Centro Cultual Eduardo León Jimenes Tesoros del arte taíno./Textos de Consuelo Císcar Casabán… [et al.]. / Traductores: Dolores Vicioso y Tomàs Belaire. --Santiago de los Caballeros : Centro León, 2012. 160 p. : il 1. Arte taíno – Caribe (Región) – Exposiciones 2. Antigüedades – Caribe (Región) - Exposiciones 3. Arqueología indígena Exposiciones 4. Arqueología – Coleccionistas y colecciones 5. Cultura – Caribe (Región) I. Título
709.011 C397t 2012 CEP/Centro León Tesoros del arte taíno Centro Cultural Eduardo León Jimenes, 2012 Santiago de los Caballeros, República Dominicana ISBN: 978-9945-8820-0-1
Contenido
Imaginario de la naturaleza humana
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Consuelo Císcar Casabán Directora del IVAM
Arte taíno en el IVAM: Los tesoros de la colaboración institucional
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Rafael Emilio Yunén Director General Centro León
La cultura taína y las bases de lo caribeño
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Jorge Ulloa Hung Antropólogo
Taínos: Arte del pasado. Tesoros para el presente
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Rafael Emilio Yunén Director General Centro León José M. Fernández Pequeño Gerente de Programas Culturales Centro León
Ámbito 1 Guayacán
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Ámbito 2 Huracán
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Ámbito 3 Conuco
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Ámbito 4 Cemíes y Cohoba
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Ámbito 5 Batey y Bohíos
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Traducción de textos al valenciano
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Traducción de textos al inglés
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Imaginario de la naturaleza humana Consuelo Císcar Casabán Directora del IVAM
“La escultura es la esencia de las cosas, de la naturaleza y de lo eternamente humano”. Wilhelm Lehmbruck Como sabemos, las artes son un reflejo del sistema que da uniformidad a un conjunto social. Por lo tanto, a través del estudio de las creaciones artísticas podemos percibir datos muy significativos que nos ayuden a comprender las sociedades de cualquier momento histórico, tal como apunta Panofsky. El arte clásico o tradicional es, por ello, un documento histórico de primer orden para entender nuestro pasado y conocer con mayor acierto la estética de artistas contemporáneos, del mismo modo que los yacimientos arqueológicos son la fuente principal para analizar la evolución del ser humano y los porqués de su estado actual. Hoy día podemos reconocer cómo esta rica tradición artística continúa influyendo en la sociedad vigente, tanto en su línea más arcaica como a través de nuevos y renovadores modos de expresión e interpretación. Y muestra de ello es la extensa retrospectiva que acoge estos días el IVAM para mostrar los Tesoros del arte taíno a partir de la colección arqueológica del Centro Cultural Eduardo León Jimenes de la República Dominicana, con quienes tenemos
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Cemí de la cohoba. 1000-1400 d. C. / 1000-1400 A.D. Talla en madera de Guayacán / Talla en fusta de guaiac / Carving in guaiac wood. 71,1 x 26,7 cm. Cedido en préstamo por el / Cedit en préstec pel / On loan by the Museo Arqueológico Regional Altos de Chavón, La Romana, República Dominicana 5
suscrito un convenio de colaboración por el cual presentamos su colección de arte taíno, enmarcada en la línea expositiva “Otras Colecciones”. De este modo, mediante las obras expuestas, el espectador tendrá una perspectiva del universo taíno que da buena cuenta de los valores alcanzados por sus prácticas artísticas y artesanales entre los siglos IX y XVI. Esta cultura aborigen tiene su representación simbólica en objetos y esculturas ornamentales, religiosas y cotidianas que incluso mantienen una conexión continua y directa con la actual vida doméstica de la cultura dominicana y caribeña. Claramente son un reflejo de una admirable sociedad que produjo un patrimonio perdurable que, al día de hoy, brinda a un pueblo la posibilidad de conocer y preservar unas raíces que garantizan su identidad cultural. Es un hecho palpable que el hombre desde tiempos ancestrales ha tenido la necesidad de esculpir tanto para crear utensilios prácticos, que asegurasen la supervivencia de su especie, como para decorar, mitificar o armonizar su entorno. Y lo ha hecho con sus propias manos, utilizando la materia prima que le propiciaba y le ponía al alcance la tierra que le daba sustento. Nos situamos, por tanto, ante símbolos e iconos que han traspasado fronteras temporales y que se han sumado al imaginario colectivo de todas las personas que forman parte de esa
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fuente de conocimiento artístico y que se han visto influenciadas por su irradiación. Esta misma tradición artística es la que mantiene viva la concepción del mundo tal como lo entiende el filósofo alemán Jürgen Habermas. Así, la diversidad conceptual y material permanece suscrita a todos los tiempos históricos como un elemento de progreso para la humanidad. Tradicionalmente la escultura ha desarrollado un modo de producción artística con una implicación muy fuerte y directa en el manejo de materiales y herramientas, manteniendo en la actualidad lazos no del todo extintos de épocas pretéritas, como la del pueblo taíno, y atesorando unos conceptos ligados a valores eternos, inmutables y sagrados. Así pues, el quehacer creativo del hombre para expresar ideas, pensamientos, sentimientos, experiencias y emociones mediante los lenguajes del cuerpo humano y de la transformación de la materia, nos lleva a esta exposición que imprime la huella artística de una cultura cardinal para la prosperidad social y artística de los integrantes de la comunidad dominicana. Les invito, por esta razón, a que se dejen llevar por las sensaciones naturales que provoca este recorrido histórico al descubrirnos la fuerza motriz activa de una civilización que fue un puro fluir de vida y que sirvió de basamento para constituir a fuego lento las conductas y estilos sociales de hoy día.
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Arte taíno en el IVAM: Los tesoros de la colaboración institucional Rafael Emilio Yunén Director General Centro León
En agosto de 2005, cuando el Centro Cultural Eduardo León Jimenes aún no había cumplido los dos años de su apertura al público, se firmó un convenio de colaboración con el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) a través del cual ambas instituciones buscaban dar a sus proyectos una extensión y un alcance mayores a los que lograrían por separado. Han pasado seis años y puede decirse que los objetivos planteados en aquel documento se han cumplido con creces. A lo largo de ese trayecto, el Centro León y el IVAM han realizado tres exposiciones conjuntas: Reinvenciones. Fotografía dominicana post dictadura, que se mantuvo abierta en el prestigioso museo valenciano entre el 29 de septiembre de 2005 y el 15 de enero de 2006; El retrato en la colección de fotografía del IVAM (28 de febrero al 23 de abril de 2006) y Crónicas de papel (28 de febrero al 15 de abril de 2007), que ocuparon la Sala de Exposiciones Temporales María Asensio de León, en la institución cultural dominicana. El último de los proyectos conjuntos previstos en aquel convenio es Tesoros del arte taíno, que ahora se presenta. El Centro León alberga una extraordinaria colección arqueológica, que reúne más de 3,000 objetos provenientes de las culturas aborígenes caribeñas y que fueron donados a la Fundación Eduardo León Jimenes por un grupo de coleccionistas, entre los que merecen especial mención
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Pectoral. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Concha / Petxina / Conch 9 x 9,5 x 7 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció / Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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los señores Bernardo Vega, Gustavo Tavares Grieser, Salomón Jorge y Rafael Esteva. Cuando aceptamos la generosidad y la confianza de su gesto, sabíamos que estábamos asumiendo también la responsabilidad no solo de organizar, conservar e investigar con absoluta calidad profesional esa colección, sino también de explotar todo su potencial para generar nuevos conocimientos en torno a la cultura caribeña y difundirlos adecuadamente. Objetos de esa colección integran el discurso museográfico de Signos de identidad, sin dudas la exposición permanente del Centro León que más ha conquistado el cariño del público en los últimos ocho años, por la forma sensible y perspicaz en que presenta el proceso de formación de la cultura dominicana, en diálogo esencial con el resto de las culturas caribeñas. Cierto es también que varias de las piezas de la colección arqueológica han sido prestadas a otras instituciones en diferentes momentos para formar parte de distintas propuestas expositivas. Pero siempre soñamos con organizar una muestra que, de manera emotiva y profunda, presentara el arte taíno desde una perspectiva novedosa y contemporánea, capaz de cuestionar la percepción que sobre esa fundamental expresión de la cultura mundial suelen poseer algunos públicos, quienes muchas veces la ven como algo asombroso, pero lejano y perdido en el pasado. Tesoros del arte taíno es un proyecto larga y meticulosamente trabajado por un amplio grupo de especialistas del Centro León o cercanos a la institución. Casi cuatro años ha tomado la investigación, diseño y construcción de una muestra que bien pudo conformarse con maravillar al público poniéndolo frente al exquisito arte de los taínos. Sin embargo, el guion prefirió comprometerse en la elaboración de un discurso expositivo que, utilizando un profuso componente etnográfico y diversos códigos comunicacionales, permite al espectador establecer las conexiones de lugar entre esas creaciones espléndidas y las sociedades que las produjeron.
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Simultáneamente, la exposición tiende un inusitado puente de sentidos entre el presente y el pasado, presentando una manifestación cultural de altísima calidad, realizada por un pueblo que hasta ayer pudo parecer distante y ajeno, pero que hoy se revela próximo, entrañable. De sorpresa en sorpresa, los cinco ámbitos que forman Tesoros del arte taíno demuestran la trascendencia del arte creado sin oro ni materiales perennes por unas sociedades admirables, que fueron terriblemente diezmadas por la empresa conquistadora posterior a 1492 y cuyos fundamentales aportes a la cultura mundial se intentó negar u olvidar por razones diferentes, aunque siempre basadas en prejuicios discriminatorios. Al recorrer la exposición, queda claro no solo la innegable presencia de elementos provenientes de las sociedades taínas en las culturas caribeñas de hoy, sino también las múltiples formas en que los hombres de esa región distinguen, reelaboran y asumen las culturas indígenas como un componente esencial de su identidad, esa que les permite enfrentar con esperanza y optimismo los retos de la contemporaneidad. Ojalá que esta exposición ofrezca a cada uno de sus visitantes la oportunidad de cuestionar sus propias percepciones, ideas y concepciones sobre las culturas originarias de la Isla Hispaniola y de muchos otros lugares del Caribe. Si así fuese, esperamos también que todos los que aprecien esta muestra salgan de la sala pensando de una manera más constructiva sobre el carácter pro-activo, abierto y plural de las culturas y sociedades taínas. La Fundación Eduardo León Jimenes y el Centro León desean agradecer al Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) y especialmente a su directora, Consuelo Císcar Casabán, por habernos acompañado en la conquista de este sueño y por la posibilidad que nos ofrece de mostrar al público español un arte del que todos los seres humanos deben sentirse orgullosos porque a todos nos pertenece.
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La cultura taína y las bases de lo caribeño Jorge Ulloa Hung Antropólogo
Wifredo García Domenech (Barcelona, 1935 - Santo Domingo, 1988) Manglar en Los Haitises. 1983 Fotografía analógica. Diapositiva color, formato 35 mm / Fotografia analògica. Diapositiva a color, format 35 mm / Analog photograph. Color slide, 35 mm format Cedida en préstamo por / Cedida en préstec per / On loan by La Casa Fotográfica de Wifredo García Colección / Col·lecció / Collection Eduardo León Jimenes de Artes Visuales
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¿Qué es lo taíno? Cuando se habla del período precolombino en las Antillas, inmediatamente se piensa en la cultura taína. Es así, entre otras cosas, porque supuestamente fue esta la cultura descrita en las crónicas por los conquistadores, y porque constituyó la cultura aborigen que alcanzó un mayor desarrollo económico y social en el arco antillano. Esta situación ha provocado que sus representaciones, en especial sus representaciones artísticas, hayan acaparado la mayor atención de los investigadores, las publicaciones científicas, los museos, y los coleccionistas, sobre todo por su alto valor estético y cierto carácter exótico. En otras palabras, esto ha llevado a que generalmente se considere cultura taína el producto fundamentalmente artístico producido por las sociedades aborígenes que habitaron gran parte de las islas del Caribe. A pesar de lo anterior, es reconocido que el término taíno –según las propias descripciones históricas– pudo significar “noble” o “bueno” en el lenguaje hablado por esas comunidades; es decir, se trataba de un término valorativo. En ninguna de las crónicas y en ningún documento histórico se usó esta palabra para designar a la población de los aborígenes de la isla de La Española o de las Antillas, sino que más bien la palabra fue empleada por los propios aborígenes para destacar su actitud pacífica, en contraposición a la de otros grupos, llamados caribes, tribus guerreras que habitaban parte de las Antillas Menores al momento de la llegada europea. Taíno, por tanto, pudo ser una especie de auto percepción humana o moral. En relación con lo anterior, se hace imprescindible señalar que la diferenciación establecida por los europeos para los grupos indígenas del Caribe estuvo basada en experiencias, acontecimientos y noticias que recibieron de los mismos indígenas; además, estuvo marcada por el asombro y, en algunos casos, por intenciones con un trasfondo de carácter político o económico, vinculado a la propia colonización. Por tanto, se trata de una clasificación que muchas veces asume matices simplistas o se hace incompleta. En realidad, fueron las investigaciones en el terreno antropológico las que introdujeron el término taíno para distinguir, primero, a todos los aborígenes de las Antillas Mayores, y luego para denominar a la totalidad de los grupos del área antillana, considerándolos a todos como un
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Majador antropozoomorfo. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 12 x 5 cm Donación / Donació / Donation by Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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mismo grupo cultural. Esta definición también se fundamentó con un contenido arqueológico, al considerar como vestigios de los poblados taínos aquellos que presentaban determinadas características en su cultura material, sobre todo en su alfarería, la cual se inscribió dentro de un estilo cerámico conocido como Boca Chica o chicoide,1 que presentaba determinados modelos en sus decoraciones. Las variadas acepciones que ha recibido este término (taíno) se ilustran de manera clara y sistemática a partir del siglo XIX, en el que inicialmente se utilizó con enfoque lingüístico para distinguir el lenguaje arawaco o aruaco de las grandes Antillas del que se hablaba en las Antillas Menores. Mientras que en el siglo XX comenzó a utilizarse para referirse a la población aborigen que habitó Puerto Rico, La Española, Jamaica, el este de Cuba, además de las Bahamas, generalización que ha sido asumida con matices diferentes por distintos autores y en diversos momentos (Petersen, Hofman y Curet: 2004).2 En resumen, se puede plantear que taíno en ocasiones ha sido usado como una categoría arqueológica o antropológica para referirse a una entidad supra cultural reconocida como cultura individual. En ese caso, se considera una cultura particular que incluye tradiciones, prácticas socioculturales y políticas distintivas. En otras ocasiones, taíno se ha usado para referirse a la dispersión antillana de un conjunto de normas y prácticas culturales que se encuentran básicamente en las Antillas Mayores. Sobre la base de la primera de estas acepciones, la llamada cultura taína no es solo una expresión artística o una palabra, es más bien el resultado de un proceso evolutivo que resumió todas las experiencias culturales de los grupos aborígenes que penetraron en las islas del Caribe; por tanto, es una especie de síntesis transformadora de las más importantes influencias de sus predecesores, que fueron perfeccionadas y usadas, aunque es importante
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1.
Esta designación se debe a que una de las primeras manifestaciones evaluadas como representantes de este estilo se localizó en yacimientos ubicados en la playa de Boca Chica, en la República Dominicana. Los patrones aislados en estos sitios se convirtieron en una especie de esquema o referente a la hora de evaluar nuevos asentamientos para inscribirlos dentro de la cultura taína.
2.
El contenido arqueológico que fundamentó el uso del término taíno fue introducido por el arqueólogo norteamericano Mark Raymond Harrington (1936) al correlacionarlo con determinados indicadores de cultura material. Este autor estableció una relación directa entre determinados tipos de objetos y características arqueológicas con una expresión o representación directa del término y de la cultura que este designaba. Un uso con este mismo criterio fue ampliado más tarde por el arqueólogo Irving Rouse, quien lo fue modificando a tono con los avances en sus investigaciones y las desarrolladas en varios espacios del Caribe.
reconocer que el tronco cultural fundamental sobre el que se asienta se encuentra en las tribus sudamericanas de la llamada etnia aruaca, procedentes de la cuenca del río Orinoco. A partir de lo anterior, es evidente que existe una estrecha relación –imposible de desechar– entre el reconocimiento de la historia precolombina del Caribe y el conocimiento de las dinámicas que desembocaron en la formación y desarrollo de la llamada “cultura taína”. En ese caso, la cultura taína no puede ser considerada como algo sin antecedentes o como algo exactamente uniforme, definido solamente a partir de diferencias con los llamados caribes, quienes se destacaron por su violencia frente a la conquista. Tampoco puede ser vista solamente como derivación de la migración de gentes desde Sudamérica. En realidad debe ser percibida como un resultado de procesos mucho más complejos y centenarios que tuvieron lugar en el contexto de las islas del Caribe, en especial en las islas de La Española y Puerto Rico. Desde esa perspectiva, algunos investigadores (Veloz Maggiolo, 1991; Wilson, 1999, 2007) consideran a la cultura taína como el primer ensayo de la mezcla que hoy constituye la cultura caribeña, y sus comienzos son evaluados partir de una estrecha vinculación entre los procesos migratorios y el desarrollo de distintas formas de interacción social desarrolladas en los momentos precolombinos del Caribe. Esos procesos trajeron aparejada la formación de un mosaico de culturas en las cuales es posible definir un conjunto de rasgos esenciales desde el punto de vista social, religioso, político, económico y de cultura material. Es esto, a juicio nuestro, lo que puede definirse como cultura taína, o como lo taíno, y dentro de esta se dibuja una diversidad de expresiones que fueron captadas solo levemente por algunos de los llamados cronistas de Indias.
El poblamiento de las Antillas y los antecedentes de lo taíno. ¿Cómo? Desde los primeros momentos de la conquista, algunos escritores europeos comenzaron a especular sobre la larga historia de los nativos de las islas. El padre Fray Bartolomé de Las Casas fue uno de los primeros en referirse a este tema –incluso con cierto sentido de curiosidad arqueológica–, cuando en el tomo II de su Historia de las Indias refiere:
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“Otros cuentan haberse hallado en una piedra de mármol una piedra preciosa, diamante, labrada y polida, y en otra, un sapo vivo… y puede ser todo posible y certísimo. Yo he visto en las mismas minas de Cibao, a estado y dos estados en hondo de tierra virgen, en llanos, al pie de algunos cerros, haber carbones y ceniza, como si hobiera pocos días que se hobiera hecho allí fuego, y por la misma razón hemos de concluir que, en otros tiempos, iba por allí cerca el río, y en aquel lugar hicieron fuego, y después, apartándose más el agua del río... y porque esto no pudo ser sino por gran discurso de años y antiquísimo tiempo, por eso es grande argumento que las gentes destas islas y tierra firme son antiquísimas” (Las Casas, 1875: 38). A tono con lo anterior, las investigaciones han demostrado que el poblamiento indígena de las Antillas, y por tanto el establecimiento de las primeras culturas en este espacio, ocurrió hace unos 6000 años y al parecer estuvo relacionado con cambios climáticos acaecidos alrededor de los 8000 y 4000 años antes de Cristo. Estos cambios generaron importantes transformaciones en los ambientes americanos, sobre todo en las zonas continentales, incidiendo en el agotamiento o reducción de determinadas especies de animales y plantas. Los cambios climáticos (Meggers, 1987; Vargas, 1987; Sanoja, 1988; Veloz Maggiolo, 1991; Sanoja y Vargas, 1995) funcionaron como un importante catalizador del movimiento de las primeras comunidades indígenas desde el continente hacia las islas del Caribe, sobre todo porque debieron enfrentar una crisis en sus actividades cazadoras y recolectoras, que las obligó a crear nuevas soluciones culturales, dentro de ellas, el asentamiento en las desembocaduras de grandes ríos, donde formaron importantes aldeas de pescadores y recolectores, en contraste con una vida anterior más vinculada a la cacería y la recolección en zonas selváticas interiores. Esas comunidades recolectoras iniciaron un proceso migratorio hacia las Antillas alrededor del año 6000 antes de Cristo, el que hasta el momento se ha visualizado en dos rutas esenciales de colonización. La primera, desde Centroamérica –en especial desde zonas de la Costa Atlántica aledañas al actual Belice– hacia las Antillas Mayores, sobre todo a Cuba y La Española –Haití y República Dominicana–, islas a partir de las cuales pudieron moverse hacia el este, hasta alcanzar parte de Puerto Rico. Una segunda ruta estaría vinculada a la zona no-
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reste de Sudamérica y la isla de Trinidad, desde donde estos grupos se movieron a través de las Antillas Menores, hasta alcanzar la parte más occidental del Caribe (Wilson, 2007). Una de las características fundamentales de esos primitivos habitantes era su economía básicamente recolectora, pescadora y cazadora, con indicios de agricultura incipiente o domesticación de plantas y escasa alfarería en algunos casos (Pagán Jiménez y Rodríguez Ramos, 2007; Pajón et al., 2007; Rodríguez Ramos et al., 2008) por lo que su alimentación se basaba esencialmente en la pesca, la caza, la colecta y procesamiento de raíces y semillas silvestres, y la recolección de caracoles marinos y terrestres. Además, eran grupos pequeños –bandas–, debido a que dependían altamente de la naturaleza. En otras palabras, los lugares escogidos para asentarse y su relativo semi-sedentarismo o nomadismo se vinculaban a los ciclos estacionales de la naturaleza, así como a las propias capacidades para aprovechar el ambiente y las riquezas que este pudiera ofrecer.3 Otro elemento de atracción para escoger los lugares de asentamiento por parte de estos primeros pobladores fueron los lugares con disponibilidad de materias primas necesarias para confeccionar sus instrumentos. Una vez en las islas, esos primeros grupos modificaron muchas de sus tradiciones, desarrollando culturas que si bien pueden considerarse derivadas de los antiguos cazadores y recolectores continentales, adoptaron instrumentos diferentes y demostraron grandes habilidades para adaptarse a los nuevos contextos. Los cambios de esos primeros colonizadores aborígenes de las Antillas también están relacionados con su propia interacción. En ese caso, la pista de sus transformaciones en relación con su procedencia y sus tradiciones culturales distintas ha sido seguida por la Arqueología a través del tiempo y el espacio, registrándose su coexistencia e hibridación sobre todo a partir del año 2000 antes de Cristo (Veloz Maggiolo, 1976, 1980; Wilson, 1999, 2007). La transformación de estos grupos en el contexto de las Antillas ha sido percibida a través de los cambios en sus expresiones de cultura material –instrumentos–, preferencias en cuanto a la forma y lugares para asentarse –patrones de asentamientos–, así como por las huellas 3.
Un elemento de atracción al momento de escoger los lugares de asentamiento por estos primeros pobladores fueron las zonas de manglares y marismas, debido a la alta biodiversidad presente en los mismos. La gran riqueza de recursos de fauna y flora presentes en esos espacios fue un factor clave en la subsistencia de estas comunidades.
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Guayo o rallador. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 49,7 x 28,5 x 5,5 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció / Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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dejadas debido a los procesos económicos vinculados a la explotación del medio –restos de alimentación–. En síntesis, los primeros pobladores del arco antillano, fruto de migraciones en diferentes momentos y desde diferentes espacios continentales de las riberas del mar Caribe, protagonizaron los primeros procesos de interacción y transformación que luego desembocarían en la llamada cultura taína.4 Estas comunidades interactuaron paulatinamente a partir de la llegada de nuevos inmigrantes aborígenes que eran agricultores y ceramistas, quienes a su vez se mezclaron con ellos. Después de la llegada de Cristóbal Colón, en el año 1492, algunos cronistas europeos describieron la existencia de posibles núcleos muy aislados de este tipo de poblador primitivo, sobre todo para la zona más occidental de Cuba y la parte sur occidental de La Española, a los que designaron bajo el nombre de guanahatabeyes. Esta última designación, y su relación con grupos de esta naturaleza cultural al momento de la colonización europea, no está del todo clara y actualmente se encuentra en proceso de revisión por las investigaciones arqueológicas (Keegan, 1992, 2000).
Una nueva gente. La llegada de los aruacos a las Antillas Los antepasados más inmediatos de los aborígenes taínos encontrados por Cristóbal Colón en las Antillas procedían del noreste de Venezuela y zonas aledañas a la actual Guyana. Estos se destacaron por su producción horticultora y por una alfarería de buena calidad, decorada con pinturas de motivos en blanco sobre un fondo rojo. Algunas de sus expresiones culturales iniciales fueron localizadas en el yacimiento arqueológico venezolano ubicado en el bajo Orinoco y conocido como Saladero; de ahí que los investigadores, para seguir el rastro y disposición de esta cultura a través del tiempo y el espacio, la hayan denominado saladoide. Hacia el año 600 antes de Cristo, luego de haber atravesado la selva del Orinoco en dirección 4.
Como parte del desarrollo de estas primeras comunidades primitivas, se han encontrado objetos que indican cierto desarrollo ceremonial o ritual, además de manifestaciones artísticas incipientes, posiblemente vinculadas con la muerte y con los antepasados. Algunas de las expresiones artísticas de estos primeros cazadores-recolectores se han asociado con motivos de líneas y círculos concéntricos que aparecen grabados sobre algunos de sus instrumentos, así como reflejados en formas de pictografías o dibujos que representan trazos y líneas abstractas en algunos abrigos rocosos y cavernas.
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noreste, los saladoides alcanzaron las zonas costeras de Venezuela, desde donde penetraron al espacio isleño del Caribe. Hasta el momento, los restos de esa primera tradición horticultora han sido encontrados en el archipiélago de las Antillas, desde la isla de Trinidad hasta el extremo este de la isla La Española (Rouse, 1992; Keegan, 2000). Un rasgo fundamental en ellos, además de su fina cerámica, era su organización en comunidades aldeanas tribales, que subsistían sobre la base de cultivos de raíces, tales como la mandioca amarga (yuca amarga) y patatas dulces (boniatos o batatas en las Antillas Mayores), en combinación con la caza, la pesca y la recolección, con lo cual aseguraban una subsistencia de amplio espectro.5 Por otro lado, el movimiento de los llamados saladoides hacia las Antillas también se encuentra asociado con la dispersión de aborígenes que hablaban lenguas de la familia aruaca (Rouse, 1964) y provenientes de las tierras bajas tropicales de Sudamérica. Como ya se ha planteado, estos constituyeron la base fundamental para el posterior desarrollo del mosaico cultural que se ha definido como ¨cultura taína¨. En las últimas décadas, las investigaciones desarrolladas sobre este segundo momento migratorio hacia las Antillas han demostrado que el mismo fue un proceso más complejo y multilateral de lo que anteriormente se concebía. En primer lugar, no puede ser concebido como un solo y único acontecimiento; en segundo lugar, no debe ser concebido como un paso gradual de isla en isla hasta alcanzar las Antillas Mayores –sobre todo Puerto Rico y el este de La Española–; en tercer lugar, se han localizado expresiones culturales distintas pero contemporáneas con las llamadas saladoides, las cuales posiblemente también hayan sido originadas en el continente sudamericano y no estén totalmente desligadas de la propia tradición aruaca.6 Esto ha demostrado que los contactos entre las Antillas y el continente, así
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5.
Los aruacos realizaban el cultivo de la yuca a partir de una técnica conocida como tala y quema del bosque, técnica que requería un uso extensivo del territorio y fue desarrollada de manera más amplia en el ámbito continental, debido a que para practicarla se necesitaba de grandes extensiones de terreno. Este método de cultivo consistía en talar o desmontar la maleza y los árboles de una porción de terreno, y entonces quemarlos. Esa porción de territorio se utilizaba por un período de tiempo limitado, hasta que el suelo rindiera su fertilidad; una vez que esto ocurría, se procedía a desmontar una nueva parcela. Como se observa, este método implicaba una especie de semi-sedentarismo en las comunidades que lo practicaban, en tanto cada vez que se hacía necesario un nuevo desmonte, una parte importante de la comunidad debía trasladarse hacia la región donde se inauguraba el nuevo conuco.
6.
Estas últimas fueron descubiertas a inicios de la década de los ochenta del siglo XX en el norte de las pequeñas Antillas y Puerto Rico (Oliver, 1999; Chanlatte Baik y Narganes Storde, 2005), y han sido denominadas huecoides en atención a sus primeros hallazgos en el yacimiento arqueológico conocido con La Hueca, en la isla de Vieques, aledaña a Puerto Rico. Actualmente la relación de saladoides y huecoides y sus respectivos roles en la colonización horticultora del Caribe no se encuentran del todo claros y existe una discusión a nivel de las investigaciones antropológicas en el Caribe que es conocida como problema de La Hueca .
