Gustavo Luis Moré
Esteban Prieto Vicioso
Eugenio Pérez Montás
José Enrique Delmonte Soñé
Gustavo Luis Moré Esteban Prieto Vicioso Eugenio Pérez Montás José Enrique Delmonte Soñé
H I S T O R I A S PA R A L A C O N S T R U C C I Ó N D E L A H I S T O R I A S PA R A L A C O N S T R U C C I Ó N D E L A
ARQUITECTURA
1 4 9 2 2 0 0 8
DOMINICANA
C O L E C C I O´ N
CENTENARIO
ARQUITECTURA
DOMINICANA G
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´ LEON JIMENES
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Gustavo Luis Moré Esteban Prieto Vicioso Eugenio Pérez Montás José Enrique Delmonte Soñé
H I S T O R I A S PA R A L A C O N S T R U C C I Ó N D E L A
ARQUITECTURA
DOMINICANA 1 4 9 2 2 0 0 8
C O L E C C I O´ N
CENTENARIO
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´ LEON JIMENES
C O L E C C I O´ N
CENTENARIO
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Contenido
O
´ LEON JIMENES
PRESENTACIÓN José A. León PRÓLOGO Ramón Gutiérrez INTRODUCCIÓN Gustavo Luis Moré
Moré, Gustavo Luis Historias para la construcción de la arquitectura dominicana, 1492-2008 / Gustavo Luis Moré…[et al.] .- Santo Domingo : Grupo León Jimenes, 2008 460 p. : il.- (Colección Centenario Grupo León Jimenes) 1. Arquitectura - Historia - República Dominicana I. Título 720.97293 M835h CEP/INTEC ©2008 Grupo León Jimenes ISBN: 978-9945-422-18-4 ISBN: 978-9945-422-17-7 Todos los Derechos Reservados. Registro de Propiedad Intelectual. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en ninguna forma o medio sin el permiso escrito del editor, excepto para la inclusión de citas en una reseña o revista.
1
EDITOR
Gustavo Luis Moré COORDINACIÓN EDITORIAL
Félix Fernández ENSAYOS
Esteban Prieto Vicioso Eugenio Pérez Montás Gustavo Luis Moré José Enrique Delmonte
2
1 4 9 2 1 8 4 4
Félix Fernández ÍNDICE, PERMISOS DE AUTORÍA
María Cristina Rodríguez de Moré FOTOS ESPECIALES PARA LA EDICIÓN
Jochi Marichal / Ricardo Briones DISEÑO Y PRODUCCIÓN
Lourdes Saleme y Asociados Directora de arte / Lourdes Saleme Diseñadora asociada / Kirsis Santana IMPRESIÓN
Vistacolor© Santo Domingo, República Dominicana 2008
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1 8 4 4 1 9 3 0
11 31
ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR Esteban Prieto Vicioso
1.1 1.2 1.3 1.4 1.5
La arquitectura indígena
45
Influencias y aportes foráneos
53
Surgimiento del campesinado y su arquitectura
63
Palmas y arquitectura vernácula
71
Los caminos múltiples de la arquitectura popular
77
LOS ESPACIOS DE EUROPA EN AMÉRICA: ARQUITECTURA Y URBANISMO Eugenio Pérez Montás
2.1 2.2 2.3 2.4 2.5 2.6
CORRECCIÓN DE ESTILO
9
Transformación territorial
85
La Isabela: Primera casa de Colón
93
La política territorial de los Reyes Católicos: La Concepción de La Vega y Santo Domingo
97
El plateresco y los grandes conjuntos monumentales de Santo Domingo
107
El neoclasicismo. Proyectos del ingeniero Antonio Álvarez Barba y la calle Las Damas
123
Casas y patios de Santo Domingo
137
LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS Eugenio Pérez Montás
3.1 3.2 3.3 3.4 3.5
Introducción al período republicano
149
Santiago y los pueblos en la ruta del ferrocarril
165
Repoblación de Montecristi y nuevas poblaciones en la zona oriental
183
Los pueblos del sur y la ruta del oeste
193
Desde Santo Domingo: Eclecticismo y modernidad
199
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4
5 6
1 9 3 0 1 9 6 1
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” Gustavo Luis Moré
4.1 La situación de la República en 1930 4.2 Cambios políticos y fenómenos atmosféricos: “No descansará mi brazo...” 4.3 El invariable retorno, 1930-1937. “Llega joven arquitecto” 4.4 La consolidación del régimen y el 1er. Centenario de la República. “Programa de obras” 4.5 Los inmigrantes del 39: la tranformación del arte dominicano. “Toreando submarinos” 4.6 La aplicación del modelo trujillista de equipamiento público 4.7 La generación del 50. Una nueva actitud 4.8 La vigencia del academicismo tardío 4.9 La Feria de la Paz, epígono y epílogo de la era 4.10 Ciudad Trujillo y Santiago: opuestos en política urbanística 1 9 6 1 1 9 7 8
227 237 247 251 257 263 267 273
La construcción del sistema democrático dominicano
283
Puesta al dia de la arquitectura oficial. Joaquín Balaguer y su política de “varilla y cemento”
291
El impacto en la estructura urbana
305
Transición o continuidad...
311
El proceso de restauración del patrimonio monumental de la nación
317
Santiago de los Caballeros: tradición y modernidad
321
Los nuevos protagonistas: la generación de todos
327
Las nuevas modalidades de producción
333
Las metáforas de la historia y la crisis de la generación moderna
339
LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA DOMINICANA 1978-2008 José Enrique Delmonte Soñé
6.1 6.2 6.3 6.4 6.5 6.6 6.7 6.8
La lectura de un recorrido
345
Hacia un regionalismo posmoderno
351
Algunos hechos significativos en la arquitectura contemporánea local
361
El Manifiesto de los “28”
373
El Faro a Colón y el desarrollo urbano
381
Las bienales de Arquitectura de Santo Domingo
387
El discurso arquitectónico del cambio de siglo
395
En la ruta del presente
407
EPÍLOGO Gustavo Luis Moré NOTAS BIBLIOGRAFÍA FUENTES GRÁFICAS ÍNDICE ONOMÁSTICO AUTORES
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223
LOS TIEMPOS DE LA LIBERTAD Gustavo Luis Moré
5.1 5.2 5.3 5.4 5.5 5.6 5.7 5.8 5.9 1 9 7 8 2 0 0 8
217
427 438 448 451 452 457
Presentación Corría el 2002 cuando definíamos la forma en que Grupo León Jimenes celebraría en el siguiente año su primer centenario de participación en la vida dominicana. En ese contexto surgió la idea de crear un fondo editorial, al que se le dio como nombre Colección Centenario. Esta Colección nació con el objetivo de preservar y difundir las manifestaciones que atañen a la identidad dominicana y que, como tal, son parte de nuestro acervo artístico, histórico, folclórico y natural, fruto del trabajo de investigadores y escritores que han dedicado años a indagar sobre estos asuntos que nos competen a todos como nación. Durante seis años, a través de esta Colección, el Grupo León Jimenes ha entregado a la sociedad dominicana veinticuatro volúmenes correspondientes a diez títulos, cada uno de los cuales explora algún aspecto relevante de nuestra identidad. En esta oportunidad, tenemos la gran satisfacción de presentar la obra Historias para la Construcción de la Arquitectura Dominicana. 1492-2008, escrita por un equipo de destacados profesionales, liderado por el arquitecto Luis Gustavo Moré, y en el que también participaron los arquitectos Eugenio Pérez Montás, Esteban Prieto Vicioso y José Enrique Delmonte. Cada uno de estos autores nos brinda –de forma exhaustiva– su conocimiento profundo sobre lo que ha ocurrido en el país en lo que concierne a la arquitectura durante diferentes etapas de nuestro devenir histórico. Historias para la Construcción de la Arquitectura Dominicana. 1492-2008 es mucho más que una relación de nombres, fechas y obras. Estamos ante un texto de perfil académico, enriquecido con una presentación eminentemente gráfica, atendiendo a la naturaleza de su objeto de estudio. Justamente se buscaba reunir en un discurso continuo el conocimiento de autores capaces de articular una visión y una estética coherentes, con el apoyo de la obra de fotógrafos sensibles y experimentados en la práctica exigente del retrato arquitectónico. En esta obra los autores describen una variedad de formas y soluciones que a lo largo de la historia nuestra gente ha dado a las necesidades de construcción y van buscando en ellas expresiones de lo que somos como pueblo. Este libro constituye un nuevo aporte a la bibliografía dominicana, que nos enorgullece primero por la calidad de su contenido como también por su exquisita presentación. Felicitamos a cada uno de sus autores por el logro alcanzado; e invitamos a todos los interesados en esta materia a leerlo con atención y a extraer de este esfuerzo todo el provecho posible.
José A. León Presidente Grupo León Jimenes
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Prólogo Ramón Gutiérrez. CEDODAL, Buenos Aires
La generosidad de mis amigos, autores del libro Historias para la construcción de la arquitectura Dominicana 1492-2008 me ha convocado para presentar unos textos que son en realidad “La construcción de la historia de la arquitectura Dominicana”, esfuerzo por demás ponderable y de sumo valor en la potencialidad de ir comprendiendo con profundidad los procesos de configuración de nuestra “Patria Grande” desde los fragmentos de nuestras “Patrias nacionales”. Asumiendo la audacia de tratar de referirme a una visión cuya profundidad de conocimientos escapa a mis posibilidades de referencia precisa, sospecho que la convocatoria de mis amigos tiene que ver con el ejercicio de tener una mirada “desde afuera” sobre la evolución de su arquitectura, pero a la vez que les permita sentirse “desde adentro” de un contexto latinoamericano cuyas referencias ayudarán a entender las singularidades de los dominicanos dentro de un sentido de pertenencia cultural continental. El libro asume, bajo la tutela de diversos autores, con su propio estilo y orientación narrativa, una evolución cronológica que no obvia los lógicos solapamientos y acepta las habituales periodizaciones de la arquitectura occidental. Tiene, sin embargo, rasgos de notoria lucidez cuando plantea la necesidad de integrar los fenómenos de la arquitectura vernácula, trascender los análisis de las obras monumentales e insertar la obra de arquitectura en una lectura urbanística que la explicita con mayor conceptualidad. Logra así soslayar la dialéctica entre lo monumental y lo cotidiano, lo clásico cargado de presunta eternidad y lo efímero de la posmodernidad, integrándolos en una lectura unitaria. No se trata de aplanar las diferencias o contradicciones, sino de asumirlas plenamente como parte de un proceso histórico que nunca será lineal y encadenado sino justamente abierto y con reflujos. Es importante ver como los autores vuelcan en sus textos el necesario encuadre sociopolítico, sin que ello obligue a que la valoración de la arquitectura se realice en tanto la proximidad afectiva a las ideas del autor. Así, puede hablarse con claridad de la dictadura de Trujillo sin eludir mencionar la importancia de la obra pública realizada y la singular incorporación de la modernidad arquitectónica bajo su tiranía. Esto es un adelanto pluralista, luego de décadas donde la vinculación con determinadas ideas llevó a pon-
10|PRÓLOGO
PRÓLOGO
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derar muy malas arquitecturas en la región y donde otras buenas arquitecturas fueron descalificadas por
El proceso de transculturación que implicó la llegada de Colón a la Española marca una primera fase de
la impronta de las ideas de sus autores.
un proceso de sucesivas integraciones culturales y sociales, fruto de la presencia posterior de los escla-
Los autores construyen a sabiendas un relato que devela lo sustantivamente realizado en arquitectura.
vos africanos o de las migraciones antillanas originadas por los avatares de la caída del imperio colonial.
Lo ven desde una mirada capaz de recoger los rasgos que expresan su cultura dominicana y aceptan,
Las sucesivas dominaciones de la isla por españoles, franceses, haitianos y hasta norteamericanos, se-
como hemos dicho, las contradicciones inherentes a los diversos tiempos históricos y a las mentalida-
ñalan las presencias variadas de definiciones que sin duda impactan en las obras públicas y sus priori-
des dominantes en ellos. Pero lo importante es que se trata de una visión realizada desde la atalaya que
dades.
conforma su propia cultura, lo que les permite explicar su inserción de rasgos propios en los sucesivos
Bien señala Esteban Prieto la convergencia de muchas de estas manifestaciones que implican la integra-
contextos globalizados que le tocó vivir. Así, en el relato avanzamos sobre las maneras en que las diver-
ción de modos de vida, sistemas constructivos y un aprovechamiento intensivo de los recursos locales.
sas influencias externas se “mestizaban” culturalmente y se integraban a nuevos modos de vida que iba
Compartimos sus dudas respecto del origen africano del muro de tejamanil (bahareque) ya que, con di-
asumiendo la sociedad dominicana.
versos nombres, era utilizado por comunidades indígenas de otras partes de América y por los propios
Ello es singularmente importante porque Santo Domingo es una isla, en realidad parte de una isla, don-
españoles que en el Paraguay lo llamaban “pared francesa”. Creemos que podemos asumirlo como su-
de justamente el “aislamiento” adquiere categoría emblemática. Sin embargo, los acontecimientos histó-
cede con el adobe o la tapia, que son procesos tecnológicos que florecieron simultáneamente en varios
ricos la ubican en el epicentro de un fenómeno universal: el descubrimiento de América por los europeos
lugares sin que exista necesariamente una cadena lineal de transferencias.
y en un contexto singular de carácter regional: el Caribe.
Es interesante la diferenciación que formula respecto de la arquitectura vernácula con la “popular” urba-
Como bien recuerda Eugenio Pérez Montás, nuestro maestro Mario Buschiazzo hablaba del “Mediterrá-
na o rural, fruto de los procesos de migración antillana e inclusive de otras raíces insulares como las de
neo americano” cuando se refería al Caribe. Este espacio marítimo y de archipiélagos será esencial pa-
Canarias. La configuración de lo que se llama un lenguaje “autóctono”, válido con certeza para los con-
ra la vida del continente europeo y su proyección americana desde el siglo XVI al XIX. Más aún, a fines
textos antillanos, marca un panorama singular dentro del contexto iberoamericano.
del siglo XVIII, los destinos de las coronas metropolitanas se deciden en los enfrentamientos bélicos del
Uno de los elementos interesantes para reflexionar desde el proceso de la ocupación de la Isabela es la
Caribe. Durante siglos esa fortaleza trashumante que fue la “Flota de Indias” tejió la red de escalas y puer-
densidad de instalaciones en el territorio, en una política que tendía a reproducir las relaciones de proxi-
tos que darían lugar al “gran Caribe” integrando los apostaderos y ciudades de “Tierra Firme”. El oro y la
midad que tenía el territorio metropolitano. Quince asentamientos con vocación urbana a comienzos del
plata de las Indias, base de la economía del imperio de Carlos V, circularon bajo la mirada codiciosa de
siglo XVI muestran una estrategia que la inmensidad continental habría de desalentar fácticamente en el
ingleses, holandeses y franceses, quienes generarían tempranamente los mecanismos de saqueo orga-
transcurso del siglo.
nizado.
Santo Domingo es una ciudad que marca justamente una fase clara del proceso de transculturación,
PRÓLOGO
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14|PRÓLOGO
donde la cultura dominante se reformula a sí misma en procesos de integración y síntesis. Integra las an-
Santo Domingo terminará de amurallarse en el siglo XVIII, aunque ya había perdido peso en el juego es-
tiguas experiencias, selecciona entre sus propias tradiciones. No es el modelo de lo que se tendería a
tratégico del Caribe, cediendo el papel de concentración de la Flota de Indias a la bahía espaciosa de La
llamar equívocamente la ciudad de las “Leyes de Indias” pues no nace de una plaza generadora, ni sus
Habana. Las grandes obras de fortificación caribeñas terminaron siendo tardías o inútiles para detener a
manzanas son del mismo tamaño, pero introduce calles tiradas a cordel que sorprenden a los mismos
las flotas enemigas. El Fuerte de Araya se desmanteló por los propios españoles sin haber disparado
españoles habituados a las experiencias de ciudades orgánicas medievales o las barriadas islámicas.
nunca. Grandes obras de La Habana fueron realizadas luego de la toma de los ingleses en 1762. En las
La Catedral nos muestra justamente los procesos de renovación y cambio. Una catedral realizada en un
utopías del Caribe figuran desde las construcciones realizadas para “disuadir” hasta la insólita teoría de
cuarto de siglo, cuando las europeas iban madurando en los transcursos seculares. Una Catedral capaz de
la defensa por “indefensión” que ahorrativamente plantean los reyes ilustrados para economizar gastos
integrar las tradiciones del gótico tardío con las primicias del renacimiento “plateresco” y la presencia de un
y evitar que los enemigos se quedasen con las fortalezas. Poco importaban los ciudadanos indefensos
arco de herradura coronando el presbiterio como ratificación de ese proceso integrador de culturas.
en este caso.
En Santo Domingo el español ejerció su huella con total libertad ante una realidad americana avasallada
La gestión borbónica que concibió a América como la cantera que debía financiar los desvelos “moder-
por el poder y la tecnología. De Sevilla vinieron los Maestros de Cantería con sus oficiales y herramien-
nos y progresistas” de una metrópoli decadente dejó una huella tenue en una isla asolada por las invasio-
tas, pero siempre la propia realidad del nuevo espacio habría de hacer distinta la resultante y la “mesti-
nes francesas (1795), la presencia de los haitianos en nombre de la República Francesa (1801) y la recon-
zación” cultural estuvo presente desde el inicio. El propio español no fue el mismo y debió sintetizar sus
quista española (1809). Los asentamientos internos consolidando la frontera, la acción de los ingenieros
específicas manifestaciones en un nuevo lenguaje arquitectónico. En esos 25 años de la Catedral es co-
en el Caribe y los proyectos de nuevas poblaciones marcaron los intentos de una nueva instancia para la
mo si el arte de España se hubiera aplanado de sus manifestaciones de varios siglos.
isla que habría de recibir el flujo de migrantes que los acontecimientos del ocaso del “siglo de las luces”
Santo Domingo nos testimonia a los americanos la génesis de nuestra arquitectura occidental con el tar-
dejaba itinerantes en la región. En Santo Domingo el templo de los jesuitas y la portada de Carlos III en la
dío medievalismo de la Torre del Homenaje, o las ventanas de filigrana de piedra, los solares estrechos y
fortaleza son las piezas indicativas más próximas a un barroco desornamentado a la usanza de los Inge-
de largo fondo que exigieron viviendas en altura y patios estrechos, es decir, modalidades de ocupación
nieros Militares que a un clasicismo academicista.
que los conquistadores habían vivido y ejercitado. Junto a ellos la huella mudéjar de los ajimeces y el al-
Aquella rebelión haitiana de los esclavos finalmente marcó la primera independencia americana de una
fiz de algunas portadas o los rasgos elocuentes del renacimiento mediterráneo de la Casa de los Meda-
potencia europea, algo que a Santo Domingo llegaría avanzado el siglo XIX. Como bien señala Eugenio
llones. Erwin Walter Palm pudo recomponer su alma inquieta y nostálgica de un exilio de su patria y de
Pérez Montás, “las dos terceras partes del siglo XIX fueron años dedicados a la guerra”. Un entorno com-
sus propias líneas de trabajo sobre la antigüedad clásica, redescubriendo esas notables persistencias de
plejo cuando no hostil. España dominando Cuba y Puerto Rico hasta 1898, con un intenso tráfico escla-
la Española, que ya Don Diego Angulo había ponderado en sus textos sobre arquitectura antillana.
vista y la antigua metrópoli tratando de generar un escaparate de progreso (Cuba tuvo ferrocarril en 1837
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16|PRÓLOGO
cuando aún no lo había en España) para convencer a las antiguas colonias de retornar “al suave yugo
que sería una constante en los gobiernos autoritarios en el continente: la inversión en equipamientos e
de Su Majestad”. Ciudades formadas por los esclavos, libertos desde 1822 o por refugiados de los con-
infraestructuras con la realización de edificios escolares, sanitarios y carreteras. El paisaje urbano cam-
flictos regionales indican una tendencia que se ratificará a fines del siglo XIX cuando las pacificaciones
bió con el desarrollo de barrios y urbanizaciones con calles forestadas y el tranvía que sería en toda Amé-
permiten consolidar un proyecto. Esto tiene de común Santo Domingo con buena parte de los países de
rica el elemento dinamizador del crecimiento barrial periférico.
América desgarrados el primer cuarto de siglo con la guerra de la Independencia y luego en las guerras
Entre los profesionales de muy diversa procedencia y formación cabe resaltar la figura del checo Anto-
civiles y regionales que fueron fragmentando la unidad americana en un cúmulo de países, donde con-
nio Nechodoma con un conjunto de obras en San Pedro de Macorís y una trayectoria que prolongaría
fluyeron las ambiciones localistas con la interesada colaboración de las potencias europeas. “Divide y rei-
en Puerto Rico posteriormente. Es importante en estos textos el esfuerzo de investigación de los auto-
narás”.
res por mostrar una visión amplia de la arquitectura dominicana, superando los límites de la ciudad de
Pero Santo Domingo ubicado en la periferia de los nuevos circuitos del comercio mundial, apuntaría con
Santo Domingo para adentrarse en las transformaciones de las ciudades del interior (Santiago, Monte-
el desarrollo de los ingenios también a la producción de las materias primas para los países industriali-
cristi, Sánchez, Puerto Plata) y para relacionar su arquitectura con los acontecimientos de otros países
zados captando una modesta transferencia de capitales (fundamentalmente ingleses y norteamericanos)
del Caribe.
desde mediados del XIX. Tampoco tuvo unas oligarquías locales que aliadas a esos intereses comercia-
Como sucede en otras partes de América, los profesionales que se dan cita para la transformación tec-
les plantearan la disyuntiva de dejar de ser americanos para ser directamente europeos. Una tecnifica-
nológica desarrollista, provienen de diversos países, a veces vinculados a la transnacional o a los capi-
ción y un desarrollo industrial en la producción azucarera marcaron los lineamientos del comercio exte-
tales que financian las obras y otras simplemente a los procesos de expulsión poblacional que va vivien-
rior e hicieron impacto en nuevas expresiones arquitectónicas de la arquitectura maderera y de las cha-
do Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Esta migración calificada la verifica Eugenio Pérez Montás
pas de zinc. Un lenguaje “Victoriano” que irrumpe eclécticamente cuando en las grandes ciudades capi-
cuando al referirse al tren con cremalleras que va de Puerto Plata a Santiago relata que fue financiado
tales del continente el academicismo Beaux Arts parisino configuraba los paisajes urbanos. Quizás en la
por los holandeses, construido por los belgas, recurriendo a puentes ingleses y administrado por los nor-
renovación del paisaje de plazas y espacios públicos pueda verificarse este cambio hacia el gusto afran-
teamericanos para uso de los dominicanos. Probablemente por la proximidad con Cuba y Puerto Rico
cesado.
hubo también una buena cantidad de profesionales españoles (Trueba, Urgell, Toro, Sevillano, Turull)
Nuevamente en las primeras décadas de siglo XX las vertientes degradadas de la normativa académica
También la estructura productiva de los ingenios azucareros reitera las tipologías de la revolución indus-
expresadas en los variados eclecticismos, historicismos y pintoresquismos aplanarán, salvando escala
trial, similares, con diversa escala, a las “centrales” cubanas y a los del Brasil y Argentina que conforman
de producción, cronologías, temas y calidades, las distancias entre los lenguajes arquitectónicos de los
un patrimonio industrial de primer nivel evidenciando las transferencias tecnológicas norteamericanas e
diversos países americanos. En Santo Domingo la ocupación norteamericana (1916-1924) marcó algo
inglesas.
PRÓLOGO
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18|PRÓLOGO
En la arquitectura la ecléctica composición del cuerpo profesional con sus diversas procedencias y for-
tórica la recuperación del propio paisaje y las manifestaciones del “neohispanismo”, el “neocolonial”y
maciones se manifiesta en lo que se ha dado en llamar las “arquitecturas paralelas” donde cada profe-
hasta el “neoindigenismo”. La obra de Pedro Antonio de Castro resume esta nueva versión historicista
sional hacía obras de muy diverso estilo simultáneamente. En toda América Latina lo “moderno” realiza-
en la República Dominicana y en Puerto Rico, como la alternativa de obras cuyos rasgos formales ape-
do en hormigón armado se introduce así como un estilo más, no como una respuesta dialéctica a la “ar-
laban al nuevo lenguaje con reminiscencia mudéjares o platerescas.
quitectura de estilos”. Los rasgos pintoresquistas e historicistas, no ya de la propia historia sino de las
La crisis internacional de 1930 coincide en Santo Domingo con el inicio de las tres décadas de la dicta-
manifestaciones regionales europeas, fueron los preferidos para las residencias y villas suburbanas de la
dura de Rafael Leonidas Trujillo caracterizada como otros regímenes autoritarios del continente por su
nueva burguesía. La destrucción de las normativas académicas, que en Santo Domingo siempre fueron
fervor por las obras públicas. Puede en esto verse un síntoma keynesiano de ocupación de mano de
débiles, se prolongaría en el surgimiento de los antiacademicismos del “art nouveau”, pero sobre todo
obra, un arrebato de sensibilidad social por resolver problemas habitacionales y de equipamiento secu-
con las obras donde desaparecen los cánones de la simetría y la composición axial para dar lugar a vo-
larmente postergados o también a semejanza de los totalitarismos fascistas la actuación escenográfica
lúmenes yuxtapuestos libremente.
dedicada a perpetuar la memoria del gobernante. Probablemente algo de los tres argumentos está pre-
En la segunda década del siglo XX las opciones que los territorios que Estados Unidos habían arrebata-
sente en la valoración que con sensato e inusual equilibrio realiza Gustavo Luis Moré de este período.
do a México para definir su identidad introducen el lenguaje “neohispanista”. La Exposición de San Die-
Aquella primera modernidad que Nechodoma y otros profesionales habían ejercitado en San Pedro de
go en California de 1915 marca un punto de inflexión donde la recuperación de la arquitectura colonial
Macorís a comienzo del siglo, se identifica con lo que en muchos países se nomina “estilo internacional”
mexicana y la influencia del siglo de oro español configurarán el imaginario identitario de California, Flo-
con rasgos que se apartan de los lenguajes habituales y preludian una preocupación funcionalista. San-
rida, Texas y Arizona. La adquisición de edificios enteros renacentistas en España que son rearmados y
to Domingo, mientras tanto, era nuevamente el epicentro mundial de la arquitectura con la realización en
la importación de rejas, portadas, puertas de madera y detalles ornamentales engalanan las mansiones
1928 del Concurso Internacional para el Faro de Colón, una competencia promovida en la coyuntura por
de los nuevos mecenas. En España a la vez hay un resurgir de las arquitecturas regionales y un renacer
los norteamericanos que habían ocupado la isla hasta 1924, y en la que en que participaron centenares
de los antiguos oficios artesanales de la forja, la azulejería y el trabajo de la madera que permite una
de arquitectos, algunos de ellos de la fama de Aalto, Garnier, Melnikof, Papadaki, Arnal, Moya, Torres Ar-
transferencia hacia los países americanos.
mengol, etc. que plantearon un mosaico de la arquitectura universal, desde las vanguardias futuristas a
La decadencia de la Europa central originada por la primera guerra mundial llevó a la intelectualidad ame-
las reivindicaciones neoindigenistas, sin olvidar los variados eclecticismos. La exposición de parte de los
ricana a lo que Toynbee llamaría años después “una irritada introspección” para abandonar el proyecto
proyectos en Roma y los debates sobre la modalidad de la convocatoria dieron resonancia a Santo Do-
de la fallida “civilización europea” y revalorizar sus menospreciadas manifestaciones americanas. De aquí
mingo en la prensa internacional. El premio otorgado por el jurado que integraban el uruguayo Acosta y
surgirá la fuerza que desde la literatura, la crítica de arte y el pensamiento fundarían en una reflexión his-
Lara, Eliel Saarinen y Frank Lloyd Wright en una reunión en Brasil (1931) eligió un diseño, a mi criterio de
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poco relieve y escaso interés, presentada por el arquitecto escocés Gleave. En Argentina se editó una
contradicción de la dictadura de Trujillo que por un lado permite la realización de estas obras modernas
estampilla de correos con el proyecto. La obra se construiría en 1992 cuando hasta su autor había falle-
y al mismo tiempo fomenta la construcción de edificios emblemáticos del neoacademicismo clasicista.
cido.
Esto mismo sucede en la Venezuela de Pérez Jiménez, en la Argentina de Perón, en la España franquis-
Desde 1937 hasta 1961 (año de la muerte del Dictador), Santo Domingo pasó a ser Ciudad Trujillo, otra
ta, en la Roma mussoliniana, en los diseños de Speer para Hitler, en distintas etapas del Stalinismo o en
de las características de los regímenes autoritarios latinoamericanos que intentan perpetuar sus figuras
los proyectos simultáneos de Piacentini y Le Corbusier en el Brasil de Getulio Vargas. Los regímenes au-
en las nomenclaturas urbanas. La nueva nominación viene acompañada del sugestivo obelisco, símbo-
toritarios transitan en el doble andarivel de la vanguardia y la eternidad clásica y no necesitan optar pa-
lo de eternidad... funeraria. Estas décadas coinciden con la primera generación de arquitectos domini-
ra expresarse.
canos formados en Estados Unidos y en Francia o Bélgica, ya que el país carecía de una escuela de Ar-
Lo interesante en la República Dominicana es que en la obra de González como de otros arquitectos es
quitectura hasta 1938. Esta situación es similar a la de Colombia, por ejemplo, aunque en otros países
posible encontrar una cierta continuidad entre la llamada ”primera modernidad” que en muchos países
del continente desde mediados del siglo XIX había Academias o Escuelas de Arquitectura.
americanos se expresa desde la década de los 20 con las obras del Movimiento Moderno. Quizás el he-
Uno de los logros de este libro es la revaloración de la obra de Guillermo González, estudiante en la Co-
cho de que recién en los últimos años de los 30 podamos encontrar las manifestaciones que se ajustan
lumbia University y graduado en Yale, quien viaja a Andalucía y reconoce las fuentes de la arquitectura
a aquel lenguaje en obras similares a las del racionalismo europeo y la presencia sostenida en la década
que habían impulsado en USA en “Mission style” y los escenarios de cine de Rodolfo Valentino. La mix-
siguiente de obras modernas inducen a una lectura más coherente de la que se puede hacer en otros
tura de la rigurosa formación academicista francesa que predominaba en Estados Unidos y el contacto
países americanos donde la persistencia del eclecticismo y el academicismo francés permaneció hasta
con la arquitectura popular española y sus raíces islámicas, fueron probablemente la base de una preo-
avanzados los 50 en una arquitectura emblemática o de equipamientos públicos. Obras como El Institu-
cupación central en el joven arquitecto. Esa misma preocupación de compatibilizar el manejo de escala
to de Señoritas Salomé Ureña (1944) de los arquitectos Pou Ricart muestra la calidad de una arquitec-
y la “composición” de las partes y el todo que daba la Academia con la soltura y la respuesta libre de vo-
tura racionalista bien integrada en su horizontalidad en un contexto urbano.
lúmenes, el uso del color y las sutilezas de la luz que la arquitectura popular ofrecía. Luis Barragán, Mar-
Cabe señalar también el rescate que se efectúa de la obra de uno de los españoles del exilio, Tomás Au-
tín Noel, Mauricio Cravotto, Héctor Velarde, Julio Vilamajó tendrían entre los arquitectos latinoamericanos
ñón, que recurre en la región de Jarabacoa a una arquitectura de tinte organicista, donde “la naturaleza
de la generación anterior esa misma experiencia.
de los materiales” wrightiana aparece manejada con solvencia y expresividad. Sus obras en Santo Do-
Las obras de González desde 1937 (Parque Ramfis, hoy Hostos) a los edificios Copello y el ponderado
mingo manifiestan la vigencia del contexto urbano y adquieren otra fisonomía no por ello menos ponde-
Hotel Jaragua (1939, demolido en 1985) fueron hitos que marcaron un nuevo punto de inflexión ingre-
rable como puede verse en el Instituto Escuela (1944). Auñón migraría luego a México.
sando las primeras manifestaciones del Movimiento Moderno a la República Dominicana. Moré señala la
Aun los arquitectos más identificados con el régimen trujillista como Henri Gazón Bona, graduado en
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Francia muestran en el eclecticismo de la encomienda de la obra pública destrezas que preanunciaban
La noción de lo urbano está presente en las preocupaciones de la obra pública del régimen. También el
su “Casa Vapor” (1936), un tema recurrente en el llamado “estilo buque” internacional en los balnearios
desarrollo de las teorías urbanas de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) con
o residencias de los aficionados a la navegación, como podemos ver en Argentina, Uruguay, Chile y el
sus planes ordenadores del “corazón de la ciudad” y de sus ensanches impulsados por el crecimiento
Perú. Su obra del Mercado Modelo es realmente notable por la solución de una gran superficie above-
poblacional generado por la Feria de 1955 y la realización de las grandes obras públicas. No siempre el
dada de notable calidad espacial. Gazón consideró adecuado perpetuar la obra del tirano en el Álbum
planeamiento pudo atender a la dinámica de un proceso que, derivado de la necesaria sustitución de im-
de La Arquitectura Dominicana en la Era de Trujillo (1949). Las obras del trujillismo como el Palacio Na-
portaciones generado por la segunda guerra mundial, indujo el fomento de pequeñas industrias y pobló
cional del italiano Guido D’Alessandro muestran una reminiscencia lavada de los Capitolios de Washing-
de nuevos habitantes las periferias urbanas del continente. Los conjuntos de vivienda masiva que enca-
ton o La Habana mientras que el Palacio de Bellas Artes apela nostálgicamente a los templos griegos.
ran en estos períodos Getulio Vargas, Perón o Pérez Jiménez señalan la coincidencia del proceso y las
Moré señala la articulación generacional del pase de la primera generación moderna a la nueva genera-
diversas calidades de respuesta que las mismas se ofrecen desde el estado centralizador.
ción que surge de la Escuela de Arquitectos-Ingenieros de la Universidad de Santo Domingo primero y
La finalización del prolongado gobierno de Trujillo no aseguraría la paz a la República Dominicana; el triun-
a los de la Universidad Pedro Henríquez Ureña después. Lo que distingue también a esta generación es
fo y el derrocamiento de Juan Bosch y la invasión norteamericana de 1965 marcaron con claridad los lí-
la reflexión sobre la necesaria identificación de la obra con el sitio, es decir, conciliar espíritu del tiempo
mites a la autodeterminación que podría tener el país. Moré analiza estas peripecias en “Los tiempos de
con espíritu del lugar. En ese plano la mención de William Reid (Banco Chase Manhattan), Manuel Ba-
la Libertad. 1961-1978” resaltando la presencia de un nuevo grupo de profesionales que integran Ber-
quero (Edificio San Rafael) y Edgardo Vega (Banco Nacional de Vivienda) aparece como testimonio de
gés, Pérez Montás, Goyco, Gautier, que incorporan a la vez al debate la preocupación por el rescate del
esa búsqueda de modernidad contextualizada.
patrimonio arquitectónico dominicano.
Quizás la culminación de esta época sea el proyecto de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo
La ocupación militar norteamericana coincide con los tiempos de la Alianza para el Progreso y la trans-
Libre que en 1955 encara, sin encontrar contradicción alguna en su nominación, el dictador Trujillo. Era
ferencia de capitales y tecnologías que en el caso de la República Dominicana aunará la transformación
un gran espacio cívico, a la usanza del EUR romano de Mussolini, que más allá de la Feria se instalaba
de estructuras gubernativas y administrativas. Son los tiempos en que se ratifica una estrategia de pos-
como el recinto de la vida pública dominicana. Arropado por los edificios públicos del Congreso, Supre-
guerra, cuando desde Estados Unidos se editaba en castellano una revista “Proyectos y materiales” pa-
ma Corte, Procuraduría General y otras dependencias del Estado, Guillermo González da los lineamien-
ra mostrar los beneficios de los diseños de los estudios y las transnacionales norteamericanas en Méxi-
tos de una traza equilibrada en sus dimensiones y funcional a los objetivos trascendentes del proyecto.
co y el Caribe. Eran los tiempos de los planes de Sert y Wienner para Perú, Brasil, Bogotá (con Le Cor-
Como señala Moré “no hay en el Caribe un espacio cívico de tal fuerza, de tan refinada estilización”, mal
busier) y luego La Habana, que pretendían aniquilar las antiguas ciudades en aras de la utopía del nue-
que le pese a los intentos de Forestier en La Habana, adicionaríamos.
vo urbanismo zonificado funcionalmente.
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Los 60-70 marcan la presencia de la arquitectura de concursos cuando se ha consolidado un cuadro de
mayoría de las actuaciones de esta primera fase se volcaron sobre obras y conjuntos monumentales pa-
profesionales que participa activamente en la generación de una cultura arquitectónica local como Cal-
ra posteriormente, en las décadas siguientes, actuar sobre la escala urbana.
venti (Banco Central), Goico (Maternidad San Rafael), Cott y Gautier (Plaza Juan Pablo Duarte) y Borrell
Aparecería, como sucede en otros países del continente, la preocupación por el rescate patrimonial y la
(Edificio Oficinas Gubernamentales), entre otros. Son justamente los doce años de gobierno de Balaguer
lectura contextual de la arquitectura, enfrentada dialécticamente a la actitud rupturista y formalista de la
(1966-1978) los que señalan la convocatoria del Estado para una participación activa de los arquitectos
arquitectura de autor que buscaba la singularidad, la diferenciación, el muestrario de materiales y tecno-
en las políticas públicas. Importantes obras como la Biblioteca Nacional, el Museo del Hombre Domini-
logías y en definitiva a través de forma o volumen desprenderse de la “contaminación” de aquello que lo
cano, el Teatro Nacional, Museo de Arte Moderno, Museo de Historia Natural, el Parque Zoológico y el
rodea. Esta polémica, subsistente hasta nuestros días, nos ubica a la vez en los tiempos de la crisis del
Estadio Olímpico son muestras de un proyecto de Estado que atendía a un equipamiento cultural y re-
Movimiento Moderno, incapaz de dar respuesta a los problemas sociales que denunciaba y también ri-
creativo en una escala ponderable. Las expresiones tardías del neobrutalismo corbusierano comienzan
gidizado en axiomas que desmentían sus preocupaciones funcionales o de calidad de vida urbana. Es-
a aparecer aquí, como en otros países de América, proclamando la arquitectura del autor y la valoración
to abrirá el camino de la crítica “posmodernista” que rápidamente demostró su propia incapacidad de
del arquitecto artista que da predominio a la forma sobre el funcionalismo declamado de los orígenes del
elucubrar una actitud coherente y sistemática capaz de superar las premisas de aquello que denostaba.
Movimiento Moderno.
A la rigidez le reemplazará el “vale todo”, sin referencias ni precisiones de valor alguno.
Los procesos de conurbación, los ciclos de migraciones internas que viven en estos años del “desarro-
La especulación inmobiliaria y la mayor gravitación de la construcción sobre el diseño arquitectónico son
llismo” las ciudades del continente, marcan los tiempos de los ensanches y urbanizaciones privadas y de
circunstancias que Santo Domingo comparte con otros contextos continentales. De la crítica a estas re-
las periferias marginales creando el sistema dual de ciudad formal y ciudad informal que caracteriza hoy
sultantes surgen justamente los grupos de reflexión, en el caso dominicano muy particularmente el Gru-
a nuestras grandes ciudades americanas.
po Nueva Arquitectura, con su revista Arquivox, y en nuestros días los magníficos Archivos de Arquitec-
A raíz del terremoto de 1971 se encara una política sostenida de recuperación del patrimonio colonial de
tura Antillana que desde la iniciativa privada Gustavo Luis Moré conduce con ejemplar calidad y tesón.
Santo Domingo. Antes podemos contabilizar la participación de la Cooperación Española en la recons-
Algo que desde la mítica Urbe de Efraín Pérez Chanis, en Puerto Rico, no se veía en el Caribe.
trucción del Palacio de Diego Colón (1954), pero ahora existía en el país un conjunto importante de pro-
Señala José Enrique Delmonte la preocupación que ha teñido las dos últimas décadas del siglo XX vin-
fesionales capacitados en Italia, México o España sobre estos temas. Eugenio Pérez Montás, Esteban
culadas a la propuesta de una arquitectura nacional. Esta circunstancia es común a la mayoría de los
Prieto, Iván Feris, Báez López Penha, Manuel Gautier, aparecen vinculados a la planificación y ejecución
países americanos que intuían la necesidad de un debate donde, en lugar de asumir el desconcierto ge-
de obras que en definitiva convirtieron a Santo Domingo en un lugar de referencia continental sobre los
neralizado, que primaba en la cultura arquitectónica occidental, América Latina tuviera sus propias refle-
trabajos de restauración y rehabilitación patrimonial. Siguiendo la evolución de los criterios de rescate, la
xiones desde sus peculiares circunstancias. Esta situación daría lugar a la génesis de los foros y encuen-
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tros: los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana, las Bienales nacionales e internacionales, mientras
Santo Domingo vivió un año 1992 épico que volvió a colocarlo en el centro del escenario de la conme-
los Congresos de defensa del Patrimonio adquirían relevancia. En estos años la tarea de rehabilitación e
moración del quinto centenario del descubrimiento de América. Antes, la revolución cubana había ido ge-
intervención sobre el patrimonio construido, así como la renovación de áreas portuarias, ferroviarias o in-
nerando el paulatino trasvase de la economía del turismo norteamericano a la República Dominicana y a
dustriales marcarían nuevos parámetros de acción a la profesión.
las surgentes playas de Cancún (México). Esto explica porqué, alguna vez que critiqué la obra del Faro
El compromiso de una nueva arquitectura que hablara del sitio, que utilizara los recursos y materiales pro-
de Colón realizada en 1992, un amigo la defendía diciendo: “Santo Domingo tiene solamente dos cosas:
pios y que se sintiera capaz de apropiarse de aquellas ideas y técnicas que fueran pertinentes para dar
Playas y Colón”. Aceptar este reduccionismo significa ingresar en una especie de “destino manifiesto”
respuesta a los requerimientos locales, configuraban los caminos de búsqueda desde México a la Pata-
para el Caribe, sustentado desde Estados Unidos y Europa, donde el desarrollo económico está basa-
gonia. Santo Domingo no estuvo ausente de ello, ni en lo referente a la valoración de su patrimonio, ni a
do en la monoindustria del turismo. Algo que pasó en Cuba antes de 1960 (y sigue pasando hoy día) y
la inquietud por conocer más de la realidad continental y ubicar sus potencialidades en el contexto del
que ha limitado las propias potencialidades vitales de Puerto Rico al accionar de los cruceros turísticos.
mismo. Los Encuentros del Caribe y la tarea denodada del CARIMOS han sido manifestaciones de esta
Mi punto de vista se refería al anacronismo de realizar un proyecto de 1928 en el año 1992, en un con-
preocupación A la vez se asumía la historia como circunstancia integrada, con sus aciertos y omisiones.
texto urbano y de cultura arquitectónica sustancialmente distinto. Era una decisión que postergaba in-
Así se promovió la investigación de la arquitectura decimonónica y la del Movimiento Moderno como par-
clusive la posibilidad de un buen proyecto dominicano y afectaba a un proceso de renovación urbana y
te de la comprensión de un proceso patrimonial integral.
de inversión considerable sin rédito social. Justamente eran estos los momentos en que el compromiso
Desde las usinas centrales se vislumbró esta actitud latinoamericana como una suerte de rebeldía con-
social de los arquitectos (una de las banderas del Movimiento Moderno) desaparecía de la agenda de los
testataria que se clasificó de “regionalismo crítico”. No se entendía que el movimiento trascendía la preo-
profesionales y hasta de los propios estados que, neoliberalismo mediante, se sacudían de la responsa-
cupación por “contestar” a la banalidad posmodernista de los países centrales y que lo que se buscaba
bilidad del bienestar de los ciudadanos con el espejismo de que de ello se ocuparía el mercado. Como
era justamente un camino propio que se desprendiera de un debate vacío de contenido y pleno de fri-
señala Delmonte, “el Faro ocupa un territorio inmenso no aprovechado para generar una dinámica bene-
volidades formalistas. Como bien señala Delmonte, era el inicio de los tiempos en los cuales la arquitec-
ficiosa para el asentamiento”. En su interior pueden verse unas tristes manifestaciones “culturales” de los
tura “fue utilizada como un producto de imagen para las corporaciones financieras” y los arquitectos eran
países integrantes de nuestro continente en una suerte de museo carente de guión, gracia y creatividad.
promovidos como objetos de consumo (el auto de Bofill, el reloj de Rossi, la tarjeta de crédito de Viñoly,
Su mejor aporte fue haber logrado trasladar el catafalco de Colón desde la Catedral, liberando el espa-
etc) Esta “década rosa” culminaría a finales de siglo con la claudicación de muchos de los grandes es-
cio interior de la misma.
tudios que ingresan al rol de la especulación inmobiliaria bajo la tutela directiva de los “desarrolladores
En el libro se recogen los impactos que en su momento tuvieron en República Dominicana las presen-
urbanos”, nueva modalidad gestionaria del capitalismo.
cias de Richard Neutra (1945), Geoffrey Broadbent (1980) y posteriormente Rudy Moreno (1983), quien
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desde Caracas trasladó las novedades estéticas del discurso posmoderno tanto en sus vertientes clasi-
el Palacio del Correo, el Conservatorio Nacional de Música y el Edificio de Oficinas Gubernamentales que
cistas cuanto en las historicistas más próximas ahora al contextualismo y al regionalismo. La arquitectu-
sostiene postreramente los emblemas clasicistas originando, como hemos visto, la polémica de “Mani-
ra hotelera fue nuevamente (recordar el impacto del Hotel Jaragua de 1939) la expresión de los nuevos
fiestos”. Pero es justamente el debate el que lleva a generar los espacios de difusión y reflexión. Así, el
íconos, justamente por su inserción con la internacionalización del turismo y la presencia no solamente
surgimiento de las Bienales de Arquitectura de Santo Domingo, las Archivos de Arquitectura Antillana, los
de arquitectos locales sino de los de las transnacionales. Si en la historia Santo Domingo expresa el pe-
Seminarios Erwin Walter Palm (UNPHU) y la edición de libros sobre la arquitectura dominicana signan la
ríodo colonial y San Pedro de Macorís los balbuceos del modernismo, Puerto Plata asume los hálitos de
última década del siglo XX.
la posmodernidad lúdica que oscila entre la vernacularidad (Eurotel Playa Dorada) y el kistch (Altos del
Como en todos los países de América, tanto la enseñanza como la práctica del diseño se modificaron a
Chavón en La Romana).
través de los mecanismos de la informática. Los nuevos tiempos abren perspectivas que nos han lleva-
Ello coincide con el desarrollo de una nueva generación de arquitectos, muchos de ellos talentosos en
do paulatinamente de las obras rotundas de Rafael Calventi a los fervores minimalistas de comienzos del
su capacidad de diseño y reflexión, entre los que cabe recordar a Imbert, Piña (Domus), Pujadas y Ar-
nuevo siglo. Hemos tardado un siglo para pasar del “maximalismo” revolucionario de los futuristas, al mo-
menteros (Torre Gazcue) y Moré+Caro (Suprema Corte de Justicia). Eran tiempos de reflexión y polémi-
desto “minimalismo” de nuestros días. Argan llamaba al posmodernismo “la vanguardia de los cangre-
ca donde el Grupo Nueva Arquitectura editaba en 1984 sus “100 hojas de arquitectura” y en 1989 lan-
jos”, es decir, de los que caminan para atrás. En definitiva, el minimalismo parece una frágil expresión de
zaba el “Manifiesto de los 10 años” que analizaba la situación dominicana en un marco político, cultural
nuestro último desconcierto donde el arquitecto, liberado del “lastre” de su compromiso social, de su
y social. En 1991 otro “Manifiesto al gobierno y al país” ubicaba a los arquitectos criticando las modali-
compromiso con el entorno y de su compromiso con su cultura, puede heroicamente asumir el compro-
dades de inversión en la obra pública y el papel que tenía la profesión. Con un tinte más político, otros
miso consigo mismo y luchar denodadamente por esos 15 segundos de gloria que le pronosticaba Andy
profesionales defendieron la actitud del Estado en la encomienda profesional y el rol jugado por los ar-
Warhol.
quitectos en la planificación urbana. El resultado fue volver a poner a la profesión en el centro de un com-
El libro es, en definitiva, un esfuerzo magnífico por instalar los problemas de la arquitectura en su tiempo
promiso con los problemas del país, más allá de las diversas ópticas sobre las soluciones.
histórico y una reflexión cautivante y motivadora sobre las alternativas y desafíos que nos ofrece el siglo
Una mirada sobre la región, integradora de experiencias de Puerto Rico y Cuba, ayudó a consolidar la
XXI. Está escrito con solvencia, a veces con pasión y a ratos con poesía, pero siempre con la constante
reflexión y a pensar la cultura arquitectónica con horizontes más amplios. Otras influencias regionales so-
del entusiasmo y el cariño por la arquitectura dominicana y sus protagonistas.
bre todo desde Miami han tenido también impacto en la obra tardía de la posmodernidad, antes de su fase terminal deconstructivista. El nuevo gobierno de Joaquín Balaguer (1986-1996) ratificó la voluntad de marcar su presencia a través de la obra pública mediante la inserción de obras como el Faro a Colón,
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Introducción Gustavo Luis Moré
Notas preliminares La realización de un libro sobre la arquitectura dominicana dentro de la Colección Centenario patrocinada por la empresa E. León Jimenes, ha representado una oportunidad extraordinaria dentro del velado panorama que se dibuja en la escena bibliográfica nacional sobre este tema. El grupo de autores que lo firma ha asumido este proceso con perseverancia, rigor y gran entusiasmo. La forma final del libro es prácticamente idéntica a la prevista en el proyecto que presentamos al Grupo León Jimenes en noviembre de 2003: primó la idea de armar un texto de perfil académico, con las bondades de una presentación eminentemente gráfica, atendiendo a la naturaleza del objeto de estudio, la arquitectura, una de las expresiones más sublimes y complejas de la plástica a través de los siglos. La propuesta de reunir en un discurso continuo el conocimiento de varios autores capaces de articular una visión y una estética coherentes, pareció acertada, al igual que la de involucrar a los fotógrafos más experimentados y sensibles en la práctica tan exigente del retrato arquitectónico. El título de este volumen quiere identificar un flujo historiado que, en su lectura, logra construir una idea de la arquitectura dominicana. En este sentido, el libro ha sido orquestado con el concierto de Esteban Prieto Vicioso, quien se encargó de la Primera Historia, relativa a la fundamental y cada vez más extinta arquitectura vernácula y su amplia expresión popular; Eugenio Pérez Montás, quien nos regaló su prosa inspirada y erudita en las Historias relativas a los capítulos de la colonia y la temprana república; un servidor, quien asumió las Tercera y Cuarta Historias, las del tránsito y la transformación de la modernidad durante la Era de Trujillo y los inicios de la democracia representativa hasta 1978. La Sexta Historia es la de José Enrique Delmonte, quien nos ofreció una visión fresca e imparcial de la difícil y movediza escena contemporánea. Una especie de advertencia final se resume en algunas Páginas para una Historia Futura. Para los 4 autores, articular estas historias fue fácil. La división en períodos cronológicos es siempre una manera de aproximarse a estos estudios con cierta precisión. Los períodos asumidos se vinculan con bastante organicidad al desarrollo histórico nacional y corresponden a acontecimientos relevantes en las
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32|INTRODUCCIÓN
expresiones artísticas y sociales de la disciplina de estudio. Para tener un sentido apropiado de la conti-
Algunas reflexiones temáticas
nuidad histórica, se hace imprescindible leer una historia a continuación de la otra, aunque cada una con-
La arquitectura es un arte y es una ciencia. Pocos oficios humanos se desempeñan con una amplitud
forma un discurso coherente en sí mismo.
tan abarcadora, con una visión tan totalizante del mundo. Es frecuente asociarla también a la estructura
Hay autores que trascienden los márgenes de tiempo acotados en cada capítulo, y en consecuencia,
de un lenguaje, visión de reciente vigencia en los círculos intelectuales de la posmodernidad. Hay todo
iniciar o terminar una historia requiere de una determinada transición que a veces puede solapar las
un alfabeto de formas, de modos de concebir la gramática del espacio construido, que va mucho más
consideraciones. Dentro de este enfoque, las historias se suceden con verdadera coincidencia de vi-
allá de la común noción de los estilos históricos, si bien la referencia a éstos como categorías de análi-
sión, con un acuerdo tácito en los principios críticos fundamentales. Aunque la consulta puede ser es-
sis estético es inevitable.
pecífica dentro del devenir de las historias, en realidad, el texto pide ser leído linealmente para dar con-
Tres condiciones deben coexistir para la realización de una obra maestra de la arquitectura. La primera
tinuidad a los personajes y los hechos. Esta indicación es particularmente importante en la lectura de
es la necesidad de la misma dentro de la sociedad que pagará por ella. La segunda es la elección de la
las Segunda y Tercera Historias, y en las Cuarta y Quinta, que deben ser entendidas como bloques in-
persona correcta para originar su creación y llevar de la mano su desarrollo. La tercera es encontrar la
tegrales y sucesivos.
oportunidad precisa, en otras palabras, los factores económicos y sicológicos deben ser los apropiados.
El impulso de hacer de esta publicación un proyecto enciclopédico, definitivo, capaz de incluir exhausti-
Estas condiciones apartan a la arquitectura de las otras formas de iniciativa humana. Probablemente, la
vamente todos y cada uno de los temas relativos a la materia del estudio, tuvo que ser controlado con-
definición que más se acerca a una interpretación real del oficio del arquitecto, y en consecuencia de la
tinuamente. El lector podrá identificar obras atribuibles a uno que otro autor que no han sido reseñadas;
Arquitectura, es la de Pevsner en su revolucionario texto Esquema de la Arquitectura Europea (1943). Allí
podrá entender que algún edificio posee las características necesarias para ser considerado en el re-
establece la diferencia entre una obra de construcción simple y una obra de arquitectura, tal como cita-
cuento –e incluido en la ardua selección gráfica– o que algún arquitecto debió ser reconocido como re-
mos a continuación:
levante. Este riesgo es propio de todo trabajo de esta naturaleza y estamos conscientes de que ese ti-
“Una nave para guardar bicicletas es una construcción; la catedral de Lincoln es una obra de arquitec-
po de vacíos suelen ser inevitables y por ello nos adelantamos a pedir disculpas por cualquier omisión o
tura. Casi todo lo que encierra espacio en una escala suficiente como para permitir que un hombre se
distorsión prospéctica.
mueva en él, es una construcción; el término “arquitectura” se aplica exclusivamente a edificios proyec-
En términos de la presentación documental, en la mayoría de los casos en que se pudo obtener la in-
tados para suscitar una emoción estética. (...) Lo que diferencia la arquitectura de la pintura y de la es-
formación, después de su nombre, se han señalado entre paréntesis las fechas de vida de un autor o
cultura es precisamente su sentido espacial. En esto, y en esto sólo, ningún otro artista puede emular al
la data de inauguración de un edificio. Las imágenes gráficas seleccionadas para complementar los tex-
arquitecto. Así, pues, la historia de la arquitectura es la historia del hombre en su labor de organizar y dar
tos poseen una naturaleza dual. Consideramos importante dotar al volumen de un sólido soporte de ve-
forma al espacio y por eso, el historiador debe siempre tener presente los problemas espaciales”.
racidad histórica, reproduciendo documentos inevitables extraídos de varios archivos institucionales y
Esta gramática de la arquitectura puede ser redactada desde la práctica académica o desde la imagina-
privados, a la vez que acudimos a los archivos de fotógrafos como los veteranos Max Pou y Onorio
ción de cualquier mortal. Su uso es autónomo y, en sociedades poco institucionalizadas como la nues-
Montás, o realizamos nuevas fotografías especialmente tomadas para el proyecto, de nóveles autores
tra, demuestra su poco apego a las normas vigentes en materia de construcción. Ni hablar de aquellas
como Ricardo Briones, Jochi Marichal, Lowell Whipple, Eddy Guzmán, Luis Nova y Francisco Manosal-
convenciones propias de la gran arquitectura universal, ignoradas por el vasto público. Su impacto en el
vas. Al final del libro se ofrecen los créditos correspondientes a la procedencia de cada imagen. Espe-
territorio es enorme y no sólo permite la realización de las funciones de la sociedad, sino que determina
ramos que el resultado demuestre la calidad de sus autores y evidencie la importancia de la selección
un complejo sistema de símbolos de múltiples significados. En este sentido, la arquitectura es continen-
gráfica.
te y contenido. Su participación en la construcción de la identidad cultural de un pueblo, en tanto arte
Los pies de fotos han sido diagramados en un orden horizontal, leídos de izquierda a derecha y de
social y representativo de los más avanzados logros materiales y creativos del hombre, es poderosa y
arriba abajo en cada página. La secuencia de las fotos no obedece estrictamente al texto; se ha con-
eterna.
cebido como una especie de película simultánea que le acompaña y le enriquece. Las citas y referen-
En el proceso de redacción de estas historias, nos hemos visto precisados a iniciar con la identificación
cias bibliográficas han sido dispuestas al final de las 6 Historias, debidamente identificadas por capí-
de aquellas obras de sobresaliente factura, que han poblado el país a lo largo del tiempo y a lo ancho
tulos.
del espacio. Hay edificios determinantes por sí mismos de importantes cambios culturales y tecnológi-
INTRODUCCIÓN
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cos y, a través de su influencia, definen modos de entender el espacio y las épocas estilísticas. Estos epí-
identidad. No en vano las mismas etnias aborígenes, los mismos colonizadores, los mismos piratas y los
gonos son capaces de reorientar el proceder del diseño y la construcción –oficios paralelos sin los que
mismos próceres nos han definido; los mismos alisios, casi los mismos ciclones y otros fenómenos at-
la buena arquitectura no podría existir–, cuyo aporte a una idea de lo propio debe ser rescatado por la
mosféricos; las aguas de un mismo mar nos unen más allá de lo poco que somos capaces de recordar.
crítica histórica. Bastaría citar ejemplos como la Catedral Primada y la Basílica de Higüey o el Alcázar de
Paralelamente, hay que acotar las vicisitudes a las que está sometido este patrimonio. Porque de eso se
Colón y el Banco Central de la República Dominicana, que son paradigmas tipológicos extremos capa-
trata: del cúmulo de obras que conforman la experiencia nacional, del legado de nuestros predecesores
ces de demostrar los cambios sociales, no sólo artísticos, de un pueblo en el tiempo.
y del que seamos capaces de dejar a las generaciones por venir. Después de muchos años de práctica
Por otra parte, siempre existe esa suerte de tejido amorfo, pero consistente, esa especie de conjunto co-
y de estudio del medio local, nos resulta propicio resumir aquí algunos retos que, como nación organi-
ral que propone el escenario para la cotidianidad, en general, conformado paulatinamente por las vivien-
zada, nos toca asumir en el futuro inmediato a fin de desarrollar un cuerpo de obras de mayor calidad y
das, los edificios de menor escala, en fin, por el universo de la domesticidad. Este estudio se concentra
representatividad.
en la revisión de ambos extremos. Posee una naturaleza inclusivista, aunque en realidad se han querido destacar aquellas obras características de un oficio cabal de la arquitectura, producto del mestiere pro-
Coherencia artística, rigor técnico
fesional del autor. Se busca reconocer no sólo el trabajo final, el objeto construido, sino determinar, den-
En primer lugar, reconocemos que nuestra arquitectura sufre de un mal generalizado, no tan diverso a lo
tro de lo posible, en qué medida la obra acude al levantamiento del andamiaje cultural dominicano. Cons-
que ocurre en otros países de desarrollo cultural similar: es poco frecuente ejecutar los proyectos con el
truye, en síntesis, una historia localizada y representativa de un ámbito geográfico, de un colectivo hu-
rigor técnico necesario, con la calidad de ejecución impecable y la coherencia artística propias de los paí-
mano. No se trata de desvelar una dominicanidad tan abstracta como innecesaria; se trata de retratar
ses más avanzados. Diversas razones explican este fenómeno, no sólo la económica. Además, cuando
aquellas instancias más nobles que han levantado una cultura formal, que han contribuido a modelar los
se logra esa rara obra dotada de la fuerza y la belleza necesarias, su permanencia integral es penosa-
espacios en los que la dominicanidad se desempeña y con los que se identifica. Se trata de bautizar la
mente corta en el tiempo. Las obras se mutilan, se bastardizan, se reducen a un mero instrumento de
arquitectura en la República Dominicana, de darle nombre propio.
producción, de tal manera que su legitimidad como representación artística y cultural se supedita a la función que desempeñan, salvo en las escasas excepciones de edificaciones de importante representa-
34|INTRODUCCIÓN
Una identidad nacional
tividad institucional, operadas por mecenas conocedores del bien que administran. Inventario mínimo, en
Uno de los más recurrentes temas abordados por la crítica latinoamericana en las últimas décadas –en
verdad.
realidad, durante gran parte del siglo XX– ha sido el de la identidad nacionalista en la arquitectura, el de
En consecuencia, al hablar de Arquitectura Dominicana, con mayúsculas, nos referimos muy frecuente-
la búsqueda de una determinada expresión de nacionalidad a través de la obra construida. Para esto,
mente a un hecho casi efímero o inexistente. Es referirse a las intenciones, a las aspiraciones proyectua-
escriben los historiadores, muchos arquitectos se han valido de todo un repertorio de citas formales, al-
les, más que a una presencia concreta en el espacio y, sobre todo, en el tiempo. Aunque parezca irrele-
gunas literales, otras abstractas, que suelen reflejar empaques de dudosa originalidad y acusada super-
vante destacar este aspecto, es importante señalarlo a fin de actuar de inmediato en pos de una con-
ficialidad. La verdadera materia prima de la arquitectura, el espacio, es muy difícil de manejar en esta ina-
cientización, tanto de la empresa privada como de las autoridades públicas, dirigida a la consecución
sible búsqueda, ya que sus valores son, en realidad, intrínsecos y universales.
plena de obras de arquitectura de prestancia global.
Sí, es posible reconocer un determinado carácter, una cierta expresión de identidad en las maneras, en el
Es por esto que la documentación de la memoria es fundamental. Escribir un libro sobre este tema es,
trato de la luz, en la entrega a la omnipresente naturaleza, en la paleta de materiales y formas que suelen
antes que nada, una reflexión de cada autor en torno a los aspectos más significativos que dieron vida
acompañarles como resultado de las tecnologías y métodos constructivos. Hasta la manera en que los
al hecho físico. Pero no es sólo el hecho en sí. Es también el aporte que éste ha significado en la cons-
asentamientos espontáneos o los barrios pericentrales se definen hoy, refleja un proceder de origen pre-
trucción del patrimonio cultural dominicano. La posibilidad de verbalizar las ideas, de convertirlas en pa-
hispánico. Es en este sentido que resulta factible admitir un marcado espíritu regional –el genius loci– de
labra impresa, se traduce entonces en una cuestión de trascendencia que hemos asumido con total co-
la arquitectura dominicana, que la extiende a un primer ámbito de las grandes Antillas hispánicas, Cuba y
nocimiento, conscientes de los riesgos relativos a las perspectivas y a la noción crítica que éstas impli-
Puerto Rico, y a un ámbito de mayor circunferencia, que se aproxima al rosario de las otras Antillas, has-
can desde una posición contemporánea. Este peligro se agudiza en las historias más recientes que re-
ta alcanzar los territorios de la Tierra Firme inmediata, entendido por la noción ya establecida en la carto-
latan los períodos de 1961 a 1978 y de 1978 a 2006, en las que, inevitablemente, se podrán ignorar au-
grafía del Gran Caribe. Dentro de este escenario geográfico e histórico poseemos, sin duda, una fuerte
tores o hechos de relevancia para determinados individuos o sectores de la comunidad nacional.
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La planificación, ¿existe? El discurso expuesto anteriormente es consecuencia de la imposibilidad real de sostener una planificación de obras consistente y determinada. Este hecho puede advertirse, sobre todo, en los frustrados planes urbanísticos de tantas administraciones locales y centrales y en la ejecución de proyectos de muy diversa naturaleza en todo el territorio nacional. El eterno problema energético no es más que un ejemplo familiar que traer a colación. Pero esta problemática invade a casi todos los sectores de la vida republicana, sobre todo en las esferas públicas, en las que predomina la acción dirigida a obtener resultados políticos de la gestión técnica en las instancias competentes. La planificación es la base de cualquier plan de desarrollo. Con ella puede eficientizarse la utilización de recursos de toda índole –humanos, económicos, territoriales, etc.– orientados hacia un bien común, que pueda dirigir las acciones tanto individuales como colectivas de toda iniciativa. Una resultante actual de esta incapacidad es la noción cada vez más reconocida en los ambientes intelectuales de que el instrumento de la planificación per se es incapaz de llevar de la mano a nuestras ciudades hacia un estado de bienestar, calidad ambiental y disfrute del entorno inmediato. Los vectores de actuación que se aprecian en la gestión del territorio son tan poderosos y hasta difíciles de reconocer que se hace imprescindible acudir a otra escala de gestión, que es aquella del urbanismo de proyectos. Esto es, estructurar las ciudades en base a una serie concertada de acciones concretas, dispersas y cuidadosamente escogidas dentro del tejido urbano capaces de dirigir el crecimiento y el desarrollo hacia determinados ámbitos, referidos a los equipamientos públicos, a la participación de la empresa privada en el manejo y control del suelo y, sobre todo, al diseño cada vez más necesario del espacio público como andamiaje estructurador de la vida ciudadana. Este hecho está apenas comenzando a ser intuido por los síndicos y los otros actores responsables de la calidad de vida en los diversos escenarios del país.
Las obras públicas Para alcanzar este estadio de consciencia es necesario que la sociedad dé plena vigencia a la noción de que la obra pública se asigna en base a un criterio de racionalidad, que asegure, por un lado, el buen uso de los recursos asignados a las acciones públicas y, por el otro, la ejecución correcta y planificada de las obras en cuestión. En ello juega un rol fundamental la forma de asignación de las obras, en la que el concurso como instrumento democrático y transparente desempeña un rol estelar. Toda sociedad organizada ha de tener vigente un sistema en el que la ejecución profesional de una obra pública sea la norma y no la excepción. Para asegurarlo se deben trazar las pautas de calidad y representatividad del conglomerado social, con la finalidad de que el resultado sea sujeto de aprecio, orgullo y legitimización. Esto es hacer Patria. En la actualidad los avances más notables en materia de diseño se encuentran en el universo privado, sobre todo en obras de mediana y pequeña escala, tanto institucionales como domésticas. Basta seña-
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lar los proyectos de las grandes empresas nacionales, de los empresarios del sector inmobiliario y de los inversionistas en la industria del turismo.
Ingeniería y arquitectura Dos disciplinas complementarias. Una de marcada orientación técnica, la otra de reconocida naturaleza artística, han sido en nuestro país consideradas como opuestas y hasta cierto punto rivales. El origen de esta noción recae en la academia. A diferencia de otras culturas en las que la arquitectura ha sido reconocida, desde tiempos inmemoriales, como la madre de todas las artes, en nuestro caso estuvo supeditada a los estudios de la ingeniería civil desde que se fundara la carrera en la Universidad de Santo Domingo, institución en la que podía obtenerse el título de Ingeniero Arquitecto como una especialidad de estudios, una suerte de major, concentrando en los últimos dos años de carrera del pensum de Ingeniería Civil, materias específicas del curriculum tradicional de la arquitectura: historia, diseño, urbanismo, composición, dibujo, materiales, etc. Para complicar las cosas, la legislación dominicana otorgaba la posibilidad a todos los ingenieros de diseñar edificaciones con la misma legitimidad que a los arquitectos. Esta extraña pero entendible distorsión fue producto del crecimiento a destiempo de la academia local. Lo importante es tener en cuenta ese hecho, inexistente en otros países latinoamericanos en los que la arquitectura ha tenido identidad propia por varios siglos, siguiendo la usanza europea y norteamericana en la cual gran parte de los funcionarios públicos relativos al tema –ministros de obras públicas, directores de urbanismo, responsables de la gestión de la vivienda, etc.– han sido arquitectos, a diferencia de la costumbre local de perpetuar a los ingenieros civiles en estas responsabilidades. El arquitecto, desde la óptica local del ingeniero cilvil, ha sido entendido como un dibujante. Como el “profesional” subalterno encargado de “decorar” o hacer hermosos los edificios. Nada más distante de la realidad de los países desarrollados, es esta noción tan estrecha e interesada. La verdad es que ha sido contraproducente prescindir de la capacidad de comprensión del hecho urbano del arquitecto. La ciudad ha sido entendida no como un espacio de vida para los seres humanos, sino como un sistema estrictamente estadístico, despojado de toda historia, de toda tradición e identidad, en la que los parques, elevados, túneles y otras obras públicas obedecen a la operatividad vehicular más que a una visión integral del espacio público. Ahí están las ciudades dominicanas para comprobarlo.
Vivienda y ciudad Uno de los temas pendientes y a la vez urgentes es el de la vivienda y, paralelamente, el de la ciudad. El de la vivienda es frecuentemente interpretado, de nuevo, como un valor negativo, como una ausencia. En realidad es mucho más, y en esta falta de visión hemos perdido oportunidades preciosas de configurar de manera mucho más amable nuestros entornos urbanos. La principal protagonista de la estructura urbana es la vivienda. Su participación en la definición espacial es fundamental, ya que con su masa, con su volumen, se adquire la forma básica del tejido principal del urbanismo. Cual performance esce-
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nográfico, siempre, en cualquier ciudad existen dos actores principales: los solistas y el coro; los gran-
pierda por las presiones inmobiliarias sobre el suelo urbano, o por la entendible indiferencia de sus pro-
des monumentos públicos e institucionales, de gran escala y masiva presencia, y el grano continuo de
pietarios?
la vivienda, como célula integradora del perfil ciudadano.
Las respuestas no están a la mano. Es necesario generar una reflexión sobre el tema y estructurar un
En este aspecto las iniciativas públicas y las privadas han tenido diversa participación. Tal y como ocu-
fondo para la adquisición de determinados inmuebles, acompañados por una estrategia de reconoci-
rrió en varias de las naciones latinoamericanas durante las décadas intermedias del siglo XX –México y
miento y nominación patrimonial. Países como Colombia han sido capaces de crear instancias de nomi-
Venezuela son probablemente los modelos más reconocidos– el Estado desempeñó un papel fundamen-
nación que involucran hasta edificaciones del siglo XX dentro de su inventario monumental arquitectóni-
tal en la provisión de viviendas públicas para los estratos sociales medios y bajos, con la notabilísima ac-
co, algo verdaderamente inusual. La gran pregunta es: ¿Nos interesa en realidad conservar esos edifi-
tuación de arquitectos de la talla de Mario Pani y Carlos Raúl Villanueva. Igualmente ocurrió en la Repú-
cios hechos producto de nuestra acción como sociedad organizada?
blica Dominicana, en su momento. Tanto Rafael Leonidas Trujillo como Joaquín Balaguer, dos de los
El destacado crítico de arquitectura del New York Times, Herbert Muschamp, escribió en su artículo ti-
mandatarios más longevos de la historia republicana, desarrollaron ambiciosos planes de vivienda y
tulado “The Secret History of 2 Columbus Circle”:
asentamientos urbanos, muchos de los cuales constituyen parte integral de la estructura citadina de
“Un edificio no tiene que ser una importante obra de arquitectura para convertirse en un hito de primera
nuestros días. Por otro lado, la gestión inmobiliaria privada ha logrado, sobre todo en las dos últimas dé-
categoría. Los monumentos no han sido creados por los arquitectos. Son imaginados por aquellos que
cadas, configurar zonas enteras de las ciudades dominicanas, en base a un esquema apoyado por el
les encuentran después de construidos. La esencia de un monumento no es su diseño, sino el lugar que
sistema financiero nacional y por las normativas municipales, sobre todo en los casos destacados de las
ocupa en la memoria de una ciudad. Comparado con el espacio que asume en la historia social, las ca-
avenidas Anacaona y Sarasota y del Polígono Central en la ciudad de Santo Domingo.
lidades artísticas de un monumento son incidentales” .
Queda pendiente de discernir en un plazo no muy largo el papel que en este proceso corresponderá de-
Hay que entender los beneficios de proteger el pasado y evitar su destrucción. Conservar nuestros mo-
sempeñar al Instituto Nacional de la Vivienda –INVI– y al Consejo Nacional de Asuntos Urbanos, CONAU.
numentos nos confiere una sensación de continuidad entre pasado y presente, así como una valoración
Patrimonio arquitectónico
de los logros que sobreviven al individuo mismo. Resguardemos nuestros logros para los futuros dominicanos...
Es posible que el principal tema pendiente en la agenda de la arquitectura nacional sea el del manejo del
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patrimonio arquitectónico. Su conservación y valoración se inicia en la década de 1940, a raíz de uno de
Agradecimientos
los sismos que nos frecuentan. Los años 60 produjeron la institucionalización del sistema de protección
Este proyecto ha sido el fruto de sus autores y es su única responsabilidad. No obstante, en él han co-
patrimonial, a partir de la creación de la desaparecida Oficina de Patrimonio Cultural, instancia desde la
laborado numerosas personas cuyo valioso aporte deseo reconocer.
que se logró articular el rescate de innumerables viviendas y edificios del centro histórico de la ciudad ca-
Los textos o partes de los mismos han sido leídos y comentados por Roberto Segre, Pedro Delgado Ma-
pital. Su acción permitió un historial de salvaguarda ejemplar en América Latina, junto a la Comisión de
lagón, Frank Moya Pons, Lidia León, Pedro José Borrell, Milán Lora, Erwin Cott, Omar Rancier y Rafael
Monumentos Históricos de la ciudad de Santo Domingo de Guzmán.
Martínez Alés. Mauricia Domínguez hizo sugerencias de forma y, sobre todo, de fondo, que agradezco.
Producto de un proceso de reingeniería del esquema institucional predominante, se integra la OPC a la
Muchas de estas observaciones fueron integradas al discurso.
estructura orgánica de la Secretaría de Estado de Cultura. De este modo, la gestión del patrimonio ar-
A lo largo de demasiados años, el continuo proceso de entrevistas a los protagonistas vivos de estas his-
quitectónico se iguala a la de otras disciplinas culturales, con requerimientos de una atención y de pre-
torias –algunos de ellos hoy fallecidos– produjo un enorme volumen de información, que nos sirvió para
supuestos diversos.
confrontar perspectivas y aclarar los contradictorios y oscuros escenarios del pasado. En tal sentido es-
Conservar el patrimonio arquitectónico de una nación ha sido y será siempre un tema espinoso. Se tra-
tamos en deuda con un gran número de profesionales y de personas entre las que quisiéramos citar a
ta, en primer lugar, de escoger aquellas obras que constituyen un bien innegable para la construcción de
José Ramón Báez López Penha, Teófilo Carbonell, Miguel Vila, Ramón Vargas Mera, Fray Vicente Rubio,
la identidad nacional, tanto las de propiedad pública como las de propiedad privada. Y es aquí donde se
Milton Ginebra, Gustavo Moré González y A. Rodríguez Derrien, destacados profesionales ya desapare-
complica el asunto. ¿Cómo asumir dentro del catálogo nacional de monumentos, obras del universo pri-
cidos. Entre los que nos siguen regalando sus anécdotas y recuerdos están Leonte Bernard Vázquez,
vado? La adquisición de un inmueble por el Estado, bien generalmente costoso, no es una inversión fá-
Emilio Almonte, Manuel Salvador Gautier, William Reid Cabral, Rafael Tomás Hernández, Erwin Cott, Fred
cilmente entendible por las autoridades oficiales. ¿Qué hacer entonces? ¿Permitir que este patrimonio se
Goico, Rafael Calventi, Marcial Martínez, Víctor Pizano, Víctor Bisonó, César Iván Feris, Luis Eduardo
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Delgado, Manuel Delmonte Urraca, Pedro José Borrell, Milán Lora, Plácido Piña, Pedro José Alfonso, Teódulo Blanchard, Oscar Imbert, José Manuel Reyes, Mariano Sanz, Luis Simpson, Nelson Viñas y muchos más. Quiero precisar mi agradecimiento sincero a todos los fotógrafos que han colaborado en este proyecto. Sin ellos, el trabajo hubiera sido un desierto. A Jochi Marichal, quien atravesó el país con su cámara y su entusiasmo, al igual que el sin par Ricardo Briones. Onorio Montás me acompañó en el vital proceso de selección de las imágenes. Eddy Guzmán, amigo de tantos recuentos, brindó su arte, pionero en la fotografía arquitectónica dominicana. Lowell Whipple, Francisco Manosalvas, Esteban Prieto y César Payamps, me permitieron escoger entre sus valiosas imágenes de archivo. El inventario fotográfico de la revista Archivos de Arquitectura Antillana ilustró gran parte de la VI Historia. Eugenio Pérez Montás me permitió el uso de algunas imágenes extraídas de su obra excepcional, La Ciudad del Ozama. Enrique Penson nos cedió generosamente el derecho al uso de su extraordinaria recopilación gráfica sobre la Arquitectura Dominicana 1906-1950; Manuel García Arévalo permitió también la inclusión de varias imágenes de sus postales dominicanas, originalmente recopiladas por mi padre, Gustavo Alberto Moré, en su asombrosa colección filatélica, al igual que Manuel Pappaterra, agudo coleccionista dedicado a las imágenes de la arquitectura en la Filatelia dominicana; Max Pou, enorme figura del lente nacional, siempre nos regaló sus mejores fotos, del tesoro gráfico que sobre la arquitectura moderna dominicana reposa en sus archivos; y especialmente, quiero agradecer la generosidad del amigo italiano Stefano Topuntoli, quien nos ofreció íntegro, su fundamental catálogo de transparencias, realizadas durante el trabajo encargado a Virgilio Vercelloni para el Atlas histórico de la Ciudad de Santo Domingo, publicado en Milán en 1991. Agradezco sinceramente el bello trabajo de diseño de Lourdes Saleme y su equipo, incansable, meticulosa, profesional y elegante al mismo tiempo. Quiero dedicar este libro a la memoria de mi padre, Ing. Arq. Gustavo Alberto Moré, quien nos dejó justo en sus inicios. Sé que para él este proyecto hubiera significado mucho. A mi madre Mariuccia Guaschino de Moré, a mi esposa María Cristina y a mis hijos María Elena, María del Mar y Gustavo José y a mis hermanas, les agradezco de todo corazón su enorme apoyo durante todo este proceso. Sólo nos resta manifestar nuestra gratitud por la elegancia en el trato y por la oportunidad brindada, a toda la organización E. León Jimenes y sobre todo a su enlace, el Lic. Félix Fernández. Este esperado libro es producto de la visión integral de la cultura nacional que ellos, a través de su mecenazgo ejemplar, se empeñan en construir. Colaborar en este afán es un honor y una responsabilidad. La posibilidad de acceder a la página es tan escasa en el país, tan poco frecuente, que conviene celebrar su existencia con alegría. Esperamos que el esfuerzo del colectivo que ha trabajado con fe en el proyecto resulte en una obra útil, capaz de evidenciar la riqueza de este patrimonio nacional, dentro del panorama global del que cada vez más, participamos, y así potenciar a su conservación y aprecio en las presentes y futuras generaciones. Gustavo Luis Moré. Santo Domingo, agosto de 2008.
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1
ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR
Esteban Prieto Vicioso
1.1
La arquitectura indígena La Española, segunda isla en tamaño de las Antillas o islas del Caribe, fue bautizada así por el Almirante Cristóbal Colón al llegar a ella el 5 de diciembre de 1492, nombre que ha mantenido hasta nuestros días. Sus primitivos habitantes la llamaban Haití, que significa aspereza o tierra montañosa, y según Pe-
Doble página anterior: Diversos tipos de arquitectura vernácula y popular dominicana. Fotos Esteban Prieto Vicioso
dro Mártir de Anglería también la llamaban Quisqueya, queriendo significar con este nombre que era “una cosa grande y que no tiene igual”.1 Además se le ha denominado La Española de Santo Domingo, Hispaniola o Isla de Santo Domingo, nombre, este último, utilizado tanto por los españoles como por los franceses y haitianos durante su ocupación de la misma.
Cocina con paredes de palos parados, en Estebanía, Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso. Detalle de horcón con horqueta.
Estudios antropológicos y arqueológicos han confirmado que las islas que conforman las Antillas fueron habitadas originalmente por poblaciones aborígenes procedentes de la cuenca del Orinoco venezolano, que no se adaptaban a la vida sedentaria. El historiador Frank Moya Pons2 distingue, sobre la base de los datos arqueológicos que se tienen, cuatro períodos migratorios hacia las Antillas. El primer nivel de asentamiento en las islas corresponde a los pueblos pertenecientes a la llamada cultura de la concha, en la que las viviendas se colocaban a lo largo de las orillas de los ríos, de los estanques, de las ensenadas y de las bahías marinas. Se ignoraba la elaboración de platos, cuencos y demás instrumentos de vajilla; no tenían ningún tipo de agricultura; estas poblaciones, llamadas siboney, se asentaron en algunas regiones de La Española y de Cuba y en todas las Antillas Menores. La segunda oleada migratoria, procedente del continente sudamericano, corresponde al nivel arqueológico denominado igneri. Pertenecían al gran tronco de los arawak, del tipo de la floresta tropical, y consiguieron ocupar la isla de Trinidad y las Antillas Menores, y llegaron hasta Puerto Rico y La Española, imponiéndose o absorbiendo a los siboneyes. La elaboración de cerámica en el período de los igneri fue la más refinada de Las Antillas. El tercer período corresponde a la gran expansión arawak que llevó a la extinción de los residuos siboney que todavía quedaban en la isla de Santo Domingo, Cuba, Jamaica y las Bahamas. En este período se sitúa el origen de un desarrollo independiente de las tradiciones culturales continentales, que permitió
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Cocina con paredes de palos parados, sin embarrado. Foto Esteban Prieto Vicioso. Bohío de palos parados con embarrado. Foto Esteban Prieto Vicioso. Techo de Yagua en Cachote, Barahona. Foto Esteban Prieto Vicioso. Pared de palos verticales o palos parados, herencia indígena en la arquitectura vernácula dominicana. Foto Esteban Prieto Vicioso.
a los habitantes de las Antillas Mayores crear una cultura diferente, que hoy se suele definir con el nombre de cultura taína. El cuarto y último período se inició en torno al siglo XI, con una nueva oleada de grupos pertenecientes todavía al tronco de los arawak, pero con características culturales diferentes de las poblaciones igneri y de las taínas. Se trataba de los temibles caribes. La ocupación territorial de los indígenas de La Española venía dada por muchos pueblos y pequeños poblados ubicados a orillas del mar, en las riberas de los ríos, en los valles y alrededor de lagos y lagunas, rodeados de “muchas labranzas a manera de granjas”.3 Estos pueblos eran gobernados por señores que daban cuenta a los caciques, que eran una especie de virreyes, que conformaban una provincia o cacicazgo, en el que la autoridad máxima era el cacique principal. En la isla había cinco consabidos cacicazgos, los cuales tenían sus capitales o villas principales. Basándonos en datos dados por los Cronistas de Indias, podemos decir que las viviendas estaban agrupadas sin disposición de calles y aparentemente sin ningún modelo urbano establecido. Sólo en las principales villas, las cuales podían tener hasta ocho mil bohíos,4 según los cronistas, se veía cierto ordenamiento. La Villa de Guacanagarix, por ejemplo, en el reino o cacicazgo de Marién y próxima a la Villa de Puerto Real, tenía una plaza central y dos calles cruzadas que dividían la ciudad en “quatro barrios de desconcertada muchedumbre, porque en ellos no se encuentran calles algunas...”5 La plaza central era cuadrada y grande, encontrándose en la mitad de ella el bohío del rey, de unos 27 por 8 metros. Al Sur de ella se encontraba otra gran casa que alojaba a los guardias y la cárcel. Otras edificaciones importantes de la plaza eran el templo, de unos 16 metros por lado, y la cocina, donde había unas 40 indígenas haciendo casabe y cocinando para el cacique principal y sus caciques. Todas estas construcciones, así como los caneyes o viviendas de planta circular que utilizaba la mayoría de la población, eran de madera, techados de cana, yarey, paja o yagua. En la plaza central había siempre un espacio para el juego de la pelota, al que los taínos llamaban batey. También
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Casa con paredes y techo de yaguas, en el Noreste de la isla. Foto Esteban Prieto Vicioso. Paredes de palos parados, típicas de la región Sur. Estebanía. Foto Esteban Prieto Vicioso.
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a la salida de los pueblos había lugares de éstos, con asientos para los espectadores. En estas plazas se desa-
Estas conocidas descripciones de Oviedo sobre los dos tipos de casas usadas por los tainos de La Es-
rrollaban además los areytos, expresión musical de cantos y danzas simultáneas “mediante la cual los taínos na-
pañola, aceptadas y repetidas por más de 400 años por un sinnúmero de historiadores, están siendo
rraban cantando y bailando al son de melopeas e instrumentos rencos, sucesos de notable importancia”.6
cuestionadas por algunos arqueólogos e investigadores.
Se sabe que los taínos desarrollaron variados estilos cerámicos con modalidades propias que difieren,
Ya Sven Lovén en 1935, en su libro Origins of the Tainan Culture, West Indies, argumentó que el tipo de ca-
en cuanto a sus formas de manufactura y rasgos decorativos, de los estilos continentales originarios. Es-
sa de planta rectangular y supuestamente usado por los caciques, era de influencia europea y no existía en
ta evolución estilística relativa a la cerámica revela una dinámica de cambio, que también se manifiesta
la época del precontacto.8 Luis Antonio Curet se une a esta teoría y aporta evidencias de tres casos de es-
en su vida práctica y en los demás aspectos tecnológicos, sociales, rituales, etc., que identifican sus mo-
tudio en Puerto Rico, publicados en la revista Latin American Antiquity en 1992. Posteriormente los arqueó-
dos de producción. También la arquitectura debió haber sufrido sus mutaciones, paralelas a esa evolu-
logos cubanos Jorge Calvera y Juan Jardines,9 luego del descubrimiento del sitio arqueológico de Los Bu-
ción estilística que vemos en la cerámica. Una vez lograda esa adaptación necesaria debida al cambio
chillones, plantean también que la planta rectangular de los bohíos tainos es producto de la transculturación.
de su ecosistema, se puede decir que nació la tecnología apropiada en la isla.
Pero al leer la relación que el escribano Rodrigo de Escobedo hace a Cristóbal Colón en los últimos días
Ningún grupo cultural indoantillano utilizó la piedra como material de construcción arquitectónica. Los más
del mes de diciembre del 1492,10 luego de visitar el poblado del cacique Guacanagaríx, vemos que la
adelantados de esos grupos construyeron sus viviendas con materiales vegetales, que naturalmente no po-
planta rectangular no era desconocida por los indígenas, ya que la casa del mismo cacique era de esa
dían resistir las inclemencias del tiempo, mientras los de mayor atraso eran habitantes de abrigos rocosos y
forma y medía aproximadamente 26.90 por 8.40 metros, siendo mucho más grande que las demás ca-
cavernas, por lo que no llega hasta nosotros ningún tipo de edificación construida por ellos. Es con la llega-
sas del poblado, que debieron haber sido, todas o la mayoría, de planta circular. Con la relación, fueron
da de los españoles en 1492 que nace nuestra historia documentada y con ésta, por tanto, llegan a nosotros
entregados dos dibujos, realizados por Juan Salsedo o, más bien, Pero de Salsedo, uno de un bohío o
los primeros datos ideográficos sobre las construcciones indígenas que había en ese momento en la isla.
casa de los caciques, de planta rectangular, y otro de un caney o casa de indios, de planta circular, que
Sólo las investigaciones arqueológicas realizadas en los sitios donde se encontraban los bateyes indíge-
debieron haber sido los que sirvieron de modelo a Gonzalo Fernández de Oviedo en su libro.
nas, podrían ampliar los conocimientos que sobre la materia nos han legado algunos cronistas por me-
Lo que sí podemos confirmar, de acuerdo a las diferentes descripciones que tenemos de cronistas e his-
dio de grabados y no muy exactas reseñas.
toriadores y de diversos informes arqueológicos, es que la mayoría de las viviendas de los indígenas eran
Las más amplias descripciones de los bohíos o eracras indígenas quisqueyanos las ofrece Fernández de
de planta circular, a manera de alfaneques o tiendas de campañas, de acuerdo a lo escrito por el mismo
Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias,7 donde nos describe dos tipologías utilizadas: una
Almirante en su diario, pero no podemos negar la existencia de los bohíos de planta rectangular, al me-
de planta circular y techo cónico, llamada caney, y otra rectangular con techos a dos aguas, y las prin-
nos en algunas regiones de la isla.
cipales con galerías frontales llamadas normalmente bohíos.
En cuanto a los materiales constructivos sabemos que utilizaban productos vegetales nativos como: yagua,
Dibujo de caney taino de planta circular. Fuente: Luís Joseph Peguero. Dibujo de bohío taíno de planta rectangular. Fuente: Luís Joseph Peguero. Dibujos de instrumentos utilizados en la construcción de los bohíos indígenas. Fuente: Luís Joseph Peguero. Dibujo de hamaca. Fuente: Luís Joseph Peguero.
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Planta típica de bohío de un aposento, donde la ubicación y el número de huecos varía por región.
cana, yarey, guano, palma, bejuco, etc. siendo el método de ejecución a base de postes u horcones11
Casa de palos parados con embarrado en Las Charcas, Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso.
dejando en lo alto un respiradero, recubierto por un caballete, para la salida del aire caliente y del humo
de madera que enterraban en el suelo y cañas sujetadas por bejucos con los techos de palma o paja,
de las brasas que siempre mantenían dentro de las casas. El modelo de planta circular desaparece como vivienda, pero la rectangular y los métodos constructivos evidentemente se siguen utilizando, ya que el español aprende y adapta numerosas técnicas de la tecnología vernácula antillana, debido a que no las encontraban del todo extrañas y por encontrarlas muy apropiadas al nuevo medio ecológico americano. Esto lo confirma el Padre Bartolomé de las Casas, cuando dice en su Apologética Historia de las Indias: “Yo vide casas de éstas, hecho de indios que vendió un español a otro por seiscientos castellanos o pesos de oro, que cada uno valía cuatrocientos y cincuenta maravedís”.12 O cuando dice en su Historia de las Indias que: “Para de madera y paja no pueden ser más graciosas ni más bien hechas, más seguras, limpias ni más sanas, y es placer verlas y habitarlas, y hacían algunas para los señores; y después, en esta isla Española, hicieron los indios para los cristianos tan grandes y tales, que pudiera muy bien y muy a su placer el emperador en ellas aposentarse”.13 Cristóbal Colón, Gonzalo Fernández de Oviedo, Bartolomé de las Casas, Antonio de Herrera, Pedro Mártir de Anglería, Diego Álvarez de Chanca y otros cronistas y escritores de los siglos XV y XVI describen y dan datos sobre las viviendas indígenas de la isla de Santo Domingo, pero lamentablemente ninguno especifica el tamaño de las mismas, ni las describen en forma detallada, por lo que se hace difícil reconstruir, al menos gráficamente, estas viviendas.14 Sabemos que los taínos, al adoptar el tipo de vida cacical, sustituyen las grandes malocas o bohíos colectivos por bohíos pequeños o relativamente pequeños, generándose así un mayor número de viviendas en sus poblados y creando un cambio total del patrón espacial. El investigador finlandés Björn Landström, en su libro Colón,15 presenta una interpretación gráfica de un bohío indígena, tanto en planta, alzado y corte, basada en el grabado en madera que aparece en la edición de 1547 de la Historia General de Oviedo, y en descripciones de la época, básicamente del mismo Oviedo y Las Casas, quienes no describen de una manera precisa estas viviendas. De todas formas, esta interpretación nos parece muy lógica y podría acercarse bastante a la realidad. El arqueólogo Felipe Pichardo Moya, en su libro Los Aborígenes de Las Antillas,16 hace una de las más completas descripciones de las viviendas indoantillanas, ya que reúne y analiza informaciones provenientes de los cronistas de Indias y de investigadores y arqueólogos de diferentes épocas, llegando hasta los años 50 del pasado siglo XX, época en que escribe su libro. Coincidimos con su parecer de que todavía está pendiente la realización de un mayor número de investigaciones arqueológicas en que se analicen las huellas de los horcones o postes, para intentar definir el tamaño y la forma de estas viviendas indígenas. También estamos de acuerdo con el citado autor en que se debe seguir investigando sobre la posible relación de los mayas de Yucatán con nuestros aborígenes, ya que se encuentran ciertas similitudes con algunas costumbres taínas, incluyendo los materiales y la forma de construir sus viviendas.
