, Greenaway no se muestra condescendiente y no teme mostrar escenas de sexo explícito entre estos dos personajes masculinos en una suerte de rito de iniciación sexual tardía donde desnuda física y moralmente al protagonista central, una secuencia por supuesto enmarcada por la plástica estética que recubre toda la película. Con el oficio que lo caracteriza y siempre preocupado por reventar los límites de la narrativa convencional a través de la experimentación audiovisual con la que las fronteras de la expresión se vuelven irrelevantes, Greenaway juega con una propuesta visual abigarrada e hipnótica que junto con una interesante puesta en escena -evidentemente de espíritu teatral como es constante en su cine- crea largas secuencias sin cortes con el uso constante de travelling para hacer un ingenioso trabajo de desplazamiento de cámara que juega con los espacios para transformarlos de un simple set o una particular locación a complejos escenarios en los que Eisenstein repasa conceptos e ideas sobre su concepción de la cinematografía y el arte en general. Pero no obstante su destacada producción y valor estético, el núcleo argumental se siente poco sólido, divaga demasiado y se adentra en muy pocos aspectos. Ya muy alejado de su época dorada, Greenaway entrega un trabajo irregular que a pesar de mantener su

rasgo distintivo de experimentación con el lenguaje cinematográfico, no logra del todo retratar la grandeza de la figura de Eisenstein. Hay monólogos extensos en los que es el mismo protagonista quien explica al público quién es, de dónde viene, qué ha hecho y su contexto como artista exiliado, mientras que en pantalla podemos apreciar imágenes de archivo de lo que él nos está relatado, generando así un resultado más didáctico que visceral -como debería ser- sobre este icónico cineasta. En este aspecto, la inserción del humor ayuda a reflejar la personalidad desparpajada del soviético, pero hay momentos en los que el humor toma el rumbo de la comedia física y se nota insertado con calzador de una manera burda que sencillamente no funciona. Eisenstein en Guanajuato es una atractiva propuesta visual y como homenaje al director soviético durante su periodo en México es un trabajo digno; sin embargo, como obra cinematográfica está muy lejos de colocarse entre uno de los mayores logros de Greenaway. Y es que a pesar que en sus obras siempre ha prevalecido la estética sobre el contenido, en esta ocasión se queda demasiado lejos de aprovechar todo el potencial del filme para hablar del poder del cine como medio de comunicación y de expresión artística. Greenaway anunció su intención de rodar dos filmes más sobre el director de El Acorazado Potemkin (Bronenosets Potemkin, 1925), así que posiblemente estemos ante la apertura de una trilogía en la que el galés seguirá expandiendo las fronteras y rompiendo paradigmas del lenguaje cinematográfico a través de las experiencias del soviético. Nos queda esperar por esas obras de este Maestro de la Alegoría; mientras tanto vale la pena revisar la que nos ha ocupado en estos párrafos.



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teve Jobs ha sido una figura muy estudiada por la cinematografía de manera reciente; hace un par de años vimos a Ashton Kutcher dándole vida en la muy olvidable Jobs (2013) y hace poco fue lanzado el tendencioso documental de Alex Gibney, Steve Jobs: The Man in the Machine (2015). Ahora el director británico Danny Boyle –Exterminio (28 Days Later) y 127 Horas (127 Hours)– es el encargado de una nueva aproximación al polémico y enigmático CEO de Apple encarnado por uno de los mejores actores del Hollywood actual, Michael Fassbender, y contando con un guión inspirado en la biografía autorizada escrita por Walter Isaacson que el laureado Aaron Sorkin –Red Social (The Social Network, David Fincher, 2010) y el serial The Newsroom– adapta para la gran pantalla. Steve Jobs se presenta como un atípico biopic pues está construido casi a manera de obra teatral de tres actos, cada uno correspondiente a un suceso vital en la carrera de Jobs –la presentación de la Macintosh en 1983; el lanzamiento de la computadora cúbica NeXT en 1988; y el anuncio de la iMac en 1998–, enfocándose en lo que sucedía tras bambalinas durante los minutos previos a estas presentaciones públicas, momentos íntimos en los que Jobs encaraba sus problemas personales. Danny Boyle demuestra nuevamente su absoluto dominio en la puesta en escena, y el uso de sus habituales recursos narrativos –la música precisa, el movimiento de cámaras y la fotografía de Alwin H. Küchler– dotan al filme de ese peculiar espíritu fresco y 'tempo' vertiginoso que caracteriza su cine y hacen de Steve Jobs un trabajo personal del director británico. En este sentido, es preciso hablar de la peculiar decisión artística que tomó para relatar

esta historia: cada uno los tres episodios que conforman la cinta está filmado en un formato diferente; así tenemos que para el primer acto se utilizó rollo de 16mm por lo que se puede apreciar una textura granulada; en la segunda parte filmó con un formato de 35mm; y para el capítulo final utilizó formato digital por lo que la nitidez y resolución de imagen es impecable. Por su parte, el guionista Aaron Sorkin, tal como lo hiciera con la historia de Mark Zuckerberg en la película de David Fincher, toma los ya mencionados sucesos reales en la carrera de Jobs y realiza un ligero trabajo de ficcionalización para lograr plasmar un retrato más profundo de este genio y visionario tecnológico que era, a la vez, un discapacitado emocional y antipático con el que es difícil lograr conexión alguna –la escena donde le dice a su hija Lisa que su computador personal con el que comparte nombre se trata de una simple "coincidencia" es como para aborrecerlo de por vida–. Se trata, como de costumbre con Sorkin, de un gran trabajo de guión tanto en su estructura narrativa como en el delineamiento de sus personajes y agudos diálogos que nos impactan como ráfagas y que son las claves que nos permiten conocer los conflictos personales del protagonista –ser adoptado y rechazado por sus padres biológicos; no querer reconocer a su hija como legítima; no dar públicamente el crédito necesario a quienes estuvieron con él sus inicios y ayudaron a construir la compañía con grandes aportes tecnológicos como la Apple II (co creada junto con Steve Wozniak) que por varios años mantuvieron a flote la compañía; etc. Pero más allá del impecable aspecto formal rodado con maestría por Boyle y el fenomenal guión construido con-

cienzudamente por Sorkin, el alma de la cinta es, sin lugar a dudas, Michael Fassbender, quien a pesar de no tener un parecido físico evidente con el verdadero Steve Jobs, es poseedor de un enorme talento histriónico con el que puede moldear a este complejo personaje lleno de contradicciones; además que su capacidad de transformación en pantalla nos hace olvidar su nulo parecido con el fundador de Apple. En este apartado también es necesario señalar la estupenda participación de Kate Winslet en el papel del brazo derecho de Steve Jobs, Joanna Hoffman, así como las breves pero sustanciosas apariciones de Seth Rogen como Steve Wozniak. De esta manera, Steve Jobs es un trabajo en el que varias grandes voluntades confluyen para darle forma a una obra mayor, un biopic que desafía los convencionalismos hollywoodenses de este muy socorrido subgénero biográfico en el que deconstruye al mito y lo reconstruye en el retrato de un hombre común y ordinario; el retrato de un egocéntrico genio informático y publicista incapaz de poner orden en su vida personal, del visionario que puede concebir grandes adelantos tecnológicos pero es incompetente cuando llega la hora de ser la figura paterna que su hija reclama o de dar el crédito a sus compañeros. La mancuerna Boyle-Sorkin expone al hombre con sus múltiples defectos pero sin lanzar juicio de cualquier naturaleza; aquí, a diferencia del documental de Alex Gibney ya mencionado al inicio, el público tiene la última palabra, sus artífices sólo se han limitado a ofrecernos toda una lección de cine contemporáneo que, independientemente del interés por la figura de Steve Jobs, no se puede dejar pasar.



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n una época en la que la comunidad transgénero ha logrado tantos avances y logros con respecto a sus derechos, de manera muy acertada llega bajo la dirección de Tom Hooper la adaptación al cine de la novela The Danish Girl del escritor David Ebershoff, basada en la historia real de la primera mujer transexual en someterse a una operación de reasignación sexual: la pintora Lily Elbe. La historia se sitúa en Dinamarca durante los años 20. Ahí viven Einar y Gerda Wegener (Eddie Redmayne y Alicia Vikander) una talentosa pareja de jóvenes pintores de mediano éxito. Él se dedica a pintar paisajes, mientras la especialidad de Gerda son los retratos. Ambos mantienen una relación ejemplar, se aman apasionadamente y sobre todo se apoyan de una manera incondicional. En una ocasión, la modelo de Gerda no se presenta, por lo que ésta usa a su marido de reemplazo. Él tiene un aspecto delgado y delicado así que Gerda no duda en pedirle que use el atuendo de la modelo y pose para terminar su trabajo. Debido a lo espectacular que luce como mujer, a ambos les resulta divertida la idea de seguir jugando con el aspecto de Einar y comienzan a salir a la calle y a acudir a eventos sociales donde Einar asiste vestido de mujer y responde al nombre de Lily, una supuesta prima inventada. Pero a medida que continúan con este juego, en la intimidad de Einar van asomándose dudas sobre su identidad sexual, comienza a sentirse cómodo con su aspecto de mujer, regresan a él inquietudes que guardaba desde pequeño y que lo hacen convencerse de que lo que en verdad quiere es ser una mujer. Gerda se entera de la situación

de una manera muy incómoda y lógicamente queda impactada; la pareja trata de buscar una "cura" a su enfermedad, hasta que Gerda termina por aceptar y apoyar el deseo de su marido de cambiar de sexo. La operación se encuentra aún en fase experimental, lo que la hace sumamente peligrosa, pero los Wegener están dispuestos a correr el riesgo para así lograr la tan anhelada transformación. El cineasta inglés responsable también de los dramas de época El Discurso del Rey y Los Miserables, vuelve a demostrarnos una vez más lo exquisito que es en cuestión artística con sus cintas y en todos los aspectos técnicos (vestuario, dirección de arte, etc.). La Chica Danesa (The Danish Girl) es impecable, aunque lo que en verdad es lo más destacado de la cinta son las interpretaciones de sus protagonistas. Como dato curioso, cabe señalar que Nicole Kidman estaba considerada originalmente para el papel de Einar/Lily, pero sorpresivamente y tras una larga etapa de preproducción, el papel cayó en manos de Redmayne (con quien Hooper había trabajado ya en la adaptación musical de la obra de Victor Hugo), y al momento en que vemos caracterizado al actor británico como lily no nos quedó duda de que fue la mejor decisión. Redmayne nos demuestra que su Oscar del 2015 no fue sólo un golpe de suerte, su personaje en La Chica Danesa es sin duda el mejor de su carrera, lleno de sensibilidad y teniendo grandes momentos en pantalla (como en el que se admira en el espejo o cuando visita a la prostituta), por lo que si alguna vez se tuvieron dudas sobre su calidad actoral, aquí quedarán despejadas. Pero la gran revela-

ción es Alicia Vikander, actriz para quien el 2015 fue sin duda su año. Su rol es la adecuada contraparte a la tremenda interpretación de Redmayne, además la historia está contada en gran parte desde su punto de vista, y la química que se crea entre ambos es estupenda, no hay momento en que uno opaque en ningún momento al otro, ambos brillan con luz propia y ayudan a que su coprotagonista también luzca. No obstante todo lo mencionado hasta ahora, llegando a la mitad de la cinta la historia se viene abajo, el interesante juegos de roles entre el matrimonio (del cual se debió profundizar más) y la emoción por seguir a Einar en su transformación hacia Lily, deviene en una trama de manufactura telenovelesca. Y es que éste es el principal y gran problema de Hooper aquí y en sus películas, se engolosina con otros aspectos y descuida la parte clave de toda cinta: el guión, el cual no está a la altura del resto de las partes que conforman al filme, pues a pesar que da inicio de manera brillante, durante el transcurso se va volviendo gris con tonalidades rosáceas. La Chica Danesa podía ser una gran cinta, pero se queda a la mitad del camino hacia la perfección; aun así es bastante disfrutable y será accesible para el público en general, que ha demostrado gran interés en verla, lo cual será de gran ayuda para que su temática llegue a una audiencia mucho mayor que aún tiene incontables tabúes con respecto a las personas transgénero y les pueda ayudar a respetar, y sobre todo, comprender su elección de vida.



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n la cultura deportiva estadounidense, hablar del "lucky seven" es el equivalente al momento determinante durante un partido de beisbol: la séptima entrada, en la cual el partido puede ganarse o darse por perdido. No siempre es así, pero cuando funciona, se llenan las bases de corredores, anotan carreras o se realizan jugadas que pueden cambiar la perspectiva del juego. Como un nuevo inicio. Así nos llega el Episodio VII de la saga Star Wars, The Force Awakens: un borrón y cuenta nueva, con elementos nuevos y viejos, con las situaciones ya conocidas pero con un ligero cambio, con la suerte de que J.J. Abrahams, Disney y LucasFilm estuvieran a cargo de ello. Buscaron salvar la séptima entrada, con todo y detractores, el riesgo de perder seguidores y la esperanza de hacer la jugada magistral del factor sorpresa. Pero volvamos a la primera trilogía, donde los storm troopers, el grupo de avanzada del Imperio, solían parecer humanos en una reluciente armadura blanca, cuyos rostros no podíamos ver pues el protocolo no les permitía remover el casco. Cuando los representantes de la Resistencia, eran la princesa Leia Organa, el contrabandista Han Solo y su amigo Chewaca y el aprendiz de Jedi, Luke Skywalker con sus droides domésticos, C3PO y R2D2. Al

tiempo que el lado obscuro de la fuerza, tenía como representantes al Emperador Palpatine y a Darth Vader. En aquellos capítulos, 4 al 6, tuvimos la visión de George Lucas a partir de recursos limitados para su empresa, pero innovadores y hasta desconocidos para su época, en la ardua labor de recrear galaxias desconocidas, personajes que se relacionaban por su interacción en un conflicto entre, a resumidas cuentas, el bien y el mal. Porque la fuerza tiene sus extremos y a esa incompatibilidad se adhieren humanos, especies vivas de los más variados tipos y, por supuesto, las máquinas, los droides, los híbridos e incluso los sables láser. De ahí que el factor sorpresa podría no ser tan impactante, a menos que...la innovación en la narrativa visual le permitiera al espectador retomar los referentes y traslaparlos a nuevos momentos, en escenarios similares, retocados magistralmente para lucir en imagen con alta definición y resaltar a los prototipos generados para esta franquicia cinematográfica, mejorados, no tanto remasterizados (fenómeno que rigió a la segunda trilogía), de modo que la familiaridad con ellos no se perdiera, pero se mantuviera actualizada. Si a ello aunamos la música, nuevamente a cargo de John Williams, Star Wars se reinventa para dar paso a nuevas batallas.

