CELULOIDE DIGITAL - FEBRERO 2015

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Continuando con la nueva modalidad de Celuloide Digital que inició el mes pasado con la llegada del 2015, dedicamos esta edición a los Viajes en el Tiempo en el séptimo arte, por lo que analizamos la película del mes, Predestination (2014), de los hermanos Spierig (a la cual le dedicamos por supuesto nuestra extraordinaria portada) y hacemos un repaso a los saltos espacio-temporales más importantes a lo largo de los años, así como también preparamos un Top 10 con las películas imprescindibles de este subgénero cinematográfico muchas veces menospreciado. Además, no podían faltar las reseñas de los estrenos más importantes de este mes, en el que llegarán a nuestras pantallas varias de las cintas nominadas al Oscar 2015.

Ilustración digital:

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Y como ya es costumbre, nuestras secciones habituales con Cine Clásico, Cine LGBT, Cine Alternativo, Recomendaciones, Avances, Novedades en Venta/Renta y Programas de TV. Así que no perdamos más el tiempo que este ejemplar viene cargadísimo de celuloide, den clic y comiencen a disfrutar de nuestra edición no. 55

¡Bienvenidos! Editor: Finbar Flynn Colaboradores: Pedro Arzillier Imelda Aguilera Taylor Petite Fruit Rafael Mejía Jessica Villarreal Silvia Ruvalcaba Siniestro Sexual Montag Diseño Editorial: Finbar Flynn Fotografías: Diversas fuentes de internet y proporcionadas por algunas distribuidoras. Celuloide Digital es una publicación mensual editada por amantes del séptimo arte sin ninguna finalidad de lucro. El contenido de los artículos es responsabilidad de sus autores. Las personas mencionadas, así como las marcas e imágenes utilizadas en la revista son utilizadas únicamente para fines editoriales, para ilustrar los artículos o noticias de los filmes, de los cuales sus derechos de autor pertenecen a las casas productoras de las cintas aquí mostradas y no se pretende infringir nungún derecho.

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ublicado por primera vez en 1959 en la revista Fantasy and Science Fiction, el relato corto All you zombies del autor estadounidense Robert A. Heinlein, es una provocadora historia de ciencia ficción que parte de una historia en extremo sencilla, para ir desgranando poco a poco una tesis sobre la identidad del ser humano, la imposibilidad de los viajes en el tiempo (o por lo menos no como los concebimos) y la inalterabilidad del destino (que tampoco resulta ser tal y como lo concebimos). Un hombre al que todos llaman 'la Madre Soltera' entra a un bar, y tras unos minutos de iniciar una conversación casual con el barman, comienza a relatarle la trágica historia de su vida arruinada por otro hombre, aunque el barman parece saber más de su vida de lo que alguna vez se hubiera imaginado. Esta es la premisa que plantea Heinlein en All you zombies, un relato que finalmente ha sido llevado a la pantalla grande de la mano de dos directores australianos, los hermanos gemelos Michael y Peter Spierig; la actriz Sara Snook es la encargada de representar a 'la Madre Soltera' e Ethan Hawke hace lo correspondiente como el barman. La película, Predestinación (Predestination; 2014), así como el texto original, está principalmente sostenido por el relato en primera persona del personaje encarnado por Snook (quien resulta una verdadera actriz revelación), y el trabajo de los hermanos Spierig no es menos que extraordinario, puesto que su guion adaptado del relato de Heinlein no únicamente conquista la traslación de texto a imágenes con gran fidelidad, sino que también logra expandir el universo que en el papel apenas alcanza algunas breves páginas, llenándolo de detalles que enriquecen la anécdota y añadiendo una subtrama de thriller de acción que vuelve más compleja la historia y la transforma en una propuesta verdaderamente emocionante. 07


Predestinación es una sofisticada apuesta de cine sci-fi verdaderamente propositiva en la que, como buena cinta que aborde los viajes en el tiempo, no pueden faltar las paradojas de causaefecto y las teorías sobre el tiempo cíclico que escapa de las propuestas sobre su linealidad inexorable, y en donde también hacen acto de presencia los postulados como el de el eterno retorno. El filme que los gemelos australianos han preparado se desarrolla por momentos a manera de tragedia griega (Edipo es la referencia más clara), es un desesperanzador uróboro fílmico como no habíamos presenciado desde la aparición de Looper (2012), un fascinante, reflexivo y cerebral thriller sci-fi que mantiene latente la intriga de una forma precisa durante la hora y media de metraje, y cuyos giros en la trama tomarán por sorpresa a la mayoría de los espectadores, dejándolos con las ganas de volverla a ver.

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ras el excelente resultado alcanzado con The Master (2012), el todavía muy infravalorado director Paul Thomas Anderson vuelve a hacer mancuerna con Joaquin Phoenix para su séptima película, Vicio Propio (Inherent Vice; 2014), una adaptación que el mismo cineasta hace de la novela homónima (que tenía fama de inadaptable) de Thomas Pynchon sobre un detective privado que se ve envuelto en un psicodélico laberinto de intrigas en los bajos mundos criminales en los inicios de la década de los setentas. La trama es narrada por la voz en off del personaje vidente Sortilège (Joanna Newsom), y comienza durante una tarde en la ficticia playa de Gordita Beach, California, donde vive el perpetuamente pacheco detective privado Larry "Doc" Sportello (Phoenix) que recibe la inesperada visita de su ex novia Shasta Fay Hepworth (Kathernie Watherston) para revelarle un plan secreto relacionado con su actual amante, Michael Wolfman (Eric Roberts), un magnate de la industria inmobiliaria al que su esposa y su respectivo joven amante quieren secuestrar e internar en un manicomio. La desaparición de Wolfman marca tan sólo el inicio de una serie de crímenes e intrigas (como la repentina desaparición de Shasta misma) en las que Sportello se va enredando más y más con el avance de su investigación que lo lleva a encontrarse con un férreo policía defensor de los derechos civiles, un experto en ley marítima, casos de corrupción policial, pandillas carcelarias, usureros asesinos, una sirvienta chicana, judíos neonazis, una hermandad aria, masajistas orientales con ambiguos gustos sexuales, un saxofonista presumiblemente muerto, una organización secreta llamada Golden Fang/Colmillo Dorado que bien podría ser un grupo de dentistas que lavan dinero y buscan evadir impuestos o un cartel de drogas indochino, entre muchos más personajes y situaciones que conforman la rebuscada trama a manera de caleidoscopio en ácidos en la colorida pero paranoica ciudad de Los Ángeles que vive bajo la omnipresente sombra de los recientes crímenes de Charles Manson. 13


A pesar de ser un filme fársico desbordante de humor negro que por momentos alcanza niveles hilarantes, Vicio Propio mantiene el ominoso tono pesimista que podemos encontrar en la todavía breve filmografía del californiano (donde el sexo, las drogas, el dinero y el perdón son ilusorias válvulas de escape para los personajes solitarios y carentes de cariño) con el que nos muestra el lado oscuro de la sociedad estadounidense obsesionada con el orden y rindiendo culto a la ley. Se trata de un rompecabezas criminal estilo 'neon noir' que se resuelve en medio de un viaje psicodélico, aunque no por su propuesta visual, que es bastante sobria, sin excentricidades, pues vuelve a estar a cargo de su recurrente cinefotógrafo Robert Elswit (con quien ya trabajó en Magnolia y There Will Be Blood), sino por los variopintos personajes, los diálogos y las situaciones exageradas que llegan incluso a niveles de aparente irracionalidad inimaginables a través de una intencional narrativa deshilvanada que se mantiene dinámica a pesar de su duración superior a las dos horas. Anderson pone a prueba la narrativa tradicional y su trabajo se siente aquí más intuitivo, más orgánico; hábilmente sofistica aún más sus rasgos estilísticos y los utiliza en este filme coral (en donde encontramos también a figuras como Josh Brolin, Benicio del Toro, Reese Witherspoon, Owen Wilson, Jena Malone, Maya Rudolph, Martin Short, etc.) para un hilvanar un crítico, sarcástico y mordaz retrato de la desolación humana en la vorágine de la soledad emocional al compás de un selecto compendio musical (Vitamin C de Can; Here come the Ho-Dads de The Marketts; Journey Through the Past de Neil Young; etc.) y un fascinante score compuesto por Jonny Greenwood de Radiohead. Sin llegar a los niveles de excepcionalidad alcanzados con la enigmática The Master o la soberbia Magnolia, Vicio Propio es una audaz y muy divertida propuesta de cine negro que guarda gran parentesco con clásicos como Chinatown (1974) o Night Moves (1975), aunque también hay rasgos compartidos con Big Lebowski (1998); es un extravagante viaje psicodélico con el que los fanáticos de Anderson no quedarán decepcionados.

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n un pequeño pueblo costero ubicado en una península del Mar de Barents al norte de Rusia, Kolya (Aleksey Serebryakov) vive con Lylia (Elena Lyadova), su joven segunda esposa, y Roma (Sergey Pokhodaev), su hijo adolescente y fruto de su relación previa, subsistiendo en la casa que él mismo construyó gracias a su trabajo como mecánico en el taller que ha montado en esa misma propiedad, una propiedad de gran belleza que el alcalde del poblado quiere poseer a toda costa, por lo que comienza intentado comprar el terreno con una oferta risible, por no decir ofensiva; pero ante la negativa de Kolya y su familia de vender su patrimonio, el alcalde echa mano del poder inherente a su cargo para obligar legalmente a la familia a ceder el terreno. Para tratar de evitarlo, el padre de familia recurre a Dimitriy (Vladimir Vdovichenkov), un gran amigo de la juventud que ahora se ha convertido en un reconocido abogado en Moscú y cuyos contactos y astutos movimientos legales parecen ser la clave para lograr que el alcalde decline sus intenciones. Este es el argumento de Leviathan (2014), el filme dirigido por Andrey Zvyagintsev que representará a Rusia en la próxima entrega del Oscar en la categoría a Mejor Película Extranjera y que este mes llegará a los cines mexicanos tras su paso por diversos festivales como Cannes, donde obtuvo el premio a Mejor Guión para los escritores del filme: el mismo Zvyagintsev junto con Oleg Negin, quienes tomaron como base el sonado caso de Marvin Heemeyer en Estados Unidos, así como la obra homónima del filósofo inglés Thomas Hobbes en la que, a través de un estudio del Hombre, el Estado y la Iglesia, habla de la construcción de gobiernos absolu17

tos en los que la figura regente no se encuentra ante ninguna limitante institucional, obteniendo con ello un poder único e irrebatible. Zvyagintsev utiliza únicamente algunos puntos del caso de Heemeyer y mucho de la obra de Hobbes para construir una historia propia cargada de alegorías (posee algunas referencias religiosas, mitológica y filosóficas) con las que meticulosamente disecciona lo nefasto de nuestra condición humana y analiza los putrefactos sistemas sociales contemporáneos en donde el bienestar de los ciudadanos ocupa el último lugar en las prioridades gubernamentales. Leviathan es una película que cuestiona de manera despiadada a las instituciones sociales como el gobierno, la religión y la propia familia, poniendo a prueba sus valores éticos y morales; la cinta muestra sin concesiones el lado más sórdido de estos pilares de la sociedad. Además del hilo conductor de la trama, se añaden elementos dramáticos como el conflictivo entorno familiar y un sorpresivo triángulo amoroso, con lo que concede un trasfondo profundamente emocional al devastador relato de esta familia arrastrada por el violento espiral de corrupción del que no hay escapatoria y del cual nadie sale ileso. La fascinante propuesta de Zvyagintsev cuenta con un discurso poderoso al que la sombría y azulada fotografía de Mikhail Krichman y el sofisticado score de Philip Glass, convierten en un estilizado tratado sobre el uso y abuso del poder de la burocracia en nuestros días, tan hermoso y elegante como brutal y devastador; un drama íntimo demoledor y un intenso thriller político, una incisiva radiografía social tan desesperanzadora como estimulante y muy necesaria en nuestros decadentes tiempos.


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lan Turing fue una de las mentes inglesas más brillantes del siglo pasado. Filósofo, matemático, criptógrafo y científico de la computación, fue precursor de lo que ahora conocemos como informática. Gracias sus conocimientos y habilidades en este último campo, fue contactado por el gobierno de su país durante la Segunda Guerra Mundial para que ayudara a descifrar el Código Enigma de los nazis que en ese momento se alzaban con una superioridad abismal en el conflicto; cuando logró hacerlo, los Aliados consiguieron la ventaja y, eventualmente, ganaron la guerra. Sin embargo, debido a la naturaleza ultrasecreta de la misión de Turing y sus compañeros, no fue reconocido como se merecía, y por el contrario, fue procesado algunos años después cuando, bajo una investigación iniciada por las sospechas de ser un espía soviético, quedó al descubierto su homosexualidad, la cual estaba penada por el gobierno británico en esa época. Bajo los cargos de "indecencia grave y perversión sexual", Turing fue condenado a recibir la castración química, un violento tratamiento hormonal que le provocó severos cambios físicos y trastornos psicológicos. Un par de años después de haber sido condenado, murió al morder una manzana envenenada con cianuro, lo que oficialmente se declaró como suicidio, aunque el nulo esclarecimiento de la muerte ha dado lugar a diversas teorías sobre un posible asesinato. Tuvieron que pasar casi seis décadas para que Inglaterra otorgara el indulto al matemático, y no fue sino hasta el 2013 cuando la Reina Isabel II lo absolvió de toda culpa. El filme que hoy nos ocupa, El Código Enigma (The Imitation Game; 2014), del director Morten Tyldan (Headhunters-