Espátula vómica. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D Madera / Fusta / Wood 38 x 4,5 x 3,5 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció / Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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como las migraciones desde este, fueron algo ininterrumpido, además de alcanzar distintos matices en diferentes momentos y períodos. En relación con los aspectos anteriores, es necesario señalar que posibles viajes exploratorios iniciales hacia las Antillas fueron desarrollados por las comunidades aruacas como una forma de preparar otros movimientos que involucraban mayor cantidad de población. Las fechas obtenidas por la arqueología del área –fechas de radiocarbono (C14)– indican un movimiento rápido que tuvo lugar alrededor de los 500 años antes de Cristo, y que se desarrolló a partir de un salto directo hasta la cadena de islas más al norte en las Antillas Menores, así como hacia las Islas Vírgenes y Puerto Rico; seguido de posibles movimientos de retorno hacia el sur, que finalmente condujeron al establecimiento o poblamiento en todas las islas de esta región del Caribe. Desde la perspectiva antropológica sobre migración, la colonización saladoide (aruaca) del Caribe ha sido catalogada como “salto de rana”, una forma que envuelve el movimiento de grupos sobre considerables distancias después de haberse separado de la comunidad madre (Moore, 2001). En este caso, aunque el número total de emigrantes solo se puede conjeturar, debe rechazarse la idea de una migración masiva y única. El curso de este tipo de movimiento migratorio tiende a ocurrir de manera fiable, es decir, por grupos separados de personas que a menudo están ligados por el parentesco y siguen rutas muy bien definidas, con movimientos de ida y vuelta (Curet, 2005: 30-61). De aquí que el proceso deba pensarse a través de exploraciones que reconocieron los lugares más favorables, recogieron información, y la retransmitieron a nuevos y potenciales emigrantes. La migración de los aruacos hacia las islas también trajo como consecuencia algunos ajustes en sus patrones culturales iniciales. Los patrones de habitación de los primeros pobladores de esta etnia señalan una preferencia por los lugares no vinculados con la costa; esto ha sido atribuido por algunos investigadores (Petersen, 1997) a cierto conservadurismo que rememoraba inicialmente sus hábitos continentales. Mientras que en un período posterior la distribución de sus asentamientos señala hacia una preferencia, tanto por las zonas costeras, como por el interior de las islas. Este cambio ha sido percibido como una expresión
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de adaptación al ambiente isleño y en respuesta a otros factores, entre ellos, las presiones demográficas, las capacidades de cultivo, y la disponibilidad de tierras en las pequeñas islas del Caribe oriental. También se ha reconocido su relación con la posible separación de las comunidades para obtener la mayor variedad de los recursos disponibles. En otras palabras, los nuevos patrones de los aruacos muestran una estrategia de adaptación flexible en diferentes ambientes insulares, y sugieren que estos nuevos emigrantes pudieron ser oportunistas o conservadores al momento de desarrollar los mismos (Haviser, 1997: 67-68). Otro factor importante al momento de ver la colonización de las Antillas por los aruacos –aunque también en los momentos posteriores –se encuentra relacionado con la interacción. Las esferas relacionadas con este tipo de proceso han sido bien trazadas por las investigaciones de los últimos años, y se ha demostrado que en ningún momento fueron comunidades aisladas. La interacción en esas comunidades y los elementos envueltos en ella comprendieron importantes factores de carácter sociopolítico y religioso, además de adquirir matices diferentes en distintos momentos de su desarrollo y adaptación local. Esto evidentemente incidió en el peso y las dimensiones de las propias esferas de intercambio, así como en los sectores y espacios involucrados. Un elemento importante a tomar en cuenta cuando se aborda este tema es la distribución desigual y discontinua de recursos –sobre todo fuentes de materia prima y recursos económicos– entre las islas del Caribe. Es decir, determinados elementos pueden estar presentes en un área y ausentes en otra, lo que significó un factor importante para estimular el intercambio. Los ejemplos de interacción e intercambio se perciben esencialmente a partir de la alta movilidad de materias primas de diversa índole (lítica, madera, concha, cerámica, etc.), especies vegetales o animales, o productos terminados con una alta significación simbólica o sentido religioso, que fueron confeccionados en materias primas no locales o exóticas. El movimiento e intercambio de estos materiales ha sido seguido desde sus expresiones locales (entre diferentes lugares de una misma isla), hasta expresiones de índole regional (entre islas) o de gran alcance (entre las islas y el continente). Estas últimas variantes parecen haber sido las
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más comunes en los momentos iniciales de la colonización aruaca de las Antillas, en la que además se percibe toda una parafernalia de adornos corporales, en particular objetos de microlapidaria, representativos de fauna –entre ella distintos tipos de aves y el jaguar– propia de las zonas continentales, que fueron confeccionados en materias primas exóticas propias del continente o solo de determinadas islas del Caribe (Hofman, et al, 2006).7 Lo acentuado de esas relaciones de intercambio durante la primera etapa de habitación aruaca en las Antillas también puede percibirse como un aspecto social básico de la propia colonización de este espacio, en tanto aseguraba el mantenimiento de relaciones entre los ocupantes iniciales y sus comunidades matrices. Es decir, funcionaba como una especie de cordón umbilical para las comunidades derivadas o hijas. El mantener estas relaciones también ha sido visto como una especie de “línea salvamento”8 para los emigrantes, la cual respondía a la propia situación de inseguridad que puede representar para pequeñas comunidades humanas la adaptación a ambientes vírgenes, desconocidos o de nuevo tipo. En otras palabras, era una especie de estrategia para asegurar la propia supervivencia (Boomert, 2007). Por último, es necesario referir que los primeros aruacos y sus descendientes insulares han sido designados bajo el termino igneri, el que precisamente deriva de la voz aruaca eyeri, y cuyo significado es hombre. Su recorrido sobre las islas está marcado esencialmente entre los siglos V antes de Cristo hasta el siglo VI después de Cristo, largo período en que se mantuvieron al margen de la colonización de la mayor parte de las Antillas Mayores –solo se mantuvieron entre la isla de Trinidad y la de Puerto Rico–, fenómeno referido como un gran hiato o pausa en el avance de estos grupos hacia el occidente del Caribe. Esto último ha sido justificado por la presencia de importantes núcleos de población arcaica bien establecidos en ese momento en las Antillas Mayores. En ese mismo sentido, la relación o interacción entre los descendientes de los primeros arcaicos y estos nuevos emigrantes aruacos ha co-
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Numerosas cuentas y pequeños colgantes zoomorfos con distintiva asociación mitológica fueron elaborados en piedras semi-preciosas, hueso, concha y madera fósil, y se encuentran dispersos a través de toda la región, desde la isla de Puerto Rico hasta Trinidad.
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Colgantes confeccionados con dientes de animales ajenos a las Antillas, como el jaguar y el peccary, junto a huesos de otros animales sudamericanos, como el tapir, han sido recuperados en la isla de Vieques (Narganes Storde, 2003).
menzado a ser vista como un factor clave para explicar el carácter de los desarrollos locales que caracterizaron la última parte de la historia precolombina del Caribe, en especial en las Antillas Mayores, y por tanto en las propias variaciones y diversidad de lo que se ha definido dentro de la cultura taína.
Los inicios de la cultura taína. ¿Dónde y cuándo? La colonización y adaptación a las Antillas de los primeros emigrantes aruacos estuvo acompañada de cambios en otros aspectos de su cultura, lo que dio lugar a desarrollos culturales locales, a partir de la base de ese tronco esencial y de la relación con los descendientes de los predecesores arcaicos. Algunos de esos desarrollos culturales locales están muy relacionados con la propia diversidad de expresiones de lo taíno, que como ya hemos dicho, alcanzó el nivel de desarrollo más alto y resumió muchos de los aspectos de sus antecesores.9 El desarrollo local destacable como antecesor de los taínos en las Antillas Mayores se encuentra en los grupos que los arqueólogos han definido como ostionoides, desarrollo generado a partir de los cambios y los procesos sufridos por los aruacos iniciales en la isla de Puerto Rico y el este de la isla Española.10 El estudio de los ostionoides ha demostrado que este grupo aborigen aportó modificaciones a las técnicas de cultivo conocidas hasta ese momento por los aruacos y desarrolló otras que generaron un alto nivel de productividad, entre ellas el llamado montículo agrícola, que luego encontraremos entre los taínos. Es importante señalar que muchas de las características que luego se observarán entre los taínos –la construcción de bateyes o plazas ceremoniales para el juego de pelota, los rituales empleando sustancias alucinógenas (cohoba), entre otros– se desarrollaron o alcanzaron una buena representación como prácticas entre los ostionoides. Esto nos conduce a plantear con razón que el antecedente más directo en cuanto al desarrollo local del mosaico multicultural reconocido como “cultura taína” se encuentra precisamente en la expresión 9.
Esta última percepción está avalada, entre otras cosas, por la presencia o la continuidad de muchos de los instrumentos y elementos de cultura material y de las experiencias en cuanto a manejo de recursos ecológicos de los predecesores arcaicos que se distinguen dentro de esos desarrollos locales, y en especial dentro de la cultura taína.
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El nombre ostionoide viene del asentamiento Ostiones, localizado en la isla de Puerto Rico, donde se encontró inicialmente uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de este grupo a nivel de las Antillas
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Vasija navicular. 350-1500 d. C. 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 14 x 18,5 x 18 cm Donación / Donació / Donation by Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció / Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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cultural ostionoide, la que a su vez se derivó, como se ha explicado, de las migraciones aruacas procedentes de las costas de Venezuela y de los procesos de interacción con los grupos arcaicos precedentes. Los desarrollos locales antillanos, en especial en las Antillas Mayores, ocurridos esencialmente entre el siglo V y hasta el siglo VIII después de Cristo, no solo trajeron aparejadas mejoras en la producción agrícola, sino también una estructura social más compleja. Como resultado de esto aparecieron nuevas alfarerías que alcanzaron su propia personalidad. En Puerto Rico emergieron nuevos estilos cerámicos vinculados a esos desarrollos locales, entre ellos el llamado estilo ostionoide, el que se encuentra ligado al desarrollo de las formas de asentamiento novedosas ya mencionadas. A partir del siglo VIII después de Cristo –y quizás antes– las comunidades ostionoides surgidas en Puerto Rico pasaron a la isla de La Española, habitando en zonas de valles como la del Cibao y en lugares costeros –todo el sudeste de la República Dominicana– y difundiéndose rápidamente por toda la isla. A partir de estas comunidades, fue básicamente en el este de la isla de Santo Domingo y en la isla de Puerto Rico donde se inició el desarrollo de lo taíno, y fue en esas regiones donde se gestó la cerámica de estilo chicoide con la que se ha identificado arqueológicamente. Esa cerámica se encuentra entre las evidencias consideradas representativas de la cultura taína. Está asociada a objetos con un alto nivel de simbolismo y desarrollo en la decoración, que fueron elaborados en hueso, concha, madera y piedra, además de otros elementos que denotan alto grado de complejidad social –plazas ceremoniales, plazas para juegos de pelota, etc.–. Los procesos de formación de la “cultura taína” son, por tanto, locales y autóctonos –en especial en la isla de Santo Domingo y Puerto Rico– y han sido fechados a partir del siglo IX después de Cristo, aproximadamente. Es importante referir que nunca existió un dominio total de lo taíno sobre todas las Antillas, sino una marcada influencia en ese territorio. Aunque ya hemos comentado que las fuentes históricas de la conquista deben asumirse con cuidado y pueden ser rectificadas en futuras investigaciones, estas señalan la existencia de otros grupos, como los llamados indios macoriges y ciguayos, ubicados en el norte de La Española; además de los caribes, que habían
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ocupado algunas islas de las Antillas Menores –desde la actual isla de Guadalupe hasta Granada–. A partir de las huellas de su cultura material, los llamados macoriges han sido identificados y seguidos a través de un estilo cerámico conocido como meillacoide, que al parecer también se originó en la isla de Santo Domingo como parte de los desarrollos locales y luego se expandió al resto de las Antillas Mayores, mientras los caribes parecen corresponder a la oleada migratoria de una etnia diferente, que penetró tardíamente en algunas islas de las Antillas Menores desde zonas de Guyana. Para estos últimos, su identificación arqueológica es aún una de las grandes incógnitas de la historia del Caribe. El hecho de que los taínos fueran un grupo en expansión y mayoritario en las grandes Antillas, además de poseer el mayor grado de desarrollo sociocultural, fue lo que en parte provocó que los europeos en el siglo XV y XVI vivieran en contacto perenne con ellos, y por tal motivo sus crónicas y narraciones se centrarán en descripciones relativas a lo que se ha considerado como el modo de vivir de esa cultura. Es necesario destacar que la “cultura taína” se desarrolló fundamentalmente entre los siglos IX después de Cristo hasta la segunda mitad del siglo XVI después de Cristo, y su extensión desde el punto de vista geográfico abarcó principalmente casi toda la isla de La Española –actualmente República Dominicana y Haití–, la isla de Puerto Rico, el Oriente de la isla de Cuba, parte de la isla de Jamaica, las Islas Vírgenes, y las islas Bahamas o Lucayas. Desde esa percepción geográfica, y tomando en cuenta la variabilidad y diversidad de sus niveles de desarrollo cultural, algunos investigadores (Rouse, 1992) han dividido el poblamiento taíno de las Antillas en tres sectores: Taínos clásicos –isla de La Española, Puerto Rico y el extremo oriental de Cuba–; taínos occidentales –los que ocuparon Las Bahamas, Jamaica y la mayor parte de Cuba– y taínos orientales –los que ocuparon las islas entre Vieques y Guadalupe–.
Cultura taína. Tecno-economía. ¿Cómo lo hacían? Desde el punto de vista económico, los taínos fueron importantes agricultores y además conocían el arte de la alfarería, en el que lograron crear piezas con un gran valor estético. La agricultura como actividad económica fundamental se basaba en el cultivo de la yuca, tubérculo muy
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común a la zona del Caribe y Sudamérica, y que se procesaba para obtener una torta, especie de pan, conocido como casabe. El casabe por demás era su base de alimentación, unido a otros complementos, como el maíz, el pescado, o la carne de algunos animales que eran objetos de caza o pesca. Para el desarrollo de las actividades agrícolas, así como para la confección del casabe, los taínos utilizaron una base instrumental compleja. Dentro de ella encontramos las hachas petaloides,11 hachas de piedra enmangadas en madera y utilizadas para desbrozar el bosque o limpiar el terreno en el que luego se realizaría la siembra. Además de emplearse como instrumentos de trabajo, las hachas también servían como armas y se les llamaba macanas. Conjuntamente con las hachas petaloides, otro tipo de hacha fue utilizada por los taínos; estas eran monolíticas, es decir, estaban confeccionadas completamente en piedra, incluido el mango. Una vez el terreno era desbrozado o talado, se prendía fuego a las ramas y las cenizas servían como abono. Este sistema agrícola, como se ha comentado anteriormente, se conoce como tala y quema o agricultura de roza, y no fue desechado del todo por los taínos en tanto se combinaba con el sistema agrícola más común y productivo, el de los montones agrícolas.12 Para la obtención de la harina del casabe se utilizaban guayos o ralladores, instrumentos que podían ser confeccionados en madera o piedra. Mientras que para extraer el jugo tóxico se utilizaba una especie de manga tejida con fibras en las que se depositaba la harina de yuca y se exprimía por uno de sus extremos. A este instrumento se le llamaba cibucán o cebucán. Es importante decir que las actividades vinculadas con el procesamiento de la yuca para obtener el pan de casabe eran realizadas por las mujeres de la comunidad. Otros instrumentos básicos en el desarrollo de labores agrícolas fueron los bastones o coas, que servían para plantar, además de los buriles de piedra para trabajar la madera. Por otro lado, en algunas actividades vinculadas con el procesamiento de granos –como el maíz– u 11.
Esta designación se encuentra fundamentada por su forma, que se asemeja al pétalo de una flor.
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El sistema de montones agrícolas consistía en remover el terreno creando unos montículos desde cuatro a doce metros de diámetro, sobre los cuales era posible sembrar y cultivar de modo estable y permanente. Es por ello que este sistema garantizaba una mayor productividad, en tanto producía en el terreno un efecto similar al que produciría el empleo del arado hoy en día. Este sistema, además de acumular y remover la tierra, podía incluir el uso de residuos a manera de abonos, lo cual permitía alcanzar aún mayores rendimientos.
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Hamaca taína Reproducción de grabado de época / Reproducció de gravat d’època / Reproduction of vintage print by Gonzalo Fernández de Oviedo Cangrejo / Carranc / Crab / Artropodo Cacata / Taràntula gegant d’ Hispaniola / Hispaniolan Giant Tarantula / Phormictopus cancerides Hicotea / Tortuga / Tortoise
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otros tipos de semillas, los taínos utilizaron instrumentos como los majadores. Muchos de ellos con representaciones antropomorfas –humanas– o zoomorfas –de animales–, lo cual evidencia la asimilación de elementos de la naturaleza y del propio ser humano a los que les concedían un carácter mágico. Entre los cultivos y frutos que sirvieron como base a la alimentación, además de la yuca, se encuentran el maíz y la batata, la guáyiga o guállaga –colectada de forma silvestre–, la papaya o lechosa, el corozo o corojo, la guayaba, los frijoles, la guanábana, etc. Otras plantas fueron utilizadas en actividades rituales o como árboles maderables para la construcción de viviendas, instrumentos de trabajo, e incluso sus cemíes o deidades. Dentro de estas últimas, algunas de las más importantes fueron: el tabaco (Nicotiana tabacum), la cohoba (Pictadenia peregrina), el algodón (Gossypium spp), y varias especies de plantas leñosas y maderables como la guácima (Guazuma ulmifolia), el guayacán (Guaiacum sanctus), el higüero o güira (Crescentia cujete), entre otras. Aunque los taínos basaron sus actividades económicas esencialmente en la agricultura, estas se complementaron con actividades como la caza, la pesca y la recolección, las que garantizaban un mayor equilibrio en su dieta. La caza incluía varios tipos de roedores, llamados hutías o jutías, así como una gran variedad de aves y de mamíferos mayores, como el manatí. En lo que se refiere a la recolección, destacan varias especies de cangrejos y moluscos marinos o terrestres, mientras en la pesca sobresalen varias especies de tortugas (Quelónidos) y peces óseos de grandes dimensiones. Es importante tener presente que la actividad pesquera podía realizarse lo mismo en el río que en el mar y se efectuaba de diferentes formas –utilizando redes, anzuelos atragantadores de hueso o concha, arpones–. Una técnica de pesca curiosa fue la practicada con el pez rémora (Remora echeneeis). Este pez se encuentra provisto de una ventosa con la que puede adherirse a una presa de mayores dimensiones. Debido a esto el pez era atado con un cordel, y una vez adherido a la presa, era halado hasta traerla a la embarcación desde donde se realizaba la pesca. Para la pesca y transporte marítimo o fluvial, los taínos utilizaron embarcaciones movidas por remos. Existían tres tipos de embarcaciones de acuerdo con sus dimensiones: la canoa, Caney taíno Reproducción de grabado de época / Reproducció de gravat d’època / Reproduction of vintage print by / Gonzalo Fernández de Oviedo
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el cayuco, y el curiale. Su construcción se realizaba con procedimientos complejos y se empleaban instrumentos líticos y el fuego para cortar árboles de grandes dimensiones, ahuecar sus troncos, y darles la forma deseada. La concha de algunos moluscos también fue utilizada como materia prima para la construcción de amuletos, adornos corporales, objetos ceremoniales, pequeños ídolos o instrumentos de trabajo, e incluso instrumentos musicales –como el fotuto–; estos generalmente eran construidos a partir de la concha de grandes moluscos marinos. Una de las actividades que caracteriza a la cultura taína, y en la que lograron un alto desarrollo estético, fue la confección de alfarería. Los taínos confeccionaron vasijas y recipientes de diferentes formas –globulares o abombadas, de boca abierta o boca estrecha, con hombro o respaldo, de uno o más cuerpos– y dimensiones de acuerdo con el uso al que estuvieran destinados. Algo muy importante es que en casi todos los casos los recipientes eran decorados. Las decoraciones se podían realizar modelando representaciones de figuras humanas o de animales, sobre todo en las asas. También podían realizarse a partir de incisiones en el cuerpo de las vasijas. La cerámica taína, además de constituir una de sus expresiones más prolíferas, constituye una de las vías más importantes de representación de su arte. A través de ella representaron sus creencias mágicas y religiosas. Es así porque en ellos el arte no se encontraba desvinculado del mundo mágico y de la naturaleza, a la cual veneraban, y esto explica que la representación humana y de animales sea recurrente, tanto en cerámica, como en objetos elaborados en otros materiales. En el caso de la cerámica, un lugar especial dentro de esas representaciones lo tienen los llamados vasos efigies, y las llamadas potizas.13 En ambos tipos de piezas se observa una especie de barroquismo en las decoraciones que generalmente reproduce motivos zoomorfos o de figuras humanas, e incluso la combinación de ambos –antropozoomorfos–. También son recurrentes los temas o motivos relacionados con la fertilidad y con la capacidad de 13.
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Las potizas son recipientes de boca estrecha utilizados como contenedor de líquidos, y generalmente exhiben decoraciones en su cuello o en su parte superior. Las más comunes son las representaciones antromorformas de cara humana , lo que además de señalar hacia una función propiamente utilitaria como contenedor de líquidos refiere un alto carácter simbólico-artístico y ritual.
procreación, tanto femenina como masculina, lo que refleja una especie de síntesis sobre la capacidad de regeneración humana, así como de la propia naturaleza. La actividad alfarera dentro de los taínos también era acometida por las mujeres, y a través de ella esta cultura ha legado una buena parte de su arte, creencias, y de su propia visión del mundo. Además, la identificación de su estilo alfarero y su forma de decorar los recipientes se ha constituido en uno de los elementos básicos que caracteriza a la gente y la cultura que se ha definido como taína.
Taínos. Sociedad, arte y cosmología. ¿Cómo se organizaban? ¿En qué creían? Las apreciaciones sobre la organización social entre los taínos han estado generalmente dirigidas hacia los llamados cacicazgos, a los que algunos historiadores españoles de la conquista compararon con pequeños reinos feudales. El cacicazgo estuvo entre las formas de organización política y social más complejas del Caribe al momento del contacto con los europeos. Sin embargo, este tipo de organización no fue prevaleciente en todas las islas, por lo que el nivel de complejidad y los patrones descritos en las crónicas históricas son esencialmente válidos para parte de las Antillas Mayores –sobre todo la isla La Española y Puerto Rico– y han sido precisamente observados en correspondencia con lo que se ha definido como cultura taína.14 Los cacicazgos fueron organizaciones políticas basadas en centros hegemónicos y relaciones jerárquicas de poder que se expresaban tanto en contextos locales como en las relaciones entre aldeas o poblados. Las organizaciones cacicales también implicaban formas de intercambio social activas que adquirieron dimensiones o formas de alianzas políticas o económicas materializadas o logradas de diversa manera –matrimonios, subordinación política, mecanismos de reciprocidad económica, etc.–. Los cacicazgos también implicaron 14.
Recientes investigaciones (Curet, 2003), además de enfatizar en la existencia de una diversidad de amplio espectro entre las formas de organización sociopolíticas que caracterizaban al Caribe, incluyendo varias formas de igualitarismo y de desigualdad social, han propuesto el término de sociedades de rango medio para referirse a grupos con una organización intermedia entre el nivel de banda y las sociedades estatales. En este caso, el término cacicazgo se identifica solo con sociedades altamente estratificadas y con organizaciones sociopolíticas de tipo jerarquizada. Estas últimas son precisamente las reportadas por los cronistas españoles para las Antillas Mayores.
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la existencia de una jerarquía detentada por un individuo, un grupo de individuos, o un determinado linaje, cuya posición social se justificaba y mantenía de diversas maneras –mecanismos de control social, ideológicos– e incluso asumió carácter hereditario.15 Las huellas de la cultura material asociada a esa jerarquía, así como su diversidad, han sido contempladas para diferentes islas, entre ellas La Española, Puerto Rico y Cuba, y asumidas como una prueba de la diversidad de estrategias que las elites de estos espacios utilizaban para justificar su propia posición y adquirir poder y prestigio; es decir, las formas en que estas hacían uso o manipulaban los aspectos ideológicos o culturales en aras de reforzar la cohesión y la estabilidad. Esto a su vez se materializaba en diferentes estructuras o formas de organización política. En otras palabras, un factor influyente en la propia diversidad presente a nivel de la cultura material taína, en especial en lo que se ha definido como sus expresiones artísticas, se relaciona con las formas de manejo de estos mecanismos ideológicos, lo que a su vez se vincula con diferentes formas de organización de las estructuras de poder (Curet, 2003:19). A tono con lo anterior, las investigaciones han percibido que durante el desarrollo taíno en las Antillas se comenzaron a adicionar objetos que tienen sus paralelos en el área istmo-colombiana –Centroamérica y el noroeste de América del Sur–, lo cual ha sido evaluado como algo muy vinculado con esta perspectiva diferenciadora: la capacidad de entablar contactos lejanos y de incorporar técnicas y materiales de esas tierras. Es posible que estos fueran elementos de importancia constante en esas sociedades y sirvieran para la legitimación del poder de ciertos agentes, y por tanto, para el escalamiento vertical a nivel intrasocial (Rodríguez y Pagán, 2007). Desde el punto de vista productivo o económico, los cacicazgos pudieron poner en práctica la especialización de una aldea o poblado en la explotación de entornos ecológicos o fuentes de recursos específicos, lo que garantizaba el acceso a productos o recursos que 15.
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Por desigualdad social institucionalizada se entiende a las sociedades donde existen diferencias en el estatus y en el acceso a los recursos (económicos, sociales o simbólicos) basados sobre todo en la adscripción, aunque la desigualdad y las diferencias de estatus existen en todas las sociedades, incluidas las llamadas bandas y grupos tribales. La institucionalización de la desigualdad social se refiere a casos donde esta viene desde grupos de familias o linajes e incluye algunas formas de herencia o de poder oficial (a través de pertenecer o ser miembro de una elite o descender directamente de un grupo de parentesco).
no podían encontrarse en determinados ambientes. La red de intercambios dentro de un cacicazgo permitía este tipo de complementación. Gracias a esos intercambios, cada centro habitado podía disfrutar de productos alimenticios u obras de artesanía que eran comunes solo a ciertas zonas de la isla o a ciertas islas. En otras palabras, un cacicazgo o las zonas de influencia de un cacicazgo no necesariamente se limitaban al entorno o límites geográficos de una isla, podían traspasar esas fronteras, estableciendo mecanismos de intercambio y alianzas que formaron parte de las estrategias de expansión política y de la propia cultura taína. Este factor quizás contribuyó a perfilar la visión de uniformidad cultural que hasta cierto punto encontramos en las crónicas históricas. Al momento de la llegada de los colonizadores europeos a la isla de Santo Domingo, octubre de 1492, esta se encontraba dividida en varios cacicazgos,16 los que no marcaban una división regional al estilo de las fronteras geográficas contemporáneas, sino zonas de influencia relacionadas con los mecanismos de alianza y centralización en torno a la jerarquía de un individuo o grupo de individuos sobre otros. Es decir, el cacicazgo como una forma de organización agrupaba a varios caciques bajo el mandato de un cacique principal. La distribución de lo que se producía estaba supeditada al dominio cacical y el cacique podía desviar un sobrante de esa producción para actividades rituales, fiestas, u otros actos colectivos de la comunidad, los que a su vez estaban encaminados a reforzar su propia posición política y los mecanismos sociales de alianza que la sostenían. En otras palabras, los taínos perfeccionaron una organización social que estaba encaminada a lograr la estabilidad, y podían almacenar productos que servirían para ser consumidos ante ciertas eventualidades. En general, la sociedad taína fue una sociedad basada en la jerarquía y con una especie de estructura piramidal. En la parte más alta estaban los caciques con mayores poderes políticos, acompañados por una especie de nobles llamados nitaínos; también estaba el behique o curandero, quien gracias a sus conocimientos en prácticas de este tipo, así como su papel 16.
Los cacicazgos que se conocen para la isla Hispaniola se denominaban Jaragua, Marién, Maguana, Maguá e Higüey. El más densamente poblado al momento de la conquista parece haber sido el de Maguá.
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Escena de taínos realizando el ritual de la cohoba Reproducción de grabado de época de / Reproducció de gravat d’època de / Reproduction of vintage print by / Gonzalo Fernández de Oviedo Guayaba / Guaiaba / Guava / Psidium PP Piña / Pinya / Pineapple / Ananas Sativa 41
en el culto a los cemíes, tenía una gran influencia sobre la comunidad, mientras la mayoría de la población, la base de la pirámide social, estaba conformada por los naborias. La organización del trabajo entre los taínos se basaba en criterios de sexo y edad. Las mujeres, como ya dijimos, hacían las funciones de alfarería, así como la confección del casabe; los hombres por su parte cazaban, pescaban y recolectaban, y si era necesario iban a la guerra, además de ayudar a las mujeres en las faenas agrícolas. Los niños podían cuidar de los sembrados. Las casas presentaban varias formas y en general el nombre más común para todas era el de bohíos. Sin embargo, donde vivían los caciques y miembros de los estamentos importantes de la sociedad se identificaban porque tenían forma rectangular, con techos a dos aguas. Otras casas más grandes eran de planta circular y se les llamaba caney (Fernández de Oviedo 1988: 184-185).17 Los poblados generalmente se construían alrededor de un espacio o plaza central llamado batey, en el que se podían desarrollar reuniones, rituales importantes y juegos de pelota. Es decir, era un espacio que podría considerarse ceremonial y de gran importancia social. En ocasiones muy cerca de esas plazas los taínos sepultaban a sus muertos, constituyendo como especies de cementerios donde los difuntos eran acompañados con objetos de uso, como ofrendas funerarias, entre ellos vasijas, collares, instrumentos de trabajo y amuletos, que revelan las diversas escalas de importancia entre los habitantes. Los taínos fueron observadores del ritmo de la naturaleza y, a través de su conocimiento, aspiraban a manejar su ambiente y anticiparse al futuro. De esta manera, desarrollaron estrategias para mantener una armonía o una coordinación con los eventos que ocurrían en el día 17.