Por supuesto, la estrategia mercadológica resultó un aliciente importante para generar la expectativa del largometraje, sobre todo cuando el trailer oficial presentó a un Harrison Ford, de edad avanzada, junto al wookie que fuera su escudero, lo cual aseguró la presencia de la audiencia que en su juventud viera la primera trilogía e identificara a los personajes que le resultaran representativos, muy lejos en distancia respecto de los personajes más cercanos de la segunda trilogía. De hecho, jugar con esos saltos ha sido el punto nodal de historias exitosas y sagas como El señor de los anillos, El hobbit o Terminator. Ahora bien, la historia no desmerece en el sentido de la continuidad esperada (desde la segunda trilogía, de hecho), pues como tendencia que es, se esperaba saber qué había sucedido con aquellos personajes iniciales-finales, con el Imperio, la Resistencia, el tentador Lado Obscuro y la casi extinta Fuerza. Justo este elemento, que le da título al episodio, es presentado en firme, pero con menos ceremonia que en la narrativa anterior, muy ad hoc a la época que vivimos de mucha acción con la cantidad de reflexión estrictamente necesaria, apoyada con el histrionismo actoral y el humor, más ligero y apto para todo público. Definitivamente la diferencia entre un director y un estratega de medios.




De los personajes nuevos hay puntos clave que ayudan a mejorar la experiencia: lenguaje fluido, sencillo, con acento marcadamente inglés; por supuesto la vitalidad de la juventud, del compromiso y la esperanza de mejorar el mundo; la actitud de las nuevas generaciones (incluso entre los troopers) justo en la medida que les permitiera atraer a ese segmento y por supuesto, acercar el relato a una época actual, a pesar de la brecha generacional que hay de por medio. Así vemos a una Rey muy parecida a la princesa Mérida de Valiente (2012), ruda sin dejar de verse femenina, con la determinación de una mujer madura a causa de sus experiencias prematuras y su necesidad de sobrevivir en un lugar hostil e injusto. Ya se sugería que la Fuerza podría estar en el personaje femenino de la princesa Leia, así que fue una buena solución encontrar a alguien joven, cuya historia seguramente descubriremos a la postre. Luego está Finn, muy al estilo de Sulley en Monsters Inc. (2001), tratando de adaptarse a un medio distinto al conocido, movido por una suerte de conciencia súbita respecto a lo correcto entre lo cotidiano y que no necesariamente es lo que dicta el régimen al está sujeto. Va contra su naturaleza y existencia tratando de hacer un bien a partir de una clara traición hacia los suyos. Ya habrá manera de indagar como pudo darse el fallo en su programación formativa o si, al igual que a los

espectadores, la sangre le conmovió profundamente. Y por supuesto, la incipiente cereza del pastel es Kylo Ren, quien directamente es "evidenciado" por su miedo a no llegar a ser tan poderoso como Darth Vader y cuyos hombres son testigos de su inmadurez al identificar sus berrinches luego de sus fallas. Aquí el concepto puede verse con más claridad en el nuevo prototipo de representante del lado obscuro: la túnica más bien humana, el casco menos burdo aunque igual de imponente (además de estilizado como el de sus troopers) y la voz, perfectamente modulada para alcanzar la profundidad, sonoridad y temeridad necesaria del villano por excelencia. Nuevamente, el hecho de que descubra su cara, incluso frente al enemigo, marca una nueva tendencia de la humanización de los anti valores. Finalmente, las escenas que claramente nos refieren al pasado: el puente en el cual se encuentran Han Solo y Kylo Ren; la clara similitud entre La Estrella de la Muerte y la Base Starkiller; el lenguaje entre R2D2 y BB2; las habilidades y conocimientos técnicos y tecnológicos entre Anakin, Luke y Rey; las naves de combate con muy ligeras modificaciones para realizar las batallas aéreas entre la estructura intergaláctica; los vestuarios, uniformes, peinados, accesorios de los distintos personajes, con ligeras estilizaciones que les permiten independizarse de los originales, dejándoles su pedestal intacto.

Es aquí donde se ve la mano del director-estratega-aficionado para cuidar la delgada línea entre lo aceptable y lo necesario, para dar paso a una nueva trilogía. Incluso fue muy bueno que no le dieran una duración extravagante que forzara a los espectadores a compilar múltiples datos adicionales que desmereciera el feliz reencuentro con la Fuerza, contundente, sin exceso de recursos que denotaran ansias por volver al ataque con la franquicia más poderosa de la historia cinematográfica hasta el momento. La verdadera expectativa reside en descubrir hacia cuales mundos se dirigirá la Fuerza, cómo logrará sobreponerse el Lado Obscuro, qué sucederá con los personajes decanos de esta historia (vaya, si se retirarán serena, dramática o drásticamente) y cómo los nuevos le darán soporte a la trilogía por venir o a los conflictos por llegar, para lograr verosimilitud entre lo que se espera de los mundos futuros o atemporales respecto al nuestro, además de colocar los huecos necesarios en el relato para que sigan entretejiéndose mundos distintos y distantes a la velocidad de la luz. Así que, solo el tiempo dirá si esta fue "la entrada de la suerte" o la que defina la decadencia de Star Wars en la meca del cine de ciencia ficción y de los bluckbusters actuales para audiencias cada vez mejor definidas. Por lo pronto, home run a favor.


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l segundo largometraje del cineasta mexicano David Pablos es, por lo menos, contundente. Si ya con su opera prima -el drama familiar La Vida Después (2013) estrenado hace un par de años en el Festival Internacional de Cine de Morelia y que actualmente se encuentra en cartelera comercial- se perfilaba como un prometedor talento emergente, con su nuevo trabajo confirma ser un director con un gran conocimiento del lenguaje cinematográfico y una profunda sensibilidad social al retratar con descarnada belleza el submundo de la trata de blancas a través de la historia de Sofía, una chica de catorce años que vive un noviazgo de ensueño con Ulises, de quince años, sin saber que la relación es un estudiado montaje para arrastrarla a la red de prostitución que regentea el padre de Ulises -para quien representa su primer "trabajo"- con la ayuda de toda su familia. Pero Ulises se ha enamorado de su primera víctima y comienza a dudar de sus tareas, por lo que decide revelarle su secreto para que ella pueda escapar a tiempo... pero Sofía es capturada. En Las Elegidas (2015), Pablos vuelve a ser el responsable del guión -en esta ocasión partiendo de un trabajo previo del escritor Jorge Volpi que finalmente fue editado como novela por

la editorial Alfaguara recientemente- y nos presenta lo que en un inicio aparenta ser una clásica historia de amor de chico conoce chica, pero que repentinamente desata la tragedia en la vida de esta última. La historia sigue dos vertientes, la de Sofía y la de Ulises. En la de ella, atestiguamos el infierno que viven las víctimas de las redes de trata de personas, un infierno que Pablos decide retratar con una estética preciosista y a través de metáforas visuales y sonoras -ojo a la manera en que se nos presentan las "citas" sexuales de Sofía con sus clientes-. Mientras tanto, Ulises busca desesperadamente una nueva chica, por lo que pone en marcha el plan de seducción y conquista de una nueva víctima para poder hacer el intercambio de lugar con Sofía y rescatarla del sombrío mundo de la prostitución al que él mismo la arrastró. Pablos se arriesga y propone una temática fuerte, atreviéndose a desnudar al mundo de la prostitución a través de la historia de estos dos adolescentes que han sido absorbidos por este negocio. Las Elegidas expone la cacería de las chicas, el modus operandi que siguen estas redes criminales: el ligue, la seducción, el enamoramiento y el engaño que lleva a la esclavitud sexual pero también a la emocional. Muestra con total crudeza el microcos-

mos en el que viven y "trabajan" las chicas embaucadas pero lo hace desde un punto de vista estilizado y elegante. Con el apoyo del prodigioso lente directora de fotografía Carolina Costa, así como de las sensibles interpretaciones de los chicos protagónicos Nancy Talamantes (Sofía) y Óscar Torres (Ulises), el cineasta mexicano resuelve con gran habilidad las estilizadas puestas en escena de los forzados encuentros sexuales de la protagonista, a través de metáforas visuales y sonoras, donde atmósferas, encuadres y sonido se combinan para impactar más con la sugerencia que con las imágenes explícitas a las que otros realizadores hubieran recurrido para retratar el depresivo y sórdido mundo de la humillación y el sometimiento. Las Elegidas es un sólido trabajo fílmico que refleja la madurez de uno de los cineastas más prometedores del panorama cinematográfico nacional. Un potente trabajo que va más allá de la denuncia social sobre la esclavitud sexual, planteando dicotomías morales y aventurándose también a entregarnos un amargo final que es sencillamente brutal y desesperanzador: puede que en este mundo de la trata de blancas haya una salida, pero no hay escape.



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avid es un enfermero maduro y encantador, es una persona algo introvertida pero muy comprometida con su trabajo: cuida a pacientes terminales. David prácticamente ha dejado por completo su vida de lado y ahora sus pacientes son su refugio y su motivo para vivir, relacionándose con ellos de una forma más personal, incluso llegando a sentir cariño por todos y cada uno de ellos. Pero es a raíz de la muerte de una paciente muy querida, y de la demanda de los familiares de otro paciente por supuesto abuso sexual, que cree encontrarse en el momento adecuado de reencontrarse con su pasado. Con esta sensible premisa está de regreso el joven cineasta Michel Franco, quien ya se ha posicionado como uno de los directores mexicanos a tomar siempre en cuenta; sus filmes han gozado de buen recibimiento en festivales, especialmente en el de Cannes. Y es precisamente ahí donde conoció al protagonista de su más reciente cinta: Tim Roth. El actor fue Presidente del Jurado en el evento fílmico dentro de la sección Un certain regard

(Una cierta mirada), cuando Franco ganó en dicha sección con su cinta Después de Lucía (2012). El actor le manifestó su admiración y se puso a sus órdenes para trabajar juntos en un futuro. Ambos han declarado que la química fue inmediata, que los dos sentían que eran seres bastante parecidos y que veían el arte de similar manera, y es así que se pusieron en marcha para realizar El último paciente (Chronic, 2015), cinta con la que este año Franco estuvo en competencia por la Palma de Oro en Cannes donde se llevó el premio al mejor guión. Franco, quien se inspiró para el guión en la experiencia personal de la agonía y fallecimiento de su abuela, nos muestra el día a día de este enfermero de una manera muy íntima; sus sacrificios para atender a sus pacientes, la relación estrecha que ha forjado con ellos y los familiares de éstos, y por supuesto la muerte de estos hombres y mujeres a los que ha llegado a querer. Pero sobre todo, El último paciente habla del amor con el que este hombre realiza su trabajo, así como de las diferentes formas de actuar

de las personas ante el del duro proceso que representa el inminente final de la vida. La cinta sigue en todo momento al personaje de Tim Roth que nos da una contenida y emotiva interpretación de este reservado personaje del que no sabemos mucho, pero que es evidente que guarda un profundo dolor por el pasado. Franco nos va llevando con su característica paciencia y sutileza a través este retrato sobre las relaciones humanas con un estilo narrativo y visual muy similar al mostrado en su anterior trabajo (la ya citada Después de Lucía) y con escenas aparentemente sencillas pero con un gran poderío visual y emocional (esencial el trabajo del cinefotógrafo Yves Cape para lograr eso) es que nos va guiando hacia un final abrupto que para algunos resultará algo forzado. El último paciente contiene, sin embargo, un tratamiento sin rodeos sobre muchos tópicos como el perdón y la muerte asistida, elementos que sin duda alguna trastocará la sensibilidad de la mayoría de la audiencia.



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a obsesión por alcanzar la fama y el reconocimiento social como gran escritor son el motor que impulsa a Mathieu Vasseur, protagonista de la nueva película del director francés Yann Gozlan, Un Hombre Ideal (Un Homme Idéal, 2015), a robar el diario de un muerto mientras realiza uno de sus trabajos de mudanzas en la compañía de su tío, y a transcribirlo para presentarlo como "Arena Negra", una novela de su propia autoría escrita a manera de diario sobre un soldado francés inmerso en la infernal guerra de independencia de Argelia. A sus 26 años, y con varios desaires de editoriales que habían rechazado su trabajo previo -El Hombre de Espaldas-, Mathieu logra un éxito avasallador y se convierte en la próxima gran promesa de la literatura europea. Los años pasan y la presión editorial para que entregue una nueva novela -de la que ya le han dado un cuantioso ade-

lanto económico que tendría que regresar- va en aumento con cada día que pasa; a este contratiempo se unen la llegada de Stanislas, ex pareja de su novia Alice e ahijado de sus acomodados suegros Alain y Valeria, así como la aparición de un enigmático hombre que conoce el verdadero origen de la apócrifa novela. Mathieu se ve atrapado por la vorágine de mentiras y crímenes con que, a toda costa, busca mantener el estatus social y económico de la vida que ha alcanzado. A pesar de dejar importantes cabos sueltos y de abusar de las vueltas de tuerca en la trama -a las que varios personajes secundarios (entiéndase Alice y sus padres) reaccionan de una manera bastante inverosímil-, Yann Gozlan sale airoso en esta empresa cinematográfica al bordar un apasionante filme de suspenso con evocaciones a los grandes clásicos de Hitchcock con opresivas at-

mósferas que desde el comienzo cautivan al espectador, quedando éste magnetizado a la pantalla, pues el filme además de presentar una historia seductora, nunca pierde el ritmo y no hay tiempos muertos en los 97 minutos de su ajustado metraje. Además, la cinta encuentra su principal pilar en la portentosa interpretación de Pierre Niney -un actor al que el año pasado vimos en Yves Saint Laurent (2014)-, quien sabe utilizar sus particulares rasgos faciales especialmente esa fascinante miradapara encarnar al multidimensional Mathieu Vasseur, un personaje psicológicamente complejo al que el francés logra trazar en pantalla con una gran sensibilidad. Un Hombre Ideal, a pesar de ciertas torpezas del guión, termina por ser un thriller solvente sobre la obsesión por la fama y la profanación de la memoria de un muerto.



