Biocompartiendo Nro. 18-2022

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Editor: Fernando Alvarado de la Fuente E-mail: bioferdi@hotmail.com Blog: http://fernandoalvaradodelafuente.blogia.com/ FaceBook: Fernando Alvarado BioFerdi WEB: www.ideas.org.pe Facebook: http://www.facebook.com/centroideas.peru


NOTICIAS Y EVENTOS DE LA SEMANA

Liderazgo: el reto del nuevo ministro El nombramiento de Andrés Alencastre como nuevo ministro en el despacho de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) constituye, sin duda, un claro y positivo contraste con la situación de los ministros anteriores, quienes tuvieron que dejar el cargo debido a incapacidad o desatinos de distinto calibre. Se sabe que el actual responsable de la cartera conoce el agro y que no tiene un historial manchado, detalle este último que ha caracterizado a casi todos sus antecesores. Antes bien, a propósito de las fallidas licitaciones convocadas para importar urea, ha despedido a los funcionarios de Agro Rural encargados de llevarlas adelante y ha procedido a denunciarlos por sospechas de corrupción. Queda por ver si Alencastre está en capacidad de liderar la respuesta a una situación complicadísima, en la que convergen el aumento de precio de los alimentos, la dificultad de millones de personas para adquirirlos en cantidad y calidad suficientes, y el inicio de nueva campaña agrícola marcada por la escasez de fertilizantes (por tanto, con menores cosechas), todo ello en un contexto internacional adverso que influye fuertemente en el país y cuyo desenvolvimiento y duración son impredecibles. Obviamente, esta no es tarea de un solo hombre, ni siquiera de un solo ministerio. Requiere el apoyo decidido y sincronizado del propio ministerio que Alencastre dirige, órgano que lamentablemente ha sido debilitado por la ineptitud de los exministros Zea y Arce al sustituir profesionales experimentados por compinches y amigotes. Requiere también de la acción coordinada con otros ministerios y otros niveles de gobierno —regional y local—, tarea difícil de realizar porque el Estado peruano no tiene una tradición de intervenciones intersectoriales ni intergubernamentales. Requiere, finalmente, apoyar y generar sinergias con iniciativas de la sociedad civil y, en particular, con las mujeres, quienes hasta el momento han mostrado mucho mayor capacidad para enfrentar la crisis agroalimentaria, pero con grandes limitaciones debido a que necesitan con urgencia recursos suficientes, continuados, transparentes y racionalmente distribuidos. Si el nuevo ministro no logra desarrollar capacidad de liderazgo (tanto más necesaria dado que el presidente Castillo no la tiene en absoluto en su propio gabinete) para movilizar recursos, voluntades e instituciones, es improbable que sus gestiones para enfrentar la crisis tengan éxito. Tiene que ganar liderazgo, asimismo, ante la opinión pública, hoy más escéptica que nunca, y un paso para ello es darle a la población información veraz acerca de los alcances de la actual crisis agroalimentaria. Las noticias y las opiniones sobre la gravedad y alcances de la crisis varían, desde las de quienes afirman que prácticamente no habrá crisis (a lo más la producción bajaría en un 2 %, según sostiene Walter Aguirre, jefe de asesores del ministro), hasta las de quienes están atentos a las advertencias de los organismos internacionales y anticipan su profundización (la FAO señala que casi la mitad de la población peruana estaría en riesgo). La atención del Estado —y de los medios de comunicación— ha estado volcada al tema de la importación de urea y, más recientemente, a cuáles serán los criterios de su distribución. Acerca de este último punto, parece no haber claridad en el gobierno respecto a si de lo que se trata es de asegurar la mayor oferta de alimentos —por la naturaleza de la crisis, esto es lo esencial— o de aliviar la precaria economía de los agricultores que conducen menos de cinco hectáreas (límite establecido por el Decreto de Urgencia 013-2022), para quienes, es cierto, podría haber otros tipos de apoyo más efectivos. Esperamos que el ministro y sus nuevos asesores opten por los criterios que aseguren la provisión de alimentos y su mejor acceso por la población vulnerable. editorial La Revista Agraria Año 24 No. 198, junio de 2022 Fernando Eguren Director de La Revista Agraria