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1.2
Influencias y aportes foráneos El negro esclavo se manifiesta arquitectónicamente de una manera muy restringida y tímida, ya que no tenía grandes motivaciones para expresarse artísticamente, pero se puede asegurar que en Santo Do-
Casa de bajareque o tejamanil, sistema constructivo usado en la región Sur. Foto Esteban Prieto Vicioso.
mingo estos inmigrantes africanos gozaban de ciertas libertades, principalmente en los hatos ganaderos, lo que podría suponer alguna continuidad de las tradiciones constructivas de sus regiones de procedencia, que habrían pasado de generación en generación. Ya en el siglo XVIII se había generado un tipo de esclavitud feudal-patriarcal, lo que hacía posible ceder tierras y propiedades a los esclavos mediante una relación totalmente feudal o bien emplearlos como esclavos jornaleros y de alquiler, lo que produjo un proceso de cambio hacia las pequeñas propiedades campesinas y de constitución de una clase media urbana. En los Códigos Negros de la América Española17 se pueden ver claramente las limitaciones y prohibiciones que tenían los negros esclavos en cuanto a los oficios que podían ejercer, a los instrumentos que podían tener y a la construcción y disposición de sus viviendas. Pero hablando de una forma general para la región, no es sino hasta la abolición de la esclavitud o hasta la libertad obtenida por algunos de estos esclavos, que este grupo étnico se manifiesta plenamente en cuanto a su arquitectura se refiere. Artísticamente su manifestación es muy elemental, tal vez debido a una pérdida de sus tradiciones. Hay que tomar en cuenta que el 80% de los esclavos negros que se traía de las costas africanas a la región del Caribe tenían entre 18 y 25 años y éstos no duraban más de 5 ó 6 años, por lo que la reposición trajo muchas veces como consecuencia que no hubiese integración sociocultural dentro del proceso de trabajo. También es bueno anotar que tan solo el 20% de los esclavos que se trajeron eran mujeres, lo que impide que se vayan formando y creando raíces culturales profundas. En el caso de la colonia española de Santo Domingo, debido al modo de producción, fundamentado en los hatos, la vida de los esclavos africanos era más larga y la importación de los mismos era cada vez de menor número. Un supuesto modelo de arquitectura introducido por esos inmigrantes africanos es la casa construida
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Casa de bajareque o tejemanil techada con yaguas. Barahona. Foto Esteban Prieto Vicioso.
con muros de los que en República Dominicana se denominan tejamanil o de tabiques,18 que son los
José Augusto Puig, en su importante y pionero Ensayo Histórico Arquitectónico de Puerto Plata, da un
formados por setos de estacas entrecruzadas entre horcones de madera, luego recubiertos con un em-
dato bien interesante sobre la utilización del tejamanil por parte de los españoles en las primeras cons-
Largos vuelos de cana protegen las paredes laterales en los bohíos de tejamanil, en Los Bancos, San Juan. Foto Esteban Prieto Vicioso.
barrado o boñiga, o sea, tierra ligada con excremento de vaca, para darle mayor consistencia. El arqueó-
trucciones de dicha ciudad fundada por Ovando en 1502, cuando dice:
logo Elpidio Ortega, en su libro Expresiones Culturales del Sur,19 sostiene que:
“Las casas, en los principios de la villa, fueron de madera y paja; luego, en el mismo siglo XVI, en la pri-
“Esta modalidad de construcción de viviendas ha sido incluida dentro de la arquitectura vernácula rural
mera mitad, cuando el florecimiento de la ciudad, algunas se levantaron de cal y canto, sillería y tapiería,
Línea de piedras delimitando la entrada del bohío. Foto Esteban Prieto Vicioso.
como una transculturación africana a través de los primeros esclavos, desde los comienzos de la colo-
con techumbre de tejas. Fueron fabricadas a la usanza española según descripción de la época: “no muy
nia, y de las invasiones y migraciones haitianas en el siglo XVIII”.
altas sobre el suelo o de dos pisos solamente, pero muy sólidas, las habitaciones grandes y buenas, con
Aunque ese método constructivo en la República Dominicana se les atribuye a los africanos, es sabido
grandes puertas en lugar de ventanas para que entrara el aire finalmente, con su brisa perenne”. Habla-
que tanto los indígenas venezolanos como los mayas utilizaban el recubrimiento de paredes con barro,
ban los españoles de la construcción de las casas así: se hincan los postes o estacas que fueren nece-
como puede observarse todavía en sus respectivas regiones. Graciano Gasparini, en su libro Arquitectu-
sarios para el tamaño de la casa; sobre ellos construían un piso bajo de cierta altura; en la cabeza de los
ra Popular de Venezuela,20 plantea que el bahareque: “...era una técnica constructiva autóctona y no, co-
postes un techo, cubierto de paja o tejas. Si elevaban la base a la altura de un hombre, usaban el piso
mo alguien insinúa, traída por los africanos”. Al respecto cita un párrafo de la Historia General y Natural
térreo inferior para depósito, cercándolo con un trenzado de varas revocadas, enlucidas y cuidadosa-
de Indias que dice: “Los muros están hechos de cañas colocadas las unas muy cerca de las otras y lue-
mente blanqueadas por dentro y por fuera”.22
go recubiertas con tierra cuyo espesor es de cuatro a cinco dedos y así llegando hasta el techo. Esto
Este método constructivo también puede observarse en casas rurales de algunas regiones de España, por
proporciona un muro sólido y de aspecto agradable. Las casas están techadas de palma y paja muy bien
lo que podemos estar ante una técnica conocida por todos los grupos actuantes. Estos modelos también
colocada y de gran durabilidad. Las lluvias no entran en estas casas y el techo ofrece tanta protección
debieron adaptarse al nuevo ecosistema sufriendo las modificaciones necesarias. La mayor similitud la po-
como las tejas...”
demos observar en la vivienda denominada barraca, de las provincias mediterráneas de Murcia, Alicante
También en La Española hay evidencias del uso del barro en paredes de las viviendas indígenas, ya que
y Valencia, en la península ibérica.23 Estas barracas, de planta similar a nuestras viviendas rurales, tienen
Alonzo de Ojeda, en 1493, describe al Almirante Cristóbal Colón el palacio y villa de Guarionex, en el va-
una estructura sencilla de palos de madera y sus paredes están formadas con un tejido de cañas, el cual
lle del Cibao, lo cual narra Luis Joseph Peguero en su Historia de la conquista de la isla Española de San-
se recubría o embarraba por ambos lados, exterior e interior, enluciéndolo luego con yeso. Se sabe que
to Domingo, de la siguiente manera: “...el palacio y casas de los nobles, se diferencian de la casas de
el uso de estas barracas se remonta al período prehistórico español y que se siguió utilizando a través de
los plebellos con algunos tabiques de barros que ponen en las junturas de los maderos, con que estan
los siglos y hasta tiempo bien reciente. Las puertas y las ventanas son las únicas piezas de carpintería que
sercadas, supliendo las texas con yaguas, o lo que ofrece la comodidad,....”21
posee la barraca, tal como sucede en los diferentes tipos de nuestra arquitectura vernácula.
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Paredes de tejamanil sin embarrado. Pueblo Viejo, Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso. Atabales o tambores de influencia africana, que forman parte del sincretismo religioso taíno, español y africano. Foto Esteban Prieto Vicioso. Casa de tejamanil con dibujos de influencia haitiana. Las Terreras, Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso. Detalle del ensamblaje de la estructura del techo.
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Otra vivienda española que utilizaba el embarrado sobre un trenzado de madera era el pallabarro gallego, cuyos muros al final se encalaban, tal como se hace con las viviendas de tejamanil dominicanas.24 Por cierto, el término tejamaní o tejamanil se usa en la Republica Dominicana para definir los muros con trenzados de madera y luego embarrados y encalados, pero en Cuba, Puerto Rico y México, se usa para definir la tabla delgada de madera que se coloca como teja en los techos de las casas, como era frecuente en la zona de Jarabacoa y en el valle de Baní, donde se le conocía como techo de tablitas.
Detalle del interior de una casa de tejamanil. Foto Esteban Prieto Vicioso. Bohío y cocina de tejamanil, en Los Bancos, provincia San Juan. Fotos Esteban Prieto Vicioso. Las paredes de tablas de palma real, son las más comunes en la arquitectura vernácula dominicana. Foto Esteban Prieto Vicioso. Clavos de hierro forjado utilizados en bohíos de tablas de palma del siglo XIX. Foto Virginia Flores Sasso.
Como ya hemos dicho, el español adopta el tipo de vivienda indígena y la encuentra muy digna y apropiada a las condiciones climáticas de la isla, tal como relatan los cronistas de Indias, pero es de suponer que se le introdujeron algunas modificaciones para adecuarlas a sus necesidades y formas de vida, así como habrán introducido nuevos materiales y nueva tecnología. Uno de los materiales posiblemente introducido por los españoles, al menos en la forma en que lo conocemos hoy, es la tabla de palma, material que todavía en la actualidad es el más utilizado en la arquitectura vernácula dominicana. Si bien Oviedo confirma el uso de la madera de palma por parte de los indígenas cuando dice: “De las palmas que se dijo primero, es buena la madera para pocas cosas, así como cajas de azúcar e para cubrir casas, al modo de los indios, e de poca costa”,25 no está claro el lugar y el modo de usarla. Parece ser que el piso de las barbacoas, o lugares elevados donde colocaban frutas y otros alimentos, eran de tablas de palma. Es de suponer que con los nuevos instrumentos de trabajo con que contaban los españoles, estos podían trabajar mejor la madera de palma y sacar las estrechas tablas o tiras que todavía se usan en la actualidad. Un importante material de construcción introducido por los españoles fue el clavo, el
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Proceso tradicional de obtención de las tablas de palma. Pueblo Viejo. Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso.
cual permitía hacer paredes de madera sin necesidad de amarrarlas con bejucos, que era la única for-
Colocación de un durmiente del techo, en un bohío en Pueblo Viejo. Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso.
mente y cobijadas con hojas de cana, yarey o yagua, la que vemos en viejos grabados y dibujos de
Bohío de tablas de palma, en proceso de construcción. Pueblo Viejo. Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso.
ma conocida por los indígenas. Es esta casa de paredes de tablas de palma, colocadas horizontal-
las diferentes ciudades y pueblos del país,26 o sea, este tipo de vivienda tenía un uso tanto rural como urbano. Las diferentes migraciones hacia la Colonia Española de Santo Domingo y posteriormente, durante la ocupación haitiana hasta los primeros años de la República, hicieron sus aportaciones a nuestra cultura en general. Queda pendiente analizar detalladamente los aportes que estos grupos de españoles, africanos, portugueses, canarios, curazoleños, cocolos de las Islas Vírgenes y otros puntos de las Antillas Menores, negros libertos de los Estados Unidos de América, entre otros, hicieron a la arquitectura dominicana.
En la segunda mitad del siglo XIX, con el nacimiento de la República se solidifica la clase campesina y surgen nuevos poblados en el interior del país. Las migraciones son más frecuentes, así como el intercambio comercial con las demás islas del Caribe, muchas de ellas colonias de diferentes países europeos, como Francia, Holanda e Inglaterra. Por esa razón, el siglo XIX es más rico en las influencias arquitectónicas y artísticas dentro del universo de la arquitectura popular. Teniendo La Española origen e historia similar a las demás islas del Caribe, podemos afirmar que nuestra arquitectura posee características regionales muy definidas, resultado de influencias indígenas, españolas, africanas y finalmente de Europa Occidental en general.
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Cobijando una casa mediante un convite, en la región Sur del país. Foto Esteban Prieto Vicioso. Aperos de labranza en el interior de un bohío. Foto Esteban Prieto Vicioso. Las paredes construidas con tablas de madera, como puede verse en esta casa en Loma Prieta, fueron introducidas en la isla por los españoles. Foto Ricardo Briones. Casa de tablas de palma y techo de láminas de zinc, de marcada influencia antillana. Foto Esteban Prieto Vicioso. Detalle de empalizada con acceso al patio. Foto Esteban Prieto Vicioso.
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1.3
El surgimiento del campesinado y su arquitectura Para comprender el desarrollo de la arquitectura rural dominicana, o sea, de la vivienda campesina, hay que estudiar y analizar la historia social y económica del país, cosa que trata muy bien Roberto Cassá
Casa de tablas de palma con techo de yaguas, en la región Este del país. Foto Esteban Prieto Vicioso.
en su libro Historia Social y Económica de la República Dominicana.27 Durante el siglo XVI la ciudad de Santo Domingo no sobrepasó una población de unos 500 vecinos, –esto es, jefes de familia blancos– y unos mil distribuidos en las otras villas y en los pocos hatos y estancias que había en toda la isla. La población de negros esclavos, que osciló entre 20,000 y 30,000 personas a lo largo del siglo, trabajaba en los ingenios o como servidumbre en los poblados. Los libertos y muchos de los mismos esclavos vivían en chozas de madera en las zonas marginales de la ciudad, donde cuidaban sus pequeños conucos. Muchos de los blancos que vivían en las ciudades tenían también pequeñas explotaciones agrícolas o ganaderas cerca de las ciudades donde habitaban. Nada muy diferente puede ser apreciado incluso en el dia de hoy, con la natural diferencia de escala. La población rural en el siglo XVI era muy escasa, ya que vivía mayormente concentrada en las villas, salvo algunas familias que vivían en sus estancias. La vida de los habitantes de la colonia española de Santo Domingo fue afectada durante el siglo XVII por la equivocada medida de las devastaciones a que fueron sometidas las poblaciones ubicadas al oeste de Santiago y Azua ordenadas por la Corona española, con la intención de terminar con el contrabando realizado por súbditos de países enemigos. Esta medida afectó la economía de plantación y de los hatos ganaderos, creando un empobrecimiento en la colonia, una disminución de la demanda de esclavos, la emigración de muchas personas blancas y la primacía del tipo criollo, producto étnico de la mezcla entre europeos y esclavas, según expresa Roberto Cassá, quien además asegura que “como producto de las modificaciones en la economía y de la evolución de los grupos étnico-sociales, en la segunda mitad del siglo XVII la estructura demográfica acusó una modificación que marcaría los procesos macrohistóricos ulteriores. Hasta entonces la mayor parte de la población había estado compuesta por personas catalogadas como negras o morenas, mientras que en lo adelante pasó a estarlo por mulatos, como consecuencia de la mezcla de negros y blancos”.28
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Gallera de madera con techo de cana, muestra de la arquitectura vernácula dominicana. Región Sur. Foto Esteban Prieto Vicioso.
Las devastaciones de principios del siglo XVII hicieron proliferar los manieles o palenques29 habitados por los cimarrones, o negros esclavos fugitivos, hasta la segunda mitad del siglo cuando fueron eliminados por las persecuciones. Al darse cuenta del error cometido con las devastaciones, se determinó dar amplias facilidades a inmigrantes canarios, dedicados a actividades agrícolas y ganaderas. Estos inmigrantes fundaron la villa de San Carlos y otros se establecieron en lugares cercanos y en contacto directo con su zona de producción, siendo tal vez los primeros campesinos establecidos en la isla. El número de estos habitantes provenientes de las Islas Canarias fue aumentando a través del siglo XVII y como resultado se fueron creando las villas de Baní, Neiba, Montecristi, Puerto Plata y Sabana de la Mar, entre otras. En general, la recuperación económica hizo que la población de la parte oriental de la isla aumentara durante el siglo XVIII de unas 10,000 personas a unas 120,000, desarrollándose ante todo los grandes hatos ganaderos y una naciente clase campesina en los alrededores de Santiago y La Vega y en las afueras de Santo Domingo. El desarrollo de los hatos permitió dar un tratamiento especial a los negros esclavos, los que gozaban de libertad de movimiento y gestión propia, como paso previo a su libertad. Estos libertos fueron engrosando esa clase campesina incipiente, ante todo a principios del siglo XIX y durante la ocupación haitiana. El historiador Wenceslao Vega, en su discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Historia, titulado “Historia de los Terrenos Comuneros de la República Dominicana”, recoge una descripción de un hato ganadero de esa época de la siguiente manera: “Un extenso predio rural, dedicado principalmente a ganadería, llano o por lo menos poco accidentado, con ríos, arroyos y una que otra laguna o estanque. Allí crecen al natural la hierba o el pasto. No hay divisiones o cercados externos, a lo más, setos vivos que separan los potreros entre sí y con las hortalizas y conucos. Dentro del hato hay varias construcciones rústicas: La casa del amo, de madera de palma con techos de yagua, con una cocina del mismo tipo pero separada de la casa y algo alejado una letrina. Bien cerca una pocilga, un gallinero y un corral donde se amarran los caballos, mulos y burros. Perros caseros realengos y para las redadas de las reses pululan por doquier. Una que otra enramada de cana en los alrededores para guardar los aperos de labranza, picos, hachas, palas, azadas, coas, machetes, etc. El almacén de las sillas jineteras, jáquimas, lazos, sogas, y demás instrumentos para los rodeos de los animales. Otras enramadas para conservar los cueros, el sebo, los cuernos y demás productos del hato, que se almacenan para luego ser vendidos. Aledaño a la casa, la hortaliza donde se cosechan los escasos vegetales que consume la familia: berenjenas, auyamas, repollos, sandías, melones, etc. En las cercanías de la casa del amo, más pequeñas y pobres que la suya, los bohíos del mayoral, de los peones, libertos y escasos esclavos y sus familias. Algo más alejado: el conuco, con los indispensables plátanos, yucas, batatas, yautías y demás víveres de los cuales dependen todos. Esparcidas encontramos algunas matas de naranjas dulces y agrias, limones y otros cítricos, una que otra mata de bija para dar color a la comida. Regados en el entorno, los árboles de frutas criollas como la guanábana, el níspero, el
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anón, la guayaba, el tamarindo, la jagua, el higuero, el coco y la indispensable higüera para los envases de la cocina, etc. Entonces las amplias sabanas, en una época del año cubiertas de altos pastos donde el ganado casi desaparece hundido; y en épocas de sequía con las yerbas casi a ras del suelo. Esporádicos estanques o arroyos donde las reses abrevan. Aquí y o acullá los grandes árboles de sombra donde hombres y animales se pueden guarnecer de la canícula o del aguacero: ceibas, anacagüitas, javillas, y de vez en cuando extensos palmares con la palma cana, la real, etc. tan útiles para cons-
Secaderos de tabaco en Navarrete. Foto Domingo Batista. Vista exterior, interior y planta de una casa típica del Valle de Baní, construida en el siglo XIX con tablas de palma y techo de cana, con pasamanos dividiendo la sala del comedor. Villa Sombrero, Peravia. Foto Esteban Prieto Vicioso.
truir y cobijar las viviendas y las enramadas. En la distancia, las extensas monterías: Casi impenetrables bosques tropicales, llenos de espinas, lianas y arbustos, donde crecen en abundancia los grandes guayacanes, caobas, cedros, ébanos, y otros de maderas preciosas. Allí el hatero y sus peones penetran con dificultad para tumbar los árboles y cortar la madera que necesitan para sus menesteres”.30 Por su parte, Roberto Cassá confirma que: “La aparición de un protocampesinado fue producto de la
masa de libertos y del terreno que dejaba el sistema económico a la iniciativa de pequeños cultivadores que no lograban ubicarse como propietarios de esclavos. En segundo lugar, fue producto de la dinámica demográfica que comenzaba a poner en entredicho la viabilidad indefinida del hato ganadero, basado en amplios espacios que no permitían más que el sostén de una población reducida que se mantenía de la cría extensiva o la cacería. Por último, incidieron los cambios internacionales, que propendieron a incrementar la demanda de nuevos géneros y a presionar por la disminución de la dependencia respecto a Saint Domingue. Pero, todavía en las décadas finales del siglo XVIII, este proceso era incipiente por lo que cobró cuerpo como parte de la modificación estructural del siglo XIX”.31
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Pulpería construida con tablas de palma y techo de zinc. Cachón, Barahona. Foto Virginia Flores Sasso. Bohío de tablas de palma y techo de cana, materiales típicos de la arquitectura vernácula y popular dominicana. Región Noroeste. Foto Ricardo Briones. Pared de madera con un viejo techo de láminas de zinc lisas. Montecristi. Foto Ricardo Briones. La vida social normalmente se desarrolla debajo de una enramada o de una buena sombra. Foto Esteban Prieto Vicioso. Casa de tablas de palma y techo de cana con galería frontal. Foto Esteban Prieto Vicioso.
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1.4
Palmas y arquitectura vernácula Salvo las principales casas de la ciudad de Santo Domingo, la arquitectura de las demás villas, estancias,
Bosque de palmas cana. Foto Esteban Prieto Vicioso.
hatos ganaderos y viviendas rurales, era de madera, normalmente con paredes de tablas de palma y cubiertas de yagua, cana o pachulí. De esa manera la palma real (Roystonea hispaniolana) y la palma cana (Sabal domingensis y Sabal causiarum) se convirtieron desde entonces en los árboles más preciados de la arquitectura dominicana, prevaleciendo hasta nuestros tiempos a nivel rural. Otra palma muy utilizada en las construcciones vernáculas dominicanas es el yarey, cuyas hojas se utilizan para cobijar las casas. Aunque la República Dominicana es un territorio pequeño, de algo más de 48,000 km2, encontramos tipos arquitectónicos diferentes, los cuales son el resultado de la conciliación de las necesidades de los campesinos con el clima, los recursos disponibles y la propia cultura del grupo humano. En el año 1982, se realizaron dos reuniones del Grupo de Trabajo sobre Arquitectura Vernácula, de la Organización del Gran Caribe para los Monumentos y Sitios, CARIMOS, una en Islas del Rosario, Cartagena de Indias y la otra en El Portillo, Samaná, República Dominicana, en las que se determinó hacer una multiexposición sobre arquitectura vernácula del Gran Caribe, que sirviera para promover su estudio, su conocimiento y su importancia. Entre los aspectos más trascendentales emanados de dichas reuniones se encuentra la definición adoptada sobre el término “arquitectura vernácula”, la cual luego de discutirse y ampliarse en el Foro de Cultura Caribeña celebrado en Cancún, México, en agosto del 1989,32 quedó de la siguiente manera: “La arquitectura vernácula del Gran Caribe es el resultado de la mezcla e integración de las experiencias formales y constructivas de la población aborigen de la región y de los aportes africanos y europeos; de ahí su riqueza cultural singular y distintiva, ya que se trata de una arquitectura que responde a una unidad familiar y demás edificaciones de actividades complementarias de la comunidad, con materiales propios de la región, que mantiene sistemas constructivos específicos con la presencia de elementos industriales simples cuyo resultado volumétrico, sus relaciones espaciales, el color y el detalle identifican al grupo que la produce, respondiendo a una manufactura artesanal siempre con la participación del usuario”.
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Bohío de tablas de palma y techo de cana, con volumetría simple, típica de la arquitectura vernácula dominicana. Foto Esteban Prieto Vicioso. Detalle de pared divisoria en un bohío de una habitación. Foto Esteban Prieto Vicioso. Cubierta de gran peralte con ventilación en la parte alta de la pared lateral. Rosario, Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso. Planta de bohío de tablas de palma, con dos aposentos y galería central.
La casa rural dominicana se configura en un volumen simple que constituye el cuerpo principal del hogar
una atinada y poética descripción del bohío, de la siguiente manera: “Si partimos del bohío, encontramos
Palmas reales. Foto Esteban Prieto Vicioso.
y se desarrolla siempre en un solo nivel, siendo el rectángulo la forma más empleada. Los modelos más
que en él se dan las formas esenciales capaces de dar cohesión al desenvolvimiento familiar. Cuatro hor-
sencillos constan de una planta rectangular dividida en dos espacios contiguos que constituyen la sala y
cones como sostén en las esquinas, el palo central o cumbrera al que se asen las vigas menores o lar-
Tramería de madera o locero de influencia española, en el interior de un bohío. Foto Esteban Prieto Vicioso.
un pequeño dormitorio donde duerme toda la familia. La cocina se encuentra siempre fuera de la casa,
gueros, los setos de tablas de palma combados hacia afuera y el torrencial techo de cana con el revesti-
así como la letrina.33 En muchas ocasiones también cuentan con una enramada de madera, techada con
miento de yagua en el caballete”.
hojas de palma, para protegerse del sol.
Refiriéndose al interior de los bohíos continúa diciendo: “Adentro del bohío, sobre el suelo de tierra apiso-
Tradicionalmente no había división territorial en los poblados vernáculos. Las verjas o empalizadas se ha-
nada, aparece la única división existente, la que separa el área visible, o social, de la invisible o intima. En
cían sólo en los corrales. La colocación de las casas, en la mayoría de los casos, no responde a ningún
la primera hay una o dos sillas de guano que el dueño tumba contra la puerta para contemplar el anoche-
criterio establecido, siendo bastante desorganizada, en apariencia. La vida se hace fuera de la casa, utili-
cer tras las faenas del día, o que son ofrecidas en cumplimiento al visitante. También en esa primera ha-
zando ésta sólo para dormir.
bitación, la más pequeña de las dos, vemos la mesa de pino arrimada a un rincón, blanca y lavada con
Los pavimentos de estas viviendas son normalmente de tierra apisonada y en ocasiones de madera, aun-
lejías devoradoras y que, en ocasiones, se endominga con el hule coloreado que exhibe un repertorio de
que cada vez más se encuentran pavimentos de cemento pulido, los cuales pueden extenderse hacia el
flores y frutas exóticas. Arriba de esta mesa verás el locero, o repisa para jarros de hojalatas o esmalta-
exterior de la casa unos 30 centímetros, a manera de zócalo de protección o plataforma. Los muros, ya
dos, los higüeros –machos en el monte y hembras en el bohío–, como se dice en las adivinanzas, y el pla-
sean de horcones, tejamanil o tablas de palma, usualmente van pintados de diferentes colores, con pin-
to con su cuchara al lado, siempre relucientes como si no estuvieran hechos para comer en ellos. Cerca
turas de cal y pigmentos minerales o “polvo de mosaico”, aunque muchos ya utilizan pintura industrial. El
de la entrada verás también la repisa de la jumeadora. En la pared divisoria las fotos de periódicos y re-
modelo de casa construido a base de un forro de yaguas tanto en muros como en techos, es el más sim-
vistas pegadas con almidón, o el calendario atrasado que nos indica que para el campesino cualquier
ple y carente de color.
tiempo es el mismo y que los días se miden con accidentes simples, como son el trabajo, el sueño o la
En algunas zonas más prósperas, estas casas vernáculas son más grandes con dos o tres aposentos y
muerte”.
llegando a tener galerías, en una esquina o en el centro de la casa. Las cubiertas, normalmente de cana,
Esta descripción confirma la gran influencia española en el bohío dominicano, como ya habíamos mencio-
pueden ser a dos o cuatro aguas. Por la carencia o alto costo de la cana, por modernización, por estatus
nado anteriormente.
Esquinero con lámpara de gas. Foto Virginia Flores Sasso.
o por desacertados programas oficiales de mejoramiento de viviendas, los techos son sustituidos por láminas de zinc acanaladas, las cuales convierten el interior de la casa en un ambiente caluroso. El reconocido intelectual dominicano Manuel Rueda, refiriéndose al tema de la casa dominicana,34 hace
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Detalle de altar religioso en el interior de un bohío. Pueblo Viejo de Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso. Casa en la que fue sustituido el techo de cana por laminas de zinc, lo que aumenta la temperatura interior de la misma. Foto Esteban Prieto Vicioso. Típica silla de guano en un bohío de tablas de palma. Foto Esteban Prieto Vicioso. Interior de casa de tablas de palma en Sanate, Higüey. Foto Esteban Prieto Vicioso. Detalle de mobiliario en la arquitectura vernácula y popular dominicana. Foto Esteban Prieto Vicioso.
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1.5
Los múltiples caminos de la arquitectura popular Cuando las viviendas adoptan materiales industrializados, formas más complejas, y son construidas ya no por los usuarios, ni en convites, sino por maestros constructores, estamos ante otra categoría de ar-
Iglesia en Guayajayuco. Ejemplo de arquitectura popular dominicana. Foto Ricardo Briones.
quitectura a la cual denominamos popular. Esta arquitectura la encontramos más en el ámbito suburbano o urbano y sobre los ejes viales interurbanos. Desde mediados del siglo XIX y a lo largo del XX, se introducen en la arquitectura vernácula y popular dominicana las láminas de zinc, que por su comodidad de uso y facilidad de obtención, van a ser cada vez más utilizadas tanto a nivel urbano como rural. Con la introducción de éstas y con otros cambios a partir del siglo XIX, se van perdiendo muchas de las tradiciones y conocimientos constructivos desarrollados por los diferentes grupos que han habitado la isla, que fueron pasando de una generación a otra. Estas edificaciones utilizan madera industrializada, ventanas de madera con celosías, pavimentos de cemento pulido normalmente con color; las cubiertas de láminas de zinc tienden a ser más complejas. En ocasiones tienen un muro perimetral de bloques de concreto hasta altura de ventanas, a lo que llaman en algunas regiones “altura salomónica”. Sobre éste, se desarrolla la estructura de madera industrializada, cubierta en su cara exterior por tablas solapadas y colocadas horizontalmente. Estas tablas reciben en el país el apodo de clavot, derivado del original anglicismo clap board. Gracias a las nuevas dimensiones de la madera industrializada, las viviendas son más espaciosas y sofisticadas. Constan de sala, comedor, dos o tres dormitorios y galería. Normalmente tienen la cocina y un baño integrados a la casa, aunque en ocasiones mantienen su letrina y cocina en el exterior. Aparecen elementos decorativos como tragaluces de madera sobre puertas y ventanas, así como cresterías caladas en los aleros, producto de la influencia del gusto victoriano. El color sigue siendo un elemento importante tomando aún más fuerza que en los modelos vernáculos, debido ante todo a la utilización de toda la gama de pintura industrializada, teniendo predilección por colores vivos como amarillo, rojo, rosado, verde, turquesa y azul, con los detalles decorativos muchas veces en blanco o una combinación de los colores mencionados. En algunos pueblos de la República Dominicana, sobre todo al sur,
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Casa de madera y zinc del Ingenio Santa Fe, San Pedro de Macorís. Foto Esteban Prieto Vicioso.
pueden todavía encontrarse sencillas casas de madera cubiertas de tejas francesas, que constituyen una
Ejemplo de arquitectura popular dominicana, con ventiladores sobre puertas y ventanas, y crestería de madera en el alero. Villa Sombrero, Peravia. Foto Esteban Prieto Vicioso.
Esta arquitectura, a la que podríamos llamar también antillana, tiene más influencia francesa, inglesa y de
Ventana con romanilla, tragaluz, ventilador y contraventana, demuestran un dominio del control de la luz y la ventilación. Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso.
muestra interesante de la arquitectura popular dominicana.
otras naciones europeas establecidas en el archipiélago de Las Antillas, en el Mar Caribe, como puede observarse muy bien en la exposición sobre arquitectura vernácula realizada por la Organización del Gran Caribe para los Monumentos y Sitios, CARIMOS, y publicada en el libro Monumentos y Sitios del Gran Caribe.35 El Arq. Eugenio Pérez Montás en su libro República Dominicana. Monumentos Históricos y Arqueológicos expresa que: “Analizar el patrimonio cultural del medio rural, eminentemente popular, es enfrentarse a un lenguaje autóctono, rico en mensajes y en tradiciones vivas. Este patrimonio no constituye una decoración gastada. Por el contrario, el mismo suscita una potente dinámica cultural, una fuente fecunda de estudio. En vez de ignorarla como algo mediocre, debería ser exaltada bajo el patrocinio del desarro-
llo bien entendido. Bajo el dominio exclusivo del economista, la sociedad rural acelera su extinción”.36 Como hemos visto, la arquitectura vernácula y popular dominicana, a la que podemos llamar también arquitectura tradicional, tiene como material de construcción principal la madera, ya sean varas, tablas de palma, tablas rústicas o madera industrializada, con cubiertas de pencas y vainas de palmeras, pachulí, tablitas de madera y láminas acanaladas de zinc. Esta arquitectura se está viendo cada día más amenazada y al menos su autenticidad y armonía desaparecerán, debido a la utilización, muchas veces inducida por planes gubernamentales, de materiales y modelos arquitectónicos completamente ajenos a la tradición popular y al medio ambiente natural.
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La presencia de color es una de las características de la arquitectura popular antillana. Cerca de Montecristi. Foto Esteban Prieto Vicioso. Composición de puerta, ventanas y tragaluces, típica de la arquitectura vernácula y popular dominicana. Villa Sombrero. Foto Esteban Prieto Vicioso. Típica casa de La Otra Banda, Higuey, con sus característicos ventiladores sobre puertas y ventanas. Foto Ricardo Briones. Esquema volumétrico de arquitectura popular muy común en la zona Nordeste del país. Madre Vieja, María Trinidad Sánchez. Foto Esteban Prieto Vicioso. Ejemplo de arquitectura antillana, rico en elementos decorativos y soluciones climáticas. Samaná. Foto Esteban Prieto Vicioso.
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LOS ESPACIOS DE EUROPA EN AMÉRICA: ARQUITECTURA Y URBANISMO 1492-1844
Eugenio Pérez Montás
2.1
Transformación territorial Los pobladores que encontraron los descubridores en 1492 constituían ramales de etnias arahuacas que ocuparon las islas del archipiélago que comienza en la desembocadura del Orinoco y termina en la península de La Florida. Sus asentamientos sirvieron de guía a la nueva ordenación del espacio: poblaciones de emigrantes, se levantaban junto a las aldeas taínas. La primera fue La Isabela, denominada en honor de la reina castellana que patrocinó al navegante ligur. Asumió su protagonismo encabezando un corredor diagonal de fortalezas- villas desde el norte de la isla La Española hasta la costa sur, donde en 1498 se fundó la que fue la primera capital de las Indias Occidentales. En sólo seis años, un puñado de hombres había acometido la empresa de transformar la geo-
Doble página anterior: Mampostería aplicada en distintas estructuras construidas desde el siglo XVI. Domina la piedra y el ladrillo en la albañilería tradicional, siempre asociada con la tecnología carpinteril en cubiertas y entrepisos. Los bosques eran la fuente para proveer vigas y entablados artesanales así como puertas, ventanas, dinteles y balcones. Aparejos de cantería o mixtos crean los ornamentos y la decoración con su vocabulario hispano musulmán o clásico. Foto (4) Jochi Marichal. Fotos (1,2 y 3) Ricardo Briones.
grafía y la historia, el tiempo y el espacio. El Nuevo Mundo aparecía contabilizado en la cartografía. El Primer Almirante, el de las carabelas minúsculas del Descubrimiento, fundó La Isabela en su segundo viaje, año de 1493. Esta expedición constaba de diecisiete naves en las que viajó todo un séquito de pobladores que sobrepasaba el millar, entre ellos el sacerdote benedictino Boil y el médico Álvarez Chanca; Diego Colón, hermano del Primer Almirante, y numerosos artesanos en el arte de construir que aco-
Para 1502 los cartógrafos portugueses están activos en el Nuevo Mundo. La carta atribuída a Cantino recoge la geografía del orbe e incluye la región de las Antillas y el Caribe. Foto Ricardo Briones.
metieron la tarea de identificar canteras y tallar sillares y basas de columnas cilíndricas. También carpinteros y albañiles para labrar vigas y puntales; fabricar entrepisos y estructuras de tejados. Buscaron en los alrededores de aquel asentamiento el “barro útil” o “arcilla de los alfareros” para construir ladrillos, tejas y envases utilitarios para la vida doméstica. Unos y otros organizaron cuadrillas para construir muros de tapiería y mampostería, desconocida por los nativos, quienes fueron utilizados como mano de obra casi esclava. Como puede verse, la génesis de la arquitectura dominicana, tal como se viene exponiendo en el presente libro, se inicia con determinados ensayos donde se contemplan los códigos urbanos de finales del siglo XV. La expedición colombina combinaba así la utopía, la empresa de dominio y el ideal imperial de los Reyes Católicos fundamentado en la cristianización. En la isla La Española, entre la fundación de 1493 y la Nueva Isabela en 1498, transcurrieron los primeros años.
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Material precolombino aparecido en Isabela publicado por Cruxent-Deagan en Archaeology at La Isabela. America’s First European Town.
Durante el tercer viaje exploró las costas sudamericanas probablemente debido a que penetró el mar de las
Mapa del polígono y alrededores de La Isabela de acuerdo con los estudios de J.M. Cruxent y dado a conocer en una conferencia en la Academia de Ciencias. Cruxent multiplicó la región del asentamiento colombino.
lamidad: el encierro de Colón en una prisión cuyos muros mamposteados eran los de un torreón construido
Conjunto del ingenio azucarero de Boca de Nigua. siglo XVIII. Foto Peter Beuse.
Antillas junto a la isla que denominó La Trinidad en la desembocadura del Orinoco. Este culminó en una ca-
junto al acantilado oriental del río Ozama en la ciudadela denominada Nueva Isabela. El último viaje, acompañado de su hijo Hernando, lo llevó de Santo Domingo (donde se le impidió desembarcar) a Veragua y la costa centroamericana, recalando finalmente en el norte de Jamaica en un lugar denominado Sevilla la Nueva (Santa Ana), una playa despejada y llena de recuerdos, donde puede ser rescatado gracias al inconcebible y arriesgado viaje en canoa protagonizado por Diego Méndez, quien atravesó el mar desde Jamaica a La Española en pocos días, cosa que le permitió al Gran Almirante ser testigo de la ciudad que construía Ovando en la margen del poniente occidental. Durante un mes se alojó en la calle Las Damas o de La Fuerza, en una la casa propiedad del Gobernador Ovando: año de 1504. Con Diego Colón, Virrey y Segundo Almirante, se inaugura un período de consolidación de la política de los Reyes Católicos para aquel universo de territorios que crecía día a día y cuya administración se llenaba de complejidades. Para 1511, se crea el Tribunal de Apelaciones, la Audiencia Real con proyección continental. Concomitantemente se consolidaban poblaciones en lugares estratégicos de la isla La Española. Entre 1492 y 1520 se sucedieron tres fases de la política territorial de los Reyes Católicos. La primera puede denominarse la década colombina; la segunda el período ovandino, encabezado por el Comendador de Lares, Mayor de Alcántara; y la tercera, un virreinato elemental e inestable encabezado por Diego, quien construyó un palacio paradigmático en la historia de la arquitectura americana. La década colombina está relatada en las crónicas contenidas en las cartas del Primer Almirante. La primera de estas cartas se inicia con las siguientes palabras: “Señor, porque sé que habréis placer de la grand victoria que Nuestro Señor me ha dado en mi viaje, vos escribo esta, por la cual sabréis como en 33 días pasé a las Indias con la armada que los Ilustrísimos Rey e Reina nuestros señores me die-
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Detalle de un mapa de la región del Mar Caribe en 1715 según observaciones del geógrafo Herman Moll. Foto Ricardo Briones.
ron donde yo fallé muy muchas islas pobladas con gente sin número, y dellas todas he tomado pose-
Yáquimo quera puerto de mar con mucha gente, é della é de la villa de la Verapaz, que también era muy
sión por sus cabezas con pregón y bandera real extendida, y no me fue contradicha”. En una nota re-
gran pueblo, se hizo un pueblo que se dice Santa María del Puerto, a donde dicen la Yaguana que pue-
ferente a La Isabela, enaltece su puerto y valora su naturaleza en función de su entorno que estima de
de haber dos años é dos meses. También ha oído hablar que se despuebla poco a poco la villa de San-
buena calidad por sus aguas y riquezas de la comarca.
tiago, pueblo de los mejores é mas antiguos, é se pasa a la villa de Puerto Plata. E todos los pueblos
Sin embargo, éstas y las demás fundaciones colombinas creadas en la banda territorial que se extiende
que se hicieron de dos, están casi despoblados respecto de como estaban antes, é lo mismo sucede a
desde el norte hasta el sur, hasta la Ciudad del Ozama, así como los municipios establecidos por Ovan-
los que no se han juntado con otros.
do, quince en total, no pudieron sobrevivir su propio tiempo ni su propio espacio. Ya en 1650, una rela-
“La causa de esta despoblación es haber poca gente para trabajar é entender en grangería”. “Los 12
ción escrita por un canónigo señalaba que sólo quedaban cinco ciudades y cuatro villas: “El Arzobispa-
pueblos que quedan son los más de tan poca gente, que ya no pueden llamarse pueblos, é que va a
do de esta ysla Española comprende toda la ysla en que ay al precente cinco Ciudades y quatro villas
deshacerse Santiago”.
de las quales yre diciendo el estado presente que tienen lo mas breuemte que pudiere”.1 Esta tendencia
“La Buenaventura era buen pueblo, é no es hoy la mitad de lo que era. Generalmente no hay una déci-
venía de viejo.
ma parte de españoles que solía en la isla. La Concepción se va despoblando”.
El vizcaíno Juan de Echagoian, oidor de la Real Audiencia de Santo Domingo, presentó en 1568 una Re-
Aquel territorio geográfico con numerosas y pequeñas aldeas dispersas, ocupadas por pobladores nati-
lación a Felipe II donde consigna el proceso de despoblación: “pueblos con tan poca gente, que ya no
vos, mantenían determinado equilibrio con distritos amplios que gobernaban los caciques.
pueden llamarse así”.2
Todavía en nuestros días pueden apreciarse caseríos vernaculares similares a los de aquellos tiempos.
¡Hay más! Leónidas García Lluberes reproduce en su obra Crítica Histórica3 determinados datos en una
En ellos rige una atmósfera de naturaleza pura donde la vivienda es una estructura precaria alejada de
“relación” y un “memorial” redactados para 1518. Se refiere a la asamblea de procuradores reunidos por
los requerimientos indispensables para la vida civilizada que llegaba del continente europeo, del viejo
los padres Jerónimos en el convento de San Francisco. Cita particularmente el testimonio de Hernando
mundo. El entorno comunitario se movía dentro de una dinámica donde la alimentación apenas traspa-
de Gorjón, vecino de Azua, consignando una declaración que se refiere al despoblamiento insular con
sa el plano de las necesidades primarias y donde la salud y la educación no constituían un hábito distin-
los siguientes testimonios: “que cuando en 1502 vino a la isla halló poblados tres pueblos é donde a tres
to a los que se manejan sobre la base de costumbres centenarias.
o cuatro años se poblaron con los dichos tres hasta quince más; todos con mucha gente de vezinos,
El descubrimiento fue, en su primera fase, una aventura de marinos en cuya cúspide había un hombre
tratantes e trabajadores en minas é grangerías. Que puede haber seis años se despobló la villa de San-
predestinado. Apreciaban la tierra desde los horizontes del mar. Convivían con los vientos alisios, con las
ta Cruz de Magua por la poca gente, é se juntó con la villa de la Buenaventura. De cinco años acá se
mareas; las olas y masas de nubes blancas. Para aquellos marineros, la tierra fue una línea, una ribera
despobló la villa de Lares de Guahaba, é se pobló la villa de Puerto Real. También se despobló la villa de
que acusaba densidad, dimensión, promesa, alimento, agua dulce, madera. Se movían siguiendo arre-
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Pequeño fragmento lítico con un castillo labrado. Dibujos de material cerámico aparecido en La Isabela en el libro titulado Columbus’s Outpost among the Taínos publicado por Cruxent-Deagan.
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El sitio denominado El Castillo, en La Isabela, centro ceremonial del asentamiento colombino. Fotos de libro Columbus’s Outpost among the Taínos publicado por Cruxent-Deagan. Restos del torreón que, según la tradición, sirvió de prisión al Gran Almirante en el sitio de la Nueva Isabela junto al Ozama. Es de los pocos vestigios que permanecen en el lugar. Foto Jochi Marichal.
cifes, golfos y ensenadas. Aquellos que llegaban, descubrían. Los nativos capitulaban sorprendidos. Los descubridores actuaban impulsados por la dinámica creada por el oro y por la gloria. El Caribe que Colón conoció existía desde antes de su tiempo ocupado por grupos nómadas o sedentarios. El rastro de estos grupos ha sido explorado desde la costa del centro y sur del continente y en las islas antillanas, sugiere haber sido un territorio único afectado por variaciones en los niveles del mar desde muchos siglos antes. Así, los habitantes del Amazonas, el Orinoco y el Magdalena tuvieron fácil acceso a las islas y viceversa. A estos milenarios enclaves fue donde recayeron en la legendaria travesía de 1492 las tres pequeñas naves con apenas ochenta y siete tripulantes y en una segunda expedición en septiembre de 1493, llegando sus 17 ó 19 navíos al final de su ruta, el 30 de noviembre de ese mismo año. El primer enclave colombino, parte de la saga del primer viaje, tuvo lugar en un sitio que fue llamado La Navidad junto a la aldea del cacique Guacanagarix. Un reciente estudio de Kathleen Deagan, brillante arqueóloga obsesionada con los estudios colombinos, identificó un lugar denominado En Bas Saline donde estudió un asentamiento taíno. Durante seis años revisó el lugar que fue excavado extensivamente. La arqueóloga considera que el mismo estuvo ocupado antes y después del contacto con los europeos. El estudio advierte que: “Nuestros resultados, organizados bajo un nivel de análisis doméstico que enfatiza las construcciones taínas de género y clase, sugieren que hubo pocas modificaciones a la práctica social tradicional taína durante el período posterior al contacto, y que la mayoría de estos cambios estuvieron relacionados con actividades del dominio de varones no-élite taínos. Esto sugiere que los papeles de género relativamente no especializados entre los taínos, así como la naturaleza claramente diferenciada de sus clases sociales, pudieron haber servido como factores mitigantes en la ruptura de la práctica cultural bajo la dominación española”.4
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2.2
La Isabela: primera casa de Colón El último y más preciso estudio arqueológico de La Isabela fue llevado a cabo por José María Cruxent. Demostró que la región de aquel centro urbano estaba rodeada de aldeas taínas. Aquel enclave medieval creado por Colón ha sido estudiado por otros, pero la increíble y extensa investigación iniciada por Cruxent permitió identificar detalles nunca antes registrados. Fui testigo y actor de este capítulo, así como de la integración al mismo de la indispensable Kathleen Deagan, de la Universidad de La Florida, cosa que
La casa de Colón en La Isabela. Fuente: dibujos publicados por la National Geographic Society y reproducidos por el libro Columbus’s Outpost among the Taínos. El autor del dibujo es Arthur Shilstone. Tomado del libro Columbus’s Outpost among the Taínos. Kathleen Deagan y José María Cruxent (ver bibliografía).
puso a la disposición del equipo que trabajaba allí, la alta tecnología de aquel centro universitario. Los resultados y la disciplina de ambos científicos dieron por resultado dos libros5 y varios artículos publicados en revistas del nivel del National Geographic Magazine. La Isabela es, sin dudas, el antecedente inmediato de lo que fue la ciudad de Santo Domingo, la Nueva Isabela creada por Bartolomé Colón. Cuando todo terminó allí, sus moradores se trasladaron desde el río Bajabonico en el norte, al río del Ozama en el sur. Deagan y Cruxent explicaron el fenómeno con las siguientes palabras: “By early 1498, the artisans, craftspeople, and soldier of La Isabela, had relocated to Santo Domingo, and their kilns, forges, and waterwheels were abandoned. The remains left behind at La Isabela reflected not only the hopeful design for a New Iberia but also the collapse of that project and the expectations upon which it was based”.6 Fundada entre 1493 y 1494, citamos la descripción de Fray Bartolomé de Las Casas, actor y relator de la historia de la colonización: “Había allí muy buena piedra de cantería, y para hacer cal, y tierra buena para ladrillo y teja, y todos buenos materiales, y es tierra fertilísima y graciosísima y bienaventurada”. Escribe Las Casas: “Puso Colón suma diligencia en edificar luego Casa para los bastimentos y municiones de la armada e Iglesia y Hospital y para su morada una casa fuerte, según se pudo hacer; y repartió solares, ordenando sus calles y plaza, y avecindáronse las personas principales, y manda que cada uno haga su casa como mejor pudiere; las casas públicas se hicieron de piedra, las demás cada uno hacía de madera y paja, y como hacerse podía”. Aún pueden visitarse las canteras de La Isabela. También admirarse fragmentos arquitectónicos de sus edificios y recordar sus constructores, las órdenes dictadas por el Almirante y sus expediciones tierra
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Interpretación artística del sitio de la Isabela. En el extremo derecho la casa de Colón; luego la iglesia, en el extremo la alhondiga (almacenes). Fuente: dibujos publicados por la National Geographic Society y reproducidos por el libro Columbus’s Outpost among the Taínos. El autor del dibujo es Arthur Shilstone. (Deagan y Cruxent, op.cit.) Maqueta de la casa de Colón que exhibe el pequeño museo del sitio de La Isabela. Foto Jochi Marichal.
adentro hasta llegar al Valle de la Vega Real que él bautizó y donde, pocos años después, fundara Nico-
ensanchado que indicaba una posible torre de observación. Envolviendo el rectángulo de la casa, la
lás de Ovando la Villa de la Concepción, en cuyo Convento Dominico estudiara Fray Bartolomé y donde
curva de un muro de tapia denunciaba los procedimientos improvisados (una cerca de seguridad) que
alcanzara sus grados religiosos y sus votos, al mismo tiempo que se sembraba caña de azúcar por vez
fueron utilizados para levantar esas primeras estructuras urbanas en aquel lugar que pocos años des-
primera; se construían ingenios; se abrían minas de oro; se implantaba la esclavitud; y se declaraban las
pués desapareció por abandono. Los arqueólogos encontraron una gran cantidad de objetos (clavos;
libertades, por boca de Fray Pedro de Córdoba en La Vega o por Montesinos en Santo Domingo.
ladrillos; tejas para cubrir los techos o tejados, etc.). Llama la atención un emblema tallado en piedra,
La geografía de la región de La Isabela fue multiplicada por los estudios arqueológicos de Cruxent. A par-
objeto minúsculo y evocador cuyo dibujo, aquí reproducido, identifica un castillo con tres torres que los
tir de 1987 (ver gráficos elaborados por Deagan-Cruxent) tal como ha sido descrito por ambos arqueó-
arqueólogos identifican con la simbología heráldica de Castilla.
logos, se incorporó un conjunto compuesto de tres asentamientos: El Castillo de La Isabela, que cons-
Las viviendas de los pobladores se esparcían en varias zonas, de acuerdo con la interpretación de aquel
tituye la población testimonial; Las Coles, localizado a lo largo de la bahía hacia el oeste, fuera de la po-
enclave casi medieval, entre las cuales se destacan la zona residencial de personajes importantes; una
blación fortificada; asentamiento que se utilizaba para la producción de alimentos agrícolas debido a la
zona central para viviendas comunes; y una plaza.
fertilidad de sus suelos, siendo además ricos en arcilla. Allí fueron descubiertas estructuras artesanales
En aquel promontorio llano, dominado por los vientos atlánticos del norte, nacía la historia de la arquitec-
para la producción de “pottery kilns”, objetos domésticos de barro, ladrillos y tejas. Las aldeas taínas
tura europea en América.
Las estructuras arqueológicas están resaltadas a nivel de sus cimientos amontonando fragmentos de rocas calcáreas del lugar. Foto Jochi Marichal. Cerámica cocida convertida en tejas curvas del tipo denominado “árabe” para cubrir los edificios de La Isabela. Ladrillos elaborados por alfareros en Las Coles, el sitio artesanal de La Isabela. Foto Jochi Marichal.
existentes en el lugar serían un tercer eslabón del conjunto. El Castillo y su organización espacial fueron sometidos a una tomografía intensiva, pudiéndose identificar los cimientos de los componentes urbanos de aquella fundación, cuya importancia histórica extraordinaria requiere de iniciativas que aún no han sido acometidas. Cruxent descubrió por lo menos 5 estructuras fundamentales: la casa de Colón, la alhóndiga almacén, la iglesia, el polvorín y la torre. De todas estas estructuras resalta en importancia la casa de Colón, que a pesar de los factores negativos que han atentado contra su sobrevivencia, firmes permanecen sus cimientos. Saber leer la arquitectura constituye un ejercicio fácil cuando nos acercamos a los remanentes fundacionales de aquel rectángulo casi sagrado. El mismo se yergue insólito. La mampostería relata como debió haber sido la morada del Primer Almirante: un salón para múltiples funciones en la planta baja y recámaras en la segunda; el umbral de la puerta principal en el lado corto del rectángulo junto al muro
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2.3
La política territorial de los Reyes Católicos: La Concepción de la Vega y Santo Domingo De semblante grave y enérgico, Nicolás de Ovando se destacaba por su enorme habilidad en el manejo administrativo y en la fundación de comunidades territoriales. Llegó a La Española con poderes casi absolutos apoyado en su prestigio asociado a la Orden de Alcántara y en los privilegios otorgados por los Reyes Católicos. Su inmediato antecesor en el gobierno de la isla fue Francisco de Bobadilla, cuyas descortesías con los Colón crearon un difícil estado de cosas en la naciente colonia que provocaron la exclaustración del Almirante con prohibición de que tocara en el puerto de Santo Domingo, en la ría del Ozama.
Tronera para uso de armas apropiadas de la época en los bastiones del sitio histórico de la Concepción. Los sólidos aparejos de ladrillo han resistido el tiempo manteniéndose como centinelas de aquel lugar cuya importancia revela el carácter de la territorialización iniciada por Colón y ratificada por los Reyes Católicos de acuerdo con la política puesta en marcha por el Gobernador Fray Nicolás de Ovando. Foto Jochi Marichal.
La incipiente política territorial de los Reyes Católicos se manifiesta en todo su esplendor durante los siete años que duró su gobernación, contenida en las instrucciones reales como las que fueron firmadas en 1501 en Granada; en Zaragoza el 20 y 29 de marzo de 1503; y particularmente con la disposición de 1508, un privilegio que otorgó categoría de villas con sus armas o blasones simbólicos a los quince pueblos con que se había vertebrado el territorio insular. Las disposiciones también contemplaban los pueblos de indios en los que regía el siguiente principio: “que cada uno de los indios tenga su casa apartada en que moren con sus mujeres e hijos para que vivan de acuerdo con las costumbres de nuestros reinos”. Pedro Santiago, refiriéndose a los pueblos indios comenta las instrucciones dadas a los padres Jerónimos en 1516 en relación con la concentración urbana de la población aborigen, su significación política, religiosa, fiscal y administrativa, siguiendo siempre las normas castellanas.7 La expedición de Nicolás de Ovando no fue cualquier cosa. El maestre de Calatrava organizó una armada de más de treinta naos,8 “la más numerosa que jamás cruzó el océano”, que arribó a Santo Domingo el 15 de abril de 1502. Entusiasmado, Luca de Tena señala: “¡Nunca, ni en tiempos de los romanos surcó las aguas semejante escuadra! Ya no se trataba de descubrir ni de conquistar, sino de transmitir la civilización heredada a quienes aún no la habían recibido. La población transportada de una a otra orilla del mar alcanzaba a 2,500 hombres. Junto a los nobles, que formaban la corte del nuevo gobernador, venían ganaderos, labradores, médicos, urbanistas, herreros, fundidores, carpinteros, alarifes, mineros, astrónomos, cartógrafos, cronistas, lingüistas, pedagogos, matemáticos, toda gama de letrados
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Serie de estructuras en La Concepción de la Vega Real. Exteriormente parecen cilindros macisos. Interiormente se integran a un diseño espacial típico de la ingeniería defensiva de la época. Fotos Jochi Marichal.
desde jueces y oidores, tipógrafos, contadores y misioneros. Y traían consigo esquejes y semillas de na-
la orden de los dominicos, haciendo la larga ruta a pie con su capa al hombro y comiendo pan de raí-
ranjos, limones, peras, manzanas, vides, trigo, avena, cebada, caña para azúcar, mercurio para amalga-
ces, o sea, casabe. El abandono de la antigua ciudad de La Concepción o La Vega Vieja, como más co-
mar metales, centenares de caballos, asnos, mulos, vacas, ovejas, cabras, cerdos y gallinas. Y lino. Y
múnmente se le conoce ahora, y su posterior renacimiento en otro lugar, se debió a un terremoto (1562)
esparto. Y seda. Y gusanos para fabricar este misterioso tejido oriundo de China, conocido en Europa
que la destruyó por completo. Las importantes excavaciones arqueológicas que con gran entusiasmo y
desde los no muy lejanos días de Marco Polo, y tan sutil y transparente que parece urdido con rayos de
dedicación se han realizado en La Vega Vieja, programa en cuyo patrocinio participamos, han logrado
luna. Y libros para enseñar, y resmas de pergamino para
escribir”.9
resultados heterogéneos: restos de los paramentos de una iglesia y de una de las torres; pozos; el ce-
De las fundaciones concebidas por el comendador Ovando se destacaron La Concepción de La Vega y
menterio; joyas de oro; bastones; piezas de cerámica; monedas en abundancia, etc. Es necesario llevar
Santo Domingo, ambas ligadas al régimen colombino establecido por Bartolomé Colón. Se afirma, no
a cabo un estudio sistemático de las estructuras, así como su adecuada conservación; estudios docu-
sin razón, que después de Santo Domingo, le corresponde a La Vega, un lugar excepcional entre las ciu-
mentales; y reforzar el programa arqueológico hoy detenido. El entorno del sitio histórico está enclavado
dades de todo el Continente, por su importancia histórica indiscutible. Fue en este último sitio donde Fray
en las estribaciones de la Cordillera Central mirando hacia el valle de La Vega.
Ramón Pané, de la Orden de los Jerónimos, estudió, por expresa disposición del Almirante, las lenguas
En cuanto a la ciudad de Santo Domingo, tan pronto Ovando llegó, organizó su traslado e inició la cons-
de los indígenas de La Española, escribiendo como resultado de sus investigaciones el primer estudio
trucción de la Torre del Homenaje de su fortaleza. Poco después se levantó otra ubicada en la punta que
de antropología Relación acerca de las Antigüedades de los Indios.10
dominaba la desembocadura del legendario río Ozama que desde entonces se ha denominado “punta de
Durante el gobierno de Frey Nicolás de Ovando se construyó una iglesia, que posteriormente se convir-
la torrecilla”. Fray Vicente Rubio demostró que fue Gómez García Varela,12 maestro mayor, el aparejador de
tió en la Catedral; un convento de los padres Franciscanos; la casa para el gobierno y administración; y
la Torre del Homenaje de la fortaleza. En artículo publicado hace pocos años13 incorpora nuevas informa-
casas de ladrillo y piedra. La arqueología ha arrojado restos de caminos adoquinados; drenajes urbanos;
ciones entre las cuales aparecen los siguientes datos: “Después de los primeros siete años de la goberna-
y calles empedradas. Contribuyó grandemente al desarrollo de la zona la explotación de minas de oro,
ción de don Cristóbal Colón en la isla Española (1493-1500); después del régimen del calatravo Francisco
la fundición anual, según se dice, era de más de 300,000 onzas. Se asegura que personas que abando-
de Bobadilla, comendador de Auñón y Castellanos (1500-1502), en una armada de 30 navíos (?), llegaba
naron la Isabela llegaron a radicarse en La Concepción, atraídas por los descubrimientos mineros, espe-
un nuevo gobernador elegido por los Reyes Católicos, a saber: frey Nicolás de Ovando (abril de 1502-sep-
cíficamente del oro.
tiembre 1509). Arriaron velas en el puerto de la entonces villa de Santo Domingo, fundada por Bartolomé
Para 1510, Fray Pedro de Córdoba predicó allí en favor del indio en presencia de los virreyes Don Diego población.11
Colón en la orilla oriental del río Ozama, y enseñoreada por una fortaleza que allí mismo había levantado es-
Las Casas habla detalladamente de es-
te hermano del Descubridor a fines de 1496... Aunque ya en 1503 frey Nicolás había tratado en “mensaje-
te acontecimiento, expresando que se trasladó desde Santo Domingo, encabezando los sacerdotes de
ra” al Rey la edificación del torreón santodominguense, o totalmente de piedra o sólo con zapata de piedra
y Doña María, quienes acostumbraban visitar esta
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Esquema del conjunto arqueológico del sitio histórico de la Villa de la Concepción.
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y lo demás de tapiería. Desde Medina del Campo, a 10 de marzo de 1504, le responde el Católico monarca de esta guisa: “A lo que decís, si la fortaleza de Santo Domingo se hará toda de piedra o los cimientos de piedra y lo otro de tapia, pues decís que en la obra hay harta piedra para ello y que las tapias duran poco a causa de las muchas aguas, debéisla hacer de piedra, pues que para ello tenéis buen aparejo”. Posteriormente organizó la territorialización de la isla complementando el corredor de fortalezas que estableció Colón entre La Isabela y Santo Domingo. Las campañas de Higüey y Jaragua le permitieron de-
Ángulo esquinero de los nueve pares de casas construidas por el gobernador Ovando en la Calle de la Fuerza. Se trata de un “modelo de campaña”. Estas y las de Garay fueron las primeras construcciones en la nueva villa después de 1502. Foto Ricardo Briones. Casas de Ovando, en una de las cuales vivió Cristóbal Colón a su regreso de Jamaica al final del cuarto viaje. Foto Ricardo Briones.
finir los lugares donde asentar los pueblos de españoles inmigrantes, muchos de los cuales han desaparecido. Ursula Lamb nos explica en el capítulo siete de su biografía sobre Frey Nicolás de Ovando los procedimientos aplicados al distribuir solares en las nuevas poblaciones trazadas por el comendador en la isla Española: al escogerse los terrenos para una ciudad, villa o lugar, el gobernador o la persona autorizada por él distribuía los solares trazados por aquel dentro de la ciudad y las tierras de diversa cali-
dad y extensión situadas fuera de la ciudad. La distribución se hacía teniendo en cuenta el estado, los méritos, la posición y la reputación que merecía a las autoridades el futuro vecino, con preferencia un hombre casado, que tomaba el juramento de asiento. Los solares que se hallaban dentro de los límites de la localidad solían tener una superficie de 50 por 100 pies: las tierras situadas fuera de la población constaban de una peonía o caballería. Ovando fue también, evidentemente, riguroso en la distribución de solares en la ciudad, concediendo sólo uno cada vez. En el caso de que se efectuara un nuevo asiento con una ciudad ya existente, como la de Santo Domingo al trasladarse su emplazamiento a la otra orilla del río Ozama, el consejo de la ciudad, o cabildo, hacia un asiento con el gobernador.
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Doble página anterior: Mapa de Bolonia 1516 versión de la carta que trazó Morales en 1508. Aparecen las villas, ciudades y puertos creados para la administración territorial de la isla.
El tiempo de Ovando significó la transformación de la cultura arahuaca y una disminución impresionante de su población. Basta recordar las sangrientas campañas de Higüey o la de Xaragua. Sin embargo, la prosperidad económica producto de la política minera alrededor de Santo Domingo, San Cristóbal y Buena Ventura; así como en la Maguana de San Juan y Cotuí en el centro de la isla, consolidó sus ejecutorias. En el norte los sitios principales fueron La Vega; Santo Tomás; Santiago y Puerto Plata.
Lado oriental de la calle Las Damas, con las casas construídas por Ovando y las de las Dávila con su capilla doméstica dedicada a la Virgen de los Remedios, sede de la Fundación Amigos de las Casas Reales. Foto (1) Ricardo Briones. Foto (2) Jochi Marichal.
ordenado con una sociedad establecida. En la capital de la isla, que lo era a la vez de la región y el mundo
Torre del Homenaje de la fortaleza de Santo Domingo. Foto Ricardo Briones.
terminación o bien todavía en proyecto, y en espera de cuya edificación se utilizaban estructuras provisiona-
La herencia de Ovando, de acuerdo con Ursula Lamb,14 puede ser medida por la existencia de un territorio
nuevo, situada ahora a la otra orilla del río Ozama, tenía calles de trazado uniforme, algunas de ellas pavimentadas, flanqueadas por casas de piedra. Había cierto número de edificios mayores en diversas fases de
les de madera. Funcionaba un monasterio franciscano y también había un hospital provisional, que más tarde se convertiría en el San Nicolás, y una casa de contratación. También varias tiendas y tabernas que proporcionaban buenos ingresos a sus propietarios, sin que tampoco faltaran posadas para los transeúntes. La demanda de géneros y servicios había crecido de tal forma, que Santo Domingo podía alardear de poseer un firme comercio y de ofrecer toda clase de géneros. La producción agrícola, en otro tiempo el recurso más preciado, había hallado unos razonables niveles de precios. La carne fresca, por ejemplo, no existente antes de 1498 y escasa por algún tiempo después, era ahora relativamente abundante. La isla había sido explorada y se había encargado un mapa que mostraba todos los ríos, montes y valles, así como la situación de cada uno de ellos, de toda la isla. Este mapa fue el primero y se atribuye al cartógrafo Andrés Morales. El mismo Morales elaboró el conocido mapa de Bolonia, atribuido a Pedro Mártir de Anglería, quien transcribe las informaciones que le da Morales en 1516. En consecuencia, el primer mapa de la isla La Española fue el confeccionado por Morales en 1508.15 Este mapa, iluminado y corregido, es el que acompaña la publicación de Pedro Mártir de Anglería.16
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2.4
El plateresco y los grandes conjuntos monumentales de Santo Domingo A su llegada al puerto del Ozama, el virrey Diego Colón se encontró con una ciudad cuyas primeras estructuras físicas institucionales se hallaban en proceso de consolidación. Inmuebles con un fuerte acen-
Volumetría del conjunto medieval de la Torre del Homenaje de la fortaleza de Santo Domingo. Foto Jochi Marichal.
to gótico adornaban las calles de la ciudad. Para la tercera década el siglo XVI, ya estaban labradas las soberbias bóvedas de la Catedral Metropolitana, compitiendo con la torre cúbica de la Fortaleza y las Casas Reales, convertidas en sede de la Real Audiencia y Chancillería y Palacio de los Gobernadores y Capitanes Generales. Las atarazanas reales estaban en vías de concluirse; la cárcel pública había sido establecida frente a la Plaza Mayor. Se fundaban monasterios de distintas órdenes, conventos de monjas, y residencias grandes y pequeñas para funcionarios y poderosos propietarios, dueños de minas e ingenios. El desarrollo de la Plaza Mayor, ligada a la Catedral, comprendía en su alrededor la autoridad municipal y la autoridad eclesiástica. Sin embargo, los asuntos relativos al gobierno y la justicia, la administración de los territorios descubiertos, se manejaban desde las casas donde gravitaba el poder real y virreinal, principal centro de autoridad continental, creando el modelo policéntrico que caracteriza a la Ciudad Primada. Las murallas fueron iniciadas para 1543, en el día de Santo Domingo. El acontecimiento transcurrió animado por ceremonias pintorescas, misas, trajes vistosos, doblones de oro y colocación de la primera piedra en presencia del Gobernador, Presidente de la Real Audiencia y Arzobispo, Alonso Fuenmayor. Las murallas circuyendo la urbe no se terminaron hasta el siglo XVIII, cuando quedaron definitivamente cerradas. Años después, comenzaron a destruirse para dar paso al crecimiento urbano. Se conservan aún varias de sus hermosas puertas fortificadas y paños completos de sus muros. Al concluir la gobernación de Nicolás de Ovando, asume el poder el Segundo Almirante de Las Indias, don Diego Colón, cuyo arribo a Santo Domingo está precedido de un largo y tedioso proceso cortesano. “Diego Colón y doña María de Toledo con mucha casa y al frente de una flota atiborrada de bastimentos, útiles domésticos y productos suntuarios de fácil mercado en la próspera Santo Domingo, dejaban Sanlúcar de Barrameda el 3 de junio de 1509, camino de las Indias. Y después de ‘muy próspero
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Detalles del conjunto militar de la fortaleza de Santo Domingo; accesos, terraza almenada; vista general del monumento; patio de armas; garita esquinera. Desde esa posición se domina la entrada al puerto de la Ciudad Primada que se defendía desde la torrecilla en la punta y el Fuerte Invencible. Foto (1) Jochi Marichal. Fotos (2,3,4 y 5) Ricardo Briones.
tiempo y felice viaje’ entraban por el puerto del Ozama el 9 de julio”.17 Al día siguiente de llegar –con au-
Admira el detalle de las instrucciones reales: “piedra labrada en las esquinas (...)”, cosa que se cumplió
sencia de Ovando, que andaba por tierras de Santiago– pueblo y cabildo se reunían en la iglesia y don
porque era práctica común en la albañilería de esa época. Esta técnica conforma lo que se denomina
Diego tomaba las varas de la justicia con el ritual acostumbrado. “Por alcaide mayor de la isla puso al ex-
como cadenas esquineras que aparecen en la mayoría de los edificios de la zona histórica y que los res-
perimentado letrado Marcos de Aguilar; y Bartolomé Colón recibió el alguacilazgo mayor, sirviendo por él
tauradores acostumbran a dejar a la vista. Esto produce un foco de atención enmarcado por una línea
Francisco de Garay; familiares directos –Bartolomé, Diego y Hernando Colón–, criados de confianza, co-
quebrada. La práctica fue asumida por los constructores neoclásicos. En la actualidad se usa en forma
mo Diego Méndez y Jerónimo de Agüero, Juan Antonio y Andrea Colombo fueron las cabezas más se-
puramente ornamental, en torres comerciales y viviendas, haciendo uso de este motivo originalmente es-
ñaladas de la corte colombina levantada en pleno trópico”.18 Después de pasado un gran recibimiento,
tructural.
“ya fuese de veras o fingido”, sobrevino a finales de julio un devastador huracán que casi no dejó en to-
En documento fechado en Valladolid en 1509, el Rey ordenaba a Diego Colón (nuestro Almirante y Go-
da la isla “casa enhiesta”, al tiempo que hundía o destrozaba gran parte de la flota amarrada en el puer-
bernador de las Indias) labrar fortalezas en Santiago y la Buena Ventura. También instruye sobre los pue-
to, como el “San Jorge”, navío del Almirante. Una vez más la naturaleza probaba a los recién llegados”.19
blos de los indios y sobre la distribución de solares de acuerdo con la calidad de las personas, diferen-
Los versos de Juan de Castellanos relatan las fiestas que se hicieron por muchos días: “Grandes fiestas
ciando claramente la gente común de los principales “ya que esto es la causa de que esa dicha isla no
hicieron aquel día y muchos juegos más en el siguiente, demás de regocijos y alegrías que duraron por
se haya ennoblecido con buenos edificios y casas”.22 En este mismo documento aparece un testimonio
más de veinte días. Sacaron todos invenciones bellas manifestando prósperos caudales, porque vinie-
sobre la fábrica de la Casa de Contratación “que se ha comenzado a hacer en la isla La Española y es
ron damas y doncellas generosas, hermosas y cabales, que por haber entonces falta dellas se casaron
muy desproporcionada de grande”.23
con hombros principales. Hubo toros, sortijas, juegos, cañas, en que se daban todos buenas mañas”.20
¿Cuál fue el estilo que asumió la arquitectura de aquella época? ¿Cuáles eran las vanguardias de ese
Diego Colón llega a la ciudad creada por Ovando y asume el gobierno dentro del marco sucesoral que
tiempo? ¿Cuáles las formas artísticas vigentes? Buschiazzo, el historiador argentino nos hacía ver en el
sus títulos de Almirante y Virrey le otorgaban. Los Reyes Católicos contestaban sus peticiones instruyén-
año de 1961 que la cuenca del Caribe fue para América durante la conquista, lo que el mar Mediterrá-
dole. Una de ellas despachada en Sevilla el 6 de junio de 1511 le ordenaba sobre el repartimiento de in-
neo para las viejas civilizaciones europeas. Refiriéndose a las formas artísticas de la época señala que al
dios y el traslado de otros desde la isla de Trinidad y la de Santa Cruz. En ese mismo documento le or-
descubrirse la isla, aún le quedaban 30 ó 40 años al estilo gótico. Estos años convivieron con los prime-
denaba acelerar la terminación de las iglesias, advirtiéndole “que basta por ahora que se hagan de una
ros intentos del plateresco, arte que denomina “isabelino” y que define como una típica modalidad en la
sola nave; fabricadas de mampostería y piedra labrada en las esquinas con sus arcos y cubiertas de ma-
que concurren elementos del gótico nórdico (llevado por flamencos y germanos), con el tradicional mu-
dera”.21 El mismo documento trata de la fortaleza que se construye en la Concepción de La Vega y de
déjar o estilo hispano-musulmán: “En lugar de las altas catedrales de organización piramidal, de induda-
las minas que se cavan en San Cristóbal.
ble procedencia francesa, se prefirió el tipo de la hallenkirchen, en el que una igual altura de las bóvedas,
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Palacio virreinal construido por Diego Colón, Segundo Almirante. Se trata de un modelo señorial hoy incompleto, ya que ha perdido elementos fundamentales del conjunto original, particularmente el Patio de Armas y las edificaciones de servicio que lo rodeaban: caballerizas, cocinas, almacenes, dormitorios de servicio, casa de guardias, polvorín, etc. Fotos (1 y 2) Ricardo Briones. Foto (3) Jochi Marichal.
cuando el templo era de varias naves, daba al edificio el aspecto interior de una vasta sala. Las bóvedas nervadas multiplicaron sus ligaduras en forma de estrella; los haces de columnillas se fundieron en el pilar monocilíndrico, y la decoración llenó de flechas, yugos, granadas, pomas y otros símbolos isabelinos en las fachadas de los edificios, en tanto que el alfiz o arrabá moruno se repitió como infaltable encuadramiento de portadas”.24 En verdad estas cualidades pueden encontrarse presentes en los más antiguos monumentos dominicanos: el Alcázar de don Diego; palacios para la Contratación y de los Capitanes Generales; la Catedral Metropolitana; y el hospital de San Nicolás. De lo anterior podemos concluir que el “estilo isabelino”, denominación que ha sido rechazada por Camón Aznar, se prolongó en el tiempo por muchos años, por lo menos hasta 1540, o algo más. Tal es así que para 1942, al publicar E. W. Palm su ensayo sobre La Puerta de San Diego, nos advierte que los capiteles muestran un “plateresco progresado”, al referirse a la ornamentación con influencias italianas que él asume como típicas de la “tercera fase” del plateresco español: “Incidentalmente la misma cabeza viene asemejándonos mucho a otra de guerrero, perteneciente a las decoraciones talladas en caoba en la espalda del trono arzobispal de la Catedral (margen inferior del listón derecho). Este trono, datado por inscripción en el 1540, figura entre los primeros monumentos de la isla que corresponden a la mencionada fase del plateresco, junto con el retablo semidestruido de un altar desecho del Convento de los Dominicos”.25 Diego Angulo Iñiguez en su Manual de Historia del Arte señala que el término “plateresco” fue utilizado por primera vez en el siglo XVII por un analista de nombre Ortiz de Zúñiga al calificar de fantasía “plateresca” determinado monumento de este estilo. Describe algunos elementos recurrentes que identifican el estilo: candelabros; seres fantásticos; figuras monstruosas; y el caprichoso repertorio grutesco: “Algún elemento, como la columna abalaustrada, adquiere tan temprana y rápida difusión que llega a convertirse en uno de los temas característicos del plateresco”.26
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Resulta de gran aprecio transcribir los comentarios elaborados por Buschiazzo alrededor del Hospital de San Nicolás de Bari, cuya solución espacial repetía el modelo cruciforme adoptado por los Reyes Católicos en Santiago de Compostela, en Toledo y en Granada: “Esta forma de hospitales donde dos largos pa-
Ruinas y planta del hospital de San Nicolás, modelo cruciforme adoptado por la arquitectura de la época de los Reyes Católicos. Este modelo habría sido utilizado en Italia. Fotos Jochi Marichal.
bellones para enfermos se cruzan para dar lugar a la ubicación de la iglesia en el centro o lugar de cruce, de modo que los enfermos alojados en los cuatro brazos puedan ver la misa, se reprodujo mucho en España y América. En nuestro continente, además de este que estudiamos, hubo también en Guadalajara, Veracruz, Barinas, Santiago de Chile y San Juan de Cuyo. Aún cuando habitualmente se los cree de origen isabelino, sabemos perfectamente que los hubo antes en Italia, donde ya existía el Hospital Mayor de Milán con pabellones que se cruzan dejando cuatro patios, antes de que se usasen en España. Es cierto que el de San Nicolás de Bari no es exactamente una cruz griega, y que además el brazo principal es de tres naves, pero a pesar de estas variantes cabe incluirlo dentro del esquema isabelino, como asimismo es de ese estilo su arquitectura. Una vez más nos encontramos frente a una mezcla de épocas, pues si su morfología es aún gótica, acabamos de ver que la planta es una creación renacentista italiana”.27 Al plateresco temprano o primero le sigue lo que los historiadores del arte llaman un plateresco maduro que se da en la arquitectura civil y religiosa. Su influencia se aprecia en la isla Española en algunos de sus importantes monumentos, ligados a la arquitectura civil de las ciudadelas extremeñas de Cáceres y Trujillo, constituyendo una fuente de primer orden en materia de detalles ornamentales. De allí provenían muchos de los principales capitanes de la Conquista, como Ovando y Cortés, personajes éstos que encabezan el inventario de propietarios de la ciudad del Ozama. Entre las obras domésticas cuya arquitectura y ornamentación está directamente relacionada con los territorios de donde procedían los altos personajes de la conquista, podríamos señalar el Palacio de los Capitanes Generales con su portal simple perfilado por un alfiz escarpado; o la llamada Casa de Ovando en la calle Las Damas; o un inmueble que llamó la atención a Mario Buschiazzo y cuya portada está coronada por un balcón
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Casas Reales de Santo Domingo, paramentos, exteriores y patio de la Real Audiencia y Chancillería. Ambos edificios conforman el grupo de palacios de mayor peso específico en la naciente villa. Su arquitectura es contradictoria, ya que corresponden a épocas distintas. Fotos Ricardo Briones.
que define de carácter segoviano: “típicos del gótico florido anterior al isabelino”. También llamó su atención la llamada Casa de los Medallones cuya portada plateresca estima propia del renacimiento italiano del Norte. Entre los monumentos, civiles o domésticos, que caen bajo el ámbito histórico que nos ocupa, hay varios que deseamos señalar. El primero de ellos tiene que ver con el tema sustantivo del urbanismo que los descubridores aplican en los territorios que colocan bajo sus dominios. La fundación de ciudades ocupó con prioridad la política estratégica de los Reyes Católicos en sus instrucciones a los conquistadores. En consecuencia, el tema de los asentamientos humanos colombinos, la mayoría de ellos de carácter primario como La Isabela, La Concepción y Santiago, se limitan a contener estructuras de carácter defensivo y viviendas precarias. Con el tiempo se convirtieron en asentamientos definitivos cercanos a los sitios seleccionados originalmente o simplemente desaparecieron. El urbanismo de la ciudad de Santo Domingo, precursor entre todos los demás, resultaba por esto ser modélico. Coinciden el asentamiento ovandino y
la ciudad virreinal, ya con estructura de gran ciudad, con polos dinámicos en el puerto o desembarcadero, o en sus plazas; casas reales para gobernadores y capitanes generales; tribunal de apelaciones, o Audiencia Real; también casa de fundición, torre de homenaje y fortaleza; conventos para órdenes mendicantes: franciscanos en el norte, dominicos en el sur; y mercedarios al oeste. Hemos señalado asimismo algunas casas construidas en los primeros años del siglo XVI. Estas ostentan en su ornamentación las formas artísticas que identifican el tránsito del gótico al plateresco y del plateresco al renacimiento. Se trata de un conjunto de edificaciones que hacen de la ciudad primada un caso especial, sin antecedentes.
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Llaman la atención las columnas toscanas del Alcázar de Colón –construido a partir de 1510– con sus arquerías de formas puras y simples: cinco en la fachada occidental y seis en la oriental. De fuste liso, son apropiadas al carácter doméstico del edificio que algunos autores relacionan con modelos europeos. El castillo virreinal fue una campanada a la que siguió la basílica mayor dedicada a Santa María de la Encarnación. Este gran monumento de avanzada fue el sueño de Alejandro Geraldini, un obispo humanista, culto,
Fachada oeste y planta de la Basílica Catedral Metropolitana, Primada de América. Fotos (1 y 2) Jochi Marichal. Detalles del conjunto y cuerpo del cabildo eclesiástico construído frente a la Plaza Mayor. Fotos (3 y 4) Ricardo Briones. Planta de la Catedral, previo al traslado del Mausoleo del Gran Almirante, (1992).
aventurero. Para 1520, en Santo Domingo de la Española, él inventó una catedral con una columna corintia en el eje de una fachada y un friso sobre el cual se percibe el frontón triangular que forman los tejados: un conjunto ubicado en la Plaza Mayor con un campanario exento que quedó inconcluso, y un gigantesco escudo imperial. Aquel exquisito compendio de arte humanista se colocó en el centro de un trazado reticular que recibió encendidas alabanzas de quienes lo vieron entonces. Geraldini pudo conocer textos de Vitruvio y de Alberti porque versiones del uno y del otro fueron manejadas por los grandes arquitectos en España, así como por constructores, gobernadores, virreyes y alarifes en sus nuevas colonias de América. Ediciones en latín o traducciones al italiano fueron habituales hasta el siglo XVI, cuando aparecen traducciones al castellano. Un capítulo final en este breve ensayo sobre el arte de los Reyes Católicos y su influencia en Santo Domingo puede descubrirse al recorrer las capillas y los retablos de la Catedral y particularmente en la iglesia del Convento de Santo Domingo. Allí podremos descubrir las versiones más exquisitas del plateresco importado a América en los primeros años de la Conquista. Mientras los navegantes recorrían las agitadas aguas del Mar Caribe, los entalladores y los albañiles llevaban a cabo una gigantesca obra utilizando para ello la piedra calcárea de las milenarias formaciones que ofrece la geografía de las islas antillanas. La prolongación en el tiempo de estos procedimientos artísticos en la arquitectura nos confronta con el
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Detalle de la iglesia del convento de monjas de clausura de la orden dominica dedicado a Regina Angelorum. Composición manierista. Foto Ricardo Briones. Detalle del portal lateral de la iglesia del convento mercedario de vocabulario ornamental clásico. Foto Ricardo Briones. Dibujo del conjunto de la Basílica Metropolitana destacando la fachada plateresca. Portal del convento de San Francisco atribuido a Rodrigo de Liendo. Foto Jochi Marichal.
momento en que concluye y se consagra la Catedral construida en la Plaza Mayor de la ciudad que para entonces podía considerarse la “capital del nuevo mundo”. Ya convertida en una urbe notable, exhibía monumentos proyectados y construidos por arquitectos y alarifes capaces de tallar el impresionante friso de su catedral, cuya fachada recogió los rasgos característicos de los tratadistas del cinquecento. Su portada plateresca se labraba hacia la tercera década del siglo XVI por alarifes formados bajo influencias españolas e italianas. Un análisis de la fachada catedralicia arroja como resultado una composición cuyas líneas generales y marco de referencia se mueven dentro de los cánones vitruvianos: un eje de simetría, órdenes clásicos, composición en la que se percibe el manejo axial del cuadrado y el círculo que transcriben geométrica y simbólicamente el cielo y la tierra. Desde luego, un discurso teológico acompaña la composición: Pedro, Pablo, evangelistas, armas del poder temporal y elementos ornamentales complementarios producto de aquel impresionante y rico conjunto.
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Gárgolas talladas en el desaparecido taller-escuela de cantería del Museo de las Casas Reales según modelos de la Basílica Catedral de Santo Domingo. Foto Ricardo Briones. Relieves reconstruidos en paneles de la fachada oeste de la Catedral Metropolitana. Foto Ricardo Briones. Escorzo del friso y cornisa de la fachada principal de la Basílica Catedral. Foto Ricardo Briones. Bóvedas de crucería de la nave central de la Catedral Primada. Foto Ricardo Briones.
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2.5
El neoclasicismo. Proyectos del ingeniero Antonio Álvarez Barba y la calle Las Damas El estudio preliminar de un volumen sobre los mapas y planos de Santo Domingo28 señala que las reformas introducidas por los Borbones produjeron determinadas transformaciones durante el siglo XVII. Entre éstas, les preocupaba, dice Pedro Santiago, aumentar el número de habitantes y repoblar las zonas abandonadas y las antiguas villas: “Los resultados, aunque insuficientes con relación a otras colonias fue-
Esquina de la calle Las Damas. Casa llamada de los Jesuitas y templo, ambos del conjunto universitario de la Real y Pontificia de Santiago de la Paz y Gorjon. Foto Jochi Marichal. Sección transversal de la Iglesia de los Jesuítas, hoy Panteón de la Patria.
ron importantes, ya que, de unos 6,000 habitantes que había en 1737, en 1785 había de 100,000 a 125,000, de los cuales de doce a catorce mil eran negros. En 1736 se reedificó Puerto Plata: igualmente Montecristi en 1761”. El estudio menciona poblamientos en lugares como Baní; San Rafael de la Angostura, en 1761; Dajabón; San José de los Llanos; y San Pedro de Macorís”.
VILLAS Y CIUDADES FUNDADAS POR CANARIOS San Carlos
1684
Bánica
1891
Hincha
1704
San Juan de la Maguana (R.)
1733
Puerto Plata (R.)
1736
Montecristi (R.)
1752
Samaná
1756
Sabana de la Mar
1760
Neiba
1761
San Miguel de la Atalaya
1768
San Rafael de la Angostura
1761
Baní
1768
Las Caobas
1768
Dajabón
1776
(Tomado del libro Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo, de Carlos Esteban Deive)
Un caso especial lo constituye la fundación de Santa Bárbara de Samaná y Nuestra Señora del Pilar de Sabana de la Mar. Se acepta como bueno y válido el año de 1756, de acuerdo con los historiadores Sánchez Valverde y Moreau de Saint Méry. Un historiador, oriundo de esas tierras,29 recoge la noticia del envío para diciembre de 1754 del Ing. Antonio Álvarez Barba y Lorenzo de Córdoba para recorrer los parajes de la bahía de Samaná y expulsar los franceses de las costas. Dos años después se procede a la fundación de las ciudades gemelas de Samaná y Sabana. Para el 10 de diciembre de 1762, en corres-
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Calle Las Damas: Casas construidas por Ovando, lado oriental de la calle Las Damas ó de La Fuerza. Foto Ricardo Briones.
pondencia dirigida al secretario del rey Carlos III, se consigna que el 27 de febrero de 1756 por orden de
Volumetría del crucero y tambor de la cúpula de la Iglesia de la Compañía de Jesús y su Colegio-Universidad. Foto Ricardo Briones.
vantó el plano que remitió y según aquel plano el Rey aprobó que se fundase el puerto de Carenero
Calle Las Damas: Puerta nueva de la fortaleza construida durante el reinado de Carlos III. Foto Jochi Marichal.
