CELULOIDE DIGITAL - MAYO 2014

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Editor: Finbar Flynn Colaboradores: Pedro Arzillier Imelda Aguilera Taylor Petite Fruit Rafael Mejía J. Amaro Bautista Silvia Ruvalcaba Siniestro Sexual Montag Diseño Editorial: Finbar Flynn Fotografías: Diversas fuentes de internet y proporcionadas por algunas distribuidoras. Celuloide Digital es una publicación mensual editada por amantes del séptimo arte sin ninguna finalidad de lucro. El contenido de los artículos es responsabilidad de sus autores. Las personas mencionadas, así como las marcas e imágenes utilizadas en la revista son utilizadas únicamente para fines editoriales, para ilustrar los artículos o noticias de los filmes, de los cuales sus derechos de autor pertenecen a las casas productoras de las cintas aquí mostradas y no se pretende infringir nungún derecho.

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i actualmente podemos disfrutar -o padecer, en caso de ser detractor- de esta oleada de filmes basados en cómics o novelas gráficas, es en gran medida a los mutantes odiados y temidos. Los X-Men dieron el salto a la gran pantalla hace catorce años, y fue su éxito -generado obviamente por su calidad- lo que hizo que la insdustria fílmica volviera a confiar en las cintas inspiradas en las viñetas. La primera aventura en celuloide de los Hijos del Átomo estuvo comandada por Bryan Singer, un director que había llamado la atención por sus singulares propuestas como Sospechosos Comunes (The Usual Sospects; 1995) y El Aprendíz (Apt Pupil; 1998), dos contundentes trabajos con los que se ganó la confianza del estudio (Fox) y se le brindó un presupuesto de $75mdd -modesto en realidad, para tratarse de una cinta hollywoodense de superhéroes- para desarrollar la historia de un grupo de mutantes, liderados por el Profesor Charles Xavier, que se enfrentaba a la Hermandad de Magneto, una comunidad que sostenía que la coexistencia pacífica entre humanos y mutantes era imposible, por lo que los primeros debían aceptar someterse a los segundos... o desaparecer. X-Men (2000) recaudó $157.2mdd en Estados Unidos -abrió con $54.4mdd en

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su primer fin de semana. Este éxito no sólo le aseguró un gran futuro a la franquicia, de la cual ya se han realizado dos secuelas -X-Men 2 (X2; 2003) y X-Men: La Batalla Final (X-Men: The Last Stand; 2006)-, dos spin offs -X-Men Orígenes: Wolverine (X-Men Origins: Wolverine; 2009) y Wolverine: Inmortal (The Wolverine; 2013)- y una precuela -X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class; 2011), sino que también le abrió camino a la saga del arácnido que debutó en la gran pantalla en 2002 bajo la dirección de Sam Raimi. Así comenzó la época dorada de Marvel en la pantalla de Plata, una época que está en pleno auge y de la que no parece vislumbrarse un pronto final, todo ello gracias a la solvencia en pantalla de este gran equipo de mutantes. Y es que la franquicia -nacida en las viñetas de 1963- contiene una fuerte carga de conflictos sociales que se esconden en las aparentemente superficiales aventuras mutantes. Entre líneas podemos descifrar mensajes que hablan de la libertad, la discriminación y la xenofobia, temáticas hasta hoy vigentes -y que temiblemente no dejarán de estarlo en un futuro próximo- con los que es fácil conectar y empatizar.

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Pero aún con esa conexión y empatía que se logró con el público, éste pareció no perdonar el desastre provocado por la tercera película de la saga, X-Men: La Batalla Final, puesto que el director Brett Ratner -reemplazo de Bryan Singer que abandonó la franquicia para realizar la irregular Superman Regresa (Superman Returns; 2006)- desperdició una valiosa oportunidad al hacerse cargo de la versión cinematográfica de la saga de culto de los comics de los mutantes: La Saga de Fénix Oscura. El filme fue destrozado por la crítica y el estudio prefirió lanzar una película con el más popular de los mutantes: X-Men Orígenes: Wolverine, la cual también representó una gran decepción para fans y crítica, aunque garantizó la secuela que apenas vimos el año pasado con opiniones divididas sobre el resultado final y moderado éxito en taquilla. Sin embargo, fue en 2011 cuando Fox decidió arriesgarse con otra película de la alineación mutante: X-Men: Primera Generación, película dirigida por Matthew Vaughn -que un año atrás había generado buenas impresiones a propios y extraños con su adaptación del cómic Kick-Ass- y que se centraba en la juventud de Charles Xavier (James McAvoy), su amistad con Erik Lehnsherr/Magneto (Michael Fassbender) y el reclutamiento de un grupo de jóvenes dotados que conformarían la primera alineación de Hombres X. El gran trabajo de Vaughn para abordar el conflicto humano-mutante, así co08

mo los conflictos de identidad en los incipientes héroes y la capacidad de ejecutar las escenas de acción, levantaron nuevamente la franquicia y se recobró la confianza del público a tal punto, que la secuela que hoy nos ocupa, es la cinta más esperada no sólo de este verano, sino de todo el año. Pero esto no únicamente se debe a que la historia a relatar esté basada en otra saga de culto dentro de las historietas mutantes -la llamada Días del Futuro Pasado-, sino porque a la franquicia regresa Bryan Singer, el artífice original que llevó a los mutantes a su época de gloria con las dos primeras cintas, y si algo conoce Singer es el universo mutante, por lo que las expectativas generadas se han disparado. La trama de este anticipado blockbuster se sitúa inicialmente en un futuro apocalíptico donde los mutantes son perseguidos por letales robots -los famosos Centinelas- con el fin de exterminarlos, por lo que la raza mutante ha quedado casi extinta. La última oportunidad de los odiados y temidos es que Logan (Hugh Jackman -¿quién más?-) regrese a 1973 donde deberá evitar que el asesinato de un importante político -presuntamente perpetrado por un importante mutante- desencadene el programa especial para la creación de los Centinelas, y con ello, el holocausto mutante.


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La historia es de grandes proporciones, es de una magnitud tal, que ha servido para conjuntar al elenco de la trilogía original con el de la nueva saga, por lo que veremos nuevamente a viejos conocidos como Patrick Stewart (Charles Xavier), Ian McKellen (Erik Lehnsherr/Magneto), Halle Berry (Ororo Monroe/Storm), Ellen Page (Kitty Pryde/Shadowcat), Shawn Ashmore (Bobby Drake/Iceman), Anna Paquin (Marie/Rogue) y Daniel Cudmore (Piotr Rasputin/Colossus), además por supuesto que también están de regreso James McAvoy (Charles Xavier), Michael Fassbender (Magneto), Jennifer Lawrence (Mystique), Nicholas Hoult (Beast/Hank McCoy) y Lucas Till (Alexander Summers/Havok). A estos rostros ya por todos conocidos, se sumarán otros tantos -y no son pocos: Peter Dinklage, el ahora reconocidísimo actor que da vida a uno de los personajes más queridos del fenómeno televisivo Game of Thrones, Tyrion Lannister, encarnará aquí a Bolivar Trask, un científico con tintes hitlerianos que es creador de los centinelas que han llevado a los mutantes al borde de la extinción. Evan Peters, también reconocido actor de la televisión por sus personajes en las antologías de la serie American Horror Story, dará vida a Pietro Maximoff/Quicksilver, quien en los cómics es hijo de Magneto, pero en la película ese parentesco será omitido y sólo aparecerá brevemente para una misión de rescate para liberar al amo del magnetismo. Adan Canto, el actor mexicano de la franquicia originario de Coahuila, asume el rol de Bobby Da Costa/Sunspot, un mutante con la capacidad de absorber la energía solar para después canalizarla y expulsarla creando letales ataques; es uno de los sobrevivientes al holocausto mutante en el 2023 y en los cómics es miembro de la agrupación conocida como X-Force, de la que ya se 11

está trabajando en el desarrollo de una película en la que, se dice, también podría participar al lado de Booboo Stewart, quien da vida a Warpath, un mutante con velocidad, resistencia, agilidad y reflejos sobrehumanos que por primera vez hará su aparición en cine en las secuencias iniciales del filme que transcurren en el apocalíptico futuro, donde lo veremos con su compañera Blink, una mutante con la capacidad de tele transportación que será encarnada por Fan Bingbing. El mutante Bishop, cuyo poder consiste en poder absorber toda clase de energía -incluidos los poderes de otros mutantes- para después utilizarla como fuerza destructiva, es interpretado por Omar Sy, reconocido interprete por su papel en la película Amigos (Intouchables; 2011). Los personajes Toad y William Stryker, a quienes ya vimos en entregas previas de la franquicia interpretados por Ray Park y Brian Cox respectivamente, también estarán de regreso, y sus versiones jóvenes serán encarnadas por los actores Evan Junigkeit y Josh Helman respectivamente. El final de esta historia, aunque se puede intuir si se conocen los cómics originales o si se vio la serie noventera de los mutantes en la que ya se adaptó esta saga en dos capítulos, aún es un misterio, aunque ya se ha dado a conocer que ya se prepara la secuela X-Men: Apocalypse para el 2016 bajo la dirección de Bryan Singer y con los regresos confirmados de James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult y Hugh Jackman. Por lo pronto, el 23 de este mes ya podremos ver la más grande aventura mutante de todos los tiempos.