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El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo fue uno de los más explícitos (incluso con dibujos) en relación a las viviendas de los grupos indígenas. Nos dice textualmente al respecto: “las casas en que moraban, las cuales. comúnmente llaman buhío en estas islas todas (que quiere decir casa o morada); pero, propiamente en la lengua de Haití, el buhío o casa se llama eracra. Estas eracras o buhíos son en una de dos maneras; e en ambas se hacían, segund la voluntad del edificador. Y la una forma era aquesta: hincaban muchos postes a la redonda, de buena madera, y de groseza, cada uno, conviniente, y en circuito, a cuatro o cinco pasos el un poste del otro, o en el espacio que querían que hobiese de poste a poste. E sobre, ellos después de hincados en tierra, por encima de las cabezas, en lo alto, ponénles sus soleras; e sobre aquéllas ponen en torno la varazón (que es la templadura para la cubierta); las cabezas o grueso de las varas, sobre las soleras que es dicho. El buhío o casa de tal manera fecho, llámase caney. Son mejores e más seguras moradas que otras, para defensa del aire, porque no las coge tan de lleno. Otras casas o buhíos hacen asimismo los indios, y con los mesmos materiales; pero son de otra fación y mejores en la vista, y de más aposento, e para hombres más principales e caciques, hechas a dos aguas, y luengas, como la de los cristianos, e así, de postes e paredes de cañas y maderas, como está dicho” (Fernández de Oviedo, 1988: 184-185).
a día o en cada época. Un considerable cuerpo de conocimientos fue desarrollado a partir de la observación del comportamiento del mundo y de todas las cosas que en él ocurrían, fueran estas vivientes o no, al tiempo que desarrollaban explicaciones acerca de por qué y cómo ese sistema-mundo estaba estructurado. Esa visión o esa cosmología es clave para explicar y entender las creencias religiosas en los taínos (Oliver, 1997). Las relaciones armónicas entre estos seres humanos y la naturaleza sistema-mundo era algo altamente deseable, y por tanto la cosmología taína refleja un mundo no estático, una dinámica y una visión del universo que es una especie de movimiento pendular entre la estabilidad y la entropía, entre la calma y el caos, que funcionaban como fuerzas antagónicas. Los taínos intentaron capturar algunas cualidades de esas fuerzas antagónicas y personificarlas en los llamados cemíes (dioses). La explicación de la naturaleza de esas fuerzas, y el intento de manejar su funcionamiento para introducir la estabilidad o el cambio es, por tanto, el centro de su religión. Era además la motivación esencial de sus rituales y ceremonias, como los areítos, los juegos de pelota rituales (batey) designados precisamente como una forma de tratar ese desorden y producir integración social. (Oliver, 1997:140-141). En el caso de los areítos, eran festividades o ceremonias colectivas con la función esencial de reforzar la cohesión y unidad del grupo. Durante las mismas se podía danzar, recurrir a mecanismos nemotécnicos que relataban hechos o acontecimientos de los antepasados, especies de historias orales. Los areítos por tanto se relacionaban con momentos especiales en la vida de la comunidad. En otros casos también se hacía la cohoba, ritual especial que consistía en ingerir polvos alucinógenos a través de la nariz por parte de los caciques o behiques, lo que generaba un estado de trance y la supuesta comunicación con los cemíes, es decir con la personificación de las fuerzas. Esta capacidad de comunicación evidentemente implicaba un intento de predicción o de control de las mismas que además contribuía a reforzar la propia posición social de quienes lo poseían. Por otro lado, constituía una ceremonia donde se tomaban las decisiones más importantes, las que en este caso siempre se vinculaban con una trascendencia más allá de lo humano.
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Esta visión cosmológica es también clave para comprender las expresiones mitológicas vinculadas a las creencias taínas. En ellas se rememoraban aspectos asociados con sus propios orígenes como comunidad (mitos de origen) o de los elementos de su entorno (el origen del mar, los peces, etc.), y al igual que en otras mitologías, muchos de los elementos de su cultura, sobre todo los vinculados a conocimientos básicos desde el punto de vista tecnológico (la agricultura, la confección de casabe, técnicas artesanales, etc.), o con actividades de su propia reproducción social (rito de la cohoba, conocimientos curativos), les fueron otorgados por héroes culturales o les fueron arrebatados a seres mitológicos. No es de extrañar entonces que muchas de las expresiones consideradas tesoros del arte taíno estén necesariamente vinculadas a esa cosmología y religiosidad.18 El arte taíno, por tanto, presenta una estrecha relación con la propia manera de vivir de estos grupos, y el ambiente es el recinto de las divinidades que se veneran. Sus creencias se centraron en la naturaleza y se relacionaron directamente con determinados espacios de ella, por ejemplo el mar, las cuevas, la foresta, y en general todo lo insólito y particular que se presentara dentro del entorno. Fue un arte funcional ligado a un uso práctico,19 y al mismo tiempo trataba de integrarse mediante ornamentaciones y colores al mundo de sus creencias. En tanto arte, se asumía como una manera de atraer energía para quien se servía de él, y fue a su vez en la búsqueda de esa energía que se desarrollaron ciertos valores estéticos. En otras palabras, los objetos que se consideran expresión del arte taíno también tenían como destino referenciar la posición de aquellos a los que estaban destinados, y a través de ellos acrecentar su poder. Como los objetos estaban relacionados con las fuerzas cósmicas, eran capaces de atraer sobre quienes los usaban una energía que necesitaban para ejercer sus funciones (Veloz Maggiolo y Zanin, 1999).
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Por ejemplo, en tanto la yuca era un alimento fundamental para los taínos, dentro de sus creencias tenían un dios o cemí que la simbolizaba y que estaba muy relacionado con las buenas cosechas y la fertilidad o con la capacidad de procrear de la tierra. Este es el caso de las llamadas piedras de tres puntas o trigonolitos, que según las creencias de los aborígenes tenían la función de garantizar esa fertilidad y la buena cosecha de la yuca. Los trigonolitos, según nos describen los cronistas españoles, eran enterrados por los taínos en sus campos de cultivo, como una forma de producir este efecto fertilizador o fecundador en la tierra.
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En cuanto al arte taíno, es importante decir que estos no usaron la fundición de metales y trabajaron escasamente el oro, laminándolo después de haberlo calentado a base de la percusión. Estas laminillas se podían emplear esencialmente como colgantes o pendientes, y también podían emplearse como incrustaciones, sobre todo en los ojos o las dentaduras de figuras o ídolos hechos en otros materiales, como madera o concha.
En general, el universo artístico taíno se movía dentro de un contexto preponderantemente religioso, donde la religión era una forma importante de cohesión social. En ese caso, muchos objetos que aparentemente tenían un uso cotidiano terminaron por introducirse en espacios cuyo objetivo principal era la ritualidad. En síntesis, los taínos supieron combinar magistralmente sus creencias religiosas con el arte, la tecnología y la creatividad.
La trascendencia. ¿Qué nos quedó? El fin La tendencia a considerar consciente o inconscientemente los inicios de la historia del Caribe a partir del arribo de los europeos es todavía común en algunos predios académicos y populares. Esta idea generalmente se encuentra fundamentada por un desconocimiento de la historia indígena anterior a ese suceso, y por la ausencia de un núcleo poblacional indígena fuerte en el Caribe de hoy. Ambos factores han contribuido a generar una visión limitada, y en ocasiones nula, del aporte de estos grupos humanos a la historia y la cultura de la región. Esto también ha ayudado a desdibujar las huellas del pasado precolombino en las culturas caribeñas, remitiéndolas casi siempre a la mera presencia de elementos de cultura material, vocablos, técnicas, tipos de cultivo, formas de viviendas, etc., percibidos como las filiaciones inamovibles o enclaustradas de una cultura. Es evidente que existe una estrecha relación entre el reconocimiento de la historia precolombina del Caribe, el conocimiento de las dinámicas que desembocaron en la formación y desarrollo de lo taíno y la historia posterior de este espacio humano. Si bien es cierto que en la historia del Caribe y en la conformación de sus culturas actuales han desempeñado un importante papel las migraciones de personas desde distintas partes del mundo, ese proceso no comenzó con la llegada de Cristóbal Colón, y esas sucesivas oleadas se asentaron sobre una base, unos cimientos consolidados como resultado de procesos complejos y centenarios que tuvieron lugar en el contexto de las islas: el mosaico cultural de la tainidad. El llamado ocaso de estas culturas, provocado por la colonización, no ha significado su total desaparición. Muchos de sus elementos o aportes se encuentran presentes en la cultura caribeña actual, y muchos llegaron a nosotros a través de los propios colonizadores, quienes
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tuvieron que adoptarlos para resolver necesidades concretas de un contexto natural para el cual no estaban preparados, o a través de los esclavos africanos que fueron traídos para sustituir la falta de mano de obra indígena, una vez que estos comenzaron a desaparecer físicamente. Es justo pensar entonces que un número importante de las costumbres y prácticas de aquellos hombres y mujeres se nos hacen irreconocibles en nuestra realidad, pero están ahí, formando parte de lo que hoy podemos llamar cultura caribeña.
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Paul Giudicelli (1921-1965) Brujo disfrazado de pájaro. 1964 Medios mixtos sobre tela / Tècnica mixta sobre tela / Mixed media on canvas / 130 x 97,5 cm Premio I Concurso de Arte Eduardo León Jimenes, 1964 / Premi I Concurs d’Art Eduardo León Jimenes / Prize I Eduardo León Jimenes Art Contest, 1964 Colección / Col·lecció / Collection / Eduardo León Jimenes de Artes Visuales 47
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Doble página siguiente: Wifredo García Domenech. (Barcelona 1935, Santo Domingo, 1988) Mosaico 116. s/f (1 de 8 tomas) Fotografía blanco y negro sobre papel / Fotografia blanc i negre sobre paper / Black and white photograph on paper 20.4 x 25.4 cm Cedida en préstamo por / Cedida en préstec per / On loan by / La Casa Fotográfica Wifredo García Colección / Col·lecció / Collection / Eduardo León Jimenes de Artes Visuales 49
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Red de movimientos e intercambios en el Caribe antes de 1492. Las poblaciones pre-colombinas actuaban dinámicamente sobre su medio ambiente y fueron conformando, entre el archipiélago y el continente, un paisaje plural por medio de las redes de intercambio social para hacer visitas, festividades y viajes con fines migratorios, comerciales y expedicionarios. Este mapa proviene de una investigación sobre estos temas que está siendo realizada por C. L. Hofman y M. L. P. Hoogland, arqueólogos de la Universidad de Leiden, Holanda. Xarxa de moviments i intercanvis al Carib abans de 1492. Les poblacions precolombines actuaven dinàmicament sobre el seu medi ambient i van anar conformant, entre l’arxipèlag i el continent, un paisatge plural per mitjà de les xarxes d’intercanvi social per a fer visites, festivitats i viatges amb finalitats migratòries, comercials i expedicionàries. Este mapa prové d’una investigació sobre estos temes que està sent realitzada per C. L. Hofman i M. L. P. Hoogland, arqueòlegs de la Universitat de Leiden, Holanda. Network of movements and exchanges in the Caribbean before 1492. The pre-Columbian populations acted dynamically on their environment and conformed, between the archipelago and the continent, a plural landscape by means of the networks of social exchanges to visit each other, generate festivals and trips that had migratory, commercial and expeditionary aims. This map comes from an investigation on these subject that is being undertaken by C.L. Hofman and M.L.P. Hoogland, archaeologists of the University of Leiden, Holland.
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Taínos: Arte del pasado. Tesoros para el presente Rafael Emilio Yunén Director General Centro León José M. Fernández Pequeño Gerente de Programas Culturales Centro León
En sociedades signadas por un mestizaje profundo, como las del Caribe, identificar los aportes étnicos y culturales de uno de los componentes originarios que entraron en la mezcla puede ser una operación plagada de riesgos. Por un lado, se pueden señalar y evaluar esos posibles aportes al margen de otros componentes que concurrieron en el espacio caribeño. Por otro lado, se puede olvidar la compleja dinámica histórico-cultural que rigió la consolidación de las “culturas nacionales”, completamente distintas a sus fuentes originales. Si se cae en estos errores, la identificación de aportes étnicos y culturales se convertiría en un simple recuento de objetos, hábitos y formas de expresión infuncionales, separados del contexto natural, histórico y social donde se cargan de real sentido. La investigación, comprensión y reconocimiento de los aportes étnicos y culturales de un grupo humano tiene que tomar en cuenta que las culturas concurrentes en el espacio caribeño entraron a sus procesos de transculturación desde planos de supremacía o subordinación muy marcados, en ocasiones extremos. Dentro de este crisol de mestizaje que es el Caribe, los distintos grupos humanos coligieron, dialogaron y se fueron reestructurando en formulaciones completamente diferentes, capaces de dar respuesta a los retos que en cada momento les planteó el nuevo entorno social.
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Obligadas por circunstancias sociales de negación y exclusión muy agudas, las culturas subordinadas buscaron con frecuencia su legitimación poniendo en práctica solapadas estrategias de ocupación silenciosa. De este modo, la forma de muchas expresiones sociales en el Caribe siguió pareciendo europea, entendida como la única norma merecedora de aceptación social, mientras la esencia resultaba transformada drásticamente por elementos fundamentales de las culturas indígenas, africanas, asiáticas y otras que se han dado cita en la región durante más de cinco siglos posteriores a la llegada del europeo en 1492. Esa tensión entre apariencia y esencia, regida muchas veces por la parodia, la reescritura, la burla o la resignificación, es uno de los rasgos fundamentales de la cultura caribeña y pone continuamente a prueba la perspicacia del investigador. Ahora bien, de todos los grupos y culturas que dieron su aporte a la cristalización de las sociedades caribeñas actuales, ninguna ha tenido un reconocimiento tan paradójico como el legado cultural de las sociedades aborígenes que fueron diezmadas brutalmente por el europeo conquistador. En el caso de las sociedades taínas del archipiélago antillano, y especialmente en el caso de la Isla Hispaniola (hoy ocupada por República Dominicana y Haití), su legado cultural fue casi totalmente ignorado durante mucho tiempo. Se asumía que dicho legado había desaparecido sin dejar rastro junto a sus portadores originales, en una operación que completaba el saqueo inicial pues borraba cualquier posibilidad de reclamación sobre los territorios usurpados a nombre de las coronas reales del Viejo Continente y la Iglesia Católica. A lo sumo, el recuerdo de lo taíno quedaba reducido a las tantas veces imprecisas descripciones de los cronistas de Indias o a la toponimia y alguna que otra palabra heredada por las lenguas en uso dentro de la región. El otro extremo de la paradoja surgió a fines del siglo XIX, cuando el proceso de formación de las nacionalidades caribeñas ya había recorrido un camino apreciable. En esos momentos, la contribución del componente indígena a lo caribeño fue exageradamente exaltada a partir de una visión romántica y nostálgica que parecía otorgarle el justo reconocimiento a los permanentemente olvidados taínos. No obstante, en el fondo, esta visión escondía la intención de negar el determinante peso que lo africano ha tenido en la conformación de las culturas Reproducción de grabado de finales del siglo XIX de bohío dominicano (fragmento). Extraída / Treta de Hazard, Samuel. Carpeta de Láminas y Grabados de Santo Domingo / Samuel Hazard. Santo Domingo, República Dominicana. Sociedad Dominicana de Bibliófilos (2004) 1ra. Edición. 24 páginas / 1a edició. 24 pàgines / First edition. 24 pages A partir del libro / A partir del llibre / From the book / Santo Domingo Past and Present; With a Glance at Hayti (New York, Harpers & Brothers, Publishers, 1873) 55
caribeñas. Ambas negaciones, la indígena y la africana, distintas en sus procedimientos y circunstancias, son parecidas por su esencia racista y por sus objetivos de discriminación. Esas perspectivas son cuestionadas por la exposición Tesoros del arte taíno, organizada fundamentalmente a partir de la Colección Arqueológica del Centro Cultural Eduardo León Jimenes, que incluye cerca de 3,000 objetos emblemáticos de la cultura taína, la mayoría de los cuales han sido donados por los primordiales coleccionistas Bernardo Vega, Gustavo Tavares Grieser, Salomón Jorge y Rafael Esteva. La muestra exhibe una selección que conforma un importante conjunto etnográfico en forma de objetos, fotografías y materiales multimedia que intentan tender un vínculo entre las expresiones artísticas y artesanales de los taínos y la actualidad de sus descendientes en el Caribe. El guión museológico que sustenta esta exposición aborda lo taíno y sus expresiones no como un todo homogéneo, sino como una cultura mestizada que, entre los siglos IX d. C. y XVI d. C., integró los aportes de las tribus sudamericanas de la etnia arahuaca que habían entrado a la región antillana desde la cuenca del río Orinoco y otras regiones continentales, así como de los habitantes que las precedieron en el arco antillano. Se trata entonces de un mosaico cultural complejo, forjado en diálogo vivo y urgente con el entorno isleño, y que estructura un grupo de rasgos bien definidos en lo económico, social y cultural. Sobre esa base primigenia consolidada durante siete siglos, se articularon los grupos humanos que llegaron al archipiélago antillano a partir de 1492 provenientes de diversos puntos del planeta. Se produjeron así encuentros y desencuentros que, con el paso del tiempo, darían por resultado lo caribeño tal y como lo reconocemos hoy. Este proceso partió de una mixtura entre aborígenes subyugados, europeos dominadores y africanos esclavizados, a la que luego se fueron sumando otros formantes étnicos esenciales. Tesoros del arte taíno ofrece una perspectiva que parte del propio universo taíno para dar cuenta de los valores alcanzados por sus prácticas artísticas y artesanales y, a través de ellas, mostrar una articulada y admirable sociedad que produjo un patrimonio perdurable, vivo hoy como un componente indispensable de la cultura caribeña. En este caso, la palabra tesoros no alude a riquezas, ni a joyas o piedras preciosas, sino a obras maravillosas elaboradas para el uso cotidiano práctico o simbólico y que, sin utilizar metales ni materiales perennes,
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Wifredo García Domenech. (Barcelona 1935, Santo Domingo, 1988) Fábrica de casabe en Chacuey I. 1982 Fotografía analógica. Diapositiva a color, formato 35 mm / Fotografia analògica. Diapositiva a color, format 35 mm / Analogue photograph. Color slide, 35 mm format. Cedida en préstamo por / Cedida en préstec per / Loan by La Casa Fotográfica de Wifredo García Colección / Col·lecció / Collection Eduardo León Jimenes de Artes Visuales
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han perdurado en el tiempo como testimonios de una sociedad donde las formas artísticas no eran prioritariamente expresiones de una individualidad excepcional, sino parte medular de un colectivo social en diálogo continuo y enaltecedor con su medio ambiente. Esos tesoros son presentados por el discurso curatorial de la exposición dentro de un contexto pasado-presente que permite la mejor comprensión de su valor a través de la razón y la sensibilidad. Así pues, Tesoros del arte taíno desarrolla tres dimensiones fundamentales de sentido. La primera sirve de base a las dos restantes y se estructura gracias a una selección de objetos creados por los taínos y que expresan su filosofía de vida, su fisonomía social y su cultura, además de ser ejemplos representativos de su exquisito arte. La segunda hace visibles diversos elementos provenientes de la cultura material e inmaterial taína que siguen teniendo una presencia reconocible en el Caribe de hoy e incluso más allá. La tercera llama la atención sobre algunas formas en que los actuales habitantes de la región reconocen, representan o asumen lo taíno como parte de sus raíces identitarias y de su cultura contemporánea, un imaginario simbólico en construcción donde lo importante no es la veracidad histórica o la exactitud de la reelaboración, sino la asunción de lo taíno como una de las raíces legitimadoras para los hombres y mujeres del Caribe actual. Si la primera de esas dimensiones constituye el núcleo esencial de toda la muestra, las dos restantes tienen la responsabilidad de tender un puente de significación entre los objetos que los taínos crearon cientos de años atrás y los hombres y mujeres de hoy. De este modo, queda planteada la posibilidad de un diálogo que rebasa la sola apreciación de obras (quizás muy bellas, pero también distantes en el tiempo), en favor de un intercambio de sentidos que se carga de una enorme pertinencia a la luz de la experiencia y la forma en que cada uno de nosotros vive su presente. Para lograr esos objetivos, el discurso curatorial de Tesoros del arte taíno se ha estructurado en cinco ámbitos que muestran de forma interrelacionada igual cantidad de áreas capitales en la vida social taína. El primer ámbito, Guayacán, introduce el universo de los taínos como grupo social y como cultura. Toma su nombre de una especie de árboles (específicamente el Guaiacum officinale Doble página anterior: Wifredo García Domenech. (Barcelona 1935, Santo Domingo, 1988) Mosaico 37. s/f Fotografía blanco y negro sobre papel / Fotografia blanc i negre sobre paper / Black and white photograph on paper 20.4 x 25.4 cm Cedida en préstamo por / Cedida en préstec per / On loan by / La Casa Fotográfica Wifredo García Colección / Col·lecció Eduardo / Collection León Jimenes de Artes Visuales 60
de la República Dominicana) proverbial por su dureza, como una manera de señalar hacia la perdurabilidad de una cultura capaz de trascender el exterminio y la tergiversación a que fue sometida para llegar hasta nosotros, derrotar el olvido injustificado y celebrar su existencia a través de un patrimonio bello y duradero. Ese significado interpela al visitante apenas entra a la sala y se encuentra con la imponente figura del Cemí de la Cohoba, singular pieza tallada en madera y con 70 cm de alto, gentilmente cedida en préstamo para esta exposición por el Museo Arqueológico de Altos de Chavón, y que constituye una extraordinaria muestra de la creatividad taína. Luego, ya en el interior del ámbito, otras cinco piezas emblemáticas de la cultura taína se ofrecen como ejemplos extraordinarios de las habilidades y los soportes materiales empleados por este grupo para realizar su arte: barro, hueso, concha, piedra y madera. Cualquier acercamiento a la cultura taína muestra una inteligencia prístina, capaz de concebir y realizar creaciones asombrosas, que se materializan en instrumentos de trabajo, objetos de carácter ritual y utensilios de uso cotidiano. Los cinco objetos emblemáticos escogidos para esta primera sección no solo constituyen un anuncio del discurso que será desarrollado en los restantes ámbitos de la exposición, sino que además dejan establecida la trascendencia de las obras creadas por los taínos, plagadas de hermosura y simetría, de significaciones ocultas y polisémicas que maravillan por sus valores estéticos, por la diversidad de materiales utilizados para crearlas y por la afinada cultura tecnológica que hizo posible esos tesoros. Complementa este ámbito un oportuno material gráfico destinado a informar acerca de los taínos, su historia, sus movimientos migratorios y su cultura, así como una obra de arte contemporáneo con referencias muy claras a la cultura taína y piezas de artesanías neo-taínas creadas por artistas y artesanos dominicanos de hoy con el objetivo consciente de recuperar, reconstruir y celebrar la memoria taína. Con esto, el recorrido por este ámbito no solo quiere dar una temprana prueba de la pervivencia del legado cultural taíno, sino dejar claro también que la contemplación de los maravillosos objetos desplegados en toda la exposición sugerirá una conexión continua con el presente.