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l amor puede parecer complicado, pero nosotros somos quienes que lo hacemos así. Cuando crees que lo has encontrado, que tienes estabilidad y una vida aparentemente feliz, pero con los años comienzan las inconformidades, las dudas y los reproches sobre el pasado, el presente y el futuro. Esto es lo que le pasa a Michael, un escritor que se encuentra de viaje promocionando su libro y dando conferencias sobre la atención al cliente. Se dirige a Cincinnati para su próxima conferencia. En esa ciudad vive un amor del pasado y estando ahí aprovecha para ponerse en contacto con ella. El mundo de Michael se ha convertido en algo monótono. Nada ni nadie le sorprende. Para él todos los días son literalmente iguales (y reafirmó LITERALMENTE). Una noche por pura casualidad conoce a Lisa, una insegura chica que está hospedada en el mismo hotel que él para escuchar su conferencia. Aunque en un principio parecería ser "poca cosa" para Michael, Lisa es verdaderamente especial: su aspecto, su dulce voz no es como la de las demás, ella es única. Michael cree que ha vuelto a encontrar el amor.

La trama suena trillada, a una historia de "boy meets girl", pero cuando sabemos que el nombre de Charlie Kaufman está involucrado en el proyecto cambia completamente nuestra percepción. Y es que Kaufman nos ha traído geniales guiones como el de ¿Quieres ser John Malkovich? (Being John Malkovich, 1999), El Ladrón de Orquídeas (Adaptation, 2002) y Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal sunshine of The spotless mind, 2004), con la que ganó el Oscar a mejor guión original. Con un trabajo previo como director, Nueva York en escena (Synecdoche New York, 2008), Kaufman incursiona ahora en el cine de animación con esta cinta en stop motion: Anomalisa (2015), y además de ser el guionista de la cinta, codirige junto a Duke Johnson y entre el reparto para la película cuenta con las voces de David Thewlis como Michael, Jennifer Jason Leigh (que parece tendrá un gran año con esta cinta y The hateful eight, lo nuevo de Tarantino) como Lisa, y Tom Noonan como... todos los demás. Anomalisa explora en lo más profundo de las relaciones humanas, la crisis de la edad, nuestros conflictos existen-

ciales y ese sentimiento de insatisfacción que cada vez esta más latente en la sociedad actual en la que pareciera que ya nada nos es suficiente. El que engañosamente parece ser en un principio el guión más sencillo de Kaufman se va desarrollando de manera sensacional con el paso de los minutos, pasando de ser una cinta romántica a convertirse en algo más surrealista y con una profundidad que nos trastoca en nuestro interior. Es impresionante cómo una tan simple primicia termina por abordar tantos temas trascendentales en nuestra condición humana, pues además es una dura crítica social con la que Kaufman nos demuestra ser uno de los genios ignorados en Hollywood a la hora de contar historias, anotándose otro gran logro en su peculiar filmografía. Anomalisa es uno de los filmes que no se deben perder de vista este año -o el próximo si se estrena en México-, una rara, abigarrada y emotiva joya de la animación que no debe de pasar desapercibida.



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a serienovela Las Aparicio, producida por Argos y transmitida originalmente por Cadena Tres, fue uno de los más grandes éxitos de la televisión mexicana de los últimos años, generando sorprendentes números de audiencia para tratarse de una modesta producción mexicana que no pertenece a una de las dos televisoras más importantes del país Televisa y TV Azteca-. Polémica y vanguardista, tocando temas de manera abierta como la homosexualidad y el sexo sin tapujos; así se presentó Las Aparicio y encantó a un sector del público mexicano que buscaba una opción diferente, más honesta. Terminando el proyecto televisivo se tuvo la inquietud de hacer la película que diera continuidad a la historia de la serie. Años después y tras muchos contratiempos finalmente el productor Epigmenio Ibarra y el director Moisés Ortiz Urquidi (también creadores de la serie) pudieron concluir este proyecto en pantalla grande y su estreno es ya inminente. En la familia Aparicio hay una maldición: todos los hombres que llegan a la vida de las integrantes de la familia a manera de intereses amorosos mueren repentinamente. Además, ninguna de ella puede engendrar hijos varones, sólo mujeres. Pero las Aparicio parecen no necesitar de los hombres, son mujeres fuertes, exitosas e independientes. La cabeza de la familia es Rafaela, una mujer que ha tenido tres matrimonios (los padres de sus tres

hijas) y todos han muerto inesperadamente. Alma es una terapeuta sexual, una mujer recién viuda y con unos métodos bastante peculiares para sus terapias. Mercedes es una abogada exitosa que continúa dedicada a acabar con las injusticias del país. Y Julia, la más joven, goza de una feliz relación con su mejor amiga desde la infancia y ahora pareja sentimental, Mariana, quien ha crecido junto con todas ellas. Por motivos diversos todas se reúnen en la antigua Hacienda de la familia e intentan poner en orden sus vidas; en el lugar conocen a un joven y atractivo empleado con el que comienzan a involucrarse de distintas maneras las hermanas Aparicio. Además, un sorpresivo descubrimiento en la hacienda será la clave para descubrir el misterio de la maldición que acecha a la familia. Es así que la película intenta darle continuidad a la historia de la presentada en la pantalla chica, pero como se indicaba al comienzo, la cinta contó con varios inconvenientes que retrasaron la filmación. Uno de los más notables cambios es en el elenco principal, dos de las protagonistas de la serie original, Gabriela de la Garza y Ximena Rubio, no participan en el proyecto fílmico, siendo sustituidas por Ana de la Reguera e Iliana Fox. Y aunque hacen un esfuerzo por tratar de sacar a flote sus papeles, la ausencia de las protagonistas en televisión se resiente. Aunque este no es el último ni el más grave problema con esta extensión fílmica del proyecto televisivo, ya

que a pesar de contar con importantes actores que aparecieron en la serie como Damián Alcázar, y tener interesantes adiciones como la participación de Tenoch Huerta, la cinta no es tan afortunada en su resultado final. Y es que uno podría creer que por contar detrás con los mismos creadores que concibieron la serie el resultado sería lo más fiel a ésta, pero al parecer tanto el director como los productores intentaron hacer un producto más comercial que llegará a un público más amplio y descuidan la calidad de la historia, pues esta deja mucho que desear al intentar forzadamente insertar historias de denuncia, que si bien se agradece el querer abordar temas sociales más profundos, éstos obstruyen por completo la historia central, no aportando nada y no permitiendo que la historia de la familia Aparicio luzca como debería. En un intento por hacer algo exclusivamente para repetir el éxito de la serie, Las Aparicio (2015) decepcionará a la mayoría de los fans, ya que carece de la frescura característica con la que contaba en televisión. Aunque seamos sinceros, la falta de exigencia del público mexicano a la hora de escoger el cine que quiere ver la convertirá en un éxito en taquilla tal como pretendían, aunque sin merecerlo. Decepciona que una serie tan innovadora en su momento haya derivado en una adaptación cinematográfica bastante convencional.



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a directora que inició una carrera prometedora con la excelente A los 13 (Thirteen) pero que luego realizó Crepúsculo (Twilight, 2008), la primera entrega de la infame serie fílmica juvenil basada en los libros de Stephenie Meyer, y una intrascendente nueva versión del clásico Caperucita Roja –La Chica de la Capa Roja (Red Riding Hood, 2011)– está de regreso tras la cámara con Ya te extraño (Miss you already, 2015), un drama sobre dos mejores amigas y su relación puesta a prueba cuando una de ellas es diagnosticada con cáncer de mama y la otra queda embarazada tras un largo periodo de intentos fallidos. Jess (Drew Barrymore) y Milly (Toni Collette) son dos mejores amigas desde la infancia cuando la primera se mudó a Londres cuando su padre fue transferido por cuestiones de trabajo y la segunda le enseñó a convertirse en toda una chica británica. La gran amistad que fueron construyendo a lo largo de los años en los que compartieron las experiencias más importantes de su vida -el primer beso, su primera experiencia sexual, etc.- se ve trastocada cuando a Milly le diagnostican un agre-

sivo cáncer de mama que a pesar del tratamiento con quimioterapia no logra evitarle una doble mastectomía; la relación se ve aún más afectada cuando Jess logra finalmente quedar embarazada. Y así, mientras una experimenta la dicha de convertirse en madre junto con su esposo Jago (Paddy Considine), la otra sufre los estragos del agresivo tratamiento y la pérdida de interés sexual de su esposo Kit (Dominic Cooper). Ya te extraño nos recuerda a otras comedias dramáticas sobre enfermedades terminales como '50/50' (2011, Jonathan Levine) y la muy reciente Yo, él y Raquel (Me and Earl and the Dying Girl, 2015, Alfonso Gómez-Rejón), es un filme en el que abordamos junto con las protagonistas la montaña rusa emocional que es la vida de un ser humano, ese viaje en el que a veces nos encontramos en la peor de las tragedias pero en el que también gozamos de momentos de gran felicidad y serenidad. La relación de incondicional amor fraternal que crean Barrymore y Collette a través de las protagonistas Jess y Milly es el principal atractivo del filme en

el que Hardwicke crea un juego entre el crudo drama y la comedia ligera con resultados satisfactorios durante gran parte de la cinta, pero que finalmente resulta un tanto fallida en la manera en la que aborda el tema de un ser humano sumido en una enfermedad como el cáncer al no decidirse por un tono específico o no poder combinarlos de manera acertada al punto de ocasionalmente transgredir y desafiar peligrosamente los límites de la verosimilitud –la secuencia de Jess dando a luz mientras Jago presencia el acto vía internet en la plataforma petrolera donde trabaja se siente forzada y realmente no hay manera de creérsela. Ya te extraño es una cinta que funciona como comedia dramática, pero pese a las dos solventes interpretaciones principales –especialmente la siempre sobresaliente Toni Collette– y aunque afortunadamente evita caer en el melodrama lacrimógeno ordinario que busca la lágrima fácil, no deja de provocarnos una sensación de que ya hemos visto esto en otras ocasiones contado de una mejor manera, con una mayor frescura y también con mayor autenticidad.



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argherita es una reconocida directora de cine que está muy comprometida con que sus películas tengan un trasfondo social y se encuentra trabajando en un proyecto sobre unos obreros que corren el riesgo de perder su empleo cuando un empresario estadounidense se dispone a comprar la fabrica en donde trabajan. En su vida personal las cosas se están complicando: la relación que tiene con su hija es algo distante, terminó el noviazgo que tenia con un compañero de rodaje y el repentino deterioro de la salud de su madre termina por empeorarlo todo. Tanto Margherita como su hermano Giovanni, se disponen a cuidarla a la par de que continúan con sus actividades. Su madre es una maestra de latin retirada; ella está consciente de su mal estado de salud, experimenta fugases momentos de lucidez y locura, pero no se deja vencer por la enfermedad. Desafortunadamente, pese a los cuidados, el diagnostico no es favorable, así que a los hermanos no les queda más que resignarse, acompañar y esperar a que la vida de su madre llegue a su fin. Por si esto fuera poco para Margherita, la llegada

de una carismática e insufrible estrella de cine a su película hacen perder la poca cordura que la quedaba, detonando en ella un profunda crisis donde el dolor y la rabia por la inminente partida de su madre la hacen recordar, cuestionarse y reprocharse diversos aspectos de su vida. El director Nanni Moretti ya nos había presentado una cinta sobre la pérdida de un familiar, La habitación de un hijo (La stanza del figlio, 2001), y en esta ocasión, para realizar Mia Madre (2015) se basó en la experiencia de la pérdida de su propia madre, mientras él se encontraba filmando la cinta Habemus Papam (2011); es así que el personaje de Margherita es un alter ego de Moretti, quien también participó como actor interpretando al hermano de la protagonista. La manera en que Moretti aborda el tema de la pérdida es muy sutil, realista y conmovedor; con un ritmo pausado y un sobrio manejo del drama, el refinado guión -en el que también colaboró el realizador- nos muestra dos tipos de escenas: unas donde Margherita atraviesa por distintos flashbacks, alucinaciones y pesadillas ocasionadas

por la situación de su madre, y otras en el set de filmación donde vemos la neurosis de la directora por la presión de estar grabando y al mando de una producción con tremenda pena sobre ella. Estas escenas nos ayudan a comprender el difícil estado emocional que atraviesa la protagonista, una fenomenal Margherita Buy que nos da una estupenda, sutil y conmovedora interpretación respaldada por las correctas actuaciones del resto del elenco destacando la participación de Giulia Lazzarini, como Ada, la desahuciada madre, y un adecuado John Torturro que vuelve a demostrar que, cuando se lo propone, puede darnos una estupenda interpretación, siendo suyos los momentos cómicos que ayudan aminorar el drama. Mia Madre ha sido una catarsis para su director, pero a la par nos ha traído una gran filme del que nadie saldrá ileso; se trata de un trabajo que nos recuerda que la sombra de la muerte surca sobre nosotros en todo momento, pero lo que hagamos en vida dejará huella en el interior de los que nos conocieron.