Don Francisco Rubio y Peñaranda, “el ingeniero Lorenzo Córdoba reconoció la bahía de Samaná y le-
Grande y la población hoy nombrada Santa Bárbara de Samaná”.30 Sin embargo, es el general Jean Louis Ferrand quien programa la construcción de una ciudad nueva denominada Puerto Napoleón que figura en un documento perfectamente ilustrado que se reproduce en esta obra. Pedro Santiago, en sus observaciones señala que: “La reconquista de la parte española por los dominicanos, la derrota de Napoleón y la Paz de París (1814), hicieron que éste como tantos otros proyectos franceses en la isla no llegaran a realizarse”.31 El historiador Elías Devers transcribe las especificaciones de la ciudad contenida en el proyecto y citando el libro de Emilio Rodríguez Demorizi, titulado Samaná pasado y porvenir, anota el párrafo donde se
advierte que Francia proyectaba edificar esta ciudad para convertirla en capital de la isla de Santo Domingo: “...la Gran avenida Imperial, la Plaza Napoleón, la avenida del Sur, la avenida del Palacio, la de los Cuarteles, la de la Iglesia, la de Napoleón y la de Ferrand que desembocaban en la Plaza de Armas, junto a la cual se levantaría el Palacio de Gobierno con sus dos dependencias. Seguirían luego la calle de la Prefectura y la de la Comedia, que rematarían en la Plaza de este nombre y en la que se levantaría el Teatro. Más lejos la avenida del Norte. Las calles transversales tendrían los nombres de La Marina, del Almacén, del Comercio, Imperial, del Centro, de la Plaza de Armas y del Cerro. Luego la calle de los Jardines y la avenida del Oeste. Detrás de la ciudad los bellos paseos públicos, de un lado el mar y del otro la montaña”.32
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La península de Samaná, no puede desligarse de su tradición antillana que la relacionan durante el siglo XVII con el archipiélago de las islas de Barlovento, particularmente con la de San Cristóbal (Saint Kitts)
cuyos habitantes se instalaron en la isla Tortuga para 1630. Después de organizarse, los aventureros
Doble página anterior: Port Napoleón. Proyecto elaborado por instrucciones del general Ferrand para servir como capital de la isla.
franceses, como les llamaban algunos historiadores, asumieron tres categorías: bucaneros; filibusteros y los llamados hermanos de la costa, que se dedicaban al trabajo de la tierra. Los bucaneros, en cambio, practicaban la caza, y los segundos la piratería. La preocupación por las tierras en conflicto alcanza un punto culminante con el tratado de Aranjuez, firmado en el año 1777. Algunos años después (1795) la isla pasaría por entero a Francia y no sería recuperada por España hasta 1809. Pedro Santiago lo explica con las siguientes palabras: “Los mapas y planos de procedencia no española son una buena prue-
Portal y torre de la Iglesia del Convento Mercedario. Foto Ricardo Briones. Parroquial de Los Minas. Foto Ricardo Briones. Parroquial de Boya advocación de la virgen de Aguasantas. Foto Ricardo Briones. Planta bóvedas del convento Las Mercedes.
ba del constante interés que desde mediados del siglo XVII y sobre todo en el XVIII, habían puesto los franceses en la isla de Santo Domingo”.33 La cartografía nos ofrece las modificaciones sufridas por el territorio de la colonia española y la colonia francesa donde comunidades van surgiendo en la geografía de la isla, muchos de ellos sitios repoblados con migraciones de las Islas Canarias. En varios de estos poblados, en sus plazas, se construyeron modestas ermitas, iglesias parroquiales que proveen un notable inventario de monumentos menores: Bánica;34 Boyá, dedicado a Nuestra Señora de Aguasantas; en Baní, bajo advocación de Nuestra Señora de Regla; a San Cristóbal; y a San Gregorio en Nigua. A San Carlos, el Patrón de Tenerife, en el barrio de los isleños, municipio vecino al norte de la Ciudad Primada, así como las ermitas de los barrios de San Antón, San Miguel y Los Mina también en Santo Domingo, este último dedicado a San Lorenzo. De época anterior son los santuarios de Higüey dedicado a San Dionisio; el Seybo bajo el patronazgo de la Santa Cruz; y Bayaguana, cuyo Cristo es objeto de fervorosa adoración. Antonio Álvarez Barba reaparece en los planos de Montecristi fechados en 1757; de la bahía de Ocoa, 1771; de Bayahá 1774 y de San Miguel de la Atalaya en 1794, así como un plano del sector del muelle
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Parroquial del Seibo dedicada a la Santa Cruz. Foto Ricardo Briones.
del Almirante de 1772. De Santiago Moreno hay un interesante documento de Azua fechado en 1861.
que la Real Audiencia de Santo Domingo no contara con una cárcel en el propio edificio de ella, como
Los proyectos del ingeniero Álvarez Barba para la fortaleza de Santo Domingo modificaron sustancial-
más tarde se ordenó para las audiencias americanas. Eso no excluye que otros edificios hayan tenido
Ermita de Los Mina. Foto Ricardo Briones.
mente la fisonomía de aquel conjunto, recogidos en un plano de 1773 bajo el título de “Plano de la Real
calabozos propios, como los tuvo la casa del Almirante, la Fortaleza, e incluso la casa del gobernador;
Fuerza de Santo Domingo”. Las casas colindantes conocidas como fundadas por el Adelantado Basti-
cosa común en los castillos y casas fuertes, y cuyo uso estaba restringido a la jurisdicción respectiva,
das fueron definitivamente integradas al conjunto militar, y sus espacios utilizados para depósitos de
pero no tenía el rango de cárcel pública. Así se explica por qué la cárcel de la ciudad de Santo Domin-
equipos militares; almacenes de armas y barracas de soldados. Posteriormente se creó un hospital mi-
go tuvo el doble carácter de municipal y cárcel de la Audiencia”.36
litar y se adicionaron nuevas estructuras para lo que fue la mayor y más importante instalación castren-
El ensayo citado antes recoge la información sobre un primer proyecto para la cárcel real cuyo autor fue
se en la colonia española y la república.
el Ing. González Villamar, anterior al proyecto de Antonio Álvarez Barba, quien fungía como ingeniero en
Otro de los proyectos del Ing. Álvarez Barba contemplaba la modificación del Alcázar de Colón o Casa
jefe (teniente coronel de ingeniero) durante 1771-1776: “En este último año fue relevado por el ingeniero
del Almirante, a fin de convertirlo en cárcel pública. No obstante, esta idea fue descartada y puesta en
Antonio Ladrón de Guevara. Sabemos cómo el gobernador Azlor tenía enemistad con el dicho ingenie-
marcha la que transformaba la antigua sede de la Cárcel Real frente a la Plaza Mayor. Recientemente el
ro Álvarez Barba, llegando incluso a informar al Rey que este era ‘insuficiente por ignorante’ para el tra-
Lic. José Chez Checo descubrió en los archivos de La Habana un conjunto de documentos sobre este
bajo de amojonamiento de las fronteras. Las razones de esta enemistad podrían deberse a las relacio-
proyecto que permitió elaborar un ensayo, que fue publicado en el Anuario del Centro de Altos Estudios,
nes de dicho ingeniero con algunos oidores de la Audiencia que, como Manuel Bravo, mantenían un
donde se señala que originalmente esta casa perteneció a Alonso de Maldonado, quien llegó a Santo
constante hostigamiento contra el presidente-gobernador. Fue tan pública esa hostilidad que llegaron a
Domingo para 1502, donde alcanzó el grado de Alcalde Mayor.35 A su llegada hizo construir el edificio
colocarse pasquines contra el último en la puerta de las casas reales, acusando al gobernador de pro-
que más tarde sirvió como cárcel pública. El mismo personaje fue también propietario del solar en que
mover el contrabando de mercaderías con los ingleses, lo que tenía visos de realidad por las numerosas
se construyó el edificio del Ayuntamiento en la esquina noroccidental de la Plaza Mayor. Abandonó la ciu-
arribadas forzosas de navíos de esta nación que entraron al puerto del Ozama y terminaron vendiendo
dad para 1510.
su carga en esta ciudad”.37
Raymundo González, autor del ensayo señalado anteriormente, se aproxima al tema con los siguientes
La historia del edificio de la cárcel real es larga y se extiende a lo largo del siglo XIX, tanto durante el pe-
términos:
ríodo de la ocupación haitiana y antes, desde el tratado de Basilea firmado en 1775 y aún durante el pe-
“La prisión de Santo Domingo ostentó muy pronto el carácter de cárcel de la Audiencia. Podemos fechar
ríodo de la anexión, época durante la cual, ya en ruinas, el edificio fue devuelto al ayuntamiento. Luego
el comienzo de esta modalidad en 1512, cuando se establece el tribunal de apelación en la isla el cual
se instaló allí una biblioteca, un teatro y un instituto profesional, hasta que fue reconstruido para conver-
había sido creado por real provisión el 5 de octubre de 1511. Esta circunstancia influyó en el hecho de
tirse en Cámara de Diputados, momento en que adquiere su actual fisonomía neoclásica.
Parroquial de Azua. Foto Ricardo Briones.
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Parroquial de San Antón con espadaña de ángulo de reciente restauración. Foto Ricardo Briones. San Miguel, iglesia parroquial del barrio del mismo nombre en Santo Domingo. Foto Ricardo Briones. Parroquial de Baní, hoy Catedral. Foto Ricardo Briones.
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Iglesia del imperial convento de la Orden de Santo Domingo. Foto Ricardo Briones.
Recientemente analizábamos el neoclasicismo en Santo Domingo señalando que el siglo XVIII nos sorprende con la fábrica del Colegio e Iglesia de la Compañía de Jesús, y concluye con una obra espléndi-
Iglesia del hospital de San Lázaro con campanario esquinero de ángulo. Foto Ricardo Briones. Planta de la iglesia del Convento de Santo Domingo. Proyecto del Ing. Álvarez Barba, ejecutado parcialmente para transformar y ampliar en conjunto militar de la Fortaleza de Santo Domingo. Conserva aun la portada medieval antigua: dos torres circulares. Foto Ricardo Briones. Planos de la ciudad de Santo Domingo de Álvarez Barba. Archivo General de Indias.
da ubicada en la misma Calle de la Fuerza, la puerta de Carlos III, que sustituyó la primitiva entrada medieval de la fortaleza de Santo Domingo.38 Todavía para mediados de siglo se menciona que la iglesia jesuítica estaba en construcción. Erwin Walter Palm, anotábamos, describe la fachada jesuita como de extrema severidad, aberturas pequeñas, enormes sillares, puerta principal sin decoración, todo lo cual se opone al espíritu del siglo XVIII. “Dominan en este imafronte las seis verticales, pese a los robustos efectos del cornisamiento. No llega a emplearse el acostumbrado procedimiento barroco que organiza los elementos verticales en una secuencia rítmica a ambos lados de la calle central. En cambio, la distribución paratáctica devuelve a los apoyos imponentes algo de aquella autonomía decorativa introducida por el manierismo del XVI, que había creado las primeras manifestaciones del estilo imperial... La impresión arcaica provocada por tal distribución es reforzada por la especie rústica de los sillares calcáreos coralinos de grandes poros, que posiblemente hubieran recibido un revoque... La fachada dominicana constituye un ejemplo típico de destemporización de la retórica imperial”.39 Tanto la Iglesia de la Compañía de Jesús, como la de Regina Angelorum aparecen coronadas por una cúpula barroca sobre tambor. Una con linterna y la otra no, pero ambas usando arcos conopiales. Volviendo a la calle Las Damas de Santo Domingo, es el Ing. Álvarez Barba quien incorpora un portal neoclásico típico que fue construido de común acuerdo con el conjunto castrense en que estaba enclavado. El mismo identifica la Casa de Bastidas de nuestros días. Originalmente existían allí varios inmuebles de los primeros pobladores de Santo Domingo, quienes se disputaron aquel lugar privilegiado. En esa misma calle tuvieron lugar los acontecimientos con que se puso en ejecución el decreto o cédula real del 27 de febrero del 1767 de acuerdo con la cual Carlos III comunicaba la orden de extrañar a los Jesuitas de sus dominios. Las instrucciones, firmadas el 20 de marzo por el Conde de Aranda, debían
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LA ARQUITECTURA Y EL URBANISMO COLONIALES 1492-1844
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cumplirse determinado día y determinada hora de la noche. La ejecución era responsabilidad del presidente y gobernador Don Manuel de Azlor. El relato dice así: “Desde los balcones de la Audiencia, podía el Presidente, rumiando su secreto, examinar las dos fachadas del vecino Colegio, y hasta sus oídos llegarían los ecos de las campañas, de las lecciones de los maestros, del rumor alborotado de los colegiales... Convocó para después de anochecido a los que debían acompañarle a la ejecución del decreto, y pasadas las doce, con ellos recorrió los cuarteles de la tropa, que poco a poco fueron movilizándose para tomar las posiciones señaladas frente al Colegio... y a eso de las tres a cuatro de la madrugada, llamaba a la puerta principal con pausados, repetidos y solemnes aldabonazos”. El jesuita Antonio Valle Llano,40 relator de estos acontecimientos, toca el tema de los tesoros acumulados en la Iglesia, particularmente el retablo que adornaba el templo. Mientras este se perdía, otros se labraban para adornar las ca-
Iglesia San Lázaro del hospital de los leprosos. Se trata de una curiosa composición con una galería lateral y planta de una nave abovedada con numerosos detalles mudéjares. Foto Ricardo Briones. Iglesia del Rosario en el sitio de la Nueva Isabela. Foto Ricardo Briones. Plaza María de Toledo junto a la iglesia Jesuíta creada recientemente en el sitio de una antigua casa cuya galería con arcadas sobre columna ochavada se conserva. Foto Ricardo Briones. Casa de Bastidas, centro cultural. Hoy funciona allí un museo para niños. Foto Jochi Marichal.
pillas mayores y menores de las distintas iglesias, más de 30 dispersas en la ciudad, y al servicio de vecindarios y hospitales. Lamentablemente el destino inexorable condujo los acontecimientos por un derrotero inesperado. El 26 de enero del 1801, despuntando el siglo XIX, L’Ouverture tomaba posesión de la capital y la parte española de la isla en nombre de la República Francesa. Un acta del Ayuntamiento de Santo Domingo de la misma fecha describe el protocolo regido por el Tratado de Basilea: “Con lo cual el dicho Mariscal de Campo don Joaquín García, tomando las llaves de las tres puertas de esta Ciudad, que estaban preparadas sobre la mesa, se las entregó al citado Señor General en Jefe Todos Santos Louverture, quien los recibió en sus manos y se dio de ellos por entregado a nombre de la República Francesa...”.41
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2.6
Casas y patios de Santo Domingo Los modelos de viviendas, casas para morar y residencias de familia de todos los estratos sociales, adoptan expresiones distintas de acuerdo con el carácter ornamental de sus detalles; la ordenación de sus espacios interiores; los materiales y técnicas empleadas en su construcción; o por la ecuación que se da entre el área construida y sus jardines, fuentes y caballerizas. Esta última crea espacios libres que dan paso a linderos más o menos amplios entre los inmuebles, así como patios y traspatios que el proceso de res-
Patio de la casa llamada de Bastidas de acuerdo al modelo y reformas de Antonio Álvarez Barba y restaurada en la década del setenta para instalar dependencias y talleres del Museo de las Casas Reales. Su amplio patio es lugar de acogida para eventos culturales. Foto Jochi Marichal.
tauración debería respetar. Huertos, jardines y áreas de servicio ocupaban estos predios configurando un esquema activo, una dinámica de densidades que se intensifica en el tiempo de acuerdo con el valor de la tierra; el crecimiento demográfico; y el desarrollo económico de ciudades y pueblos. Uno de los patios más bellos restaurados oportunamente es del de la casa de Juan de Villorria. Fue parte del conjunto del colegio de los Jesuitas, posteriormente designado como Pontificia Universidad Santiago de la Paz y de Gorjón. Casas Coloniales43 fue publicado en el año de 1980 y contiene una aproximación al tema que nos ocupa. Anterior a este ensayo es el del erudito E. W. Palm en los volúmenes de su obra sobre los monumentos de La Española publicado en 1955. Analiza primero las tipologías y arquitectura palaciega, así como sus influencias y lo que él llama andalucismos e invariantes de la arquitectura civil simplificada a partir del siglo XVIII. Posteriormente es poco lo que se ha escrito, salvo una serie de artículos de Fray Vicente Rubio, O. P., (ver nota al final),44 pero mucho lo que se ha restaurado: calles enteras como la de los Nichos, conjuntos de casas con balcones, rengleras de inmuebles urbanos en la calle Hostos (del Hospital) con fachadas de piedra. El tema requiere un estudio hondo y extenso, particularmente los rasgos populares que se repiten a lo largo del tiempo, así como las expresiones no académicas que se provincializan desprendidas del sólido tronco de matriz clásica, su morfogénesis. Los primeros cronistas aseguran en distintos testimonios que rengleras o pares de casas fueron construidas en piedra para morada de propietarios y para alquiler. Entre tales rengleras se encuentran las levantadas por el Comendador Mayor Alcántara, cuya propiedad, al retirarse del puesto de gobernador, se
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Patio de la Casa de los Jesuítas. Foto Ricardo Briones.
dispersó en distintos patrimonios. Estas casas han permanecido como testimonio permanente de las pri-
llas,45 publicado en Sevilla en 1948, el eminente español hace referencia a esta ventana. Reminiscencia
meras construcciones coloniales clasificables dentro del estilo gótico que, como sabemos, dominó la BaDetalle de portal renacentista en una casa de la calle de los Plateros. Foto Ricardo Briones.
de su nobleza es la impronta de un blasón, donde figuran las armas heráldicas de su propietario. El mar-
ja Edad Media europea. No obstante, no resulta difícil encontrar en ellas detalles de transición hacia una
co de un arrabá protegía este simbólico y decorativo elemento, según las costumbres y el estilo de la
Patio Casa de Bastidas. Foto Jochi Marichal.
segunda etapa ya francamente plateresca. Se puede notar que, acomodándose a las condiciones del
época. Arrabá y escudo se tallaron, tal como sucedió en el Palacio de la Audiencia o Casa de Contrata-
clima tropical, estos primeros modelos tienen amplísimas puertas en la primera planta, cuyo número nos
ción, en el extremo norte del inmueble, como queriendo indicar los límites físicos del señorío.
hace pensar que la planta alta, que retienen la intimidad del ambiente interior, indica que la misma esta-
El propietario original de esta casa lo fue el mismo Comendador Mayor, cosa que consta en el inventario
ba reservada para vivienda. Las más antiguas tenían el siguiente esquema: dos crujías paralelas; ausen-
de los bienes de este personaje, realizado en Santo Domingo en 1509. Más tarde, fue propiedad de un
cia de arquerías en las habitaciones que dan al patio; máxima utilización del espacio, ya que las galerías
cortesano poderoso que jamás puso pies en la isla Española. Nos referimos a Hernando de La Vega, Co-
aparecen simultáneamente en modelos contiguos siguiendo un patrón importado.
mendador Mayor de Castilla, por adjudicación del Rey Católico. La propiedad fue habitada entonces por
Estudiando estás primeras casas, se puede observar que el perfil rebajado de los arcos impera en los
distintos moradores, hasta que los intereses de la Orden de Alcántara fueron puestos en venta y rema-
huecos de las puertas de los edificios labrados en la calle de La Fortaleza, que le concede determinada
tados conjuntamente por Gonzalo Fernández de Oviedo. En el lado este o del levante de esta primera
unidad a este grupo primario. Los huecos de las puertas, con guardapolvos o cornisas de protección,
calle de la urbe creada por Nicolás de Ovando, mirando al río Ozama, está una casa particularmente im-
corresponden en simetría vertical a ventanas con perfil en arco carpanel. Molduras de tipo gótico intro-
presionante con un portal adornado por tracerías góticas. El interior ha sido modificado incorporando una
ducen un ligero acento en las aristas de los perfiles puros de las ventanas, así como el edificio que se
tercera crujía, cuerpo éste cuyos arcos dan acceso al patio. En algún momento, se construyó en éste
conoce hoy como Casa de Hernán Cortés. Justo al despuntar el siglo XVI, acabada de fundar esta ciu-
una torre mirador que aún subsiste. Este inmueble ha sido señalado como la residencia del Comenda-
dad, se construyó este edificio en un solar esquinero con la Calle Mayor. Es pues esta edificación, uno
dor Ovando. Si es así, allí habitó el Gran Almirante en su última visita a la ciudad.
de los eslabones importantes de la historia de la arquitectura americana. Característica importante de es-
Parece ser que tanto la Casa Ovando como la Casa de Cortés y tal vez el Palacio de la Audiencia o Ca-
ta casa es el hecho de que las puertas exteriores e interiores de la primera planta están organizadas en
sa de Contratación, fueron ejecutadas por los mismos maestros, ya que los principios compositivos son
un mismo eje. El rítmico orden de sus puertas y ventanas ha sido recapturado a través de la restaura-
similares: fachada plana, doble crujía en la planta alta y baja; ritmo repetitivo de modelos de puertas y
ción. Sobriamente distribuidos, estos huecos imparten a las fachadas una cadencia, rítmicamente mo-
ventanas en ambas plantas. Así como en los huecos de las puertas del interior. Dovelaje robusto y do-
nótona. La influencia gótica es evidente en las formas y en el espíritu de esta edificación. Resalta, no obs-
minante, tejados a dos aguas y fábrica de mampostería de piedras concertadas con especial perfección
tante, la bellísima ventana escotada, ornamentada con lóbulos convexos, la cual captó la atención de
en torno a los huecos y cadenas esquineras, con el propósito de aumentar la resistencia en estos pun-
Diego Angulo Iñiguez, el gran historiador de arte. En su opúsculo El gótico y el renacimiento en las Anti-
tos naturalmente débiles.
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Patio en casa colonial de una céntrica calle de la zona histórica de Santo Domingo. Foto Jochi Marichal. Portal gótico en la casa llamada de Ovando en la calle Las Damas. Foto Jochi Marichal. Galería del patio de la Casa de Bastidas. Foto Jochi Marichal.
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Otros alarifes intervinieron en la construcción de monumentos estilísticamente ubicables dentro del concepto del gótico Reyes Católicos, que, como ya dijimos, también recibe el confuso apelativo de isabelino. Situados fuera del eje matriz del conjunto urbanístico de la calle de la Fortaleza, podemos señalar la antigua Casa de Osorio, irreconocible por los estragos que ha sufrido; la Casa del Cordón; la de Tostado; y la de los Medallones o de la Moneda, cuyo portal renacentista es uno de los tesoros del conjunto urbano. La Casa de Osorio poseyó ventanales ajimezados o geminados y motivos mudéjares y góticos, algunos de los cuales son perceptibles aún, pese a su estado actual. El carácter era evidente como reflejo del espíritu hispano-musulmán. La Casa llamada del Cordón, hoy reconstruida, es un modelo de transición entre el gótico y el renacimiento plateresco. Posee uno de los portales domésticos más impresionantes que pueda encontrarse en todo el Continente Americano. La sobriedad imponente del cordón franciscano envuelve el por-
Portal de la Casa del Cordón que fue propiedad de la familia Dávila. Llama la atención el contraste de la parte inferior y el de la ventana y ornamentos en la parte superior. Foto Ricardo Briones. Casa con aparejo de sillares en la calle del Hospital. Foto Jochi Marichal. Casa anónima que conserva sus enlucidos junto a otra con balcón corrido sobre vigas de madera y tejadillo con cresterias invertidas y barandilla de hierro. Foto Jochi Marichal. Casa grande de Palavé, de un propietario de ingenio azucarero. Foto Ricardo Briones. Planta de la casa grande de Palavé.
tal en forma de arrabá. Una arquivolta de rosetones se desarrolla entre franjas de baquetones o boceles que descansan sobre basecillas del más puro sabor gótico. La franja interior culmina en una sarta de perlas que completan el carácter de este ejemplar arquitectónico y lo ubican dentro del estilo Reyes Católicos. La Casa del escribano Francisco de Tostado manifiesta su carácter estilístico también en el portal, muy especialmente en la ventana cuyo arrabá en espiral salomónica enmarca la ventana descompuesta. La geometría del gótico florido interpenetra dos ojivas caladas con un segmento de arco de medio punto. Las ojivas descansan sobre una columna a modo de parteluz, y se integran con el antepecho de casetones levantado sobre la cornisa de la puerta, adornada también con perlas. Para esa tercera década del siglo XVI, ya era notorio ese rasgo cortesano y suntuario que los palacios y casas grandes le otorgaban a la urbe, inmuebles ordenados por conquistadores enriquecidos y altos funcionarios. A la cabeza de éstos se destaca el Alcázar del Virrey. Otros ya han sido señalados y, junto con
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Iglesia parroquial del barrio de Santa Bárbara. Foto Ricardo Briones.
los ignorados o destruidos, densificaron la retícula urbana. También se levantan mansiones suburbanas rurales para propietarios de ingenios y terratenientes, tales como las de Engombe y la del conquistador
Casas de Juan de Viloria. Foto Jochi Marichal. Casa esquinera de la calle de La Merced. Foto Jochi Marichal. Patio de la casa de Viloria o de los cinco arcos. Foto Ricardo Briones. Doble página siguiente: Plano de las dos rutas desde el Fuerte Delfín (Bayaja) a la ciudad de Santo Domingo pasando por Santiago, La Vega y Cotuí; y por otra parte Azua, San Juan, Bánica y Dajabón. Es de finales el siglo XVIII.
Ponce de León, en Higüey, casa fuerte en medio de sus dominios. De época tardía es la casona de Palavé, que como la de Engombe, sirve de residencia a un rico propietario de una factoría de azúcar, acontecimiento económico que sustituye a la explotación del oro en La Española. No obstante, el espíritu del gótico se mantiene vivo en muchos de los detalles de estas residencias principales, iniciadas en esta segunda etapa de la vida social de la colonia: período virreinal, aunque sugiere más la época y su estilo el fuerte acento de las columnas toscanas, la coquetería de los balaustres que engalanan la fachada y las galerías y pilastras de los portales y la decoración con motivos naturalistas fantasiosos, todo el repertorio plástico plateresco. Los estudios del conjunto urbano de Santo Domingo han arrojado la existencia de patios y huertos en algunas de sus casas. La mayoría de estos fue utilizada en el curso de la historia urbana para ampliar y construir densificando. No obstante, muchas de las casas grandes conservan sus patios que pueden considerarse parte integral de las viviendas e instrumentos indispensables a los efectos del clima tropical. Las altas temperaturas del verano provocaron la ampliación de las ventanas. Creo que desde la segunda década, aparecen en la Ciudad Primada, en muchas de sus viviendas principales e incluso en la vivienda popular, determinados modelos con rejas. También hemos confirmado que los efectos del clima tropical, particularmente los huracanes que tradicionalmente afectan la región del Caribe en los meses de agosto y septiembre, obligaron a modificar las cubiertas o tejados. Originalmente estos poseían fuertes pendientes (ver testimonio en la Casa de Cortés). Se utilizaba la teja árabe o teja curva que como vimos, comenzó a elaborarse en La Isabela. Los ciclones afectaban las pendientes fuertes de estos techos arrasando con las tejas, que regularmente eran colocadas con la tecnología tradicional de la península Ibérica (del borde del techo hacia arriba, una sobre otra...).
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LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930
Eugenio Pérez Montás
3.1
Introducción al período republicano Las dos terceras partes del siglo XIX fueron años dedicados a la guerra, aunque durante toda la centuria se fue construyendo, palmo a palmo, el monumento intangible del espíritu independentista. Las últimas décadas, pasado el episodio de la anexión de la República al Reino de España, la restauración política de la nación, y la llamada guerra de los Seis Años, relacionada con la concesión de la Bahía de Samaná, fueron circunstancias que favorecieron determinadas iniciativas que redefinen la estructuración territorial. La dimensión territorial político-administrativa, desde el punto de vista económico, es el resulta-
Doble página anterior: Mampostería de ladrillos, arena y cal; estructuras de madera y zinc; casas de cemento de Portland y varillas de hierro que configuran el hormigón armado. Así son las obras del paisaje urbano republicano en muchos pueblos y ciudades del pais. Fotos Jochi Marichal (1,3, 4 y 5) y Ricardo Briones (2).
do de las exportaciones de productos tradicionales que se embarcaban por antiguos asentamientos marítimos, mientras los viejos caminos reales que enlazaban los pueblos del período colonial permanecían prácticamente abandonados. Se mantuvieron sólo por un incipiente desarrollo empresarial en las ciudades mediterráneas de la isla, las cuales demandaban un sistema de comunicaciones y transporte mo-
Medios de transporte en caminos reales grandes y pequeños. Grabado de Harpers’s Weekly, 1871. Tomado del libro El Ron en la República Dominicana, Tomo I. José Chez Checo.
derno. El comercio se llevaba a cabo por mar, en navíos de vela, entre los puertos que pudieron mantener un servicio útil. Para 1920, todavía el viaje desde San Juan de la Maguana a San Cristóbal tomaba varios días a lomo de caballos y burros. Vicente Celestino Rojas publicaba en 1944 un libro clásico en la bibliografía nacional: Historia de la División Territorial 1492-1943. Aunque algunas precisiones históricas han aparecido en el tiempo, este documento ejemplar continúa ilustrándonos sobre la territorialización entre los períodos colonial y republicano; aparecen nuevos asentamientos como San Lorenzo de Los Mina, en 1676; San Carlos, en 1692; San José de los Llanos, en 1779, así como Las Matas de Farfán. Mediante el tratado de Basilea, firmado el 22 de julio de 1795, España cede a Francia la totalidad insular. Reincorporada a la Corona en 1809, la colonia tuvo antes que sufrir numerosas invasiones, la primera de las cuales tuvo lugar en 1801: Toussaint Louverture. En consecuencia, la división territorial asumía diversas denominaciones: departamentos; partidos; parroquias; distritos; cantores; comunes; etc., que crearon antagonismos y confusiones.1 Relatos de cronistas nos informan que para 1920-30, San Cristóbal había llegado a ser una población de algún tamaño “consecuencia, sobre todo, de la abolición de la esclavitud en 1822, cuando los inge-
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Bayajá y sus proximidades. Aparecen casas de hacienda y edificios, el curso de algunos rios y embarcaciones de la época. Archivo General de Indias. Sevilla, sección de mapas y planos. Plano de la Ciudad Primada que acompaña el diagrama de las dos rutas de Bayajá (Fuerte del Delfín) a Santo Domingo que aparece en el Capítulo II (al final). Doble página siguiente: Población de Bayajá y sus inmediaciones; Camino Real desde Dajabón al Fuerte del Delfín en la costa norte. El autor es Rodrigo de Ledesma, año de 1794. Aparece el sitio de Bayajá viejo.
nios de Nigua fueron abandonados y una parte de la población liberta se estableció alrededor de la ermita del antiguo ingenio San Cristóbal”. También nos advierten que “...en el período 1844-1861 surgieron tres poblaciones: Yamasá, Jarabacoa y San José de Ocoa, esta última fundada en 1844, y poblada por refugiados de la región fronteriza con Haití”.2 Entre 1875 y 1880 surgen Tamboril y Esperanza, en el norte, y Duvergé en el suroeste. En los años ochenta y noventa se acelera el ritmo de fundaciones, señalando el autor citado que “del total de 38 poblaciones fundadas en el siglo XIX o ascendidas a puerto cantonal o común, 25 lo son en las últimas dos décadas. Diez de las 25 nuevas poblaciones estaban situadas en la región sureña; seis en el Cibao; tres en el centro de costa norteña; dos en la Línea Noroeste; dos en la provincia oriental El Seibo; una era terminal del ferrocarril y puerto en la bahía de Samaná...”. En 1871 Santiago tenía unos 8,000 habitantes. La población de Santo Domingo era estimada en 6,000. Hazard, que visitó la ciudad ese año, la llamó “un lugar viejo y extraño donde ninguna mano del progreso era visible”.3 Los caminos reales y los de herradura enlazaban los pueblos en toda la isla llegando hasta Puerto Príncipe (Port Republicain) por la vía de Azua (San Cristóbal-Baní-Azua-San Juan-Neiba). El camino real del Cibao (Bonao-La Vega-Santiago); o el del este hasta Higüey, aparecen en la cartografía del siglo XIX en obras como La historia de la isla Española o de Santo Domingo, de Charlevoix, S. J., originalmente publicada en Francia en 1730, y traducida al español por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, la cual contiene importantes cartas-planos de la isla y la región. Para 1796 se publica La Descripción de la Parte Española de Santo Domingo, del administrador y político francés Méderic Louis Elie Moreau de Saint Méry, nacido en Martinica en 1750, relacionado con la emperatriz Josefina con quien tenía lazos de familia. De 1873 es la obra de Samuel Hazard sobre el Pasado y el presente de la isla de Santo Domingo, una de cuyas virtudes son sus grabados que nos ilustran sobre distintos temas urbanos y rurales. Poco antes había publicado (1871) Cuba with Pen and Pencil. Relatos de viajeros franceses y norteamericanos describen las rutas de enlace, refiriéndose a ellos como caminos fangosos y difíciles. Rodríguez Demorizi transcribió distintos comentarios de expedicionarios franceses, que se desplazaron por la isla a finales del siglo XVIII: Dorvo Soulastre: Viaje por tierra de Santo Domingo a Cabo Haitiano; Pedron: Memoria descriptiva de la parte española de Santo Domingo en 1800; y A. Chanlatte: Al Gobierno francés... Estado de la isla; en el mismo año. Estos aparecen en el libro La Era de Francia en Santo Domingo4 y en Viajeros de Francia a Santo Domingo,5 donde el mismo autor transcribe documentos inéditos que halló en la primavera de 1974 en los archivos nacionales de Francia. Los comentarios de Daniel L´Escalier, que se inician con el poblado de Dajabón, redactados para el año de 1764, describen algunos pueblos nuevos que no pasaban de ser meros caseríos: Haina; Baní; San Juan; Bánica, “más apiñado y mejor construido que San Juan, pero mucho menos rico”. De San Rafael de la Angostura decía que era una población nueva y todavía en formación donde la mayoría de sus habitantes son isleños y situada a la orilla del río Bouyajá, en un valle que llaman La Puerta, a un cuarto de legua más o menos de una estrecha garganta por donde se entra en la llanura de Goajaba.
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LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930
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Doble página anterior: Este documento refleja el intento de retomar el Cibao, vía Montecristi, al final de las guerras de la Restauración, 1864. Vista de Santiago. Dibujo tomado del libro Santo Domingo, Pasado y Presente, de Samuel Hazard. Panorámica de Moca. Dibujo tomado del libro Santo Domingo, Pasado y Presente, de Samuel Hazard.
También menciona a Hincha: “Tiene 500 casas, 4,500 habitantes, 500 hombres capaces de tomar las
serta un plano del camino real que atraviesa la porción entre Nigua y sus ingenios hasta Nizao. El propó-
armas, 1,600 bueyes y 1,400 caballos, y es la residencia fija del Comandante de toda la Parte occiden-
sito de esta carta, trazada en ese año, fue el de señalar la zona marítima que siguió la armada británica
tal de la Colonia Española. Cuenta también con una Compañía de Caballería”.6 En este mismo libro (Via-
el 6 de julio de 1809 comandada por el general Hugh Lyle Carmichael, quien asistió las tropas leales du-
jeros de Francia en Santo Domingo), aparece un expedicionario de nombre Vincent, quien redactó un do-
rante la llamada “reconquista”.
cumento que tituló Reconocimiento militar de las comunes de Dajabón, Santiago, Puerto Plata y Monte-
Para finales del siglo XIX surgen los proyectos para determinadas vías férreas, de los que sólo se comple-
cristi, 1797; y del mismo autor, un Resumen del viaje hecho del Cabo a Santo Domingo a comienzos del
taron los de Samaná-La Vega (Sánchez-La Vega) y el de Santiago a Puerto Plata. Otros proyectos, como
mes de brumario del año7 (1798). El índice general de Viajeros de Francia contiene además un informe
los elaborados por el Ing Thomasset para enlazar Santo Domingo con San Cristóbal; o el de La Romana-
de un antiguo ingeniero de colonias, sobre un camino principal desde el Cabo (antiguo Cap Français) a
El Seibo, que el Poder Ejecutivo avaló el 30 de abril de 1890, (ampliado posteriormente hasta la bahía de
Santo Domingo, pasando por Dondón, San Rafael, Hincha, Bánica, San Juan, Azua y Baní; así como co-
Samaná y Santo Domingo), ambiciosa concesión otorgada al Sr. Woolf Abrams, nunca pudieron concluir-
mentarios sobre la bahía de Samaná del año 1800 y un viaje por el interior de Luisiana, Florida Occiden-
se. Sobre el particular así como su efecto en la estructura agraria, conviene citar informaciones que apa-
tal y por las islas de Martinica y Santo Domingo (Tomo I, Cap. XIX, de C. C. Robin, autor de varias obras
recen en los apuntes de H. Hoetink: “En 1897 la mecanización del transporte de azúcar estaba ya muy
sobre literatura y ciencias, París, 1807).
avanzada: seis ingenios en la provincia de Santo Domingo tenían en ese año 110 kilómetros de líneas fe-
El excelente ensayo sobre la frontera domínico-haitiana publicado recientemente se refiere a las pobla-
rroviarias (el ingenio Santa Fe sólo tenía 30 kilómetros y 4 locomotoras para transportar su producto di-
ciones creadas para fortalecer los límites entre las colonias francesa y española.7 Asimismo, creo impor-
rectamente al muelle Ozama); 5 ingenios en el distrito de San Pedro de Macorís tenían un total de 108
tante referirme al libro titulado La Colonización de la Frontera Dominicana 1680-1795.8 Entre otros temas
kms. y 3 ingenios en la provincia de Azua, tenían un total de 72 kms. También la Cía. Frutera de La Ro-
importantes que allí se tratan debemos señalar la apertura de Montecristi al libre comercio a partir de
mana, que cultivaba guineos, tenía líneas ferroviarias en ese año o estaban construyéndolas”.10
1764, así como la fundación de Bánica y su crecimiento; Hincha, su fundación y su conversión en pa-
En cuanto a la estructura agraria, se modifican sus efectos gracias a la instalación de plantaciones mo-
rroquia; y desde luego la erección de la villa de Neiba; San Rafael de la Angostura; Las Caobas y San
dernas y la introducción de empresas con “uso intensivo de capital, organizadas racionalmente, que pe-
Miguel de la Atalaya.
riódicamente empleaban a un gran número de trabajadores y que estaban orientadas hacia el comercio
La cartografía es pobre, no obstante puede señalarse a modo de ejemplo el plano de Santiago Moreno
en el mercado extranjero”.11 Parece que se produjo un aumento en el valor de la tierra, que puso de ma-
de 1861, para el poblado de Azua. Del mismo autor y el mismo año es el croquis de Puerto Plata y sus
nifiesto la desorganización del catastro nacional “cuyos títulos eran falsificados en gran escala”.12 En
alrededores donde aparece una planta del fuerte de San Felipe; y otro de Santiago de los Caballeros y
1882, se introdujo el sistema de medidas decimales de superficie. En 1912 se hizo obligatorio el registro
el fuerte de San Luis. Un documento importante lo es el libro de William Walton,9 de 1810, en que se in-
de propiedad privada.
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Calle de Santo Domingo; calle comercial. Dibujo tomado del libro Santo Domingo, Pasado y Presente, de Samuel Hazard. Panorámica de La Vega. Dibujo tomado del libro Santo Domingo, Pasado y Presente, de Samuel Hazard.
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Modelo ecléctico rico en ornamentación estilizada construido en La Vega para residencia de Zoilo García para 1920. Foto Jochi Marichal. Eclecticismo clásico de una villa en Gazcue. Foto Ricardo Briones. Mansión Presidencial levantada durante la intervención norteamericana siguiendo un modelo tradicional. En ese mismo lugar se construyó el Palacio Nacional. De acuerdo con la relación de Enrique Penson, en su libro Arquitectura Dominicana 1906-1950, el presidente Horacio Vásquez fue el primero que habitó la residencia que anteriormente había sido sede de la Receptoría General de Aduanas. Fue diseñada alrededor de 1912, apareciendo en los planos la rúbrica del ingeniero W. H. Balch. La edificación fue levantada en el Ensanche Aguedita, donde la Receptoría, autorizada por el Gobierno Dominicano, compró 21,000 M2 . El edificio con su mobiliario fue inaugurado en la noche del sábado 27 de junio de 1914. Horacio Vásquez, fue el primer presidente que la habitó. Luego lo harían, en orden sucesivo Rafael Estrella Ureña y Rafael Trujillo Molina. (Datos de Enrique Penson).
La misma fuente recoge la dinámica económica provocada por la fundación de ingenios y señala que entre 1875 y 1882, se fundaron treinta haciendas cañeras en el país.13 Es entonces cuando surge el neoclasicismo tardío que denominan ecléctico y el estilo que llaman genéricamente victoriano: con edificaciones de fantasía con utilización plena de la madera con tejados en planchas metálicas. Las ciudades de Puerto Plata y Montecristi se integraron pronto a esta corriente. Poco después irrumpe la tecnología del hormigón armado, que comienza a utilizarse principalmente en San Pedro de Macorís, Santo Domingo y la Romana. Este material de construcción coexiste durante varias décadas con la “mampostería fuerte”, para cuya fábrica se utilizaba el ladrillo o la piedra. Son notables los edificios comerciales fabricados con este material y esta técnica, en todos los pueblos. En La Vega y Santiago impera el ladrillo. En cambio, en La Romana reina la mampostería en piedra. Al despuntar el siglo XX muchas ciudades se transformaron. Particular importancia hay que concederle a la ciudad de Santo Domingo y su Calle Mayor, llamada entonces Separación. Santo Domingo asume un aire de neoclasicismo ecléctico, imagen que fue transformándose posteriormente al año de 1930, cuando un huracán atravesó la urbe destruyéndola parcialmente. Desde entonces los espléndidos tejados altos, aptos para las construcciones tropicales, desaparecieron del escenario en los barrios residenciales. Sólo se conservan algunos ejemplares en mal estado que sólo a una minoría le interesa mantener como parte de la historia de la ciudad. Algunos monumentos importantes fueron destruidos en este período. Otros surgieron apuntalando la memoria histórica y convirtiéndose en agentes de orgullo para las ciudades de la nueva República, configurando la territorialidad del presente apegados a temas ligados al comercio, la producción y el transporte por ferrocarril. La transformación, como producto del desarrollo de las comunicaciones, internacionaliza los modelos urbanos donde surgen suburbios, la ciudad-jardín, conjuntamente con el eclecticismo victoriano y el hormigón armado. Gazcue es el prototipo.
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La estabilidad económica y política durante las primeras décadas del siglo XX, producto de los acuerdos negociados con los Estados Unidos permitió, para el año 1918, lanzar un ambicioso programa de obras públicas: carreteras; sistema postal; hospitales y escuelas. Más de trescientos locales escolares se construyeron en toda la República. En este escenario se integran a la configuración de los centros urbanos importantes figuras, entre las cuales deben mencionarse varios profesionales de la construcción, que actuaron a finales del siglo XIX, tales como Onofre de Lora y H. Thomasset, quien participa en el trazado de nuevos pueblos y líneas de hierro en toda la República y quien redactó numerosos informes y un ensayo sobre San Cristóbal fechado en 1888. Libert Luis Bogaert, quien de alguna manera estuvo vinculado con la figura precedente,
Importante inmueble construido en la Zona Colonial atribuida al alarife Andrés Gómez P. Fábrica de hormigón armado y mampostería con elaborada decoración en la segunda planta, rematada con un antepecho sinuoso con pináculos de un fuerte acento geométrico-gótico. Foto Ricardo Briones. Edificios de hormigón armado dentro de la tradición constructiva de los primeros años del siglo XX con balcones abalaustrados que descansan en poderosas ménsulas. Fotos Ramón Paolini.
procedía de Bélgica y fundó una importante familia en Santiago, donde aparece trabajando intensivamente en la última década del siglo XIX. Thomasset, en cambio, fue un ingeniero civil francés quien tuvo a su cargo el trazado de La Romana y quien trabajó en la República Dominicana en la tercera década del siglo XIX. Personaje importante lo fue el ingeniero dominicano Octavio Acevedo Camarena, quien ocupó importantes cargos públicos para el Gobierno Central y varias municipalidades como el Ayuntamiento de San Pedro de Macorís. El ingeniero y arquitecto Alfredo Scaroina, italiano, fue una figura destacada de estos años. Fue el autor del proyecto para la iglesia del Rosario en Moca, año de 1920. Entre el Ing. Bogaert y Scaroina hubo determinadas diferencias de opinión en relación con la Casa Consistorial de Moca que se labraba para el año de 1906: “El Ayuntamiento de Moca construía para mediados del año de 1906 su Casa Consistorial, cuya edificación había sido sometida a concurso público, pero durante su erección se notó que en una parte de su fachada principal se presentaron una serie de grietas que no se podían apreciar porque habían sido cubiertas con cemento... El Ayuntamiento dispuso dirigirse al contratista (Sr. José Ma. Michell), significándole que la Corporación tenía conocimiento de que la pared que sostenía el arco principal del peristilo había sufrido un desperfecto y que por ese motivo, se necesitaría que el ingeniero director de la obra (Scaroina) comprobara la solidez del edificio como parte del cumplimiento de su deber”.14
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Catedral de Santiago, de un acentuado eclecticismo goticista tradicional (revivals). Fue elaborada en mampostería a finales del siglo XIX por el alarife Onofre de Lora, autor del templo de la Merced en el Santo Cerro. Fue sometida a un intenso trabajo de restauración y consolidación debido a la debilidad de sus estructuras. Foto Ricardo Briones.
Fundamental resulta Antonio Nechodoma, quien reside en Santo Domingo desde 1908 hasta 1912. Sus primeros trabajos en San Pedro de Macorís los ejecuta asociado con el Ing. Octavio Acevedo Camarena y actuando en todas las obras públicas de aquella ciudad y asesorando en obras de carácter urbano y estructuras de carácter público, como el magnífico edificio del mercado o en la torre de la iglesia mayor, así como en el programa de edificaciones escolares e importantes residencias en Santo Domingo. Osvaldo Báez, autor de un proyecto de edificios para la Universidad y cuyas intervenciones se reseñan más adelante, se destaca frente a una generación de profesionales de alto nivel, cuyas ejecutorias se integran a otro grupo de profesionales de la construcción, que como veremos en los capítulos siguientes, conforman un colectivo bajo cuyo magisterio se estructuró la imagen de pueblos y ciudades de nuestro país. Entre otros, conviene enumerar los siguientes, cuyas biografías breves aparecen en un reciente libro de Enrique Penson Paulus.15 Andrés Gómez Pintado, autor de la excelente residencia Peynado. Arístides García Mella, quien diseñó el Paseo Presidente Billini. en la 30 de Marzo.
Juan de la Cruz Alfonseca, a quien le atribuyen la residencia De Castro
Zoilo García Peña. Constructor en 1914 de Villa Hena en Gazcue.
Juan Bautista
Toro. Responsable del Teatro Capitolio y la casa Lepervanche en la Bolívar. Mariano Turull Riera. Quien trabajó en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales.
Nicolás Cortina, en San Pedro de Macorís,
Centro Español. Ramón Urgell, con su fachadas eclécticas en la avenida España. Fidel Sevillano, autor de grandes proyectos neoclásicos (Teatro Nacional). José Turull. Otros constructores de San Pedro de Macorís mencionados por el señalado autor en esta obra repleta de informaciones son: Antonio Morey Castañer, constructor, fabricó en 1920 el edificio para el Gran Hotel de San Pedro de Macorís. Antonio Molineaux Josephs, nacido el 10 de agosto de 1892, ingeniero civil, autor de los planos del Teatro Restauración en 1923. H. B. Howland, autor del Teatro Colón, Rensselaer, 1912. El inventario de las obras emblemáticas de este período, estructuras paradigmáticas, debería convertirse en un catálogo. Este libro quiere acercarse a este propósito bajo el criterio de que la historia de la arquitectura no se escribe en función de los metros cuadrados construidos, ni de la abundancia de habitantes que se reúnan en determinados lugares. No se trata de problemas cuantitativos sino cualitativos. Por esto, una sola obra inmobiliaria o un conjunto determinado, bastaría para determinar el carácter emblemático para un sitio en el espectro histórico de una determinada región, en cuyo medio se convierte en un instrumento simbólico, ejemplar.
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3.2
Santiago y los pueblos en la ruta del ferrocarril Los testimonios históricos que se ofrecen sobre la ciudad de Santiago de los Caballeros, aunque limitados, permiten imaginar una villa cuyo trazado está estrechamente ligado a las tradiciones urbanísticas: retícula irregular de calles, plaza mayor rodeada de edificios públicos y plazas menores que identifican los distritos parroquiales. Un plano de finales del siglo XVIII, cuya toponimia se detalla en francés, facilita apreciar los rasgos señalados: Plan de la Ville de St. Yago, chef-lieu de la Jurisdiction de ce nom dans la partie ci devant Espagnole de St. Domingue.16 Los que han escrito sobre esta villa están de acuerdo en que la plaza mayor de Santiago fue asumiendo diversas fisonomías en el tiempo. Períodos arbitrarios sobre su desarrollo. Uno de ellos, el arquitec-
Hotel Mercedes de Santiago, edificio que configura la imagen urbana de la segunda ciudad de la República. Requiere una restauración radical para rescatar esta obra paradigmática. En principio el hotel fue diseñado con el nombre de Ritz, apellido de la persona que fundó la famosa casa de hospedaje parisiense. Se comenzó la fábrica del edificio, el 1 de septiembre de 1928 a cargo del constructor Enrique García Gómez, padre del Arq. Romualdo García Vera. El hotel Mercedes fue inaugurado el 1 de diciembre de 1929. Foto Onorio Montás.
to Holger Escoto escribió un libro que describe la plaza como: “Un gran espacio abierto flanqueado al sur por la Iglesia Mayor, al oeste por el edificio del Cabildo y en los lados norte y este probablemente por edificaciones de carácter residencial, y el pavimento de tierra o piedras”. El sitio original de la primera fundación aún se conserva, pero en forma precaria. En el actual, los edificios prominentes fueron víctima de invasiones, guerras, influencias culturales, sismos, y especialmente el fuego durante las guerras de independencia y restauración. En tiempos de la segunda república, aparecen nuevos elementos en la plaza mayor. Entre éstos, por su importancia, conviene mencionar la nueva iglesia mayor, cuyas obras comenzaron en 1868. Paralizados los trabajos, los mismos se reactivaron en 1874 bajo las órdenes del alarife don Onofre de Lora, quien la terminó para 1895. Para esa época, y ya dentro del espíritu romántico, se construye una glorieta y se delimita con una verja metálica la señalada plaza, convirtiéndose así en un parque republicano. Este modelo fue el mismo que poco a poco fue aplicándose en todas las plazas de armas o plazas mayores en todos los pueblos y ciudades de la república.17 Campillo Pérez, refiriéndose a lo que él llamaba la tercera fundación de la villa, describe la plaza mayor de esta manera: “En cuanto a la plaza mayor (hoy Parque Duarte), allá, en tiempo de la Colonia, había alrededor de la misma plaza, el Cabildo, la Cárcel y el Hospital de los Pobres, así como la capilla del Carmen y la Pa-
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Santiago: Conjunto de detalles en inmuebles residenciales y comerciales. Las puertas y sus tragaluces calados, algunos ostentando monogramas y vitrales. Fotos Ricardo Briones.
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Santiago: Casas de galerías frontales con tejados en fuerte pendiente. Se trata de inmuebles de carácter urbano siguiendo un modelo popularizado desde finales del siglo XIX, de tradición carpinteril, con detalles de hormigón armado. Fotos Ricardo Briones.
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rroquial, esta última con dimensiones más reducidas que las que hoy conocemos pertenecientes a la Catedral de Santiago Apóstol. De ahí que la reconstrucción de 1851, para su mayor ampliación, se tuvo que comprar o permutar terrenos a particulares, como ocurrió con un propietario vecino al templo, don Román Santiago Franco Bidó, General de la República”.18 El Palacio Consistorial se inauguró el 16 de agosto de 1897: “El Ayuntamiento, indeciso acerca de a quién otorgarle los planos y construcción de la obra, decidió, para dejar cubierta su responsabilidad, confiar la dirección a una persona de reconocida competencia, y al efecto se eligió Luis L. Bogaert respecto a la contratación de la referida fábrica”.19 Santiago fue asumiendo el carácter de segunda ciudad de la república, estación y destino de un ferrocarril
Plano de la Villa de Santiago, obtenido gracias a las diligencias del Ing. Amauri Cestari y Laura Faxas en el Archivo Nacional de Francia. Aprovechamos para dejar constancia de nuestro agradecimiento. La descripción en idioma francés y los detalles de la Plaza Mayor o Plaza de Armas determinan la época de su confección. Santiago: pintoresco quiosco del parque creado en la Plaza de Armas convertida en parque republicano. Foto Ricardo Briones. Santiago: Portal neoclásico y torre del reloj en la colina de la fortaleza. Foto Ricardo Briones.
desde cuyos vagones podían apreciarse las casas grandes de las haciendas entre Moca y San Francisco de Macorís, interesantes modelos de verdadera arquitectura dominicana, cuyas tipologías republicanas es-
tán ligadas con el arte de la carpintería industrial. Así son ciertas casas que encantan al viajero casual en la comunidad de Pimentel, estación del ferrocarril donde una pequeña calle se convierte en una destacada muestra de artesanía carpinteril. Rozando lo popular, hermosas casas urbanas construidas hace tiempo por el Maestro Brens, constituyeron eslabones importantes en la evolución de la arquitectura dominicana. Los ferrocarriles del norte funcionaban todavía para 1914, fecha esta que coincide con la visita de un viajero que investigaba el potencial turístico de nuestro país y quien visitó todas las regiones de la isla comentando sus recursos, entre ellos sus malos caminos que sólo pueden ser recorridos con dificultad: “Todos estos caminos principales han sido utilizados por cuatrocientos años, o más, sin ningún
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cambio ni mejora, y el camino a Azua era la ruta principal seguida por los conquistadores españoles y por sus recuas cargadas de oro de las minas, pero el que escoja viajar por tierra debe tener osadía en abundancia, debe ser muy buen jinete y debe salir con determinación y optimismo –lo necesitará todo antes de llegar a su destino”.20 El mismo autor señala que existen dos líneas principales: la que va de la bahía de Samaná a la Vega “desde Sánchez a las afuera de La Vega, donde conecta con el Ferrocarril Central Dominicano“ que pasa por Moca, Santiago hasta Puerto Plata y señala además que hay otras líneas proyectadas y en construcción: “Una de estas líneas partiendo desde Macorís recorre una gran distancia en el interior, siguiendo el valle del
Palacio Municipal, construido a finales del siglo XIX. Se trata de un edificio de fuerte presencia, una llamativa estructura, y una composición dominante. Foto Ricardo Briones. Santiago: Farmacia tradicional con detalles de fina artesanía. Foto Ricardo Briones. Santiago: Edificio bancario con detalles neoclásicos y apliques prefabricados de inicios del siglo XX. Diseño de Fidel Sevillano. Foto Ricardo Briones.
Río Higuamo. Otro camino de caña conduce desde La Romana al distrito de El Seybo, mientras otro conduce desde Azua a los vastos campos de caña del área. El ferrocarril que viaja de Sánchez a La Vega lleva uno a través de la magnífica Vega Real y ofrece una espléndida vista del interior más llano y abierto. Es-
te fue el primer ferrocarril de vapor de la isla, y la concesión fue otorgada originalmente a Norteamérica en 1882. Al año siguiente fue cedido a un escocés, el Sr. Alexander Baird, quien, con su propia fortuna, completó el trabajo. Para construir esta ruta fue necesario rellenar y construir un lecho de vía a través de un manglar de diez millas, así como la construcción de un puerto en la pequeña aldea de Las Canitas (sic), ahora conocida como Sánchez, una ciudad que prácticamente depende del ferrocarril y de su comercio”.21 El viajero se deleita describiendo los paisajes del Ferrocarril Central Dominicano de Puerto Plata-Santiago construido por ingenieros belgas que emplearon un sistema de rieles con dientes para las fuertes pendientes que atravesaban la cordillera del norte y consideraban que esta ruta es un camino cosmo-
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Sánchez: Zona del puerto y andenes del ferrocarril; junto al edificio de la aduana. Todos en un lamentable estado de abandono. Fotos Ramón Paolini. Sánchez: Pequeña estructura de iglesia de madera con techos de planchas metálicas; pórtico poligonal y torrecilla-campanario. Foto Ricardo Briones.
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Sánchez: Casa construida de madera; sótano; y galería perimetral sobreelevada. Foto Ramón Paolini Moca: Palacio de la Gobernación, con pórtico neoclásico; con proporciones discutibles y frontón. Foto Ricardo Briones. Sánchez: Calle con algunas casas tradicionales de madera, de carácter vernacular. Arquitectura de maestros constructores, carpinteros anglo antillanos, con buhardillas para controlar las temperaturas tropicales. Foto Ramón Paolini.
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Santiago: edificio comercial típico de mampostería y hormigón de una y dos plantas. Se trata de un modelo repetido que se da con características firmes en muchos lugares de la isla. Las puertas ostentan herrería de forja. Ambas hojas abren hacia fuera. Foto Ricardo Briones.
polita, “ya que fue financiado por los holandeses, en parte construido por los belgas, es propiedad de
zan de vez en cuando por el pequeño puente ferrocarrilero abandonado que conduce a un destartalado edi-
los dominicanos y es operado por norteamericanos. El equipo rodante es norteamericano, las estacio-
ficio en la zona portuaria de Sánchez. Por ese camino, al cruzar una cañada pintoresca, se llega a la vieja es-
nes y edificios son belgas y los puentes son ingleses”.22
tación del ferrocarril. El edificio en cuestión es como un impresionante museo abandonado. Los elementos
Sánchez, La Vega, Moca
tante, la atmósfera es absolutamente auténtica. En el exterior, distintos inmuebles complementan un entor-
Hermosa casa de madera en calle Cuba, frente al parque Colón, Santiago. Foto Ricardo Briones.
Otros pueblos de la ruta del ferrocarril fueron estudiados y convertidos en importantes ensayos por un
no adecuado: la aduana; la boletería y sala de espera; y una que otra tienda de provisiones en desuso.
grupo de estudiantes de término de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional Pedro Henrí-
En cuanto a La Vega, un estudio de la Arq. Linda María Roca destaca la llegada del ferrocarril Samaná-
quez Ureña. Cito por ejemplo el de María del Carmen Columna y Carmen Amelia de Castro, quienes ana-
Santiago, hecho ocurrido en el año de 1886. El acontecimiento provoca un dinamismo comercial, un de-
lizaron el puerto de Sánchez (que fue objeto de un artículo nuestro). El ensayo señalaba que las depre-
sarrollo en gran escala que se refleja en nuevos edificios para alojar tiendas y comercios, así como vivien-
siones económicas de 1921 y 1930, unidas a la inauguración de la carretera Duarte en 1922, se conju-
das que densifican un marco urbano hasta entonces más bien aldeano. Es para 1910, el 5 de agosto,
garon hundiendo al pueblo de Sánchez en una crisis que no ha sido capaz de superar. Esta carretera
que se inaugura el teatro La Progresista, construido por la sociedad del mismo nombre.
construida durante la Ocupación Americana 1916-1924, modificó los sistemas de transportación. Esta
Moca fue a su vez debidamente estudiada por los arquitectos Acosta y Vincitore, a fin de identificar ca-
progresiva decadencia culminó con la quiebra de la compañía escocesa Santiago-Samaná Railway Com-
da una de las edificaciones de importancia en el centro histórico. Los antecedentes de la ciudad de Mo-
pany. Hasta hace pocos años quedaban en pie numerosos testimonios de aquel importante lugar.
ca retrotraen nuestra perspectiva en el tiempo. Diversos acontecimientos de importancia para la Repú-
De excepcional interés resulta el edificio de la Aduana. Asoma su silueta rectangular en medio del espacio.
blica tienen lugar en aquella ciudad, tanto del período de la Independencia como en el de la Restaura-
Su planta baja servía como depósito, impecablemente anónima. Sin embargo, los altos se convierten en un
ción. Acontecimientos históricos durante el gobierno de Buenaventura Báez y el ajusticiamiento del pre-
canto gregoriano cuya monotonía constituye un todo armónico y sincero. La galería perimetral que la circun-
sidente Ulises Heureaux, el 26 de julio de 1899. En 1907 inicia el funcionamiento del ferrocarril de La Ve-
da es como un despojo de brisa. En verdad llama, atrae y tonifica. El contraste entre ambos pisos super-
ga-Santiago y las figuras del general Ramón Cáceres y Horacio Vásquez mantienen en el primer plano
puestos constituye un espléndido contrasentido que la imaginación complementa con una multitud de adi-
de la actividad republicana a este centro urbano que poco a poco va creciendo en importancia. La ter-
tamentos inexistentes, pero que uno quisiera que allí estuvieran: escaleras, lluvia, mecedoras, y seres huma-
minación de la guerra mundial en 1918 y el impresionante aumento de los precios de las materias pri-
nos de otras épocas. Forzando la realidad puede inaugurarse en aquella estructura un museo del mar, un
mas, particularmente el azúcar, el tabaco, el cacao y el café, se reflejan en esta región dinamizando el
museo de desperdicios, perfiles de hierro, escoceses de avaricia, franceses inmigrantes y dominicanos au-
comercio de tal manera que en mayo de 1922 pudo inaugurarse la carretera Duarte que, desde Santo
sentes. Turistas anónimos, descubridores de paisajes recónditos y curiosos visitantes circunstanciales, cru-
Domingo hasta Santiago, la cual enlazaba las poblaciones de Bonao, La Vega y Moca.
Edificio de singular volumen aislado en Moca, de estilo neoclásico. Foto Jochi Marichal.
necesarios para dar una idea de lo que fue la terminal de la vía férrea, pueden estar allí dispersos. No obs-
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La Vega: detalles con relieves. El friso del entablamento está decorado con una greca sinuosa. El tema de la lira llena el tímpano creado por las arquerías trilobulares acentuadas por salientes puntiagudos terminados en capullo. Foto Jochi Marichal. Modelo de establecimiento comercial con pilastras –entablamento– antepecho y puertas resaltadas por un marco sobresaliente –arco rebajado– cornisa. El modelo aparece particularmente en La Vega, Santiago, hasta en Cabo Haitiano. Foto Jochi Marichal. Clínica Santa Ana, hoy Dr. Alfonseca. Eclecticismo de principios de siglo, de elaborada artesanía y prominente ornamentación. El violinado horizontal sustenta la composición. Foto Ricardo Briones.
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Puerto Plata Puerto Plata fue, en cambio, dibujada en blanco y negro. Nadie puede sustraerse al encanto de la arquitectura antillana de aquel lugar. Escribimos unas notas que fueron publicadas en 1981 con el título “Diálogo en tinta con la Ciudad de la Plata”. Allí decíamos que la villa de la plata emerge en los antiguos tiempos. Después desaparece en aquel horizonte que llaman la banda norte, reapareciendo en tiempos de la República. Casi puede decirse que no fue colonia aquel puerto del Atlántico, aquella fortaleza. Efectivamente, al visitarla, el difícil recorrido, agreste y desinformado, urbanísticamente inconforme, transcurre entre maderas desprendidas, ignorantes del futuro, aunque llenas de esperanzas. Las buhardillas parecen ilógicas en el trópico. Sólo sirven para almacenar calor. Deberían ser aptas para un proyecto energético, de esos experimentales que hoy se ponen en marcha por doquier. Sin embargo, es el temor a la energía acumulada, una configuración secreta de la materia, una expansión de la for-
Puerto Plata. Faro metálico instalado en septiembre de 1879. Es el único en su género en el país y de los pocos existentes en América. Fue construido por la Compañía Robert Hills and Son y R. Deeley and Co. New York, en la época de la efervescencia de la industrialización. Su construcción de hierro fundido con ocho columnas tubulares estriadas octagonales, con un capitel dórico-romano, dispuestas en cinco niveles, rematado por una cupulita gallonada. El equipo de trabajo estuvo integrado por los arquitectos Pilar Contín, Teódulo Blanchard, Japonesa Capellán, Nerva Fondeur, la arqueóloga Martha Roquel Aquino. Los trabajos fueron realizados por la empresa metalúrgica Metaldom. Foto Ricardo Briones. Puerto Plata. Glorieta de la plaza principal de la ciudad. Foto Ricardo Briones.
ma lo que las delata. Por esto las buhardillas se comunican siempre con el exterior. Para esto, los carpinteros victorianos, esos que levantaron la ciudad que admiramos, inmigrantes inventariados por el doctor Puig, fabricaron, casi puede decirse, que inventaron, unas celosías que asumen un importante rol ornamental en la arquitectura de allí. Las celosías de las buhardillas imitan los fantasmas, presumen de ser como otra planta de la casa. Se convierten en ventanas con cristales. Pero su papel fundamental con-
Reconstruida galería con baldosas de cemento coloreado y balconada en hierro fundido. Foto Ricardo Briones. Imagen reciente del edifcio terminal de la línea de ferrocarriles de Puerto Plata, construída íntegramente de láminas metálicas importadas. Foto Jorge Marte.
siste en ser como las chimeneas, que expulsan aire después de sufrir el fuego, en nuestro caso el mediodía del tejado metálico caliente. Algunos de esos adornos de la arquitectura puertoplateña son de hierro. Ménsulas que se enroscan en sí mismas y se suceden a lo largo de un alero. Enverjados con encajes, fluidos y florales, cortesanos como el rococó importando de una Francia lejana. Llamadores, goznes, cerraduras, bisagras y portalones como el de la logia añeja de secretos. Hierros forjados por manos callosas o fundidos por la industria extranjera y embarcadas en galeones desde Inglaterra. Pero el mayor de los encantos lo constituyen los
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Puerto Plata. Estructuras de hormigón y madera con balcones corridos a lo largo de las fachadas. Foto Ricardo Briones.
balcones. Aún recuerdo, hace ya años, un día en que la curiosidad del doctor Puig se juntó con la mía y
Puerto Plata. Cuartel de bomberos con torres simétricas en los extremos del conjunto. Ostenta el año de su construcción 1930. Foto Ricardo Briones.
Para María Ugarte la ciudad de Puerto Plata se manifiesta plenamente en su Parque Central que fue su
Puerto Plata. Conjunto de edificaciones que caracterizan el centro histórico. El Palacio municipal, marcadamente neoclásico con pilastras acanaladas y arcadas superpuestas y el pintoresco edificio de tres niveles de La Fe en el Porvenir. Foto Ricardo Briones.
de sus constructores fue un puertorriqueño de nombre Monserrate. En una esquina se encuentra uno de
hablamos de galerías; de balaustradas torneadas en madera. Puerto Plata es la ciudad de los balcones.
Plaza Mayor. Los 14 edificios que lo circundan fueron en su mayoría construidos entre los años 1874 y 1920 y muchos de ellos son ejemplos característicos del estilo victoriano adaptado al medio tropical. Uno
los edificios más importantes: el Club del Comercio, cuya parte principal se construyó en 1897 y el anexo que lo amplía en 1925. El Ayuntamiento, obra levantada en los años 1898 y 1899, es un ejemplo del neoclasicismo ecléctico. Construido en mampostería, tiene doble arcada sobria y armoniosa. Junto al Ayuntamiento está la única casa de tres plantas que existe alrededor del parque. El lado sur del parque está ocupado totalmente por la Iglesia Parroquial y la Casa Curial. Probablemente el estudio más profundo de los constructores de la República haya sido hecho sobre Puerto Plata.23 Aunque limitado a aquella localidad, se elaboró un detallado inventario de los constructores de finales del siglo XIX y gran parte del siglo XX en que se destacan personajes como Roderik Arthur (1849-1941), a quien llama “el principal artífice de las casas victorianas de Puerto Plata”; José M. Codina, arquitecto o maestro constructor español; José Madera, puertorriqueño, quien llegó a Puerto Plata en 1902; Abraham Lewis, jamaiquino, a quien llaman “Mister Lui”; etc. Un apéndice del trabajo del doctor Puig enumera los carpinteros, ebanistas, albañiles, pintores y oficiales de construcción entre 1870 y 1920. En esa relación aparecen distintas nacionalidades junto con la gran mayoría dominicana: Turks Islands; daneses de Saint Thomas; franceses de las Antillas; holandeses de Curazao; españoles; puertorriqueños; ingleses; venezolanos y haitianos. Estas migraciones, una especie de tráfico de estilos y profesionales de la construcción, han existido siempre entre las islas antillanas.
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Puerto Plata. Vivienda de carpintería de tabloncillos con galerías adinteladas descansando sobre columnas de hormigón. Foto Ricardo Briones. Puerto Plata. Importante edificio construído en madera y zinc extranjeros, inaugurado en el 1897 para alojar al Club del Comercio, destacada institución puertoplatense fundada en el 1874 por, entre otros ilustres ciudadanos, Don Segundo Imbert. La estructura, ubicada en la calle Beller frente al Parque Independencia, fue diseñada específicamente para alojar al club, y fue ampliada en el 1925, como se puede notar a la derecha en la imagen. Foto Ricardo Briones. Pequeña y ornamentada vivienda de mampostería y hormigón adornada con figuras premoldeadas que cubren las superficies murales y los contramarcos de puertas con celosías y antepechos con protuberancias exageradas. Foto Ricardo Briones.
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Casa típica de la arquitectura antillana de Puerto Plata, cuya tradición carpinteril creó un centro histórico peculiar con multitud de modelos con una raíz común en toda la región. Foto Ricardo Briones Casona de Sabana de la Mar, recientemente incorporada al catálogo nacional de monumentos (2008). Foto Secretaría de Estado de Cultura. Montecristi. Modelos de viviendas que configuran el centro histórico. Llama la atención la dinámica de los tejados gingerbread en planchas metálicas que permiten crear espacios altos que se destinan a usos diversos. Foto Ricardo Briones.
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3.3
Repoblación de Montecristi y nuevas poblaciones en la zona oriental La región de Montecristi, identificada desde el Descubrimiento por sus características geográficas, no adquiere perfiles urbanos hasta bien entrada la era republicana. Las crónicas señalan las debilidades que fueron afectando esta zona hasta la época denominada “de las Devastaciones”. De ahí en adelante la despoblación fue mayor y no es hasta finales del siglo XIX cuando se consolida la estructura urbanística en la que la ciudad principal de esa bien llamada colonización interior lo fue la de San Fernando, refundada para 1751. La Academia Dominicana de la Historia y el Archivo General de la Nación han publicado en estos días
Montecristi. Torre metálica del reloj público adquirido en Francia en 1895. Foto Ricardo Briones. Proyecto de la villa de Dajabón, cuya traza cuadriculada resulta similar a otras de la misma época y de la misma fuente. Su importancia regional es el resultado de estar situada en el cruce de los caminos principales entre la colonia española y la francesa.
una obra sobre la colonización de la frontera, que aborda las políticas de refundación de pueblos a lo largo de la línea entre las colonias francesa y española de la isla. En la misma se analizan la dinámica migratoria y la territorialización en la banda norte-central y sur, abarcando nuevos pueblos como Dajabón (1740); Neiba ( ); Bánica (1664); Las Caobas (1704); Hincha (1704); San Miguel (1768); San Rafael (1761), producto de las políticas puestas en marcha.24 El autor González Hernández demuestra que la colonización en la frontera, su repoblación, se llevó a cabo en base a un proceso continuo de inmigración canaria. Durante varias décadas, y ya desde principios del siglo XVIII, se hablaba de la reconstrucción de los puertos del norte, particularmente Puerto Plata y Montecristi. Francisco Rubio Peñaranda, gobernador y capitán general a partir del 20 de agosto de 1751, ratificaba la importancia de esta política en sus correspondencias a la Corona: “El gobernador expresó en enero de 1752 que la fundación había comenzado. Remitió plano de ella. En él muestra el orden y la regularidad de las calles tiradas a cordel, la arboleda a su entrada y salida para esparcimiento de los vecinos, la plaza y los bohíos. Precisa que había destinado 39 familias isleñas “para mayor dique a los franceses” y que éstas habían llegado el mismo día de San Fernando, habiéndoles posibilitado antes párrocos y ornamentos en la iglesia para su culto”.25 Un plano elaborado por el Ing. Elpidio Ortega,26 desarrollado entre 1860 y 1935, determina el área histórica. La propuesta se fundamenta en una clasificación e inventario de inmuebles donde registra más de 300 unidades. El mismo autor clasifica este inventario en 15 categorías,27 entre las que deben destacarse las
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Montecristi. Casas tradicionales con pintorescos detalles propios de las islas cuya influencia se da en toda la región llevada y traída por artesanos inmigrantes anglo o franco antillanos. Fotos Ricardo Briones. Montecristi. Detalle de galería de una casa-vivienda donde se utiliza la tecnología mixta de los albañiles del hormigón armado y los carpinteros victorianos provenientes de distintas culturas e influencias de los grandes centros europeos, en muchos casos prefabricadas e importadas. Foto Ricardo Briones.
de influencia vernácula (9 categorías); las de influencia modernista (bungalow, pradera y estilo moderno); y desde luego los inmuebles de rasgos eclécticos y victorianos. Tanto en Montecristi como en los pueblos de la ruta del ferrocarril, un rasgo que llama la atención son las transformaciones que sufren sus espacios públicos. La vieja plaza de armas de las villas coloniales refugiadas en la plaza mayor de la urbanística española, con un fuerte carácter castrense, lugar de reuniones cívicas para la leer bandos y proclamar revoluciones, se transforma en jardines con un fuerte acento paisajístico, regulados geométricamente por jardineras o parterres con paseos arbolados. En el centro de aquella simetría de líneas perpendiculares o diagonales, era habitual construir una glorieta, estructura con fuerte acento ornamental, donde se ratificaba el espíritu del victoriano inglés, o la semblanza del romanticismo francés. Estas glorietas han desaparecido en muchos lugares. Sin embargo, en Montecristi se levantó una torre de acero con un reloj en la cúspide y, sin tomar en cuenta su valor arquitectónico, constituye un elemento identificador, el más
importante desde el punto de vista urbanístico: “El reloj público, de estilo victoriano, montado en una hermosa estructura metálica, fue traído de Francia en 1895, comprado por iniciativa de Benigno Conde, contable de la Casa Comercial, oriundo de Venezuela, que propuso la idea de comprar el reloj al Ayuntamiento y fue aprobada. En Francia había estado instalado en San Germán y fue reparado para venderlo a Montecristi. El que gestionó la compra en París fue don Toribio García”.28 También hubo una locomotora que comienza a rodar en el año de 1875 y, desde luego, había una plaza que tenía su glorieta, llamada Plaza de la Concordia y construida en 1925: La glorieta fue desmantelada en 1943 para colocar un busto de Trujillo. Este lugar servía también de mercado público, lo que la convertía prácticamente en el centro de aquella localidad.
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Montecristi. Casas tradicionales de la ciudad de Montecristi utilizadas como viviendas o locales comerciales. Foto Ricardo Briones.
Naturalmente, Montecristi es inseparable de las figuras de Máximo Gómez, José Martí y Antonio Maceo,
ción de la iglesia actual que, conjuntamente con el Santuario de Bayaguana y el Santuario de Higüey, son los
héroes todos de la independencia cubana.
tres lugares de peregrinación y turismo religioso más importantes del país. El nuevo templo fue levantado en
La arquitectura victoriana fue el motivo de un ensayo que titulamos “Museo romántico del pasado que
ladrillos tomados en parte de las ruinas de la primitiva ciudad de La Concepción de La Vega, al pie de dicho
ya murió”. El mismo comenzaba señalando que la plaza ha sido el rostro y el alma de cada tiempo his-
cerro. El director de la obra lo fue el alarife Onofre de Lora, figura sobresaliente de la arquitectura dominicana
tórico y de cada tiempo social. Esta declaración es como una proclama repetida por historiadores, so-
del siglo XIX, a quien le tocó intervenir en muchas de las obras llevadas a cabo en aquella región.
ciólogos y urbanistas. Con certidumbre podemos confirmar que, efectivamente, la plaza es un espacio
De acuerdo con una carta dirigida en 1888 por el mismo Onofre de Lora al presbítero Carlos Nouel, se que-
urbano particularmente sensible a los cambios en el tiempo. La apariencia que adoptan en el período de
jaba de las injusticias que fueron cometidas con él durante la construcción del nuevo templo. La iglesia en
transición entre el siglo XIX y el XX constituye una armoniosa alegoría en la cual un “quiosco” central apa-
cuestión es un edificio de tres naves, la central cubierta por una bóveda de medio cañón. Arquerías de per-
rece como elemento dominante del conjunto. Una modalidad que utilizó fórmulas estéticas de aquí y de
fil ojival contrastan con los semicirculares, especialmente en el interior. En el crucero, los triángulos esféri-
allí, trasladando modelos a miles de kilómetros de sus lugares de origen, interpretando en materiales in-
cos de las pechinas esquineras descansan sobre cuatro grandes pilares, sirviendo así a su tradicional com-
dustriales, como el hierro, y estilos artísticos del pasado. Las plazas militares coloniales se convirtieron
promiso estructural de crear en el transepto el tránsito del cuadrado del suelo al círculo base de la cúpula
en pequeños bosques paradisíacos; lugares de animación e intercambio social. Quiosco y glorieta se le-
que se eleva adornada por ocho ventanas en simetría radial y un esbelto lucernario. Exteriormente esta cú-
vantan en los parques urbanos justamente en las encrucijadas de los paseos. El primero es de origen
pula se manifiesta como si se tratara de una bóveda gallonada. Hastiales repiten el tema de los frontones
oriental. El vocablo es turco, y significa mirador. Es como un adorno. Su estilo adopta el vocabulario mu-
de las cabeceras exteriores del crucero. Una torre en campanario se eleva lateralmente junto al presbiterio.
sulmán, como lo son muchos arquetipos creados por el arte victoriano en hierro fundido o en madera,
La fachada, en tres cuerpos verticales separados por contrafuertes, manifiesta detalles más bien neoclási-
estructuras levantadas por carpinteros de buen gusto. Las glorietas, en cambio, recrean modelos clási-
cos. La composición de la misma adolece de una franca e incoherente organización.
Almacén de mayoristas en Moca. Foto Jochi Marichal. Pintoresca ermita de Copey, en la recta de Montecristi a Dajabón. A pesar de su mal estado de conservación, particularmente la torre-campanario, la misma llama la atención de los viajeros en esa ruta de tránsito obligado entre esos pueblos de la costa noroeste de la isla. Foto Ricardo Briones.
cos de origen romano o renacentista.
San Pedro de Macorís El Santo Cerro
Al cruzar la cordillera Central, los caminos conducen a la región oriental donde creció la ciudad de San
En camino hacia la costa sur y del este, al cruzar por el Santo Cerro,29 el mayor centro de peregrinación de
Pedro de Macorís, donde nos tropezamos con otro templo que caracteriza esta ciudad de madera,
la región central-norte o Cibao, su iglesia centenaria nos llama la atención. Originalmente se construyó allí una
mampostería y hormigón armado.30 El lugar fue un antiguo paraje señalado documentalmente en 1785
ermita. Aquel centro de culto mariano se mantuvo aún después de quedar destruida la ciudad de La Con-
por Antonio Sánchez Valverde y en 1808 por Lemonier de la Fose. Se convierte en sección ya para 1815,
cepción con el terremoto de diciembre de 1562. En el gobierno de Ulises Heureaux se ordena la construc-
jurisdicción del Seibo, y para 1882 obtiene título de Distrito Marítimo y en esta misma fecha se instalan
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San Pedro de Macorís. Serie de edificios construidos al despuntar el siglo XX entre los que se destaca el de los Bomberos, cuya torre está coronada por una glorieta. Fotos Ricardo Briones.
los ingenios Consuelo, Cristóbal Colón, Santa Fe y Puerto Rico. El primero fue el Angelina, en 1876. Evi-
tintas naciones y antillanos que un autor denomina barloventinos-sotaventinos.31 Estos inmigrantes vuel-
dentemente la tradición motivó a las autoridades locales a programar la construcción de un templo de
can su éxito en construcciones representativas, como el edificio Armenteros; el Morey; el eclecticismo
importancia. El gótico de la iglesia de San Pedro Apóstol es un híbrido con valor extrínseco, más bien ur-
musulmán del Casasnovas; el edificio del Cuerpo de Bomberos, notable en su apariencia y en su con-
banístico, porque sin duda logró convertirse en el edificio más vistoso y más alto de la ciudad. El urba-
servación; así como el crecimiento urbano de la periferia y el centro con su plaza-parque de recreo.
nista decidió colocar el monumento frente al mar, en la desembocadura del río Higuamo, junto al puer-
Cierto inmueble de la ciudad de San Pedro de Macorís, ejemplar modelo de carpintería del victoriano32 de
to. Una gran plaza se encargaría de conservar el valor espacial de esta iglesia mayor. El hormigón arma-
las Antillas, sorprende al visitante curioso que se acerca a su pequeño patio donde se levanta un pabellón
do es talvez la característica predominante en la arquitectura de San Pedro de Macorís. Es en este no-
pintoresco. El Pabellón de Té, como le llaman, fue concebido en un victoriano tardío, probablemente inspi-
vedoso material con el que se construye el templo. Las armaduras interiores de hierro han sufrido un nor-
rado en construcciones angloantillanas. Sobre una planta cuadrangular, se eleva un volumen cúbico ence-
mal proceso de oxidación, provocando fisuras peligrosas en una de las naves laterales, así como en gár-
rrado por una fina rejilla de elementos diagonales de madera. La cubierta, volada al igual que en la casa,
golas, molduras, florones y penachos. También en los perfiles de algunas ventanas, parteluces y detalles
circunda un espacio perimetral o galería abierta donde el acento ornamental proviene de las cresterías col-
interiores.
gantes que a modo de encajes adornan las aristas del borde del tejado. Este adorno, muy propio de la ar-
La historia urbana de San Pedro de Macorís es la historia de los ingenios y la historia de los pescadores,
quitectura victoriana, podría describirse como una fantasía de formas cuya gramática particular tiene infini-
la explotación del azúcar y del mar. Un caballero muy famoso entre los macorisanos fue don Juan A.
tas combinaciones.
El Gran Hotel fabricado por un mallorquín llamado Antonio Morey Castañer para 1916. Foto Ricardo Briones. Una ermita rural en el ingenio Angelina. Foto Gustavo Luis Moré. Vivienda en las instalaciones para empleados administrativos del Central Romana Corporation, típico ejemplar del modelo usado tan frecuentemente en otros enclaves azucareros del país. Foto Lowell Whipple.
Amechazurra, a quien se reconoce como el propulsor de la industria azucarera en la región. Era cubano y visitó a San Pedro de Macorís por primera vez en 1876. García Lluberes, el historiador, cita la descrip-
La Romana
ción de Schomburgh, hecha a mediados del siglo XIX, donde habla de aquel “puerto de Macorís”, por el
La historia de La Romana ha sido relatada por Vetilio Alfau Durán con las siguientes palabras: “La noti-
nombre del río junto al cual se levantaron los pequeños caseríos que se denominaron “Mosquito” en el
cia más antigua que tenemos del pueblo de La Romana, o sea, de la existencia de su caserío, la ofrece
lugar de la actual ciudad; y “Sol”, en el lugar que llaman Punta. Según García Lluberes, el nombre com-
Sir Robert H. Schomburgh, en su importante reseña de los principales puertos y puntos de anclaje de
puesto de San Pedro de Macorís aparece por primera vez en un documento del 9 de agosto de 1858,
las costas de la República Dominicana. El sabio naturalista alemán que durante una década residió en el
año quince de la Patria.
país como cónsul de Inglaterra acreditado ante nuestro Gobierno, estuvo en el lugar en junio de 1852, y
La inmigración acompañó el progreso de esta ciudad desde su fundación. Para 1920, el censo registra-
escribió ahí: “El pequeño pueblo de La Romana está situado sobre el cerro que domina el río hacia la ri-
ba unos 38,600 habitantes entre los cuales había más de diez mil extranjeros con una composición ét-
bera derecha y oeste; la subida es rápida y muy incómoda...”33 “El terreno que comprende el ejido de la
nica que variaba en sus registros, muchos de ellos procedentes de Puerto Rico, hasta europeos de dis-
ciudad de La Romana, alcanza a la cantidad de dos caballerías más ochenta y cuatro tareas, el cual pa-
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La Romana. Frente al parque central del trazado urbanístico se levanta la iglesia mayor, fábrica de mampostería de piedra vista como muchas de las edificaciones originales de esta ciudad. Postal antigua. San Pedro de Macorís. Ya para 1910 se levantaba la estructura del templo mayor bajo la dirección del arquitecto A. Nechodoma y con el concurso de una Junta de Fábrica. Para 1914 estaba lista la fachada y la torre, de acuerdo con relato del Ing. Enrique Penson. Para 1918 intervino el arquitecto Scaroina, quien preparó los planos de la bóveda. Foto Ricardo Briones. Interior de la Iglesia de San Pedro Apóstol, obra de hormigón armado iniciada para 1905 con planta de tres naves, la central cubierta por una bóveda que se prolonga hasta el presbiterio donde se convierte en una media cúpula. Foto Jochi Marichal.
só a ser propiedad municipal por donación que hicieron en 1897 los propietarios Ulises Heureaux, Presidente de la República, Andrés Beras, Agustín Pérez Montás, Juan Bautista Morel y Miguel Febles; terrenos que están comprendidos en el sitio denominado Chabón Abajo, y los cuales fueron mensurados en el años 1883 por los agrimensores públicos señores Gerardo Jansen y Domingo Morcelo”.34 El venerable historiador continúa su relato señalando que “en mayo de 1907, se dio comienzo a la construcción del muelle y de los edificios de la Aduana, la cual estuvo a cargo del ingeniero Eduardo García. El 19 de marzo de 1914 quedó instalado el faro en la margen izquierda de la entrada del puerto, siendo el primero de su clase montado en nuestras costas.”35 Los planos urbanísticos de La Romana fueron confeccionados por el Ing. Thomasset, el mismo que aparece trabajando en Santo Domingo, San Cristóbal, El Seibo y en el Cibao.
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3.4
Los pueblos del sur y la ruta del oeste El sur se inicia en Santo Domingo y sigue a través de San Cristóbal; Baní; Azua; San Juan; Neiba y Barahona. La transformación está asociada estrechamente al período pre-republicano. Poco se conoce acerca de los constructores y arquitectos.36 Ha quedado, sin embargo, el resultado de su trabajo: los edificios y las casas; calles y plazas. La arquitectura y el urbanismo permanecen como testimonio vivo. Los autores en cambio se olvidan. No puede hablarse de arquitectura anónima, sino de arquitectos anó-
San Cristóbal. Antigua iglesia parroquial con torre exenta y tejados con faldones que descansan sobre muros de mampostería. La estructura se levanta en la cara norte de la plaza mayor donde se construyeron los edificios del poder municipal y otros representativos de las funciones públicas. Foto Ricardo Briones.
nimos. A veces se conocen nombres, y personajes dentro del proceso de desintegración entre el autor y su creación. Los estudios históricos pueden invadir estos campos en un proceso de homogenización reuniendo de nuevo carpinteros, albañiles, constructores y arquitectos con su obra. Esta tendencia se hizo más fuerte a partir del siglo XVIII; se intensifica en el siglo XIX. Fue patente con la arquitectura religiosa, con las reconstrucciones de los templos destruidos por huracanes y terremotos. Aparece con los trabajos de Portillo y Pedro de la Rosa. Se hace dominicana durante la República con Onofre de Lora y el Padre Ayala. Datos biográficos de estos personajes aparecen en la obra de José Gabriel García titulada Rasgos Biográficos de Dominicanos Célebres. A ellos se les debe la construcción de, por lo menos, tres iglesias provincianas: la del Santo Cristo de Bayaguana, la Parroquial de San Cristóbal y el Santuario de Aguas Santas de Boyá.
Baní Existen pruebas de que el culto a la Virgen de Regla es anterior a la fundación de Baní 37 (1764), pues se tienen noticias de que por los años 1740, había un vecindario de 525 personas, de las cuales 111 eran hombres, 150 mujeres y el resto niños. Estos tenían como patrona a la Virgen de Regla, aunque para esta fecha no se había establecido formalmente el poblado y se estaba fabricando una iglesia, a pesar del estado de pobreza en que se vivía. Constituye una característica del mayor interés no sólo en Baní sino en toda la región sur, el viejo esquema presente en las construcciones populares. La polifonía colorística de la casa rural y los principios urbanísticos puestos en práctica para la ordenación de los nucleamien-
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San Cristóbal: Club Social. Foto Ricardo Briones. Azua. Residencia frente al parque central, obra de Humberto Ruiz Castillo. Foto Ricardo Briones.
tos habitacionales, como aquel tesoro perdido “el cuadrángulo de Paya”, constituyen algunos arquetipos
pero es mui corto la pequeñes de este volumen, para referir la ruina destrozos y afliciones de los mora-
de extraordinaria importancia en el comportamiento sociocultural de los estratos básicos de la sociedad
dores de esta villa de Azua, abandonada en esta ocación, por los repetidos terremotos, rebentando bol-
dominicana de aquella región.
canes de agua en los mesmos temblores que los puso en grande temor y espanto. De aquel poblado in-
Iglesia en San Juan de la Maguana. Foto Ricardo Briones. Antigua imagen de una casa en el Batey del Ingenio Barahona hacia el 1928.
dígena (quizás milenario) llamado por los indios “Azúa”; y que luego de la estadía de aquel gallego éste
Azua, San Juan
llamara a su estancia vecina, Compostela; y luego Diego Velásquez y Ovando llamaran Azua de Com-
Azua y San Juan constituyen fundaciones tradicionales, asentamientos de la época de Ovando y los Re-
postela; ya sólo quedaban los escombros”.39
yes Católicos, solar de familias que se multiplicaron con lentitud a través de los siglos, y cuyos descen-
San Juan de la Maguana, villa incluida en el programa territorial de Ovando, fundada por Velásquez, ubi-
dientes pelearon por la independencia contra las tropas haitianas y defendieron la restauración con lan-
cada en un fértil y rico valle bajo la sombra de la cordillera Central, es probablemente uno de los lugares
zas y machetes.
mejor dotados para la vida pacífica de los prósperos agricultores que han conformado su vecindario des-
Azua está ligada a la historia de Enriquillo, como lo está a la de Diego Méndez cuando arribó de Jamai-
de entonces. Estas características y su relativo aislamiento fueron la causa de su limitado desarrollo ur-
ca en busca del Comendador para organizar el rescate del Primer Almirante. Un ensayo de Ramiro Ma-
banístico. Tierra de caciques, patriotas y empresarios agrícolas, la villa era aldeana y, como a casi todas,
tos38 deleita cuando nos relata como “Diego Méndez llegó a Puerto Escondido, al caserío donde Colón
le tocó mudar de sitio con los siglos. Su actual emplazamiento es definitivo, siempre cercano la centro
tuvo las conversaciones con Roldán y que Diego Méndez había oído de labios del Almirante. Aquí bajó
de culto taíno denominado “Corral de los Indios”.
de su canoa y fue al caserío disperso de los indios pescadores del lugar, y conversó con ellos, los cuales le dieron referencias de un español que tenía una granjería aledaña al poblado que ellos llamaban
Barahona
Azua. Este resultó ser uno de los españoles encomenderos, era de Galicia, de la región de Santiago de
“Barahona se fundó a través del comercio, impulsada por un decreto de Toussaint Louverture. Estas ac-
Compostela, estaba viviendo a expensas de los indios del lugar”. Aquel gallego que propició la designa-
tividades las iniciaron inmigrantes radicados en la común de Rincón, hoy municipio de Cabral, que en su
ción de la villa de Compostela no podía imaginar que para el año de 1751, un terremoto cambiaría la
mayoría eran de origen árabe, y se dedicaban a la explotación de madera preciosa en todas las monta-
suerte y el destino de la villa: “Hubo tres terremotos en ese año de 1751, el primero ocurrió el 18 de oc-
ñas de la cordillera de Bahoruco; a la cría de ganado y más tarde se dedicaron a la siembra de café, po-
tubre; el segundo el día 28 del mismo mes; y el tercero, el que destruyó a Azua, ocurrió el 21 de noviem-
blando toda esta zona del aromático grano. A medida que se extendió la explotación de estos recursos
bre. Corrieron estos tres terremotos toda la isla, hasiendo muchos destrosos de las serranías que deva
naturales, la actividad comercial fue creciendo, y hubo la necesidad de extender su comercialización. Es
pavor mirarlas, la iglesia del Combento de la Merced de la ciudad de Santiago padesió la mesma ruina
así como Barahona jugó su rol por ser una ciudad marítima ...El Ingenio Azucarero y las minas de sal y
que la de la ciudad dicha, y el combento de la villa de Azua quedo hecho una ruina de sus materiales,
yeso en la comunidad de Salinas, completan el empuje económico que vivió la Perla del Sur: Por su puer-
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San José de las Matas: Iglesia del El Rubio. Foto Ricardo Briones. Salcedo. Iglesia con torre-campanario. Foto Ricardo Briones. Barahona. Interior de la iglesia de la Santísima Cruz, después de su restauración en el 1994. Foto Gustavo Luis Moré Barahona: Iglesia de la Santísima Cruz con torre lateral. Se trata de una estructura original de principios del siglo XX en mampostería con rasgos neoclásicos. Foto Gustavo Luis Moré.
to, además del azúcar y mieles, la sal y el yeso, se exportaban maderas preciosas (guayacán, caoba, capá ébano, cedro, baitoa, roble, sabina), plátano y café, y a causa de este auge surgieron exportadores...” Así se expresa el profesor Gustavo Adolfo Tavárez en su obra titulada: Eran otros los tiempos y otros los hombres.40 El batey de su ingenio reflejaba la arquitectura de influencia norteamericana que reinó durante muchos años en los barrios creados para funcionarios, la mayoría de ellos extranjeros, en los centrales azucareros que se fueron instalando en el sur de la República. Estas residencias mantienen una estrecha relación con la experiencia del canal de Panamá. El carácter tropical de las mismas giraba alrededor de una galería perimetral (que algunos arquitectos llamaban verandas), protegidas por mallas para defender el medio ambiente interior de los insectos, cosa esta que permitía mantener abiertas las puertas y ventanas y circular el viento. Como podemos ver, estos modelos son llevados a un plano más alto por arquitectos como Nechodoma y sus seguidores, los cuales convierten la vivienda individual en pequeños bungalows o casas del tipo pradera. Así crecieron poco a poco las antiguas ciudades y se desbordaron por los nuevos ensanches que modificaron la antigua morfología.