Hodejegerne), intenta ser un homenaje a la figura de Turing, reconociéndole sus méritos y decisivo papel dentro del conflicto bélico, pero falla gravemente al mostrar únicamente las hazañas del matemático durante los años que le fue de utilidad al gobierno británico para obtener la ventaja sobre el enemigo, y -convenientemente- omite las injusticias cometidas en su contra, las cuales son apenas señaladas de una manera velada, tímida y cobarde -por decir lo menos. Basándose en la novela Alan Turing: The Enigma de Andrew Hodges, el guión de Graham Moore entreteje un arco narrativo principal que se centra en los años en los que Turing (interpretado por Benedict Cumberbatch) trabajó en la instalación militar Bletchley Park descifrando el código nazi para los ingleses periodo durante el cual se comprometió con su compañera Joan Clarke (Keira Knightley)-, y lo une intercaladamente con dos épocas cruciales de su vida: la etapa pre adolescente cuando se percató de su naturaleza homosexual y se enamoró del compañero de colegio que lo defendía del acoso de otros estudiantes, y cuando fue investigado por presunto espionaje para los soviéticos y procesado, después, por ser homosexual. El Código Enigma es una cinta con algunos puntos a su favor, como su estructura narrativa no lineal que la vuelve dinámica y nunca deja escapar la atención del espectador, la fantástica composición musical de Alexandre Desplat, y sobre todo, el trabajo del reparto que resulta más que solvente, destacando por supuesto Benedict Cumberbatch que logra una interpretación que va de menos a más, alcanzando niveles de actuación fenomenales mientras la trama avanza hacia el trágico destino del prota19

gonista. No obstante, estas virtudes quedan opacadas por el endeble retrato que se hace sobre su figura central, porque tan importante debería ser señalar el trabajo que hizo para el gobierno británico -que sí se retrata en el filme pero sin un atisbo de emoción alguna-, como condenar lo que este mismo gobierno le hizo a él por el simple hecho de ser homosexual. Y es que a pesar de que dentro de la trama sí se hace referencia a la homosexualidad de Turing, hay secuencias cruciales en las que sólo se insinúa su orientación, como si aún se tratase de un tópico tabú que se debiera abordar de manera solemne, o como si mientras menos se hablara de ello, sería mejor para no herir la susceptibilidad el habitual espectador/consumidor de este tipo de cine biográfico comercial. Es tal el nivel de corrección política con la que está cubierta la cinta, que ésta parece una patética manera de curarse en salud por parte de sus creadores al sublimar las hazañas del prodigioso matemático durante la guerra, pero jamás señalando la culpabilidad del retrógrado gobierno inglés al condenarlo a tan terrible destino. Al final, por la cobardía de no explorar más a fondo la figura de Turing y el temor a señalar a los responsables de su tragedia, El Código Enigma se convierte en una película mediocre realizada bajo la gastada fórmula de las biopics -con todo y su abuso de clichés- que es apenas superior a un telefilme convencional gracias a que la única diferencia es que aquí el presupuesto es mucho mayor, por lo que la puesta en escena es impecable; qué mal que no podamos decir lo mismo de su débil acercamiento a la figura del matemático y de su discurso moralino protector de las buenas costumbres.


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argaret huye de casa y de su esposo abusivo en una época en la que los derechos de las mujeres aún estaban por consolidarse. "¿Tiene el permiso de su esposo para trabajar?", le preguntan de manera casi inquisidora en una entrevista de trabajo a la que acude con la presión de mantenerse a sí misma y también con la responsabilidad de sacar adelante a su pequeña hija. La mujer toma un empleo como decoradora de una línea de muebles infantiles y acepta cualquier miseria realizando retratos en un parque con la peculiaridad de plasmar a sus clientes con ojos inmensos. Su talento y peculiar estilo llama la atención de Walter Keane, un paisajista que invariablemente retrata las callejuelas de París como según él las recuerda tras su larga estadía en la Ciudad de la Luz durante su juventud. El risueño pintor de fácil palabra no tarda en cortejar, impresionar y conquistar a nuestra protagonista, y en un inusitado juego del destino, Walter encuentra más clientes para los retratos de enormes retinas que para sus callejones parisinos, por lo que convence a la siempre insegura y desconcertada artista de presentar las obras como sus creaciones personales con el fin de facilitar aún más sus ventas. El éxito se vuelve arrollador y vertiginoso... al igual que el camino hacia el vacío artístico de Margaret. Esta insólita historia dentro del universo artístico, que terminó con un juicio en los tribunales estadounidenses desenmascarando al fraudulento Walter Keane (aunque él siempre negó las acusasiones), dio la vuelta al mundo hace ya varias décadas y finalmente llega a la pantalla grande a través del filme Ojos Grandes (Big Eyes; 2014) con Tim Burton al frente del proyecto, mientras Amy Adams y Christoph Waltz se presentan en los roles centrales. Y son precisamente estas tres variantes las razones por las que es bastante sorpresivo el hecho de que el resultado del filme sea 21

tan irregular, pues se trata a final de cuentas de un biopic bastante genérico con apenas algunos atisbos del característico estilo visual kitsch y con discretos destellos de la genialidad que el director ha sido capaz de alcanzar en otras propuestas como El Gran Pez (Big Fish; 2003), en la que armonizó magistralmente su fantástica cualidad retorcida con un efectivo y elegante drama paterno-filial. En esta ocasión es el carisma de sus reconocidos protagonistas lo que apenas logra sostener al filme por encima de lo que sería un perfecto telefilme. Así tenemos que mientras Amy ofrece un trabajo solvente con una interpretación contenida con la que eficazmente transmite la pasiva y tímida personalidad de Margaret (atención a la expresividad de sus ojos), Christoph Waltz exagera su Walter y por momentos (sobre todo en la extensa escena del juicio final) su personaje se vuelve completamente sobreactuado y caricaturesco, restándole dramatismo y seriedad al argumento. No es que con Ojos Grandes estemos ante uno de los graves tropiezos de Burton (nada podría equipararse o ser peor que su revisión a El Planeta de los Simios), pero ciertamente tampoco estamos ante uno de sus trabajos más inspirados y sí ante uno de los más impersonales en el que el espíritu burtoniano brilla por su ausencia, algo que resulta irónico al tratarse de una cinta que aborda el tema de la esencia en la creación artística y la relación obra-artífice. El filme, sin duda, resultará atractivo para los seguidores de la artista originaria de Tennessee y para aquellos que quieran descubrir su historia, pues ésta es por demás interesante y el guión mantiene un ritmo constante que no decae en ningún momento; sin embargo, para quienes esperan ver un relato con la impronta de Burton en cada fotograma, seguramente saldrán decepcionados porque les quedará a deber... y mucho.


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e trata de la ópera prima de Catalina Aguilar Mastretta, con un duelo de actrices desde la joven pero con sobresaliente actuación de Cassandra Ciangherotti, hasta las ya reconocidas Maria Rojo, Isela Vega, Arcelia Ramírez y Evangelina Martínez, así como Julio Bracho e Isabel Camil; juntos conforman las divertidas y en ocasiones dramáticas actuaciones de este filme. Las Horas Contigo muestra los diferentes matices de las tan diversas generaciones que constituyen una familia, desde la nieta que quiere ser independiente, que cree no necesitar de una pareja y no se siente convencida de querer ser mamá; la mamá, que sabe que cometió muchos errores al tratar de educar a su hija, que la quiere con todo su corazón, pero que también se permitió vivir y cometer errores en este proceso; y la abuela, que fue el centro de la familia, que dio dirección y les dejó lo más importante: el lazo familiar que las unirá toda la vida. La historia se desarrolla desde el sentir de Emma (Cassandra Ciangherotti), la nieta, todo gira desde su perspectiva, ella tiene un vínculo muy fuerte con su abuela de muy avanzada edad quien ya está enferma y muy cercana a abandonarlas. La mamá (María Rojo) tiene una visión muy divertida de la vida, ella no se complica y tiene un lenguaje muy atinado al llamar las cosas como son. Emma se encuentra en un momento muy deci23

sivo en su vida, pues tiene una pareja y sospecha estar embarazada, ella tiene todas las dudas que puede sentir una mujer a su edad y en su etapa: "¿seré buena mama?", "¿sabré educar a mis hijos?", "¿no perderé mi independencia?", "¿el papá será mi pareja para toda vida?", "¿realmente quiero compartir esto con él?". Por otro lado, la mamá está tratando de aceptar y buscando que la partida de su madre sea lo menos dolorosa para todos, y a pesar de su sentido del humor, a ella la encontramos disculpándose y reconociendo los errores que cometió. Y la abuela (Isela Vega) tratando de seguir físicamente con ellas, dejando enseñanzas y uniendo a todas las generaciones. Sobresale que no hay un malo es este filme, tú y tus propios miedos son quien te atoran y no te dejan o limitan el seguir tu andar. Es una película con divertidas vivencias, con un toque emotivo donde cualquier persona se puede ver reflejada, tanto hombre como mujer. Ya que el pasar de una etapa a otra crea incertidumbre, el que la sociedad cada vez exija más sobre el papel que se supone nos corresponde nos puede poner en duda constante sobre nuestras decisiones ante la vida. Realmente vale la pena ver el filme, el lenguaje es divertido y se presta para que la disfrutes con amigos, novio, familiares. Es apta para todo público ya que cuenta con una sensibilidad cautivadora y catártica. Altamente recomendable.


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l canadiense Jean-Marc Vallée se consolidó en Hollywood con el extraordinario drama biográfico Dallas Buyers Club (2013) con el que logró colocarse entre las nominadas a Mejor Película en los premios de la Academia en 2014, llevándose a casa los galardones al Mejor Actor para Matthew McConaughey y Mejor Actor de Reparto para Jared Leto. A un año de este suceso, el director de C.R.A.Z.Y. (2005) presenta su nuevo largometraje, Alma Salvaje (Wild; 2014), cuyo argumento toma como base las memorias de Cheryl Strayed plasmadas en Wild: From Lost to Found on the Pacific Crest Trail (publicada en 2012), novela en la que relata su largo, duro y solitario viaje (hecho en 1995 a la edad de 26 años) de más de 1,700 kilómetros a través del Sendero de la Cresta del Pacífico en Estados Unidos como una manera de ascender desde lo profundo del espiral de adicciones al sexo y a las drogas en las que cayó tras la devastadora experiencia de la muerte de su madre Bobbi. En Alma Salvaje, acompañamos en su viaje a Cheryl en la piel de Reese Whiterspoon, también productora de la película que obtuvo los derechos de la novela y convocando luego al quebequense para encargarse de la dirección de la adaptación fílmica a cargo de Nick Hornby, cuya traslación a la pantalla se realiza a través de una narrativa fragmentada y escapando de un estricto orden cronológico, pues a la par que Cheryl emprende su personal odisea, frecuentemente se insertan secuencias (con una cuidadísima edición de imagen y sonido) que van completando el rompecabezas que supone su muy dañado bagaje emocional, ese que lleva a cuestas y que le pesa más que la monstruosa mochila que con mucha dificultad carga para su supervivencia en la salvaje naturaleza. Los recuerdos tormentosos, la voz en off de la protagonista en algunos pasa25

es, los espectaculares paisajes (desérticos, boscosos y nevados), las citas literarias, y los personajes con los que se va encontrando en el trayecto, son los elementos con los que Vallée juega para presentar diversas y poderosas metáforas sobre la soledad, la redención, el amor de pareja, el amor materno-filial, la comprensión, el perdón, la felicidad, entre muchas otras reflexiones que hacen al filme profundamente emotivo e inspirador, y cuyo soporte principal se encuentra en la total entrega de sus dos actrices centrales, la ya mencionada Witherspoon que entrega un trabajo protagónico más que solvente y efectivo (aunque nada verdaderamente sorprendente), y la de la soberbia Laura Dern (como Bobbi) que se roba cada una de las escenas en las que interviene. Al igual que Camino Salvaje (Into the Wild; 2007), esa extraordinaria cinta de Sean Penn basada en las experiencias silvestres de Christopher McCandless con la que el filme que hoy nos ocupa posee varias similitudes, Alma Salvaje es mucho más que la simple anécdota de un viaje (tanto físico como introspectivo) para afrontar los conflictos internos y encontrar la redención, y es gracias al sofisticado oficio de Vallée que la historia de Cheryl se transforma en toda una catártica experiencia de vida para ella en la pantalla y para el público en la sala cinematográfica. Es una historia profundamente intimista y un tanto abstracta sobre el tardío autoconocimiento que, aunque no logra evitar caer en sentimentalismos, éstos no son exagerados, por lo que no alcanzan a impedir el deslumbrante y esperanzador brillo de la sensorial experiencia fílmica que representa el más reciente trabajo del realizador canadiense que se mantiene como un cineasta con una de las voces propias más auténticas y sinceras del cine contemporáneo, y cuyas siguientes obras debemos seguir muy de cerca.