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ras cinco años de retiro de los largometrajes tras su última película, Rabioso Sol Rabioso Cielo (2009), el director mexicano Julián Hernández regresó este año con su cuarto largometraje, Yo soy la felicidad de este mundo (2014), una película que toma su título de un proyecto homónimo inconcluso de Rainer Werner Fassbinder, y parte de una premisa casi anecdótica, pero que gracias al oficio forjado a través de la experiencia de los años, se convierte en un poema visual de 122 minutos donde constantemente convergen las pasiones y deseos que logran fundir la fantasía cinematográfica pura con una trastocada realidad que guía los múltiples encuentros -aunque sobre todo los desencuentros- de personajes en la eterna búsqueda del amor. La trama de la cinta, en la que se advierten inmediatamente no pocos elementos autobiográficos -que luego fueron confirmados por el mismo cineasta en el más reciente Festival Internacional de Cine de Morelia- sigue a Emiliano (Hugo Catalán), un director de cine que se encuentra filmando un documental sobre danza contemporánea, lo cual le permite conocer a Octavio (Alan Ramírez), un talentoso bailarín que está en proceso de recuperación de una lesión

en la rodilla y que busca impacientemente regresar pronto a los escenarios. Los dos quedan prendados, y de manera inmediata e inevitable, comienza entre el experimentado cineasta y el inocente bailarín una aventura que, también de manera irremediable, culminará en un trágico amorío. La experiencia multisensorial que resulta Yo soy la felicidad de este mundo, es la consecuencia del arduo trabajo de uno de los directores mexicanos más propositivos, provocadores, arriesgados y valientes dentro de nuestra doble moralina industria fílmica, un cineasta interesado en explorar las manifestaciones sexuales -hetero y homo- como pieza intrínseca del ser humano, sin buscar el escándalo por el escándalo con escenas de sexo explícito -¿pensaron en Lars von Trier? Sí, a él me estaba refiriendo. Manteniéndose fiel a su ya muy reconocible estilo, Julián Hernández nos comparte su trabajo más personal y honesto al atreverse definitivamente a retratar parte de sus fallidas experiencias amorosas por su profunda incapacidad de entregarse a través de su proyección en Emiliano. La sencillez de su premisa y escases de diálogos -porque, como todo buen cine, puede prescindir de ellos sin mayor

problema- se ve complementada por la complejidad y riqueza simbólica de su minuciosamente cuidada puesta en escena, donde los recurrentes juegos visuales y la fantástica expresividad física de todo el reparto -y aquí es preciso señalar también el fantástico trabajo de Gabino Rodríguez, Andrea Portal, Iván Álvarez y Emilio von Sternenfels, hipnotizan inmediatamente al espectador. El notable conocimiento de la narrativa cinematográfica que posee Hernández, queda en evidencia en cada una de las secuencias que dan cuerpo a Yo soy la felicidad de este mundo; el cineasta mexicano conoce a conciencia las herramientas que el lenguaje cinematográfico tiene para ofrecer y no duda en tomarlas para continuar experimentando en su cine con la exploración de la sexualidad, como lo ha hecho desde hace poco más de una década con su primer acercamiento a los largometrajes - Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor (2003)-, hasta llegar a este punto de su carrera donde logra, con Yo soy la felicidad de este mundo, presentar una pieza de Cine -así, con mayúscula- en estado puro, cine mexicano imprescindible.



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lan Sexenal (2014) es la historia de Juan (Harold Torres) y Mercedes (Edwarda Gurrola), pareja que después de una fiesta para celebrar su mudanza a su nuevo hogar, se ven acechados por un hombre que se mantiene afuera de su hogar mirando directamente hacia su ventana, y cuando piden la ayuda de las autoridades, estas son ineficientes y los vecinos, que viven guiados por la total indiferencia de lo que está aconteciendo, no son de ninguna ayuda para la pareja que se enfrenta a la peor de sus pesadillas, encarnada por ese extraño que pretende irrumpir en su nuevo hogar. Un México violento, con noches que transcurren bajo toque de queda y aparentemente al borde de una inminente situación política pre apocalíptica; marchas, manifestaciones, caos, inseguridad, anarquía; un microcosmos que es reflejo de la situación de descontento social a nivel nacional. Así es el contexto que propone Santiago Cendejas en Plan Sexenal, su ópera prima producida por Gerardo Naranjo (Miss Bala). Se trata de una historia oscura y arriesgada sobre esta pareja -casi anónima porque sólo conocemos sus nombres y nada más- que debe sobrevivir una noche en

su nuevo hogar al comenzar a ser acosados por ese misterioso personaje cargado de peligrosos secretos y ante la falta de ayuda de las autoridades y la feroz indiferencia vecinal. Sin embargo, la película no logra escapar de los errores comunes de la mayoría de las óperas primas: la falta de consistencia, pues tanto algunas situaciones como las acciones de los personajes -desdibujados en ciertos momentos, aunque bien interpretados-, en ocasiones se sienten forzadas, inverosímiles o pobremente sustentadas. Y es que a pesar de tener un arranque algo pausado y que no da explicaciones de ningún tipo -y eso ya será una virtud o un defecto, dependiendo de la perspectiva subjetiva del espectador-, el desarrollo de la historia se vuelve intenso y por momentos logra la construcción formidable de atmósferas opresivas y angustiantes; Cendejas maneja -por momentos, nuevamente- el suspenso con gran audacia y en algunas secuencias decide inteligentemente no mostrar gráficamente la violencia, nos la niega y nos obliga a completar el brutal rompecabezas en nuestra cabeza, ofreciendo así un eficaz, sutil y elegante horror. Pero no obstante estas virtudes, en su recta final

Plan Sexenal pierde el rumbo, queda a la deriva y naufraga irremediablemente en su pretensión de ser una crítica a la situación actual de México donde nadie ayuda nadie, una metáfora del sistema político y social donde se vive en la completa indiferencia hacia el prójimo y sólo se busca el bienestar personal. Los secretos que carga el misterioso hombre que los acosa son revelados de una manera fragmentada y a cuentagotas, su relación con Juan queda al descubierto pero no del todo clarificada; éste hecho funciona en parte para brindar algunas respuestas pero también genera otras dudas aún mayores y se vuelve más desconcertante. Plan Sexenal no tiene la contundencia necesaria para dar como resultado un thriller redondo al que le faltó darlo todo -o saber cómo darlo-, le faltó seguir con la ambición con la que planteó, y sobre todo, desarrolló la trama, faltó dar ese salto final para lanzarse al vacío, atreverse a todo y, sobre todo, tener una mayor ambición formal, puesto que su carencia de rigor cinematográfico es uno de los puntos más débiles de esta no tan lograda propuesta fílmica y por el contrario, sí muy desencantada.



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na mujer rubia en un abrigo de piel entra a una tienda departamental buscando una muñeca para regalo; deja su dirección para que se la envíen y se marcha. Esta sencilla anécdota sirvió de inspiración a la escritora Patricia Highsmith -quien vendía muñecas en el área de juguetes de un gran almacén durante la Navidad de 1948- para escribir su novela lésbica El precio de la sal (The Price of Salt, 1952) firmada bajo el pseudónimo de Claire Morgan debido a la temática de la obra considerada 'indecente' en aquella represiva época, y que fue reeditada en 1985 ya firmada con el nombre real de su autora y bajo el título de Carol, título con el que ahora llega su adaptación cinematográfica a cargo del sobresaliente director Todd Haynes. Carol (2015) es la historia de amor prohibido que surge entre Therese Belivet (una muy solvente Rooney Mara que se llevó el premio a Mejor Actriz en Cannes), una aspirante a fotógrafa que trabaja como empleada del departamento de juguetes en un gran almacén, y Carol Aird (Cate Blanchett en otro fenomenal ejercicio actoral), una sofisticada mujer en proceso de divorcio que busca una muñeca para regalarle a su hija Rindy. Su encuentro casual ante el aparador de la tienda genera una química instantánea y una atracción imparable; el accidental olvido de los guantes de Carol en el mostrador del establecimiento es la excusa perfecta para que días después las mujeres vuelvan a tener un contacto del que nace una relación de amistad que evoluciona hasta convertirse en una pasional relación. La pareja se complementa a la perfección a pesar de la clara diferencia social, pero deben mantener su relación en las sombras debido a la restrictiva sociedad neoyorquina de los años 50; además Carol se enfrenta al hostigamiento de su esposo Harge Aird para que regrese

con él y a la posterior demanda por conseguir la custodia total de su hija recurriendo a una clausura de conducta inmoral. Hay varias razones para considerar a Haynes como la opción obvia para contarnos esta historia -que originalmente iba a ser dirigida por John Crowley, responsable de Boy A y la reciente Brooklyn, y co protagonizada por Mia Wasikowska en el papel de Therese-, no únicamente por ser abiertamente homosexual -y por ende no ser ajeno a la temática- sino por estar ya familiarizado con las historias de la época en la que transcurre la trama de "Carol". Recordemos que entre su filmografía podemos encontrar la cinta de culto para la comunidad LGBT, Velvet Goldmine (1998), así como el espléndido drama -escrito por él mismoFar from heaven (2002), una película ambientada también en la moralmente inquisidora década de los 50 donde una ama de casa (Julianne Moore) descubre a su esposo (Dennis Quaid) siéndole infiel con otro hombre y encuentra refugio ante tal tragedia en los brazos de su jardinero afroamericano (Raymond Deagan). Como en la mayoría de sus producciones, el cuidado en el terreno formal que pone en Carol es asombroso. El diseño de arte, el vestuario y las texturas logradas son realmente impresionantes; la fotografía de Edward Lachman aprovecha la detallada y exquisita ambientación para ofrecernos sus acostumbradas excelentes composiciones visuales y generar esa atmósfera que captura con sensibilidad la feminidad de la época. No obstante la impecable producción del filme -que evidentemente lo hace más rico en interesante-, esta nunca se pone por encima del contenido y funciona cómo debe ser: siempre al servicio de la historia. En su momento, la novela causó un gran revuelo por el final alejado de la

tragedia -como tendría que terminar una relación homosexual, de acuerdo con los estándares morales de la época-, que si bien no era un final feliz dulzón, si se trataba indudablemente de un final esperanzador con la posibilidad de una pareja lésbica alcanzando la estabilidad amorosa, de un romance que desafía al entorno y se mantiene firme a pesar de estar condenado a colisionar constantemente contra los imbéciles prejuicios de la época. De la misma forma que la novela, la cinta es una declaración de principios que desafía los estereotipos de la homosexualidad femenina, un testimonio en la época de la cacería de brujas del macarthismo, la hipocresía social y la intolerancia sexual y racial. Y pese a que la cinta transcurre con un ritmo pausado al que las masas no están acostumbradas, la historia nunca languidece en su propuesta, ésta se mantiene intacta. Carol está muy lejos de ser sólo una cinta sobre la orientación sexual de una mujer, se trata de una declaración sobre el marginal estatus de la mujer en una sociedad injusta construida sobre un esquema de valores caducos; Haynes nos regala una película seductora y vibrante sobre el amor y la felicidad, sobre la culpa y las mentiras que interfieren entre la fidelidad a uno mismo y la búsqueda de la integridad, sobre hacer frente al rechazo y la represión en una época donde ser homosexual era un pecado y crimen sin perdón. Con uno de los mejores finales que se han podido ver este año -sutil, sin aspavientos ni pirotecnia, sino contenido y sugerente, como el encuentro de dos miradas y una sonrisa provocada por la esperanza de poder tocar la felicidad... pese a todo- Haynes pone broche de oro a una obra mayor dentro de su filmografía que por supuesto ya tiene el título de "imprescindible".



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l año pasado pudimos ver en la cartelera mexicana El Juicio de Vivian Amsalem (Gett, 2014), un gran drama judicial que los directores hermanos Ronit y Shlomi Elkabetz utilizaron como documento de denuncia social a través de la historia de una mujer a la que le es negado su derecho al divorcio y que lucha por su libertad en una cultura falocéntrica con graves vacíos legales que perpetúan la inferiorización del sexo femenino en el privilegiado patriarcado del Medio Oriente. En una línea similar llega ahora Mustang: Belleza Salvaje (Mustang, 2015), un drama rural con el que la directora debutante Deniz Gamze Ergüven presenta testimonio de su natal cultura turca basada en tradiciones retrogradas y castrantes donde las que las mujeres no tienen decisión alguna sobre su cuerpo o su sexualidad; una sociedad en la que, por ejemplo, la virginidad es obligatoria al momento del matrimonio, y aún se mantiene la tradición de mostrar la sábana con la mancha de sangre como prueba de que el himen ha sido roto durante la noche de consumación. Esta sobresaliente ópera prima está situada en un pequeño poblado al norte de Turquía donde crecen las protagonistas del relato: cinco hermanas huérfanas con edades que van de los 12 a los 16 años, y que literalmente se ven atrapadas en su propia casa por su

estricto tío y abuela abnegada durante el verano tras difundirse rumores de comportamiento inmoral en la playa mientras festejaban el fin de curso. Como adición al castigo, los planes para sus matrimonios pactados se aceleran. Deniz Gamze Ergüven sorprende con una obra contundente sustentada por un guión sólido –escrito por la misma realizadora junto con Alice Winocour– donde las situaciones, los diálogos, los silencios y las acciones fuera de cuadro, configuran un fresco un movimiento sobre la represión que sufren las mujeres por su simple condición de género. Con una puesta en escena sobria y un trabajo fotográfico elegante –labor preciosista de la dupla David Chizallet y Ersin Gok–, logra recrear el cerrado ambiente que llega a niveles claustrofóbicos para las chicas desesperadas ante la rutinaria cotidianidad sin contacto con el exterior y ante la angustiante espera del destino que les ha sido impuesto; a la vez, la película logra dotar agilidad y emoción al relato con la minúscula revuelta juvenil en el microcosmos familiar que tendrá un gran alcance, adquiriendo un matiz social más marcado. En este sentido, es inevitable hacer las conexiones con otras obras como Las Virgenes Suicidas (The Virgin Suicides, 1999), de Sofia Coppola, o la muy reciente Las Elegidas (2015), del mexicano David Pablos. En este caso, como en las cintas recién menciona-

mexicano David Pablos. En este caso, como en las cintas recién mencionadas, las interpretaciones de las protagonistas resultan esenciales para la cabal eficacia del discurso del filme: sus personajes están perfectamente delineados, cada una de ellas posee una personalidad perfectamente delimitada que se diferencia a la del resto de sus hermanas a pesar de haberse criado en el mismo limitante entorno. Es así como, pese a la corta edad de las actrices, sus cualidades histriónicas logran crear un abanico de caracteres que reaccionan de desigual manera a la represión bajo la que viven, y esta discrepancia de perspectivas permite tener un panorama social más amplio respecto al tema, aunque principalmente es el punto de vista de la menor de las hermanas la que lleva el relato. Mustang: Belleza Salvaje se erige orgullosa como una atrevida y estimulante oda al individualismo, una declaración contra las sociedades represoras que coartan los derechos humanos más elementales; tal es el cuestionamiento que el filme hace sobre las tradiciones turcas, que su realizadora ha recibido gran cantidad de amenazas en su país natal. De esta manera tenemos, entonces, que la película no sólo es en un trabajo imprescindible como obra cinematográfica, sino como un propositivo documento testimonial sobre un problema social que lamentablemente sigue vigente.