Huracán, el segundo ámbito, muestra el intenso y sabio diálogo que los taínos sostuvieron con su hábitat, como resultado de su intento por penetrar en los secretos de un entorno Doble página siguiente: Fer Figheras (1970) 19.679363, -70.024967. (fragmento) 2008 Impresión digital / Impressió digital / Digital print 244 x 531 cm Colección del artista / Col·lecció de l’artista / Collection of the artist 61
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natural y social plagado de amenazas y potencialidades, mientras buscaban establecer la armonía entre el ser humano y el medio geofísico. Esto se logra a través de un conjunto de utensilios creados por los taínos para actuar sobre la naturaleza o que la representan de múltiples formas y que en esta ocasión son expuestos junto a un audiovisual tipo diaporama que recrea el hábitat del manglar (importante escenario de habitabilidad para los taínos debido a la rica biodiversidad que les ofrecía) y los huracanes con su acción devastadora. Además de hacer visibles las características fundamentales del escenario natural en que se desenvolvieron los taínos (semejantes a las que vive el caribeño de hoy) y de contextualizar los objetos exhibidos en este segundo ámbito, el audiovisual resalta los dos principios que equilibraron el imaginario cultural de aquellos seres humanos: la calma y el caos. Y es que la naturaleza marcaba todos los aspectos en la vida de los taínos. La conjugación de los elementos del paisaje, el mar, los manglares, los ríos, las montañas, las llanuras, adquirían entre ellos las dimensiones de un lenguaje, de un diálogo que habla de sus preferencias por la diversidad y de sus formas de concebir el espacio en la creación de sus poblados y conucos. Las significaciones y el simbolismo asociado a la naturaleza fueron la base para la creación material y espiritual de la cultura taína, que llegó a acumular una enorme sabiduría en este fundamental aspecto de la vida. Tan amplio y tan pertinente fue ese “eco-conocimiento”, que resultó decisivo para que los restantes grupos humanos (principalmente los europeos y africanos) aprendieran a vivir en los territorios del actual Caribe. No es casual que en el español contemporáneo de las Antillas, y aún más lejos, haya sobrevivido una gran cantidad de palabras taínas relacionadas con la naturaleza y el trabajo, algunas de las cuales aparecen reproducidas en las paredes de este ámbito y el siguiente. El tercer ámbito se organiza en torno a los objetos construidos por los taínos con el propósito de producir bienes para su consumo y que, a pesar de su carácter utilitario, poseen un alto grado de elaboración en lo que se refiere a su estilo y diseño. De ahí que a este ámbito se le haya nombrado Conuco, palabra con la cual los miembros de ese grupo social aborigen designaban el área destinada a sus sembradíos. Como un modo de resaltar la pervivencia de Wifredo García Domenech (Barcelona, 1935 - Santo Domingo, 1988) Arando en la parcela II. (fragmento) 1982. Fotografía analógica. Diapositiva color, formato 35 mm / Fotografia analògica. Diapositiva a color, format 35 mm / Analog photograph. Color slide, 35 mm format . Cedida en préstamo por / Cedida en préstec per / On loan by La Casa Fotográfica de Wifredo García Colección / Col·lecció / Collection Eduardo León Jimenes de Artes Visuales 64
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las prácticas taínas en la vida del Caribe, el ámbito es introducido por un conjunto de fotos que presentan a dominicanos realizando labores productivas a finales del siglo XX, con el empleo de técnicas muy semejantes a las que usaban los taínos. Con un propósito semejante, el ámbito incluye un cibucán, objeto que los actuales indígenas de la Amazonía emplean para exprimir la yuca y elaborar el casabe, tal y como hacían los taínos. Objetos de cestería como este son herederos directos de los que fabricaban los taínos y que, por la fragilidad de su soporte material, no han llegado hasta nosotros. Junto a este, los instrumentos utilizados hoy en la producción, consumo y comercialización del casabe en la República Dominicana, así como imágenes contemporáneas de esos procesos productivos, hacen evidente la pervivencia de una de las manufacturas más importantes dentro del universo de los taínos. El casabe, fabricado a partir de la yuca, era un producto esencial en la dieta de los aborígenes, quienes alcanzaron gran maestría en su elaboración. Los altos niveles actuales de consumo del casabe en toda la República Dominicana y la casi invariable manera de producirlo constituyen ejemplos concretos de la perdurabilidad de la cultura material e inmaterial taína. Los objetos propios de las actividades agrícolas (hachas, guayos, majadores y vasijas de cerámica) que ocupan este tercer ámbito cumplen uno de los más importantes principios del arte taíno: fundir el valor tecnológico con la creación artística. Elaborando estos objetos de manera artesanal, el naboria exaltó las formas de un arte consolidado por la necesidad de transformar y de vivir, un arte que destaca la complejidad de una cultura que creaba para trabajar y trabajaba para crear, que estableció un diálogo entre lo bello y lo útil, entre lo expresivo y lo cotidiano, y donde la multi-dimensionalidad de su vida diaria encontró respuestas muy ajustadas. Uno de los aspectos más impresionantes de la vida social y del riquísimo imaginario que elaboró el pueblo taíno se sitúa en sus prácticas rituales. A través de su visión cosmológica, los taínos aspiraron a controlar la naturaleza y anticiparse al futuro de un mundo que para ellos se equilibraba entre la tranquilidad y la conflictividad, dos fuerzas extremas y antagónicas que personificaron a través de ídolos llamados cemíes. Bajo el nombre de Cemíes y cohoba, el cuarto ámbito de la exposición tiene su centro en los objetos creados por los taínos tanto para su protección
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personal como para sus ceremonias colectivas. Estas piezas nos permiten asistir al diálogo con la naturaleza que ellos plantearon en su interés por explicar el universo que les rodeaba. Se trata de un arte funcional, que combina de manera magistral tecnología, creatividad, credos religiosos y aspectos de su jerarquía social. Para lograr una lectura razonada de este arte derivado de prácticas animistas, se entra al cuarto ámbito por medio de una impresionante selección de cemíes elaborados por los taínos para representar a sus dioses, así como de objetos en forma de amuletos destinados a buscar la protección de esas divinidades. La segunda parte del ámbito, a su vez, intenta captar algunas de las prácticas a través de las cuales los taínos desarrollaron sus creencias. Es el caso de la proyección de imágenes o petroglifos que los taínos grababan en las piedras que delimitaban sus plazas ceremoniales, así como la representación del enterramiento de un cacique, con el objetivo de mostrar las maneras en que los taínos sepultaban a sus difuntos en cementerios construidos cerca de cada plaza o batey. Esas ceremonias culminaban con la presentación de ofrendas: vasijas, collares, orejeras, sellos o pintaderas, instrumentos de trabajo y amuletos, reveladores todos de la imagen e importancia social que en la vida tuvo cada difunto. Se llega así al momento culminante de toda la exposición, que consiste en la presentación del ritual de la cohoba y sus objetos asociados, que servían a caciques o behíques para entrar en trance después de haber aspirado polvos alucinógenos y de haberse purgado a través de un vómito ritual. Este espacio del misterio se complementa con la proyección de pictografías que los taínos realizaban en las paredes de las cavernas para rendir culto a su panteón de divinidades. A la dinámica social de los taínos y su vida doméstica está dedicado el quinto ámbito, denominado Batey y bohíos. Los poblados de este grupo social se estructuraban en torno a una plaza o espacio central llamado batey, en el que se desarrollaban las acciones de intercambio social más importantes: reuniones, rituales, juegos y celebraciones. Alrededor de la plaza se disponían las casas taínas, que presentaban variadas estructuras y denominaciones. Los bohíos, con forma rectangular y techo a dos aguas, identificaban la residencia de los caciques y principales; mientras los llamados caneyes eran de planta circular y tenían diferentes dimensiones. El ámbito muestra grabados de época de los bohíos taínos, junto a fotos de Página siguiente: Jack Mc Creary. n/d. Niño posando frente a su casa de yagua. s/f Fotografía blanco y negro sobre papel / Fotografia blanc i negre sobre paper / Black and white photograph on paper. 7.2 x 12.7 cm Donación / Donació / Gift / Banco de Reservas de la República Dominicana Colección / Col·lecció / Collection / Eduardo León Jimenes de Artes Visuales 67
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casas campesinas dominicanas tomadas en el siglo XX, en cuya comparación es posible apreciar el uso de materiales, formas y técnicas constructivas heredadas de los indígenas precolombinos. Delante de estas imágenes se presenta una surtida selección de objetos creados por los taínos como instrumental para apoyar sus actos de socialización. Curiosamente, las últimas décadas han visto una creciente proliferación de construcciones en instalaciones recreativas y turísticas de la República Dominicana y el Caribe que remedan a las taínas, hecho que en sí mismo constituye un reconocimiento de esa herencia como marca de pertenencia. Este último ámbito de la muestra aparece cubierto por una fotografía panorámica gigante que cuelga y representa un techo de cana tal y como sería visto desde el interior de un caney, lo que produce la impresión al visitante de encontrarse dentro de una instalación semejante a las que habitaron los taínos. En busca de conectar esas prácticas sociales y todo el imaginario que las acompañaba con la vida doméstica de hoy, el ámbito cierra con un conjunto de objetos de cestería, alfarería, etc., realizados en la actualidad por artesanos dominicanos que, consciente o inconscientemente, siguen utilizando formas y técnicas taínas en su trabajo. De igual manera, se presenta un altar propio de la religiosidad popular dominicana actual donde es posible apreciar, junto a otras piezas de origen hispánico y africano, objetos de la ritualidad taína resemantizados por las nuevas creencias y elementos que demuestran cómo las creencias populares han integrado al ancestro indígena a través de las famosas “comisiones o divisiones indias”. De las relaciones con la naturaleza a la producción de bienes de consumo, y de ahí a las prácticas rituales y la vida doméstica… El tránsito que propone Tesoros del arte taíno intenta un discurso que sea capaz no solo de dar relevancia a los valores alcanzados por dicho arte, sino de mostrar también la delicada articulación que ese grupo humano consiguió entre las manifestaciones de su vida social y sus expresiones creadoras. Más que un desarrollo secuencial de temas, los distintos ámbitos de esta exposición quieren resaltar en su unidad la notable armonía que caracterizó la vida, la estructura social y la obra de los taínos, poniendo a la disposición del público un arte exquisito y refinado que contra viento y marea llega desde el pasado para proponernos un diálogo con el presente. Doble página siguiente: José Enrique Tavárez. 1962 Techo de cana a dos aguas con influencias taínas en un establecimiento comercial contemporáneo / Sostre de cana a dos aigües amb influències taïnas en un establiment comercial contemporani / Two pitches hipped roof in a contemporary commercial center Santiago de los Caballeros, República Dominicana. 2011 Fotografía digital. 69
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รกmbito 1
Guayacรกn
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Potiza. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D Barro / Fang / Clay 25,5 x 20 x 14 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció / Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Potiza. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang/Clay 44 x 42 x 10 cm Donación / Donació/ Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Cuchara. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Hueso / Os / Bone 10,2 x 2,7 x 1,2 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Ídolo antropomorfo. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Madera / Fusta /Wood 19 x 9,7 x 12,5 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Cabeza macorix. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 17 x 10 x 26,5 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Itaba tahuavava. 2011 Barro / Fang / Clay 17,3 x 8,3 x 9,7 cm Cedido en préstamo / Cedit en préstec / On loan by / Guillén Arte Étnico Caribeño Trigonolito. 2011 Barro / Fang / Clay 11,5 x 18,5 x 8 cm Cedido en préstamo / Cedit en préstec / On loan by / Guillén Arte Étnico Caribeño
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Maquitaurie guayaba. 2011 Barro / Fang / Clay 13,5 x 11,5 x 6 cm Cedido en préstamo / Cedit en préstec / On loan by / Guillén Arte Étnico Caribeño Behíque. 2011 Barro / Fang / Clay 14,7 x 11,7 x 6 cm Cedido en préstamo / Cedit en préstec / On loan by / Guillén Arte Étnico Caribeño
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Cemí boinayel. 2011 Barro / Fang / Clay 14,2 x 10,7 x 10 cm Cedido en préstamo / Cedit en préstec / On loan by / Guillén Arte Étnico Caribeño Cemí boinayel. 2011 Barro / Fang / Clay 17,3 x 8,3 x 9,7 cm Cedido en préstamo / Cedit en préstec / On loan by / Guillén Arte Étnico Caribeño
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รกmbito 2
Huracรกn
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Lasca de sílex. 2500-1000 a. C. Lítica / Lítica / Lithic 22 x 9,5 x 2,7 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Hacha periforme. 2500-1000 a. C. Lítica / Lítica / Lithic 23 x 12 x 3,5 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Hacha mariposoide. 2500-1000 a. C. Lítica / Lítica / Lithic 15,4 x 11,8 x 3,4 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Hacha petaloide.350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 18 x 7,1 x 3 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Cincel. 350-1500 d. C. 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 21,5 x 2 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Hacha monolítica. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 27 x 16,4 x 2,6 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Hacha. 350-1500 d. C. 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 8,2 x 5,2 x 1,9 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Metate plano.350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 6,5 x 28,5 x 32 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Ídolo zoomorfo. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D Lítica / Lítica / Lithic 20 x 9,6 x 5,4 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Majador ceremonial. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 19,3 x 10,2 x 11,6 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Vaso efigie. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 6,5 x 8 x 7 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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รกmbito 3
Conuco
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Bandeja decorada. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 24,5 x 19,6 x 4,4 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Vasija globular. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 11,5 x 13,5 x 12 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Vasija navicular. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 12,5 x 22,8 x 16,5 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció / Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Vasija navicular. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Madera / Fusta / Wood 9,8 x 23 x 8,5 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Vasija ondulada. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 13 x 26,2 x 22 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Vasija semiglobular. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 8,5 x 12 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Vasija navicular. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 10 x 14 x 10 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Vasija navicular. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 6,5 x 10 x 10 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Guayo o rallador. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 42 x 23,5 x 6 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció / Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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ámbito 4
Cemíes y Cohoba
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Colgante.350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 21,5 x 5,7 x 4,1 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Amuleto antropomorfo. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 8,7 x 3,2 x 2 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Amuleto antropomorfo. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 3,3 x 2,9 x 7 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Amuleto antropomorfo. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 8,8 x 4,2 x 2,9 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Amuleto. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 8,2 x 3,4 x 8 cm Donación / Donació / Donation by Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Amuleto. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 7,6 x 3,4 x 2,4 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Codo ceremonial. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 15,5 x 12,5 x 3,5 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Vaso efigie. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D Barro / Fang / Clay 14 x 16,3 x 23,5 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Vaso efigie. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 20 x 11 x 9,5 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Potiza.350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 25 x 18 x 11 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Vasija para inhalación. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D Barro / Fang / Clay 12,5 x 18 x 21,8 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Maraca ceremonial. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Madera / Fusta / Wood 33,8 x 7,5 x 7,5 cm Donación / Donació / Donation / by Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Vasija navicular. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Madera / Fusta / Wood 8,6 x 24 x 12 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Daga. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D 20 x 5,5 x 2,8 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Hacha monolítica. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D Lítica / Lítica / Lithic 26,2 x 14,5 4,4 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Vasija navicular doble. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 11,8 x 12,3 x 11,3 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Trigonolito. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D Lítica / Lítica / Lithic 16,2 x 8,6 x 16 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Cabeza macorix. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 13,5 x 10 x 19,5 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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ámbito 5
Batey y Bohíos
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Aro lítico. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 36,8 x 35,8 x 8,7 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Aro de madera. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Madera / Fusta / Wood Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Aro lítico. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Lítica / Lítica / Lithic 31 x 23,5 x 7,1 cm Donation by / Donación / Donació de / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Sello o pintadera. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D Barro / Fang / Clay 3,5 x 6,1 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes Orejera. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Barro / Fang / Clay 5,1 x 1,1 cm Donación / Donació /Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Collar de dientes de perro. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Hueso / Os / Bone 116 cm Donación / Donació / Donation by / Bernardo Vega Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Dúho o asiento. 350-1500 d. C. / 350-1500 A.D. Madera / Fusta / Wood 19 x 15 x 37 cm Donación / Donació / Donation by / Gustavo Tavares Grieser Colección / Col·lecció/ Collection / Centro Cultural Eduardo León Jimenes
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Imaginari de la naturalesa humana Consuelo Císcar Casabán Directora de l’IVAM “L’escultura és l’essència de les coses, de la natura i d’allò que és eternament humà.” Wilhelm Lehmbruck Com sabem, les arts són un reflex del sistema que dóna conformitat a un conjunt social. Per tant, a través de l’estudi de les creacions artístiques podem percebre unes dades molt significatives que ens ajuden a comprendre les societat de qualsevol moment històric, tal com apunta Panofsky. L’art clàssic o tradicional és, per això mateix, un document de primer orde per a entendre el nostre passat i conéixer amb un major encert l’estètica dels artistes, de la mateixa manera que els jaciments arqueològics són la font principal per a analitzar l’evolució del ser humà i els perquès del seu estat actual. Hui dia podem reconéixer com esta rica tradició artística continua influint en la societat vigent, tant en la seua línia més arcaica com a través de noves i renovadores maneres d’expressió i interpretació. I una bona mostra d’això és l’extensa retrospectiva que l’IVAM dedica als Tresors de l’art taïno a partir de la col·lecció arqueològica del Centro Cultural Eduardo León Jimenes de la República Dominicana, amb el qual tenim subscrit un conveni de col·laboració pel qual presentem la seua col·lecció d’art taïno, emmarcada en la línia expositiva “Altres Col·leccions”. D’esta manera, a través de les obres exposades, l’espectador tindrà una perspectiva de l’univers taïno que li permetrà conéixer els valors assolits en les seues pràctiques artístiques i artesanals entre els segles IX i XVI. Esta cultura aborigen té la seua representació simbòlica en objectes i escultures ornamentals, religioses i quotidianes que inclús mantenen una connexió contínua i directa amb la vida domèstica actual de la cultura dominicana i caribenya. Clarament són un reflex d’una admirable societat que va produir un patrimoni perdurable que, fins hui dia, oferix a un poble la possibilitat de conéixer i preservar unes arrels que garantixen la seua identitat cultural. És un fet palpable que l’home, des de temps ancestrals, ha tingut la necessitat d’esculpir tant per a crear utensilis pràctics que asseguraren la supervivència de la seua espècie com per a decorar, mitificar o harmonitzar el seu entorn. I ho ha fet amb les seues mans, utilitzant la matèria primera que li propiciava i posava al seu abast la terra que li donava aliment. Ens situem, per tant, davant d’uns símbols i icones que han traspassat fronteres temporals i que s’han sumat a l’imaginari col·lectiu de totes les persones que formen part d’esta font de
coneixement artístic i que s’han vist influenciades per la seua irradiació. Esta mateixa tradició artística és la que manté viva la concepció del món tal com l’entén el filòsof alemany Jürgen Habermas. Així, la diversitat conceptual i material roman subscrita a tots els temps històrics com un element de progrés per a la humanitat. Tradicionalment, l’escultura ha desenrotllat una forma de producció artística amb una implicació molt forta i directa amb l’ús de materials i eines, mantenint en l’actualitat uns lligams no del tot extints amb èpoques pretèrites com la del poble taïno, i atresorant uns conceptes lligats a uns valors eterns, immutables i sagrats. Així, el quefer creatiu de l’home per a expressar idees, pensaments, sentiments, experiències i emocions, per mitjà dels llenguatges del cos humà i de la transformació de la matèria, ens porta a esta exposició que mostra l’empremta artística d’una cultural cardinal per a la prosperitat social i artística dels integrants de la comunitat dominicana. Els invite, per esta raó, a deixar-se portar per les sensacions naturals que provoca este recorregut històric que ens descobrirà la força motriu d’una civilització que va ser un pur fluir de vida i que va servir de basament per a constituir a foc lent les conductes i els estils socials de hui dia.
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Art taïno a l’IVAM: Els tresors de la col· laboració institucional Rafael Emilo Yunén Director General Centro León L’agost de 2005, quan el Centro Cultural Eduardo León Jimenes encara no havia complit els dos anys de la seua obertura al públic, es va firmar un conveni de col·laboració amb l’Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) a través del qual les dos institucions buscaven donar als seus projectes una extensió i un abast majors als que aconseguirien per separat. Han passat sis anys i es pot dir que els objectius plantejats en aquell document s’han superat de sobra. Al llarg d’este trajecte, el Centro León i l’IVAM han realitzat tres exposicions conjuntes: Reinvencions. Fotografia dominicana post dictadura, que es va mantindre oberta en el prestigiós museu valencià entre el 29 de setembre i el 15 de gener de 2006; El retrato en la colección de fotografía del IVAM (del 28 de febrer al 23 d’abril de 2006), i Crónicas de papel (del 28 de febrer al 15 d’abril de 2007), que van ocupar la Sala de Exposiciones Temporales María Asensio de León, en la institució cultural dominicana. L’últim dels projectes conjunts previstos en aquell conveni és Tresors de l’art taïno que ara es presenta. El Centro León conté una extraordinària col·lecció arqueològica que reunix més de 3.000 objectes provinents de les cultures aborígens caribenyes i que van ser donats a la Fundación Eduardo León Jimenes per un grup de col·leccionistes, entre els quals mereixen una especial menció els senyors Bernardo Vega, Gustavo Tavares Grieser, Salomón Jorge i Rafael Esteva. Quan vam acceptar la generositat i la confiança del seu gest, sabíem que estàvem assumint també la responsabilitat no sols d’organitzar, conservar i investigar amb absoluta qualitat professional esta col·lecció, sinó també d’explotar tot el seu potencial per a generar nous coneixements sobre la cultura caribenya i difondre’ls adequadament. Objectes d’esta col·lecció integren el discurs museogràfic de Signos de identidad, sens dubte l’exposició permanent del Centro León que més ha conquistat l’afecte del públic en els últims huit anys, per la forma sensible i perspicaç que presenta el procés de formació de la cultura dominicana, en diàleg essencial amb la resta de les cultures caribenyes. És cert també que algunes de les peces de la col·lecció arqueològica han sigut prestades a unes altres institucions en diferents moments per a formar part de distintes propostes expositives. Però sempre havíem desitjat organitzar una mostra que, de manera emotiva i profunda, presentara l’art taïno des d’una perspectiva nova i contemporània, capaç de qüestionar la percepció que sobre esta fonamental expressió de la cultura mundial solen tindre alguns públics que,
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moltes vegades, la veuen com una cosa sorprenent, però llunyana i perduda en el passat. Tresors de l’art taïno és un projecte llargament i meticulosament treballat per un ampli grup d’especialistes del Centro León o pròxims a la institució. La investigació, el disseny i la construcció d’esta mostra, que es va poder conformar amb el gest de donar-li al públic la possibilitat de meravellar-se davant l’exquisit art dels taïnos, ha durat quasi quatre anys. No obstant, el guió va preferir comprometre’s en l’elaboració d’un discurs expositiu que, utilitzant un profús component etnogràfic i diversos codis comunicacionals, li permet a l’espectador establir les connexions de lloc entre estes creacions esplèndides i les societats que les van produir. Simultàniament, l’exposició crea un inusitat pont de sentits entre el present i el passat, presentant una manifestació cultural d’altíssima qualitat, realitzada per un poble que fins ahir va poder semblar distant i alié, però que hui es revela pròxim, entranyable. De sorpresa en sorpresa, els cinc àmbits que formen Tresors de l’art taïno demostren la transcendència d’un art creat sense or ni materials perennes per unes societats admirables, que van ser terriblement delmades per l’empresa conquistadora posterior a 1492 i les fonamentals aportacions de les quals a la cultura mundial es van intentar negar o oblidar per raons diferents, encara que sempre basades en prejuís discriminatoris. Quan recorrem l’exposició, queda clar no sols la innegable presència d’elements provinents de les societats taïnes en les cultures caribenyes de hui, sinó també les diverses formes en què els hòmens d’esta regió distingixen, reelaboren i assumixen les cultures indígenes com un component essencial de la seua identitat, esta que els permet enfrontar amb esperança i optimisme els reptes de la contemporaneïtat. Tant de bo que esta exposició oferisca a cada un dels seus visitants l’oportunitat de qüestionar les seues pròpies percepcions, idees i concepcions sobre les cultures originàries de l’illa Hispaniola i de molts altres llocs del Carib. Si fóra així, esperem també que tots aquells que aprecien esta mostra isquen de la sala pensant d’una manera més constructiva sobre el caràcter proactiu, obert i plural de les cultures i societats taïnes. La Fundación Eduardo León Jimenes i el Centro León desitgen agrair a l’Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) i especialment a la seua directora, Consuelo Císcar Casabán, haver-nos acompanyat en la conquista d’este somni i la possibilitat que ens oferix de mostrar al públic espanyol un art del qual tots els sers humans han de sentir-se orgullosos perquè a tots ens pertany.
La cultura taïna i les bases d’allò caribeny Jorge Ulloa Hung Antropòleg
Què és allò taïno? Quan parlem del període precolombí a les Antilles, immediatament un pensa en la cultura taïna. És així, entre altres coses, perquè suposadament esta va ser la cultura descrita en les cròniques pels conquistadors, i perquè va constituir la cultura aborigen que va assolir un desenrotllament econòmic i social més gran en l’arc antillà. Esta situació ha provocat que les seues representacions, en especial les seues representacions artístiques, hagen atret l’atenció dels investigadors, les publicacions científiques, els museus i els col·leccionistes, sobretot pel seu alt valor estètic i un cert caràcter exòtic. En altres paraules, açò ha portat a la idea que, d’una manera general, es considere cultura taïna el producte fonamentalment artístic produït per les societats aborígens que van habitar una gran part de les illes del Carib. A pesar del que s’ha dit més amunt, és reconegut que el terme taïno –segons les pròpies descripcions històriques– pot significar “noble” o “bo” en la llengua parlada per estes comunitats; és a dir, es tractava d’un terme valoratiu. En cap de les cròniques, i en cap document històric, es va utilitzar esta paraula per a designar la població dels aborígens de l’illa Hispaniola o de les Antilles, sinó que més prompte la paraula la utilitzaven els aborígens per a destacar la seua actitud pacífica, en contraposició a la d’uns altres grups, anomenats caribs, tribus guerreres que habitaven una part de les Petites Antilles en el moment de l’arribada dels europeus. Taïno, per tant, va poder ser una espècie d’autopercepció humana o moral. En relació amb l’anterior, es fa imprescindible assenyalar que la diferenciació establida pels europeus per als grups indígenes del Carib va estar basada en experiències, esdeveniments i notícies que van rebre dels mateixos indígenes; a més, va estar marcada per la sorpresa i, en alguns casos, per intencions amb un rerefons de caràcter polític o econòmic, vinculat a la pròpia colonització. Per tant, es tracta d’una classificació que moltes vegades assumix uns matisos simplistes o es fa incompleta. En realitat, van ser les investigacions en el terreny antropològic les que van introduir el terme taïno per a distingir, primer, a tots els aborígens de les Grans Antilles, i, després, per a denominar la totalitat dels grups aborígens de l’àrea antillana, considerats tots com un mateix grup cultural. Esta definició també es va fonamentar amb un contingut arqueològic, en considerar com a vestigis dels poblats taïnos aquells que presentaven determinades característiques en la seua cultura material, sobretot en la seua terrisseria, la qual es va inscriure dins d’un estil ceràmic conegut amb el nom de Boca Chica o chicoide1 que presentava determinats models en les seues decoracions.
Les variades accepcions que ha rebut este terme (taïno) s’il·lustren de manera clara i sistemàtica a partir del segle XIX, durant el qual inicialment es va utilitzar amb un enfocament lingüístic per a distingir el llenguatge arawak o arauac de les Grans Antilles del que es parlava a les Petites Antilles. Mentre que en el segle XX es va començar a utilitzar per a referir-se a la població aborigen que va habitar Puerto Rico, Hispaniola, Jamaica, l’est de Cuba, a més de les Bahames, generalització que ha sigut assumida amb matisos diferents per distints autors i en diversos moments (Petersen, Hofman i Curet, 2004).2 En resum, es pot plantejar que taïno, en ocasions, s’ha utilitzat com una categoria arqueològica o antropològica per a referir-se a una entitat supra cultural reconeguda com a cultura individual. En este cas, es considera una cultura particular que inclou tradicions, pràctiques socioculturals i polítiques distintives. En altres ocasions, taïno s’ha emprat per a referir-se a la dispersió antillana d’un conjunt de normes i pràctiques culturals que es troben bàsicament a les Grans Antilles. Sobre la base de la primera d’estes accepcions, l’anomenada cultura taïna no és només una expressió artística o una paraula, és més prompte el resultat d’un procés evolutiu que va resumir totes les experiències culturals dels grups aborígens que van penetrar en les illes del Carib; per tant, és una espècie de síntesi transformadora de les influències més importants dels seus predecessors i que van ser perfeccionades i utilitzades, encara que és important reconéixer que el tronc cultural fonamental sobre el qual s’assenta es troba en les tribus sud-americanes de l’anomenada ètnia arauac, procedents de la conca del riu Orinoco. A partir de l’anterior, és evident que hi ha una estreta relació –impossible de rebutjar– entre el reconeixement de la història precolombina del Carib i el coneixement de les dinàmiques que van desembocar en la formació i desenrotllament de l’anomenada cultura taïna. En este cas, la cultura taïna no pot ser considerada com una cosa sense antecedents o com una osa exactament uniforme, definida només a partir de diferències amb els anomenats caribs, els quals es van destacar per la seua violència enfront de la conquista. Tampoc no pot ser vista només com una derivació de la migració de gents des de Sud-amèrica. En realitat ha de ser percebuda com un resultat de processos molt més complexos i centenaris que van tindre lloc en el context de les illes del Carib, en especial a les illes Hispaniola i Puerto Rico. Des d’esta perspectiva, alguns investigadors (Veloz, 1991; Wilson, 1999, 2007) consideren la cultura taïna com el primer assaig de la mescla que hui constituïx la cultura caribenya, i els seus començaments són avaluats partir d’una estreta vinculació entre els processos migratoris i el desenrotllament de distintes formes d’interacció social desenrotllades en els moments precolombins del Carib. Estos processos van portar aparellada la formació d’un mosaic de cultures en les quals és possible definir un conjunt de trets essencials des del punt de vista social, religiós, polític, econòmic i de cultura material. És açò, al nostre juí, el que pot
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definir-se com a cultura taïna, o com allò taïno, i dins d’esta es dibuixa una diversitat d’expressions que van ser captades només lleument per alguns dels anomenats cronistes d’Índies.
El poblament de les Antilles i els antecedents de la cultura taïna. Com? Des dels primers moments de la conquista alguns escriptors europeus van començar a especular sobre la llarga història dels natius de les illes. El pare Fra Bartolomé de Las Casas va ser un dels primers que es va referir a este tema –inclús amb un cert sentit de curiositat arqueològica–, quan en el tom II de la seua Historia de las Índias referix: Otros cuentan haberse hallado en una piedra de mármol una piedra preciosa, diamante, labrada y polida, y en otra, un sapo vivo…y puede ser todo posible y certísimo. Yo he visto en las mismas minas de Cibao, a estado y dos estados en hondo de tierra virgen, en llanos, al pie de algunos cerros, haber carbones y ceniza, como si hobiera pocos días que se hobiera hecho allí fuego, y por la misma razón hemos de concluir que, en otros tiempos, iba por allí cerca el río, y en aquel lugar hicieron fuego, y después, apartándose más el agua del río... y porque esto no pudo ser sino por gran discurso de años y antiquísimo tiempo, por eso es grande argumento que las gentes destas islas y tierra firme son antiquísimas (Las Casas, 1875: 38). A partir de tot açò, les investigacions han demostrat que el poblament aborigen de les Antilles, i per tant l’establiment de les primeres cultures en este espai, va ocórrer fa uns 6000 anys i pel que sembla va estar relacionat amb canvis climàtics succeïts al voltant del 8000 i 4000 anys abans de Crist. Estos canvis van generar importants transformacions en els ambients americans, sobretot en les zones continentals, incidint en l’esgotament o reducció de determinades espècies d’animals i plantes. Els canvis climàtics (Meggers, 1987; Vargas, 1987; Sanoja, 1988; Veloz Maggiolo, 1991; Sanoja i Vargas, 1995) van funcionar com un important catalitzador del moviment de les primeres comunitats aborígens des del continent cap a les illes del Carib, sobretot perquè van haver d’afrontar una crisi en les seues activitats caçadores i recol·lectores que les va obligar a crear noves solucions culturals, com l’assentament en les desembocadures de grans rius, on van formar importants aldees de pescadors i recol·lectors, en contrast amb una vida anterior més vinculada a la cacera i la recol·lecció en zones selvàtiques interiors. Estes comunitats recol·lectores van iniciar un procés migratori cap a les Antilles al voltant de l’any 6000 abans de Crist, un procés que fins ara s’ha visualitzat en dos rutes essencials de colonització. La primera, des d’Amèrica Central –en especial des de zones de la costa Atlàntica veïnes a l’actual Belize– cap a les Grans Antilles, sobretot a Cuba i Hispaniola –Haití i República Dominicana–, illes a partir de les quals van poder moure’s cap a l’est, fins arribar a una part de Puerto Rico. Una segona ruta estaria vinculada a la zona nord-est de Sud-amèrica i l’illa de Trinitat, des d’on estos
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grups es van moure a través de les Petites Antilles, fins arribar a la part més occidental del Carib (Wilson, 2007). Una de les característiques fonamentals d’estos primitius habitants era la seua economia eminentment recol·lectora i caçadora, encara no coneixien l’agricultura ni la terrissera, per la qual cosa la seua alimentació es basava essencialment en la pesca, la caça, la col·lecta i processament d’arrels i llavors silvestres, i la recol·lecció de caragols marins i terrestres. A més, eren grups xicotets –bandes–, pel fet que depenien molt de la natura. En altres paraules, els llocs triats per a assentar-se i el seu relatiu semi-sedentarisme o nomadisme es vinculaven als cicles estacionals de la natura, així com a les pròpies capacitats per a aprofitar l’ambient i les riqueses que este poguera oferir.3 Un altre element d’atracció per a triar els llocs d’assentament per part d’estos primers pobladors van ser els llocs amb disponibilitat de matèries primeres necessàries per a confeccionar els seus instruments. Una vegada en les illes, estos primers grups van modificar moltes de les seues tradicions i van desenrotllar cultures que si bé poden considerar-se derivades dels antics caçadors i recol·lectors continentals, van adoptar instruments diferents i van demostrar grans habilitats per a adaptar-se als nous contextos. Els canvis d’estos primers colonitzadors aborígens de les Antilles també estan relacionats amb la seua pròpia interacció. En este cas, la pista de les seues transformacions en relació amb la seua procedència i les seues tradicions culturals distintes ha sigut seguida per l’arqueologia a través del temps i l’espai, i s’ha registrat la seua coexistència i hibridació sobretot a partir de l’any 2000 abans de Crist (Veloz Maggiolo, 1976, 1980; Wilson, 1999, 2007). La transformació d’estos grups en el context de les Antilles ha sigut percebuda a través dels canvis en les seues expressions de cultura material –instruments–, preferències quant a la forma i llocs per a assentar-se –patrons d’assentaments–, així com per les empremtes deixades a causa dels processos econòmics vinculats a l’explotació del medi –restes d’alimentació–. En síntesi, els primers pobladors de l’arc antillà, fruit de migracions en diferents moments i des de diferents espais continentals de les ribes del mar Carib, van protagonitzar els primers processos d’interacció i transformació que després desembocarien en l’anomenada cultura taïna.4 Estes comunitats van ser desplaçades gradualment a partir de l’arribada de nous immigrants aborígens que eren agricultors ceramistes, els quals, al seu torn, es van mesclar amb ells. Després de l’arribada de Cristòfor Colom, l’any 1492, alguns cronistes europeus van descriure l’existència de possibles nuclis molt aïllats d’este tipus de poblador primitiu, sobretot per a la zona més occidental de Cuba i la part sud occidental de Hispaniola, als que van designar davall el nom de guanahatabeyes. Esta ultima designació, i la seua relació amb grups d’esta naturalesa cultural en el moment de la colonització europea, no està del tot clara i actualment es troba en procés de revisió per les investigacions arqueològiques (Keegan, 1992, 2000).
