CELULOIDE DIGITAL - JULIO 2014

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Editor: Finbar Flynn Colaboradores: Pedro Arzillier Imelda Aguilera Taylor Petite Fruit Rafael Mejía J. Amaro Bautista Silvia Ruvalcaba Siniestro Sexual Montag Diseño Editorial: Finbar Flynn Fotografías: Diversas fuentes de internet y proporcionadas por algunas distribuidoras. Celuloide Digital es una publicación mensual editada por amantes del séptimo arte sin ninguna finalidad de lucro. El contenido de los artículos es responsabilidad de sus autores. Las personas mencionadas, así como las marcas e imágenes utilizadas en la revista son utilizadas únicamente para fines editoriales, para ilustrar los artículos o noticias de los filmes, de los cuales sus derechos de autor pertenecen a las casas productoras de las cintas aquí mostradas y no se pretende infringir nungún derecho.

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ras el mancillar despiadado que ha sufrido el cine vampírico con las infames 'modernizaciones' y 'reinterpretaciones' edulcoradas de esa mítica y oscura figura del no muerto -entiéndase Crepúsculo y todos sus derivados-, es siempre gratificante y estimulante toparse con propuestas frescas que, si bien también trasladan la mítica creatura a un contexto contemporáneo, lo hacen sin olvidar su inherente espíritu melancólico, así como su perfil sombrío y sanguinario. Ya en 2012, el director irlandés Neil Jordan (Entrevista con el Vampiro, Juego de Lágrimas) nos ofreció Byzantium, un drama de fantasía y horror protagonizado por Saoirse Ronan, Gemma Arterton, Caleb Landry Jones y Sam Riley, que jugaba hábilmente con los elementos del vampirismo y construía una totalmente nueva cosmogonía respecto al mito vampírico. Ahora, el no menos importante realizador estadounidense Jim Jarmusch (Ghost Dog, Broken Flowers) escribe y dirige su muy particular visión del vampirismo a través de los dos personajes centrales que son tan disímiles como complementarios: Adam y Eve. La pareja protagonista de Only Lovers Left Alive, interpretada de manera extra-

ordinaria por Tom Hiddleston y Tilda Swinton, son dos milenarias criaturas vampíricas que se reencuentran tras un largo periodo de separación, y descubrimos con ello cómo a lo largo de tantos siglos nunca se han dejado de amar y conforman una pareja que se complementa a la perfección -lo que a uno le sobra, al otro le falta y viceversa-. El reencuentro se suscita cuando Adam, músico que se desenvuelve sigilosamente en la escena underground de Detroit, se ve sumido en una gran depresión, asqueado por 'vivir' en un mundo plagado de zombies -como les llaman a los seres humanos- que han guiado a la humanidad por un camino de vacío existencial, llegando incluso a la conclusión de que lo mejor sería terminar con su existencia vía una bala de madera finamente detallada que le ha conseguido Ian (Anton Yelchin), su único '¿amigo?' y contacto con la decadente sociedad humana. Ante el sufrimiento de Adam, Eve, quien vive en Tánger -al norte de Marruecos-, decide ir en su ayuda; pero lo que ninguno de los dos espera, es que su encuentro sea interrumpido por Ava (Mia Wasikowska), la indeseable e insoportable hermana menor de Eve.

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Gracias a la sencillísima premisa, que se ve apoyada por la soberbia fotografía de Yorick Le Saux que logra crear -con gran elegancia- atmósferas llenas de una pesimista melancolía y por el versátil conjunto de música que conforma su banda sonora -háganse un favor y descárguense el soundtrack ya-, Jim Jarmusch ofrece una de las mejores películas de las que se tenga memoria en este tan sobajado subgénero. Destaca el cadencioso ritmo de la cinta, la narrativa trepidante de otras películas de vampiros que apuestan más por la acción, da paso aquí a una historia lánguida, pausada, más preocupada por adentrarse en el oscuro y abrumado mundo de la mente vampírica que en su distintiva afición por la hemoglobina, una afición que por cierto, han tenido que manejar con moderación por dos razones: principalmente porque entregarse completamente a sus instintos para satisfacer su sed de sangre humana supondría una actitud retrograda en su ya muy avanzada naturaleza vampírica, y también, porque al igual que la humanidad, la sangre es una sustancia que se ha ido degradando y corrompiendo a la par que la sociedad. Only Lovers Left Alive es una de las experiencias sensoriales más estimulantes que nos ha ofrecido el cine -y no sólo el de vampiros- en los últimos años, un

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filme que dinamita lo antes establecido en el subgénero vampírico y construye un nuevo universo en torno al tándem protagónico: Él, sombrío y depresivo. Ella, luminosa y optimista. Ambos se buscan, se encuentran, escuchan música, dialogan, beben sangre pura -en pequeñas copas, como debe ser, porque tampoco son bestias- y hacen el amor como semidioses, porque tampoco son cualquier efímero y mortal ser humano-. Es una cinta rica en metáforas que, con un humor muy negro, juega, se burla y se divierte con los tópicos que comúnmente se asocian al vampirismo, como la bendición/maldición de la inmortalidad, tema esencial que funciona como detonante de la profunda depresión de Adam ¿Qué tanto habrá vivido el vampiro en esos miles de años que lleva sobre la Tierra? Imaginar la respuesta deprimiría a cualquiera. La propuesta de Jarmusch no es la típica cinta de vampiros, ésta se aventura a rescatar el honor del subgénero y devolverle su dignidad, lo cual logra y con creces, pues no sólo logra fabricar una de las mejores cintas vampíricas de la historia, sino una de las mejores de los últimos años. Romántica, hipnótica, estimulante, extraña y poética. Así es la visión vampírica de Jarmusch.



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l día de hoy vi que transmitirían la película y me recordé la infinidad de veces que leí acerca de esta película, muchos afirman que es una de las obras maestras del cine español; la película recibía alabanza tras alabanza, así que me animé a verla por primera vez. Una trama sencilla, un joven enterrador con sueños conoce a un viejo verdugo a punto de jubilarse, conoce a su hija y el destino le lleva a contraer matrimonio y formar una familia. Esta 'rutinaria' vida, que viene a arruinar los planes que tenía el joven José Luis, también trae consigo un problema mayor, que obliga al muchacho a continuar con el trabajo que su, ahora suegro está por dejar. Entonces, el joven tiene que lidiar con la carga moral, psicológica y social de ser El Verdugo. Reconozco que me es un tanto desconocida la Historia de España, aunque sé de los momentos críticos que atravesó el país junto con el resto de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Como muchos países del mundo, las artes de expresión son el primer blanco de censura y prohibición para exponer a debate los temas que aquejan a una nación, y el cine no fue la excepción. El Verdugo trae consigo varios temas a reflexionar y cuestionar, que si bien ahora son temas muy comunes a tocar, en ese entonces fueron 'innovadores'; a pesar de ser la primera vez que veía la película, y que no conocía mucho a respecto de esta, puedo afirmar que he encontrado una joya de cine. Es increíble, que el film este año cumpla 50 años de existencia. Con buenos elementos que la hacen fácilmente reconocible, como el 'twist' del verdugo, el simpático y siniestro Amadeo, y sobre todo la secuencia final digna de aplausos. Un gran trabajo de dirección y guión, juntos logran sacar adelante esta obra con varios temas de trasfondo (cultura, política, economía, justicia, moral, temor, etc.). ¿Quién es el verdadero condenado, el verdugo o el que morirá?

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arios años como locutor de radio comenzando en 1984 en la estación WFM-, el mediometraje para la televisión Detrás del Dinero -rodado en 1995 y protagonizado, ni más ni menos, que por Miguel Bosé- y una innumerable cantidad de comerciales -fruto de desarrollarse en el mundo de la publicidad por ocho años-, era el respaldo que tenía Alejandro González Iñárritu cuando presentó su ópera prima: Amores Perros (2000). El filme, galardonado en la Semana de la Crítica dentro del marco del Festival de Cine de Cannes en el año 2000, rompió paradigmas dentro del cine nacional, era algo nunca visto en el cine mexicano, tenía una narrativa compleja, fragmentada, alternaba secuencias de las tres historias que se atrevían a converger con inusitada frecuencia durante sus 154 minutos -metraje tan poco común para nuestro cine-, una suerte de narrativa que indudablemente bebía de influencias cinematográficas internacionales como Vidas Cruzadas (Short Cuts; 1993) de Robert Altman y Tiempos Violentos (Pulp Fiction; 1994) de Quentin Tarantino, y que se apoyaba en la sofisticada fotografía de Rodrigo Prieto, aunque sin perder por ningún instante la sordidez necesaria para la historia, era un relato sobre el dolor y la culpa en la sociedad mexicana del nuevo milenio, era cine cosmopolita. Una aparatosa colisión es el punto de partida de la historia -escrita por Guillermo Arriaga- que entreteje las vidas de Octavio (Gael García), Valeria (Goya Toledo) y el Chivo (Emilio Echevarría). El primero es un entrenador de perros de pelea que se ha enamorado de una mujer prohibida, Susana (Vanessa Bauche), la esposa de su hermano Ramiro (Marco Pérez); entre Octavio y su cuñada surge una relación pasional que terminará en traición: planear la huida juntos con el dinero que obtendrán pelando a su perro El Cofi. Valeria es una modelo exitosa que se ha mudado con Daniel (Álvaro Guerrero), un hombre que ha abandonado a su esposa y sus hijas para iniciar una vida a su lado, pero un accidente y el aferrarse a rescatar a su pequeño perrito Richi -que ha quedado atrapado bajo el parquet de su departamento-, hacen que las cosas cambien de manera definitiva en sus vidas. Fi14

nalmente, el Chivo, es un ex guerrillero ahora pordiosero- alejado por propia voluntad de su hija -quien no lo conoce-, y que busca un poco de redención recogiendo perros de la calle para albergarlos, alimentarlos y protegerlos en su casa, aunque es preciso señalar que también es asesino a sueldo, pues el último de sus 'trabajos por encargo', así como la recuperación del último perro que rescató de las calles -el 'Negro'- y que se ha convertido en su único y más leal compañero, le permite regresar a la luz... en más de un sentido. La gran efectividad de la 'universalidad' que finalmente adopta el relato de Amores Perros se debió también -y en gran medida- al estupendo y contenido guión de Guillermo Arriaga, su -entonces- recurrente guionista con el que, al cabo de unos años -y antes de su escandalosa ruptura laboral-, lograría conformar una triada de cintas a las que se les denominaría como 'la trilogía de la muerte', complementada por las cintas 21 Gramos (21 Grams; 2003) y Babel (Babel; 2006), dos películas de carácter internacional que jamás hubieran podido realizarse sin el precedente que estableció Amores Perros, una cinta ambiciosa, con grandes aspiraciones, rodada con una asombrosa seguridad por parte del entonces novato Iñárritu, el mexicano que irrumpió en la industria con el pie derecho, con una historia sobre las decisiones, sus consecuencias y la posibilidad de alguna redención, sobre aceptar el dolor y asumirlo como un aprendizaje; es un filme que retrata esos momentos en los que nuestra naturaleza -tan salvajemente humana al final de cuentas- termina por superarnos, por devorarnos, y acaba imponiéndose ante nuestros propios planes... porque no es a Dios al que hacemos reír cuando contamos nuestros planes, es nuestra propia naturaleza la que ya tiene planes para nosotros. La traición, el deseo, la ambición, la venganza, la redención, el egoísmo, las pérdidas, el éxito, la belleza, el desencanto y la desesperanza, son sólo algunos de los tópicos de los que hace eco la ópera prima de Iñárritu, una cinta a la que vale la pena recurrir de vez en cuando para descubrir cuáles son nuestros amores perros.


