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uan, Sara y Samuel son tres adolescentes que dejan su natal Guatemala con la meta fija en los Estados Unidos. Son acompañados únicamente por el impulso que les brinda su anhelo de una vida mejor (y claro, algo de dinero que, suponemos, han ahorrado a costa de grandes sacrificios). Y así, como millones de indocumentados que buscan alcanzar el sueño americano año con año, los jóvenes (que ahora también viajan junto a Chauk, un indígena que se les ha unido en el trayecto) a veces tienen que negar su propia nacionalidad (pues en ocasiones las autoridades mexicanas tratan peor a los ilegales centroamericanos que la migra estadounidenses a los mexicanos indocumentados) o tratar de ocultar su condición de género (Sara en realidad viaja haciéndose pasar por hombre, autodenominándose Osvaldo). Diego Quemada-Díez, director español originario de Burgos pero afincado en México, brinda a través de su ópera prima, La Jaula de Oro (título evidentemente referencial a la canción de Los Tigres del Norte y el modo en el que ellos se refieren a los Estados Unidos), una voz a los inmigrantes centroamericanos a quienes generalmente se les criminaliza, olvidando (no sabemos si por accidente o por cínica omisión) que su paso por nuestro país resulta tanto o más brutal que las situaciones que viven ya al otro lado de la frontera México - Estados Unidos. La Jaula de Oro es un trágico poema de la realidad latinoamericana, una realidad en la que, a pesar de la adversa si-
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tuación, siempre hay lugar para la amistad y la redención que culmina por estrechar los lazos de dos desconocidos hasta convertirlos en hermanos (No, Juan; Chauk no se equivocó al llamarte 'hermano'); la cinta cuenta con una historia escrita por el propio Quemada-Díez junto con Gibrán Portela y Lucía Carreras- tras varios años de investigaciones en las comunidades originarias de los migrantes, donde se empapó de historias tan crudas y brutales que muchos las catalogarían de inverosímiles. El filme es un descarnado relato conformado por una colección de desoladoras estampas en movimiento (digno de destacar el crudo trabajo de fotografía de la uruguaya María Secco), una cuidada selección de historias reales que dan fe de la situación social sobre el fenómeno migratorio actual que requiere que se le apueste por una urgente atención y resolución. Con premios como el 'Un Certain Talent' (Un Cierto Talento), obtenido por los protagonistas Brandon López (Juan), Karen Martínez (Sara/Osvaldo) y Rodolfo Domínguez (Chauk) en la pasada edición del Festival de Cine de Cannes donde participó en la sección 'Un Certain Regard' (Una Cierta Mirada), la cinta La Jaula de Oro formará parte de la Sección Largometraje Mexicano en el 11° Festival Internacional de Cine de Morelia, a celebrarse del 18 al 27 de octubre próximo; así mismo, se busca un estreno simultáneo en México y Estados Unidos para finales de este año o principios del 2014.
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esde un punto de vista lógico, llegar a la vejez significaría gozar de plenitud en la mayoría de los aspectos de la vida, pero el retrato de la vejez de una actriz retirada, alcohólica y con perdida de la memoria, muestra una realidad distinta del adulto mayor. No la única, pero si una ocasional. No quiero dormir sola, de Natalia Beristain, premiada como Mejor Largometraje Mexicano en el Festival Internacional de Cine de Morelia, cuenta la historia de dos mujeres, una abuela y su nieta unidas por la soledad que se ha instalado en su vida. Una mañana, Amanda, mujer de unos 30 años de edad que vive sola en la casa de su padre, recibe una llamada en la que le informan que su abuela está sola y desde hace días los vecinos no la ven salir de su hogar. Dolores, la abuela, cercana a los 80 años, es descubierta por la nieta en estado de ebriedad; por el aspecto de la casa: desordenada, sucia y obscura, se puede notar que lleva días encerrada en su recamara, bebiendo y escuchando música. Lola, como la nieta le dice a la abuela, consume cantidades de alcohol para poder conciliar el sueño, acto que denigra su aspecto, su salud, su vida. Amanda, desempleada y sin dinero, traslada a su abuela, con el dinero de su padre cineasta, a un asilo de actores en el que recibe los cuidados que su hijo y nieta no pueden brindarle. Ahí comienza a vivir a través de sus glorias pasadas como actriz. 13
Si antes conciliaba el sueño con el alcohol, ahora lo hace con pastillas; la compañía ocasional de su nieta, que al igual que ella no logra conciliar el sueño, le hacen menos difícil el abandono porque disfruta lo poco que tiene de una persona para sobrevivir con ello los largos tiempos de ausencia. Tanto abuela y nieta se descubren y unen sus soledades para hacerse compañía, situación que las lleva a alcanzar cierta paz cuando están juntas, como la del sueño. La cinta es un retrato de muchos adultos mayores y de actores también, dejados al olvido por sus familias, por los hijos principalmente, haciéndose cómplices de la soledad y el silencio, esperando que llegue el final, porque como suele suceder, esa soledad difícilmente es reemplazada por el afecto y amor de los familiares. Natalia Beristain, que hace un homenaje a su finada abuela, la actriz Dolores Beristain, logra cautivar con la realización de un guión redondo, en el que concluye de manera inesperada y controversial. Las ejemplares actuaciones de Adriana Roel (Dolores) y Mariana Gajá (Amanda) hacen que la historia cobre fuerza y dinamismo con el ritmo de momentos lento pero eficaz del filme.