Crisis alimentaria en un sistema agroalimentario fallido Fernando Eguren1 La actual crisis agroalimentaria tiene causas discernibles que han sido materia de copiosos análisis en los últimos meses. Menos explícitas han sido las referencias a que esta crisis ocurre en un marco mucho más vasto, complejo, estructural y de amplio arco temporal: el de un sistema alimentario global fallido. «Los sistemas alimentarios están fallando», declaró el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, al inicio de la Cumbre Mundial sobre Sistemas Alimentarios Globales. Fallas del sistema alimentario Apenas unos meses antes del inicio de la invasión rusa a Ucrania, se celebró en Roma, el 23 de setiembre de 2021, la Cumbre Mundial sobre Sistemas Alimentarios Globales, organizada por las Naciones Unidas. Se convocó con muchos meses de anticipación —en los inicios de la pandemia y antes de que el precio de los alimentos comenzara a elevarse a mediados del año pasado—, pues había demasiados indicadores que justificaban la necesidad de realizar grandes cambios, y la incidencia de la covid-19 los hizo más evidentes. Entre esos indicadores están: la constatación de que una parte importante de la humanidad vive en una situación de inseguridad alimentaria, pese a la existencia de suficiente producción de alimentos; que el diez por ciento —o más— de la población mundial pasa hambre (incluso antes de la crisis actual); que tres mil millones de personas no acceden a una dieta saludable; que no cesa de crecer el porcentaje de la población malnutrida, es decir, con sobrepeso u obesidad (condición actual de unos dos mil millones de personas); que la tercera parte de la comida producida se pierde o desperdicia; que el cambio climático es una amenaza creciente para la producción de alimentos; que los sistemas alimentarios son responsables de un tercio del total de emisiones globales de gases de efecto invernadero; y que en el sistema alimentario mundial hay demasiado poder concentrado en un puñado de empresas transnacionales. La cumbre se centró en cinco áreas de acción: alimentos saludables para todos, consumo sostenible, producción sostenible, ingresos y desarrollo económico, y reducción de la pobreza y resiliencia. No llegó a concluir con propuestas adecuadas para enfrentar la crisis alimentaria, que sería inesperada y rápidamente agravada por la guerra ruso-ucraniana. En una entrevista efectuada en abril de 2021, Joachim von Braun, vicepresidente de Welthhungerhilfe y cabeza del Grupo Científico de la mencionada cumbre, resumió los principales problemas del sistema alimentario en tres: los insuficientes esfuerzos para lograr la superación del hambre; la no prevención de la malnutrición, la obesidad y los problemas de dietas no saludables; y su contribución en poner en peligro el planeta. Como un problema adicional señaló que, en materia de alimentación y agricultura, no existía una institución que proveyese una clara estructura de interacción entre la ciencia y la definición de políticas, equivalente a la que sí tiene la cuestión climática con el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático. El Comité para la Seguridad Alimentaria Mundial, creado en 1974 y reformado en 2009, no llegó a tener los resultados esperados para dar forma a un sistema agroalimentario sostenible y equitativo2 . Concentración de poder en el sistema alimentario Una de las críticas formuladas a la cumbre fue no haber abordado el problema que, para alcanzar la seguridad alimentaria global, representa la inmensa concentración de poder que tiene un reducido número de corporaciones transnacionales que forman parte del sistema alimentario. Jose Graziano da Silva, director general de la FAO hasta 2019 y destacado portavoz de esta crítica3, afirma que si la cumbre las hubiese tomado en cuenta, las hubiese identificado como una de las causas principales de la desnutrición, la obesidad y el cambio climático. Esta tríada de epidemias: obesidad, desnutrición y cambio climático «constituyen —escribe— una “sindemia”, o una sinergia de epidemias, porque concurren en el tiempo y el lugar, interactúan entre sí para producir secuelas complejas y comparten impulsores sociales subyacentes comunes»4 .


