Alejandra Freymann Primero una monta単a
Alejandra Freymann Primero una monta単a
Una vez más tenemos en nuestras salas a una artista joven y es un placer presentarla en Alcobendas después de haber pasado por importantes espacios expositivos dentro y fuera de nuestro país. Nacida en México, pronto se traslada a Bélgica y después de vivir en Sevilla se instala en Cuenca para completar su formación como artista, lugar en el que vive actualmente y desde el que nos trae su obra para que podamos contemplarla en nuestra ciudad. Nos sentimos orgullosos de que una mujer, joven y reconocida internacionalmente, con presencia en importantes colecciones españolas y extranjeras exponga en Alcobendas. Toda una suerte de personajes, inquietantes siempre, ilustrarán nuestras salas inmersos en una narrativa mágica rodeada de montañas que emergen y que dan título a la exposición. Vamos a poder disfrutar de casi una treintena de paisajes, pintados siempre al óleo y rodeados de su misterio y sencillez característicos. Alejandra encantará a grandes y pequeños con sus universos imaginarios llenos de color y fantasía. Un mundo donde el dibujo y la poesía son los protagonistas Todo un lujo que nos proporciona el Centro de Arte y en el que estáis invitados a contemplar todos. Luis Miguel Torres Hernández Concejal de Cultura, Juventud, Infancia y Adolescencia
Reservas de pintura Óscar Alonso Molina
En el curso del siglo VII, Wu Tao-tseu, muerto en el 792, acabó su última obra maestra. Era un paisaje pintado al fresco en un muro del Palacio Imperial. El pintor trabajaba pacientemente en la soledad, sin dejar ver su obra a nadie. Por fin se la mostró al Emperador, que miró el paisaje, donde se representaban montañas, bosques, un cielo sembrado de nubes y pájaros. Entonces el pintor dijo al Emperador: en una gruta de esa montaña habita un espíritu. Dio un palmada y la gruta se abrió. Se volvió y dijo: lo que hay en su interior es todavía más bello, está más allá de las palabras, dejadme conduciros; pero antes de que el Emperador pudiera seguirlo, o incluso decir una sola palabra, la caverna, el artista y el fresco en su totalidad se borraron y sólo dejaron ante el Emperador un muro sin una traza de pincel. Cuento taoísta
Primero ves una montaña, me confiesa Alejandra; luego, a fuerza de mirarla, dejas de verla. Más adelante, ves la montaña... Este es el proceso, según parece, por el que las fuerzas oníricas hacen surgir ante la presencia psíquica de la artista las cosas, sus paisajes y animales que se organizan en unas escenas inciertas y llenas tanto de placidez como de misterio. De ahí, sin duda, el carácter irreal que adquiere todo cuanto comenta su pintura. Lo posible y lo visible, que en la imagen miden a cada paso sus fuerzas, son responsables aquí de ese aspecto final, propio de lo que tantea en la ceguera lo imposible (es sólo una forma plausible de definir el trabajo de Alejandra Freymann). Pero semejante vaivén, o estroboscopia, como quieras llamarlo, parece ser también el dispositivo encargado de organizar no sólo las presencias que allí vemos, sino las mismas historias, el orden del relato. Igual suena un poco enrevesado al principio, pero voy a tratar de explicarlo con mayor claridad: primero ves una montaña; luego, a fuerza de mirarla, dejas de verla. Más adelante ves la montaña... En el proceso de beatificación de San Juan de la Cruz, uno de los testigos que tomaron la palabra relató al tribunal una anécdota en la cual, mientras el santo caminaba junto a varios frailes, y estos fascinados le señalaban unos preciosos palacios que aparecían por el camino, él no se dignó 7
siquiera a levantar la mirada. Sólo a la tercera imprecación de sus compañeros de viaje parece que por fin él se volvió hacia ellos y les amonestó: «Nosotros no hemos venido para ver, hemos venido para no ver». No ver las cosas, sí, pero en este caso a fuerza de mirarlas con tanta intensidad como si se borraran ante nuestros ojos, cansados ya de mantener la vista allí fija... Lo que resta es una imagen que no permanece «visible» con el cuerpo, sino con lo que éste ya ha aprendido... Algo que sin duda tiene que ver con esa presencia del vacío que abunda en la pintura de Alejandra, de su descripción pormenorizada de los silencios. Para conseguirlo la artista emplea a menudo una estrategia textual tan sencilla como eficaz: insertar en