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l reciente caso del tiroteo en Ferguson, Missouri donde Michael Brown, un joven afroamericano de 18 años, murió por los disparos de un policía ("recibió ocho disparos y el policía lo remató", señaló un testigo), deja claro que la discriminación racial en Estados Unidos aún está latente y hay un largo camino que recorrer (¿años? ¿décadas?) antes de que la tensión racial sea cosa del pasado. Con este lamentable contexto histórico socio-político, llega una película que se vuelve por demás necesaria: Selma: El Poder de un Sieño (Selma; 2014), de la directora Ava DuVernay, quien debutara hace poco más de un lustro con su documental This is Life (2008) sobre la historia del movimiento hip-hop en Los Ángeles a partir de los años 90s, y que ahora se ha colocado como una de las más prometedoras cineastas afroamericanas en la meca del cine al colocar su tercer largometraje en las contendientes por el Oscar de este año como Mejor Película. La película da fe de la lucha social del pastor, político y activista Martin Luther King Jr., en un relato que se ciñe a la campaña de tres meses y a la histórica marcha que el icónico personaje encabezó desde Selma hasta Montgomery en Alabama para defender su derecho al voto que, teóricamente, ya había sido aprobado por la Ley de los Derechos Civiles, pero que la blanca burocracia se negaba a respetar, impidiendo mediante trámites absurdos el registro de los afroamericanos, despojándolos de esta manera de su posibilidad de votar. Con este

movimiento se logró asegurar la Ley de Derecho al Voto para los afroamericanos, firmada por el presidente Lyndon B. Johnson en 1965. El trabajo de DuVernay resulta excepcional en esta propuesta que está muy lejos de ser una convencional biopic hollywoodense, pues además de optar por una narrativa en la que se conjugan eficazmente los pasajes personales e íntimos del protagonista con su crucial participación como líder y estratega en el movimiento, es sin duda alguna la inteligencia del guión de Paul Webb lo que resulta la pieza imprescindible para la tridimiensionalización del hombre central, y para la exitosa construcción de esta formidable pieza cinematográfica cuya sobria fotografía se combina a la perfección con la cuidada edición y musicalización para darle a la película un exquisito toque artesanal que le resta artificialidad, viéndose también reforzada por la inmensa y elegante actuación de David Oyelowo como el arrasador protagonista. Con Selma estamos ante un complejo, poderoso y valiente documento histórico, un testimonio emocional y conmovedor (jamás sensacionalista o manipulador) que es preciso revisar a la brevedad ante la inquietante injusticia racial, pues su mensaje sigue tan vigente como relevante hoy en día, a pesar de que ya pasaron cinco décadas de los hechos aquí retratados. Selma es una evidencia del gran logro político alcanzado por Luther King, pero en perspectiva, también permite apreciar lo poco que se ha avanzado como sociedad. 26


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odos tenemos sueños, expectativas de lo que queremos en la vida, metas que cumplir, pero ¿qué pasa cuando esas expectativas resultan no ser lo que esperamos? Los cuentos de hadas se han encargado de hacernos ver que todo es maravilloso... ¡Gran mentira! Entonces ¿qué pasa después de ese "final feliz" que nos muestran todas estas historias? Eso por lo que tanto luchaban ¿era en verdad lo que querían? En el Bosque (Into the woods; 2014) se encarga de poner en esta situación a todos esos personajes que nos ilusionaron de pequeños, haciéndonos creer que todo era miel sobre hojuelas. Pero hablemos de la trama: un joven y bonachón panadero y su bella esposa desean, más que nada en el mundo, tener un hijo, pero no lo han podido lograr; esto debido a que su vecina, una malvada bruja, dejó caer una maldición a su familia años atrás, pero ahora está dispuesta a revertirla si ellos le ayudan a conseguir cuatro peculiares objetos antes de la próxima luna llena. Esto los lleva a adentrarse en el bosque donde se encontrarán a varios personajes: Caperucita Roja, que va a casa de la abuela; el Lobo Feroz, acechando en lo profundo de las sombras; Cenicienta, sufriendo al vivir con su madrastra y hermanastras; Rapunzel, atrapada en lo alto de una torre; Jack, el chico de las habichuelas mágicas, aguantando los regaños de su madre que siempre lo menosprecia; dos príncipes azules; y sí, por supuesto también la bruja "malvada" que se vuelve el eje central de esta mezcla de personajes sacados en su mayoría de historias escritas por los hermanos Grimm y popularizados por Disney a través de su tradición fílmica. Todos ellos interactúan al cruzarse sus caminos y se entrelazan sus vidas, encontrando en el bosque lo que tanto necesitan para cumplir sus sueños. Sí, ya sé que pensarán que esto de fusionar personajes de varios cuentos se

parece mucho a la serie Once Upon a Time (aunque para ser sinceros, Shrek lo hizo primero en cine), o tal vez creerán que se empiezan a acabar las ideas en Hollywood (aunque con tantos reboots, secuelas y precuelas comenzamos a creer que así es), pero esta cinta está basada en un musical creado por Stephen Sondheim, que se estrenó a finales de los 80s, y que por años estuvo en planes para su adaptación cinematográfica. Y aquí es donde entra Disney. Sabemos lo mucho que Disney ama el género, la mayoría de sus cintas cuentan con secuencias musicales, pero increíblemente esta es la primera vez que produce una puesta en escena de Broadway. Disney decidió llamar al ya experimentado Rob Marshall, en lo que podría decirse fue una apuesta segura, ya que dirigió una de las adaptaciones de un musical más aclamadas del cine, Chicago (2002), aunque también hay que recordar que es el mismo que dirigió la decepcionante Nine (2009) y otras cintas más que no alcanzaron, ni por poco, a su excelente Chicago, por lo que la experiencia del director podía ser un arma de doble filo. Eso sí, con un "modesto" presupuesto de 50 millones de dólares, Marshall pone mucho cuidado en la cuestión artística, y esto ya es característico de su filmografía, ya que independientemente de la calidad argumental de sus filmes, el aspecto visual es importante para él, y más en esta historia plagada de fantasía. En el Bosque cuenta con un elenco multiestelar liderado por Meryl "puedo hacer de todo" Streep, y la joven y talentosa Anna Kendrick. Curiosamente, los próximos proyectos de estas dos actrices son también musicales. Meryl se encuentra filmando "Ricky and the flash" donde la hará de rockstar, mientras Kendrick tiene dos filmes por estrenarse este año: la secuela de Pitch Perfect (2012) y The last five years (2014), basado en otro musical de Broadway. El elenco de En el Bosque lo completan 29

Emily Blunt, Chris Pine, James Corden, los pequeños Lila Crawford y Daniel Huttlestone (el pequeño que por poco se roba la película de Los Miserables hace un par de años), y el "camaleónico" Johnny Depp en una pequeña aparición (casi cameo) interpretando al Lobo Feroz. La puesta en escena original tuvo tanto éxito por situar a estos clásicos personajes en una historia más oscura y en situaciones más perversas y retorcidas, y la película conserva algunos de esos momentos, pero los suaviza un poco, probablemente por el temor de despertar controversia con el público que lleva a sus niños, a pesar que la obra no estaba destinada para el público infantil, algo que resulta irónico ya que Disney nos ha presentado momentos sumamente trágicos y que han marcado a niños por generaciones (la muerte de la mamá de Bambi, la muerte de Mufasa, etc.). Haciendo a un lado esto, los primeros dos actos de la película son hilarantes, el ritmo de la película es ágil, las canciones divertidas y pegajosas, la interacción entre los numerosos personajes funciona perfectamente, todo va por buen camino hasta su tercer acto, que es donde la película da un bajón tremendo a su ritmo. Toda esa chispa y lo entretenida que resultaron las primeras partes de la película, se transforma en un tercer acto más y más pesado conforme avanza al desenlace. Aun así, los fans del género quedarán medianamente complacidos porque, con todo y sus fallas, logra ser una película que cumple su cometido, pero se queda bastante corta como para ocupar un lugar destacado en la historia de los musicales adaptados al cine. Se pierde en la oscuridad del bosque...


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os horrores de la guerra y la búsqueda de identidad son, entre otros, dos de los principales subtextos contenidos en la más reciente cinta del cineasta polaco Pawel Pawlikowski: Ida (2013). En Polonia de 1962, Anna (Agata Trzebuchowska), una joven huérfana que fue abandonada en un convento católico en 1945, está a punto de tomar sus votos y convertirse en monja a los 18 años, pero sorpresivamente, la Madre Superiora le revela que tiene una pariente viva: su tía Wanda (Agata Kulesza), y debe pasar un tiempo con ella, conocerla y también acercarse al mundo exterior, antes de decidirse definitivamente a tomar los votos. Pero las sorpresas para Anna van más allá de saber que tiene a una familiar viva y de conocer a su tía (una ex funcionaria del partido comunista que ahora sólo ejerce, muy a su pesar, como magistrada local), pues ésta le hace saber que su nombre verdadero es Ida Lebenstein, que tiene ascendencia judía y que sus padres sufrieron un destino terrible durante la ocupación nazi en Polonia, aunque no se sabe dónde exactamente fueron enterrados sus restos. Juntas, sobrina y tía, inician un viaje para dar con el paradero de los restos de los padres de Anna/Ida, es un viaje iniciático para Anna en el que intenta conocer más a fondo sus raíces, que hasta ese entonces no conocía, lo que pone a prueba la fuerza de su fe y voluntad; además, conocemos más a fondo a su enigmática tía, pues para ella éste también se convierte en un viaje de autodescubrimiento y de enfrentamiento con sus convicciones políticas. Con reminiscencias de Bergman en su puesta en escena (una narrativa precisa y certera de largos planos, lentos, pero de una elevada pulcritud en la ima-

gen y fuerte carga de simbolismos), de Dreyer en su esencia espiritual (reflexiones sobre la fe) y de Buñuel en el incisivo acercamiento a los temas de la convicción religiosa (recordando en varias ocasiones a su Viridiana), Pawlikowski enfrenta a Anna/Ida constantemente con su tía Wanda, un enfrentamiento no sólo generacional, sino también sexual, cultural, político y religioso (catoliscismo-judaísmo, catoliscismo-ateísmo), contrapunteando frecuentemente sus personalidades y perspectivas sobre diferentes tópicos. Utilizando una contrastante fotografía monocromática de excelsa belleza (a cargo de Ryszard Lenczewski y Lukasz Zal) y el asombroso talento histriónico de sus dos estupendas actrices centrales (la debutante Agata Trzebuchowska y la experimentada Agata Kulesza), Pawlikowski toma la inocencia de la novicia y la impacta irremediablemente contra el cinismo y dureza de su desencantada y resentida tía, dando como resultando una película poderosa, conmovedora y sumamente reflexiva sobre la fe (en Dios y en los hombres), el amor (en todas sus variantes), la guerra y el perdón. 'Ida' es una profunda, emotiva y cruda propuesta europea sobre el despertar a la vida de una joven al ritmo del Jazz de Coltrane, y de la búsqueda original de dos mujeres en un mundo del que han quedado profundamente desencantadas: una porque no lo conocía para nada y no está preparada para él, y otra porque, a pesar de conocerlo como la palma de su mano, aún no ha superado completamente los horrores que la humanidad es capaz de perpetrar y ha quedado incapacitada para volver a confiar en alguien. La recomendación para verla está de más. 30


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a sea de manera devastadora (Amour, de Michael Haneke), emotiva (Away from her, de Sarah Polley), o cursi (The Notebook, de Nick Cassavetes), el cine se ha encargado de aproximarnos en los últimos años a la enfermedad de Alzheimer, enfrentándonos con ello a la fragilidad del ser humano ante un padecimiento neurodegenerativo tan implacable como éste. Ahora, Siempre Alice (Still Alice; 2014), filme basado en la novela homónima de la escritora y neurocientífica Lisa Genova, dirigido por Richard Glatzer y Wash Westmoreland, y protagonizado por una de las mejores actrices del cine contemporáneo: Julianne Moore, llega para tomar su lugar correspondiente como una de las más sensibles y respetuosas propuestas que se han hecho en torno al Alzheimer, siendo el cuidadoso guión (que aunque no escapa de lugares comunes, está bien estructurado) y la soberbia actuación de su protagonista las principales bazas del filme que lo colocan como un notable filme dramático. Adaptada para la gran pantalla por los propios directores, de una manera efectivamente estratégica el guión nos permite seguir a la Alice del título, una profesora de lingüística en la Universidad de Columbia que es diagnosticada con este padecimiento, y poder ver a través de sus ojos cómo es su modo de vida previo al lamentable diagnóstico. Nos adentramos, entonces, en su rutina diaria y dinámica familiar, como su relación con su esposo John (Alec Baldwin) o las visitas de los hijos: Anna (Kate Bosworth), Tom (Hunter Parrish) y Lydia (Kristen Stewart). Su vida transcurre sin más imprevistos que los cotidianos, pero un día comienza a olvidar palabras en medio de una conversación, y esto va sucediendo con mayor frecuencia hasta que decide consultar a un especialista que la evalúa y advierte sobre un posible caso de Alzheimer prematuro. El tiempo pasa, y más pronto de lo que ella se ima33

ginaba o quisiera, los descuidos ya no son sólo de alguna u otra palabra olvidada, se transforman en pérdidas de frases enteras recién escuchadas, en la incapacidad de poder impartir una clase completas, olvidarse de la ruta en medio de la rutina de ejercicio en plena calle y lejos de casa, en no reconocer a personas a pesar que fueron presentadas dos minutos antes; el insomnio y el cansancio (señales de que la enfermedad se agrava) van afectando cada vez más su calidad de vida, y la impotencia de no poder manejar su enfermedad, de verse incapacitado para continuar con su trabajo, con su familia o con su propio cuidado personal, hacen que incluso grabe un instructivo para suicidarse cuando llegue "el momento indicado". Siempre Alice es un poderoso drama que se mantiene siempre fiel a su convicción de compartirnos una historia de vida sin tener momentos de gratuidad emocional que recurran a trampas emocionales para obtener lágrimas fáciles, sino que por el contrario, cuando conmueve es porque nos muestra, sin medias tintas, la crudeza del paulatino deterioro psicológico de la protagonista y el dolor que le provoca tanto a ella (cuando aún está consciente del avance de la enfermedad) como a sus familiares, el hecho de hacerle frente a la pérdida gradual de los recuerdos y experiencias que conforman la esencia de un ser humano. Gran parte del éxito para lograr ésta conexión emocional de la obra fílmica con el espectador, es sin duda alguna el encomiable trabajo Julianne Moore, pues fue la gran pieza clave gracias a su sensible, elegante y potente interpretación que, junto con el metódico guión, confiere dignidad y gran carga humanitaria al relato, despejando toda duda que pudiera existir sobre la razón de su actual nominación al Oscar y demostrar (una vez más) el porqué es considerada una de las mejores actrices de hoy en día.