En efecto, el grado de concentración de corporaciones en el sistema alimentario es extraordinario, como lo es, por tanto, el de concentración del poder de decisión en aspectos que son estratégicos para dicho sistema. Las cuatro más grandes corporaciones productoras de semillas concentran el 67 % del mercado mundial de ese producto; igual número de megaempresas controla el 70% de agroquímicos; cinco empresas, el » 18 % de los fertilizantes; cinco, el «41% de maquinaria y de información agrícola; y cuatro, el 90% de la comercialización de granos. Es también muy alta la concentración —en un número reducido de corporaciones— de la industria de procesamiento de comidas y bebidas, y de la venta minorista de alimentos en cadenas de supermercados. Por otro lado, también hay concentración en la exportación de alimentos, de los cuales dependen decenas de otros países; entre los más grandes exportadores están la Unión Europea, los Estados Unidos, el Brasil y la China, además de Rusia y Ucrania. Pero también hay concentración de grandes importadores, cuyo comportamiento influye en los precios internacionales. Las decisiones de esta constelación de corporaciones y de los más grandes exportadores e importadores tienen una gran influencia sobre la orientación de la agricultura, de la ganadería y de la alimentación mundial, pero también contribuyen a la fragilidad del sistema alimentario global. George Monbiot, columnista del diario británico The Guardian, lo explica utilizando la metáfora del sistema alimentario como una gran malla. Si una malla está compuesta de miles de nudos y centenares de miles de relaciones entre ellos —los hilos o cuerdas—, será muy flexible y resiliente a shocks; pero si los nudos son muy pocos y dominantes (corporaciones de comercio, de semillas y químicos, los grandes exportadores e importadores, los grandes puertos de tránsito), con fuertes relaciones entre sí, y se comportan de manera similar, la malla será más rígida y poco resiliente: los shocks en uno de los nudos se trasladarán inmediatamente a los demás y la capacidad de resiliencia será pequeña. «... Entonces, esto es lo que da escalofríos a quienes estudian el sistema alimentario mundial. En los últimos años, al igual que en las finanzas durante la década de 2000, los nudos clave del sistema alimentario se han hinchado, sus vínculos se han fortalecido, las estrategias comerciales han convergido y sincronizado, y las características que podrían impedir el colapso sistémico (“redundancia”, “modularidad”, “disyuntores” y “sistemas de respaldo”) han sido eliminadas, exponiendo el sistema a impactos “globalmente contagiosos”»5 Inseguridad alimentaria en los países desarrollados Si bien la inseguridad alimentaria está más extendida en países pobres y de ingresos medios, los países ricos también la sufren. A mediados de 2021, el 15 % de la población de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte padecía de inseguridad alimentaria y esta se iba agravando6 En Francia, entre 5 y 7 millones de personas recurrieron a la ayuda alimentaria en 2020, en contraste con los 5,5 millones y los 2,6 millones que la necesitaron en 2017 y 2006, respectivamente, según cifras difundidas por el Ministerio de Solidaridad y de la Salud de Francia7 En Alemania, la red Tafel, con 940 bancos de alimentos o comedores, dio de comer a 1,65 millones de personas en 2020; en el contexto de la pandemia, alrededor de 13 millones de personas en ese país viven en la pobreza y deben enfrentar el hambre, la malnutrición y la miseria social8 En los Estados Unidos, en donde «la inseguridad alimentaria es un problema que se mantiene crónico desde hace décadas»9, ella afectaba en 2020 a 13,8 millones de hogares (10,5 % del total de hogares estadounidenses)10; según otra fuente, en este país el hambre alcanza al 12 % de su población (41 millones de personas), y 22 millones de niños dependen de sus escuelas para comer11. En el Japón, la inseguridad alimentaria afecta a los pobres, es decir, al 15,7 % de la población total. En Australia, este porcentaje es bastante mayor: 21,7 %12. En todos estos casos, la razón principal es la desigualdad, que se ha agudizado en los últimos años. ¡Esto ocurre nada menos que en el Decenio de Acción sobre la Nutrición de la ONU, que abarca los años 2016 a 2025!