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uando era niño, ya hace muchos ayeres, hablando físicamente, porque lo sigo siendo en estos días, siempre pensaba que hubiera pasado si el Mal triunfara sobre el Bien, que al final de la historia el malo se llevara los créditos, que saliera triunfante y lograra su cometido. Quizá sea una persona enferma o mi otro yo es el que me obligaba, y en algunas ocasiones me obliga a pensar de esa manera. ¿Qué pasaría si giráramos la tuerca un poco más que lo que siempre estamos acostumbrados? Esto es lo que precisamente pretenden los estudios Disney al realizar un nuevo proyecto reviviendo a una de las villanas más malvadas de todos los cuentos. Veremos una historia que ya conocemos pero enfocada desde el punto de vista del Villano. Para mí, esto es genial, siempre Disney se ha enfocado en el bien, en los personajes buenos, que siempre triunfan sobre el Mal. Pero en esta ocasión, siento que irán más allá del personaje 'malo'. Sabremos el por qué es mala, qué tantas broncas existenciales va cargando la querida Maléfica. Todo lo que hay detrás y que el que no la invitaron a la fiesta del reino sólo fue la gota que derramó el vaso.

Una gran y bella actriz dará vida a Maléfica, y creo, al ver el tráiler de la película, que fue una muy sabia elección para este personaje. Muchos dirán que esta película no es para niños que se van a asustar, que no es bueno que vean cosas tan oscuras y malignas, cuando las señoras salen de la casa y dejan a sus hijos solos viendo como la señora que hace el quehacer, plancha la ropa al ritmo de las dulces palabras de la señorita Laura. Debemos ir en familia a verla, creo que es una decisión muy arriesgada por parte de los estudios Disney pero bien vale la pena y quedará en las mentes de muchos de nosotros. ¿Qué tan oscura será? ¿Qué tanta violencia veremos? ¿Qué tanto sabremos del por qué es tan mala? Sólo nos toca esperar para finales de mes para ver esta gran película de Disney. Como siempre ampliamente recomendable el tráiler de esta película.

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isconti se ha convertido para mi, en uno de los directores más interesantes en la cinematografía italiana, anteriormente ya me he deleitado de Muerte en Venecia (Morte a Venezia; 1971), que para mí, es una gran película digna de nombrarle como obra maestra, por ello, me di a la tarea de buscar otro film del director, y sorpresa la que me llevé al encontrar ésta, donde trabaja con el actor Dick Bogarde, quien estelariza ambas cintas. La Caída de los Dioses (La caduta degli dei; 1969) se podría dividir en tres escenarios: una dinastía bien posicionada social y económicamente, una acerera que es el punto intermedio o pilar de la historia y finalmente el fortalecimiento del Nacionalsocialismo -se nos ubica en 1933-. La cabeza de la familia (y por ende) dueña de la acerera, se ve obligada a 'convivir' con los miembros del partido Nazi, por lo que tiene que hacer una serie de modificaciones en su 'organigrama' (el cual está constituido por la misma descendencia familiar), y de esta manera no se detendrá su producción. El simple hecho de que el 'nazismo' aparezca en una película, puede hacer referencia inmediata a lo que todos hemos visto pero, Visconti muestra como hasta las 'cosas' más insignificantes pudieron ser útiles para los simpatizantes de aquella ideología, en este caso, ocupar un lugar dentro de esta acerera (cuyo fin era la producción de armas, etc.). Detrás de todo eso, vemos una historia plagada de corrupción, odio, sexualidad, resentimiento, envidias, pérdida de la cordura y por supuesto, no podía faltar la política dentro de esto. Todo conlleva a la destrucción total. No es una historia típica que se vea a menudo, a pesar de que hubo momentos en que el director guarda cierto parecido con El Ángel Exterminador de Luis Buñuel, haciendo la comparación a que ninguno de los invitados a la mesa (cena), pueden salir de la situación (o de la casa) en la que se vieron 'forzados' a tomar parte. Soberbio guión, acompañado de unas excelentes actuaciones de Bogarde, Ingrid Thulin y Helmut Berger, muy buena producción y qué decir del trabajo de dirección (y la fotografía que acompaña). ¿Quién de todos los invitados caerá más bajo? Gocen de esta estupenda película y averígüenlo.

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a figura del director mexicano Carlos Reygadas ha estado rodeada siempre de polémica, y su ópera prima no fue la excepción. Tras la realización de tres cortometrajes, Reygadas presentó en Cannes -donde ya ha sido galardonado en varias ocasiones- su primer largometraje: Japón, con un guión escrito por él mismo en el que nos hace acompañar a un hombre que busca huir de la vida urbana de la gran ciudad para refugiarse en un pequeñísimo pueblo hidalguense llamado Ayacatzintla, para encontrar paz, serenidad y el momento adecuado para quitarse la vida. En el remoto lugar, el hombre conoce a Ascen, una viuda indígena en cuya aún más remota casa -en lo alto de una colina- encuentra refugio por algunos días. A medida que los días transcurren, la omnipotencia de la naturaleza y la ingenuidad/sabiduría de la anciana desafían sus impulsos suicidas al grado de hacerlo replantearse su existencia, pero la estabilidad se ve amenazada tras el regreso del sobrino de Ascen, quien reclama que las piedras que conforman la choza donde vive su tía le pertenecen por derecho. Reygadas, influenciado indudablemente por el estilo visual de Andrei Tarkovsky y comprendiendo -al igual que el maestro ruso- que el cine es uno de los mayores vehículos de expresión artística para el espíritu humano, nos lleva como acompañantes en este viaje físico y espiritual del forastero protagonista, donde la inmensidad natural del México profundo y la amistad con la anciana Ascen, despiertan en él una serie de 18

emociones y una imperiosa necesidad de volver a percibir la vida a través de los sentidos, un proceso catártico/orgánico experimentado por un hombre que otrora esperaba 'el momento' para matarse. Paisajes naturales imponentes, aletargados silencios que nos permiten escuchar el ambiente natural, largas secuencias contemplativas donde -aparentemente- no pasa nada, impactantes situaciones que confrontan al espectador, y todas las características del cine de Reygadas, ya están presentes aquí en Japón, una experiencia audiovisual sustentada por sus dos protagonistas no profesionales: Alejandro Ferretis (el forastero) y Magdalena Flores (Ascen), quienes se desenvuelven en el ambiente fotografiado por Diego Martínez Vignatti y con música de Johann Sebastian Bach, Dmitri Shostakovich y Arvo Pärt, cuya pieza Cantus in Memory of Benjamin Britten acompaña el extraordinario plano secuencia final de la película: una escena ferroviaria de las más hermosas que se tenga memoria en la historia de nuestro cine. Japón no es un cine fácil, no es un cine para todos, tanto su propuesta narrativa como temática son difíciles de digerir si uno está acostumbrado a deglutir el 'cine Cinépolis', por lo que seguramente muchos no lograrán terminar ni siquiera los primeros veinte minutos; pero para quienes busquen propuestas diferentes, Japón es una buena opción, es la cinta más accesible y con menos pretensiones -sí, a veces también se pasa de la raya- del ya consagrado cineasta mexicano.