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s una pantalla en negro la que nos da la bienvenida al primer Largometraje Michoacano en la historia: Enero, la ópera prima de Adrián González Camargo; una pantalla vacía que nos impide ver la violenta trasgresión que detona la trama la cinta: una historia sobre crímenes pasionales, el insostenible peso de la culpa y las relaciones co-dependientes y autodestructivas. Horacio (Ernesto Hernández Dolas) es un hombre maduro que, tras ser descubierto en (adultera) acción, asesina a su esposa y huye con su amante Lucrecia (Sheyila A. Rodríguez Romero) hacia una cabaña abandonada en las afueras de la ciudad; bajo esta premisa, el director (también responsable del guión) establece una narrativa lenta y pausada que llevan de la mano al espectador (como acompañante y no sólo como mero testigo) hacia la cada vez más deteriorada relación donde la culpa, las inseguridades y los miedos terminarán por fracturar a la pareja. Resulta claro y evidente el conocimiento cinematográfico que posee el equipo técnico detrás de Enero, pues sobresalen los recursos visuales utilizados (distintos ángulos en algunas secuencias, como cuando Lucrecia hurga en las cajas y rompe los discos de vinil de Horacio) y la cuidada fotografía, a cargo de Anna Soler Cepriá, quien tanto en interiores como en exteriores, logra construir las atmósferas necesarias para re-

forzar la historia, logrando un trabajo muy conveniente para la película (los paisajes naturales michoacanos son incomparables y se les saca mucho provecho). Lamentablemente, la película no llega más allá de un buen intento, un bien intencionado ejercicio cinematográfico que resulta en un filme con pocos arrojos, donde la banda sonora se siente fuera de lugar (amén del sonido que se escucha 'sucio' en algunas secuencias), donde el trabajo de edición termina por ser bastante irregular, y sobre todo, donde el muy mediano trabajo actoral de los protagonistas sólo logra apartarnos de la propuesta, y sus inverosímiles actuaciones nos impiden tomarnos en serio la película, y por ende, crear la más mínima empatía hacia la compleja pareja central. Se aplaude el gran esfuerzo de todo el equipo para levantar el proyecto Enero, pero los fallos son tan evidentes (y algunos muy graves) que no se pueden pasar por alto, lo cual la convierte en una película bien intencionada pero carente de fuerza, de bríos, lo cual hace que la propuesta se quede a medio camino. Pero también, resulta gratificante que, seguramente (o por lo menos eso esperamos), abrirá las puertas a otros proyectos en territorio michoacano que permitirán que comience a desarrollarse una industria para la producción de más largometrajes en este nuestro querido estado. 34


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n su ópera prima, Christian Díaz Pardo se aventura a abordar el tema del fanatismo religioso y la comercialización de la fe, a través de una historia ficticia que surge de una anécdota verdadera que le platicó alguna vez una de sus compañeras en la carrera de Cine; esto originó el desarrollo del proyecto original como un documental sobre el lucro de la fe, pero se transformó en un relato de ficción producido por Harold Torres junto a Laura Pino. La trama sigue a González González, un hombre golpeado (como muchos) por la crisis económica en México y que ja contraído una fuerte deuda con el banco, aparte de deber varios meses de renta de su departamento y tener que mantener a su madre. Su condición de desempleado y crítica situación financiera, lo obligan a solicitar empleo en un Call Center de una iglesia cristiana, lugar donde descubre un mundo oscuro, denso y perturbador, donde se comercializa con la fe del pueblo necesitado. El dilema al que se enfrenta se ve remarcado cuando conoce al Pastor Elías (un Carlos Bardem con un excelente acento brasileño), el hombre con mayor po-der (y dinero obviamente) dentro de la organización religiosa; y a Betsabé (interpre37

tada por Olga Segura), una compañera nización religiosa; y a Betsabé (interpredel Call Center (y verdadera fanática del culto) de la que se ha enamorado perdidamente. González, a pesar de su ritmo inicial pausado que podría alejar al cinéfilo promedio y de una que otra inconsistencia en el guión (sobre todo en el tercer acto y un final un tanto forzado) destaca por las solventes interpretaciones del trío protagónico: Torres, Bardem y Segura (aunque sobresale la pareja masculina -Torres/Bardem-, llevándose, por cierto, el Premio a Mejor Actuación Masculina en la Sección Largometraje Mexicano, otorgado por primera vez en el FICM) y por la eficaz mezcla del trabajo fotográfico y sonoro (cuyos merecidos honores recaen en Juan Pablo Ramírez y Carlos Durán, respectivamente). Sobresale también el uso de la ficticia premisa para hacer una fuerte y mordaz crítica a la comercialización de la fe por parte de estas 'nuevas religiones' que tan de moda se han puesto en nuestro México, y a la cínica sociedad mexicana, cuyo muy cuestionable comportamiento ha sido muchas veces provocado por la ya insostenible situación económica del país.


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l binomio Dardenne (Luc y JeanPierre) ofrece un mosaico social a través de su nuevo largometraje, Dos días, una noche (Deux jours, une nuit; 2014), protagonizado por la casi siempre excelsa Marion Cotillard, quien aquí da vida a Sandra, una trabajadora que busca regresar a su trabajo después de estar inactiva debido a un episodio de profunda depresión; sin embargo, debe convencer a la mayoría de sus dieciséis colegas para que renuncien a su prima extraordinaria (mil euros) y que ella pueda ser reinsertada a su antiguo puesto, pues la empresa no puede costear a la vez la prima y el sueldo de Sandra. El filme aborda el fin de semana previo a la votación en la que sus compañeros deberán elegir entre su bono y el regreso de su compañera, y muestra las visitas individuales que Sandra realiza a cada uno de los otros trabajadores para exponerles su situación. Y es precisamente a través de estas visitas que la protagonista hace a sus compañeros durante los días sábado y domingo, así como la noche de este último día, que el filme ofrece un amplio panorama sobre el abanico de circunstancias sociales por las que atraviesa la clase proletaria de un país europeo con la fuerte crisis económica aún sin superar completamente (un tema en el que México parece ya ser experto). Sin llegar en ningún momento a ser inquisitiva o moralina, la cinta explora la crisis ética y moral que se vive en el sector proletario de un país (Bélgica en este particular caso) que ha atravesado, igual que todo el continente, por una debacle

monetaria, ese sector en el que Sandra (sobre)vive día a día; la película da fe de la decadencia social donde la solidaridad y el apoyo entre los mismos compañeros es, muchas veces, inexistente, y ésto no es más que un síntoma de una sociedad que ha sido golpeada fuertemente por la falta de oportunidades en donde cada uno tiene que ver por sus propias necesidades. Sandra, a través del soberbio trabajo actoral de Cotillard (atención en su mirada, sensible y profundamente expresiva), se mueve entre la angustia y desesperación de poder perder de manera definitiva su empleo (y posiblemente su casa) y la vergüenza al sentir que 'está mendigando por trabajo', como ella misma señala en una de las escenas más emotivas del filme, en la que Cotillard se enfrenta actoralmente a Fabrizio Rongione, actor belga que da vida de manera extraordinaria a Manu, el esposo de Sandra. Dos días, una noche, a pesar de su aparente simplismo, es un poderoso drama social/laboral en el que, con gran naturalidad y verosimilitud, la integridad ética y moral es puesta a prueba, y no únicamente la de los compañeros de Sandra, sino la de ella misma cuando repentinamente se ve obligada a tomar una última decisión final en la historia, por lo que, de manera congruente, sobrepone sus principios antes que su bienestar económico. Es un filme social intimista de gran calibre, poseedor de una exquisita narrativa y un discurso que sacude conciencias sobre la necesidad, la dignidad y la ética en tiempos de crisis. Imprescindible.

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uego de una gran cantidad de cortometrajes -El Joven Telarañas (2006), Jet Lag (2011), entre otros, y de su ópera prima -Aurora Boreal (2007)-, el director mexicano Sergio Tovar Velarde presentó su segundo largometraje en la pasada edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), en donde estuvo como filme en competencia por el premio Premio Maguey, el cual se entrega a las destacadas películas con la diversidad sexual como temática central. Además, el filme también llegó al pasado Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) con una proyección especial como parte de la programación con la que se celebraron los primeros diez años de Morelia Lab, proyecto gracias al cual se pudo concretar la producción de este filme que retrata cuatro historias de personajes homosexuales en distintas etapas y edades, realizando un paralelismo entre ellas y las fases lunares, de ahí su nombre: Cuatro Lunas (2014). “Luna nueva", "Cuarto creciente", "Luna llena" y "Cuarto menguante" son los cuatro capítulos que Velarde intercala dinámicamente para compartirnos el mismo número de relatos: "Luna nueva" es la historia de Mauricio (Gabriel Santoyo), un preadolescente de once años que comienza una lucha interna por mantener en secreto la fuerte atracción que ha comenzado a sentir por su primo Oliver (Sebastián Rivera); "Cuarto creciente" es la historia de Leo (Gustavo Egelhaaf) y Fito (César Ramos), dos mejores amigos de la infancia que se han reencontrado después de una larga y forzada separación, descubriendo entre ellos una fuerte atracción que va más allá de la amistad, pero poniendo en riesgo la relación ente el miedo de uno de ellos a que sus familias y amistades no

los acepten; "Luna llena" es la historia de Andrés (Alejandro de la Madrid) y Hugo (Antonio Velázquez), una pareja que ya lleva un largo tiempo viviendo juntos y en aparente estabilidad, aunque Hugo ha comenzado a salir con un hombre más joven (Hugo Catalán) que parece ofrecerle "algo" que la rutinaria vida en pareja no le permite; y finalmente, "Cuarto menguante" es la historia de Joaquín (Alonso Echánove), un hombre de edad madura con esposa e hijas, que intenta reunir dinero para pagarle a Gilberto (Alejandro Belmonte), un joven prostituto con el que se ha obsesionado. Cuatro Lunas se presenta a manera de mosaico de anécdotas homoeróticas que retratan de una manera sensible y desde distintas perspectivas el historial psicológico-emocional por el que todos los homosexuales hemos pasado en algún momento de nuestras vidas, es por ello que no resulta nada sorprendente la excepcional manera en la que la película conecta con la audiencia, y principalmente con la comunidad gay, la cual se verá retratada de una manera auténtica en este honesto ejercicio fílmico -la positiva reacción de los asistentes a la función en el FICM fue muestra de ello. Y es que resulta imposible no conectarse con la historia del pequeño Mauricio, su despertar sexual y la ineludible atracción que, a esa edad, despierta en nosotros esa persona especial con la que compartimos gran parte de nuestro tiempo -en este caso, su primo Oliver-, además que la historia hace un pertinente acercamiento al acoso escolar, un tema crítico en nuestros días al que se debería prestar una mayor atención. Es así como tampoco podemos dejar de identificarnos con Leo o Fito y su primer amor, aún con todas las vicisitudes que 41

esta clase de relaciones traen consigo como el miedo a autoaceptarse, la ansiedad por el qué dirán la familia y los amigos, etcétera. Por su parte, la relación entre Andrés y Alejandro -con la sacudida emocional que representa siempre la posible llegada de un tercero que pone a prueba la resistencia del amor en la relación-, tampoco nos es ajena, y tal vez ya hayamos estado en el lugar de alguno de los dos -o del tercero, ¿por qué no?. Finalmente, quizá no hayamos estado en la misma situación de Joaquín, pero aunque no nos dediquemos a la prostitución como Gilberto, conocemos a hombres casados -e inclusive con hijos- que nunca se aceptaron a ellos mismos y que esporádicamente buscan vivir la tan necesaria experiencia homosexual que sus miedos y/o ataduras morales/religiosas no les permiten. En la filmografía queer mexicana contamos con algunos verdaderos clásicos del subgénero, y este ejercicio episódico de Sergio Tovar Velarde seguramente se convertirá en otro de ellos gracias a su excelente manufactura, la honestidad del guión y el gran desempeño de todo su reparto en el que también encontramos a Monica Dionne, Karina Gidi, Juan Manuel Bernal, Laura Ley, Marta Aura, Jorge Luis Moreno y Astrid Hadad, así como los ya fallecidos Héctor Arredondo y Joaquín Rodríguez. Cuatro Lunas -ganadora del premio a Mejor Largometraje en el Festival de Cine LGBT "El Lugar sin Límites" de Quito, Ecuador, entregado a la película con mayor votación por parte del público, así como el Cabrito de Plata en el Festival de Monterrey como Mejor Largometraje de Ficción en agosto pasado- es una muestra del cine de calidad que se produce en México y que seguramente encontrará eco en la audiencia mexicana.


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on Bradley Cooper como protagonista (y productor) y Clint Eastwood tras las cámaras, finalmente se estrena Francotirador (American Sniper; 2014), una película bélica basada en el libro autobiográfico del marine Chris Kyle, American Sniper: The Autobiography of the Most Lethal Sniper in U.S. Military History, en la que se pretende realizar un retrato fidedigno de este personaje que se convirtió en toda una leyenda en las filas de la milicia estadounidense al obtener el título de 'el francotirador más letal' con aproximadamente 150 ejecuciones oficiales (aunque se dice que fueron muchas más y posiblemente alcanzarían las 250) entre hombres, mujeres y niños. El soldado SEAL fue enviado en cuatro ocasiones a Medio Oriente como parte de misiones especiales, luego de las cuales regresó definitivamente a Estados Unidos para someterse a tratamientos psicológicos que lo ayudaron a controlar los síntomas de su trastorno por estrés post traumático. El 12 de febrero de 2013, Kyle fue asesinado de un disparo por parte de uno de sus compañeros al que intentaba ayudar con sus terapias. La cinta es un recorrido por la vida de Kyle, desde su infancia hasta el último día de su vida, aunque su muerte se omite y se limita a relatar los hechos a través de inscripciones en la pantalla acompañadas de imágenes de patriotismo exacerbado y música conmovedora de fondo que dan paso al comienzo de los créditos finales. Francotirador es una cinta tendenciosa y cínicamente panfletaria

en la que nos pone de frente la educación que tuvo el protagonista cuando pequeño (con un estricto padre que le grabó con fuego los valores patriotas y religiosos bajo los que se guiaría el resto de su vida con la misión de siempre defender a los débiles) para intentar justificar su carácter temperamental y su patriotismo poco fundamentado. A Francotirador le falta la convicción que Eastwood ha demostrado en otras de sus películas, aquí estamos ante un espectáculo de acción carente de reflexión, sin sutilezas pero con barbarie al por mayor que se regodea en mostrarnos la crudeza de la guerra (porque obviamente no existen otras películas en el mundo que hayan mostrado esto, ¿verdad?). No hay un cuestionamiento sobre la guerra y sus verdaderas intenciones detrás de ella, sino que por el contrario se justifica el conflicto armado y se le glorifica, retratando al 'enemigo' (que por supuesto es muy malo y sin atisbo alguno de humanidad) con un desprecio absoluto, al grado de que ni siquiera se les podría considerar personajes como tales, sino como la amenaza a vencer; en cambio los del ejército americano son figuras casi redentoras, personajes inmaculados y bien portados que sólo quieren defender a su país. Pero si dejamos de lado el clarísimo objetivo panfletario de la cinta y nos dedicamos a analizarla en cuanto a su personaje central, tampoco sale muy bien librada pues estamos ante una propuesta abyecta. Es verdad que Bradley Cooper entrega un trabajo destacable para 42

su nivel histriónico (que tampoco es tan excelso), pero para nada estamos ante una interpretación digna de recordarse y mucho menos de ser reconocida ni siquiera con la nominación de la Academia. En Francotirador no hay ni por asomo un real planteamiento de las motivaciones claras sobre el porqué se enlista en las fuerzas armadas de su país (decir que fue por los atentados del 11 de septiembre no basta, es absurdo), estamos ante un retrato endeble y superficial en donde la complejidad y profundidad brillan por su ausencia, y como ejemplo tenemos que los trastornos postraumáticos de la guerra para el Chris Kyle de Cooper son: tener la presión arterial siempre elevada, estar mentalmente ausente todo el tiempo, ponerse violento con las enfermeras que cuidan a su bebé recién nacido en el hospital y taclear al perro que jugaba con su hija porque creía que la estaba atacando. Francotirador es una cinta fallida por donde se le mire, una propuesta que no ofrece nada nuevo que no hayamos visto en otras cintas bélicas y de una manera mucho mejor lograda, puesto que en este caso Eastwood no ofrece ninguna visión artística personal de la historia, pues a pesar de que cinematográficamente no tiene pero alguno (a excepción esa sonada escena con el bebé falso), es un filme que se limita a narrar de una manera burda y sin ajustes la historia de Kyle, terminando por ser muy poco estimulante y mucho menos emotiva.