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on un guión y dirección de Claudia Sainte-Luce, la producción de Geminiano Pineda, la producción ejecutiva de Ruby Castillo, Christian Kregel y Geminiano Pineda y las actuaciones de Ximena Ayala, (Claudia) Lisa Owen (Martha), Sonia Franco (Alejandra), Wendy Guillén (Wendy), Andrea Baeza y Alejandro Ramírez Muñóz, llega una historia con un nutrido paquete de emociones. Tiene una trama difícil de plasmar en pantalla por la emotividad, pero sin caer en lo cursi o exagerado, por el contrario, manejado muy ágilmente, donde de la risa puedes pasar al llanto en cuestión de minutos. Claudia es solitaria y trabaja en un supermercado, un día va a dar al hospital por una apendicitis, ahí conoce a su vecina de cama, Martha, quien tiene una familia muy peculiar compuesta por cuatro hijos, de los cuales, todos acuden a visitarla todos los días. Son tres hijas y un niño con roles muy marcados: Alejandra, la mayor, encargada de administrar y mantener el orden en la familia; Wendy, un poco desubicada y profundamente honesta y los pequeños Mariana y Armando en su etapa de adolescentes. Todos con personalidades muy diversas pero con mucho amor entre ellos. Claudia interactúa con la familia de manera cordial, pensando en situaciones pasajeras, pero a partir de este encuentro, su vida cambiará, ya que a la familia la integran de manera veloz, con-
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trario a la quietud y soledad que Claudia vivía sus días antes de conocerlos. Inicia entonces una gran complicidad entre Claudia y Martha, esta última es amorosa, cálida y divertida, sabe que su enfermedad es terminal y en poco tiempo dejará solos a sus hijos; ella trata de disfrutar al máximo el tiempo restante e intenta que su familia también lo haga para que así su partida sea más ligera. Claudia por su parte trata de que en los momentos de conflicto familiar se aminore el problema, es su forma de contribuir a la nueva vida, que le permite estar en el seno de una familia con los líos habituales de todos miembros, cosa que Claudia no había vivido antes. Wendy es parte importante de la historia, ya que ella interpreta su propio papel, cosa muy complicada, por el choque real de vivir de nuevo situaciones tan dolorosas como la pérdida. Pero ella logra una frescura y un realismo con su manera desenfadada de ver al mundo, aligera la carga dramática de la cinta. La directora sentía que todos los integrantes de la familia eran únicos en su especie, como justo dice un recorte que parece en una pecera: Los insólitos peces gato, por eso el título del filme. Una historia de pérdida, de amor y de conexión, donde la pérdida es irremediable, el amor infinito y la conexión es darle luz y vida a un alma que transitaba sin rumbo ni dirección; una excelente película, con un guión dinámico, y buenas actuaciones. ¡Es Divertidamente Conmovedora!