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areciera que las profecías del 2007 se cumplen: era aquel año cuando en el cine, viendo la película Soy Leyenda con Will Smith que mostraba una Nueva York destruida, con la maleza crecida y una leona atacando a un ciervo, en una de las paredes de un edificio se observaba un letrero de la película Batman vs Superman. ¡Cuántos de los que vimos esta película ansiamos que esto se realizara! Con una ligera sonrisa en mi cara no dejaba de pensar que esto sería increíble. Quizá no sólo fue mi deseo, si no el de muchos que vimos Soy Leyenda, que se realizara esta película. ¿El destino ya estaba escrito o a partir de ese momento se le ocurrió hacer pelear a estos superhéroes? No, esto ya se viene dando en las historietas -así se conocían en mi época. Nos podemos remontar hasta el año de 1941 cuando salieron unos comics llamados World’s Finest Comics. Ahí veíamos cómo alguno de nuestros superhéroes se convertía en malo de la historia y el otro lo aplacaba a cocola-

zos. También en el año de 1952, en el número 76 del cómic de Superman, vemos una aparición del detective más grande del mundo -así llamaban a Batman- en la que unen fuerzas, pero hay un conflicto porque los dos quieren rescatar a Lois Lane. También hacia el año de 1986, Frank Miller crea el comic The Dark Knight Returns y muestra a un Batman cincuentón que regresa de su retiro para volver a tomar el control de Gotham City con un ejército creado por él mismo; pero el gobierno de los Estados Unidos envía a Superman para aplacarlo. Ha habido cómics en los que hasta Batman se hace unos guantes de kryptonita para madrear a Superman. Existen otros mundos alternos en los que hasta Superman es Ruso y se enfrenta al imperialismo yanqui encabezado por Batman; cosas extrañas como estas han surgido en el maravilloso mundo de las historietas. Bueno, como siempre, ya me volví a salir del tema que nos trae aquí: el próximo estreno de Batman v Superman: Dawn of Justice. Como lo he dicho en varias ocasiones, soy fan de las pelí-

culas de acción y de superhéroes, y estoy que se me cuecen las habas por verla ya. ¿Qué podemos esperar de esta película? Pues mucha acción, grandes peleas, mucho efecto especial y esperemos que también tengamos una excelente historia. Para los que ya estamos con ansias por verla, veremos por fin si esto cuaja bien, nos hemos preguntado por qué tanto súper héroe: la aparición de la Mujer Maravilla y el misterio de Aquaman que hasta el día de hoy no ha aparecido en los trailers -o no lo he visto yo-. Pero lo que sí hemos visto ya es el conflicto que hay entre el reportero Clark Kent y el millonario Bruce Wayne. Hemos visto un traje especial que tiene Batman y a un Superman que, al parecer, abusa de sus poderes, vemos algo de humano, por así llamarlo, al no propinarle una paliza a Batman. No queda más que esperar hasta el 24 de Marzo para ver qué nos depara esta historia. Cambiaré mi casco de Storm trooper por la máscara de Batman hasta entonces.




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ingún año cinematográfico es idéntico a otro y exclusivamente un aire de nostalgia encierra al pasado año 2015 para siempre, ya que dentro de él se proyectaron una serie de filmes dignos del recuerdo, pero gracias al cine, éste se quedará para siempre en la memoria colectiva de cada uno de nosotros. El nuevo año 2016 está observándonos fijamente, joven y elegante, esperando humildemente que nos adentremos en él y de paso dejarnos sorprender con la gala de incontables estrenos que pronto tendremos para el disfrute de nuestra cinefilia absoluta.

En el jubilado 2015 tuvimos sorpresas comenzando con Boyhood, la curiosa aventura fílmica que tuvo un rodaje que duró cerca de 12 años, esto gracias a la importancia que el director Richard Linklater dio a la década de filmación; y estando cerca de la temporada de premios pasada, también el público mexicano pudo observar un par de proyectos un poco más sombríos que el anterior. Foxcatcher y Whiplash fueron dos de las favoritas del público al retratar de modo crudo pero ingenioso la odisea que cada uno de los personajes principales tienen que recorrer en lo que ellos consideran su sueño de vida y vocación.


De ahí en adelante desfilaron ante nosotros los estrenos tan esperados de verano, que como cada año, aguardamos con recelo y entusiasmo hasta el último momento, el cual es el instante antes de que comience la función. Toda esta emoción se vio acrecentada con cintas como Ojos Grandes, una cinta biográfica de la mano de Tim Burton donde la realidad y la nula fantasía fue la novedad de esta cinta, mientras que la nueva versión live action del clásico cuento de la Cenicienta intentó cautivarnos pero el asombro duró poco al llegar el verdadero equipo ganador de este verano con Los Vengadores: La Era de Ultron. Mientras tanto es destacable mencionar la inmensa recaudación que generó el trabajo póstumo de Paul Walker, siendo Rápidos y Furiosos 7 una sorpresa admirable de la taquilla mundial, tan sólo para ser arrebatada semanas después por Mundo Jurásico. De ahí en adelante, cuando el verano terminó fue momento de continuar el camino y seguir el paso de cada uno de los estrenos fundamentales de la temporada: Jurassic World, Mad Max: Furia en el Camino, Ant-Man: El Hombre Hormiga, Terminator Génesis, Intensamente, Minions, SPECTRE, Misión Imposible: Nación Secreta y Misión Rescate son tan sólo una pequeña parte de los estrenos que sorprendieron a más de uno y que sin lugar a dudas serán una marca del recuerdo para nuestro viejo amigo, el año 2015 que ya se ha ido.


Ahora bien, es notable destacar un elemento singular de cada uno de los estrenos que hasta el momento hemos mencionado: no interesaría en lo absoluto tener un buffet tan rico en variedad cinematográfica cada año sin el impulso y la necesidad humana de tener un consumo de nuevas historias, esta necesidad humana es lo que genera que el público se cautive cada vez que entra a una sala de cine y se deja seducir por lo que está a unos momento de ver. ¿Qué es lo que nos motiva a ir al cine? Esta simple pregunta puede terminar siendo una muy compleja al comenzar a enlistar cada una de las posibles respuestas, pero nunca habrá una más sincera que el simple hecho de emocionarnos de la misma manera que el personaje en pantalla al surcar las aventuras en las que está entrometido. Nosotros en ese momento nos convertimos en un personaje más, un personaje invisible que siente y piensa lo que podría ocurrir en el término de la historia y no habrá alguien que se anticipe al final más que uno mismo. Somos participes de cada uno de los actos proyectados y al final, cuando la cinta ha terminado, podemos respirar aliviados de que nuestro cuerpo sigue intacto pero nuestro ser, nuestra alma ya no es la misma. Con estas emociones hemos logrado recuperar la capacidad de asombro y expectación que normalmente no logramos sentir en nuestra vida cotidiana.

Y con esto en mente, los estrenos que tenemos ante nosotros no son pocos, son una extensa galería de diferentes géneros para todo el público donde cada viernes uno puede ir con la seguridad total de que siempre encontrara algo bueno que ver. Desde el género de las adaptaciones de cómics a la pantalla grande tenemos primero a Batman vs Superman en algún punto del mes de Marzo, mientras que en Abril llegan dos grandes producciones: El libro de la Selva, llevado de la mano de Jon Favreau, y Capitan América: Civil War; mientras que al llegar a Mayo, Junio y Julio, todos volveremos entrar al mundo mágico y surrealista con Alicia a través del espejo y X-Men: Apocalipsis, Buscando a Dory y terminar el viaje mágico con el rey midas de Hollywood, Steven Spielberg con su cinta El Gigante Bonachón, una adaptación del cuento clásico de Roald Dahl.

Y al llegar a este punto del año, la gran explosión de estrenos de verano a llegado a su fin para dar paso unos meses después a los estrenos de invierno y terminar el gran viaje cinéfilo de la mejor manera al comenzar Noviembre con Michael Keaton en la cinta The Founder cuya historia biográfica mostrará los inicios de la cadena de comida rápida a la que todos hemos ido de niños: McDonald's. Pero Noviembre también está lleno de magia al tener dentro de sí la última creación de Marvel de este año que es Dr. Strange, la cinta que une magia y diversión palomera que todos ya conocemos, no sin antes mencionar que Ang Lee, ganador del premio Oscar a mejor director por Pi: Una Aventura Extraordinaria nos mostrara su nuevo proyecto, Billy Lynn's Long Halftime Walk, una cinta que se a filmado en ultra-alta 3D para contar la historia de Billy, un veterano de futbol americano que lucho para volver a las grandes ligas mientras impedía ser extraditado a su país de originen donde todo terminó en un gran espectacular juego de medio tiempo en la lucha de su sueño. Aunque parece que estas grandiosas cintas son lo único que veremos, estamos equivocados ya que la lista es larga y hay cintas para todos los gustos.


Silence, la nueva cinta de Martin Scorsese que aún tiene fecha de estreno por confirmar, mientras que la siguiente de la lista es Passengers, una cinta romántica y especial con Chris Pratt y Jennifer Lawrence; La vida secreta de tus mascotas, cinta de animación del estudio que nos trajo Mi Villano Favorito, La Leyenda de Tarzán en la que se encuentran actores de la altura de Samuel L. Jackson, Christoph Waltz y Margot Robbie quien también veremos en la cinta que es considerada el lado B de las cintas de superhéroes con El Escuadrón Suicida, cinta que intentará emular lo hecho con Guardianes de la Galaxia esperando que el público se entusiasme con estos chicos malos (incluido nuevo Guasón interpretado por el siempre confiable Jared Leto). La lista podría seguir y es seguro que más estrenos están por anunciarse y algunos otros por confirmar pero solo lo sabremos con el pasar de los días y lo que la cartelera de la semana esté preparada para anunciar. Es de este modo seguro que todos estaremos ocupando un asiento en la sala de cine, con nuestros boletos en mano, entrando, aguardando la historia que está a minutos de comenzar, llenos de expectación y emoción tal y como estamos llenos de expectación en las clásicas historias que se cuentan alrededor de la fogata. Ahora es momento de dejar ir al viejo año 2015, saludar al 2016 y mostrar una mirada al frente aguardando con gusto el cine que nos espera cómodos en nuestra butaca.


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n mi opinión, la razón por la cual Scorsese quiso hacer un remake del film de 1962 del mismo nombre, es la manera en que ve al personaje de Sam Bowden (Nick Nolte). Este es un abogado que se ve amenazado por un hombre de su pasado –un supuesto violador que acaba de terminar una condena de 14 años y quiere venganza por lo que cree (correctamente) fue una pésima defensa. En la película original, Sam Bowden era un buen hombre tratando de defender a su familia de un loco. En la versión de Scorsese, Bowden tiene defectos y es culpable, de hecho todo el mundo en esta película es débil en una forma u otra, y no hay héroes. Ese es el toque Scorsese. La película, filmada cerca de Fort Lauderdale, muestra Nolte a la cabeza de una familia con problemas. Él y su esposa (Jessica Lange) han ido a terapia a causa de sus infidelidades, y ahora parece estar por iniciar otra. Viven en una casa grande, pero aún así, sin espacio suficiente para su hija (Juliette Lewis), que odia cuando pelean y se encierra en su habitación a ver MTV. Esta es una familia con muchos

problemas incluso antes de que Cady aparezca en la escena. Cady es interpretado por Robert de Niro, cubierto con tatuajes que deletrean amenazas bíblicas, lidera la ciudad en un Mustang convertible hasta que Bowden se ofrece a enseñarle algo acerca de la ley. Y pronto, en todas partes Bowden ve y siente la presencia amenazante de Max Cady: fuera de un restaurante, en el cine, en el muro que rodea su propiedad. Pero Cady es inteligente y no hace nada fuera de la ley, no ofende y no hace ningún daño físico a Bowden. Es casi un juego para burlarse del abogado al punto de ruptura. Bowden va a la policía, a un abogado, a un investigador privado, y al buscar ayuda, empezamos a darnos cuenta de que nadie en este mundo está limpio. Lo que estamos mirando es un personaje clásico de Scorsese, que película tras película es un hombre torturado por culpa y la debilidad, buscando perdón y redención. Y con esta nueva versión de Max Cady, Scorsese nos da no un mal hombre solamente, sino uno malvado –cuyo único propósito es mostrarle a Bow-

den que él también es un criminal. Una capa de maldad subyace todo el film, y es dramatizado en el personaje de Danielle, la hija de los Bowden, con 16 años, se ve atraída por la amenaza y sexualidad de Max Cady. O tal vez solo le guste cualquier persona que moleste a sus padres, en una escena tensa e inquietante, Cady se hace pasar por un profesor de drama, y ella a pesar de saber quién es él, le sigue el juego, permitiéndose ser seducida, porque el mal y el peligro son atractivos para ella. El personaje de Nolte es más complejo. Él no es un mal hombre, pero tampoco uno muy bueno, y finalmente concuerda con su investigador privado Joe (Dan Baker) en que tal vez 3 hombres deberían ser contratados para golpear algo de sentido en Cady. Cuando Max Cady acaba con los 3 sujetos y va en busca de Bowden, nos damos cuenta de la complejidad de la película. A diferencia de la versión simple de esta escena que hemos visto cientos de veces, lo que Scorsese nos da es un villano al que se le ha hecho mal, buscando lastimar a un “héroe” que ha pecado.





El segundo filme favorito para Fassbinder dentro de su propia filmografía, lo escribió como ejercicio catártico para liberar el dolor y la culpa que le causó la muerte de su amante quien se suicidó poco después de que terminaran su relación. La cinta situada en Frankfurt retrata los últimos cinco días de la trágica vida de Elvira (Volker Spengler), una mujer transexual antes llamada Erwin -casado y con hijos- que regresa a casa tan sólo para descubrir que ha regresado Christoph, su amante que había estado ausente por semanas y que ahora abusa verbal y físicamente de ella. Cuando éste la rechaza, Elvira no es capaz de soportar el dolor y la soledad, por lo que busca el cariño y la comprensión, así como una razón más para seguir viviendo. El título del filme hace referencia a la creencia que señala que en el Año de la Luna, el cual tiene lugar cada siete años, las personas que son más sensibles sufren fuertes depresiones; además si el Año de la Luna resulta ser, al tiempo, un año con trece lunas nuevas, estos personajes pueden sufrir grandes catástrofes personales.