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l subgénero cinematográfico conocido como 'giallo', es una derivación del cine de horror y el thriller, caracterizado por ser puramente estético, sin preocupaciones por la coherencia de sus tramas (si es que las tenían), y por el contrario, destacaba por el gran cuidado y empeño por mostrar en pantalla gran cantidad de violencia explícita y asesinatos, por demás ingeniosos, en medio de atmósferas completamente aprensivas y sórdidas. Este tipo de cine, iniciado por Mario Bava y popularizado por Dario Argento, se convertiría después en un precursor del también subgénero 'slasher' y tendría su mayor momento de gloria en la Italia de la década de los años 70, época en la que transcurre la historia de Berberian Sound Studio, filme escrito y dirigido por Peter Strickland con el que además de rendir un homenaje a este subgénero fílmico, nos acerca a un universo poco explorado dentro del mundo del celuloide: el del doblaje y la sonorización de películas. En el filme, Gilderoy (extraordinario Toby Jones) es un retraído ingeniero de sonido de origen británico que viaja a Italia para encargarse de realizar la mezcla de sonido final de la más reciente producción 'giallo' del reconocido director dentro del género Giancarlo Santini (Antonio Mancino), pero desde su llegada al legendario estudio de grabación, descubre un mundo excéntrico, maniático y hasta misógino, donde no sólo le harán imposible que pueda cobrar el reembolso de su boleto de avión (que tendría que cubrir el estudio pero ninguno de los departamentos dice ser responsable de manejar ese tipo de asuntos) sino que

también descubrirá un par de cosas que no le resultarán del todo cómodas y agradables: primero, que el filme en el que debe trabajar es en extremo violento con secuencias gráficas que incluyen la tortura y mutilación de jóvenes en rituales con tintes macabros (con brujas y demonios incluidos); y segundo, que los agresivos métodos con los que motivan/persuaden a las actrices de doblaje para lograr los gritos de terror deseados podrían llegar incluso a ser considerados como otro tipo de tortura, un maltrato psicológico al que también hay que agregar, inclusive, el acoso sexual. Con el paso de los días, Gilderoy se ve atrapado en ese mundo donde las manías, la burocracia, los caprichos 'artísticos' y las perturbaciones creadas por todo lo anterior, comienzan a sumergirlo en un aterrador caso donde la vida comienza a imitar al arte. Y es a partir de ese momento donde la cinta pasa de ser un sentido homenaje sonoro al cine 'giallo' (pues jamás se nos muestran las perturbadoras escenas a las que la producción les está otorgando sonido) a ser un juego onírico surrealista que se acerca más al cine de pesadilla de David Lynch. Además, si a esto le sumamos que la cinta es un sobresaliente ejercicio de estilo que logra tenebrosas atmósferas gracias a la combinación visual (con la cinematografía de Nick Knowland) y sonora (gracias a la participación de la banda inglesa de música electrónica Broadcast), es entonces comprensible el porqué a Berberian Sound Studio se le ha considerado como uno de los filmes más arriesgados en lo que va de esta década. Ampliamente recomendable.

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a leyenda viva de la animación japonesa se retira como director ahora sólo participará como productor en proyectos futuros-, y ha elegido como su carta de despedida, la historia biográfica -aunque altamente ficcionada- de Jiro Horikoshi, un inquieto niño que, al no poder convertirse en piloto debido a su padecimiento de miopía y gracias a la onírica e inspiradora figura del famoso ingeniero y diseñador aeronáutico italiano Gianni Caproni, buscó entonces diseñar los más hermosos aviones, llegando finalmente a diseñar aviones bélicos para el ejército de su país. En esta especie de testamento fílmico que representa Se Levanta el Viento (The Wind Rises/Kaze Tachinu), que obtiene su título de la frase "El Viento se está levantando... Debemos intentar vivir", contenida en el poema El Cementerio Marino (Le Cemetière Marin) del francés Paul Valéry, y al que se hace referencia en repetidas ocasiones a lo largo de la cinta, seguimos al pequeño Jiro desde que era muy pequeño, cuando hojeaba con fascinación las revistas de aviación estadounidenses aunque no supiera una palabra del inglés, y lo acompañamos a lo largo de varios puntos y acontecimientos que marcaron su vida, como el famoso y devastador terremoto de Kanto (en 1923), la Gran Depresión que se vio fortalecida por la incapacidad de poder sobrellevar el ritmo vertiginoso del avance tecnológico, la epidemia de tuberculosis -enfermedad que padeció a su gran amor Nahoko Satomi-, y por supuesto, su entrada como ingeniero a la división aeronáutica donde llegaría a construir el prototipo que serviría para la

elaboración de la flotilla armada del ejército nipón durante la Segunda Guerra Mundial. La última obra fílmica del co-fundador de Studio Ghibli, es el filme que menos elementos fantásticos contiene, algo no muy común dentro de su extraordinaria filmografía, pero a pesar de ello, esta realista propuesta es un poético canto al poder inventivo del ser humano, a la tenaz voluntad intrínseca de nuestra verdadera vocación, al amor, y a la vida misma. Como es costumbre, Miyazaki nos regala sorprendentes postales con una belleza incomparable, incluso en aquellas secuencias en las que nos muestra escenas trágicas como el gran incendio provocado por el ya señalado desastroso terremoto de Kanto o los numerosos vehículos aéreos que yacen incendiándose en el campo tras una fatídica batalla aérea; ésta secuencia en particular, nos deja entrever parte del discurso del director, quien hace un contraste entre la belleza de las pasiones humanas, en este particular caso el de la materialización de los sueños -es decir, la construcción de los aviones más hermosos- y la manera en que esos sueños alcanzados -para algunos- pueden ser transformados -para otros- en pesadillas, cómo un artefacto aéreo de gran belleza puede ser convertido en mortal maquinaria bélica. "El Cielo devorará nuestros sueños", le advierte a nuestro protagonista su héroe Gianni Caproni en el último pasaje onírico de la cinta. Se Levanta el viento, como tantas otras propuestas de Miyazaki, es un clásico instantáneo del cine de animación que no únicamente se debe ver, sino como las grandes cintas, se debe experimentar.

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THE WIND RISES La despedida de un Genio. SiniestroSexual

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@SiniestroSexual


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ucho antes que la saga Twilight 'brillara' en la pantalla grande, mucho antes que el serial televisivo True Blood salpicara eróticamente la pantalla chica, y mucho antes, también, que los best-sellers de Vampire Academy se atrevieran a existir, el mundo de los chupasangre había enfrentado una fuerte crisis y visto mancillado su honor tanto en los terrenos de la letra impresa como en los del celuloide con propuestas de ínfima calidad y menor respeto hacia tan particulares personajes. Pero en 1976, la autora Anne Rice vio publicada su novela de corte fantástico Entrevista con el Vampiro, la cual se convirtió en una obra de culto en el interior de los límites de la cultura gótica, generando varias secuelas que compondrían después su reconocida serie literaria denominada Crónicas Vampíricas. Casi veinte años tendrían que pasar para que la novela fuera adaptada al mundo del cine, y en 1994, el gran público pudo presenciar esa grandiosa revisión del mito vampírico que no sólo se debió a la frescura y calidad de la reinterpretación del ente no muerto en el texto de Rice, sino por la gran capacidad del director Neil Jordan al momento de trasladar a la gran pantalla la historia que se volvería una obra imprescindible del cine noventero, y otras casi dos décadas tuvieron que pasar para que el director de origen irlandés haya decidido regresar al subgénero con una nueva y sanguinaria

anécdota basada en la obra teatral Una Historia de Vampiros escrita por Moira Buffini. Neil Jordan, director irlandés de quien podemos recordar Juego de Lágrimas (The Crying Game; 1992) y Desayuno en Plutón (Breakfast at Pluto; 2005), por mencionar sólo algunos títulos sobresalientes en su filmografía, nos cuenta la historia de Clara (Gemma Arterton) y Eleanor (Saoirse Ronan), dos mujeres vampiro -madre e hija-, que viven en constante huída para escapar de un selecto clan vampírico que busca acabar con ellas, pues la existencia de vampiros del género femenino es una aberración que no se puede tolerar bajo ninguna circunstancia. En su búsqueda de refugio, madre e hija llegan a una ciudad costera, donde mientras Eleanor conoce a un introvertido y solitario chico llamado Frank (Caleb Landry Jones), Clara comienza a prostituirse para conseguir algo de dinero y poder costear un lugar dónde quedarse, llegando así a conocer a Noel, un tímido hombre que está dispuesto a brindarles alojamiento en su hotel Byzantium. Y aunque la premisa contiene no pocos elementos románticos, es el tono de la cinta y nuevamente el gran talento y la poética sensibilidad de Neil Jordan, lo que lleva a Byzantium (2012) a niveles más elevados que el de la media dentro de este subgénero tan desdeñado actualmente. El filme toma el mito vampí-