Adicionalmente a lo mencionado en los párrafos anteriores, hay en curso otras amenazas a la seguridad alimentaria, de las que citaremos solo dos por limitaciones de espacio. El deterioro de los recursos naturales Por muchos, muchos años más, la principal fuente de producción de alimentos dependerá de los suelos, el agua y el clima. La agricultura en entornos artificiales —invernaderos, agricultura vertical, hidroponía— o la producción de alimentos sintéticos elaborados en laboratorio —como la carne cultivada— van ganando terreno, aunque es improbable que en algún momento desplacen a los tres elementos mencionados. Pero resulta que estos también están en riesgo. Los microorganismos del suelo —que hacen posible que las plantas puedan alimentarse y se desarrollen— están amenazados por las actividades humanas, el cambio climático y los desastres naturales. Uno de los principales factores es el uso excesivo e indebido de productos químicos agrícolas. La FAO advierte que «El tratamiento de los suelos con fertilizantes inorgánicos para incrementar o mantener el rendimiento ha tenido efectos adversos importantes en la salud del suelo y ha contribuido a la contaminación de las aguas dulces derivada de la escorrentía y el drenaje»13. Otras amenazas son la erosión de los suelos, la desertificación y la salinización; esta última afecta a 1257 millones de hectáreas en el mundo14. También debe mencionarse que la erosión progresiva de la biodiversidad es otra amenaza a las condiciones necesarias para enfrentar los desafíos que plantea, de manera cada vez más urgente, la seguridad alimentaria. En síntesis: los recursos básicos necesarios para la producción de alimentos están en riesgo. El desperdicio de alimentos En esta crisis agroalimentaria no deja de sorprender el hecho de que la pérdida y desperdicio de alimentos no haya merecido más atención, cuando desde hace muchos años se recoge información referida a la materia. Los estimados más recientes de la FAO destacan que alrededor de la tercera parte de los alimentos se pierden o desperdician15; en volumen, se trata de 1300 millones de toneladas anuales, de lo cual corresponde a América Latina más de 127 millones de toneladas, lo que equivale a 223 kilogramos por habitante al año. Este problema es particularmente grave en el caso del Perú. Un estudio publicado el año pasado concluye que la pérdida y desperdicio de alimentos en el país suman, en promedio, entre los años 2007 y 2017, 12,8 millones de toneladas, equivalente al 47,76% de la oferta nacional de alimentos, uno de los porcentajes más altos en América Latina16. Considerar la amplitud y complejidad del sistema alimentario global ayuda a la mejor comprensión del contexto de la actual crisis alimentaria. Nos permite estar alertas y saber que, aun cuando la crisis actual sea superada, el mundo, y los países, no solo están muy lejos de resolver el problema de la seguridad alimentaria, sino que crisis similares o peores aparecerán en el horizonte y hay que estar preparados. Permite, además, desde el Perú, ser conscientes de que no podemos considerar que la cuestión alimentaria puede ser enfrentada y resuelta haciendo abstracción del contexto internacional, que si bien nos ofrece oportunidades, como lo atestigua el éxito de la agroexportación, también nos presenta limitaciones, como lo constatamos hoy en la compra de la urea, de la cual depende en parte que la próxima campaña agrícola pueda proveer, o no, los alimentos suficientes que la población requiere. Notas 1 Director de La Revista Agraria. 2 Welthungerhilfe (27.4.2021). This summit must not become bogged down in ideological battles. Ver https://cutt.ly/mKjQSHR 3 Da Silva, J., Nisbett, N. y Hoey, L. (20.9.2021.). Fundamental changes needed at UN Summit to tackle global food security. Ver https://cutt.ly/XKjTx0x 4 Swinburn, B. et al. (2019). «The global syndemic of obesity, undernutrition, and climate change: the Lancet Commission report». The Lancet, 2019. Citado por Da Silva, J. et al. (2021), «Transformación