Una nova gent. L’arribada dels arauacs a les Antilles Els avantpassats més immediats dels aborígens taïnos trobats per Cristòfor Colom a les Antilles procedien del nord-est de Veneçuela i zones veïnes a l’actual Guyana. Estos es van destacar per la seua producció horticultora i per una terrisseria de bona qualitat, decorada amb pintures de motius en blanc sobre un fons roig. Algunes de les seues expressions culturals inicials van ser localitzades en el jaciment arqueològic veneçolà de Saladero, ubicat en el baix Orinoco; d’ací que els investigadors, per a seguir el rastre i disposició d’esta cultura a través del temps i l’espai, l’hagen denominat saladoide. Cap a l’any 600 abans de Crist, després d’haver travessat la selva de l’Orinoco en direcció nord-est, els saladoides van arribar a les zones costeres de Veneçuela, des d’on van penetrar a l’espai illenc del Carib. Fins ara, les restes d’esta primera tradició horticultora han sigut trobades a l’arxipèlag de les Antilles, des de l’illa de Trinitat fins a l’extrem este de l’illa Hispaniola (Rouse, 1992; Keegan, 2000). Un dels seus trets fonamentals, a més de la seua fina ceràmica, era la seua organització en comunitats pobletanes tribals que subsistien sobre la base de cultius d’arrels, com per exemple la mandioca amarga (iuca amarga) i creïlles dolces (moniatos o batates a les Grans Antilles), en combinació amb la caça, la pesca i la recol·lecció, amb la qual cosa asseguraven una subsistència d’ampli espectre.5 D’altra banda, el moviment dels anomenats saladoides cap a les Antilles també es troba associat amb la dispersió d’aborígens que parlaven llengües de la família arauac (Rouse, 1964) i provinents de les terres baixes tropicals de Sud-amèrica. Com ja s’ha plantejat, estos van constituir la base fonamental per al posterior desenrotllament de la cultura taïna. Durant les últimes dècades, les investigacions desenrotllades sobre este segon moment migratori cap a les Antilles han demostrat que va ser un procés més complex i multilateral del que anteriorment s’havia concebut. En primer lloc, no es pot entendre com un sol i únic esdeveniment; en segon lloc, no ha de ser concebut com un pas gradual d’illa a illa fins arribar a les Grans Antilles –sobretot Puerto Rico i l’est d’Hispaniola–; en tercer lloc, s’han localitzat expressions culturals distintes però contemporànies amb les anomenades saladoides, les quals possiblement també hagen sigut originades en el continent sud-americà i no estiguen totalment deslligades de la pròpia tradició arauac.6 Açò ha demostrat que els contactes entre les Antilles i el continent, així com les migracions des d’este, van ser ininterromputs, a més d’assolir distints matisos en diferents moments i períodes. En relació amb els aspectes anteriors, és necessari assenyalar que possibles viatges d’exploració inicials cap a les Antilles van ser realitzats per la comunitat arauac com una forma de preparar altres moviments que involucraven una major quantitat de població. Les dates obtingudes per l’arqueologia de l’àrea –dates de radiocarboni (C14)– indiquen un moviment ràpid que va tindre
lloc al voltant del 500 anys abans de Crist, i que es va desenrotllar a partir d’un salt directe fins a la cadena d’illes més al nord de les Petites Antilles, així com cap a les illes Verges i Puerto Rico; seguit de possibles moviments de tornada cap al sud que, finalment, van conduir a l’establiment o poblament en totes les illes d’esta regió del Carib. Des de la perspectiva antropològica sobre migració, la colonització saladoide (arauac) del Carib ha sigut catalogada com un “salt de granota”, una forma que envolta el moviment de grups sobre considerables distàncies després d’haver-se separat de la comunitat mare (Moore, 2001). En este cas, encara que el nombre total d’emigrants només es pot conjecturar, cal rebutjar la idea d’una migració massiva i única. El curs d’este tipus de moviment migratori tendix a ocórrer de manera fiable, és a dir, per grups separats de persones que sovint estan lligades pel parentiu i seguixen rutes molt ben definides, amb moviments d’anada i tornada (Curet, 2005: 30-61). D’ací que hem de pensar que el procés es va realitzar a través d’exploracions que van reconéixer els llocs més favorables, van arreplegar informació i la van retransmetre a nous i potencials emigrants. La migració dels arauacs cap a les illes també va portar com a conseqüència alguns ajustos en els seus patrons culturals inicials. Els patrons d’habitació dels primers pobladors d’esta ètnia assenyalen una preferència pels llocs no vinculats amb la costa; açò ha sigut atribuït per alguns investigadors (Petersen, 1997) a un cert conservadorisme que rememorava inicialment els seus hàbits continentals. Mentre que en un període posterior la distribució dels seus assentaments assenyala cap a una preferència tant per les zones costeres com per l’interior de les illes. Este canvi ha sigut percebut com una expressió d’adaptació a l’ambient illenc i en resposta a uns altres factors, entre els quals trobem les pressions demogràfiques, les capacitats de cultiu i la disponibilitat de terres en les xicotetes illes del Carib oriental. També s’ha reconegut la seua relació amb la possible separació de les comunitats per a obtindre la major varietat dels recursos disponibles. En altres paraules, els nous patrons dels arauacs mostren una estratègia d’adaptació flexible en diferents ambients insulars, i suggerixen que estos nous emigrants van poder ser oportunistes o conservadors en el moment de desenrotllar-los (Haviser, 1997: 67-68). Un altre factor important en relació a la colonització de les Antilles pels arauacs –encara que també en els moments posteriors a esta– es troba relacionat amb la interacció. Les esferes relacionades amb este tipus de procés han sigut ben traçades per les investigacions dels últims anys, i s’ha demostrat que en cap moment van ser unes comunitats aïllades. La interacció en estes comunitats i els elements relacionats van comprendre importants factors de caràcter sociopolític i religiós, a més d’adquirir matisos diferents en distints moments del seu desenrotllament i adaptació local. Açò evidentment va incidir en el pes i les dimensions de les seues esferes d’intercanvi, així com
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en els sectors i espais involucrats. Un element important que cal tindre en compte quan s’aborda este tema és la distribució desigual i discontínua de recursos –sobretot fonts de matèria primera i recursos econòmics– entre les illes del Carib. És a dir, determinats elements poden estar presents en una àrea i absents en una altra, la qual cosa va significar un factor important per a estimular l’intercanvi. Els exemples d’interacció i intercanvi es perceben essencialment a partir de l’alta mobilitat de matèries primeres de diversa índole (lítica, fusta, petxina, ceràmica, etc.), espècies vegetals o animals, o productes acabats amb una alta significació simbòlica o sentit religiós que van ser confeccionats en matèries primeres no locals o exòtiques. El moviment i intercanvi d’estos materials ha sigut seguit des de les seues expressions locals (entre diferents llocs d’una mateixa illa), fins a expressions d’índole regional (entre illes) o de gran abast (entre les illes i el continent). Estes últimes variants semblen haver sigut les més comunes en els moments inicials de la colonització arauac de les Antilles, en la qual a més es percep tota una parafernàlia d’adorns corporals, en particular objectes de microlapidària, representatius de fauna –distints tipus d’aus i el jaguar– pròpia de les zones continentals, que van ser confeccionats en matèries primeres exòtiques pròpies del continent o només de determinades illes del Carib (Hofman, et al, 2006).7 L’accentuació d’estes relacions d’intercanvi durant la primera etapa d’habitació arauac a les Antilles també es pot percebre com un aspecte social bàsic de la pròpia colonització d’este espai, ja que assegurava el manteniment de relacions entre els ocupants inicials i les seues comunitats matrius. És a dir, funcionava com una espècie de cordó umbilical per a les comunitats derivades o filles. El fet de mantindre estes relacions també ha sigut vist com una espècie de “línia de salvament”8 per als emigrants, la qual responia a la pròpia situació d’inseguretat que pot representar per a xicotetes comunitats humanes l’adaptació a ambients verges, desconeguts o de nou tipus. En altres paraules, era una espècie d’estratègia per a assegurar la pròpia supervivència (Boomert, 2007). Finalment, cal dir que els primers arauacs i els seus descendents insulars han sigut designats davall el terme igneri, que precisament deriva de la veu arauac eyeri, i el significat del qual és home. El seu recorregut sobre les illes esta marcat essencialment entre el segle V abans de Crist i el segle VI després de Crist, llarg període en què es van mantindre al marge de la colonització de la major part de les Grans Antilles –només es van mantindre entre l’illa de Trinitat i la de Puerto Rico–, fenomen referit com un gran hiat o pausa en l’avanç d’estos grups cap a l’occident del Carib. Açò últim s’ha justificat per la presència d’importants nuclis de població arcaica ben establits en aquell moment a les Grans Antilles. En este mateix sentit, la relació o interacció entre els descendents dels primers arcaics i estos nous emigrants arauacs ha començat a ser vista com un factor clau per a explicar el caràcter
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dels desenrotllaments locals que van caracteritzar l’última part de la història precolombina del Carib, en especial a les Grans Antilles, i per tant en les pròpies variacions i diversitat del que s’ha definit dins de la cultura taïna.
Els inicis de la cultura taïna. On i quan? La colonització i adaptació a les Antilles dels primers emigrants arauacs va estar acompanyada de canvis en uns altres aspectes de la seua cultura, la qual cosa va donar lloc a desenrotllaments culturals locals a partir de la base d’este tronc essencial i de la relació amb els descendents dels predecessors arcaics. Alguns d’estos desenrotllaments culturals locals estan molt relacionats amb la pròpia diversitat d’expressions d’allò taïno que, com ja hem dit, va assolir el nivell de desenrotllament més alt i va resumir molts dels aspectes dels seus antecessors.9 El desenrotllament local destacable com a antecessor dels taïnos a les Grans Antilles es troba en els grups que els arqueòlegs han definit com ostionoides, desenrotllament generat a partir dels canvis i els processos sofrits pels arauacs inicials a l’illa de Puerto Rico i l’est de l’illa Hispaniola.10 L’estudi dels ostionoides ha demostrat que este grup aborigen va aportar modificacions a les tècniques de cultiu conegudes fins aquell moment per als arauacs i va desenrotllar-ne altres que van generar un alt nivell de productivitat, entre elles l’anomenat monticle agrícola que després trobarem entre els taïnos. És important assenyalar que moltes de les característiques que després s’observaran entre els taïnos –la construcció de bateyes o places cerimonials per al joc de pilota, els rituals en què empraven substàncies al·lucinògenes (cohoba), entre altres– es van desenrotllar o van aconseguir una bona representació com a pràctiques entre els ostionoides. Açò ens conduïx a plantejar amb raó que l’antecedent més directe quant al desenrotllament local conegut com a cultura taïna es troba precisament en l’evolució a partir de la cultura ostionoide, la qual, al seu torn, es va derivar, com s’ha explicat, de les migracions dels arauacs procedents de les costes de Veneçuela. Els desenrotllaments locals antillans, en especial a les Grans Antilles, ocorreguts essencialment entre el segle V i el segle VIII després de Crist, no sols van comportar millores en la producció agrícola, sinó també una estructura social més complexa. Com a resultat d’açò van aparéixer noves terrisseries que van assolir la seua pròpia personalitat. A Puerto Rico van emergir nous estils ceràmics vinculats a estos desenrotllaments locals, entre ells l’anomenat estil ostionoide, el qual es troba lligat al desenrotllament de les formes d’assentament noves ja mencionades. A partir del segle VIII després de Crist –i potser abans– les comunitats ostionoides sorgides a Puerto Rico van passar a l’illa Hispaniola, van habitar en zones de valls com la vall del Cibao i en llocs costaners –tot el sud-est de la República Dominicana– i es van difondre ràpidament per tota l’illa. A partir d’estes comunitats, va ser bàsicament a l’est de l’illa de
Santo Domingo i a l’illa de Puerto Rico on es va iniciar el desenrotllament de la cultura taïna, i va ser en estes regions on es va gestar la ceràmica d’estil chicoide que la caracteritza. Esta ceràmica es troba entre les evidències considerades representatives de la cultura taïna. Està associada a objectes amb un alt nivell de simbolisme i desenrotllament en la decoració, elaborats en os, petxina, fusta i pedra, a més d’uns altres elements que denoten un alt grau de complexitat social –places cerimonials, places per a jocs de pilota, etc.–. Els processos de formació de la cultura taïna són, per tant, locals i autòctons –en especial a l’illa de Santo Domingo i Puerto Rico– i han sigut datats, aproximadament, a partir del segle IX després de Crist. És important referir que no va existir mai un domini total de la cultura taïna sobre totes les Antilles, sinó una marcada influència en este territori. Encara que ja hem comentat que les fonts històriques de la conquista s’han d’assumir amb atenció i poden ser rectificades en futures investigacions, estes assenyalen l’existència d’uns altres grups, com els anomenats indis macoriges i ciguayos, ubicats al nord d’Hispaniola; a més dels caribs, que havien ocupat algunes illes de les Petites Antilles –des de l’actual illa de Guadalupe fins a Granada–. A partir de les empremtes de la seua cultura material, els anomenats macoriges han sigut identificats i seguits a través d’un estil ceràmic conegut com mellacoide que, pel que sembla, també es va originar a l’illa de Santo Domingo com una part dels desenrotllaments locals i que després es va expandir a la resta de les Grans Antilles, mentre que els caribs semblen correspondre a l’onada migratòria d’una ètnia diferent que va penetrar tardanament en algunes illes de les Petites Antilles des de zones de Guyana. Per a estos últims, la seua identificació arqueològica és encara una de les grans incògnites de la història del Carib. El fet que els taïnos foren un grup en expansió i majoritari de les Grans Antilles, a més de posseir el major grau de desenrotllament sociocultural, va ser el que en part va provocar que els europeus, durant els segles XV i XVI, visqueren en contacte perenne amb ells, i per tal motiu les seues cròniques i narracions se centraren en descripcions relatives al que s’ha considerat com la forma de viure d’esta cultura. És necessari destacar que la cultura taïna es va desenrotllar fonamentalment des del segle IX després de Crist fins a la segona mitat del segle XVI després de Crist, i la seua extensió des del punt de vista geogràfic va abraçar principalment quasi tota l’illa d’Hispaniola –actualment República Dominicana i Haití–, l’illa de Puerto Rico, l’orient de l’illa de Cuba, part de l’illa de Jamaica, les illes Verges i les illes Bahames o Lucayas. Des d’esta percepció geogràfica, i tenint en compte la variabilitat i diversitat dels seus nivells de desenrotllament cultural, alguns investigadors (Rouse, 1992) han dividit el poblament taïno de les Antilles en tres sectors: taïnos clàssics –illa Hispaniola, Puerto Rico i l’extrem oriental de Cuba–; taïnos occidentals –els que van ocupar les Bahames, Jamaica i la major part de Cuba– i taïnos orientals –els que van ocupar les illes entre Vieques i Guadalupe–.
Cultura taïna. Tecno-economia. Com ho feien? Des del punt de vista econòmic, els taïnos van ser importants agricultors i a més coneixien l’art de la terrisseria, amb el qual van aconseguir crear peces amb un gran valor estètic. L’agricultura com a activitat econòmica fonamental es basava en el cultiu de la iuca, tubercle molt comú a la zona del Carib i Sud-amèrica i que es processava per a obtindre una coca, espècie de pa, conegut com casabe. El casabe, d’altra banda, era la seua base d’alimentació, unit a uns altres complements, com la dacsa, el peix o la carn d’alguns animals que caçaven o pescaven. Per al desenrotllament de les activitats agrícoles, així com per a la confecció del casabe, els taïnos van utilitzar una base instrumental complexa. Així, trobem les destrals petaloides,11 destrals de pedra amb mànec de fusta utilitzades per a desbrossar el bosc o netejar el terreny en què després es realitzaria la sembra. A més d’emprar-se com a instruments de treball, les destrals també servien com a armes i rebien el nom de macanas. Conjuntament amb les destrals petaloides, un altre tipus de destral va ser utilitzada pels taïnos; estes eren monolítiques, és a dir, estaven confeccionades completament en pedra, inclòs el mànec. Una vegada el terreny era desbrossat o talat, es cremaven les branques i les cendres servien com a adob. Este sistema agrícola, com s’ha comentat anteriorment, es coneix com a tala i crema o agricultura d’artiga, i no va ser rebutjat del tot pels taïnos, ja que el combinaven amb el sistema agrícola més comú i productiu, el dels munts agrícoles.12 Per a l’obtenció de la farina de la cassava s’utilitzaven guayos o ratlladors, instruments que podien ser confeccionats en fusta o pedra. Mentre que per a extraure el suc tòxic s’utilitzava una espècie de mànega teixida amb fibres en què es depositava la farina d’iuca i s’espremia per un dels seus extrems. Este instrument rebia el nom de cibucán o cebucán. És important dir que les activitats vinculades amb el processament de la iuca per a obtindre el pa de cassava eren realitzades per les dones de la comunitat. Altres instruments bàsics en el desenrotllament dels treballs agrícoles van ser els bastons o coas, els quals servien per a plantar, a més dels burins de pedra per a treballar la fusta. D’altra banda, en algunes activitats vinculades amb el processament de grans –com la dacsa– o altres tipus de llavors, els taïnos van utilitzar instruments com els morters. Molts d’ells amb representacions antropomorfes –humanes– o zoomorfes –d’animals–, la qual cosa evidència l’assimilació d’elements de la natura i del propi ser humà, els quals tenien un caràcter màgic. Entre els cultius i fruits que van servir de base per a l’alimentació, a més de la iuca, es troba la dacsa, la guáyiga o guállaga –col· lectada de forma silvestre–, la papaia, el corozo o corojo, la guaiaba, els fesols, la guanàbana, etc. Altres plantes van ser utilitzades en activitats rituals o com a arbres per a fusta per a la construcció de vivendes, instruments de treball, i inclús els seus cemíes o deïtats. Dins d’estes últimes, algunes de les més importants van ser: el tabac (Nicotiana tabacum), la cohoba (Piptadenia peregri-
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na), el cotó (Gossypium spp), i diverses espècies de plantes llenyoses i per a fusta com la guàcima (Guazuma ulmifolia), el guaiac (Guaiacum sanctus), i la Crescentia cujete, entre altres. Encara que els taïnos van basar les seues activitats econòmiques essencialment en l’agricultura, estes es van complementar amb activitats com la caça, la pesca i la recol·lecció, les quals garantien un major equilibri en la seua dieta. La caça incloïa diversos tipus de rosegadores, anomenats huties, així com una gran varietat d’aus i de mamífers majors, com el manatí. Pel que fa a la recol·lecció, destaquen diverses espècies de carrancs i mol·luscos marins o terrestres, mentre que en la pesca sobreïxen diverses espècies de tortugues (quelònids) i peixos ossis de grans dimensions. És important tindre present que l’activitat pesquera podia realitzar-se tant en el riu com en el mar i s’efectuava de diferents formes –utilitzant xàrcies, hams d’os o petxina, arpons–. Una tècnica de pesca curiosa va ser la practicada amb la rèmora comuna (Remora remora). Este peix té una ventosa amb la qual es pot adherir a una presa de majors dimensions. La rèmora es lligava amb un cordill, i quan s’adheria a la presa la pujaven a l’embarcació des de la qual es realitzava la pesca. Per a la pesca i transport marítim o fluvial, els taïnos van utilitzar embarcacions mogudes per rems. Existien tres tipus d’embarcacions d’acord amb les seues dimensions: la canoa, la piragua i el curiale. La seua construcció es realitzava amb procediments complexos i s’empraven instruments lítics i el foc per a tallar arbres de grans dimensions, buidar els troncs, i donar-los la forma desitjada. La petxina d’alguns mol·luscos també es va utilitzar com a matèria primera per a la construcció d’amulets, adorns corporals, objectes cerimonials, xicotets ídols o instruments de treball, i inclús instruments musicals –com el fotuto–; estos generalment eren construïts a partir de la petxina de grans mol·luscos marins. Una de les activitats que caracteritza la cultura taïna, i en la qual van aconseguir un alt desenrotllament estètic, va ser la terrisseria. Els taïnos van confeccionar atuells i recipients de diferents formes –globulars o bombades, de boca oberta o boca estreta, amb espatlla o respatller, d’un o més cossos– i dimensions, d’acord amb l’ús a què estigueren destinats. Una cosa molt important és que en quasi tots els casos els recipients eren decorats. Les decoracions es podien realitzar modelant representacions de figures humanes o d’animals, sobretot en les anses. També les podien fer a partir d’incisions en el cos dels atuells. La ceràmica taïna, a més de constituir una de les seues expressions més prolíferes, constituïx una de les vies més importants de representació del seu art. A través d’ella van representar les seues creences màgiques i religioses. És així perquè en ells l’art no es trobava desvinculat del món màgic i de la natura a la qual veneraven, i açò explica que la representació humana i d’animals siga recurrent, tant en ceràmica com en objectes elaborats en uns altres materials. En el cas de la ceràmica, un lloc especial dins d’estes represen-
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tacions el tenen els anomenats vasos efígies i les anomenades potizas.13 En estos dos tipus de peces s’observa una espècie de barroquisme en les decoracions que generalment reproduïx motius zoomorfs o de figures humanes, i inclús la combinació d’estos dos –antropozoomorfs–. També són recurrents els temes o motius relacionats amb la fertilitat i amb la capacitat de procreació, tant femenina com masculina, la qual cosa reflectix una espècie de síntesi sobre la capacitat de regeneració humana, així com de la pròpia natura. L’activitat terrissera dins dels taïnos també era realitzada per les dones, a través de la qual esta cultura ha llegat una bona part del seu art, creences, i de la seua visió del món. A més, la identificació del seu estil terrisser i la seua forma de decorar els recipients s’ha constituït en un dels elements bàsics que caracteritza la gent i la cultura que s’ha definit com a taïna.
Taïnos. Societat, art i cosmologia. Com s’organitzaven? En què creien? Les apreciacions sobre l’organització social entre els taïnos han estat generalment dirigides cap als anomenats cacicats, als quals alguns historiadors espanyols de la conquista van comparar amb xicotets regnes feudals. El cacicat va estar entre les formes d’organització política i social més complexes del Carib en el moment del contacte amb els europeus. No obstant, este tipus d’organització no va ser prevalent en totes les illes, per la qual cosa el nivell de complexitat i els patrons descrits en les cròniques històriques són essencialment vàlids per a una part de les Grans Antilles –sobretot Hispaniola i Puerto Rico– i han sigut precisament observats en correspondència amb el que s’ha definit com a cultura taïna.14 Els cacicats van ser unes organitzacions polítiques basades en centres hegemònics i relacions jeràrquiques de poder que s’expressaven tant en contextos locals com en les relacions entre aldees o poblats. Les organitzacions dels cacicats també implicaven formes d’intercanvi social actives que van adquirir dimensions o formes d’aliances polítiques o econòmiques materialitzades o aconseguides de diversa manera –matrimonis, subordinació política, mecanismes de reciprocitat econòmica, etc.–. Els cacicats també van implicar l’existència d’una jerarquia ostentada per un individu, un grup d’individus o un determinat llinatge, la posició social del qual es justificava i es mantenia de diverses maneres –mecanismes de control social, ideològics– i inclús va assumir un caràcter hereditari.15 Les empremtes de la cultura material associada a esta jerarquia, així com la seua diversitat, han sigut contemplades per a diferents illes, entre elles Hispaniola, Puerto Rico i Cuba, i assumides com una prova de la diversitat d’estratègies que les elits d’estos espais utilitzaven per a justificar la seua pròpia posició i adquirir poder i prestigi; és a dir, les formes en què estes feien ús o manipulaven els aspectes ideològics o culturals en nom de reforçar la cohesió i l’estabilitat. Açò, al seu torn, es materialitzava en
diferents estructures o formes d’organització política. En altres paraules, un factor influent en la pròpia diversitat present quant a la cultura material taïna, en especial en el que s’ha definit com les seues expressions artístiques, es relaciona amb les maneres d’utilitzar estos mecanismes ideològics, la qual cosa, al seu torn, es vincula amb diferents formes d’organització de les estructures de poder (Curet, 2003: 19). D’esta manera, les investigacions han percebut que durant el desenrotllament taïno a les Antilles es van començar a addicionar objectes que tenen els seus paral·lels en l’àrea de l’istme colombià –Amèrica Central i el nord-oest d’Amèrica del Sud–, la qual cosa ha sigut avaluada com una cosa molt vinculada amb esta perspectiva diferenciadora, la capacitat d’entaular contactes llunyans i d’incorporar tècniques i materials d’estes terres. És possible que estos foren elements d’importància constant en estes societats i serviren per a la legitimació del poder de certs agents, i per tant, per a l’escalament vertical a escala intrasocial (Rodríguez i Pagán, 2007). Des del punt de vista productiu o econòmic, els cacicats van poder posar en pràctica l’especialització d’una aldea o poblat en l’explotació d’entorns ecològics o fonts de recursos específics, la qual cosa garantia l’accés a productes o recursos que no podien trobar en determinats ambients. La xàrcia d’intercanvis dins d’un cacicat permetia este tipus de complementació. Gràcies a estos intercanvis, cada centre habitat podia disfrutar de productes alimentaris o obres d’artesania que eren comuns només a certes zones de l’illa o a certes illes. En altres paraules, un cacicat o les zones d’influència d’un cacicat no necessàriament es limitaven a l’entorn o límits geogràfics d’una illa, podien traspassar estes fronteres, establint mecanismes d’intercanvi i aliances que van formar part de les estratègies d’expansió política i de la pròpia cultura taïna. Este factor potser va contribuir a perfilar la visió d’uniformitat cultural que fins a cert punt trobem en les cròniques històriques. En el moment de l’arribada dels colonitzadors europeus a l’illa de Santo Domingo –octubre de 1492– esta es trobava dividida en diversos cacicats,16 els quals no marcaven una divisió regional a l’estil de les fronteres geogràfiques contemporànies, sinó zones d’influència relacionades amb els mecanismes d’aliança i centralització al voltant de la jerarquia d’un individu o grup d’individus sobre uns altres. És a dir, el cacicat com una forma d’organització agrupava diversos cacics davall el mandat d’un cacic principal. La distribució del que es produïa estava supeditada al domini del cacicat i el cacic podia desviar un sobrant d’esta producció per a activitats rituals, festes o altres actes col·lectius de la comunitat, els quals, al seu torn, estaven encaminats a reforçar la seua posició política i els mecanismes socials d’aliança que la sostenien. En altres paraules, els taïnos van perfeccionar una organització social que estava encaminada a aconseguir l’estabilitat, i podien emmagatzemar productes que servirien per a ser consumits davant de certes eventualitats.
En general, la taïna va ser una societat basada en la jerarquia i amb una espècie d’estructura piramidal. En la part més alta estaven els cacics amb majors poders polítics, acompanyats per una espècie de nobles anomenats nitaïnos; també hi havia el behique o curandero, qui gràcies als seus coneixements en pràctiques d’este tipus, així com el seu paper en el culte als cemíes, tenia una gran influència sobre la comunitat, mentre que la majoria de la població, la base de la piràmide social, estava conformada pels naborias. L’organització del treball entre els taïnos es basava en criteris de sexe i edat. Les dones, com ja hem dit dir, es dedicaven a la terrisseria i a la confecció del casabe; els hòmens, per la seua banda, caçaven, pescaven i recol·lectaven, i si era necessari anaven a la guerra, a més d’ajudar les dones en els treballs agrícoles. Els xiquets podien cuidar dels sembrats. Les cases presentaven diverses formes i denominacions. Els bohíos (cabanes) s’identificaven amb les cases on vivien els cacics i membres dels estaments importants dins de la societat. Estes tenien forma rectangular, amb sostres a dos aigües. El caney (barraca) era un tipus de casa més gran i de planta circular. Generalment, construïen els poblats al voltant d’un espai o plaça central anomenada batey, on podien fer reunions, rituals importants i jocs de pilota. És a dir, era un espai que podríem considerar cerimonial i de gran importància social. A vegades, molt a prop d’estes places, els taïnos sepultaven els seus morts; eren una espècie de cementeris on els difunts eren soterrats amb objectes d’ús com a ofrenes funeràries, com per exemple atuells, collars, instruments de treball i amulets, que revelen les diverses escales d’importància entre els habitants. Els taïnos foren observadors del ritme de la natura i, a través del seu coneixement, aspiraven a manejar el seu ambient i avançarse al futur. D’esta manera, desenrotllaren unes estratègies per a mantindre una harmonia o una coordinació amb els esdeveniments que succeïen en el dia a dia o cada època. Un considerable cos de coneixements es va desenrotllar a partir de l’observació del comportament del món i de totes les coses que hi succeïen, foren estes vivents o no, i al mateix temps desenrotllaven explicacions sobre el perquè i com estava estructurat este sistema-món. Esta visió o cosmologia resulta clau per a explicar i entendre les creences religioses en els taïnos (Oliver, 1997). Les relacions harmòniques entre estos sers humans i la natura –sistema-món– era una cosa molt desitjable i, per tant, la cosmologia taïna reflectix un món no estàtic, una dinàmica i una visió de l’univers que és una espècie de moviment pendular entre l’estabilitat i l’entropia, entre la calma i el caos, que funcionaven com a forces antagòniques. Els taïnos van intentar capturar algunes qualitats d’estes forces antagòniques i personificar-les en els anomenats cemíes (déus). L’explicació de la naturalesa d’estes forces, i l’intent de controlar el seu funcionament per a introduir l’estabilitat o el canvi és, per tant, el centre de la seua religió. Era a més la motivació essencial dels seus rituals i cerimònies, com
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els areítos, els jocs de pilota rituals, designats precisament com una forma de tractar este desorde i produir la integració social (Oliver, 1997: 140-41). En el cas dels areítos, eren festivitats o cerimònies col·lectives amb la funció essencial de reforçar la cohesió i la unitat del grup. Durant estes celebracions hi havia danses i, així mateix, es recorria a mecanismes mnemotècnics per a relatar fets o esdeveniments dels avantpassats a través d’històries orals. Els areítos, per tant, es relacionaven amb moments especials en la vida de la comunitat. En uns altres casos també es feia la cohoba, ritual que consistia a ingerir pols al·lucinògens a través del nas per part dels cacics o behiques, la qual cosa generava un estat de trànsit i la suposada comunicació amb els cemíes, és a dir, amb la personificació de les forces. Esta capacitat de comunicació evidentment implicava un intent de predicció o de control d’estes forces que a més contribuïa a reforçar la pròpia posició social d’aquells que la posseïen. D’altra banda, constituïa una cerimònia on es prenien les decisions més importants, sempre vinculades amb una transcendència més enllà d’allò humà. Esta visió cosmològica és també clau per a comprendre les expressions mitològiques vinculades amb les creences taïnes, en les quals es rememoraven aspectes associats als seus orígens com a comunitat –mites d’origen–, als elements del seu entorn –l’origen del mar, els peixos, etc.– i, igual que en altres mitologies, a molts dels elements de la seua cultura, sobretot els referents a coneixements bàsics des del punt de vista tecnològic –l’agricultura, la confecció del casabe, tècniques artesanals, etc.–, activitats de la seua pròpia reproducció social –ritu de la cohoba, coneixements curatius– que, segons estos mites, els van ser atorgats per herois culturals o els van ser arrabassats a sers mitològics. No és d’estranyar llavors que moltes de les expressions considerades com a Tresors de l’art taïno estiguen necessàriament vinculades a la cosmologia i la religiositat.17 L’art taïno presenta una estreta relació amb la manera de viure d’este grup i el seu ambient és el recinte de les divinitats que es veneren. Les seues creences es van centrar en la natura i es van relacionar directament amb determinats espais, per exemple el mar, les coves, la repobla, i en general tot allò insòlit i particular que es presentara dins de l’entorn. Va ser un art funcional lligat a un ús pràctic,18 i al mateix temps tractava d’integrar-se per mitjà d’ornamentacions i colors al món de les seues creences. Com a art, era assumit com una manera d’atraure energia per a qui se’n servia, i va ser en la recerca d’esta energia que es van desenrotllar certs valors estètics. En altres paraules, els objectes que es consideren expressió de l’art taïno també tenien com a destí referenciar la posició d’aquells a què estaven destinats, i a través d’ells augmentar el seu poder. Com que els objectes estaven relacionats amb les forces còsmiques, eren capaços d’atraure sobre aquells que els utilitzaven una energia que necessitaven per a exercir les seues funcions (Veloz i Zanin, 1999).
