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NOTICIAS Y EVENTOS DE LA SEMANA
ECONOMÍA VERDE
El uso de fertilizantes, una amenaza creciente Su mayor utilización pone en peligro no solo la biodiversidad y salud del planeta sino la propia agricultura LORENA FARRÀS / 08/12/2020 06:00 Cuando fueron descubiertos, a inicios del siglo XX, los fertilizantes sintéticos supusieron toda una revolución al aumentar la producción agrícola, permitiendo alimentar a una población mundial en rápido crecimiento. Sin embargo, cien años más tarde, su uso está fuera de control, según advierten varias organizaciones internacionales. “Durante todo el siglo pasado se han estado utilizado indiscriminadamente en Europa y Estados Unidos y ahora se han sumado las economías emergentes”, advierte Enrique Cat, de Nostoc Biotech. China, Estados Unidos e India son los principales usuarios de este tipo de productos, en la actualidad, al representar la mitad del consumo global, según la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO). Países China, Estados Unidos e India consumen la mitad de los fertilizantes sintéticos La FAO denuncia que se sigue la idea del “cuanto más, mejor”, cuando en realidad estos incrementos no necesariamente se traducen en una correspondiente mejora en la nutrición de las plantas, ya que estos componentes se acaban perdiendo en el entorno. Como consecuencia, los rendimientos de las cosechas acaban siendo más bajos, porque el ecosistema se debilita. Cat advierte, en concreto, que “aumentan la proporción de las plantas que pueden sufrir plagas, lo que obliga a aplicar más pesticidas”. Es decir, su cada vez mayor utilización no sólo pone en peligro la biodiversidad y la salud del planeta, al contribuir al calentamiento global, el empeoramiento de la calidad del aire y al contaminar los suelos y las aguas, sino que pone en peligro la propia producción de alimentos. La FAO advierte de que la degradación intensa o moderada –debido al uso de fertilizantes sintéticos, entre otras causas–afecta ya a un tercio del suelo mundial y de que su recuperación es tan lenta que se necesitarían mil años para crear un centímetro de capa arable superficial. Estados miembros de las Naciones Unidas respaldaron hace un año la Declaración de Colombo sobre la Gestión Sostenible del Nitrógeno, la cual establece la ambición de reducir a la mitad los desechos de nitrógeno (uno de los principales componentes de los fertilizantes), de todas las fuentes, para el año 2030. Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) no sólo se trata de un objetivo necesario y asumible, sino que supone además un ahorro de 100.000 millones de dólares (82.350 millones de euros) anuales a nivel mundial. Impacto Hasta 82.350 millones anuales de ahorro supondría reducir a la mitad los desechos de nitrógeno En Catalunya, “el problema de los nitratos no es tanto consecuencia de los fertilizantes sintéticos, sino
de los purines procedentes de las explotaciones ganaderas”, señala Víctor Riau, investigador y miembro del grupo de gestión integral de residuos orgánicos del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA). Parte del trabajo de Riau consiste, precisamente, en encontrar soluciones para que el purín de las granjas potencie el crecimiento de los cultivos pero sin provocar problemas de contaminación. La primera solución que plantean los expertos es ser más eficientes en el uso de este recurso. En toda la cadena de valor, el 80% del nitrógeno se desperdicia y se pierde en el medio ambiente, de acuerdo a un estudio del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido. Un aprovechamiento más eficiente del estiércol animal y un mayor uso, en rotaciones, de cultivos fijadores de nitrógeno (como las leguminosas, que convierten el nitrógeno del aire en una forma biológicamente útil), son cruciales para reemplazar el nitrógeno sintético como parte del proceso para reconstruir la fertilidad del suelo. Todo ello está muy relacionado con enfoques agroecológicos, como la agricultura orgánica, la agricultura de conservación, de bajos insumos y de labranza mínima. Coincidiendo con el Día Mundial del Suelo, el 5 de diciembre, el Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya (ICGC ) ha dado a conocer una cartografía que permite determinar en qué punto se encuentran nuestros suelos respecto los últimos datos recogidos y los riesgos actuales para poder definir políticas agrícolas y forestales más efectivas. Fuente: https://www.lavanguardia.com/economia/20201208/6102919/fertilizantes-cultivo-alimentoscampo.html