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l filme español Ocho Apellidos Vascos llegará a México con el récord de ser la película española más taquillera de toda la historia en su país de origen, superando a Lo Imposible (The Impossible; 2012) de Juan Antonio Bayona, que ostentaba la exorbitante recaudación de 42.3 millones de euros. Este fenómeno taquillero cuenta la historia de un romance muy improbable entre Rafa (Dani Rovira), un chico andaluz que jamás ha salido de su natal Sevilla, y Amaia (Clara Lago), una chica vasca de carácter ingobernable; la historia se desencadena tras el infortunado primer encuentro de los protagonistas: ella se encuentra en un bar andaluz -con espectáculo de flamenco incluido- al que la han llevado sus amigas para olvidar la muy reciente ruptura con su ex novio (y ex prometido) Antxon, en el lugar trabaja Rafa, quien trata de animar al público con algunos chistes sobre vascos, y es la furia de Amaia ante las bromas del andaluz lo que da pie al inicio de una relación de amor/odio de una sola noche -aunque sin sexo de por medio-, pero que hará que Rafa decida ir a encontrarse con la chica hasta las mismas Vascongadas, pues según él, están hechos el uno para el otro. El director Emilio Martínez-Lázaro (La Voz de su Amo, El Otro Lado de la Cama) dirige con astucia un guión escrito por Borja Cobeaga y Diego San José, en el que el gran acierto es su precisa estructura cómica y donde el 'timing' de los actores resulta esencial para su gran eficacia, y es necesario señalar también la gran valentía del filme al permitirse ju-

gar con un humor políticamente incorrecto en el que incluso se hacen chistes sobre la organización terrorista ETA, un tópico por demás doloroso para la sociedad española, aunque sobre todo las bromas van más sobre los prejuicios entre vascos y andaluces, chistes no faltos de clichés y estereotipos, pero sí revestidos de astucia y gran humorismo por parte de sus protagonistas, subrayando de manera particular el trabajo de Dani Rovira, pues sus tablas como comediante stand-up le resultan de gran ayuda en su papel de andaluz tratando de pasar de incógnito en tierra enemiga. Y no es que Ocho Apellidos Vascos sea 'la gran comedia española', puesto que a pesar de su eficacia cómica y un ritmo que nunca ofrece puntos muertos que aburran al espectador, sí le falta un sello particular distintivo al filme, es una película bastante impersonal que también sufre de previsibilidad en la anécdota que nos quiere contar, es lo que algunos bien podrían definir como una comedia genérica del montón, pero que únicamente sobresale por el hecho de ser rescatada por los estupendos trabajos de los protagonistas -Carmen Machi y Karra Elejalde también están magníficos- y el buen nivel de humor que se mantiene en la cinta de principio a fin. En definitiva, la cinta de Martínez-Lázaro cuenta con el suficiente encanto y carga humorística para obligarnos a hacer concesiones sobre sus deficiencias y hacernos pasar un rato agradable en la sala, recomendable para cualquier fin de semana o algún miércoles de cine.

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want your Love es el título de un cortometraje del año 2010 dirigido por Travis Mathews en el que dos mejores amigos, Jesse (Jesse Metzger) y Brenden (Brenden Gregory), hablan sobre sus experiencias sexuales y negocian tener sexo juntos por primera vez. El corto de catorce minutos minutos causó gran controversia por su contenido de sexo real explícito -sin prótesis, ni dobles que sustituyeran a los actores para las escenas 'hardcore' como en la pseudo trasgresora Nymphomaniac de von Trier- al grado de que algunos lo consideraron pornográfico. Un año después, Mathews decidió retomar al personaje central y expandir la historia para la realización de su primer largometraje al que tituló también I want your Love, producido finalmente en 2012. En este largometraje, exploramos la vida de Jesse, quien tras diez años de vivir en San Francisco debe regresar a vivir con su padre en su pueblo natal por no poder costearse ya una vida citadina a causa de su complicada situación económica y laboral como artista plástico. Durante el fin de semana previo a su partida, Jesse organiza una reunión/fiesta de despedida con sus amigos, roomates y ex novios, donde saldrán a flotes los muy agridulces sentimientos sobre el abandono de sus sueños y el enfrentamiento a la realidad de enfrentar sus res-

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ponsabilidades y redefinir el rumbo de su vida tanto en los terrenos de su vocación artística como en su vida sexual. I want your love es un fragmentado retrato de los adultos jóvenes en San Francisco en el que sobresale su historia sencilla, honesta y sin pretensiones, muy al estilo de Andrew Haigh con su Weekend o la serie Looking del canal HBO pero con mucho mayor -y mas fuertecontenido sexual; es un debut, si bien no original en su premisa, sí un ejercicio bien ejecutado sobre la vida amorosa y profesional de un treintañero sin rumbo fijo y desorientado. La película, que al igual que su corto predecesor también contiene un alto contenido sexual explícito y verdadero que la llevó a ser censurada en países como Australia, es un acertado experimento de exploración del amor a través de la sexualidad, es una dulce y tierna indagación de las emociones humanas diseccionadas a través del sexo, no es sexo gratuito es sexo con un trasfondo emocional muy fuerte en donde juegan un papel clave la naturalidad de las interpretaciones y el incuestionable talento de Mathews, una promesa emergente que ya ha trabajado en conjunto con James Franco para la creación de esa famosa y muy rescatable pieza de falso documental llamado Interior. Leather Bar y al cual no debemos perderlo de vista.


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La historia explora la nueva condición de 'no muerto' del sacerdote: su insaciable sed de sangre y sus deseos carnales por la esposa de su mejor amigo, Tae-ju (interpretada por Kim Ok-bin), una chica que vive con la familia de su insufrible tía y que ha comenzado a sentir una fuerte fascinación por la nueva naturaleza del sacerdote, con quien empieza un romance secreto. Pero la propuesta del director sudcoreano va un paso más allá y también se atreve a plantear la idea del sacerdote Sang-hyeon convirtiendo a Tae-ju en un vampiro, por lo que la cinta cambia abruptamente su tono y discretamente también su estilo visual, se vuelve hipnótica y onírica, una historia de amor entre dos seres inmortales que sirve de recubrimiento para ocultar nuestros deseos reprimidos como seres humanos y la ambición de dar completa libertad a nuestros instintos. Thirst es una respuesta al desprestigio del subgénero vampírico sufrido a causa de las sagas juveniles como Crepúsculo (Twilight), una eficaz mezcla de géneros, subgéneros y estilos, un filme donde convergen el horror, el suspenso e incluso la comedia, para dar como resultado un elegante, delicioso y sanguinario coctel.

ace un lustro, el cineasta Park Chan-wook entró de lleno al cine vampírico con un desquiciado relato sobre la crisis de la fe y de identidad, inspirado -que no basado- en la novela Thérèse Raquin de Émile Zola. Thirst se enfoca principalmente en el sacerdote Sang-hyeon (Song Kang-ho) que vive atormentado por las dudas y la desesperación por la situación actual del mundo, un lugar dominado por el sufrimiento y la muerte de la humanidad, por lo que ocasionalmente visita pacientes en el hospital de su ciudad con el deseo de salvar vidas, o por lo menos, sus almas; su vocación altruista y caritativa lo lleva hasta África para formar parte de un proyecto que busca encontrar un mortal virus y decide ofrecerse él mismo como conejillo de indias para las pruebas, como resultado el sacerdote contrae la rara y letal enfermedad, pero sorprendentemente se recupera de una manera casi milagrosa, y las personas comienzan a realizar peregrinaciones para visitarlo en su casa y pedirle que los cure. Pero las cosas cambian cuando el sacerdote sufre una recaída y fallece, pero a la mañana siguiente resucita convertido ya en un vampiro, una figura sanguinaria cuyos primitivos e incontrolables deseos le hacen sentir un profundo rechazo hacia sí mismo.

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l prolífico y talentoso director inglés Michael Winterbottom 24 Hour Party People, Code 46, 9 Songs- hace mancuerna nuevamente con el no menos virtuoso actor Steve Coogan para manufacturar este interesante biopic sobre Paul Raymond, la legendaria figura que construyó todo un imperio del entretenimiento para adultos -se negaba categóricamente a llamarle pornografía- en la Inglaterra de los años sesenta. El Rey del Erotismo (The Look of Love; 2013) retrata los momentos más significativos de la vida de Raymond -cuyo nombre verdadero era Geoffrey Anthony Quinn y es interpretado por el ya citado Coogan-, desde sus primeros montajes de espectáculos nocturnos para adultos, hasta su completa incursión y éxito arrollador en todas las áreas dentro del mercado del entretenimiento para adultos, llegando a convertirse -en su momento- en el hombre más rico de Inglaterra a pesar de las protestas de la ultraconservadora y puritana sociedad británica de falsa moral. El retrato elaborado por Winterbottom y Coogan del narcisista y visionario empresarial muestra a un ser humano lleno de contradicciones pero con convicciones imbatibles, un hombre de humilde ascendencia, criado entre mujeres y educado en un colegio religioso, que consiguió a través del ingenio y el esfuerzo -pero también a través de grandes sacrificios y sufrir dolorosas pérdidas- convertirse en el magnate sexual al que se le adjudica la apertura del primer club nudista en toda Inglaterra. Bajo la lente de Hubert Taczanowski, se disecciona la figura de un hombre con una fascinante relación paterno-filial con su volátil y adicta hija Debbie (Imogen Poots), de hecho, esta relación es el eje dramático del filme que, por algunos momentos, hace uso de la cámara como 22

una herramienta para recolectar testimonios de los personajes del filme, y con la soberbia encarnación que hace Coogan del magnate sexual inglés -un hombre inteligente y locuaz pero también frío y con algunas incapacidades de conexión íntima-, se le concede un tono casi documental a la obra, la cual también expone brevemente su relación con sus otros hijos, con quienes jamás mantuvo una relación que pudiera considerarse estrecha o cercana, inclusive en uno de los casos podríamos considerarla inexistente. En los terrenos amorosos tampoco se podría afirmar que llevó una vida estable, pues los divorcios, las infidelidades y la promiscuidad eran casi tradiciones. El Rey del Erotismo funciona como un cuidadísimo homenaje a la figura del ícono británico del entretenimiento para adultos y como una exploración hacia las disfuncionales relaciones humanas; la propuesta de Winterbottom es dueña de una puesta en escena fascinante, colorida, sofisticada y musicalmente excepcional. Sin embargo, la cinta no convence del todo en su disertación, pues a pesar de no hacer juicios 'moralinos' del complejo y multidimensional personaje principal y su excesivo estilo de vida, la película tampoco se aventura retratar con total fiereza el alcance social de sus producciones -espectáculos nocturnos, revistas, etc...- y los cuestionamientos hacia la mojigatería social y los prejuicios conservadores se quedan en planteamientos superficiales. Hubiera sido agradable un poco más de compromiso hacia con su discurso y un punto de vista más crítico y mordaz, no obstante, la película se deja ver sin ningún problema y resultará como una bocanada de aire fresco en esta veraniega época de megaproducciones yanquis.