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En general, l’univers artístic taïno es movia dins d’un context preponderantment religiós, on la religió era una forma important de cohesió social. En este cas, molts objectes que aparentment tenien un ús quotidià van acabar per introduir-se en espais l’objectiu principal dels quals era la ritualitat. En síntesi, els taïnos van saber combinar magistralment les seues creences religioses amb l’art, la tecnologia i la creativitat.
La transcendència. Què ens va quedar? La fi La tendència a considerar –conscientment o inconscientment– els inicis de la història del Carib a partir de l’arribada dels europeus és encara comuna en alguns ambients acadèmics i populars. Esta idea generalment es troba fonamentada per un desconeixement de la història aborigen anterior a aquell succés, i per l’absència d’un nucli poblacional indígena fort al Carib de hui. Estos dos factors han contribuït a generar una visió limitada, i en ocasions nul·la, de l’aportació d’estos grups humans a la història i la cultura de la regió. Açò també ha ajudat a desdibuixar les empremtes del passat precolombí en les cultures caribenyes, remetent-les quasi sempre a la mera presència d’elements de cultura material, vocables, tècniques, tipus de cultiu, formes de vivendes, etc., percebuts com les filiacions inamovibles o enclaustrades d’una cultura. És evident que hi ha una estreta relació entre el reconeixement de la història precolombina del Carib, el coneixement de les dinàmiques que van desembocar en la formació i desenrotllament de la cultura taïna i la història posterior d’este espai humà. Si bé és cert que en la història del Carib i en la conformació de les seues cultures actuals han exercit un important paper les migracions de persones des de distintes parts del món, este procés no va començar amb l’arribada de Cristòfor Colom, i aquelles successives onades es van assentar sobre una base, uns fonaments consolidats com a resultat d’uns processos complexos i centenaris que van tindre lloc en el context de les illes: la cultura taïna. L’anomenat ocàs d’esta cultura, provocat per la colonització, no ha significat la seua total desaparició. Molts dels seus elements o aportacions es troben presents en la cultura caribenya actual, i molts van arribar a nosaltres a través dels seus colonitzadors, els quals van haver d’adoptar-los per a resoldre necessitats concretes d’un context natural per al qual no estaven preparats, o a través dels esclaus africans que van ser portats per a substituir la falta de mà d’obra indígena, una vegada que estos van començar a desaparéixer físicament. És just pensar llavors que molts dels costums i pràctiques d’aquells hòmens i dones se’ns fan irrecognoscibles en la nostra realitat, però estan ací, formant part del que hui podem anomenar cultura caribenya.
NOTES 1.
Esta designació es deu al fet que una de les primeres manifestacions avaluades com a representants d’este estil es va localitzar en jaciments ubicats en la platja de Boca Chica, a la República Dominicana. Els patrons aïllats en estos llocs es van convertir en una espè-
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cie d’esquema o referent a l’hora d’avaluar nous assentaments per a inscriure’ls dins de la cultura taïna. El contingut arqueològic que va fonamentar l’ús del terme taïno va ser introduït per l’arqueòleg nord-americà Mark Raymond Harrington (1936) en correlacionar-lo amb determinats indicadors de cultura material. Este autor va establir una relació directa entre determinats tipus d’objectes i característiques arqueològiques amb una expressió o representació directa del terme i de la cultura que este designava. Un ús amb este mateix criteri va ser ampliat més tard per l’arqueòleg Irving Rouse, qui el va anar modificant a partir dels avanços en les seues investigacions i les desenrotllades en diversos espais del Carib. Un element d’atracció per a estos primers pobladors en el moment de triar els llocs d’assentament van ser les zones de manglars i marenys, a causa de la seua gran biodiversitat. La riquesa de recursos de fauna i flora presents en estos espais va ser un factor clau en la subsistència d’estes comunitats. Com a part del desenrotllament d’estes primeres comunitats primitives, s’han trobat objectes que indiquen cert desenrotllament cerimonial o ritual, a més de manifestacions artístiques incipients, possiblement vinculades amb la mort i amb els avantpassats. Algunes de les expressions artístiques d’estos primers caçadors-recol·lectors s’han associat amb motius de línies i cercles concèntrics que apareixen gravats sobre alguns dels seus instruments, així com reflectits en formes de pictografies o dibuixos que representen traços i línies abstractes en alguns abrics rocosos i cavernes. Els arauac realitzaven el cultiu de la iuca a partir d’una tècnica coneguda com tala i crema del bosc, tècnica que requeria un ús extensiu del territori i va ser desenrotllada de manera més àmplia en l’àmbit continental, ja que per a practicar-la calien grans extensions de terreny. Este mètode de cultiu consistia a talar o artigar la mala herba i els arbres d’una porció de terreny i després cremar-los. Esta porció de territori s’utilitzava per un període de temps limitat, fins que el sòl donara la seua fertilitat; una vegada que açò ocorria, es procedia a artigar una nova parcel·la. Com s’observa, este mètode implicava una espècie de semi-sedentarisme en les comunitats que el practicaven, ja que cada vegada que es feia necessari un nou artigament, una part important de la comunitat havia de traslladar-se cap a la regió on s’inaugurava el nou conuco (artiga). Estes ultimes van ser descobertes a inicis de la dècada dels huitanta del segle XX al nord de les Petites Antilles i Puerto Rico (Oliver, 1999; Chanlatte Baik i Narganes Storde, 2005), i han sigut denominades huecoides en atenció a les seues primeres troballes en el jaciment arqueològic conegut com La Hueca, a l’illa de Vieques, veïna a Puerto Rico. Actualment la relació de saladoides i huecoides i els seus respectius rols en la colonització horticultora del Carib no es troben del tot clars i hi ha una discussió en les investigacions antropològiques del Carib que és coneguda com “problema de La Hueca”. 7. Moltes granadures i xicotets penjolls zoomorfs amb distintiva associació mitològica van ser elaborats en pedres semiprecioses, os, petxina i fusta fòssil, i es troben dispersos a través de tota la regió, des de l’illa de Puerto Rico fins a Trinitat. 8. Penjolls confeccionats amb dents d’animals aliens a les Antilles, com el jaguar i el pècari, juntament amb ossos d’uns altres animals sud-americans, com el tapir, han sigut recuperats a l’illa de Vieques (Narganes Storde, 2003). Esta última percepció està avalada, entre altres coses, per la presència o la continuïtat de molts dels instruments i elements de cultura material i de les experiències quant al maneig de recursos ecològics provinents dels predecessors arcaics que es mantenen dins d’estos desenrotllaments locals, i en especial dins de la cultura taïna. El nom ostionoide ve de l’assentament Ostiones, localitzat a l’illa de Puerto Rico, on es va trobar inicialment un dels jaciments arqueològics més importants d’este grup a les Antilles. Esta designació es troba fonamentada per la seua forma que s’assembla al pètal d’una flor. El sistema de munts agrícoles consistia a remoure el terreny i crear una espècie de monticles de quatre a dotze metres de diàmetre,
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sobre els quals era possible sembrar i cultivar de manera estable i permanent. És per això que este sistema garantia una major productivitat mentre produïa en el terreny un efecte semblant al que produiria l’ús de l’aladre hui en dia. Este sistema a més d’acumular i remoure la terra podia incloure l’ús de residus a manera d’adobs, la qual cosa permetia aconseguir encara majors rendiments. Les potizas són recipients de boca estreta utilitzats com a contenidors de líquids, i generalment exhibixen decoracions en el seu coll o en la seua part superior. Les més comunes són les representacions antropomorfes –de cara humana–, la qual cosa, a més d’assenyalar cap a una funció pròpiament utilitària –contenidor de líquids–, indica un alt caràcter simbolicoartístic i ritual. Recents investigacions (Curet, 2003), a més d’emfatitzar en l’existència d’una diversitat d’ampli espectre entre les formes d’organització sociopolítiques que caracteritzaven el Carib, incloent-hi diverses formes d’igualitarisme i de desigualtat social, han proposat el terme de societats de rang mitjà per a referir-se a grups amb una organització intermèdia entre el nivell de banda i les societats estatals. En este cas, el terme cacicat s’identifica només amb societats altament estratificades i amb organitzacions sociopolítiques de tipus jerarquitzat. Estes últimes són precisament les descrites pels cronistes espanyols per a les Grans Antilles. Per desigualtat social institucionalitzada s’entén aquelles societats on hi ha diferències en l’estatus i en l’accés als recursos (econòmics, socials o simbòlics) basats sobretot en l’adscripció. Encara que la desigualtat i diferències d’estatus existixen en totes les societats, incloses les anomenades bandes i grups tribals, la institucionalització de la desigualtat social es referix a casos on la desigualtat ve des de grups de famílies o llinatges i inclou algunes formes d’herència o de poder oficial (a través de pertànyer o ser membre d’una elit o descendir directament d’un grup de parentiu). Els cacicats que es coneixen per a l’illa Hispaniola es denominaven Jaragua, Marién, Maguana, Maguá i Higüey. El més densament poblat en el moment de la conquista sembla haver sigut el de Maguá. Per exemple, mentre que la iuca era un aliment fonamental per als taïnos dins de les seues creences, tenien un déu o cemí que la simbolitzava i que estava molt relacionat amb les bones collites i la fertilitat o amb la capacitat de procrear de la terra. Este és el cas de les anomenades pedres de tres puntes o trigonòlits que, segons les creences dels aborígens, tenien la funció de garantir la fertilitat i la bona collita de la iuca. Els trigonòlits, segons ens descriuen els cronistes espanyols, eren soterrats pels taïnos en els seus camps de cultiu com una forma de produir este efecte fertilitzador o fecundant en la terra. Quant a l’art taïno, és important dir que estos no van utilitzar la fosa de metalls i van treballar escassament l’or, el qual laminaven després d’haver-lo escalfat a base de percussió. Estes laminetes es podien emprar essencialment com a penjolls o arracades, i també es podien emprar com a incrustacions, sobretot en els ulls o les dentadures de figures o ídols fets en uns altres materials, com fusta o petxina.
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Taïnos: art del passat. Tresors per al present Rafael Emilio Yunén Director General Centro León José M. Fernández Pequeño Gerent de Programes Culturals Centro León En societats marcades per un mestissatge profund, com les del Carib, identificar les aportacions ètniques i culturals d’un dels components originaris que van entrar en la mescla pot ser una operació farcida de riscos. D’una banda, es poden assenyalar i avaluar estes possibles aportacions al marge d’uns altres components que van concórrer en l’espai caribeny. De l’altra, es pot oblidar la complexa dinàmica historicocultural que va regir la consolidació de les “cultures nacionals”, completament distintes a les seues fonts originals. Si un cau en estos errors, la identificació d’aportacions ètniques i culturals es convertiria en un simple recompte d’objectes, hàbits i formes d’expressió infuncionals, separats del context natural, històric i social on es carreguen de sentit real. La investigació, comprensió i reconeixement de les aportacions ètniques i culturals d’un grup humà ha de tindre en compte que les cultures concurrents en l’espai caribeny van entrar en els seus processos de transculturació des d’uns plans de supremacia o subordinació molt marcats, en ocasions extrems. Dins d’este gresol de mestissatge que és el Carib, els distints grups humans es van ajuntar, van dialogar i es van reestructurar en formulacions completament diferents, capaços de donar resposta als reptes que en cada moment els plantejava el nou entorn social. Obligades per circumstàncies socials de negació i exclusió molt agudes, les cultures subordinades van buscar amb freqüència la seua legitimació posant en pràctica unes encobertes estratègies d’ocupació silenciosa. D’esta manera, la forma de moltes expressions socials al Carib va continuar semblant europea, entesa com l’única norma mereixedora d’acceptació social, mentre que l’essència resultava transformada dràsticament per elements fonamentals de les cultures indígenes, africanes, asiàtiques i altres que s’han donat cita en la regió durant més de cinc segles posteriors a l’arribada de l’europeu l’any 1492. Esta tensió entre aparença i essència, regida moltes vegades per la paròdia, la reescriptura, la burla o la resignificació, és un dels trets fonamentals de la cultura caribenya i posa contínuament a prova la perspicàcia de l’investigador. Ara bé, de tots els grups i cultures que van fer la seua aportació a la cristal·lització de les societats caribenyes actuals, cap no ha tingut un reconeixement tan paradoxal com el llegat cultural de les societats aborígens que van ser delmades brutalment per l’europeu conquistador. En el cas de les societats taïnes de l’arxipèlag antillà, i especialment en el cas de l’illa Hispaniola (hui ocu-
pada per la República Dominicana i Haití), el seu llegat cultural va ser quasi totalment ignorat durant molt de temps. S’assumia que este llegat havia desaparegut sense deixar rastre juntament amb els seus portadors originals, en una operació que completava el saqueig inicial, ja que eliminava qualsevol possibilitat de reclamació sobre els territoris usurpats en nom de les corones reials del Vell Continent i l’Església Catòlica. Com a màxim, el record de la cultura taïna quedava reduït a les tantes vegades imprecises descripcions dels cronistes d’Índies o a la toponímia i algunes paraules heretades per les llengües en ús en la regió. L’altre extrem de la paradoxa va sorgir a finals del segle XIX, quan el procés de formació de les nacionalitats caribenyes ja havia recorregut un camí apreciable. En aquells moments, la contribució del component indígena a allò caribeny va ser exageradament exaltada a partir d’una visió romàntica i nostàlgica que semblava atorgar-li el just reconeixement als taïnos, permanentment oblidats. No obstant, en el fons, esta visió amagava la intenció de negar el pes determinant que allò africà ha tingut en la conformació de les cultures caribenyes. Estes dos negacions, la indígena i l’africana, distintes en els seus procediments i circumstàncies, són semblants per la seua essència racista i pels seus objectius de discriminació. Estes perspectives són qüestionades per l’exposició Tresors de l’art taïno, organitzada fonamentalment a partir de la col· lecció arqueològica del Centro Cultural Eduardo León Jimenes que inclou prop de 3.000 objectes emblemàtics de la cultura taïna, la majoria dels quals ha sigut donada pels primordials col· leccionistes Bernardo Vega, Gustavo Tavares Grieser, Salomón Jorge i Rafael Esteva. La mostra exhibix una selecció que conforma un important conjunt etnogràfic en forma d’objectes, fotografies i materials multimèdia que intenten crear un vincle entre les expressions artístiques i artesanals dels taïnos i l’actualitat dels seus descendents al Carib. El guió museològic que sustenta esta exposició aborda allò taïno i les seues expressions no com un tot homogeni, sinó com una cultura mestissa que, entre els segles IX dC i XVI dC, va integrar les aportacions de les tribus sud-americanes de l’ètnia arauac que havien entrat a la regió antillana des de la conca del riu Orinoco i altres regions continentals, així com dels habitants que les van precedir en l’arc antillà. Es tracta llavors d’un mosaic cultural complex, forjat en un diàleg viu i urgent amb l’entorn illenc i que estructura un grup de trets ben definits en l’aspecte econòmic, social i cultural. Sobre esta base primigènia consolidada durant set segles, es van articular els grups humans que van arribar a l’arxipèlag antillà a partir de 1492 provinents de diversos punts del planeta. Es van produir així trobades i desencontres que, amb el pas del temps, donarien per resultat allò caribeny tal com ho reconeixem hui. Este procés va partir d’una mixtura entre aborígens subjugats, europeus dominadors i africans esclavitzats, a la qual després es van afegir uns altres components ètnics essencials.
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Tresors de l’art taïno oferix una perspectiva que partix del propi univers taïno per a donar compte dels valors assolits per les seues pràctiques artístiques i artesanals i, a través d’estes, mostrar una societat articulada i admirable que va produir un patrimoni perdurable, viu hui com un component indispensable de la cultura caribenya. En este cas, la paraula tresors no al·ludix a riqueses, ni a joies o pedres precioses, sinó a obres meravelloses elaborades per a l’ús quotidià pràctic o simbòlic i que, sense utilitzar metalls ni materials perennes, han perdurat en el temps com a testimonis d’una societat on les formes artístiques no eren prioritàriament expressions d’una individualitat excepcional, sinó una part medul·lar d’un col·lectiu social en diàleg continu i enaltidor amb el seu medi ambient. Estos tresors són presentats pel discurs de l’exposició dins d’un context passat-present que permet la millor comprensió del seu valor a través de la raó i la sensibilitat. Així, cada un dels àmbits de Tresors de l’art taïno desenrotlla tres dimensions fonamentals de sentit. La primera servix de base a les altres dos i s’estructura gràcies a una selecció d’objectes creats pels taïnos que expressen la seua filosofia de vida, la seua fisonomia social i la seua cultura, a més de ser exemples representatius del seu exquisit art. La segona fa visibles diversos elements provinents de la cultura material i immaterial taïna que encara tenen una presència recognoscible al Carib de hui i inclús més enllà. La tercera crida l’atenció sobre algunes formes en què els actuals habitants de la regió reconeixen, representen o assumixen allò taïno com una part de les seues arrels d’identitat i de la seua cultura contemporània, un imaginari simbòlic en construcció on l’important no és la veracitat històrica o l’exactitud de la reelaboració, sinó l’assumpció d’allò taïno com una de les arrels legitimadores per als hòmens i dones del Carib actual. Si la primera d’estes dimensions constituïx el nucli essencial de tota la mostra, les altres dos tenen la responsabilitat de crear un pont de significació entre els objectes que els taïnos van crear centenars d’anys arrere i els hòmens i dones de hui. D’esta manera, queda plantejada la possibilitat d’un diàleg que sobrepassa la mera apreciació de les obres (potser molt belles, però també distants en el temps), en favor d’un intercanvi de sentits que es carrega d’una enorme pertinència a la llum de l’experiència i la forma en què cada un de nosaltres viu el seu present. Per a aconseguir estos objectius, el discurs de Tresors de l’art taïno s’ ha estructurat en cinc àmbits que mostren de forma interrelacionada la mateixa quantitat d’àrees capitals en la vida social taïna. El primer àmbit, “Guaiac”, introduïx l’univers dels taïnos com a grup social i com a cultura. Pren el seu nom d’una espècie d’arbres (específicament el Guaiacum officinale de la República Dominicana), proverbial per la seua duresa, com una manera d’assenyalar cap a la perdurabilitat d’una cultura capaç de transcendir l’extermini i la tergiversació a què va ser sotmesa per a arribar fins a nosaltres, derrotar l’oblit injustificat i celebrar la seua
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existència a través d’un patrimoni bell i durador. Este significat interpel·la el visitant a penes entra a la sala i es troba amb la imponent figura del Cemí de la Cohoba, una peça singular tallada en fusta, de 70 cm d’alçària, gentilment cedida en préstec per a esta exposició pel Museo Arqueológico de Altos de Chavón i que constituïx una extraordinària mostra de la creativitat taïna. Després, ja en l’interior de l’àmbit, altres cinc peces emblemàtiques de la cultura taïna s’oferixen com a exemples extraordinaris de les habilitats i els suports materials emprats per este grup per a realitzar el seu art: fang, os, petxina, pedra i fusta. Qualsevol aproximació a la cultura taïna mostra una intel·ligència prístina, capaç de concebre i realitzar creacions sorprenents que es materialitzen en instruments de treball, objectes de caràcter ritual i utensilis d’ús quotidià. Els cinc objectes emblemàtics triats per a esta primera secció no sols constituïxen un anunci del discurs que serà desenrotllat en els altres àmbits de l’exposició, sinó que a més deixen establida la transcendència de les obres creades pels taïnos, farcides de bellesa i simetria, de significacions ocultes i polisèmiques que meravellen pels seus valors estètics, per la diversitat dels materials utilitzats per a crear-les i per l’afinada cultura tecnològica que va fer possible estos tresors. Complementa este àmbit un oportú material gràfic destinat a informar sobre els taïnos, la seua història, els seus moviments migratoris i la seua cultura, així com una obra d’art contemporani amb referències molt clares a la cultura taïna i peces d’artesanies neotaïnes creades per artistes i artesans dominicans de hui amb l’objectiu conscient de recuperar, reconstruir i celebrar la memòria taïna. Amb açò, el recorregut per este àmbit no sols vol donar una primerenca prova de la pervivència del llegat cultural taïno, sinó deixar clar també que la contemplació dels meravellosos objectes desplegats en tota l’exposició suggerirà una connexió contínua amb el present. “Huracà”, el segon àmbit, mostra l’intens i savi diàleg que els taïnos van mantindre amb el seu hàbitat com a resultat del seu intent per penetrar en els secrets d’un entorn natural i social ple d’amenaces i potencialitats, mentre buscaven establir l’harmonia entre el ser humà i el medi geofísic. Açò s’aconseguix a través d’un conjunt d’utensilis creats pels taïnos per a actuar sobre la natura o que la representen de diverses formes, i que en esta ocasió són exposats en companyia d’un audiovisual tipus diaporama que recrea l’hàbitat del manglar (important escenari d’habitabilitat per als taïnos per la rica biodiversitat que els oferia) i els huracans amb la seua acció devastadora. A més de fer visibles les característiques fonamentals de l’escenari natural per on es movien els taïnos (semblants als que viu el caribeny de hui) i de contextualitzar els objectes exhibits en este segon àmbit, l’audiovisual ressalta els dos principis que van equilibrar l’imaginari cultural d’aquells sers humans: la calma i el caos. I és que la natura marcava tots els aspectes en la vida dels taïnos. La conjugació dels elements del paisatge, el mar, els manglars, els rius, les muntanyes, les planures, adquirien entre ells les
dimensions d’un llenguatge, d’un diàleg que parla de les seues preferències per la diversitat i de les seues formes de concebre l’espai en la creació dels seus poblats i conucos. Les significacions i el simbolisme associat a la natura van ser la base per a la creació material i espiritual de la cultura taïna, la qual va arribar a acumular una enorme saviesa en este fonamental aspecte de la vida. Tan ampli i tan pertinent va ser este “ecoconeixement”, que va resultar decisiu perquè els restants grups humans (principalment els europeus i africans) aprengueren a viure en els territoris de l’actual Carib. No és casual que en l’espanyol contemporani de les Antilles, i encara més lluny, haja sobreviscut una gran quantitat de paraules taïnes relacionades amb la natura i el treball, algunes de les quals apareixen reproduïdes en les parets d’este àmbit i el següent. El tercer àmbit està organitza al voltant dels objectes construïts pels taïnos amb el propòsit de produir béns per al seu consum i que, a pesar del seu caràcter utilitari, posseïxen un alt grau d’elaboració pel que fa al seu estil i disseny. Així, a este àmbit se li ha donat el nom de “Conuco”, paraula amb la qual els membres d’este grup social aborigen designaven l’àrea destinada als seus sembrats i que el discurs de l’exposició presenta per mitjà de dibuixos fets durant l’època colonial. Estos dibuixos no sols donen un entorn apropiat als objectes exhibits en este espai, sinó que a més són contrastats amb fotografies de treballs agrícoles en el camp dominicà durant el segle XX, com una manera de ressaltar la pervivència de les pràctiques productives taïnes en la vida del Carib. Amb un propòsit semblant, l’àmbit inclou un cibucán, objecte que els actuals indígenes de l’Amazònia empren per a esprémer la iuca i elaborar el casabe tal com feien els taïnos. Objectes de cistelleria com este són hereus directes dels que fabricaven els taïnos i que, per la fragilitat del seu suport material, no han arribat fins a nosaltres. Amb este, els instruments utilitzats hui en la producció, consum i comercialització del casabe a la República Dominicana, així com imatges contemporànies d’aquells processos productius, fan evident la pervivència d’una de les manufactures més importants dins de l’univers dels taïnos. El casabe, fabricat a partir de la iuca, era un producte essencial en la dieta dels aborígens, els quals van arribar a tindre una gran mestria en la seua elaboració. Els alts nivells actuals de consum del casabe en tot el país dominicà i la quasi invariable manera de produirlo constituïxen uns exemples concrets de la perdurabilitat de la cultura material i immaterial taïna. Els objectes propis de les activitats agrícoles (destrals, guayos, ratlladors i atuells de ceràmica) que ocupen este tercer àmbit complixen un dels més importants principis de l’art taïno: fondre el valor tecnològic amb la creació artística. Elaborant estos objectes de manera artesanal, els naborias van exaltar les formes d’un art consolidat per la necessitat de transformar i de viure, un art que destaca la complexitat d’una cultura que creava per a treballar i treballava per a crear, que va establir un diàleg entre
allò bell i allò útil, entre allò expressiu i allò quotidià, i on la multidimensionalitat de la seua vida diària va trobar unes respostes molt ajustades. Un dels aspectes més impressionants de la vida social i del riquíssim imaginari que va elaborar el poble taïno se situa en les seues pràctiques rituals. A través de la seua visió cosmològica, els taïnos van aspirar a controlar la natura i anticipar-se al futur d’un món que per a ells s’equilibrava entre la tranquil·litat i la conflictivitat, dos forces extremes i antagòniques que van personificar a través d’uns ídols anomenats cemíes. Amb el nom de “Cemíes i cohoba”, el quart àmbit de l’exposició té el seu centre en els objectes creats pels taïnos tant per a la seua protecció personal com per a les seues cerimònies col·lectives. Estes peces ens permeten assistir al diàleg amb la natura que ells van plantejar en el seu interés per explicar l’univers que els envoltava. Es tracta d’un art funcional que combina de manera magistral tecnologia, creativitat, credos religiosos i aspectes de la seua jerarquia social. Per a aconseguir una lectura raonada d’este art derivat de pràctiques animistes, el quart àmbit presenta una impressionant selecció de cemíes elaborats pels taïnos per a representar els seus déus, així com d’objectes en forma d’amulets destinats a buscar la protecció d’estes divinitats. La segona part de l’àmbit, al seu torn, intenta captar algunes de les pràctiques a través de les quals els taïnos van desenrotllar les seues creences. És el cas de la projecció d’imatges o petroglifs que els taïnos gravaven en les pedres que delimitaven les seues places cerimonials, així com la representació de l’enterrament d’un cacic, amb l’objectiu de mostrar les maneres en què els taïnos sepultaven els seus difunts en cementeris construïts prop de cada plaça o batey. Estes cerimònies culminaven amb la presentació d’ofrenes: atuells, collars, arracades, segells o pintaderes, instruments de treball i amulets, reveladors tots de la imatge i importància social que en la vida va tindre cada difunt. S’arriba així al moment culminant de tota l’exposició, que consistix en la presentació del ritual de la cohoba i els seus objectes associats, amb els quals els cacics o behíques entraven en trànsit després d’haver aspirat pols al·lucinògenes i d’haver-se purgat a través d’un vòmit ritual. Este espai del misteri es complementa amb la projecció de pictografies que els taïnos realitzaven en les parets de les cavernes per a retre culte al seu panteó de divinitats. El quint àmbit, denominat “Batey i bohíos”, està dedicat a la dinàmica social dels taïnos i la seua vida domèstica. Els poblats d’este grup social s’estructuraven al voltant d’una plaça o espai central anomenat batey, on es desenrotllaven les accions d’intercanvi social més importants: reunions, rituals, jocs i celebracions. Al voltant de la plaça es disposaven les cases taïnes, que presentaven variades estructures i denominacions. Els bohíos, amb forma rectangular i sostre a dos aigües, identificaven la residència dels cacics i els membres principals; els anomenats caneyes eren de planta circular i tenien diferents dimensions. L’àmbit mostra gra-
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vats d’època dels bohíos taïnos, així com fotos de cases pageses dominicanes preses en el segle XX, en la comparació dels quals és possible apreciar l’ús de materials, formes i tècniques constructives heretades dels indígenes precolombins. Juntament a estes imatges es pot contemplar una àmplia selecció d’objectes creats pels taïnos com a instrumental per a recolzar els seus actes de socialització. Curiosament, les últimes dècades han vist una proliferació creixent de construccions i instal·lacions recreatives i turístiques de la República Dominicana i el Carib que recorden les construïdes pels taïnos, un fet que en si mateix constituïx un reconeixement d’esta herència com a marca de pertinença. Este últim àmbit de la mostra està cobert per una fotografia panoràmica gegant que penja i que representa un sostre de canya tal com seria vist des de l’interior d’un caney, de manera que al visitant li fa l’efecte de trobar-se dins d’una instal·lació semblant a les que habitaven els taïnos. Amb la idea de connectar estes pràctiques socials i tot l’imaginari que les acompanyava amb la vida domèstica de hui, l’àmbit conclou amb un conjunt d’objectes de cistelleria, terrisseria, etc., realitzats en l’actualitat per artesans dominicans que, d’una
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manera conscient o inconscient, continuen utilitzant formes i tècniques dels taïnos en el seu treball. Així mateix, hi ha un altar propi de la religiositat popular dominicana actual on és possible apreciar, juntament a unes altres peces d’origen hispànic i africà, objectes rituals taïnos resemantitzats per les noves creences i elements que demostren com les creences populars han integrat l’ancestre indígena a través de les famoses “comissions o divisions índies”. De les relacions amb la natura a la producció de béns de consum, i d’ací a les pràctiques rituals i la vida domèstica... El circuit que proposa Tresors de l’art taïno intenta fer un discurs que siga capaç no sols de donar rellevància als valors assolits per este art, sinó de mostrar també la delicada articulació que este grup humà va aconseguir entre les manifestacions de la seua vida social i les seues expressions creadores. Més que un desenrotllament seqüencial de temes, els distints àmbits d’esta exposició volen ressaltar en la seua unitat la notable harmonia que va caracteritzar la vida, l’estructura social i l’obra dels taïnos, posant a la disposició del públic un art exquisit i refinat que contra vent i marea arriba des del passat per a proposar-nos un diàleg amb el present.