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rico para reinterpretarlo desde sus orígenes, por lo que no hay vampiros que duermen a la luz del día en ataúdes para salir de cacería nocturna y alimentarse de los desafortunados incautos con los que puedan toparse, tampoco hay vampiros que puedan transformar a otros en sus parientes consanguíneos, ya que para llegar a ser uno de ellos hay que pagar un alto precio, un gran sacrificio habrá que realizar en una isla remota si se quiere obtener la vida eterna... con todo lo que ello implica. Byzantium es una historia de amor, sacrificio y perdón donde todo encaja perfectamente y cada una de sus partes hacen que la película funcione y avance sin contratiempos, desde un guión trabajado y cuidado que ofrece una atractiva historia con giros inesperados -gracias a que la misma Moira Buffini adaptó al cine su propia obra de teatro-, hasta actuaciones solventes donde cada actor encarna a su personaje de la mejor manera, y donde el estilo visual resulta sorprendente: un cuidadísimo diseño de arte y la estupenda cinematografía, nos regalan majestuosas y potentes postales, tanto violentas como metafóricas, que quedarán para la posteridad en una gran película que el cine vampírico ya se merecía desde el surgimiento de la extraordinaria Déjame Entrar (Let the Right One in) en 2008.


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a figura de César Chávez, líder sindical y activista defensor de los derechos civiles de los trabajadores campesinos en los Estados Unidos, es abordada por el actor y director mexicano Diego Luna en su segundo largometraje de ficción -tras las muy recomendable Abel en 2010. El filme, que lleva el nombre de su protagonista de ascendencia hispana como título, es un biopic que muestra la gestación del movimiento campesino que llevó a Chávez (un sólido Michael Peña en la ficción) a fundar, junto con su compañera Dolores Huerta (Rosario Dawson), la Asociación Nacional de Trabajadores del Campo (ahora Unión de Trabajadores Campesinos) para hacerle frente a la industria de la uva, que los mantenía en trabajos de cultivo y cosecha en condiciones inhumanas. César Chávez, a pesar de que muestra la cara oculta de la realidad campesina de su país en una época donde los derechos civiles de los campesinos eran casi inimaginables, y que es un tema que no ha perdido vigencia con ese gran dilema para Estados Unidos en el que se ha convertido la -aún pendiente- Reforma Migratoria, es una película biográfica que sorprende por ser plana; las anécdotas que nos relata el filme no van más allá de una lección de historia muy superficial que bien podríamos encontrar en cualquier otro típico filme biográfico, y sobre todo, se nota la colección de viñetas pobremente ligadas por un guión disperso y con una nula línea narrativa (responsabilidad de Keir Pearson y Timothy J. Sexton) al que le faltó muy poco para ser todo un desastre. Existen subtramas, como la del conflicto paterno-filial del protagonista y su hijo Fernando (Eli Vargas), que son débilmente mostradas e insertadas de una manera forzada. El trabajo de Luna al retomar esta importantísima figura para la comunidad campesina hispana en Estados Unidos y acercarla a las nuevas generaciones es muy loable, pero como obra cinematográfica, su César Chavez es un retrato que termina por ser condescendiente sobre un hombre fascinante, un trabajo que se queda a medio camino, que tropieza y se atora en sus múltiples baches, sintiéndose en no pocas ocasiones inconexo y sin un verdadero motor dramático. 29


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l llamado 'rey de los monstruos' está de fiesta. Este año se cumplen seis décadas de su primer ataque a las costas japonesas en la gran pantalla con Godzilla (Gojira; 1954), dirigida por Ishiro Honda. El filme marcó el debut en la gran pantalla del gigantesco monstruo -o 'kaiju'-, suscitando con ello una larga lista de filmes -casi treinta- que han tenido como protagonista al famoso ente que se convirtió en todo un ícono de la cultura pop oriental del siglo XX y en uno de los personajes cinematográficos más reconocidos a nivel internacional, equiparando su fama con la de su contraparte gringa: King Kong. El monstruo, cuyo nombre original -Gojira- es resultado de la conjunción de las palabras 'gorira' y 'kujira', que significan 'gorila' y 'ballena' respectivamente, es una metafórica representación de los ataques nucleares sufridos por el pueblo japonés apenas nueve años antes, al final de la Segunda Guerra Mundial. Su fama internacional condujo a que se realizara una versión estadounidense en 1998 bajo la dirección del siempre incapaz Roland Emmerich y protagonizada por Matthew Broderick, Jean Reno, Maria Pitillo y Hank Azaria. Condenada por el público y la crítica, la versión gringa de Godzilla se asemejaba más a una Tiranosaurio Rex hormonizada que a una descomunal monstruosidad emergida del océano. Finalmente, a una década de haberse realizado la última película sobre Godzilla en Japón -Godzilla:

Final Wars; 2004-, Warner Bros. lanza el reboot de la franquicia con una nueva versión estadounidense del colosal ícono oriental, pero afortunadamente, bajo la promesa de ser mucho más apegado al personaje original. Con esto en mente, los ejecutivos del estudio recurrieron al joven Gareth Edwards, quien ya hace algunos ayeres sorprendió con su ópera prima de carácter indie Monstruos: Zona Infectada (Monsters; 2010), una efectiva mezcla de thriller y ciencia ficción salpicada con elementos de drama sobre una invasión alienígena, y que era el tono que se buscaba para darle nuevos aires, para modernizar la figura del personaje nipón. Y bueno, si al talento -demostrado- del director en los terrenos del sci-fi y las monstruosas entidades, le sumamos que cuenta con un reparto multiestelar Aaron Taylor-Johnson, Bryan Cranston, Elizabeth Olsen, Juliette Binoche, Ken Watanabe, Sally Hawkins, entre otros-, que además el cinematógrafo es ni más ni menos que Seamus McGarvey -responsable de la fantástica fotografía en The Hours, Atonement (¿recuerdan el genial plano secuencia en la playa?) y The Avengers-, y que cuenta con un presupuesto de $160 mdd, parece ser que ya se tiene todo para hacer una gran película que Godzilla se merece. Aunque eso lo descubriremos el próximo 15 de mayo cuando 'el rey de los monstruos' ataque nuevamente la pantalla grande. 31


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l segundo episodio de la nueva franquicia del superhéroe de las telarañas, ha cumplido con su propósito de reconocer y reivindicar la parte humana del aracnoide, mostrándonos a un joven preocupado por su labor como justiciero, pero también con la imagen desgarbada del recién egresado que aún no sabe qué le depara el destino laboral. Por supuesto, muestra la incertidumbre y un poco el “ensayo y error” de una relación amorosa que se supone prohibida, pero resulta inevitable por la afinidad entre el chico despreocupado y la chica formal, segura de su futuro. Nada que ver con el Peter Parker de la trilogía previa, cuya vida correspondía más bien a un joven de la década de los 80's, cuando se suponía que al dejar la universidad un individuo se transformaba en una persona de bien, con la rectitud necesaria y el temple visible en su seriedad y hasta sobriedad en la vestimenta. Esto es el siglo XXI y Marc Webb lo sabe. Por supuesto, el giro que tiene la historia sigue sorprendiendo y, en algunos casos, cuestionando si la propuesta va por buen camino. Aun así, parece que las piezas encajan y van de la mano con la dinámica impuesta para convertir al joven Parker en un verdadero paladín de la justicia, concediéndole el primer elemento clave: la soltería (ningún héroe, desde Ulises, Chaney -Charles Bronson-, Walker -Chuck Norris- y el mismísimo James Bond han tenido una esposa o novia permanente…no en la medida convencional según la moral y las buenas costumbres). ¿Cuál es la diferencia con un soltero común? Que no tienen la intención de entregar ese amor y compartir sus hazañas de vida en un