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3.5
Desde Santo Domingo: eclecticismo y modernidad En Santo Domingo, las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX son tiempos de transformación y crecimiento. Muchas de las antiguas estructuras civiles desaparecen o son remodeladas con estilos nuevos ligados al denominado eclecticismo, término que el diccionario define como del griego, eklegein (escoger), método que consiste en reunir lo mejor de cada sistema. La Ciudad Primada se desborda en nuevos ensanches que surgen alrededor del centro histórico e incluso en la margen oriental del río Ozama donde existían antiguos asentamientos como San Lorenzo de los Mina, cuya iglesia parroquial
Para 1911, y de acuerdo con Enrique Penson, ya estaba diseñada la residencia de dos plantas, de concreto, de estilo ecléctico, sita en la calle 19 de Marzo, entre la Padre Billini y la Arzobispo Portes, acera este. Fue diseñada (atribuida) por el Arq. Antolín Nechodoma. Se fabricó para servir de morada a don Juan Vicini Perdomo, con anticipación a su casamiento con la Srta. Consuelo Marchena Damirón. Foto Ricardo Briones.
se conserva aún. Al oeste se pueden contabilizar antiguos asentamientos de ingenios azucareros como Palavé, Engombe y Nigua, con una ermita dedicada a San Gregorio. La integración entre ambas márgenes del río fue objeto de largos debates que culminaron con la construcción de un puente. Este tema había sido objeto de varias iniciativas desde época tan antigua como el año de 1540. Las crónicas recogieron la participación de un importante arquitecto, Rodrigo de Liendo, en este proyecto.41 No había en esta época la presión que existe en nuestros días para la conservación de los recursos naturales. La población urbana era relativamente baja y salvo contados ejemplos, reinaba un ambiente urbano de carácter aldeano. Es difícil analizar la urbe santodominguense sin tomar en cuenta su región definida cuidadosamente por la naturaleza. Profesionales formados en el exterior modificaron la apariencia de la ciudad. Aparecen simultáneamente las urbanizaciones Ciudad Nueva, Gazcue y La Primavera, orientadas por los caminos reales hacia el oeste. Se integran los suburbios de la parte alta (norte) y se trazan nuevas avenidas con bulevares arbolados. Un tranvía tirado por caballos recorría la Calle Mayor desde el viejo mercado de la Plaza del Contador, atravesando el Navarijo, aquel barrio descrito por Moscoso,42 hasta el fuerte de La Concepción y desde ahí hasta la playa de Güibia, que fue uno de los lugares recreativos preferidos por los residentes de la capital de la República en los primeros años del siglo XX. El nuevo siglo deslumbraba con algunos adelantos tecnológicos. La energía eléctrica recorría las calles con pos-
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Alcázar de los Almirantes en su lado norte. La escalinata fue agregada por el restaurador J. Barroso. Foto Ricardo Briones.
tes de madera que todavía mantienen su uso. El agua potable y el drenaje sanitario y pluvial se volcaban en las
Junto a las murallas se instaló un faro a mediados del siglo XIX sobre el Fuerte de San José. Fue desmantelado. Construido en Inglaterra, dominaba la entrada al puerto de Santo Domingo.
por el mercadillo fluvial aposentado en la ribera del río Ozama, al pie del Alcázar de Colón, atravesaban la no-
Reloj solar levantado en la plazuela de las Casas Reales junto al camino de ronda de las murallas de Santo Domingo. Foto Jochi Marichal.
antiguas vías de acuerdo con sistemas propios de la tecnología norteamericana. Los que entraban a la ciudad
table Puerta de San Diego sin percibir la complejidad de su diseño estructural y el refinamiento de su composición. Este segmento de la periferia urbana contiene el conjunto de estructuras militares más depurado de la zona histórica. El sólido complejo militar y los perfiles castrenses de sus aspilleras, fortines y camino de ronda, contrastan con el simbolismo monumental de la Puerta del Mar. El análisis más erudito sobre este monumento fue elaborado en 1942 por un catedrático.43 El mismo destaca el carácter planimétrico del plateresco de la Puerta de San Diego. La descripción se concentra en el plano frontal donde columnas elípticas soportan un frontispicio encuadrado por un rígido arrabá que se posa sobre los capiteles utilizando el recurso de volutas renacentistas. Después de comparar esta composición con algunos portales del siglo XVI, el ensayista advierte
La puerta de San Diego ostenta un complejo diseño estructural y una composición refinada. Sus estructuras y escudos heráldicos fueron restaurados recientemente. Al fondo: las Casas Reales. Foto Jochi Marichal.
que San Diego anuncia el incipiente barroco europeo. Pienso que efectivamente el planismo (anti-plástico, dice Palm), de la decoración activa, constituye una expresión del manierismo que el diccionario define como “forma del arte que se manifestó en Italia en el siglo XVI entre el renacimiento y la época barroca, y que se caracterizó por su falta de naturalidad y su afectación”. Contrasta este efecto simple con la robustez de las estructuras del conjunto defensivo. Estas se contorsionan para adaptarse a la empinada cuesta que bajaba desde las Casas Reales. Hacia el norte, las estructuras se integraban a los parapetos defensivos del Alcázar, construidos previamente. Hacia el sur, daba paso a un camino de ronda que se extendía hasta la plazuela del Palacio de los Capitanes Generales y la Audiencia Real donde para el siglo XVIII se construyó un reloj de sol y una capilla.
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Los palacios conocidos como las Casas Reales fueron biografiados en el año 1979.44 Allí se aportan datos sobre estas estructuras. Durante el gobierno de Ferrand, en la Era de Francia, los mismos adquirieron determinada fisonomía regida por necesidades más bien funcionales. En cambio, la fisonomía republicana que adquiere hacia 1910 es el producto de un cuidadoso empeño por dotar esta imponente estructura de una imagen de acuerdo con el gusto de la época. Actuó allí el ingeniero Osvaldo Báez, quien también intervino el edificio municipal frente a la “plaza mayor” dominada por el cabildo eclesiástico de la Catedral y los edificios dedicados al Poder Legislativo republicano: el Senado, en el antiguo palacio del gobernador haitiano Borgellá (si-
Torre de la iglesia de la Virgen de la Altagracia. Diseñada y construida por el Ing. Osvaldo Báez junto al Hospital de San Nicolás. La vieja capilla del hospital de San Nicolás, localizada en la porción este, fue incorporada al proyecto. El andamiaje para construir la torre se levantó en febrero del 1922 (LD, 16-2-1922). Foto Ricardo Briones. Fotografías antiguas del paseo Padre Billini o malecón construido a principios del siglo XX.
milar al palacio de gobierno de Santiago frente a su plaza mayor, ya desaparecido), y la Cámara de Diputados situada en el viejo edificio de la cárcel pública que ya había adquirido su fachada neoclásica desde antes. El ingeniero Osvaldo Báez también intervino el Convento de las monjas dominicanas de Regina Angelorum donde funcionó el antiguo colegio de San Luis Gonzaga que regenteaba el Padre Billini. Construyó
varias residencias y remodeló el hospital de San Andrés, una de sus mejores obras, así como la iglesia de La Altagracia, para lo cual intervino en forma imprudente el hospital de San Nicolás. El inventario de sus obras es extenso, y además de las mencionadas, están el cuerpo de bomberos de San Pedro de Macorís; la gran estructura del hipódromo La Primavera; etc. Para el fin de siglo XIX, se destruyó La Picota, ubicada en la Plaza Mayor, mientras se levantaba la escultura dedicada al Gran Almirante con cuyo nombre se designa el parque construido en la antigua Plaza de Armas. La arquitectura doméstica y las casas (a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX) incorporan elementos decorativos entre los que se distinguen ménsulas renacentistas; balaustres serlianos; puertas
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Doble página anterior: Para 1924 se lleva a la imprenta el magnífico plano hecho por Ernesto Paradas. Firma aprobándolo, Alfredo Scaroina. Distintos ángulos del centro histórico de Santo Domingo en que pueden apreciarse conjuntos de edificios en la calle Hostos; en la calle Isabel la Católica; en la calle Padre Billini y un ángulo de las murallas que rodean la Ciudad Colonial. Fotos Ricardo Briones.
y ventanas encuadradas por formas sobresalientes coronadas por aleros melodiosos que parecen ex-
tanos) y con techos altos de fuerte pendiente (creando buhardillas). Se utilizaban vigas de madera sobre
traídos del trabajo encantado de albañiles teatrales. Las cornisas de ventanales se convierten en ver-
las cuales se apoyaban planchas acanaladas de zinc industrial o láminas y tejas importadas. Estas es-
daderos toldos que sugieren telares colgantes, doseles. Se asumen los códigos del neoclasicismo his-
tructuras tropicalizadas, de materiales heterogéneos, definían grandes espacios que permitían crear los
tórico transfiriéndolo al eclecticismo, visto como un estilo con formulaciones libres, ricas en el manejo
salones de la arquitectura residencial en boga. El plafond de madera o de metal aislaba los vapores ca-
compositivo. Reaparecen las columnas de estilo; las balaustradas y las molduras; las cadenas de silla-
lientes, los cuales encontraban escape del desván a través de ventiladores o respiraderos colocados es-
res en ángulos esquineros y en pilastras que ya figuraban en aquella disposición reglamentada desde
tratégicamente.
el siglo XVI y cuya estereotomía, imitando aparejos de sillares, se convierte en una consonante de la gra-
El hormigón armado se hace presente en columnas de estilo sobre basas esbeltas. Los capiteles servían
mática manierista que se aplica en nuestros días.
para transmitir las cargas de arcos y dinteles.
Urbanísticamente, el crecimiento arropó la “gran sabana”, aquel espacio libre que se extendía frente a
Aparecen en el inventario de esta época, que coincide con la intervención norteamericana, del dieciséis,
las murallas, orientándose hacia el oeste transformando la sabana real que los gobernadores haitia-
figuras como Jaime Malla Salom y José Doménech, artífices de residencias ligadas al modernismo; Al-
nos denominaban “del Estado”. Frente a ella las murallas se extendían desde el mar (San Gil y La Mi-
fredo Scaroina, quien participa en el diseño y construcción de la Casa Consistorial de Moca, en 1907;
sericordia) hasta el Fuerte de la Concepción. Las dos puertas del oeste creaban el escenario con el
José Turull y Mariano Turull (asociado a Jaime Malla para 1913), quien conjuntamente con otros cons-
que tropezaban los viajeros que venían desde el sur y desde el norte. Poco a poco estas murallas fue-
tructores-ingenieros, proyectaba el arte catalán y su presencia en el panorama urbano dominicano.
ron demolidas en algunos tramos para dar paso a las calles prolongadas que enlazaban los ensan-
José Turull nació en 1865, llegó a Santo Domingo en 1897 e instaló una fábrica de mosaicos y otros pro-
ches nuevos (Ciudad Nueva) con la Ciudad Colonial. El Parque de la Independencia fue la articulación
ductos para la construcción. Se le atribuye como autor de la primera construcción de concreto armado:
entre Ciudad Nueva y la vieja o ciudad colonial. Antes se había construido el cementerio. Casi todo
el depósito de los Parra, cerca del muelle de San Pedro de Macorís. También tuvo a su cargo la cons-
aparece registrado en el plano de Casimiro de Moya fechado en el año 1900. Poco después, en la pla-
trucción de la torre de la iglesia parroquial del Seibo, y participa íntimamente en la construcción del puen-
za señalada, se levanta una hermosa glorieta que identificaba la ciudad y articulaba la calle mayor con
te del Ozama, actualmente destruido; del malecón Presidente Billini; y el edificio de la aduana de Santo
el urbanismo del siglo XX.
Domingo, absolutamente neoclásico.
A lo largo de la avenida Independencia, denominada el camino de Güibia: así como la avenida hoy de-
Algunos de estos constructores llegaron desde Santiago de Cuba en el 1907, entre ellos José Domé-
nominaba Bolívar (camino de Santa Ana); como también a lo largo de la actual avenida 30 de Marzo (an-
nech, para realizar trabajos artísticos y yeserías en la remodelación del palacio presidencial (Capitanes
tiguo camino de Santiago); se construyeron villas y chalets que asumía la burguesía en las primeras dé-
Generales o Casas Reales). Entre los que llegaron en ese año deben mencionarse Juan Teis y los her-
cadas del siglo XX. Casas con galerías perimetrales sobreelevadas sobre el terreno natural (creando só-
manos Urgel (Ramón, Luis y Juan).
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Capítulo especial merece Benigno Trueba,45 quien prohijó estructuras emblemáticas que constituyen hitos insuperables en la fisonomía de Santo Domingo. Ya en 1914 se había trasladado a San Pedro de Macorís para instalar el ingenio central azucarero Las Pajas. En esa época dirigió varias construcciones en San Pedro de Macorís, por encargo del señor Serrallés, así como la instalación del ingenio Boca Chica. En 1919 construyó la fábrica de fósforos y el edificio de los bomberos en Puerto Plata. También dirigió parte de la carretera Azua-San Juan de la Maguana y construyó algunos puentes de hormigón armado, y en el gobierno de Horacio Vásquez, la carretera San Isidro-Guerra. Las graderías del hipódromo La Primavera fueron construidas por Trueba en 1919 (diseñadas por el Ing.
Esquina noreste del edificio Baquero, de Benigno Trueba. Foto Ricardo Briones. Iglesia Evangélica, cuya torre se levanta airosa en la calle del Hospital o Mercedes. Foto Ricardo Briones. Algunas de las estructuras dominantes de la Calle Mayor o Calle del Conde, que recoge el eclecticismo moderno que invadió la vieja ciudad virreinal, estructuras levantadas en hormigón armado, entre ellas el edificio Cerame y el Diez. Fotos Ricardo Briones.
Osvaldo Báez). Ramón Trueba, en las remembranzas que hace de su padre, se refería a la época en que vivían en San Pedro de Macorís y su padre era administrador de una ferretería frente al señor Cánepa, en el respaldo del Teatro Colón. El ingeniero Trueba también intervino en muchas obras que no fueron diseñadas por él, tales como el hospital Internacional aquí en Santo Domingo, la Iglesia Evangélica en la avenida Independencia, construida en 1934, y cuyos planos fueron traídos del exterior. El hospital Carl Th. George, en San Pedro de Macorís, donde construyó uno de los pabellones. También el edificio Cerame (aproximadamente en 1923), con planos elaborados en los Estados Unidos y cuyo maestro de obra fue Julio Beltrán. El mismo señor Cerame trajo de Estados Unidos los planos del edifico en que funcionó el Listín Diario, en la calle José Reyes. Entre 1921 y 1924, Trueba trabajó como ingeniero en la construcción de la carretera del sur, así como en la de Hato Mayor al Seibo. Talvez fue posteriormente cuando inició la construcción de distintas obras en la ciudad de Santo Domingo, algunas de las cuales fueron demolidas y otras destruidas por el ciclón de San Zenón. Esta época de su ejercicio profesional en que se destacó como arquitecto y director de obras de arquitectura, adquiere especial interés con obras tales como el edificio Diez, y el antes mencio-
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Fachada del Banco Nacional que, de acuerdo con Enrique Penson, fue producto del trabajo de Ramón Urgell Caralt y Pedro Casadeball. Fue intervenida en 1911. Foto Jochi Marichal.
nado edificio Baquero, situados ambos en la calle del Conde, así como obras anteriormente levantadas
Casas de los suburbios, rodeadas de jardines. Son típicas de los primeros años del siglo XX. La primera, desaparecida, en la Av. Bolívar. La segunda, en la Av. Independencia, atribuída a Antonín Nechodoma. Foto Gustavo Luis Moré.
pleta para estudiar su arquitectura es del libro que lleva por subtítulo The Pairie School in the Caribbean,46
Plano de la fachada de gran residencia en Gazcue. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Plano-elevación de la casa cuya foto aparece en el centro. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
en la calle Isabel La Católica y la Arzobispo Meriño. El más avanzado arquitecto de las primeras décadas del siglo XX fue Nechodoma y la fuente más com-
publicado en el año 1994. Para el año de 1982 mi interés por el tema me permitió publicar un artículo “Nechodoma: Misterioso Arquitecto Bucanero del Caribe Hispánico”.47 Nació en Praga, Checoslovaquia (entonces Bohemia) en 1877. Murió en San Juan de Puerto Rico, en un accidente tonto, en 1928. Su titulación como arquitecto la obtuvo en 1898. Aparece establecido en la ciudad de Chicago ya en 1900. Construyó numerosos edificios y residencias en Santo Domingo y San Pedro de Macorís, los cuales han sido inventariados. Entre éstos puede señalarse el edificio para un banco (en la esquina Mercedes con Isabel La Católica), modelo que fue repetido en distintos lugares. También edificios públicos en San Pedro de Macorís, tales como el mercado y el matadero. En las obras del arquitecto Nechodoma puede apreciarse la riqueza ornamental y el uso del adorno en la decoración. Para esto mantenía un taller de artesanías en el cual se ejecutaban sus diseños. Estos diseños aparecían como resultado del estudio del detalle. Eran los criterios del Art and Crafts y del Art Nouveau, vigentes en esta época, tanto en Europa como en los Estados Unidos. Era labor de oficio volcada en lámparas elaboradas con caracoles y nácares de Filipinas; ventanas con cristales de colores; cerámicas con decoraciones fitomórficas. Grandes aleros protegían su arquitectura con una intención clara de utilizar el medio ambiente y adaptarlo a él. La obra de Antonín Nechodoma fue descrita por Enrique Vivoni, arquitecto de San Juan de Puerto Rico, como parte del estilo que en Estados Unidos llaman “de las praderas”. Eran bungalows, casa de montañas en una primera época, dice Vivoni, quien agrega que: “Para el 1915, ya Nechodoma había variado su estilo, incorporando entonces elementos españoles en las fachadas y decoraciones, lo que estaba entonces a la vanguardia, Como ejemplo tenemos una casa
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Página anterior: Peculiar residencia fabricada para 1914. Diseñada por el propietario, Zoilo Hermógenes García. Se trata de un chalet de una planta, con una galería adornada con figuras vegetales que parecen crecer desde la tierra para sostener el techo. Ramas simuladas se emplearon cerrando la galería desde el antepecho hacia abajo. Llamó la casa Villa Hena, en honor a la primera de su hijas. El trabajo artesanal es excelente por su semejanza a la naturaleza y por haber permanecido intacto a través del tiempo. Sin lugar a duda fue realizado por algunos de los alarifes catalanes de la época. (Enrique Penson). Foto Jochi Marichal. Centro de Recreo de Santiago del arquitecto puertorriqueño Pedro de Castro. Foto Ricardo Briones. Detalle del piso de la Casa Valera, en la César Nicolás Penson, Gazcue, c.1908. Demolida. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Foto de archivo del interior de la Casa Valera, en la César Nicolás Penson, Gazcue. Una de las primeras obras de Nechodoma en Santo Domingo, c. 1908. Demolida. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Edificio de uso mixto en la calle El Conde, actualmente en abandono. Benigno Trueba, c.1930. Foto Ricardo Briones.
construida en Santo Domingo y unos planos para el edificio de la Y.M.C.A, en Fajardo. Al estudiar ambos proyectos nos damos cuenta de que son idénticos en forma y concepto”. Para la tercera década del siglo XX, llega a Santo Domingo uno de los más exitosos arquitectos de la región. En la Gran Enciclopedia de Puerto Rico, sección arquitectura, el apreciado y eminente profesor Efraín Pérez Chanis describió a Pedro Adolfo de Castro como uno de los precursores de la arquitectura contemporánea de aquel país. Su reseña sobre dicho personaje señala que la labor de De Castro transcendió a la República Dominicana. Efectivamente, tiene en este suelo obras de señalado interés. Entre otras diseñó y construyó tres residencias para los hermanos Freites, las tres en la avenida Independencia, la mayor de las cuales ha sido demolida. Tuvo a su cargo el Centro de Recreo de Santiago, aquel interesante edificio de fisonomía neomusulmana, muy de la época en que fue levantado, y sin duda, un atractivo escenario de tradiciones santiaguenses. Español-Morisco era como le llamaban a dicho estilo entonces. Del mismo arquitecto es también la mansión Tejera, reseñada por nosotros bajo el título de: Exótica Residencia con más de 50 años.48 Sus obras, después de proyectadas, las llevaba a cabo volcando su labor de arquitecto directamente en la construcción. Pérez Chanis describe esta actitud de la siguiente manera: “Además de arquitecto, De Castro se distinguió en el campo de las artes. Diseñó muebles, lámparas, rejas, bellos mosaicos policromados de cristales brillantes y algunos vitrales. Su temática de diseño se repetía en los enrejados, mosaicos y puertas, dándole a la obra unidad indiscutible. Esta labor artística, producto de su sensible personalidad, se proyectaba también al campo de la pintura, el dibujo libre, la escultura y poemas de profunda preocupación estética, dentro del romanticismo que influenciaba a muchos puertorriqueños del momento”. Como vemos, el catálogo de edificios emblemáticos correspondientes al período republicano se multiplica con obras diseñadas y construidas por varias generaciones de profesionales que desde las últimas décadas años del siglo XIX labraron edificios por muchos años, dejando obras que constituyen paradigmas inevitables, obras maestras de la arquitectura dominicana.
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4
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Gustavo Luis Moré
4.1
La situación de la República en 1930 Con el violento advenimiento del nuevo presidente Rafael Leonidas Trujillo Molina al poder –quien gobernó a sus anchas sirviéndose de los métodos y las estrategias más inverosímiles desde el 16 de agosto de 1930 hasta el 30 de mayo de 1961, cuando fue ultimado– se establece un punto de inflexión fundamental en el devenir dominicano. Predecir los 31 años de su dominio absoluto sobre los destinos del país era sencillamente imposible. Intuir los caminos que habría de transitar la sociedad en su desarrollo económico, cultural y, consecuentemente, territorial, hubiera constituido un acto de profecía. Más allá de los métodos y de las complicidades típicas de estos procesos tan frecuentes en la evolución democrática de la América Latina del momento, la realidad demuestra que la huella dejada por la llamada Era de Trujillo en el territorio nacional es, hasta hoy en día, imborrable. El fenómeno de la modernidad, introducido tímidamente en el país pocas décadas antes a través de los puertos y las instalaciones para la agroindustria dispersas en sus hinterlands, hace su entrada en los centros urbanos y se consolida, principal-
Doble página anterior: Tramo central del puente sobre el río Higuamo, San Pedro de Macorís. 1934. Foto Ricardo Briones. Ayuntamiento de la Romana. c.1940. José Antonio Caro Alvarez. Foto Archivo CARALVA. Casa Armenteros en La Romana. Tomás Auñón, c. 1945. Foto Ricardo Briones. Edificio de la Escuela Normal de Varones, 1942. Leo Pou Ricart. Foto Archivo General de la Nación. Monumento a la Paz de Trujillo en Santiago de los Caballeros, 1944. Henry Gazón et alt. Foto Ricardo Briones.
mente, en la ciudad de Santo Domingo, la que cambiaría su nombre por el de Ciudad Trujillo en 1936. Este es un proceso paulatino que requiere de una detenida mirada, de una profunda revisión. El primer indicio de un cambio en el proceder arquitectónico dominicano colonial, aquella tradición evidente en los gruesos muros de tapia, ladrillo y piedra caliza, en los techos de vigas de caoba y de otras
Vista axial desde el sur del Parque Ramfis, hoy Eugenio María de Hostos, en la avenida George Washington, Santo Domingo. Guillermo González, 1937. Foto Max Pou.
maderas preciosas cubiertos generalmente de tejas planas, de enlucidos blancos y luminosos patios, se produce después de más de tres siglos y medio de ininterrumpida práctica constructiva, con la introducción de los materiales industrializados, hacia el 1865. Pequeños y grandes edificios de maderas extrañas, estructuras de acero y chapas de lámina metálica, forman empaques destinados para un medioambiente imaginado, importados para poner al servicio de las nuevas líneas de ferrocarril, dedicados a instalar los ingenios de azúcar y para, a través de un singular proceso de reproducción local, poblar las concentraciones urbanas vinculadas a los nuevos desarrollos industriales del país: Puerto Plata, Montecristi, Sánchez, San Pedro de Macorís, La Romana, Barahona.1 A inicios del siglo XX, se introduce el uso del hormigón armado en el importante puerto sureño de San Pe-
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Mausoleo privado en el Cementerio de Santo Domingo, inicios del siglo XX. Foto Gustavo Luis Moré.
dro de Macorís. Inmigrantes españoles, italianos, árabes, alemanes, negros angloantillanos libertos (local-
Inicios de la avenida Independencia, hacia la década del 20, Santo Domingo. A la izquierda se observa el Cementerio Municipal. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
que finalmente alcanza a Santo Domingo, la vieja capital, en esos tiempos dedicada a extrapolar sus límites
Fachada sur Club de la Juventud en Santo Domingo, c.1934. Juan de la Cruz Alfonseca. Foto Archivo Marcos Blonda.
estilísticamente las mismas alineaciones coloniales, en nuevos materiales. Es el momento en el que actúan
Casa familia Reid Cabral, originalmente Tejera Álvarez, calle Cervantes, Gazcue. En ella funcionó durante unos años una de las pocas escuelas capitalinas, el Colegio Cervantes. Pedro de Castro, 1928. Foto Ricardo Briones.
casa en hormigón armado en la calle Mercedes esquina José Dolores Alfonseca hacia 1906–, Juan Bautis-
mente llamados “cocolos”), actúan como proyectistas y obreros especializados, determinando un proceder
más allá de las vetustas murallas hacia ensanches en los que se aplican, todavía con cierto pudor, los modelos eclécticos típicos de la época. El ensayo de extensión de extramuros de Ciudad Nueva sólo maquilló
figuras como Osvaldo Báez (1857-1936), Alfredo Scaroina, Andrés Gómez Pintado –quien realiza la primera
ta del Toro (1892-1953), Octavio Acevedo, Juan Alfonseca (1876-1965), Malla, Turull, Domenech, Flon Gautier y muchos otros protagonistas del eclecticismo previamente reseñado en el capítulo anterior de esta obra.2 Pocas figuras se destacan como la de Antonín Nechodoma (1877-1928), ese mítico checo que llega al país después de un misterioso periplo e introduce el Prairie Style en el Caribe.3 Ejecuta obras de notable vanguardia tanto en la República Dominicana como en Puerto Rico. Diestro en el uso de los nuevos materiales –el hormigón armado hace su entrada en el país en la primera década del nuevo siglo–, demuestra un primer asomo a esa modernidad incipiente, todavía desarraigada de los procesos sociales y culturales que en Europa y en los Estados Unidos se venían gestando desde siglos atrás. Esta especie de defecto de nacimiento todavía acompaña a la arquitectura moderna en el Caribe y en gran medida en América Latina: la noción, si bien velada, de tratarse de un fenómeno de importación más que del resultado de las posibilidades intelectuales y materiales del hombre como constructor de su propia cultura. Ciertamente es en San Pedro de Macorís y en las demás ciudades portuarias del país donde nace la modernidad dominicana. En Macorís del Mar, un nutrido grupo de extranjeros dedicados a las artes de la construcción, primordialmente el misterioso personaje de Nechodoma, representa el cambio. Éste hace las obras de ingeniería del puerto, la torre del campanario de la Catedral, el desaparecido Matadero y el
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Ángulo noroeste del Hospital Padre Billini, Santo Domingo. c. 1925. Osvaldo Báez. Foto Ricardo Briones.
edificio Municipal de Correos. En Santo Domingo trabaja en la primera restauración de la Catedral y en
el Portal del Palacio Nacional de Santo Domingo. La frecuente e intensa relación con Puerto Rico deter-
varias casas de destacada factura, obras relevantes para un recién llegado, ciertamente.4 Es la primera
minó un flujo de autores, probablemente los más destacados del período inmediatamente anterior al ad-
Glorieta central del Parque Enriquillo, después de su restauración llevada a cabo por el ADN en julio de 2008. Osvaldo Báez, 1930. Foto Ricardo Briones.
vez que se bajan las alturas de los techos, que se construyen espacios flexibles –con límites inexisten-
venimiento del presidente Trujillo. De Castro, como ya hemos señalado antes, diseña varias casas de ri-
tes o acomodables al uso–, se discrimina la estética del fenestramiento versus la masa del muro, se au-
ca factura artesanal, en particular para la familia Freites, a lo largo de la avenida Independencia, uno de
toriza a las cubiertas a tener vida propia, se independizan los volúmenes de un organismo anteriormen-
los ejes que se extienden fuera de las murallas paralelos al mar Caribe, constituyéndose en el paradig-
Antigua imagen de la demolida Residencia Freites, en la avenida Independencia, Santo Domingo. c. 1928. Pedro de Castro. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
te compacto, atado a las prerrogativas de un urbanismo de manzanas, calles y plazas. Tanto cambia la
ma a seguir en el desarrollo de este “estilo” asumido por los arquitectos locales.
arquitectura como la noción de la propiedad urbana. La ciudad sobrepasa los límites de su cementerio
Las obras ejecutadas por el gobierno norteamericano que ocupó el país de 1916 a 1924, trazan una ru-
extramuros, en la avenida Independencia, y se extiende hacia las sabanas costeras y en torno a los ca-
ta precisa, no tanto en la definición de un proceder arquitectónico –identificable por su predilección en el
minos de salida de la capital hacia el Cibao y otras comarcas. El concepto de Ciudad Jardín –en reali-
uso del ladrillo de arcilla como elemento constructivo y expresivo básico–, sino por el establecimiento de
dad una adaptación local respecto a su origen inglés– entra, no mucho más tarde, por el ensanche Lu-
la infraestructura territorial que encauzaría el desarrollo de la nación. La experiencia previa del Canal de
go y los otros ensanches capitalinos hoy englobados en el barrio de Gazcue. Habría que ver si en cierta
Panamá, campo de ensayo de una nueva arquitectura apropiada al clima y a las exigencias ambientales
manera, las instalaciones domésticas implantadas en algunos de los ingenios para la producción de ca-
del Caribe húmedo, concretiza modelos de fresca presencia, inspirados en formas sencillas, casi plató-
ña, los conocidos bateyes para extranjeros, no se adelantan en la introducción de este modelo de asen-
nicas, y en la combinación inteligente de materiales locales e importados.8 La relación del caso paname-
tamiento. Por vez primera se aislan las casas de sus bordes, asumiendo mayores retiros y permitiendo
ño con las otras intervenciones estadounidenses en el área del Caribe está aún por ser estudiada.
así jardines frontales, laterales y traseros y una vida “nueva”, más sana y aireada, producto de la prime-
Apenas un par de años antes del traumático cambio de mando acaecido en 1930, se lleva a cabo uno
ra modernidad, aún estrechamente vinculada a los preceptos de la vida poscolonial. Este barrio ejemplar
de los concursos de arquitectura mundiales de mayor trascendencia para la República Dominicana. Se
resumió por décadas el trabajo de los más destacados autores de la escena local e internacional.5
trata del concurso, gestado décadas antes por Américo Lugo, para erigir un monumento a la memoria
Por San Pedro de Macorís ingresa Benigno Trueba (1887-1948), formado en Barcelona y autor de es-
del Gran Almirante, en la ciudad de Santo Domingo. El premio a esta competencia, a la que asistieron
pectaculares edificios que cambian radicalmente el paisaje y la escala del centro histórico de Santo Do-
arquitectos de la talla de Alvar Aalto, Konstantin Melnikoff, Tony Garnier, etc., recayó en un joven arqui-
mingo, quien comparte escenario con Pedro de Castro (1895-1936),6 ese boricua admirable que desa-
tecto escocés, Joseph Lea Gleave (1907-1965), ganador entre 455 propuestas de 48 países, quien
rrolla preciosas casas en el estilo entonces llamado “mediterráneo”, hoy mejor identificado como neohis-
eventualmente se traslada a Ciudad Trujillo a realizar los planos del proyecto y a dar inicio a esta faraó-
pánico o neocolonial por la historiografía latinoamericana.7 La abundante obra de Fidel Sevillano ha sido
nica obra, que sería terminada en 1992, bajo circunstancias muy diferentes a las previstas originalmente
recientemente documentada, y ofrece proyectos de la relevancia del Edificio de Correos de Santiago, o
durante la V Conferencia Internacional Americana, en 1923.9
Portal principal del nuevo Cementerio Municipal de Santo Domingo. c.1935. Fidel Sevillano. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Casa familia Henríquez en el Ensanche La Primavera, hoy Gazcue, Santo Domingo. c. 1930. Foto Ricardo Briones. Dibujo de la propuesta de Konstantin Melnikoff para el concurso del Faro a Colón. 1929. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
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MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
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4.2
Cambios políticos y fenómenos atmosféricos: “...no descansará mi brazo...” La década del 30 es fundamental en el desarrollo de la arquitectura dominicana. El 3 de septiembre de 1930, a menos de un mes de haber asumido el poder el dictador Trujillo Molina, se produce uno de los huracanes más devastadores que haya conocido la historia dominicana, el ciclón de San Zenón. Los cuantiosos daños a propiedades y la pérdida de vidas humanas generan un cambio de actitud frente al uso de los materiales tradicionales y promueven la adopción del bloque de hormigón, originalmente al-
Obelisco conmemorativo al cambio de nombre de Santo Domingo a Ciudad Trujillo, desde el Parque Ramfis. 1937. Trene Pérez. Foto de Max Pou. Planta general del Parque Ramfis, Santo Domingo, 1937. Guillermo González. Dibujo de Martínez, Mignucci y Rigau.
mohadillado o tipo “berruga”, en vez del entonces típico paramento de madera como unidad primordial en la arquitectura dominicana, vigente hasta nuestros días. El mismo Trujillo recorre las calles de la capital y los asentamientos más impactados por el fenómeno y emprende un programa de saneamiento y de obras públicas, que obtuvo resultados inmediatos. Para seguir una secuencia de hechos, según el libro Obras de Trujillo,10 el Parque Enriquillo es inaugurado el día 18 de agosto. Ejecutado por Don Osvaldo Báez, era, hasta su reciente remodelación, uno de los espacios públicos más distinguidos de Santo Domingo. El 1ro. de noviembre se inaugura el Hospital para Niños y se ordena la pavimentación de las calles de Santo Domingo y de Santiago. La primera gran obra inaugurada por Trujillo, iniciada en su gestión, es la del puente sobre el Río Higuamo, el 18 de mayo de 1934, una hermosa estructura de acero de sorprendente esbeltez que acercó San Pedro de Macorís –todavía el puerto más cosmopolita del sur– a la Capital del país, iniciando así, paradójicamente, un proceso de declinación que aún persiste en esa ciudad oriental. Las obras del puerto de Santo Domingo se firman con el ingeniero puertoriqueño Benítez Rexach en marzo de 1935, proyecto que cambiaría definitivamente la cara de la ciudad, dotándola de una infraestructura de gran modernidad apta para el intercambio comercial, industrial y posteriormente, turístico. El elenco de carreteras, puentes, drenajes, escuelas, hospitales y muchas otras instalaciones para el servicio ciudadano, se multiplica casi geométricamente en estos primeros años, hasta dar pie a una posibilidad nunca prevista: Trene Pérez, notable autor de la protomodernidad, posteriormente ejecutado por el mismo régimen, construye el obelisco conmemorativo al cambio de nombre. A partir de 1937, hasta 1961, Santo Domingo se llamó Ciudad Trujillo. Desde lo alto de
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Aspecto de uno de los galpones del nuevo puerto de Santo Domingo, hacia 1938. Benítez Rexach. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Temprana vista del Parque Ramfis, hoy Eugenio María de Hostos, desde el tope del obelisco. 1937. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
este viril monumento se aprecia en algunas de las fotos y postales de la época el espectáculo reluciente del Parque Ramfis, ejecutado meses antes por el joven arquitecto Guillermo González, en apaisado romance con el mar Caribe, dominando el predio donde fueron enterradas en fosa común las víctimas no reclamadas del huracán de San Zenón. Ya un editorial del Listín Diario había escrito: “Inauguraciones y no primeras piedras...”. Vale la pena reseñar la actual situación de estos dos proyectos tan singulares de la temprana dictadu-
Hermosa vista aérea del conjunto original del Hotel Jaragua. Santo Domingo, 1942. Guillermo González. Archivo OGM.
ra. El territorio costero del muelle de Santo Domingo es objeto de una transformación integral de parte de renombrados inversionistas privados, en una acción que comprometerá el futuro de ambas márgenes de la desembocadura del Ozama. La vocación turística y de espacios dedicados al ocio prometen convertir este espacio, hasta ahora residual o marginal a la actividad urbana del centro histórico, en un nuevo polo de atracción capaz, de ser correctamente articulado en su diseño, de potenciar el creciente turismo nacional hacia espacios de naturaleza cultural. El Parque Ramfis, hoy conocido como Eugenio María de Hostos, es el único –paradójicamente el más antiguo– proyecto de Guillermo González que ha sido rescatado en su concepción espacial original. Ojalá una intervención municipal que ya se anuncia sepa respetar este simbólico lugar, tan importante no sólo en términos arquitectónicos, sino históricos. Victor Garrido, poeta dominicano (1886-1972), escribió en “El obelisco de Ciudad Trujillo”: ... “Y cuando herido por la muerte el día / el mundo se adormece en la armonía / que fluye de la bóveda estrellada, / es el altivo y mudo centinela que en silencio de la noche vela / el sueño secular de la Primada”.11
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4.3
El invariable retorno, 1930-1937: “Llega joven arquitecto” En la República Dominicana, la gestión estadounidense crea las bases institucionales para el nuevo diseño a través de la Oficina de Ingenieros, posteriormente convertida en la Dirección de Obras Públicas. Varios jóvenes dominicanos que debutan allí como dibujantes son protagonistas destacados: Octavio (Trene) Pérez Garrido (1905-1949), Mario Lluberes (1906-1967) y Alfredo González, entre otros. Pablo Pé-
Vista del aspecto que ofrecía el conjunto total del Hotel Jaragua y sus anexos, hacia 1960. Foto Max Pou. Plantas del bloque original del Hotel Jaragua. 1942. Guillermo González. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
rez se gradúa a principios de siglo en el extranjero y trabaja en Santiago en proyectos vinculados a La Tabacalera y en varias residencias privadas. Estos jóvenes autores participan activamente en la cultura constructiva local por varias décadas, compartiendo la escena con una serie de nuevos profesionales que poco a poco retornan al país, después de concluir sus estudios en el extranjero. Guillermo González (1900-1970) se diploma en 1930 en los EEUU; Humberto Ruiz Castillo (1895-1966), en 1931 en París; al igual que José Antonio Caro Álvarez (1910-1978), en 1932 y Juan Bautista del Toro, unos años antes; Leo (1905-1976) y Marcial (1908-1965) Pou Ricart, en Bruselas, en 1933.12 Son ellos, entre otros, quienes eventualmente configuran una Primera Generación de arquitectos pioneros en la introducción de las nuevas formas del Movimiento Moderno. Ante la falta de una facultad local propiamente dicha, la verdadera escuela de esta primera generación se desarrolla en el extranjero. La sociedad dominicana, comparativamente atrasada en el desarrollo de su cultura arquitectónica respecto, incluso, a otras naciones del Caribe, acude a la única opción de enviar a sus jóvenes, deseosos de formarse en esta disciplina, a otras ciudades, particularmente europeas. La atracción por el universo de la floreciente modernidad franco y germano-centrista de inicios de siglo no era aún eclipsada por las vanguardias norteamericanas, que muy pronto ocuparían la escena, a raíz precisamente de la migración de muchos de sus más destacados protagonistas, antes de y durante la II Guerra Mundial. La más notable excepción por el interés en llevar a cabo los estudios en Europa la constituye, paradójicamente, el que se convertiría, en menos de diez años de práctica profesional, en el paradigma de la modernidad dominicana en la arquitectura: Guillermo González. El predominio de los esquemas domésticos mediterráneos, introducidos por el gusto imperante entonces
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en los EE.UU. en enclaves de origen hispánico, tales como La Florida, Texas y California,13 se hacía presente en las nuevas viviendas solariegas del Ensanche Lugo, Gazcue, La Primavera y en los demás desarrollos inmobiliarios de extramuros. Este gusto por el empaque neohispánico se mantiene a lo largo del siglo, y es todavía hoy, transformado por la posmodernidad, un invariante en la escogencia estilística de muchos dominicanos. Los principales autores de esta estilización romántica son precisamente Trene Pérez y Mario Lluberes, antes de su transición a la modernidad, aunque es muy posible que la influencia más fuerte haya sido el conjunto de obras del puertorriqueño Pedro de Castro en Santo Domingo y en Santiago.14 Es necesario detenerse a comprender este singular estilo neocolonial, tan común a toda América Latina durante estas décadas, y particularmente generalizado en las Antillas hispánicas. Se introduce en la región después del renombrado pabellón de California en la Feria Internacional Colombina de Chicago de 1893, celebrando el IV Centenario del Descubrimiento de América, influenciado por la tradición de la arquitectura misionera de la región. También estuvo notablemente presente en la Exposición internacional de Panamá-
Casa Dunsmore, hoy Martínez Bogaert, en la calle César Nicolás Penson, Gazcue. c. 1955. José Reyes y Miguel Soler. Foto Ricardo Briones. Estación de servicios en la avenida Independencia, Santo Domingo. c. 1948. Foto Ricardo Briones. Casa morisca en la calle Uruguay, Santo Domingo, diseñada para la Sra. Julia Molina. c. 1940. Trene Pérez. Foto Ricardo Briones. Casa neohispánica de la familia Santoni en la calle José Joaquín Pérez, Gazcue. c. 1946. Trene Pérez. Foto Ricardo Briones. Alzado de su tesis para el Ayuntamiento de Santo Domingo. Yale University, c. 1930. Guillermo González. Archivo DoCoMoMo.
Pacific en San Diego, en 1915, como una consecuencia del predominio norteamericano en esos años del New Deal, en los que los EE.UU. determinaron establecerse en el territorio con una marcada presencia tanto militar como comercial y, en consecuencia, cultural, sentando las bases de un fenómeno aún vigente.15 No hay mejor recuento sobre la historia de Gazcue que el contenido en una carta que recibí en 1987, escrita por la Sra. Altagracia de Thomén.16 Me permito citar algunos párrafos con la certeza de que resultarán relevantes para esta Historia: "En cuanto al nombre de Gazcue, ignoro qué cubriría esta denominación en tiempos antiguos, pero al comienzo de este siglo se denominaba así la porción que hoy día ocupan la Embajada Americana y la Plaza de la Cultura. Esto era propiedad de mi abuelo, Pedro A. Lluberes, quien lo había comprado a Don Casimiro N. De Moya. Para nuestra familia este era uno de los “potreros” que componían la estancia familiar. Otros se llamaban “La Generala” (donde está hoy el Palacio de Gobierno), otro “Mis amores” (no sé donde quedaba) y por último el núcleo de la propiedad llamado “La Aguedita”, nombre que
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Casa de la familia Herrera. c. 1925. Estado actual, 2008. Mario Lluberes. Foto Ricardo Briones. Residencia de la familia de la Maza en Moca, c.1947. Trene Pérez. Archivo Marcelle Pérez Brown. Dibujo del portafolio de viaje a Europa de Guillermo González, c.1930. Archivo Omar Rancier. Villa Beliza, residencia de la familia Ricart en la avenida Bolívar, hoy ocupada por el Cuerpo de Paz. c. 1950. Mario Lluberes. Foto Ricardo Briones.
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Casa en la Moisés García, Gazcue, c. 1945 (demolida). Trene Pérez. Foto Jochi Marichal. Casa en la César Nicolás Penson casi esquina Máximo Gómez, de estilo art deco. Aloja desde el año 1981 al INSTRAW, después de su reciclaje realizado por Apolinar Fernández De Castro. Foto Ricardo Briones. Casa familia García Trujillo, calle César Nicolás Penson, Gazcue. 1936. Mario Lluberes. Restaurada para hospedar el Consejo de la Magistratura. Foto Ricardo Briones. Dibujo del portafolio de viaje a Europa de Guillermo González, c.1930. Archivo Omar Rancier.
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Portal de ingreso o galería frontal de una casa en la calle Luisa Ozema de Pellerano del Ensanche Lugo. Foto Ricardo Briones.
aún se conserva, y que era el nombre de mi abuela. Esta porción la reservó mi abuelo para que edificaran
maba una especie de sótanos. Allí salvaron sus vidas muchas personas cuando el huracán de San Zenón.
en ella sus hogares sus hijos (¡eran 14!). En tiempos pasados, las familias que habitaban el centro de San-
Los materiales de construcción provenían en gran parte de la misma estancia: las paredes eran de tapia,
Fachada principal de la casa García Hatton en la César Nicolás Penson, Gazcue. Foto Ricardo Briones.
to Domingo poseían también una estancia en las afueras para pasar los meses de calor. Principalmente se
o sea de tierra y piedras comprimidas en encoframientos. Había canteras de piedra y de caliche, cuyas lo-
hallaban a lo largo de la hoy avenida Independencia. Las del lado sur tenían sus baños privados de mar,
calizaciones aún hoy día se pueden apreciar. Aún pueden verse algunas de estas casas en la calle Doctor
que consistían en casas abiertas al mar, protegidas por rejas de hierro para impedir la entrada de los tibu-
Delgado y en la Pedro Lluberes. En ocasiones los adquirientes de solares los dividían en dos, de 12.5 de
rones. La “estancia” de mi abuelo no era un sitio de placer, sino una empresa que llamaríamos hoy “agroin-
frente y otras veces unían varios solares formando parcelas que luego revendían en porciones más peque-
dustrial” (...) En otros tiempos habían parcelas sembradas de caña de azúcar y hasta un ingenio primitivo
ñas. Los desagües pluviales consistían en zanjas abiertas a ambos lados de las calles y se llegaba a las ca-
llamado “La Encarnación” donde estuvo después del aeropuerto del mismo nombre, luego llamado Gene-
sas mediante puentecitos. La urbanización de mi abuelo era al norte de la hoy avenida Bolívar. El agrimen-
ral Andrews. Mi abuelo comenzó la urbanización de esos terrenos imitando lo que había visto en Santurce,
sor que realizó el trabajo fue don Arístides García Mella, a quien mi abuelo pagó con tierras. Don Arístides
Puerto Rico, donde iba todos los años a los baños termales de Coamo. Creo que la primera calle que se
construyó su casa en la calle que llamó Moisés García en honor a su padre. Al sur de la avenida Bolivar, al-
abrió fue la hoy Doctor Báez. Mi abuelo vendía solares de mil metros, los cuales tenían 25 metros de fren-
rededor de la avenida Pasteur, estaban las tierras de don Enrique Henríquez, llamadas “La Primavera”. Al
te por 50 de fondo. Se exigía que las personas construyeran casas aisladas y dejando un jardín, cuyas di-
ver don Enrique que mi abuelo tenía éxito en parcelar sus tierras, quiso hacer lo mismo y también buscó a
mensiones también se estipulaban. No se debían construir casas contiguas como en la parte colonial o en
don Arístides García Mella. Como don Enrique y mi abuelo tenían diferencias políticas, él encargó a don
Ciudad Nueva. No se destinó ninguna porción para parque porque se entendía que toda la urbanización
Arístides urbanizar su porción “de manera que mis calles no coincidan con las de Pedrito”. Es por esto que
sería un gran jardín. En algunas ocasiones mi abuelo vendía las viviendas ya construidas, las cuales eran
las calles que van de sur a norte desde la avenida Independencia hacia la Bolívar no coinciden con las que
todas iguales, consistentes en una galería al frente; cuatro “cuartos” (sala, comedor y dos aposentos) y un
parten de la avenida Bolívar hacia el norte. El Ensanche Lugo fue urbanizado mucho tiempo después y los
“martillo” que comprendía otro aposento, un cuarto de baño y la cocina. En la parte posterior otra galería
solares y las casas que se construyeron allí eran más pequeños que los de Gazcue o La Primavera. Poco
enlazaba todas estas habitaciones. Había un aljibe (no había acueducto) y sobre el techo (que era de zinc)
a poco se le fue dando el nombre de Gazcue a todos los ensanches al oeste del Parque Independencia y
habían tanques de metal, como los que se usan ahora para la basura, o tanques de concreto sobre la co-
“vivir en Gazcue” era signo de poderío económico y social. Sin embargo, la entrada a la avenida Bolívar por
cina y el cuarto de baño para suplir agua a estas dependencias. El agua llegaba allí bien fuera por lluvia o
mucho tiempo estaba afeada por un solar baldío donde se instalaban los circos, y por una tenería perte-
haciéndola subir de los aljibes mediante bombas de mano. En el patio posterior había una gran habitación
neciente a la familia Polanco, dueña de esos terrenos. Luego estuvo allí la Santo Domingo Motors y por úl-
(cochera o garage), cuartos para el servicio y una letrina. El inodoro del cuarto de baño también descarga-
timo la Ferretería Read”.
ba en una letrina, pues no había cloaca. Las casas eran construidas bien levantadas del suelo, lo que for-
Mientras tanto, Guillermo González Sánchez, el más destacado de todos los autores modernos dominicanos,
Jardín frontal de casa en la calle Cervantes. Foto Ricardo Briones.
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Fachada sur de casa en la César Nicolás Penson, Gazcue. Arq. José Antonio Caro. Foto Ricardo Briones. Casa en la calle Rodriguez Objío, Gazcue. Foto Ricardo Briones. Conjunto de apartamentos en la avenida Bolivar, Gazcue. Arq. Teófilo Carbonel, c.1955. Foto Ricardo Briones.
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Escalera central en la residencia hoy ocupada por la Embajada de España en Santo Domingo. c. 1948. José Antonio Caro Álvarez. Foto Jochi Marichal. Apartamentos en la Leopoldo Navarro. c. 1948. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA.
acude a Columbia University mientras trabaja en el taller de Edward Durrell Stone y termina siendo el mejor estudiante de su promoción en Yale University, premiado con un viaje de estudios al sur de España, donde entra en contacto con las raíces de la nueva arquitectura moderna española, entonces en gestación, y conoce a su futura esposa. González había sido educado bajo el rigor de los cánones académicos del Beaux Arts, como se aprecia en su tesis de grado para un nuevo ayuntamiento en la ciudad de Santo Domingo y en los
Cuartel de Bomberos de Santo Domingo. 1944. José Antonio Caro Álvarez y Guillermo González. Archivo General de la Nación.
virtuosos dibujos realizados en sus viajes de estudio.17 Su impronta en la cultura local es singularmente im-
El Arq. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA.
proyectos de la empresa González & González, es también un diseñador capacitado de valor propio, aunque
Paraninfo de la Facultad de Ciencias Médicas, Universidad de Santo Domingo. 1944. José Antonio Caro Álvarez. Foto Max Pou.
portante, a todas luces prometeica. Su hermano Alfredo, quien funge como contratista principal de todos los
su imagen se haya visto empañada por la relevancia de su hermano Guillermo en los anales de la historia. José Antonio Caro Álvarez (1910-1978), probablemente el más prolífico y con mayor formación intelectual, regresa de Francia después de la Exposición Universal del 25 y deja establecida una secuencia generacional que permanece hasta nuestros días –con la participación de sus hijos José Antonio –Tony– (1943) y Danilo Caro Ginebra (1949) y su nieto Juan Cristóbal Caro Gómez (1971). Caro gana un premio por su diseño para un teatro mientras permanecía en París.18 Su obra de gestión traspasa los límites de la arquitectura y el urbanismo y abraza otras disciplinas como la arqueología, el arte. Fue promotor del Museo del Hombre Dominicano y junto a sus hijos, diseñador, además de uno de los principales mecenas del arte y la cultura. Entre sus obras principales se encuentran sus edificios para el campus de la Universidad de Santo Domingo (USD), las obras llevadas a cabo para la celebración del Centenario de la República, el Palacio de la Policía Nacional, el Banco Agrícola, la Maternidad Julia Molina, hoy Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia y sus obras de fin del período, –Banco Central de la República, Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos y Palacio de Correos– interpretaciones contemporáneas de ese clasicismo tardío que vistió la dictadura en sus postrimerías. Para la Feria, en el 55, es encargado de la ejecución del Hospital Angelita para Niños, hoy Robert Reid, utilizado como hotel de apoyo durante la realización del evento.
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4.4
La modernidad del régimen y el 1er. Centenario de la República: “Programa de obras” Las primeras obras de la vanguardia racionalista se producen hacia 1937. Ya vimos como Guillermo González rompe con la indiferencia típica del habitante capitalino hacia su costa y desarrolla el llamado Parque Ramfis en honor al hijo del Generalísimo Trujillo. Esta plaza pública apaisada, ganada por concurso, que se desliza suavemente hacia el mar Caribe, es hoy una de las pocas obras del primer modernismo
Vista superior de las escaleras del Edificio Copello, Santo Domingo. 1938. Guillermo González. Foto Onorio Montás. El Arq. Guillermo González. Archivo Omar Rancier.
que ha sido rescatada íntegramente. Producto de su notable trabajo, González realiza, en 1938, los proyectos para dos obras fundamentales: el edificio Copello, en el corazón del Centro Histórico, y el anteproyecto original para el Hotel Jaragua, el más relevante proyecto de toda su carrera. Ambos requieren de una mirada detallada. Será fácil reconocer que la calle El Conde, principal arteria comercial de la ciudad de Santo Domingo era, hacia estos años y hasta fines de la década del 50, el espacio donde se ostentaban los principales logros de la arquitectura en el país. Es dentro de este ambiente tan cargado de historia, que González actúa con su primer proyecto de envergadura. El Copello mantiene la escala del conjunto histórico de la Ciudad Primada de América, no así su impostación estilística. Un edificio de esquina, raramente trabajada en la arquitectura colonial común de su entorno inmediato, estratifica su curva fachada con bandas horizontales de ventanas continuas, asumiendo recetas corbusianas en territorio americano colonial, retirando el primer piso comercial a un plano que se protege con el voladizo de los 3 pisos superiores. El edificio se conserva admirablemente bien. Después de más de 60 años de abuso –fue la muy atacada sede del Gobierno Constitucional durante la Guerra Civil de 1965, entre otras vicisitudes– conserva sus servicios sanitarios, sus luminarias y su ascensor Otis original, funcionando razonablemente bien. Su esquema fue después interpretado por J.A. Caro en El Palacio y La Ópera, y por Ruiz Castillo en el González Ramos. Es posible que la primera versión haya sido la de Trueba en el edificio Cerame, atribuido a una firma norteamericana de arquitectos. Así se establece la tipología de numerosos edificios de esquina ubicados en contextos históricos del país.
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Ángulo sureste del Edificio Copello, Santo Domingo. 1938. Guillermo González. Foto Ricardo Briones. Ángulo sureste del Edificio El Palacio, Santo Domingo. c. 1945. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA. Hospital de Maternidad La Altagracia, originalmente Julia Molina. 1944. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA.
Página anterior: Planta y alzado del Edificio Copello, en la calle El Conde de Santo Domingo. 1938. Guillermo González. Archivo Enrique Penson. Espectacular toma del conjunto formado por el bloque original y su anexo de 1945 del Hotel Jaragua, en Santo Domingo. Guillermo González. Archivo OGM.
En esta página: Vista desde el sureste del conjunto del Hotel Jaragua y anexos. En primer plano los famosos bungalows frontales. Guillermo González. Archivo OGM. Vista noroeste del conjunto del Hotel Jaragua y anexos. Guillermo González. Archivo OGM. Interior del espacio social del Roof Garden del Hotel Jaragua. Guillermo González. Archivo OGM.
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El emblemático Hotel Jaragua fue perdido en el año 1985, a pesar de una feroz oposición ciudadana. Fue
la casa Telefunken, por su asociación a formas del universo industrial europeo. Esta casa, también per-
destruido para dar lugar, innecesariamente, a un hotel diseñado en los EE.UU., sin ninguna consideración
dida, se encontraba en la avenida Independencia en uno de los lotes que hoy ocupa el enorme comple-
por la cultura local. Al momento de la inauguración del edificio original, en el año 1942, constituyó la obra
jo multiusos del Malecón Center. De una estructura volumétrica similar a la Schad, la residencia Pichar-
de arquitectura más importante realizada por el gobierno dominicano en
décadas.19
No sólo su esquema
do ostentaba un aún mayor refinamiento minimalista, de longitud más acusada.
planimétrico, ni su admirable solución de volúmenes sometidos a una sutil rotación orientada –de nuevo–
Esta búsqueda de González no se alejaba, sin embargo, de su agudo sentido del contexto, tal y como
al mar Caribe, sino la tropicalidad pionera de sus espacios, la sofisticación de sus terminaciones y la con-
demuestra en el año 52 cuando realiza una serie de 7 casas para el personal directivo del Ingenio Con-
fortable dotación de sus servicios, le confieren la distinción de haber sido el primer hotel de categoría in-
suelo, en San Pedro de Macorís, de exquisito apaisamiento y pertenencia a la llanura cañera de la región,
ternacional y absoluta modernidad realizado en la región, mucho antes que el Caribe Hilton de San Juan
o toda otra serie de casas posteriores, algunas ya inexistentes como la Peynado, demolida para alojar al
de Puerto Rico, (de los maestros Toro, Ferrer y Torregrosa)20 y del muy alterado Panamá Hilton (del des-
Templo de Los Mormones en la avenida Bolívar.
tacado arquitecto Ricardo Bermúdez).21 Admirado por locales y por visitantes, el Hotel Jaragua se convir-
Inmediatamente después de completar la primera etapa del Jaragua, González inicia un grupo de edifi-
tió en el estandarte de la recién nacida modernidad dominicana. Richard Neutra, en su visita de 1945 al
cios de apartamentos para la venta, de exitosa aceptación. En uno de ellos, el llamado Jaragüita (1945),
país, elogió abiertamente los resultados. González se consagra, a partir de entonces, como el joven pro-
localiza su estudio y desarrolla el resto de su carrera, frente a ese mar Caribe tan valorado en su obra.
digio que fue, y produce, en la rígida estructura del régimen trujillista, la primera brecha que cuestiona los
Paralelamente, ejecuta varios hoteles para el estado (la ampliación y los bungalows del Hotel Jaragua
esquemas aplicados hasta entonces por autores afectos al régimen, tales como Henry Gazón Bona.
(1945), el Hotel Paz (1955), siendo el más relevante el Hotel Hamaca (1951), en la Playa de Boca Chica,
Quizás el mejor ejemplo de este racionalismo blanco y purista al que nos referimos es un par de casas,
un hermoso conjunto de hormigón literalmente afincado en el agua de la calmada playa. Otro de sus ho-
ambas demolidas, ejecutadas por Guillermo González a fines de los años 30 y en los primeros años de
teles es el Montaña, en la nueva carretera a Jarabacoa, donde utiliza recursos de la paleta puesta de mo-
la década del 40. Se trata de las casas para las familias Schad (1939) y Pichardo (1940), ambas en San-
da por Auñón, aunque sin el acierto de éste, como se verá en el capítulo siguiente. Uno de los pocos
to Domingo. La primera estuvo localizada en la parcela que hoy ocupa el Museo de Historia Natural, en
ejemplos remanentes de este período de gran actividad para González y su hermano Alfredo –quien en
el lindero sur de la Plaza de la Cultura. Esta residencia de dos niveles, conformada por unos paralelepí-
realidad, como sabemos, ejercía las funciones de contratista general en las obras, a la par de algunas in-
pedos blancos resueltos en barra y acotados por una terraza abierta, fue por largo tiempo olvidada has-
cursiones como proyectista– es el edificio de apartamentos González, en la calle Pasteur. Este elegante
ta reaparecer en el ámbito crítico local, en la excelente recopilación documental del Ing. Enrique Penson
bloque se apropia del barrio de Gazcue con una escala magistralmente manejada, reduciendo el impac-
Paulus, Arquitectura Dominicana 1906-1950, de reciente
aparición.22
González realiza en 1940 una de
sus obras más paradigmáticas, la Residencia Pichardo. De absoluto y blanco racionalismo, fue llamada
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Fachada norte de la Casa Pichardo en la avenida Independencia, Santo Domingo. 1940, demolida para dar cabida al Malecon Center. Guillermo González. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Edificio de apartamentos conocido como El Jaraguita, en el Malecón de Santo Domingo. 1945, poco antes de ser demolido para dar pasó a un estacionamiento del Hotel V Centenario. Guillermo González. Foto Onorio Montás. Alzado y planta de la Casa Schad, Santo Domingo. 1939, demolida. Guillermo González. Archivo Enrique Penson. Planta de la Casa Pichardo, 1940, demolida. Guillermo González. Archivo Enrique Penson. Fachada oeste de la Facultad de Odontología de la Universidad de Santo Domingo. 1947. Leo y Marcial Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Ángulo sureste de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Santo Domingo, 1955. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA.
to de esta gran masa por medio de la típica horizontalización de los vanos y una solución urbana sencilla pero admirable.
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Bloque principal del Colegio Santo Domingo, en la avenida Bolívar, Santo Domingo, hacia 1950. Humberto Ruiz Castillo. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Fachada sur del Hospital para Tuberculosos Dr. Martos, en la avenida John F. Kennedy, antes avenida San Martín, Santo Domingo. 1944, demolido. Leo y Marcial Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Residencia García Recio, en la calle Dr. Delgado esquina México, Santo Domingo. c. 1945. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA.
El año de 1944 dio ocasión a la celebración del 1er. Centenario de la fundación de la República Dominicana. El presidente Trujillo y sus intelectuales desarrollan un memorable plan de edificaciones públicas y de eventos, nunca antes vistos en el país. Se dicta la Ley 675, del 31 de agosto de 1944, publicada en la Gaceta Oficial N.6138, que incorpora un “Plan General de Urbanización y Embellecimiento de las Ciudades de la República”, vigente por largos años.23 El Hotel Jaragua fue en realidad la cabeza de serie –si bien la más sobresaliente– de un grupo de hoteles del Estado, ejecutados para promover el turismo interno en todo el país. Esta iniciativa produjo durante dos décadas obras tales como los hoteles de San Cristóbal, San Juan, Barahona, Jarabacoa, Constanza, Santiago, Higüey, Boca Chica, y de nuevo en Ciudad Trujillo con el Hotel Paz (hoy Santo Domingo Norte), etc., muchos de ellos asignados a destacados profesionales dominicanos. De esta forma se inicia el catálogo del patrimonio dominicano en el área de la hotelería pública, tan maltratado e ignorado en los tiempos actuales. La realidad es que la gran cantidad de proyectos se llevan a cabo dentro del nuevo estilo producido por los cánones del Movimiento Moderno. Los hermanos Pou diseñan las Escuelas Normales, los hospitales Dr. Martos y Marión; Caro hace, junto a González, el Cuartel de Bomberos, el Casino de la Playa de Güibia y el Hipódromo Perla Antillana. El nuevo campus para la Universidad de Santo Domingo es proyectado por González, Caro y José Ramón Báez Lopez-Penha, en un esquema axial sumamente funcional y de modernidad ambivalente. De este conjunto urbano singular sobresale el edifico para la Facultad de Medicina (1944), uno de los más soberbios edificios modernos dominicanos, ejecutado admirablemente por José Antonio Caro, quien proyecta posteriormente, en 1955, la Facultad de Ingeniería y Arquitectura. En este primer gran proyecto urbano emprendido por el Estado, participan también los hermanos Marcial y Leo Pou Ricart y uno de los autores y profesores universitarios más renombrados, Humberto Ruiz Castillo, entre otros. Una investigación reciente arroja imágenes de gran modernidad.24
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Esquina sureste del Edificio Saviñón, en la calle El Conde, Santo Domingo. c.1945. Octavio y Gloria Iglesias Molina. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Estudio de la fachada principal del edifico para Radio Tevisión Dominicana. c.1947. Octavio y Gloria Iglesias Molina. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Instituto para Señoritas Salomé Ureña de Henríquez, calle Padre Billini, Santo Domingo. c. 1944. Marcial Pou Ricart. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Hospital Morgan, Santo Domingo. c. 1947. Leo Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Casa De Mondesert, Santo Domingo. c. 1934. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Edificio conocido como La Metralla, en la Calle de las Mercedes, Santo Domingo. c. 1948. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Alzado y plantas de la casa De Mondesert, Santo Domingo. c. 1934. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA.
He aquí la contradicción: Mientras los arquitectos formados académicamente se entregaban al más co-
la Dirección de Edificaciones, Leo Pou realiza importantes obras, tales como el Hospital Morgan, las Secre-
rrecto y vanguardista estilo moderno, entendiéndolo como la tendencia arquitectónica capaz de emble-
tarías de Agricultura y otros edificios públicos originalmente ubicados detrás del Palacio Nacional y el com-
matizar con más fuerza los reales adelantos que demostraba el Estado trujillista en torno al 1er. Cente-
plejo para el Instituto Saleciano de San Cristóbal. Sus casas obedecen a esta misma fórmula. Muchas de
nario, otros, también apoyados por el mismo sistema, actuaban dentro de una estilización clasicista ab-
ellas, si no todas, hoy han sido transformadas o destruidas, sobre todo aquellas localizadas en Gazcue,
solutamente reaccionaria a los adelantos internacionales del momento. Esta dualidad, esta especie de
campo de ensayo fundamental para estos jóvenes autores del momento. El edificio del Congreso Nacional
esquizofrenia proyectual, se mantiene a lo largo de dos décadas y define, de cierta manera, la bipolari-
en La Feria de la Paz, es atribuido a Leo Pou, actuando en colaboración con González.
dad de la arquitectura del período. Este hecho, común en otras dictaduras latinoamericanas, se expre-
Humberto Ruiz Castillo fue ante todo un profesor de excelsas cualidades y exigente rigor. Su abundan-
sa en obras tales como el Teatro San Martín del ortodoxo moderno Mario Roberto Álvarez y por otro la-
te obra –iniciada algunos años antes que la de sus coetáneos– incorpora el Art Deco a la arquitectura
do, la Fundación Eva Perón, de riguroso academicismo, en el Buenos Aires de Perón; en el Brasil, du-
dominicana más que la de cualquier otro arquitecto, evidenciándose en sus primeras, como su residen-
rante el gobierno de Getulio Vargas se construyen paralelamente el Ministerio de Educación y Salud de
cia en la calle Santiago casi esquina Danae, en la hermosa Casa Recio de la Dr. Delgado esquina Méxi-
Lucio Costa y su equipo, y el Ministerio de Hacienda, en estilos opuestos; en Caracas se construyen al
co (1934) y en múltiples proyectos realizados dentro de su labor como arquitecto diocesiano, como la
mismo tiempo la Ciudad Universitaria de Carlos Raúl Villanueva, máxima expresión de la modernidad ve-
Iglesia de San Juan Bosco (1939) y la impresionante Iglesia de Moca (1956). Una de sus obras más res-
nezolana y la axial y académica Escuela Militar, de Luis Malaussena.
petadas, recientemente restaurada, es la del Alma Mater de la Universidad de Santo Domingo (1955),
Los Pou Ricart obtienen sus diplomas en Bélgica y realizan, antes de emigrar a la Florida a finales de la dé-
aparentemente realizada junto al arquitecto francés André Dunoyer de Segonzac, quien se encontraba a
cada del 50, un numeroso catálogo de proyectos singularmente modernos. Son en realidad los autores más
la sazón en el país para llevar a cabo su proyecto ganado por concurso internacional para la Basílica de
cercanos a ese racionalismo europeo de testeros semicirculares, fenestramientos horizontalizados rítmica-
Nuestra Señora de la Altagracia, en Higüey.25 De su autoría es también el moderno y coherente plantel
mente interrumpidos por partesoles y blanca volumetría, lenguaje hoy identificado con la temprana moder-
para el Colegio Santo Domingo, en la avenida Bolívar y la casa del Dr. Balaguer en la avenida Máximo
nidad internacional, tan común en La Habana, San Juan, Bogotá, Buenos Aires y otras ciudades de la re-
Gómez y la construcción de la Nunciatura Apostólica en la César Nicolás Penson, diseñada en Roma a
gión en aquellos años previos al desarrollo de una estética de raigambre local. El Instituto de Señoritas Sa-
la manera de la típica “palazzina” ecléctica romana.
lomé Ureña, enclavado en el pleno Centro Histórico de Santo Domingo colonial, es construido en 1942 si-
También afiliados a la corriente Art Deco fueron los ingenieros y arquitectos Gloria y “Tribito” Iglesias Mo-
multáneamente a la Escuela Normal de Varones, el Hospital Antituberculoso Dr. Martos (hoy Campus I de
lina, autores de proyectos de gran escala para el Palacio de Telecomunicaciones, el elegante edificio de
la UNPHU, recientemente demolido para dar paso a una cadena internacional de mueblería) y el Hospital
R. Esteva y Cía., en la Calle El Conde –originalmente comisionado como sede de la Lotería Nacional– y
Marión, modelo original de diseño frecuente en otros países del área. Desde su cargo como arquitecto en
el Palacio de Radio Televisión Dominicana.
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4.5
Los inmigrantes del 39: la tranformación del arte dominicano. “Toreando submarinos” El cambio hacia la modernidad se produce tímidamente en el universo doméstico, con una sobresaliente excepción. En 1939, la Guerra Civil española nos lega artistas de enorme trascendencia, resultado de esa forzada migración que tanto enriqueció el universo latinoamericano, desde el Caribe hasta la Patagonia, como ha sido reconocido en varias obras recientes de sobresaliente academia. Baste recordar la abundante obra del Ing. Félix Candela en México como ejemplo destacado, tanto en la tipología industrial como en la religiosa.
Vista frontal de la Casa Ricart en Jarabacoa. 1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto Gustavo Moré. Alzado frontal de la Casa Nadal, en Jarabacoa. 1941. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Archivo Enrique Penson. Boceto de Auñón para un comercio en la calle Palo Hincado, Santo Domingo, c.1946. Archivo Docomomo.
La República Dominicana atrajo a un grupo de autores sumamente representativos de esta avanzada, no sólo en la arquitectura, sino también en las letras y en las artes plásticas. Dos de los más renombrados son sin dudas el arquitecto catalán Tomás Auñón (1909-?) y el Ing. madrileño Joaquín Ortiz García, quienes llegan “toreando submarinos”. Según el libro Arquitecturas del exilio español (2007, ver bibliografía), Auñón “… participa en la retirada de Cataluña y pasa sus primeros meses de exilio en el campo de concentración de Saint-Cyprien, del que sale gracias al apoyo del Comité Nacional Británico de Ayuda a España. A mediados de año se ubica en Perpignan. Llega a República Dominicana el 11 de enero de 1940, en el buque Cuba, procedente de Burdeos. Ese mismo año realiza la remodelación del Café Ariete en Santo Domingo (..) En 1945 se traslada a México, trabajando en la realización de sets y decorados en la industria cinematográfica. Ese mismo año se asocia con Oscar Coll Alas, quien también viene de República Dominicana. A partir de (...) 1962 su figura se desvanece, sin haber sido posible encontrar mayores datos sobre el final de su carrera y de su vida”.26 Aislados por sus ideas de izquierda en las montañas de Jarabacoa, estos autores junto a varios artesanos más, conforman un equipo y producen el diseño y la ejecución de un grupo de fascinantes casas, usando materiales del lugar, en ese entonces desvinculados del resto del país. Todavía hoy, a pesar de las inevitables transformaciones que han sufrido varias de estas estructuras, sorprenden sus exquisitos e ingeniosos herrajes, mobiliarios y artefactos integrados magistralmente al espacio arquitectónico. De un gusto nórdico, más cercano a Aalto que a la tradición del Modernisme catalán –gusto que durante muchos años representó, de alguna manera, la es-
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Casa García en la calle Pasteur, Gazcue, Santo Domingo. c. 1945 Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto Gustavo Luis Moré.
tética a seguir en la arquitectura típica de este enclave turístico en la Cordillera Central–, las casas Na-
Edificio Santos en la calle Pina, Ciudad Nueva, Santo Domingo, c.1945. Tomás Auñón y Joaquín Ortíz. Foto Ricardo Briones.
dito de estructuras en mampostería de ladrillo, paramentos de piedra de río, madera oscura y formas
Casa Molinari. Calle Benito Monción esquina Santiago, Gazcue, Santo Domingo. 1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto cortesia familia Molinari. Alzados y planta de la Casa Molinari.1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Archivo Enrique Penson. Casa Armenteros, Jarabacoa. 1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto Eduardo Guzmán.
dal, Barceló, Ricart, Armenteros, Ocaña y algunas 5 casas más, inauguran en el país un vocabulario iné-
modernas, que le confirió a Auñón su salvoconducto para eventualmente trasladarse a Santo Domingo y producir un itinerario de las más extraordinarias casas privadas en el sector de Gazcue y, notablemente, el Monumento Trujillo-Hull, mejor conocido como el “Obelisco Hembra”, que rememora el saldo de la deuda externa del país con los EE.UU. También ejecuta el edifico para el Instituto Escuela (1943), colegio de gran renombre para toda la sociedad capitalina de antaño, enclavado en el flamante barrio de La Primavera, hoy asimilado por la denominación generalizada del Polígono de Gazcue. La paleta cambia con el cambio del contexto rural jarabacoense al urbano de Ciudad Trujillo y con la disponibilidad de materiales industriales. La forma se libera, los espacios se llenan de luz en, por ejemplo, las perdidas Casa Molinari o la Benítez Rexach. La Molinari, demolida para hacer espacio a un desarrollo inmobiliario, era a nuestro juicio, la más lograda de todas, con sus arcadas y su escalera compensada de escultural virtuosismo. Se establece el gusto por galerías con arcadas de medio punto, como en la Casa García, en la calle Santiago –tema iniciado en la Casa Armenteros de Jarabacoa–; parabólicas como en la Pol, la Vitienes y la Molinari, o rebajadas. Varios jóvenes arquitectos del período heredan el leitmotiv de las arcadas de amplia luz, recurso que perdura por décadas. En el ámbito de Ciudad Nueva, está el extraordinario edificio Santos, en la calle Pina, caracterizado por sus 4 niveles destinados a usos diversos –comercio y oficinas en los dos primeros y apartamentos en los dos superiores– que posee una de las fachadas de mayor gracia en su entorno, a la par de un ático retranqueado respecto a sus linderos, de luminosa espacialidad. La obra de Auñón, poco divulgada, se realiza en apenas 6 años de práctica antes de su migración definitiva a México y constituye uno de los capítulos más relevantes de la modernidad regional.27
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La aplicación del modelo trujillista de equipamiento público Henry Gazón Bona (1909-1982) regresa de París hacia 1930 y al poco tiempo se personifica como el autor más cercano al régimen hasta su “caída en desgracia” en 1954, justo al entregar la monumental residencia diseñada y construida para el dictador con recursos de sus adláteres en el Cerro, San Cristóbal, la provincia natal de Trujillo. Esta obra última ejemplifica el ecléctico gusto de su autor, en realidad más cortesano –músico, astrónomo, decía su tarjeta de presentación– que arquitecto. Reali-
Estatua de Rafael Leonidas Trujillo, hoy inexistente, en el plinto frente al Monumento a la Paz de Trujillo, Santiago. Henry Gazón et al, 1944. Foto Max Pou. Alzado y plantas de la residencia conocida como Casa Vapor. Calle Francia esquina Dr. Delgado, Gazcue, Santo Domingo. 1945. Henry Gazón. Archivo Enrique Penson.
za para muchas instituciones públicas sus edificios: liceos, estaciones de policía, escuelas secundarias, iglesias, monumentos conmemorativos y todos los edificios para el Partido Dominicano. La ciudad de San Cristóbal posee una larga ruta de edificios públicos de Gazón: el Hotel, la Iglesia –donde fue llevado el cadáver de Trujillo antes de su periplo hacia París–, el Partido Dominicano, el Liceo Musical, la Escuela y muchos otros espacios públicos más. Su Monumento a la Paz de Trujillo, en Santiago de los Caballeros, sigue siendo hoy, una de las huellas indelebles de esa ciudad mediterránea en la geografía dominicana. Un símbolo representativo, más ícono que edificación, como su incierto destino ha comprobado, al no responder a un programa funcional que le sostenga en el tiempo. Probablemente el único programa de infraestructura militar que ha llevado a cabo el país en la frontera con Haití se debe a Gazón, quien ejecuta los puestos de mando fronterizos en Elías Piña y otras localidades, además de múltiples fortalezas en Ciudad Trujillo y en las principales ciudades. Entre sus obras memorables se encuentra la primera, su renombrada y hoy lamentablemente maltratada Casa Vapor, de 1936, “...cuyas airosas líneas marineras campeaban sobre un apacible mar de grama. Con su proa al oriente, la rara nave oteaba el horizonte”, escribió Gimbernard sobre ésta.28 En una de sus notas documentadas en el Centro de Inventario de Bienes Culturales, Nerva Fondeur nos cuenta: “La ‘casa vapor’ ubicada en terrenos propiedad de su padre Louis Gazón, llegó a recibir más de 7,913 firmas de visitantes nacionales y extranjeros, apareciendo reseñada en abril de 1939 en el periódico The Sunday Star de Washington en la sección titulada ‘Strange as it seems’ bajo la firma de John Hix. En 1939 se reúne en ésta el ‘Comité Pro Asociación de Ingenieros y Arquitectos’ eligiendo una directiva
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Puesto de vigilancia militar en la frontera con Haití. c. 1938. Henry Gazón. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Edificio sede del Partido Dominicano en Santiago de los Caballeros c. 1950. Henry Gazón. Foto OGM. Iglesia de San Cristóbal realizada por Gazón en un eclecticismo barroco alucinante. Foto Ricardo Briones. Henry Gazón Bona. Foto Archivo DoCoMoMo Dominicano/ Edificio sede del Partido Dominicano en la avenida George Washington, Santo Domingo, actual sede de la Secretaría de Estado de Cultura. c. 1945. Henry Gazón. Foto OGM.
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Foto de época de la Casa Vapor. Calle Francia esquina Dr. Delgado, Gazcue, Santo Domingo. 1945. Henry Gazón. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Escorzo sureste del edificio para el Partido Dominicano en el Ensanche La Fe, Santo Domingo. c. 1950. Henry Gazón. Foto OGM. Otra de las múltiples edificaciones erigidas en todo el país para las sedes del Partido Dominicano. Henry Gazón. Archivo OGM. Estudio prospéctico del edificio para el Partido Dominicano en el ensanche La Fe, Santo Domingo. c. 1950. Henry Gazón. Foto OGM.
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Palacio de Justicia, Ciudad Nueva, Santo Domingo. 1944. Mario Lluberes. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
provisional integrada por Eduardo Soler, Rafael Bonelly, Marcial Pou, Humberto Ruiz Castillo, Mario Llube-
manual de diseño urbano de 68 páginas de sorprendente actualidad. Pero es, sin lugar a dudas, el eru-
res, Leo Pou Ricart, Juan de la Cruz Alfonseca y José Antonio Caro, entre otros. Años después la edifica-
dito estudio de Erwin Walter Palm (1910-1988), sobre Los Monumentos Coloniales de La Española,31
Parque en San Cristóbal, ciudad natal del Presidente Trujillo, dotada de toda suerte de equipamientos públicos. Henry Gazón. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
ción fue denominada ‘Victoria”.
publicado en 1955 por la Universidad de Santo Domingo (USD) después de haber ensayado con múlti-
Otras obras también notables de Gazón, hechas en colaboración con otros profesionales, son el moder-
ples artículos previos este importantísimo tema, el más autorizado estudio sobre la arquitectura colonial
no Matadero Municipal y el Mercado Modelo de la avenida Mella, estructura de hormigón armado ele-
dominicana producido hasta el momento. La consulta frecuente de estos dos tomos de docto análisis y
Planta del Palacio de Justicia, Ciudad Nueva, Santo Domingo. 1944. Mario Lluberes. Archivo Enrique Penson.
gantemente abovedada inspirada en tipologías francesas propias del momento, en asociación con el Ing.
densa academia es inevitable hasta el día de hoy.
José Ramón –Moncito– Báez López-Penha (1909-1995).
El Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, construido hacia 1944, fue diseñado por Mario Lluberes pa-
Gazón, quien logró sostener una de las oficinas profesionales más grandes del país, tiene el mérito de
ra el Ing. Rogers dentro de ese estilo academicista, despojado de toda ornamentación, excepto
haber publicado, si bien casi clandestinamente ya que fue retirado de las prensas antes de su distribu-
aquella motivada por los mensajes simbólicos del régimen. Esta obra de Lluberes, que contó con la
ción, el único volumen dedicado a reseñar las obras –en realidad sus obras– ejecutadas durante el man-
ayuda de Guillermo González, según se evidencia en su firma calzada en una de las perspectivas pu-
dato de Trujillo. Este singular libro, proscrito por el régimen por razones desconocidas, explica los ele-
blicadas en el album de 1937, contrasta con su moderna obra para el edificio Buenaventura, situa-
mentos característicos de la arquitectura de Trujillo, el motivo de su estilización, y sintetiza, a grandes ras-
do a apenas dos cuadras de distancia, en la avenida Independencia entre las calles Danae y la Dr.
gos, la visión que sobre El Jefe y su programa de gobierno, poseían Gazón y probablemente muchos de
Delgado.
Interior del Mercado Modelo de la ciudad de Santo Domingo. Henry Gazón y José Ramón Báez Lopéz Penha. c.1944. Foto Max Pou. En primer plano, el arco que domina la entrada principal a San Juan de la Maguana. Al fondo, el edificio del ayuntamiento. Autor no identificado. Foto Ricardo Briones. El profesor Erwin Walter Palm y el arquitecto Eugenio Pérez Montás, en una de sus visitas a Santo Domingo en 1974. Archivo Pérez Montás.
sus colaboradores cercanos. Del epílogo del insólito libro de Gazón se extrae esta cita: “Y así, sin recurrir a exotismos desdicentes de nuestro medio, ni buscar en el África francesa por razones de similitud climática su inspiración, se ha decidido por lo más apropiado: por un neoclásico propio, de sencilla inspiración que ofrece esta doble ventaja: a) La persistencia de las líneas por encima de los caprichos y vaivenes de las modas y corrientes al uso. b) La flexibilidad que el neoclásico ofrece para expresar filosóficamente la raíz de nuestra cultura que, como nuestra raza, proviene de la imposición de una, de aditamentos ajenos y de la extinción de otra”.29 La Arquitectura Dominicana en la Era de Trujillo, album n.1 es una excepción a esa resistencia literaria común en los arquitectos de la época. Sólo otro arquitecto practicante produce un libro de texto sobre Urbanismo30 de particular calidad. José Antonio Caro escribe en formato mimeo y publica en 1942 este
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La generación del 50: una nueva actitud La formación académica de la arquitectura recorre un lento proceso inicial, jalonado por determinados
Hotel Hamaca desde la playa de Boca Chica. 1951. Guillermo González. Foto Max Pou.
alcances. En 1938 se crea la carrera de Ingeniero-Arquitecto, diploma otorgado por la Universidad de Santo Domingo. De las primeras promociones egresan profesionales de la talla de Leonte Bernard Vázquez, uno de los estructuralistas más grandes que ha tenido el país. En su pivotal ensayo “La enseñanza de la Arquitectura en la República Dominicana: un testimonio”, Manuel Salvador Gautier precisa: “El Plan de Estudios de 1938 es muy similar al (...) de 1950, con el que cursé mi carrera. Los dos primeros años (...) se hacían conjuntamente con los Ingenieros Civiles. Las estructuras se daban junto con los ingenieros (...). En los tres últimos años la diferencia estribaba en que los ingenieros arquitectos daban dibujo especializado hacia el diseño de edificaciones y debían tomar materias como Historia de la Arquitectura, Astronomía y otras similares, mientras los ingenieros civiles tomaban materias como puentes, carreteras, etc.”.32 Gautier cita a Gay Vega, Leopoldo –Polín– Espaillat Nanita, Teófilo Carbonell, Eugenio Pérez Montás y Roberto Bergés como responsables de la estrategia que produjo la puesta en marcha de un nuevo plan de estudios orientado a titular arquitectos independientes de la disciplina de la Ingeniería Civil, deslindando así las competencias académicas por primera vez en los estudios universitarios, algo que en realidad no ocurrió, ya que tanto arquitectos como civiles estaban legalmente en capacidad de diseñar edificaciones. Mientras Rafael Calventi asume la dirección de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), después del llamado Movimiento Renovador de 1965, Pérez Montás, Bergés y Manolito Baquero forman el núcleo docente para la creación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la nueva Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Esa es ya otra historia... William Reid Cabral (1925),33 santiaguero graduado de ingeniero arquitecto en la Universidad de Santo Domingo, –quien cultiva una estrecha relación con González–, se convierte en el representante de la generación de relevo. La primera obra que les vincula es la residencia de la familia Vicini en la Máximo Gómez y
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Aspecto que presentaba la escalera de bajada a la playa del Hotel Hamaca, poco antes de su transformación y rescate, en 1990. Guillermo González. Archivo OGM.
la avenida Independencia, donde originalmente se encontraba el acceso antes de la prolongación del Ma-
Asociado a José Manuel –Nani– Reyes (1925-1966), constituyen una oficina de diseño y obras sin para-
lecón. Esta importante familia de inmigrantes italianos con la que Reid estaba emparentado, continúa la
lelo en la Ciudad Trujillo de entonces. Uno de los comentarios que sanamente solían hacer en el taller era
práctica de encargar a arquitectos de prestigio sus obras, iniciada con el palacete Vicini en la 19 de mar-
que en cada calle de la ciudad en un momento dado había en proceso alguna obra de ellos. De 1951 a
Casa Vicini en la avenida Maximo Gómez, Santo Domingo. Guillermo González y William Reid Cabral. 1947. Foto Jochi Marichal.
zo de la Ciudad Colonial, obra de Antonín Nechodoma. González, a la sazón profesor de Reid, –desde
1956, mientras duró la asociación, los encargos se amplían dando lugar a un abundante catálogo de pro-
sus inicios alumno destacado–, le involucra como arquitecto residente en esta obra de grandes propor-
yectos comerciales, apartamentos, hoteles y edificios de oficinas e industrias. Reyes decide independi-
ciones y exigente factura. Esta casa de 1947 rompe con todos los esquemas estilísticos desarrollados por
zar su práctica, continuando la misma línea producto de su aprendizaje en la Universidad de Texas y de
González hasta entonces. Ya no se trata de aquellos volúmenes puros, blancos, de perforaciones regula-
su personalidad organizada y gentil. Reid y Reyes, tanto juntos como separados, consolidaron una prác-
res geométricamente dispuestas en los planos, del típico apaisamiento de toda su primera obra. La casa
tica de altos estándares profesionales hasta la accidental muerte de Reyes, en 1966.34
Vicini es la cabeza de serie de una lista de residencias para familias dominicanas distinguidas, que conti-
Otra pareja de arquitectos asociados que obtiene gran renombre es la de Manuel –Manolito– Baquero
nuó haciendo hasta el fin de su carrera, entre las cuales se encuentra la demolida residencia Peynado, ubi-
Ricart (1925-1981) y Edgardo –Gay– Vega Malagón (1924-1999).35 Ambos, formados en el más estric-
cada en la avenida Bolívar, las residencias Barletta y Vicini en el entonces naciente sector de Arroyo Hon-
to modernismo –Baquero bajo la impronta de Mies van der Rohe en el Illinois Institute of Technology en
do en las abruptas colinas situadas al norte de la ciudad capital. El estilo cambia: arcos, muros gruesos,
Chicago y Vega en el Politécnico de Madrid–, se dedican inicialmente a realizar casas de sabor tradicio-
contrafuertes, pérgolas, rejas decorativas, escalinatas señoriales, techos de hormigón armado en pendien-
nal, como la desaparecida casa Wittkop, entre otras. La paleta moderna muy influenciada por Guillermo
te con terminación tipo Bermuda. Si bien se mantiene limpio el plano de las fachadas y se distribuye efi-
González es fundamentalmente aplicada al universo doméstico. Para esta élite de jóvenes arquitectos,
ciente y modernamente el programa doméstico, el espíritu es otro. González inicia una búsqueda de apro-
estructurados alrededor de sus profesores universitarios, la obra de la Feria de la Paz fue instrumental en
piación de un determinado carácter local, esa traducción inevitable de los esquemas foráneos a las reali-
la puesta en práctica para su oficio. Baquero y Vega construyen el edificio del Palacio del Consejo Admi-
dades y a los gustos tradicionales.
nistrativo –hoy Ayuntamiento del Distrito Nacional– diseñado, como todo el conjunto ferial, por la mano
Reid y muchos otros de su generación heredan esta determinación por lograr el enraizamiento del Mo-
diestra de González. Sus obras posteriores reflejan no sólo una gran maestría en el arte de la construc-
vimiento Moderno en la República Dominicana. Desde sus primeras obras, esencialmente habitaciona-
ción, sino una certera inspiración para imbricar lo criollo con lo moderno, sobre todo en el caso de Ve-
les, incorpora los calados de hormigón, los grandes aleros, las terrazas apaisadas y esa sensación de in-
ga, de origen santiaguero.
timidad que el sabio manejo de la escala y la luz proporcionan al espacio. Pero fundamentalmente, el
Otros autores comienzan a dejar su impronta en el período. Teófilo Carbonell ejecuta algunos edificios de
triunfo de Reid es su capacidad de integrar arquitectura y naturaleza en una sola palabra, en una sola
apartamentos de notable acierto, actuando paralelamente como promotor inmobiliario. Su calidad como
oración. Sus casas constituyen un enorme legado a la cultura doméstica local.
constructor le valdrá mucho en años posteriores, en encargos públicos de gran relevancia.
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Elevación sur y plantas de la casa Vicini en la Avenida Máximo Gómez, Santo Domingo. 1947. Guillermo González y William Reid Cabral. Archivo Enrique Penson. Edifico de apartamentos El Yaquito, en el Ensanche Lugo, Santo Domingo. c. 1951. José Manuel Reyes y Willliam Reid Cabral. Foto Archivo William Reid Cabral. Casa no identificada. c. 1958. José Manuel Reyes. Archivo familia Reyes Malla. Edificio no identificado en Santo Domingo. c. 1958. José Manuel Reyes. Archivo familia Reyes Malla. Arq. José Manuel –Nani– Reyes.
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Residencia en Gazcue. c. 1955. Margarita Taulé. Foto Ricardo Briones. Residencia en la calle Rosa Duarte, Gazcue, Santo Domingo. c. 1957. Julio Hernández. Foto Jochi Marichal. Estado actual del Cine Elite, calle Pasteur, Santo Domingo. 1948. Amable Frómeta. Foto Ricardo Briones. Palacio Nacional. Gazcue, Santo Domingo. 1943-1947. Guido D'Alessandro et al. Foto Ricardo Briones.
Amable Frómeta (1920-1975) fue uno de los jóvenes levantados bajo la tutela tanto de González como de Caro, que desarrolla una destacada carrera en la edilicia pública. Su diseño, asignado dentro del taller de González, para la Plaza de las Naciones en la Feria de la Paz (1955), (inspirado en la iconografía de la Feria de Nueva York del 39), es uno de los espacios modernos más relevantes del país. Frómeta actúa en múltiples iniciativas de promoción privada de viviendas, apartamentos, espacios comerciales. Su obra más importante en términos urbanísticos la desarrolla en el ambiente posdictadura dentro de la empresa Nacional de Construcciones, encabezada por el Ing. Juan Bernal: el conjunto de locales comerciales y la torre de oficinas conocidas como Plaza Naco. Con este proyecto cierra el círculo iniciado con su diseño para el Cine Élite, en Gazcue, que contaba con unos sugestivos murales del pintor dominicano Jorge Noceda. Interiorista, arquitecto, urbanista, Frómeta aparece temprano en sus estudios como dibujante en el mimeo escrito por José Antonio Caro para sus cátedras de Urbanismo en la USD.