campos dilatadísimos, en vastas soledades, micro-acciones de implacable definición, salpicadas aquí y allá, frente a las cuales no es fácil escapar —no pueden ser desatendidas, son el señuelo de la percepción, lo nodal de una acción por lo demás inexistente en el resto del cuadro—, pero que tampoco nos tranquilizan con su explicación, su desenvolvimiento. Y es que en estas pinturas suyas, que en alguna otra ocasión he señalado amenazadas por los márgenes, cada gesto, tan cargado de intensidad por darse en mitad casi de la misma nada, cada presencia o cada acción, adquieren un significado encriptado (pues no hay un contexto que nos proporcione el marco de interpretación de lo que allí sucede, del sentido de las cosas que ocurren), y a la vez saturado (ya que cada cosa, aislada en medio del vacío, del completo desamparo, pone en marcha el mecanismo de la hipótesis que no se confirma). «He venido para ver las sombras / que desde lejos me sonríen [...] He venido para ver las cosas, / las cosas soñolientas por aquí», decía Cernuda. Para ver los mares, los muros en pie o caídos, el color amarillo ya caduco, para ver la misma muerte... En estas pinturas recientes de Alejandra, lo que vemos y lo que no vemos, lo que el cuerpo ya ha visto y no tiene ya delante, por ejemplo, lo que imagina, lo que sueña o recuerda vagamente, lo intuido, compiten entre sí llegado el momento de contarlas o explicarlas. Están sus montañas y llanuras, están sus animales, su refinamiento y su aire abullonado y compacto, como propio de un sueño, sí, pero está también esa espera silenciosa por ver qué ocurre realmente allí, en ese cuadro escénico que no desemboca, que nunca se encamina hacia un desenlace concreto; lo mismo que está, permanentemente, la certeza de que algo, poco más allá de los bordes del espacio de representación, vendría a explicar su enigma con bastante sencillez, poniendo fin al desasosiego. Bea Espejo, en una conversación publicada hace cuatro años, destacaba cómo, en esta relación entre las figuras y el fondo, sus diminutos personajes mostraban a menudo indicios de desequilibrio, transmitiendo una sensación de crisis cercana a la erosión o la entropía, ante lo cual la artista 8
reconocía: «Creo que es ese vacío el que permite a mis personajes hacer cosas interesantes. Esa sensación de crisis no es, pues, en ningún caso, negativa. Al contrario, es un espacio activo, como el que da la sensación de soledad positiva». Por su parte,Tania Pardo, más recientemente, ha descrito sus paisajes, «con su concatenación de historias recreadas en una secuencia fragmentada, donde el centro no se encuentra en el medio y la periferia parece alejarse de los bordes», como «una suerte de revelación o indicio». En esta exposición para el Centro de Arte de Alcobendas se va a poder disfrutar de algunos de los cuadros más ambiciosos que haya abordado nunca Alejandra Freymann, de algunas de sus piezas de mayor envergadura y más compleja composición, fruto de una madurez precoz pero ya indiscutible. Su pintura, que cada vez que ha tanteado el desarrollo de la superficie (bien por «estirarse» a la búsqueda del formato narrativo horizontal, bien a través de agruparse en polípticos), nos recordaba inesperadamente la cercanía familiar que mantenía con los campos de color y la abstracción, no puede hacernos dudar ya en esta ocasión de cómo también las tensiones entre lo que se ve y lo que puede ser reconocido se encuentran en la base de su poética. Composiciones cada vez más firmes, más rotundas en su estructura, que consiguen una cierta «neutralidad» expresiva, sólo animada muy sutilmente por los valores táctiles de la piel de la pintura, y que por fin parecen ser destinadas a la mirada lejana, a la distancia («sabemos que es un paisaje porque el ojo está afuera», según la genial fórmula de Utray), sirven de fondo para acontecimientos minúsculos, asombrosamente desproporcionados: los seres y los enseres del mundo que quedan esparcidos en estos mundos por lo demás deshabitados, sin apenas huellas de la presencia del hombre. «Hay un cielo separado de mí. Nubes pesadas como piedras esculpidas sobre el cielo», tal y como nos lo describe ella misma. Porque, en efecto, el efecto sólido, compacto, rocoso de sus panoramas es en esta serie ya algo premeditado. Y así, es también ella quien nos proporciona una fenomenal pista para entender