de los sistemas alimentarios: un desafío planetario». En FAO y Centro Internacional de Desarrollo Sostenible (Cides) (2021). Sistemas alimentarios en América Latina y el Caribe. Desafíos en un escenario pospandemia. Ver https://cutt.ly/cKjVVB1 5 George Monbiot (19.5.2022). «The banks collapsed in 2008 – and our food system is about to do the same». The Guardian. 6 The Guardian (6.2.2022). Ver https://cutt.ly/bJPaWV5 7 Sénat (6.6.2022). Pauvreté et insécurité alimentaire en France. 15 législature. Ver https://cutt.ly/2JPgKtRKleinert, C. and Niklaus, A. (4.4.2020). Coronavirus crisis: hunger and malnutrition spread in Germany. World Socialist Web Site. Ver https://cutt.ly/OJPk8di 9 Bloomberg (2.1.2022). America’s hunger pandemic is getting worse. Ver https://cutt.ly/mJPlHBd 10 USDA (2021). Household food security in the United States in 2020. Ver https://cutt.ly/EJPgGUe 11 Barbecue Lab. (6.2022). Hunger in America. Ver https://cutt.ly/FJPjbr2 12 National Center for Biotechnology Information (5.2019). Food insecurity and hunger in rich countries—it is time for action against inequality. Ver https://cutt.ly/qKjpWQQ 13 FAO (2021). El estado de los recursos de tierras y aguas del mundo para la alimentación y la agricultura. Sistemas al límite, p. 11. Ver https://cutt.ly/wKbxXAw. Sobre el punto, ver también el artículo de Beatriz Salazar en este número de La Revista Agraria. 14 FAO (2021). Global map of salt-affected soils. Ver https://cutt.ly/zKbxHzz. Minagri-Senamhi informan que, en la costa peruana, más de un tercio de las tierras de cultivo están salinizadas, por malos sistemas de riego y de drenaje y por cultivos muy demandantes de agua. Los suelos afectados por erosión severa suman alrededor de 8 millones de hectáreas, y los afectados por desertificación superan los 34 millones de hectáreas. Estos datos son absolutamente obsoletos y no han sido actualizados (el de la salinización es de la primera mitad de los años setenta). Ver Minagri-Senamhi (2017). Programa presupuestal multisectorial 0089: “Reducción de la degradación de los suelos agrarios”, Anexo 2, 2017. Ver https://cutt.ly/YKbv8Y5 15 Pérdida de alimentos se refiere a la que ocurre desde la producción hasta (pero sin incluirla) la venta minorista. Desperdicio de alimentos incluye desde la venta minorista hasta el consumo final. 16 Bedoya-Perales, N. y Dal’Magro, G. P. (2021). «Quantification of food losses and waste in Peru: a mass flow analysis along the food supply chain». Sustainability 2021, 13(5), 2807. Ver https://cutt.ly/8Knr0FV. Para los autores, los factores que impulsan la generación de desperdicio de alimentos en el Perú «pueden estar asociados con lo siguiente: condiciones climáticas en las tierras altas; la inmensa diversidad de canales de suministro en las cadenas alimentarias formales e informales (…); la falta de logística de la cadena de frío en la pesca y la acuicultura de agua dulce; el impacto de la conectividad de caminos rurales en las actividades agrícolas; las relaciones desiguales entre las partes interesadas en alimentos o la inconsistencia del mercado debido a los requisitos de calidad». Fuente: https://larevistaagrariaperu.org

Alternativas de fertilización sostenibles para la agricultura familiar Beatriz Salazar1 La crisis de los fertilizantes continúa siendo uno de los principales temas de la agenda nacional, sobre todo la anunciada importación estatal de urea que, según el gobierno, sería la solución para salvar la próxima campaña agrícola. Aunque las propuestas siguen centradas en regularizar la oferta de fertilizantes sintéticos, han empezado a escucharse voces que abogan por diversificar las opciones de fertilización, evaluando el potencial de alternativas naturales —como los abonos orgánicos— en el marco de una propuesta integral de agricultura sostenible. En el número 197 de La Revista Agraria2 planteamos que, si bien el uso de la urea y otros fertilizantes sintéticos nitrogenados aumenta el rendimiento de los cultivos, también contamina los suelos y el agua y contribuye al calentamiento global. Ese uso en el mundo es excesivo, pues las plantas absorben solo una parte del fertilizante aplicado; la parte no asimilada por los cultivos se filtra en los suelos y los