Documental filmado durante la mayor parte de la década de los 80 que retrata las problemáticas y el estilo de vida de un grupo de personas transgénero y drag queens en lo más bajo de la ciudad de Nueva York. La mayoría de ellos latinos y afroamericanos, iniciaron un interesante moviemiento social y cultural para escapar de los peligros y la pobreza de la epoca. Llenas de glam, cultura pop, mucha lentejuela y baile. Durante esos moviemientos se crearon muchos estilos de baile que hasta las fecha continuan vigentes, entre ellos el famoso "voguing" (tan popularizido por madonna en la decada de los 90).

En esta producción setentera de Andy Warhol, un par de transexuales -la actriz puertorriqueña Holly Woodlawn y la neoyorquina Jackie Curtis- forman un reducido grupo de liberación femenina y convencen a la incestuosa socialité Candy de asistir a sus reuniones con el fin de que se una al grupo y obtener de ella el dinero y glamour necesario para la causa.

La reconocida drag queen Divine, vive bajo el nombre de Babs Johnson junto con su hijo y su obesa madre en una caravana, y recientemente ha sido nombrada como "la persona más inmunda del planeta" por una publicación local. Esto despierta la envidia y los celos del matrimonio Marble, quienes están dispuestos a hacer todo con tal de superar a Divine. Esta oda al mal gusto, la suciedad y la depravación en la que podemos "apreciar" escenas de canibalismo y hasta zoofilia, convirtió a Divine en todo un ícono de la cultura trans en el mundo entero.


Bree es una mujer transexual que Ha estado trabajando arduamente para reunir el dinero para culminar su proceso de cambio de sexo; también ha ido a terapia para así probar que está preparada mentalmente para este cambio. Inesperadamente recibe una llamada de un chico buscando a Stanley (el nombre original de Bree), pidiendo su ayuda ya que está detenido por vender drogas y prostituirse. El chico resulta ser fruto de una relación con una mujer durante la universidad. Bree inicialmente prefiere ignorar la situación pero su terapeuta no le dará la autorización para su operación si no enfrenta su pasado como Stanley y conoce a su hijo. Transamérica es una sensible 'road movie' familiar (con la tremenda actuación de Felicity Hoffman) en la que Bree debe de aprender a aceptar que aunque ya no es Stanley, él y sus acciones del pasado la acompañarán por siempre.

El pequeño Ludovic Fabre está teniendo cambios radicales en su persona: comienza a vestirse con ropa femenina, lleva el pelo largo, y está muy seguro de que desea convertirse en una niña. La familia cree que es un juego, una simple etapa y que con el tiempo pasar. Ludovic se hace amigo de Jerome, hijo del jefe de su padre, y el siente que está destinado a casarse con él. La familia de Jerome descubre esto y comienzan a surgir cuestionamientos y ataques hacia Ludovic y su decisión de querer ser niña, por lo que su familia se encuentra en el dilema de ceder a las presiones de la sociedad o respetar los deseos de su hijo.

La película ganadora del Teddy Award en Berlín y del Premio especial del Jurado en el Festival de Gijón, nos cuenta la historia de Sylvie, una transexual que se dedica a la prostitución en una tristeza casi perpetua con algunos destellos de felicidad efímera, y que está enamorada de dos hombres -Djamel, un prostituto que vende placer tanto a mujeres como a hombres, y Mikhail, un inmigrante ruso-. Ellos también están enamorados de ella, por lo que decide iniciar una relación con ambos.


El Ejército Republicano Irlandés secuestra al soldado inglés Jody con el fin de negociar la liberación de presos políticos. Uno se los miembros de integrantes del grupo rebelde llamado Fergus forja una extraña amistad con Jody y éste le hace prometer que cuidará a Dil, su novia, si él es asesinado. Las negociaciones fracasan y Jody muere, por lo que Fergus debe ir en busca de la ahora ex novia de Jody de la que se enamora perdidamente... el resto, ya se lo pueden imaginar, por algo está en este top. Un gran reparto y un soberbio guión son las principales bazas de este noventero filme de culto que catapultó a la fama a Neil Jordan.

Mitzi, Felicia y Bernardette son dos travestis y un transexual que trabajan como drag queens en un cabaret en Sidney, y que un día reciben la oferta de actuar durante un mes en un hotel de Alice Springs, ubicado al centro del país en medio del desierto rojo. El viaje comienza con la intención de dejar atrás sus problemas pero se convierte en todo un periplo en el que conocen a una miríada de personajes que transforman el trayecto toda una aventura entre aplausos, música, tacones, pelucas y ataques homofóbicos. Esta divertidísima road movie escrita y dirigida por Stephan Elliott se convirtió en todo un éxito precisamente a su fresco y honesto guión que escapa de toda clase de estereotipos, así como a las interpretaciones sobresalientes de Terrence Stamp, Hugo Weaving y Guy Pearce. Toda una obra de culto.

A principios de la década de los noventas, la directora británica Sally Potter puso sobre la mesa el tema de los roles de género en el cine con Orlando, libre adaptación fílmica de la novela de Virginia Woolf en la que la siempre andrógina Tilda Swinton encarna al personaje central que recorre más de cuatro siglos con recurrentes cambios de sexo. Obra imprescindible, no solo del cine trans, sino del cine mundial.


La ópera prima de Kimberly Peirce, escrita de manera conjunta con Andy Bienen inspirándose en hechos reales, nos traslada a la profundo de Estados Unidos donde vive Teena Brandon, una chica que siempre ha deseado ser un chico, por lo que un día toma la decisión de transformar su apariencia radicalmente: se corta el pelo, disimula sus pechos con un vendaje ajustado, se viste como "cowboy" e invierte el orden de sus nombres para hacerse pasar como Brandon Teena. Así comienza a cortejar a una chica, pero el secreto no tarda en salir a la luz y las consecuencias en la homofóbica localidad son brutales. Hillary Swank se llevó un merecido Oscar como mejor actriz por este fenomenal filme que, sin caer en lo panfletario, se convirtió en toda una declaración contra la violencia hacia la comunidad trans.

La historia de verídica Ron Woodroof, un cowboy diagnosticado con SIDA en la época de los 80's cuando emergió la enfermedad. A Woodroof se le pronosticaba sólo un mes de vida, y al negársele el tratamiento para combatir la enfermedad con un nuevo medicamento, éste se dispone a conseguir la medicina de manera ilegal. Es así que sobrevive, y con la ayuda de un joven transexual llamado Rayon, comienza a traficar los medicamentos que ayudarán a luchar contra la enfermedad. La cinta nos presenta a uno de los mejores y más entrañables personajes transgénero del cine: Rayon (interpretado magistralmente por Jared leto), y es que si bien la historia no se centra en él, destaca el vínculo que desarrolla con Ron, y cómo su amistad hace que cambie la estrecha visión que tenía hacia los gays y transgénero.

Este documental mexicano nos narra la vida de Coral Bonelli, una actriz transgénero que vive de manera humilde junto a su madre, Doña Pinoles, en una vecindad ubicada en algún rincón del D.F. El nombre de Coral era Fernando García, quien en su infancia fue un niño estrella conocido como 'Pinolito', un gran imitador del cantante español Raphael y de ahí saltó al cine para compartir pantalla con grandes de la época como Katy Jurado y Sara García. En su adolescencia se convirtió en bailarín en shows de cabaret para posteriormente continuar con imitaciones de grandes cantantes cono Lucha Villa. Y es a raíz de eso que Fernando está convencido en convertirse en mujer, en Coral Bonelli, quien nos narra su vida y el proceso de transformación, siempre con el apoyo de su madre y pese a las dificultades de ser una actriz trans que está en el olvido.


Mabel es una joven 'muxe' que dejó su pueblo natal, Juchitán, Oaxaca, para buscar suerte como cantante. En dicha localidad la transexualidad es vista de una forma natural y el ser 'muxe' es parte una tradición ancestral; pero el odio y la homofobia parecen no respetar la calma que hay ahí hacia la comunidad transgénero. Al enterarse que su mejor amiga Daniela desde la infancia, y también 'muxe', fue asesinada de forma violenta, Mabel regresa al pueblo después de años para tratar de esclarecer el crimen. El viaje se convierte en una mirada a su pasado... a los recuerdos, la familia, las viejas amistades y las noches de cabaret. Un fascinante thriller, una enorme pieza de 'cine noir' (al que el director ha bautizado como 'pink-noir') que te envuelve en la incertidumbre y la nostalgia.

Hedwig vive en Alemania en plena época de la creación del muro de Berlín. Hedwig conoce a un sargento norteamericano con el que planea casarse para que lo lleve a Estados Unidos a vivir con él, pero las leyes no permiten que dos hombres contraigan matrimonio, por lo que se somete a una operación que de cambio de sexo. La cirugía no sale del todo bien, en su entrepierna queda una "pulgada irritada" (su angry inch). Llegando a América el sargento lo abandona y Hedwig decide formar parte de una banda de punk-rock; poco después conoce a Tommy Gnosis, un chico que se vuelve su amante, pero no tarda en robarle su música y comienza una carrera por su parte con gran éxito. Hedwig y su banda "The Angry Inch" emprenden una gira por todo Estados Unidos para dar a conocer su verdad y su música. Un melancólico y rabioso grito sobre la autoaceptación con una poderosa banda sonora y una hermosa fábula sobre el origen del amor.

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LA MALA EDUCACIÓN 2005 | Dir. Pedro Almodóvar

Durante su infancia, Enrique vivió en un internado donde conoció a Ignacio, quién sería su mejor amigo y primer amor. Pasan los años y las circunstancias los separan. Enrique se convierte en un afamado director de cine. En una ocasión un joven que dice ser Ignacio llega a buscarlo ofreciéndole un guión que ha escrito basado en su infancia en el internado y los abusos sexuales por parte de un padre en el mismo. La historia está protagonizada por la misteriosa Zahara, que es Ignacio convertido en mujer. El cine de Almodóvar está lleno de personajes transgénero muy importantes y entrañables: Agrado y Lola en Todo sobre mi madre; Vera en La piel que habito y la Femme letal de Tacones lejanos, por mencionar algunos.


Laurence es un profesor de literatura que está por cumplir 30 años y toma una decisión radical: comparte sus intenciones de convertirse en mujer. La noticia causa conmoción en amigos y familia, pero sobre todo en su novia Fred, quien aceptar seguir junto a él durante todo el proceso de cambio de sexo. Laurence está muy satisfecho con la decisión tomada, pero no así para quienes se encuentran a su alrededor, pues comienza a tener varios inconvenientes en su trabajo, en su familia y la relación con su mujer se comenzara a tambalear. Dolan nos trae este retrato de un ser que descubre tardíamente su identidad sexual pero que aún así lucha por varios años por recuperar el amor de su vida: una mujer.

Yiorgos regresa a Atenas después de salir de la cárcel para rehacer su vida. Durante su primer noche de libertad, se hospeda en un hotel donde conocerá a Strella, una prostituta transexual y cantante de cabaret. Yiorgos y Ytrella pasan la noche juntos y de ahí surge una romance entre ambos, a él no le importa que Strella sea transexual, porque es la mujer de sus sueños, tiene un buen corazón y termina conquistándolo. Pero los barrios bajos de Atenas y el pasado tormentoso de Yiorgos les tienen preparadas varias jugadas a la pareja de enamorados.

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TOMBOY 2011 | Dir. Celine Sciamma

Laure y su familia acaban de mudarse a un nuevo barrio. Ella tiene inquietud en cuanto a su sexualidad, así que aprovecha que nadie la conoce y se hace pasar por un niño, presentándose a los demás como Michael. Es así que, mientras está en casa, sigue siendo Laure, pero en el barrio se convierte en un chico: juega fútbol, se mete en peleas a puño limpio y le gustan las niñas. Michael logra conquistar a una linda niña llamada Lisa. Laure entonces comienza a ser Michael también en su casa, su madre se niega absolutamente pero su padre, parece asimilarlo de manera más rápida, y poco a poco comienza a apoyar a Laure en su cambio de identidad a Michael.


Pat Braden fue abandonado al nacer en las puertas de una iglesia para después ser adoptado. Es un niño poco convencional para los años 60s. A Pat le gusta vestirse de mujer, lo que no es muy bien visto por la sociedad de la época. Cuando crece, deja a su familia adoptiva y emprende un viaje a Inglaterra en busca de su madre biológica; en el transcurso de su viaje se irá transformando en Kitten, sensible y deseosa de ser aceptada, pero a la vez aguerrida y firme en sus convicciones y su estilo de vida. La cinta está basada en la novela homónima y autobiográfica del protagonista, Patrick McCabe.

Joana y Valentina son dos amigas travestis con aspiraciones a convertirse en artistas famosas. Cada una tiene una personalidad diametralmente opuesta: Valentina es toda una Diva, una estrella de cabaret, temperamental pero talentosa, le ha costado bastante llegar a donde está y no permitirá que nadie pase sobre ella. Por el contrario, Joana es más dócil y dulce; siempre ha querido festejar su fiesta de XV años pero fue imposible por la vida que llevaba con su familia machista en la provincia mexicana. Ambas son grandes amigas y compañeras en este camino hacia la fama que tanto desean.

En esta poco conocida pero interesantísima mixtura de historias y géneros en la que coinciden las tramas de Frankenstein, Dr. Jekyll y Mr. Hyde e incluso una variante de Jack el Destripador, el Dr. Jekyll busca descurbir la fuente de la eterna juventud, por lo que experimenta con jóvenes mujeres recién fallecidas, pero para conseguir más cuerpos, crea una fórmula que lo transforma en una hermosa mujer a la que hace pasar como su hermana Hyde, quien asesina a las mujeres que necesita para continuar con su búsqueda de la juventud eterna. No obstante, con cada transformación en Hyde, ésta gana más poder y se va convirtiendo en la personalidad más dominante que busca suprimir de una vez y para siempre al Dr. Jekyll.


En esta sobresaliente actualización del mito griego, el transexual brasileño del título vive ilegalmente con su hermano Terranova en la periferia de París. Su hermano lo observa como si se tratase de una rosa perfecta; en un arranque de egoísmo la secuestra para que le pertenezca sólo a él y lo deja ciego. La falta diaria de sus hormonas hace que Tiresias se vaya transformando poco a poco frente a sus ojos.