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n hotel modesto y solitario, cercano a la playa, es el escenario en el que una madre y su hijo de 14 años ven trastocadas sus vacaciones después de que una adolescente de 16 años llega a hospedarse con sus padres al mismo hotel. Paloma y Héctor acostumbran a ir a ese hotel como años anteriores, se broncean y toman el sol a la orilla de la alberca que está en el hotel, comen club sándwich o solo sándwich acompañado de una cerveza. Paloma y su hijo disfrutan de su espontaneidad y soledad, se divierten jugando piedra, papel o tijera, exprimiendo barros y escuchando música. Vacaciones tranquilas y solitarias que se transforma tras la llegada de Jazmín, una chica que llega con su padre y madrastra casi por coincidencia, Héctor experimentará sus primeras experiencias sexuales, por lo cual perderá un poco el interés por la cotidianeidad de sus vacaciones con su madre y dará la mano a una manera distinta de vivirlas. Club Sandwich es el tercer largometraje del cineasta Fernando Eimbcke, que antes de presentar su trabajo en Morelia resultó ganador de la Concha de Plata al Mejor Director en el Festival de San Sebastián, y como en sus 21
anteriores trabajos el tema central es la adolescencia y las vertientes que devienen con su llegada. En esta producción explora además los sentimientos de una madre soltera que ve trastocada la relación con su único hijo tras la llegada de una segunda mujer a la vida de él, llegada que provoca en Héctor preguntas que la madre difícilmente puede contestar pero que contesta. Una madre muy alivianada, que a pesar de que expresa dificultad y cierto dolor en ver crecer a su hijo, deja que éste viva y experimente lo que ella misma hizo en su adolescencia. María Renée Prudencio, quien personifica a Paloma, entrega una actuación muy convincente y cargada de naturalidad, con los matices que le otorga su personaje al entrar en el conflicto natural de ser madre. Lucio Giménez Cacho Goded y Danae Reynaud, Héctor y Jazmín respectivamente, participan en la que es su primera película, no cabe duda que lo hacen bien y que el transcurso de los años les otorgará solidez. Una película de ritmo lento pero con atinados destellos de humor que hacen de la historia un momento agradable, divertido y reflexivo para el espectador.
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on la Palma de Oro a Mejor Director para Amat Escalante por parte del prestigiado Festival de Cannes, y envuelto en una gran polémica sobre el alto contenido de violencia y el explícito uso de ella, se estrenó comercialmente en México la película Heli, un filme en el que acompañamos al protagonista que da nombre a la cinta, un joven (interpretado por Armando Espitia) que con tan sólo 17 años, ha tenido que dejar de lado sus estudios para ayudar económicamente a su familia (su padre, su esposa, su pequeña bebé y su hermana menor llamada Estela). La estabilidad en la que vive la familia a pesar de las carencias se ve alterada cuando Estela (Andrea Vergara) comienza una relación con un cadete militar algunos años mayor que ella y quien la convence de pensar en casarse, aunque para obtener los recursos suficientes para llevar a cabo la boda, el joven cadete idea un plan que involucra el tráfico de drogas, por lo que se ve envuelto en problemas con la corrupción militar, arrastrando también a la familia de Heli a una espiral de violencia. La impecabilidad de la cinta, tanto en los aspectos interpretativos (con actores no profesionales -a excepción de Espitia- que, sin embargo, se entregan con total determinación) como en los terrenos técnicos (una fotografía sorprendente y un manejo de la cámara más que adecuado), muestran que un tema tan
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trillado como el de el narcotráfico, puede no únicamente ser interesante y trascendente, sino que también es muy necesario. Jamás se había hecho una aproximación a la violencia y a la crisis social del narcotráfico como hace el guanajuatense en Heli, con escenas contemplativas y de carácter simbólico. También es una cinta que no sólo se queda en la superficie del relato, sino que va más allá de la simple anécdota, la cinta apuesta por un acercamiento a esa parte humana de esta crisis nacional representada en esta familia de clase obrera en particular, a la vez que plantea cuestionamientos sobre los verdaderos roles sociales tanto del sistema del tráfico de drogas como del gobierno. Heli es una propuesta inteligente, sin complacencias, un filme que incomodó y seguirá incomodando por la crudeza de su puesta en escena; es cierto que no es un cine para todo público ni para todos los gustos, pero es una cinta que explora un tema que, como sociedad, se debe enfrentar si se quiere comenzar a erradicar. La brutalidad de la realidad que se vive en gran parte del territorio nacional se asoma momentáneamente en esta particular historia que bien podría ser una de tantas anécdotas que suceden a diario en el México actual; Heli podrá ser cruda y feroz, pero también es una apuesta propositiva y reflexiva por parte de su director para sacudir conciencias y proponer hacer algo para cambiarlo.