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plano trascendental, el atractivo de un rock-star (que puede implicar ser realmente poco agraciado) ni los super poderes, por supuesto -Mr. Incredible es la excepción, pero no aplica por ser una animación. Como todo héroe verdadero y cotidiano, Spiderman sangra, se resfría, tiene problemas para administrar el tiempo o justificarse frente a otros, pues además debe cumplir su rol como sobrino, amigovio, compañero, en fin, como todo ser terrenal. La cosa es que se divierte: pasea por las alturas haciendo acrobacias juguetonas, hace chistes de sus propias intervenciones y se comporta en concordancia con su edad, su situación económica y humana, viviendo los altibajos propios de la rutina, a los que se agregan los de mantener su imagen pública, la tranquilidad de la ciudad e incluso lidiar con sus crisis existenciales, tan propias de los super dotados. En contraparte, su antagonista Electro, cumple con el perfil del hombre poderoso pero arrinconado por otros con mayor liderazgo, cuya venganza se verá centrada en quien menos se la debe pero resulta un digno rival, meramente para dar una lección al resto del mundo (que en este caso, es pequeño e introvertido), haciendo de la lucha una suerte de acciones poco acertadas, hasta que llega alguien para ayudarle a conseguir su cometido. Al igual que muchos presidiarios, comienza por dar una buena impresión, pero la mala imagen no le ayuda en su causa, por justa que sea. Más bien, le ayuda a incrementar su resentimiento por la vida y sus protagonistas, cuya paradoja lleva al mismo resultado siempre: la destrucción de sus intentos y hasta de su voluntad.


Otro villano, el Duende Verde, resulta igualmente indignado y en pos de dar lecciones al mundo en reprimenda por los malos tratos a su persona, sólo que, de vivir en la indiferencia por su solvente posición económica, se torna ávido de reconocimiento y, más aun, de linchamiento hacia quienes le eran agradables y en ese giro, resultaron despreciables por el conocimiento previo de su situación (nada que suceda en la vida real, por supuesto). Un tercer villano, Rhino, aparece como resultado de la ausencia del Hombre Araña y sólo muestra una parte de lo que puede suceder a continuación. Para quienes se preguntan la razón de que se reúnan tantos villanos en la misma película, se les debe preguntar a su vez: ¿hay una regla para que entren por retas? Recordemos que la complejidad de los videojuegos ha marcado ya la forma en que se plantea el cine de acción. Precisamente es la idea que surge al internarnos en historia, encontrar lo que implica ser un superhéroe en un mundo en el que la tecnología parece estar del lado obscuro de la humanidad y se aprovecha en virtud de que la maldad reine en lugar de la justicia. El ritmo entonces resulta acelerado, sobre todo en las escenas de lucha, no así durante la continua búsqueda de Peter por la verdad que desconoce respecto a su padre y que poco a poco se va descubriendo. En el caso de las escenas anti-románticas, vemos al individuo enamorado que intenta hacer las cosas bien por la dueña de sus afectos (a los cuales ella corresponde), pero duda y se repliega, reflexiona y vuelve al ataque, hasta que toma una decisión definitiva. Rara y agridulce ficción. Como ya habíamos comentado anteriormente, el traje parece volverse cada vez más benigno para el personaje, puesto que su material resulta encajar a la perfección del muy bien trabajado cuerpo de Andrew Garfield, pero además con esa consistencia elástica que podría compararse con una piel animal. La animación hace su parte con sus mo-

vimientos finos y dinámicos, cuidando no ser del todo imposible, del todo video juego. Ahí entran también las transformaciones de los villanos, que de tener una apariencia sencilla, se vieron envueltos en trajes complicados y llamativos a su manera, sin opacar al arañita. Por otro lado, la Tía May que se preocupa por el sobrino-hijo al grado de buscar actualizarse en pos de la adaptación a los tiempos modernos, resulta un personaje ancla de la historia, pues a pesar de ese pequeño cambio, la sutil aparición en la historia la mantiene inamovible, con todas las características de las mujeres de antes. Por su parte, Gwen Stacy, sigue con la línea de las mujeres emprendedoras de la época, en busca de ser proactiva y útil en la empresa de su amado, con la inteligencia para librar los obstáculos sin romperse las uñas, ni dejar de ser adorable. En fin que esta segunda parte, logra mantener entretenidos a los espectadores, con sus tomas subjetivas, de simulador; con el tono de humor necesario para no enredarnos con el drama que arrojan los puntos vulnerables del superhéroe, pero recordándolo a cada momento: sí podría andar caminando por ahí con su mochila al hombro, comiendo algún pastelillo o tomando café como cualquiera, pero, con los sentidos puestos en las señales de alarma para evitar cualquier percance. Esta nueva humanización, con tendencia hacia lo nini, nos puede llevar a revalorar el papel de las nuevas juventudes en la reescritura de las grandes historias del siglo XX, tal como ha sucedido con los grandes paradigmas de la ciencia. Esperaremos a la tercera entrega, pendiendo, literalmente, de un hilo.

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aron Paul, después de coprotagonizar una de las series de culto más exitosas de los últimos años (y me refiero a Breaking Bad, por si se lo preguntaban), se embarca -incomprensiblemente- en una aventura a cuatro ruedas inspirada por el ultrafamoso videojuego homónimo desarrollado por EA Games donde encarna a Tobey Marshall, un corredor de autos -y mecánico- que lucha por mantener el taller de su difunto padre, por lo que se ve obligado a asociarse con un arrogante -aunque millonario- ex piloto de NASCAR llamado Dino Brewster (Dominic Cooper), quien le tiene una trampa en una carrera que termina enviando a Tobey a prisión, mientras él continúa en libertad expandiendo su negocio automotriz; al salir de prisión, Tobey sólo busca venganza de Dino y derrotarlo en su propio juego: una competencia llamada De Leon, una carrera de alto riesgo clandestinamente organizada por un hombre llamado Monarch (Michael Keaton). Need for Speed es una película sólo para fans de las consolas que ahora buscan una propuesta similar en la gran pantalla y para seguidores de este subgénero que tan bien han sabido explotar

los responsables de la franquicia rápida y furiosa -con próximo estreno de la nueva entrega, por cierto-, pero que los encargados de esta adaptación de las consolas a la pantalla no parecen conocer muy bien. No sólo la premisa resulta de lo más elemental -es increíble que se hayan ocupado tres guionistas (George Gatins, John Gatins y George Nolfi) para escribir esta trama que no sólo se tarda en arrancar, sino que una vez que arranca es alargada al extremo de llegar a los 132 minutos de metraje-, sino que está repleta de clichés que no sólo ya han sido utilizados en las cintas protagonizadas por Vin Diesel y -el ahora fallecido- Paul Walker, sino que parecen utilizarlos a propósito, causando en ciertas ocasiones algunas risas involuntarias. Mención aparte merecen las visiones proféticas del personaje Little Pete (Harrison Gilbertson), así como su predecible y funesto destino que se dejaba adivinar desde que lo presentaban como el más joven, enérgico y optimista del grupo ¿Acaso no murió también aquel personaje más joven de la primera entrega de Rápido y Furioso (The Fast and The Furious; 2001) y eso desencadenó una búsqueda de venganza? La origina36

lidad se ha esfumado. Y si pretendemos pasar por alto todas las incoherencias de la trama y enfocarnos en la parte del entretenimiento -entiéndase las carreras de autos y las escenas de acción-, la cinta también nos queda a deber -y mucho-, puesto que no nos regala una sóla secuencia que sea verdaderamente espectacular o emocionante, algo que, por lo menos, sí han sabido mantener en las ya numerosas secuelas -y en su momento una precuela- de la ya mencionada saga de Rápido y Furioso. Si son fans del juego, es inevitable que la vayan a ver, aunque sea tan sólo como referencia, pero si no son seguidores de su versión en las consolas y buscan entretenimiento y adrenalina sobre cuatro ruedas, recomiendo mejor visionar otras propuestas más vertiginosas y de verdadero alto octanaje, y no esta cinta que posiblemente sea la peor adaptación de un videojuego a la gran pantalla.