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Imagery of Human Nature Consuelo Císcar Casabán Director of the IVAM “Sculpture is the essence of things, the essence of nature, that which is perpetually human”. Wilhelm Lehmbruck As we know, the arts are a reflection of the system that gives uniformity to a social group. When studying art, we come across meaningful information that helps us understand society at any given historical moment, as noted by Panofsky. Therefore, classical or traditional art is a first-class historical source for understanding our past and gaining a precise understanding of the aesthetics of contemporary artists, in the same way as archaeological sites are the primary source for analyzing the evolution of humanity and the reasons for its current state. Today we can recognize how this rich artistic tradition continues to influence present day society, in its most ancient traces as well as through new and renewed ways of expression and interpretation. As part of our “Other Collections” program, IVAM presents this broad-based retrospective, Treasures of Taino Art, with the archaeological collection of the Centro Cultural Eduardo León Jimenes of the Dominican Republic, with whom we have signed a cooperation agreement. The works provide the public with a Taino perspective of the universe and the values accomplished by their art and crafts between the 9th and 16th centuries. This indigenous culture has its symbolic representation in ornamental, religious and everyday objects and sculptures that have a direct connection with current Dominican and Caribbean domestic life. They are a clear reflection of an admirable society that produced an enduring heritage and today gives people the opportunity to get to know and preserve some roots that safeguard their cultural identity. From ancient times, man has felt the need to carve and create practical utensils that guarantee the survival of the species and to decorate, mythologize or harmonize his surroundings. And he has done so with his own hands, using the raw materials provided by the earth. We find ourselves, therefore, before symbols and icons that have crossed temporary borders and have joined the collective imagination of all who are part of this source of artistic knowledge and who have been influenced by exposure to it. This is the same artistic tradition that keeps alive the concept of the world as understood by the German philosopher Jürgen Habermas. Thus, conceptual and material diversity remain subscribed to all historical times as an element of progress for humanity. Traditionally, sculpture has developed as a method of artistic production with a very strong and direct involvement in the management of materials and tools, maintaining ties not quite
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extinct from earlier times, like the Tainos, and treasuring some concepts related to eternal, immutable and sacred values. Thus, man’s creative work for expressing ideas, thoughts, feelings, experiences and emotions through body language and the transformation of matter brings us to this exhibition that leaves an artistic footprint of a culture that is fundamental for the social and artistic prosperity of the members of the Dominican community. I invite you, for this reason, to be carried away by the natural sensations caused by this historical journey to discover the active driving force of a civilization that flowed with life and served as a base upon which modern-day behaviors and social styles have gradually been built.
Taino Art at the IVAM: The treasures of institutional cooperation Rafael Emilo Yunén General Director Centro León In only its second year of operation, in August 2005, the Centro Cultural Eduardo León signed a cooperation agreement with the Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Both institutions sought to work together to extend the reach and scope of individual projects. Six years later the objectives of that agreement have been met beyond expectations. Throughout that period, the Centro León and the IVAM have held three joint exhibitions: Reinventions: Dominican Post-Dictatorship Photography was presented at the prestigious museum of Valencia from 29 September 2005 to 15 January 2006. The Portrait in the Photography Collection of the IVAM (28 February to 23 April 2006) and Chronicles on Paper (28 February to 15 April 2007) were shown at the Maria Asensio de León Temporary Exhibition Hall at the Dominican cultural institution. The last of the planned joint projects set out in that agreement, Treasures of Taino Art, now is on exhibit. The Centro León has an extraordinary archeological collection with more than 3,000 pieces from indigenous Caribbean cultures that were donated to the Fundación Eduardo León Jimenes by a group of collectors, among whom special mentions need to be made of Bernardo Vega, Gustavo Tavares Grieser, Salomón Jorge and Rafael Esteva. When we accepted the generous donations and their trust, we knew that we were also taking on the responsibility not only of organizing, conserving and researching the collection with absolute professionalism, but also of exploiting its potential to generate new knowledge of Caribbean culture and adequately communicating it. Objects in that collection make up the central message of Signs of Identity, undoubtedly the exhibition of the permanent collection at Centro León that has been most warmly embraced by the general public in the past eight years, for the sensitive and perspicacious way that it presents the evolution of Dominican culture, through an essential dialogue with the rest of Caribbean cultures. Selected pieces of the exhibit have been on loan to complete certain external displays. But we had always envisioned organizing an exhibition that, with profound emotions, would present Taino art from an innovative and contemporary perspective, and would be able to challenge the too frequent perception among many who see this fundamental expression of world culture as something amazing, yet far removed and lost in the past. Treasures of Taino Art is a long-standing project that has been meticulously worked on by a large group of specialists at the Centro León and many with close ties to the institution. The re-
search, design and assembly of the exhibition, nearly four years in the making, could have conformed to presenting it to the general public as the marvels of the exquisite art of the Tainos. Nevertheless, the script went a step further and committed to preparing an exhibition discourse that through the profuse use of ethnographic components and several communicational codes permits the audiences to establish the right connections between the splendid creations and the societies that created them. Simultaneously, the exhibition builds an unexpected bridge between present and past, presenting a cultural manifestation of the highest quality, produced by a people that until yesterday appeared distant and far removed, but today is perceived as close, dearly loved. Taking the audiences from surprise to surprise, the five sections of the Treasures of Taino Art exhibit unfold the transcendence of art that was created without gold or perennial materials by admirable societies that were terribly decimated by the conquering enterprise that followed 1492 and whose fundamental contributions to world culture were negated or left to oblivion for several reasons, although these can be traced to discriminatory prejudices. Upon viewing the exhibition, the presence of elements coming from Taino societies in the Caribbean societies of today is not only unmistakable, as are the many ways in which the people of this region have taken on, evolved and assumed indigenous cultures as an essential component of identity, that has enabled them to meet with hope and optimism the challenges of the contemporaneous. We hope that this exhibition gives every visitor the opportunity to question their own perceptions, ideas and concepts of the original cultures of the island of Hispaniola and other places in the Caribbean. If that were to be, we also would like everyone who appreciates this presentation to leave the hall thinking in a more constructive way about the pro-active, open and plural character of the Taino cultures and societies. The Fundación Eduardo León Jimenes and the Centro León would like to thank the Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) and especially its director, Consuelo Císcar Casabán, for coming along with us to conquer this dream and for the possibility of presenting to Spanish audiences the art of which all human beings should be proud, because it belongs to all of us.
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The Taino Legacy - Essence of the Caribbean
Puerto Rico, Hispaniola, Jamaica and eastern Cuba, as well as the Bahamas, a generalization that has been adopted to varying degrees by different authors at different times (Petersen, Hofman
Jorge Ulloa Hung anthropologist
In summary, one could argue that Taino has sometimes been used as an archaeological or anthropological category to refer to a supra-cultural entity acknowledged as an individual culture. In this case, it is considered to be a particular culture that includes traditions and distinct socio-cultural and political practices. At other times, Taino has been used to refer to the dispersion in the Antilles of a set of West Indian cultural norms and practices that are primarily found in the Greater Antilles. Based on the first of these meanings, the so-called Taino culture is not just an artistic expression or a word, but the result of an evolutionary process that summarizes all the cultural experiences of the indigenous groups that inhabited the Caribbean islands. It is a kind of synthesis of the leading transformative influences that were perfected and used. It is important to recognize that it sits on the fundamental cultural axis known as the Arawak ethnicity of the South American tribes of the Orinoco River basin. From the above, it is evident that there is a close-knit relationship that is impossible to discard, between the recognition of pre-Columbian history of the Caribbean and knowledge of the dynamics that led to the formation and development of the named “Taino culture”. In that case, the Taino culture cannot be considered as having no history or being uniform. Nor can it be defined only by its differences from the so-called Caribs, who were notable for their violence against the conquest. Nor can it only be seen as a result of the migration of people from South America. In reality, it needs to be perceived as a result of much more complex processes spanning hundreds of years that took place in the context of the Caribbean islands, especially on the islands of Hispaniola and Puerto Rico. From this perspective, some researchers (Veloz Maggiolo, 1991; Wilson, 1999, 2007) consider the Taino culture as the first test of the melting pot that the Caribbean culture is today, and its beginnings are studied from the close linkages that exist between migration processes and various forms of social interaction that developed in pre-Columbian times in the Caribbean. These processes led to the formation of a mosaic of cultures in which it is possible to define a set of essential features from social, religious, political, economic and material cultural standpoints. It is this, in our opinion, what can be defined as Taino culture, or as Taino, and within this the diversity of manifestations, only some of which were grasped by the so-called chroniclers of the Indies.
What is Taino culture? When discussing the pre-Columbian period in the Antilles, one immediately thinks of the Taino culture, the main reasons being that this was supposedly the culture described in the chronicles of the conquerors, and was the indigenous culture that achieved the highest levels of social and economic development in the Antillean Archipelago. Its artistic expressions have attracted the greatest attention from researchers, scientific publications, museums and collectors, especially for their high esthetic value and certain exoticism. Thus, art produced by indigenous societies in the Caribbean is considered to be from the Taino culture. Nevertheless, the term Taino, according to their own historical accounts, could have meant “noble” or “good” in the language spoken by these peoples; i.e., it was a descriptive term. There is no historical document or chronicle where this word is used to name the population of the natives of the island of Hispaniola or the West Indies. In fact, the word was used by indigenous people to highlight their peaceful nature as opposed to that of other groups, known as the Caribs, the warring tribes that inhabited parts of the Lesser Antilles when the Europeans arrived. Taino, therefore, could have been a kind of moral or human self-perception. It is essential, therefore, to note that the European differentiation between the indigenous groups in the Caribbean was based on experiences, events and information received from the Indians themselves. In addition, it was also affected by their reactions of amazement and in some cases by covert intentions of a political or economic nature, linked to the colonization process itself. Therefore, it is a classification that often tends to be simplistic or incomplete. The term Taino was first recorded when anthropologists used it to differentiate between indigenous people from the Greater Antilles and later to refer to all the indigenous people of the Antillean region, considering them all to be from the same cultural group. This definition has an archaeological basis as the term Taino was given to the settlements where cultural artifacts were found, especially pottery, decorated in the ceramic style known as Boca Chica or chicoide.1 The many meanings attributed to this term (Taino) are clearly and consistently illustrated from the 19th Century onwards. It was first used in a linguistic sense to distinguish between the Arawak language spoken in the Greater Antilles and the language spoken in the Lesser Antilles. In the 20th Century, the term began to be used to refer to the indigenous people who inhabited
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and Curet, 2004). 2
The settlement of the West Indies and the history of the Taino culture. How? From the beginning of the conquest some European writers began to speculate about the extensive history of the natives of the islands. Fray Bartolome de Las Casas was one of the first to refer
to this issue, even with a sense of archaeological curiosity, when he wrote in the second volume of his History of the Indies: “Others have said they have found in a marble stone a gemstone, diamond, shaped and polished, and in another, a live toad... and all is possible and very true. I have seen in the same mines of the Cibao, one or two levels into the depth of virgin land, on the plains, at the foot of some hills, remnants of coals and ash, as if a few days before there had been a bonfire, and for the same reason we conclude that in the past, the river flowed nearby, and in that place a fire was made, and then with more distance of the water from the river ... and this can only be if many years have gone by, long time, and that strengthens the theory that the people of this land and the mainland are from ancient times.” (Las Casas, 1875: 38). In keeping with this, research has shown that the aboriginal settlement of the West Indies, and thus the establishment of the first indigenous cultures in this area, dates back 6000 years and was apparently related to climatic changes that occurred around 8000 and 4000 years BC. These changes brought about major transformations in the American environment, especially in inland areas, focusing on the depletion or reduction of certain species of animals and plants. Climate change (Meggers, 1987; Vargas, 1987; Sanoja, 1988; Veloz Maggiolo, 1991; Sanoja and Vargas, 1995) served as a major catalyst for the movement of the first indigenous communities from the mainland to the Caribbean islands, especially because they faced a crisis in hunter-gatherer activities that forced them to create new cultural solutions, including settlements at the mouths of large rivers, where they formed significant fishing and gatherer villages, in contrast to a previous life more tied to hunting and gathering in inland forested areas. These gathering communities began to migrate to the West Indies around 6000 BC, and this is evidenced in two essential colonization routes. The first, from Central America, especially from areas bordering the Atlantic Coast near present day Belize, on to the Greater Antilles, particularly Cuba and Haiti and Hispaniola – Haiti and the Dominican Republic –, islands from where they were able to move to the east, until reaching part of Puerto Rico. A second route was linked to the northeast of South America and the island of Trinidad, from where these groups moved through the Lesser Antilles, reaching the westernmost part of the Caribbean (Wilson, 2007). Hunting, fishing and gathering marked the economies of these early settlements, with indications of incipient agriculture or domestication of plants and some pottery-making (Pagán Jiménez and Rodríguez Ramos, 2007; Pajón et al. 2007; Rodríguez Ramos et al. 2008). They subsisted on fishing, hunting, gathering, processing roots and seeds, gathering shellfish. They moved in small groups living off nature. In other words, the places chosen to settle and their relatively sedentary or semi-nomadic life were linked to seasonal cycles of nature, as well as their own abilities
to take advantage of their surroundings and the bounty it could provide.3 These early settlers also chose the sites depending on the availability of raw materials needed to make their tools. Once on the islands, these first groups changed many of their traditions. While developing cultures inherited from continental ancient hunter-gatherer communities, they adopted different tools and showed great ability to adapt to new situations. The changes made by these early settlers in the West Indies are also tied to their own interaction. Archaeology has followed these changes in time and space to track the origins and different cultural traditions. Their coexistence and hybridization has been recorded mainly from the year 2000 BC (Veloz Maggiolo, 1976, 1980, Wilson 1999, 2007). The transformation of these groups in the context of the Antilles is felt through changes in their expressions of material culture –tools– preferences for ways and places to settle –settlement patterns–, as well as in the footprints left behind due to economic processes linked to the exploitation of land –food traces–. In short, the first settlers of the West Indian archipelago, the result of migrations at different times and from different areas of the continental shores of the Caribbean, staged the first transformation and interaction processes that would lead to Taino culture.4 These communities interacted with the new immigrant arrivals who were farmers and native pottery-makers, who in turn intermarried with them. After the arrival of Christopher Columbus in 1492, some chroniclers described the possible existence of very isolated nuclei of this type of early settler, especially in the westernmost part of Cuba and the southwestern part of Hispaniola, and called them Guanahatabeyes. The name, and its relationship to cultural groups of this nature at the time of European colonization is not entirely clear and is currently under review by archaeological research (Keegan, 1992, 2000).
A new people. The arrival of the Arawaks to the Antilles. The immediate ancestors of the Tainos encountered by Christopher Columbus in the Antilles came from northeastern Venezuela and areas surrounding modern-day Guyana. They were notable for their horticultural production and good quality pottery, decorated with paintings of motifs in white on a red background. Some of this group’s initial cultural manifestations were found in the archaeological site in the lowlands of the Venezuelan Orinoco river valley known as Saladero. Hence to track this culture through time and space, archaeologists call this people the Saladoids. By 600 BC, after migrating from the jungle of the Orinoco to the northeast, the Saladoids reached the shoreline of Venezuela, from where they spread into the Caribbean. So far, the remains of that first horticultural society have been found in the archipelago of the Antilles, from the island of Trinidad to the extreme east end of Hispaniola (Rouse, 1992; Keegan, 2000). One of their key
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features, besides the decorated ceramics, was their tribal village community organization. They subsisted on root crops such as cassava (bitter yucca), and sweet potatoes (yams or sweet potatoes in the Greater Antilles), combined with hunting, fishing and gathering, which ensured a broad-spectrum subsistence.5 On the other hand, the movement of the so-called Saladoids to the Antilles is also associated with the spreading of aboriginal people who spoke the languages of the Arawak family (Rouse, 1964) and were from the tropical lowlands of South America. As already stated, these formed the basis for the cultural mosaic that has been defined as “Taino culture”. In recent decades, research conducted on this second phase of migration to the Antilles has shown that it was a more complex and multilateral process than previously thought. First, it cannot be seen as a single event. Secondly, it should not be conceived as a gradual move from island to island in the Greater Antilles, especially Puerto Rico and east of Hispaniola. In third place, contemporary but different cultural expressions to the Saladoid may also have originated in the South American continent and are not totally detached from the proper Arawak tradition.6 This research has shown that the island people were always on the move between the Antilles and the mainland, while several variations on this migration took place at different times and periods. In relation to the above-mentioned aspects, it is worth noting that the Arawak communities may have made initial exploratory trips to the Antilles prior to their people’s large-scale migration movements. Radiocarbon (C14) dating by archaeologists reveals that rapid movement took place around 500 BC. It developed as a direct hop to the chain of islands north of the Lesser Antilles and to the Virgin Islands and Puerto Rico, followed by possible return trips to the south, which eventually led to the populating of the islands in this Caribbean region. From an anthropological perspective on migration, the Saladoid (Arawak) colonization of the Caribbean has been called “frog leap”, one that involves the movement of groups over considerable distances after being separated from the source community (Moore, 2001). In this case, although the total number of immigrants can only be surmised, the idea of a unique mass migration must be rejected. The course of this type of migration movement tends to be reliable, whereby separate groups of people who are often linked by kinship follow well-defined routes, moving back and forth (Curet, 2005: 30 -61). Hence the process must be thought of as one where the first explorers identified the most favorable sites, collected information, and conveyed it back to the potential migrants. The migration of the Arawaks to the islands also resulted in some adjustments to their original cultural patterns. Locating patterns of the first settlers of this ethnic group show a preference for sites beyond the coast. Some researchers (Petersen, 1997) attribute this to a certain conservatism dating back to their continental heritage. Years after the original settling, the
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islanders also continued to show a preference for coastal areas in addition to inland forested areas. This change has been perceived as an expression of adaptation to the island environment and in response to other factors like increasing population pressures, farming skills, and the availability of land in the small eastern Caribbean islands. The communities may also have separated from each other in search of a greater variety of available resources. In other words, the newer patterns of the Arawaks show a flexible adaptation strategy in different island environments, and suggest that these new immigrants could have been either opportunistic or conservative depending on the situation (Haviser, 1997: 67-68). Interaction is another important factor to consider in relation to the colonization of the Antilles by the Arawaks, and afterwards, too. Research in recent years has shown that at no time were these isolated communities. The interaction within these communities and the elements contained in them included significant socio-political and religious factors, as well as acquiring different nuances at different points in their local development and adaptation. This obviously affected the size and weight of their own spheres of exchange, as well as sectors and spaces involved. An important element to consider when addressing this issue is the uneven and disjointed distribution of resources, especially of the sources of raw material and economic resources between the Caribbean islands. That is, certain elements may be present in one area and absent in another, which was an important factor in stimulating the exchange. Examples of interaction and trade are seen essentially in the high mobility of raw materials of various types (stone, wood, shell, ceramics, etc.), plants or animals, or finished products with high symbolic significance or religious meaning made in nonlocal or exotic raw materials. The mobility of these materials has been followed from their local expressions (between different locations in the same island), to regional expressions (between islands) or greater reach (between the islands and the mainland). The latter seems to have been the most common at the start of the Arawak colonization of the Antilles, including a whole paraphernalia of body adornments, such as micro-lapidary objects, representing animals — including different species of birds and the jaguar— a native of the mainland, that were made in exotic raw materials from the continent or that were only found on certain Caribbean islands (Hofman, et al, 2006).7 The widespread trade during the first phase of Arawak settlement in the Antilles can be seen as a basic social aspect of the colonization of this area, while it ensured the relationship between the migrants with their source communities. That is, they operated as a kind of umbilical cord for the resulting new communities. The maintenance of these relationships has also been seen as a kind of “lifeline”8 for migrants, responding to the insecurity that small communities may have experienced when adapting to vir-
gin, unknown or untouched environments. In other words, it was a kind of survival strategy (Boomert, 2007). Finally, it is worth pointing out that the first Arawaks and their island descendants were called igneri, which comes from the Arawak term eyeri, and means man. Their moves through the islands date from between 500 BC to the 6th Century AD, a long period during which they stayed on the fringes of the colonization of the greater part of the Caribbean, remaining mainly between the islands of Trinidad and Puerto Rico– a phenomenon referred to as a large hiatus or pause in the movement of these groups to the western Caribbean. The latter has been justified by the presence of major Archaic population centers well established in the Greater Antilles at that time. The relationship or interaction between the descendants of the early Archaics and these new Arawak migrants has also begun to be seen as a key factor in explaining the nature of local developments that characterized the later stage of pre-Columbian history in the Caribbean, especially in the Greater Antilles, and therefore their own variations and diversity of what has been defined within the Taino culture.
The start of the Taino culture. Where and when? Changes in other aspects of the early Arawak migrants’ culture accompanied their colonization and adaptation to the Antilles. This resulted in local cultural developments, as the basis for the essential source communities and the relationship with the descendents of the Archaic predecessors. Some of these local cultural developments are closely related to the sheer diversity of expressions possessed by the Tainos, which as already stated, reached the highest level of development and gathered many aspects of their predecessors.9 A local development that is noteworthy as a forerunner of the Tainos in the Greater Antilles is the group that evolved from the initial Arawak settlers in the island of Puerto Rico and east of Hispaniola.10 The study of Ostionoids has shown that this aboriginal group introduced changes to farming techniques known to the Arawaks and developed other methods that generated a high level of farming productivity, including the raised dirt mounds that were later also known to the Tainos. It is worth pointing out that many of the characteristics that are later observed among the Tainos– including the construction of bateyes (ceremonial parks) or ball game sites, rituals using hallucinogenic substances (cohoba), had been adopted and practiced by the Ostionoids. This gives us reason to believe that the most direct ancestor of the local development of the cultural mosaic known as “Taino culture” can be found precisely in the evolution of the Ostionoid cultural expresion, which originated, as explained, in the Arawak migrations from the coasts of Venezuela and from the interaction with the preceding Archaic groups. Local developments, especially in the Greater Antilles, that occurred primarily between 500 BC and until 800 AD, not only
brought marked improvements in farming, but also a more complex social structure. Thus new ceramists developed distinct styles and personalities. In Puerto Rico, new pottery styles emerged related to these local developments, including one called the Ostionoid style, which is linked to the development of the novel forms of settlement mentioned above. Since 800 AD and perhaps earlier, the Ostionoid communities that had developed in Puerto Rico moved to Hispaniola, living in areas like the Cibao Valley and in coastal locations –all the southeast of the Dominican Republic– and spreading rapidly throughout the island. Taino culture developed from these communities, mainly in the east of the island of Santo Domingo and the island of Puerto Rico. It was in those regions that the Chicoid pottery style got its start. This pottery is representative of the Taino culture. These objects are characterized by elaborate symbolism and punctuated designs, modeled and prepared from bone, conch shell, wood and stone. The ceremonial sites and ball courts, etc. are also evidence of this population’s high level of social complexity. The formation processes of the “Taino culture” are, therefore, local and indigenous —especially on the islands of Santo Domingo and Puerto Rico - and have been dated back to 900 AD, approximately. It has to be mentioned that there was never a total domination of what is Taino in all of the Antilles, only a marked influence. Although we have already commented that there are definite caveats to the primary sources of information about the indigenous people from the colonists themselves and that these can be rectified by future research, these point to the existence of other groups of Indians called the Ciguayos macoriges that settled in the north of Hispaniola, in addition to the Caribs, who had occupied some islands of the Lesser Antilles — from what is now the island of Guadeloupe to Grenada. Following the traces of their material culture and their ceramic style known as meillacoid, the so-called macoriges have been identified. This style apparently also originated on the island of Santo Domingo as part of local developments and then expanded to the rest of the Greater Antilles, while the Caribs seem to correspond to a wave of migration by a different ethnicity, which spread much later to some islands of the Lesser Antilles from areas in Guyana. The archaeological identification of this group is still one of the great unknowns of Caribbean history. The fact that the Tainos were a group on the move and in the majority in the Greater Antilles, as well as having the greatest degree of socio-cultural development, was partly what prompted the Europeans in the 15th and 16th centuries to continuously keep in touch. This is why their stories and narratives focus on descriptions of what is regarded as the lifestyle of that culture. It should be noted that the “Taino culture” developed mainly between 900 BC until the second half of the 16th Century, and geographically extended to cover almost the entire island of Hispaniola (now the Dominican Republic and Haiti), the island of Puerto Rico, the east of the island of Cuba, part of the island of
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Jamaica, the Virgin Islands, and the Lucaya or Bahamas islands. From this geographical perspective, and taking into account the variability and diversity of its cultural development levels, some researchers (Rouse, 1992) have divided the Taino settlement of the Antilles into three sectors: Classical Taino –Hispaniola, Puerto Rico and the eastern side of Cuba–; Western Taino –those who occupied the Bahamas, Jamaica and most of Cuba–; and Eastern Taino –those who occupied the islands between Vieques and Guadeloupe–.
Taino culture. Techno-economics. How did they do it? From an economic point of view, the Tainos were farmers and accomplished potters, creating pieces with great aesthetic value. In farming, their key economic activity, heavy emphasis was placed on the cultivation of yucca, common to the Caribbean and South America, that was processed to obtain a kind of torte or bread, known as cassava. Cassava was their main food staple, with supplemental hunting, fishing and shellfish-gathering. For farming and the preparation of cassava, the Tainos used complex tools. Among these, petaloid axes,11 stone celts hafted into wooden handles were used to clear forests or clear the land for planting. In addition to being used as tools, the axes also served as weapons and were called macanas. Aside from the petaloid axe, the Tainos also used monolithic axes made entirely of stone. Once the land was cleared or cut, they set fire to the branches and the ashes were used as fertilizer. This farming system, as mentioned above, known as slash-and-burn, was not entirely discarded by the Tainos who combined it with their commonly used farming system, the more productive agricultural mounds.12 To obtain flour or cassava, graters or guayos were used, tools that could be made of wood or stone. To extract the toxic juice from yucca, a kind of sleeve made from woven fibers was used in which cassava flour was placed and squeezed by one end. This instrument was called or cibucán or cebucán. It is important to note that women were the cassava bread makers in the community. Other basic tools in the development of farming were the sticks or hoes, which were used for planting, in addition to stone chisels for woodworking. On the other hand, the Tainos used tools such as stone graters, mortars, and pestles for grinding yucca, corn and other seeds. Many of these tools bore anthropomorphic representations –human– or zoomorphic –animals–, evidence of the assimilation of the elements of nature and of man himself to which they granted magical character. Other Taino food crops and fruits, in addition to yucca, included corn and sweet potato, guáyiga, picked in the wild, papaya, palm oil, guava, beans and soursop. The wood from trees was used in their spiritual rites or for building houses, as work tools or as their cemíes or deities. The main cultivation included: tobacco (Nicotiana tabacum), cohoba (Pictadenia peregrina), cotton (Gos-
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sypium spp), and wood plants and timber such as guácima (Guazuma ulmifolia), the lignum vitae (Guaiacum sanctum) and the gourd or calabash (Crescentia cujete). The economy was essentially farm-based, but was supplemented by activities such as hunting, fishing and gathering, for a more balanced diet. The Tainos hunted rodents called hutías or jutías, and many birds and large mammals like the manatee. In regards to gathering, several crab species and conch were sought. The Tainos hunted turtles (Chelonians) and large spiny fish. It is important to note that fishing was carried out the same way in the rivers as at sea using nets, bone or conch hooks and harpoons. An unusual fishing technique was performed using a suckerfish (remora) to fish by attaching a line to it and letting it swim away provided with a suction cup that can attach to larger prey. Because of this the fish was tied with string, and once attached to the dam, was pulled to bring the boat from where the fishing. For fishing and maritime or river transport, the Tainos used rowing boats. There were three types of vessels according to their dimensions: the canoe, the cayuco, and the curiale. Construction was carried out with complex procedures and using stone tools and fire to fell large trees, hollow the trunks, and carve the desired shape. The shells of some mollusks were also used as raw material for the construction of charms, body ornaments, ceremonial objects, small idols or tools, and even musical instruments —such as the fotuto— these were usually built from the shell of a large marine mollusk. One of the activities that characterized the Taino culture, and in which a high aesthetics were developed, was pottery making. The Tainos made vessels and containers of different shapes and forms –globular or bulging, open mouthed or narrow-mouthed, with support, of one or more bodies– and dimensions, according to the purpose for which they were intended. A very important aspect is that in almost all cases the vessels were decorated. The pottery was decorated using representations of human figures or animals, especially on the handles. They could also be made from cutting into the body of the vessels. Taino pottery, besides being one of their most prolific forms of expression, is one of the most important mediums for the representation of their art. They used it to represent their magical and religious beliefs. This is because for them art was not unrelated to the magical world of nature they worshiped, and this explains the recurrence of human and animal representation, both in ceramics, and in objects made from other materials. So-called effigy vessels, and potizas13 or pottery jars used to store water are adorned in baroque zoomorphic or human figure decorations or even by a combination of the two –anthropozoomorphic. There are also recurring themes or pottery related to fertility and reproductive capacity, of both males and females, which reflects a synthesis of the regenerative capacity of humans and nature.
In Taino culture, the women made the pottery, and through it the culture has bequeathed much of its art, beliefs, and vision of the world. Furthermore, the identity of a pottery-making style and way of decorating the containers is one of the basic elements that characterize the people and culture known as Taino.