PERSPECTIVAS
Más allá de lo sostenible: un sistema alimentario que restaure el planeta La producción de alimentos es la mayor amenaza para la naturaleza: un sistema regenerativo lo cambiaría todo junio 30, 2020 Uno de los aspectos más devastadores del COVID19 es la forma en que socava las conexiones que mantienen unida a la sociedad. Las medidas de distanciamiento social requeridas para ralentizar la expansión de la enfermedad y que salvan vidas están, desafortunadamente, rompiendo muchos de los sistemas interconectados inscritos en nuestro mundo moderno. Cuando hablamos de alimentos, estamos inherentemente hablando de conexiones, sea que se trata de las conexiones sociales que formamos al compartir una comida, o las conexiones entre todos los actores e industrias requeridas para cultivar, procesar y distribuir los ingredientes de esa comida. Hoy en día todas estas conexiones están siendo puestas a prueba. Para verlo basta con pensar que, si los trabajadores enferman, esto puede llevar al desabasto y a una menor producción en el campo y en las instalaciones que procesan alimentos. Aún cuando sí se produjeran estos alimentos, los retos de transportarlos y de importarlos implican que la comida no siempre llega hasta nuestros anaqueles. Aún cuando la comida sí llega a los anaqueles, la gente que ha perdido sus empleos quizá no puede comprarla. El COVID19 ha puesto a la vista cuán vulnerables son nuestros sistemas alimentarios a una disrupción en cada punto de su viaje desde la parcela hasta el plato. Por desgracia, el COVID19 está lejos de ser la única amenaza que enfrentan hoy en día nuestros sistemas alimentarios. Además de que los sistemas comerciales y económicos se han visto duramente sacudidos por la pandemia, hay otra capa de sistemas ecológicos que sostienen nuestra producción de alimentos. Debajo de cada uva y cada lenteja hay un mundo de microbios que enriquecen los suelos,
de insectos polinizadores, de plantas que filtran el agua y una orquesta de vidas que dependen la una de la otra. Todas ellas están amenazadas por el cambio climático. ¿La próxima crisis alimentaria? A diferencia del COVID19, las amenazas que supone el cambio climático no son nuevas, y se nos ha advertido una y otra vez de que nuestros sistemas de producción de alimentos no son sostenibles. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha advertido de que el cambio climático ya está reduciendo nuestra producción de alimentos en las regiones más áridas, y que llegar más allá de los 1.5 grados centígrados por encima de los promedios preindustriales tendría impactos cada vez más severos en los sistemas alimentarios. También hemos sabido por algún tiempo que la forma en que producimos la mayor parte de nuestros alimentos está haciendo que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad empeoren notablemente, y la agricultura es responsable de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, del 70% de la pérdida de agua dulce y del 80% de las pérdidas de hábitats. Ahora tenemos un círculo vicioso entre la producción de alimentos y la degradación de la naturaleza. Debajo de cada uva y cada lenteja hay un mundo entero de microbios que enriquecen los suelos, de insectos polinizadores, de plantas que filtran el agua y una orquesta de vidas que dependen la una de la otra. El COVID19 ha expuesto cuán rápidamente las disrupciones que sufren nuestros sistemas alimentarios pueden precipitar nuevas crisis. Si esperamos