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l viaje en el tiempo es uno de los tópicos recurrentes en los terrenos de la ciencia ficción literaria, televisiva y cinematográfica, aunque hay otros géneros que también han utilizado este recurso para desarrollar sus historias cómicas o románticas. Así tenemos desde la novela La Máquina del Tiempo, de H.G. Wells, hasta la muy reciente cinta Predestination (2014), de los hermanos Spierig, pasando, por supuesto, por el muy disfrutable -aunque súper naive- show televisivo Viajeros en el Tiempo con Scott Bakula, o el legendario episodio de Los Simpson donde Homero accidentalmente queda atrapado en una serie interminable de saltos de tiempo provocados por una tostadora que intentaba reparar. Pero enfocándonos especialmente en el universo celuloidal, los argumentos de los que han echado mano los guionistas van desde lo increíblemente genial hasta lo más desangelado y cutre, desde críticas sociales, hasta historias de amor rosas, olvidándose en muchas ocasiones de toda la lógica que podría guardarse en la traslación espacio-temporal, presentando paradojas poco creíbles o bastante absurdas. A continuación, rescatamos algunas de las películas de viajes en el tiempo y las razones por las que sus protagonistas han decidido dar ese salto a lo desconocido.

Tal parece que Hollywood encuentra en la salvación de nuestra raza una de los motivos más nobles por los que un hombre decidiría viajar en el tiempo, pues evidentemente es una motivación recurrente en su cinematografía sci-fi: En Terminator (1884), James Cameron propone el viaje del soldado Kyle Reese (Michael Biehn), enviado desde un futuro apocalíptico por John Connor para proteger a su madre Sarah (Linda Hamilton) en un presente donde se encuentra amenazada por el cyborg Terminator T-800 (Arnold Schwarzenegger) que también ha sido enviado desde el futuro para asesinarla antes de que dé a luz al líder de la resistencia humana en el futuro; al final, como era de esperarse, la paradoja se presenta: Kyle Reese embaraza a Sarah Connor, convirtiéndose en el padre del futuro salvador de la humanidad y con el que luchó hombro con hombro en un futuro distante. A Bruce Willis, por su parte, también le ha tocado su dosis de saltos temporales con la misión no menos difícil de prevenir el exterminio de gran parte de nuestra especie; en Twelve Monkeys (1995), de Terry Gilliam, Willis encarna a James Cole, un prisionero en el año 2035, en el que la humanidad se ha visto diezmada por un holocausto provocado por un extraño virus liberado por una misteriosa organización que opera bajo el nombre de Doce Monos; Cole es obligado a viajar al pasado para obtener una muestra del virus o cualquier otra información que permita combatir la pandemia en el futuro. Con Twelve Monkeys, Gilliam nos ofrece uno de los más pesimistas cuentos postapocalípticos y uno de los finales más desoladores que plantea un tiempo como elemento inalterable; la escapatoria no existe. 48


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En la reciente Edge of Tomorrow (2014), de Doug Liman, Tom Cruise queda expuesto a la sangre de uno de los millones de alienígenas que están colonizando a la tierra, lo cual le da la extraña habilidad de viajar 24 horas al pasado para crear una estrategia que le ayude a detener la invasión intergaláctica, pero si muere, está condenado a repetir ese mismo día una y otra vez hasta que el planeta esté a salvo. Pero si la tarea se salvar a toda la raza humana parece algo complicada, los hermanos gemelos australianos Peter y Michael Spierig solo le dieron al protagonista de su más reciente película, Predestination (2014), la tarea de salvar a una Nueva York amenazada por un terrorista que detonará una bomba que terminará con la vida de miles de personas, aunque esta subtrama es sólo una parte de esta compleja propuesta sobre los viajes temporales y las paradojas en la que también tienen cabida los planteamientos filosóficos sobre nuestra existencia, nuestra inalterable misión en la vida y nuestra individualidad como seres humanos. En una aventura similar, pero con un potencial número de víctimas mortales mucho menor, el soldado Colter Stevens (Jake Gyllenhaal) es enviado a un futuro muy próximo a bordo de un tren, específicamente ocho minutos antes de que detone una bomba terrorista y con las órdenes de encontrar al responsable para detenerlo antes de que tenga lugar el atentado; sin embargo, la misión no terminará hasta que descubra al terrorista, y mientras falle, estará atrapado en un ciclo interminable de muerte y resurrección a bordo del tren, aunque tiene la compañía de la atractiva pasajera Christina Warren (Michelle Monaghan). En una reinterpretación de la famosa novela de H.G. Wells, y que pretendió ser una crítica a la sociedad occidental contemporánea, es el mismo autor (encarnado por Malcom McDowell, en efecto, el mismísimo Alex DeLarge de A Clockwork Orange) quien construye una máquina del tiempo, pero es utilizada por Jack 'El Destripador' para escapar al futuro, a donde es seguido por Wells quien queda horrorizado por el nivel de violencia alcanzado en las sociedades del siglo XX, a las cuales imaginaba como utópicas libres de violencia. Ahora que si ya de plano piensan que salvar a muchas personas a la vez es un lío tremendo, entonces se llevarían bien con Alexander Hartdegen (Guy Pearce), el protagonista de la segunda adaptación de la novela de H.G. Wells, en la que intenta viajar al pasado para evitar la muerte de su esposa, lo cual logra... hasta que la inevitabilidad del destino vuelve a presentarse y, adivinaron, su mujer muere en otras circunstancias.

Absolutamente todos hemos querido, en algún momento, regresar el tiempo aunque sea algunos instantes para lograr o evitar- decir o hacer algo que cambiaría drásticamente algún acontecimiento; valiéndose de esta recurrente fantasía humana, Hollywood hizo saltar en el tiempo a Peggy Sue (Kathleen Turner), un ama de casa infeliz y divorciada de Charlie (Nicolas Cage), que en una reunión de ex alumnos sufre un desmayo y viaja a su pasado preparatoriano donde, con su cuerpo adolescente pero su conciencia adulta intacta, le es sencillo valorar las cosas importantes de la vida. En Peggy Sue got married (1986), de Francis Ford Coppola, las experiencias aprendidas por la protagonista en su viaje al 51


pasado no hacen que cambie su destino para volverlo perfecto (¡se vuelve a casar con el imbécil de Charlie!) sino que lo acepta con todos los inconvenientes que la vida trae consigo. En un tono similar pero con un salto que viaja en dirección opuesta, tenemos a 13 going 30 (2004), de Gary Winick, en la que Jenna Rink, de 13 años, desea convertirse en una mujer de 30 para dejar atrás su amarga adolescencia, un deseo que se le cumple al quedar cubierta accidentalmente por polvos mágicos, despertando al día siguiente y encontrándose con la novedad de haberse convertido en editora de una importante revista de moda, aunque todo mundo la odia por ser una 'bitch'. Jenna, ahora con el cuerpo de Jennifer Garner pero con su conciencia adolescente intacta, utiliza su inocente esencia para llevar a la revista a otro nivel, hacerse amiga de la hija adolescente de sus nuevos vecinos y reencontrarse con un amor del pasado que ahora es igualito a Mark Ruffalo; aquí la protagonista sí utiliza la experiencia del viaje en el tiempo para construir su futuro perfecto que, por supuesto, termina en boda. Cuando Ashton Kutcher escogía papeles interesantes (¿?) protagonizó The Butterfly Effect (2004), de J. Mackye Gruber y Eric Bress, interpretando a un joven en terapia que pretende superar sus traumas infantiles y adolescentes, y que se descubre poseedor de la habilidad de viajar a algún punto de su pasado al leerlo en su diario, pero el mínimo cambio que haga en su sus experiencias previas trae consecuencias en su presente y no todas son agradables; el famoso postulado de la mariposa que bate sus alas en Hong Kong provocando una tormenta en Nueva York es abordado de una manera disparatada, una película que se toma muy en serio a sí misma y termina por ser reiterativa y absurda (especialmente el inmamable final pretencioso y risible). Con muchísimo mejores resultados, Bill Murray protagonizó Groundhog Day (1993), de Harold Ramis, en donde, encarna a un reportero del clima que, como cada 2 de febrero, debe cubrir el evento del Día de la Marmota en Punxstawney; tras el evento, la localidad se ve sorprendida por una tormenta invernal que los obliga a quedarse en el pueblo, y a la mañana siguiente... otra vez es 2 de febrero. A pesar de su tono sencillo y cómico, la película es en realidad un estudio complejo y detallado sobre los valores del reportero y su toma de conciencia de una manera alejada de sensiblerías cursis en las que hubiera sido fácil caer. El cineasta Woody Allen nos regaló una de sus mejores películas con la creación de Midnight in Paris (2011) en la que nos cuenta la historia de un escritor (por supuesto, es otro de sus alter egos) que mientras vaga por las calles parisinas, es transportado a la década de los años 20s en la que siempre soñó con vivir; en el lugar conoce a personajes ilustres de la época pero se desilusiona al ver que ellos también viven insatisfechos por la época en la que nacieron, añorando siempre épocas pasadas. Allen retrata la perpetua insatisfacción humana con un ritmo ágil, un súper elenco (Owen Wilson, Marion Cotillard, Rachel McAdams, Corey Stoll, Kurt Fuller, Mimi Kennedy, Michael Sheen, Kathy Bates, Léa Seydoux, Alison Pill, Tom Hiddleston, Adrien Brody, Vincent Menjou Cortes, Carla Bruni, entre muchos más) y un encanto arrollador. Otra de esas películas bien libradas sobre los saltos espacio-temporales nos la regaló hace apenas un par de años el experimentado director británico Richard Curtis. About Time (2013), es la historia de Tim (Domhnall Gleeson), un 52


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joven que, al cumplir 21 años recibe la única herencia que le dejará su padre: el secreto de que los varones de su familia pueden viajar en el tiempo al esconderse en un clóset (o algún lugar oscuro en su defecto), apretar los puños y concentrarse en el momento al que se quiere saltar. Lo absurdo que podría resultar la premisa es eliminado de manera instantánea gracias a la dirección de Curtis y a su propio guión en el que las paradojas son acertadamente utilizadas y se centra en contarnos una historia sensible (que no sensiblera, recuerden esto es cine británico, no gringaderas) y muy emotiva que, entre otras cosas, nos enseña que hay que vivir disfrutando el día a día y que ningún viaje en el tiempo hará que alguien nos ame. Amén Sr. Curtis

Desde querer aprobar un examen de prepa irrelevante (cómo todos los exámenes de prepa) hasta conocer al amor de su vida que nació en la generación equivocada, hay otras cintas que también han echado mano de los viajes en el tiempo para compartirnos historias alejadas de la ciencia ficción tradicional. En Pleasantville (1998), de Gary Ross, los hermanos David y Jennifer (Tobey Maguire y Reese Witherspoon) son transportados súbitamente a los años 50 dentro de un programa de televisión; en la apacible comunidad que da nombre al filme, los enajenados habitantes del 'pueblo perfecto' salen de su apatía al descubrir las experiencias, emociones y pasiones con las que viven los extraños visitantes, a tal grado que la vida monocromática que llevan se transforma en una explosión de color. Terry Gilliam vuelve a aparecer en este repaso fílmico con Time Bandits (1981), que sigue los pasos de un grupo de enanos que, cansados de servir a su amo (ni más ni menos que el 'Ser Supremo'), deciden robarle un mapa y emprender el viaje a través de los siglos para saquear los más increíbles tesoros y, de paso, tienen la oportunidad de conocer a icónicas figuras de la Historia como Napoleón, el Rey Micenas, al héroe Agamenón, al mismísimo Robin Hood y a Kevin, un imaginativo chico de nuestros días que se une con ellos en esta aventura ochentera de proporciones épicas en la que también se incluye el hundimiento del Titanic. En la edulcorada Somewhere in Time (1980), de Jeannot Szwarc -adaptación de Bid Time Return de Richard Mathelson- el Superman del cine por antonomasia, Christoper Reeve, encarna a un autor teatral que recibe de una anciana un peculiar regalo en una de las representaciones teatrales que ha escrito; los años pasan y cuando visita un hotel, queda fascinado por el retrato de una antigua actriz en la que parece reconocer a la anciana que le dio el obsequio. Intrigado por su identidad, el autor utiliza la hipnosis para trasladarse hasta 1912 en donde conoce y mantiene un romance con la reconocida actriz. Otra hiperedulcorada propuesta fue protagonizada por el siempre desabrido Keanu Reeves y la siempre cándida Sandra Bullock. En Lake House (2006), de Alejandro Agresti, los protagonistas están separados por los años pero entablan una relación epistolar a través de los textos que se envían vía el inexplicablemente mágico buzón de la casa del lago que ambos habitan en épocas distintas. 55


El colmo de colmos de los pretextos para viajar en el tiempo se presentó con Bill & Ted's Excellent Adventure (1989), de Stephen Herek, en donde la pareja protagónica (dos ramplones adolescentes encarnados por Keanu Reeves y Alex Winter) viajan al pasado para conocer a los más importantes personajes de la Historia y pasar el examen final de dicha materia para poder graduarse de prepa. Innegablemente divertida, la cinta tuvo una innecesaria secuela, Bill & Ted's Bogus Journey (1991), en la que los protagonistas son asesinados por órdenes de Chuck De Nomolos pues sus ideas han conseguido la paz mundial en el futuro; por supuesto ambos regresan a la vida tras ganarle a Grim Reaper en unos juegos y hasta tienen tiempo para derrotar a unos cyborgs y salir victoriosos en la Batalla de las Bandas. Un binomio fílmico desastroso que resultan ser de esas películas tan malas, tan malas, tan malas... que se convierten en buenas y en fenómenos de culto. Y así, ante la imposibilidad real de viajar en el tiempo, el cine ha sido y seguirá siendo el escape perfecto para nuestras fantasías; se nos quedaron muchísimos títulos en el tintero pero en las próximas páginas encontrarán un Top 10 con las películas sobre viajes en el tiempo que verdaderamente valen la pena. ¡Disfrútenlo!