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La vigencia del academicismo tardío En el plano oficial, todavía en los años 50 se impone un marcado gusto por los empaques neoclásicos, ya obsoletos universalmente en estos momentos en los que el Estilo Internacional se establece y desarrolla en ámbitos latinoamericanos tan destacados como Brasil, Venezuela y México. Dos edificios importantes así lo acusan: El Palacio Nacional (1947) y el Palacio de Bellas Artes (1955). El Palacio Nacional, obra encargada al Ing. Guido D’Alessandro (1895-1954), estuvo originalmente
Palacio de Bellas Artes, Santo Domingo. 1956. Ingenieros Asociados con Cuqui Batista et al. Foto Max Pou. Planta del proyecto de intervención del Arq. Antonio Hernández en el Palacio de Bellas Artes. (2006-2008). Santo Domingo, 1955. Archivo AAA.
prevista a ser inaugurada en la ocasión del Centenario de la República en 1944. Este imponente edificio estructurado por medio de la consabida fórmula de patios –a la manera de la Reggia di Caserta y de tantos otros edificios reales europeos–, desarrolla en 3 niveles todo un programa de oficinas ejecutivas y de apoyo, salones emblemáticos para las celebraciones y la pompa oficial, cúpula, estucado en color ocre y todo un itinerario de íconos propicios a la semblanza de otras edificaciones gubernamentales, no tan lejanas como las de Washington, La Habana o San Juan de Puerto Rico. Aunque no ha sido comprobado, se atribuye su diseño a un arquitecto bohemio de corta estancia en el país, dirigido por D’Alessandro, al frente de un nutrido grupo de escultores, yeseros, orfebres y artesanos de gran calidad. La obra se levanta imponente al terminar la cuesta prospéctica de la calle Dr. Báez, en el antiguo predio donde se localizaba la llamada “Mansión Presidencial”, típico volumen compacto con galería perimetral, construida por los norteamericanos durante la ocupación del ‘16. D’Alessandro participa también en una serie de proyectos para viviendas individuales, de marcada línea Art Deco. Su poco conocida propuesta para el Paraninfo de la Universidad de Santo Domingo, mejor conocido como Alma Máter, no fue bien recibida, aunque figuró dentro de los planes originales del complejo urbano presentados públicamente. Bellas Artes, extraño híbrido de templo griego –de orden dórico arcaico– con cúpula, igualmente domina una de las más fuertes esquinas de la ciudad, cercana al mar Caribe, al iniciar la avenida Máximo Gómez. Su planta resume las funciones de oficinas y salones de exposiciones al norte y un auditorio para 600 personas al sur. Dibujado por Francisco –Cuqui– Batista, (1925) según se dice, bajo es-
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Palacio de Telecomunicaciones. 1945. Octavio y Gloria Iglesias Molina. Foto Ricardo Briones.
trecha supervisión de doña María Martínez, esposa del “Generalísimo”, este edificio ha resistido bien
Iglesia de Moca. c.1957. Humberto Ruiz Castillo. Foto Jochi Marichal.
centrales, en particular la rotonda bajo el domo, son salones de gran dignidad. Estuvo dotado origi-
Edificio del Banco de Reservas de la República Dominicana, calle Isabel La Católica, Santo Domingo. 1955. Alexander Aaron. Foto Ricardo Briones.
al paso del tiempo a pesar de una distribución longitudinal rebuscada y poco eficiente. Sus espacios
nalmente de una serie de esculturas colosales de enorme fuerza, realizadas por el escultor catalán radicado en Santo Domingo, Antonio Prats Ventós (1925-1999), y demolidas brutalmente en algún momento de los años 70. Dos de los edificios que tuvieron más impacto en el contexto del Santo Domingo colonial fueron el de
La denominada Casa del Cerro, diseñada para convertirse en residencia privada del Presidente Trujillo en San Cristóbal. c. 1955. Henry Gazón. Foto Ricardo Briones.
Telecomunicaciones –atribuído a Gloria y Tribito Iglesias Molina–, y el magnifico ejemplo de ese neoclásico internacional a caballo con el Art Deco del Banco de Reservas, de Alexander Aaron, 1955. Su presencia en el adusto ambiente de la calle Isabel la Católica, en pleno centro histórico capitalino, dictamina un cambio de actitud trascendental en la lectura del espacio urbano.
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La Feria de la Paz, epígono y epílogo de la era La Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre,36 celebrada en la Ciudad Trujillo de 1955, bajo la celosa gestión de don Cucho Álvarez, –quien visita la Feria Mundial del 39 en Nueva York junto a Guillermo González–, constituyó un intento orquestado por el régimen para restaurar sus maltrechas relaciones internacionales y para dinamizar la economía local. El proyecto más ambicioso jamás acometido por administración central alguna, tenía además el doble propósito de servir de Plaza Cívica una vez terminado el evento. Para estos fines se habían redactado algunos planes, uno de ellos en 1937, confiado a los arquitectos Caro y D’Alessandro, que dejan algunas huellas en la ciudad, tal como la actual ubicación de
Esculturas e íconos en el Pabellón de las Naciones, Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, hoy Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo. 1955. Guillermo González et al. Foto Max Pou. Dibujo en perspectiva del proyecto del Arq. venezolano Alejandro Pietri para el pabellón de ese país ante la Feria de la Paz (1955). Hoy en día espera su restauración como edificio sede de la Sociedad de Arquitectos de la República Dominicana.
la Secretaría de Educación (Caro, 1956), el Palacio de Bellas Artes (IA, Batista et al.,1955) y el entorno de la Plaza de la Cultura, construido por Joaquín Balaguer en los años 70, transformando los predios de la residencia del Generalísimo Trujillo. Existe un plano (ver pags. 274-275), reproducido serigráficamente hace poco tiempo, firmado por Guido D’Alessandro en 1937, que redacta la idea primera para este eje cívico que sería finalmente construido como el actual Centro de los Héroes. Más allá de la belleza del dibujo, las especulaciones urbanísticas en él contenidas resultan fascinantes.37 Pero el proyecto de la Feria, tal y como fue realizado culminando en el mar Caribe con un potente eje norte sur que hoy atraviesa casi toda la ciudad de Santo Domingo, fue encargado a Guillermo González, quien realiza, más de 30 años después, una versión moderna de su tesis en Yale para el Palacio Municipal.38 En torno a una fuente circular hermosamente proporcionada, (en la que parece haber participado el arquitecto catalán Buigas, en ese entonces involucrado en el Teatro Agua y Luz), distribuye los edificios para el Congreso Nacional, la Suprema Corte de Justicia, La Procuraduría General de la República, varias Secretarías de Estado y muchas otras instituciones centrales y autónomas. A pesar del descuido en el que se encuentra hoy el entorno urbano más representativo de la dominicanidad, el proyecto de González evidencia un dominio maestro de la escala y de los instrumentos necesarios para realizar un espacio público eficiente, simbólico y de gran belleza, dentro de los esquemas posteriormente sublimizados por Costa y Niemeyer en Brasilia. No hay en el Caribe un espacio cívico de tal fuerza, de tan refinada estilización.
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Fuente del Teatro Agua y Luz, Feria de la Paz. 1955. Foto Max Pou. Portal de entrada norte al recinto de la Feria. 1955. Fue demolido a raíz de los daños producidos por el ciclón David en 1979. Guillermo González et al. Foto Max Pou. Palacio del Congreso Nacional, Feria de la Paz. 1955. Atribuído a Leo Pou Ricart como parte del parti arquitectónico y urbanístico establecido por González. Foto Onorio Montás.
No sólo los edificios públicos demostraban los adelantos de la arquitectura local, sino muchos otros pabellones, diseñados y construidos por el equipo de arquitectos cercano a González, casi todos exalumnos suyos. Sobresalen el Pabellón de España (hoy Colegio Loyola), el demolido Pabellón de la ALCOA y el Pabellón del Azúcar, realizados estos últimos por William Reid y Nani Reyes. Un poco más afuera de la ciudad, sobre el mismo eje del malecón, al oeste, se levantó también la Feria Ganadera, conjunto de galpones abiertos organizados en forma de semicírculo en torno a un anfiteatro, que ha sido escenario de múltiples encuentros en el área de la industria agropecuaria nacional. Hoy en
Maqueta para el Pabellón de las Naciones, Feria de la Paz. 1955. Guillermo González con Amable Frómeta. Foto Archivo DoCoMoMo Dominicano.
día supone un uso mejor, más acorde con los tiempos actuales, dada su especial localización.
Vista aérea del aspecto que ofrecía el conjunto del Centro de los Héroes en 1991, dentro del contexto general de la ciudad de Santo Domingo. 1955. Guillermo González et alt. Foto Stefano Topuntoli.
Schad, Antonio Ocaña (1922) son actores importantes destacados en la década del 50 que garantizan
Una nueva generación acompaña en la escena ahora a los maestros de los años 30: Gay Vega, Manuel Baquero, Teófilo Carbonell, Amable Frómeta, William Reid, Manuel José Reyes, Eduardo Rodríguez
el tránsito hacia la posdictadura y conducen el cambio hacia la estética internacional que se sustenta en una reflexión sobre la identidad regional, la cual se basa en un posible estilo moderno criollo apropiado al clima y a la cultura local. La influencia de Neutra –quien nos visitara años antes–, de Villanueva, de Niemeyer y de Pani, se hace evidente tanto en la arquitectura doméstica como en la institucional, con predominio de las columnas de acero, ventanas de celosías, los calados de concreto y de barro, los quiebrasoles, los paramentos texturizados y curvos, las inevitables cubiertas planas, los vuelos profundos y sus quietas sombras y la suave fluidez del espacio en comunidad con la sensual naturaleza caribeña. Hacia estos años comienza a definirse un profesional de nuevo perfil: el ingeniero civil o el ingeniero-arquitecto, a la orden del diseño. Muchos de ellos representan la vanguardia de la generación actual, en términos de su asociación creativa al servicio de la mejor arquitectura y el urbanismo dominicanos. Baste citar los casos de Leonte Bernard, Pascal Santoni, Mario Penzo, Margot Taulé (1920-2008) y otros más, de gran prestigio y con un catálogo abundante de realizaciones.39
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El concurso de la Basílica de Higüey: las postrimerías del régimen Los años finales del trujillismo nos legan pocos trabajos públicos de envergadura. En 1947 se realiza el concurso internacional para la Basílica de Higüey, ganado por los franceses André Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré. Su construcción se inició en 1954 finalizándose años más tarde, en 1971. El proyecto ganador resume las tendencias de su época, dominada por la poética corbusiana del beton brut o del brutalismo. Los resultados son en realidad admirables. La calidad de la construcción fue producto de un tour de force acompañado fielmente por los arquitectos, quienes en su memoria publicada recientemen-
Escorzo sureste de la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey. 1947-1971. André Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré. Foto de Onorio Montás. Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos en Santo Domingo. 1955. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA. Banco Central de la República Dominicana, bloque original norte. 1957. José Antonio Caro Álvarez. Foto Ricardo Briones.
te señalan: “La descomposición en paneles de encofrados fue definida por los planos de forma y el marcado de sus juntas que definen, con una exactitud siempre respetada, las paradas del vaciado. La prefabricación de los paneles fue hecha de manera rigurosa gracias a dibujos precisos que respetaron la repartición regular de las planchas de 9 centímetros. Este sistema es el que concretiza la modulación dimensional de todo el edificio. Ningún encofrado fue improvisado”.40 Recordaremos que Caro Álvarez realiza el primer edificio para el Banco Central de la República, el innecesariamente desaparecido Palacio de Correos y la Secretaría de Educación, 3 edificios hechos en secuencia (1955-57) en un lenguaje de sutil academicismo, estableciendo la tradición de recubrir los edificios públicos de travertino local y de dotarlos de hermosos murales, generalmente ejecutados por el artista español José Vela Zanetti.41 Este puede considerarse como un segundo período en la obra pública de Caro, en el que sustituye la modernidad del volumen puro por el clacisismo afrancesado que le resultaba familiar debido a su educación. La obra de Auguste Perret puede servir de referencia. El caso de la arquitectura de Caro Álvarez es digno de análisis. Sus casas –mayormente neocoloniales– y sus edificios públicos, sobreviven décadas y períodos políticos sin cambios sustanciales, a diferencia de los edificios de González, por ejemplo, que han sido alterados o demolidos sin compasión. ¿Qué razón determina que esto ocurra? ¿Buen diseño, buena construcción, qué motivo imponderable lo permite?
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4.10
Ciudad Trujillo y Santiago: opuestos en política urbanística La impronta del régimen en el territorio de la ciudad de Santo Domingo es verdaderamente impresionante. En 30 años se suceden innumerables acciones urbanizadoras privadas, pero primordialmente de carácter público. La modalidad de extrapolar la ciudad por medio de la ejecución de nuevos ejes viales en la periferia de los espacios previamente densificados, construyendo en su vecindad algunas edificaciones de servicio público, funcionó admirablemente bien e incluso fue continuada en la posdictadura. El actual Malecón y la Fabré Gefrard (hoy Abraham Lincoln), planificados y ejecutados por Moncito Báez, son dos ejemplos
Foto aérea de la ciudad de Santiago de los Caballeros, realizada en torno al año de 1950. Se puede apreciar la presencia del Monumento en la entrada desde la Capital, y del aeródromo militar, hoy previsto como polo central de la ciudad dentro del proyecto del Parque Central de Santiago, impulsado por la Asociación para el Desarrollo Inc. Foto cortesía del Plan Ordenador de la Ciudad.
suficientes. Don Moncito recuenta, con su peculiar estilo, la historia de la epopeya seguida en la realización del primer tramo de la avenida Colombina, hasta Güibia, en su Por qué Santo Domingo es así.42 Otros casos, como el de la avenida San Cristóbal, reúnen edificaciones como la de la Secretaría de Obras Públicas (1956) de Leopoldo Espaillat Nanita (1930), el Estadio Presidente Trujillo (actualmente Estadio Quisqueya) y otras estructuras oficiales capaces de polarizar la movilidad urbana hacia estos nuevos entornos. Un ejemplo destacable en la acción inmobiliaria privada lo encarna la figura de Juan Alejandro Ibarra (1871-1943). Este venezolano, fallecido en La Habana, desarrolló sus años más productivos en Santo
Doble página siguiente: Dibujo firmado por Guido D'Alessandro y José Antonio Caro Álvarez en 1937, en el que se advierte el trazado para la expansión de Ciudad Trujillo hacia el oeste, incluyendo un desarrollo monumental axial de equipamiento público, en lo que hoy vendría a ser la avenida Máximo Gómez. Esta idea pudo ser el germen de lo que habría de ser la Feria de la Paz, 18 años después.
Domingo, donde, a la par de sus inversiones en el mundo de las finanzas, desarrolla una importantísima labor en el mundo de los bienes raíces, fundando innumerables urbanizaciones y proyectos que determinan, en gran medida, el perfil capitalino de esas décadas. Baste citar su plan para desarrollar Villa Francisca con modernas viviendas construídas en estrechos lotes, dentro del cual destina terrenos para la ejecución del parque Enriquillo. Paralelamente actúa en proyectos notables en San Carlos, La Fe y Villas Agrícolas, y es acreditado como constructor de la carretera original a Boca Chica. Donó terrenos, además, para el “Sanatorio Antituberculoso”, el cementerio de la hoy avenida Máximo Gómez, la “Fábrica de Aceite de Maní de Ciudad Trujillo” y la logia “Flor del Ozama”. La iniciativa más seria emprendida para orientar el desarrollo de la capital fue el llamado Plan Vargas Mera. Éste aprovechaba muchos de los recursos naturales de la ciudad para establecer sus coordenadas de ordenamiento, como la plataforma del farallón que atraviesa la ciudad de este a oeste en una cota cercana
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a los 50 metros de altura. Este accidente geográfico fue destinado a servir como parque urbano, una de las ideas del proyecto que lograron materializarse en el tiempo, al igual que la prolongación de la avenida Máximo Gómez y el trazado de la futura avenida John F. Kennedy. El Plan Vargas Mera de 1957 fue objetado por el régimen por asumir el uso de terrenos propiedad de la familia Trujillo, según se cuenta.43 Más allá del Ensanche Lugo, La Primavera, La Aguedita, Gazcue y la Ciudad Universitaria, expansiones occidentales del centro histórico en estos años, la cartografía capitaleña registra la aparición de Villa Francisca (1928), el barrio San Juan Bosco (1939), Villa Juana (1942), destinado al asentamiento de la infraestructura industrial de Ciudad Trujillo; Mejoramiento Social (1946), La Esperilla (1946), María Auxiliadora (1951), La Fe (1955), La Francia (1956), entre otros.44 Estos barrios y su arquitectura de mínimas dimensiones destinada a la nueva clase obrera urbana, obtuvieron gran reconocimiento internacional. Jóvenes arquitectos
Propuesta de ampliación urbana del Ing. José Ramón Báez López-Penha contemporánea a la mostrada en el gráfico anterior. Sobresale el esquema en exedra semicircular hacia el fondo noroeste del trazado y la coexistencia de un espíritu geométrico clásico, con articulaciones de trazado más libre, modernizante. Vista aérea del centro de Puerto Plata. Foto Miriam Calzada. Detalle del conjunto de la Feria Ganadera, uno de los desarrollos de acompañamiento a la celebración de la Feria en 1955. Foto Stefano Topuntoli.
e ingenieros se iniciaban en un proceso que en años posteriores tendría repercusiones importantes.
Cuenta Rafael Tomás Hernández, autor que jugaría un predominante papel en los años subsiguientes: “Las inmigraciones que se produjeron por la construcción de la Feria en 1955, trajeron como consecuencia que hacia 1960 fuera notable la construcción de barrios o caseríos con casuchas de madera, cartón, yaguas, donde se hacinarían familias provenientes de nuestros campos. Por ejemplo, el barrio Faría. El primer intento que se hizo para corregir esa situación consistió en la construcción de 1,000 viviendas destinadas a familias de bajos ingresos en el Ensanche Luperón. Este plan que siguió los lineamientos de los barrios de Mejoramiento Social o Barrios Obreros, que se habían realizado antes, sería insuficiente y resultó que Faría, el caserío que debía ser sustituido, se trasladó a Guachupita, Gualey, Las Cañitas
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y a todos los barrios en los bordes del Ozama y del Río Isabela, ocupando cañadas y derricaderos (sic.)
primir del todo. Para castigarlos, Trujillo hizo que la autopista del norte fuera desviada unos veinte kilómetros del
con viviendas muchas veces temerarias o suicidas que sumarían condiciones de peligro, deslizamientos
pueblo, negándoles así el flujo económico que significaba la comunicación interregional. A Santiago se le había
e inundaciones a las precarias condiciones de las cuarterías o los asentamientos espontáneos con ca-
prohibido su expansión natural y los santiagueros mantenían un perfil bajo. Mientras en Ciudad Trujillo la clase
suchas insuficientes, que antes constituían el problema”.45
alta construía residencias suntuosas, en Santiago esta misma clase vivía en viejas casas de madera. Mientras
Un estudio, dirigido por Virgilio Vercelloni para la empresa Metropolitana Milanese en 1991,46 revela la particu-
Ciudad Trujillo era dotada de grandes avenidas, edificios altos, conjuntos millonarios, Santiago se concentraba
lar condición espacial determinada por los patrones de ocupación improvisada del suelo en estos asentamien-
en sus calles antiguas y edificios sin pretensiones. Pero no en vano el Cibao había producido la mayoría de los
tos. Sin dudas, sorprende el “diseño” seguido, que establece senderos en las rutas de menor esfuerzo, des-
Presidentes de la República. La pujanza económica de sus tierras y poblados, y la organización de su gente,
linda propiedades o, mejor, derechos de apropiación del territorio dictados por la inmediatez y el sentido co-
eran factores forjadores de líderes que podían dirigir los destinos del país. Por eso, Trujillo desconfiaba”.48
mún. Posteriormente escribe Omar Rancier: “Para nosotros nuestro espacio público vernáculo y popular es
Por otro lado, la empresa privada despuntaba en una serie de iniciativas que determinarían, algunas de
básicamente fractal. (...) La propuesta vernacular o popular es producto de los niveles más simples del inter-
ellas, el futuro de Santo Domingo. La más importante es, sin dudas, la configuración del sector denomi-
cambio y de la cultura comunitaria, que, sin embargo, puede alcanzar altos grados de complejidad (...).47
nado NACO, por las siglas de la compañía promotora, Nacional de Construcciones. La empresa fue fun-
La ciudad de Santiago de los Caballeros y su rica zona de influencias tanto agrícola como costera, no experi-
dada en 1957 por Pancho Saviñón, Juan Bernal y los hermanos arquitectos Leo y Marcial Pou Ricart. El
menta en estos años un crecimiento paralelo al de la capital. Posiblemente la única intervención importante ha-
primer trazado urbaniza los terrenos situados al noroeste de la ciudad capital de entonces, colindando con
ya sido, en estos años, la realización del Monumento de Santiago, conocido originalmente como “Monumento
el enorme vacío del Aeropuerto General Andrews. La idea era desarrollar un plan dirigido a dotar de mo-
a la Paz de Trujillo”. El Hotel Matum, producto del programa de incentivos al turismo interno, no ofreció notables
dernas viviendas individuales y espacios públicos para el intercambio comercial a la creciente clase media
luces en su arquitectura. Varias razones pueden explicar esta especie de indiferencia, todas de carácter más
dominicana. El modelo de la suburbia norteamericana se introduce en NACO. Amable Frómeta, Manuel
bien especulativo. Este párrafo del escritor y arquitecto Manuel Salvador Gautier parecería revelarnos algunas,
Baquero y en ocasiones Guillermo González, pronto se integran al equipo de colaboradores, que cuentan
con cierta precisión: “Trujillo, como hombre del sur, no sentía simpatía por el Cibao, la más rica región del norte
con Don Marcial Martínez Soler (1922) como uno de los contratistas que ejecutan en menos de 15 años
y del país. Para él, los cibaeños eran competidores a los que debía tener sometidos, más que a cualesquiera
lo que eventualmente habría de convertirse en el Polígono Central de la nueva ciudad de fin de siglo.
otros, para que no se le fueran de las manos. Sus peores enemigos habían sido hombres del norte, cibaeños
Después del tibio recibimiento internacional de la Feria de la Paz, de la deuda resultante de este titánico
o linieros: Horacio Vásquez, Desiderio Valverde, Estrella Ureña. Los más destacados exiliados eran también del
emprendimiento estatal, de las invasiones orquestadas para derrumbar el régimen –particularmente la del
norte: Juancito Rodríguez, Juan Bosch. En el pueblo de Moca, a pocos kilómetros de Santiago, residían fami-
14 de junio de 1959–, y muy a pesar de los Barrios Obreros, el proceso de transición final hacia los tur-
lias diezmadas por Trujillo, cuyos sobrevivientes seguían manteniendo una hostilidad que la tiranía no pudo re-
bulentos años 60 ya se había iniciado.
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Varias vistas de proyectos de vivienda social en los conocidos Barrios Obreros o Barrios de Mejoramiento Social, ejecutados en las ciudades principales del pais por la política urbana trujillista. Fotos del Archivo OGM.
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LOS TIEMPOS DE LA LIBERTAD 1961-1978
Gustavo Luis Moré
5.1
La construcción del sistema democrático dominicano Trujillo cae en mayo de 1961, dando paso a un proceso de inestabilidad política que comienza a redefinirse con las elecciones ganadas por Joaquín Balaguer, 5 años más tarde. Escribe Pérez Montás: “Del 14 de junio de 1959 al 30 de mayo de 1961, día del tiranicidio, transcurrió un tormentoso calendario de desgracias. Ambos hechos están registrados en sendos monumentos levantados frente al mar. A partir de 1961, la ciudad recobró su nombre y sus ciudadanos su libertad”.1 A la muerte de Trujillo el Dr. Joaquín Balaguer ostentaba la presidencia de la República. En su comparecencia ante la asamblea de las Naciones Unidas, en NYC el 2 de octubre de 1961, Balaguer señalaba: “Tras la caída del hombre que personificó durante 30 años el Estado dominicano, está naciendo un estado de derecho. El edificio de la dictadura se ha desplomado, y sobre sus ruinas hemos empezado a edificar, con paciencia y sin alardes demagógicos, un régimen fundido en los viejos moldes que nos legaron los fundadores de la República”. Metafórica alusión a lo que sería su vocación de constructor de la incipiente democracia que se inauguraría en el país pocos años más tarde. Durante este trayecto se trata de establecer un sistema democrático, proceso iniciado por un Consejo de Estado instaurado el 1 de enero
Doble página anterior: Corredor de acceso al edificio de la Rectoría en el recinto de la PUCMM en Santiago. 1971. Francisco Camarena et al. Foto Onorio Montás. Vista aérea de la Plaza de la Independencia, en Santo domingo. 1976-78. Rafael Tomás Hernández y Christian Martínez. Foto Onorio Montás. Atrio central del edificio de la Biblioteca en el recinto de la PUCMM en Santiago. 1971. Francisco Camarena et al. Foto Onorio Montás. Escultura “La Rosa de los Vientos” en la Plaza de la Cultura, Santo Domingo, c.1973. Christian Martínez. Foto Ricardo Briones. Interior del Auditorio Principal, Banco Central de la República Dominicana. 1974. Rafael Calventi. Foto Ricardo Briones.
de 1962 con el propósito de garantizar la celebración de elecciones libres en diciembre de ese mismo año. Éstas son ganadas por el Prof. Juan Bosch, quien es derrocado 7 meses más tarde debido, primordialmente y entre otras cosas, a la orientación de su política por rumbos demasiado revolucionarios para el
Escorzo del Monumento a la Restauración en Capotillo. 1986. Rafael Calventi. Foto Onorio Montás.
status quo imperante: el fantasma de la revolución cubana transitaba clandestinamente en la geopolítica caribeña del momento. Después del fallido intento institucional relanzado por el Triunvirato, la revolución civil de abril del 65 intenta sin suerte retornar a Bosch al poder, provocando la segunda intervención estadounidense en el siglo y la inmediata organización de las elecciones, celebradas en junio de 1966. Años más tarde, después del combate, José Rafael Lantigua escribe: “Ahora ya los hechos estaban consumados. Abril fue sólo un grito de heroísmo, una noción de patria, un estandarte de sueños sobre la multitud, y quizás tan sólo, una canción de protesta contra los silencios de una nación dormida”.2 Como es lógico suponer, poco se realiza en términos de obras de arquitectura en este tiempo. Es una
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Edificio originalmente realizado para el Bank of America en Santo Domingo, hoy ocupado por el Hard Rock Cafe. 1970. William Reid Cabral y Guillermo González. Foto Ricardo Briones. Aeropuerto Internacional de las Américas. 1962-1968. Fred Goico. Foto Onorio Montás. Conjunto del Banco Central de la República Dominicana desde el suroeste. 1974-1978. Rafael Calventi. Foto Ricardo Briones.
etapa de transición en la que regresa al país, poco antes o poco después, un notable puñado de jóvenes arquitectos, tales como Eugenio Pérez Montás (1933), Roberto Bergés (1933-2006), Fred Goico (1936) y otros, entre los cuales un grupo importante, que ha sido identificado como parte del “Eje Italia”,3 por haberse formado en ese país en las disciplinas del diseño, del urbanismo o de la restauración de monumentos: Manuel Salvador –Doy– Gautier (1930), Erwin Cott (1936), Víctor Bisonó (1933), Vital García, Milán Lora (1938), Leopoldo Franco (1940), César Iván Feris (1940), Esteban Prieto (1950) y Rafael Calventi (1932),4 quien habría de incorporar, después de sus experiencias en los talleres de Marcel Breuer, I.M. Pei y Pierre Dufeau, una nueva manera, más rigurosa, más exigente y sofisticada, de practicar la arquitectura dominicana de esta primera tardomodernidad. Es justo decir, rigor, exigencia y sofisticación demostrados también por muchos de sus coetáneos. Reflejo de la política de la Alianza para el Progreso es el proceso de reingeniería institucional integral al que fue sometida la estructura operativa del Estado dominicano por el Consejo de Estado. En pocos años son creadas o transformadas la Liga Municipal Dominicana, los Ayuntamientos, el Instituto Nacional de la Vivienda (INVI), el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI). Se inician planes reguladores para varias ciudades, entre ellas, el de Higüey, que fue dirigido por Eugenio Pérez Montás. Se establece la Oficina de Planeamiento Urbano del Distrito Nacional, con Manuel Salvador Gautier como director, Rafael Calventi subdirector y Víctor Bisonó al frente de los estudios básicos. Esta oficina se desarma a raíz del golpe de estado a Bosch en 1963. Luego sería reformada bajo otros criterios. Uno de los hechos más sobresalientes del momento fue la consolidación del método de concursos para la obra pública y también la privada, conformando un itinerario nunca antes conocido en el país. Vista en la distancia y en contraste con los legítimos reclamos por democratizar la práctica que han acompañado a la profesión desde estos tiempos, la realidad es que en pocos años se someten a concurso las siguientes obras:5
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LOS TIEMPOS DE LA LIBERTAD 1961-1978
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En primer plano, la fachada este del Auditorio y a la derecha al fondo, la Torres de Oficinas del Banco Central de la República Dominicana. 1974. Rafael Calventi. Foto Ricardo Briones. Maqueta original para el conjunto habitacional de las Canchas de Polo, en las inmediaciones del Hotel El Embajador, Santo Domingo. 1973-1976. Pedro José Borrell et al. Archivo Pedro José Borrell.
El Aeropuerto de las Américas en Punta Caucedo, ganado por Fred Goico en 1970. La conveniencia de este proyecto había sido determinada en años anteriores. Los laboratorios, dormitorios y otros edificios de la UASD, ganados por Rafael Calventi y Fred Goico en 1962, conocidos como “La Ruina” entre los que frecuentan el Campus. El edificio para el Ayuntamiento de Baní, ganado por Fred Goico en 1962 y posteriormente ejecutado por Luis Despradel.
La Sede del Banco Hipotecario Dominicano, ganada por Plácido Piña a fines de los 70 y luego rediseñado radicalmente. El concurso para los apartamentos de la Cancha de Polo del Hotel Embajador, ganado por Luis Despradel y Pedro José Borrell en 1974. El desarrollo turístico de la Playa de Najayo. El edificio del Ateneo de Santiago, ganado por Nelson Viñas, en 1976.
El edificio de la Cruz Roja Dominicana, ganado por Cott y Gautier en 1964; proyecto no realizado.
El Hipódromo, ganado por Rafael Calventi, declarado desierto.
El Concurso de Vivienda Social organizado por el CODIA,6 ganado por Rafael García.
La Catedral de la Vega, ganada por Cott y Gautier en 1978, después asignada a Erwin Cott.
El Mercado de la Avenida Duarte, ganado por Rafael Calventi en 1969.
La Nueva Casa Club del Country Club, ganada por Pujadas y Armenteros en 1979.
La urbanización y viviendas para la Falconbridge, dominado por Mariano Sanz entre otros concursantes que también construyeron sus proyectos, en 1969.
El Banco Central de la República Dominicana, ganado por Rafael Calventi en 1971, terminado 3 años
rrell, en 1982 y la Embajada de Italia, ganado por Eduardo Lora y Angel Giudicelli, en 1984, estos últi-
te ejecutado con otra concepción por Pedro José Borrell.
Ing. Juan Bernal. Foto Archivo OGM.
mos no ejecutados. Durante todo este período, la huella más notoria se advierte en el ámbito urbano, sobre todo en las ciudades de Santo Domingo y Santiago.
El Estadio Olímpico, ganado por Fred Goico, José Antonio Caro y Danilo Caro, en 1972.
Desde su fundación en 1957, la empresa Nacional de Contrucciones –NACO– definió una exitosa ruta
El Palacio de los Deportes, ganado por ICANTROBAS, en 1972.
de proyectos inmobiliarios desarrollando paulatinamente los dos millones de metros cuadrados adqui-
El Velódromo Olímpico, ganado por Haza y Pellerano, en 1972. Fue diseñado por el arquitecto colom-
ridos a la familia Hernández a RD$1.60 el m2. NACO se convierte en el nuevo centro de negocios de la
biano Anderson, de Cali, en colaboración con Mariano Sanz. La propuesta de Borrell, considerada ga-
ciudad capital gracias a una sabia estrategia de inversiones liderada por el Ing. Juan Bernal, con Ama-
nadora, fue desestimada ante el cúmulo de obras que manejaba al momento.
ble Frómeta como arquitecto principal. A las 40 casas realizadas en 1964 le siguen otras 48 en 1965,
El edificio sede del CODIA, ganado por Pedro José Borrell en 1972.
Ateneo de Santiago, 1976. Nelson Viñas. Foto Gustavo Luis Moré.
dicos, como el de la sede para la Rosario Dominicana, ganado por Moré, Marranzini y García Pecci en 1985,7 no ejecutado, o los privados organizados por la Central de Créditos, ganados por Pedro José Bo-
La Sede del Banco Popular Dominicano, ganada por Rafael Calventi a fines de los 70, y posteriormen-
Hospital Regional del Este en San Pedro de Macorís. Vista aérea. c. 1982. Rafael Calventi. Archivo Rafael Calventi.
No es sino hasta 1985 que el Estado dominicano promueve nuevos concursos, cada vez más esporá-
El Edificio de Oficinas del Estado -Huacal-, ganado por Pedro José Borrell en 1970.
más tarde.
Escorzo en picada del Edificio de Oficinas del Estado, mejor conocido como El Huacal, en Santo Domingo. 1970-1973. Pedro José Borrell. Foto Onorio Montás.
a pesar del terrible momento por el que atravesaba la economía nacional. En 1968 se construye el primer bloque de un piso en el borde oeste del Centro Comercial Plaza NACO junto a la torre del Edificio
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Maqueta del conjunto original de Plaza NACO y el edificio La Cumbre. c.1968. Amable Frómeta. Foto Archivo OGM.
La Cumbre. En 1970 se fabrica el bloque este, paralelo al primero, al que se le añade un segundo pi-
Vista aérea del conjunto urbano de Honduras. c.1968. Rafael Tomás Hernández, Hernández y Mondesí. Archivo Rafael Tomás Hernández.
riorismo de Frómeta.
Vista aérea de un conjunto de viviendas públicas en Santo Domingo. Rafael Tomás Hernández, Hernández y Mondesí. Archivo Rafael Tomás Hernández.
so en 1972. El bloque este incluye el modernísimo Cine Plaza, uno de los mejores proyectos de inte-
Con el éxito de la iniciativa se comienzan proyectos de mayor riesgo, como el conjunto de 8 torres multifamiliares dispuestas paralelamente en sentido este-oeste, construidas secuencialmente a partir de 1975. Concebido como una unidad urbanística integral, el sector de NACO contempló una serie de servicios tales como: escuela –La San Judas Tadeo–, hospital –el Militar de las Fuerzas Armadas–, hotel –el Hotel NACO 1 y el 2–, estación de policía, el Club NACO, etc. Su integración al tejido vial es posiblemente su mayor logro a diferencia de otros desarrollos suburbanos tan comunes en esa época en otros países. En el dominio público, Balaguer institucionaliza la práctica de los barrios de vivienda subvencionada en sectores marginales, política que se refleja de manera aguda en el tejido de muchas de las ciudades del país. No hubo centro urbano que no fuera dotado de edificios multifamiliares, –como fueron comúnmente llamados entonces– conjuntos provistos de la infraestructura de servicios básicos para la vida ciudadana. Rafel Tomás Hernández (1932), de la firma Hernández y Mondesí, es quien lleva las riendas en los ensayos por definir una arquitectura de mínimo costo y máxima expresión plástica, dentro de los simplificados modelos propios de esta tipología. Barrios como Honduras, Matahambre, fueron espacios de interesante trazado y articulación con las tramas existentes. Las operaciones de resemantización y recualificación de áreas centrales, tales como la Plaza de la Trinitaria, o eventualmente, el vertiginoso proyecto que alteró radicalmente la fisonomía de Santo Domingo con el nuevo eje de la principal arteria esteoeste de la capital, la avenida 27 de Febrero, fueron también escenarios para esta arquitectura habitacional de acompañamiento, tan característica de estos años.
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Puesta al día de la arquitectura oficial. Joaquín Balaguer y su política de “varilla y cemento” Los llamados “doce años de Balaguer”, de 1966 a 1978, demarcan en el territorio dominicano una impronta ineludible en el desarrollo de la arquitectura y el urbanismo nacionales.8 Las obras públicas se multiplican siguiendo la política de “varilla y cemento” del Dr. Balaguer, experimentado estadista formado en la corte de Trujillo, pero con rasgos intelectuales propios. Balaguer supo escoger bien, en esta etapa, a sus arquitectos. La lista de proyectos destacados es larga y abundante.
Sugestiva imagen del conjunto de oficinas del Estado en Gazcue, Santo Domingo. Se aprecian el Banco Central, el “Huacal”, la Secretaría de Finanzas (Ramón Trueba), Seguros San Rafael, la torre para Expo 70 (Amable Frómeta), hoy ocupada por la DGII, entre otros edificios relevantes de la zona. Foto Onorio Montás.
Los edificios de Calventi, los edificios de los hermanos José Antonio y Danilo Caro Ginebra –hijos del maestro moderno Caro Álvarez– tales como la Biblioteca Nacional (1971) y el Museo del Hombre Dominicano (1973); el academicista Teatro Nacional (1973) del veterano Teófilo Carbonell; el Edificio de Oficinas del Estado, de Pedro José Borrell (1944); el Museo de Arte Moderno (1973), de José Miniño (1945-2006); el de Historia Natural (1974), de Héctor Tamburini, Miguel Vila (1943-2005) y Federico Fondeur; el Estadio Olímpico (1974) de Fred Goico (1936) y muchos más, definen un nuevo paisaje urbano que acompaña a los políticamente añejos entornos trujillistas con los nuevos enclaves urbanos tales como la Plaza de la Cultura, el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, el Parque Zoológico Nacional de Eugenio Pérez Montás y Manuel Valverde (1947-1988); el Parque Botánico y la Plaza de La Trinitaria de Benjamín Paiewonsky; el Parque Mirador del Sur de Pérez Montás y Valverde, Christian Martínez et al.; la audaz reconfiguración del eje vial de la 27 de Febrero, la realización de los ya comentados edificios multifamiliares para la creciente población y muchos otros proyectos, son fundamentales para entender la República Dominicana de hoy. Muchas de estas obras requieren ser estudiadas con detenimiento. Balaguer produce desde su gestión varios ámbitos paralelos de acción. Mientras se armaba, por un lado, el sistema institucional para la salvaguarda de la arquitectura histórica, por otra parte, se desarrollaba nueva arquitectura de calidad y se dominaba los territorios urbanos con una pasión nunca vista en la historia. La lista descrita en el párrafo anterior es, en realidad, excluyente y limitada. El momento inicial corresponde a una plástica de transición entre el moderno internacional de los años 50 y el brutalismo que estaba expectante a la vuelta de la esquina. Las fronteras entre la blanca racionalidad de la Biblioteca Nacional (actualmente en proceso de remodelación y ampliación) y el clasicismo ex-
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Fachada frontal de la Catedral de La Vega, realizada por Pedro Mena (1990) en base al proyecto original de Erwin Cott (1968). Foto Jochi Marichal. Museo del Hombre Dominicano, Plaza de la Cultura en Santo Domingo. 1973. José Antonio Caro Alvarez, José Antonio y Danilo Caro Ginebra. Foto Onorio Montás. Museo de Historia Natural, Plaza de la Cultura en Santo Domingo, 1974. Héctor Tamburini, Federico Fondeur y Miguel Vila. Foto Onorio Montás. Galería, hoy Museo de Arte Moderno, Plaza de la Cultura en Santo Domingo. 1975. José Miniño. Foto de Onorio Montás.
presionista del Museo del Hombre Dominicano se desdibujan frente a obras como el Huacal (brutalista) o el Teatro Nacional (clasicista), para sólo citar ejemplos extremos. Es el momento de la arquitectura de autor, de la expresión libre resultante de la posibilidad de elección frente a las propias demandas del proyecto. No existe ya tal cosa como una arquitectura nacional única, capaz de expresar simbólicamente una supuesta dominicanidad. Los sueños inspirados de Gazón, quien apenas publicaba sus proclamas para una arquitectura de raigambre local quince años atrás,9 parecían un siglo distantes en el tiempo.
El diseño de la nueva sociedad: rutas de la modernidad en la arquitectura dominicana La influencia de Pier Luigi Nervi y de los estructuralistas italianos del momento se hace evidente en obras como la Capilla del Orfanato de Haina (1965, el sobresaliente conjunto de la Shell/CONALCO en Santo Domingo o la Catedral de La Vega (Cott y Gautier), esta última terminada una década más tarde por Pedro Mena (1952), actuando sobre los cimientos y las muraturas del proyecto eventualmente asignado a Cott, de evidente estilización kahniana. Incluso la obras cumbres de Calventi recurren al vocabulario del hormigón visto y son las estructuras elevadas a su máxima expresividad poética. La asociación de Cott y Gautier produce muchas obras de calidad, sobre todo en el universo doméstico. El legado del trabajo realizado por esta pareja de renombrados arquitectos va más allá del campo de la práctica. Ambos han ocupado, sobre todo Gautier, posiciones institucionales o cargos públicos. Ambos han tenido una vida de entrega a la mejoría de la cultura arquitectónica dominicana. Calventi actúa en sus años tempranos dentro de la oficina de planificación del campus de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, pero es su gran talento como diseñador que le confiere la oportunidad de realizar obras de gran calidad y vanguardismo. Inicia su carrera con la Residencia para la Embajada de Francia en la República Dominicana (1963), síntesis de una estética corbusiana racionalista y los postulados espaciales del organicismo, lamentablemente demolida para dar lugar a un estacionamiento comercial. El Mercado Nuevo de
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Biblioteca Nacional, Plaza de la Cultura en Santo Domingo. 1971. José Antonio Caro Alvarez, José Antonio y Danilo Caro Ginebra. Foto Onorio Montás. Estructura de la cubierta de la Capilla del Orfanato de Haina. 1968. Cott y Gautier. Archivo Erwin Cott. Conjunto Shell CONALCO, Santo Domingo. 1970. Cott y Gautier. Archivo Erwin Cott.
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Detalle del altar, Capilla del Orfanato de Haina. 1968. Cott y Gautier. Foto Onorio Montás. Maqueta del proyecto original para el concurso de la Catedral de La Vega. Cott y Gautier. Archivo Erwin Cott. Maqueta para el edificio típico de Escuelas Públicas. Cott y Gautier, c.1970. Archivo Erwin Cott.
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Vista aérea del Estadio Olímpico en Santo Domingo. 1974. Fred Goico. Archivo CARALVA.
la Avenida Duarte (1969), el conjunto del Banco Central de la República (1971-1978), el Palacio de los Depor-
tros de la ciudad capital, donde previamente operaba una terminal de poca envergadura. Las virtudes del es-
tes de Santiago (1979), el Monumento a la Restauración (1987) y el Hospital Regional de San Pedro de Maco-
quema, basado en una barra longitudinal cubierta de una losa plegada de hormigón armado y dos satélites pa-
Palacio de los Deportes de Santiago. 1978. Rafael Calventi. Foto Onorio Montás.
rís son sus encargos públicos de mayor trascendencia. El volumen de la Torre del Banco Central, realizado cui-
ra el movimiento de pasajeros y aeronaves, han sido evidentes hoy a más de 40 años de su concepción. En
dadosamente en hormigón color crema, especialmente desarrollado para el proyecto, resuelve junto al edificio
Santo Domingo realiza, además, el edificio de la Clínica San Rafael de la avenida Bolívar (c.1975), los edificios
del Auditorio una manzana del sector de Gazcue, creando una sutil tensión diagonal entre las masas arquitec-
para el City Bank (1967), el Banco Metropolitano, la IBM, el Hotel Continental (1978), el Banco Hipotecario Finan-
tónicas y los espacios abiertos, una novedosa solución adaptada a las circunstacias contextuales poco frecuen-
ciero, etc. Su hábil manejo de los aspectos tecnológicos del proyecto no son traducidos literalmente a la estéti-
te en esos años. Valga recordar el complejo del hoy desaparecido World Trade Center, en Manhattan, también
ca del mismo, evitando los exhibicionismos Hi-Tech de moda y optando a su vez por una expresión veraz y po-
organizado planimétricamente en diagonal. El edificio del Banco Central ha representado por más de tres dé-
tente de la estructura. En este aspecto, sus obras cumbres siguen siendo el Aeropuerto y el Estadio Olímpico.
cadas el paradigma de la buena arquitectura dominicana de estos años, con sus interiores de alta operatividad,
Manolito Baquero (1925-1981) y Gay Vega, ya establecidos, actuando intermitentemente por separado o en du-
sus finos acabados y el equipamiento totalmente controlado. Las casas del Arq. Calventi, particularmente la
pla, desarrollan conjuntos turísticos y edificios de gran escala e impactante presencia urbana. Baquero constru-
Mastrolilli (1977) y su propia residencia en Bella Vista (1981), pueden ser representativas de la más sofisticada
ye el edificio de oficinas de Seguros San Rafael –desarrollado siguiendo un riguroso estudio del impacto y la con-
arquitectura doméstica del período, resueltas con una admirable integración a la naturaleza, el uso del poten-
secuente protección del asoleamiento en su fachada frontal hacia el poniente– y, junto a Milán Lora –quien reci-
cial espacial como definidor de ambientes internos y el sabio manejo de materiales en composiciones expresi-
be el encargo–, diseña el zigzagueante volumen para el edificio del Hotel Sheraton (1977) en el Malecón. Los in-
vas, modernas y tropicales a la vez. Además, Calventi escribe un volumen pivotal que resume el estado de la
teriores de los espacios públicos de esta reluciente obra tuvieron gran impacto en el momento de su inaugura-
práctica de la arquitectura dominicana en el momento. Arquitectura Contemporánea en la República Domini-
ción, y fueron ejecutados con la ayuda de la diseñadora Virginia Cabral, excelente profesional del área y esposa
cana es sin lugar a dudas el más completo recuento realizado en el país hasta la fecha sobre ese tema.10
del Arq. Lora. A su prematura muerte, Baquero deja terminada la redacción del proyecto para la Clínica Yunén
En el año 1974 se realizan los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe, ocasión propicia para la ejecución del
en la Avenida Bolívar, construida sin modificaciones esenciales15 años más tarde, evidenciando así la calidad
Parque Olímpico Juan Pablo Duarte, en el espacio que antes ocupaba parcialmente el aeropuerto General An-
del proyectista y su capacidad de previsión. Vega demuestra también su fineza con piezas de armoniosa factu-
drews. El emplazamiento general es atribuido por algunas fuentes al Ing. García Saleta. Varios edificios de impor-
ra como el Banco Nacional de la Vivienda (1975) y la Superintendencia de Seguros. En un equipo ampliado con
tante factura se destacan, principalmente el del Estadio Olímpico, diseñado por Fred Goico en la esquina no-
Manuel –Tin– Polanco (1933), diseñan los edificios para la Casa Haché en Santo Domingo y Santiago (1978).
roeste del polígono. Goico se forma con Louis Kahn en Philadelphia en los años 60 y realiza, durante su produc-
También en Santiago, junto a Fernando Battle, Vega ejecuta el Hospital Regional José María Cabral (1978), una
tiva carrera, un grupo de obras de gran calidad y riguroso control. Entre ellas figura el nuevo Aeropuerto de las
de las instalaciones mejor logradas en esta tipología de la edilicia pública. Hoy en dia, el archivo de planos y do-
Américas, su primer proyecto ganado por concurso, convenientemente situado en Punta Caucedo a 25 kilóme-
cumentos del Arq. Vega reposa catalogado en el Archivo General de la Nación. Su pequeña casa familiar en el
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Detalle del pórtico periférico del Estadio Olímpico, 1974. Fred Goico. Foto Onorio Montás. Edificios de Oficinas Seguros San Rafael. 1978. Manuel Baquero Ricart. Foto Onorio Montás.
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Superintendencia de Seguros en Santo Domingo. 1978. Edgardo Vega Malagón. Foto Onorio Montás. Edificio Haché en Santo Domingo. 1978. Edgardo Vega Malagón, Manuel Baquero Ricart y Manuel Polanco. Foto Onorio Montás. Arq. Edgardo Vega Malagón. Foto de Onorio Montás Banco Nacional de la Vivienda, Santo Domingo. 1975. Edgardo Vega Malagón. Foto Ricardo Briones. Hotel Sheraton, hoy Meliá en Santo Domingo. 1977. Millán Lora y Manuel Baquero Ricart. Foto de Onorio Montás.
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Edificio Galerías Comerciales, Santo Domingo. 1979. Eduardo Selman. Foto Jorge Selman. Perspectiva del conjunto del Banco Hipotecario Dominicano, hoy BHD, en Santo Domingo. El bloque bajo original es de Plácido Piña (1979) y la Torre de Eduardo Selman (1985). Archivo Eduardo Selman.
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Ensanche Ozama es considerada por muchos amigos de Gay y admiradores de su obra, como una de las jo-
UASD, dentro del grupo de diseñadores del momento. Ganado por concurso, el Edificio de Oficinas del
yas del diseño doméstico moderno dominicano. Frecuentemente asociados a este grupo de autores y con una
Estado (1970), mejor conocido como “El Huacal” –obedeciendo a la costumbre de contratar “botellas” o
gran obra en el área de los interiores arquitectónicos, se destacan en este período los profesionales Felipe Goi-
empleos innecesarios en los puestos públicos de la administración central– este slab brutalista refleja los
co (c.1920-1980) y Gianni Cavagliano (1939). Su aporte real está aún por ser documentado a fondo.
postulados de la arquitectura de la época, identificada con los edificios de Paul Rudolph y con otros pa-
Después de haber realizado varias residencias de elegante y suave modernidad, Eduardo Selman (1941),
radigmas latinoamericanos como el influyente edificio del Ministerio de Educación de Le Corbusier, Lucio
educado en Suiza, realiza un conjunto de residencias en condominio de gran acierto en la margen norte
Costa, Oscar Niemeyer, et al. en Río de Janeiro. Su fluida planta baja y sus volúmenes esclavos de la to-
del nuevo Parque Mirador del Sur. Pero es su edificio para Galerías Comerciales (1979), que establece
rre principal, trabajada como un paralelepípedo simple protegido por brisesoleils contra el elemento climá-
un hito en la arquitectura del momento, no sólo por constituirse como pieza urbana de potente presen-
tico, elementos tan propios de la cultura latinoamericana, confieren a este edificio su particular identidad.
cia, sino por su rica estética de planos inclinados, franjas horizontales y su bien lograda gama cromática
Junto a Pedro José actúa su talentoso hermano Rodolfo (1946-1978) hasta su temprano fallecimiento, en
de grises. Luego realiza la iglesia de San Judas Tadeo, el edificio de Teleantillas y el de IEMCA, la Torre
una numerosa serie de hermosas casas de intrigante geometría, dispersas por los sectores de NACO y
BHD (1983), el edificio actualmente ocupado por el INVI, las Galerías Residenciales, la Torre del Parque
Piantini. Borrell practica también como consultor urbano, siendo el autor de un importante estudio realiza-
(1986), e Intempo, entre muchos otros proyectos de promoción inmobiliaria, posiblemente los mejor lo-
do para encauzar el desarrollo de la ciudad de Santo Domingo en 1978.11 Participa posteriormente en el
grados arquitectónicamente dentro de esta modalidad de producción.
diseño de varias edificaciones y en el planeamiento del ejemplar campus de la Universidad Católica Ma-
Roberto Bergés (1933-2007) desempeña un papel protagónico como decano de la Facultad de Arqui-
dre y Maestra en Santiago. Sus edificios para empresas privadas tales como la Universal de Seguros, la
tectura y Urbanismo de la UNPHU y también como autor de varias casas y edificios públicos, tales como
Torre Popular, el edificio Corporativo del Grupo E. León Jimenes, el Centro Cultural Eduardo León Jimenes,
la sede del Consejo Estatal del Azúcar, de la Corporación de Empresas Estatales y del Instituto Nacional
en Santiago, el Banco de Reservas de la 27 de Febrero, la Ferretería Americana y muchos otros, son pro-
del Azúcar, edificios localizados todos en el entorno gubernamental del Centro de los Héroes de la ciu-
bablemente su área de excelencia más reconocida. Años más tarde desarrolla otro proyecto público: el
dad capital. Su obra se inicia con un hermoso edificio para la Joyería Di Carlo en la Calle El Conde, cu-
Acuario Nacional. Éste fue resuelto por medio de una serie de pabellones abiertos, de estudiada escala y
yo interior era una de las paradas obligatorias en los recorridos por esta arteria histórica de la capital.
respetuosa presencia urbana, vinculados más bien al paisaje costero caribeño que a la ciudad misma.
Posteriormente ejecuta su proyecto para la Biblioteca de la UNPHU y todo el conjunto de la Plaza de la
La pequeña dimensión no le es ajena. La Casa del Río es una seductora pieza de arquitectura de made-
Salud, junto a su hijo Robertico. Esta es una de las últimas obras desarrolladas por el presidente Bala-
ra absolutamente integrada a la naturaleza, montada sobre un tenaz arroyo que se entrega a las aguas
guer, aprovechando los terrenos del antiguo hipódromo Perla Antillana, en el ensanche La Fe.
del Atlántico, en El Portillo, Samaná. Hoy, La Casa del Río pertenece a la familia Prieto y se encuentra
Pedro José Borrell representa a la generación emergente, producto del nuevo plan de estudios de la
perfectamente conservada a pesar de haber sido realizada hace más de veinte años.
Estudio para un edificio de oficinas y estación de transferencias del transporte urbano, en Santo Domingo. c. 1985. Eduardo Selman. Archivo Eduardo Selman. Fachada norte, Casa del Río en Las Terrenas, Samaná. 1984. Pedro José Borrell. Foto Gustavo Luis Moré Planta, Casa del Río en Las Terrenas, Samaná. 1984. Pedro José Borrell.
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Chase Manhattan Bank en Santo Domingo, hoy Banco León. 1975. William Reid Cabral. Foto Archivo Reid Cabral. Casa Nader en el Sector Piantini, Santo Domingo. José Manuel –Nani– Reyes. 1966. Foto Francisco Manosalvas. Ampliación del Chase Manhattan Bank en Santo Domingo, hoy Banco León. 1984. William Reid Cabral y Skidmore, Owings and Merryll. Foto Archivo Reid Cabral. Sede de la Asociación La Nacional de Ahorros y Préstamos en Santo Domingo. 1980. William Reid Cabral. Foto Onorio Montás.
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El impacto en la estructura urbana Con el cambio de modelo político, se inicia una estrategia dual, tanto privada como pública, para atender el grave problema de demanda de infraestructura ocasionado por la espiral migratoria de la posdictadura. El barrio de Los Prados es uno de los proyectos privados que alcanza notable éxito. Pablo Mella, quien se había iniciado en Puerto Rico como urbanista, propone en su ensayo de diseño urbano en el barrio de Los Mina (1960), un moderno asentamiento basado en la tipología de lotes y servicios en el
Vista aérea parcial del Parque Mirador del Sur, en Santo Domingo. En primer plano se aprecia el conjunto de la Cancha de Polo, en las inmediaciones del Hotel Embajador, y el incipiente desarrollo inmobiliario posterior de la zona. Al fondo, Metaldom y parte de la costa capitalina del Mar Caribe. Foto Stefano Topuntoli, 1991.
que alojó a 50,000 habitantes en 8 meses. Produce diseños para Los Pinos, Los Ríos, Los Cacicazgos, Los Jardines e innumerables urbanizaciones, creando una serie de trazados de carácter orgánico, íntimamente acoplados a la morfología del terreno, que se identifican con facilidad en la creciente cartografía de la época. Hay un texto sorprendente sobre su extenso trabajo en el Apéndice G de La Ciudad del Ozama, obra citada del Arq. Pérez Montás. Como hemos señalado, Rafael Tomás Hernández es uno de los protagonistas principales del período. Es escogido por el Presidente Balaguer para la realización de un parque que habría de aprovechar los terrenos desocupados del aeropuerto General Andrews, razón por la que visita Jamaica, México y algunas ciudades de los Estados Unidos para estudiar casos similares. Su esfuerzo se concentra en dos áreas principales: la vivienda y la urbanización pública. En esta última realiza proyectos de trascendencia, tales como la urbanización de Honduras, nuevo esquema de diseño total de exitosa factura, pionero en establecer propuestas de adaptación al terreno integrando tipos arquitectónicos mixtos en un conjunto coherente y sano. A este proyecto le siguen muchos otros, como el de los edificios acompañantes a su nuevo trazado para la avenida 27 de Febrero, el hecho de intervención urbana más trascendental del momento. Hernández sigue actuando hasta el último minuto de manos del Presidente Balaguer. En sus períodos de gobierno que ocupan los años 1986-1996 completa el sistema del Cinturón Verde de la Ciudad de Santo Domingo con su importante proyecto para el Parque Mirador Norte, un sensacional pulmón de 5 millones de metros cuadrados bordeando la margen paralela superior del Río Isabela.12 De nuevo Pérez Montás recuerda: “Hacia 1970 el proceso anotado se había consolidado en una reali-
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dad tanto desde el punto de vista vecinal como vial. Nuevos vecindarios o ensanches ocuparon los terrenos de La Esperilla y Mata Hambre, así como la superficie del desaparecido aeropuerto General Andrews. En aquella área se configuraron la avenida 27 de Febrero, la avenida John F. Kennedy y la prolongación de la avenidas Bolívar y Sarasota, que acentuaron el crecimiento hacia el oeste. Hacia el norte se multiplicó la ocupación de los quebrados terrenos del sector Arroyo Hondo, donde surgieron, además, La Agustina, Cristo Rey, La Puya, Altos y Cerros de aquel arroyo, así como muchos otros barrios ocupados por toda la estructura social, desde muy ricos hasta muy pobres. Estos últimos asentaron una población marginal en depresiones topográficas y altozanos ribereños de los ríos Isabela y Ozama, así como arroyos y manantiales que, de haberse preservado, hubieran constituido envidiables zonas verdes integradas a los indispensables recursos del patrimonio natural de toda la región”.13 A este panorama febril de cambios sucedidos en corto tiempo, se dedican recursos tanto estatales co-
Conjunto de edificaciones que conforman el Parque Olímpico Juan Pablo Duarte, realizado por el Estado en la ocasión de los Juegos de 1974. A la izquierda el sector de NACO, y al fondo los terrenos del Hipódromo Perla Antillana, en el ensanche La Fe, y las instalaciones de la Sociedad Industrial Dominicana. Foto Stefano Topuntoli. Vista aérea de la Plaza de la Cultura, en Santo Domingo. Foto Onorio Montás. Vista parcial del Cementerio de la Máximo Gómez, Santo Domingo. Foto Stefano Topuntoli. Vista parcial del Parque Mirador del Este, Santo Domingo. 1990. Al fondo el Faro a Colón. Foto Stefano Topuntoli.
mo privados. Una especie de concertación inevitable, contagiada por el clima de libertad postiranía, parecía dirigir los esfuerzos. Urbanísticamente, los grandes espacios obedecen a una misma filosofía: aprovechar los espacios disponibles heredados de la Era de Trujillo y transformarlos física y semánticamente en espacios públicos de uso intenso y gran representatividad ciudadana. La disposición de las piezas de arquitectura no obedece a patrones particularmente evidentes, sino más bien a la facilidad de actuar en el terreno siguiendo la ruta del menor esfuerzo, tanto en la Plaza de la Cultura como en el Parque Olímpico, los dos desarrollos estatales de mayor envergadura en el contexto capitalino. Los antiguos criterios del diseño urbano basados en ejes integrados a la ciudad existente, ordenamientos geométricos y perspectivas monumentales, como los de la UASD, la entrada monumental de Santiago y La Feria de la Paz, de 1955, se abandonan por otro, suelto, libre, aparentemente moderno. Los diseños paisajísticos y de espacios abiertos de Benjamín Paiewonsky han demostrado poseer
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“Catedral” de bambúes en el Parque Botánico Nacional. 1976. Benjamín Paiewonsky y Mamoru Matsunaga. Foto Ricardo Briones.
enorme atractivo y permanencia a través del tiempo. En su trabajo del Parque Botánico Nacional se
una serie de edificios habitacionales que, junto a otros dispuestos en la margen norte del parque, acom-
advierte un control experto y una devoción al lugar verdaderamente admirables. Éste es, en realidad,
paña a una serie de embajadas. Pedro José Borrell realiza en el conjunto de la Cancha de Polo torres de
Jardín Japonés del Parque Botánico Nacional. 1976. Benjamín Paiewonsky y Mamoru Matsunaga. Foto Ricardo Briones.
uno de los parques botánicos más bellos de América Latina, con sus pavimentos de ladrillo y piedra
apartamentos integrados a la naturaleza del parque circundante.
de río, sus sinuosos caminos y sus numerosas palmas Guanito. Mamoru Matsunaga, un singular ni-
Christian Martínez (1939), arquitecto formado en Roma, hijo del ingeniero Bienvenido Martínez Brea
pón que adopta Trujillo para entrenar a sus tropas élites en las artes marciales orientales, nos lega den-
(1912), realiza algunas obras de singular impacto. Hacia 1972 termina la reestructuración del Parque In-
tro del mismo Botánico su hermoso espacio del Jardín Japonés, híbrido ejemplar de formas clásicas
dependencia, polémico proyecto que demuele la hermosa glorieta de principios de siglo –atribuída a Ne-
y naturaleza tropical. El escultórico árbol de Anacahuita que domina el estanque y la bóveda de bam-
chodoma– y despoja al parque de su tropical y frondosa vegetación. A pesar de este abrupto cambio de
búes continúan asombrando a los visitantes de este seductor lugar, treinta años después de su inau-
carácter, el proyecto es exitoso al rescatar el baluarte de la Puerta del Conde y sus murallas conexas y
guración.14
al disponer de los restos humanos de los Padres de la Patria: Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario
El Parque Zoológico es una obra maestra de reestructuración de un territorio dilapidado, ya que en este
Sánchez y Ramón Matías Mella, en un elegante y marmóreo mausoleo. Martínez ya había realizado unos
lugar, situado en uno de los codos de la ciudad en su entrega al Río Isabela, cercano a la antigua Fábri-
paneles y esculturas plásticas de hermoso cromatismo, instalados en el Aeropuerto de las Américas y en
ca Dominicana de Cemento (1947), se encontraban minas de extracción de caliche, actividad que había
la Biblioteca Nacional. Su obra de mayor escala es la Plaza de la Independencia, en el encuentro de las
configurado un temario de escultórica expresividad, sabiamente apropiado por sus autores, Eugenio Pé-
nuevas avenidas 27 de Febrero y Luperón, espacio monumental presidido por una colosal Bandera Na-
rez Montás y el lamentablemente ido a destiempo Manuel –Manolito– Valverde (1956-1998). En él actua-
cional, enmarcada por un arco de hormigón visto a la manera del de Saarinem en Saint Louis, diseño
ron otros arquitectos, como Guillermo Santoni (1936-2008), quien ejecuta la pajarera, disponiendo una
que organiza en su entorno 4 edificios gubernamentales asignados al taller de Rafael Tomás Hernádez.
malla de acero de grandes dimensiones a manera de enorme e imperceptible jaula. El Parque Mirador
Martínez logra, con un sólo gesto, articular el espacio de la dominicanidad del pasado y la del presente
del Sur se convirtió en el espacio lúdico de uso masivo de mayor aceptación en la ciudad de Santo Do-
en dos polos opuestos del territorio en la ciudad capital.
Detalles paisajísticos del Parque Zoológico Nacional, 1976. Eugenio Pérez Montás y Manuel Valverde Podestá. Archivo Eugenio Pérez Montás. Conjunto de viviendas sociales en Santo Domingo. c. 1978. Foto Stefano Topuntoli.
mingo. Tres equipos fueron asignados, de este a oeste: el de Christian Martínez, el de Pérez Montás y Valverde, y el de Rodolfo Diestch. El proyecto de este parque asume, veinte años después de su polémica redacción original, las ideas del Plan Regulador de Ramón Vargas Mera para Ciudad Trujillo, el cual disponía de un gran parque longitudinal aprovechando la presencia del farallón rocoso que se extiende en toda su dimensión oriente-poniente sobre la ciudad de Santo Domingo. En su testero este, en los antiguos terrenos de la Cancha de Polo del Hotel Embajador, se lleva a cabo un concurso para escoger
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Transición o continuidad... Uno de los personajes más influyentes en toda la escena relativa a la obra pública es sin dudas el Ing. Bienvenido -Bebecito- Martínez Brea. Ya durante los años de la dictadura, “Bebecito”, como es conocido por todos en el ambiente político y profesional, había comenzado un trabajo tesonero y constante en la
Plaza de la Trinitaria y entorno. Al fondo el edificio de Pasaportes, hoy ocupado por la Cámara de Cuentas. Santo Domingo. Benjamín Paiewonsky, Rafael Tomás Hernández, Teófilo Carbonell et al. Foto Onorio Montás.
realización de los más variados proyectos. Actuando desde su oficina en el mismo Palacio Nacional, es él quien acompaña los deseos más íntimos de estos dos tenaces gobernantes. Una memoria publicada en 1996, a raíz de la exposición “Legado de un Estadista” realizada por la Oficina de Ingenieros Supervisores adscrita al Poder Ejecutivo, dirigida por el mismo Ing. Martínez, escribe: “Nacido para construir y triunfar, Bienvenido Martínez Brea es, sin dudas, el ingeniero bajo cuya supervisión y dirección profesional se han levantado más obras públicas, las que, distribuidas por toda la geografía nacional, satisfacen a plenitud las necesidades de la ciudadanía con instalaciones deportivas, escuelas, edificios de oficinas gubernamentales, iglesias, proyectos habitacionales, centros comerciales y otros tipos de edificaciones. (...) Nativo de San Pedro de Macorís, realiza sus estudios de Ingeniería en la Universidad de Santo Domingo, graduándose en 1935. El entonces Presidente Trujillo dedica un agasajo a los egresados de esta promoción que obtuvieron las mejores calificaciones, y entre éstos se encontraba Martínez Brea, quien logra la admiración y simpatía del gobernante, iniciándose así una larga relación de amistad y trabajo, depositando Trujillo en él su confianza para la construcción de importantes obras que todavía a más de 40 años continúan cumpliendo cabalmente sus finalidades, lo cual pone de manifiesto que se construyeron con responsabilidad y ética profesional y además con visión futurista. Entre estas obras sobresalen: El Palacio de Bellas Artes, Estadios Quisqueya, Cibao, Tetelo Vargas y los de la Escuela Normal Presidente Trujillo, hoy Juan Pablo Duarte, y el de la Universidad de Santo Domingo. Igualmente construyó el recientemente desaparecido Hipódromo Perla Antillana. (...) En razón de su vasta experiencia, lealtad y amistad con el Presidente Balaguer, retorna con él al Palacio Nacional en 1966, y recae en su persona la ingente tarea de hacer realidad los más grandes sueños de engrandecimiento patrio del inigualable estadista, materializados en obras que van desde mo-
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dernas escuelas hasta la majestuosidad del Faro a Colón y la total desarrabalización y embellecimiento de la margen oriental de la ría del Ozama, magno proyecto que revaloriza el centro de la ciudad de Santo Domingo”.15 Bebecito Martínez escribe un largo capítulo en la obra pública nacional. Su presencia es continua en el tiempo y ubicua en el territorio, y su modo de proceder frente al manejo de la contratación para el diseño establece un patrón todavía difícil de transformar en las instituciones oficiales.
Teatro Nacional. Plaza de la Cultura de Santo Domingo. 1974. Teófilo Carbonell. Foto Onorio Montás. Sala de la República del Teatro Nacional. Plaza de la Cultura de Santo Domingo. 1974. Teófilo Carbonell. Foto Onorio Montás. Ayuntamiento de Santiago de los Caballeros. Santiago, 1971. Teófilo Carbonell. Foto Ricardo Briones.
Diplomáticamente antagónico a Brea, Teófilo Carbonell ejecuta varias obras públicas fundamentales del período, tales como el Ayuntamiento de Santiago, el Teatro Nacional, el Gran Teatro Cibao, el edificio de oficinas públicas llamado “El Huacalito” y, fundamentalmente, la versión definitiva del Faro a Colón, monumento construido por el Presidente Balaguer para coincidir con la celebración en 1992 del V Centenario del Descubrimiento. Su trabajo como proyectista privado en varios edificios de apartamentos en el sector
de Gazcue le valió un gran prestigio como diseñador celoso y detallista. Se cuenta que siempre quiso dibujar él, personalmente, sus planos arquitectónicos, sin confiarlos a otros colaboradores, como es la práctica común en este oficio. Su inicio como arquitecto del Estado se lleva a cabo con la restauración de la Casa de Caoba, residencia privada del Presidente Trujillo en las inmediaciones de San Cristobal. Carbonell pocas veces aceptó dar conferencias sobre su obra. Fue durante la celebración de la VI Bienal de Arquitectura de Santo Domingo en 1996, una de esas pocas ocasiones en que sí lo hizo. De allí extraemos esta reveladora cita, capaz de explicar la manera tan frecuente de practicar arquitectura pública en el país: “Con ese cuidado en el detalle, en la ejecución de las obras, inicié mi ejercicio en el
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área de la vivienda, hasta que un hecho fortuito marcó mi vida profesional. Laboraba yo en la Oficina del Ingeniero Asesor al Servicio del Presidente de la República, donde había tenido desavenencias con el encargado. Llegó la orden del Generalísimo Trujillo para reparar su Casa de Caoba y el Director halló propicia la ocasión para el desquite. Me llamó diciéndome: “Prepárese, Carbonell, que usted es el que va, para que se joda”. Trasladé mi residencia a San Cristóbal, a fin de permanecer en la obra cada minuto de labor. Tuve que instruir al personal y cada detalle se ejecutaba en mi presencia. Trujillo era un observador acucioso y un crítico conciso, directo. Al finalizar el encargo me mandó llamar y dijo: “Arquitecto, ¿usted se atrevería a encargarse de la reparación de todas mis casas?” La respuesta fue el inicio de una colaboración profesional que se extendió hasta su muerte. Se me encargó el diseño de tres asilos, uno de los cuales construí; innumerables obras de ampliación o adecuación de edificios públicos y la construcción de grupos de viviendas en el Barrio de Mejoramiento Social y en el Ensanche Luperón, entre otros.
Altar de la Patria en el Parque Independencia, Santo Domingo. Mausoleo de los Padres de la Patria. 1978. Restauro y obra nueva de Christian Martínez. Foto Ricardo Briones. Edificio de la Cámara de Cuentas, Santo Domingo. 1988. Diseño de Erwin Cott y Luis Despradel, con Teófilo Carbonell como contratista. Foto Ricardo Briones. Arco de la Bandera Nacional en la Plaza Independencia, Santo Domingo, 1976. Christian Martínez et al. Foto Gustavo Luis Moré Sede del Partido Reformista en Santiago de los Caballeros, una obra de gran abstracción en el panorama iconográfico del momento. c.1974. Cuqui Batista. Foto Lowell Whipple.
La misma entrega al trabajo que me abrió el camino con Trujillo, lo hizo con el ex-Presidente Dr. Joaquín Balaguer. Trabajaba yo en la construcción del Ayuntamiento de Santiago, hacia 1969, cuando en una visita no anunciada, el Dr. Balaguer se presentó a la fábrica al mediodía. Me encontró, manguera en mano, rociando un relleno y me preguntó: “¿Usted, no come?” Yo respondí: “Señor, yo no como, lo estoy imitando a usted”. El día de la inauguración de esa obra, me encargó el proyecto del Teatro Nacional. Recuerdo el entusiasmo de mi esposa y amigos al felicitarme mientras yo, consciente de las dificultades y complejidad del tema, pensaba: “Hasta aquí llegaste, Carbonell (...)”.16
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El proceso de restauración del patrimonio monumental de la nación De extraordinaria visión política, el presidente Balaguer ordena en su mandato transitorio y a pocos días del tiranicidio, la restauración de la casa del patricio Juan Pablo Duarte, iniciada por Víctor Bisonó en 1961. La sustitución de los íconos de la dictadura se ponía en marcha y se ensayaban los actos que habrían de ponerse en escena poco después.
El Fuerte San Gil y Murallas de Santo Domingo (1540). Al centro, el monumento a la Independencia Financiera. Tomás Auñón, 1944. Foto Luis Nova.
Pocos años más tarde, una vez restituido el sistema democrático en el año de 1966, se inicia un proceso de importante gestión institucional en el aspecto de la valorización del patrimonio arquitectónico nacional. No sólo fueron llevados a cabo proyectos de nueva factura sino, paralelamente, las obras de restauración de los grandes monumentos y los antiguos edificios de la Ciudad Primada y de otros sitios históricos. Esta iniciativa fue realizada a través de la labor de la recién creada Oficina de Patrimonio Cultural (1967) y de la Comisión para la Consolidación de los Monumentos de Santo Domingo en 1972, a raíz del terremoto del 71, dirigidas por Manuel del Monte y por el venerado Don Moncito Báez López Penha, decano de los restauradores dominicanos. Don Moncito había ya comenzado el proceso de restauro en Santo Domingo durante la época de Trujillo, a raíz del terremoto de 1946. El trabajo de estos pioneros dominicanos ha sido ejemplar en la escena latinoamericana y ha permitido la revalorización de los relevantes espacios históricos del país. El programa se potencializa con la planificación racional de los recursos patrimoniales en la zona, terminado en 1967 por los arquitectos Pérez Montás, Cott, Gautier y otros, publicado en 1973,17 y posteriormente encauzado por el Plan Regulador de la Zona Colonial, redactado por Gautier en los 80 para la Oficina de Patrimonio Cultural, durante la gestión del Arq. Esteban Prieto Vicioso al frente de la Oficina de Patrimonio Cultural. Estas acciones fueron respaldadas con la creación y el trabajo continuo del eficiente capítulo dominicano del ICOMOS, por la publicación del estupendo boletín Casas Reales18 y por el enérgico apoyo demostrado por las administraciones del Dr. Joaquín Balaguer hacia la conservación de los centros históricos dominicanos, en particular el de Santo Domingo. Los arquitectos más renombrados de la época, interesados en el tema de la restauración arquitectónica,
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Portal del Monasterio de San Francisco en Santo Domingo. Rodrigo de Liendo, c.1521. Restauro de Víctor Bisonó, 1978. Foto Ricardo Briones. Conjunto de casas en Las Atarazanas, Santo Domingo. Restauradas por Manuel Delmonte et al, 1968. Foto Jochy Marichal. Interior del Hotel Nicolás de Ovando, Santo Domingo. Restaurado por la Oficina de Patrimonio Cultural c.1970, convertido en hotel en 1998. Foto Jochi Marichal.
fueron asignados como conservadores oficiales ad vitam de monumentos específicos. La situación re-
ros trabajos notables realizados por la Oficina de Patrimonio Cultural, timoneada por Manuel del Monte
sultante, vigente hasta hoy, es: Eugenio Pérez Montás y Esteban Prieto Vicioso, a la Catedral de San-
Urraca.
to Domingo.
César Iván Feris
El 14 de febrero de 1987 fue cerrado para su peatonización el eje histórico de la calle El Conde. Esteban
Iglesias, al Convento y Monasterio de Los Dominicos. Teódulo Blanchard y Erwin Cott, al Convento de
Prieto Vicioso, director de la OPC, llevó este proceso hasta la iniciativa de regularizar la sustitución de le-
Santa Clara. Víctor Bisonó, al Convento y Monasterio de Los Franciscanos. Christian Contín, al Hos-
treros en el Centro Histórico en su conjunto, en combinación con el ADN.
pital de San Nicolás de Bari. Teódulo Blanchard, a la Fortaleza Ozama, el Fuerte de San José y el lien-
El extraordinario patrimonio republicano de las ciudades de Santiago de los Caballeros y de Puerto Pla-
zo este de murallas monumentales.
ta, debió esperar una ocasión posterior. La Catedral Santiago Apóspol fue intervenida desde 1987 a
Manuel Salvador Gautier, al Convento y Monasterio de Las Mercedes.
Luis Eduardo Delgado, a las Puertas de la Misericordia y los lien-
Esteban Prieto, a la Casa de Palavé.
William –Billy– Reid, a la Ermita
1992, como parte de un proyecto urbanístico de transformación integral de su entorno, por los arqui-
Rafael –Chichí– Ricart, a la Iglesia de San Carlos.
Roberto Bergés, a la Iglesia del
tectos Tácito Cordero y Raymundo López, al frente de un equipo de profesionales que contó con la par-
Moncito Báez se encargó del Fuerte de San
ticipación destacada del artista Bismack Victoria, entre otros. Su obra escultórica para la Capilla de los
Gil, del Ingenio de Nigua y de otras obras. El Alcázar de Colón fue recuperado por el arquitecto mexi-
Inmortales resume una de las intervenciones paradigmáticas de ese momento en la arquitectura domini-
cano Carlos Flores Marini después de los daños ocurridos durante la Guerra de Abril. Tanto este edificio
cana, a pesar de lo polémico que resultó finalmente todo el ambicioso proceso, nunca felizmente termi-
como el Convento de los Jesuitas, convertido en Panteón Nacional, habían sido previamente reconstrui-
nado. El Arq. Roberto Bergés transforma a su vez en el período de 1978 a 1982, el Parque de Puerto
dos –en el caso del primero– o acondicionados a su nuevo uso por el arquitecto español Javier Barroso
Plata, devolviendo la demolida glorieta o quiosko central, reconstruído en base a documentos del nota-
en 1954-1956.
ble período victoriano en esa ciudad, y la Estación Terminal de Ferrocarriles, totalmente realizada en
Fuera de la ciudad capital, José Ramón –Pusiso– Prats hizo la restauración de la Iglesia de Bayaguana;
estructura metálica.
Teódulo Blanchard, la del Fuerte de San Felipe en Puerto Plata; y Manuel del Monte, la Casa de Ponce
Hoy en día, el valioso patrimonio dominicano es entendido como un conjunto histórico de más de cinco
de León en Boca de Yuma. El Arq. José González dedicó sus energías al apasionante rescate de los fuer-
siglos, por lo que se asumen obras relevantes del siglo XX dentro del potencial catálogo de monumen-
tes y ruinas de La Vega Vieja, donde existe una ciudad entera aún por descubrir.
tos nacionales. La defensa de este relevante inventario de espacios y obras se ha ampliado hasta con-
Este sistema de asignación ha demostrado ser provechoso, lográndose con él una especie de celo pa-
tar con el respaldo de varias instituciones profesionales privadas, como en el caso del ICOMOS, CARI-
ternal permanente, capaz de mantener el ojo avizor sobre estas importantísimas estructuras, íconos in-
MOS, el DOCOMOMO, el Grupo Nueva Arquitectura, PROGAZCUE, y la FEWP, entre otros.
zos de murallas oeste y norte. de San Gregorio. Carmen.
Leopoldo Franco, al Hospital de San Lázaro.
Espacio conmemorativo en la Catedral Santiago Apóstol, Santiago de los Caballeros. 1994. Restauro y nueva obra de Tácito Cordero et al, esculturas de Bismarck Victoria. Archivo Bismarck Victoria. Ingenio de Boca de Nigua, San Cristóbal. Restaurado por el Ing. José Ramón Báez López Penha, 1977. La simetría del conjunto permitió un creativo restauro en que fue reconstruída una mitad de la estructura y consolidada la otra. Foto Ricardo Briones. Hermosa fachada principal de la Iglesia de San Carlos, Santo Domingo. Foto Ricardo Briones.
discutibles del patrimonio artístico y cultural dominicano.19 El proceso incluyó decenas de casas coloniales, siendo el conjunto de las Atarazanas uno de los prime-
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Santiago de los Caballeros: tradición y modernidad Mientras tanto, esta importante ciudad, corazón del Cibao, la de los 30 Caballeros, se organiza democráticamente y recibe, entre muchas iniciativas más, el positivo impacto de uno de los proyectos educativos más logrados en la cultura nacional: la creación y desarrollo de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Fundada bajo la gestión de la pujante Asociación para el Desarrollo de Santiago (hoy APEDI) –institución ciudadana que merecería, por su vigorosa acción, páginas enteras en la reseña del desarrollo regional, en principios
Sala de Lecturas en la Biblioteca Central de la PUCMM, Santiago de los Caballeros. 1975. Francisco Camarena et al. Foto Onorio Montás. Relieve de Domingo Liz en el edificio del Roxy, en la calle El Conde, Santo Domingo. Cuqui Batista, c.1956. Foto Lowell Whipple.
y luego nacional–, establece criterios de asentamiento, diversos a los anteriormente conocidos en los campus universitarios de la UASD y la UNPHU, mayormente de carácter urbano. La PUCAMAYMA obedece a una planificación de campus abierto, integrado a la pródiga naturaleza cibaeña, en el que se disponen, con criterios eminentemente paisajísticos, las piezas arquitectónicas de apoyo. El conjunto, si bien disperso, crea una agradable y funcional atmósfera para el estudio y la relajación. En su materialización participan los arquitectos Pedro José Borrell, el influyente y sólido Francisco –Cuqui– Batista (1925) –quien realiza el edificio primario para el Centro de Estudiantes–, Gerardo Ulate y destacadamente el arquitecto mexicano Francisco Camarena (1928). Es este autor quien logra plasmar una arquitectura de modernísima institucionalidad, dotada de innumerables detalles en su cuidadosa y poética factura. Usando la paleta del corbusianismo brutalista tan frecuente en estos años, logra sin embargo enraizarla en la cultura santiaguera de manera definitiva. Sus quiebrasoles de tabla de palma, sus calados, sus vestíbulos abiertos magistralmente secuenciados, los volúmenes conectados en perfecta articulación, hacen de los edificios de la Rectoría (1974), la Biblioteca (1971), la Torre de Agua (1972) y el Auditorio, cuatro obras paradigmáticas de esa ciudad. Posteriormente ejecuta la Alianza Francesa y en pleno centro histórico, en similar lenguaje, el edificio para la Asociación Cibao de Ahorros y Préstamos. Durante estas décadas, Santiago estructura tímidamente su crecimiento en la periferia del Centro Histórico, aunque éste, sin lugar a dudas, haya sido muy intervenido por nuevas obras, que muestran –tal como ha venido ocurriendo en otros polos urbanos del país– poco respeto a las características morfológicas y a la escala de su tradicional arquitectura, tanto a la de carácter colonial, como a la del exquisito victoriano que aún se admira en contados ejemplares dispersos en el tejido. No es sino hasta la década
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Torre de la escalera del cuartel de bomberos de Santiago. Cuqui Batista, c.1976. Foto Lowell Whipple.
de los años 80 y 90, cuando se produce un cambio de actitud hacia la misma y se empiezan a rescatar
Edificio del BNV en Santiago de los Caballeros.1986. Cuqui Batista. Foto Gustavo Luis Moré.
paseos internos a las manzanas, de gran valor ambiental.
Edificio Casa Haché en Santiago de los Caballeros. 1980. Edgardo Vega y Manuel Polanco. Foto Onorio Montás. Torre de oficinas de la Asociación Cibao de Ahorros y Préstamos, 1975. Santiago de los Caballeros. Francisco Camarena. Foto Onorio Montás.
viejas casonas, almacenes y a bordar una amalgama de intervenciones en torno a patios, corredores y
De este período es, por ejemplo, el Edificio de Oficinas Estatales Don Antonio Guzmán Fernández, que posee atributos formales y materiales típicos del predominio brutalista de la época, y el Edificio de Oficinas y Centro Comercial de la Casa Haché, de Manuel Polanco y Gay Vega. La obra de Cuqui Batista refleja una plástica de mayor dinamismo, asumiendo una visión del proyecto basada en el análisis programático despojado de todo prejuicio, lo que le permite obtener resultados de gran creatividad y fuerte noción de contexto. Este método, que descansa en posibilidades creativas infinitas y en un discurso apasionado y firme, parece haberle brindado a él y a su selecto grupo de jóvenes seguidores, valiosas oportunidades. Varios de sus edificios, notablemente realizados en hormigón visto, particularmente los Jardines Metropolitanos 1 y 2 (1974), definen un circuito inevitable de calidad en el Santiago contemporáneo. Su pequeña casa, una obra de nívea orfebrería en bloque de concreto a la vista (1964), es uno de los espacios de mayor intimismo y seducción hechos en la arquitectura habitacional dominicana. Mientras estudia en Ciudad Trujillo, participa en el equipo que desarrolló innumerables edificaciones escolares dentro del Plan de la Secretaría de Educación, siendo el Dr. Joaquín Balaguer Secretario de Estado y el Ing. Bebecito Martínez jefe de la Oficina de Ingenieros. También de su autoría son los proyectos para el Cuartel de Bomberos (de exquisito plasticismo geométrico), y la sede del Partido Reformista, de cubista abstracción. En estos años inician sus prácticas con sonado éxito arquitectos de la talla y el prestigio de Nelson Viñas (1942), uno de los más solventes y reconocidos, quien basa su obra en un espíritu del lugar y en la calidez de sus espacios. Su trabajo, mayormente habitacional y privado, ha cubierto, sin embargo, una amplia gama de encargos de muy variada naturaleza. Graduado en la UASD en 1966, se instala en Santiago
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y vence en una serie de concursos de obra pública que lo establecen como uno de los principales autores de la ciudad, hasta el día de hoy. Un aspecto ineludible es el de la cultura del jardín santiaguero.20 De los muchos espacios lúdicos del país, ninguno posee la belleza y la vitalidad del jardín desarrollado por don Gustavo Tavares (1925-2006) en su residencia Villa Pancha, construida paralelamente con el jardín en 1925. Esta es, sin exagerar, la
Una vista del jardín de Villa Pancha, en Santiago de los Caballeros. c.1925-2008. Gustavo Tavares. Foto Lowell Whipple / Archivo AAA. Otro aspecto del jardín de Villa Pancha, en Santiago de los Caballeros. c. 1925-2008. Gustavo Tavares. Foto Lowell Whipple / Archivo AAA.
Capilla Sixtina de los jardines caribeños. Sus manos y su experiencia mantuvieron con devoción y esmero día a día esta obra de arte natural en continua evolución; así como también crearon los jardines, esta vez institucionales, para el Instituto Su-
Jardín de la residencia de la familia Bermúdez Madera en Santiago de los Caballeros. c. 1970-2008. Elba de Bermúdez. Foto Lowell Whipple / Archivo AAA.
perior de Agricultura, en el que Billy Reid y el nicaraguense Rafael Urtecho participaron destacadamente como arquitectos. La sabia disposición de árboles de corpulenta presencia, distribuidos en la suave y gentil topografía suburbana –generalmente samanes, flamboyanes “machos”, caobas, ceibas, robles y otras especies endémicas sabiamente elegidas– constituye la estructura que luego se esculpe superficialmente con un sotto bosque de helechos, enredaderas, palmas y todo un universo paradisíaco de especies nativas. Igualmente hermoso es el gran jardín de don Eduardo León Asensio (1919-2006), el cual tiene una presencia aún mayor en la ciudad. Su diseño recrea la fisonomía típica de los campos de golf, con su particular topografía dominada por el volumen de la casa principal. Otro jardín ejemplar es el de doña Elba y don J. Armando –Poppy– Bermúdez, con su ensoñadora residencia diseñada –más bien florecida en el mismo terreno– por Billy Reid.
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Los nuevos protagonistas: la generación de todos Nuevos autores surgen en la escena.21 Son los tiempos en que la UASD y, posteriormente, la nueva escuela de la UNPHU comienzan a dar sus frutos. Entre los egresados de la primera se destacan personalidades como Mariano Sanz (1935), Luis Despradel (1943-2002), Luis Schiffino (1945), Eduardo Rozas, An-
Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas. Santo Domingo, 1978. Luis Despradel. Al fondo uno de los edificios que conforman la Plaza de la Independencia, de Rafael Tomás Hernández. Foto Onorio Montás.
tonio Casanovas (1947), Plácido Piña (1945), Rafael Martínez, Nelson Viñas, Angel Giudicelli; de la segunda, José Horacio Marranzini (1937), Nelson Toca (1945), Cristóbal Valdez (1947), Raúl de Moya (1951), Atilio León (1951), Radhamés Díaz, entre muchos otros. Todos sin excepción han producido obras de envergadura a partir de los años 60, cada uno de ellos con una plástica identificable y coherente. Sanz se distingue por una estética racional temprana que eventualmente se libera y asume planos inclinados a la singular manera del mexicano Agustín Hernández, como la del Banco Nacional de Crédito en la avenida Lope de Vega (1983) y la Terminal Turística de Sans Souci (1976), ambas diseñadas dentro del despacho de Haza y Pellerano, una de las firmas de contratistas privados más exitosa y calificada del período. Obras tempranas incluyen el Listín Diario (1972), el Cementerio Cristo Redentor (1973) y más de 300 unidades de viviendas desarrolladas como promotor en la firma de Sanz y Guzmán. Despradel nos lega una abundante producción y, al igual que Schiffino, utiliza el repertorio de la ortogonalidad y la rigurosidad racionalista, no tan lejana a otros autores de la escena regional paralela, como en el caso de Sierra, Cardona y Ferrer, en Puerto Rico.22 Ver por ejemplo, el bien logrado edificio del Club de Oficiales de las Fuerzas Armadas (1970), de Despradel, y los múltiples edificios habitacionales y comerciales construidos por Schiffino en su actividad de promotor inmobiliario. León, formado en la UNPHU y en Florencia, Italia, maneja el vocabulario de las composiciones volumétricas diagonales, particularmente en boga en los 70, con incomparable destreza y extraordinaria tectónica en el uso de los materiales. Su sensibilidad por la combinación de ladrillos, hormigones y lienzos blancos fue muy bien concretizada en una serie de proyectos habitacionales de exquisita presencia urbana. Cristóbal Valdez, esencialmente urbanista, dirige un equipo de jóvenes arquitectos en las labores de reconstrucción del frente marino de Santo Domingo, después de las devastaciones producidas por el
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Edificio sede de Bancrédito en Santo Domingo, hoy TRICOM. 1978. Mariano Sanz. Foto Onorio Montás.
ciclón David en 1979, con sonado éxito en su gestión en la Dirección General de Planeamiento Urba-
Edificio de apartametos en la avenida Anacaona, en Santo Domingo. c. 1979. Mariano Sanz. Foto Onorio Montás.
dedicado principalmente al área del diseño urbano y el turismo. Sus entregas como autor y su parti-
Iglesia del Colegio Evangélico Central en Santo Domingo, c.1984. Raúl de Moya. Foto Onorio Montás. Edificio del Banco Hipotecario Financiero, hoy Instituto Nacional de Ciencias Forenses. Santo Domingo, 1984. Fred Goico. Foto Onorio Montás.
no del ADN. Su trabajo posterior, hoy en día potenciado por sus hijos Michelle y Gustavo, ha estado
cipación en muchos debates públicos han sido representativos y determinantes en varias situaciones conflictivas en el escenario profesional. En el caso de Piña, su primera obra notoria –después de algunas incursiones destacadas en el ámbito doméstico– fue el correctísimo volumen del Banco BHD, ganado por concurso en el año de 1978.23 Piña asume la estética del hormigón visto y los muros cortina con sutil elegancia. De exquisitas proporciones, resuena en el espacio urbano como un instrumento bien afinado. Sus múltiples proyectos domésticos, tanto de habitación individual como colectiva, le han deparado gran prestigio. Otras de sus obras dignas de mención son el Pabellón Recreativo del Santo Domingo Country Club (1984), de febril eclecticismo posmoderno; el controlado volumen del edificio Domus (originalmente sede de una empresa privada dedicada al mobiliario) frente a un prado verde de gran centralidad en el sector de NACO; y una serie de delicadas residencias vacacionales, iniciada con El Edículo (1983), una pequeña pero inspirada solución de vivienda de playa en Juan Dolio, posteriormente seguida de la magistral Casa en La Cuaba y varias casas de montaña de fina artesanía en su diseño. Piña también ha transitado por el área de la crítica editorial. Fue responsable de la Revista del CODIA24 en una ocasión y posteriormente aparece como editor de las 100 Hojas de Arquitectura,25 compendio de los trabajos semanales del Grupo Nueva Arquitectura, publicados en el Nuevo Diario.