cuerpos de agua, o se convierte en óxido nitroso que se libera a la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global. También aumenta el riesgo de contaminación del agua por nitratos y afecta la capa de ozono. En el caso del Perú, el portal Our World in Data indica que el exceso de nitrógeno aplicado a los suelos —que se pierde en el medio ambiente y puede crear desequilibrios en los ecosistemas y cuerpos de agua— alcanzaba 67,4 kilos por hectárea en 2014 3 . Responder a la emergencia en el corto plazo En el corto plazo, puede optimizarse el uso de la urea de forma que se aplique una dosis menor, lo que de todas maneras debería constituir una meta del Midagri, pues se aplica urea y otros fertilizantes en exceso. Esto puede lograrse con tecnologías que ya se están implementando en el país, como el cultivo de arroz con siembra directa y riego con secas intermitentes, que permite reducir el uso de agroquímicos en una tercera parte y en 18,7 % el uso de agua de riego4 . También es posible utilizar abonos orgánicos preparados que venden empresas especializadas en el rubro. Recientemente, la Dirección General de Desarrollo Agrícola y Agroecología (DGDAA) del Midagri anunció la formación del Gremio Nacional de Fabricantes de Abonos y Fertilizantes Orgánicos (Grenfafo), integrado por productores nacionales de biofertilizantes que reciclan residuos de animales y vegetales diversos. El gremio reúne 18 plantas de producción en varias regiones, que suman una producción potencial mensual de 58 622 toneladas de fertilizantes orgánicos sólidos y 1 260 650 litros de fertilizantes orgánicos líquidos. Conforme explica Pilar Vicentello —asesora del Midagri—, estas plantas productoras tienen entre tres y más de diez años de opera1[1]ción y podrían aplicarse a 120 000 hectáreas por mes, lo que reduciría en 45 % anual el déficit que se está registrando en los fertilizantes5 . Algunos de los productos que estas empresas ofertan —que venden a pequeños agricultores y a las empresas agroexportadoras— son el compost, el humus de lombriz, el bokashi, el biol y el biosol. Si bien la cantidad de biofertilizantes ofertados por Grenfafo no bastaría para cubrir la demanda de los agricultores durante toda la campaña, sí ayudaría a paliar la crisis, sobre todo de los productores de hortalizas y algunas frutas, aunque se requeriría acompañar esa oferta con asesoría técnica para la adecuada utilización de los biofertilizantes, ya que la dosis y oportunidad de su aplicación dependen de las características del suelo y el clima en cada zona, y esta información, medida técnicamente, no suele estar disponible para los pequeños productores. Asimismo, es fundamental que los agricultores familiares cuenten con algún mecanismo que les facilite la adquisición de estos productos. Al respecto, en el Plan de Emergencia Agrario6 —aprobado por R. M. 140-2022-MIDAGRI— se incluyen medidas como la de «Promover la producción y el incremento de la oferta de abonos orgánicos sólidos y líquidos, complementarios al guano de islas». Con base en esta medida, la Dirección de Desarrollo Agrícola y Agroecología del Midagri ha planteado el otorgamiento de un «bono orgánico» para la agricultura familiar, pero la concreción de esta iniciativa requiere la aprobación de un decreto de urgencia que está en formulación. Además de la oferta de biofertilizantes preparados por empresas especializadas, está la alternativa de abonos orgánicos preparados por los propios agricultores con insumos a su alcance, como los rastrojos de las cosechas o el estiércol de los animales. Un ejemplo es el sistema de «lombricultura, con diseño de techo a dos aguas», cuya adopción podría proporcionar una rentabilidad del 67 %, en comparación con la del 27 % de un sistema tradicional, según el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), que desarrolló esta tecnología7 Este abono de alta efectividad podría estar listo para la nueva campaña agrícola, en setiembre u octubre. Por su parte, el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAPP), experimentando con el humus de lombriz en suelos degradados de Pucallpa, ha logrado rendimientos significativos en el cultivo de hortalizas8 . El INIA ha desarrollado una tecnología que haría posible producir fertilizante orgánico en menor tiempo; se trata del «biofertilizante líquido acelerado», que acelera el proceso de fermentación de forma tal que el producto queda listo para su uso en 7 a 10 días. Según experimentos del INIA, con este biofertilizante se obtienen rendimientos de 33 t/ha para la espinaca (Tarma) y 2,8 t/ha para la maca