la estructura interna de estas construcciones paisajísticas, tan someras y resumidas pero sin embargo tan convincentes y potentes como tectónica: «Para construir una montaña se necesitan muchas montañas. Un solo punto en el que confluye la totalidad de los elementos. Ese punto existe en cada piedra». Entre sus colores terciarios y su personalísima paleta de color, entre sus guiños al desconcierto (como sus geometrías enmascaradas en la perspectiva, las sombras arrojadas, los cambios de escala y los puntos de vista), entre su sintaxis que juega con los registros del dibujo infantil y la más sofisticada retórica figurativa, etcétera, van surgiendo estas dilatadas vistas de montañas y valles poblados por una fauna variada (buitres y halcones, belugas, lobos que nos miran de frente...) 9
pero que no corresponde a un ecosistema concreto. No podrían. Y es que, ¿no es precisamente por el contraste entre la síntesis formal del entorno y la alucinógena, obsesiva definición de sus pobladores de donde surge, y antes que nada, el salto vertiginoso a lo onírico, a lo surreal?; ¿no son, pues, estos animales, minúsculos y preciosos, auténticas joyas encastradas, algo «añadido» y como implantado a un entorno que en principio no les es natural? Quizá la percepción de esa violencia, de esa hostilidad o inadaptación sea una de las claves a seguir para entender en toda su dimensión la profunda inquietud que atraviesa estas pinturas, que, por ello, bien podríamos calificar, literalmente, de «reservas». Madrid, junio de 2013. Ó. A. M.
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Animales blancos Como en un sueño, los pájaros están flotando en el suelo o muy cerca de él. Todo está tranquilo aquí abajo. Apenas una leve brisa cambiaría el color de algunas hojas. Detrás de aquel arbusto es de día pero nunca lo sabrás o más bien nunca podrás contarlo. Bajo este árbol duerme el corazón de un explorador legendario. Poco importa. Entre un mantel y la ventana también enterraron a más de un explorador de hojas. Alejandra Freymann
Ă rbol dormido, 2012 TĂŠcnica mixta sobre lienzo. 116 x 89 cm
Ă rbol Livingston, 2012 TĂŠcnica mixta sobre lienzo. 146 x 89 cm
Bodeg贸n I, 2012 T茅cnica mixta sobre lienzo. 40 x 60 cm
Bodeg贸n II, 2012 T茅cnica mixta sobre lienzo. 50 x 50 cm
Bodeg贸n III, 2012 T茅cnica mixta sobre lienzo. 50 x 38 cm
Bodeg贸n IV, 2012 T茅cnica mixta sobre lienzo. 38 x 46 cm
Detrás, 2012 Técnica mixta sobre lienzo. 81 x 130 cm
Árbol blanco, 2012 Técnica mixta sobre lienzo. 130 x 89 cm
Sin título, 2012 Óleo sobre tabla. 17,5 x 12,5 cm
Sin título, 2012 Óleo sobre tabla. 17,5 x 12,5 cm
Sin título, 2012 Óleo sobre tabla. 17,5 x 12,5 cm
Primero una montaña Primero ves una montaña. Luego, a fuerza de mirarla, dejas de verla. Más adelante, ves la montaña. El paisaje, desde donde me encuentro, es el espacio que no habito. Hay un cielo separado de mí. Nubes pesadas como piedras esculpidas sobre el cielo. El paisaje es aquello que construyo en el espacio entre momentos. El día que olvide todos sus nombres, empezaré a pintar el paisaje. Para construir una montaña se necesitan muchas montañas. Un solo punto en el que confluye la totalidad de los elementos. Ese punto existe en cada piedra. Voy a despertarme en el momento en el que todo se repita. Hay que adentrarse en el bosque sin camuflar las huellas. Hay que contar con todos los árboles. Un árbol y otro y otro. Lo mismo con las piedras y con las hojas. El agua está por todas partes. Un paisaje y otro y otro. Caminamos entre las piedras, despacio para no despertarlas. Alejandra Freymann
En la montaña, 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. 130 x 195 cm
Primero una montaña, 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. 114 x 162 cm
Ningún lugar tras el que andar (detalle), 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. 114 x 162 cm
Ningún lugar tras el que andar (detalle), 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. 114 x 162 cm
Milano, 2013 Ă“leo/acrĂlico sobre lienzo. 97 x 130 cm
Ningún lugar tras el que andar, 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. 114 x 162 cm
Milano (detalle), 2013 Ă“leo/acrĂlico sobre lienzo. 97 x 130 cm
En la montaña (detalle), 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. 195 x 130 cm
Osos, 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. Tríptico. 60 x 97 cm c. u.