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El diseño en la obra pública Un aspecto importante es el de la obtención del encargo para la obra pública. Muchos de los edificios
Edificio de Oficinas del Estado Don Antonio Guzmán Fernández, Santiago de los Caballeros. 1979. Rafael Veras et al. Foto Onorio Montás.
más emblemáticos han sido y son actualmente concursados, práctica obligatoria en algunos países y desconocida en otros, valga citar los casos extremos de España y Puerto Rico. Sin embargo, la manera más frecuente en que se otorgan obedece al sistema de asignación directa. El Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA) realizó grandes esfuerzos para eliminar esta práctica durante buena parte de los años 70. Ha sido igualmente negativa para el desarrollo de la profesión la práctica de englobar el proceso de di-
Casa de la familia Rivera Rodríguez en la calle Pedro Henríquez Ureña, Santo Domingo. Manuel Baquero, 1975. Foto Onorio Montás. Casa García en el sector de NACO, Santo Domingo. 1969. Vital García. Foto Onorio Montás. Casa Pol, también en NACO. c.1976. Edgardo Vega Malagón. Foto Onorio Montás.
seño con el de construcción, colocando el trabajo del arquitecto en un segundo plano frente al contratista y minimizando la trascendencia del acto creativo. Sin duda alguna, esta práctica ha incidido negativamente en la calidad de muchas obras, pues abre un espacio para la distorsión de las ideas, la inadecuada terminación de la obra y la transferencia al ingeniero constructor de calidades, funciones y responsabilidades que no le corresponden. Han de crearse dispositivos institucionales más rigurosos para reducir esta situación a su mínima expresión, precisando el auténtico rol de cada disciplina.
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Las nuevas modalidades de producción El aspecto singular de mayor trascendencia en el desarrollo del urbanismo y la arquitectura en estos años es, posiblemente, la institucionalización del procedimiento de acceso a financiamientos hipotecarios. Un nutrido grupo de ingenieros civiles, arquitectos y promotores, actuando independientemente o en asociaciones, inician una contabilidad cada vez más rica de edificios de apartamentos y locales comercia-
Edificio de apartamentos Dolmen, en la José Amado Soler, Santo Domingo, c.1978. Juan Pérez Morales. Foto Ricardo Briones. Planta del Centro de Otorrinolaringolía Dr. Espaillat Cabral, en Santo Domingo. c.1974. José Horacio Marranzini.
les, en torres cada vez más audaces, en bloques compactos o en la consabida tipología de bloques en “L” o en “U” de 4 niveles, dependientes de las dimensiones del lote y de la normativa instaurada por las autoridades municipales y fiscalizadoras, tales como la DGPU/ADN y el Banco Nacional de la Vivienda. Más allá de la débil urbanidad definida por estos últimos esquemas, la realidad es que configuraron una nueva imagen de vigorosa presencia en los principales centros urbanos del país. Algunas empresas destacadas por la consistente calidad de sus propuestas fueron las del exitoso Juan Bernal, gestor del central desarrollo de NACO, con Amable Frómeta a la cabeza del taller de diseño y, posteriormente, Manolito Baquero. Como hemos visto, este desarrollo hoy puede ser identificado como el verdadero origen del Polígono Central, consideración que se asume sobre todo por las caracterícticas propias del proyecto urbano y sus virtudes espaciales. Una larga lista puede ser redactada citando empresas con nombres tales como Minier Pimentel y Asociados, Constructora Delta, Di Carlo Almonte y Mejía, Selman y Asociados, Covinfa, Mena Lajara, Bisonó, Hasbún y Asociados, Koury+Guzmán –promotores de la pionera torre KG en la Abraham Lincoln–, Sanz y Guzmán, Christian Maluf, DICONFO –empresa dirigida por la destacada Arq. Mercedes Sabater de Macarrulla en el área de diseño, coautora de la Torre del Sol–, Constructora Peña, entre muchos otros. Roberto Carvajal Polanco (1953) se establece hacia el fin del período de estudio contando con un catálogo actual de más de 300 obras realizadas y muchas otras en preparación. Dentro de este panorama, la obra singular de José Andrés Urtecho (1939-1992) es digna de mayor precisión. Graduado en la Universidad de Guadalajara en 1968, viene en ese mismo año al país a colaborar en la planificación del campus de la PUCMM. Ya vimos como en Santiago diseña varios edificios en el Institu-
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Torre del Sol, avenida Bolívar, Santo Domingo. Mercedes Sabater de Macarrulla y DICONFO. Foto Ricardo Briones.
to Superior de Agricultura –el Aula Magna, los Laboratorios y los Dormitorios de Estudiantes– en un lengua-
Edificaciones localizadas en el cruce de las avenidas 27 de Febrero con Winston Churchill, en Santo Domingo. Sobresalen el conjunto BHD, el entonces Banco del Comercio, hoy Scotiabank y las obras de lo que se convertiría en Plaza Central. Foto Onorio Montás.
no centro histórico, y el Centro Médico Cibao. Santo Domingo es en realidad su escenario de mayor ac-
Conjunto de hoteles e instalaciones en Playa Dorada, Puerto Plata, con la montaña Isabel de Torres en el fondo. Foto Peter Beuse.
je racional de arraigada y sencilla expresión. Allí también diseña el emblemático Hotel Camino Real, en ple-
tuación. Su participación como consultor independiente y en los talleres de diseño de varias empresas inmobiliarias, arroja un saldo de miles de unidades habitacionales en un proceso tronchado por su temprano fallecimiento. Nombres tales como los condominios Cris-Car, Los Ríos, Biltmore, Bisonó, Rosmil, urbanizaciones y residenciales como el Parque del Este (500 viviendas), Hainamosa (800), Santo Domingo I-VII (1,100) y un extenso listado forman parte del inventario de esa arquitectura coral, de acompañamiento, que define hoy el tejido urbano de la ciudad en muchos de sus barrios. Su proyecto más destacado es posiblemente el campus y los edificios principales del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). El importante apoyo dado por el Estado dominicano desde el 1970 al desarrollo de la infraestructura tu-
rística a través del departamento de INFRATUR del Banco Central, tanto en Santo Domingo como en otros polos, singularmente en las cercanías de Puerto Plata al norte, de Barahona al sur y de Higüey al este, promovió una nueva planificación de menor densidad y con un carácter notoriamente más abierto al anteriormente establecido en las tipologías hoteleras públicas de los años 40 y 50. El estudio base para la posterior normativa fue originalmente realizado por la firma inglesa Shankland Cox, con fondos del BID y del Banco Mundial. No se trata ya de la consabida fórmula del bloque arquitectónico anclado en el paisaje (como se prefería hacer, por ejemplo, en el Hotel Plaza, en Santo Domingo); se define un nuevo paradigma, vigente aún, que le desmiembra y le organiza en el lugar con el menor impacto visual y ambiental
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Interior de la sede de Industrias Nigua, en Santo Domingo, 1975. Esta obra singular de Miguel Vila demostró su estética vinculada a las obras de Camarena en la PUCMM, Santiago. Foto de Jochi Marichal. Iglesia y plaza central en Altos de Chavón, La Romana. 1978-1984. Roberto Coppa et al. Foto Ricardo Briones. Casa Montagu, en Casa de Campo, la Romana. c. 1980. Marcos Aldaco. Foto Onorio Montás.
posible. Los arquitectos Mario Lluberes (1938) –hijo del arquitecto del mismo nombre, citado en la Cuar-
clave de fantasía, híbrido de pueblo toscano en el Caribe, ideado como lugar de ensoñación en el que
ta Historia de este libro–, Luis Gamborena y Luis Simpson (1948), entre otros, desempeñaron dentro de
alojar artistas en residencia, visitantes distinguidos y, eventualmente, realizar conciertos de calidad mun-
INFRATUR un rol importante en este proceso pionero en la planificación dominicana, en el que fueron lle-
dial en su bien logrado anfiteatro a la usanza grecorromana, causó un gran impacto en toda la región, no
vados a cabo los primeros estudios científicos de manejo del territorio y de los recursos naturales existen-
sólo en el país. Inicialmente criticado como un “falso” fuera de contexto –comparado a la población de
tes. El proyecto piloto, Playa Dorada, en Puerto Plata, requirió de una inversión inicial importante en in-
Guatavita en las sabanas bogotanas– Chavón se ha convertido con el paso de los años en un asenta-
fraestructura y la realización de algunas edificaciones para atraer los eventuales inversionistas privados que
miento turístico amable y acogedor, proveyendo al nuevo desarrollo de Casa de Campo de una especie
hoy hacen de este desarrollo, junto a los de Sosúa y Cabarete, en la misma costa, uno de los polos de
de “centro histórico” referencial, que de alguna manera dota de gravedad al conjunto. Obra del arquitec-
atracción más dinámicos del país.
to italiano Roberto Coppa, contó con el concurso de los arquitectos Tony y Danilo Caro, de CARALVA, en
Parcialmente producto de esta iniciativa, los jardines comienzan a ser estudiados e integrados a la arqui-
muchas de las obras de infraestructura y habitacionales.
tectura. Uno de los proyectos que tuvo una marca innegable fue el del arquitecto norteamericano William
Varios profesionales dominicanos se dedican notablemente a la disciplina del paisajismo, entre ellos: Jo-
Cox para Casa de Campo, en La Romana, y posteriormente su vigoroso e influyente Hotel Santo Domin-
chi Russo (1942-1993), Rafi Vázquez (1933), Miguel Vila (1943-2005), Rosángela Bobea (1952) y Mamo-
go (1976), una de las instalaciones hoteleras clásicas en las rutas del turismo capitalino, organizada en tor-
ru Matsunaga (1936). Russo configura en torno a su trabajo un grupo de estetas de demostrada capa-
no a patios de escala urbana suave y gentil y, nuevamente, preciosa jardinería. En la Historia siguiente de
cidad artística y crea un universo poético de gran impacto en la cultura nacional. Una de sus obras más
volumen,27
se explica con detalle la influencia de esta singular edificación. Proyectos tales como el
coherentes es la del jardín para las casas de la familia Moya, del Arq. Leopoldo Franco, en Cuesta Her-
de la casa Montagu del afamado arquitecto mexicano Marco Aldaco en Punta Águila, o los acercamien-
mosa. Suyo es también el paisajismo de Eurotel en Playa Dorada, de Oscar Imbert, pionero en este tipo
tos al tema hotelero de Imbert, en Punta Cana, resumen la potencialidad del tema turístico dominicano
de tratamientos de las áreas intersticiales hoteleras. Rafi Vázquez ha creado un paraíso en su casa co-
con calidad suficiente como para prever el futuro hoy en día realizado. Imbert, por ejemplo, ha desarrolla-
lonial de tres pisos frente a la Catedral y es el autor de numerosos jardines en hoteles, residencias y edi-
do un extenso catálogo de obras en la región, principalmente habitacionales de alta factura y arraigada
ficios públicos. Bobea se ha reconocido principalmente por su labor en el paisajismo del enclave de Ca-
sensibilidad, convirtiéndose, podría decirse sin exagerar, en el arquetipo tácito a seguir en muchas insta-
sa de Campo, uno de los lugares de mayor atractivo en el circuito vacacional dominicano. Matsunaga es
laciones hoteleras y privadas en el país. Su sobrino Antonio Segundo Imbert ha sabido recoger lo sem-
responsable de articular una mágica síntesis entre el típico jardín japonés y el jardín tropical. Su obra más
brado por Oscar y dotarlo de una nueva dimensión, más contemporánea y minimalista, como se verá.
reconocida es la del Jardín Botánico. Junto a ésta, otras de carácter institucional y doméstico han in-
La verdadera razón o motivo que llevó al empresario Charles Bludhorn, presidente de la Gulf+Western
fluenciado grandemente la cultura paisajística local.
este
Casa Diego de Moya en Santo Domingo. c.1980. Leopoldo Franco; jardines de Jochi Russo. Foto Onorio Montás. Uno de los hoteles en Playa Dorada, Puerto Plata. Foto Jochi Marichal. Arbol de Anacahuita en el Jardín Japonés, Jardín Botánico Nacional. 1974. Mamoru Matsunaga. Foto Ricardo Briones.
Dominicana, a realizar el conjunto de Altos de Chavón es realmente ignorada. La verdad es que este en-
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5.9
Las metáforas de la historia y la crisis de la generación moderna Después de dos reelecciones y doce años en el poder, se reduce temporalmente la magia de Balaguer en el manejo de los destinos nacionales. Son, además, tiempos de cambio en la escena arquitectónica internacional. Surge una nueva generación de la posmodernidad. Son los momentos propicios para la
En primer plano, el Pabellón Recreativo del Santo Domingo Country Club, 1984, de Plácido Piña. Al fondo el Club House principal, 1984 de Rafael Martínez, Pujadas y Armenteros. Foto Onorio Montás.
reflexión provocada por Venturi,28 Rossi,29 Jencks30 y muchos autores más, emergentes en el país a través de la obra de Miguel Vila (1943), Apolinar Fernández (1948), Pedro José Alfonso (1941), Plácido Piña (1945), Marcelo Alburquerque (1949), Bichara Khoury (1947), Harry Carbonell (1949), William –Pichi– Vega (1948), Fernando Ottenwalder (1953), Juan Emilio –Juanín– Pérez Morales (1950), Angel Giudicelli (1951), Oscar Imbert (1953), Eduardo Lora (1953), Antonio Hernández (1952), Chito Rodríguez Zorrilla (1954), Carlos Jorge (1955), Carlos Reid (1956), Gustavo Luis –Cuquito– Moré (1956), Raymundo López (1953), Tácito Cordero (1955) y muchos jóvenes más, que definen una nueva actitud frente a la realidad: son los tiempos de la rebeldía ante el Moderno, de la redefinición de una identidad autónoma, basada en las posibilidades de relectura del tiempo y del espacio propios.31 La mirada es introspectiva, regional, crítica. Los paradigmas cambian, la modernidad es otra, incluso aún hoy, se está por descubrir. El Grupo Nueva Arquitectura establece su Hoja de Arquitectura semanal y su revista Arquivox,32 abriendo un espacio intelectual que en poco tiempo alcanza resonancia regional, no sólo nacional. Sin saberlo, este grupo de jóvenes se convierte en el vehículo de motor de cambios insospechados. Mientras acontecía este flujo incontenible de proyectos, la academia procuraba mantenerse al día. Las nuevas facultades de la UNPHU, la PUCMM y otras que eventualmente surgieron, elevaron las opciones profesionales de estudio a más de 8 escuelas, algunas de ellas previsiblemente efímeras. La UNPHU se constituye en la escuela que produce los autores más destacados, basando su filosofía en una visión conceptual de la práctica instalada en la síntesis entre las artes y las ciencias y en la configuración de profesionales integrales, diestros tanto en la práctica como conocedores de la teoría y la historia. Procuraba definir el perfil de un arquitecto hábil en su oficio y responsable ante los reclamos de una sociedad en pleno proceso de construcción. En 1973, la UNPHU realiza con gran éxito el Seminario Santo Domingo 2000,
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Conjunto de apartamentos en el Parque Mirador Sur, Santo Domingo. 1974. Atilio León, CCC. Archivo Atilio León. Sección del Malecón de Santo Domingo intervenida después del Ciclón David, 1979-1981. Cristóbal Valdéz et al. Esta zona frente al antiguo Partido Dominicano fue detallada y construida por Apolinar Ferneandez de Castro. Archivo Cristóbal Valdéz.
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desarrollando un revelador análisis prospéctico sobre el futuro de la ciudad capital. La UNPHU estrena en
El desarrollo paulatino de los polos turísticos es efectivamente un segundo flujo que ha adquirido un ver-
el país las primeras cátedras e investigaciones programáticas en torno a la historia de la arquitectura do-
tiginoso ritmo de crecimiento. Punta Cana, Bávaro, Bayahíbe, Juan Dolio, Boca Chica, Puerto Plata, So-
minicana, extendiendo el ámbito tradicional de estudio de la colonia hasta nuestros días.33 Tres decanos
súa, Cabarete, en fin, toda la geografía dominicana, principalmente costera, ha recibido inversiones lo-
memorables sobresalen en su desarrollo: el primero, Roberto Bergés, seguido por Luis Eduardo –Pipí–
cales y extranjeras de gran impacto en la economía nacional. El itinerario de infraestructuras arquitectó-
Delgado (1941) y Atilio León.
nicas aún está por ser estudiado de manera coherente por la crítica local e internacional.
La UASD tuvo una sucesión de decanos notables (Calventi, Gautier, Fermín, García, Fernández, Sánchez
Otros esquemas, tales como las zonas francas, comienzan a ser explorados en esta época, de gran pre-
Córdoba, etc...), que a su vez mantenían prácticas muy fértiles en la esfera privada. Allí se asumían las
sencia en casi todos los centros urbanos capaces de permitir el acceso de la mano de obra a este mo-
diversas influencias internacionales con total apertura. Tres intereses se destacan: El Método Lógico ins-
delo de explotación. El aspecto cualitativo del proyecto es, sin embargo, poco notable o inexistente, sal-
taurado por Eduardo Rozas, proveniente de Cuba. (Geoffrey Broadbent viene al país como resultado del
vo en escasas excepciones.
encanto producido por sus teorías metodológicas);34 la visión social ideológicamente comprometida pro-
Dramáticamente, el proceso de arrabalización de áreas marginales aumenta, con peligroso saldo pen-
movida por Ramón Martínez, también de afiliación académica cubana, desde sus cátedras de Historia
diente de la administración pública. Los variados proyectos redactados sucesivamente por las agencias
de la Arquitectura; y, posteriomente,35 la búsqueda de una arquitectura climática y ambientalmente cons-
municipales y centrales han sido incapaces de detener esta mancha de informalidad resultante de los
ciente, conceptos defendidos por los profesores Luis Lajara, Rafael Arvelo, Rogelio Batista y otros, algu-
ineficaces procesos de desarrollo y concertación nacionales.
nos de ellos egresados de escuelas francesas.
Ante los destrozos ocasionados por el ciclón David en el territorio nacional, particularmente en el male-
A fines de los años 70 se evidencian determinados flujos de actividad arquitectónica, algunos de los cua-
cón de Santo Domingo, la nueva administración central del PRD, organiza un proceso de reconstrucción
les se han consolidado y constituyen hoy la base del catálogo existente, a ser expuesto en el capítulo si-
que deja huellas. Una de ellas, es el esfuerzo dirigido desde el Ayuntamiento del Distrito Nacional por
guiente de esta obra.
Cristóbal Valdez y un selecto grupo de jóvenes arquitectos, en la redefinición del paisajismo del borde
La inversión en bienes raíces, apoyada por algunas normativas que persiguen el ordenamiento y la den-
costero capitalino. Por vez primera se ensaya en el país una propuesta de diseño urbano moderna, arrai-
sificación del territorio urbano, es posiblemente el flujo más poderoso. En Santo Domingo, avenidas co-
gada en su espacio y su tiempo. La arquitectura siempre ha sido considerada un arte concreto, de sóli-
mo la 27 de Febrero, la John F. Kennedy, la Bolívar, la Anacaona, la Sarasota, son destinadas por la le-
do impacto en el espacio. Su naturaleza proyectual es, sin embargo, otra, más bien sustentada en la ima-
gislación municipal a recibir un mayor coeficiente de edificabilidad. Calles secundarias, terrenos baldíos,
ginación. “Hoy más que ayer y menos que mañana...”, “...vive de ilusión la realidad...”36 Proféticamente,
extensiones situadas al margen de la ciudad formal, comienzan a ser impactados por el mayor índice de
escribe Pedro Vergés en el afiche conmemorativo a la destrucción del Hotel Jaragua en 1985: “Somos
crecimiento urbano jamás visto en la historia, hasta ese momento.
en el planeta la huella de los hombres en la luna”.37
Biblioteca Central de la UNPHU, Santo Domingo. 1982. Roberto Bergés. Foto Ricardo Briones. Vista del conjunto formado por los hoteles Santo Domingo sur (William Cox, 1976) y norte (Guillermo González, 1955). Foto Onorio Montás. Afiche de la galería Boynayel realizado por el artista Rafael Álvarez en ocasión de la demolición del Hotel Jaragua, 1985. Archivo AAA. Foto Ricardo Briones.
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6
LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA DOMINICANA 1978-2008
José Enrique Delmonte Soñé
6.1
La lectura de un recorrido La idea de una arquitectura dominicana se convirtió en tema preocupante a principios del decenio de 1980 con la incursión de un grupo de jóvenes arquitectos motivados por el deseo de definir una imagen propia. La creación de una arquitectura que respondiera a las condiciones culturales y ambientales del país fue el objetivo de este grupo que trataba de abrirse camino a pasos agigantados en el escenario local. Influenciados por las nuevas propuestas internacionales que planteaban la ruptura del moderno y por
Doble página anterior: Imagen del edificio Intercentro en Santo Domingo. Sandy & Babcock, Arquitectos (Miami) con Franc Ortega. Foto Jochi Marichal. Detalle del edificio del Centro León en Santiago. Pedro José Borrel, 2000-2003. Foto Jochi Marichal.
las enseñanzas de algunos profesores de las escuelas de arquitectura, los nuevos arquitectos se enfrentaron a la desvalorización de los dogmas de la arquitectura académica vigentes en el país desde mediados del siglo XX. La conciencia de qué es el dominicano, si existía una arquitectura dominicana y, de no haberla, cuándo y cómo hacerla, dirigió el pensamiento de la arquitectura a fines de los años setenta. Con anterioridad, estas preocupaciones ocuparon la atención de los arquitectos dominicanos de generaciones precedentes, quienes exploraron concepciones espaciales, interacciones con el contexto o la introducción de detalles y elementos que acercaban la arquitectura al medio local y a sus condicionantes ambientales y so-
Ingreso a doble altura de La Viña de El Catador, en Santo Domingo. Juan Cristóbal Caro y Gustavo Luis Moré. 2007. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA. Residencia en el barrio de La Zurza, Santiago, c. 1980. Raymundo López y Tácito Cordero. Foto Gustavo Luis Moré. Interior de la tienda La Época, en el sector de Los Jardines, Santiago. 2004. Lowell Whipple y Luis Bisonó. Foto Lowell Whipple/Archivo AAA.
ciales.1 Estas exploraciones tempranas, muchas de ellas desarrolladas en proyectos privados diseminados en los sectores suburbanos de Santo Domingo y de Santiago, principalmente, formaron parte del lenguaje de la arquitectura al menos durante dos décadas, y sucumbieron ante las constantes pérdidas o transformaciones parciales que se iniciaron en la misma década de 1970.
Paseo marítimo George Washington o Malecón de Santo Domingo. Al fondo, la desembocadura del rio Ozama y más allá, Sans Souci. Foto Ricardo Briones.
La aspiración de conformar una arquitectura mejor adaptada a la realidad dominicana que tanto preocupó a principios del decenio de 1980, coincidió con similares condiciones en varios países de la región. Allí también el impulso por hacer una arquitectura comprometida culturalmente con sus respectivos países –desde el punto de vista histórico, social, cultural y económico– estaba en ebullición y se convirtió en un tema común de la región a través de los intercambios entre los profesionales que hacían arquitectura en el Caribe. Las perspectivas de colocar la preocupación por la arquitectura representativa de la geografía antillana, abrían unas posibilidades hasta entonces desconocidas por los arquitectos de la re-
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Obelisco de Santo Domingo, originalmente realizado en 1937 para conmemorar el cambio de nombre de la ciudad. Diseño de Trene Pérez y construcción del Ing. Rafael Bonelly. Hoy acoge silente múltiples manifestaciones culturales. Foto Ricardo Briones.
gión y les permitió reconocerse a través de códigos similares que solidificaban su búsqueda. La fuerza
Fachada oeste de la Catedral Metropolitana de Santo Domingo, sometida a un proceso continuo de restauración desde los años sesenta hasta la fecha. Foto Jochi Marichal.
impuestos por una arquitectura internacional que inducía a la exploración interna y a la liberación de los
Imagen de la demolición del hotel Jaragua, 1985. Foto Gustavo Luis Moré/Archivo DoCoMoMo Dominicano. Interior del Centro de Arte y Arquitectura Makana, hoy desaparecido. Diseño de Eduardo Guzmán con Orlando Menicucci, c. 1995. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA.
de este proceso y la justificación del mismo coincidieron con el escenario internacional posmoderno que se encontraba en la cúspide. Parte de los anhelos de la nueva generación de arquitectos caribeños tiene su base en los parámetros
prejuicios en contra de los valores que la historia contenía.2 En consecuencia, muchos arquitectos se sintieron comprometidos con la construcción de un discurso que reflejara el orgullo por su pasado y la revalorización de las soluciones arquitectónicas anteriores. La revisión de la arquitectura de 1980 a 1990 en la República Dominicana3 permite afirmar que su propuesta estuvo encaminada hacia el logro de una imagen estético-formal apoyada en los patrones históricos, en las soluciones populares y en la introducción de los elementos vernáculos, que se manifestaría con más fuerza en la década siguiente, cuando las condiciones geopolíticas reorganizaron la visión del mundo.4 Muchos de los planteamientos adoptados por esta generación podrían ubicarse en las experiencias del proceso de rescate del patrimonio histórico, que iniciado en 1967 con la creación de la Oficina de Patrimonio Cultural 5 y acrecentado con la restauración de los principales monumentos coloniales afectados por el sismo del 4 de julio de 1971, dispusieron de información de una arquitectura que existía pero que se desconocía en su esencia.6 El estudio de la arquitectura histórica de Santo Domingo y de otros centros urbanos del país disparó en esta generación un deseo de investigar sobre sus características, sus particularidades y sus elementos, y les permitió hacer comparaciones con el patrimonio histórico de la región. La valoración de la arquitectura histórica acrecentó en ellos, hasta cierto punto, el sentido de orgullo de la dominicanidad y sirvió de motivación para conformar la idea de pertenencia. Todo este proceso de redescubrimiento de la arquitectura histórica originó un fenómeno de indagación hacia otras manifestaciones estéticas, en el que el estudio de la arquitectura del período republicano
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Corredor interior del Santo Domingo Country Club. 1984. Plácido Piña y asociados. Foto Jochi Marichal.
(1844-1930), la arquitectura popular y la vernácula, fueron reconocidas por primera vez como fuente de
ciencia y de operatividad, de institucionalidad, de intereses políticos y hasta de corrupción. Quizás fue la
estudio y valoración. Este sentido de valoración de lo heredado conformó un espíritu de conservación
primera vez que la arquitectura ocupó la principalía en los medios de información y enfrentó diversos sec-
Interior del desaparecido St. Michel's Grand Café, diseño de Gustavo Luis Moré con Jordi Masalles, 1988. Foto Gustavo Luis Moré.
que incidió en el pensamiento de la generación y le dio dirección a su accionar.
tores de la vida pública y hasta a los diferentes poderes del Estado. La demolición afectó la confianza de
La aplicación de ciertos esquemas de la arquitectura, previos al Movimiento Moderno, fue considerada
los arquitectos en cuanto a su propia valoración como grupo profesional de importancia en la vida na-
casi como estandarte en los proyectos de arquitectura. El clima, los filtros, los materiales tradicionales,
cional, que sintieron el peso de los intereses económicos y políticos sobre su débil posición académica.
la espacialidad de los esquemas populares, entre otros, fueron temas cada vez más preponderantes en
Como consecuencia, la desaparición sistemática de inmuebles con valor arquitectónico diseminados por
los planteamientos del diseño académico. Este fenómeno, gradual y cada vez con mayor incidencia, tu-
las principales ciudades se aceleró en poco tiempo, arrastrando consigo ambientes equilibrados, hasta
vo su apogeo a finales de la década de 1980, y coincidió con la realización de los primeros eventos re-
el punto de que centros históricos que se encontraban casi intactos a principios de la década de 1970
gionales y continentales, donde los arquitectos del Caribe tuvieron la oportunidad de encontrarse y mos-
se descomponían en muy poco tiempo, frente a los ojos de la sociedad en su conjunto. Han sido verda-
trar sus preocupaciones por crear un espacio común para ellos. En efecto, los primeros Encuentros de
deros sucesos negativos los casos de Puerto Plata, Santiago, San Pedro de Macorís, La Vega, Samaná,
Arquitectura y Urbanismo del Caribe, junto con la creación de las bienales nacionales y las invitaciones a
Montecristi y el sector de Gazcue en Santo Domingo.
bienales regionales, abrieron las oportunidades para intercambiar criterios y reconocer las mismas preo-
A pesar de ello, la demolición del Jaragua permitió agrupar arquitectos de distintas generaciones y abrió
cupaciones. El despertar de la arquitectura como elemento de identidad de la cultura dominicana tuvo
el escenario para la reflexión y el estudio de la arquitectura dominicana en toda su dimensión. Los even-
su momento culminante con la demolición del Hotel Jaragua en 1985, a pesar de las acciones prece-
tos académicos y profesionales surgieron con impulso a partir de la segunda mitad del decenio de 1980
dentes que contribuyeron a su conformación.
y el interés por valorar la arquitectura perteneciente a períodos históricos más recientes se incrementó.
Las manifestaciones para su preservación acapararon la atención del momento y abrieron el debate acer-
En las escuelas de arquitectura se incluyeron las materias Historia de la Arquitectura Dominicana y Con-
ca del valor de la arquitectura –la arquitectura reciente– como bien cultural. El enfrentamiento entre el in-
servación de Monumentos, en un esfuerzo por impulsar, en las nuevas generaciones, el entendimiento
terés político, económico y el valor cultural fue el tema protagonista, y los arquitectos se colocaban por
del proceso de la arquitectura local y su compromiso por estudiarla, valorarla y preservarla. El espíritu de
vez primera ante la necesidad de defender sus criterios sobre la importancia del inmueble como eslabón
reflexión motivó la formación de grupos de estudio y divulgación que se encargaron de organizar even-
de la cultura dominicana y su condición de referente, frente a un amplio sector que no entendía estas
tos para el debate y el conocimiento de la arquitectura como elemento primordial de la cultura domini-
afirmaciones y lo visualizaba como un simple resultado de las leyes del mercado. Los temas debatidos
cana. La incidencia de estos eventos se reflejó en la conformación de otros grupos de investigadores y
fueron amplios, e incluían cuestiones de índole económica, de turismo, de imagen, de conservación, de
profesionales preocupados, que generó publicaciones aisladas y periódicas, asociaciones e instituciones
valoración del patrimonio contemporáneo, de la identidad nacional, de memoria y de nostalgia, de efi-
que han sido muy importantes para el entendimiento de la arquitectura dominicana en su conjunto.7
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Fachada desde la playa de la residencia de Oscar Imbert, en la Marina de Punta Cana. c.1994. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA. Fachada de uno de los edificios de habitaciones del Hotel Capella Beach Resort, en Juan Dolio, del Arq. Miguel Vila Luna. c.1990. Foto Gustavo Luis Moré.
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6.2
Hacia un regionalismo posmoderno A mediados de la década de 1980, algunas obras reflejaban una imagen seudo-nacional o regional, apoyada en la combinación de elementos decorativos, el manejo del espacio y composiciones formales del pasado. La falta de investigaciones más profundas y continuas terminó por agotar los recursos
Fachada principal de la residencia Luna Ferraris, en Los Pinos, Santo Domingo, fue una de las viviendas más admiradas en su tiempo. Miguel Vila Luna. 1978-1980. Foto Onorio Montás.
creativos y la arquitectura cayó en una repetición que desvirtuó los procesos originales y la encaminó a un callejón de difícil salida. La arquitectura fue utilizada como un producto de imagen para las corporaciones financieras locales –bancos, financieras, casas de cambio, compañías de seguros, etc.– que en la mayoría de los casos transformaban un edificio existente –residencias unifamiliares, preferiblemente– con la introducción de elementos propios del lenguaje historicista. La crisis económica de finales del decenio provocó una desaceleración del fenómeno. Muchos arquitectos se vieron en la necesidad de emigrar y un grupo de oficinas de arquitectura se convirtió en medio para los promotores dispuestos a incidir en el diseño de los arquitectos, imponiendo gustos y esquemas con un interés únicamente comercial. Esta situación, que se mantiene aún en la actualidad, impuso modelos importados y soluciones poco alentadoras, aunque comercialmente exitosas. La idea del arquitecto provocativo e impulsador de propuestas particulares fue sustituida por el inversionista promotor –entre los que había y hay muchos arquitectos involucrados– que entendían la arquitectura como parte del proceso de su gran empresa inmobiliaria. Esta situación debilitó los ideales de una gran parte de este grupo de jóvenes, quienes apostaban originalmente por la arquitectura nacional y los trasladó hacia otros horizontes e intereses personales. Los preparativos para la conmemoración del Quinto Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América, en 1992,8 crearon toda una atmósfera de reevaluación de la cultura dominicana y su papel dentro del escenario internacional. Con la idea de que el país sería la sede de los más importantes eventos conmemorativos, el espíritu popular se fue concentrando en conocer los detalles del pasado histórico y valorizar la importancia de la isla de Santo Domingo como inicio de la cultura occidental y de la evangelización en todo el continente. La responsabilidad de este legado histórico dirigió las preocupaciones de
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Sede del Instituto Postal Dominicano, diseño de Pedro Haché y Lil Guerrero. 1987. Foto Jochi Marichal.
los intelectuales hacia el estudio de todas las manifestaciones culturales de la nación y un impulso co-
Edificio de Oficinas de Apoyo al Palacio Nacional. Avenida México, Santo Domingo. c. 1990. Arq. Pedro Haché. Foto Ricardo Briones.
lectiva durante algunos años. A pesar de las críticas acerca de la preponderancia de la cultura hispánica
Típico espacio para el comedor de uno de los resorts “todo incluído” en la costa este en la República Dominicana. Foto Jochi Marichal.
en diversos sectores.
lectivo hacia la investigación, publicación y promoción de estas manifestaciones acaparó la atención co-
en detrimento de otras manifestaciones africanas, indígenas y del mestizaje regional, las reacciones permitieron investigar, valorar e incorporar estos temas que hasta el momento no habían sido preocupación
El efecto que este ambiente creó en la arquitectura fue notorio. Las referencias al clasicismo sirvieron de estandarte a las propuestas gubernamentales y se convirtieron en imagen de las obras del Estado diseminadas en la geografía nacional. En el sector privado la oferta fue distinta, pues a pesar de que el posmodernismo tuvo sus seguidores, en la mayoría de los casos las propuestas respondieron a una pluralidad compositiva. En medio de un ambiente en el que predominaban los esquemas formales neoclásicos para edificios institucionales y habitacionales –con insistencia en la adición de detalles ornamentales en las fachadas y el recurso de la simetría como base compositiva– surgieron otras expresiones totalmente opuestas que abarcaron desde lo vernáculo hasta lo fractal.9 La osadía de algunos arquitectos de adoptar materiales tradicionales de la construcción popular dominicana e incorporarlos en proyectos de cierta importancia, junto a la experimentación con esquemas de organización y jerarquía espacial de la arquitectura vernácula-popular, abrió el camino para la diversidad que dominó la década de 1990. Esta brecha, que en un principio fue recibida quizás como un divertimento de esos autores, se convirtió en alternativa de diseño. Como consecuencia, la sumatoria de referentes culturales en las propuestas fue cada vez más diversa y, a medida que el proceso se desarrollaba, las complejidades y contradicciones fueron alcanzando puntos máximos. La preocupación por la expresividad y el interés por descubrir alternativas con las cuales destacarse, condujeron hacia la novedad como objetivo de toda la generación. La novedad –el último de los temas
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Casa Saleme o “El Edículo”, en Juan Dolio. 1983. Plácido Piña y asociados. Foto Onorio Montás.
que caracteriza la arquitectura dominicana– resumía la capacidad creativa de los autores y les permitía
estilos dentro de la contemporaneidad fue tan veloz como la subida y la caída de los comercios que pro-
incursionar tanto en las tradiciones de la región como en las tendencias de la arquitectura del momento.
piciaron las obras. El dinamismo de la economía dominicana que, luego de una grave crisis a principios
Maqueta para el condominio “El Triángulo”, en Santo Domingo. c.1991. Plácido Piña. Foto Gustavo Luis Moré.
Este ejercicio de planteamientos en la imagen arquitectónica diversificó el escenario y lo condujo a una
de los noventa, se consolidó y creció vertiginosamente, creó un ambiente de inversiones y competencia
pluralidad cada vez más heterogénea con el objetivo de transmitir notoriedad en las propuestas. Ser no-
para negocios y empresas no tradicionales en el país. Esta condición de estabilidad permitió, además, la
vedoso, en cierto modo, significaba no parecerse a nadie, a pesar de su alta dependencia de los fenó-
instalación de marcas internacionales que incidieron en la mentalidad de los dominicanos y les transmi-
menos transitorios de la arquitectura a nivel internacional.
tieron un espíritu de apertura, modernidad y progreso. Los códigos y esquemas de estas empresas mo-
El tema de la novedad recibió una influencia directa y un empuje con la idea de modernidad que fue im-
dificaron la forma de exhibición en los comercios e introdujo con fuerza la idea de la identidad de marca
pulsada desde el Estado, durante los últimos gobiernos de la década de 1990. La obsolescencia de los
a través de la arquitectura y sus componentes. La preocupación por el detalle, la selección del mobilia-
dogmas y la recomposición de la geopolítica mundial motivaron al abandono de las teorías y preocupa-
rio, los colores, la funcionalidad, la higiene y hasta la señalización, por ejemplo, abrieron una nueva pers-
ciones que manifestaba la cultura hasta finales de los ochenta. La duda, como fundamento del relativis-
pectiva para afrontar los encargos de diseño. Es indudable que los trabajos de interiorismo, con su com-
mo contemporáneo, permitió que los arquitectos se despojaran de ciertos valores y compromisos adqui-
pleja preocupación por lo mínimo y su marcado interés por provocar sensaciones en los usuarios o con-
ridos con la sociedad –la idea de una arquitectura social, por ejemplo–, y les condujo al reordenamiento
sumidores, influyeron en los trabajos arquitectónicos.
y selección de las ideas que se ajustaran a sus propias aspiraciones y a su personalidad. Esta reorgani-
El crecimiento físico vertiginoso que han experimentado las principales ciudades del país ha transforma-
zación de los valores provocó que la arquitectura adquiriera un sentido de producto de consumo –en
do las características formales de su arquitectura. La velocidad del cambio se ha producido frente a unas
consonancia con el fenómeno de la globalización– y, como tal, estuviera llamada a satisfacer la curiosi-
ciudades que carecen de planificación y proyección de su futuro inmediato, o de existir, son altamente
dad de los consumidores. En consecuencia, la preocupación por producir un ente arquitectónico que tu-
vulnerables y han sido omitidos por los involucrados en su aplicación. La improvisación y el dominio de
viera la suficiente definición para ser identificado dentro del escenario local condujo a la exaltación de la
los intereses particulares han prevalecido sobre los intereses de la comunidad y las ciudades han cam-
novedad como objetivo de los autores. Estas condicionantes contrastan, definitivamente, con las ideas
biado en manos de promotores privados impulsadores de las pautas a seguir. Muchos de los sectores
de unidad de inicio de los ochenta –de principios de identidad nacional–, las cuales fueron sustituidas
urbanos que contenían una definición o vocación hacia un perfil determinado, han sido sometidos a mo-
por la novedad como síntesis de la individualidad –la identidad personal.
dificaciones de la unidad ambiental y formal que les caracterizaba.
Si algo caracterizó el decenio de los noventa fue la velocidad con que se produjeron estos cambios en
Como consecuencia, la diversidad de estas intervenciones, –muchas de las cuales, inclusive, han modi-
la arquitectura. En poco tiempo, los ejemplos de obras se sustituían por propuestas diferentes, donde la
ficado la escala tradicional– ha contribuido con la pluralidad de propuestas que se caracterizan por la fal-
trascendencia se resumía en la conformación de una imagen de lo actual. La carrera de tendencias de
ta de unidad y coherencia. Muchos de los criterios de compromiso asumidos por los arquitectos en épo-
Uno de los gazebos de la finca “La Cuaba”, de Plácido Piña, Andrés Julio Sánchez y César Curiel. 2001. Foto Gustavo Luis Moré/Archivo AAA.
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Torre Libertador, obra del Arq. Rafael Calventi en la avenida Anacaona de Santo Domingo, c.2000. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA. Torre Lloret del Mar en el sector de Paraíso, Santo Domingo, c.2000. Eduardo Lora Bermúdez. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA. También el la avenida Anacaona, Torre Azul, diseñada por la firma Sandy & Babcock. c.1998. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA. Torre Rivoli, de Juan Pérez Morales en La Esperilla, Santo Domingo. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA.
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cas anteriores, tales como la sensibilidad urbana y su aportación al mejoramiento de la ciudad, han sido subestimados en las propuestas agrupadas dentro de la pluralidad. El perfil de las ciudades, en general, se proyecta desarticulado en cuanto a la forma, la escala, la volumetría, la integración al espacio público, la imagen, y se presenta discontinuo en su proceso de consolidación. Dentro de este ambiente de incursiones menores, aunque mayoritarias, es importante enfatizar otro aspecto de la arquitectura dominicana actual que se resume en la nueva escala de los inmuebles. Es
Imagen aérea del Polígono Central en Santo Domingo, donde se concentra la mayor cantidad de edificaciones verticales dentro de la ciudad. Foto Ricardo Briones/ Archivo AAA. Vista parcial del Polígono Central. Foto Ricardo Briones/ Archivo AAA. Vista aérea del Boulevard de la 27 de Febrero en su cercanía a la avenida Winston Churchill. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA.
evidente que los proyectos de arquitectura de cierta importancia han sido realizados en escalas mucho mayores que en décadas anteriores. Esto ha sido posible como consecuencia del crecimiento económico que ha permitido que las inversiones superen cada vez las anteriores y, por tanto, los edificios hayan adquirido otras denominaciones y dimensiones que les hacen diferenciarse del resto como megaproyectos. Con este vocablo se quiere hacer referencia a la magnitud de la inversión, en la
que el inmueble contiene proporciones que ameritan la conformación de equipos interdisciplinarios y programas de diseño complejos que involucran la participación de tecnología muy actualizada. Los edificios en altura y los grandes centros comerciales han dado paso, en los últimos años, a proyectos que pretenden, inclusive, transformar la imagen de las ciudades y sus características tradicionales, en un proceso que ha enfrentado sectores con criterios muy distintos. Es evidente que los cambios a que serán sometidos en breve la capital del país y otros centros urbanos más importantes, alterarán la realidad de un desarrollo que se acerca a nuevas oportunidades y que contiene enormes divergencias con los esquemas tradicionales. Las inversiones en las áreas turísticas y sus ramifica-
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Conjunto de edificios residenciales diseñados por María Fernanda Rosario y Ja'el García, Torres Taymeé (2000) y Michelle Natalia (2005). Foto Ricardo Briones/ Archivo AAA. Perfil formado por varios edificios de la avenida Anacaona en Santo Domingo. Foto Jochi Marichal/ Archivo AAA. Torre Logroval en el ensanche Piantini, diseño de José Horacio Marranzini y Alejandro Marranzini, 2006. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.
ciones dentro de la industria del ocio y del comercio, por ejemplo, han permitido la intervención de proyectistas internacionales que aportan criterios distintos de explotación del suelo y de soluciones arquitectónicas. Es previsible que, a medida que el país se asocie en bloques regionales, se introducirán grandes firmas de arquitectura y construcción con alto grado de tecnología, experiencias y recursos, que modificarán la manera de proyectar y harán de la construcción un sistema cada vez más complejo. Puede que este proceso demande de los arquitectos dominicanos mayor dominio de códigos10 y especializaciones y que, dentro de esta nueva manera de proyectar, se produzcan cada vez mejores obras. Sin embargo, se presenta el reto de hacer una arquitectura dominicana más comprometida con los intereses de la nación, es decir, más cercana a las aspiraciones de bienestar físico y espiritual del dominicano o, sencillamente, proyectar obras con vocación exclusivamente internacional, con referencia al sentido global de ser humano del siglo XXI. La reunión o separación de ambos criterios será el objetivo de la nueva generación de arquitectos dominicanos.
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6.3
Algunos hechos significativos en la arquitectura contemporánea local En la historia de la arquitectura dominicana han existido momentos y acciones que han marcado nuevos cursos en la ruta de su desarrollo. Algunos muy complejos, otros simples, han condicionado el escena-
El hotel Santo Domingo, diseño de William Cox, 1976. Foto Onorio Montás.
rio para aceptar o rechazar las nuevas propuestas del momento. El cambio del color de la pintura del hotel Santo Domingo en 1977, por ejemplo, un hecho simple, hasta cierto punto intrascendente y olvidado, provocó comentarios que condicionaron a los propietarios del referido hotel a retornar al color blanco original de la edificación.11 La aplicación de una capa de pintura amarillo mostaza afectó la sensibilidad estética de los ciudadanos que no aceptaron esta incursión cromática en un edificio que se asumía blanco con tejas rojas hasta la eternidad. El hotel Santo Domingo, 1976, diseñado por el arquitecto norteamericano William Cox y decorado por el diseñador dominicano Oscar de la Renta, manejó un criterio arquitectónico que hacía referencia a la arquitectura colonial por su organización basada en patios interiores, corredores y espacios abiertos en primera planta, techos inclinados alternados, grandes arcos de medio punto reiterativos en todo el volumen, escala interior monumental y uso de materiales tradicionales como el ladrillo, la madera, las tejas y la piedra, entre otros.12 El esquema marcó un rompimiento con el tipo de hotel citadino que se organizaba en un volumen compacto y con habitaciones dispuestas en pasillos lineales, colocado de frente a las vías o con vista hacia ellas, cuyos antecedentes más notables en Santo Domingo habían sido el Jaragua,13 El Embajador,14 y el Paz o Hispaniola,15 todos con un esquema de volumetría unitaria con aperturas seriadas y con elementos estéticos respetuosos de la arquitectura moderna. Según testimonio de personas que participaron en la construcción, al hotel le fue aplicada una capa de pintura blanca en sus superficies hasta tanto el diseñador Oscar de la Renta determinara el color final. El Santo Domingo respondía a un concepto de suburbio campestre, reposado sobre un gran lote en contacto con el borde y con avenidas importantes de la ciudad, organizado en dos cuerpos alternados dispuestos sobre patios internos. Si se parte de estos detalles podría establecerse que esta obra es una de las primeras marcas de la
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Inusual vista del hotel Santo Domingo con su color blanco original, c. 1976. Foto Gustavo Luis Moré.
transición entre la arquitectura moderna y la posmoderna en la ciudad de Santo Domingo, en un mo-
Lowe’s,16 en el Comodoro (hoy con cambio de uso) y en el Napolitano (transformado en su interior).
mento en que todavía los arquitectos dominicanos no manifestaban preocupaciones por la estética
Los antecedentes en el uso de materiales distintos en el hotel Santo Domingo pueden ubicarse tanto
Dos vistas de los patios interiores del hotel Santo Domingo. Foto Ricardo Briones.
posmoderna. En sus principales obras, por el contrario, apostaban por un desarrollo pleno del lengua-
en la arquitectura del período colonial y la de principios del siglo XX, como en el proyecto de Casa de
je moderno. Uno de los ejemplos más significativos de esta afirmación lo constituye la Plaza de la Cul-
Campo, en La Romana, que tiene influencia de los estilos de la zona oeste de los Estados Unidos y
tura (1972-1976), el conjunto de arquitectura institucional más importante del último cuarto del siglo
México.
XX en Santo Domingo. Cada una de las obras allí edificadas presenta soluciones formales dentro del
El proyecto del Centro Cultural del Instituto Cultural Dominico-Americano, de William Reid y Eric Wistz-
lenguaje moderno.
ler, construido con posterioridad,17 refleja el tratamiento de los materiales como protagonistas de la
La protesta por el cambio cromático del hotel Santo Domingo evidencia una acción a destiempo. En
composición arquitectónica, ya no tan sólo en detalles de pisos o elementos decorativos, sino como
un ambiente estético purista y con marcado gusto por la expresión abstracta, el amarillo mostaza re-
un recurso de una fuerza poderosa en las superficies, espacios interiores, mobiliario, componentes
sultó, sencillamente, una ofensa para el gusto colectivo del momento. Años después y en pleno apo-
funcionales y propuestas ambientales. En este proyecto Reid y Wistzler reiteran el papel fundamental
geo del movimiento posmoderno en la ciudad, el hotel fue finalmente pintado con el color anteriormen-
del patio interior como elemento integrador de la operatividad de la obra y transmiten sensaciones muy
te rechazado sin que produjera el más mínimo comentario negativo. Fue recibido con agrado y per-
específicas en los usuarios, lo que contrasta con el entorno contaminado de ruidos e imágenes de-
manece hasta el presente, mientras la mayoría ya no recuerda sus superficies originales blancas con
gradantes.
tejas rojas.
En 1980 se construyó uno de los edificios más importantes de la década: la sede del Banco Hipoteca-
Es evidente que el manejo del diseño interior de este hotel también trazó el camino para el uso de ma-
rio Dominicano, hoy BHD, de Plácido Piña con Harry Carbonell. En esta obra se advirtieron ciertas liber-
teriales y técnicas de uso común en la arquitectura popular del país. La combinación de los materia-
tades formales de la arquitectura moderna, con una novedosa disposición hacia el espacio urbano que
les rústicos y calados de madera, los grandes tragaluces sobre las puertas, el tratamiento de las tex-
permitía al edificio actuar como una pieza coherente e integradora con la ciudad. La secuencia espacial
turas de las superficies y la ambientación a través de la iluminación artificial puntual y difusa, fueron
producida desde la calle hasta el interior, motivó a los arquitectos locales hacia la valoración del empla-
parte de los recursos que esta arquitectura de transición introdujo en la década de 1970. Estos deta-
zamiento en el desarrollo de sus proyectos arquitectónicos y a convertirlo en un tema importante en el
lles tampoco formaban parte del lenguaje moderno del momento, cuando en su mayoría predomina-
diseño. La idea de calle, acera, jardín, terraza, plaza, porche, portal de entrada e interior, fue paradigmá-
ba el uso del piso de vaciado de granito, las superficies blancas de pañetes lisos, ventanas de alumi-
tico para la arquitectura de principios de la década de 1980, efecto que tenía su referencia en la nueva
nio y vidrio, preferiblemente con celosías, los techos bajos y planos, la luz general cenital y las alfom-
sede del Banco Central, de Rafael Calventi, en 1974.18 Los arquitectos desarrollaron, además, los con-
bras. Ejemplos de estos recursos pueden observarse en otros hoteles de la década de 1970, como el
ceptos de apertura-cierre, visuales-no visuales, límites físicos-límites sicológicos, que, junto a la fuerza
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Residencia Lacinio Pichardo, diseño de Eduardo Lora Bermúdez, c. 1982. Foto Jochi Marichal. Pabellón de Recepción del hotel Capella en Juan Dolio, diseño de Miguel Vila Luna. c. 1990. Foto Eduardo Guzmán/ Archivo AAA.
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Detalle de la pantalla perforada sur del edificio BHD, diseño de Plácido Piña. 1980. Su sensualidad puede ser atribuida al terso brutalismo de Aldo van Eyck en La Haya. Foto Jochi Marichal. La Torre BHD, construida con posterioridad al Edificio BHD, colindante. Diseño de Eduardo Selman. 1986. Foto Jochi Marichal. Conjunto de edificios en la sede del BHD. Nótese el edificio BHD antes de la intervención que sufrió con posterioridad. En primer plano, la rotonda de la Winston Churchill con 27 de Febrero, hoy desaparecida. Foto de Onorio Montás.
simbólica del edificio y su evocación a la arquitectura brutalista, establecieron un nuevo espíritu en los proyectos posteriores. El manejo de las cuatro caras exteriores que representan el entendimiento de su emplazamiento, y los detalles ornamentales en el tratamiento de las superficies de hormigón visto, establecieron nuevas posibilidades a la forma de hacer arquitectura en el país.19 Sin embargo, el edificio se mantuvo dentro de la estética de la arquitectura moderna, a pesar de su importancia como hito de la arquitectura del momento. Dos columnas clásicas, en cambio, consideradas fuera de escala, innecesarias e incomprendidas, se convirtieron en el detonante de la nueva imagen que anunciaba el rompimiento con la arquitectura moderna en el país. La solución formal de la residencia Pichardo, de Eduardo Lora Bermúdez, en 1981, fue motivo de críticas y revisiones de los arquitectos dominicanos, quienes vieron en esta propuesta un manejo extraño en la forma, la escala, los detalles y su uso de elementos históricos locales y externos, ajenos a la modernidad. Esta pequeña obra, de carácter privado y con una ubicación estratégica en una de las principales avenidas de la ciudad de Santo Domingo,20 se convirtió en elemento de discusión y de promoción de una arquitectura que arrancó con una fuerza inusitada en el país y que forma parte de la contemporaneidad local para distintas obras nacionales. De Lora también veremos, pocos años más tarde, sus proyectos para edificaciones turísticas, notablemente el fantasioso decorativismo de Sand Castle, en la Costa Norte. En 1983 el arquitecto venezolano-norteamericano Rudolph Moreno21 dictó una serie de conferencias en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña con el tema “La arquitectura posmoderna” y provocó interés en estudiantes y profesionales que no lograban aún descifrar este nuevo código formal. Moreno logró acercar los nuevos planteamientos estéticos a un público que trataba de obtener respuesta en ese proceso confuso de la arquitectura local. Las manifestaciones de ignorancia, de rechazo, de ira y de asombro, fueron parte de un momento en que los diseñadores se aferraban a los esquemas del moder-
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Oficinas Administrativas de Industrias Nigua, diseño de Miguel Vila Luna, c.1975. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA.
no y a su negación a aceptar un nuevo movimiento calificado por algunos como retroceso. Sin embar-
Detalle de luminaria en las Oficinas Administrativas de Industrias Nigua. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA.
autóctono y lo regional, y para la estimulación por la revalorización de la arquitectura histórica del país.
Detalle de la escalera interior de la residencia Luna Ferrari, de Miguel Vila Luna con Jochi Russo. Foto Gustavo Luis Moré. Area de piscina de Eurotel, en Playa Dorada, Puerto Plata. Oscar Imbert Tessón, c.1982. Foto Onorio Montás.
go, el posmoderno se impuso y fue alternativa para la proposición de códigos distintos en busca de lo
En esos años, Miguel Vila, con su inigualable liderazgo entre los más jóvenes arquitectos, produjo una serie de obras de carácter privado que, a pesar de su pequeña escala, impuso parte de los lineamientos estéticos del posmodernismo. Vila, cuya obra se inició a principios de la década de 1970 bajo las leyes de la arquitectura moderna22 (como lo evidencia su obra para las Oficinas de Industrias Nigua), poco a poco incursionó en el estudio de la arquitectura regional hasta su apego entusiasta de la arquitectura historicista, desde donde desarrolló múltiples propuestas que produjeron todo un ambiente de innovaciones en el escenario local. Sus seguidores se convirtieron, tiempo después, en protagonistas de arquitectura comprometida con soluciones tropicales. Convencido de la fuerza estética de la arquitectura como elemento primordial para una mejor calidad de vida, Miguel Vila desarrolló una obra particular por sus capacidades espaciales y formales. Sus obras para los restaurantes St. Michel’s y Le Café, hoy desaparecidas, en la avenida Lope de Vega y en el malecón de Santo Domingo, respectivamente23 y la residencia Luna-Ferraris, 1980, se convirtieron en referentes para los arquitectos del período y reprodujeron sus criterios de hacer una arquitectura con integración al exterior, la secuencia y categorización espacial y la riqueza de recursos decorativos como motivador para la convivencia. Su tratamiento de los bordes de los muros en los que rechazaba las aristas y enmarcaba los huecos, formaron parte de su lenguaje, que fue utilizado por toda una generación. Una de sus obras de mayor escala es el Hotel Capella Beach Resort, en la playa de Juan Dolio. Sus seductores bocetos de estudio a lápiz de color demuestran la profundidad de sus análisis y su exuberante naturaleza de creador. A principios de la década del 1980, hubo varios concursos nacionales que acrecentaron el interés por
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Zona del comedor abierto de la residencia de Oscar Imbert en Punta Cana. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA.
el cambio en la expresión estética de la arquitectura local. Uno de ellos fue para la sede de la Emba-
lores pasteles) y el mobiliario tradicional dominicano. Estos elementos relacionaron la arquitectura con
jada de Italia, en 1984,24 y otro, para la sede de la Rosario Dominicana, en 1985,25 ambos en Santo
la cultura nacional y convirtieron a Eurotel en un referente para las futuras soluciones turísticas del país.
Espacio genérico de recepción en un hotel todo incluído de la zona este del pais. Arq. Alvaro Sanz c. 2003. Foto Gustavo Luis Moré.
Domingo. Si bien se promovieron y organizaron importantes concursos en años previos y posterio-
Provocaron sorpresa y comentarios algunas obras del mismo Imbert en Santo Domingo, construidas
res,26
estos dos mostraron la nueva expresión historicista y vernacular e incursionaron en la búsque-
años más tarde, como fueron el edificio sede de Radio Shack y el salón de exhibición de automóviles
da de una adaptación de la estética clásica en el contexto caribeño. El paso de la arquitectura moder-
Opel, ambos dentro del contexto de su búsqueda de lo nativo en que había incursionado desde su cen-
Interior del Aeropuerto Internacional de Punta Cana, diseñado en varias etapas (1980-2008) por Oscar Imbert Tessón. Obtener el permiso de operación de esta instalación realizada en materiales vernáculos fue todo un logro del Arq. Imbert. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA.
na hacia la posmoderna se visualizó en estos encuentros, en que los arquitectos manifestaron su pre-
tro de operaciones en Punta Cana. Allí, la propuesta para el Aeropuerto Internacional de Punta Cana se
ferencia por la reinterpretación de los referentes históricos y los elementos decorativos en sus nuevas
convirtió en un hito importante, debido al empleo de fibras vegetales o cana27 como elemento de te-
producciones.
chumbre y a la solución funcional del mismo, que rompía con la formalidad de los aeropuertos y estable-
Cuando se construyó Eurotel Playa Dorada en 1986, complejo hotelero de grandes dimensiones diseña-
cía un esquema referencial en la región. Esta preferencia por lo vernáculo fue impuesta por Imbert en un
Dibujo artístico del hotel Capella, de Miguel Vila Luna. Archivo AAA.
do por Oscar Imbert, en Puerto Plata, la arquitectura vernácula popular se impuso como un referente
gesto de atrevimiento del uso de un material no industrializado dentro de la ciudad.
Vista exterior del Aeropuerto Internacional de Punta Cana. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA. Pabellón de Exhibición de Vehículos para Opel, hoy Nissan, diseñado por Oscar Imbert Tessón c. 1995. Foto Jochi Marichal. Vista interna de la cúpula del Pabellón de Exhibición Opel. Foto Jochi Marichal.
obligado en los proyectos turísticos y en edificios domésticos y comerciales tanto de Santo Domingo co-
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mo de las provincias.
Las obras de la transición
Esta aceptación de la estética popular en la arquitectura académica refleja la apertura que mostraba la
El primer lustro de los ochenta fue importante debido a la construcción de varios proyectos que con el
sociedad ante los nuevos esquemas formales. La posmodernidad permitió flexibilizar los cánones domi-
tiempo se han convertido en piezas importantes para la historia de la arquitectura local. En ese momen-
nantes y concentró el esfuerzo por lograr una arquitectura volcada hacia lo local, lo artesanal y lo enten-
to se construyeron el Pabellón Recreativo del Santo Domingo Country Club (Piña y Carbonell), el com-
dido como auténtico de la construcción dominicana.
plejo de apartamentos Plaza Galván (Marcelo Alburquerque, Cristóbal Valdez y José Gómez), la Casa
Es interesante resumir los elementos adoptados por Imbert en este proyecto, los cuales traducen el es-
Club del Santo Domingo Country Club y la sede para el Royal Bank of Canada28 (ambos de Rafael Mar-
píritu de la arquitectura vernácula aplicada a una escala mayor: el criterio de conjunto organizado a ma-
tínez para Pujadas, Armenteros & Asociados), la Torre BHD (Eduardo Selman), la Casa Saleme (Piña y
nera de poblado, espacios abiertos unidos por corredores, el uso de la arquitectura paisajística como
Carbonell) y varias remodelaciones domésticas, Caribe Tours (Giovanni Pérez Linval) la tienda de zapa-
recurso predominante en el logro de los ambientes, los elementos filtrantes de luz y brisas, la coloca-
tos Marcel´s (Enrique García Pecci y Alfredo Marranzini), los Consultorios Populares de la Clínica Chan
ción hacia visuales específicas, los grandes techos de varias aguas forrados de madera, los materiales
Aquino (Gustavo Luis Moré), el edificio Alico (Rafael Martínez para Pujadas, Armenteros & Asociados), el
sencillos de la arquitectura local (mosaicos, ventanas de madera, puertas de paneles en madera con
Polideportivo de La Romana (Simón López) y el edificio Antonio Guzmán Fernández, en Santiago, (Ra-
tragaluz calado, etc.), el uso del color en las superficies interiores y exteriores (primordialmente los co-
fael Veras, Pedro Mena y Rafael González).
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Interior de la tienda Marcel's, en la calle El Conde, realizada por Alfredo Marranzini y Enrique García Pecci. c.1983. Foto Enrique García Pecci. Interior de vivienda histórica integrada al desarrollo de la Tienda El Gallo, en Santiago. Tácito Cordero, c. 1996. Foto Archivo AAA.
Si se agrupan estos edificios por tendencia estilística se observa que la convivencia del nuevo movimiento posmoderno con el moderno aún era evidente, en un reflejo del proceso de transición que se manifestaba en la arquitectura local. Esta convivencia estilística refleja la posición que asumieron los grupos de proyectistas del momento que, sin tener la intención de asumirse como parte de un movimiento estético con objetivos y acciones comunes, establecieron un sutil enfrentamiento entre las bondades del
Consultorios Populares de la Clínica Chan Aquino, Santo Domingo. Gustavo Luis Moré, 1983. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA.
moderno y las posibilidades del posmoderno. Las influencias que se produjeron en la arquitectura local
Apartamentos Plaza Galván, en Gazcue, diseño de Alburquerque, Valdéz y Gómez, c. 1983. Foto Onorio Montás.
estaba en pleno apogeo el movimiento posmoderno –con Miami a la cabeza– inclinaron la balanza a fa-
a través de las inversiones en el turismo y la creciente relación comercial con lugares de la región donde
vor de los posmodernistas dominicanos. A esto se suma, además, el contacto profesional intenso que se inició en el Caribe con enlaces entre las distintas naciones y el intercambio cultural fomentado por agrupaciones y eventos de arquitectura. Como se verá más adelante, el eje Cuba-República Dominicana-Puerto Rico, cuyo inicio se puede establecer en esa década de 1980, y los programas de integración de la Organización del Gran Caribe para la conservación los Monumentos y Sitios (Carimos), auspiciado por la OEA, fueron fundamentales para la consolidación de una conciencia de revalorización de la arquitectura regional, cuyos intereses diferían de los postulados modernos.
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6.4
Pasos de legalidad El cambio en el estilo y los enfrentamientos entre lo tradicional y lo novedoso se produjeron dentro de todo un ambiente de concienciación sobre el papel del arquitecto dominicano frente a la realidad local y su espacio como individuo dentro de la sociedad. Los arquitectos asumieron el compromiso de reclamar su propia identidad como diseñadores, frente a la ingerencia de otras profesiones que por años habían incursionado en su especialidad.29 En mayo de 1984, la opinión pública se vio invadida por uno de los debates más particulares relativos al ejercicio de la profesión, cuando fue aprobada el año anterior la Ley 687 que definía el campo de trabajo de las profesiones ligadas a la construcción. La elaboración del Reglamento de aplicación de la referida Ley que, mediante el Decreto 1661, del 17 de di-
Antigua sede del Royal Bank of Canada, hoy Scotiabank, con el agregado de los dos últimos pisos. Diseño de Rafael Martínez para Pujadas y Armenteros. c 1984. Foto Jochi Marichal. Elevación del proyecto ganador del concurso para la Rosario Dominicana, no realizado. 1985. Moré, Marranzini & García Pecci. Archivo AAA. Dibujo artístico para la sede de la Agencia Bella, diseño de Leopoldo Franco. 1996. Archivo Leopoldo Franco.
ciembre de 1983, establecía la exclusividad del arquitecto para el diseño de proyectos arquitectónicos y urbanos, generó una lucha abierta entre el núcleo de ingenieros civiles y agrimensores y el núcleo de arquitectos dentro del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA). Los primeros determinaron solicitar la derogación del Decreto por considerarlo violatorio a varios artículos de la Ley 6200 sobre el Ejercicio de la Ingeniería, la Arquitectura, la Agrimensura y Profesiones afines.30 Por primera vez los arquitectos crearon un frente de opinión y defendieron en los medios el derecho a su exclusividad en el campo de su profesión. Este esfuerzo culminó en el convencimiento por el Presidente de la República31 de la importancia de mantener el Decreto como ejemplo de claridad para el ejercicio de las profesiones ligadas a la construcción que durante años había creado confusión. La acción llevada a cabo por los arquitectos a nivel nacional en defensa de sus intereses les hizo tomar conciencia de su rol ante la sociedad y la necesidad de cohesionar voluntades para un acertado esquema de su especialidad. La independencia de criterios que generó este debate consolidó la visión de los arquitectos sobre sí mismos, cuyos proyectos adquirían, de pronto, un sentido de temporalidad nunca antes considerado. Se había definido el ejercicio profesional32 y se había adquirido una posición de primacía dentro del grupo de profesiones existentes en el país. En efecto, la idea de saberse parte de un momento de cambio sobre el devenir de la arquitectura y su
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Edificio Alico, hoy Caribálico, diseño de Rafael Martínez para Pujadas y Armenteros. 1988. Foto Jochi Marichal.
filosofía indujo a la exploración de conceptos que tradujeran los nuevos códigos y que abriera el camino
Edificio In Tempo, de Eduardo Selman, 1992. Foto Ricardo Briones.
principios de la década fue el motivo para el establecimiento de enlaces con la región del Caribe, en un
Edificio Mezzo Tempo, diseño de José Ramón Prats, c.1996. Foto Ricardo Briones. Perspectiva para concurso del edificio de oficinas para el CEA en Santo Domingo. Víctor Bisonó, c. 1975. El trabajo de Bisonó en el área del diseño industrial para las empresas Hoyo de Lima y Aguayo debe aún por ser documentado. Archivo Víctor Bisonó. Primer plano del edificio Domus, diseño de Plácido Piña con Jordi Masalles, c.1997. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA.
hacia donde debería encaminarse la producción arquitectónica. La ansiedad que produjo la transición de
esfuerzo por descubrir los criterios que justificaban la ruta a seguir. Un año más tarde se produjo la demolición del hotel Jaragua, generando un debate entre los arquitectos y la sociedad. La acción de demoler el inmueble fue entendida por los arquitectos como una pérdida para su ejercicio profesional, pues se produjo en un momento en que por vez primera ellos habían definido su rol y su importancia para el desarrollo y la cultura dominicana. Esta demolición eliminaba no tan sólo un edificio que se caracterizaba por su buen diseño, sino que convertía en escombros el ícono máximo de la obra del maestro de la arquitectura dominicana, Guillermo González Sánchez. A partir de ese momento se generó el movimiento de divulgación de la obra del profesional del diseño en es-
cenarios de alto nivel, en una etapa en que la arquitectura estaba ausente de los temas tratados por la crítica de arte y por la sociedad en su conjunto.33 El incremento de la participación de los estudiantes y profesores en eventos internacionales –como los congresos de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana (SAL) y de otros no menos importantes–, derivó en la realización de eventos locales que abrieron el camino para la inserción de la arquitectura en el movimiento cultural de la época. Arquitectura 83 y Arquitectura 84 en República Dominicana34 fueron actividades que sirvieron de plataforma para las bienales de arquitectura que se produjeron a partir de 1986 y crearon un ambiente efervescente para la discusión de las ideas y la definición de los conceptos que dominaban la arquitectura local.
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La segunda mitad del decenio de los 80 se caracterizó por la adopción del lenguaje posmoderno en las propuestas comerciales e institucionales que, inclusive, pasó a ser la tendencia compositiva de las obras del gobierno. En efecto, el segundo período de gobierno de Joaquín Balaguer (1986-1996) repitió el modelo de utilizar la construcción como estandarte de su administración y la arquitectura, una vez más, sirvió de elemento divulgador de su poder político. En toda la geografía nacional se construyeron cientos de obras en las cuales el uso de ciertos recursos estéticos del movimiento posmoderno se hizo sentir. Edificios como el de Oficinas Gubernamentales en la avenida México (1991), el Instituto Postal Dominicano (1993) y el Conservatorio Nacional de Música (1993), ambos de la autoría de Pedro Haché y Lil Guerrero, por sólo citar algunos, emplearon el lenguaje neoclásico en su propuesta formal, en una clara demostración de la adopción de este lenguaje como representación
Torre de apartamentos en la avenida Anacaona, conocida como Torre Morada, diseño de Eduardo Selman, c. 1986. Foto Onorio Montás. Proyectos habitaciones de interés social construidos por el gobierno en la década de los ochenta. Diseño de Rafael Tomás Hernández. Foto Stefano Topuntoli/Archivo AAA. Otra vista de proyectos habitaciones gubernamentales. Foto Stefano Topuntoli/Archivo AAA. Doble página siguiente: Intervención arquitectónica-urbana puntual en zonas deprimidas dentro de la ciudad de Santo Domingo, desarrollados por el gobierno central. Foto Stefano Topuntoli/Archivo AAA.
del Estado.
Posiciones públicas y gremialismo En 1991, el ambiente imperante llevó a un grupo de arquitectos a publicar un “Manifiesto al gobierno y al país”,35 documento público de toma de posiciones contra la manera de ejercer la arquitectura y la forma en que se estaban gastando recursos en obras que no contribuían al desarrollo nacional. Ya en 1989, el Grupo Nuevarquitectura había expuesto planteamientos similares en otro documento, denominado “Manifiesto de los diez años”, en el que se incluían temas tan amplios como la dependencia del país y su economía, la pobre participación de los profesionales de la arquitectura en la toma de decisiones de la planificación de las ciudades y el territorio, la masificación de la carrera de arquitectura a un nivel que
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Imagen de la construcción del túnel vehicular de la 27 de Febrero, construido durante los últimos años de la década de los noventa por la SEOPC. Foto Archivo AAA. Facsímil de la publicación del Manifiesto al Gobierno y al País publicado por un grupo de 28 arquitectos independientes en la década de 1990. Archivo Omar Rancier. Vista áerea del proyecto habitacional La Isabela, Santo Domingo, construído por el gobierno dominicano. Rafael Tomás Hernández, c. 1992. Foto Stefano Topuntoli/Archivo AAA.
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no respondía a la necesidad nacional, el manejo de los recursos naturales y la ineficiencia de los servicios públicos. La respuesta al Manifiesto de 1991 no se hizo esperar y varios días después apareció en la prensa escrita otro “Manifiesto” de otro grupo de arquitectos, en el que se rebatían estos comentarios y se trataba de demostrar que el gobierno era el principal cliente de los arquitectos dominicanos y la participación de los mismos en los procesos de planificación desarrollados por el gobierno era permanente e importante. De inmediato, la polémica rebasó las coordenadas de la profesión y alcanzó los extremos de la discrepancia político-partidista. La publicación de ambos manifiestos de 1991 fue muy importante para la clase profesional, debido a que fijó posiciones en temas tan distintos a su campo de acción y estableció las causas del pobre desarrollo de la arquitectura en el sistema social y político imperante. Su lectura refleja el ejercicio crítico de un grupo que hasta el momento manifestaba sus planteamientos en escenarios preferiblemente académicos, resumidos y presentados ahora ante la opinión pública. Demostraba, a su vez, la capacidad de los arquitectos de establecer su propia visión de la realidad dominicana y su disposición de insertarse en el proceso de cambio necesario para el desarrollo nacional desde una óptica exclusivamente profesional. En 1994, otro grupo de arquitectos se reunió para debatir la situación de debilidad de la clase profesional para defensa de sus intereses. Se cuestionaba el tímido papel del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA) frente a esta situación y se retomó la vieja idea de hacer un ente gremial independiente que respondiera a la exclusividad de los arquitectos. Doce profesionales fueron los primeros firmantes del acta de fundación de la Sociedad de Arquitectos de la República Dominicana, iniciativa impulsada por Ketty Bisonó y Risoris Silvestre.36
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El Faro a Colón y el desarrollo urbano La justificación del pasado como alternativa para la nueva arquitectura y para el momento finisecular fue ratificado con la construcción del Faro a Colón, proyecto de 1929 que se había detenido en la década de 1940, y que se convirtió en motivo de controversia no tan sólo dentro del ambiente de la arquitectura, sino fundamentalmente entre el poder político y su oposición.37 Se trataba, sin lugar a dudas, de una crítica a la obra más representativa del gobierno de turno y cualquier oposición pública a su construc-
Interior del Faro a Colón, con el Monumento a Colón que antes estuvo en el interior de la Catedral de Santo Domingo, donde reposan sus restos, obra del escultor Carbonell. Foto Onorio Montás. Plano original del Faro a Colón. Vista en elevación.
ción era recibida como una afrenta, por lo que diversos grupos de arquitectos se enfrascaron en la discusion de las bondades y fallas del edificio más imponente construido en la ciudad de Santo Domingo hasta el momento. El Faro fue inaugurado en la celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América, en octubre de 1992, culminando con un proceso que se había iniciado en el siglo XIX y que había sufrido diversas interrupciones hasta su conclusión. Al disminuir las críticas ruidosas y constantes, nuevas voces38 llamaron la atención sobre la importancia de la obra como resultado de uno de los concursos de diseño más importantes del siglo XX, en el que participaron miles de arquitectos de todo el mundo y el jurado estuvo conformado por renombrados arquitectos que validaron la obra de Joseph L. Gleave como el más simbólico y mejor apegado a la filosofía de diseño establecido en las bases. Su construcción fue un triunfo de la perseverancia y el respeto a la decisión de un jurado que determinó su validez en 1929 y 1931. Con la construcción del Faro a Colón se abrió un capítulo para las obras de gran escala en el país. Visto en el plano de la ciudad, el Faro ocupa un territorio inmenso no aprovechado para generar una dinámica urbana beneficiosa para el asentamiento. Aislado y contenido por la presión social de los alrededores, el Faro representa la necesidad de plantear proyectos importantes que transformen la ciudad y la preparen para las nuevos retos del siglo XXI.39 El fenómeno, muy sutil, ha desencadenado una continua labor de rescate del papel de los ayuntamientos como responsables de las políticas urbanas que deberían desarrollarse para sus respectivas ciudades. Es evidente que no se puede afirmar que
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Vista exterior del Faro a Colón. Foto Jochi Marichal.
todo el proceso ha sido consecuencia exclusiva de la construcción del Faro a Colón. Sin embargo, su conclusión generó una sensación de que los gobiernos podrían hacerse cargo de una serie de obras
Maqueta del proyecto del Faro a Colón. Fachada este del Faro a Colón. Foto Onorio Montás. Espléndida vista aérea del Faro a Colón. Nótese el entorno que le circunda. Foto Stefano Topuntoli/Archivo AAA.
arquitectónicas o urbanas de grandes dimensiones y que transformasen la imagen y funcionalidad de las ciudades. La introducción del tema urbano en las discusiones propias de la arquitectura –no como otro tema aparte, muchas veces desligado de la arquitectura– sensibilizó a varios arquitectos locales sobre la necesidad de generar proyectos que dispusieran de una vocación urbana en sus planteamientos. Los planes de estudio de la ciudad de Santo Domingo y de Santiago –que coincidieron con el período de transformación de los sectores residenciales tradicionales hasta convertirlos en pocos años en los nuevos centros de alta densidad– plantearon a principios de la década de 1990 la necesidad de organizar los sectores, definir acciones, establecer prioridades y motivar las transformaciones. La delimitación de un espacio de la ciudad de Santo Domingo donde existía mayor presión para el incremento de la densidad constructiva a través de edificios de altura, denominado Polígono Central, permitió, por vez primera, redefinir las características urbanas y predeterminar particularidades que modificasen las características de los proyectos hacia un mejor resultado urbano. La velocidad del proceso de cambio de Santo Domingo impidió que los planteamientos de diseño promovidos por los consultores que participaron en la elaboración de esta nueva política fueran ejecutados adecuadamente.40 En Santiago, se prepararon propuestas muy sólidas para la determinación de un Plan Estratégico de Desarrollo, a través del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR), adscrito a la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, y la Comisión del Centro Histórico de Santiago de carácter gubernamental, que trataba de crear los mecanismos para un posible rescate del área patrimonial de la ciudad. En la actualidad, los grupos representativos de Santiago, han vuelto a concentrar esfuerzos para el desarrollo planificado de la ciudad, bajo cuyos lineamientos se coordinan acciones para el resca-
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te del Centro Histórico, de la planificación y proposición de soluciones a los graves conflictos urbanos y la redefinición de sus estrategias de desarrollo. Sin embargo, el germen para un nuevo compromiso urbano se reflejó en algunas obras de mediana escala que generaban una nueva actitud hacia la ciudad. El edificio para la nueva sede del Banco de Reservas (1995), en la avenida Winston Churchill,41 de Plácido Piña, planteó una intención urbana pocas veces manejadas en el país, donde la secuencia espacial desde la calle hasta el interior del edificio se logra mediante un tratamiento de terrazas que permite separar al transeúnte sin impedirle su recorrido hacia el edificio. Esta secuencia se desarrolla desde la acera, asciende por escalinatas hasta la primera terraza, desde donde se eleva hacia el corredor porticado que hace referencia a los antiguos espacios similares en la arquitectura del siglo XVI en las ciudades del Caribe, hasta permitir, finalmente, el acceso al
Sede del Banco de Reservas de la República Dominicana, diseño de Plácido Piña, c. 1994. Foto Jochi Marichal. Intervención para la instalación de la sede de la Superintendencia de Pensiones. Diseño de Daniel Pons y colaboradores. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA. Conjunto de viviendas Villas del Mirador, para el mercado privado capitalino. Roberto Rijo, 2003. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA. Edificios del Instituto Tecnológico de Las Américas, Punta Caucedo, Santo Domingo. Ray Vera, 1998. Jochi Marichal/ Archivo AAA.
primer espacio interior que sirve de distribuidor hacia la sucursal bancaria y a otras dependencias. El tema de la esquina, a su vez, se incorpora a la intención urbana del proyecto de hacer referencia al chanfle, recurso arquitectónico característico de los locales comerciales de finales del siglo XIX. Esta solución, resumida en la secuencia del acceso y la disposición de la esquina, permite identificar una conciencia urbana en la solución arquitectónica del edificio pocas veces manejada en la arquitectura contemporánea hasta ese momento, con su antecedente más notable, quizás, en la sede del Banco Central (1976), de Rafael Calventi.
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Las bienales de arquitectura de Santo Domingo Un tema importante para comprender el camino transitado por la arquitectura local es el de las bienales de arquitectura, iniciadas en 1986 por el Grupo Nuevarquitectura. Con dos versiones refrescantes organizadas en 1986 y 1988, las bienales pasaron a establecerse en la década de los noventa como el mecanismo idóneo para hacer una lectura sintetizada de las preocupaciones arquitectónicas del momento.42 La III Bienal de Arquitectura de Santo Domingo (BASD), en 1990, reflejaba la experimentación de nuevos
Edificio Corominas Pepín, diseño de Leopoldo Franco con José Mella Febles, c. 1986. Primer lugar de la Bienal de Arquitectura de Santo Domingo. Foto Jochi Marichal. Maqueta de intervención efímera para el Obelisco de Santo Domingo, de Gustavo Luis Moré, ganador de la Categoría Libre y premio del público en la Bienal de Artes Visuales del 1992. Archivo AAA.
códigos compositivos y un mayor contenido conceptual en base a la traducción de la realidad cultural dominicana. Los dos proyectos premiados así lo demostraron tanto en el tratamiento estético formal como en la complejidad expresiva de sus componentes. El edificio J&R, de Oscar Imbert Tessón, galardonado como Proyecto, fue una propuesta desarrollada en un lote de esquina con un gesto urbano novedoso y atrevido, donde Imbert propuso la techumbre en cana a varias aguas de uno de sus volúmenes.43 El premio a la Obra Construida le fue otorgado a Condominio Paraíso, de Andrés Julio Sánchez y César Curiel, propuesta de tipo inmobiliario que se separó de la estética desarrollada por la arquitectura puramente comercial y planteó soluciones tropicales en sus cerramientos, con la inclusión de protectores climáticos y un estudio de la iluminación y ventilación natural del contexto local. En la IV BASD44 se presentaron algunas propuestas que reflejaron el rechazo a los temas compositivos predominantes en el escenario local e incursionaban en la utilización de materiales no tradicionales, la mayoría de origen industrial. El proyecto La Factoría,45 de Omar Rancier, por ejemplo, que fue una síntesis conceptual de las posibilidades espaciales de la arquitectura popular y su expresividad a través de la aplicación de tecnología simple, provocó más de un comentario y motivó a los más jóvenes a cuestionar su capacidad de ser originales. Este camino fue transitado por un notable grupo de arquitectos, jóvenes en su mayoría, que vertió en sus propuestas mucho de imaginación y de capacidad tridimensional de producir formas inexploradas. Los recursos tecnológicos en la presentación de los proyectos permitieron el desarrollo de creaciones novedosas y cargadas de simbolismos no utilizados con anterioridad.46 En esa misma Bienal, Harry
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Condominio Paraíso, ganador de la 3ra. Bienal de Arquitectura de Santo Domingo en 1990. Obra diseñada por Andrés Julio Sánchez y César Curiel. Foto autores. El desaparecido restaurant De Nosotros Empanadas en Santo Domingo, de Gustavo Luis Moré, segundo lugar en la IV Bienal de Arquitectura de Santo Domingo. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA. Maqueta de La Casa Árbol, diseño de Harry Carbonell, primer premio de la IV BASD. Foto Gustavo Luis Moré. VZ, Controles Industriales, diseño de Jordi Masalles, Gran Premio de la V BASD. Foto Jochi Marichal.
Carbonell Hurst presentó su controversial proyecto La Casa Árbol, propuesta conceptual que exploraba la morfología vernácula y la simbiosis entre lo imaginario y lo real en la arquitectura. Carbonell planteó una expresividad desde lo interior del diseñador hacia su relación con el conglomerado, en un juego de diálogos entre la obra arquitectónica, su carga simbólica y la capacidad del usuario-lector de identificarse y comunicarse con ella. La posibilidad de hacer de lo absurdo y primario un elemento complejo de la composición arquitectónica, capaz de provocar reacciones, fue un mensaje a la nueva generación para que tomara nuevos senderos en la creación de una arquitectura local más auténtica y personalizada. La V BASD47 reflejó mesura y transición entre el historicismo y el vernáculo, por un lado, y el deconstructivismo y el minimalismo, por el otro. Fue, quizás, la mejor muestra de la transición por la que transcurría la arquitectura local para definir la ruta que debería seguir a fines de siglo, donde la validez de las propuestas no estaba determinada por un criterio unificado. El otorgamiento del Premio de Proyecto al Mi-
ni Complejo Deportivo del Club Juan Pablo Duarte, en San Francisco de Macorís, de Emilio José Brea García, fue la respuesta de un jurado ante la diversidad de proyectos que no lograban definir esa ruta. Vieron en la propuesta de Brea García un proyecto auténticamente viable desde la realidad física de la obra arquitectónica “que se adaptaba a su entorno sin imponerse como artefacto”. Sin embargo, en esa oportunidad hubo muestras de novedad sin desbordamientos. El proyecto presentado por Carlos Jorge para el edificio MV Pan, por ejemplo, representó un neorracionalismo con una evidente referencia urbana a los modelos arquitectónicos populares de principios del siglo XX, en especial, en ciudades como San Pedro de Macorís y Santo Domingo.48
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Edificio MV Pan, de Carlos Jorge, participante de la V BASD. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA.
La nueva línea de expresión que se manifestó en la muestra de 1994 culminó en 1996 con el Gran
cursión de promesas para el escenario del nuevo siglo. El jurado otorgó el Gran Premio por primera vez
Premio Bienal para el proyecto VZ Controles Industriales, de Jordi Masalles, en la VI BASD.49 En esa
a una obra escrita, La ciudad del Ozama, de Eugenio Pérez Montás, por encima de los proyectos arqui-
Intervención de Las Cuevas de las Maravillas, realizada por el equipo de profesionales dirigido por Marcos Barinas, Mención de Honor en la VIII Bienal Internacional de Arquitectura de Santo Domingo, en 2006. Foto Jochi Maricahl/Archivo AAA.
oportunidad, la diversidad de propuestas evidenció el pluralismo que dominó la arquitectura local des-
tectónicos y urbanos que allí compitieron, en un mensaje dirigido en dos vertientes: o faltaba maestría en
de la segunda mitad de la década de los noventa, en la que los más jóvenes impusieron la tendencia
los proyectos concursantes o se premiaba lo distinto en un escenario lleno de similitudes entre la apa-
a seguir, que, inclusive, fue emulada por los arquitectos más experimentados. La propuesta de Masa-
rente diversidad presentada.
lles, tan refrescante como elegante, presentó un pequeño edificio cuya dinámica se desarrollaba en
En noviembre de 2006, se realizó la VIII Bienal, luego de un receso de seis años, con un cambio en su
dos volúmenes que se interceptaban y que convergían hacia el extremo que la disposición urbana del
nomenclatura y en su organización. Se denominó como Bienal Internacional de Arquitectura de San-
Vista de la Plaza de Agua del proyecto para el Parque Central de Santiago, de Gustavo Luis Moré y Andrés Mignucci, premio categoría Urbana en la VIII BIASD. Archivo AAA.
lote determinaba. El manejo de la textura y la monocromía de las superficies fueron elementos impor-
to Domingo (BIASD) y la producción pasó a un trinomio conformado por la Secretaría de Estado de
tantes que lograron impactar tanto al jurado como a los demás participantes. Es evidente que en la
Cultura, el Grupo Nuevarquitectura y la Sociedad de Arquitectos. Por primera vez, la Bienal ha mere-
propuesta de Masalles se resumían ciertos criterios urbanos que tomaron fuerza desde finales de la
cido su incorporación a la política cultural del Estado, con su realización como proyecto de la propia
década anterior en los círculos de arquitectura, y esta sensibilidad hacia la ciudad fue un punto clave
Secretaría de Cultura. Se conformó un Comité Organizador en el que participaron varias instituciones
que determinó la decisión del
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jurado.50
Edificio Holcim, en Costa Rica, obra ganadora en la VIII BIASD. Diseño de Bruno Stagno. Archivo AAA. Barrio de las Piedras, de José Horacio Marranzini y Alejandro Marranzini, ganador en la categoría Arquitectura Experimental en la VIII BIASD. Archivo AAA. Ilumel 3, diseño de Antonio Segundo Imbert y Christian Ricart/Simples Arquitectura, mención en la VIII BIASD. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA. Proyecto de Grado “Arquitectura en la era digital”, de Jorge Santiago, premiado en la VIII BIASD. Archivo AAA.
ligadas a la arquitectura en todas sus manifestaciones. Su condición internacional permitió la partici-
La última bienal del decenio, la VII BASD51 realizada cuatro años después, en el 2000, reflejó un incre-
pación de arquitectos de varios países, aportando una nueva dimensión a la confrontación de las
mento notable en las obras presentadas y una diversidad formal de las propuestas. En esa versión se hi-
obras y las ideas.
zo evidente la pequeña escala de los proyectos, pero con una fuerte carga de expresión y de alternati-
Hasta el momento ha sido la versión en la que ha participado mayor cantidad de proyectos, dentro de
vas en sus planteamientos estéticos. La mano de los arquitectos más jóvenes se destacó con diseños
los cuales se destacó la diversidad estilística y la madurez de las propuestas. El jurado decidió declarar
sugerentes y simpáticos, frente a participantes más experimentados cuyas obras sintieron el peso de los
desierto el Gran Premio BIASD, en una decisión que trató de enviar un mensaje para la producción de
recursos tecnológicos utilizados por los nuevos diseñadores. Sin embargo, en esta versión no hubo gran-
obras con mayor contenido conceptual más allá de las capacidades formales atractivas.
des sorpresas, salvo algunas propuestas de arquitectos menos conocidos en estos encuentros que pre-
El premio en la categoría arquitectónica fue otorgada al Edificio Holcim, de Costa Rica, diseño de Bruno
sentaron el perfil de sus capacidades para el diseño. Los proyectos presentados por Tobías Rijo y su Gru-
Stagno. En la categoría urbana se premió el diseño del Parque de Santiago de los 30 Caballeros (Par-
po de Arte Metropolitano, que mereció el premio Proyecto por el restaurante No te mueras por mí, Fran-
que Metropolitano), de Gustavo L. Moré y Andrés Mignucci, mientras que el de Arquitectura de Interio-
cisca; las propuestas de Ricardo González Quiñones y Omar Rodríguez, de Domingo García, de Marcos
res, el jurado decidió declararlo desierto, una de las categorías en las que participaron muy pocos pro-
Blonda, de Jorge Montalvo y Francisco Carías, por sólo citar algunos nombres nuevos, anunciaron la in-
yectos, a pesar del gran auge en diseños de interiores que se han realizado en el país en los últimos años
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Casa de las Piedras, Mención de Honor en la VIII BIASD, diseño de José Daniel Romero. Foto Francisco Manosalvas.
y que han merecido la atención de la crítica especializada. De igual forma se declaró desierta la catego-
En la categoría de Restauración de Monumentos fue premiada la intervención para la Galería de Arte Berri, de Juan Pérez Morales y María Isabel Lebrón, en la VIII BIASD. Archivo AAA.
vas de las Maravillas, inscrito bajo la autoría de Marcos Barinas y colaboradores.
ría de Arquitectura del Paisaje y el Jurado entregó una Mención a la intervención realizada en Las Cue-
En la categoría de Restauración de Monumentos se premió la obra Galería de arte Arte Berri, de la firma Pérez Morales & Asociados. El conjunto de publicaciones de Eduardo Rozas mereció el premio de Teoría y Crítica de la Arquitectura y el Urbanismo, mientras que en la nueva categoría de Arquitec-
Gráfico de la obra “No te mueras por mí, Francisca”, en Montecristi, diseño de Tobías Rijo, premiado en la VII Bienal de Arquitectura de Santo Domingo, en el 2000. Archivo AAA. Vista parcial de la antigua sede de la Compañía Dominicana de Aviación, diseño original de William Vega y Fernando Ottenwalder (1986), intervenido para integrarlo al conjunto del Banco de Reservas realizado por Plácido Piña y colaboradores, (2004). Foto Jochi Marichal/Archivo AAA.
tura Experimental fue premiada la obra Barrio de las Piedras, de José Horacio Marranzini y Alejandro Marranzini. Pero donde se reflejó una abundancia creativa fue en la categoría estudiantil, con proyectos de grado de las diferentes escuelas de arquitectura del país que cubrieron gran parte del espacio de exposiciones del Museo de Arte Moderno. Allí las bases conceptuales y la frescura de las propuestas impusieron un ambiente esperanzador sobre la nueva arquitectura que deberá surgir en la República Dominicana en el futuro inmediato. La decisión del jurado, difícil por lo reñida de la categoría, recayó en el proyecto Arquitectura en la Era Digital, de Jorge Santiago Hernández. En el acto de clausura el Comité Organizador acogió la propuesta de la Fundación Erwin Walter Palm en favor de la arquitectura contemporánea dominicana: la declaración mediante Decreto de los edificios que conforman la Plaza de la Cultura como Patrimonio Cultural de la República Dominicana. Esta acción pretendía concienciar a la sociedad del valor cultural de su arquitectura del presente, como un reflejo de su propia dominicanidad que resume, en gran medida, los objetivos de los arquitectos en las últimas décadas.