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ion Sono se suma a la lista de directores que han declarado su amor al cine a través del cine mismo, y lo hace de la manera más exagerada, irreverente y divertida de la que se tenga memoria, además su carta está escrita con sangre sobre celuloide de 35mm. Why Don't You Play in Hell? es una caótica comedia que sigue a los ‘Fuck Bombers’, una banda de cuatro amantes del cine que filman todo lo 'cool' (entiéndase todo lo que tenga que ver con peleas y sangre) que se les pone enfrente de sus cámaras con el fin de, en algún momento dado, poder hacer un largometraje con todo el material de archivo obtenido. A la par del cuarteto amateur, Sono nos presenta el conflicto entre dos clanes Yakuza: el del aguerrido jefe Tumoto (en eterno brete con su conflictiva hija Mitsuko) y el del desequilibrado jefe Ikegami (platónicamente enamorado de la misma Mitsuko desde que fue estrella infantil en un anuncio musical de pasta de dientes). Este par de tramas se van entrelazando sutilmente desde el principio de la historia para finalmente converger en un aficionado (aunque muy entusiasta) rodaje donde el gore no se hará esperar para aparecer como un gran festín. Resulta curioso que un cineasta nipón como Sion Sono haga un 'homenaje' al cine de Quentin Tarantino (específicamente a los bebés siameses separados al nacer que son Kill Bill: Vol. 1 y Kill Bill: Vol.2) cuando éste realizador se ha caracterizado por sus homenajes al cine 25

nipón con no pocas referencias cinematográficas orientales, como el realizado por el personaje de ‘La Novia’ (Uma Thurman) emulando a Bruce Lee en el díptico mencionado algunas líneas arriba; éste homenaje es retomado por Sono y convierte al personaje de Sasaki, interpretado por Tak Sakaguchi, el artemarcialista protagónico de las filmaciones aficionadas de los ‘Fuck Bombers’, en un aspirante al 'nuevo Bruce Lee japonés'. Cinema Paradiso (Nuovo Cinema Paradiso; 1988) de Giuseppe Tornattore es la obra italiana a la que Sono hace referencia cuando homenajea al mundo del cine dentro del cine a través de un anciano proyeccionista que alienta al inexperto pero apasionado grupo para realizar una obra maestra cinematográfica... aunque sea una sola 'buena' película. En los trepidantes 126 minutos de metraje, que transcurren entre cámaras, reflectores, artes marciales, katanas, pistolas y una torrencial lluvia de falsa hemoglobina, Sion Sono aprovecha también para hablar del cine como una forma de expresión, enfrenta al arte con la realidad, expone también de las inquietudes de los incipientes cineastas, y vaya, hasta tiene tiempo para su discurso a favor del formato en 35 mm. Why Don't You Play in Hell? es un ejercicio cinematográfico que, detrás de su demencial puesta en escena y vertiginoso ritmo, nos deja el claro mensaje de que el Cine (el que se escribe con mayúscula) siempre prevalece.


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an pasado ya cuarenta y seis años desde la primera adaptación de la novela La Planète des singes, de Pierre Boulles, a la pantalla grande; fue a finales de la década de los sesenta cuando, bajo la dirección de Franklin J. Schaffner, la historia del astronauta que llegaba a un planeta dominado por simios que esclavizaban a la escasa población humana, llegó por primera al público masivo con la gran producción protagonizada por Charlton Heston. El Planeta de los Simios (Planet of the Apes; 1968) se convirtió rápidamente en un filme de culto que generó todo una franquicia con varias secuelas, e inclusive, una serie de televisión que expandió el universo simio-dominante. Los planteamientos de la película resultaron por demás fascinantes, pues era un relato de ciencia ficción pura que, con gran precisión, hablaba de los errores y sinsabores de nuestra naturaleza humana, un acercamiento eficaz a nuestra especie otrora dominante ahora sometida; el relato distópico sobre la búsqueda de la verdad, y sobre la verdad misma oculta por el dogma religioso a causa del pánico que suscitaba en los líderes sociales el acceso al conocimiento, encontró respuesta en la audiencia y la franquicia sobrevivió por varios años -se maquilaron secuelas anuales desde 1970 hasta 1973, cada una de ellas perdiendo calidad respecto a su antecesora en todos los sentidos- hasta que finalmente se extinguió con la transmisión de la serie que constó de tan sólo 14 episodios debido al tibio recibimiento de audiencia. En 2001, el director Tim Burton preparó un remake que resultó ser toda una

catástrofe y, por supuesto, las secuelas que se pudieron haber generado de ella no prosperaron; no fue hasta hace tres años que se planteó una historia previa a la relatada en la película y novela original, una especie de precuela -aunque oficialmente nunca se ha asumido como tal- que mostrara, con detalles más apegados a una realidad científica, la manera en la que los humanos dejamos de ocupar el lugar principal en la cadena evolutiva y cedimos -o nos arrebataronel título de especie dominante en el planeta. Bajo la dirección de Rupert Wyatt, El Planeta de los Simios: (R)evolución (Rise of the Planet of the Apes; 2011) resultó un agradable 'refresh' para la franquicia, pues además de mostrarnos cómo surgieron estos simios cognitivamente súper desarrollados a través de un virus, y de cómo éste afectó a manera de pandemia a la población global llevándola al borde de la extinción, agregó también a la saga otros temas de actualidad y de emergencia como el abuso del estatus que posee de manera inherente al ser humano respecto a las especies animales y el maltrato hacia ellas, ya sea como el maltrato hacia las mascotas en un entorno cotidiano o la experimentación con ellos en terrenos científicos. El éxito obtenido por el filme -$500mdd alrededor del mundo- permitió el desarrollo de la secuela que este mes llegará a las pantallas de todo el mundo, la cual nos presenta los sucesos ocurridos una década después de los hechos del filme anterior. En El Planeta de los Simios: Confrontación -dirigida por el eficaz Matt Reeves que nos ha ofrecido la vertiginosa

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Cloverfield (2008) y el muy aceptable remake de Déjame Entrar (Let Me In; 2010)-, la humanidad intenta recuperarse tras haber sufrido el violento embate de la pandemia conocida como la 'influenza simia' que ha acabado casi por completo con ella, mientras que la comunidad de simios avanzados que viven en el bosque Muir continúan erigiendo su 'nación' independiente y progresando en sociedad con Caesar (Andy Serkis) como su líder; un inesperado (re)encuentro entre las dos especies pondrá las cosas en perspectiva y colocará sobre la mesa el debate: ¿pueden humanos y simios coexistir sin violencia? El protagonista, Malcolm (Jason Clarke), está convencido de ello, mientras que Dreyfus (Gary Oldman), el humano antagonista del filme, tiene una posición completamente encontrada. Como su subtítulo en español lo señala, el filme se centra en la confrontación entre las dos especies que se disputarán del dominio del planeta, el resultado definitivo llegará a nuestros cines este mes con reseñas muy positivas de quienes ya han podido verla, por lo que no es de sorprender que ya se dejen escuchar los rumores que apuntan a una secuela para el 2016, la cual -se diceserá un remake del filme original y una reinterpretación de la novela de Boulle con Matt Reeves nuevamente ocupando la silla de director, pero por lo pronto, el futuro de la humanidad se decidirá en las salas de cine a partir del próximo 24 de julio.


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na noche, en una discoteca improvisada dentro de un holgado espacio departamental, un chico visualiza a una chica, y de manera fulminante, termina enamorado de ella, o por lo menos es lo que este chico dice ha experimentado con esa mujer con la que, apenas unos segundos antes, ha cruzado miradas por tan sólo unos instantes. El chico se acerca a ella para plantearle la inusual situación pero ésta no le hace mucho caso y, educadamente claro está, lo manda a volar. Cuando ella pretende retirarse a casa, él la vuelve a abordar, y ante la insistencia, a pesar de la renuencia inicial, se marchan juntos camino a casa por las calles desiertas de Madrid hasta llegar al departamento de él donde ella, tras continuar escuchando los testarudos cortejos, decide pasar la noche con él... Pero a la mañana siguiente, todo es muy distinto. La primera mitad del filme transcurre durante la madrugada, donde los anónimos y recién conocidos amantes, deambulan por las solitarias avenidas y callejuelas de Madrid y donde tienen lugar casi todos los galanteos de los que se ha de valer él para conquistarla a ella y llevarla a su departamento; durante la segunda mitad, transcurrida ya íntegramente en el departamento del chico, la película cambia completamente el tono y transforma completamente a los personajes, o mejor dicho, ya con la claridad del día, nos permite apreciarlos desde otra perspectiva. Él ya no es más el chico que se decía locamente enamorado de ella y actúa un tanto frío, cortante y ya no tan permisivo con su 'enamorada'... va-

ya, ya ni le permite fumar dentro del departamento. Pero ella, ya tampoco es la misma, y ante las incomprensibles actitudes del 'macho' que ahora tiene enfrente, no duda en hacerse valer. Stockholm es la ópera prima de Rodrigo Sorogoyen con la que, a través de la premisa planteada arriba, busca realizar una exploración de las relaciones contemporáneas, y hasta cierto punto, logra hacerlo de una manera muy eficiente: La primera parte del filme se acerca mucho a la trilogía de Richard Linklater protagonizada por Ethan Hawke y Julie Delpy, sobre todo a la primera entrega, donde los protagonistas pasean por las calles mientras divagan sobre diversos tópicos; aquí, en la cinta de Sorogoyen, el guión (que cabe señalar está construido con mucha astucia) no logra escapar de los lugares comunes y, no obstante las naturales interpretaciones de Javier Pereira y Aura Garrido, no se logra que los diálogos estén libres de artificios y clichés, haciendo que en ciertas ocasiones se sienten incluso un tanto impostados, demasiado pensados y ensayados. Sin embargo, cuando en el filme rompe el día, el director da una grata sorpresa al cambiar completamente el rumbo de su propuesta y logra plantear de manera contundente su discurso sobre las relaciones humanas hoy en día, donde los encuentros casuales de una sola noche se consiguen como se consiguen los cigarrillos; acierta sobremanera a la hora de trazar detalladamente las partes ocultas de las personalidades de los protagonistas, unos seres humanos que incluso podríamos señalar que tienen al30

gunos cuantos problemas patológicos, especialmente ella, pues es un personaje particularmente taciturno con muchos secretos por revelar y a quien vemos en una perturbadora escena frente al espejo del baño que pareciera haber sido rodada por el propio Haneke. Sorogoyen construye un enfermizo y violento microuniverso entre las cuatro paredes despojadas de color alguno (pareciera un hospital psiquiátrico donde se encuentran recluidos los amantes/pacientes del relato) y nos da completa libertad de espiar los acontecimientos que ahí suceden. Al tiempo que coloca a estos dos anónimos personajes encerrados en un espacio de pulcritud extrema (y fotografiados de manera intimista por Alejandro de Pablo), coloca también bajo la lupa a toda una generación de jóvenes caprichosos que son capaces de despojarse de su propia identidad (nunca revelando su nombre verdadero e incluso bromeando al decir que se llaman 'Bartolo') con tal de conseguir lo que quieren. Stockholm es una propuesta española interesante y arriesgada que se atreve a dar un giro y una mucho mayor profundidad a las típicas historias de parejas en la gran pantalla, mostrando la cara oculta de las actuales relaciones humanas; por supuesto que no está exenta de fallos (ninguna película lo está), pero su modestia y contundente discurso sobre la juventud la hacen una pieza valiosa que merece ser revisada un par de veces.


