En estos casi tres años de trayectoria que lleva el Centro de Arte hemos podido contemplar exposiciones de artistas, técnicas y temáticas muy diversos, fotografía, escultura, pintura o videocreación, pero esta es la primera vez que contamos con una muestra compuesta en su totalidad por dibujo. El artista asturiano Fernando Gutiérrez (Oviedo, 1973) nos trae a Alcobendas una instalación site specific, al igual que ya hiciera en su momento Mitsuo Miura, concebida exclusivamente para nuestro centro y en la que con un trazo claro y sencillo, y directamente sobre la pared con pintura acrílica negra, nos relata una historia aún por terminar que nosotros, como espectadores, tendremos que construir y dar forma completando los espacios vacíos. El resultado es un dibujo mural de gran formato que se extiende por toda la sala, en el que no existen límites, más allá de los que impone el espacio, y donde elementos constructivos como enchufes, extintores, puertas o rincones, se van «camuflando» a lo largo del proceso. La exposición se completa con una serie de 22 dibujos realizados sobre acetato, los mismos que el artista va combinando para crear los personajes que conforman este universo fantástico que podremos disfrutar en el Centro de Arte Alcobendas hasta el próximo mes de septiembre. Luis Miguel Torres Hernández Concejal de Cultura, Juventud e Infancia
Camuflaje Javier Hontoria En un debate que gravita en torno a si el arte contemporáneo debe responder a los estímulos de la realidad diaria o si, por el contrario, se le permite mirar hacia otro lado, buena parte de los agentes implicados se sitúan en un lugar ambiguo, intermedio, aplicando una fórmula que no por común resulta menos cierta: el arte debe ser el campo en el que se cultiva la duda, dicen. En el trabajo de Fernando Gutiérrez, esta máxima funciona con naturalidad pues la duda, cuando no la perplejidad, es la inquilina más longeva de ese universo tan singular que viene construyendo desde hace años. Este reino impar de seres animados se ha configurado, en cualquiera de sus ya numerosas manifestaciones, como el escenario de un reencuentro. Los personajes que lo pueblan, y el modo tan particular de relacionarse entre ellos que el artista ha diseñado, alumbran un mundo insólito y fragmentario que puede ser suave y musical o desasosegante y tenebroso a un mismo tiempo. Con clara vocación específica, la de ceñirse a un espacio y a una arquitectura dados, las figuras definen su propio entorno a partir de una secuencia horizontal, un friso de recorrido ondulante fundado en el palimpsesto y en la excéntrica superposición de criaturas de muy distinta naturaleza. El patrón utilizado por el artista asturiano no ha variado sustancialmente en últimas fechas, pero su trabajo no se cifra en la pretensión de originalidad y renovación de dicho patrón sino en el examen de las posibilidades combinatorias de sus diferentes modelos y vertientes. A pesar de parecer ligado a una proyección torrencial de la imaginación y de pertenecer al acervo caprichoso del inconsciente, a pesar de formalizarse a partir de un desarrollo orgánico que parecería no necesitar la presencia del propio artista, este mundo que nos presenta Gutiérrez responde a una práctica más restrictiva y limitada de lo que uno podría imaginar. Muchos de estos personajes permanecen alojados en su imaginario desde hace años, algunos incluso desde los momentos incipientes de su trayectoria, y han tenido muy diferentes parejas de baile en las sucesivas intervenciones realizadas. Azar, automatismo aparente, fluir onírico. Sí. Pero también exploración de los límites expresivos de un material ya existente y un estudio detenido del potencial narrativo de diferentes elementos que no siempre son totalmente versátiles. En una palabra: la apariencia liviana y orgánica de las composiciones no ha de
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menoscabar el proceso de trabajo —certero y preciso, atento y medido— que determina la aparición de estas figuras. El citado escenario para el reencuentro se configura desde ese proceso de trabajo a la vez azaroso y calculado. Gutiérrez trabaja con acetatos, sobre los que dibuja sus características figuras. Estas se definen por medio de un tipo de trazo suave, musical. En muchos casos, estas figuras no están completadas y no logran alcanzar entidad por sí mismas. En el momento de ser realizadas se les da una vida sólo relativa, pues no acaba de esclarecerse la función que tendrán cuando se sumerjan en el universo que de modo específico plantea el artista en el espacio expositivo. Así, las figuras —o protofiguras, pues muchas no abandonan esa naturaleza fragmentaria, inacabada— aguardan sobre el lugar la decisión del artista sobre el rol que van a jugar en función de las cualidades del espacio, de sus accidentes físicos... Es entonces cuando sucede el reencuentro entre figuras que ya pudieron ser hermanadas en ocasiones anteriores y en muy diferentes situaciones y que ahora configuran nuevas narrativas más o menos felices, más o menos túrbidas. En cualquier caso, no esperen que aflore una narrativa concreta y completa, una historia con un principio y un fin: toda ambición narrativa en la obra de Fernando Gutiérrez es quebradiza y pretendidamente inconsistente e inverosímil, como las propias figuras que la constituyen. Sobre un cuerpo humano que actúa como un plinto se dispone una cabeza que son dos al mismo tiempo. Una es de no se qué mamífero y la otra parece la de un elefante. Del rostro de otro elefante, no muy lejos de ahí, no emerge una trompa sino la pierna de un niño. Hay danzantes coronados por cabezas enormes sobre las que descansan animalillos. En ocasiones, de esas mismas cabezas nacen enormes capullos que eclipsan, cubriéndolos, al resto de seres que por ahí abundan. En otro sector, el cuerpo de un animal descansa sobre el del otro y sobre el de este otro en una compleja y temblorosa columna ascendente. Y de algunas cabezas emergen también formas orgánicas que tienen tanto de estructura molecular como de sección de una chirimoya o de vaya uno a saber qué fruta. Hay seres que permanecen aislados, atónitos tal