(Chupaca-Junín)9 . El Plan de Emergencia Agrario plantea otras medidas10 —necesarias para que el uso de abonos orgánicos alcance todo su potencial y contribuya a mejorar la productividad de los cultivos y a recuperar la fertilidad de los suelos—, como la de «generar servicios de capacitación, asistencia técnica y extensión agraria que fomenten la producción orgánica y ecológica», y la de «realizar acciones de difusión y promoción de tecnologías que consideran menor uso de fertilizantes, así como de promoción del uso de abonos orgánicos». Hay que destacar que los fertilizantes orgánicos pueden producirse con procesos de economía circular, involucrando a los gobiernos locales para que acopien los residuos alimenticios domésticos, industriales y comerciales, y la misma municipalidad podría establecer plantas de compostaje que abastecieran a los productores en las zonas rurales. Para contribuir a este propósito, el Instituto Nacional de Calidad (Inacal) ha aprobado la Norma Técnica Peruana 201.208.2021, para la fabricación de compost a partir de residuos sólidos orgánicos municipales11. Medidas como esta son también de ayuda para enfrentar el cambio climático, y está contemplada en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas delPerú (NDC) como una medida de mitigación en el sector de tratamiento de residuos sólidos12 y 13. La necesaria transición hacia una agricultura sostenible Si bien estas alternativas pueden contribuir a paliar la actual dificultad de acceso a fertilizantes, son soluciones de corto plazo que no resuelven el problema de fondo, que es la dependencia de un sistema productivo agrario que tiene múltiples externalidades negativas, como la degradación de los suelos, la contaminación del agua, la pérdida de la biodiversidad y la emisión de gases de efecto invernadero, entre otros efectos nocivos para los ecosistemas, la salud y la equidad. A mediano plazo, es esencial avanzar hacia un sistema alimentario más sostenible y justo. La agroecología es una de las alternativas más prometedoras para lograr esta transición. El elemento que la diferencia de otras propuestas de agricultura favorable al medio ambiente es que cuestiona las bases del sistema agroalimentario convencional. Trasciende los aspectos técnico-productivos e incorpora en sus propuestas factores estructurales políticos, sociales, medioambientales, económicos y culturales que obstaculizan su desarrollo, como las limitaciones en el acceso a factores productivos como tierra y agua, insumos, capital, mercados, y la competencia con el modelo convencional agroindustrial que recibe apoyo masivo del Estado14. Para avanzar hacia la superación de estas barreras, la Asociación Nacional de Productores Ecológicos del Perú (ANPE Perú) e instituciones aliadas están impulsando una propuesta de Programa Nacional de Agroecología, que busca empezar la transición de la producción convencional hacia una producción agroecológica acorde con las condiciones de costa, sierra y selva. Este programa contempla medidas orientadas a: la consolidación del sistema productivo agroecológico con un enfoque territorial de cuenca; el desarrollo de capacidades y asistencia técnica no solo para los agricultores, sino también para los funcionarios públicos; la formación de técnicos y profesionales especializados; el fomento de la agroindustria rural y el acceso a los mercados. Para la implementación de esta propuesta se plantea la creación de un Programa Nacional de Producción Agroecológica como Unidad Ejecutora del Midagri o, alternativamente, como un Programa Presupuestal por Resultados. Está pendiente la formación de un grupo técnico de trabajo para continuar con la propuesta técnica, pero la inestabilidad política que afecta al Midagri y otras entidades estatales ha obstaculizado el avance de esta iniciativa. Esperamos que el nuevo ministro de Agricultura y Desarrollo Agrario le dé a esta propuesta el respaldo político requerido. Como están advirtiendo organismos internacionales como la FAO, ya no podemos aceptar que la agricultura y los sistemas alimentarios puedan gestionarse con base en un criterio único de productividad. Tenemos que preocuparnos, también, por otro concepto igualmente importante: la resiliencia de la agricultura15, reconociendo su dimensión socioambiental y de derechos.