hasta que los impactos en el clima se hagan más severos y generalizados, probablemente será demasiado tarde para evitar que entremos en otra crisis global. Llegados a este punto no basta con producir más alimentos en forma que se minimicen los daños al planeta: debemos empezar a producir alimentos de forma que activamente restauren su salud. En The Nature Conservancy (TNC) llamamos a esta idea “sistemas alimentarios regenerativos”. La idea es producir comida -sea en tierra o en el mar- de forma que activamente restaure el hábitat y proteja la biodiversidad dentro y en torno de las áreas productivas, al tiempo que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero. En algunos casos, los sistemas alimentarios regenerativos pueden producir aún más alimentos que los sistemas tradicionales y -esto es clave- preservan los medios de vida de agricultores, pescadores, ganaderos y otros que trabajan para abastecernos de alimentos, ahora y a largo plazo. Los sistemas alimentarios regenerativos: Producen alimentos, ya sea en la tierra o en el mar, de manera que restauran activamente el hábitat y protegen la biodiversidad dentro y alrededor de las áreas de producción. Reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Preservan los medios de vida de los agricultores, pescadores, ganaderos y otros que trabajan para proporcionar nuestros alimentos, ahora y a largo plazo. Sistemas alimentarios regenerativos Para la mayoría de nuestros platos, el viaje “de la parcela al plato” no es tan simple. Es más bien de la parcela (o del bote) al procesador, al distribuidor y de ahí al minorista, en un itinerario marcado por las finanzas privadas, los subsidios gubernamentales, el márketing a los consumidores y docenas de otros factores. Crear sistemas alimentarios regenerativos implica buscar un cambio a lo largo de todo ese camino. Para cambiar nuestros métodos de producción y hacer que regeneren la naturaleza en vez de degradarla, debemos cambiar los incentivos de mercado para que impulsen una mayor adopción de las prácticas productivas regenerativas, y debemos acelerar estos esfuerzos en áreas clave de producción global a lo largo de la próxima década. Pero, ¿eso cómo se vería? Regenerar la naturaleza: salud de los suelos y acuacultura Empecemos con algo fundacional: el suelo bajo nuestros pies. El suelo no es solamente materia inerte. Un suelo saludable está lleno de organismos vivos que ayudan a generar los nutrientes que las
cosechas necesitan para vivir. Sin embargo, muchas prácticas productivas convencionales degradan inadvertidamente la salud de los suelos a lo largo del tiempo, lo que a su vez puede reducir las cosechas. Echar fertilizantes, cuando están disponibles, puede compensar por la pérdida de nutrientes de los suelos, pero si se los aplica en el momento equivocado, o si no hay franjas vegetales amortiguadoras en torno a las parcelas, pueden darse escurrimientos a los cuerpos de agua cercanos, dañando los ecosistemas de agua dulce e inclusive los ecosistemas marinos, pues el exceso de nutrientes se abre paso hasta el océano y crea “zonas muertas” hipóxicas. Adoptar prácticas como la labranza de conservación y el uso de coberturas vegetales puede restaurar la compleja biología de los suelos que es clave para la producción de alimentos a largo plazo, al tiempo que se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y el escurrimiento de nutrientes. Con ello, ganan el productor, los ecosistemas locales y el clima. ¿Qué pasa cuando el exceso de nutrientes sí llega hasta el mar? Los sistemas alimentarios regenerativos también pueden ayudar en estos casos. Ciertas especies de acuacultura, como las ostras, filtran activamente el agua y asimilan el exceso de nutrientes, y de hecho mejoran la calidad del agua para otras especies en el área. De hecho, si se practica adecuadamente, la acuacultura ofrece muchos beneficios regenerativos: tiene las menores emisiones de gases de efecto invernadero de todas las formas de producción de alimentos, y