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Si la gran mayoría de las personas piensan en tu película cuando escuchan el término 'Viaje en el Tiempo', es porque has creado todo un clásico y obviamente merece el primer lugar en ésta lista y en cualquier otra que aborde los saltos a través del tiempo. La trilogía de Volver al Futuro, de Robert Zemeckis es un referente fílmico obligado, cine hollywoodense de alta calidad (la tercera no tanto, pero ni modo, hay que ver ésto como un todo) que marcó a toda una generación de niños, adolescentes y adultos de finales de los 80s. Las aventuras de Marty McFly (Michael J. Fox) junto con el Dr. Emmett Brown (Christopher Lloyd) a través de las décadas (pasadas y futuras) dejaron una huella indeleble en la memoria colectiva del público occidental, incluso quienes no vivieron en esa época el apogeo de la saga conocen la trilogía gracias a la herencia cultural legada por sus padres y a que su encanto sigue intacto a pesar del paso de ya tres décadas. Volver al Futuro es posiblemente la película ochentera más influyente del cine industrial... y eso no es poco.

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Casi a la mitad de la década de los 90s, Bill Murray protagonizó una comedia romántica de apariencia sencilla pero con una profundidad abrumadora; la película de Harold Ramis, que cuenta la historia de un reportero del clima que debe cubrir el evento anual del Día de la Marmota en una pequeña población estadounidense que queda atrapado en un loop en el que tiene que revivir diariamente el Día de la Marmota, es en realidad un exhaustivo (e hilarante) análisis de nuestra percepción de la realidad. Una comedia negra que huye de la sensiblería emocional de una manera sorprendente (para ser cine hollywoodense noventero) y en su lugar opta por unas situaciones ingeniosas que nos hablan de nuestra condición como seres humanos en nuestra imperceptiblemente compleja cotidianidad.

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El James Cameron pre-Avatar (o sea, el visionario) presentó una importante pieza de ciencia ficción ochentera en la que Kyle Reese, un miembro de la resistencia humana en un futuro postapocalíptico, era enviado al pasado para proteger a Sarah Connor, la madre del futuro líder de la resistencia humana: John Connor. Una década después, la historia continuó con una secuela que superó a su predecesora en todos los niveles, ofreciendo un relato emocionante lleno de acción trepidante y de paradojas, convirtiéndose también en un parte aguas en el terreno de los efectos especiales; después de esto, el cine hollywoodense quedó dividido en antes y después de Terminator 2.

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La ópera prima de Nacho Vigalondo es una de las películas españolas más propositivas de lo que llevamos de este siglo; la anécdota parte de un hombre que, al descubrir con sus binoculares a una hermosa joven en lo profundo del bosque e intentar encontrarla personalmente, es atacado por un extraño personaje armado con unas tijeras y con el rostro cubierto con vendajes rosados. Al escapar milagrosamente del ataque, el hombre descubre en el bosque un laboratorio en el que existe una máquina que ofrece la posibilidad de viajar en el tiempo, pero el hacer uso de este descubrimiento será sólo la primera de las catástrofes que se desatarán. El inquietante thriller Los Cronocrímenes juega con los saltos en la temporalidad para construir uno de los relatos más entretenidos, ingeniosos y originales de viajes en el tiempo.

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Viajes en el tiempo, la desesperanzadora inalterabilidad del destino y la esencia que determina nuestra identidad como seres humanos, son algunos de los planteamientos contenidos en el breve texto All you zombies, del autor estadounidense de ciencia ficción Robert A. Heinlein, que es trasladado a la pantalla bajo la dirección de dos jóvenes directores australianos: Peter Spierig y Michael Spierig, quienes expanden el relato de Heinlein y lo detallan para convertirlo en un relato más complejo que ahonda en los postulados del autor y los refuerza con las estupendos trabajos frente a la cámara de los protagonistas: Ethan Hawke y la revelación Sarah Snook. ¿La premisa? Lean la reseña de Predestination en la pág. 4 de esta edición.

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La Jetée (1962), de Chris Marker, inspiró a la realización de 12 Monkeys, de Terry Gilliam, en la que una pandemia provocada por un misterioso virus, ha acabado casi con el total de la población mundial y ha obligado a los pocos sobrevivientes a refugiarse en comunidades bajo tierra; en este apocalíptico contexto, el prisionero James Cole (Bruce Willis) es enviado al pasado para conseguir una muestra del virus para que en el futuro se pueda crear un antídoto que evite el total exterminio de la raza humana. Entre guapas psiquiatras (Madeleine Stowe) y no menos atractivos enfermos mentales (Brad Pitt) sucede esta cíclica aventura con el siempre pesimista tono de Terry Gilliam en la que la humanidad se ve enfrentada a la inalterabilidad del destino.

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En su segundo largometraje, Duncan Jones presentรณ la historia de Colter Stevens (Jake Gyllenhaal), un soldado estadounidense que entra en un programa especial en el que se ha desarrollado una mรกquina capaz de viajar a un punto en el futuro cercano para poder investigar los prรณximos casos de atentados y poder detener a los terroristas antes de los ataques. Source Code es un ingenioso thriller sostenido por un cuidadoso trabajo de guiรณn en el que los continuos saltos no se vuelven reiterativos pues son equilibrados con acciรณn trepidante que mantiene a la audiencia al borde del asiento.

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En el futuro (en el 2072, para ser más exactos), los asesinatos están estrictamente prohibidos, por lo tanto, a aquellos que quieren desaparecer, son enviados 30 años al pasado en donde los asesinos a sueldo conocidos como ‘Loopers’, se encargan de matarlos y eliminar todo rastro de sus cuerpos. La trama de Looper detona con una misión especial para Joe (Joseph Gordon-Levitt), uno de los asesinos que debe hacerse cargo de un trabajo muy particular: eliminar a su versión futura (encarnada por Bruce Willis). Escrita y dirigida por Rian Johnson, Looper se presentó como una de las mejores propuestas sci-fi de 2012 al presentarse con un guión que combina inteligencia y emoción, un blockbuster con cerebro de los que pocas veces somos testigos en el cine hollywoodense.

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En la muy lograda ópera prima de Shane Carrut (de quien el año pasado pudimos encontrar en cartelera la también interesantísima Upstream Color), cuatro personajes construyen aparatos complejos, uno de ellos con la capacidad de, entre otras cosas, realizar saltos espacio-temporales, obteniendo con ello la posibilidad de obtener casi cualquier cosa que se imaginen; aunque ahora el verdadero reto será sobrellevar la tensa relación que comienza a generarse entre ellos. Aunque es claro que Primer no es una cinta para todos los gustos, es una innegable pieza de ciencia ficción inteligente que se beneficia del limitado presupuesto (apenas $7,000 dls.) que obliga a su artífice (el mismo Carrut que funge como protagonista, director, guionista, productor, editor, director de fotografía y compositor del score original) a ingeniárselas para sacar adelante la película en la que lo más importante es la historia. 71


En la primera adaptación al cine de la novela del británico H.G. Wells, Rod Taylor interpreta al científico que vive la más increíble de las aventuras al construir un vehículo con el que puede viajar a través del tiempo. Partiendo de la Inglaterra de finales del siglo XIX, el científico hace paradas en la línea temporal en la que grandes eventos de la humanidad están teniendo lugar, como la Segunda Guerra Mundial, el holocausto nuclear de la década de los 60s y un futuro hiperdistante en el año 802,701, cuando la humanidad se ha dividido en dos subespecies: los Eloi y los Morlock.

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uedo decir que soy un fanático irredento de las películas de acción, en especial de las películas de espías, casi casi podría decir que traigo tatuado en el alma un 007. A mi padre le encantaban todas las películas de James Bond. Si no era verlas en el auto cinema, era verlas los domingos en el Canal 5 (XHGC) en su “Cine Permanencia Voluntaria”. Cuando ya fui mayorcito, empecé a hacer mi colección de todas las películas en VHS de James Bond, cundo surgió el DVD pues tuve que actualizar mi colección a este nuevo formato. Hay quien me tilda de loco, que cómo gasto en películas tan “mamucas”. Bueno, soy fan, y quizá cada vez que veo una película del 007, el agente secreto que vive en mi interior se revitaliza. En fin, creo que ya me salí de lo que íbamos a hablar pero... ¡ah cómo me emociono! En esta ocasión veremos algo que quizá no estábamos acostumbrados a ver, un actor como Colin Firth (El Discurso del Rey) interpretando a un súper agente, tirando catorrazos a diestra y siniestra, eso sí, sin faltar todos los artilugios de espía, desde las armas convencionales hasta paraguas que son blindados y que disparan, las cuchillas en la punta de los zapatos, lentes y plumas especiales.

Como en muchas de sus entrevistas, Matthew Vaughn ( Kick-Ass, Stardust, X-Men: Primera Generación) mencionó que quizá el encanto del as películas de espías se había perdido, el toque de humor. Sin dejar de lado lo que significa una película de agentes secretos. ¿Qué podremos ver en esta película? Mucha acción, toques de humor y buenas actuaciones, quizá lo que me brinca un poco es ver a un Samuel L. Jackson interpretando al malvado de la película. No que diga que es un mal actor, sino al contrario. Pero el ir caracterizado como pseudo-rapero y hablando como “zipizapo” no me convence. Quizá como malos en película con un toque de humor preferiría al Dr. Maligno en las películas de Austin Powers, espero equivocarme y casi casi levantarme del asiento para aplaudirle. Mientras estrenan Kingsman: El Servicio Secreto en México (el próximo 27 de febrero), les invito a ver el tráiler para que vean de lo que hablo. Estoy ansioso por ver esta nueva película de espías.

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atalina Aguilar Mastretta, una directora joven que combina su frescura con una gran sensibilidad, que sorpresivamente sedujo la atención con su primera película, Las horas contigo (2014), tocando un tema común en la vida de cualquier mortal: las generaciones que se van y nos dejan múltiples enseñanzas, y las que van llegando a nuestras vidas para ayudarles a forjar el inicio de su camino. ¿Cómo nace tu película? Arrancó como una película chiquitita, fue pensada como un trabajo de escuela de guionismo en Los Ángeles junto con mi novio, que era productor, y estaba pensada en no gastar. Se pensó en la casa de mi abuelita, luego de di el guión a Roberto Sneider para que me diera notas al gusto y de ahí se decidió hacerlo en grande, se volvió un poco más ambiciosa de lo que era, pero en el corazón estaba la idea de la relación entre el abuelo y el nieto, lo que significa crecer y tener pérdidas. El cómo se muere una generación y tú accedes al siguiente paso. Es parte de tu historia... La parte de mi abuela sí, tiene que ver con lo que significó para mí y mis primos que se muriera mi abuelita, y su casa que era un espacio que todos veíamos como tierra natal. Hay una frase que dice “no creciste aquí pero aquí fuiste más feliz que en otro lado”, es la parte de la conexión con el espacio, con la casa de la abuelita, era un lugar muy entrañable, la sensación y la idea de lo que significa perder eso, esto sí lo quería plasmar, lo demás es un conflicto ficticio. La última frase de mi abuela se me quedó muy presente, entonces esta es su versión de ficción. “La última y primer palabra: Mamá”.

Es una película muy femenina... Es chistoso, cada vez que me preguntan eso pienso: “nadie le dice a Tarantino '¿por qué haces películas tan masculinas?'”, muchos hombres escriben películas pobladas de hombres y supongo que por ser mujer te salen historias de mujeres, porque es el mundo en el que has estado, en esas reuniones familiares, en la casa de mi abuela generalmente acabábamos sentadas juntas platicando de algo, pero pienso que también hay un espacio de hombres que hacen lo mismo y lo hemos visto mucho en el cine. No lo traté como bandera femenina de hacerlo, pero así salió. Tratamos de darle a los personajes masculinos, aunque tengan poco tiempo en pantalla, arcos interesantes, esta historia de la chava que primero quiere ser independiente y vivir sin el novio y que finalmente dice 'sí, ayúdame, sí le entro al matrimonio'. Se vale hacer pareja y a ver qué pasa. A los hombres jóvenes muchas veces les exigen, también está complicado ser hombre pues tienen una disyuntiva muy fuerte, pues tienen que ser muy hombres, masculinos, exitosos, protectores, pero también deben ser sensibles, dejarnos ser. Todos los roles están complicados. Los hombres también se identifican con la historia, finalmente ellos también piensan en el momento adecuado para casarse, para tener hijos, cómo organizo mis prioridades, finalmente creo los hombres se pueden identificar con el personaje femenino sin problema. Lo más complicado de la película... El rodaje, por muchas situaciones, pero de manera técnica por la forma como se filmó, no fue muy tradicional, se filmaron muchas repeticiones de la misma escena, queríamos mucha naturalidad, para 79