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espués de obtener la Cámara de Oro en el Festival de Cannes por su película Año Bisiesto, el cineasta Michael Rowe regresa con el largometraje Manto acuífero que aborda desde la mirada de una niña el divorcio de sus padres, el cambio de hogar, un padre nuevo y el descubrimiento de un jardín que le ayuda a lidiar con el abandono y la soledad. Caro, una niña de ocho años, se muda con su madre y padrastro a un nuevo hogar luego de que sus padres se separaran. La niña no comprende el por qué su madre le dice constantemente que no volverá a ver a su padre biológico, y por qué debe llamar padre al nuevo hombre que está con su madre, ella escucha e intenta entender, pero comprende poco,

su universo se ha modificado y parece que ningún adulto se da cuenta. Mientras su madre lidia con sus propios cambios, Caro descubre un jardín en la parte trasera de su casa y en él un pozo vacío, ahí encuentra un refugio para ocultar los recuerdos de su padre y de su vida anterior. Caro comienza un contacto poco usual con la naturaleza, un diálogo que su imaginación le permite llevar más allá. Sin embargo descubrir ciertos secretos de sus padres biológicos la llevarán a actuar en contra de su amiga en la soledad, la naturaleza misma. Manto Acuífero cuenta una historia poco contada, la mirada de los niños durante el divorcio, y también refleja el contacto perdido del hombre con la naturaleza, 31

sobresale la buena fotografía y la actuación de la niña, pero fallan los diálogos de los personajes adultos, diálogos que caen en lugares comunes y que le restan fuerza a la historia. Cabe mencionar que gran parte de la película recae en Sofía Macías, la niña que personifica a Caro, quien hace un buen trabajo, y que habla de una buena dirección por parte de Rowe. Esta producción es la segunda parte de tres que el cineasta de origen australiano, y naturalizado mexicano, realiza sobre la soledad. El guión de la tercera parte está en desarrollo y hablará sobre una persona mayor, de la cual aún no revela detalles.


U

n personaje con apariencia de mendigo vive en un hábitat subterráneo en medio de algún bosque, tras percatarse de la presencia en la superficie de tres hombres (ojo, entre ellos hay un cura, algo se nos quiere decir desde este punto) que se aproximan rastreando el subsuelo para dar con su paradero, el hombre se ve obligado a abandonar su hogar y advertir a otros dos hombres, Ludwig (encarnado por el director del filme en persona Alex van Warmerdam) y Pascal (Tom Dewispelaere), que se alojan en viviendas similares. Cada uno de ellos huye por su lado, aunque la trama, por lo menos en su primera parte, sólo nos permite acompañar al primero de ellos, Camiel Borgman (Jan Bijvoet), quien en su huída termina en el chalet de una familia acomodada, un hogar al cual logra entrar con artimañas emocionales y establecer una estrecha relación con los miembros de la familia. Borgman es un hombre revestido con harapos que, luego, logra cambiar tanto su apariencia que consigue irrumpir en la casa y la vida de una familia de clase alta, cuya cotidianidad se ve alterada con la llegada de este reservado y

seductor hombre, el cual ha logrado quedarse incluso con el empleo de jardinero tras haber matado al anterior plantador, ayudado por los dos hombres que alertó en el bosque y que se han infiltrado en la casa llegando convertidos en perros, y por dos misteriosas mujeres que no tienen el menor escrúpulo a la hora de quitar vidas y desaparecer con gran ingenio y astucia los cuerpos delatores. Pero... ¿Quién es en realidad Borgman? La respuesta nunca queda del todo clara, y es precisamente esta ambigüedad lo que hace muy interesante esta propuesta holandesa escrita y dirigida por Alex van Warmerdam ¿Es Borgman un demonio? ¿Qué significa "Y descendieron a la tierra para reforzar sus filas", las líneas con las que abre el filme? ¿Es la tentación pecaminosa hacia esta 'pulcra' familia? ¿Es una revuelta social? ¿Es una alegoría de los personajes habitantes de la periferia social que arremeten contra la clase burguesa? ¿O es simplemente una representación gráfica más que nos ofrece el cine de los miedos y deseos inherentes a nuestra naturaleza? Borgman es una pieza fílmica compleja, crítica y mordaz, 32

es un ejercicio que, como otros thrillers de reciente estreno, como por ejemplo Los Canallas de Claire Denis, demanda la completa participación del espectador, necesita y exige una audiencia activa; es una especie de fábula surrealista con situaciones que nos evocan inmediatamente a Haneke (de hecho la premisa es muy similar a su Funny Games) y oníricas secuencias que nos remiten invariablemente al cine de Buñuel (especialmente los primeros cinco minutos que son un claro y fantástico homenaje al universo 'buñuelesco') que también juega con la decadencia de la moral. Un relato hipnótico que resulta muy bien logrado tanto en el fondo como en la forma, pues es poseedor de una estupenda fotografía, cámara fija y mucha luminosidad (contrario a lo que se esperaría de un oscuro relato como este), además de contar con un desempeño actoral de primer nivel que ayuda al filme a conservar esa potencia espeluznante que brinda el guión cargado de un sofisticado humor negro imperante a lo largo de la cinta. Borgman es una alternativa cinematográfica que vale mucho la pena explorar.


L

a coproducción serbocroata Los Niños del Cura (The Priest's Children/ Svecenikova djeca; 2013) llegará a tierras mexicanas ostentando el logro de haberse convertido en la segunda película más taquillera en la historia de Croacia; la divertida trama del filme dirigido por Vinko Bresan, nos ubica en una población costera, donde el joven cura recién llegado Don Fabijan (Kresimir Mikic), debe hacerle frente a un gravísimo problema que nada se relaciona con las crisis de la fe: la población es asolada por un alto índice de mortalidad y una nula tasa de natalidad. Junto con los dos vendedores oficiales de condones del pueblo -uno desequilibrado y xenófobo, y otro consumido por la culpa que le acarrea el vender el 'plástico' que está, en palabras de su propia mujer, 'matando a la población'- decide poner en marcha un sencillísimo plan secreto de emergencia: agujerar los preservativos previo a su venta para que sus parejas, a quienes en lugar de venderles pastillas anticonceptivas de emergencia les venden simples vitaminas, queden embarazadas.

La película cuenta, por lo menos en su primera mitad, con un ágil ritmo y momentos verdaderamente hilarantes, las peripecias del joven cura deseoso de resucitar demográficamente al pequeño poblado resultan ciertamente acertadas e ingeniosas, los toques de humor negro son de lo mejor: líneas críticas y punzantes con la religión y la -doble- moral de la sociedad, en los aspectos formales resaltan la cuidada fotografía, la ambientación y la deliciosa musicalización que nos transporta inmediatamente a los dominios del mar adriático. Lamentablemente, conforme la trama avanza, las situaciones llegan a volverse forzadas, el ritmo decae, la historia se estanca -aunque sin llegar a aburrir jamás, cabe aclarar-, por momentos se torna redundante y su discurso, originalmente trasgresor, no se atreve a explorar con mayor profundidad los dilemas del cura o de los otros implicados en el plan de aumento de natalidad cuando las cosas se les van de las manos. Los Niños del Cura es una comedia negra que se queda a medio camino de su propuesta inicial, su guión esquiva los 33

conflictos tanto éticos como morales que debieran resultar inherentes a la premisa que con anterioridad se había atrevido a planteado con cierta valentía, y por el contrario, recurre a lugares comunes y salidas fáciles que devienen en un final totalmente previsible, concediendo -apenas- algunas secuencias a los apremios espirituales del cura, puesto que es él mismo quien nos narra, a manera de flashback/confesión con otro cura, su pesarosa historia en la zona costera. Es un filme que divierte y entretiene, pero que también se conforma y no se arriesga a salirse del molde de otras comedias; pese a esto, su visionado se recomienda para pasar un buen rato y, para variar un poco en esta época infestada de blockbusters, poder apreciar cine de otras latitudes, pues siempre será bueno explorar otras propuestas cinematográficas a las que difícilmente tendremos acceso en la cartelera comercial.


C

on su quinto largometraje, Una Separación (Jodaeiye Nader az Simin; 2011), el cineasta iraní Asghar Farhadi logró el reconocimiento internacional e incluso se llevó la codiciada estatuilla que anualmente otorga la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos en la categoría a Mejor Película Extranjera en 2012; el éxito obtenido con el drama social que sigue a una pareja que decide ponerle fin a su relación conyugal le brindó a Farhadi la oportunidad de rodar su primer trabajo en francés: El Pasado (Le Passé; 2013), un relato escrito por el mismo director que, al igual que en su trabajo previo, las mentiras y los secretos son piezas clave dentro su tratado sobre el perdón y la redención. El director abre el filme con una conmovedor reencuentro e introduce a los personajes centrales de su historia sin utilizar palabra alguna. Ellos son MarieAnne (Bérénice Bejo) y Ahmad (Ali Mosaffa), quien ha llegado a París -proveniente de Teherán- para acudir a la audiencia de divorcio que finalmente terminará, después de cuatro años de separación, de manera definitiva con su relación marital con Marie-Anne, pues ella

pretende ya casarse con su prometido Samir (Tahar Rahim), aunque viven en una relación un tanto complicada, pues a la hija de Marie-Anne, Lucie (Pauline Burlet), parece no llevarse del todo bien con Samir, aunque jamás ha dado explicación alguna de su incomodidad cuando se encuentran juntos. Y así, lo que teóricamente iba a ser un simple viaje para cumplir con los trámites finales del divorcio, se convierte en realidad en una odisea familiar donde oscuros secretos saldrán a la luz y podrán a prueba la estabilidad emocional de todos y cada uno de ellos. Las mentiras y los secretos son los dos elementos principales sobre los cuales Farhadi erige este drama familiar exquisitamente estructurado por un guión que va revelando con sorprendente precisión los secretos familiares más oscuros y dejando al descubierto más y más misterios, sobre todo en los últimos veinte minutos de la cinta, cuando varios personajes revelan lo que tanto tiempo habían callado y con ello generan aún más incógnitas de las que responden. Los diálogos son impecables aunque sin llegar jamás a sentirse impostados, sino que por el contrario, se perciben natura34

les, sinceros, y sobre todo, certeros; son líneas que van desde lo sobrecogedor hasta lo desgarrador en unos cuantos instantes, trascendiendo más allá de lo que podría haber sido una vulgar telenovela, puesto que tiene todos los elementos del melodrama clásico que, con gran maestría, el director logra manipularlos para entregarnos un retrato universal que versa sobre la complejidad y ambigüedad humana. La última obra de Farhadi, hasta el día de hoy, es una cautivadora película que encontrará ecos emocionales en la audiencia debido a la dramática premisa sobre las relaciones humanas y al sofisticado trabajo actoral de todos los miembros del reparto; el realizador nos pone frente a un fresco de intimista atmósfera con elegante puesta en escena sobre la culpa, el perdón y la redención que desafía al espectador a hacerle frente a los mismos dilemas éticos y morales que los protagonistas, y termina por regalarnos, en un particularmente luminoso último plano, uno de los mejores desenlaces dramáticos de los últimos años.