las algas de acuacultura pueden inclusive usarse para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero. Incentivos financieros para una ubicación inteligente de cosechas Las prácticas productivas, aunque son un punto de partida esencial, representan solo un elemento del sistema alimentario. Procesar, distribuir, vender y financiar son todos elementos que también determinan qué tan sostenibles son nuestros sistemas alimentarios. Basta con pensar en la soya, uno de los productos más ubicuos del mundo y uno de los principales motores del cambio de uso del suelo en los ecosistemas del Cerrado y del Chaco de Brasil y Argentia. La soya no tiene por qué remplazar el hábitat natural: hay mucha tierra que ya se había desmontado con anterioridad que puede usarse para la producción de soya. La clave está en generar los incentivos de mercado correctos para priorizar la producción en esos terrenos. TNC trabaja con comerciantes globales, empresas de insumos y bancos para ofrecer financiamiento atractivo y de largo plazo para los productores que siembran su soya en tierras desmontadas con anterioridad. Puesto que la conversión del hábitat genera mayores temperaturas y otros impactos climáticos locales que reducen las cosechas de soya, evitar la deforestación genera beneficios adicionales para los productores de toda la región, por no mencionar los beneficios de largo plazo de mitigar el cambio climático global. En este momento, no es suficiente producir alimentos de manera que minimicen el daño al planeta; debemos comenzar a producir alimentos de manera que restauren activamente la salud del planeta. Ganar en escala con acciones corporativas y políticas inteligentes Estos cambios requerirán que las empresas más grandes del sistema alimentario global lideren activamente el camino. El sistema global de alimentos es vasto, y cada día contecta las decisiones de millones de agricultores, pescadores y consumidores, que de otra forma no tendrían que ver la una con la otra. Con todo, no hay duda de que las empresas más grandes tienen una enorme influencia a nivel global, especialmente cuando se trata de los sistemas de procesamiento y distribución que conectan a los productores con los consumidores. Pensar que el cambio depende de que estas compañías lideren o no el camino puede resultar controversial para algunos. Después de todo, muchas de estas mismas compañías han creado un sistema alimentario global que acelera el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Ciertamente no todas las compañías están preparadas para hacer ese cambio fundamental hacia sistemas alimentarios regenerativos, pero hay unas cuántas que sí lo están haciendo, y que merecen nuestro apoyo y colaboración. De hecho, el último mes ha visto una oleada de compromisos positivos de grandes corporaciones que trabajan en el sector alimentario. Apenas la semana pasada el grupo Syngenta expandió sus compromisos de sostenibilidad a través de un “Plan de Buen Crecimiento” que incluye la promesa de reducir las emisiones de carbono de las operaciones agrícolas de la empresa en un 50% y de ayudar a los agricultores a lidiar con los patrones climáticos extremos que ha traído el calentamiento global.
Los recientes compromisos de Syngenta vienen justo detrás de la inversión de mil millones de euros por parte de Unilever en un “fondo del clima y la naturaleza”, y del anuncio por parte de Wal-Mart a principios de este año de un Proyecto Gigaton, una iniciativa para evitar mil millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero de su cadena global de valor antes de 2030. Estas empresas no transformarán por sí solas el sistema alimentario global, pero no podremos conseguir una transformación significativa sin ellas. Un futuro major para la alimentación Soy economista por formación, conservacionista por vocación y agricultor de corazón. Por todas estas razones, la reforma de los sistemas alimentarios es algo hondamente personal para mí. Es personal por la cercanía que siento con otros que