los actores fue muy cansado y con razón, de repente es más fácil hacer una sola toma, pero no, nosotros queríamos una cosa más estructurada, entonces, eso es fue muy divertido pero sí lo más complicado. ¿Quién es tu actriz revelación? Cassandra Ciangherotti es una chica que hizo Tlatelolco, pero no fue el personaje principal ahí, pasan muchas cosas, pero ella no es el centro de la película a diferencia de esta, este fue su primer protagónico, en Las horas contigo ella sale en todas las escenas y no sólo eso, todo está desde su punto de vista, pues todo gira alrededor de ella, de lo que ve, lo que oye, lo que siente, es la experiencia desde la chica. ¿Cómo convenciste a las grandes actrices? Sí fue de convencerlas pues no teníamos para pagar lo que realmente tendrían que haber cobrado. Con María Rojo tuve mucha suerte, pues ella tiene un protagónico fundamental, tiene las mejores líneas las mas simpáticas, al mismo tiempo muy protagónico, es difícil tener papel como éste, a María le gusto el papel decidió entrarle al proyecto. Isela Vega, ella había trabajado con Roberto en Arráncame la vida, yo no la veía como la abuelita dulce y pensar en que debería estar cinco semanas en la cama sin hacer nada y eso para cualquier actriz es un reto espantoso, pero cuando la conocí dije 'es perfecta'. Esos ojos, es maravilloso, sí le tuvimos que insistir pero al final aceptó. Su actuación con los ojos y el cuello te dice todo. Arcelia Ramirez es una mujer con tanta experiencia que hasta fuera de cámara quiere escuchar

qué hacer, está todo el tiempo escuchando y haciendo. Profesional y excelente actriz. Arcelia tiene una dedicación al detalle y una vulnerabilidad, pero nada protagónica, siempre en relación a su personaje, realmente me sorprendió muchísimo su profesionalismo. ¿Fue un reto trabajar con ellas? Sí, con un reparto de este peso y trayectoria es un gran reto, ¿sabes qué es lo que pasa con buenos actores?, es que todo lo que hagan está bien. Tus padres... Son muy malos como críticos, son absolutamente papás, pues todo les parecía bueno porque lo hice yo, entonces no son buenos. Me apoyaron mucho y nos visitaban en set pero nada más ¿Te ha ayudado en algo la familia? Es algo que no se puede negar, como mis papas son escritores, conozco otros escritores, conozco directores como Roberto desde los 15 años, pero hasta ahí, las familias que son abogados, conocen a grandes abogados, en fin es el medio en el que te mueves y las relaciones que vas forjando. ¿Te sientes satisfecha? Es imposible, siento que, como director, todo el tiempo estas pensando: "aquí nos equivocamos, aquí debió de durar más o menos". Es muy difícil, pero lo más importante para mí es mostrarle el trabajo a las actrices y que se conmovieran al ver el trabajo que ellas realizaron, el que se sintieran naturales y satisfechas, eso me conmueve y me dice que el trabajo estuvo bien. 80

¿Cómo preparaste el trabajo con las actrices? Si hay malas actuaciones evidentemente es mi culpa, pues son actrices probadas y reconocidas, sí creo que recae en el director y editor, siento que trabajamos de diferentes modos dos semanas de ensayos, platicábamos y nos conocimos más, tratando de entender la personalidad de cada una de las seis, platicando a ver que salía, lo que cada una pensaba, hubo diferentes tandas de reuniones, tuvimos un trabajo practico con Arcelia y una enfermera real, donde Arcelia absorbió totalmente la información de cómo moverse, la imagen, todo, ese tipo de detalles que Arcelia cachó, muchas cosas mecánicas de cómo levantar a alguien, muy útiles para su papel. Ese fue el trabajo previo. ¿Qué sigue para la película? Tenemos distribución con Videocine, no sabemos cuando sale pero sí este año y tratar de ir al mayor número de festivales. Pero la terminamos hace dos semanas así que no está muy claro todavía. ¿Qué le dirías a la gente para que decida verla? Que es una película muy emotiva, emocionante, que puedes ver con muchos tipos de gente, amigos, novio, la puedes experimentar con la familia y eso no es fácil de encontrar en general en el cine, también es rara, es una película de gente buena que está haciendo su mejor esfuerzo, a pesar de que en el mundo hay tanta maldad también hay mucha bondad y amor, por eso creo que es catártica y eso es lo que creo que es el punto fuerte de la película y que espero la gente quiera experimentar.



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n prominente actor que va abriéndose camino en la escena fílmica nacional; sensible y preocupado por brindar un trabajo de calidad, demostrando que el talento mexicano tiene mucho que ofrecer ya sea en producciones nacionales o extranjeras.

¿Cómo eliges en qué película participar? Es muy complicado, hoy puedo decidir "no", pero quizá en unos días necesite dinero y lo tendría que hacer, depende de muchas variantes, el cine que me gusta hacer es el cine de autor, por lo general con tendencias estéticas diferentes, de preferencia llegar a proyectos que me entusiasmen, que me llamen. Pero ya lo que me genera cierto conflicto es repetir personajes, yo tuve la fortuna que en algún momento al principio de la carrera me llamaban para personajes de malos, pero después empezaron a salir personas que ya me llaman otros personajes.

¿Cómo fueron tus inicios en la actuación? Soy de Toluca, desde chico quise ser músico pero no tuve el chance económico para estudiar en México, para entrar al conservatorio que era lo que quería. Tuve un problema en la pierna, me tuvieron que operar y eso me hizo regresar a vivir con mis papas para que me ayudaran, pues no podía trabajar. La única condición de ellos fue que estudiara algo “normal” y acepté. Empecé a estudiar Ciencias de la Comunicación pero al segundo semestre, a pesar de que me gustaba, sentí que algo no me estaba gustando mucho y empecé a tomar muchos cursos en Toluca, uno de poesía con el finado Guillermo Fernández, y así me fui desarrollando hasta que llegó Sandra Félix, una directora importante de teatro de la Ciudad de México donde tomé un curso con ella y además le pregunté si podría mantenerme de eso, me dijo que sí y le tomé la palabra, me aconsejó que fuera a hacer un examen al CUT (Centro Universitario de Teatro) en la UNAM. No entendía la magnitud, fui a hacer el examen, me gustó mucho el nivel de la adrenalina y vi mucha gente muy emocionada, y pues, me quedé. Poco a poco entendí la magnitud de entrar ahí, por su nivel, pues de ahí han salido Gustavo Sánchez Parra, Humberto Zurita, Lisa Owen, Arcelia Ramírez, muchos grandes compañeros actores. En segundo año me invitaron por medio de Gabino Rodríguez a hacer cortometrajes, de ahí empecé y me gusta el teatro, pero el cine me apasiona totalmente, las películas que veo y que hago me llegan totalmente . Mi momento llegó en 2007, fue mi primera película, Cómo no te voy a querer , y de ahí en adelante. Para mí es una carrera bastante enriquecedora.

¿Cuál es el personaje que más te ha gustado? Todos en alguna medida u otra, no tengo uno en especial. Ahorita en esta, Plan Sexenal, me sentí muy a gusto en el rodaje, hubo un proceso muy interesante , tenía muchas cosas que para mí son muy importantes tener en un rodaje. En Crónica de Castas también fue un personaje que me gustó; al contrario, son pocos los que no me han gustado. ¿Te gustaría trabajar con algún director? Muchos directores, mexicanos: Eimbcke, Escalante, Reygadas (sé que no trabaja con actores pero me gusta su trabajo), Bernardo Arellano, Nico Pereda, muchos; y al contrario, son contados con los que no me gustaría. ¿Admiras o tienes algún Icono en la actuación? Muchos, pero no porque quiera ser como ellos, son mis ídolos. Klaus Kinski por su fuerza y energía, en uno u toro sentido. Hay actores muy actores, tiene un nivel de energía que en donde los veas dices "ese es actor", y eso es lo contrario a mí, yo soy un actor mas introvertido, y se refleja en pantalla por mi forma de hablar de actuar, es un reto para mí. Y mexicano, para mí el mejor es Daniel Giménez Cacho. Gael García Bernal influenció una generación, fue un impulsor, no es que queramos ser como él, lo que nos dimos cuenta que si él pudo, también nosotros podemos lograrlo.

¿En cuántas películas has participado ? No las tengo bien contadas pero más de veinte, y como estelares son cuatro: La Cebra, Norteado, González y Plan sexenal. 83


¿Tienes inclinación por trabajar en algún género en especial? No. La Cebra era una comedia, Norteado era drama con otra temática, González es thriller, Crónica de Castas es algo más social. No prefiero algo especifico, lo enriquecedor es que trabajes en cosas opuestas o diferentes porque así te regeneras, si trabajas siempre con el mismo humor creo que llega el momento en que te aburres.

¿Cómo crees que se podría aumentar la afluencia al Cine Mexicano? No es algo sencillo, no se puede atacar a un solo punto; el primero, legislar un poquito en beneficio de las películas mexicanas como dejar más tiempo las películas en exhibición, generar más público, aunque el público por la educación de la TV por lo general es más comercial, por ejemplo nuestra gran tradición: Lucha Libre, actualmente nuestras nuevas generaciones están mas interesados en ver la Lucha Libre gringa, cuando la de nosotros es buenísima y la pasan en los canales no estelares y eso lo impulsa la TV, es un tema muy amplio y hay muchos lugares para atacar este tema. Ahora hay películas de todo tipo, yo los invitaría a darle la oportunidad de verlas, después juzgarlas pero primero verlas. Hay varios temas tabú en el cine mexicano, como el de las escenas de sexo. Para mí, el sexo en el cine no es moral, los desnudos son necesarios pues te muestran el tipo de relación que tienen los personajes, pero para mí es lo de menos, lo importante es lo que hay de fondo, ante la sociedad quizá es un tabú pero es parte de la educación de nuestro país. Te puedo decir que en otros países, con una apertura de sus culturas que tienen, se ven películas con sexo y no pasa nada y aquí sí causan polémica.

¿Estás dedicado a la actuación al 100%? Sí, en diferentes líneas, he hecho series de TV, en teatro llevo dos obras profesionales, una que se llama Los Perros, una de Elena Garro y una obra en París, ahí estuve un ratito, ahorita estoy empezando a producir con Laura Pino con Chacal Films. El tiempo no me da para hacer todo lo que quiero y es uno de los problemas que tengo, no me da el tiempo y la energía, envidio a las personas que pueden dormir a las 2:00 a.m. y despertar a las 5:00 a.m. yo no puedo, yo necesito dormir bien. ¿En qué estás trabajando actualmente? Vengo de la promoción de González del año pasado, estuvimos Chicago, Francia, Chile y yo estoy cerrando algunos proyectos y terminé una serie, Texas Rising, para History Channel.

Plan Sexenal... ¿por qué participaste? Leí el guión en una hora, decidí que sí porque me gustó mucho, hay películas donde no te dan todo por resolver, no es muy explícita y ésa es la intención, esta película es un juego metafórico, donde hay una crítica de la sociedad pero no me critico a mí, hay una serie de cuestiones del cómo funciona nuestra sociedad, yo encuentro una propuesta estética de Santiago el director muy interesante y pues con Flor Eduarda una excelente actriz, no lo dude.

¿Cuándo se presenta en México la película González? Se sigue presentando en festivales, estamos esperando que se estrene para principios de 2015, entramos con Cine Caníbal y estamos checando la mejor fecha para estrenarla. ¿Cómo ves al cine mexicano en la actualidad? Creo que es un buen momento, no solamente por el éxito en taquillas, que es muy importante, creo que es un momento, para reflexionar y pensar lo que se está haciendo bien y mal, creo que todavía no es una industria pues hay mucha problemática tanto para el actor como para el director, pero estamos en muy buen momento estamos haciendo más de cien películas al año. Plan sexenal y Los Bañistas son películas independientes y eso te da un buen sabor de boca, es otra forma de hacer cine.

¿Por qué la gente tendría que ver Plan Sexenal? Se van a encontrar una súper actuación de Flor Eduarda con una película poco común, con un thriller psicológico, van a ver a su país reflejado, tiene una propuesta muy interesante y creo que les va a gustar.

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ace exactamente un año, el guio- sobresaliente y una historia intimista con nista y director moreliano Adrián un admirable desarrollo dramático del González Camargo presentó su personaje de Andrea, interpretada con ópera prima, Enero (2013), en el Festi- gran solvencia por Karla Fuentes, actriz val Internacional de Cine de Morelia. que soporta todo el peso del filme pues Ahora presentó su segundo largometra- aparece prácticamente en cada una de je, aunque en esta ocasión lo hace de las escenas de la cinta -a excepción de manera conjunta en la dirección con las secuencias donde vemos al personaJuan Alberto Malo. Andrea en una caja je de Patricia (Gloria Peña) y sus expe(2014), trabajo que al igual que Enero riencias en su viaje de trabajo. Además, formó parte de la Selección Oficial del cabe resaltar los excelentes personajes festival dentro de la Sección Michoaca- secundarios que se integran ocasionalna, es una historia sobre una pareja de mente para complementar y enriquecer chicas que tienen una discusión sobre la historia, y que ayudan también a conosu vida en pareja y el futuro de la misma, cer un poco más del personaje protagópero cuando Patricia tiene que salir sor- nico a través de las desenfadadas charpresiva e inevitablemente a un viaje de las y situaciones cotidianas y comunes trabajo, la relación queda en el limbo; an- como la llamada y encuentro con su mete la desesperación por saber si aún es jor amigo (Fabrizio Gutiérrez) para haamada, Andrea toma una decisión que blar de los problemas amorosos comienpodría cambiar sus vidas de una manera do gazpacho, la plática con la mamá, etc. definitiva. Por su parte, el trabajo estético se noContemplada para ser filmada en 3D, es decir, en tres días, las circunstancias ta cuidadísimo al mínimo detalle, otro obligaron a alargar el proceso de pro- signo más que evidencia un guión penducción que se extendió a seis jornadas, sado a conciencia para salir avante de la por lo que al inicio de la cinta se advierte etapa de producción en el menor tiempo graciosamente sobre su realización en posible. Una fotografía rica en elemen6D. Ya desde esta presentación es evi- tos visuales simbólicos y una atinada dente que estamos ante una película pe- edición -ambas a cargo del codirector queña en cuanto a su producción, pero Juan Alberto Malo-, logran reforzar la que resulta grande en su alcance y tras- historia del filme con atmósferas anguscendencia. Andrea en una caja no es tiantes, como en la casa de Andrea -peuna película que se detenga a pensar en queña y un tanto parca- donde se siente los tabúes de las relaciones gays o lés- la inestabilidad de la relación, o más lubicas, sus personajes no están luchando minosas y liberadoras, como en la escepor ser socialmente aceptados -aunque na donde comen gazpacho en una calle con esta temática, la película por sí mis- en una toma abierta, clara, larga y sin ma ya es una declaración a favor de la di- cortes- que remarcan los estados de ániversidad sexual-, ese tabú es dejado de mo de la protagonista, mientras que la lado y sus personajes llevan su vida en música de las bandas Deer Murray, La pareja con la mayor naturalidad, pues el Sex Fleur y Pollomingus acompañan el filme se concentra más bien en las fisu- avance de la historia. ras que comienzan a debilitar la relación Andrea en una caja es un ejercicio por la rutina, el trabajo, el estrés, el can- sencillo pero de una calidad impecable sancio y la gran cantidad de factores que tanto en su forma como en su fondo, un influyen en la vida de cualquier pareja sin sobresaliente trabajo de integración de importar su orientación sexual. guión y producción que da como resulLa película cuenta con un guión escrito tado una exploración natural, fresca, dipor el mismo González Camargo, y co- vertida y honesta de las relaciones conmo ya lo hiciera en su ópera prima -de la temporáneas. Otro claro ejemplo de cine que no duda en hacer una ingeniosa re- verdaderamente independiente que surferencia-, da muestras de conocer ver- ge de querer y necesitar hacer buen cine daderamente su oficio como escritor pa- en Michoacán. ra cine, presentando un trabajo narrativo