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El discurso arquitectónico de fin de siglo El apoyo de la tecnología gráfica para producir diseños fue una herramienta que transformó significativamente el universo de la arquitectura hacia finales del siglo XX. Es indudable que la destreza en el uso de los programas de diseño asistido por computadora permitió descubrir las múltiples posibilidades de visualización del espacio arquitectónico, en beneficio de propuestas más enriquecedoras desde el punto
Edificio de la firma Raful y León, diseño de Lui León y Atilio León, 2007. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA. Uno de los exquisitos dibujos de Marcelo Alburquerque para una remodelación en Santo Domingo, c. 1998. Archivo AAA.
de vista espacial.52 En esa línea la academia jugó un papel preponderante que influyó en el ejercicio profesional. La inclusión de métodos de enseñanza de la arquitectura en los que se utilizaba como recurso la trama para descomponer la forma, fue un cambio radical del anterior modelo utilizado desde mediados de los años setenta. En esta ocasión, el ente arquitectónico no fue visualizado simplemente como un volumen que resumía los componentes básicos del diseño, a saber, la forma, la función y la imagen, sino como un complejo sistema de elementos que participaban de una intención que permitía establecer un discurso central dentro de la diversidad. De esta manera, el nuevo modelo de enseñanza inducía hacia una exploración intrínseca de la obra, por encima de los factores externos que habían formado parte de la preocupación en la década precedente. La adopción de este método de enseñanza facilitó el cambio entre el criterio de manejar la arquitectura como un medio y el de asumirla como un fin, concepto que ha crecido desde el decenio de los noventa. La coherencia del discurso contextualista asumido por los jóvenes de los ochenta perdió fuerza ante las potencialidades estético-formales y espaciales de la obra, donde la concepción monolítica de la arquitectura se descomponía en volúmenes y rebuscamientos estéticos apoyados, además, en los componentes del diseño de interiores.53 El esquema de volumen unitario del edificio se resquebrajó en un festival de alternativas caracterizadas por la búsqueda de una imagen actualizada y relacionada con la era tecnológica que el espíritu de los noventa impulsó. En la propuesta de Fernando Ottenwalder y William Vega para la sede de la Compañía Dominicana de Aviación (CDA), en 1986,54 se percibe la influencia de la arquitectura internacio-
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La Torre San Francisco, realizada en 1988 por la firma Moré & Masalles para alojar sus oficinas. Foto Gustavo Luis Moré.
nal con un volumen arquitectónico perforado en sus cuatro caras, en una intención de jugar con los
en la composición, que tiene su máxima expresión en el edificio Domus, también de Piña, símbolo de la
vacíos como parte de la concepción estético-formal de la obra.55 En ese proyecto, Ottenwalder y Ve-
arquitectura monolítica en Santo Domingo durante la década.
Edificio Monte Mirador, representativo del movimiento posmoderno en Santo Domingo. Diseñado por Marcelo Alburquerque y Cristóbal Valdez, c. 1986. Foto Jochi Marichal.
ga presentaron un edificio monolítico cuyas proporciones permitían entenderlo como el resultado de
Sin embargo, uno de los más destacados ejemplos dentro de este manejo estético de la arquitectura
una infinita descomposición de cubos dispuestos para la conformación de un ente arquitectónico uni-
local puede observarse en el edificio Pan American Life Insurance Company (PALIC), de Rafael Calven-
tario. De ahí que los huecos de las fachadas y los vacíos se consideraron en igualdad de importancia
ti, 1986. La concepción horizontal de la obra se acentúa con la lectura de un cuerpo monolítico que ha
que los demás elementos del conjunto, en una delicada intención de liberar el volumen de su pesa-
sido descompuesto en diferentes volúmenes, gracias a la extracción de parte de sus componentes. La
dez. El proyecto fue referencial, además, como articulador urbano y como generador de una vocación
fuerza del vacío cobra importancia, pues su disposición aligera la masa de hormigón armado revestida
hacia la fuerza estética de la geometría del volumen, elementos que motivaron su aplicación en otras
de ladrillos rojos, dando la sensación de suspensión cubista que destaca la propuesta. Este manejo es-
propuestas del momento.
tético refleja la intención de liberar la arquitectura de la masa que la contiene, como parte de la varia-
Muchos edificios fueron trabajados con igual criterio monolítico. Se incursionaba en los esfuerzos por
ción formal dentro del lenguaje moderno que ya el brutalismo había desarrollado con fuerza a nivel in-
descomponer el volumen para imprimir la sensación de ligereza en la propuesta. El edificio Corominas
ternacional.
Pepín, de Leopoldo Franco y José Mella, 1986, por ejemplo, reflejó la intención de trabajar el volumen en
En efecto, el paso desde una arquitectura en hormigón armado sólida, con su fuerza estética en la ca-
distintos cuerpos, en un lenguaje de influencia brutalista, propio de la materialidad del hormigón armado.
pacidad unitaria de la forma, 56 hacia una arquitectura cada vez más ligera y diversa, se produjo a partir
De igual forma, el Palacio de los Deportes de Barahona, de Guillermo Abreu, Rafael Veras, Rafael Gon-
de los primeros años de la década de los noventa. Los arquitectos locales manifestaron un interés pro-
zález y Japonesa Capellán, 1982, había jugado con la descomposición del volumen que primó a lo lar-
gresivo por los detalles y las texturas. La combinación de diferentes acabados, la exaltación del color y
go de la década. Similar intención se puede identificar en el edificio Monte Mirador, de Marcelo Albur-
la inclusión de referencias para conformar conceptos de diseño cargados de significados, envolvió la
querque y Cristóbal Valdez, 1991, que, con su compromiso con el lenguaje historicista, presentaba una
preocupación de los autores del momento. Estas características se manifestaron, primero, en pequeños
disposición hacia la liberación de la masa arquitectónica con el predominio de huecos y ante-huecos, co-
proyectos efímeros como Exquesito, de Marcelo Alburquerque; Grand Café, de Moré y Masalles; Pizza-
locados rítmicamente en las caras externas. Eduardo Selman, en su propuesta para el edificio comercial
relli en El Conde, de Selman; Barrauno, de Antonio S. y Oscar Imbert, y también en propuestas de ma-
In Tempo, desarrolló el mismo esquema de concebir un ente monolítico perforado, en el que la fuerza del
yor escala y permanencia, como Condominio Paraíso, de Andrés Julio Sánchez y César Curiel; Torre San
volumen establecía un diálogo con los vacíos. Este criterio puede observarse, también, en los mencio-
Francisco, de Moré y Masalles y Jardines de Arroyo Hondo, de Plácido Piña.
nados MV Pan, de Jorge, y la nueva sede del Banco de Reservas, de Piña, sólidos componentes volu-
A partir de aquí los proyectos comenzaron a presentar tendencias hacia una expresividad menos com-
métricos con disposición rítmica de los vanos y extracción de parte de su masa para generar un vacío
prometida con las referencias regionales y se dirigieron hacia soluciones más abstractas y cargadas de
Edificio PALIC, hoy MAPFRE. Diseño de Rafael Calventi, c. 1990. Foto Jochi Marichal.
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Sede del Banco del Progreso, en la avenida John F. Kennedy, diseñado por William Vega, c. 1990. Foto Nicole Sánchez/Archivo Vega. Peravia Motors, inaugurado en el 2007. Diseñado por Lawrence Bertrán y Deyanira Khouri. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.
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simbolismo. El proyecto Plaza Millenium,57 de Juan Mubarak, marcó la realización de una obra conceptual que había cobrado fuerza en la academia y que pasaba a un escenario real. Mubarak desarrolló un pequeño proyecto de tendencia deconstructivista, de una complejidad en su fabricación y de una lectura sin antecedentes en el país, que permitió experimentar las teorías desarrolladas solo en los medios virtuales. El deconstructivismo, como novedad del momento, fue empleado en pequeñas obras como solución estética sin llegar a desarrollarse en sus particularidades espaciales y conceptuales. Sin embargo, marcó un rompimiento entre la estética de los ochenta y las posibilidades que se avecinaron a partir de 1990, que se acercaba hacia la reivindicación de los planos, los volúmenes, las líneas geométricas simples y los acabados cada vez más limpios. Ejemplos como el edificio Pagés, de Troncoso y
Detalle del espacio de la escalera en la Plaza Millenium, diseñada por Juan Mubarak bajo criterios deconstructivistas. Foto Juan Mubarak. Interior del desaparecido bar Ortolio II, de Gustavo Luis Moré con Kyra Ogando. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA. Detalle de la tienda Lui Lui, hoy desaparecida, de Juan Mubarak. Foto Juan Mubarak. Vista de una de las sucursales para la Red de Oficinas Bankágil, del BHD. Diseño de Juan Caro y Gustavo Luis Moré, 1996-97. Foto Luis Nova/Archivo AAA.
Blázquez, 1994, se construyeron en la transición entre un momento y otro, situación que le produjo la omisión de la crítica especializada.58 Al observar el mencionado VZ Controles Industriales, de Jordi Masalles, se confirma la preocupación de los profesionales del momento de plantearse un manejo más purista y abstracto de la forma. Los proyectos fueron cada vez más dinámicos y ligeros. En ellos el tema del movimiento, la yuxtaposición de planos, los cuerpos seriados y los volúmenes predominantes se desarrollaron abiertamente. La destreza en la selección de materiales que por su propia condición dispusieran de una fuerza estética en la obra, se convirtió en una especie de obsesión con la combinación de materiales que en otro momento se hubiesen considerado una herejía.59 La mayoría de las incursiones que servían de experimentación a los arquitectos más jóvenes tenían limitaciones de escala y presupuesto, razón que dirigió su atención hacia materiales y técnicas de construcción no tradicionales. Estos proyectos de carácter ligero, por la simplicidad y funcionalidad destinada a un uso muy específico, permitieron que tales experimentaciones abrieran las posibilidades para soluciones distintas, atractivas. El fenómeno coincidió con el ambiente de modernidad en el país, identificado a través de la instala-
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Interior de la Sucursal Premier del Banco Nacional de Crédito, realizada en el primer piso del edificio de la Nacional de Seguros, en la avenida Máximo Gómez de Santo Domingo. 1991. Gustavo Luis Moré y Guaroa Noboa. Foto Eduardo Guzmán Cordero/Archivo AAA. Vista interior del Hard Rock Café en Santo Domingo, de la autoría de Clara Matilde Moré y Mariluz Wiese, (2006) realizado en el edificio del antiguo Bank of América diseñado por William Reid Cabral y Guillermo González Sánchez, ubicado en la Ciudad Colonial. Foto Ricardo Briones/ Archivo AAA.
ción de franquicias internacionales de marcas de consumo dirigido a los más jóvenes,60 que crearon la sensación de cercanía con las urbes del primer mundo.61 Esta entrada masiva de franquicias provocó una avalancha de inversiones locales que demandaron proyectos pequeños de fuerte presencia en la imagen de la ciudad capital y de Santiago, principalmente. Los comercios locales similares establecieron sucursales que respondían a una búsqueda de imagen corporativa sin precedentes en el país. Empresas nacionales como Pollos Victorina, de amplio consumo popular, construyeron una serie de locales a nivel nacional que seguían un patrón compositivo determinado, con su ejemplo más depurado en la avenida Máximo Gómez con Santiago, de la autoría de Jorge Mesa. Esta propuesta presentó una solución de esquina con un tratamiento formal determinado por un volumen de hormi-
Vista de la oficina de servicios Orange Coral Mall, diseño de José Enrique Delmonte y colaboradores. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA. Detalle del coronamiento un edificio de apartamentos en la avenida México, Santo Domingo. 2007. Andrés Julio Sánchez y César Curiel. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.
gón en vista con grandes ventanales. De igual forma, Pollos Rey, muy popular en la región sur del país, construyó locales comprometidos con esa búsqueda de imagen empresarial planteada por otras compañías, y desarrolló su sede principal en San Cristóbal, de la autoría de Gustavo L. Moré y colaboradores en una primera etapa, y de Ja’el García en su fase posterior. A finales de la década, construyó otra sucursal en Santo Domingo, bajo la firma del mismo Ja’el García, en la avenida Sarasota esquina Winston Churchill, en una estructura ligera de metal con grandes superficies en vidrio cuadriculado, de atractivo diseño representativo del momento. El escenario predominante permitió a los diseñadores incursionar en proyectos de escala menor. Las ciudades recibieron múltiples intervenciones, tan atractivas como disímiles, en un momento de competencia sutil entre los arquitectos establecidos y los más experimentados. Aquí la preocupación se concentró en la estética de la obra y la imagen a proyectar, en un lenguaje cargado de simbolismos y movimiento, construido con una fuerte preferencia por los materiales industrializados, el gusto por las texturas, los colores intensos y el tratamiento transparente de la obra. En alto porcentaje, la arquitectura se realizó sobre edificios existentes que fueron transformados para adaptarse a una nueva imagen, una función y una
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intención urbana diferentes, que se encaminaba a impactar y lograr presencia urbana gracias a la novedad de la forma. La transformación de antiguas residencias para adaptarlas a nuevas funciones se diseminó en la mayoría de los centros urbanos, donde lograron destacarse propuestas como New Horizon’s Bookshop, de Alejandro Matos, intervención sencilla que fue la primera parte de un proyecto más ambicioso continuado posteriormente por Guaroa Noboa y Alejandro Herrera, y Fitman Cardiofitness Studio, de Mauricia Domínguez y José Enrique Delmonte,62 con incursión en la arquitectura de género de pocos antecedentes en el país. Más recientemente se destacan los trabajos de adaptación de Amando Vi-
Colegio New Horizons, de Guaroa Noboa con Alejandro Herrera. 2003. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA. New Horizons Bookshop, diseñado por Alejandro Matos sobre una vivienda preexistente. Foto Jochi Marichal. Figurella, antiguo Fitman Cardiofitness Studio, diseño de Mauricia Domínguez y José Enrique Delmonte, c. 2001. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA.
cario y María José González del Rey, en Excel y GES, y la propuesta de Daniel Pons para Redecomsa, ambos siguiendo una línea hacia la simplicidad, limpieza y elegancia de sus componentes. El éxito alcanzado con los nuevos esquemas de plazas comerciales, organizados en U, de dos niveles, parqueo frontal, pasillos abiertos y locales pequeños, cuyo modelo original fue Plaza Palmeras, 1992,
de Víctor Hermida, fue repetido en las principales ciudades a una velocidad asombrosa, lo que permitió, al menos, el desarrollo de una arquitectura de interiores de novedosas soluciones estéticas. Merecen especial mención, como ejemplo, la tienda Lui Lui, de Juan Mubarak, hoy desaparecida, ganadora del premio al diseño de interiores en la V BASD de 1994, los trabajos de Mariví Bonilla en Santiago y Santo Domingo, las sucursales de Bankágil BHD, de Gustavo Luis Moré y Juan Cristóbal Caro, también ganadoras del 1er. premio al diseño de interiores en la VII BASD, así como otras de efímera existencia, pero que sirvieron de expresión a un grupo importante de diseñadores transmisores de las aspiraciones de su generación. El trabajo de Christian Ricart para el restaurante Aqua, hoy desaparecido,
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Interior de la Tienda Palau, en Santiago. Mariví Bonilla Bojos, 1998. Foto Archivo Bonilla Bojos. Sede de las oficinas de Viva, en la avenida Winston Churchill, diseño del arquitecto boliviano Oscar Roca. Santo Domingo, 2008. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA. Casa Palmas #22 en Casa de Campo, La Romana. Francisco Feaugás, 2008. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.
de tendencia minimalista con cierto toque oriental, por sólo mencionar un ejemplo, resultó una solución equilibrada y elegante, merecedora de la atención de la crítica. Ya en la cercanía del cambio de milenio, la tendencia de la arquitectura se dirigió hacia la pureza formal y el minimalismo. La furia deslumbrante de las pequeñas inserciones apoyadas en la sobreexposición temática mediante elementos de diferentes materiales y formas diversas que caracterizó los noventa, dio paso a propuestas más serenas y maduras que podrían definirse dentro de un “neomoderno” en desarrollo. Limpieza formal y espacios fluidos, con cierto cuidado por la homogeneidad en los elementos compositivos, se convirtieron en la última de las preocupaciones de los arquitectos dominicanos en el cambio de siglo, quienes abandonaron casi por completo los preceptos de las dos últimas décadas de la centuria, que caracterizaron la producción arquitectónica dominicana.
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6.8
En la ruta del presente Es evidente que en estos momentos la arquitectura dominicana transita por una diversidad dentro de la coherencia de la estética internacional que se concentra en la capacidad de contribuir a la línea de de-
Casa Saladín en Casa de Campo, La Romana. Francisco Feaugás, 2006. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.
sarrollo de la arquitectura en su conjunto. De ahí que los proyectos desarrollados en los últimos años presenten esa riqueza que permite disponer de múltiples recursos para incorporarlos a la unidad expresiva, detalles mucho más importantes para los diseñadores dominicanos de hoy que el peso de la identidad que se exigía hace algunos años. La madurez a la que se acerca la arquitectura local se manifiesta en distintos escenarios; los arquitectos que reflejan este compromiso cuidan de los detalles tanto en las obras pequeñas como de gran escala, tanto en las urbanas como en las suburbanas, tanto en las habitacionales como en las productivas, tanto en las comerciales como en las de ocio, y en las formales como en las informales, en donde los medios permiten mostrarlas y valorarlas en una competencia por existir una vez son publicadas en las revistas especializadas.63 Las publicaciones especializadas convierten en imperecederas, inclusive, obras que han desaparecido en pocos años, ya sea por razones propias de la empresa a la cual estaban destinadas o por cambios continuos del mercado, y sirven de continuidad en la obra de un arquitecto determinado más allá de la existencia física de sus trabajos. La labor continua de publicaciones de calidad, como Arquitexto,64 Archivos de Arquitectura Antillana,65 Habitat,66 Casa Única,67 por un lado, y Periferia68 y Arquiteca,69 por otro, cuyos antecedentes fueron las desaparecidas Arquivox,70 De Arquitectura,71 Arquitiempo,72 entre otras, son el reflejo de un dinamismo nunca antes conocido en el país y que permite disponer de una lectura del proceso de los últimos diez años en la arquitectura dominicana e, inclusive, de la región del Caribe. La reciente edición por parte de la Junta de Andalucía de la Guía de Arquitectura de Santo Domingo es un hecho importante para la historia de la arquitectura y el urbanismo tanto de la ciudad como del país. El contenido de la Guía, que estuvo a cargo de la Fundación Erwin Walter Palm, recogió un catálogo de las obras más representativas de la ciudad desde su fundación hasta el presente, en el que se reseñaron
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Casa Miralejos, originalmente Mendoza, en Casa de Campo, La Romana. Hugh Newell Jacobsen, 1987. Foto Lowell Whipple.
los datos particulares de las obras, así como una descripción arquitectónica de las mismas. Sin dudas,
Esta casa, resuelta en base a una serie de pabellones articulados geométricamente, posee una espectacular vista hacia el campo de golf, la Marina de Casa de Campo y la desembocadura del rio Chavón. Realizada por Ahmed Chabebe, c. 2005. Foto Ricardo Briones.
por primera vez se reúne en un documento de amplia divulgación internacional información especializa-
Plano de casa Miralejos. Archivo AAA. Detalle del bloque original de la recepción de Casa de Campo, en La Romana. William Cox, c.1975. Foto Archivo AAA.
esta publicación se convertirá en un documento de referencia ineludible para la arquitectura local, pues
da sobre dichos inmuebles. El trabajo pionero del Grupo Nuevarquitectura73 que a principio de los ochenta comenzó a valorar la obra en conjunto de los arquitectos precursores de la modernidad (Nechodoma, De Trueba, Alfonseca, Báez, etc.); de la llamada Primera Generación (González, Pou Ricart, Ruiz Castillo, Reid, Reyes, Pérez Garrido, Caro Álvarez, etc.); y de la Segunda Generación (Vega, Calventi, Gautier, Carbonell, Cott, etc.), ha derivado en un cuidado por establecer una obra unitaria dentro del conjunto de trabajos que realiza un arquitecto, cuya apreciación se traslada a una actitud de respeto y de estudio de las soluciones que le caracterizan.
Las escuelas de arquitectura y los grupos especializados El papel de la academia ha sido determinante como escenario de discusión de temas urbanos y arquitectónicos. Desde las escuelas se han organizado eventos que derivaron en proyectos de mayor incidencia en la conformación de una conciencia profesional de la arquitectura, tales como los Encuentros nacionales de escuelas y facultades de arquitectura (ENEFA), la Cátedra Magistral José Ramón Báez López-Penha,74 los encuentros de Arquitectura Joven organizados por estudiantes de arquitectura, talleres internacionales y charlas periódicas en distintas escuelas, conformación de estudios de maestría sin precedentes en el país. De ahí se han producido otros eventos de perfil internacional y de importancia trascendental, como los Encuentros de arquitectura y urbanismo de las Antillas, los Seminarios Erwin Walter Palm de arquitectura y urbanismo de América Latina y el Caribe, los encuentros organizados por la revista Arquitexto en el Centro Cultural de España y Archivos de
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Arquitectura Antillana en Cuesta Centro del Libro y FUNGLODE, y la conformación de nuevos grupos de profesionales comprometidos con la superación de la arquitectura, como el Grupo Transom, en Santiago, la Fundación Erwin Walter Palm, el DoCoMoMo Dominicano75 y el CEDARQ,76 entre otros,
Marquesina de ingreso al Bávaro Convention Center, diseñado por Tolo Cursach, 2000. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA.
quitectura, el ICOMOS y CARIMOS.
Gazebos en varias residencias vacacionales en Cap Cana. Sandra Ehlert, diseñadora e interiorista, 2006. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.
Arquitectura contextualizada
Club de Golf de Punta Cana. Rhina López Marranzini, 2004. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.
que comparten su espacio con otras entidades más antiguas, como el mencionado Grupo Nuevar-
Es posible agrupar hoy la arquitectura dominicana de acuerdo a su lugar de desarrollo, su emplazamiento geográfico y su destino final. Hablar de una arquitectura tipo refleja la idea de cierta madurez de la profesión, en la que ya es natural entender que existe en el país una arquitectura para el turismo y otra para las fábricas (en este último renglón merecen mención los proyectos de Plácido Piña para INDUVECA, tanto en La Vega como en Santo Domingo, y el trabajo de Alex Vega para Bacardí, entre otros) que, aunque parezcan polos opuestos, el arquitecto dominicano de hoy manifiesta su compromiso por un mejor resultado funcional y estético, que hasta hace algunos años no era necesariamente un objetivo a satisfacer en proyectos de esa naturaleza. La arquitectura de Punta Cana, por ejemplo, se distingue de la de Casa de Campo, de la de Puerto Plata, Cabarete y Las Terrenas. Todas llevan esa marca de identidad que dirige el discurso hacia un vocabulario específico con códigos determinados. En Punta Cana, por una parte, la posibilidad de crear una arquitectura abierta y construida con los materiales más autóctonos de la isla -estructuras de madera de eucalipto conectadas por bejucos, vigas de palo amargo, cubiertas de palma cana, paramentos de piedra caliza, pavimentos de laja gris-, ha servido de medio de expresión a los arquitectos, quienes han logrado propuestas altamente novedosas y extraordinariamente ricas en soluciones
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Extraordinaria casa La Contrahecha, en Casa de Campo, La Romana. José Horacio Marranzini, c. 1980. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA. Casa Bonetti Zeller en Casa de Campo, La Romana. Miguel Vila Luna, c. 1995. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA. Casa en Los Mangos, Casa de Campo, La Romana, 2004. Rafael Eduardo Selman. Foto Rafael Eduardo Selman.
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espaciales y ambientales, totalmente adaptadas al medio ambiente y a las condiciones climáticas lo-
destinadas para tiendas de gift shops, tabacos, artesanía, joyerías, entre otras, que ha sido repetido en
cales. El trabajo pionero de Oscar Imbert ha determinado una estética muy particular que ha conver-
otros complejos. El último de ellos, en el hotel Bahía Príncipe, ha recreado una plaza municipal alrede-
tido a Punta Cana en un contexto definido e identificado por nacionales y extranjeros. Quizás sería po-
dor de la cual se dispone de pequeñas construcciones que recrean la imagen que ellos perciben de los
sible llegar a introducir el “estilo Punta Cana” dentro de la amplitud de propuestas de la contempora-
pueblos dominicanos.
neidad dominicana. De igual modo, Casa de Campo, escenario pionero de una arquitectura tropicali-
El fenómeno de los campos de golf para atraer un turismo de mayor poder adquisitivo ha introducido en
zada y adaptada a la región, ha sido el receptáculo de múltiples propuestas que conforman un univer-
Bávaro y otros lugares el complejo de residencias para un usuario de mayor exigencia. Se destacan el
so particular dentro de la República Dominicana. Allí se ha definido una carrera para la creatividad que,
proyecto Palma Real, del complejo Meliá, en Bávaro, un concepto que ha permitido la realización de
gracias a las posibilidades que permite la disposición de recursos económicos como no existe en nin-
obras con mayor cercanía a la primera vivienda que a la casa de vacaciones, en las que el estilo Casa
gún otro lugar de la geografía nacional, ha servido de medio para producir un conjunto de obras de
de Campo o Jarabacoa ha determinado las características locales. De igual modo, es similar el caso de
alto valor estético y funcional.
Guavaberry y Metro Country Club, en Juan Dolio, donde se combina la segunda vivienda con el campo
Punta Cana, por ejemplo, difiere de polos cercanos a él como Bávaro y Uvero Alto. La carrera de cons-
de golf como protagonista.
trucción de hoteles en la zona ha determinado la presencia de una diversidad de obras, en las que se
Casa de Campo merece un comentario especial, ya que ha sufrido un cambio significativo en su con-
puede identificar un esquema común que ha sido repetido en cada uno de los proyectos. La mayoría
cepción original. Este cambio se puede comprender al hacer una lectura cronológica de las primeras
de estos hoteles ha sido diseñada por arquitectos españoles, quienes han establecido un código for-
villas de golf de los años setenta y ochenta, pasando por las grandes villas diseñadas para capitalistas
mal que, a su juicio, refleja parte de las condicionantes estéticas y espaciales de la arquitectura domi-
internacionales, hasta las inmensas propiedades cada vez más cercanas a soluciones urbanas y aleja-
nicana tradicional. La disposición de grandes terrenos a la orilla de las playas ha conformado un esque-
das de la gracia que caracterizaba las villas originales. Han sido importantes los diseños de Roberto Co-
ma de organización dispersa, organizado en pabellones bien definidos, y cuya unidad se logra a través
pa y William Cox, pioneros en la zona, así como otros diseñadores que conforman una amplia lista de
de un trabajo de paisajismo que, en ocasiones, supera incluso las soluciones de su arquitectura. El in-
autores, entre los que se destacan Savin Cöelle, Miguel Vila, Nazre Sansur, Simón López, Hugh Jacob-
terés por establecer un espacio que refleje al visitante la idea de localidad que la propia separación de
sen, Alejandro y José Horacio Marranzini, y recientemente Francisco Feaugas y Rafael Eduardo Selman,
Bávaro impide por su separación del resto del territorio nacional, ha dirigido esfuerzos muy puntuales
por solo mencionar algunos. Es notable el cambio conceptual de todo el complejo que abarca, desde
para construir pequeñas “comarcas” dentro de los hoteles, que ofrezcan una imagen “local” de la cul-
su condición tradicional de lugar destinado para el ocio en propiedades de segunda vivienda, hasta
tura dominicana a través de su arquitectura. Fue pionero, en ese modelo, la cadena de hoteles Riu, que
convertirse hoy en una compleja industria de bienes raíces de grandes proporciones. El paso del hura-
construyó una calle con pequeños locales con fachadas similares a la arquitectura popular dominicana,
cán Georges en 1998, que atravesó La Romana y destruyó parcialmente muchas estructuras de Casa
Iglesia de Punta Cana, diseñada por Juan Zorrilla y Trini Baquero, 2003. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA. Casa en Los Corales, Punta Cana. Juan Zorrilla y Trini Baquero, 2004. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA. Interior de la Casa de Huéspedes de una vivienda privada en Los Corales, Punta Cana. Ernesto Buch, c. 2002. Foto Gustavo Luis Moré/Archivo AAA.
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Vista aérea del conjunto que ofrece el Hotel Hamaca, luego de su intervención para reciclarlo y ampliarlo. CARALVA, c. 1990. Al centro la estructura original de Guillermo González (1951). Foto Archivo CARALVA. Marina de Casa de Campo, 1998-2004. Gianfranco Fini et al., La Romana. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA. Vista aérea de un desarrollo hotelero en la costa este. Foto Peter Beuse.
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La Marina de Cap Cana, cuyo diseño fue realizado con la intervención de varios diseñadores locales y extranjeros. 2002-2008. Foto Gustavo Moré. Conjunto Los Altos, La Romana. Francisco Feaugás, 2007. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA. Vista aérea de un enorme desarrollo hotelero en construcción (2008) en la costa este. Foto Peter Beuse.
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de Campo, obligó al cambio de los reglamentos de construcción dentro del complejo que, con el objetivo de asegurar mejor las propiedades, han modificado sus particularidades originales hasta convertirlas en viviendas suburbanas de gran escala. A pesar de que la riqueza de propuestas se hace evidente en los nuevos proyectos por la capacidad de sus diseñadores, es notoria la pérdida de la ingenuidad de la arquitectura que le caracterizó hasta mediados del decenio de los noventa y que le hacían atractiva a los visitantes.
Edificio sede de Claro-Codetel, antes Verizon, de la autoría de Franc Ortega/SINERCON, 2005. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA. Vista general del edificio de La Epoca, Santiago. 2004. Lowell Whipple y Luis Bisonó. Foto Lowell Whipple/Archivo AAA. Hotel Casa Colonial, diseñado por Sarah García, 2005, en la zona de Playa Dorada en Puerto Plata. Foto Francisco Manosalvas.
Este cambio ha incidido en la debilidad de su imagen de conjunto, condición mucho mejor lograda y explotada en Punta Cana. Las nuevas incursiones en el proyecto Cap Cana –por ejemplo la Marina– demuestran un mejor cuidado por preservar esa coherencia que forma parte de sus fortalezas, donde ya se destacan los trabajos de otros arquitectos dominicanos, como es el caso de Oscar Imbert Tessón, Antonio Segundo Imbert, Juanchy Zorrilla, Trini Baquero, Ernesto Buch y Christian Broberg.
El caso de la costa norte debe ser comentado. La pérdida de mercado de Puerto Plata como destino turístico desde mediados de los noventa ha obligado a sus promotores a establecer una política de calidad en los servicios para su rescate y redefinición, en la que la arquitectura juega un papel muy importante. No es fortuito el trabajo de Sarah García en su proyecto Casa Colonial, Hotel & Spa, en Playa Dorada, un trabajo realizado con cuidado extremo en cada uno de los componentes espaciales y ambientales de sus instalaciones. Aquí, la arquitectura dominicana trata de satisfacer requerimientos de alta calidad que obligan a disponer de una mano de obra muy calificada y a la aplicación de criterios de diseño muy comprometidos con las aspiraciones de un público exigente.
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Propuesta para el proyecto Novo Mundo XXI, conocido como la Isla Artificial, que causó gran controversia en la opinión pública local. Preparado por Ricardo Bofill con la participación de Pedro José Borrell y Gustavo Luis Moré, 2004. Archivo AAA.
Este es uno de los nuevos retos que también enfrenta la arquitectura dominicana actual, cuyos paráme-
Torre Veiramar, (2007) de Andrés Sánchez y César Curiel, en el Malecón de Santo Domingo. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.
tos de acuerdo a los estándares de calidad y seguridad más complejos.
Imagen digital del proyecto de restauración del Centro de los Héroes. Moré & Martínez, 2003.
tros de calidad de acuerdo a normas internacionales ya se aplican para ciertos proyectos de importancia, como ha sido el caso de la Sede Corporativa de Codetel, de Franc Ortega y el equipo de SINERCON, realizado bajo estricta supervisión de compañías internacionales dedicadas a certificar los proyec-
Las nuevas propuestas urbanas Todo este escenario de dinamismo y nuevas exigencias por el que atraviesa la arquitectura dominicana actual, con su diversidad de propuestas y la introducción de temáticas de diferentes facetas, sería la clave para acercarse a una unidad en la traducción de la realidad dominicana actual. En el caso de Santo Domingo y Santiago, la escala de los proyectos ya se acerca a las proporciones que desbordan las capacidades de inversión unitaria del gobierno, con ofertas tan ambiciosas como el Proyecto para el Puerto de Santo Domingo (DICONFO, 2005), la llamada Isla Artificial, en el borde de la ciudad (del arquitecto español Ricardo Bofill y los colaboradores locales Borrell y Moré), las propuestas para sistemas de transporte masivo (el Metro de Santo Domingo, ingeniero Diandino Peña y colaboradores), el rescate del Centro de los Héroes, el proyecto para el Parque Central de Santiago (Moré-Mignucci, 2004), y el importante proyecto RESURE (Reestructuración ecológica, social, urbana y económica de los barrios de la orilla de los ríos Ozama e Isabela) realizado en 1996-1997 por el CONAU, el PNUD, el INVI y un equipo de profesionales dominicanos),77 todos con requerimientos de recursos y
técnicos pocas veces manejados en el país. La imagen de las ciudades dominicanas en el presente se muestra polifacética e incoherente, donde la lectura de un discurso unitario constituye un reto para los traductores de sus complejidades. La convivencia de distintos niveles de desarrollo social crea presiones entre los sectores que las conforman, mu-
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Transformación del antiguo edificio de la Corporación de Empresas Estatales (CORDE) en el Centro de Operaciones del Banco de Reservas, diseñado por Plácido Piña y colaboradores en Santo Domingo, 2005. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA.
chos de los cuales son escenario de contrastes enormes entre los que tienen y pueden y los que quie-
La revalorización del terreno urbano de Santo Domingo ha motivado al desarrollo de edificios de gran al-
ren tener y no pueden. Estas diferencias sociales se identifican a través de las expresiones de una ciu-
tura, algunos de los cuales se ubican dentro de la lista de edificios de mayor altura en América Latina.
dad formal, ordenada y en transformación, en la que se concentran las clases privilegiadas, y una ciudad
La Torre Caney, de 38 pisos y 148 metros, de la firma Rodríguez Sandoval & Asociados, marca el record
informal, ajena a códigos de ordenamiento, organizada en esquemas espontáneos y frágiles, donde se
de altura tanto para el país como para las Antillas, una muestra de la nueva tendencia de proyectos de
Ampliación de la sede del Banco León, en la Av. John F. Kennedy, diseño de Daniel Pons articulando las instalaciones originales de William Reid Cabral y SOM para el Chase Manhatan Bank en Santo Domingo. 2005. Foto Ricardo Briones.
agrupa la gran masa de ciudadanos con pocas oportunidades.
grandes dimensiones proyectados para Santo Domingo. El record será superado en breve por la Torre
En esta última, las inversiones urbanas son insuficientes y la arquitectura se realiza con los criterios pro-
Anacaona,27 de 62 pisos y 240 metros, de la misma firma, cuyas dimensiones lo convertirán en uno de
pios que la tradición y la necesidad permiten. En la otra, la formal, la que concentra el capital y la diná-
los proyectos más altos de América Latina, sólo superado por los edificios Gran Costanera, en Chile y
mica de inversiones inmobiliarias, la arquitectura aún se debate entre la coherencia y la ambigüedad, en-
Faros del Panamá, en Panamá, de 330 y 346 metros de altura, respectivamente.
tre el vocabulario contemporáneo y la estética obsoleta o desfasada, entre lo adecuado y lo grotesco,
La inserción de estas propuestas estéticas-formales se realiza con mucha fuerza en medio de una diver-
entre lo determinante y lo intranscendente, entre el compromiso y la indiferencia. Es parte de la confor-
sidad compositiva, inclusive para proyectos destinados a un mismo fin. Este fenómeno hace reflexionar
mación del mundo actual, definido por la ambivalencia de criterios, el materialismo desenfrenado y la sa-
sobre la apertura de las ideas en la arquitectura local apoyadas por un auge comercial en el sector de
tisfacción individual.
los bienes raíces. Es interesante visualizar la convivencia de tales propuestas, distintas entre sí, que con-
Vista de la fachada este del edifico de la Superintendencia de Pensiones, diseño de Daniel Pons. 2006. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA. Supermercado Bravo, en el sector de Los Cacicazgos, diseño de Sarah Hernández y Ricardo Martínez. 2006. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.
vierten a las principales ciudades en verdaderos escenarios para la experimentación y les aporta un per-
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Reflejos de una nueva estética local
fil formal incoherente.
En la actualidad se refleja un impulso hacia la preferencia de una nueva estética modernista, basada en
Existe una lista amplia de obras que se han ejecutado en los últimos años que describen las tendencias
el minimalismo. Los últimos proyectos para apartamentos diseminados por la ciudad presentan una ima-
que predominan en la arquitectura dominicana. Un estudio detallado de estas obras permitiría estable-
gen basada en los planos y superficies desnudas, el predominio de la horizontalidad apoyada en elemen-
cer, en su momento, un discurso de las preocupaciones de la sociedad dominicana por fusionarse con
tos estético-funcionales y la inclusión de nuevos materiales industrializados que predominan en su plan-
un presente que se debate entre lo local y lo internacional, o mejor aún, entre lo dinámico y lo estático,
teamiento volumétrico. Es notable el uso del blanco y la presencia de grande paneles de vidrio colorea-
o entre lo clásico y lo novedoso. La lucha por alcanzar la notoriedad del contenido del edificio a través
do, la planta libre y los espacios “aterrazados”, referencia de los criterios estéticos del modernismo en el
de la propuesta arquitectónica, es un paso importante que determina la exigencia de la sociedad para
Caribe de mediados del siglo XX. Los proyectos habitacionales de Andrés Sánchez y César Curiel, dise-
lograr una mejor representación de sus propias características.
minados en el Polígono Central y en el malecón de Santo Domingo, han impulsado una línea estética que
Un recorrido por los sectores formales de Santo Domingo y Santiago sirve de ejemplo del fenómeno del
ya ha sido emulada rápidamente por los promotores de viviendas como garantía de éxito comercial.
antagonismo descrito. Allí se observan propuestas académicas tan distintas como Ilumel, (Ángel Guidicelli,
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La Torre Popular, de Pedro José Borrell, 1991. Foto Jochi Marichal.
1999), Ilumel II (Antonio S. Imbert y Christian Ricart, 2001) e Ilumel III (Simples Arquitectura/Antonio S. Imbert, 2006). Un trabajo de ensamble entre tres propuestas formales disímiles. La primera, con cierta in-
Centro León, en Santiago de los Caballeros, diseñado por Pedro José Borrell, 2000-2003. Foto Jochi Marichal. Torre Ejecutiva del Grupo León Jimenes, en Santo Domingo, diseñado por Pedro José Borrell, 2004. Foto Jochi Marichal. Detalle de la escultura frontal de Bismarck Victoria en la Torre Empresarial, de la firma Inmobiliaria García Armenteros. Heriberto Purcell, 2000, Santo Domingo. Foto Eduardo Guzmán/Archivo AAA. Dibujo artístico de Pedro José Borrell para el Centro León en Santiago. Archivo AAA. Intercentro, edificio sin destinatario, previsto como sede para el Banco Intercontinental. Diseño de Sandy & Babcock (Miami) con Franc Ortega. 2000. Foto Jochi Marichal.
fluencia historicista, en una evocación a las soluciones de techumbre de la arquitectura vernácula, y los demás, apegados a la escasez de decoración y enfocados en expresión pura de la forma. Dentro de este ejercicio de unificación de edificios, este trío comparte su momento con la conversión en una unidad de los antiguos edificios de la Compañía Dominicana de Aviación y la sede de la Corporación de Empresas Estatales (CORDE), en la avenida Enrique Jiménez Moya, ensamblados mediante un cuerpo central que trata de crear una imagen unitaria del conjunto. Igual paralelismo se aprecia, entre la Tienda Mary (1992) y Novoteks (1997), ambos de Juan Pérez Morales, con repertorios extremos entre uno y otro caso, situados a metros de distancia sobre la misma calle; entre el Palacio de Justicia de Santiago (Danny Pérez, 1996) y la Suprema Corte de Justicia y Procuraduría General de la República (Gustavo L. Moré y Juan C. Caro, 1997-2005), ambos ganados por concurso público, pero diferentes en sus planeamientos estéticos y contextuales. En la esfera privada sobresalen la Torre Popular (Pedro J. Borrell, 1991) e Intercentro (Sandy & Babcock, Franc Ortega, 2004), el primero con un lenguaje modernista y el segundo el edificio vidriado más internacionalista de la actualidad; el Body Shop Athletic Club (Ramón Tavárez, 1998) y Gold’s Gym (Rafael Concepción, 1999). Tavárez apuesta a la fuerza del volumen masivo mientras que en Gold’s Gym Concepción juega con las formas con una libertad poco común en el medio local; las empresas de venta de vehículos para la Agencia Bella (Leopoldo Franco, 1998), con una propuesta neo-brutalista y aligerada por el uso de recursos expresivos tradicionales, y la simplicidad del showroom de Avelino Abreu (Antonio S. Imbert, 2004); la Torre Banreservas (Plácido Piña, 1995) y la Sucursal Banreservas en la Charles De Gaulle (Carlos Jorge, 2003), ambas de escala y estética opuestas, donde sobresale la preocupación por la relación edificio-emplazamiento urbano.
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Edificio de la Fundación Global Democracia y Desarrollo, diseñado por Gustavo Luis Moré, 2000-2004. Foto Lowell Whipple/Archivo AAA.
Dentro del catálogo de obras para empresas corporativas resaltan la distancia entre la Torre Ejecutiva de
cargada fuerza comunicativa. La pluralidad existente y la diversidad de criterios para ofrecer respuestas
E. León Jimenes, (Pedro J. Borrell, 2002) en el malecón de Santo Domingo y el Edificio Corporativo pa-
adecuadas, está más cerca del deseo de establecer una marca personal que del logro de una obra ar-
Edificio Gold’s Gym, de Rafael Concepción. 1996. Eduardo Guzmán/Archivo AAA.
ra Verizon (hoy Claro-Codetel) (Franc Ortega/SINERCON, 2005), ubicado en el eje vial de la avenida John
quitectónica consciente de su espacio y de su tiempo, insertada en un contexto que requiere, entre otras
Conjunto de Malecón Center, de la firma Rodríguez Sandoval & Asociados. Sandy & Babcock, concepto original, 2005. Foto Jochi Marichal.
humana.78
F. Kennedy; la torre y centro comercial para el Acrópolis Center & Citibank Tower (Richard Knorr, 2001) y
cosas, una imagen más coherente y
el complejo conjunto del Malecón Center (Rodríguez Sandoval & Asociados, 2005), dos de las iniciativas
Se trata de una convivencia entre distintos modos de expresión relacionados con la posmodernidad,
de promoción privada de mayor envergadura que ha visto el país en la última década, cuyas respuestas
donde el individualismo se perfila por encima del conjunto, en una lucha diaria por superponer visiones
arquitectónicas quedan por debajo de las expectativas, a pesar de sus grandes dimensiones.
individuales. Un escenario para cada cual en un mundo polivalente y superficial. Es parte del discurso ar-
Algo similar se advierte en varios proyectos domésticos. La Casa Yagüera, inspirada en la arquitectura
quitectónico dominicano de hoy.
Edificio Rainbow, hoy de Air Europa, de Bichara Khoury, c. 1995. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA. Aeropuerto Internacional de La Romana, de la autoría de Juan Pérez Morales. 2000. Foto Jochi Marichal/Archivo AAA. Casa en Altos de Arroyo Hondo III, de Daniel Pons. 2003. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.
vernácula dominicana (Jorge Aponte y Carmen R. Méndez, 1999) y la residencia Hermanos Tejeda (Daniel Pons), con una limpia imagen contemporánea; la torre residencial Lloret del Mar (Eduardo Lora, 2004), de estudiado academicismo y acabada y profusa decoración y la Torre Taymeé (María Fernanda Rosario/Ja’el García, 2004), con una fuerza en el tratamiento de la forma arquitectónica; los edificios residenciales Paseo del Sol y Paseo de Norte, ambos de Rafael Selman, que reflejan una auto-búsqueda de un lenguaje expresivo dentro de la contemporaneidad. La necesidad de disponer de servicios adecuados dirigidos a afianzar el turismo en el país ha inducido a intervenir en nuevos proyectos básicos, entre ellos los aeropuertos. Pueden mencionarse el aeropuerto La Isabela-Joaquín Balaguer, en las cercanías de Santo Domingo (como sustituto del antiguo aeropuerto de Herrera) (Richard Martínez & Asociados) y el aeropuerto La Cacata, de La Romana, (Juan Pérez Morales). El primero, con una propuesta cercana a la arquitectura comercial, mientras en La Romana se evocan las instalaciones fabriles de los ingenios azucareros y los materiales industrializados. Como se ve, la lista de proyectos resulta interminable, precisamente, en un momento de auge de nuevas inversiones extranjeras y locales que dinamizan la construcción y que permiten oportunidades de expresión a los arquitectos, tanto en proyectos de grandes dimensiones como en propuestas modestas de
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Epílogo Gustavo Luis Moré
Páginas para una historia futura Este proyecto duró cinco años en construcción. Durante ese período los autores tuvimos la oportunidad de meditar con detenimiento sobre el cuerpo de estudio de cada una de nuestras Historias. En realidad, hemos podido decantar una determinada postura frente al hecho arquitectónico, una específica actitud crítica. La simple escogencia de los hitos fundamentales, de los hilos conductores del cuento, ha sido más que un acto intelectual, una suerte de coincidencia. Estas páginas finales, aunque firmadas por el
En el fondo, una perspectiva del puente frente a la playa del Aqua Resort en Uvero Alto. Arq. Antonio Segundo imbert, 2007. Foto Ricardo Briones. En el inciso, fachada sur del condominio Aqua en la playa de Juan Dolio. Andrés Julio Sánchez y César Curiel, 2008. Foto Ricardo Briones.
editor, reflejan en gran manera el enfoque concertado del grupo.
Los tiempos actuales Es mucho lo que ha cambiado el país en los últimos años. La más evidente pesquisa se presenta en el universo del turismo en enclaves costeros de cada vez más calidad, aunque también debemos referirnos a la intensa actividad proyectual que se despliega en los principales centros urbanos. Como ejemplo pionero en el mercado turístico, podemos citar aquel desarrollo de mediados de la década del 70, Casa de Campo, que se ha convertido en una máquina indetenible de crecimiento, tanto cuantitativo como cualitativo. La participación abierta de arquitectos locales y extranjeros en éste y en otros enclaves, ha enriquecido notablemente la oferta inmobiliaria, fenómeno consolidado ya en otros proyectos posteriores como Los Corales, La Marina y los Campos de Golf de Punta Cana; el enorme y ambicioso complejo de Cap Cana, y los innumerables polos de asentamiento para el ocio en el este, el norte y el extremo sur del territorio nacional. La iniciativa ha sido tan abundante y dispersa que hoy resulta prácticamente imposible reconocer todos y cada uno de los proyectos ejecutados o en proceso de construcción, tarea pendiente para el futuro inmediato. El nuevo modelo turístico –diverso al tipo urbano compacto o al bloque aislado rodeado de verde– típico de gran formato obedece, frecuentemente, a la solución de volúmenes articulados en franjas más o menos estrechas de terreno, orientados hacia la playa; hacia la llegada, se disponen los espacios de recepción, servicios y alimentación; hacia el centro, los bloques de habitaciones de baja densidad repartidos de modo simétrico, abrazando espacios paisajísticos y de equipamiento colectivo, ordenamiento
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que sin excepción termina en un borde playero donde se concentra gran parte del dinamismo del con-
La empresa privada frente a la obra pública
junto. Este esquema de alguna forma responde a las normas previstas por el INFRATUR en sus inicios, re-
Debido a las notables diferencias existentes, tanto en la gestión como en los resultados, es importante
glamento que hasta hace poco, predominó en casi todos los hoteles “todo incluido” realizados en el país.
esbozar aquí las particularidades relativas a los universos paralelos de la empresa privada y la obra pú-
Recientemente se ha registrado un desconcertante aumento de la densidad y de la altura en la norma
blica. Dos edificios –entre muchos otros– pueden servir de ejemplo para motivar esta reflexión: el com-
acostumbrada, permitiendo edificaciones multipisos para apartamentos –no para hoteles, todavía– en al-
plejo de la Torre y Centro Comercial Acrópolis, y el edificio sede de la Suprema Corte de Justicia y la Pro-
gunos polos, notablemente en el de la costa de Juan Dolio y Guayacanes.
curaduría General de la República. Ambos están situados en la ciudad de Santo Domingo, fueron cons-
En los últimos años las administraciones municipales, principalmente la del Distrito Nacional, han empren-
truidos paralelamente y dotados de exigentes terminaciones y equipamientos. El primero fue el resulta-
dido un programa a todas luces coherente, orientado a dignificar el espacio público ciudadano. Muchas
do de una vigorosa y tenaz gestión privada; el segundo, producto del mejor esfuerzo por lograr una obra
de las áreas verdes capitalinas, centrales y marginales, han sido rediseñadas y equipadas con mobiliario
pública correcta, transparente y emblemática.
urbano de buena calidad. Una de las primeras acciones en este sentido fue la llevada a cabo para el de-
Desde toda perspectiva, ambos proyectos fueron realizados con absoluto rigor. Los diseños fueron en-
nominado Boulevard de la 27, ejecutado por la SEOPC sobre el enrase del túnel de esa arteria entre los
cargados a firmas reconocidas, una extranjera, con excelentes asociados criollos, y la otra a una local;
ejes de la Abraham Lincoln y la Winston Churchill (1999). Este longitudinal espacio urbano fue concebido
los documentos redactados para la construcción fueron sometidos a las más exigentes normas; los sis-
como un estrecho parque central entre los carriles a ambas direcciones de esa vía de gran intensidad de
temas de construcción fueron explorados a fin de reducir el tiempo de obra y maximizar la eficiencia. Ar-
uso. Posteriormente, otros lugares de vocación pública han sido intervenidos con gran aceptación de las
quitectónicamente, el espacio vacío central, como componente del ensemble, fue en ambos casos pro-
poblaciones urbanas que los disfrutan. Otros parques tradicionales, como el Parque de las Flores de la Ve-
tagonista principal; la selección de materiales para el recubrimiento y las técnicas de instalación fueron
ga, remodelado por el Arq. Plácido Piña y supervisado por Joel Martínez, constituye uno de los esfuerzos
pioneras en la cultura local de acabados; uno fue localizado en el enclave de mayor atractivo comercial
de mayor calidad en sus resultados arquitectónicos. Dentro de estas acciones hay que destacar los pro-
de la ciudad; el otro, en el lugar más emblemático de la democracia dominicana. Mientras Acrópolis res-
yectos para el Parque Central de Santiago (Moré y Mignucci), originado por la Secretaría de Estado de Me-
pondió a criterios de estricto orden empresarial, con objetivos claramente económicos como pautas de
dio Ambiente (2002-2008) y para la revitalización del Centro de los Héroes en Santo Domingo (Moré y Mar-
acción, la Suprema Corte de Justicia ha debido obedecer a la oportunidad de materializar la más actua-
tínez/ Ramírez et al.), protagonizado por el Ayuntamiento del Distrito Nacional (2003-2008). Otra de las ini-
lizada visión de una nación contemporánea, empeñada en transformar sus instituciones, con una obra
ciativas ejemplares dignas de mención ha sido el rescate de la Cueva de las Maravillas (2004), en San Pe-
reservada a alojar uno de los poderes del Estado dominicano.
dro de Macorís, dirigida por Marcos Barinas desde la Secretaría de Estado de Medio Ambiente.
Habría que preguntarse cómo dos proyectos de tan gran envergadura han terminado, en el largo plazo,
Paralelamente ocurre en la actualidad una sobredemanda en los inmuebles ofertados de ocasión en el
en circunstancias similares: ambos sufrieron agudamente las vicisitudes propias de los avatares domini-
centro histórico de Santo Domingo, proceso que ha comenzado a densificar, a veces afectando grave-
canos de los últimos años. Retrasos, escalamiento de costos, alteraciones al proyecto original, distorsio-
mente la estructura arquitectónica original, casas coloniales y republicanas con operaciones hoteleras de
nes programáticas, etc. En la Bienal de Artes Visuales celebrada en el año 2005 en la República Domi-
bajo calado, apartamentos de mínima superficie, generalmente apoyados por diseños de muy escasa
nicana, un enorme mural de 8 metros de longitud, del artista Aquiles Azar, ganó la Categoría de Fotogra-
elaboración. Ardua labor le espera a la Dirección Nacional de Patrimonio Monumental para discriminar
fía. Su temática, “El Hoyo”, no se refirió sólo al reciente trauma financiero que vivimos los dominicanos,
justamente estas iniciativas.
sino a la gran cantidad de propiedades urbanas excavadas para recibir la construcción de aparcamien-
Lo mismo ocurre en el campo de la arquitectura urbana privada. La ciudad de Santo Domingo se den-
tos subterráneos en la ciudad de Santo Domingo, hasta el momento abandonadas. Era frecuente –y en
sifica a pasos agigantados, y muy probablemente así le ocurrirá a Santiago de los Caballeros, tan pron-
gran medida todavía lo es– encontrar estos enormes y peligrosos vacíos en el panorama citadino. ¿Cuál
to como proyectos de infraestructura pública –como el muy anunciado Parque Central– promuevan el
es la razón? Hay mucho espacio para las elucubraciones, pero entendemos que las explicaciones son
desarrollo en altura en torno a sus espacios cualificados paisajísticamente. Hoy, en la capital, los conjun-
múltiples y, como se ha visto, muy complejas.
tos de mediana escala, las torres de apartamentos, comerciales y las nuevas propuestas de uso mixto,
Es que, en última instancia, la arquitectura y el urbanismo son productos hipersensibles a la realidad po-
se adocenan en las calles de los sectores centrales, a la espera de una eventual participación de las au-
lítico-social. De ésta dependen, tanto en su representatividad social como en la capacidad para encar-
toridades en cuanto a la dotación de servicios comunitarios, peligrosamente deficientes o incluso inexis-
nar a través del espacio las aspiraciones de un pueblo, sean éstas de índole pública o de índole privada,
tentes en buena parte del Polígono Central.
materiales o espirituales.
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Detalle del bloque comercial de la torre del conjunto Acrópolis en Santo Domingo. Richard Knor, 1997-2004. Foto Jochi Marichal. Vista sur del conjunto de Acrópolis. Foto Jochi Marichal. Detalle del atrio central del edificio de la Suprema Corte de Justicia y la Procuraduría General de la República. Centro de los Héroes, Santo Domingo. Gustavo Luis Moré y Juan Cristobal Caro, 1997-2005. Foto Lowell Whipple. Fachada oeste de la Suprema Corte de Justicia y la Procuraduría General de la República. Centro de los Héroes, Santo Domingo. Foto Gustavo Luis Moré.
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Para la arquitectura dominicana los retos son abrumadores. Mientras se trabaja sin descanso, tanto
motores de proyectos turísticos e inmobiliarios y hasta “conceptualizadores” de proyectos. Aún no se re-
individual como colectivamente, habría que esperar que los organismos oficiales competentes y las ins-
gistra, al menos claramente, la posibilidad de encargar grandes obras públicas a empresas internaciona-
tituciones representantes del diseño y la planificación en la República Dominicana continúen trabajando
les, desde su diseño hasta su entrega “llave en mano”, como ocurre en países de la región, como es el
en la construcción del espacio de acción profesional requerido.
caso de Trinidad y Tobago, por sólo citar un ejemplo no tan distante.
Tenemos fe en que el panorama de la arquitectura oficial mejorará en un futuro cercano. En ello han de
Esperamos que las instituciones representantes del quehacer profesional –fundamentalmente el CODIA,
incidir la implementación del sistema de concursos como forma de asignación transparente y noble de
pero también la Sociedad de Arquitectos– logren estructurarse eficazmente a fin de lograr el estableci-
las obras y el aprovechamiento de buenas prácticas que se han ido desarrollando en naciones herma-
miento de una normativa que, en este contexto, organice la participación en el mercado de cuantos de-
nas. En realidad, en estos y en muchos otros aspectos la empresa privada ha venido avanzando más rá-
seen hacerlo, defendiendo los intereses de la profesión y respondiendo a las exigencias de una sociedad
pidamente, con una idea más clara del valor agregado que representa para sus iniciativas una buena
tan compleja y globalizada.
obra de arquitectura, un novedoso diseño de autor.
Hacia un futuro plus-que-imperfecto
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Arquitectura dominicana y globalización
Predecir es siempre arriesgado. A juzgar por las apariencias, el espacio ciudadano sobrevive dentro de
Pocos oficios son tan particulares como el de la Arquitectura. Se diseña para funciones, circunstancias, si-
un permisivo desorden: la ciudad está repleta de obras sin terminar o recién comenzadas, realizadas con
tios y usuarios específicos. Con presupuestos limitados, en tiempos bien definidos. Todo arquitecto del pla-
una escasa orientación en el desarrollo de proyectos, sin que hayan sido ventiladas públicamente, ni con-
neta debe entrenarse desde los inicios de sus estudios en los mecanismos precisos que le permitirán in-
certadas, ni estudiadas, ni evaluadas correctamente.
sertar cada proyecto en su lugar y en su tiempo correspondiente. Debe considerar aspectos físicos, tangi-
Gran parte de las ciudades lucen descuidadas, con jardines y espacios públicos a medio talle, vías pea-
bles, tales como el terreno –su capacidad de carga, su estratigrafía–, el asoleamiento, la vegetación, el cli-
tonales inexistentes y un tráfico vehicular denso, sólo aliviado por la función que, críticamente, desem-
ma, los fenómenos naturales y los urbanos, la vialidad, la contextualización, etc. Igualmente debe ser sen-
peñan los viaductos y expresos diseñados a lo largo de las avenidas principales.
sible a otros aspectos no menos importantes, de carácter generalmente abstracto: la cultura, la poética, la
Después de cinco siglos la República Dominicana es todavía un país en transición. Santo Domingo, el
historia, las tradiciones de uso, de construcción y simbólicas de cada localidad donde se levantará su obra.
más viejo asentamiento del continente después de la llegada europea a América, es también el más jo-
Si bien el párrafo anterior resulta en gran medida evidente, no resulta así en la reflexión previa al acto de so-
ven en pertenecer a la lista de metrópolis americanas en alcanzar similar población o superficie. Es, sin
licitar los servicios de un arquitecto en la actualidad, sobre todo entre algunos promotores inmobiliarios do-
dudas, la ciudad más populosa y compleja del archipiélago caribeño. En la última década se ha visto con
minicanos. La importación de arquitectos “estrellas” –desde luego no lo que aquí ocurre– ha sido muy co-
asombro la densificación paulatina del espacio urbano, sobre todo en las áreas centrales. Este crecimien-
mún en las décadas recientes, más que nada en el panorama del Primer Mundo. El gran bagaje cultural de
to, ha sido producto de una enorme presión económica sobre el suelo. Como indicador basta señalar
estas naciones les ha permitido apreciar el trabajo de autores sobresalientes de otras procedencias, que han
que el precio del metro cuadrado se ha triplicado en los últimos años.
sido escogidos por concurso abierto o comisionados, principalmente para desarrollar encargos públicos de
Es notable la gran pujanza de iniciativas inmobiliarias que hasta ahora, y en defecto de una estrategia pú-
especial significación, o para edificios singulares ordenados por los siempre escasos mecenas privados.
blica de acción, lucían la única alternativa para la consolidación de territorios estratégicos por su centra-
Los caminos de la arquitectura están llenos de ejemplos de arquitectos trashumantes: los ingenieros ro-
lidad y por sus posibilidades de acudir a una dotación de infraestructura ya inevitable. Producto de una
manos dispersos por la vasta geografía del Imperio; los maestros masones franceses que exportaron el
idea de ciudad –propuesta desde el municipio–, de barrios, funcional y formalmente caracterizados en
gótico a los estados vecinos; los alarifes mozárabes y los canteros españoles que hicieron otro tanto en
polígonos, y de una estabilidad y un crecimiento macroeconómicos, docenas de torres de apartamentos
toda América; la estadía final de Leonardo en la corte francesa; los arquitectos italianos en la de San Pe-
y de oficinas, al igual que plazas comerciales de la más diversa configuración, se han levantado en el Po-
tersburgo. Sin dudas asistimos hoy a un fenómeno común, de consecuencias, por cierto, no muy bien
lígono Central, en el Evaristo Morales, en El Vergel, en barrios de apenas 40 años de edad, y se han ex-
documentadas en la historiografía del arte universal.
tendido hasta barrios tradicionales como Gazcue, la Ciudad Universitaria, La Esperilla y otras zonas, hoy
Estamos conscientes de que, en el marco de la globalización, en la Republica Dominicana este fenóme-
hasta cierto punto satélites al universo urbano de mayor actividad comercial.
no ha empezado a manifestarse y sin duda alguna seguirá ocurriendo bajo muy diversas modalidades.
En la actualidad no menos de 500,000 metros cuadrados deben estar siendo construidos en la geogra-
Se observan oficinas extranjeras participando activamente en obras en toda la geografía nacional, pro-
fía nacional, la gran mayoría por promotores dominicanos privados, españoles, italianos y por consorcios
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Interior apartamento privado en Santo Domingo. William Vega, 2007. Foto Ricardo Briones.
Hospital Metropolitano de Santiago. Julio Rivera Lee. 2000-2007. Foto Ricardo Briones.
Casa en Palmar de Ocoa. Jordi Masalles, 2008. Foto Jesús Rodríguez.
Torre de apartamentos en el polígono central de Santo Domingo. Franc Ortega, 2007. Foto Ricardo Briones.
Casa en Casa de Campo, La Romana. Francisco Feaugás, 2008. Foto Lowell Whipple. Apartamentos “La Parcela” de Arroyo Hondo, Santo Domingo. Carlos Troncoso, 2008. Foto Ricardo Briones.
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Parque de las Flores en La Vega. Plácido Piña, 2007. Foto Joel Martínez. Edificio Hylsa en la avenida Winston Churchill, Santo Domingo. Antonio Segundo Imbert, 2001. Foto Jochy Marichal.
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Perspectiva de conjunto dentro del entorno del Centro de los Héroes, el Pabellón de las Naciones en primer plano, la nueva sede de la Suprema Corte de Justicia y la Procuraduría General de la República al fondo, en Santo Domingo. Juan Cristobal Caro y Gustavo Luis Moré, 1997-2005. Foto Eduardo Guzmán.
mixtos domínico-venezolanos, domínico-salvadoreños, domínico-colombianos. etc. Muchos de ellos, de una escala desconocida por la arquitectura y el urbanismo locales. Por otra parte, desde el punto de vista del hecho físico, es posible reconocer un cambio de actitud: no sólo el volumen de obra sino el estilo –si es posible hablar en estos términos todavía– parece estar orientándose hacia otras tendencias. Proyectos de una marcada influencia moderna, con materiales y tecnologías novedosos en el área, son cada vez más evidentes en las vallas y folletos de propaganda de las iniciativas inmobiliarias. En los años 80 y 90 se visualizaba el surgimiento de un regionalismo críticamente responsable, producto de años de investigación y búsqueda de todo un grupo de arquitectos locales; pero se ha marginado frente a una arquitectura de catálogo, relativa a otras sociedades, a otras determinantes culturales. Miami sigue siendo el paradigma preferido. Nada nuevo: la anunciada globalización al menos debiera proporcionarnos una arquitectura climáticamente apropiada, si bien ajena y propicia a todo cambio. El presente, contradictoriamente, es halagador. Las publicaciones periódicas locales así lo señalan. La gran profusión y la alta calidad en las propuestas conceptuales de muchas obras construidas en los últimos 12 años ha sido la mejor muestra de que el país cuenta con una generación de arquitectos consolidados, de una práctica cada vez más profesional y reconocida en los ámbitos internacionales. Una nueva generación de jóvenes asoma con proyectos que tienen poco que envidiar a los que se redactan en otros territorios de la región. Áreas como el paisajismo –notablemente desarrollada en los enclaves turísticos y vacacionales–, la arquitectura de interiores –de gran expresividad en residencias de alta escala y en infinidad de instalaciones comerciales–, las consultorías técnicas especializadas, los materiales de construcción de vanguardia, se han desarrollado notablemente. El mundo editorial especializado se afianza con sorprendente solidez, y participa de diversas maneras en la construcción del andamiaje crítico de la arquitectura local. Poco a poco, se advierte el advenimiento de una arquitectura de autor, con rasgos definidos y admirable pertenencia al contexto. Hoy en día el mercado del diseño ha comenzado a entenderse dentro de una multitud de opciones a las que acudir en el momento de ejecutar una obra, por más pequeña que ésta sea. Lo importante, al fin, es mejorar la calidad de vida de nuestras ciudades. Enriquecer el espacio público. Dotar a los ciudadanos y a nuestros visitantes de un escenario digno, respetuoso de las mejores formas de la tradición arquitectónica global y a la vez auténtico, impregnado de ese carácter isleño y tropical del que podemos, en ocasiones, sentirnos orgullosos. La cercanía de los mercados globales y el continuo retorno de nuevos egresados de facultades y despachos de primera línea prometen desarrollar una mano de obra intelectual con la posibilidad de organizarse, paradójicamente, en torno a una cierta idea de lo propio, de construir determinados espacios de identidad en los que podamos interpretar las diversas historias que han constituido nuestro acervo arquitectónico. El trabajo parece requerir de una Arquitectura de la Resistencia, tal como ha sido ideada en los últimos Seminarios de Arquitectura Latinoamericana (SAL), que reconozca la riqueza cultural del patrimonio regional y posea los instrumentos necesarios para proyectar hacia el futuro una síntesis siempre nueva y a su vez enraizada en este flujo de tantos siglos que hemos querido reconstruir en estas 6 Historias.
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Notas
1
ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR Esteban Prieto Vicioso
1 Este dato lo proporciona Pedro Mártir de Anglería, quien fue el primer Cronista de Indias sin haber nunca visitado el Nuevo Mundo, en su libro: Décadas del Nuevo Mundo, ed. Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2 vols., Colección Cultura Dominicana, Santo Domingo: Corripio, 1989. Pág. 351. 2 Ver MOYA PONS, FRANK: Manual de historia dominicana, ed. Universidad Católica Madre y Maestra, , 6a ed., Colección Textos. Barcelona: Industrias Gráficas M. Pareja, 1981. 3 PEGUERO, LUIS JOSEPH: Historia de la conquista de la isla Española de Santo Domingo, Trasumptada el año de 1762, Traducida de la Historia General de las Indias escrita por Antonio de Herrera... Santo Domingo: Publicaciones del Museo de las Casas Reales, 1975. Pág. 38 4 El término utilizado por los taínos de las Antillas a sus casas, tal como lo consignó Cristóbal Colón en su Diario, el 4 de noviembre de 1492, era bohío, palabra que es repetida por los cronistas de Indias. Esta expresión se mantiene a través del tiempo, siendo utilizada por historiadores, viajeros, así como en documentos de pleitos y herencias, tanto en el período colonial como en el republicano. La Academia de la Lengua Española considera que bohío es voz de las Antillas y la define como: Cabaña de América, hecha de madera y ramas, cañas o pajas y sin más respiradero que la puerta. 5 Ibidem. Págs. 38 y 39. 6 Joaquín Priego en su libro Cultura Taína, Santo Domingo: 1971, aporta datos importantes sobre los poblados y bohíos indígenas, pero lamentablemente no incluye en su obra todas las fuentes bibliográficas que utilizó. 7 Gonzalo Fernández de Oviedo, en los 15 primeros libros de los 50 que componen su Historia General y Natural de Indias (Edición y estudio preliminar de Juan Pérez de Tudela Bueso, ed., Biblioteca de Autores Españoles. Madrid: 1959) trata básicamente de los aborígenes, de sus viviendas, de la fauna y de la flora de la isla Española y de los primeros años de la conquista. 8 CURET, LUIS ANTONIO, “House structure and cultural change in the Caribbean: Three case studies from Puerto Rico,” Latin American Antiquity 1992. 9 JARDINES MACÍAS, JUAN Y CALVERA ROSES, JORGE, “Estructuras de viviendas aborígenes en Los Buchillones,” Anuario Revista Del Caribe 1999. 10 Ver PEGUERO, LUIS JOSEPH. Historia de la conquista de la isla Española de Santo Domingo, Trasumptada el año de 1762, Santo Domingo: Publicaciones del Museo de las Casas Reales, 1975. Págs. 37-43. 11 Las columnas principales u horcones normalmente tienen en su parte superior una horqueta, que sirve de soporte a los durmientes y al caballete, en el caso de los bohíos rectangulares. 12 Ver LAS CASAS, BARTOLOMÉ DE. Apologética de la Historia de las Indias. Madrid: Nueva Biblio-
NOTAS
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teca de Autores Españoles, Bailly Bailliére e hijo, editores, 1909. Pag. 113. 13 Ver LAS CASAS, BARTOLOMÉ DE. Historia de las Indias. 3 vols. Santo Domingo: Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Editora Corripio, 1987. Págs. 214-215. 14 Los datos arqueológicos más importantes en relación a la arquitectura indígena los encontramos en los sitios arqueológicos de Los Buchillones, en Ciego de Ávila, Cuba; Lujan I, en Puerto Rico; Golden Rock, en St. Eustatus; y Tanki Flip, en Aruba. 15 Ver LANDSTRÖM, BJÖRN: Colón, ed. Juventud, trans. Martínez-Hidalgo, José Ma. Barcelona: Editorial Juventud, 1971. Pag. 88. 16 Ver PICHARDO MOYA,FELIPE: Los aborígenes de las Antillas, México: Fondo de Cultura Económica, 1956. 17 Manuel Lucena Salmoral estudia en su libro Los códigos negros de la América Española (Universidad de Alcalá/Ediciones UNESCO, 1996.) los tres códigos negros que tuvo la América española (1768, 1769 y 1784), con los que se inició una sistematización jurídica sobre la esclavitud indiana. 18 Sólo en la República Dominicana se utiliza el término de tejamanil para definir este tipo de muro. En otros países de la región a esta técnica constructiva le llaman bahareque. La palabra tejamanil viene del nahuatl (México) y según la Real Academia Española significa tabla delgada y cortada en listones que se coloca como teja en los techos de las casas. Por otro lado tenemos que bajareque es una voz taína, lo que confirma el conocimiento de esta técnica constructiva por parte de los taínos antes de la llegada de los esclavos africanos. 19 El arqueólogo Elpidio J. Ortega en su libro Expresiones Culturales del Sur (Santo Domingo: Academia de Ciencias de la República Dominicana, Fundación Ortega Álvarez, Inc., 2000) concluye diciendo que las casas de muros de tejamanil son un aporte del negro esclavo, pero no aporta pruebas contundentes que confirmen esa hipótesis. 20 Graziano Gasparini, y Louise Margolies en su libro Arquitectura popular de Venezuela, Caracas: Ernesto Armitano Editor, 1986, tratan ampliamente la vivienda indígena venezolana actual, donde pueden verse algunas similitudes con la arquitectura vernácula dominicana. 21 Peguero. Pág. 67, Tomo I 22 En el libro de Robert S. Gamble y José Augusto Puig Ortiz, Puerto Plata: La conservación de una ciudad. Inventario. Ensayo histórico-Arquitectónico, Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 1978, el Dr. Puig presenta interesantes datos sobre las primeras construcciones de casas en la ciudad de Puerto Plata, pero no incluye los datos de las fuentes consultadas. 23 Ver SEIJO ALONSO, FRANCISCO G., La vivienda popular rural alicantina, ed. Alicante, Ediciones Seijo, Segunda ed., Monografías regionales, vol. I y II. Alicante: Editorial Villa, 1973; reprint, 1979. 24 Pedro Llano Cabado en su libro Arquitectura popular en Galicia, ed. Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia, 2 vols., vol. 1 (Vigo: Artes gráficas
Galicia, S.A., 1981), dice que la técnica constructiva llamada pallabarro fue introducida en Galicia en la Edad Media, proveniente de Castilla. Dice que sus características permitieron que fuera ampliamente utilizada tanto en tabiques interiores como para construir cerramientos exteriores. 25 Fernández de Oviedo. 26 Samuel Hazard en su libro Santo Domingo. Su pasado y su presente, presenta unos dibujos de pueblos dominicanos donde puede apreciarse que en la segunda mitad del siglo XIX la mayoría de sus casas eran bohíos. 27 Ver CASSÁ, ROBERTO: Historia social y económica de la República Dominicana, Edición corregida y aumentada 2 vols., vol. I. Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 2003. 28 Ibidem. 29 Los términos maniel y palenque eran utilizados para definir los poblados formados por los negros esclavos fugitivos, a los que se les llamaba cimarrones. 30 Nos hemos permitido utilizar esta larga cita de Wenceslao Vega Boyrie de su trabajo sobre la “Historia de los terrenos comuneros de la República Dominicana,” publicado en la revista CLIO, EneroJunio 2000. Págs. 100-102, por considerarla una excelente descripción de un hato ganadero. 31 Cassá. Pág. 266. 32 Esta definición de arquitectura vernácula se encuentra en las Memoria del 2do. Festival Internacional de Cultura del Caribe, ed. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (México: Editora Educación, 1990). 33 Ver PRIETO VICIOSO, ESTEBAN, “Arquitectura vernácula y popular,” en Monuments and Sites. Dominican Republic, ed. Prieto Vicioso, Esteban, ICOMOS Scientific Publications. Sri Lanka: Central Cultural Fund Publication, 1996. Este libro, que tiene otros importantes trabajos sobre el patrimonio monumental dominicano, lamentablemente fue muy poco difundido en la República Dominicana. 34 Manuel Rueda, Ramón Francisco, Wifredo García y Ramón Oviedo, se unieron en 1987 para hacer el libro De tierra morena vengo. Imágenes del hombre dominicano y su cultura, patrocinado por la Sociedad Industrial Dominicana. 35 El libro CARIMOS: Monumentos y Sitios del Gran Caribe, editado por Eugenio Pérez Montás, Esteban Prieto Vicioso y José Chez Checo (2a ed. Santo Domingo: Talleres de Intermedio, S.A., 2001), tiene además de la exposición “Vernacula. La arquitectura tradicional del Gran Caribe”, las exposiciones “El Caribe fortificado” y “El Patrimonio Monumental del Gran Caribe”, así como una serie de documentos anexos, relacionados con las actividades de CARIMOS. 36 Ver PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: República Dominicana. Monumentos Históricos y Arqueológicos. Vol. 380 Monumentos Históricos y Arqueológicos XVIII, ed. Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Comisión de Historia. México, D. F.: Talleres Loera Chávez Hnos. Cía. Editorial, 1984.
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LOS ESPACIOS DE EUROPA EN AMÉRICA: ARQUITECTURA Y URBANISMO Eugenio Pérez Montás
1 Relación de Alcocer de 1650. Relaciones Históricas de Santo Domingo. Colección y notas de Emilio Rodríguez Demorizi, Vol. 1. Editora Montalvo, Ciudad Trujillo, 1942., p. 217.
2 Relación de Echagoian de 1568. Relaciones Históricas de Santo Domingo. Colección y notas de Emilio Rodríguez Demorizi, Vol. 1. Editora Montalvo, Ciudad Trujillo, 1942., p. 134. 3 GARCÍA LLUBERES, LEONIDAS: Crítica Histórica, Academia Dominicana de la Historia, Centenario de la Restauración de la República, Vol. XVI, Editora Montalvo, Santo Domingo, 1964. 4 Reconsidering Taíno Social Dynamics After Spanish Conquest: Gender and class in Culture Contact Studies. Kathleen Deagan. Florida Museum of Natural History, University of Florida, Gainsville, Florida 32611, American Antiquity, 69(4) Pg. 597. 5 Deagan, Kathleen and Cruxent, José María. Archaeology at La Isabela: America’s First European Town. Yale University Press, New Haven and London, 2002. 6 “A principios de 1498, los artesanos y soldados de La Isabela se habían trasladado a Santo Domingo, y sus hornos, forjas y ruedas hidráulicas fueron abandonados. Los restos dejados en La Isabela reflejaban no sólo la esperanza de un diseño para una Nueva Iberia, sino también el colapso de aquel proyecto y las expectativas sobre la cual fue basado”. Ibídem. p. 271.
Type of vessel
Name
Shipmaster
53 ton Caravel
------
Martín Monje
66 ton Caravel
(a) La Garza
Francisco García
70 ton Caravel
Santo Domingo
Juan de Peñafiel
60 ton Caravel
------
Gonzálo Rodríguez
45 ton Caravel
------
Martín Pacho
28 ton Caravel
(a) La Rábida
Antón García Bibas
30 ton Lateensail Caravel
------*
Hernando Quintero
45 ton Caravel
------
Alfonso Vanegas
45 ton Caravel
(a) La Cansina
García Alonso Cansino Vieja
45 ton Caravel
------
Francisco Fernández Rascón
50 ton Caravel
Santiago
Juan Prieto
50 ton Caravel
------
Alfonso Anáez (Arraez)
50 ton Caravel
------
Pedro Ojuelos
45 ton Caravel
------
Juan Grande
45 ton Caravel
------
Cristóbal García
60 ton (barco)
------
Luis García
35 ton Caravel
------
Diego Bernal
Unidentified; freighted at Grand Canary I
------
Alonso Medel
30 Ibídem, p. 62.
11 CFR. CONCEPCIÓN, MARIO: La Concepción de La Vega, Relación Histórica. Sociedad Dominicana de Geografía, Santo Domingo, 1988, pp. 2628.
List of vessels that made up the 1502 Fleet bound to the Indies with Ovando:
15 VEGA, BERNARDO: Los cacicazgos de La Hispaniola. Ediciones Museo del Hombre Dominicano, Santo Domingo, 1980.
Shipmaster Rodrigo Gutiérrez de la Antigua
28 SANTIAGO, PEDRO. Op. cit. pp. 18-19
10 FRAY RAMÓN PANÉ: Relación acerca de las antigüedades de los indios, (prólogo y notas de Mons. Hugo Eduardo Polanco Brito), Santo Domingo, Ediciones Fundación Corripio, 1988.
14 LAMB, URSULA: Frey Nicolás de Ovando. Editora de Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc. Santo Domingo, 1977.
Santa María
26 ANGULO IÑIGUEZ, DIEGO: Manual de Historia del Arte, Tomo Segundo, , Distribuidor E.I.S.A., Pizarro 19, Madrid, 1954.
29 PENSO DEVERS, GREGORIO ELÍAS: Historia de Samaná. Compendio (1493-1930), tomo I, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1998. 372 pp.
8 CARDONA BONET, WALTER A.: Shipwrecks in Puerto Rico´s History, Volume 1 (1562-1650), San Juan Puerto Rico, 1989, 371 pp.
Name
25 PALM, ERWIN WALTER: La Puerta de San Diego en Santo Domingo, Editora Montalvo, Ciudad Trujillo, R.D., 1942.
9 LUCA DE TENA, TORCUATO: Memoria de la Historia: América y sus enigmas (y otras americanerías). Editorial Planeta, Barcelona, 1992, p. 102.
12 RUBIO, FRAY VICENTE: “Más sobre Juan de Rabé y la fortaleza de Santo Domingo”. Boletín Archivo General de la Nación, año XLVII, volumen XXX, número 111. Santo Domingo, enero-abril 2005, pp. 13-24.
130 ton Nao
24 BUSCHIAZZO, MARIO J: Historia de la Arquitectura Colonial en Iberoamérica, Emecé Editores, Buenos Aires, 1961.
27 BUSCHIAZZO: Op. Cit.,
7 Santiago, Pedro Julio: Fray Bartolomé de las Casas, evangelizador y defensor de los indios. Comisión Dominicana Permanente para la celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América, Universidad Católica de Santo Domingo. Santo Domingo, 1989. 68 pp.
Type of vessel
23 “y que si por la forma que va a acabarse, se gastaría en ello mucho dinero y la casa no quedaría como conviene, por ende yo le encargo y mando que tomando con ustedes nuestros oficiales que residen en esa isla y las otras personas que dello sepan, vean la dicha casa y la hagan labrar y hacer de la manera y tamaño que vieres según para lo que es y donde se hace que mejor convenga, de manera que se haga como convenga y no se gaste en ella lo que no fuere menester”. Ibídem.
13 Ibídem, pp. 15-16.
16 FRATI, CARLOS. El mapa más antiguo de la isla de Santo Domingo (1516) y Pedro Mártir de Anglería. Universidad de Bolonia, Italia, 1929.
130 ton Nao
Santa Clara
Rodrigo Prieto
130 ton Nao
------
Miguel de Ybarra
150 ton Nao
------
Sebastián de Orviera
90 ton Caravel
Santa María
Andrés Martín de la Rábida de la Gorda
90 ton Caravel
Santa María
Estévan de Quecho de la Rábida (Guecho)
80 ton Caravel
------
Andrés García Cansino
70 ton Caravel
------
Pedro Valles
19 Ibídem, p. 109
66 ton Caravel
San Pedro y San Pablo
Bartolomé Colón
20 Ibídem.
55 ton Caravel
(a) La Rábida*
Alfonso Gutiérrez
21 Ibídem, p. 305
52 ton Caravel
(a) El Antigua
Hernán Pérez Mateos
55 ton Caravel
------
Juan Martín de Asenjo
43 ton Caravel
(a) La Bachillera
Estévan Enríquez
17 ARRANZ, LUIS: Don Diego Colón, tomo I. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto “Gonzalo Fernández de Oviedo”, Madrid, 1988, p. 108. 18 Ibídem.
22 Ibídem, p. 242
31 Santiago, Pedro. Op. cit. , p. 345. 32 PENSO DEVERS, GREGORIO ELÍAS. Op. Cit. p. 77. 33 Ibídem, p. 19. 34 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “Bánica: un sitio lejano con un antiguo reloj solar junto a una ermita”. El Caribe, Suplemento Sabatino, 17 de abril de 1982, p. 12. 35 Anuario 1, Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español. Santo Domingo, República Dominicana. P. 106. 36 Ibídem, p. 108-109 37 Ibídem, p. 128-129 38 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “En torno al Neoclasicismo renovado y reinterpretado”. CODIA, Revista 76 Conmemorativa de la gestión 2003-2004. 2004, pp. 17-33. 39 PALM, ERWIN WALTER: Los Monumentos Arquitectónicos de La Española, Ciudad Trujillo, 1955. 40 VALLE LLANO, ANTONIO: La Compañía de Jesús en Santo Domingo durante el Período Prehispánico, Impresora Dominicana, Ciudad Trujillo, 1950. 41 CARRERA MONTERO, FERNANDO: Las complejas relaciones de España con La Española. Fundación García Arévalo, Santo Domingo, Rep. Dom. p. 469. 42 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “Casa de Don Juan de Villorria”, separata de Casas Reales No.2, Santo Domingo, 1977. 43 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: Casas Coloniales, General Graphics, S. A. , Barcelona, España, 1980.
NOTAS
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44 RUBIO, FRAY VICENTE: “Francisco de Garay fue dueño de un grupo de 5 casas frente a la Plaza del Contador”, El Caribe, 23 de marzo de 1985, Pág. 8. “Francisco de Garay tuvo siete casas en calle de la Herrería”, El Caribe, 30 de marzo de 1985, Pág. 8. “Documentos prueban que Gil González Dávila era dueño de la Casa del Cordón en el 1523”, El Caribe 6 de abril de 1985, Pág.8. “Escudos de fachada de la Casa del Cordón pertenecen a miembros de la familia Dávila”, El Caribe, 13 de abril de 1985, Pág. 8. “Son las armas de los Dávila los Seis roeles que portan los escudos Casa del Cordón”, El Caribe, 20 de abril de abril de 1985, Pág. 8. “Raigambre histórica de la Casa del Cordón”, El Caribe, 4 de mayo de 1985, Pág. 8. “La Casa del Cordón fue escenario de idilios y centro de tertulias”, El Caribe, 11 de mayo de 1985, Pág. 8. “Dos estirpes Dávila se unen en matrimonio. Esposos residieron en la Casa del Cordón”, El Caribe, 18 de mayo de 1985, Pág.8. “La Casa del Cordón sirvió de residencia a descendientes de don Cristóbal Colón”, El Caribe, 25 de mayo de 1985, Pág. 8 “En Casa del Cordón hay algo de la sangre y del espíritu de Santo Domingo de Guzmán”, El Caribe, 1ro. de junio de 1985, Pág. 8. “Varias casas vecinas al Convento Dominico se construyeron en primera mitad del siglo XVI”, El Caribe, 10 de agosto de 1985, Pág. 8. “Casas principales de Santo Domingo tenían azoteas, pero no torres de corte bélico”, El Caribe, 21 de septiembre de 1985, Pág. 8. “La Casa de Contratación era el edificio que hoy conocemos como las Casas Reales”, El Caribe, 29 de septiembre de 1985, Pág. 8. “Alonso de Grajeda edificó su casas en la calle Mercedes”, El Caribe, 8 de febrero de 1986, Pág. 10. “Diego Caballero el Mozo vivía en una casa en esquina Isabel La Católica con Luperón”, El Caribe, 25 de enero de 1986, Pág. 8. “En la casa de Miguel de Pasamonte se urdió la política indiana desde el 1508 al 1525”, El Caribe, 15 de febrero de 1986, Pág. 8.
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“En vivienda que colinda con Casas Reales residió Alonso de Zorita, oidor y escritor”, El Caribe, 21 de febrero de 1987, Pág. 8. “Casas Colombinas en Santo Domingo”, El Caribe, 21 de marzo de 1987, Pág. 8. “Casa del Cordón fue espléndida morada para biznieta del Descubridor de América”, El Caribe, 11 de abril de 1987, Pág. 8. 45 ANGULO IÑIGUEZ, DIEGO: El gótico y el renacimiento en las Antillas, Sevilla, 1948.
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LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS Eugenio Pérez Montás
1 “Organizó Toussaint el nuevo gobierno de la porción oriental, dividiendo el territorio en dos Departamentos; uno en el Sur denominado Ozama, con su Capital en la Ciudad de Santo Domingo y otro en el Norte denominado Cibao con su asiento principal en la Ciudad de Santiago de los Caballeros. El Departamento del Ozama estaba dividido en los distritos siguientes: Santo Domingo como cabecera del Departamento, Azua y Seibo, y las parroquias de Monte Plata, Bayaguana, San Cristóbal, Higüey, Baní, San Juan, Neiba y Bánica. Y el Departamento del Cibao en los distritos de: Santiago , cabecera del Departamento y Puerto Plata y las parroquias de Moca, San José de las Matas, Samaná, La Vega, Monte Cristo y Macorís…a su regreso a la parte occidental Toussaint, que había convocado desde el 5 de febrero de este mismo año una Asamblea Constituyente que se reunió en Puerto Republicano (Puerto Príncipe) hizo dictar una Constitución, en fecha 19 de mayo …La misma Asamblea Central, dictó en fecha 13 de julio del mismo año una “Ley sobre partición territorial” que dividió la isla en los seis Departamentos siguientes: 1º El del Norte; 2º El del Cibao; 3º El del Sur; 4º El del Ozama; 5º El del Oeste, y el 6º El Louverture; estos departamentos se dividían a su vez en parroquias”. TOLENTINO ROJAS, VICENTE: Historia de la División Territorial 1492-1943, Sociedad Dominicana de Biblíofllos, Edtora Taller, Santo Domingo, R. D., 1993.
“Don Lope de Bardecí compró en el año 1521 una casa en la esquina de las Cuatro Calles”, El Caribe, 22 de febrero de 1986, Pág. 8.
2 HOETINK, H: El Pueblo Dominicano, 1850-1900: Apuntes para su sociología histórica. Segunda edición. Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, República Dominicana, 1872. 351 pp.
“Casas principales de Santo Domingo tenían azoteas, pero no torres de corte bélico”, El Caribe, 21 de septiembre de 1985, Pág. 8.
3 HAZARD, SAMUEL: Santo Domingo su pasado y su presente, Editora de Santo Domingo, S. A., Santo Domingo, 1974.
“La Casa de Contratación era el edificio que hoy conocemos como las Casas Reales”, El Caribe, 29 de septiembre de 1985, Pág. 8.
4 RODRÍGUEZ DEMORIZI, EMILIO: La Era de Francia en Santo Domingo. Contribución a su estudio. Academia Dominicana de la Historia, Vol. II, Editorial del Caribe, Ciudad Trujillo, 1955. pp. 51, 143,197.
“La casa del Círculo de Coleccionistas fue construida entre los años 1519”, El Caribe, 1ro. de marzo de 1986, Pág. 8.
NOTAS
“Esteban Justiniano ocupó en 1523 la casa que perteneció y vivió Melchor Centurione”, El Caribe, 8 de marzo de 1986, Pág. 8.
5 RODRÍGUEZ DEMORIZI, EMILIO: Viajeros de Francia en Santo Domingo. Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Vol. XIV. Editora del Caribe, C. por A., Santo Domingo, R. D., 1979, 237 pp.
9 WALTON, WILLIAM: Estado actual de las colonias españolas. Reeditado en castellano por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1976.
6 Ibídem, pp. 28-29.
10 Hoetink: Op. cit. p., 26.
7 “...el Tratado Fronterizo, firmado entre la República Dominicana y la República de Haití el día 21 de enero de 1929...Hasta la concertación y firma de este documento, existía como línea divisoria la establecida por medio del Tratado de Límites o Tratado de Aranjuez, concertado entre España y Francia en el año 1776 y posteriormente ratificado, el día 3 de junio de 1777...Este instrumento sufrió deformaciones de significación en el año 1809 cuando Henry Cristophe, constituido en gobernante haitiano de la parte norte, ocupó las poblaciones españolas de San Miguel de la Atalaya y San Rafael de la Angostura y, posteriormente en el período de ocupación (1822-1844) cuando Hinche y Las Caobas fueron tomadas y ocupadas bajo la administración del presidente haitiano Jean Pierre Boyer. La misma suerte corrió la porción del lago de El Fondo que pertenecía a la parte oriental,...”. Boletín del Archivo General de la Nación, año LXVIII, volumen XXXI, número 114. Santo Domingo, enero-abril 2006, pp. 37-38.