Tigre, 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. Tríptico. 61 x 50 cm c. u.
Tigre (detalle), 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. Tríptico. 61 x 50 cm c. u.
Tigre (detalle), 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. Tríptico. 61 x 50 cm c. u.
Lobo, 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. 22 x 27 cm
Ardilla, 2013 Ă“leo/acrĂlico sobre lienzo. 22 x 27 cm
Zorro nival, 2013 Ă“leo/acrĂlico sobre lienzo. 22 x 27 cm
Pato, 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. 22 x 27 cm
Ave, 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. 22 x 27 cm
Alimoche, 2013 Ă“leo/acrĂlico sobre lienzo. 22 x 27 cm
Estación (detalle), 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. Políptico de 5 piezas, 24 x 33 cm c. u.
Estación (detalle), 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. Políptico de 5 piezas, 24 x 33 cm c. u.
Marcelo y yo, 2013 Ă“leo/acrĂlico sobre lienzo. 61 x 89 cm
Árbol rojo, 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. 61 x 89 cm
Beluga, 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. Díptico. 116 x 73 cm c. u.
Beluga (detalle), 2013 Óleo/acrílico sobre lienzo. Díptico. 116 x 73 cm c. u.
Alejandra Freymann Curriculum
CURRICULUM 1983 Nace en Xalapa, México. 2007 Licenciada en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca.
EXPOSICIONES INDIVIDUALES 2013 Animales Blancos, Galería Art Nueve, Murcia, España. 2012 Out of the blue, Intervención dentro del ciclo «en Casa» comisariado por Tania Pardo en La Casa Encendida, Madrid. 2011 El puente de la visión, Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria (MAS), Santander, España. 2010 Galería Art Nueve, Murcia, España. 2009 Pepe Cobo y cía, Madrid, España.
Campamento, Galería Pepe Cobo y Cía., Projects Room, Arte Lisboa 09. Portugal.
2006 Facultad de Bellas Artes de Cuenca, Cuenca, España.
EXPOSICIONES COLECTIVAS 2013 Arco. Galería Art Nueve. Madrid.
The Children Pox (Juan Zamora + Alejandra Freymann). El Gato que vivía en un gato, Galería Rafael Pérez Hernando. Jugada a tres bandas. Madrid.
2012 Swab, Galería Art Nueve, Barcelona.
Arco, Galería Art Nueve. Madrid.
Colaboración con Guillermo Sarmiento. Museo del Objeto Encontrado de San Clemente. 53
Extendido, festival de arte emergente, Cuenca.
The Children Pox. (Juan Zamora + Alejandra Freymann). El Misterio del perro de sol. Museo ABC. Conexiones.
2011 Arte Santander, Galería Art Nueve, Santander.
Arco, Galería Art Nueve. Madrid.
Entre el papel de la idea y algunas ideas en papel, Galería M. Echevarría, Tenerife.