Notas 1 Coordinadora del Observatorio de Cambio Climático del Cepes. 2 Salazar, Beatriz (abril de 2022). «La crisis de los fertilizantes: implicancias ambientales y climáticas». En La Revista Agraria 197. Ver https://bit.ly/3xtjgM4 3 Ritchie, H., Roser, M. (s. f.). «Fertilizers Data Explorer». Ver https://bit.ly/3upf1[1]8vh 4 Miranda, P., Ventura, L. (2017). Manejo del cultivo de arroz con siembra directa y riego con secas intermitentes en el valle de Jequetepeque. Ver https://bit.ly/3xNBBF0 5 Midagri TV (20.5.2022). Los fertilizantes orgánicos como respuesta a la crisis agraria (webinar). Ver https://bit.ly/3blgmBO 6 R. M. 0140-2022-MIDAGRI (2022). Plan de emergencia agrario en el marco de la declaratoria de emergencia del sector agrario y de riego. Ver https://bit.ly/3xToZwh 7 INIA Perú (27.7.2021). «Tecnologías de producción de abonos orgánicos» (video). Ver https://bit.ly/3y7yPuw 8 Ríos, O, Calle, C. (1994). «Humus de lombricultura y su efecto en el rendimiento de pepinillo (Cucumis sativus), ají dulce (Capsicum annum) y chiclayo verdura (Vigna sinensis) en suelos degra1[1]dados de Pucallpa». En Folia Amazónica, vol. 6, n.os 1-2. Ver https://bit.ly/3Qfu9tv 9 Ortiz, L. F. (2022). «Producción de biofertilizante líquido acelerado». Intervención en el webinar Los fertilizantes orgánicos como respuesta a la crisis agraria. Ver https://bit.ly/3blgmBO 10 Midagri (18.5.2022). «Lanzamiento oficial de campaña de fertilizantes orgánicos para enfrentar crisis». Ver https://bit.ly/39fC6hy 11 El Clarín, el diario judicial de Amazonas (8.6.2022). «INACAL aprobó norma técnica sobre los requisitos del compost elaborado a partir de residuos sólidos orgánicos municipales». Ver https://bit.ly/3mrkYZr 12 TVPerú Noticias (5.6.2022). Alerta Verde | Entrevista a Elizabeth Silvestre, viceministra de Gestión Ambiental del Minam. Ver https://bit.ly/3OxKs36 13 Agraria.pe (31.5.2022). «El regreso del abono natural». Ver https://bit.ly/3Mua8fz 14 Le Coq, J-F. y otros (2021). Políticas de agricultura familiar y de agroecología en América Latina: panorama y desafíos. Ver https://bit.ly/39rK0EJ 15 Berdegué, J. (2022). Intervención en el foro «Biofertilizantes y otras tecnologías disponibles para enfrentar la crisis de los fertilizantes». Ver https://bit.ly/3n6Ui0d


CALENDARIO AGROECOLÓGICO JULIO * 6 julio, Día del Maestro * 11 julio, Día Mundial de la Población * Jueves 28 de julio: Fiestas Patrias. Feriado * Viernes 29 de julio: Fiestas Patrias. Feriado AGOSTO * 9 agosto, Día Internacional de las Poblaciones Indígenas. * 12 agosto, Día Internacional de la Juventud * 19 de agosto (1989-2022) Trigésimo tercer (33) aniversario RAE Perú * 22 agosto, Día Mundial del Folklore * 27 de agosto (2011-2022) Décimo primer Aniversario del Mercado Saludable de La Molina * Martes 30 de agosto: Santa Rosa de Lima. Feriado. SETIEMBRE * 1 setiembre, Día del Árbol * 12 setiembre, octavo aniversario de la Red de Ferias y Mercados Ecológicos * 16 setiembre, Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono * 21 setiembre, Día Internacional de la Paz. * 23 setiembre, Día de la Juventud y la Primavera. OCTUBRE * Sábado 8 de octubre: Combate Naval de Angamos. Feriado * 15 octubre, Día Mundial de la Mujer Rural * 16 octubre, Día Mundial de la Alimentación * 19 octubre, (2007-2022) Décimo quinto aniversario de la Plataforma PERÚ País LIBRE DE TRANSGÉNICOS * 29 octubre, (2004-2022) décimo octavo aniversario de la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético NOVIEMBRE * Martes 1 de noviembre: Día de todos los Santos. Feriado * 7 noviembre, (2002-2022) vigésimo aniversario del Comité de Consumidores Ecológicos * 10 noviembre, Día del Libro * 17 noviembre, (1998–2022) Aniversario 24 del Grupo EcoLógica Perú * 20 noviembre, Día Universal de los Derechos del Niño * 25 noviembre, Día Internacional de la NO Violencia contra la Mujer * 29 noviembre, (1978-2022) el Centro IDEAS celebra su 44 aniversario DICIEMBRE * 1 diciembre, Día de la Prevención del SIDA * 3 diciembre, Día Internacional del No Uso de Agroquímicos. * 3 diciembre, Día nacional de la promoción de la Agricultura Ecológica. * 6 diciembre, (1999-2022) Vigésimo tercer Aniversario de la BioFeria de Miraflores. * Jueves 8 de diciembre: Inmaculada Concepción. Feriado * viernes 9 de diciembre: Batalla de Ayacucho. Feriado * 10 diciembre, Día de la Declaración de los Derechos Humanos * 14 diciembre, día del Cooperativismo Peruano * Domingo 25 de diciembre: Navidad. Feriado * 1 de enero 2021, feriado

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