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osé Luis Valle, realizador de origen salvadoreño, escribe, produce y dirige Workers, una cinta que surge de una conversación con su padre donde éste le dijo: "Yo ya no puedo hacer planes a largo plazo". Partiendo de esta simple línea, el director plantea una reflexiva historia sobre la marginación de dos trabajadores mayores que de pronto se enfrentan a un futuro incierto y a las decisiones que se ven obligados a tomar y que significan una especie de rebelión personal. Workers narra la historia de dos trabajadores víctimas de la injusticia en contra de sus derechos y su dignidad. Por un lado, tenemos la historia de Lidia (Susana Salazar), una empleada doméstica que ha trabajado toda su vida para su Patrona (interpretada por Vera Talaia), quien súbitamente muere dejando toda su herencia a su perra 'Princesa', una galgo completamente mimada y tratada, literalmente, como miembro de la realeza a la que ahora deben servir todos los empleados de la casa (desde las sirvientas hasta el chofer), ésto hasta que la mascota muera de causad naturales y los empleados puedan disponer de la herencia, como bien lo marca el testamento; por otra parte, tenemos a Rafael (un impasible Jesús Padilla), un leal empleado de una fábrica de focos (Phillips),
que tras tres décadas de ferviente de servicio hacia la empresa -sin faltar un sólo día a trabajar y sin tomar un sólo día de vacaciones-, ve sus planes de jubilación frustrados por su situación como ilegal, por lo que debe seguir laborando en la compañía. Desde la primera escena del filme, una larga secuencia en las playas del Océano Pacífico entre la frontera México-Estados Unidos, el trabajo del cinefotógrafo César Gutiérrez nos marca el pausado ritmo que imperará a lo largo de los 123 minutos de la cinta. Workers, a través de las excelentes (y muy contenidas) interpretaciones de Susana Salazar y Jesús Padilla, es una exploración a un par de personajes grises, pusilánimes, que ajenos al conocimiento sobre sus derechos, actúan por instinto para poder sobrevivir tras largas décadas de servicio hacia personas (o compañías) de quienes jamás recibirán reciprocidad alguna. El trabajo fílmico de José Luis Valle destaca por la claridad de su discurso (no se va por las ramas, es directa); es una muestra de la situación social/laboral no sólo en la zona fronteriza de nuestro país, sino de todo México, un tratado sobre la exclusión social y sobre las personas que se mueven en la periferia de la vida. 28
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oy feliz, si no fuera feliz no hubiera hecho las tonterías que hice, no me hubiera puesto chichis”, cuenta una actriz transgénero que después de tener una carrera fructífera como actor infantil, y como bailarín e imitador en la adolescencia, actualmente se encuentra en el olvido, pero con la certeza de haber hecho lo correcto. Quebranto es un largometraje documental dirigido por Roberto Fiesco que plasma la transición vivida por un hombre que a una edad madura se dio cuenta que quería ser mujer, el éxito a una edad en la que él no comprendía la dimensión de las cosas, confusión por su sexualidad en la adolescencia, temor por cambiar de género a una edad adulta, y las puertas que le fueron cerradas por ser una mujer y actriz trans. Fernando García, actualmente Coral Bonelli, fue actor infantil en los años setenta, mejor conocido como Pinolito, inició su carrera imitando al cantante Raphael, después incursionó en el cine en películas como Los hijos de los pobres de Rubén Galindo y Fe, esperanza y caridad junto a Jorge Fons, Katy Jurado y Julio Aldama. Años después fue bailarín en el Teatro Blanquita, donde experimentó y des-
cubrió su orientación sexual, pero no fue hasta su edad adulta, cercana a los 50 años, que después de una presentación en la que imitaba a Lucha Villa se fue vestida así hasta su hogar, donde decidió y anunció a su madre que a partir de ese momento iba a ser mujer. Coral narra que de no haberlo hecho probablemente hubiera llegado al suicidio. “Me preocupaba que entrara a un charco de lodo que no conocía; no sabía lo que era ser mujer” relata la madre de Coral. Y lo que vino después, ya como mujer, fue el rechazo, el estigma y la falta de oportunidades laborales, orillada por algunos años a ejercer como trabajadora sexual. Sin embargo, el retrato que hace Fiesco de Coral, es el de una vida plena y feliz a pesar de las circunstancias y pesares que ha vivido, ella sigue tocando puertas para volver a actuar, da clases de baile, continúa imitando a Lucha Villa y a Lupita D'Alessio, y vive tranquilamente con su madre. “No me arrepiento… hay que seguir viviendo” dice en un momento la actriz cuando se le cuestiona si ha valido la pena cambiar por completo una vida de más de treinta años, “ahora puedo ser yo, yo, yo”.