Tainos. Society, art, and cosmology. How were they organized? In what did they believe? The chiefdoms (cacicazgos) have been the focus of the assessments of Taino social organization. Some Spanish chroniclers of the conquest compared them to small feudal kingdoms. The chiefdom was one of the most political and socially complex entities in the Caribbean at the time of European contact. However, this type of organization was not prevalent throughout all the islands, so the level of complexity and the patterns described in historical records are essentially valid for part of the Greater Antilles –especially the islands of Puerto Rico and Hispaniola– and correspond to Taino culture.14 The chiefdoms were political organizations based on hegemonic centers of power and hierarchical relationships expressed both in local context and in the relationships between villages or towns. The chiefdoms also involved active forms of social exchange that acquired a dimensions or forms of political or economic alliances realized or achieved in various ways –marriages, political subordination, economic reciprocity mechanisms, etc.–. Chiefdoms also implied the existence of a hierarchy held by an individual, a group of individuals, or a particular lineage, whose social class was justified and maintained in various ways –social control, ideological mechanisms– and even was hereditary.15 The traces of material culture associated with that hierarchy, and their diversity, apply to several islands, including Hispaniola, Puerto Rico and Cuba, and are accepted as proof of the diversity of strategies that the elites of these areas used to justify their own position and gain power and prestige. That is, the ways in which they were using or manipulating ideological or cultural aspects in order to strengthen cohesion and stability. This in turn is carried out by way of different structures or forms of political organization. In other words, a very influential factor in this wide diversity of Taino material culture, especially in what has been defined as artistic expressions is associated with the ways of handling these ideological mechanisms, which in turn is tied to different ways of organization of structures of power (Curet, 2003:19). In keeping with this, the research notes that during the evolution of Taino culture in the Antilles objects were added that have their parallels in the area of the Colombia-isthmus –Central America and northwestern South America– which has been assessed as something with many linkages to this distinctive perspective, the ability to establish contact at a distance and incorporate techniques and materials from those lands. It is possible that they were elements of constant importance in these
societies that served to legitimize the power of certain agents, and therefore were used for vertical climbing at an intra-social level (Rodríguez and Pagán, 2007). From a production or economic point of view, chiefdoms were able to specialize villages or towns to exploit the ecology or specific area resources, which guaranteed access to products or resources that could not be found in other areas. The trading network within the chiefdom made this possible. Through these exchanges, each inhabited center could enjoy food or crafts that were particular to certain areas or certain islands. In other words, a chiefdom and its area of influence were not necessarily limited to the environment or geographical boundaries of an island, which could go beyond these boundaries, establishing mechanisms for exchanges and alliances that were part of the political expansion strategies and were inherent to Taino culture. This factor probably contributed to shape the vision of cultural uniformity that to some extent is found in the historical chronicles. Upon the arrival of European settlers on the island of Santo Domingo in October 1492, the island was divided into several chiefdoms.16 These were not organized as modern-day geographical borders, but rather in areas of influence related to alliances and were gathered around the hierarchy of an individual or group of individuals over others. That is, the chiefdom as a form of organization brought together several caciques or chiefs under the leadership of a principal cacique. The distribution of what was produced was dominated by the cacique. The cacique could divert production surplus to be used in ritual activities, celebrations, events or other community activities. These were held to strengthen the cacique’s own political position and the mechanisms of social alliances that sustained it. In other words, the Tainos had perfected a system of social organization that was aimed at achieving stability and were able to stock provisions for certain eventualities. In general, the Tainos were a hierarchical society based on a kind of pyramid structure. The caciques with greater political power were at the top, accompanied by noblemen called nitainos. Then came the behiques, responsible for healing the sick and who through their role in the cult of cemíes exercised great influence on the community. The naborias, most of the people, made up the social base of the pyramid. The organization of labor among the Tainos was based on sex and age criteria. Women, as we have said, were responsible for making ceramics and cassava bread. The men hunted, fished and gathered, and if necessary were the warriors, and helped the women on the farms. The children could tend the crops. The Tainos lived in dwellings with different shapes generally known as bohios. The huts where the caciques and members of the higher strata of society lived were rectangular with gabled roofs. Other larger huts were round and were called caney.17 (Fernández de Oviedo 1998: 184-185). The villages were usually built around a central square called
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batey, where meetings, important rituals and ball games took place. That is, it was a space that could be considered ceremonial and socially important. The Tainos would sometimes bury their dead very near these public spaces. At these sites, the dead were buried with funeral items and household goods such as vessels, necklaces, work tools and charms denoting the rank of the deceased in the community. The Tainos were observers of the rhythm of nature and, through their knowledge, they aspired to manage their environment and prepare for what lay ahead. Thus, they developed strategies to maintain harmony or coordination with day-to-day events or during certain times of the year. Considerable knowledge was accumulated by observing the behavior of the world and its occurrences, related to living things or not, while they developed explanations as to the why and how this system-world was structured. That vision or that cosmology is key to explaining and understanding Taino religious beliefs (Oliver, 1997). Harmonious relations between humans and nature —systemworld— was highly desirable, and therefore Taino cosmology reflects a world that is not static, dynamic and a vision of the universe as a kind of pendulum-like movement between stability, and entropy between calm and chaos, which acted as opposing forces. The Tainos tried to capture some of the qualities of these opposing forces and embodied them in the so-called cemíes (gods). The explanation of the nature of these forces, and their attempt at managing them to bring forth stability or change is therefore at the center of their religion. It was also the essential motivation behind their rituals and ceremonies, as areítos, ritual ball games (batey), created especially to deal with the disorganization and generate social integration. (Oliver 1997:140-141). The areítos were collective celebrations held to strengthen the cohesion and unity of the group. Dances and mnemonic mechanisms were used to tell the oral stories of the ancestors. The areítos are related to special moments in the life of the community. There was also the cohoba ritual, where the chiefs or behiques would inhale a hallucinogenic powder, sending them into trance and into supposed communication with the cemíes, or the personifications of the force. This ability to communicate clearly implied an attempt to predict or control these forces that also contributed to strengthening the social position of those who possessed it. On the other hand, this was a ceremony where major decisions were made, which in this case were believed to transcend what was human. This cosmic vision is also crucial to understanding the mythological expressions linked to Taino beliefs. They recall aspects associated with its origin as a community —origin-myths—, the elements in its surroundings – the origin of the sea, the fishes, etc.— and, as in other mythologies, many of the elements of their culture, especially regarding basic knowledge from the technological point of view —agriculture, the making of cassava, craftsmanship, etc., — their own social reproduction activities
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—cohoba rite, healing skills— which, according to these myths, were granted by cultural heroes or were taken from mythological beings. No wonder then that many of the Taino art treasures are necessarily linked to this cosmology and religion.18 Taino Art, thus, has a close relationship with the lifestyle of these groups and its environment is the setting for the gods that are worshipped. Nature is the focus of their beliefs as these were directly related to natural surroundings like the sea, caves, forest, and in general all the unusual and particular within the environment. It was functional art with a practical use,19 where there is an attempt to combine decorations and colors with the world of their beliefs. As art, it was assumed as a way to attract the energy to those for whose use they were intended, and it was at this same time in the search of that energy that certain esthetic values were developed. In other words, objects that are considered to be artistic expressions also served to establish the rank of the users and reinforce their power. As the items were related to the cosmic forces, they were able to attract those who would use these as the energy needed to perform their roles (Veloz and Zanin, 1999). In general, the Taino artistic realm mobilized itself within a predominantly religious context, where religion was a form of social cohesion. In that sense, many everyday household objects were also used in spiritual rites. To sum up, the Tainos were masters at combining their religious beliefs with art, technology and creativity.
Transcendence. What’s left? The end The tendency to consider, consciously or unconsciously, the early history of the Caribbean from the days of the arrival of the Europeans is still common in some academic and popular spheres. This is usually due to a lack of knowledge of earlier indigenous history and the absence of a strong indigenous population center in the modern-day Caribbean. Both factors have contributed to a limited and sometimes non-existent knowledge of the contribution the indigenous groups have made to history and culture in the region. This has also helped to blur the traces of preColumbian heritage among Caribbean cultures, often limited to the mere presence of elements of material culture, vocabulary, techniques, crop types, forms of housing, etc., perceived as the immovable linkages or hidden aspects of a culture. There is clearly a close relationship between the recognition of pre-Columbian history of the Caribbean, knowledge of the dynamics that led to the formation and development of what is Taino and the subsequent history of this human space. While it is true that migration of people from around the world has played an important role in Caribbean history, this process did not begin with the arrival of Christopher Columbus, as these successive waves already had a base, a foundation that had already been consolidated as a result of complex processes dating back hun-
dreds of years that took place in the context of the islands: the cultural mosaic of what is Taino. The so-called decline of these cultures, triggered by colonization, has not meant its complete demise. Many of its elements or contributions are present in current Caribbean culture, and many were brought to us by the colonists themselves, who had to adopt them to address concrete needs in a natural context for which they were not prepared, or through the African slaves imported to replace the lack of indigenous labor, once this began to physically disappear. It is fair to assume then that a significant number of customs and practices inherited from those men and women are unrecognizable in our reality, but they are there as part of what today we call Caribbean culture.
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The name is given to one of the first discoveries of manifestations of this pottery art made in the beach area of Boca Chica, Dominican Republic. Patterns isolated at this site became the reference used when assessing whether new settlements were of the Taino culture. The Taíno archaeological content used to substantiate the use of the term Taino was introduced by US archaeologist Mark Raymond Harrington (1936) to correlate with certain indicators of material culture. This author established a direct relationship between the term and certain objects and archaeological features that were represented. The same approach was later expanded upon by archaeologist Irving Rouse, who modified it as further research became available in different locations in the Caribbean. These first settlers showed a preference for locating near marshes and mangroves due to their high levels of biodiversity. The abundance of flora and fauna in these areas was key to the survival of these communities. Objects believed to have been used by these first communities in rites and ceremonies have been found, as well as emerging artistic forms, possibly linked to death and ancestors. The artistic expressions of these first hunters-gatherers have been associated with patterns of concentric circles and lines that are carved on some of their tools, as well as in the pictographs or drawings that represent abstract strokes and lines in some rock shelters and caves. The Arawaks cultivated cassava using the slash-and-burn forest clearing method, a technique that required extensive use of land and was developed more broadly on the continent, because it required large tracts of land. This farming method involved clearing brush and trees on a plot of land, and then burning them. That portion of land was used for a limited period, until the soil cover was depleted, and the farmers would move on to a new plot. As shown, this method led to a kind of semi-sedentarism among the communities that practiced it, as whenever a new clearance was needed, a large part of the community had to move to the region where they would inaugurate the new conuco. These were discovered in the early 1980s in the northern Lesser Antilles and Puerto Rico (Oliver, 1999; Chanlatte Narganes Baik and Stord, 2005) and have been called Huecoids in response to initial findings unearthed at the archaeological site known as The Hollow, on the island of Vieques, off the coast of Puerto Rico. Currently, the linkages between the Saladoids and the Huecoids and their roles in the horticulturist colonization of the Caribbean are not entirely clear and there is a debate surrounding the anthropological research ongoing in the Caribbean is known as “La Hueca problem.” A large number of beads and small zoomorphic pendants with distinctive mythological associations were made in semi-precious stones, bone, shell and fossil wood, and are scattered throughout the region, from the island of Puerto Rico to Trinidad.
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Pendants made of teeth of animals known to live outside of the West Indies, such as the jaguar and peccary, along with bones of other South American animals such as the tapir, have been recovered on the island of Vieques (Narganes Stord, 2003). This perception is based on, among other things, the presence or the continuity of many of the tools and artifacts of material culture and of the experiences in the management of environmental resources from the archaic predecessors kept within these local developments and especially in the Taino culture. The name Ostionoid comes from the settlement of Ostiones, located in the island of Puerto Rico, where one of the most important archaeological sites of this group in the West Indies was unearthed. The name is based on its shape that resembles a flower petal. In this method mounds of earth of four to 12 meters wide were heaped up for farming in permanent fields. This system thus guaranteed greater productivity and had an effect on the land similar to the plowing of today. In this system, in addition to accumulating and clearing the land could also include the use of residuals or fertilizers that meant even greater yield. The potizas were narrow-mouthed containers used to store liquids, and generally were decorated at the collar or on top. The most common decorations were anthromorphic –representations of a human face–that aside from pointing to its utilitarian function –container for liquids– was an indication of an item of high symbolic-artistic and ritual character. Recent research (Curet, 2003), in addition to emphasizing the existence of a broad range of socio-political organizations in the Caribbean, including various forms of egalitarianism and social inequality, has proposed the term mid-range to refer to groups that were halfway between a band or flock to a state. In this case, the term chiefdom is identified only with highly stratified societies and political organizations of a hierarchical nature. These are precisely the ones described by the Spanish chroniclers of the Greater Antilles. Institutionalized social inequality refers to societies where there are differences in status and in access to resources (economic, social or symbolic) based primarily on the way they are allocated. Although inequality and status differences exist in all societies, including so-called flocks and tribal groups, the institutionalization of social inequality refers to cases where inequality comes from groups of families or lineages and includes some forms of inheritance or official power (through membership or membership in an elite or direct descent from a kinship group). The chiefdoms that are known to have existed on the island of Hispaniola were called Jaragua, Marien, Maguana, Magua and Higuey. The most densely populated at the time of conquest seems to have been the Magua. The chronicle by Gonzalo Fernandez de Oviedo, one of the most explicit (even with pictures) in describing the houses of indigenous groups, literally reads “...… the houses in which they dwelt, which are commonly called buhios (that is, houses dwellings) on all these islands, but in the Haitian tongue the house is properly called eracra. These eracras or buhios are of two kinds, either of which was constructed according to the whim of its builder, and this was the form. They sunk into the ground a number of round posts of good wood (and convenient diameter) in a circle with a distance of four to five paces, or whatever distance they wished, between posts. And after they were set in the ground higher than a man´s head, they put stringpieces on top, and on them in turn place roundabout the ribs which form the template for the thatch, with the butts or thick part of the ribs on the stringpieces with the thinner part toward the top where all the ends come together in a peak, in the manner of a tent. The buhio built in such fashion is called a caney. They are better and more secure houses than the others for protection against the wind, which doesn´t penetrate them so completely. The Indians likewise make other buhios with the same material, but they are of another kind, better to look at and more commodious,
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for the more principal men and chiefs, made long and with a gabled roof like the houses of Christians, with the sort of posts and cane and wooden walls that I have described (Oviedo, 1975: 99-101). For example, while cassava was a staple for the Tainos, the cemí was a god that symbolized and was closely related to good harvests and fertility or the earth’s reproductive capacity. This is the case of so-called three-corner stones or trigonolitos, which according to the aborigines’ beliefs played a role in ensuring fertility and good cassava harvest. The Tainos buried the trigonolitos to fertilize the earth, as described by the Spanish chroniclers. As for the Taino art, it is important to say that that they did not use metal smelting and barely worked gold, that they laminated after heating it by pounding. These sheets were mainly used as pendants or earrings, and could also be used as inlays, especially in the eyes or the teeth of figures or idols made of other materials like wood or shell.
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Taínos: Art of the Past. Treasures for the Present Rafael Emilio Yunén General Director Centro León José M. Fernández Pequeño Cultural Programs Manager Centro León In societies defined by mixed descent, as in the case of the Caribbean, it is risky to identify the ethnic and cultural contributions of one of the original groups making up the racial and cultural mix. On the one hand, one could point out and assess these possible contributions separately from the other components that have made an impact on the Caribbean region. On the other hand, one could forget the complex historical-cultural dynamics that reigned over the consolidation of the “national cultures,” completely different from their originators. If one were to err in that direction, the identification of ethnic and cultural contributions would become a simple listing of objects, habits and defunct forms of expression, detached from the natural, historic and social context where they take on real meaning. Research, comprehension and recognition of the ethnic and cultural contributions of a human group has to consider the fact that the cultures converging in the Caribbean entered into transculturization processes from very marked levels of supremacy or subordination, on occasions at extremes. Within the melting pot that is the Caribbean, all the human groups coalesced, communicated and restructured in completely different ways to meet the challenges presented by the new social environments. Obliged by very acute social circumstances of negation and exclusion, the subordinated cultures frequently sought legitimization by adopting cloaked strategies of silent occupation. In this way, many social expressions in the Caribbean apparently continued to be European, understood as the only socially acceptable standard, while the essence was drastically transformed by fundamental elements of indigenous, African, Asian and other cultures that converged in the region more than five centuries before the arrival of the Europeans in 1492. That tension between appearance and essence, many times ruled by parody, rewriting, mockery or resignation, is one of the fundamental traits of the Caribbean culture and continuously puts to test the perceptiveness of the researcher. Now, of all groups and cultures that contributed to the crystallization and metamorphosis of today’s Caribbean societies, none has had such a paradoxical recognition as the cultural legacy of the indigenous societies that were brutally decimated by the European conquistadors. In the case of the Taino societies of the Antillean archipelago, and especially in the case of the Island of
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Hispaniola (present day Dominican Republic and Haiti), for a long time their cultural legacy was almost totally ignored. It was assumed that the legacy had disappeared without trace together with the people themselves, in an operation that completed the initial plunder as it erased any possibility of them claiming the territories occupied in the name of the royal crowns of the Old Continent and the Catholic Church. At best, the memory of what was Taino was reduced to some often-vague descriptions by the chroniclers of the Indies or to the place names and one or other word inherited by the languages in use within the region. The other end of the paradox emerged in the late 19th Century, years into the development of Caribbean nationalities. At this time, the indigenous component of what makes up the Caribbean was excessively exalted from a romantic and nostalgic vision that appeared to give due recognition to the permanently forgotten Tainos. However, ultimately, this vision hid the intent of denying the decisive impact of Africa in shaping Caribbean cultures. The negations, both of the indigenous and the African, while distinct in their procedures and circumstances, are similar in their racist essence and in their objective of discrimination. These perspectives are challenged by the exhibition Treasures of Taino Art, presenting pieces from the Archaeological Collection of the Centro Cultural Eduardo León Jimenes, a collection of more than 3,000 emblematic objects of the Taino culture, most of which have been donated by collectors Bernardo Vega, Gustavo Tavares Grieser, Salomón Jorge and Rafael Esteva. The collection on display is an important set in the form of ethnographic objects, photographs and multimedia materials that attempt to build a link between the artistic and artisanal expressions of the Taínos and their descendants in the Caribbean today. The museographic script for this exhibition deals with the definition of Taino and their expressions not as a homogenous unit, but as a mixed race culture that, between the 9th and 16th Centuries combined the contributions of the South American tribes of the Arawak ethnicity that had migrated to the Antillean region from the Orinoco River basin and other continental regions, as well as contributions of the inhabitants that preceded them in the Antillean archipelago. It is then about a complex cultural mosaic, wrought in a living and urgent dialogue with the islander environment, and that structured a group of well-defined economic, social and cultural traits. New populations coming from all over the Old World started settling in the Caribbean in 1492, on the primitive foundations that were consolidated over the preceding seven centuries. There were encounters and disagreements that, with the passage of time, have brought us to the Caribbean as we know it today. This process derived from a mixture between subjugated native Indians, dominating Europeans and enslaved Africans, to which other essential shaping ethnicities would be added later. Treasures of Taino Art provides a perspective that begins at the Taino universe itself to account for the valorizing of its arts and
crafts to show an articulate and admirable society that produced an enduring heritage, alive today as an indispensable part of Caribbean culture. In this case, the word treasures does not refer to wealth, gems or precious stones, but to wonderful works crafted for everyday practical and symbolic use and that, without using metals nor perennial materials, have endured in time as evidence of a society where art forms were not primarily expressions of unique individuality, but the core of a social collective in continuous dialogue with its uplifting surroundings. These treasures are presented by the curatorial discourse of the exhibition within a past-present context that allows for a better understanding of their value through reason and sensibility. Thus, each of the sections Treasures of the Taino Art unfolds three fundamental dimensions. The first is the basis for the remaining two and is structured thanks to a selection of objects created by the Tainos to express their life philosophy, their social physiognomy, and their culture, besides being examples of their exquisite art. The second section presents diverse elements from tangible and intangible Taino culture that can be recognized in the Caribbean today and beyond. The third draws attention to some ways in which the present inhabitants of the region recognize, represent or adopt Taino roots as part of their identity and their contemporary culture, a symbolic imagination under construction where it is not the historical truths or accuracy of the reinvention that matters, but rather the adoption of the Taino as one of the legitimizing roots for men and women in the Caribbean today. If the first of these dimensions is the core of the whole exhibition, the remaining two have the responsibility of building a bridge of meaning between the Taino objects created hundreds of years ago and the men and women of today. It thus raises the possibility of a dialogue that goes beyond the mere appreciation of the works (perhaps very beautiful, but distant in time) for an exchange of meanings bearing great relevance in the light of the experience and the way in which each of us experiences the present. To achieve these objectives, the curatorial discourse Treasures of Taino Art has been divided into five thematic sections to show the key areas in Taino social life in an interrelated way. The first area, Guayacán, introduces the universe of the Tainos as a social group and as a culture. It takes its name from a tree species (Guaiacum officinale of the Dominican Republic), synonymous with hardness, as a way of stressing the durability of a culture that has transcended extermination and the misrepresentation that it was subject to in the past, overcoming unjustified neglect and celebrating their existence through a beautiful and lasting heritage. The visitor is challenged with that meaning upon entering the room to come across the imposing figure of the Cohoba Cemi, a singular 70cm tall carved wood piece, kindly on loan for this exhibition from the Archaeological Museum of Altos de Chavón and an extraordinary display of Taino creativity.
Then, once inside the hall, five emblematic pieces of Taino culture are presented as examples of the skills and materials used by this group to create art: clay, bone, shell, stone and wood. Any approach to the Taino culture reveals a pristine intelligence, an ability to design and produce amazing creations that are embodied in tools, ritual objects and utensils of daily use. The five emblematic objects chosen for this first section not only herald in the discourse that will be developed in the remaining thematic areas, but also establish the transcendence of the works created by the Tainos, full of beauty and symmetry, hidden messages and multiple meanings that amaze for their aesthetic value, the diversity of materials used to create them and the fine-tuned technological culture that has made these treasures possible. This space is complemented by accompanying graphic material designed to inform about the Tainos, their history, migrations and culture, as well as a work of contemporary art with clear references to the Taino culture and neo-Taino handicrafts created by present day Dominican artists and craftsmen with the intended objective of recovering, rebuilding and celebrating the Taino memory. With this, the tour of this hall not only seeks to convey early evidence of the survival of Taino cultural heritage, but also to make clear that contemplation of the beautiful objects displayed throughout the exhibition suggest a continuous connection to the present. Hurricane, the second thematic section, is about the strong and wise dialogue in which the Tainos engaged with their habitat, as a result of the people’s attempt to penetrate the secrets of the natural and social surroundings full of threats and potential, while they sought to establish harmony between human and geophysical environment. This is achieved through a set of tools created by the Tainos to act on nature or that represent nature in many ways and that on this occasion are presented with an audiovisual slideshow that recreates the habitat of the mangrove (important for the Tainos due to the rich biodiversity within) and the devastating effects of hurricanes. While bringing forth the fundamental characteristics of the natural environment in which the Tainos lived (similar to that found in the Caribbean today) and to contextualize the exhibits in this second section, the audiovisual display highlights the two principles that balanced the cultural imaginary of those human beings: calm and chaos. Nature marked every aspect of Taino life. The combination of landscape elements, the sea, mangroves, rivers, mountains and plains, took the dimension of a language in itself, a dialogue that showed a preference for diversity and of their ways of conceiving space in the creation of their villages and farmed lands. The meanings and symbolism associated with nature were the basis for the material and spiritual creation of the Taino culture, which accumulated great wisdom in this fundamental aspect of life. That “eco-awareness” was so broad and relevant that it was decisive for the remaining groups of people (mainly Europeans
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and Africans) to learn to live in the land of what is the Caribbean today. It is no coincidence that in the contemporary Spanish of the West Indies, and beyond, a lot of Taino words related to nature and work have survived. Some of these are reproduced on the walls of this hall and the next. The third thematic exhibition section revolves round the objects made by the Tainos for the purpose of producing goods for their consumption and that, despite their utilitarian nature, are highly elaborate in style and design. Hence, the reason this space is named Conuco, the word used by the members of this indigenous group to designate the area used for their crops and that the curatorial discourse presents by way of drawings made during the colonial era. As well as providing an appropriate backdrop for the exhibits, these drawings also serve as a contrast with photographs of Dominican countryside farming into the 20th Century, as a way of highlighting the persistence of Taino work practices in the Caribbean way of life. With a similar purpose, the section features a Cibucán, the object currently used by Amazonian Indians to strain and prepare cassava, as did the Tainos. Basketry items of this type are inherited directly from the Tainos but due the fragility of the material they have not survived to the present day. Alongside these, the instruments used today to manufacture, consume and market cassava in the Dominican Republic, as well as contemporary photographs of the production processes, make evident the survival of a major manufacturing process within the universe of the Tainos. Cassava bread, made from yucca, was a staple in the diet of the natives, who achieved great skill in its preparation. The current high levels of consumption of cassava in the Dominican Republic and the adherence to the original production methods are concrete examples of the enduring tangible and intangible culture of the Tainos. Objects linked to agricultural activity (axes, graters, pestles and pottery vessels) that occupy the third area meet one of the most important principles of Taino art: merging technological value with artistic creation. Making these objects using traditional methods, the indigenous inhabitants exalted forms of art motivated by the need to transform and live, art that highlights the complexity of a culture that created to work and worked to create, that established a dialogue between the beautiful and useful, between the expressive and the everyday, and where the multi-dimensionality of daily life found very tuned in answers. One of the most impressive aspects of social life and the rich imaginary that the Taino people produced is in their ritual practices. Through their cosmological vision, the Tainos aspired to control nature and anticipate the future of a world that for them balanced itself between peace and conflict, two antagonistic forces that were personified by the idols they called cemíes. Under the name of Cemíes and cohoba, the fourth section of the exhibition focuses on the objects created by the Tainos both for their personal protection as well as for their communal ceremo-
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nies. These pieces allow us to be present at the dialogue with nature in which they were engaged in their interest to explain the universe around them. It is a functional art that masterfully combines technology, creativity, religious beliefs and aspects of their social hierarchy. To achieve a reasonable reading of the art derived from animistic practices, we enter the fourth area through an impressive selection of cemíes made by the Tainos to represent their gods, and objects in the form of amulets intended to seek the protection of these divine beings. The second part of the section, in turn, tries to capture some of the practices through which the Tainos developed their beliefs. These include the Taino petroglyphs engraved on the rocks marking the ceremonial plazas, as well as representing the burial of a chief, with the aim of showing the ways in which the Tainos buried their dead in cemeteries built near each plaza or batey. Those ceremonies culminated with the presentation of offerings: vases, necklaces, earrings, seals or work tools and amulets, all revealing the image and social importance the deceased had in life. This leads to the climax of the exhibition, which is the presentation of the cohoba ritual and related objects, in which chiefs or behiques used to enter into a trance after inhaling hallucinogenic powders and purging themselves through the vomiting ritual. This space of the mystery is complemented by the projection of pictographs made by the Indians to worship their pantheon of deities on the walls of caves. The fifth thematic exhibition area, named Batey and bohios, is dedicated to the social dynamics of the Tainos and their domestic life. Their villages were structured around a central plaza or space called batey, where most social interactions took place: meetings, rituals, games and celebrations. The plaza was surrounded by Taino houses, in varied structures and denominations. The bohíos, rectangular with gabled roofs, identified the residence of the chiefs and principals, while the so-called caneyes were round and had different dimensions. The section displays replicas of vintage prints from the era of the Taino bohíos, placed alongside photographs of rural Dominican houses in the 20th Century, where it is possible to compare and appreciate the use of materials, shapes and building techniques inherited from pre-Columbian Indians. A broad selection of objects created by the Tainos as socializing tools is presented alongside these images. Interestingly, recent decades have seen an increasing proliferation of buildings in tourist and recreational facilities in the Dominican Republic and the Caribbean that mimic Taino constructions, a fact that recognizes the pertinence of this heritage. This last section of the exhibition is covered by a giant panoramic photograph that hangs and represents a palm-thatched roof as would be seen from the inside of a caney, giving visitors an impression of being inside a dwelling similar to huts inhabited by the Tainos.
Looking to connect these social practices and all the imagery that accompanied them with the domestic life of today, the realm closes with a set of objects of basketry, pottery, etc… that continue to be made by Dominican craftsmen who, consciously or unconsciously, continue to use Taino forms and techniques in their work. Similarly, there is an altar representing Dominican popular religion today where one can see, along with Hispanic and African objects, objects of Taino rituality reinvented by the new beliefs and elements that show how popular beliefs have incorporated indigenous ancestry through the famous “Indian commissions or divisions.”
From the relationship with nature to the production of consumer goods, and from there to ritual practices and domestic life… Treasures of Taino Art proposes a path that attempts not only a discourse that is able not just to give prominence to the values accomplished by this art, but also to show the delicate articulation that this human group achieved between its social life manifestations and its creative expressions. More than a sequential development of topics, the distinct realms of this exhibition as a whole aim at highlighting the remarkable harmony that characterized the life, social structure and work of the Tainos, making available to the public an exquisite and refined art that against all odds comes from the past to propose a dialogue with the present.
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FUNDACIÓN EDUARDO LEÓN JIMENES José A. León A. Presidente María Amalia León de Jorge Directora General
Consejo Rector del IVAM
IVAM Institut Valencià d’Art Modern
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Dirección
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Tesoros del arte taíno Centro León Producción Centro León Rafael Emilio Yunén, Director General
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Coordinación de catálogo Sara Hermann
Registro de obras Iturbides Zaldívar
Restauración de obras Leudy Rosario, Julio Carrera
Diseño gráfico Franklin Sánchez
Documentación fotográfica José Enrique Tavárez, Zoraya Santiago, Leticia Moronta
Equipo de apoyo María Luisa Asilis, Adelma Vargas, Martha Fernández, Raúl Yunén, Awilda Reyes, Ia Estrella Iglesias, Gregory Soto
Coordinación de exposición en el IVAM Marta Arroyo Planelles
Traducción al valenciano Tomàs Belaire
Diseño y producción del catálogo Lourdes Saleme y Asociados
Impresión Amigo del Hogar
Agradecimientos especiales A los donantes de objetos arqueológicos y fotografías: Bernardo Vega, Domingo Batista, Familia de Rafael Esteva, Glennys Tavárez, Gustavo Tavares Grieser, Natalio Puras (Apeco). A quienes prestaron objetos arqueológicos, artesanales y fotografías: Banco Central de la República Dominicana, Fer Figheras, Fundación García Arévalo Inc., Guillén Arte Étnico Caribeño, La Casa Fotográfica Wifredo García, Museo de Antropología y Etnografía de Torino (Italia), Museo Arqueológico Regional de Altos de Chavón, La Romana (República Dominicana), Profesor Dr. C. L. Hofman y Dr. M. L. P. Hoogland (Facultad de Arqueología de la Universidad de Leiden, Holanda). Y al apoyo que Odebrecht ha brindado a este proyecto.
Manuel Granell
Biblioteca Eloisa García
Fotografía Juan García Rosell
Montaje Yolanda Montañés