11 Ibídem, p. 29.
8 “Punto capital en esa controversia fue el control de las nuevas poblaciones formadas por inmigrantes recién llegados o por antiguos vecinos de esa zona. En apenas una década surgieron San Rafael de la Angostura, Las Caobas y San Miguel de la Atalaya, los tres como Hincha situados en la actual Haití, a una distancia considerable de la actual línea fronteriza. La primera erigida en 1761, fue iniciativa del capitán general Azlor, para la que fueron conducidas familias desde Canarias. No alcanzó rango de municipio, pero sí de parroquia, dependiendo judicialmente de esa Justicia Mayor que se estableció en ella. Creció de forma considerable en la segunda mitad del siglo XVIII, siendo la mayoría de sus habitantes pequeños hacendados. Entre ellos se significó el tinerfeño Antonio Febles, con estrechas conexiones con la élite militar y que se especializó en el tráfico fronterizo, llegando incluso a contar con un barco para el fomento de tales actividades. La última fundación fue San Miguel de la Atalaya, erigida en el mismo año de Las Caobas. Nació en una hacienda fronteriza de José Guzmán en el territorio más occidental de la colonia española. Instaló en ella 40 familias para las que proporcionó casas, tierras y un ejido. Pero, como las anteriores, no alcanzó ninguna jurisdicción civil. El hacendado se tuvo que contentar con la concesión del título de barón de la Atalaya en 1778. Desarrolló el cultivo del café y consolidó su prestigio nobiliario con un oratorio y una parroquia, de la que era patrono, y cuantiosas sumas en capellanías. Fue el mayor exportador de reses de la frontera, llegando a trasladar legalmente en su año culminante de 1779, 930”. HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, MANUEL VICENTE: La Colonización de la Frontera Dominicana 1680-1795, Archivo General de la Nación, volumen XXV, Academia Dominicana de la Historia volumen LXXI, Santo Domingo, 2006, pp. 276-277.
12 Ibídem, p. 30. 13 “Cuatro de ellas eran ‘centrales’, que recibían la caña exclusivamente de los colonos contratados, a saber ´San Luis’ en Pajarito, fundado en 1881 por los hermanos Cambiaso; la central ‘San Isidro’ en Pajarito, propiedad de Hatton y Hernández, fundada también en 1881; la central “La Duquesa” fundada en 1882, de A. Bass y F. von Krosigh en La Isabela (común de San Carlos), y la central de ‘Ocoa’ de I. Heredia y Cía., en Palmar de Ocoa (común de Baní), fundada en 1882. Tres ingenios eran mixtos: el ingenio ‘Constancia’, en Pajarito, fundado en 1878; en San Pedro de Macorís, fundado en 1879; y el ingenio ‘La Fe’, en San Carlos. El ingenio ‘Esperanza’, fundado en San Carlos en 1875, era ya de gran extensión: 5,000 tareas y equipado con una “máquina horizontal de 16 Pulgs. diámetro, 2 trenes jamaiquinos, 6 centrífugas de Laffertey”. De estos treinta ingenios sólo tres se hallaban en el norte: 2 en el distrito de Samaná y 1 en el distrito de Puerto Plata; estos tres fueron de los primeros en fundarse (en 1877 y 1878) y eran de pequeñas dimensiones. Todas las otras plantaciones se encontraban en el sur, 1 en Azua, 3 en Baní y 2 en San Cristóbal, 6 en San Carlos, 5 en Pajarito, 2 en Sabana Grande y el resto al este de la Capital, entre ellos 2 en San Pedro de Macorís”. Ibídem, pp. 22-23. 14 DELGADO BOGAERT, RAMÓN A: Musié Bogaert, Editorial Padilla, Santo Domingo, Rep. Dom. 1998, p.57 15 PENSON, ENRIQUE: Arquitectura Dominicana 1906-1950, Tomo I, Laboratorio de Ingeniería, Santo Domingo, 2005. Alguinos datos biográficos son: - Andrés Gómez Pintado, actuando para 1890, estableció un estudio de ciencias exactas con Alfredo Scaroina Mortuorio y construyó en 1911 la sorprendente y hermosa casa Peynado en Santo Domingo, cuyos trabajos de herrería fueron ejecutados por la misma persona que elaboró la balconería de la casa diseñada por Osvaldo Báez. - Arístides García Mella, nació en 1972, diseñó para 1914 el paseo Presidente Billini, que fue construido por José Turull. - Juan de la Cruz Alfonseca, ingeniero y agrimensor nació en 1876, autor de numerosas viviendas importantes. - Zoilo García Peña, ingeniero aeronáutico nació en La Vega en 1881: Teatro la Progresista, 1920; Casa Hena, 1915. Fue Director General de Obras Públicas. - Benigno Trueba, puertorriqueño, ingeniero industrial en Barcelona, nació en 1887. Figura destacadísima por sus obras en la calle El Conde. - Juan Bautista Toro, nació en 1892, en San Germán, Puerto Rico, diseñó la sala cinematográfica y teatro Capitolio; la casa René Lepervanche y el Club 2 de Julio, de San Pedro de Macorís.
- Mariano Turull, para 1909 aparece registrado trabajando en la reconstrucción del palacio de los Capitanes Generales. Diseñó el muelle de Montecristi y se distinguió como contratista de obras de cemento, carreteras y puentes. - Nicolás Cortina, autor de importantes edificaciones en San Pedro de Macorís, entre las cuales se destacan el Centro Español, en 1913; su residencia, y en 1917 la Casa Armenteros, hoy el Centro Cultural Fermoselle. - Ramón Urgell, autor en 1911 de la fachada de edificios en la Av. España y frente al Parque Colón para el Banco Nacional. - Fidel Sevillano nació en Puerto Rico en 1894, estudió arquitectura entre 1912 y 1918 en la Escuela Americana por Correspondencia de Chicago. Autor de numerosos (edificios públicos) proyectos que no fueron construidos. Se le atribuye la remodelación, en 1929, del edificio sede actual del Arzobispado. Así como una réplica del Alcázar de Colón en Sevilla para la Feria de 1929. Allí se instaló en 1957 siendo una residencia de estudiantes. - José Turull llegó a Santo Domingo en diciembre de 1895 e instaló la primera fábrica de mosaicos del país. Intervino la Catedral Metropolitana como maestro de obras después del temblor de tierra de 6 de septiembre de 1911. Ibídem. 16 Mapas y Planos de Santo Domingo. Estudio Preliminar y Adiciones del Lic. Pedro Santiago, Editora Taller, Santo Domingo, Rep. Dom. p. 281.
31 PHIPPS, MIGUEL: Coloquios 2004, Dirección General de la Feria del Libro, Santo Domingo, Rep. Dom. 2005, p. 42. 32 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “Bello ejemplo de arquitectura victoriana en la Casa de Té de San Pedro de Macorís”, El Caribe, 10 de enero de 1981. pag. 13 33 ALFAU DURÁN, VETILIO: “La Romana: evolución histórica”, Boletín Archivo General de la Nación, año LXVIII, volumen XXX, número 111, Santo Domingo, D. N., enero-abril 2005, p. 55. 34 Ibídem, p. 63. 35 Ibídem, p. 66. 36 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “Desde Pedro de la Rosa hasta los primeros arquitectos de la República”, El Caribe, 9 de agosto de 1980. pag. 16 37 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “Puesta en valor de la ciudad de Baní: Arquitectos estudian tipologías y señalan características históricas”. El Caribe 9 de agosto de 1980, Suplemento Sabatino, Santo Domingo, Rep. Dom. p. 16. 38 MATOS GONZÁLEZ, RAMIRO: Azua Documental (y apuntes históricos). Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, República Dominicana, 1995, 272 pp. 39 Ibídem, pp. 265-266.
17 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “La Plaza Mayor de Santiago: Alma de una República menor”. El Caribe, Santo Domingo, 15 de mayo de 1982.
40 TAVARES, GUSTAVO ADOLFO: Eran Otros los Tiempos y Otros Los Hombres. Impresora Nuevo Diario, Santo Domingo, Rep. Dom, 1991. p. 214.
18 CAMPILLO PÉREZ, JULIO GENARO: Santiago de los Caballeros: Imperecedero Legado Hispano Colombino. Universidad Católica Madre y Maestra.
41 Nos parece importante comentar una de estas crónicas. Se trata de un documento de enero de 1549, en que se le informa a la Corona sobre el muelle de cantería construido junto a la puerta principal (se refiere a la Puerta del Mar o de San Diego) fabricada con sus troneras y saeteras. Encima de la puerta suntuosa, dice el documento, se colocaron las armas Reales de Vuestra Alteza: “En este río se ha hecho un muelle de cantería, largo 250. pasos, ancho 80. ,adonde llegan las naos mayores que acá vienen junto a tierra a poner el bordo en el petril del muelle, i asi cargar i descargar con gran descanso i seguridad, que segund dicen los Maestres es la mayor cosa i mejor que en ningund puerto hayan visto. Junto al dicho muelle a la salida de la ciudad se ha hecho el muro de la cerca i puerta principal de cantería mui buena con sus troneras i saeteras; i porque parescio suntuoso i por ende han de entrar todo... se pusieron encima de la dicha puerta las armas Reales de Vuestra Alteza con un letrero... Prosiguese en la obra de la cerca de la ciudad. Pienso se acabe dentro 5. años pues ha 5. que empezó i esta a la mitad. Es la única ciudad defendida de Indias. Hai aquí 600. marcos de perlas venidas del Cabo de Vela”. Al Emperador en el Consejo.- Diego Caballero, Santo Domingo 18 de enero de 1549. Santo Domingo en los Manuscritos de Juan Bautista Muñoz. Trascripción y Glosas, Roberto Martes. Fundación García Arévalo, Santo Domingo, Rep. Dom., p. 423.
19 Delgado: Op. cit., p. 51. 20 VEGA, BERNARDO: Los Primeros Turistas en Santo Domingo. Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, República Dominica, 1991. p. 111. 21 Ibídem. 22 Ibídem, p. 112. 23 PUIG ORTIZ, JOSÉ AUGUSTO, GAMBLE, ROBERT S.: Puerto Plata (...), Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1978. 24 GONZÁLEZ HERNÁNDEZ: Op. Cit. 25 Ibídem, p. 43. 26 ORTEGA ÁLVAREZ, ELPIDIO JOSÉ. Ensayo Histórico y Arquitectónico de la ciudad de Montecristi. Museo de l Hombre Dominicano. Fundación Ortega y Álvarez, Inc. Vol. V, Editora Taller, Santo Domingo, Rep. Dom., 1987. 27 Ibídem, p. 140 28 Ibídem, p. 136 29 Ibídem, p... 30 “La iglesia mayor de San Pedro de Macorís surge como símbolo urbanístico de la ciudad”. Arq. Eugenio Pérez Montás. El Caribe 10 de enero de 1981, Suplemento Sabatino, Santo Domingo, Rep. Dom. p. 13.
42 MOSCOSO PUELLO, FRANCISCO E: Navarijo. Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc. Santo Domingo, R. D., 2001, 392 pp.
NOTAS
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43 PALM, ERWIN WALTER: “La puerta de San Diego”, Boletín del Archivo General de la Nación, Vol. V, No. 23, pp. 282-287. 44 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: Biografía de un Monumento. Voluntariado de las Casas Reales. General Grafic, S. A. Barcelona, España, 1979. 127 pp. 45 Siendo Puerto Rico colonia española, nació en la vecina isla este notable profesional. Sus padres fueron Benigno Trueba Gutiérrez y doña Antonia Suares. Vino al mundo el primero de diciembre de 1887 y falleció en Nueva York el 4 de agosto de 1967. Fue enterrado en Santo Domingo. Estudió en Barcelona, donde se graduó de ingeniero industrial en la universidad de aquella ciudad, promoción de 1909. Contrajo nupcias con la señora Asunción Colomina Castelli y regresó a Puerto Rico en 1911, a ocupar el cargo de ingeniero municipal en Ponce. PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: Importantes Obras de Arquitectura diseñadas por Benigno Trueba, El Caribe, octubre 1981. 46 MARVEL, THOMAS S: Antonín Nechodoma, Architect 1877-1928: The Prairie School in the Caribbean, University Press of Florida, Gainsville, Fl. 1994, 223 pp. 47 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “Nechodoma: misterioso arquitecto bucanero del Caribe Hispánico”, El Caribe, 26 de junio de 1982, Suplemento Sabatino, Santo Domingo. p. 12. 48 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “La Casa del Colegio Cervantes: Exótica residencia con más de 50 años”, El Caribe, 4 de diciembre de 1980, Suplemento Sabatino, Santo Domingo, Rep. Dom. p. 16.
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MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” Gustavo Luis Moré
1 Ver el excelente recuento de César Iván Feris “Arquitectura Republicana”: Revista CODIA No. 56. Santo Domingo, 1978.
2 La obra que mejor recoge a este grupo de autores es el extraordinario volumen de PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: La Ciudad del Ozama, 500 años de Historia Urbana, Santo Domingo. Patronato de la Ciudad Colonial de Santo Domingo y Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español. Universidad Católica Santo Domingo,1998. 3 Nechodoma ha sido reseñado frecuentemente. Uno de sus primeros estudios fue publicado por el AACUPR en 1989. 4 El texto más completo sobre este autor es el de THOMAS S. MARVEL, Antonin Nechodoma: Architect, 1877-1928: The Prairie School in the Caribbean. Gainesville, University of Florida Press. 1994. 223 pp. En su apéndice cita 27 proyectos y obras realizados en la República Dominicana en localidades como Santo Domingo, San Pedro de Macorís, Santiago, Azua y Baní, muchas de ellas demolidas.
NOTAS
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5 El libro más importante, publicado con gran esmero, lo ha hecho PÉREZ BROWN, MARCELLE: Gazcue, Jardín Urbano. Pérez Brown ha sido una de las activistas más militantes en pro de la conservación y desarrollo de este sector capitalino tradicional. En los años 80 Risoris Silvestre, a la sazón directora del Centro de Inventarios de Bienes Culturales, inició un recuento científico de la arquitectura del sector, cuyos resultados reposan en el catálogo de la referida institución, hoy adscrita a la Secretaría de Cultura. 6 Ver VIVONI FARAGE, ENRIQUE: Pedro Adolfo de Castro y Besosa, alarife de sueños. San Juan. UPR/AACUPR, 1999. 7 El recuendo admirable de AMARAL, NANCY: Arquitectura neocolonial en América Latina. San Paulo: 1994, reúne investigaciones de varios autores latinoamericanos sobre sus respectivos territorios. Roberto Segre se encarga de la República Dominicana dentro de su capítulo “Preludio a la modernidad: convergencias y divergencias en el contexto caribeño (1900-1950)”. 8 Ver la reseña de Silvia Vega en los Archivos de Arquitectura Antillana, No. 20, enero del 2005 y el estupendo libro de GUTIÉRREZ, SAMUEL: Arquitectura de la época del Canal 1880-1914. Panamá, 1984. 9 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: La Ciudad del Ozama. Ver pag. 422. 10 Obras de Trujillo. Ciudad Trujillo: Archivo General de la Nación, 1955. Este volumen reproduce todos los titulares de prensa del régimen, vinculados a obras públicas de 1930 a 1955. Es fundamental para la documentación cronológica de las obras. 11 Incluido en la selección de ÁLVAREZ, SOLEDAD. La Ciudad en Nosotros (la ciudad en la poesía dominicana). Antología. p.63. Santo Domingo, Secretaría de Estado de Cultura. 12 Sobre estos temas ver textos de: MORÉ, GUSTAVO LUIS: “Notas sobre forma e identidad en la arquitectura de la Era de Trujillo”, en Arquivox, Año 1 No.1, Santo Domingo, junio/agosto 1984, y “Un breve discurso sobre la arquitectura en la historia dominicana (1492-1965)” en Calventi, Rafael: Arquitectura contemporánea en República Dominicana. Santo Domingo: Banco Nacional de la Vivienda, 1986. Ver pág. 42. 13 Una temprana obra sobre este tema es la NEWCOMB, REXFORD: Mediterranean domestic ar-
chitecture in the United States. J.H. Hansen. Ohio, 1928. Ver también Curl, Donald W.: Mizner’s Florida. MIT, 1985, para entender la influencia más directa de este vocabulario con el manejado por los autores dominicanos. 14 Sobre el desarrollo urbano de Santiago en estos años previos se recomienda analizar el extraordinario estudio de ESPINAL HERNÁNDEZ, EDWIN: Historia Social de Santiago de los Caballeros 1863-1900. Santo Domingo, 2005. Fundación Manuel de Jesús Tavares Portes, Inc. El primer capítulo, titulado “El Espacio Construido”, es inevitable.
15 En AMARAL, NANCY (op cit), Susana Torre describe este proceso detalladamente. Ver pp. 49-50 de su capítulo “En busca de una identidad regional: evolución de los estilos misionero y neocolonial hispano en California entre 1880 y 1930”. 16 Carta de la señora Altagracia de Thomén dirigida al Arq. Gustavo Moré, publicada íntegramente en la revista Arquitexto #9, 1988. 17 Ver la edición especial publicada enteramente sobre este arquitecto fundamental de la modernidad dominicana: Arquivox, Año 1 Nos. 3-4, Santo Domingo, diciembre 1984 / mayo 1985. Sobre González la historiografía dominicana tiene pendiente un trabajo formal capaz de evidenciar su aporte a la cultura arquitectónica latinoamericana. Los dibujos del Arq. González fueron donados por su familia al Grupo Nueva Arquitectura a raíz de los estudios iniciados en los 80 por rescatar su trayectoria. Con un texto de Omar Rancier algunos fueron publicados en Archivos de Arquitectura Antillana No. 12. Santo Domingo, 2001. pp. 225-229. 18 De una de las notas virtuales regulares publicadas en el internet por Nerva Fondeur, quien las ha titulado “Apuntes para la Historia de la Arquitectura y el Urbanismo de la República Dominicana”. 19 El Hotel Jaragua fue muy publicado en su tiempo. Uno de los artículos más advertidos fue el de The Architectural Forum, “Dictador Trujillo construye un hotel de lujo en la reconstruida capital caribeña que hoy ostenta su nombre”, traducido en Arquivox, Año 1 Nos. 3-4, Santo Domingo, diciembre 1984 / mayo 1985. p.6. Entre los artículos y notas de prensa memorables sobre la polémica destrucción de esta estructura están el de RANCIER, OMAR: “La Catedral y el Jaragua” en El Nacional, 2 de febrero de 1986, pp. 9-10; el de ALFONSO, CLARA LEYLA: “Comité de ciudadanos por el Jaragua solicita al Poder Ejecutivo y Cámaras detener destrucción de edificio”, en Hoy, 14 de febrero de 1985, y el de MORÉ, GUSTAVO LUIS: “Sobre arquitectura y nuestros bienes patrimoniales (Las ballenas mueren cerca de la orilla coincidencialmente)”, en Hoy, 15 de febrero de 1985. La documentación en pro de la defensa del inmueble es extensísima. 20 Un resumen de la obra de estos vitales autores de la modernidad puertorriqueña puede encontrarse en VIVONI FARAGE, ENRIQUE: “Toro, Ferrer y Torregrosa 1945-1955”, Archivos de Arquitectura Antillana, Año 2 No.5, septiembre 1997, pp. 36-45. Santo Domingo. 21 La arquitectura de Bermúdez ha sido poco documentada. De hecho su estado actual corre grave peligro. Uno de los escasos recuentos es el de GUTIÉRREZ, SAMUEL: Arquitectura actual de Panamá. 1930-1980. Panamá, 1980. Ver p.62. 22 Ver el asombroso trabajo de PENSON PAULUS, ENRIQUE: Arquitectura Dominicana 1906-1950, Tomo I, Laboratorio de Ingeniería, Santo Domingo, 2005. La casa Schad aparece en la p. 232; la Pichardo en la 236. 23 GARCÍA BONNELLY, ULISES: La Era de Trujillo. Ciudad Trujillo, 1955. Citado por Tejada, Kamel / Veras, Roselia / Vásquez, Juan Tomás: El Urba-
nismo Trujillista y el Control del Territorio. Trabajo inédito presentado en las cátedras de Historia de la Arquitectura Dominicana de la UNPHU, 1984. 24 Ver MORÉ, GUSTAVO LUIS: “La arquitectura oficial de Ciudad Trujillo”, 1 y 2. El Nuevo Diario, Hojas No. 62 y 63 del Grupo Nueva Arquitectura, Santo Domingo, 12 y 19 de Julio de 1983. Los arquitectos Alejandro Martínez y Gricelys Rosario produjeron en su tesis de grado en UNIBE una investigación extraordinaria que ha sacado a la luz importantes datos sobre el proyecto original de la USD. Ver Renovación Urbana Recinto UASD Santo Domingo. UNIBE, 2005. 25 El itinerario de DUNOYER DE SEGONZAC en Ciudad Trujillo lo detalla su libro Basílica Nuestra Señora de la Altagracia. Santo Domingo, 2000. Banco Popular Dominicano. 26 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “Tomás Auñón”. El Caribe, 10 de abril de 1982. Santo Domingo. Esta expresión es del propio Auñón, quien años más tarde se entrevista en Ciudad de México con Pérez Montás. El investigador mejicano Dino del Cueto le ha seguido el rastro a Auñón y a Coll, y ha escrito un trabajo incluído en el extraordinario libro Arquitecturas desplazadas. Arquitecturas del exilio español. Madrid: Ministerio de la Vivienda, 2007. 27 Ortiz y Auñón esperan por una publicación comprensiva sobre su obra. Dos avances pueden ser encontrados en el artículo de Mauricia Domínguez “Imágenes del Tiempo”, publicado en los Archivos de Arquitectura Antillana, Año 2 No.3, enero1997, pp.37-41, y en DELMONTE, JOSÉ ENRIQUE / DOMÍNGUEZ, MAURICIA, “Tomás Auñón. Audacia y personalidad en la modernidad caribeña”. Arquitexto No. 28, pp. 47-48. 28 El Monumento a la Restauración, como es conocido hoy, ha sido recientemente restaurado, y dotado de un paisajismo alegórico a los 30 Caballeros, apropiándose de ideas originadas para el proyecto del Parque Central de Santiago, (2002) en actual ejecución. Por otro lado, la única publicación en torno a la arquitectura pública de estos años fue editada por Gazón y, según se cuenta, fue confiscada en la imprenta al ser rechazada por Trujillo. Ver GAZÓN BONA, HENRY: La arquitectura dominicana de la Era de Trujillo. Volumen 1, 1949. 84 pp. Ciudad Trujillo: Impresora Dominicana. La cita es de la introducción, escrita por B. Gimbernard. 29 GAZÓN, op.cit. ver p.79-80, “Estilo y orientaciones”. 30 CARO, JOSÉ ANTONIO: Urbanismo. El mimeo de 68 páginas fue publicado por la Facultad de Ciencias Exactas de la USD en 1942. 31 PALM, ERWIN WALTER: Los Monumentos Coloniales de la Española. Con una introducción a América. Ciudad Trujillo, 1955. Impreso en Barcelona, España. Los dos tomos originales fueron consolidados en uno en la edición posterior, revisada por el autor, de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos en 1984. 32 Gautier establece un ritmo febril en este ensayo, como sucede generalmente en recuentos de naturaleza autobiográfica. Es una reflexión fundamental para el entendimiento del período de estudio. Ver GAUTIER, MANUEL SALVADOR: “La ense-
ñanza de la arquitectura en la República Dominicana: un testimonio” en Arquivox, Año 1 No. 2, Santo Domingo, septiembre / noviembre 1984. pp. 3-7 / 13-14.
43 Pérez Montás tiene un recuento detallado de los planes e iniciativas destinados a la planificación de la ciudad. Ver La ciudad del Ozama (op cit) pp. 272-291.
33 Ver sobre este autor “Diálogo: William J. Reid Cabral, Ing. Arq.”, en Arquivox, Año 1 No. 1, Santo Domingo, junio/agosto 1984.
44 TEJADA, KAMEL / VERAS, ROSELIA / VÁSQUEZ, JUAN TOMÁS (op cit).
34 “Manuel José –Nani– Reyes Valdez: el hombre, la obra, la huella”. G. L. Moré / Investigación de José Manuel Reyes Malla. En Archivos de Arquitectura Antillana No. 8. Santo Domingo. 35 En la p. 33 de los Archivos de Arquitectura Antillana, Año 2 No.3, enero 1997, se reproduce “La Charla del Arq. Gay Vega, leída por Antonio Ocaña”. Ver también el recuento de la obra de Vega publicada, a raíz de su fallecimiento, en Arquitexto, No.27, pp. 4553. Los trabajos están firmados por Carmen Ortega y Omar Rancier. El texto completo de su conferencia fue publicado en Archivos de Arquitectura Antillana, Año 2 No.3, enero 1997, pp.32-33 Santo Domingo. 36 Los mejores recuentos oficiales de los eventos importantes del período, capaces de mostrar la obra pública realizada para acompañar estas celebraciones son, sin dudas, el Album del Centenario de la República. Ciudad Trujillo, 1944. Impresora del Estado y los dos tomos del Album de Oro de la Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre. Ciudad Trujillo. Tomo I, 1956 y Tomo II, 1957. 37 Este documento ha aparecido recientemente. Las ideas básicas sugieren la posibilidad de llevar a cabo el distrito cívico sobre el eje de la actual avenida Máximo Gómez. Esta tensión norte sur puede haber sido manejada posteriormente por González, al igualmente establecer en este sentido el eje real del proyecto construido en 1955. 38 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: “Guillermo González y el Movimiento Moderno en Santo Domingo” Arquivox, Año 1 Nos. 3-4, Santo Domingo, diciembre 1984 / mayo 1985. p 8-10. 39 Sobre Bernard Vázquez ver artículos publicados en Archivos de Arquitectura Antillana #10, julio 2000, p.p. 43-47. La vida de Mario Penzo ha sido brillantemente relatada por su hijo en el libro “Mario Penzo Fondeur. Una vida al servicio de la ingeniería”. Mario Augusto Penzo Pichardo, Santo Domingo, 2005. 40 DUNOYER DE SEGONZAC, ANDRÉ J. (op cit). La cita aparece en la p. 133. Este libro es probablemente la memoria de obra más meticulosa realizada sobre algún edificio dominicano. 41 Sobre el trabajo dominicano de Vela, ver MILLER, JEANNETTE: La obra dominicana de Vela Zanetti, 1939-1981. Santo Domingo, Galería de Arte Moderno, 1981, y el artículo publicado por Laura Gil en Archivos de Arquitectura Antillana, “Los espacios ilusorios de Vela Zanetti”, Año 2 Número 3, enero 1997. Santo Domingo. 42 Don Moncito Báez fue profesor de varias generaciones de arquitectos e ingenieros y también decano del proceso de restauración histórica de la ciudad de Santo Domingo y sus monumentos. Sus memorias como urbanista fueron parcialmente entregadas en Por qué Santo Domingo es así. Santo Domingo, 1992. Banco Nacional de la Vivienda.
45 HERNÁNDEZ, RAFAEL TOMÁS: “Notas para el V Centenario de la Fundación de Santo Domingo”. Archivos de Arquitectura Antillana. Año 3 No.8, septiembre 1998. pp. 72-73. Santo Domingo. 46 VERCELLONI, VIRGILIO: Atlas Histórico de la Ciudad de Santo Domingo Cosmopoli srlper Metropolitana Milanese Strutture ed Infastrutture del Territorio, SpA. Milano, 1991. 47 RANCIER, OMAR: “La conformación del espacio público en asentamientos populares y vernáculos”. Archivos de Arquitectura Antillana. Año 3 No.8, septiembre 1998. pp. 76-78. Santo Domingo. 48 GAUTIER, MANUEL SALVADOR: Tiempo para Héroes. Tetralogía, volumen 1: El atrevimiento. 1993. p. 91. Santo Domingo: Editora Taller.
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LOS TIEMPOS DE LA LIBERTAD Gustavo Luis Moré
1 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: La Ciudad del Ozama, 500 años de Historia Urbana. Santo Domingo, 1998. Patronato de la Ciudad Colonial de Santo Domingo y Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español. Universidad Católica Santo Domingo. 2 El texto del discursos de Balaguer en las Naciones Unidas se extrae del documental “Joaquín Balaguer, el constructor de la democracia dominicana”, realizado en 2006 por Manuel Núñez y Aquiles Julián para el PRSC y la Fundación “Joaquín Balaguer”. Sobre este período se han escrito obras verdaderamente apasionantes. Esta cita se extrae de LANTIGUA, JOSÉ RAFAEL: La conjura del tiempo, memorias del hombre dominicano. Santo Domingo, 1994. p. 286. 3 Gautier relata el comentario de Plácido Piña que denominará en lo sucesivo a este exitoso grupo de jóvenes profesionales en GAUTIER, MANUEL SALVADOR: “La enseñanza de la arquitectura en la República Dominicana”, Arquivox Año 1 #2. pp. 3-7/ 1314. Santo Domingo, Grupo Nueva Arquitectura. 4 Ver entrevista a Rafael Calventi publicada también en Arquivox Año 1 #2. pp. 8-12. Santo Domingo, Grupo Nueva Arquitectura. 5 No existe un estudio pormenorizado de los concursos de arquitectura y urbanismo realizados en el país. Este es un primer recuento que intenta demostrar la frecuencia de realización de los mismos durante estos años y las diversas temáticas que han sido objeto de confrontación. 6 Dato obtenido en las entrevistas a personalidades involucradas en este proceso, no documentado. 7 Ver De Arquitectura #2. Santo Domingo, UNPHU. 1986.
NOTAS
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8 Las memorias más útiles para comprender la extensión y profundidad de la obra pública ejecutada en estos años son 10 años de construcción. Relación de obras construidas por el Gobierno Central 1966-1976. Clasificadas por provincia. El tema posee cierto aire de tabú, por las implicaciones políticas que todavía gravitan en la escena nacional debido a su cercanía en el tiempo. En realidad es un cuerpo de obras que deberá ser estudiado más detenidamente en lo sucesivo. 9 Tema abordado en la Historia del capítulo anterior. Ver GAZÓN BONA, HENRY: La arquitectura dominicana de la Era de Trujillo. Volumen 1, 1949. 84 pp. Ciudad Trujillo: Impresora Dominicana. 10 CALVENTI, RAFAEL: Arquitectura Contemporánea en la República Dominicana. Santo Domingo. Banco Nacional de la Vivienda, 1987. 11 CONSORCIO PADCO-BORRELL: Estudio sobre el desarrollo urbano de Santo Domingo. Santo Domingo, 1978 (mimeo).
22 Ver “Sierra Cardona Ferrer”, Arquigrafías, Monografías de Arquitectura Latinoamericana #1, Santo Domingo: enero del 2005.
12 Ver las publicaciones, que registran el extenso inventario de obras y proyectos urbanos de estos autores en el campo señalado.
23 Sobre este proyecto de Reid, Galerías Comerciales de Eduardo Selman y el Banco BHD de Plácido Piña, ver el temprano artículo de los fundadores del Grupo Nueva Arquitectura, Sheila López, Manuel Pujols, Edda Grullón, Rafi Lantigua, Angelita Burgos, Omar Rancier y Nuris Bello: “Formalismo Internacional en la Arquitectura”. Revista del CODIA, No. 62. Santo Domingo, mayojunio 1981. pp. 41-45. El trabajo aparece firmado por Omar Rancier.
14 Ver Archivos de Arquitectura Antillana. Año 10 No. 25. Santo Domingo, mayo 2006. Esta edición incluye un amplio especial titulado “La prodigiosa arquitectura de lo verde”, en el que se presenta un panorama fotográfico de los más hermosos árboles de la flora nacional. 15 Memoria-Recuerdo. Exposición: Legado de un Estadista. Publicado por la Oficina de Ingenieros Supervisores adscrita al Poder Ejecutivo, este catálogo presenta una serie de textos de adhesión a la política de construcciones del Dr. Balaguer. Incluye la reseña de todos los apoyos comerciales recibidos por la iniciativa. Santo Domingo, 1996. Se ha incluido este recuento en la Historia Quinta, ya que su relación con Balaguer inclina la balanza hacia los años recientes. 16 CARBONELL, TEÓFILO: Archivos de Arquitectura Antillana. Año 2 #3. 1997. 17 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO, Estudio para la revitalización de la zona histórica y monumental de la ciudad de Santo Domingo. Santo Domingo, Acción Pro-Educación y Cultura/ Esso Standard Oil, 1973. 18 El Boletín de las Casas Reales fue publicado desde 1976 hasta el día de hoy, intermitentemente. Asume el formato típico de otras publicaciones latinoamericanas producidas por los prestigiosos institutos de estudio configurados a raíz de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 (Boletín del CIHE, Anales del IIE, Anales del IAHIE, etc.). 19 Existe una buena documentación sobre el proceso de restauro llevado a cabo en la República Dominicana. Uno de los artículos más certeros es el de BLANCHARD, TEÓDULO: “El Proceso Actual de Restauración Monumental en la República Dominicana”, ponencia presentada ante el 1er. Seminario Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos. Revista del CODIA, No. 43. Santo Domingo, Nov.- Dic. 1974. pp. 41-49. En esta misma edición se incluyen las ponencias
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20 A raíz del concurso celebrado para escoger el proyecto para el Parque Central de Santiago en 2002, la revista Archivos de Arquitectura Antillana preparó una edición enteramente dedicada a la cultura del jardín santiaguero. Ver Archivos de Arquitectura Antillana Año 8 No. 15. Santo Domingo, enero 2003. 21 En su artículo de Arquivox, Gautier, propone una lectura generacional, distinguiendo la Década de los 3 (1935-1945), la Década de los 5 (19451955), la de los 6 (1955-1965) y “las décadas de todos los arquitectos” (1984...). Gautier, Manuel Salvador: “La enseñanza de la arquitectura en la República Dominicana”. (op. cit.).
13 PÉREZ MONTÁS, EUGENIO: La Ciudad del Ozama, op. cit. p. 294.
NOTAS
de César Iván Feris, Eugenio Pérez Montás, Moncito Báez –siendo ésta de particular interés–, y Luis Eduardo Delgado.
24 Hasta la aparición de las Hojas de Arquitectura y Arquivox en los 80, la Revista del CODIA fue la única publicación profesional que se mantuvo continuamente durante este período de estudio, aparte de las ocasionales noticias y ensayos periodísticos. Su consulta es inevitable. 25 Ver GRUPO NUEVA ARQUITECTURA: 100 Hojas de Arquitectura. San Pedro de Macorís: Universidad Central del Este 1984. Prólogo de Plácido Piña. 26 Varias acciones importantes agruparon núcleos considerables de arquitectos en diversos reclamos. El primero fue una campaña de apoyo de los profesionales del diseño orientada a deslindar la arquitectura y la ingeniería civil. El “Manifiesto de los 28”, y la creación de la SARD, entre otros, son episodios, del mismo reclamo, detallados en la Historia siguiente. 27 Complementar este tema en la Sexta Historia, relativa a la Arquitectura Contemporánea 19782005. 28 Es vox populi la influencia en el mundo académico y profesional del pivotal libro Complexity and Contradiction in Architecture, del arquitecto norteamericano Robert Venturi, fellow de la Academia en Roma. 29 La Arquitectura de la Ciudad, del milanés Aldo Rossi despierta las investigaciones en torno a las relaciones entre arquitectura, monumentalismo y ciudad, tan frecuentes en el universo académico decimonónico. 30 Charles Jencks es en realidad quien conduce el proceso de masificación de las nuevas ideas postmodernistas, a través de su influyente y popular volumen The language of Posmodern Archi-
tecture, el cual ha alcanzado varias ediciones cada vez más amplias e incluyentes. 31 Ver, por ejemplo, las “Conclusiones de un evento Importante: Seminario Nacional en torno a la Identidad de los Dominicanos”, Hoja 30 de Arquitectura, 6 de diciembre de 1982, pp.13-14, El Nuevo Diario. 32 La revista Arquivox, Publicación Trimestral de Estudios sobre Arquitectura, Asentamientos Humanos e Historia, aparece por primera vez en 1984 y alcanza las 5 ediciones consecutivas. Editadas por Gustavo Luis Moré. 33 en 1982 se inicia el proceso de transformación de los programas de Historia de la Arquitectura en dicha facultad, compactando las 5 unidades de la Historia Universal en 4, para dar espacio a una unidad absolutamente dedicada a cátedras y seminarios sobre la Arquitectura Dominicana. 34 BROADBENT, GEOFFREY: Metodología del Diseño Arquitectónico. Barcelona: 1977, Gustavo Gili. 35 Ver Ponencia del Arq. Martínez presentada como representante oficial del CODIA ante el XIII Internacional de la UIA en México, en octubre de 1978. Martínez, Ramón: “Arquitectura y Desarrollo Nacional”. Revista del CODIA, No. 58. Santo Domingo, nov.-dic. 1979. pp.41-49. 36 Líneas extraídas de dos canciones del mundo pop: la primera es del dominicano Pedro Pablo Alvarez, en “Después del Vendaval” (1998, inédita), escrita a las pocas horas de haber amainado las ráfagas del ciclón Georges; la segunda, del romano Eros Ramazzotti, de la canción “Equilibrista” de su disco Calma Apparente (2004). 37 Oración del escritor dominicano Pedro Vergés, usada para calzar el magistral dibujo de Rafael Álvarez aparecido en la serigrafía en cuestión, que fue producida por la Galería de Arte Boinayel.
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LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA DOMINICANA José Enrique Delmonte Soñé
1 Es interesante describir el proceso de introducción del cambio en la mentalidad de este grupo de arquitectos. Pertenecían a la generación de la posguerra, estudiantes de la era posterior a la Insurrección de Abril de 1965, que fueron testigos de los más encarnizados enfrentamientos políticos entre la izquierda y la derecha dominicanas. Las aspiraciones de cambiar un mundo que habían heredado de sus progenitores, de hacerlo más auténtico, plural y representativo –con todo y las ideas de justicia social y cambios inmediatos a las condiciones existentes- , y apoyados con los movimientos internacionales de protesta estudiantil y su representación en el arte, la música, la literatura y el cine, fue una meta asumida como un objetivo impostergable. Cuestionar la realidad era parte de su esencia formativa y rechazar lo establecido sirvió de pretexto para escudriñar en las manifestaciones culturales del pueblo. Esta visión del rol que debían asumir les indujo a resistirse a la continuidad de un esquema arquitectónico que
representaba precisamente, el mundo que pretendían modificar, ya sea por su apego a cánones extranjeros, su imposibilidad de traducir la realidad local, el desconocimiento de lo ocurrido antes por la ausencia de documentación y divulgación, el facilismo que imponía a través de la repetición de esquemas ya agotados, o su incapacidad por satisfacer las aspiraciones de una nueva generación. De alguna forma, esa arquitectura aprendida en las escuelas no encajaba, según ellos, con las aspiraciones de su generación y produjo un salto hacia planteamientos más personales y conceptuales. La reacción previsible consistió en el abandono de las premisas de una arquitectura académica que se percibía obsoleta e impuesta, con pocas posibilidades de evolución, y dio paso al fenómeno historicista y experimental que dominó por más de una década. Como la arquitectura moderna había adquirido en el país un carácter representativo del poder político y económico, en una primera etapa los jóvenes arquitectos rechazaron este lenguaje y se concentraron en la búsqueda de nuevas posibilidades para la arquitectura de su tiempo. 2 El rompimiento con los dogmas del moderno se había producido desde la segunda mitad de los sesentas con el pensamiento de Rossi, Venturi, Jencks, Moore, 3 Revisar 100 hojas de arquitectura, del Grupo Nuevarquitectura, Universidad Central del Este, San Pedro de Macorís, 1984; De Arquitectura, órgano de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la UNPHU; Arquivox, revista del Grupo Nuevarquitectura; Arquitexto, ediciones de 1 al 12. 4 La Caída del Muro de Berlín en 1989 fue un hito que marcó la reorganización geopolítica del mundo. De acuerdo a Umberto Eco y Mario Vargas Llosa, la intención del creativo ha cambiado hacia una superficialidad que rechaza el compromiso social que formaba parte de la preocupación de los artistas y escritores durante el siglo XX. 5 En la actualidad, Dirección Nacional de Patrimonio Monumental, dependiente de la Secretaría de Estado de Cultura. 6 Este movimiento telúrico afectó los principales monumentos coloniales de Santo Domingo y fue necesario iniciar un programa de rescate y consolidación de sus estructuras con fondos del gobierno dominicano. 7 Los trabajos de Rafael Emilio Yunén, Amparo Chantada, Miguel D. Mena, entre otros, son importantes para el entendimiento del espacio arquitectónico y urbano tanto de la República Dominicana como del Caribe. 8 Estos preparativos comenzaron diez años antes, y el gobierno lo estableció como tema prioritario en todas sus iniciativas. La construcción del Faro a Colón formó parte de estos objetivos. 9 El tema de la arquitectura fractal fue trabajado en la academia con fuerza a principios de la década de los noventa, y su aplicación en la construcción fue muy escasa. 10 El Banco Mundial ha financiado un proyecto internacional para el Reglamento General de Edificaciones de la República Dominicana, que se en-
cuentra aún en fase de revisión para su posible aplicación, con normas y sistemas internacionales. 11 Finalmente el color mostaza predominó. 12 Criterios similares habían sido introducidos por Cox en Casa de Campo. 13 Guillermo González Sánchez. 1942. 14 Diseño de Meritt Assocs., 1955. 15 Guillermo González Sánchez, 1955. 16 Hoy Dominican Fiesta. Diseño de la empresa ITSME, 1973, 17 1980. 18 Plácido Piña fue uno de los colaboradores de Calventi en esta obra. 19 El proyecto completo contemplaba una torre de 12 pisos al norte, el cual fue construido posteriormente por Eduardo Selman. 20 Ubicada en la avenida Sarasota esquina J. Román. 21 El Arq. Moreno, miembro de CARIMOS, fue invitado por el Grupo Nuevarquitectura. 22 Miguel Vila consolidó su apego a la búsqueda de una arquitectura tropical, luego de su recorrido por la India, a principio de los años ochenta. Ver la entrevista a Oscar Imbert y Carlos Jorge, el especial sobre sus dibujos y sobre Industrias Nigua en Archivos de Arquitectura Antillana No. 21. Santo Domingo: 2005 23 Le Café estuvo ubicado en la Av. George Washington esquina José María Heredia, y sus características fueron desarrolladas por Vila en otros proyectos, tales como la heladería Allegro, en la Av. Lope de Vega, Tez, centro de estética, en la calle Luis F. Tomen y La Baguette, en la calle Gustavo Mejía Ricart. 24 Diseño de Eduardo Lora Bermúdez y Ángel Giudicelli. 25 Diseño de la firma Moré, Marranzini y García Pecci. 26 Otro concurso importante de la época fue la sede para Central de Créditos. 27 Material vegetal que se usa como techumbre en las zonas rurales, proveniente de las hojas de palma. 28 Luego sede de Bancomercio,más tarde Baninter y hoy Scotiabank. 29 La carrera de arquitectura formaba parte de la escuela de ingeniería de la Universidad de Santo Domingo desde 1938. Luego se separó y se creó la Escuela de Arquitectura, en 1957.dentro de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura. 30 100 hojas de arquitectura. Grupo Nuevarquitectura, Inc., Universidad Central del Este, San Pedro de Macorís, 1984. 31 El presidente del momento era Salvador Jorge Blanco, 1982-1986.
32 En una carta enviada por un grupo de arquitectos al Presidente de la República, se delimita el campo de acción entre la arquitectura y la ingeniería civil, en una explicación sin desperdicios. Ver 100 hojas de arquitectura, Ibid. 33 La crítica de arte ha omitido su apreciación de la arquitectura, concentrándose en las artes plásticas, la música y el cine, preferiblemente. 34 Ambas organizadas por el Grupo Nuevarquitectura, Inc. 35 Los firmantes del Manifiesto fueron Rafael Calventi, Cristóbal Valdez, Omar Rancier, Plácido Piña, Gustavo Luis Moré, Eduardo Selman, Fernando Ottenwalder, Marcelo Alburquerque, Luis Guzmán, Enrique García Pecci, Andrés Julio Sánchez, Alfredo Marranzini, Jordi Masalles, César Curiel, Pablo Bonnelly, Eduardo Lora Bermúdez, Harry Carbonell, Raimundo López, Raúl De Moya, Luis Schiffino, Joel Martínez, Carlos Jorge, Ahmed Chabebe, Carlos Reid Baquero, Angel Giudicelli, Nazre Sansur, Apolinar Fernández De Castro y William Reid Cabral. 36 La Sociedad de Arquitectos fue fundada por Ketty Bisonó, Risoris Silvestre, Teódulo Blanchard, Omar Rancier, Gustavo Luis Moré, Pedro Mena, Cristóbal Valdez, Erwin Cott, Constantinos Saliaris, Vencián Ben Gil, Emilio Brea y Luis Guzmán. 37 En un artículo publicado en el Listín Diario, Rafael Calventi manifestó su rechazo a la construcción del Faro por consideraciones estrictamente estéticas, con un planteamiento que cuestionaba la validez de invertir recursos en un monumento que, de acuerdo a su posición, no beneficiaba el desarrollo de la arquitectura y contribuía a crear confusión sobre lo adecuado para una correcta lectura de la historia arquitectónica contemporánea. Calventi desmitificó el diseño del Faro, haciendo un breve análisis de las incongruencias estéticas que él identificaba como anacrónicas y carentes de sensibilidad simbólica. Este pequeño artículo generó una serie de reacciones, tanto especializadas como de tipo común, en las que las posiciones fueron llevadas al plano político, muchas veces en extremo. 38 Emilio José Brea, por ejemplo, ha realizado investigaciones sobre el concurso del Faro a Colón en las que llama la atención sobre su importancia dentro de la historia de la arquitectura del siglo XX por la numerosa y diversa participación de arquitectos y la riqueza formal de las propuestas. 39 La desembocadura del río Ozama, por ejemplo, fue apetecida por diversos inversionistas para desarrollar un gran espacio urbano destinado a grandes hoteles, campos de golf, centros de convenciones, edificios para viviendas, lugares para el ocio, que en su momento se quedaron en papeles, pero que despertaron la visión de los dominicanos sobre las potencialidades que ofrece esta parte de la ciudad. El desarrollador norteamericano Moshe Cosicher promovió inversiones internacionales en la zona de Sans Soucí para convertirla en una zona destinada a hoteles, negocios, centros de convenciones y golf, que alteró la opinión pública durante en período 1996-2000. En las universidades se crearon espacios para proponer
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ideas e introducir una visión urbana global que permitió, con los años, crear las herramientas para la discusión y colocar a la ciudad como el protagonista de la arquitectura. Por ejemplo, el seminario “Santo Domingo 2000, veinte años después” sirvió de plataforma para analizar la estructura urbana de la ciudad con la participación de numerosos urbanistas nacionales e internacionales.
49 Realizada en 1996 en la antigua sede del Partido Dominicano, en ese momento, Centro de Eventos y Exposiciones, actual Secretaría de Estado de Cultura.
40 El Ayuntamiento del Distrito Nacional contrató equipos de profesionales de Italia y nacionales en distintas oportunidades, para establecer las normativas para el desarrollo de la ciudad. En el año 2000 Santo Domingo formó parte de los enclaves urbanos iberoamericanos seleccionados para ser intervenidos a nivel de diseño dentro del proyecto Santiago de Compostela. Luego, en 2002, se desarrolló el evento de diseño urbano “Ideas para la ciudad de Santo Domingo”, en el que diferentes firmas internacionales estudiaron y produjeron alternativas para la ciudad de Santo Domingo. Otros eventos fueron el SIRCHAL, organizado por el Consejo Presidencial de Cultura, el Ayuntamiento del Distrito Nacional y el gobierno de Francia, así como el concurso internacional para el estudio y normativas para la Ciudad Colonial de Santo Domingo, auspiciado por el Banco Interamericano de Desarrollo que fue ejecutado por la firma italiana Lombardi & Asociatti.
51 VII Bienal de Arquitectura, realizada en el hotel Dominican Fiesta, en Santo Domingo.
63 La “firma” del artista supera, en cierta medida, la obra en sí misma.
52 La ventaja de contar con una herramienta de fácil manejo que permitía al arquitecto conocer sus propias creaciones a gran velocidad y con una fidelidad asombrosa, condicionó a los nuevos diseñadores hacia un mejor dominio de los componentes estéticos de la arquitectura.
64 Editada por Lourdes Periche y Carmen Ortega. Ha sido publicada en dos etapas desde 1985.
41 El proyecto original estaba destinado para una tienda de muebles, y fue adquirido por el Banco de Reservas para su sede principal. El proyecto sufrió cambios significativos y ampliaciones necesarias para albergar la institución bancaria. 42 Las Bienales de Arquitectura de Santo Domingo (BASD) fueron organizadas por el Grupo Nuevarquitectura, Inc. Las dos primeras versiones se realizaron en 1986 y en 1988. En la de 1986, la primera, se premió como obra construida al edificio de la CDA, de Fernando Ottenwalder y William Vega, y como Proyecto a las Torres Médicas, de Cristóbal Valdez y Marcelo Alburquerque. En la de 1988 se le otorgó el premio de Obra al edificio Corominas Pekín, de Leopoldo Franco y José Mella, mientras que el Apartahotel Boca Grande, de Raúl De Moya, recibió el premio como Proyecto. En esa misma vesión, el proyecto de rescate del entorno de la Catedral Primada de América, de Diana Martínez, fue premiado en la categoría de Urbanismo. 43 La obra sufrió retrasos en su terminación y se modificó la propuesta original. El techo de cana fue sustituido por policarbonato. 44 Realizada en noviembre de 1992 en los salones del Centro Cultural de España, Ciudad Colonial de Santo Domingo. 45 Proyecto para oficinas de la desparecida compañía de comunicaciones Telerán, en la ciudad de Cotuí, provincia Juan Sánchez Ramírez. 46 Kamel Tejeda, por ejemplo, se destacó con un proyecto residencial con incidencia deconstructivista. 47 Esta Bienal fue realizada en 1994 en el Palacio de Bellas Artes, en Santo Domingo. 48 El Gran Premio Bienal le fue otorgado al conjunto de casas seriadas de Harry Carbonell Hurst.
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50 El premio a la Obra Construida en la Sexta BASD le fue otorgado al Residencial Gina Alexandra, de Roberto Rijo.
53 Todo este proceso fue desarrollado de forma paralela al propio desarrollo de la tecnología y a la apertura de la República Dominicana hacia nuevos mercados comerciales que permitió la importación masiva de bienes y servicios. La sensación de bienestar de la década de 1990, sin precedentes en el país, desbordó las apetencias de crear una imagen de progreso en la cual la arquitectura jugaba un papel de primer orden. En ese sentido, la transformación de los núcleos residenciales tradicionales por zonas de alta densidad edificada contribuyó a imponer en la preferencia de los clientes de propuestas diferentes y comprometidas con sus propios intereses. 54 Hoy transformado por Plácido Piña y convertido en sede de Tarjetas Banreservas. 55 Los ochenta recibieron influencia de la estética de Richard Meier y Bernard Tschumi. 56 Este esquema había dominado el escenario local desde mediados del siglo XX, 57 Este proyecto provocó ciertas reacciones en los arquitectos locales, que tuvieron oportunidad de ver una obra deconstructivista en la realidad. Hubo críticas muy fuertes hacia esta propuesta que había sido presentada con anterioridad en la IV Bienal de Arquitectura, de 1992, bajo el título de “A destiempo”. 58 Este es un ejemplo de la importancia que han tenido las revistas especializadas de arquitectura, que se han publicado de manera ininterrumpida desde 1996. 59. Es indudable que la libertad formal permitida por el diseño asistido por computadora, incidió en esta cruzada de descubrimiento y uso de materiales alternativos, pues la complejidad de algunas propuestas de diseño introdujo una problemática para la construcción, ya que los materiales tradicionales –en mayor importancia, el hormigón armado– no resultaban tan maleables para las formas irregulares o ligeras propuestas 60 Wendy’s, KFC, Mc Donald’s, Burger King, Baskin & Robbins, Pizza Hut, entre otras. 61 La transformación de la antigua estación gasolinera La Lira, en el Polígono Central, marcó un cambio significativo en el uso de la ciudad por parte de los jóvenes, quienes eligieron este punto para sus encuentros sociales en sustitución de otros que existían en la ciudad desde tiempos re-
motos (como el malecón, por ejemplo). La conversión de esta estación en un centro de comida rápida, con un diseño novedoso, marcó la imagen de modernidad que la generación de los noventa disfrutó a plenitud. 62 Hoy convertido en Figurella, franquicia para ejercicios especiales para mujeres.
65 Editada por Gustavo Luis Moré. Ha sido publicada ininterrumpidamente desde 1996. 66 Insertada en el periódico Diario Libre y editada por la empresa de comunicación Omnimedia. 67 Editada por la Editora Listín Diario. 68 Formato virtual permanente en la red desde 1995. Editada por Carlos Jorge. 69 Formato virtual en la red desde 2003. Editada por Tommy Rodríguez. 70 Editada por G. L. Moré. Publicación oficial del Grupo Nuevarquitectura durante la década de 1980. 71 Editada por G. L. Moré. Publicación oficial de la Escuela de Arquitectura de la UNPHU en la década de 1980. 72 Publicación oficial de la Facultad de Arquitectura de la UNPHU durante la década de 1990. 73 El grupo de profesionales más importante de la arquitectura dominicana, fundado en 1979 por Fátima Karam, Nouris Bello, Sheila López, Angela Burgos y Edda Grullón a través del cual se ha estudiado y divulgado la arquitectura moderna y contemporánea dominicana. Ha sido el organizador de eventos importantes e invaluables publicaciones sobre la realidad de la arquitectura y el urbanismo dominicanos. Ha sido el responsable de la realización de las Bienales de Arquitectura y de los Encuentros de Arquitectura del Caribe. En 2004 fue galardonado por el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico por su contribución a la valoración de la arquitectura del Caribe. Hoy está presidido por los arquitectos Omar Rancier y Emilio José Brea García. 74 Organizados por la Fundación Erwin Walter Palm, Inc., con dos versiones internacionales, una en 1997 y otra en 2000. 75 Grupo Internacional de Trabajo para la Conservación de la Arquitectura, Sitios y Vecindarios del Movimiento Moderno, con sede en Paris. 76 Centro de Estudios de la Arquitectura, el Urbanismo y el Hábitat de la Fundación Global, Democracia y Desarrollo. 77 Aquí trabajó un amplio equipo multidisciplinario supervisados por el CONAU. 78 Lo efímero de la arquitectura dominicana de la posmodernidad, es una de sus condiciones más notables.
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ÍNDICE ONOMÁSTICO
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Benítez Rexach: 223, 224 Beras, Andrés: 190 Bergés, Roberto (hijo): 300 Bergés, Roberto: 23, 257, 284, 300, 318, 319, 340, 341 Bermúdez, Elba de: 325 Bermúdez, J. Armando: 325 Bermúdez, Ricardo: 240 Bernal, Juan: 260, 278, 287, 333 Bernard Vázquez, Leonte: 257, 268 Bertrán, Lawrence: 397 Bisonó, Hasbún y Asociados: 333 Bisonó, Ketty: 378 Bisonó, Luis: 345, 417 Bisonó, Víctor: 284, 318, 374 Blanchard, Teódulo: 177, 318 Blonda, Marcos: 390 Bludhorn, Charles: 336 Bobadilla, Francisco de: 97, 99 Bobea, Rosángela: 337 Bofill, Ricardo: 26, 418 Bogaert, Libert Luis: 161, 169 Boil: 85 Bonaparte, Napoleón: 124 Bonilla Bojos, Mariví: 403, 404 Bonnelly, Rafael: 254, 346 Borguellá: 200 Borrell, Pedro José (Cucho): 24, 286, 287, 291, 300, 301, 309, 321, 345, 418, 422, 424 Borrell, Rodolfo: 301 Bosch Gaviño, Juan: 23, 278, 283 Bravo, Manuel: 131 Brea García, Emilio José: 388 Brens: 169 Breuer, Marcel: 284 Broadbent, Geoffrey: 27, 340 Broberg, Christian: 417 Buch, Ernesto: 413, 417 Buigas Buschiazzo, Mario: 12, 109, 113 Cabral, Virginia: 297 Cáceres, Ramón: 175 Calatrava: 97 Calventi, Rafael: 24, 29, 257, 283, 284, 286, 287, 291, 292, 296, 340, 355, 363, 385, 396, 397, 408 Calvera, Jorge: 49 Camarena, Francisco: 283, 321, 322, 336 Campillo Pérez, Julio Genaro: 165 Candela, Félix: 247 Cánepa: 209 Cantino: 85 Capellán, Japonesa: 177, 396 CARALVA: 414 Carbonell, Harry: 339, 363, 369, 387, 388 Carbonell, Teófilo: 233, 257, 259, 268, 291, 313, 315, 408 Carbonell: 381 Carías, Francisco: 390 Carlos III: 124, 132 Carmichael, Hugh Lyle: 157
Caro Álvarez, José Antonio: 217, 227, 233, 234, 237, 238, 241, 242, 254, 260, 267, 271, 273, 291, 292, 294, 408 Caro Ginebra, Danilio: 234, 286, 291, 292, 294, 337 Caro Ginebra, José Antonio: 234, 286, 291, 292, 294, 337 Caro Gómez, Juan Cristóbal: 234, 345, 399, 403, 422, 431, 436 Casadebalt, Pedro: 210 Casas, Bartolomé de las: 50, 93, 94 Casasnovas, Antonio: 327 Cassá, Roberto: 63, 67 Castellanos, Juan de: 108 Castro, Carmen Amelia de: 174 Castro, Pedro de: 19, 212, 218, 220, 221, 229 Cavagliano, Gianni: 300 Cerame: 209 Cestari, Amauri: 169 Chanlate, A.: 150 Charlevoix: 150 Chez Checo, José: 130, 149 Codina, José María: 178 Coelle, Savin: 413 Coll Alas, Oscar: 247 Colombo, Andrea: 108 Colombo, Juan Antonio: 108 Colón, Bartolomé: 93, 98, 99, 108 Colón, Cristóbal (Gran Almirante, Primer Almirante): 45, 49, 50, 54, 85, 86, 90, 94, 97, 99, 101, 139, 194, 200, 221 Colón, Diego: 85, 86, 98, 107, 108, 109, 110, 131 Colón, Hernando: 86, 108 Columna, María del Carmen: 174 Concepción, Rafael: 422 Conde, Benigno:184 Contín, Christian: 318 Contín, Pilar: 177 Coppa, Roberto: 336, 337, 413 Cordero, Tácito: 319, 345, 370 Córdoba, Lorenzo de: 123, 124 Córdoba, Pedro de: 94, 98 Cortés, Hernán: 113 Cortina, Nicolás: 162 Costa, Lucio: 244, 267, 301 Cott & Gautier: 24, 286, 287, 292, 294, 295 Cott, Erwin: 24, 284, 287, 292, 315, 318, 408 Cox, William: 336, 341, 361, 408, 413 Cravotto, Mauricio: 20 Cruxent, José María: 86, 93 Cruxent-Deagan: 86, 89, 90, 94 Cruz Alfonseca, Juan de la: 162, 218, 254 Curet, Luis Antonio: 49 Curiel, César: 354, 387, 388, 397, 400, 418, 420, 427 Cursach, Bartolomé (Tolo): 411 D'Alessandro, Guido: 22, 260, 263, 267, 273 Dávila: 141
Deagan, Kathleen: 90, 93 Deive, Carlos Esteban: 123 Delgado, Eduardo: 318, 340 Delmonte, José Enrique: 26, 400, 403 Despradel, Luis: 286, 287, 315, 327 Devers, Elías: 124 Di Carlo, Almonte y Mejía: 333 Díaz, Radhamés: 327 DICONFO: 333, 418 Diestch, Rodolfo: 308 Doménech, José: 207 Domenech: 218 Domínguez, Mauricia: 403 Duarte, Juan Pablo: 309, 317 Dufeau, Pierre: 284 Dupré, Pierre: 271 Echagoain, Juan de: 88 Ehlert, Sandra (Sandy): 411 Enriquillo: 194 Escobedo, Rodrigo de: 49 Escoto, Holger: 165 Espaillat Nanita, Leopoldo: 257, 273 Estrella Ureña, Rafael: 158, 278 Faxas, Laura: 169 Feaugás, Francisco: 404, 407, 413, 415, 434 Febles, Miguel: 190 Feris Iglesias, César Iván: 24, 284, 318 Fernández de Castro, Apolinar: 339, 340 Fernández de Oviedo, Gonzalo: 48, 49, 50, 57, 139 Ferrand, Jean Louis: 124, 129, 200 Fini, Gianfranco: 414 Flores Marini, Carlos: 318 Fondeur, Federico: 291, 299 Fondeur, Nerva: 177, 251 Forestier: 22 Fose, Lemonier de la: 187 Franco Bidó, Román Santiago: 169 Franco, Lepoldo: 284, 318, 337, 373, 387, 396, 422 Freites: 221 Frómeta, Amable: 260, 268, 279, 287, 288, 291, 333 Fuentemayor, Alonso: 107 Gamborena, Luis: 292, 336 Garay, Francisco de: 108 García Gómez, Enrique: 165 García Hatton, familia: 232 García Lluberes, Leonidas: 88, 188 García Mella, Arístides: 162, 233 García Pecci, Enrique: 369, 370 García Peña, Zoilo: 162, 212 García Saleta: 296 García Trujillo, familia: 231 García Vera, Romualdo: 165 García, Domingo: 390 García, Eduardo: 190 García, Ja'el: 358, 400, 424
García, Joaquín: 135 García, José Gabriel: 193 García, Rafael: 286 García, Sarah: 417 García, Toribio: 184 García, Vital: 284, 331 Garnier, Tony: 19, 221 Garrido, Víctor: 224 Gasparini, Graciano: 54 Gautier, Flon: 218 Gautier, Manuel Salvador: 24, 257, 278, 284, 318, 408 Gazón Bona, Henry: 21, 217, 240, 251-255, 292 Gazón, Louis: 251 Geraldini, Alejandro: 117 Gimbernard, Bienvenido: 251 Giudicelli, Ángel: 287, 327, 339, 421 Gleave, Joseph Lea: 20, 221, 381 Goico, Felipe: 300 Goico, Fred: 23, 24, 284, 286, 328, 291, 296 Gómez García Valera: 99 Gómez Pintado, Andrés: 161, 162, 218 Gómez, José (Josie): 369, 370 Gómez, Máximo: 186 González del Rey, María José (Cuché): 403 González Hernández: 183 González Quiñones, Ricardo: 390 González Villamar: 131 González, Alfredo: 227, 234, 241 González, Guillermo: 20, 21, 22, 217, 223, 224, 227, 229-231, 234, 237-242, 255, 257260, 267, 268, 271, 279, 284, 341, 374, 400, 408, 414 González, José: 318 González, Rafael: 369, 396 González, Raymundo: 130 Gorjón, Hernando de: 88 Guacanagarix (Cacique): 49, 90 Guarionex (Cacique): 54 Guerrero, Lil: 352, 377 Guzmán Cordero, Eduardo: 346 Guzmán Fernández, Antonio: 322, 331 Haché, Pedro: 352, 377 Haza & Pellerano: 286, 327 Hazard, Samuel: 150,156, 157 Henríquez, Enrique: 233 Henríquez: 220 Hermida, Víctor: 403 Hernández & Mondesí: 288 Hernández, Agustín: 327 Hernández, Antonio: 263 Hernández, Julio: 260 Hernández, Rafael Tomás: 277, 283, 288, 305, 309, 327, 377 Hernández, Sarah: 421 Herrera, Alejandro: 403 Herrera, Antonio de: 50, 339 Herrera, familia: 230
Heureaux, Ulises: 175, 186, 190 Hix, John: 251 Hoetink, H.: 157 Howland, H. B.: 162 Ibarra, Juan Alejandro: 273 Iglesias Molina, Gloria: 244, 245, 264 Iglesias Molina, Octavio: 244, 245, 264 Imbert Pellerano, Antonio Segundo: 336, 391, 397, 417, 422, 427, 435 Imbert Tessón, Oscar: 28, 336, 337, 339, 349, 366, 368, 369, 387, 397, 412, 417 Imbert, Segundo: 177 Ingenieros Asociados: 263, 267 Jacobsen, Hugh Newell: 408, 413 Jansen, Gerardo: 190 Jardines, Juan: 49 Jencks, Charles: 339 Jorge, Carlos: 339, 388, 390, 396, 422 Kahn, Louis: 296 Khouri, Deyanira: 397 Khoury & Guzmán: 333 Khoury, Bichara: 339, 425 Knorr, Richard: 424, 431 Ladrón de Guevara, Antonio: 131 Lajara, Luis: 340 Lamb, Úrsula: 101, 104 Landström, Björn: 50 Lantigua, José Rafael: 283 Le Corbusier: 21, 23, 301 Lebrón, Maria Isabel: 392 Ledesma, Rodrigo de: 150 León Asensio, Eduardo: 325 León, Atilio (hijo): 395 León, Atilio: 327, 340 León, Lui: 395 León, Ponce de: 142 L'Escalier, Daniel: 150 Lewis, Abraham: 178 Liendo, Rodrigo de: 118, 199 Liz, Domingo: 321 Lluberes, Mario: 227, 229-231, 254, 255, 336 Lluberes, Pedro A.: 229 López Marranzini, Rhina (Rhinín): 411 López, Raymundo: 319, 339, 345 López, Simón: 369, 413 Lora Bermúdez, Eduardo: 287, 339, 355, 363, 364, 424 Lora, Milán: 284, 297, 298 Lora, Onofre de: 161, 162, 165, 187, 193 Lovén, Sven: 49 Lugo, Américo: 221 Maceo, Antonio: 186 Madera, José: 178 Malaussena, Luis: 244 Maldonado, Alonso de: 130 Malla Salom, Jaime: 207 Malla: 218 Maluf, Christian: 333 Marchena Damirón, Consuelo: 199
ÍNDICE ONOMÁSTICO
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Marco Polo: 98 Marranzini Pérez, Alfredo: 369, 370 Marranzini, Alejandro: 358, 391, 392, 413 Marranzini, José Horacio: 327, 333, 358, 391, 392, 412, 413 Martí, José: 186 Martínez Brea, Bienvenido (Bebecito): 309, 311, 313, 322 Martínez Soler, Marcial: 279 Martínez, Christian: 283, 291, 308, 309, 315 Martínez, Emilio: 223, 428 Martínez, Joel: 428 Martínez, María: 264 Martínez, Rafael: 327, 339, 369, 373, 374 Martínez, Ricardo: 421 Martínez, Richard: 424 Mártir de Anglería, Pedro: 50, 104 Masalles, Jordi: 348, 374, 388, 390, 396, 397, 399 Matos, Alejandro: 403 Matos, Ramiro: 194 Matsunaga, Mamoru: 308, 337 Maza, familia de la: 231 Mella Febles, José: 387, 396 Mella, Pablo: 305 Mella, Ramón Matías: 309 Melnikoff, Konstantin: 19, 221 Mena Lajara, Pedro: 292, 333, 369 Méndez, Carmen Rita: 424 Méndez, Diego: 86, 108, 194 Menicucci, Orlando: 346 Mesa, Jorge: 400 Michel, José María: 161 Mignucci, Andrés: 223, 390, 391, 418, 428 Minier, Pimentel y Asociados: 333 Miniño, José: 291, 292 Molina, Julia Molineaux Josephs, Antonio: 162 Moll, Herman: 88 Monserrate: 178 Montalvo, Jorge: 390 Monte Urraca, Manuel del: 317, 318, 319 Montesinos, Antón: 94 Morales, Andrés: 104 Morcelo, Domingo: 190 Moré, Clara Matilde: 400 Moré, Gustavo Luis (Cuquito): 20, 22, 23, 25, 339, 345, 346, 369, 370, 387, 388, 390, 391, 396, 397, 399, 400, 403, 418, 418, 422, 428, 431, 436 Moré, Marranzini & García-Pecci: 287, 373 Morel, Juan Bautista: 190 Moreno, Rudolph: 27, 364 Moreno, Santiago: 130, 156 Morey Castañer, Antonio: 162, 189 Moscoco: 199 Moureau de Saint Méry, Méderic Luis Elie: 150 Moya Pons, Frank: 19, 45
ÍNDICE ONOMÁSTICO
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Moya, Casimiro N. de: 229 Moya, Raúl de: 292, 328 Mubarak, Juan: 399, 403 Muschamp, Herbert: 39 Mussolini, Benito: 22 Nechodoma, Antonín: 17, 19, 162, 190, 196, 199, 210, 212, 218, 258, 309, 408 Nervi, Pier Luigi: 292 Neutra, Richard: 27, 240, 268 Niemeyer, Oscar: 267, 268, 301 Noboa Pagán, Guaroa: 400, 403 Noceda, Jorge: 260 Noel, Martín: 20 Nouel, Carlos: 187 Ocaña, Antonio: 268 Ogando, Kyra: 399 Ojeda, Alonzo de: 54 Ortega, Elpidio: 54, 183 Ortega, Franc: 345, 417, 418, 422, 424, 435 Ortiz de Zúñiga: 110 Ortiz García, Joaquín: 247, 248 Ottenwalder, Fernando: 339, 392, 395, 396 Ovando, Nicolás de: 55, 86, 94, 97, 98, 99, 101, 104, 107, 108, 113, 124, 139, 194, 195 Paiewonsky, Benjamín: 291, 307 Palm, Erwin Walter: 14, 29, 110, 132, 137, 255 Pané, Ramón: 98 Pani, Mario: 268 Papadaki: 19 Paradas, Ernesto: 206 Pedrón: 150 Peguero, Luis Joseph: 54 Pei, I. M.: 284 Peña, Diandino: 418 Penson Paulús, Enrique: 158, 162, 190, 199, 210 Penson Paulus, Enrique: 240 Penzo, Mario: 268 Pérez Chanis, Efraín: 25 Pérez Garrido, Octavio (Trene): 223, 227, 229-231, 346, 408 Pérez Jiménez: 21, 23 Pérez Linval, Giovanni: 369 Pérez Montás & Valverde: 291, 308 Pérez Montás, Agustín: 190 Pérez Montás, Cott & Gautier: 317 Pérez Montás, Eugenio: 12, 15, 17, 23, 24, 78, 255, 257, 283, 284, 291, 305, 308, 318, 391 Pérez Morales, Juan Emilio (Juanín): 333, 339, 355, 392, 422, 424, 425 Pérez, Danny: 422 Pérez, Pablo: 227 Perón, Eva: 244 Perón: 21, 23 Perret, Auguste: 271 Pevsner, Nikolaus: 33 Piacentini, Marcello: 21
Pichardo Moya, Felipe: 50 Pichardo, familia: 240-, 241 Pietri, Alejandro: 267 Piña, Plácido: 287, 327, 328, 339, 348, 354, 363, 364, 369, 374, 385, 392, 396, 397, 411, 420, 422, 428, 435 Polanco, Manuel (Tin): 297, 298, 322 Pons, Daniel: 385, 403, 420, 421, 424, 425 Portillo, Pedro de: 193 Pou Ricart, Leo: 21, 217, 227, 241, 242, 244, 245, 254, 279, 408 Pou Ricart, Marcial: 21, 227, 241, 242, 244, 254, 279, 408 Prats Ventós, Antonio (Toni): 264 Prats, José Ramón (Pusiso): 318, 374 Prieto (familia): 301 Prieto Vicioso, Esteban: 13, 24, 284, 317, 318, 319 Puig, José Augusto: 55, 177, 178 Pujadas & Armenteros: 287, 339, 369, 373, 374 Purcell, Heriberto: 422 Ramírez, Arístides: 428 Rancier, Omar: 278, 387 Reid & Reyes: 259, 408 Reid Cabral & Skidmore, Owings and Merryll: 302, 318, 325, 420 Reid Cabral, Donald: 218 Reid Cabral, William (Billy): 22, 257, 258, 268, 284, 363, 400, 408 Reid, Carlos: 339 Renta, Oscar de la: 361 Reyes Católicos: 85, 86, 97, 99, 101, 108, 113, 114, 117, 141, 194 Reyes, José Manuel: 259, 302 Reyes, José: 229 Ricart, Christian: 391, 403, 422 Ricart, Rafael: 318 Rigau, Jorge: 223 Rijo, Roberto: 385 Rijo, Tobías: 390, 392 Rivera Lee, Julio: 435 Rivera Rodríguez: 331 Robin, C. C.: 156 Roca, Linda María: 175 Roca, Oscar: 404 Rodríguez Demorizi, Emilio: 124, 150 Rodríguez Sandoval y Asociados: 421, 424 Rodríguez Schad, Eduardo: 268 Rodríguez Zorrilla, Chito: 339 Rodríguez, Juancito: 278 Rodríguez, Omar: 390 Rogers, Ing.: 255 Rohe, Ludwig Mies van der: 259 Rojas, Vicente Celestino: 149 Roldán: 194 Romero, José Daniel: 392 Roquel Aquino, Marthe: 177 Rosa, Pedro de la: 193 Rosario, Maria Fernanda: 358. 424
Rossi, Aldo: 26, 339 Rozas, Eduardo: 327, 340, 392 Rubio y Peñaranda, Francisco: 124, 183 Rubio, Fray Vicente: 99, 137 Rudolph, Paul: 301 Rueda, Manuel: 72 Ruiz Castillo, Humberto: 194, 227, 237, 242, 244, 245, 254. 264, 408 Ruiz Trujillo, familia: 230 Russo, Jochi: 337, 366 Saarinem, Eero: 309 Saarinem, Eliel: 19 Sabater, Mercedes: 333 Saint Méry, Moreau de: 123 Salcedo, Juan: 49 Sánchez Valverde, Antonio: 123, 187 Sánchez, Andrés Julio: 354, 387, 388, 397, 400, 418, 420, 427 Sánchez, Francisco del Rosario: 309 Sandy & Babcock: 345, 355, 422, 424 Sansur, Nazre: 413 Santiago Hernández, Jorge: 391, 392 Santiago, Pedro: 97, 123, 124, 129 Santoni, Guillermo: 308 Santoni, Pascal: 268 Sanz & Guzmán: 327 Sanz y Guzmán: 333 Sanz, Alvaro: 368 Sanz, Mariano: 286, 327, 328 Saviñón, Pancho: 279 Scaroina, Alfredo: 161, 190, 207, 218 Schad, familia: 240, 241 Schiffino, Luis: 327 Schomburgh, Robert H.: 188, 189 Segonzac, André Dunoyer: 245, 271 Selman y Asociados: 333 Selman, Eduardo: 300, 301, 364, 369, 374, 377, 396, 397 Selman, Rafael Eduardo: 412, 413, 424 Serrallés: 209 Sert, José Luis: 23 Sevillano, Fidel: 17, 162, 171, 220 Shilstone, Arthur: 93, 94 Silvestre, Risoris: 378 Simples Arquitectura: 422 Simpson, Luis: 336 SINERCON: 417, 418 Soler, Eduardo: 254 Soler, Miguel: 229 Soulastre, Dorvo: 150 Speer, Albert: 21 Stagno, Bruno: 391 Stone, Edward Durrell: 234 Tamburini, Héctor: 291 Taulé, Margarita (Margot): 260, 268 Tavares, Gustavo: 325 Tavares, Ramón: 422 Tavárez, Gustavo Adolfo: 196 Teis, Juan: 207
Tejera Álvarez: 218 Tena, Luca de: 97 Thomasset, H.: 157, 161, 190 Thomén, Altagracia de: 229 Toca, Nelson: 327 Toledo, María de: 98, 107 Toro, Ferrer y Torregrosa: 240 Toro, Juan Bautista del: 218, 227 Toro, Miguel del: 17 Torres Armengoll: 19 Tostado, Francisco de: 141 Toussaint Louverture: 135, 149, 195 Toynbee, Arnold: 18 Troncoso y Blázquez: 399, 434 Troncoso, Carlos: 434 Trueba, Benigno: 17, 209, 220, 237, 408 Trueba, Ramón: 209, 291 Trujillo Molina, Rafael Leonidas: 11, 19, 22, 23, 158, 217, 223, 242, 251, 267, 277, 278, 283, 291, 311, 315 Turull Riera, Mariano: 162, 207 Turull, José: 17, 162, 207 Turull: 218 Ugarte, María: 178 Ulate, Gerardo: 321 Urgel, Juan: 207 Urgel, Luis: 207 Urgell Caralt, Ramón: 162, 207, 210 Urgell: 17 Urtecho, José Andrés: 333 Urtecho, Rafael: 325 Valdez, Cristóbal (Toby): 327, 340, 341, 369, 370, 396 Valdez, Gustavo: 328 Valdez, Michelle: 328 Valentino, Rodolfo: 20 Valle Llano, Antonio: 135 Valverde, Desiderio: 278 Valverde, Manolito: 308 Vargas Mera, Ramón: 273, 277, 308 Vargas, Getulio: 21, 23, 244 Vásquez, Horacio: 158, 175, 209, 278 Vásquez, Rafi: 337 Vega Malagón, Edgardo (Gay): 22, 257, 259, 268, 297, 298, 322, 331, 408 Vega, Alex: 411 Vega, Hernando de la: 139 Vega, Wenceslao: 64 Vega, William (Pichy): 339, 392, 395, 396, 397, 434 Vela Zanetti, José: 271 Velarde, Héctor: 20 Velázquez, Diego: 195 Venturi, Robert: 339 Vera, Ray: 385 Veras, Rafael: 331, 369, 396 Vercelloni, Virgilio: 278 Vergés, Pedro: 341 Vicario, Amando: 403
Vicini Perdomo, Juan: 199 Vicini, familia: 257 Victoria, Bismarck: 319 Vila Luna, Miguel: 291, 292, 336, 337, 339, 349, 351, 363, 366, 368, 412, 413 Vilamajó, Julio: 20 Villanueva, Carlos Raúl: 244, 268 Viloria, Juan de: 142 Viñas, Nelson: 287, 322, 327 Vincent: 156 Vincitore: 175 Vitruvio: 117 Vivoni, Enrique: 210 Walton, William: 156 Warhol, Andy: 29 Whipple, Lowell: 345, 417 Wienner: 23 Wiese, Mariluz: 400 Wistzler, Eric: 363 Wright, Frank Lloyd: 19 Zorrilla, Juan (Juanchy): 413, 417
ÍNDICE ONOMÁSTICO
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ESTEBAN PRIETO VICIOSO Nace en Santo Domingo el 17 de mayo de 1950. Se graduó de Arquitecto, Cum Laude, en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, en Santo Domingo, donde posteriormente obtuvo el título de Magíster en Conservación de Monumentos y Bienes Culturales. Se especializó en Conservación Arquitectónica en el International Centre for the Study of the Preservation and Restoration of Cultural Property, ICCROM, Roma, Italia en 1974. Actualmente cursa estudios doctorales en la Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo, México. Trabajó como parte del equipo del ICCROM en el programa City Options del National Endowment for the Arts, USA, en el proyecto de conservación del centro histórico de Manatí, Puerto Rico (1974). En 1980-81 sirvió de inspector en el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Casco Antiguo de Panamá, ejecutado con fondos provenientes del BID. Ha realizado asesorías en proyectos de restauración y en instituciones culturales en Venezuela, Jamaica, Haití, Puerto Rico y Nicaragua. De 1982 a 1994 se desempeñó como Secretario Ejecutivo del Plan del Gran Caribe para los Monumentos y Sitios, CARIMOS/OEA. De 1996 a 2001 ocupó el cargo de Secretario General de la Organización del Gran Caribe para los Monumentos y Sitios, CARIMOS, donde fue elegido Coordinador General en 2001. Ha restaurado múltiples inmuebles de la Ciudad Colonial de Santo Domingo. Dirigió el Centro de Inventario de los Bienes Culturales de 1976 a 1979. Desde 1983 es el Arquitecto Conservador Adjunto de la Catedral Metropolitana de Santo Domingo y desde 1999 es el Director de la Oficina de la Obra y Museos de la Catedral de Santo Domingo. De 1986 a 1996 fue Director General de Patrimonio Cultural de la República Dominicana. De 1975 a 1987 fue profesor universitario de Restauración de Monumentos, Historia del Arte y Arquitectura Vernácula. Por varias ocasiones fue profesor invitado del Instituto de Preservación del Caribe de la Universidad de la Florida, en Gainesville, USA. En 1996 fue profesor en la Maestría del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio, en Buenos Aires, Argentina; en 1998 en la Maestría del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio en Tenerife, Islas Canarias; en 2000, en la Maestría de Conservación de Monumentos y Bienes Culturales de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, Santo Domingo, República Dominicana; y en 2002, en la Maestría en Rehabilitación del Patrimonio, de la Universidad de Alcalá de Henares, España. Entre los temas tratados se encuentran los de Arquitectura Vernácula, Metodología, Gestión del Patrimonio Cultural y Proyectos. Desde 1993 es miembro del Consejo Académico del Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, donde fue el Coordinador del Área de Restauración hasta 2001. en 2002 fue nombrado Coordinador Rector de dicho Centro. Es Miembro Colaborador de la Academia Dominicana de la Historia. Desde 1975 es miembro del Comité Dominicano del ICOMOS, siendo Secretario General desde 1979 a 1982, Presidente desde 1986 a 1996 y en la actualidad es miembro del Consejo de Administración. Desde 1995 es el representante del ICOMOS Dominicano ante el Comité Científico Internacional de Arquitectura Vernácula del ICOMOS, CIAV. Tiene algunos trabajos publicados en periódicos, revistas y libros. Es editor del libro Monumentos y Sitios de la República Dominicana –serie ICOMOS– el cual ganó Mención de Honor en la Bienal de Arquitectura de Santo Domingo, en 1996. Es coautor del libro Arqueología y Antropología Física de la Catedral de Santo Domingo. Ha realizado Misiones de Evaluación y Monitoreo para ICOMOS / Patrimonio Mundial, en diversos países. En 1996 realizó la evaluación de una Ermita en las Bahamas, para The Getty Grant Program. Fue Vicepresidente Mundial del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, ICOMOS, desde 1993 hasta 1999.
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En la página anterior, de izquierda a derecha, los arquitectos Esteban Prieto Vicioso, Eugenio Pérez Montás, Gustavo Luis Moré y José Enrique Delmonte.
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EUGENIO PÉREZ MONTÁS Nace en Santo Domingo el 19 de marzo de 1933. Miembro fundador de numerosas organizaciones culturales, puede destacarse su permanente membresía en el Comité Dominicano del ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios); y en el Comité Dominicano del ICOM (Consejo Internacional de Museos) de los cuales fue miembro fundador y su primer presidente. También dirigió desde su creación el Museo de las Casas Reales, y presidió el exitoso programa nacional de Arqueología Submarina de la República Dominicana. Es miembro directivo y asesor de numerosas instituciones culturales, entre ellas: la Sociedad Dominicana de Bibliófilos y Junta Directiva de la Academia Dominicana de la Historia. Ha publicado varios libros, como autor, co-autor o editor. Entre ellos se destacan: Biografía de un monumento: Casas Reales. Museo Casas Reales, 1979-1980; Monumentos y sitios del Gran Caribe. O.E.A.-CARIMOS, 2000; Restauración de Antiguos Monumentos Dominicanos, UNPHU 1986; República Dominicana: Monumentos Históricos y Arqueológicos, Instituto Panamericano de Geografía e Historia I.P.G.H. 1984. Sus últimas publicaciones han sido: La ciudad del Ozama, 1998 y el Ensayo clásico, 2001. En el ejercicio privado de su profesión de arquitecto ha tenido a su cargo importantes obras de arquitectura y proyectos de carácter urbano como el conjunto Ecológico Cayetano Germosén; la revalorización de la Zona Histórica de la ciudad de Santo Domingo, en la que ha proyectado y dirigido la restauración de numerosos monumentos como las Casas Reales y su museografía, la Casa de Bastidas, la Catedral Metropolitana y calles completas como la de Los Nichos (Pellerano Alfau). Conjuntamente con el Arq. Manuel Valverde Podestá, llevó a cabo varios de los más importantes parques urbanos de la Capital de la República como son: El Parque Mirador del Sur, el Parque Mirador del Este y el Parque Zoológico Nacional. Articulista en revistas y periódicos, cabe mencionar la serie de más de cien ensayos que sobre asuntos urbanos e historia de la arquitectura dominicana publicó, en el periódico El Caribe desde 1980. Premio Loyola 1994 por su labor en la restauración de monumentos coloniales de Santo Domingo. Reconocimiento del Núcleo de Arquitectura del CODIA con motivo del XXVI Aniversario por la relevante labor en la Protección, Conservación, Rescate y Divulgación del Patrimonio Arquitectónico Dominicano. Es Comendador de la Orden de Isabel La Católica, reconocimiento otorgado por el Rey Juan Carlos I, en 1976. Durante el Pontificado de Paulo VI fue designado Commendatorem Ordinis Santi Gregorii Magni; en 1977, Caballero de la Soberana Orden de Sanjuán de Jerusalén Rodas y Malta. En los últimos años ha recibido las siguientes premiaciones: Premio Nacional de la Crítica de Arte (Categoría Libro), en 1998, Asociación Dominicana de Críticos del Arte. Premio Nacional de Historia Juan Pablo Duarte, en 1999, Secretaría de Estado de Educación. Miembro de Honor del ICOMOS, 1999, Comité Dominicano del ICOMOS. Gran Premio Bienal (Excelencia en todas las categorías), en el año 2000: Bienal Nacional de Arquitectura. Primer Premio 5ta. Bienal de Arquitectura, Federation Caribeenne des Associations Architects, Concurso General Internacional, año 2002. Patrimonio Viviente de la Arquitectura, Sociedad de Arquitectos de la República Dominicana, año 2004. Premio a la Excelencia Profesional, Fundación de Jóvenes en Desarrollo, año 2005.
GUSTAVO LUIS MORÉ GUASCHINO Nace en Santo Domingo, el 3 de mayo de 1956. Paralelamente a la práctica en el mundo de la arquitectura, el urbanismo y el diseño, Gustavo Luis Moré desempeña una intensa labor de investigación y editorial en toda el área del Gran Caribe y particularmente en la República Dominicana, donde edita desde 1996 los Archivos de Arquitectura Antillana, Revista Internacional de Arquitectura, Urbanismo, Historia y Cultura en el Gran Caribe. Ha publicado recientemente dos importantes obras editoriales: el Manual Bibliográfico sobre la Arquitectura y el Urbanismo en la Historia del Gran Caribe 1492-2000, patrocinada por la Secretaría de Estado de Cultura, a través del Museo de las Casas Reales; y la obra titulada Arquitectura y Arte del Banco Central de la República Dominicana, editada junto a otros autores para la celebración del 60 aniversario del Banco Central. Moré es el director principal de la firma Moré Arquitectos, incorporada formalmente en 1987. Graduado en la Universidad Nacional Pedro Henriquez Ureña (1979), el Arq. Moré posee una experiencia académica de más de 30 años, incluyendo estudios de posgrado en las Universidades de Florencia (Centro Studi per il Restauro dei Monumenti e dei Centri Historici, Italia); GSD en Harvard, en Florida donde fue Fulbright Scholar; en la National Gallery of Art en Washington (EE.UU.); y en la Universidad Nacional Autónoma de México, entre otras instituciones.
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Dentro de su labor editorial, se destaca la desempeñada para las revistas Arquivox, del Grupo Nueva Arquitectura, De Arquitectura y Arquitiempo para la Facultad de Arquitectura de la UNPHU, de la cual fue director en el período 1989-90. Además de pertenecer al ICOMOS, es miembro del CODIA, miembro fundador de la Sociedad de Arquitectos, actualmente presidente del Grupo de Trabajo del DoCoMoMo Dominicano y coordinador del Centro de Estudios de la Arquitectura, el Urbanismo y el Hábitat de FUNGLODE. Una extensa y continua actividad profesional ha sido reconocida local e internacionalmente al ser galardonado en diversas ocasiones con:1er. premio al diseño del edificio para la Rosario Dominicana (1985 con Alfredo Marranzini y Enrique García Pecci); 2do. premio para el de la Embajada de Italia en Santo Domingo (1984); 1er. premio para el Edificio Sede de la Suprema Corte de Justicia y la Procuraduría General de la República (con Juan Cristóbal Caro, 1997); 1er. premio al Parque Central de Santiago (con Andrés Mignucci, 2002); 1er. premio a la sistematización de la plaza cívica del Centro de los Héroes (con Emilio Martínez, 2004). Ha sido ganador de Mención de Honor en el concurso nacional de diseño Vivienda Mínima, APAP. Ganador del 1er. premio en la VII Bienal de Arquitectura de Santo Domingo en la categoría “Arquitectura de Interiores”, con el proyecto Red Bankágil BHD; ganador del 1er. premio en la VI Bienal de Arquitectura de Santo Domingo en la categoría “Teoría y Crítica de la Arquitectura”, con la publicación Archivos de Arquitectura Antillana, y numerosos primeros y segundos lugares en la Bienal de Arquitectura de Santo Domingo, en la Bienal de Arquitectura del Caribe y en la Bienal Nacional de Artes Visuales. Ha sido charlista invitado en las universidades del país y en España, México, Estados Unidos, Colombia, Argentina, Trinidad y Tobago, Guadalupe, Martinica, etc. Ha sido catedrático por 20 años en la UNPHU y en UNIBE. Su obra como crítico y como arquitecto ha sido publicada en numerosos libros, revistas y periódicos locales e internacionales. De 1996 al 2000 fungió como consejero de Arquitectura y Monumentos del Consejo Presidencial de Cultura. El Estudio Moré Arquitectos ha desarrollado una sólida experiencia profesional en las áreas institutionales, comerciales, residenciales, urbanísticas y de restauración. Actualmente brinda servicios profesionales a nivel nacional e internacional.
JOSE ENRIQUE DELMONTE SOÑÉ José Enrique Delmonte Soñé (Santo Domingo, 1964). Arquitecto e historiador de la arquitectura dominicana egresado de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) en 1988. Su Proyecto de Grado versó sobre la Época Republicana en la Arquitectura, Ciudad Intramuros, 1844-1930, convertido en el más completo estudio sobre el tema que haya sido publicado hasta su momento, con la co-autoría de Ricardo Rodríguez Marchena y Martín Mercedes. Realizó un posgrado en preservación de monumentos en University of Florida, en Gainesville, Florida, a través del Plan CARIMOS. Cursó el Magíster en Historia de la Arquitectura y el Urbanismo Latinoamericanos en la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina y es Magíster egresado de la Maestría en Restauración de Monumentos y Bienes Culturales, de la UNPHU, bajo los auspicios de la Unión Europea. Fue Director del Departamento de Historia, Teoría y Restauración de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la UNPHU y Decano de la Facultad de Arquitectura y Artes de esa misma universidad. Desde 1991 ha sido profesor de Diseño, asesor de Proyectos de Grado y profesor de Historia de la Arquitectura Dominicana en la UNPHU y en la Universidad Iberoamericana (UNIBE). En 2004, fue contratado por el Banco Mundial para realizar el documento de las Disposiciones Arquitectónicas en Edificaciones, que forma parte del Reglamento General de Edificaciones de la República Dominicana que regirá el sistema de diseño y construcción en el país de acuerdo a las normativas internacionales. Es miembro del Consejo Nacional para el Fomento del Turismo (Confotur) y fue Subsecretario de Estado de Cultura para el área de Patrimonio Cultural, donde impulsó la creación de la Comisión Rectora de la Ciudad Colonial y la ley del Patrimonio Cultural. Colabora con artículos y publicaciones en revistas especializadas dominicanas e internacionales y es invitado con frecuencia a ofrecer conferencias sobre la arquitectura dominicana. Pertenece al Consejo de Administración del Comité Dominicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), al Comité Dominicano del Grupo Internacional para la Documentación y la Conservación de edificios, sitios y vecindarios del Movimiento Moderno (DOCOMOMO). Preside la Fundación Erwin Walter Palm, Inc., institución dedicada al estudio y divulgación de la arquitectura y el urbanismo del Caribe, donde fue el director del equipo que realizó la Guía de Arquitectura de Santo Domingo, editada en 2006 por la Junta de Andalucía, España. En noviembre de 2006, se desempeñó como director del Comité Organizador de la VIII Bienal Internacional de Arquitectura de Santo Domingo, realizada en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo. Ejerce como arquitecto diseñador, investigador y consultor a través de su firma privada.
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