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l color es el opio de los seres humanos', 'El aspecto humano no se aprende en los libros', 'Él capturó toda la esencia mexicana', 'Era como un arquitecto azteca, todo su trabajo lo construyó de su propia sociedad', 'Contó todos los aspectos de su país: cultura, arte, tradiciones, política, sociedad, etc.'. Gabriel Figueroa es considerado como uno de los mejores cinematógrafos de la historia del cine, de nacionalidad mexicana, trabajó ardua y activamente durante la 'Época de Oro del Cine Mexicano', al lado de grandes directores como Emilio 'El Indio' Fernández, Roberto Gavaldón, Luis Buñuel, Julio Bracho, entre otros. Su legado es reconocido a nivel mundial, y el documental permite escuchar de viva voz a diferentes cinematógrafos de distintas partes del mundo, cada uno detallando la influencia de Figueroa en el séptimo arte y en la cinematografía misma. Este documental me hizo sentir mucha dicha y placer, pues como amante de la 'Época de Oro del Cine Mexicano', mi mente se llenó de emoción con cada 'fotograma' que mostraban de algunas de
las películas en las que el Sr. Figueroa participó; durante todo el documental siempre se resaltó lo fundamental de su trabajo y pieza clave para conseguir secuencias, planos, tomas, etc. simplemente excelentes. Cinematógrafos como Anthony Dod Mantle, Vittorio Storaro, Darius Khondji, Javier Aguirresarobe, Ricardo Aronovich, Larry Smith, Raoul Coutard, Janusz Kaminski, Shoji Ueda, Haskell Wexler, entre otros, hablan acerca de la importancia e influencia que tiene la cinematografía actual gracias a los trabajos de Gabriel Figueroa; el resultado es todo un oasis de puntos de vista, que englobados se complementan y resaltan la belleza y proeza que representa el trabajo de quien es uno de los mejores de todos los tiempos -en su ramo-. Un excelente documental donde podemos ver joyas del cine mexicano como: María Candelaría, El Ángel Exterminador, La Perla, Enamorada, Macario, Días de Otoño, Los Olvidados, La Malquerida, Salón México, Distinto Amanecer, Las Abandonadas, Pueblerina, etc., un deleite total.