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vez ante el desfile incomprensible del que forman parte. No acaban de engarzar con nadie y ni siquiera tienen plena entidad como tales, las líneas que las conforman aun imprecisas, irresueltas (¿quiénes son estos personajes danzantes que parecen llegados de alguna civilización lejana, tal vez egipcia?). La distorsión de las escalas es habitual en las secuencias de imágenes que presenta el artista. También la incoherencia y la extravagancia de formas y asociaciones. La vinculación de Fernando Gutiérrez con la técnica surrealista de los cadavre exquis pronto se convirtió en el leitmotiv predominante en su trabajo. Como se sabe, en los ambientes surrealistas parisinos de los años 20 se instauró la costumbre colectiva de iniciar juegos con el lenguaje que trascenderían toda linealidad racional y que tendrían su eco en dibujos sobre papel. Breton hablaba de «ataques entre los diferentes elementos del lenguaje», de un tipo de «comunicación devenida aventura». Felizmente incongruente y atolondrado, incontrolable y libre, el lenguaje —y con él el trazo— se deslizó hacia territorios sin explorar, proclive a infantilismos hacia los que no había prejuicio alguno y sí una actitud desenfadada y entusiasta. La autoría colectiva de este tipo de práctica surrealista eliminaba toda opción a la creación de narrativas coherentes. Gutiérrez se acerca a esta posición a partir de la utilización de elementos de escalas y proporciones divergentes, que impiden la gestación de cuerpos humanos o animales que puedan responder a alguna lógica. Del mismo modo, cuando estos se disponen en frisos horizontales, como es el caso de esta exposición en Alcobendas, no hay intención de alumbrar el acto de leer en sentido estricto, pues tal fin aparece de todo punto excluido del ideario del artista, por mucho que su obra haya desencadenado un jugoso corpus narrativo en forma de cuentos o pequeños relatos por parte de un buen puñado de autores. Como decíamos, no es difícil encontrar miembros ausentes en multitud de cuerpos, extremidades desgajadas que forman ahora parte de otros. Son conocidas las aportaciones del Surrealismo a este mundo de cuerpos quebrados, de seres sin cabeza y sin brazos, desde De
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Chirico hasta Magritte. El trabajo de Fernando Gutiérrez responde también a un rechazo de la realidad inmediata y se define en el marco de una ficción que es tan poderosamente visual como rotundamente elusiva, con ese particular desfile de figuras que son una y mil a un mismo tiempo. La idea de «camuflaje» que da nombre a la exposición deriva de algunos de los recursos más utilizados por el artista, la superposición de formas livianas y el palimpsesto, que vertebran también aquí todo su quehacer. En no pocas ocasiones, es tal la profusión de figuras que se concentran en un mismo plano que la imagen deviene ilegible. El vuelo de una línea que corre por lo general decidida y firme dando forma precisa a las figuras se convierte en un magma confuso y abstracto que elude todo discernimiento y a veces es tan profuso que convierte la superficie en una tupida maraña que niega la presencia del muro que la sustenta. Conviene detenerse ante los acetatos que pueden verse al final de una de las salas de este espacio de Alcobendas. No los perciban como si fueran dibujos preparatorios sino más bien como el soplo que da vida a esta gran procesión de personajillos imposibles. Ya en su naturaleza misma, estos pequeños cuadros reúnen las cualidades de los dibujos murales que ellos mismos determinan en cada exposición, pues se conforman a partir de la superposición de dos o tres unidades que producen nuevas imágenes. Estas atienden tanto a un dejarse llevar por un acceso azaroso como a una construcción calculada. Recuerden: ninguna de estas dos actitudes ha de ser menospreciada a favor de la otra.
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Camuflaje
Proyecto site specific. Intervenci贸n gr谩fica. Centro de Arte Alcobendas [2013]
Sin tĂtulo, 2013 Rotulador sobre acetato, 21 x 30 cm. c/u.
Dumbo acrobacia, 2012 Animación en DVD, blanco y negro, 00’ 18’’, loop
Camuflaje
Fernando Gutiérrez Centro de Arte Alcobendas Del 18 de julio al 28 de septiembre de 2013
EXPOSICIÓN / CATÁLOGO AYUNTAMIENTO DE ALCOBENDAS IGNACIO GARCÍA DE VINUESA / Alcalde LUIS MIGUEL TORRES HERNÁNDEZ / Concejal de Cultura, Juventud, Infancia y Adolescencia Organización y edición / SERVICIO DE ARTES PLÁSTICAS. PATRONATO SOCIOCULTURAL Comisaria / BELÉN POOLE QUINTANA Texto / JAVIER HONTORIA Fotografía / FERNANDO GUTIÉRREZ, JUANJO PUERMA, RAFAEL SERVÁN Maquetación, impresión y producción / MOONBOOK Seguro / SEGUROS BILBAO ISBN: 978-84-938431-2-0 Depósito legal: M-23009-2013 © de la edición, Ayuntamiento de Alcobendas © de los textos, sus autores
Centro de Arte Alcobendas Mariano Sebastian Izuel, 9 Alcobendas, Madrid 91 229 49 40 centrodearte@ aytoalcobendas.org www.centroartealcobendas.com
FECHA INICIO: 18/07/13 CLAUSURA: 28/09/13 LUGAR:_CENTRO DE ARTE ALCOBENDAS
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