I

nnumerables han sido las propuestas cinematográficas que se han realizado en torno al terrible holocausto judío, y no menos numerosas han sido las críticas -aunque más bien siempre han sido quejas absurdas- sobre el tan elevado número de filmes que han propuesto aproximaciones hacia este tema; pero si la muy socorrida frase "un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla" no miente -y créanme que el filósofo español Jorge Santayana nunca tuvo fama de mitómano-, entonces las películas sobre el holocausto las que se han hecho y las que se haránestán más que justificadas. Y es que estamos en una era donde cada vez es menos necesario recordar cosas, la tecnología nos ha 'ayudado' a no tener que memorizar datos para poder ser funcionales en nuestra vida cotidiana, pero nuestra 'memoria colectiva' también se encuentra en plena decadencia, por lo que cada vez son más necesarias las propuestas artísticas que nos ayuden a recordar de dónde venimos y para no alcanzar el punto de ser un pueblo con su propia historia ignota y se condene a repetirla en un bucle eterno. Ante la necesidad de que su historia y la de su pueblo no se olvide -además de la necesidad de exorcizarse de los traumáticos recuerdos provocados por su brutal infancia transcurrida en los campos de rehabilitación de Camboya-, el director Rithy Panh decide compartir sus

experiencias durante un evento no menos terrorífico que el del holocausto judío: el régimen maoísta de los Jemeres Rojos que gobernaron la llamada Kampuchea Democrática durante cuatro años -de 1975 a 1979- bajo una regencia extremista y perpetraron el genocidio donde murieron entre dos y tres millones de personas. La catártica manera en la que el director camboyano decide compartirnos esos atroces momentos en su documental La Imagen Ausente (L'image Manquante; 2013) se aleja completamente de cualquier sensacionalismo, y por el contrario, se decanta por una propuesta muy arriesgada en su puesta en escena, pues además de contar con generoso y valiosísimo material de archivo que nos presenta esporádicamente a lo largo del documental, principalmente utiliza maquetas y pequeños muñequitos de barro para hacer una dramatización de su historia. Son estas inmóviles pero fascinantemente expresivas figuras que representan al mismo director, sus familiares, amigos y varios otros habitantes del lugar- las que nos llevan por este aterrador relato -con voz en off del actor Randal Douc- en medio de la desolación de la Camboya rural. El análisis que realiza Pahn cuenta con varias aristas, que van desde la parte política, social y económica, hasta llegar a contener algunos fragmentos de corte filosófico. Porque la visión que propone el documentalista iraní sobre el ge35

nocidio camboyano, no se limita únicamente a mostrarnos cómo era la vida cotidiana durante los años de terror -las implacables jornadas de duro trabajo de sol a sol, la carencia de alimento, los castigos, las torturas, los experimentos médicos, etc.- sino que ofrece un panorama amplio que nos ayuda a comprender el contexto y los alcances del catastrófico fenómeno. Mención aparte merecen las secuencias donde nos muestra cómo el régimen utilizó el cine como medio de campaña, una muestra más del poder de manipulación de los medios masivos. Ganador del premio Una Cierta Mirada (Un Certain Regard) en Cannes de 2013 y nominado al Oscar en la categoría Mejor Película Extranjera, este documental es una sobria pero potente propuesta en cuanto a su lenguaje cinematográfico, con gran sencillez y astucia, Panh logra transformar su tenebrosa infancia en una película muy lograda en cuanto a la acertada traslación a imágenes de gran fuerza visual; La Imagen Ausente es un angustiante testimonio de un hombre que siente amenazada su historia y se preocupa por preservarla, por mantener presente en la memoria colectiva el oscuro episodio de su historia y la de su pueblo; un muy necesario fragmento de memoria histórica que se debe visitar a la brevedad.


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on Anticristo (Antichrist; 2009), Lars von Trier presentó la primera parte de su 'trilogía de la depresión', esa que un par de años después se vio secundada por Melancolía (Melancholia; 2011) y que ahora, como si de una adaptación cinematográfica de best-seller juvenil se tratase, entrega su tercera parte dividida en dos capítulos: Ninfomanía Vol. I y Ninfomanía Vol. II, pero que aquí abordaremos como una sola obra cinematográfica pues es así como realmente fue concebida por su artífice. Ninfomanía (Nymphomaniac; 2014) es la historia de Joe (Charlotte Gainsbourgh), una mujer adicta al sexo que decide, de buenas a primeras, narrarle a un completo desconocido de edad avanzada llamado Seligman (Stellan Skarsgård), el temprano descubrimiento de su autodiagnosticada 'enfermedad' y su muy extenso currículo sexual a lo largo de su vida. Lars von Trier retoma, en esta sencillísima premisa, la figura femenina para protagonizar su nueva historia y pretende hacer una exploración a la liberación sexual de la mujer, aunque desgraciadamente acude al recurso de las escenas de sexo explícito con el único fin de provocar al espectador. El filme también recurre a metáforas demasiado

obvias dentro del relato verbal de la ninfómana protagonista que deriva en una muy inverosímil charla filosófica con su muy interesado interlocutor que, sorprendentemente, resulta ser un personaje diametralmente opuesto en su personalidad, y siempre tiene una alegoría adecuada para cada anécdota sexual que se le cuenta, no tardando en relacionarlas directamente con las costumbres de la pesca con mosca u otros cebos. Y es que, contrario a lo que señala el slogan con el que se ha publicitado la película (Forget about Love/Olvídate del Amor) y a la campaña tan fuerte que se le ha hecho enfocada en su alto contenido erótico, Ninfomanía refuerza esa historia de la búsqueda del amor, y es precisamente esa idea del amor (ese del que tanto reniega y nos pide que olvidemos) la que al final queda como un velado trasfondo que en ocasiones incluso se antoja un tanto ético/moralino. ¿De la torpemente perdida virginidad puede germinar el amor años más tarde? Pregunta que plantea pero no responde porque en su muy pausado y adormilado montaje, von Trier está más preocupado por despilfarrar el tiempo en pantalla con escenas sexuales cuyo trasgresor contenido es el mismo que el del más ligero video porno encontrado en la red. 36

La presunta oscuridad de una adicción, como la sexual en este caso, resulta luminosa, superficial, y sobre todo, pretenciosa si la comparamos con otros acercamientos al tema, como el de Steve McQueen en Shame: Deseos Culpables (Shame; 2011), que no necesitó de referencias a la sucesión de Fibonacci o a la música del compositor alemán Johann Sebastian Bach para hacer realmente una inteligente reflexión sobre la adicción al sexo y mostrarnos la decadencia de un personaje con esta 'enfermedad' (el soberbio Michael Fassbender). En Ninfomanía no hay remordimiento o desasosiego por parte de la protagonista, aunque tampoco se deja ver un verdadero placer en sus recurrentes prácticas sexuales; lo que hay es un humor ácido y mordaz que en ocasiones funciona y en otras resulta fallido, y sobre todo, hay secuencias de sexo explícito realizadas con toda premeditación y alevosía para escandalizar al público. Ninfomanía es una obra cinematográfica realizada por una mente que ya se tomó muy en serio su papel de 'provocador' y que parece haber olvidado que a la gente se le provoca con ideas inteligentes y trasgresoras, no con una extensa galería de penes.




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reamWorks, principal competencia del gigante de la animación Pixar, sorprendió en 2010 con Cómo entrenar a tu Dragón (How to train your Dragon), una de las mejores cintas animadas realizadas en la meca del cine, en primer lugar porque se trataba de una conmovedora historia de amor y aceptación paterno-filial ante la ausencia de una figura materna y la presión por llegar a ser una persona que cumpliera con las expectativas sociales, es decir, ser un cazador de dragones, esto a la vez que la cinta planteaba las aventuras de dos personajes entrañables (el adolescente Hipo y su dragón Chimuelo) que entablaban una improbable amistad terminaría por derrumbar los mitos que se conocían sobre las míticas criaturas, y en segundo lugar, y posiblemente sea el factor más importante, porque contó con un emocionante final en el que, a diferencia de otras cintas animadas donde el héroe de la historia resulta vencedor e ileso, el protagonista pierde una pierna al escapar con vida de manera casi milagrosa tras una épica batalla aérea con el colosal dragón Muerte Roja. El gran éxito taquillero del filme, que también tuvo una excelente acogida por parte de la crítica e incluso alcanzó una nominación a los premios de la Academia como Mejor Película Animada, obviamente obligó a la realización de una secuela, la cual finalmente ha llegado a las pantallas bajo la dirección, ahora en solitario, de Dean DeBlois (también encargado del guión basado en los libros infantiles de Cressida Cowell), puesto que el codirector de la cinta original, Chris Sanders, se embarcó en el proyecto de Los Croods (The Croods) que vimos ya en la pantalla grande el año pasado. Cómo entrenar a tu Dragón 2 (How to train your Dragon 2) trae de regreso a la muy apreciada pareja protagónica en

una historia ubicada cinco años después de los sucesos ocurridos en el primer filme. Hipo no es más un adolescente con crisis existenciales, o bueno, por lo menos no en el aspecto de tener que demostrar ser un hábil cazador de dragones, ya que, como recordarán, él demostró que las criaturas eran nobles y leales, por lo que Berk se ha convertido en una aldea donde conviven dragones y humanos en un ambiente de total armonía; los problemas de Hipo tampoco son amorosos, pues su relación con Astrid se ha solidificado con los años, lo que al protagonista le preocupa es tener que tomar el control de la aldea vikinga una vez que su padre le ceda su lugar como líder, y por si fuera poco, el ahora veinteañero también debe hacer frente a la reaparición de su madre, Valka, a la que todos creían desaparecida y devorada por dragones cuando Hipo apenas era un bebé, y también al regreso de un antiguo enemigo de su padre: Drago Manodura, quien busca apoderarse de todos los dragones existentes para formar su propio ejército alado. Al tratarse de una película de transición, puesto que la tercera parte ya ha sido confirmada (con guión y dirección nuevamente de DeBlois), uno esperaría que fuera una secuela de relleno que sólo buscara alargar los más posible la trama hasta llevarnos a la tercera entrega (sólo basta recordar Piratas del Caribe 2: El Cofre de la Muerte para demostrar lo vacía que puede resultar una secuela cuando es realizada expresamente para rellenar una historia en demasía básica), pero sorprendentemente es una cinta que argumentalmente resulta muy satisfactoria puesto que, además de las mejoras en los terrenos técnicos (que ofrece secuencias de acción prodigiosas gracias a un sofisticado uso de movimiento de cámaras), se logra expandir el universo del que pensá-