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l prolífico director de teatro y televisión, Francisco Franco, presentó en el 2007 su ópera prima: Quemar las Naves, un relato escrito por el propio director junto a María Reneé Prudencio, ubicado en la provincia mexicana donde un par de hermanos adolescentes (Sebastián y Helena) viven con su madre agonizante en una casona que se está cayendo a pedazos; ahí, la realidad de los hermanos, que hasta ese momento habían construido una relación codependiente y casi simbiótica, se ve trastocada por la llegada de un chico nuevo, enfrentando a Sebastián con el descubrimiento del amor y su sexualidad. El filme protagonizado por Irene Azuela, Ángel Onésimo Nevares y Bernardo Benitez (además de contar con participaciones de Juan Carlos Barreto, Claudette Maillé, Ricardo Blume, Diana Bracho, entre muchos más) tuvo su estreno nacional en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia de 2007 donde se llevó el Premio del Público. Ahora, seis años después,Francisco Franco regresa con su nueva propuesta cinematográfica: Tercera Llamada, una historia con la que rinde homenaje a su gran pasión: El Teatro. Con base en una obra teatral escrita por el mismo Francisco Franco junto al colombiano Ignacio Guzmán hace casi dos décadas, el realizador se apoya nuevamente en María Reneé Prudencio (coguionista también de Quemar las Naves) para adaptar a la pantalla grande esta anéc-dota sobre una directora teatral que, a pocas semanas del estreno de su obra, decide recontextualizarla por completo; una decisión que le costará la salida del actor principal de la puesta en escena y el descontento de no pocos integrantes de la compañía teatral. Tercera Llamada es una cinta que destaca no sólo por estar muy bien escrita, 35
con ciertos toques de dramatismo en medio de mucha comedia (de la buena, no de la basada en groserías y albures), sino por ser un homenaje al mundo del Teatro a través de un ensamble actoral francamente envidiable y como pocas veces se ha visto en la cinematografía nacional. De esta manera, encontramos en el reparto central a Karina Gidi, Irene Azuela, Moisés Arizmendi, Rebecca Jones, Fernando Luján, Ricardo Blume, Alfonso Dosal, Jorge Poza y Mariana Treviño, quienes son acompañados (en mayor o menor medida a lo largo del filme, algunos son sólo cameos) por Ana Claudia Talancón, Ilse Salas, Regina Orozco, Alejandra Bogue, Ana Ofelia Murguía, Paloma Woolrich, Cecilia Suárez, Mauricio García Lozano, Jorge Adrián Espíndola, Eduardo España, Krystian Ferrer, Víctor García, Anabel Ferreira y Martín Altomaro, todos ellos complementan esta cinta coral bien estructurada con personajes centrales bien delineados que se volverán entrañables para el espectador (algunas participaciones de Mariana Treviño son gloriosas) y con participaciones especiales que rematan la trama de manera certera (la brevísima aparición de Silvia Pinal es muy disfrutable). El resultado final de la cinta es completamente satisfactorio y muy recomendable, pues abandona todo tipo de pretensiones y se enfoca únicamente en un entretenido relato que cuenta con todos los elementos para ser un éxito comercial en nuestro país cuando se estrene este mes en salas y tras su paso por el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, donde la recepción de los asistentes a la película fue más que positiva y donde se llevó el Premio del Público y el de Mejor Actriz, que en esta ocasión fue compartido por todo el reparto femenino de la cinta.
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lberto, un guardia de seguridad nocturno de un gimnasio, se ve enfrentado de manera súbita a una extraña condición que provoca que su cuerpo comience a descomponerse en vida. Con esta original premisa, el director Sebastián Hofmann presentó su Ópera Prima en la que nos hace testigos de la exhaustiva lucha de Beto (un estupendo Alberto Trujillo) por aferrarse a su humanidad y de una extraña relación que establece con Luly, la gerente del gimnasio en el que trabaja y que es interpretada por Lourdes Trueba. La cinta no es de fácil visionado, las imágenes de la lenta transformación de Alberto en un muerto viviente son realmente perturbadoras (un par de chicas se salieron de la sala de proyección) y a pesar de que a la mitad de la cinta ésta parece no ir a ningún lado, en las secuencias finales de la cinta (en donde interactúan más los personajes de Beto y Luly) Hofmann logra dotar de gran humanidad al relato sobre este personaje que la va perdiendo cada vez más.
El debut cinematográfico de Hofmann, es verdaderamente destacable y con influencias claras de David Cronenberg, como bien lo destacó el mismo director en conferencia de prensa. Es un tratado sobre la angustia ante la pérdida de control sobre nuestro cuerpo, sobre el cual pensamos siempre tendremos control y cómo podemos volvernos prisioneros de nuestro propio organismo en el que habitamos. Hoffman habla de la temporalidad del cuerpo y nuestra humanidad contrapunteando situaciones completamente opuestas: la descomposición en vida del cuerpo de Beto frente a los infomerciales que éste mira en la tv y los fisicoculturistas autopresumiéndose su cuerpo frente al espejo. Un par de secuencias totalmente opuestas entre sí (una shockeante autoestimulación y una completamente tranquilizadora escena ártica) conforman el final de la cinta, un desenlace completamente abierto a las interpretaciones de la audiencia.