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ras el éxito obtenido por Río (Rio; 2011), Blue Sky apuesta por una secuela que da continuidad a las andanzas del azulado personaje protagónico: Blu, a quien ahora vemos felizmente casado con Perla, y como todo un padre de familia al cuidado de sus hijos Carla, Bia y Tiago. La trama de la película se desata cuando Blu y su familia deciden emprender un viaje al Amazonas, tras enterarse de la posible existencia de una gran familia de guacamayas azules -especie a la que pertenecen los protagonistas- en medio de una zona inexplorada de la selva pero amenazada por la tala ilegal que podría devastar el hábitat de las aves. En el lugar, Blu debe lidiar con la forma de vida de sus congéneres que jamás han estado en cautiverio, lo que pone a prueba la estabilidad familiar, pues mientras Perla y sus hijos están maravillados con el estilo de vida natural y salvaje, Blu sólo quiere regresar a la ciudad, al ambiente donde fue criado y donde se siente verdaderamente en casa. Esa es básicamente la premisa principal, aunque a lo largo de la película otras subtramas se desarrollan pero sólo para estorbar al avance de la historia principal y restarle agilidad al relato. Y por supuesto el público infantil no notará 37

que la originalidad brilla por su ausencia, puesto que es una cinta enfocada categóricamente hacia los niños, y como tal, no decepcionará a los pequeños. El humor es completamente infantil y las secuencias musicales son lo suficientemente coloridas como para embelesar a los pequeños. El público de mayor edad es el que puede darse perfecta cuenta de que no se logra conformar una película con una trama y subtramas que logren una cohesión total, se siente desarticulada, inconexa, se olvida de construir bien la trama y se enfoca en atraer -y mantener- la atención a través de lo meramente estético, de secuencias escandalosas/hiperactivas o musicales que, sin embargo, nada de nuevo aportan al mundo de la animación, son secuencias que no van más allá de lo correcto y bien ejecutado. Río 2 es un producto para entretener a las audiencias infantiles y lo logra, pero como película en sí, tiene graves errores que nos llevan nuevamente a cuestionarnos muy seriamente hasta qué punto son necesarias las secuelas.


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uan, Sara y Samuel son tres adolescentes que dejan su natal Guatemala con la meta fija en los Estados Unidos. Son acompañados únicamente por el impulso que les brinda su anhelo de una vida mejor (y claro, algo de dinero que, suponemos, han ahorrado a costa de grandes sacrificios). Y así, como millones de indocumentados que buscan alcanzar el sueño americano año con año, los jóvenes (que ahora también viajan junto a Chauk, un indígena que se les ha unido en el trayecto) a veces tienen que negar su propia nacionalidad (pues en ocasiones las autoridades mexicanas tratan peor a los ilegales centroamericanos que la migra estadounidenses a los mexicanos indocumentados) o tratar de ocultar su condición de género (Sara en realidad viaja haciéndose pasar por hombre, autodenominándose Osvaldo). Diego Quemada-Díez, director español originario de Burgos pero afincado en México, brinda a través de su ópera prima, La Jaula de Oro (título evidentemente referencial a la canción de Los Tigres del Norte y el modo en el que ellos se refieren a los Estados Unidos), una voz a los inmigrantes centroamericanos a quienes generalmente se les criminaliza, olvidando (no sabemos si por accidente o por cínica omisión) que su paso por nuestro país resulta tanto o más brutal que las situaciones que viven ya al otro lado de la frontera México - Estados Unidos. La Jaula de Oro es un trágico poema de la realidad latinoamericana, una realidad en la que, a pesar de la adversa si-

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tuación, siempre hay lugar para la amistad y la redención que culmina por estrechar los lazos de dos desconocidos hasta convertirlos en hermanos (No, Juan; Chauk no se equivocó al llamarte 'hermano'); la cinta cuenta con una historia escrita por el propio Quemada-Díez junto con Gibrán Portela y Lucía Carreras- tras varios años de investigaciones en las comunidades originarias de los migrantes, donde se empapó de historias tan crudas y brutales que muchos las catalogarían de inverosímiles. El filme es un descarnado relato conformado por una colección de desoladoras estampas en movimiento (digno de destacar el crudo trabajo de fotografía de la uruguaya María Secco), una cuidada selección de historias reales que dan fe de la situación social sobre el fenómeno migratorio actual que requiere que se le apueste por una urgente atención y resolución. Con premios como el 'Un Certain Talent' (Un Cierto Talento), obtenido por los protagonistas Brandon López (Juan), Karen Martínez (Sara/Osvaldo) y Rodolfo Domínguez (Chauk) en la pasada edición del Festival de Cine de Cannes donde participó en la sección 'Un Certain Regard' (Una Cierta Mirada), la cinta La Jaula de Oro formará parte de la Sección Largometraje Mexicano en el 11° Festival Internacional de Cine de Morelia, a celebrarse del 18 al 27 de octubre próximo; así mismo, se busca un estreno simultáneo en México y Estados Unidos para finales de este año o principios del 2014.




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arco Silvestri (Vincent Lindon), capitán de un barco carguero, recibe una llamada para informarle sobre la muerte de Jaques (Laurent Grévill), su cuñado y mejor amigo; su hermana Sandra (Julie Bataille) se encuentra desesperada, pues además de tener que sobrellevar el reciente suicidio de su esposo, su hija Justin (Lola Créton) ha sido internada en un centro psiquiátrico causados por terribles problemas de índole sexual. Es el empresario Edouard Laporte (Michel Subor), al que Sandra acusa de ser responsable de la situación de su familia, por lo que Marco decide tomarse un año sabático de su trabajo para dedicarse a encontrar la principal debilidad de Laporte y cobrar venganza; es así como se muda al edificio donde vive Raphaelle (Chiara Mastroianni), la amante de Laporte con quien ha tenido un hijo. La premisa podría sonar sencilla, y de hecho en esencia lo es, pero su visionado es otra historia. La alta dosis de fragmentación en su narrativa y el uso de algunos (aunque pocos) saltos temporales convierten a Los Canallas (aunque siempre preferiré la traducción más acertada de su título original: Les Salauds/Los Cabrones) en una cinta exigente y sin complacencias de ningún tipo, de-

mandando toda la atención y participación del espectador para rellenar los intencionales huecos de la historia, y poder así armar esta especie de rompecabezas demencial. El regreso de Claire Denis, cineasta francesa de quien podemos recordar, entra tantas otras obras cinematográficas, su ópera prima Chocolat (1988), la intimista Beau Travail (1999) y Trouble Every Day (2001), no podría ser de una mejor manera, pues con un impecable montaje y sobresaliente uso de la banda sonora, logra construir un mundo lleno de misterio, una atmósfera angustiante que no permite tranquilidad en ningún segundo; es también poseedora de una perversa y retorcida belleza. Las soberbias actuaciones (sobresaliendo Lindon y Mastroianni) respaldan el ya de por si extraordinario guión (autoría de la misma directora junto a su recurrente colaborador Jean-Pol Fargeau) que gira en torno a las oscuras pasiones humanas, los más inimaginables secretos y los insaciables deseos de venganza. Los Canallas es una cinta sugerente y tenebrosa, un retrato detallado de las perversiones humanas, una disección meticulosa sobre nuestra naturaleza más oscura y recóndita. Incómoda y desagradable como la más cruda de las verdades.