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bamos ya nos habían contado todo, los personajes se desarrollan y crecen en planos emocionales más complejos y oscuros, y el mundo de los dragones también se amplía, dejándonos ver que aún faltaban muchas especies por conocer. Cómo entrenar a tu Dragón 2 es una emocionante, divertida y audaz secuela que refuerza el discurso de tolerancia y exclusión hacia lo diferente que planteaba la cinta del 2010, a la vez que también ofrece una nueva perspectiva sobre las relaciones materno-filiales y las del hombre con la naturaleza a través de momentos de gran emotividad que funcionan en tanto en niños como en adolescentes y adultos; es una película que, como ya lo han hecho otras en su momento, desmiente la frase que señala que las segundas partes nunca fueron buenas, puesto que no sólo visualmente está mucho mejor lograda, sino que argumentalmente logra estar al nivel de su predecesora; es bella, sorprendente y épica, estamos ante una secuela de altos vuelos en la que el 3D es utilizado con convicción, logrando sus mejores momentos en las secuencias de acción y en el que el trabajo de doblaje resulta fenomenal, un doblaje latino excelente en el que no se recurre a actores/comediantes famosos y a modismos o regionalismos para 'conectar' con el espectador, es un español neutro bastante correcto que se agradece infinitamente. La película es una excelente secuela que supera todas las expectativas, se coloca desde ya como una de las mejores cintas animadas de este año y nos deja con ganas de ver ya la tercera entrega.



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a nueva comedia de Nicholas Stoller (Forgetting Sarah Marshall, Get Him to the Greek y The Five-Year Engagement) expone, entre secuencias obscenas y escatológicas, las relaciones de parejas treintañeras con sus imposibilidades de madurar y asumir las responsabilidades que ello conlleva, tal como les sucede a Mac y Kelly, la pareja protagónica interpretada por Seth Rogen y Rose Byrne, quienes con el nacimiento de su pequeña bebita, cada vez ven más lejana la posibilidad de volver compartir con sus amigos esa vida de fiestas y borracheras, una vida que ahora tendrán que soportar aunque no quieran desde el momento en que una fraternidad universitaria se muda a la casa contigua, donde los desenfrenados pasatiempos como el desmedido consumo de drogas, la práctica de sexo salvaje y, sobre todo, la estruendosa música hasta altas horas de la madrugada, les impide dormir por las noches. Y aunque en un principio parece ser que tras una noche de fiesta se ha logrado llegar a un acuerdo de paz y armonía y se han creado lazos de camaradería y amistad entre el joven matrimonio y Teddy -el guapo presidente de la fraternidad que parece haber sido diseñado por un chico gay en un laboratorio y que es interpretado por Zac Efron-, las fiestas y el ruido se vuelven intolerantes y el llamado a la policía para que intervenga es inevitable. Con este simple acto -que Teddy considera un acto de traición- se detona la trama de Buenos Vecinos (Neighbors;

2014) y se puede resumir como una batalla campal que poco a poco se torna en una descarnada guerra entre vecinos, una película que hace una confrontación generacional entre los rivales del filme mientras que busca seguir con la línea potentemente escatológica e incorrección política de las comedias de los últimos años, sobre todo en aquellas en las que se han vuelto involucrados los nombres de directores como Judd Apatow, Paul Feig y Seth MacFarlane, y de actores como Seth Rogen, James Franco, Jonah Hill, Steve Carrell, Jason Segel y la actriz Kristen Wiig, entre tantos otros. 'Buenos Vecinos' es una fiesta adolescente de 100 minutos fantásticamente protagonizada por Rogen, Byrne y Efron, con un humor fresco e inteligentemente bien pensado desde el guión (autoría de Brendan O'Brien y Andrew J. Cohen) que, aunque predecible, se distingue por su carencia de mensaje 'moralino', y por el contrario, marca el destino final de los personajes de acuerdo con sus decisiones y acciones a lo largo de la película (no pudo hacer tenido un mejor desenlace el papel de Zac Efron); todo esto a la vez que no se olvida de hablar de una manera muy certera de lo que significa alcanzar la 'verdadera madurez'. Comedia ácida dirigida a adolescentes y jóvenes adultos que disfrutan de las historias cómicas sin pretensiones pero sí con altas dosis de escatología e inexistente corrección política para pasar una buena tarde de Domingo.

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ichael Bay asalta nuevamente las pantallas con la tercera secuela de su robótica, intergaláctica y súper exitosa franquicia basada en los juguetes de Hasbro. Con un elenco completamente nuevo, la historia de Transformers: La Era de la Extinción (Transformers: Age of Extinction; 2014) nos coloca cuatro años después de los acontecimientos de la entrega anterior con ese climático enfrentamiento en las calles de Chicago, la película presenta un contexto donde los robots alienígenas (tanto Autobots como Decepticons) han desaparecido de la faz Tierra, o al menos no se han dejado ver desde hace algún tiempo pues ahora son considerados como amenazas para la humanidad; y mientras el gobierno de los Estados Unidos ha estado desarrollando un proyecto que utiliza la tecnología rescatada de los restos de la batalla de Chicago para crear sus propios Transformers, Cade Yeager, un mecánico-inventor-viudopadre-de-familia de París, Texas (¿es acaso un homenaje de Bay hacia el filme de Win Wenders?) compra un viejo tráiler con la idea de repararlo y ganar algo de dinero para costear la educación de su hija Tessa (Nicola Peltz) en la Universidad, sin saber que en realidad se trata del gran Optimus Prime, líder de los Autobots, y al que ayudará en la lucha contra el nuevo villano de la saga: Galvatron. El peculiar fenómeno de la saga Transformers debe analizarse desde una perspectiva objetiva y lúcida, pues aunque muchos se empeñen en ello, no se puede (ni se debe) analizar una película de éste tipo bajo los mismos parámetros con que se revisa una cinta de, por ejemplo, Lars von Trier. Sabemos que son dos tipos distintos de cine, que van diri-

gidas a públicos diametralmente opuestos y que buscan alcanzar objetivos igualmente enfrentados. Siendo conscientes de ello, hemos de decir que la cuarta película de Michael Bay dentro de la demoledora franquicia continúa padeciendo de los mismos errores que sufren sus anteriores entregas: malas actuaciones, planteamientos inverosímiles, desarrollo pobre y resoluciones ridículas. Pero si continuamos con nuestra racha de lucidez, también debemos recalcar que a los millones de fans de la saga, éstos errores les importan menos que lo que al que esto suscribe le importa la Copa Mundial (y esas ya son palabras mayores); el público que espera ansiosamente cada nueva entrega de la eterna lucha de los Autobots contra los Decepticons, busca no más que ociosidad, evadirse momentáneamente con frenéticas secuencias de acción... eso y nada más. Porque a ellos les importa un carajo la nula credibilidad con la que Mark Wahlberg interpreta su papel de inventor (jamás pensé que extrañaría a Shia LaBeouf), tampoco les importa la desganada presencia de la atractiva Nicola Peltz (¡vuelve, por favor, Megan Fox!); a ellos mucho menos les interesa que la trama sea completamente absurda, que posea diálogos trillados e irracionales recitados con completa carencia de emoción y que se extienda la historia sin sentido alguno por más de 160 minutos. No, al público de Transformers lo que sí le gusta son las espectaculares secuencias de acción, las cuales en esta ocasión alcanzan latitudes y dimensiones épicas (son fantásticas son las locaciones en China donde se desarrolla el descomunal clímax de la cinta... ¿será porque es un gran mercado taquillero

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para la franquicia?) y se explotan también más elementos clásicos de la mitología cósmica de la saga (entiéndase la aparición, aunque breve, de los famosos 'Dinobots') que seguramente complacerán a toda la audiencia ávida de robótica pirotecnia. Transformers: La Era de la Extinción es un frenético espectáculo veraniego, es una colección de escenas de acción hilvanadas con el menor sentido posible (algo que decrece con cada entrega), un filme invadido también por el inflamado 'patrioterismo' tan característico de su artífice (de hecho, perdí la cuenta de cuántas veces aparece la bandera estadounidense en la primera media hora del metraje); es un producto de nicho que únicamente es recomendable para los amantes de los monstruosos robots que pasarán por alto las incongruencias de su historia en pos de las espectaculares explosiones, las vertiginosas persecuciones, las colosales batallas y de todo el universo robótico que a lo largo de siete años ha creado Michael Bay en la pantalla grande. El éxito para esta nueva entrega está asegurado (podríamos ya apostar que será la más taquillera del verano y tal vez del año) pues el público asistente a las salas ha salido satisfecho con la delirante y estridente propuesta del californiano, pero para quienes busquemos otros tipo de propuestas que nos resulten más interesantes y menos vacías, recuerden que siempre tendremos París, Texas.






http://bit.ly/KkcC0U

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osé Luis Valle, realizador de origen salvadoreño, escribe, produce y dirige Workers, una cinta que surge de una conversación con su padre donde éste le dijo: "Yo ya no puedo hacer planes a largo plazo". Partiendo de esta simple línea, el director plantea una reflexiva historia sobre la marginación de dos trabajadores mayores que de pronto se enfrentan a un futuro incierto y a las decisiones que se ven obligados a tomar y que significan una especie de rebelión personal. Workers narra la historia de dos trabajadores víctimas de la injusticia en contra de sus derechos y su dignidad. Por un lado, tenemos la historia de Lidia (Susana Salazar), una empleada doméstica que ha trabajado toda su vida para su Patrona (interpretada por Vera Talaia), quien súbitamente muere dejando toda su herencia a su perra 'Princesa', una galgo completamente mimada y tratada, literalmente, como miembro de la realeza a la que ahora deben servir todos los empleados de la casa (desde las sirvientas hasta el chofer), ésto hasta que la mascota muera de causad naturales y los empleados puedan disponer de la herencia, como bien lo marca el testamento; por otra parte, tenemos a Rafael (un impasible Jesús Padilla), un leal empleado de una fábrica de focos (Phillips),

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que tras tres décadas de ferviente de servicio hacia la empresa -sin faltar un sólo día a trabajar y sin tomar un sólo día de vacaciones-, ve sus planes de jubilación frustrados por su situación como ilegal, por lo que debe seguir laborando en la compañía. Desde la primera escena del filme, una larga secuencia en las playas del Océano Pacífico entre la frontera México-Estados Unidos, el trabajo del cinefotógrafo César Gutiérrez nos marca el pausado ritmo que imperará a lo largo de los 123 minutos de la cinta. Workers, a través de las excelentes (y muy contenidas) interpretaciones de Susana Salazar y Jesús Padilla, es una exploración a un par de personajes grises, pusilánimes, que ajenos al conocimiento sobre sus derechos, actúan por instinto para poder sobrevivir tras largas décadas de servicio hacia personas (o compañías) de quienes jamás recibirán reciprocidad alguna. El trabajo fílmico de José Luis Valle destaca por la claridad de su discurso (no se va por las ramas, es directa); es una muestra de la situación social/laboral no sólo en la zona fronteriza de nuestro país, sino de todo México, un tratado sobre la exclusión social y sobre las personas que se mueven en la periferia de la vida.