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a desolación climática en la isla de Fogo (Canadá), así como las consecuencias en las vidas de sus ya escasos habitantes, es retratada por Yulene Olaizola con la ayuda de su director de fotografía Diego García, quien con tan sólo utilizar luz natural (como también lo hizo en la también competidora Táu) logra mostrar, con tomas asombrosas, los impresionantes paisajes gélidos en los que la comunidad debe enfrentarse a la decisión de abandonar sus tierras y reubicarse en zonas menos hostiles (climáticamente hablando) o permanecer ahí haciendo frente a las consecuencias de un futuro, que a toda vista, está condenado. Los nada escasos momentos con tomas contemplativas de la región de la tundra en la que se ha convertido la isla, a veces hacen parecer al filme como un proyecto turístico que busca resaltar las características de la zona y demeritan un tanto los objetivos de la realizadora: mostrar los deterioros en las vidas de los aún habitantes de la isla.
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loria está en la recta final de su quinta década de vida; divorciada y sin mucho contacto con sus hijos, tras sus actividades en su trabajo busca llenar un vacío (y un poquito de amor) a través de fiestas para adultos solteros, donde comúnmente se pierde en aventuras casuales sin sentido, las cuales momentáneamente, le brindan un poquito de felicidad. Esto cambia cuando conoce a Rodolfo, un hombre con algunos años más que ella, y con el que comienza una agradable e íntima relación, pero que se ve trastocada por el reciente divorcio de Rodolfo y de una enfermiza relación de codependencia que aún mantiene el sexagenario con su ex esposa y sus muy peculiares hijas. Con Gloria, el director Sebastián Lelio ofrece un audaz relato sobre la soltería durante la madurez femenina, sustentado por un maravilloso guión (escrito por el mismo Lelio junto a Gonzalo Maza) repleto de diálogos con gran honestidad y frescura, y con imágenes llenas de arrojo y valentía que dibujan una historia desbordante de humanidad sobre la vida de una mujer mayor en busca de su plenitud; todo ello complementado con una selecta banda sonora con grandes éxitos del ayer de grandes exponentes mu41
sicales latinoamericanos como Miriam Hernández, Paloma San Basilio, Massiel, y por supuesto Umberto Tozzi. Pero sin duda alguna, el gran soporte de la película, y su mayor acierto, sea el sublime trabajo ofrecido por la gran actriz Paulina García (un papel pensado y escrito ex profeso para ella, según ha revelado el director), en lo que representa su primer protagónico; la actriz se entrega completamente en pantalla para dar vida a Gloria, en un trabajo actoral que no ofrece condescendencias de ningún tipo, demostrando con ello el porqué se vio reconocida con el premio Oso de Plata a la Mejor Actriz en la pasada edición del Festival de Cine de Berlín. Gloria es una tragicomedia arrolladora sumamente emocional que no cae en sentimentalismos baratos, su enorme empatía con el público (los cálidos aplausos al final de la función fueron prueba de ello) es gracias a su honestidad y a que apela a una claridad y transparencia en su discurso que busca plasmar una de las etapas más difíciles de la naturaleza femenina, con un tratado fílmico sobresaliente y de gran respeto, en el que destaca esa magistral y exquisita secuencia final. ¡Gloriosa!