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a ópera prima de Luis Urquiza, inspirada en Perversidad, libro escrito por Ernesto Alcocer, quien también participó en la adaptación del guión, no podría haber llegado en mejor momento: a unos cuantos días de distancia de la canonización de Juan Pablo II, sumo pontífice que encubrió los crímenes sexuales cometidos por el sacerdote michoacano Marcial Maciel Degollado (fallecido en 2008) dentro de su fundación clerical 'Los Legionarios de Cristo' y cuya figura es la inspiración para la ficción que finalmente se ha estrenado en las pantallas de todo México el pasado 1° de mayo. Obediencia Perfecta retrata el viaje espiritual de Julián, después rebautizado como Sacramento Santos (Sebastián Aguirre), un adolescente que busca servir a Dios uniéndose a las filas de un seminario perteneciente a 'Los Cruzados de Cristo', para lo que recibe la ayuda y guía de su fundador, el sacerdote Ángel de la Cruz (Juan Manuel Bernal), quien utiliza su alto poder eclesiástico para, con engaños, llevarlo a alcanzar la obediencia perfecta de tercer grado, un nivel de sumisión tal en el que ya no se cuenta con voluntad propia y se permiten todo tipo de abusos (sexuales, primordialmente) disfrazados de actos bondadosos justificados ante la mirada de Dios. Este camino hacia esa obediencia perfecta es mostrado, aunque sin tapujos, con gran responsabilidad y cuidado por parte de Urquiza y su equipo, pues se alejan de una manera determinante del escándalo, de lo grotesco y de lo morboso en que, con gran facilidad, se hubiera podido caer en este delicadísimo tema. La gran virtud del filme, más allá de sus prodigios técnicos como su sobresaliente fotografía a cargo de Serguei Saldívar (Desierto Adentro y Bajo la Sal) y la logradísima dirección de arte de Julieta Álvarez, o el sorprendente trabajo en la dirección de actores que logra obtener una perturbadora interpretación de Juan Manuel Bernal como el padre protagonista y el consistente trabajo del jovensísimo Sebastián Aguirre (de 14 años cuando se realizó la filmación), es atreverse a poner el tema sobre

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la mesa de una manera muy cuidada y sofisticada, incluso elegante, pero a la vez, de una forma aguda, crítica y reflexiva que no dejará a nadie indiferente. El relato de dominio de los adolescentes por parte de sus superiores, se nutrió de varios casos declarados por las víctimas de Maciel, y aunque su principal motivación no es la denuncia sobre estos hechos ocurridos particularmente en el seno de la iglesia católica, sino advertir que esto continúa pasando en muchos otros ambientes como en la familia misma, la cinta sí termina por ser un documento que retrata una herida social aún abierta y sin atención, una contusión cuyos responsables se han empeñado en ignorar como si se fuera a desvanecer con tan sólo mantener silencio y fingir que nada sucedió o que sigue sucediendo no sólo en México, sino en todo el mundo. Obediencia Perfecta se une entonces a otros testimonios cinematográficos sobre la podredumbre ética y moral de la (todavía) más poderosa institución religiosa del mundo entero, como es el caso del documental mexicano Agnus Dei: Cordero de Dios (2011) de Alejandra Sánchez, y de Mea Máxima Culpa: Silencio en la Casa de Dios (Mea Maxima Culpa: Silence in the House of God; 2012), trabajo de Alex Gibney realizado para HBO que sobresale por poner en evidencia las tácticas que utiliza el Vaticano para la 'protección' y encubrimiento de sus sacerdotes pederastas. Sin ser una joya del cine mexicano y poseedora de algunos errores en su narrativa, en su profundidad de la situación (se hubiera agradecido mostrar las terribles consecuencias psicológicas que aquejan para siempre a quienes fueron abusados sexualmente por parte de los curas) y en la conciliación de tonos dentro de la historia (a veces parece que estamos viendo dos o más películas distintas), la ópera prima de Luis Urquiza es una pieza cinematográfica de nuestra realidad cuyo visionado es imprescindible y urgente para no permitir que se siga diseminando la idea de que casos como este son cosa del pasado, pues en realidad siguen más vigentes que nunca.




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on Anticristo (Antichrist; 2009), Lars von Trier presentó la primera parte de su 'trilogía de la depresión', esa que un par de años después se vio secundada por Melancolía (Melancholia; 2011) y que ahora, como si de una adaptación cinematográfica de best-seller juvenil se tratase, entrega su tercera parte dividida en dos capítulos: Ninfomanía Vol. I y Ninfomanía Vol. II, pero que aquí abordaremos como una sola obra cinematográfica pues es así como realmente fue concebida por su artífice. Ninfomanía (Nymphomaniac; 2014) es la historia de Joe (Charlotte Gainsbourgh), una mujer adicta al sexo que decide, de buenas a primeras, narrarle a un completo desconocido de edad avanzada llamado Seligman (Stellan Skarsgård), el temprano descubrimiento de su autodiagnosticada 'enfermedad' y su muy extenso currículo sexual a lo largo de su vida. Lars von Trier retoma, en esta sencillísima premisa, la figura femenina para protagonizar su nueva historia y pretende hacer una exploración a la liberación sexual de la mujer, aunque desgraciadamente acude al recurso de las escenas de sexo explícito con el único fin de provocar al espectador. El filme también recurre a metáforas demasiado obvias dentro del relato verbal de la ninfómana protagonista que deriva en una muy inverosímil charla filosófica con su muy interesado interlocutor que, sorprendentemente, resulta ser un personaje diametralmente opuesto en su personalidad, y siempre tiene una alegoría adecuada para cada anécdota sexual que se le cuenta, no tardando en relacionarlas directamente con las costumbres de la pesca con mosca u otros cebos. Y es que, contrario a lo que señala el slogan con el que se ha publicitado la película (Forget about Love/Olvídate del Amor) y a la campaña tan fuerte que se le ha hecho enfocada en su alto conte-

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nido erótico, Ninfomanía refuerza esa historia de la búsqueda del amor, y es precisamente esa idea del amor (ese del que tanto reniega y nos pide que olvidemos) la que al final queda como un velado trasfondo que en ocasiones incluso se antoja un tanto ético/moralino. ¿De la torpemente perdida virginidad puede germinar el amor años más tarde? Pregunta que plantea pero no responde porque en su muy pausado y adormilado montaje, von Trier está más preocupado por despilfarrar el tiempo en pantalla con escenas sexuales cuyo trasgresor contenido es el mismo que el del más ligero video porno encontrado en la red. La presunta oscuridad de una adicción, como la sexual en este caso, resulta luminosa, superficial, y sobre todo, pretenciosa si la comparamos con otros acercamientos al tema, como el de Steve McQueen en Shame: Deseos Culpables (Shame; 2011), que no necesitó de referencias a la sucesión de Fibonacci o a la música del compositor alemán Johann Sebastian Bach para hacer realmente una inteligente reflexión sobre la adicción al sexo y mostrarnos la decadencia de un personaje con esta 'enfermedad' (el soberbio Michael Fassbender). En Ninfomanía no hay remordimiento o desasosiego por parte de la protagonista, aunque tampoco se deja ver un verdadero placer en sus recurrentes prácticas sexuales; lo que hay es un humor ácido y mordaz que en ocasiones funciona y en otras resulta fallido, y sobre todo, hay secuencias de sexo explícito realizadas con toda premeditación y alevosía para escandalizar al público. Ninfomanía es una obra cinematográfica realizada por una mente que ya se tomó muy en serio su papel de 'provocador' y que parece haber olvidado que a la gente se le provoca con ideas inteligentes y trasgresoras, no con una extensa galería de penes.




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unto a una playa solitaria de Veracruz se encuentra un pequeño motel que recibe por igual a novios enamorados que a apasionados amantes. Sebastián, un joven de 17 años se queda a cargo por un tiempo del motel de su tío, durante este periodo el joven conoce a Miranda, una mujer que con frecuencia visita el lugar para encontrarse con Mario, su amante, quien siempre la deja esperando. En esos momentos de espera, durante las horas muertas, Sebastián y Miranda inician más que una simple amistad. El cineasta Aarón Fernández presentó en Morelia, y previamente en el Festival de San Sebastián, su más reciente película Las horas muertas, con la cual muestra por una parte el despertar sexual de un joven que ocupa sus horas libres en limpiar el motel, y por otro lado, el más sólido, la soledad de una mujer que espera en un cuarto del motel al hombre que cree amar. La soledad y el deseo sexual se mezcla entre la amistad que empiezan a entablar Sebastián y Miranda, lo cual traerá

sorpresivos momentos para los personajes y el espectador. El relato de Las horas muertas es sencillo pero eficaz, una historia entre dos solitarios que intentan ocupar sus oras libres, y entre ese encuentro se manifiestan sus deseos y miedos, sin embargo la historia tarda en mostrar lo inevitable y por momentos predecible. No hay grandes conflictos ni mucho menos tragedias, es el pasar del tiempo con humor y espontaneidad, una película de momentos divertida a pesar de que prolonga su desenlace. Cabe mencionar el sorpresivo desempeño actoral de ambos protagonistas, por una parte está Kristyan Ferrer a quien hemos visto últimamente en interesantes y prometedoras producciones como Guten tag, Ramón de Jorge Ramírez-Suárez. Y por el otro está una sobria y sensual Adriana Paz que entrega una buena actuación que sin embargo no demanda un reto histriónico; resultó ganadora como Mejor Actriz de Largometraje Mexicano en Morelia.