René Gallimard es un diplomático francés que llega a la embajada de su país en Pekín. Recurrentemente asiste a la ópera china donde conoce y se enamora de Song Liling, una de las actrices de los espectáculos. Comienzan a desarrollar su relación pero súbitamente el gobierno chino ordena que Song sirva como espía, revelando que se trata en realidad de un hombre que interpreta los roles femeninos en la ópera china, pues está prohibido que las mujeres actúen, algo que René desconocía. Elegante y sugerente propuesta de Cronenberg basada en la obra teatral de David Henry Hwang, quien adapta para la gran pantalla su propio tranajo inspirado en un caso real.

El considerado como el peor director del mundo, protagonizó él mismo este vanguardista filme como un grito de tolerancia al travestismo -que practicaba- y la transexualidad; para ello nos contó a manera de docudrama semi autobiográfico la historia de Glen, un heterosexual con doble personalidad: Glenda. La actriz Dolores Fuller, novia en el momento del actor Bela Lugosi, quien participó en el filme como El Científico, encarnó a la novia de Glen. Como toda la obra fílmica de Wood, Glen o Glenda es objeto de culto.



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n 2009, los cuerpos sin vida de los hermanos gemelos Alberto y Alejandro Jiménez –mejor conocidos como los mini luchadores Espectrito Jr. y La Parkita– fueron encontrados en la habitación 52 del Hotel Moderno en el Centro Histórico de la Ciudad de México, víctimas de un par de prostitutas que los narcotizaron con gotas oftalmológicas con el fin de robarles sus pertenencias. "Las Goteras", como se les bautizó, fueron aprehendidas y sentenciadas algunas semanas después del crimen. Esta macabra anécdota capitalina sirve como germen y pretexto ideal para que la portentosa pluma de la guionista Paz Alicia Garciadiego desarrolle toda una tesis en torno a la miseria humana, tomando como personajes centrales a dos prostitutas cuya madurez las ha ido privando de las oportunidades de trabajar para la madrota que regentea el negocio del sexo servicio en el arrabalero barrio que ahora oferta únicamente lozanas mujeres. Arturo Ripstein, un cineasta tachado por muchos como tremendista y pretencioso, pero que aún así se ha convertido en un género en sí mismo dentro del cine patrio, está de regreso con otro tremebundo drama donde la amargura reclama su habitual protago-

nismo, pero ahora al punto de colarse hasta el título del filme –La Calle de la Amargura (2015)– en el que las fenomenales Patricia Reyes Spíndola y Nora Velázquez encarnan a las prostitutas que buscan no sólo la solución a su desempleo sino un escape de sí mismas: en sus respectivas casas, una se enfrenta a la soledad y al tener que hacerse cargo de su madre a la que obliga a pedir limosna postrada en una suerte de carro de madera improvisado; mientras la otra debe responder a una exigente hija adolescente y a su nueva pareja (Alejandro Suárez) que sorpresivamente gusta travestirse con sus vestidos para citarse con jovencitos... a veces incluso en su propia casa. Con La Calle de la Amargura Ripstein celebra cinco décadas de carrera manteniéndose fiel a su radicalidad y huye de las concesiones en la manera de filmar; vuelve a echar mano de una sofisticada puesta en escena con sus habituales largos y poderosos planos secuencia donde cada movimiento de cámara, cada fenomenal diálogo y cada gesto de los actores está perfectamente ensayado y pulido sin que se sienta forzado en ningún momento, con una apabullante retórica visual invadida por reflejos y claroscuros. También

vuelve a prescindir del color y con la ayuda de la monocromática y prodigiosa lente del cinefotógrafo Alejandro Cantú –con quien repite tras los espléndidos resultados en Las razones del corazón (2011)– alcanza las sórdidas y agobiantes atmósferas requeridas para un relato de esta naturaleza. En la mejor tradición de la tragedia griega –donde los personajes intentan escapar pero son alcanzados por su pasado y su destino–, con la herencia iconoclasta de su maestro Buñuel, y marcadas pinceladas de melodrama mexicano donde el llorar frente a la cámara es todo un arte –y en este sentido, Silvia Pasquel, quien encarna a la madre de los mini luchadores, está descomunal, y Ripstein vuelve a demostrar que también es un fenomenal director de actores–, La Calle de la Amargura está perfectamente inserta dentro del universo ripsteiniano: es descarnada, visceral y grotesca, pero es al tiempo honesta, humana y personal. El director mexicano ha elaborado otro imprescindible retrato social con sardónico humor sobre el doble pensar moral y la atrocidad de la que es capaz el hombre; un nuevo retrato sobre la condición humana.



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on el respaldo de Michel Franco y Gabriel Ripstein como coproductores a través de Lucía Films, el director venezolano Lorenzo Vigas presentó su opera prima en la última edición del Festival de Cine de Venecia, llevándose a casa el León de Oro a la Mejor Película además de tener una positiva recepción en la sección Horizontes Latinos en San Sebastián. El director debutante desarrolla el guión a partir de una historia escrita junto con Guillermo Arriaga y crea un debut contundente sobre un improbable romance entre Armando, un solitario hombre de mediana edad que fabrica prótesis dentales que contrata jovencitos para que satisfagan sus peculiares deseos sexuales que consisten en permanecer semidesnudos mientras él se masturba –no le interesa el contacto físico; no quiere tocar ni ser tocado–, y Elder, un adolescente líder de una banda de delincuentes en las convulsas calles de Caracas. En su primer encuentro el adolescente le agrede violentamente y se lleva su dinero; pero Armando vuelve a buscar a Elder y éste vuelve a llevarse el dinero a base de amenazas. Los días transcurren y el rito continúa, la rela-

ción que en un principio surgió por dinero y la búsqueda de placer se va transformando en una relación de amistad y protección –aunque nunca pierda la gran carga de tensión sexual reprimida– en la que Armando realmente se preocupa por el bienestar del atractivo chico... hasta llegar a algo más. No obstante, al margen de esta atípica historia de romance imposible, se gestan las historias personales de Armando y Elder. El primero acostumbra a espiar a un hombre mayor; le sigue a casa, a su trabajo, a los lugares que frecuenta de manera social, y pronto se nos es revelado el secreto que los une. Mientras tanto, Elder vive envuelto en la violencia de las pandillas mientras sueña con poder comprarse su propio automóvil. Vigas propone una cinta con una estética sobria despojada de artificios que es sustentada por un guión que apenas hace uno de los diálogos verdaderamente necesarios para dar forma a este elegante, nervioso e improbable romance. Las interpretaciones del ya consagrado actor chileno Alfredo Castro y del asombroso debutante Luis Silva dotan a la propuesta del venezolano de un aura naturalista que otorga

una completa verosimilitud a la trama y cercanía con sus protagonistas. Al examinar Desde Allá es inevitable hacer la conexión con La Virgen de los Sicarios, esa magistral adaptación de la novela autobiográfica de Fernando Vallejo en la que Barbet Schroeder retrató con bríos otra igualmente poderosa relación homosexual en un entorno regido por la violencia y la marcada división de clases en otra convulsa ciudad latinoamericana (Medellín, Colombia) y se convirtió en un clásico contemporáneo del cine hispano. Drama, romance y crimen envuelven también a Armando y Elder, pero a diferencia de la película de Schroeder, Vigas opta por recorrer derroteros más sutiles y sugerentes que dotan al filme de una dimensión emocional sobre estos dos personajes particularmente aislados de una manera completamente distinta. Desde allá es un trabajo desgarrador que sin concesiones nos habla del ¿amor?, la dependencia emocional, la homofobia heredada de la sociedad, la diferencia de clases, el dinero, el poder y la violencia como pocas veces se hace en el cine latinoamericano. Un gran debut al que habrá que cazar en la cartelera... si es que algún día nos llega.



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l cineasta mexicano Julián Hernández incursiona en solitario en el terreno documental con un cortometraje enfocado en la figura de un bailarín provinciano, que ante la adversidad económica con la que se topa de frente tras mudarse al D.F., decide recurrir a su segunda actividad favorita después de la danza: el sexo. Christian Rodríguez es el nombre del también escort originario de la pequeña comunidad de El Roble, cerca de Mazatlán, Sinaloa, en el que se centra Muchacho en la barra se masturba con rabia y osadía (2015), un trabajo que Hernández lleva con sorprendente agilidad narrativa dejando de lado su estilo contemplativo que ha marcado la pauta de su cine. Pero más allá de las virtudes narrativas de Hernández -ya demostradas varias veces a lo largo de su filmografía-, lo que sobresale en el documental es la sensibilidad con la que se aproxima a este personaje y nos cuenta la historia de su doble vida: sin un atisbo de moralidad inquisidora y sin rastro alguno de un enfoque melodramático con el que a otros realizadores les podría haber resultado fácil compartirnos esta historia. Así es como nos encontramos con un cineasta que toma los claroscuros que conforman la vida del fenomenalmente carismático Christian -o Jonathan, para sus clientes- y nos lleva a conocerlo desde su infancia/adolescencia en su pueblo natal donde tuvo sus primeras experiencias sexuales con pseudobu-

gas, hasta su llegada a Mazatlán y posteriormente al D.F. donde tomó la decisión de prostituirse para encontrar sustento económico a falta de un trabajo estable como bailarín. Con estos fragmentos de la vida de Christian, Hernández va tejiendo una narración ágil al tiempo que íntima sobre su fascinante protagonista, guiándonos a través de los universos en los que se mueve: el de la danza contemporánea y el de la prostitución homosexual capitalina, universos hipnóticos que se llevan en la memoria tras su visionado, pues tanto las escenas de ensayos de danza contemporánea así como las estilizadas secuencias de sexo -incluyendo esa que bautiza el documentalposeen un poderío visual y una sen-

sibilidad emocional que hace imposible no terminar seducidos ante la propuesta de manera instantánea. Muchacho en la barra se masturba con rabia y osadía es una postal compleja, detallada y llena de matices sobre los mundos de la danza y la prostitución en una maniática metrópolis como lo es la Ciudad de México. Evitando juicio alguno de cualquier naturaleza y sin adoptar una perspectiva morbosa sobre lo desoladora y sórdida que puede ser la prostitución, logra con tan sólo veinte minutos de metraje ser un documental sólido, un sobresaliente y sofisticado trabajo que se une a la ya contundente filmografía de Julián Hernández.



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arlon Brando fue una figura hermética y misteriosa. Poco se sabía realmente de su vida privada más allá de los escándalos amorosos y las tragedias familiares que la prensa se empecinó en sacar a la luz tratando de desentrañar el mito de la gran estrella hollywoodense. A poco más de una década de la muerte del dos veces ganador del Oscar como mejor actor —Nido de ratas (On the waterfront) en 1954 y El Padrino (The Godfather) en 1972—, el director Stevan Riley hace uso de cientos de horas de inéditas grabaciones que el Brando hizo a lo largo de su vida, y con ellas crea un collage en movimiento que da forma al documental definitivo sobre el que muchos consideraron el mejor actor del mundo. Tras un trabajo de investigación exhaustivo y a través de un notable trabajo de edición, Riley crea Listen to me Marlon (2015), una suerte de autobiografía guiada por el mismo actor que intercala prudentemente los momentos de su carrera profesional con los de su truculenta vida privada. De esta manera conocemos sus inicios en la actuación sobre los escenarios teatrales donde encontró a su mentora profesional Stella Adler —heredera del método de Constantin Stanislavski y pionera en uso de este método en Estados Unidos— con quien cambió la manera de hacer cine al sentar las bases de un nuevo tipo de

actuación que germinó en otros grandes de la industria como Robert De Niro y Al Pacino. "Cuando la cámara se te acerca, tu cara se vuelve el escenario. Tu cara es el arco proscenio del teatro de nueve metros de altura y ve todos los movimientos de tu cara, del ojo y de la boca. Tienes la intensidad para actuar." Su careo con la fama y su estatus de celebridad fue algo que siempre le incomodó —"Lo que hace es alejarte de la realidad. No lo soporto. Lo odio"—, mientras que con amargura se lamentó la farsa de la máquina de hacer dinero en que se transformó la industria hollywoodense —"No hay artistas. Somos hombres de negocios. Comerciantes. No hay arte. Agentes, abogados, publicistas... todo eso es mierda. Dinero, dinero, dinero. Si crees que se trata de otra cosa saldrás lastimado"—. Evitando cualquier clase de morbo, el documental muestra a un Brando que vivió entre la tristeza y el rencor, un alma torturada y maltrecha que intentaba disfrazarse de indiferencia, aunque siempre apasionado por la vida y su trabajo como actor. Listen to me Marlon nos permite una aproximación a sus momentos más íntimos: su infancia en Omaha, Nebraska; la relación con su violento y alcohólico padre; su madre, igualmente alcohólica, pero responsable de alentar su

sensibilidad artística; la crisis de la mediana edad que se disparó aún más cuando protagonizó El Último Tango en París (Ultimo tango a Parigi, 1972), la obra maestra de Bernardo Bertolucci en la que el actor dejó toda su esencia en el personaje de Paul. Entre otros episodios de la vida del actor, encontramos también los momentos en los que no dudó en exponer su radical postura contra la discriminación de la comunidad afroamericana —"Estoy apoyando, no los derechos de algunos, sino de la raza humana. Todos los hombres son creados iguales"— y la segregación étnica —"No creo que los americanos quieran enfrentar la verdad: vivimos en una tierra robada"—. Listen to me Marlon es un trabajo sensible y certero que desgrana metódicamente la personalidad de una de las últimas verdaderas celebridades de Hollywood, pero el documental no sólo nos sacude e impacta por la revelaciones que expone, sino porque salen de la misma boca del actor, es la gran estrella del séptimo arte quien nos entrega aquí su última obra a pesar de haber fallecido hace más de diez años; lleno de claroscuros, este es su canto de cisne. "Siempre he tenido en mi vida una fuerte sensación de tener que ser libre."