Ballroom, proyecto gráfico en colaboración con Guillermo Sarmiento. Arte en Papel, festival de artes gráficas de Cuenca, Fundación Antonio Pérez, Cuenca.
2010 Preview Berlin, Galería Art Nueve. Murcia. 2009 Cambio de aceite, Pepe Cobo y Cía., Madrid.
Art Basel Miami Beach, Galería Pepe Cobo y Cía. Miami Beach. USA.
Art/40/Basel, Galería Pepe Cobo y Cía. Switzerland.
Arco. Galería Pepe Cobo y Cía. Madrid.
2008 El color, el tiempo de los ritmos, Espacio ESCALA, Sevilla.
Art Basel Miami Beach. Galería Pepe Cobo y Cía. Miami Beach. USA.
Frieze Art Fair, Galería Pepe Cobo. London. U.K.
Art/39/Basel, Galería Pepe Cobo. Basel. Switzerland.
Art Fair Tokyo, Galería Pepe Cobo. Tokyo. Japan.
Arco, Galería Pepe Cobo. Madrid.
2007 Tariro-Tariro, Sala de exposiciones, Facultad de Bellas Artes de Cuenca, Cuenca. 2006 Ayermañana, Casa Závala, Cuenca. 2005 Diez operaciones, Sala de Exposiciones, Facultad de Bellas Artes de Cuenca, Cuenca.
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BIBLIOGRAFÍA 2013 Fanzine Tyrannosaund.
The Children Pox (Juan Zamora + Alejandra Freymann). El Gato que vivía en un gato.
2012 Fanzine Leopardo.
Pablo Flórez. Manejando el tiempo, mientras las cosas suceden. Proyecto EN CASA. La casa encendida.
The Children Pox. (Juan Zamora + Alejandra Freymann) El Misterio del perro de sol. Museo ABC.
2011 El Puente de la Visión, María Ruiz Serrano. 2010 «El bosque es un lugar donde el trigo y el agua se convierten en un animal oscuro», Art Nueve. 2009 Alonso Molina, Ó., «Todo lo mejor», en ABC de las Artes y las Letras, nº 895, 28/03/200903/04/2009.
Lafont, I., «Sueños e historia en óleo azul», en El País, 18/03/2009.
Espejo, B., entrevista en El Cultural, El Mundo, 13/03/2009.
Revista de Occidente, nº 334, marzo de 2009.
2008 Frieze Art Fair, Yearbook 2008-2009.
Alonso Molina, Ó., «¡A los márgenes!», abril de 2008.
VV.AA., El color, el tiempo de los ritmos, Espacio Escala, Sevilla, España. 2007 Todas las cosas del mundo están (aún) por suceder.#04, libro de dibujo individual editado por Ediciones Puré.
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FICHA TÉCNICA Primero una montaña Alejandra Freymann Centro de Arte Alcobendas Del 18 de julio al 28 de septiembre de 2013
EXPOSICIÓN / CATÁLOGO AYUNTAMIENTO DE ALCOBENDAS IGNACIO GARCÍA DE VINUESA / Alcalde LUIS MIGUEL TORRES HERNÁNDEZ / Concejal de Cultura, Juventud, Infancia y Adolescencia Organización y edición / CENTRO DE ARTE ALCOBENDAS Comisaria / BELÉN POOLE QUINTANA Texto / ÓSCAR ALONSO MOLINA Fotografía / ALEJANDRA FREYMANN Maquetación, impresión y producción / MOONBOOK Asistencia montaje / MERINO Y MERINO, S.L. Seguro / MARSH, S.A. ISBN: 84-938431-1-3 Depósito legal: M-21520-2013 © de la edición, Ayuntamiento de Alcobendas © de los textos, sus autores
AGRADECIMIENTOS GALERÍA ART NUEVE
Centro de Arte Alcobendas Mariano Sebastian Izuel, 9 Alcobendas, Madrid 91 229 49 40 www.centroartealcobendas.com
FECHA INICIO: 18/07/13 CLAUSURA: 28/09/13 LUGAR:_CENTRO DE ARTE ALCOBENDAS
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