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ste nuevo cortometraje animado en stop motion cuenta la historia de una familia que lo mismo ha experimentado la felicidad y la tristeza, la vida y la muerte, narrado a través de diferentes objetos perdidos que Sofía ha ido encontrado en su vida. Ganador del Mejor Cortometraje de Animación en el Festival Internacional de Morelia, Mejor Cortometraje Animado en el Fantastic Fest y Oaxaca Film Fest, y recientemente, la Mención Especial Mexicana en el Festival Internacional de Animación CutOut Fest. ¿De dónde nace la idea de contar esta historia? En estos recorridos obligados por bazares y mercados buscando los objetos que serían lo props del cortometraje, me encontraba con joyitas que terminaba adquiriendo e inevitablemente me preguntaba a quién habrían pertenecido esos objetos, cómo habían sido adquiridos por sus dueños, por qué los dejaron ahí, si esas personas viven o no, y cuánto afecto habrán tenido por ellos. Fue conviviendo con estos objetos y preguntándome sobre la vida oculta de todos ellos que me vino esta idea de hacer una animación con los objetos y que estos contaran la historia de una familia. ¿La historia de esa familia tiene que ver con tu historia personal o es ficción? Mi experiencia familiar es a través de mi familia, pero hay muchísimas cosas estilizadas que realmente son parte de la his-
toria familiar de todos, pero si hay muchas cosas basadas en mi historia personal y sobre todo la relación con esta enfermedad, el cáncer, que creo es algo que ha ido en incremento sobre todo en la zona de los altos de Jalisco, y creo que es un tema importante no solamente en mi familia, sino en muchas familias. En el cortometraje están presentes los temas de la tristeza y la muerte a partir de esta enfermedad. ¿Por qué los escogiste? Efectivamente yo quería hablar del amor, de la vida, de la muerte, de la tristeza, a través de los objetos que los humanos creamos, y me interesaba mucho que fuera como si los objetos pudieran tener una voz para contarnos esas historias. Necesitaba hablar de esto porque a finales de 2012 tuvimos dos muertes familiares, ambas por esta enfermedad, y fue necesario para mi abordar este tema, creo que el final es esperanzador y creo que es importante conocer si tenemos este tipo de antecedentes en la familia porque entonces te puedes cuidar, y sobre todo la premisa del cortometraje es que la tristeza es el cáncer y efectivamente a que luchar contra la tristeza. ¿De dónde proviene el nombre de ‘La casa triste’? Me fascinan desde pequeña los secreters, este pequeño mueble donde guardas y escribes cartas. Cuando era pequeña 42
Sofía Carrillo recibiendo su premio en el Festival Internacional de Cine de Morelia
quería ser escritora entonces me imaginaba mucho como en este espacio, finalmente este secreter es una casa y es un plato donde se suceden todas las historias aunque sean geográficamente en distintos lugares. Me gustó la idea de ponerle La casa triste porque me parecía que el mueble en si contenía toda la alegría, la tristeza, la vida, la muerte, era como una metáfora de nuestro mundo; y la cabecita es el personaje que mira, que observa, que aprende, representa una de las últimas generaciones que vuelve a revivir los sucesos que hay en la familia, y que finalmente también tiene que tomar una decisión cuando le viene este destino del que aparentemente no se puede desviar. ¿Qué es lo que más disfrutas del proceso de hacer un cortometraje? Toda la generación de la idea fue deliciosa. Los rodajes siempre son un poquito complicados porque a veces tenía que ver más con que el muñequito no se paraba o se caía porque no era un muñeco preparado para ser animado, pero fue una etapa deliciosa, me fascinó. Yo entraba al set muy temprano y era como estar jugando a las muñecas todo el día. Era maravilloso reinterpretar algunos acontecimientos de mi familia o de otras familias, para mi era increíble pensar "¡hoy se van a casar mis papás!" y entonces te preparabas para ¡el evento! Ha sido uno de los cortometrajes en los que más he disfrutado el rodaje; también he sufrido porque igual cuando había muertes era súper difícil y complicado, por ejemplo algunos de mis abuelos murieron antes de que yo naciera, sin embargo los tengo muy presentes y recrearlos con objetos fue muy difícil. Creo que cuando terminé el cortometraje ya había sido un gran premio, un privilegio maravilloso haber vivido todo este proceso de producción, desde ahí ya me sentía plena. ¿Por qué le gusta hacer cine a Sofía Carrillo? Soy la hija menor de una pareja de pintores de una gran vocación artística, y cuando estaba chiquita no sabía si quería ser pintora o escritora, me parecía que hacer cine era un poco de ambas cosas, era darle vida a la imagen, darle vida a una historia, me imagino que era una niña muy fantasiosa y que vi en la animación y en el cine la posibilidad de dar vida a los mundos que me imaginaba, así que básicamente me puse a estudiar cine y terminando la carrera me di cuenta que hay que hacerlo, y hay que seguirlo haciendo para encontrar tu voz y para encontrar un estilo. Cada uno de mis trabajos ha sido muy importante en mi vida, no los veo como trabajo sino como un momento específico en mi vida. Cada trabajo ha sido un acto pánico según dice Jodorowsky, una manera en la que intento sanar algo que está pasando y La casa triste no es una excepción.
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