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l segundo largometraje escrito y dirigido por el madrileño Carlos Vermut, Magical Girl (2014), llega bajo la forma de una fábula macabra sostenida por una red de chantajes que comienza a tejerse con un último deseo de una chica en fase terminal de cáncer, y en la que quedan atrapados los tres protagonistas del filme: Luis, Bárbara y Damián. Luis es un profesor de literatura desempleado que busca cumplirle a Alicia -su pequeña hija de doce años desahuciada ya por el cáncer en etapa terminal- su último deseo: tener el vestido oficial de la heroína protagonista de "Magical Girl Yukiko", su anime favorito; pero el precio elevado del objeto de colección que desea la pequeña lleva al profesor a chantajear a Bárbara, una mujer mentalmente inestable con la que recientemente tuvo un encuentro casual tras haber tenido ésta una pelea con su esposo. La mujer recurre a una vieja amiga que controla una red de servicios de fetichismo sexual de élite para obtener de esta manera el dinero requerido realizando un sólo servicio. Sin embargo, hay un contratiempo con el obsequio de la chica con cáncer, lo cual suscita una nueva serie de chantajes que llevarán a Bárabara a recurrir a Damián, un profesor retirado con quien ha mantenido un tormentoso pasado.

Vermut nos ofrece un guión preciso y lleno de un sofisticado humor negro con una construcción detallada de una tripleta de multidimensionales personajes psicológicamente complejos -interpretados con gran convicción por Luis Bermejo, Bárbara Lennie y José Sacristán- que se van rigiendo por las necesidades que les surgen de imprevisto en su camino y dejando de lado sus principios. En su propuesta formal, la cinta hace uso de una puesta en escena minimalista con el uso constante de planos fijos -y la prodigiosa composición con encuadres simétricos y peculiares juegos cromáticos cortesía Santiago Racaj- y desbordada en sutiles simbologías y metáforas en sus decorados y locaciones para reforzar el carácter de fábula de este estimulante thriller que con ferocidad ataca y debilita la imagen que se tiene de los cimientos éticos y morales de la sociedad moderna occidental. El resultado último que obtiene Vermut con esta deliciosa rareza que representa Magical Girl es un extraordinario, hipnótico y casi inclasificable ejercicio de estilo y su absoluta confirmación como un gran autor con una marcada personalidad propia, reconocido por cierto, con la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián.



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l mundo necesita constantemente figuras públicas para que a partir de ellos, con su imagen e ideal, puedan hacer que el mundo gire, le dan forma a la sociedad y guían la visión de las nuevas generaciones. Pocas son las personas que han logrado hacerse una voz única para el mundo con mensajes de paz, amor, libertad e igualdad (Mahatma Gandhi, John Lennon, Abraham Lincoln, Martin Luther King). Todos ellos marcaron una época con sus ideales y a todo aquel que fuera lo suficientemente listo para escucharlos, pero muy pocos marcan al mundo dejando una huella atemporal. Este es el caso de Steve Jobs. Un genio e inventor, con un gran problema de temperamento que logró sacar a flote su propia compañía, Apple, de la cual salieron de sus puertas aparatos hoy de uso tan común como el iPhone, el iPad, la computadora de escritorio Mac y así como lo que fue en su momento la novedad del 2001 con el iPod, un pequeño aparato en donde podía haber dentro de si hasta 1000 canciones sin problema alguno. Está claro que no todos los hombres se levantan una mañana con estas ideas en la mente listos para cambiar al mundo con sus ocurrencias arriesgadas y su poca falta de visión realista ante como responderá el mundo ante tales invenciones, todo se resume a un largo camino donde en su momento lo

que hoy ya es un éxito, en su lanzamiento fue la duda dentro de la incertidumbre del éxito. Todos ya conocemos la historia, y si no es así, debemos saber que un par de jóvenes en el garage de Steve construyeron nuestro futuro en el verano de 1976 sólo para que un par de años después, con el lanzamiento de su segundo producto en 1982, la Apple II, Steve ganaría una gran relevancia pública que nunca logró perder. Jobs aguardaba listo para entregar al mundo su siguiente invento que fue el ordenador Lisa, una computadora diseñada especialmente para todo público ya que contenía un sistema sencillo sin necesidad de tener un conocimiento en computación para su uso. Sin embargo esta creación se comercializó a un precio más alto del regular en el mercado, creando una notable disminución en las ventas de la misma, provocando una perdida millonaria para Apple. Fue de este modo que la historia comenzó a escribirse sola al momento de que Steve contrato a John Sculley, director ejecutivo de Pepsi, para tomar un nuevo rumbo para Apple y todas las invenciones futuras de la empresa. Lamentablemente el resultado no fue el esperado, la visión creativa de Steve se vio aplastada por la junta en la que él era jefe debido a que no habían logrado sacar a delante algún otro producto exitoso fuera de la ya menciona-

da Apple II y Jobs, en su intento por sobreponer la creación ante el dinero, colocó todos los recursos de la empresa en un nuevo ordenador conocido como la clásica Apple Macintosh, dándola a conocer al mundo como el primer ordenador personal con un mouse incluido. El ordenador personal fracasó en ventas dejando sin oportunidad a Steve, y John Sculley encerró al genio en la botella al despedirlo de la misma empresa que Jobs había creado. Tras dejar a Apple en 1986, Steve vio en una subsidiaria abandonada de Lucas Films una oportunidad y fue de este modo que compró por 5 millones de dólares a The Graphics Group y dio otros 5 millones para financiamiento. Este estudio que intentaba especializarse en cintas llevadas a cabo con programas de computación terminó siendo lo que hoy conocemos como los Estudios Pixar. En 1995 estrenó su primer film bajo el programa de animación RenderMan que ellos mismo crearon, la cinta fue la máxima de recaudación en su estreno llevándose un premio Oscar honorifico por ser la primera cinta hecha por animación computarizada. Con este éxito le vinieron uno tras otro como las clásicas cintas que ya todos conocemos. El resto para Pixar es una larga lista de éxitos e historias por contar.


Con el apoyo financiero que resultó gracias a Pixar, Steve logró sacar adelante una nueva compañía: NeXT Computer. Esta compañía estaría fundada bajos los mismos principios que Apple, vendería al cliente no sólo el hardware, sino también el sistema operativo y parte del software de usuario. Lo único funcional de este computador, conocido como “El Cubo” por tener un CPU en forma de cubo perfecto, era su sistema operativo, la computadora al comercializarse fue otro fracaso financiero para Steve debido a que no ofrecía nada novedoso y se encontraba nuevamente a un precio elevado al normal. Curiosamente el sistema operativo conocido como NeXTSTEP fue lo que le permitió regresar a Apple y salvarla de la bancarrota en el momento donde las ventas se encontraban por los suelos. Fue de este modo que el 20 de Diciembre de 1996, Apple anuncio la compra del sistema NeXTSTEP que ahora Steve había renombrado NeXT Software por 400 millones de dólares con el único fin de actualizar el sistema operativo de Macintosh, la única fuente de ingresos de la compañía en este momento. Steve Jobs logró retomar las riendas de su compañía Apple en 1997 creando a partir de este momento una serie de inventos que solo impulsaron el éxito para él mismo y su compañía un poco todos los días. Estas decisiones iban desde hacer un acuerdo con su principal competencia, Microsoft, la cual invertiría dinero a Apple al darles a cambio un 4% de sus acciones totales, pero sin tener voto en las decisiones de la empresa.

Otras vías de éxito y ganancias fue implementar nuevas fuentes de acceso en el mundo del entretenimiento al crear la tienda digital iTunes Store, el ya mencionado iPod y las sofisticadas computadoras de escritorio Mac para que tan sólo en unos años después llegara el éxito del iPhone y el iPad. Todo este gran trabajo fue reconocido por la revista Harvard Business Review al ser ganador y reconocido como el mejor ejecutivo del año 2009 al lograr incrementar las acciones de la empresa Apple 150, 000 millones de dólares en la bolsa de valores en los últimos 12 años. Al ser diagnosticado con cáncer de páncreas en octubre del 2003, se mantuvo como director de Apple hasta que el 24 de agosto de 2011; presentó su renuncia cuando la enfermedad pudo más que el alma del hombre, dejando el control de la empresa en Tim Cook, mano derecha de Steve. Como consecuencia de esta decisión todas las acciones de Apple en la bolsa de valores disminuyeron un 5% de su valor total al tener miedo los inversionistas de que sin Jobs a bordo del barco Apple todo volvería a derrumbarse. La lucha de salud inició como reloj de arena, al logar superar el cáncer de páncreas en 2009 anuncio que tenía un desequilibrio hormonal donde le fue necesario llevar a cabo un trasplante de hígado para después volver al trabajo, pero en junio del 2011 tuvo que ser internado de nuevo a unos meses de la salida del iPad 2; se recuperó para estar listo en el lanzamiento el 2 de marzo siendo esta su última exhibición pública de un producto de Apple. La batería de Steve Jobs terminó por agotarse el 5 de octubre de 2011 a las 3 de la tarde, debido a un paro res-

piratorio derivado de las metástasis del cáncer de páncreas para el cual se había sometido a un trasplante de hígado. Entre sus familiares más cercanos se encuentra la historia de que las últimas palabras del genio fueron OH WOW. OH WO. OH WOW... Estas palabras fueron escritas en mayúsculas en la portada principal del The New York Times al día siguiente de su fallecimiento. El genio regresó a la botella, tranquilo de haber dejado un legado imborrable en el mundo y al día de hoy Jobs se a convertido en un mito, en una leyenda que cuenta con dos películas biográficas, una de las cuales se encuentra en cartelera en este momento bajo la dirección de Danny Boyle y con la actuación de Michael Fassbender. Al final del día, Steve, en vida tuvo problemas y no siempre fue el héroe computacional que ahora se nos presenta, problemas personales que tuvo que lidiar al saber que fue adoptado, disputas legales por asuntos de paternidad, un ego sin medida que puso en jaque a sus amigos y ejecutivos de su empresa, así como el carácter fuerte e impredecible que siempre le caracterizó. Pero sin importar eso Steve fue un hombre que nos demostró que cualquiera puede cambiar al mundo, no importa de dónde vengamos, sólo hace falta una idea pura y de corazón y uno podrá cambiar su vida y la de los demás. Si no es así, sólo basta revisitar la campaña publicitaria que Jobs hizo para Apple bajo el lema Think Different (piensa diferente).






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uando un actor decide aventurarse detrás de la cámara, este es juzgado con mayor ferocidad que quien desde sus inicios se presenta meramente como cineasta, y en muchos casos se califica a sus trabajos como pretenciosos, poco originales o propuestas bastante cuestionables (por decir lo menos). Uno de los casos más sonados el año pasado fue el del célebre actor Ryan Gosling (Only God Forgives, Blue Valentine, The place beyond the pines, y un largo etc.), quien presentó en el Festival de Cannes -como parte de la sección Una Cierta Mirada (Un Certain Regard)- su ópera prima, Lost River, la cual levantó expectativas tan elevadas que la decepción estaba casi asegurada; finalmente se desató una ola de comentarios negativos e incluso ofensivos sobre su incursión como director. Y es que, siendo completamente sinceros, la película de Gosling abusa de las referencias/homenajes hacia el cine de directores que ha admirado (David Lynch, Mario Bava, Gaspar Noé) y de con quienes ha trabajado (Nicolas Winding Refn, Derek Cianfrance), pero esto no logra ocultar que la película tiene una historia escrita por el mismo Gosling- con autenticidad y personalidad propia que logra sostener por sí sola al filme y que da muestras de tener como responsable a un director en ciernes con gran ingenio y dispuesto a arriesgarse. Lost River transcurre en un pueblo fantasmal donde la crisis económica y los fallidos planes gubernamentales para el desarrollo de la localidad han hecho casi imposible la supervivencia; un poblado que, según cuenta una leyenda, está bajo un hechizo desde que el río devoró parte de la ciudad que ahora se encuentra bajo el agua y donde habita un dragón; la única forma de romper el hechizo es adentrarse en ese mundo subacuático y traer una pieza del fondo a la superficie. En este espectral escenario se desarrolla la trama conformada por dos historias paralelas que convergen esporádicamente a lo largo del filme y que finalmente se fusionan en el desenlace. Billy (Christina Hendricks) es una madre que debe sacar adelante a sus dos hijos, el adolescente Bones (Iain De Caestecker) y el pequeño Franky (Landyn Stwart); ante la imposibilidad de pagar la hipoteca y el inminente desalojo y demolición de su hogar, Billy se ve obligada a adentrarse en el oscuro mundo de un misterioso club de fetichismo gore manejado por el lascivo Dave (Ben Mendelsohn). Bones, el personaje central

de la otra trama principal, un joven enamorado de su vecina Rat (Saoirse Ronan) y que busca ayudar económicamente a su madre robando cobre de los inmuebles abandonados para después venderlos al chatarrero de la comunidad, pero que se ve amenazado por un violento vándalo que se hace llamar Bully (Matt Smith)y que se proclamado amo del pueblo. Esta sencilla trama -bifurcada durante gran parte del metraje- se presenta como un enrarecido y violento relato de príncipes pobres y huérfanas princesas, de sádicos dragones y sátiros gigantes, de magia negra y luminosa hechicería. Un relato enmarcado por la excelsa composición fotográfica de Benoît Debie con la que Gosling ha decidido apoyarse para la creación de surrealistas atmósferas lynchianas y sórdidas postales neon con el alma de Winding Refn. Es por ello que posiblemente se le pueda reprochar a Gosling la poca originalidad estética de su debut cinematográfico (aunque ¿quién es original real-

mente?), pero que es imposible recriminarle alguna falta de valentía en su propuesta, pues Lost River es una cinta completamente arriesgada y fuera de los cánones del cine comercial. Sí, Gosling comete el error de recubrir su ópera prima con sofisticadas referencias de grandes realizadores, pero bajo ellas está presente una historia muy personal y auténtica; el resultado final es una propuesta visual y sonoramente sugerente que en ningún momento pierde el hilo conductor y desarrolla con precisión un bizarro cuento de 95 minutos con una voz propia, una voz que quizá en esta ocasión se presente muy débil y se pierda entre su indiscutible poderío visual, pero que al igual que ha pasado con el también canadiense Xavier Dolan, en sus futuros proyectos irá dejando de lado el influjo de sus grandes mentores del cine para encontrar una voz propia. Lost River es un certero debut que deja ver un futuro prometedor para su artífice al que la prensa ha menospreciado de una manera injusta.


Dama Muerta


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