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ollywood, para variar, le ha echado el ojo a otra obra de culto extranjera para recrearla bajo sus propios parámetros. En esta ocasión, la película en turno es ni más ni menos que Oldboy, película surcoreana del año 2003 inspirada en el manga homónimo de Garon Tsuchiya y Nobuaki Minegishi, y dirigida por el gran Park Chanwook. En esta nueva versión, el director Spike Lee, ya muy lejos de su estatus de culto, nos presenta a Joe Doucett, un cínico ejecutivo publicitario interpretado por Josh Brolin, que es secuestrado y mantenido en aislamiento en lo que parece ser una habitación de hotel durante dos décadas, lapso durante el cual se entera, a través de la televisión, que su mujer ha sido asesinada y el principal sospechoso de la muerte es él mismo. Tras veinte años sin explicación alguna sobre su reclusión, el hombre es liberado con la única misión de descubrir el paradero de su hija y encontrar al cruel personaje que orquestó su secuestro y cautiverio, aunque descubrirá que la conspiración de la que ha sido víctima está aún muy lejos de llegar a su fin. Spike Lee prueba alejarse lo más posible de ofrecer una copia al carbón de la cinta original e intenta llevar la película por otros senderos muy diferentes a los utilizados por el cineasta surcoreano, llegando incluso a desarrollar algunas ideas interesante y no presentes en la Oldboy original, como por ejemplo la escena del roedor y sus crías en el cuarto de hotel, que representa hasta entonces la única compañía para el ya mentalmente descompuesto protagonista o ese final

del personaje central que resulta muy distinto al de la primera versión. Sin embargo, el director falla en este intento, pues amén de tener que entregar -por presiones del estudio- un corte de apenas 104 minutos, en el camino despoja al personaje de casi todos sus conflictos internos y su introspección es casi nula, perdiendo con ello toda la visión y el sentido tan particular sobre la venganza con la que Chan-wook impregnó su cinta hace ya una década. Y si también tenemos que las interpretaciones del reparto resultan por demás mediocres -sobre todo del sobrado Sharlto Copley como el villano de la cinta y un Josh Brolin que a duras penas se salva-, entonces el resultado es realmente intrascendente y anodino. Oldboy es un remake del montón que termina siendo un thriller cualquiera, todo lo que hizo grande a la cinta surcoreana no aparece aquí por ningún lado, no hay una buena propuesta audiovisual, no hay sofisticación en las peleas, la famosa secuencia del martillo que atestiguamos casi sin cortes en el filme original, aquí es sustituida por una serie de escenas de acción editadas con una mezcla de sonido casi de carácter genérico. Y no es que la Oldboy de Park Chan-wook sea intocable -que tenga carácter de culto no la hace insuperable (todo puede ser superado) ni mucho menos le otorga un derecho a no ser reelaborada-, sino que la oportunidad de reinterpretar una historia, como esta, con mucho potencial, ha sido desperdiciada terriblemente, ese posiblemente sea su mayor desacierto.

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na comedia romántica honesta y agradable, que no habla de golpes, tragedias o asesinatos, sino del amor y satisfacción personal y de pareja que la mayoría deseamos tener. Escrita y dirigida por Mariana Chenillo (directora que en su primer largometraje, Cinco Días sin Nora (2008), recibió 20 premios entre nacionales e internacionales), cuenta con las actuaciones de Andrés Almeida (Alfredo), quien a ha participado en 10 películas incluyendo Y Tu Mamá También, La Otra Familia, El Lenguaje de los Machetes y recientemente en TV con la serie Los Héroes del Norte y de Daniela Rincón (Carmen), para ella es su primer estelar, y con una actuación muy natural, logra conectar muy fácilmente con personaje en esta cinta bajo la producción de Pablo Cruz, basada en cuento de Julieta Arévalo. Paraíso es una divertida película que genera risa y conciencia sobre el amor y la ironía de la vida. La historia inicia con un matrimonio tranquilo, cordial y amoroso donde los dos padecen del mal que aqueja a muchos en nuestro país: el sobrepeso. Alfredo recibe una importante oferta de trabajo, por lo cual deben cambiar de residencia; su vida era color de rosa, se complementaban y aceptaban sin problema alguno, hasta que tienen que dejar su espacio de confort el lugar donde todos los conocen, y contaban con la cercanía de sus familiares. Aquí se desbordan los problemas, una variación en sus vidas logra romper con la tranquilidad de años. La vulnerabilidad personal y amor en pareja se ven afectados. Ya en el nuevo cambio de geografía, Carmen siente que algo no está bien, siente que debe de cambiar para encajar en el nuevo entorno y deci57

de que es hora de hacer ejercicio y ponerse a dieta, por lo que convence a Alfredo para que lo hagan juntos. Transcurren los días y surge un pequeño problema: Carmen no ve resultados y Alfredo ya logro bajar notablemente de peso. En este lapso tiene una pequeñísima aparición el (últimamente) ajonjolí de todos los moles, Luis Gerardo Méndez, como motivador para hacer bajar de peso a Carmen: “¡Vamos, la sucursal de Coapa no nos puede ganar!”, es una de sus frases de guerra. Carmen representa las preocupaciones de un gran número de mujeres como son: el cumplir con labores del hogar, el estar bella para tu amado, sentirte satisfecha en tu vida diaria y sentir que tu llevas el control de tu vida y no la vida te lleva a ti. Ella tiene miedo al cambio, se siente ajena a su nueva vida y su felicidad gira en torno a Alfredo, cree que si su esposo es feliz ella lo será y como en la vida real, está equivocada así que lentamente tiene que darse cuenta que primero se logra la satisfacción personal. ¿Qué pasa cuando se cree que la pareja es un espejo y este se rompe? Es una de las premisas que podrá contestar es filme, cuenta con triángulos amorosos, las tentaciones que nunca nos faltan a los mortales, y por ende, los errores que nos harán sufrir por algún tiempo. Pero todo es transitorio y tiene que pasar, cuando llega la calma se podrán poner las cartas sobre la mesa, para elegir cómo y con quien se quiere compartir la vida. Paraíso es un filme nada pretensioso y divertido que podrá disfrutar toda la familia, nos deja la moraleja de la aceptación personal y la construcción del 'Paraíso' que cada uno quiere vivir.




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a vorágine sexual a la que se entrega una adolescente como último recurso para hacerle frente a la muerte inminente de su padre enfermo es la tesis que propone la debutante cineasta Maja Milos en Klip (2012). La sórdida premisa del filme presenta a Jasna (Isidora Simijonovic), una chica adolescente de clase media-baja que vive con su familia en los suburbios de Belgrado bajo la depresiva condición de tener a su padre permanentemente postrado en la cama debido a su enfermedad -que poco a poco se nos revela que es cáncer- y una madre que la ignora por completo. Con su nuevo celular -enviado por su tío que vive en Qatar- Jasna evade la sombría realidad documentando su vida entera fuera de casa, emborrachándose o drogándose con sus compañeras/amigas de la escuela y/o en la intimidad de su recámara, donde se refugia con el pretexto de que 'tiene que estudiar' para que nadie la moleste, aunque en realidad graba videos sexuales para compartirlos con el chico del colegio que le gusta, Djole (Vukasin Jasnic), con quien inicia una complicada relación donde permite la degradación física y moral dentro de sus prácticas sexuales porque, finalmente, éstas vejaciones no son tan feroces como la realidad que tiene que enfrentar cuando llega a casa, un hogar frío y gris con un padre al que trata de ignorar para aparentar y obligarse a creer que todo está bien. Milos dirige con gran arrojo este filme en el que el teléfono celular pasa de ser una herramienta narrativa a ser un personaje fundamental dentro de la trama, puesto que no sólo la lente del smartphone de Jasna funciona a manera de cerrojo por el cual nos es permitido echar vistazos a los momentos que la chica considera trascendentales en su vida y los registra sin perder ocasión en imagen o video -eróticas fotografías donde se empeña en sexualizar su todavía pu-

berta anatomía, fiestas salvajes con sus amigas donde el alcohol y la droga circulan con gran soltura y las prácticas eróticas con Djole, las cuales van desde eyacular sobre el abdomen de la chica, felaciones en los baños de la escuela y hasta juegos sexuales donde la adolescente se convierte, literalmente, en su ‘perra’, con todo y correa y collar al cuello-, sino que el teléfono móvil se transforma en partícipe de las prácticas sexuales: Djole mira en la pantalla del celular de la chica un video erótico que ella ha grabado especialmente para él, pero cuando Jasna pretende estimularlo personalmente, él la rechaza y continúa sólo con la ayuda del video. La tecnología sustituye a la estimulación orgánica. Klip es un descarnado relato que utiliza las escenas de sexo explicito para obtener una historia sobre la frenética existencia de una juventud desorientada; es un rabioso grito de frustración por parte de una generación emocionalmente desamparada, extraviada y confundida que busca la posibilidad de amar y pretende evadir su realidad a cualquier costo -el beso con el que cierra la película es la mejor prueba de ello. Trasgresora y perturbadora, la cinta llega finalmente a México con una censura aún vigente en Rusia por sus fuertes escenas de alto contenido sexual explícito en las que, por supuesto, los menores de edad -como la encomiable protagonista Isidora Simijonovic, que tenía tan sólo catorce años en los momentos del rodaje- no participaron en la recreación de las secuencias; una propuesta comprometida con la crudeza con la que decide retratar la situación de Jasna, sin prejuicios y sin dedos flamígeros inquisidores que condenen las acciones de la protagonista, un filme que seguramente generará controversia y dividirá opiniones, pero que también sin duda alguna, no se debe dejar pasar.