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l nombre del realizador David O. Russell comenzó a sonar muy fuerte hace tres años cuando su tercera película El Peleador (The Fighter; 2010) hizo bastante ruido en los circuitos de premios, incluyendo varias nominaciones a los premios de la Academia y llevándose a casa los galardones correspondientes a Mejor Actor de Reparto para un soberbio -y muy delgadoChristian Bale y Mejor Actriz de Reparto para la sensacional Melissa Leo. El año pasado, O. Russell nos ofreció su nueva película y repitió la hazaña de colarse entre los nominados al Oscar en diversas categorías, alzándose con el premio a Mejor Actriz para la deslumbrante Jennifer Lawrence por su desempeño en Los Juegos del Destino (Silver Linings Playbook; 2012), una feel good movie que, al igual que en su cinta previa, aborda sin artificios o sentimentalismos la vida de la clase media estadounidense, sólo que cambia el ambiente del drama pugilístico de El Peleador, por el de las comedias románticas con temas como las enfermedades y trastornos mentales de dos deschavetados que se encuentran para complementarse el uno al otro. En la anécdota de su nueva propuesta, el director neoyorquino cambia su tono para compartirnos una historia inspirada muy levemente (como bien lo señala su advertencia al inicio de la cinta: "Algo de esto realmente pasó") en el caso Abscam, una investigación del FBI durante los últimos años de la década de los años 70 y comienzos de los 80s, que terminó con un gran escándalo sobre corrupción federal. Para llevar a la pantalla grande esta polémica historia, O. Russell se ha rodeado principalmente de actores con los que ya ha participado en sus dos trabajos anteriores: los ya mencionados Christian Bale, Bradley Cooper, Amy Adams y Jennifer Lawrence. En la película, Irving Rosenfeld, personaje inspirado en el estafador Mel Weinberg de Long Island y que es encarnado por un barrigón y alopésico Christian Bale, es un habilidoso estafador que es atrapado en una de sus timos y convencido por el agente Richie DiMaso (Bradley Cooper) para que colabore con la como informante para el FBI. Irving está casado con Rosalyn (Jennifer Lawrence), pero mantiene un no tan secreto affair con Sydney Prosser (Amy Adams) quien le ayuda a realizar los desfalcos, por lo que a la trama de las tretas económicas se suma también la de los enredos amorosos de este pecu-

liar cuarteto, al cual se une en esta ocasión, el no menos talentoso Jeremy Renner, quien trabaja por primera vez bajo las ordenes de O. Russell y completa el envidiable reparto dando vida a Carmine Polito, un político idealista que desafortunadamente se encontrará en el momento y lugar equivocados. Escándalo Americano cuenta con un sorprendente diseño de arte y es técnicamente deslumbrante, pues es evidente que desde la música, encuadres, vestuario, escenografías, ambientaciones de locaciones, y otros muchos aspectos, se han cuidado minuciosamente y son verdaderamente fantásticos (especial atención al vestuario glamoroso setentero y la vibrante banda sonora). Es un drama criminal dirigido con gran maestría y al cual también se le han añadido ciertos toques de comedia, encargándose de aligerar la trama pero no de hacerla menos seria, de hecho, hay ciertos momentos que nos recuerdan al cine criminal de Scorsese (y no únicamente lo estoy diciendo por la breve aparición de Robert De Niro como un importante mafioso). Los personajes están perfectamente trazados y construidos de una manera muy humana, con múltiples defectos y no pocas contradicciones, enfrentándose así a diversos cuestionamientos ya no morales sino éticos al tratar de sobrevivir a su propia idea del 'American Dream'; de sus intérpretes sólo podemos elogiarlos ya que todos están sensacionales, aunque sobresalen Bale, Adams y Lawrence. El nuevo trabajo de O. Russell tiene una gran historia que es magníficamente confeccionada desde el guión y sostenida por grandes actuaciones, y si es que llega a colocarse entre las más nominadas a los premios de la Academia este año, no sería sorpresa, pues por su calidad en esos apartados, Escándalo Americano merece ser considerada como de lo mejor del cine hollywoodense del año pasado.

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urante una noche lluviosa, el adinerado político Servet maneja por una reducida vereda, tras quedarse dormido, arrolla de manera mortal a un peatón. Aterrado de que el suceso pueda derribar su carrera electoral, pide a su chofer de toda la vida, Eyüp, que se declare culpable del homicidio imprudencial a cambio de la seguridad financiera de su familia. Eyüp accede. Durante su estadía en la cárcel, no tendría por qué haber mayores complicaciones, sólo habría que esperar a que el humilde chofer salga de cumplir su condena en prisión para que tanto él como su familia (su esposa Hacer y su hijo veinteañero Ismail) reciban el dinero de Servet que les brindará el confort económico que buscan. Pero tanto Hacer como Ismail toman decisiones inesperadas mientras Eyüp está en la carcel y las cosas se salen de control cuando este es liberado. Con base en el cuento japonés de Los Tres Monos Sabios (donde cada uno se cubre con las manos una parte diferente del rostro -ojos, boca y oídos- para no ver, no decir u oír algo malo), la anécdota contada por el director Nuri Bilge Ceylan en Tres Monos expone, además, temas como el poder, el perdón, y en general, la contradictoria naturaleza humana, a través de los tres personajes centrales: Eyüp, Hacer e Imsail (Servet es sólo el detonante del relato), convirtiéndolos en los tres monos del relato nipón que, ahora cinematográficamente hablando, se desenvuelven en un mundo fotografiado de manera estupenda por Gökhan Tiryaki, el director de fotografía que logra una atmósfera angustiante con composiciones y encuadres que visualmente fortalecen al ya de por si poderoso relato y logra convertirlo en un tratado acerca de la mentira. 65


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howtime presenta Penny Dreadful, un serial que juega con las historias de los orígenes de los grandes clásicos de terror, y donde algunos de los más atemorizantes personajes de la literatura como Dorian Gray, el Dr. Frankenstein, Jack El Destripador, o el mismo Drácula, son reinterpretados bajo la normas de un thriller psicosexual ubicado en el Londres de la época victoriana y protagonizado por Eva Green, Josh Hartnett, Timothy Dalton, Robert Nairne, Harry Treadway, Reeve Carney, Rory Kinnear, Danny Sapani, entre otros. La trama de la serie sigue a un grupo de personajes que se unen para combatir las amenazas sobrenaturales que se ciernen sobre el Londres Victoriano, entre los miembros del grupo se encuentran el explorador Sir Malcolm Murray (Dalton), la enigmática Vannesa Ives (Green) y el pistolero estadounidense Ethan Chandler (Hartnett). Penny Dreadful, cuyo título proviene de un particular tipo de publicación de terroríficas ficciones que se vendía en Inglaterra en el siglo XIX, es creada por John Logan y producida por Pippa Harris y Sam Mendes, contará con ocho episodios en su primera temporada, y los dos primeros episodios han sido dirigidos por Juan Antonio Bayona, director barcelonés responsable de la sobresaliente cinta de terror española El Orfanato (2007) y de la exitosa Lo Imposible (The Impossible; 2012), además que será el director que continúe con la franquicia zombie al dirigir la secuela de World War Z. La serie será estrenada en Estados Unidos el 11 de mayo y de ella ya hemos podido ver el primer capítulo; es una propuesta muy interesante que logra muy bien la creación de atmósferas lúgubres y la presentación de personajes interesantes que consiguen causarnos intriga y curiosidad sobre lo que pasará con ellos y con la historia en el futuro. También se tienen reinterpretaciones muy logradas de personajes como el Dr. Frankenstein y su propia creación, o los vampiros que nos recuerdan más a los personajes clásicos como Nosferatu. Se nota la mano de Bayona en la primera entrega de esta temporada al mostrarnos secuencias verdaderamente escalofriantes y densas, por lo que Penny Dreadful ya se perfila como uno de los estrenos más interesantes del año dentro del género de terror en la pantalla chica; la seguiremos muy de cerca. 67




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