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he Tribe (Plemya; 2014), ópera prima escrita y dirigida por el ucraniano Miroslav Slaboshpitsky que en su haber fílmico cuenta con cuatro cortometrajes previos, se centra en Sergey (Grigoriy Fesenko), un adolescente de carácter inocente que, al ingresar a un nuevo instituto escolar especializado en sordomudos, tiene que adaptarse rápidamente y encontrar su lugar dentro de la jerarquía de la pandilla escolar (obviamente la Tribu del título) que está involucrada en los negocios del crimen y la prostitución de chicas del colegio, 'padroteadas' por el jefe de la banda conocido como 'el Rey' (Alexander Osadchiy). Gradualmente, tras superar los ritos de iniciación y conocer sus códigos de conducta, Sergey comienza a cometer varios robos junto con los otros miembros de la cuadrilla, así va escalando en la pirámide y alcanza las más altas esferas de la organización, pero un accidente ocurrido a uno de los líderes de la banda lleva a Sergey a un acercamiento íntimo con Anya (Yana Novikova), una de las chicas prostitutas y novia de 'el Rey', obligándolo a romper las reglas no escritas de la tribu para poder sobrevivir. La ganadora de la Semana de la Crítica en el pasado Festival de Cine de Cannes, es narrada única y exclusivamente a través del lenguaje de señas, con ruido ambiente y sin florituras sonoras o acompañamientos de tipo alguno. Sólo la fuerza de la imagen y la expresividad facial y corporal de los actores (disparada por los impulsos emocionales de sus personajes), es lo que Slaboshpitsky necesita para conquistar la transformación de una sencilla anécdota en un oscuro thriller que da fe de la violencia escolar y social en la clase baja ucraniana. Recurrentes encuentros sexuales, embarazos inesperados, abortos clandestinos, acciden-

tes, peleas, acoso escolar y asaltos, esto es tan sólo una parte de la vida de estos jóvenes ucranianos que es retratada de una extraña manera, una paradójica mezcla entre documental y ficción estilizada, pero sin perder ni un poco de su perturbadora naturaleza. The Tribe es un filme donde el lenguaje narrativo es muy poco explorado, pero dentro de estos límites que se autoimpone, los recursos de los que echa mano son ingeniosamente explotados. El estilo del cinefotógrafo Valentyn Vasyanovych, con extendidas escenas que parecen extraídas de un mundo onírico debido al destacable trabajo de cámara en mano que se siente flotar en el ambiente, nos recuerda inmediatamente a otra exploración del violento mundo juvenil: Elephant (2009) de Gus Van Sant, donde las largas secuencias en las que acompañábamos a los personajes en su cotidianidad académica del día con día funcionaban para crear una conexión emocional, como un personaje más, siempre presencial de los hechos pero incapaz de intervenir en lo sucedido. Con The Tribe estamos ante una mirada enrarecida e íntima a la violencia y la sexualidad muy al estilo de Kids (1995) de Larry Clark, especialmente cuando nos adentramos en la segunda mitad de la película, pues en este marco temporal las emociones, la sexualidad y la violencia germinan y explotan de una manera irreversible, guiándonos hacia un desenlace por demás devastador. Y es que el trabajo de Slaboshpitsky es de una autenticidad y rareza excepcionales, una propuesta desesperanzadora y reflexiva sobre la juventud en la que sobresale esa secuencia final, tan brutal y brillantemente ejecutada que es imposible quedar indiferente ante esta experiencia cinematográfica.

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dos antes mencionados, un trabajo verdaderamente fresco, muy a la moda, lleno de vida y con un estilo de trabajo propio que, posteriormente, sería retomado por algunos renombrados cineastas. Quiero destacar el guión -igual de Godard- que se mete de lleno en la pregunta ¿cuál es el rol que la mujer quiere tomar? Lo que permite realizar un breve y consciente análisis al respecto, pues vemos la comparativa entre la mujer moderna y la mujer tradicional. ¿Una comedia? Sin duda alguna, ¿una tragedia? totalmente, ¿una obra de arte? afirmativo. Resulta extraño como esta película, que es una mezcla entre puesta en escena y producción cinematográfica, logra capturar ambos estilos narrativos, resaltados por su trío amoroso quienes dan unas frescas y muy buenas interpretaciones. Un trabajo donde el montaje y la música terminan de armar, la que para mi es de manera inmediata una de mis favoritas de Godard.

o sé si esto sea una comedia o una tragedia, pero es una obra de arte", literalmente Émile cierra con broche de oro al pronunciar estas palabras, que en contexto no se sabe si es dirigida al film o a la proeza de su esposa en la película; pero, me quedo con que esa frase fue dicha para el film pues lo merece. Una striptease anhela con toda su alma poder quedar embarazada, vaya, ella quiere ser madre, pero se enfrenta a dos problemas: la clase de trabajo que desempeña y que su 'descorazonado' marido no quiere ser padre. Dentro de su matrimonio entra un tercero en discordia, amigo de ambos y que puede poner solución al problema de la paternidad. Truffaut y Bresson son los primeros directores con los que me permití empezar mi aventura en el cine francés, llevándome muy buenas sorpresas por parte de ambos directores. Ahora he dado un giro inesperado y he visto mi primer película de Jean-Luc Godard, un director totalmente diferente a los 91


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a búsqueda del entendimiento y el significado de la vida pueden llevarnos a los lugares más inhóspitos. Nos encontramos en un sótano de los suburbios de Southern California, el cual mantiene encerrada a una bella joven vestida de blanco que aclama venir del futuro y tener las respuestas que ofrecerá a todos los que estén dispuestos a unirse a su secta. La narrativa se centra en dos nuevos miembros de la comunidad, los cuales entran a ella clandestinamente, pues su prioridad es grabar todo lo que ocurre dentro de la secta para un documental. El filme se abre abruptamente cuando esta joven pareja intercambia su automóvil con otras personas, éstas los hacen tomar una ducha bastante escrupulosa para poder bajar al sótano. Al descender todos los escalones se aprecia un cuarto limpio, alfombrado y bien iluminado. En éste se encuentra un anciano junto a otras cuatro personas vestidas de blanco. Los hacen sentarse para recurrir a ejercicios de respiración y meditación. Un instante después un tanque de oxígeno es arrastrado poco a poco por la alfombra. Una pequeña y blanca mano jala de él hasta llegar al centro de sala y una suave voz se hace sonar: –Gracias por tomar todas estas precauciones para llegar hasta aquí, me demuestra que me tienen fe. Permítanme retribuirles esa confianza contándoles mi historia…Sound of my voice es un thriller psicológico dirigido por Zal Batmanglij, el cual engloba ciencia ficción, drama y to-

ma la confrontación de la fe como primicia. El filme se maneja sencillo y minimalista con respecto a la calidad de la fotografía, los escenarios e inclusive en el presupuesto, sin embargo es ésta una de las cualidades y virtudes de la cinta, pues crea un perfecto equilibrio entre edición, actuaciones y tomas simples. Batmanglij es oportuno a la hora de mostrar la evolución de los protagonistas infiltrados al interior de la secta, ya que al escenificar cómo a medida que comienzan a interactuar con la joven futurista, van siendo sumergidos en un manto de dudas sobre sus emociones y personalidades, colocando en cuestión muchos de sus prejuicios sobre lo que consideran verdadero y falso. La cinta deja al aire preguntas sin responder respecto al porqué de ciertos personajes, obsequiando un misterio y una duda constante hasta el final de la trama. Es cauteloso en el avance de la narrativa, no apresura y ni exige un desenlace inoportuno, en su lugar crea un confort y dulzura que se disuelven poco a poco en la mirada de quien lo vea, a pesar de tocar una temática bastante controvertida. Se puede concluir que nos encontramos ante una película que engloba una trama complicada desarrollada de manera sencilla. Además es destacable la forma en que ésta consigue mantener la atención del espectador desde el comienzo, lo cual siendo la ópera prima de Batmanglij demuestra su potencial creativo en la narración de historias complejas y llenas de intriga. 92


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n fantástico halo post-apocalíptico-distópico-desértico al estilo de Mad Max (George Miller; 1979) combinado con el estilo narrativo de las historias de Cormac McArthy y las excelentes interpretaciones de Guy Pearce y Robert Pattinson (sí, el mismo de la saga Twilight) como la improbable pareja protagónica, son las credenciales más importantes con las que se presenta The Rover (2014), basada en una historia escrita por David Michôd y el actor Joel Edgerton, y dirigida por el primero de ellos. Una debacle económica, ocurrida diez años atrás, ha sido el detonante del postapocalíptico futuro en el que se encuentra hundida la sociedad global, aunque en Australia algunas minas siguen operando, atrayendo hacia esas latitudes a los hombres más codiciosos y también a los más peligrosos. Este es el contexto en el que transcurre la sencilla pero poderosa y violenta anécdota del filme. Por las carreteras desérticas de Australia, tres hombres armados huyen velozmente en una camioneta que repentinamente, y como consecuencia de una acalorada disputa al interior del vehículo, pierde el control y se vuelca a las afueras de un bar; el trío se recupera de la mejor manera que puede y terminan robando el coche de Eric (Pearce), un hombre solita-

rio que había parado en el establecimiento para calmar su sed con alcohol; el hombre se hace de la destartalada camioneta que los sujetos no pudieron echar a andar y comienza la persecución a través del desierto australiano. En su implacable búsqueda, el hombre se topa con Ray (Pattinson), un joven con una ligera tara mental que no es otro que el hermano de uno de los sujetos que robaron su automóvil, por lo que decide secuestrarlo y obligarlo a que lo lleve hacia donde se dirige su hermano. Así, lentamente nos vamos acercando al destino junto con los protagonistas, dos hombres destrozados (cada uno a su manera) a los que seguimos en sus descubrimientos personales y en la improbable pero estrecha relación que construyen sin proponérselo. Esta odisea en busca de venganza se presenta como una efectiva mezcla de western y ciencia ficción social que engancha desde la estrepitosa secuencia inicial y mantiene la tensión durante todo el metraje, es imposible zafarse de su densa atmósfera creada por la polvorienta y agreste fotografía de Natasha Brier (XXY y La Teta Asustada) y el hipnótico score a cargo de Antony Partos (también responsable de las composiciones para Animal Kingdom, la aclamada cinta anterior de Michôd). Y no es 94

que The Rover sea una película completamente original, pues hay muchas películas post-apocalípticas similares como El Libro de los Secretos (The Book of Eli; 2010) o El Último Camino (The Road; 2009), pero sobresale porque el sencillo y sobresaliente guión ofrece una cruda exploración a la mente del protagonista, y a lo largo de este acercamiento psicológico, se las ingenia para ir sembrando más dudas en la mente del espectador en lugar de ofrecer respuestas fáciles; por el contrario, no es hasta la secuencia final cuando sabemos cuál era la verdadera motivación del protagonista por encontrar a los ladrones de su auto y cuál es la gran importancia de recuperar su vehículo. Si a esta suerte de western con depósitos de existencialismo le añadimos que las excelentes actuaciones de ambos protagonistas son verdaderamente excepcionales (sobre todo de Robert Pattinson quien sorprende con se encarnación del retrasado Rey) y logran una fascinante química y complicidad en pantalla, y además le sumamos el ya demostrado talento y gran capacidad de su director, tenemos entonces que nos encontramos ante un viaje evocativo, una refrescante, auténtica y muy personal propuesta de cine puro y duro.


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rancis Underwood (Kevin Spacey) es un Líder del Senado de los Estados Unidos al que, contrario a lo que le había prometido el Presidente electo de los Estados Unidos si le ayudaba a alcanzar tal posición política, le es negada la Jefatura de Estado, por lo que decide, junto con su esposa Claire (Robin Wright), comenzar a trazar su propio camino sin importar sobre quien tenga que pasar para lograr su objetivo. De esta manera se presentaba exactamente hace un par de años House of Cards, la primera serie original de la plataforma de servicio de streaming Netflix, cuya primera producción se vio apadrinada por el mismísimo David Fincher, quien fungió como productor y director del serial. House of Cards, basada en la serie homónima producida por la BBC en la década de los 90s -y a su vez basada en la novelas política de Michael Dobbs-, se convirtió en un gran éxito y colocó a Netflix como una seria competidora en la producción de material original y no sólo como de distribución online. La desdibujada moral del protagonista, su característico cinismo -de ese que también nos vuelve inevitables cómplices al romper la cuarta pared y conversar íntimamente justo a la mitad de una determinante secuencia-, y su sofisticado humor negro -negrísimo- con el que retrata los tejes y manejes del mundo de las más altas esferas políticas, fueron algunas de las características que lo convirtieron en un show de culto desde la primera temporada, y que regresó más oscura y sanguinaria el año pasado con su segunda temporada. Ahora, a sólo unos días de que comience la tercera temporada, debemos recordar en qué nos quedamos: Pasando por alto todos las límites éticos y morales, Frank Underwood llegó hasta la Casa Blanca al convertirse en Presidente de los Estados Unidos tras la renuncia del ex Presidente Walker... obviamente manipulado por Frank. Mientras tanto, la siempre incondicional Claire terminó de hacerle frente a todo el tema mediático que se filtró sobre su aborto.

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