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a leyenda viva de la animación japonesa se retira como director ahora sólo participará como productor en proyectos futuros-, y ha elegido como su carta de despedida, la historia biográfica -aunque altamente ficcionada- de Jiro Horikoshi, un inquieto niño que, al no poder convertirse en piloto debido a su padecimiento de miopía y gracias a la onírica e inspiradora figura del famoso ingeniero y diseñador aeronáutico italiano Gianni Caproni, buscó entonces diseñar los más hermosos aviones, llegando finalmente a diseñar aviones bélicos para el ejército de su país. En esta especie de testamento fílmico que representa Se Levanta el Viento (The Wind Rises/Kaze Tachinu), que obtiene su título de la frase "El Viento se está levantando... Debemos intentar vivir", contenida en el poema El Cementerio Marino (Le Cemetière Marin) del francés Paul Valéry, y al que se hace referencia en repetidas ocasiones a lo largo de la cinta, seguimos al pequeño Jiro desde que era muy pequeño, cuando hojeaba con fascinación las revistas de aviación estadounidenses aunque no supiera una palabra del inglés, y lo acompañamos a lo largo de varios puntos y acontecimientos que marcaron su vida, como el famoso y devastador terremoto de Kanto (en 1923), la Gran Depresión que se vio fortalecida por la incapacidad de poder sobrellevar el ritmo vertiginoso del avance tecnológico, la epidemia de tuberculosis -enfermedad que padeció a su gran amor Nahoko Satomi-, y por supuesto, su entrada como ingeniero a la división aeronáutica donde llegaría a construir el prototipo que serviría para la

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elaboración de la flotilla armada del ejército nipón durante la Segunda Guerra Mundial. La última obra fílmica del co-fundador de Studio Ghibli, es el filme que menos elementos fantásticos contiene, algo no muy común dentro de su extraordinaria filmografía, pero a pesar de ello, esta realista propuesta es un poético canto al poder inventivo del ser humano, a la tenaz voluntad intrínseca de nuestra verdadera vocación, al amor, y a la vida misma. Como es costumbre, Miyazaki nos regala sorprendentes postales con una belleza incomparable, incluso en aquellas secuencias en las que nos muestra escenas trágicas como el gran incendio provocado por el ya señalado desastroso terremoto de Kanto o los numerosos vehículos aéreos que yacen incendiándose en el campo tras una fatídica batalla aérea; ésta secuencia en particular, nos deja entrever parte del discurso del director, quien hace un contraste entre la belleza de las pasiones humanas, en este particular caso el de la materialización de los sueños -es decir, la construcción de los aviones más hermosos- y la manera en que esos sueños alcanzados -para algunos- pueden ser transformados -para otros- en pesadillas, cómo un artefacto aéreo de gran belleza puede ser convertido en mortal maquinaria bélica. "El Cielo devorará nuestros sueños", le advierte a nuestro protagonista su héroe Gianni Caproni en el último pasaje onírico de la cinta. Se Levanta el viento, como tantas otras propuestas de Miyazaki, es un clásico instantáneo del cine de animación que no únicamente se debe ver, sino como las grandes cintas, se debe experimentar.




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on su ópera prima, un remake al clásico de culto Dawn of the Dead de George A. Romero, el director Zack Snyder se colocó en el radar de la industria hollywoodense, logrando con ello su segundo trabajo tras la cámara bajo una gran producción de la industria, y entregando una de las mejores adaptaciones de cómics o novelas gráficas a la pantalla grande. Inspirada en la novela gráfica homónima original de Frank Miller, 300 (id. 2006) nos sumergió en la encarnizada batalla del Rey Leónidas (Gerard Butler) y los tres centenares de espartanos que defendieron a su ciudad de los ejércitos del autoproclamado Rey Dios persa Xerxes (Rodrigo Santoro) en la famosa batalla de las Termópilas casi cinco siglos antes de Cristo. Con este filme, Snyder nos ofreció por primera vez un vistazo a su muy particular estilo y técnica visual que utilizaría también en sus proyectos posteriores como Watchmen; esto es, el uso de numerosos elementos generados por computadora -como la sangre digital- y filmada casi en su totalidad sobre green screen, así como la explotación del instrumento narrativo de alteración de la velocidad en las peleas cuerpo a cuerpo. Así, el uso de 'slow motion' nos permitió apreciar a detalle los sanguinarios enfrentamientos de Leónidas y sus hombres contra las hordas persas. El impacto visual causado por 300 inspiró a otras producciones cinematográficas como Inmortales (Immortals, 2011), e incluso televisivas como el caso de Spartacus (2010-2013), y con el éxito obtenido de manera global por 300 -más de $450 mdd en todo el mundo-, la idea de una secuela se esparció casi desde el estreno de la cinta original, pero no había una novela gráfica que continuara con la historia de los espartanos y Zack Snyder ya estaba comprometido con otros proyectos como director, por lo que el proyecto se fue postergando. A ocho años de distancia, un nuevo filme sale a la luz. 300: El Nacimiento de un Imperio (300: Rise of en Empire; 2014) es una proyec-

to bastante peculiar, puesto que en realidad no podríamos calificarlo como una secuela de la cinta de Snyder, quien aquí únicamente funge como productor ejecutivo y cede su lugar como director al israelí Noam Murro, sino que podríamos denominarla como una suerte de spin-off de la historia original, ya que presenta hechos acontecidos antes, durante y después de la batalla de las Termópilas relatada en la original 300. En la película vemos al general Temístocles (un carente de carisma Sullivan Stapleton) defender las costas de Maratón, Grecia y derrotar al ejercito naval persa del Rey Darío (Igal Naor); los sucesos de esta fatídica batalla repercuten en el futuro de Persia y derivan en el origen de Xerxes -hijo del Rey Darío y encarnado nuevamente por Santoro- como un Rey Dios, quien inicia la guerra en contra de toda Grecia. Desde aquí comienza la narración en pantalla de los hechos que ocurren de manera paralela a los de la cinta de Snyder, vemos a Temístocles enfrentarse a la flota de Xerxes comandada por la letal y eficaz estratega Artemisa (Eva Green) mientras nos enteramos que el Rey Leónidas se enfrenta, con 300 espartanos, a los ejércitos persas en las Termópilas. Finalmente, el tercer acto del filme es un vertiginoso epílogo que muestra lo ocurrido tras la derrota de los espartanos y la alianza de éstos con los atenienses liderados ahora por Temístocles y la Reina Gorgo (nuevamente Lena Headey) que busca vengar la muerte de Leónidas. Noam Murro se encarga de dar continuidad a la franquicia de una forma decente al replicar la formula al pie de la letra, el estilo visual de Snyder se mantiene y se respeta a lo largo de todo el filme pero exponenciando la oferta todos los elementos: más líneas poéticas y grandilocuentes, más batallas, más sangre, más sexo, más de todo, pero sin llegar jamás al hartazgo, y con un muy cuidadoso y eficiente uso de formato 3D. La historia, escrita por el mismo Frank Miller en su novela gráfica 'Xerxes' y adaptada por Zack Snyder y Kurt Johnstad, 69

además del paralelismo temporal que guarda con la historia de los espartanos, también guarda paralelismos en cuanto a su estructura narrativa del filme previo, a la que podríamos considerar prácticamente idéntica, reafirmando también en este sentido su carácter de 'formula' establecida. Tenemos una voz en off que nos cuenta la historia, tenemos a un general liderando a un muy limitado número de soldados ateniense en contra de los inmensos batallones de Xerxes, también hay un intento por persuadir al enemigo para que acepte su rendición a cambio de riquezas y poder, con la diferencia que en ésta escena las negociaciones llevan a un acto sexual consumado tan pasional como violento por parte de Artemisa y Temístocles, dejando un poco lejos aquella secuencia ambiguamente homosexual donde Xerxes quiere alcanzar la rendición de Leónidas a cambio de convertirlo en general de sus tropas y que expanda su dominio por toda Europa; existe también una subtrama que involucra una breve historia de un padre y su hijo peleando hombro con hombro en el ejército y que, al igual que en la anterior, desemboca en la fatídica muerte de uno de ellos. 300: El Nacimiento de un Imperio se ocupa no sólo de dar continuidad a la historia de los espartanos, también funciona como una expansión de toda su mitología al darnos más información sobre las motivaciones de sus personajes, como en el caso del origen de Xerxes o las reflexiones bélicas de Temístocles; la película ofrece cohesión a los elementos de todo un universo cinematográfico que se ha cocinado con receta de eficacia ya comprobada para ofrecer toda una franquicia sólida de la cual, seguramente, pronto tendremos noticias sobre una nueva entrega. Mientras tanto, aunque bien no resulta superior a la original, 300: El Nacimiento de un Imperio mantiene sus estándares tanto de calidad como de entretenimiento y la hacen una digna secuela que rompe con la regla que dicta que segundas partes nunca fueron buenas.


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nútil sería intentar armarles una premisa sobre este peculiar filme, pues básicamente es una mirada íntima a la vida de Gerri y Tom, una pareja de adultos mayores (ella es terapeuta en un centro de ayuda; él es geólogo) y su relación con sus familiares y amigos; y es que es increíble cómo una película que, en cierto sentido, podría considerarse que no trata de nada, puede explorar temas tan profundos de la condición humana como el amor, la soledad, la amistad, el egoísmo y la muerte. Escrita y dirigida por Mike Leigh, Toda una Vida (Another Year) explora la vida de la pareja protagonista en cuatro partes: una para cada estación del año, relacionándolas con alguna etapa de la vida (el invierno con la muerte, por ejemplo). Es así como vemos a Gerri (Ruth Sheen) y Tom (Jim Broadbent) preocuparse por la larga soltería de su hijo Joe (Oliver Maltman), organizando comidas con sus amigos (Philip Davis, Peter Wight, Michele Austin...) y ayudando a la co-dependiente Mary (Lesley Manville) y al recién enviudado Ronnie (el hermano de Tom a quien encarna David Bradley -sí, el mismísmo Filch de la saga de Harry Potter-). El filme destaca por el estupendo guión que permite al público identificarse con alguno (o algunos) de los personajes que se ven fortalecidos por la entrega total de sus intérpretes, destacando el maravilloso trabajo de Lesley Manville y la excelsa participación especial (aunque muy breve) de Imelda Staunton. Una cinta sensible e intensa que conmueve por su sinceridad, lo cual deviene en una total verosimilitud de las situaciones planteadas y la completa identificación de la audiencia hacia la historia y sus personajes. ¡Muy recomendable!

Toda una vida

Another Year | 2010 Director: Mike Leigh Actores: Lesley Manville, Jim Broadbent, Oliver Maltman, Ruth Sheen, Philip Davis, Peter Wight, Michele Austin.

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amon Lindelof, co creador de la serie de culto Lost, tiene una nueva propuesta para la pantalla chica y viene respaldado ni más ni menos que por la producción de HBO, cadena de TV con producciones como Boardwalk Empire, Mad Men, Game of Thrones y True Detective. El ganador del Emmy, junto con Tom Perrotta, han creado The Leftovers, serial basado en la novela homónima de Perrotta, la cual inicia en un 14 de octubre con la repentina desaparición del 2% de la población mundial, para después dar un salto temporal de tres años y seguir a un grupo de personajes que siguen luchando por comprender qué fue lo que pasó con los desaparecidos, vivir su duelo de la mejor manera que pueden e intentar continuar adelante con sus vidas. En The Leftovers, a diferencia de Lost, no hay un misterio por resolver, la premisa no gira en torno a la desaparición de las personas y las teorías que se general alrededor del extraño suceso, sino en el duelo de los que se quedaron, en el drama personal y particular de cada uno de los personajes involucrados, como en el caso de Kevin Garvey (Justin Theroux), el jefe de la policía de Mapleton (un pequeño suburbio de Nueva York) que es el personaje central en torno al cual giran algunos otros personajes del programa, tal es el caso de sus hijos Jill (Margaret Qualley) y Tom (Chris Zylka). En el reparto también encontramos a Amy Brenneman, Liv Tyler, Christopher Eccleston, Carrie Coon, Emily Meade, Anne Dowd, Michael Gaston, entre otros. The Leftovers, que contará con diez episodios en su primera temporada, es un tratado sobre la pérdida, el amor, la esperanza y la redención de los pecados, una serie que seguramente se convertirá en el nuevo título de culto de la cadena de televisión premium más importante del mer-

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