se ganan la vida proveyendo alimentos. Es personal porque me preocupo profundamente por el mundo natural, y sé que cambiar nuestros sistemas alimentarios es clave para tener un futuro positivo. Es personal porque he pasado gran parte de mi vida estudiando mercados, y estoy convencido de que son esenciales para impulsar el cambio al ritmo y la escala que necesitamos. Los alimentos son mucho más que algo que comemos para sobrevivir. Son parte de cómo prosperamos. Compartir el pan y la sal es un ritual social – para muchos, un ritual sagrado – que trasciende el tiempo y la cultura. Cuando le preguntan a la gente sobre qué ha extrañado más en este tiempo de aislamiento impuesto por el COVID19, muchos dicen que extrañan compartir los alimentos con amigos y familiares. Obviamente, si lo peor que has experimentado es perder las comidas compartidas, tú -como yo- estás entre los más afortunados, y eso quiere decir que todavía tenermos comida en nuestros hogares y buena salud y fuerza para disfrutarla. Pero eso no es algo con lo que ninguno de nosotros pueda contar indefinidamente si seguimos produciendo comida de forma que degrade el planeta y exacerbe el cambio climático. Estamos ante una amenaza existencial, pero también ante una solución elegante anclada en la naturaleza. Sin embargo, el giro hacia un sistema alimentario regenerativo debe suceder rápidamente: en apenas una década. Esto requiere una innovación bien dirigida, coordinación global y la disposición a enfrentar intereses bien afianzados. El futuro que nos espera si no lo hacemos es mucho peor que comer solo. Fuente: https://www.nature.org/es-us/que-hacemos/nuestra-vision/perspectivas/mas-alla-de-losostenible/
COVID-19 Dashboard by the Center for Systems Science and Engineering (CSSE) at Johns Hopkins University (JHU)/ 9 de diciembre 2020/ 10:26 AM Global Casos 68,414,122 15,186,244 9,735,850 6,674,999 2,518,551 2,363,197 1,757,394 1,754,918 1,702,328 1,469,919 1,384,610
US India Brazil Russia France Italy United Kingdom Spain Argentina Colombia
Global Muertes 1,560,630 286,461 178,159 141,360 110,874 62,130 61,240 56,453 51,212 46,646 44,220
US Brazil India Mexico United Kingdom Italy France Iran Spain Russia
1,229,269 1,193,255 1,088,346 1,072,620 976,621
Germany Mexico Poland Iran Peru
893,630 Turkey 867,991 Ukraine 821,889 South Africa 594,572 Belgium 592,900 Indonesia 586,525 Netherlands 569,873 Iraq 564,778 Chile 556,927 Czechia 532,040 Romania 484,104 Bangladesh 444,164 Philippines 432,870 Canada 426,142 Pakistan 384,088 Morocco 363,654 Switzerland 359,274 Saudi Arabia 349,024 Israel 327,976 Portugal 311,002 Austria 304,793 Sweden 259,588 Hungary 247,131 Jordan 244,433 Nepal 241,831 Serbia 198,752 Ecuador
40,009 38,158 36,401
Argentina Colombia Peru
22,432 South Africa 21,160 Poland 20,105 Germany 18,171 Indonesia 17,507 Belgium 15,690 Chile 15,314 Turkey 14,702 Ukraine 13,794 Ecuador 12,896 Canada 12,821 Romania 12,501 Iraq 9,923 Netherlands 9,136 Czechia 9,002 Bolivia 8,677 Philippines 8,547 Pakistan 7,296 Sweden 6,930 Bangladesh 6,813 Egypt 6,370 Morocco 6,280 Hungary 6,002 Saudi Arabia 5,663 Switzerland 5,192 Portugal 5,156 Bulgaria
Fuente: https://coronavirus.jhu.edu/map.html
CALENDARIO AGROECOLÓGICO DICIEMBRE * martes 1 diciembre, Día de la Prevención del SIDA * jueves 3 diciembre, Día Internacional del No Uso de Agroquímicos. * jueves 3 diciembre, Día nacional de la promoción de la Agricultura Ecológica. * sábado 6, (1999-2020) Vigésimo primer Aniversario de la BioFeria de Miraflores. * jueves 10 diciembre, Día de la Declaración de los Derechos Humanos * lunes 14 diciembre, día del Cooperativismo Peruano * viernes 25 diciembre, Navidad, feriado * viernes 1 de enero 2021, feriado
BIOCOMPARTIENDO #56- 2020 ¡ Por una vida productiva, sana y feliz, libre de transgénicos ! Miembro de ▪ Centro IDEAS: Innovando procesos de calidad de vida ▪ RAE Perú (Red de Agricultura Ecológica del Perú) Promoviendo sociedades con cultura agroecológica ▪ Consorcio Agroecológico Peruano - CAP